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AÑO 5/ NÚMERO 24/ NOVIMBRE 2015
Visita, revisa, comenta http://rufianrevista.org Escríbenos, participa rufian.revista@gmail.com Dirección General Cynthia Shuffer
AÑO AAÑ ÑO 5/ 5 NNÚMERO ÚM MER EROO 24 24/ 4/ NO NNOVIEMBRE OVI VIEM EMBR B E 20 2015 155
Coordinación Cynthia Shuffer Víctor Quezada
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Equipo Editorial Daniela Acosta Paula Arrieta Camila Bralić Rosario Carmona Javiera Cornejo Paz Irarrázabal Cynthia Shuffer Portada Cynthia Shuffer Fotografías Cynthia Shuffer Rosario Carmona Diseño y diagramación Paula Arrieta
AĂ‘O 5/ NĂšMERO 24/ NOVIMBRE 2015
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Volver a decir la imagen
Negativo de una frase imposible en positivo
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Editorial Rufián. Asunto:Volver a decir la imagen
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Contra el origen - Víctor Quezada
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Declaración exconscripto Guzmán - Intervención
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Cartas al dirctor - Loreto Mendeville
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Policial - Loreto Mendeville
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Médicos confirman nuevo episodio de torturas de Carabineros contra estudiantes - Elias Hienam
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Unos cuatrocientos inmigrantes mueren ahogados tratando de alcanzar Italia - Marcelo Guajardo
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Fotos descensuradas - Cucho Márquez
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Las imágenes que Facebook no quiere que veas - Felipe Cussen
Una misma imagen Karen Glavic Maurer José Santos-Herceg Rocío Casas Bulnes Nicolás Cadavid Nancy Garín Guzmán
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Toda herencia es un hurto - Javiera Manzi
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La balada del Oeste - Inés Molina Navea
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Mi papá era un bandido - Cynthia Shuffer
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La primera foto de la ceguera - Constanza Iglesias Molina
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Pequeño manifiesto sobre una fotografía de la piluchez - Andrés Pereira Covarrubias
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Coleccionistas - Rosario Carmona Yost
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Postales de la Historia de Chile 1988-2012 - Paula Arrieta Gutiérrez
Las velas del absoluto. Una imagen del Mediterraneo republicano - Federico Rodríguez
Biografías
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Bueno, te cuento. Hace algunos meses estuvimos
que muchas gracias. Luego de eso, encontré una
en casa de la Viera. Estaba por mudarse y necesitaba
pequeña imagen del tercer movimiento en un
una mano con ciertos aspectos de “edición”, por
número de Apsi. El titular decía más o menos lo
llamarlo de algún modo, de las cosas que metería
siguiente: “Ex compañeros de curso se ametrallan
en cajas para el próximo destino y aquellas que no
entre sí”. Inquietante relación con el desgraciado
resistían un nuevo viaje y debían ser simplemente
titular de La Segunda.
liberadas de la mudanza.
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Bueno, retomando el número. El tema, puesto de
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Entre una importante serie de dibujos, pinturas y
manera muy general, es la relación imagen-texto-
un par de entrañables libretas de apuntes gráficos
historia. A partir de esto se nos ocurrió dedicar el
(deberías ver las del metro, eran realmente
número de septiembre a “La producción imaginaria
alucinantes) llegamos a un sobre que le había
de lo cotidiano” (título muy provisorio). Nuestra
enviado una amiga a Francia, lugar donde vivió
intención es distanciarnos del tono académico e
parte de los ochentas. En su interior había una
incorporar una voz más íntima, divergente, que
revista llamada “El Diariobrujo. Periódico en once
priorice preguntas o quiebres antes que respuestas
movimientos sucesivos y ¿un movimiento final?”,
canónicas sobre teoría de la imagen. Creemos que
cuyo editor y redactor era Sergio Marras y contaba
el número puede armarse en torno a algunos ejes o
con la colaboración de Carlos Altamirano, Alfonso
ejercicios. Pensamos en algo así:
Calderón, Marco Antonio de la Parra, Eugenio Dittborn, Jorge Edwars, Mario Fonseca, Antonio Gil,
Abriremos con un texto que tenga el doble papel
Florcita Motuda, Lotty Rosenfeld y Sol Serrano.
de introducir el número y ser un ejercicio por sí mismo. Habíamos conversado sobre esto con
El otro día le escribí a Sergio para preguntarle por
Víctor y probablemente sea él quien lo escriba;
el Diariobrujo, sobre el destino de esa publicación
luego, queremos agregar algunas imágenes de
y saber si era posible acceder al resto de los
una intervención que realizamos con la declaración
“movimientos”. Luego de varios días me contestó
del exconscripto Guzmán, el que finalmente habló
que no tenía copias ni registros de los diarios y que
del crimen contra Rodrigo Rojas y Carmen Gloria
la única manera de revisarlos era comprándolos en
Quintana. Además de la intervención, vamos
formato e-book a través de Amazon. Yo le expliqué
a agregar la declaración íntegramente, tal vez
que solo estaba disponible la misma edición
separadas por otro ejercicio.
que Viera nos regaló en papel, que ya lo tenía y
Una segunda parte toma como referencia el Decreto
lo pediremos así, abiertamente, para ver qué se le
Exento N°4559, alusivo a la prohibición de publicar
ocurre. Por último, podría ser una buena idea cerrar
imágenes que provocó que en 1984 algunas revistas
con una obra de la Paula llamada “Postales de la
como Cauce o Análisis publicaran sus notas con el
historia de Chile”, que puede describirse como una
espacio de la imagen vacía. Esto, al final, es como una
experiencia de intercambio epistolar personal en
construcción de la historia fundada en una imagen
torno a algunos episodios de la historia reciente.
ausente. Cinco personas recibirán la invitación para
Seguramente tendremos que pensar una manera
escribir sobre una imagen inexistente, al menos en
de presentación diferente y no en el estricto orden
términos materiales.
que te describo.
Otro eje que nos pareció interesante consiste
o. Es por eso que te escribo este correo. Nos gustaría
en provocar diferentes redacciones ante una
que participaras de esta edición con un ejercicio.
misma imagen. Preliminarmente, esta imagen
Los plazos están pensados para lanzar a fines de
correspondería al registro de una obra de Norberto
septiembre, pero estas cosas nunca resultan según
Puzzolo, artista argentino que realizó una muestra
lo planificado. Si te interesa y puedes participar,
en 1968 donde dispone sillas blancas en dirección a
podemos ir conversando más. Por lo pronto, te hago
la calle, hacia una vitrina que conecta el afuera y el
llegar esta invitación.
adentro de la galería. Un buen ejercicio de pantalla. Ah, se me olvidó comentarte algo del día en la casa El cuarto ejercicio es un poco diferente. Lo hemos
de la Viera: el sobre en que venía la revista tenía
llamado “Álbum de familia: la luz que alguna vez toco
escrito lo siguiente:
el cuerpo familiar”. Está pensado como una serie de testimonios sobre pérdidas o hallazgos fotográficos.
“Viera. Un buen ejemplo de las experiencias
Además, queremos incorporar la mayor cantidad de
permitidas. Cariños. Ximena. 1982”.
fotografías, cuyo pie forzado será “la primera foto o la más antigua de la familia”. Veremos si se puede realizar. En la parte final queremos incluir un texto de Fede. El tema ya está claro, es la imagen. Pero no sería bueno ponerle demasiadas condiciones. Se
Estaré esperando tu respuesta. Un abrazo.
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Editorial Rufián
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Víctor Quezada ¿Cómo comenzar? Muchas veces nos enfrentamos
ese momento que inaugura la historia y, de alguna
al dilema de encontrar las palabras precisas que
manera, la anticipa.
abran el texto, así como se abren los ojos al paisaje AÑO 5/ NÚMERO 24/ NOVIEMBRE 2015
o el obturador a la luz.
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La cincuentena de prólogos del Museo… señala el absurdo de comenzar y, en términos abstractos, la
Existen comienzos luminosos (“Amanece / se abre
aporía de la idea de un evento originario, pleno en
el poema”) u oscuros (“Nel mezzo del cammin di
su consecución de una inteligibilidad que orienta
nostra vita / mi ritrovai per una selva oscura / ché
el movimiento narrativo, pues siempre se puede
la diritta via era smarrita”), otros deliberadamente
postular un inicio del inicio, un origen del origen
prácticos (“Call me Ishmael”), pero ninguno como el
que es infinitamente referible.
del Museo de la novela de la Eterna, libro publicado más de una década después de que la última palada
En el “Prólogo que entre prólogos se empina para
encerrase ¬el cuerpo de Macedonio Fernández bajo
ver dónde, allá lejos, empieza la novela” (página 113),
tierra.
leemos: “Amanece en la quietud de la estancia «La Novela». Una primer ventana se abre. Un escalofrío
De las 237 páginas de la primera edición completa
matinal”. El inicio, la idea del origen, se alimenta
(Centro Editor de América Latina, 1967), 118
de un conjunto de operaciones analógicas que lo
corresponden a prólogos, prólogos de prólogos,
determinan al mismo tiempo como un momento
ensayos del comienzo que señalan no solo la
de luz y de apertura: el amanecer bucólico en la
dificultad que implica poner en movimiento la
estancia se corresponde con el inicio de la novela
“novela”, sino cierta resistencia a la concepción de
que es una ventana que se abre a la mañana del
campo. Como se señala en la edición crítica del
sujeto a partir de un conjunto de encrucijadas que
Museo… (ALLCA XX / Universitaria, Santiago, 1993):
lo conducen hacia el encuentro de su identidad o a
abrir una novela es abrir una ventana hacia la vida.
su desgracia.
de la novela naturalista opone a la ideología del
Esta relación directa entre voluntad y la consecución
realismo la aporía del inicio, la opacidad, la oclusión,
de un objetivo marca -en el plano del cine- la teoría
el momento en el que el lente se obtura impidiendo
del conflicto central que Raúl Ruiz rechaza en su
el paso de la luz y hace del origen referible un inicio
conocida “Poética 1” (UDP, Santiago, 2013). Toda
(infinitamente) diferido. En este sentido, la novela es
discontinuidad, toda indeterminación, toda acción
imposible.
inconexa, sometida a un régimen de este tipo, resulta colmada por la referencia a un evento que
La idea del origen, como vimos, se nutre de una
ilumina y estructura la historia, añadiendo trazas
batería de operaciones analógicas, pero de manera
de causalidad entre elementos que no tienen una
más significativa, de operaciones de referencia
coexistencia necesaria. En el origen está el conflicto,
a través de las cuales el inicio idéntico a sí mismo
la obligación a decidir.
abre el camino, señala un punto futuro de llegada y otros puntos intermedios a manera de estaciones,
Ruiz expone en su ardua defensa del aburrimiento
inconcebibles sin la referencia al evento originario
(que es la defensa de cierto segmento de su
que descansa en el pasado, allá lejos, donde
cinematografía representado por películas como La
empieza la novela. El poder del punto de partida es
hipótesis del cuadro robado de 1979) un problema
tal que nutre de sentido el tránsito completo de un
práctico; un problema al que deberían enfrentarse
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La parodia en Macedonio de este clásico comienzo
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los cineastas al momento de considerar la puesta
en la resolución feliz o desgraciada de un conflicto
en movimiento de un filme: “Se nos dice que
que es la apuesta cinematográfica de la industria
nuestro papel consiste en llenar dos horas de la
del entretenimiento; apuesta que como problema
vida de unos cuantos millones de espectadores y en
práctico se soluciona en la constante obligación
asegurarnos de que no se aburran” (19). Ruiz ve tras
a buscar nuevas fuentes de diversión para evitar
esta exigencia ciertas implicancias ideológicas. Bajo
la ansiedad de una vida que se vacía en cada
este régimen, las imágenes son subsumidas a lo que
espectáculo, para “distraer la distracción mediante
Barthes llamaría “lenguaje endoxal”: la obligación a
distracciones” (19). Como dirían Ruiz y los primeros
decir, a poner en paradigma una materia que, como
padres cristianos, en el origen está la acedia, la
la visual, parece resistirse a la calificación; en este
tristitia, el demonio del mediodía.
sentido, la imagen cinematográfica, predeterminada por el conflicto, es imposible. Encerrada en los
Frente a la teoría del conflicto central, Ruiz propone
límites de lo que es dable decir o decidir, la materia
la concatenación de microacciones que dispersan
visual se aplana y solo podemos ver la acción que
la dirección única, el sentido preestablecido que
es producto del cruce entre voluntad individual y
marca el camino de la decisión, de la puesta en
objetivo conseguido, solo podemos ver el acto de
paradigma. Microacciones que desestabilizan la
decidir, la estación intermedia, la resolución de los
teoría del conflicto central y rehúyen la imposición
conflictos.
de la toma de decisión que es, finalmente, el imperativo político, ideológico, que pareciera
Para nosotros, seres sensibles, ¿qué pudiera
fundar todo trabajo estético. Como en lo neutro en
significar esta puesta en relación? La inteligibilidad
Barthes –el conjunto de gestos que intentan escapar
que supone la idea del origen referible se consuma
de la cultura- en Ruiz las microacciones desbaratan
el paradigma del conflicto, renuncian a la toma de
linterna. Si consideramos la teoría del conflicto
posición.
central, este hombre se debatiría entre entregarse
Contra el conflicto, contra la obligación a decir,
tratar de sobrevivir buscando con todas sus fuerzas
Ruiz propone el trabajo taciturno (del latín tacere:
vitales un modo de escapar. Sabemos que, al final
“callar”) de la mostración cinematográfica, único
de la película, nuestro héroe encontrará la salida,
lenguaje capaz de formalizar los gestos aprendidos,
ayudado por la luz de la linterna que orienta su
los ruidos y onomatopeyas que escapan a la
destino. En la escena concluyente, verá por supuesto
univocidad del sentido, las relaciones entre los
el círculo radiante del día de campo al final del túnel,
cuerpos filmados que configuran los géneros de la
mientras aparecen los créditos.
cotidianidad, aquellos “estilemas” que conforman la materia irreducible de un conjunto de ideolectos o
Ahora bien, ¿qué gestos modificarían el rostro de
estilos, “artes a medio camino; artes de tomarse un
nuestro héroe, qué exclamaría, qué podría decir si,
trago, de decir salud […]. Estos estilemas solamente
al continuar su camino, al tiempo que el disco del
pueden ser registrados a través del cine; se resisten a
día se agranda, cae en cuenta de que aquella luz al
ser descritos porque no son verbales. Es un lenguaje
final del túnel no es más que la luz de una linterna
no verbal” (Ruiz. Entrevistas escogidas – filmografía
sostenida por otro hombre igualmente perdido que
comentada, UDP, Santiago, 2013, 29).
camina en sentido contrario? Los gestos de ambos hombres son la materia de una secuela interminable.
Para finalizar, les propongo que imaginemos una película sobre un hombre atrapado bajo tierra que, con el fin de asegurar su salvación, solo posee una
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a una vida en la oscuridad que asegura su muerte o
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CARTAS AL DIRECTOR Loreto Mendeville
Lo que falta Lo que falta o no está dicho o fue borrado o es innombrable
pero
aquí
está porque falta y está solo para faltar y mientras más falta más habita pues no vive en el mundo de lo que no sucedió sino que no está pero es y sigue siendo y permanece sucediendo
En esta imagen se muestra claramente todo lo que falta.
en fugitiva y eterna falta, llenando el espacio como el vacío al que damos forma y nos moldea y desbasta desde su brutalidad pues la falta es siempre brutal y no hay más pero está esto otro: falta, huella querida, evidencia ineludible, falta te abrazo, falta eres mía.
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Sr(es)(a)(s). Director(es)(a)(s):
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Los elementos faltantes en las siguientes máximas habrán de ser omitidos: -
pal que lee.
- Maraco - Mamá soy
. .
- P5t1.
Aviso de utilidad pública
Ministerio del Interior.
Todo aquello omitido deberá no ser nombrado jamás, efecto para el que se dispone el ejercicio sistemático de la omisión de todo aquello que no ha de ser nombrado, a saber:
Secretaría General de la República
hermano (2 ½) le era celebrado el acto impulsivo
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de agarrarse el miembro así conocido como viril,
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Niña penetrando su vagina.
Policial En horas de esta tarde, en circunstancias que a su
una niña (4) se vio impelida a actuar de la suerte, maniobrando lo que a ella le fue dado de la forma en que es inteligible hacerlo, causando el infarto y posterior muerte de tres de sus parientes. Un cuarto se encuentra grave y con riesgo vital tras sufrir una hemorragia cerebral al intentar explicar a la niña que ella no tiene uno.
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Medicos confirman nuevo episodio de torturas de Carabineros contra estudiantes Elias Hienam
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En el documento se evidencia el accionar de Carabineros luego de la detención de estos dos estudiantes. Abogados de derechos humanos resaltan la veracidad de los antecedentes y lo reiterativo que resultan estas conductas por parte de la institución policiaca.
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A una serie de torturas fueron sometidos los
Al quedar solo con los policías, Germán Urrutia
estudiantes Cristóbal Miranda y Germán Urrutia
fue sometido con una bolsa plástica en su cabeza,
al interior de vehículos de Fuerzas Especiales de
instancia que los uniformados aprovecharon
Carabineros según el informe de constatación de
para golpear al estudiante que se encontraba
lesiones de la Comisión de Derechos Humanos del
imposibilitado, además, de respirar.
Colegio Médico. Ambos jóvenes fueron detenidos
Patricia Vidal, madre de Germán Urrutia detalla
afuera de la sede San Ignacio de la Universidad
parte de estos apremios: “Vivirlo en carne propia es
Técnica Metropolitana el 18 de junio recién pasado
re fuerte, a mi hijo le hicieron el submarino seco, le
durante una jornada de protestas.
pusieron la bolsa plástica en tres ocasiones, luego
El documento sostiene que durante la detención,
de lo cual el vomitó y convulsionó, porque mi hijo
Miranda,
de
es asmático, además, le pegaron entre seis tipos
arquitectura, fue atropellado por un carro lanza
al mismo tiempo, seis, son tipos gigantes los de
gases y luego golpeado repetidamente en la cabeza
Fuerzas Especiales. Mi hijo es flaquito, es alto, pero
hasta quedar inconsciente. Una vez en el carro
es flaquito y no desarrolla ninguna actividad física,
policial, los estudiantes fueron amenazados de
o sea, primero que todo no te podís defender, pero
muerte, escupidos y continuamente golpeados por
él tampoco tiene la estructura como para soportar
los funcionarios policiales, quienes apagaban las
golpes de esa magnitud”.
luces del vehículo para que la cámara en su interior
Verónica Brito, observadora de Derechos Humanos
no pudiera registrar la paliza.
del Sindicato de Unidad de los Trabajadores SUTRA-
Al
ser
estudiante
trasladados
de
para
segundo
constatar
año
lesiones,
Chile, llegó a la Posta Central en momentos que se
Carabineros instruyó a los detenidos para que
realizaba la constatación de lesiones de Miranda. Sin
explicaran sus golpes como el resultado de una
embargo, la policía uniformada le impidió acercarse
caída, sin embargo, al ver la gravedad de las lesiones
a los detenidos, luego de gritar, en pleno centro
de Cristóbal Miranda, se decidió su traslado a la
médico “viene Derechos Humanos”.
Asistencia Pública. .
De acuerdo al relato de los hechos, Carabineros
habría amenazado nuevamente a Cristóbal Miranda,
nos habla de torturas, de apremios por parte de
“para que no diga nada” a los observadores de
funcionarios de Carabineros de Chile, puntualmente
Derechos Humanos quienes solo pudieron ver a los
por parte de Fuerzas Especiales multiplicidad de
detenidos luego de su regreso a la Cuarta Comisaría.
golpes, tratar de que no queden evidencias, que se
“Conversamos con ellos y ahí ellos nos cuentan
filmase o grabase, escupos, amenazas, intimidación
los apremios ilegítimos, las torturas que habían
de la más grave, resulta, para mí, verosímil,
recibido, y Cristóbal estaba objetivamente muy muy
considerando la experiencia anterior que hemos
mal y Germán confirma que el más golpeado había
tenido con Carabineros”.
sido Cristóbal a quien le costaba mucho comer ya
Finalmente, cabe consignar que para este viernes
que tenía un problema en la mandíbula bastante
el Instituto Nacional de Derechos Humanos tiene
jodido y en el píe porque lo pasó a llevar el carro”.
contemplado
El abogado de Derechos Humanos, Cristián Cruz,
Carabineros de Chile y los responsables del
resaltó la veracidad de los antecedentes y lo
operativo por el delito de torturas, luego de lo
reiterativo que resultan estas conductas por parte
cual se solicitará una audiencia de revisión de
de la institución policiaca, quienes además fabrican
medidas cautelares, pues los estudiantes están en
evidencias para imputar graves delitos a quienes en
prisión preventiva, acusados de porte de bombas
verdad son las víctimas.
incendiarias, acusación que de acuerdo a muchos
“Este informe, avalado por el Colegio Médico,
presentar
una
testimonios resulta absurda.
querella
contra
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Documentación sobre nuevos casos de tortura
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Unos cuatrocientos inmigrantes mueren ahogados tratando de alcanzar Italia Marcelo Guajardo El país está desbordado: en cuatro días, 7000 inmigrantes han arribado a sus costas. Larga es la sombra de la alambrada que va de punta a punta de las orillas a los acantilados, las desembocaduras, los desiertos, los frágiles cursos de agua, flanqueados por vestigios, escombros de nuevas ciudades levantadas sobre otras ciudades. En el lugar en donde se hunde el sol, se hunde hasta los huesos, se hunde un azadón en la tierra yerta, allá redobla en la alambrada una larga sombra, un
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zumbido que permanece más allá del día y de la
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noche susurrando; no pasarás, no pasarás. No pasarás a la vid de las altas torres, los acueductos que desecan terrenos y lagos hacia los prados de pequeñas ciudadelas de jengibre. Este mito que resplandece, los campos de golf donde una pequeña esfera blanca va de la orgía a la mesa, los orfebres rodeados de libertinos, alambiques y bombas, pequeños reductos de oropel levantados a cuatrocientos metros de la tierra. Allí se ensambla la nueva arma mortífera, otro eslabón en la cadena, de un hombrecillo que regresa a los suburbios a cuidar el mismo olmo que crece en la ventisca, allá lejos en la tierra desecada de los migrantes. Como obuses cayendo en la tierra arrasada, levantando el polvo hacia las murallas más allá de todos los cercos, de todos los mares, donde flotan los cuerpos inmóviles de los migrantes hacia las
7000 inmigrantes en las costas de Italia playas perfumadas de Grecia e Italia, llevados por la corriente calma del Mediterráneo, flanqueados por prístinas barcazas de rescate, inmóviles, hinchados, los mismos asfixiados en un camión frigorífico en ruta a Hungría, camino a las fronteras luminosas, las sobrias
calles de
Berlín, todos los puertos
resplandecientes, los hermosos puertos europeos, con sus pequeños y admirables estancos de carbón, aceite, brotes de todos los lugares posibles. Allí donde el hombre extrajo el sudor, la materia de la tierra, en abovedados parajes, en las estepas, en las grutas de África, cavando en su corazón oscuro, hasta lo inimaginable, ardía la codicia y afuera los guardias resguardan los tajos, los frágiles cantos de los enormes forados. Al fondo, ennegrecidos por el sudor y la borrasca, los obreros con su sola vida como propiedad, su sangre caliente, yendo y viendo a los brazos, el corazón y luego al estómago donde se congrega el hambre y la ira.
“Tergiversando a Susan Sontag, iniciábamos el tránsito a la modernidad siendo espectadores de calamidades que tenían lugar en nuestro propio país. Y las fotografías calaban hondo, eran memoria de nuestro propio presente, pruebas de que el mundo cambiaba, muestra inequívoca de lo posible que era luchar, no obstante ser reprimidos una y otra vez… La persistencia de la memoria… Los fotógrafos de la AFI, de quienes las revistas de oposición se alimentaban, no capturaban imágenes imparciales. Tan luchadores como los que estaban tras la barricada, se arriesgaban y no cejaban. Un día tras otro, eran un factor en la lucha, aunque sólo pareciera para paliar la crudeza de la represión, como les reprochó una vez un paco: “ustedes van detrás de la luma”, reconociendo que los limitaba. Pero tras un lado de la luma estaba el paco y en el otro el que peleaba. De ambas cosas quedaba registro. La fotografía era un arma de la crítica y estaba contribuyendo a la forja del nuevo poder material. Se iniciaba la hora de los hornos, empezaba a verse la luz… Y este afiche lo mostró cuando las revistas fueron calladas.”
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Cucho Marquez, APJ.
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Las imagenes que Facebook no quiere que veas Felipe Cussen
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Las redes sociales son la mejor vitrina para dar a conocer nuevas imágenes en todo el globo, y es por ello que millones de personas a diario cargan en las diferentes plataformas aquellos retratos que reflejan un momento importante de sus vidas. Pero los criterios de Facebook no están del todo claros, debido a que en un gran número de oportunidades la red social ha eliminado par de cuentas por divulgar contenido “inapropiado” o subido de tono.
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¿Debe Facebook censurar esta foto?
Facebook censura al Louvre. La red social ha
visitas en el álbum del museo cuando de improviso
retirado varias imágenes de esculturas clásicas por
desapareció.
considerarlas ofensivas. Facebook censura una fotografía de Robert Facebook censura a Richter. “Ema”, una de las
Mapplethorpe por explícita. La imagen de un trasero
obras presentes en la exposición retrospectiva del
como portada de “Night Work”, el nuevo álbum de la
artista Gerhard Richter en el Centre Pompidou, ha
banda neoyorquina Scissor Sisters, ha provocado un
sido censurada y eliminada del Facebook de esta
enfrentamiento entre Facebook y su discográfica,
institución. La imagen había recibido más de 1300
que acusa a la red social de censurar la foto. Según
Universal, para promover el disco adquirió campañas
besándose. Carlotta Trevisan, de 28 años, había
publicitarias en Facebook que finalmente no fueron
compartido una foto para apoyar la lucha por los
publicadas, al entender la red social que la imagen
derechos de la Comunidad LGBT (Lesbianas, Gays,
es “inapropiada y excesivamente explícita”.
Bisexuales, Trans) en el Día Internacional contra la Homofobia y Transfobia. Inmediatamente, la mujer
Facebook censura la imagen del álbum “Nevermind” de Nirvana. Años más tarde de la publicación de su último disco, Nirvana sigue causando controversia. Esta vez la polémica viene de la mano de Facebook, que censuró la portada de su disco “Nevermind”, donde aparece la imagen de un bebé en el agua y que tuvo un enorme éxito en 1991, año de su lanzamiento.
recibió mensajes de otros usuarios que la calificaron de “asquerosa” y que le pidieron que elimine las fotos porque “tienen niños que proteger” y sus fotos son un riesgo para ellos. Más tarde, Carlotta recibió un aviso de Facebook donde le advertían que incumplía las reglas sobre “desnudez y pornografía” y le pedían que retirara la foto. Trevisan se negó a eliminar la imagen y la red social le informó que su cuenta sería suspendida por “violar las normas de la comunidad”.
Facebook ha retirado una foto de un concierto de Kylie Minogue por ofensiva. La foto en cuestión Londres de la cantante. Un fan del público le lanzó un oso de peluche que Kylie recogió alegremente. Al abrazarlo, el micrófono que llevaba la cantante quedó colocado entre las piernas del peluche y la metáfora fálica de la escena ha molestado en Facebook porque la red social no permite “fotos de
Facebook censura una foto de dos hombres vestidos besándose. Un fotógrafo se ha encontrado durante 30 días sin poder publicar en Facebook debido a una imagen que colgó en la red social. La popular red social no permitió que una artista publicara uno de sus dibujos porque supuestamente era de “alto contenido sexual”.
desnudos, uso de drogas o violencia”. Facebook eliminó algunas de las fotos de veteranos Facebook censura imagen de fotógrafa desnuda con sus hijas. Anastasia Chernyavsky, fotógrafa y músico, subió a su blog personal una foto de ella con sus hijas, las tres desnudas. La imagen llegó a Facebook, red social que la censuró y debido a ello desató un debate sobre si la fotografía artística de
heridos en la guerra que hace algunos días compartía el fotógrafo californiano Michael Stokes. Las imágenes donde los retratados aparecen desnudos y usan prótesis de miembros que perdieron fueron censuradas en Facebook por “violar los estándares de la comunidad”.
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una mujer desnuda debería ser dada de baja. Facebook censura por “desnudez” las fotos de dos Facebook nuevamente es centro de la discordia por sus arbitrarias políticas de censura de imágenes entre sus usuarios, esta vez por suspender la cuenta de una mujer italiana que había publicado en su muro una foto en la que aparecían dos mujeres
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muestra un momento del recital en un local gay de
amigas tras superar un cáncer. Tiffany Williams y Jessica Versey son dos adolescentes que celebraban haber derrotado al cáncer subiendo fotos a su muro de Facebook. Las imágenes mostraban las huellas que su lucha contra la enfermedad había dejado en sus cuerpos pero la popular red social no lo entendió
así y las ha censurado por “ofensivas” atendiendo a
recalca que no ha hecho ningún cambio en las
su estricto criterio de “desnudez”.
reglas; más bien ha actualizado la explicación de estas; prevé lanzar el texto renovado a partir de hoy.
Facebook censuró la imagen de un torso desnudo y tatuado de una mujer que había sido sometida a una mastectomía en sus dos pechos. La red social justificó la decisión alegando que la imagen atentaba contra su política de desnudos.
La tarea de discernir entre la libertad de expresión y las publicaciones que la compañía considera inapropiadas u ofensivas se vuelve compleja con una base de 1.390 millones de usuarios que abarca casi todos los rincones del planeta, culturas y religiones. “Es un reto mantener un conjunto de normas que satisfaga las necesidades de una comunidad global
La censura sigue creciendo en Facebook. La víctima de esta práctica tan extendida en esta popular red social ha sido ahora la joven estadounidense, animadora y cazadora, Kendall Jones, a quien se le han retirado las imágenes en las que posa junto a sus trofeos de caza mayor con la excusa de que viola las normas del portal sobre fotografías compartidas ya que “celebran o glorifican la violencia” además de “promover la caza furtiva de especies en peligro de extinción”.
Recientemente, las autoridades turcas exigieron a
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Facebook retirar las imágenes y censurar cualquier
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tipo de expresión que pueda interpretarse como un insulto a Mahoma. Tras la presión, Facebook cedió y ya ha censurado una serie páginas que contenían imágenes sobre el profeta. De esta forma ha seguido la orden decretada por el tribunal turco. La decisión de la red social contrasta notablemente con su declaración en defensa de la libertad de expresión, luego de los atentados a la redacción de la revista satírica francesa Charlie Hebdo.
Facebook está preparando la publicación de una nueva versión, más detallada, de su página sobre normas comunitarias para explicar las prohibiciones de contenidos sobre desnudos, incitaciones al odio, promoción del terrorismo, acoso o vulneración de los derechos de autor, entre otros temas. La empresa
y diversa”, afirma la responsable de contenidos de Facebook en un comunicado, Monika Bicket. La meta de la empresa es, según recordó Mark Zuckerberg, “dar al máximo número de personas la posibilidad de expresarse lo máximo que pueda”.
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Karen Glavic Maurer Dar dos, diez, muchas veces la foto (es la consigna)
Quién escribe y quién convoca: Un encuentro que permite la construcción de un texto único y a la vez múltiple, una memoria sin negativo. La re-escritura del trazo, el ejercicio de dar a esa foto un lugar
Yo soy una foto que escribe.
la producción de un relato colectivo que desde una
foto sólo porque otra foto en mí decide que yo dé esa
imagen que se repite, da posibilidad a múltiples
foto. Lo que el otro recibe, no depende de mí ni de él.
textos sin repetición.
Internacional de Fotografías, del Comité Central de los Fotógrafos Unidos del Mundo . (1) AÑO 5/ NÚMERO 24/ NOVIEMBRE 2015
foto como un gesto de darse al otro, convocarlo a
Al escribir, mando, envío, doy una foto. Pero yo doy una
Depende de un juego de fotos. Depende de la Central
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cada vez en la construcción del presente. Dar la
Asumo este regalo diez veces dado sin reparos sobre su iteración. No considero lo que escribo como parte de una serie, sino que más bien como un engranaje imperfecto, como una devuelta de mano, como una
Quisiera hablar del ejercicio que nos convoca. El que
apuesta cotidiana por sumarse diariamente a todos
invita tal vez a rellenar las sillas vacías del
quienes quieran escribir en conjunto.
CICLO
La foto aquí se repite sin complejos con la
DE
reproductibilidad técnica, se arriesga en la
ARTE
pertenencia al Comité Central de los Fotógrafos
EXPE RIMEN
Unidos del Mundo. No presume con adentros ni con afueras. El texto que escribimos sobre ella nos hará el relevo cuando estemos recibiendo otras
TAL
nuevas y viejas fotos, cuando estemos haciéndolas
(Que desde dentro y desde el espejo se lee
y entregándolas reiteradamente, cuando estemos
perfectamente al revés).
rescatándolas del archivo. La foto escribirá nuestros nombres.
(1) Patricio Marchant. “Amor de la foto” (1982), en Escritura y temblor, Pablo Oyarzún y Willy Thayer (eds.), Editorial Cuarto Propio, Santiago, 2000.caída, CDL, Santa Cruz, 2007.
José Santos-Herceg OLCIC ED ETRA EPXE NEMIR LAT
yaH .nóicaruguani al ed aíd le sE .naremolga es ocnalb ed sadaivata etnemetnagele sallis ed opurg nU drof nu eceraP .edrev livomota nu ed ajab erbmon nU .oicnelis ecah eS .omsisoivren ed ogla ,avitatcepxe oicnelis ne selivómni necenamrep orep ,nadomocni es sallis saL .oliuqnart orep ,dadisoiruc noc ,etnemaires y .etnetinepmi adarim al natropos sartneim
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ajfi ariM .ocilbúp la etnerf eneited eS .sollislob sol ne sonam sal ,olleuc la oleuñap ,odoterbos nu avelL .noclaf
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Rocío Casas Bulnes Uroboros
negros, llevado por una fuerza que me supera, decido entregarme a ella y así llego a un espacio de quietud, donde estoy acostado boca arriba y no me puedo mover. Alrededor mío hay siluetas humanas,
Hoy me despierto y salgo de mi cama rápido. Tengo
pero no alcanzo a ver las caras ni los detalles, sólo
una sensación desconocida de urgencia, como si
noto una luminosidad que emiten como tibieza
estuviera atrasado para llegar a algún lugar. Reviso
primaveral, hasta que despierto. Nada parecido al
mi agenda, no tengo diligencias hoy, ninguna cuenta
calor que ahora me arrasa. Mis pasos se hacen más
que pagar, tampoco olvidé llevar las encomiendas al
rápidos, tratando de huir, y ya no tocan el suelo.
correo, no cargo con entregas laborales pendientes, ni dejé pasar un cumpleaños, hay comida en mi despensa, las cuentas pagadas, el arriendo al día, la
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camisa planchada. Vuelvo a revisar mi agenda. Todo
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parece en orden.
Llego a una esquina desconocida y ahí se detienen mis pies. Quiero seguir adelante pero no hay caso, ya bajaron a la tierra y es como si hundieran raíces en ella. No me puedo mover, así que miro a través de la ventana frente a mí. En una habitación hay gente
Sin embargo voy a la calle y la luz me hace olvidar. Ya
sentada en las sillas mirando en esta dirección.
no sé qué día es, aunque acabo de ver el calendario.
Algunos lloran, otros mantienen el ceño fruncido,
Pienso que no importa, que no es grave, que ando
nadie sonríe ni habla. Reconozco de pronto a mi
lunático y esa es mi naturaleza. Sigo caminando.
amigo, mi hija, mis padres, la mujer que amo. Ella
Parece que llevo décadas dentro de mi departamento,
me ve por un instante, lo noto por un sobresalto
en ese ambiente tenue. Las siluetas se me hacen
en sus hombros. Pero luego vuelve llorar, más
borrosas, achico los ojos para enfocar mejor. El sol
desconsolada aun. Yo hago gestos con los brazos
me pega en la cara aunque no puedo localizar en
pero ya nadie me ve. Entonces, al bajar la cabeza,
qué lugar del cielo está. Trato de esconderme en las
confundido y resignado, encuentro enfrente mi
sombras y ando a tientas. Creo recordar que no tomé
propio cuerpo en reposo. Al parecer, me vistieron
nada ayer, sólo me acosté temprano, como siempre
con el más elegante de mis trajes, maquillaron mi
hago entre semana. Creo recordar, pero dudo. En
cara y ahí estoy, acostado entre flores, dentro de un
cambio, mi sueño de esta noche sí que lo conservo
ataúd. Si me hago visible, aquí en la ventana, todos
vívido. Yo, avanzando a toda velocidad en pasadizos
desaparecerán.
Nicolás Cadavid Fernando Díaz era un viejo amigo de Teresa.
Mil novecientos ochenta y tres
Nicanor lo recordaba como una persona divertida, muy culta, de buenos modales, y que tras enviudar
Finalizando la tarde, Nicanor, hombre retraído y de
había estrechado sus lazos de amistad con Teresa.
espíritu noble, recordó sobresaltado el cumpleaños
Pero estas cavilaciones no lograron tranquilizarlo.
de su tía Teresa. No podía creer cómo había olvidado
Nicanor seguía pensando en su tía y en cómo
la única fecha que solía celebrar a lo largo del año.
ella se estaría tomando su olvido. Le indicó a su
Ella era la persona más importante de su vida, la
esposa poner en marcha el auto y dirigirse hacia la
más querida, la misma que costeó sus estudios
calle Huérfanos. Sobre esta calle se encontraba La
de economía en la Universidad Católica. Tomó
Estancia, el restaurante que su tía solía frecuentar en
entonces el teléfono y marcó el número de siempre.
ocasiones especiales. Al llegar los recibió el dueño
No recibió respuesta.
del local quien conocía desde hacía varios años
Preocupado por la ausencia de su tía, se dirigió a la habitación donde se encontraba su esposa. Le comentó la situación y le pidió el favor de llevarlo
cenado allí, pero que se había marchado hacía una hora para asistir a la inauguración de una exposición de Gonzalo, el hijo de Fernando.
hasta la casa de Teresa. Nicanor nunca había aprendido a manejar aduciendo que el tráfico de
Nicanor no podía creer su mala suerte. Preocupado,
Santiago ponía sus nervios de punta, y si bien a
se dirigió con su esposa al lugar de la exposición,
su esposa este tipo de peticiones no le hacían la
el cual no quedaba muy lejos de allí. Al llegar,
menor gracia, jamás se había opuesto a complacer
descendió con prisa del auto, cruzó la calle y se
a su marido. Una mujer abnegada, decían quienes
detuvo frente al ventanal de la galería que ya en ese
la conocían. La pareja subió al auto, un Peugeot
momento estaba cerrada. Cerca de 30 sillas vacías
verde del 73 que la mujer de Nicanor heredó de su
lo observaban y parecían exigirle una respuesta. En
padre, y se dirigió hacia el barrio Yungay. Al llegar a
ese momento Nicanor se olvidó por completo de
General Bulnes 418 se detuvieron. No fue necesario
su tía. Guardó silencio y pensó en sus padres por el
descender, pues Nicanor vio que sobre la puerta de
resto de la tarde.
madera gastada estaba pegada una nota que decía: Fui a cenar con Fernando. Besos, T.
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a Nicanor. Le dijo que efectivamente su tía había
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Nancy Garín Guzmán “El recuerdo real debe suministrar al mismo
que ya la había visto o que algo en mi memoria
tiempo una imagen de ese que recuerda, como
la hacía familiar. Que removía en mi cerebro una
un buen informe arqueológico, no indica tan sólo
acumulación de relaciones cognitivas. Una a una
aquellas capas de las que proceden los objetos
se iban superponiendo desordenadamente y me
hallados, sino, sobre todo, aquellas capas que
remitían algún recuerdo alojado entre mi retina y
antes fue preciso atravesar”
1
mi cerebro.
Con esta frase recogida de uno de mis autores
1968...Rosario,
europeos
Puzzolo, Ciclo de Arte Experimental.
favoritos,
Walter
Benjamin;
quise
Argentina...Las
Sillas,
Norberto
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detenerme un poco en esta imagen. Porque lo que
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esta imagen gatilló fue una serie de otras imágenes, que se convirtieron en un recuerdo, en memoria activada.
Claro que era un recuerdo, pero no desde mi experiencia vital directa, sino mediado desde múltiples campos. Una imagen que me dirigía finalmente a algo relacionado con mi campo
Benjamin habla de la memoria, así como de la
profesional, pero que no se quedaba en la simple
escritura como estructuras basadas en capas
enunciación de ella. Quizás porque esta imagen,
y no necesariamente lineales. De imágenes,
sumada a otra serie de imágenes, creaban un marco
unas sucesivas, otras agolpadas. Unas propias,
general de lo que ha sido mi camino unido al camino
otras tomadas de distintos episodios que no
de muchos otros, una historia colectiva, de luchas
necesariamente son vivencias propias.
colectivas, de distintos espacios de lucha.
Tomo esta frase prestada porque cuando esta
Ciclo de Arte Experimental, la previa de Tucumán
imagen me llegó, al solo abrirla, pensé claramente
Arde. Un capitulo vital para el arte y la vinculación
(1) Walter Benjamin. Imágenes que piensan. Obras, IV, I, p. 350.
con la lucha política en Argentina y el Cono Sur; y por ello mismo para mi propio devenir vinculado al camino de construcción política desde el arte, desde lo simbólico, desde las imágenes. Un camino en continuo hacer, pensando, imaginando; en un recorrido que viaja desde las lucha por los Derechos Humanos, el movimiento estudiantil noventero en Chile, la batalla en la calle desde lo simbólica junto a Etcétera y la Internacional Erroristas, hasta el espacio de la investigación y la imaginación desde el campo
Así, la imagen recorrió el espacio físico y mental desencadenando diferentes momentos, lecturas, reflexiones sobre la propia imagen y las imágenes que a su vez la conforman; sobre las capas de lecturas, de recuerdos, de conexiones afectivas, intelectuales, sensoriales para convertirse en una narración propia, que conforman la memoria. Una memoria individual, pero que no puede estar desconectada de una memoria colectiva.
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de las imágenes que hoy son mi trinchera.
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Toda herencia
es un hurto Javiera Manzi
“Supongo que han visto la tele, hay cosas que están volviendo, hay cosas que en realidad nunca dejaron de volver, yo pensé que sí, pero no”
le preguntaba por esos años: que era muy joven, que le gustaba el mar y que esos meses esperando la guerra en el Cabo de Hornos, habían sido los más duros de su vida. Eso era todo, anécdotas lejanas de una casi guerra y a ella como nunca le habían gustado las guerras, prefería no preguntar mucho. Pero no había sido guerra, el mismo Papa había llegado a intermediar justo después de que fuera un cura a hacerle la extrema unción a todo el escuadrón que lo habían dejado listo desde ese día en 1978, Joven marino mira sonriente hacia la cámara, de fondo se alcanza a ver un atardecer en la Caleta Portales.
cuando no tenía más de veinte años.
Pensaba en eso mientras él hablaba y su hermana lloraba en el restaurant de comida china que les Lo primero que vio fue esa sonrisa coqueta que le
gustaba tanto y al que venían cada vez que tenían
dirigía a la cámara. Fue una de las pocas fotos que se
que hablar de algo importante. Esta vez, no habían
llevó cuando partió de la casa de sus padres, junto
querido adelantar mucho, por eso no fue sino hasta
a una de su madre donde aparece maquillándose
el postre cuando aprovechando el silencio de esas
para salir a una fiesta y otra donde sale toda la
cucharadas de helado, Fernando les dijo que: “le
familia, incluso su hermano Héctor a quien no veía
daba tanta pena que tanta cosa rica, iba a terminar
hace años. Recordó la vergüenza de cuando un
con una noticia tan mala”. “Supongo que han visto la
compañero de la residencia se encontró con esas
tele, hay cosas que están volviendo, hay cosas que
fotos, nunca se había sentido muy cómoda con la
en realidad nunca dejaron de volver. Yo pensé que
idea de ser hija de un marino. En esa oportunidad,
sí, pero no: se abrió la causa por la muerte de un
repitió lo mismo que le decía Héctor cada vez que
mirista en la que estuve involucrado”.
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de su padre. Por eso el decía que ya estaba salvado,
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Calló por un momento, no por mucho, lo suficiente
Y así lo hizo. Partió diciendo que en esos años sólo
como para esperar a que su esposa le tomara la
quedaba obedecer, que él ya era padre de tres
mano y seguir contándole a sus hijas (su hijo mayor
hijos y que lo último que quería era que vivieran
vivía en Argentina) que seguramente sería detenido
cualquier riesgo; que él sabía que se hacían estas
junto a todo el comando que había participado
cosas, pero que era la primera vez que le pedían algo
hace casi treinta años en la muerte de ese cabro
así. Había dicho lo mismo, una y otra vez como un
en Valparaíso. Antonia pensó en esa foto de su
mantra desde que empezó a confesarse. Le habían
padre porque sabía que se la había tomado el día
dado una foto del chico, estudiante de música
que supieron que ella venía en camino y fueron a
de 24 años, militante del MIR. La orden fue clara,
celebrar a la caleta Portales en una tarde soleada
tenían que ir por él a su casa de noche, llevárselo
hace veintiocho años.
en auto y matarlo cerca de las dunas. Su cuerpo lo dejarían secarse en la arena tras cubrirlo, si llegaban
Fijó la mirada en su plato de helado casi intacto, mientras recordaba esos años viviendo en Playa Ancha y, cuando el tiempo lo permitía, yendo a tomar una cerveza frente al mar junto a sus amigos. Ahí fue la primera vez que conoció a una persona que tenía familiares desaparecidos. Fue en una de esas conversaciones ligeras, entre extraños, donde se comparten esas primeras y torpes señas
a encontrarlo dejarían un arma en su mano derecha como rastro de un enfrentamiento que nunca fue. “¿Cuántos eran?”, “seis y dos autos. Lo matamos fuera de su casa con las metralletas cuando vimos que intentó sacar algo que parecía ser una pistola. No alcanzó a disparar. Nosotros sí, no quisimos cargar con su cuerpo agujereado, lo tiramos por el cerro. Sabíamos que no tardarían en encontrarlo”.
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de identificación universitaria. Ella decía que era
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de Santiago, que sus padres ya estaban jubilados
Se lo imaginó rodando, cayendo por la ladera de
y que desde chica que le gustaba subir cerros, por
esos cerros de Valparaíso por donde solía perderse
eso estudiaba geografía. Luego se harían amigas y
en las noches. Se acomodó en su silla como si fuera
como a las dos les gustaba nadar, solían ir juntas a
a levantarse, pensó en pararse y no volver, pero no
la piscina municipal. La Camila era de Concepción y
alcanzó más que a fijar la mirada en la imagen de
había venido a estudiar a Valparaíso para no tener
un jaguar pintado en la entrada. Se quedó quieta
que seguir viviendo con sus abuelos, que/quienes
mientras escuchaba a lo lejos la voz de su padre que
nunca la dejaron de mirar con tristeza.
ya no callaba y seguía con la apertura del caso, de un posible nuevo testigo, sobre el reconocimiento
Volvió a mirar a su padre deseando no reconocerlo. Deseando no reconocerse en esos ojos verdes que había heredado de él, pero que seguían siendo tan verdes como los de ella. Y entonces lo miró de frente
de escena que hizo hace un par de semanas, que llegaban buses con personas de Derechos Humanos a buscarlo y sobre el apoyo que había recibido de otros marinos.
por un momento y antes de alcanzar a arrepentirse le pidió que les explicara hasta el último detalle de
A Héctor, su hermano, ya nadie lo llamaba por su
esa noche hace veintinueve años, a sólo un mes de
primer nombre. Él decía que prefería que le dijeran
que ella naciera.
Fernando como ese poeta portugués que le gustaba
firmar con pseudónimos. Sólo su familia lo llamaba
cursor y llegó a la fotografía de la conmemoración
así y a veces para marcar la diferencia en presencia
que hicieron a 25 años de la muerte de Jaime. Por
de su abuelo o su padre, le decían Tito con esa
primera vez reparó en su nombre y recordó las velas
ternura incómoda tan propia de su familia. Ya casi
que pasaron a comprar con Camila frente a su casa
ni llamaba en todo caso. Ella alguna vez fue a verlo a
antes de partir.
Buenos Aires y ahora supo a qué se refería cuando le dijo hace años: “no sabes lo difícil que es tener este nombre”.
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Jóvenes de Valparaíso conmemoran la muerte de un militante del MIR, frente a la casa donde fue asesinado en dictadura.
45 Les trajeron la cuenta, nadie terminó su postre.
Llegó a su casa a digitar el nombre de su padre en el buscador y apretó enter. Alcanzó a ver un par de noticias sobre el caso que se repetían en distintos medios, donde su nombre aparecía entre una lista de desconocidos. Siguió bajando con el
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La balada del Oeste Inés Molina Navea Las nubes no son las mismas ni la ciudad con su aureola azul y misteriosa sobre las calles colmadas de luz y abejorros.
Creo que el mundo no está aquí. En un abrir y cerrar de ojos
el caudal de imágenes se inclina
incomprensible en mis oídos. 1 Con el auge de las tarjetas de visita inventadas por Disdéri a mediados del s. XIX arribaron también, a partir de 1860, vistosos escenarios fotográficos. Uno de ellos, realmente notable,
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recibió un nombre a su altura: Jardín de Invierno. Discretas plantas de interior que no
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alcanzaban el metro y medio, y medio muertas, fueron colocadas alrededor de pequeños burgueses –niños, en su mayoría– transportándolos a la plasticidad de la selva. Sin embargo, como la «política espectacular» no tenía los privilegios que tiene la imitación hoy en día («lo verdadero es un momento de lo falso»), la virtualidad de los Jardines de Invierno, o «trópicos acolchados» como los llamó Walter Benjamin a propósito de la fotografía infantil de Kafka, en solo un par de años dejaron de disfrutar del refinado gusto de las altas cúpulas parisinas. Un retrato serial, intercambiable e irreversible, portador de una infinita gradiente de patetismo, poco tenía que ver con la unicidad soberana, actualizada, del espíritu burgués del s. XIX. El verdoso escenario, artificioso, se habría paso en la ciudad como una amargura técnica, capital para los sensibles cerberos de «la esfera de lo intangible y lo imaginario», y bastante menos significante –sino inexistente– para quienes sufrían las expropiaciones que las políticas de modernización de la ciudad imponían (Haussmanización). Solo pasado el siglo fue posible observar que la fotografía y esas mismas políticas de urbanización –que siguen siendo las mismas– coincidían como imagen, pero el mundo ya era otro: tenía un rostro. El
(1) Emma Villazón, «Mirar otra vez», Fábulas de una caída, CDL, Santa Cruz, 2007.
mundo mismo adquirió, escribió Kracauer, un «rostro fotográfico», y también, más furibundo, escribió: «aparentemente arrancado de las manos de la muerte, en realidad, ha sucumbido a ella». ¿Pero qué había antes de la fotografía? Otra imagen. Una imagen de algo no vivo. La viviendo, en su gerundio. Solo así la fotografía podía abogarse el derecho por lo vivido. Doble peligro: de la imitación (que borra los límites) y del gerundio (que controla la duración).
Los Salones de Arte se llenaron de suspiros por la promesa de vida que concedía el daguerrotipo, una imagen que podía rendirles tributo porque guardaba las distancias, más bien las simulaba, pero para revelarse como simulacro se necesitó una segunda nueva cámara. Gracias a esto, la imagen persiste, insiste, porque el daguerrotipo, siendo otra cosa al presente, ha podido establecer para los suspirantes un vínculo con el tiempo, les ha donado distancia (con Disdéri, con Haussmann), y, más importante, les ha donado la única imagen, que siempre es la última imagen, que podía hacerle frente al desarrollo técnico del s. XX: una humanidad en ruinas. Una estrategia estética para una guerra económica. El asunto es que los suspirantes sabían muy bien que no hay circunscripción, ni acuerdos, ni proyección posible, no hay ley de la casa, no hay policía, sin forma. Sabían, antes del nazismo, que la primera imposición es estética y que es ella la que determina las conjugaciones.
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queja de Kracauer reside en la capacidad atribuida a la fotografía de imitar al viviente como
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Debieron pasar muchos años hasta que Barthes escribiera: veía en aquella fotografía, y solo en aquella fotografía, que era, sin embargo, la fotografía misma, que debía obedecer a la originalidad de mi sufrimiento y escribir sobre ella, su noema, que será: «Esto ha sido», y, también, que «Esto ha sido desaparece». La subyugación de la fotografía siempre es fértil para la narración (¿pero por qué hay que narrar para que exista la fotografía y no simplemente, evidentemente, lo fotográfico?). Una especial fotografía de Henriette Barthes en su niñez le ha propuesto a Roland Barthes su redención, eso lo sabe quien haya leído La cámara lúcida. Lo que menos sabemos las/los de habla hispana es que esa fotografía, singular, narrada e invisible, era también un Jardín de Invierno. Una traducción al español la cambió por «Jardín del Invernadero», mientras las traducción al inglés: «Winter-garden photograph» conservó el original: «Jardin d’hiver». Y es precisamente la pérdida de esa singularidad la que la despoja de la idea de singularidad. Kathrin Yacabone escribió recientemente que en el sentido más profundo del término la singularidad de la fotografía era en realidad la experiencia de la singularidad con una particular fotografía. «Es en relación a los dos retratos infantiles del Jardín de Invierno que, por virtud de una de una coincidencia histórica (o una serie de muchas), son el centro emocional y asociativo de las más personales –y podría decirse las más iluminadoras– concepciones de la fotografía de Benjamin y Barthes, que las múltiples caras y significaciones sobre el tema de la singularidad son principalmente visibles». Pero, en esta mirada circular, en la aparición de la forma y en la posterior concatenación con el ejercicio biográfico que despliega, hay, en ambos casos (y en todos los casos), una mancha oscura, una falta del reconocimiento. La mirada «no reconoce que ella misma es una fuerza, como las que entonces pretende dominar». ¿Qué era la fotografía para Barthes? Se asemeja al Haikú: «pues AÑO 5/ NÚMERO 24/ NOVIEMBRE 2015
la notación de un haikú es también indesarrollable». También, el azaroso advenimiento que se abre «como un teatro primitivo». Vínculo a la «locura». Y aún, los primitivos no podían, dicen los antropólogos, concebir el teatro, solo pueden producir rituales. El «como», entonces, dobla la imitación, se desliza y sustituye, sin jamás revelarse ni confundirse completamente, simulando en la imitación. Estratifica la imitación introduciendo en ella la realidad. A riesgo, riesgo del «como», de que la imite. «La fotografía del Invernadero [Jardin d’hiver] (…) era perfectamente esencial, certificaba para mí, utópicamente, la ciencia imposible del ser único».
¿Qué es un Jardín de Invierno?
50 Rodeados de una discreta selva, los infantes burgueses le conferían a las fotografías la autoridad tomada de la «inocencia soberana» del mítico salvaje (que había alimentado desde Quirón hasta el Calibán [y a muchos más, escribe Roger Bartra]). Esta autoridad, que es la que tiene una vida que no se deja abreviar, no travestía, sin embargo, a los infantes en libres interpretaciones del «buen Viernes», sino que –y ahí la ruina del Jardín de Invierno– se habían convertido en la prueba más fehaciente de que el rostro del buen Viernes ya no podría incorporarse en la historia. En realidad, la controlada proximidad entre los niños y
la naturaleza reiteraba una antigua pero siempre renovable analogía entre la infancia y el salvaje, lo suficientemente visible para permitir una teoría psicoanalítica y lo suficientemente oscura para no levantar sospechas sobre el objeto de la naciente antropología. Gracias a ello, los Jardines de Invierno remarcaban la condición de existencia de lo exótico: un lugar inhabitable, plagado de fantasmas, desplegado desde el interior de la civilidad. El salvaje, ese lugar siempre exterior, siempre al acecho, y, ante todo, siempre inimitable, en realidad, no existía más que en el aquí. La selva artificial promete la selva natural, original. Pero ese no es el asunto que hoy vale la pena destacar. El asunto es que la selva artificial, que es la única verdadera (aún no siendo propiamente algo), promete con su aparición lo que «no es», lo que no puede llegar a confundirse con ella, lugar que es límite, separación que permite un tipo: el estudio fotográfico, la burguesía, y, más nubosamente, Europa. Así, desde la constitución de un molde, los Jardines de Invierno no son las proyecciones negativas de un eurocentrismo ensoñado consigo mismo, ni las fábulas sobre esos «otros» lejanos, salvajes, originarios, y bestiales, sino un molde, el molde de la humanidad como Europa. Al final estará la copia. Dicho de otro modo: con toda narración retorna un pasado que, en realidad, no ha pertenecido nunca a un presente «(el modo narrativo)».
Porque mientras la burguesía ganaba más proximidad con esos «otros» antropológicos, contemporáneos pero invisibles a esos «otros fabricados» que menciona John Tagg en El peso de la representación, «otros» como alteridades mecánicas que convertían a los ciudadanos en objetos de consumo, mientras la burguesía más desarrollaba sus estrategias sobre aquellos que no eran propiamente ciudadanos, apátridas en el tiempo histórico, colocados los reducían a un «han sido»: primitivos (uno de los más grandes inventos del s. XIX), menos tiempo les tomaba aniquilarles, y esto significaba, como efecto, destruir la exterioridad que habían fabricado: el buen Viernes.
Mientras los Jardines de Invierno eran tomados como las copias malhechas de ese otro mundo, las palmeras pudieron murmurar su falsedad, llevar la promesa del original (como lo hace toda copia), y los Jardines de Invierno podían narrar la vida de esa «otredad» como mito, es decir, como origen y destino de la burguesía.
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en el origen, «sin historia», pero como origen de la Historia Natural del Hombre, mientras
51 Mientras la Historia fue la Historia Natural del Hombre, las fotografías de los Jardines de Invierno oficiaron como cronistas de la historia de la salvación. Pero cuando el mundo salvaje terminó por disolverse en el nuevo mundo, ya no hubo otro mundo, y las fotografías adquirieron la profundidad de la última imagen de un pasado infinitamente lejano. Y ese pasado, espantosamente antiguo, se alejaba a una velocidad tal que comenzaron las preguntas acerca de si es que ese pasado había sido alguna vez presente. Si es que la fotografía era la copia de un pasado casi perdido (y de los «casi» dice Barthes que son la
decepción del sueño), una imagen «como si» del pasado, o, si por el contrario, ese pasado, indicado por la fotografía, no era más bien un efecto de toda fotografía. Se preguntaban si su seguridad en la realidad pasada de ese pasado no sería un espejismo de la fotografía, y si es que ella, entonces, no estaría revelando así su absoluta originalidad como foto-grafía.
Desde el centro de esta incertidumbre (entre la soledad absoluta o la irreversibilidad del «tren de la Historia»), un escenario verdoso centellaba. Entre la alteridad y la redención como la singularidad de la fotografía, en la biografía como la paradojal «solución de presencia», escribió Alexandre Gefen, se cobija la promesa de una ensoñación perfecta: una manera de asegurar lo que es propiamente nuestro presente y lo que es nuestro pasado. «Reprimir la naturaleza de este modo en un marco de pálidas imágenes es sin duda el deseo del que sueña». Una solución que cobija al buen Viernes a la espera de quien tenga ojos para recordarlo. Y es que, como Benjamin dijo a propósito de la fotografía infantil de Kafka: «el ardiente “deseo de convertirse en indio” tal vez consumiría esta gran tristeza».
Citas El número de línea indica el final de la cita. Línea 7: Debord, G., La sociedad del espectáculo, Pre-textos, Valencia, 1999, p. 40. Línea 8: Benjamin, W., «Pequeña historia de la fotografía» en Obras II.1, Abada, Madrid, 2007, p. 390. AÑO 5/ NÚMERO 24/ NOVIEMBRE 2015
Línea 13: Baudelaire, Ch., «The Modern Public and Photography» en A. Trachtenberg (ed.),
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Classic Essays in Photography, Leete’s Island Books, New Haven, 1980, p. 88. Línea 18: Kracauer, S., «Photography» en Critical Inquiry, vol. XIX.3, The University of Chicago Press, Chicago, 1993, p. 433. Línea 20: Kracauer, S., ibid., p. 433. Línea 41: Barthes, R., La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía, Paidós Ibérica, Barcelona, 1989, p. 121. Línea 42: Barthes, R., ibid., p. 144. Línea 48: Barthes, R., ibid. Línea 49: Barthes, R., Camera Lucida. Reflections on Photography, Hill and Wang, New York, 1981. Línea 49: Barthes, R., La chambre claire. Note sur la photographie, Cahier du Cinéma, Gallimard, París, 1980. Línea 57: Yacabone, K., Benjamin, Barthes and the Singularity of Photography, Continuum, New York, 2012, p. 218 [traducción I.M.N.]. Línea 60: Calasso, R., Las bodas de Cadmo y Harmonía, Anagrama, Barcelona, 1994, p. 209.
Línea 62: Barthes, R., La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía, cit., p. 87. Línea 62: Barthes, R., ibid., p. 65. Línea 63: Barthes, R., ibid., p. 173. Línea 68: Barthes, R., ibid., p. 113. Línea 75: Barthes, R., ibid., p. 111. Línea 78: Es un cruce entre el personaje de la novela Robinson Crusoe (1719) de D. Defoe: Viernes, y la definición del «buen salvaje» de J. J. Rousseau en Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres (1754). Línea 96: Blanchot, M., El paso (no) más allá, Ediciones Paidós, Barcelona, 1994, p. 45. Línea 117: Barthes, R., La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía, cit., p. 107. Línea 124: Gefen, A., «Le Jardin d’Hiver (les “biographèmes” de Roland Barthes)», Fabula, [en línea], Universidad Bordeaux III, [fecha de consulta: 26 de septiembre 2015], disponible en: http://www.fabula.org/forum/barthes/23.php Línea 128: Benjamin, W., «Sombras breves II», en Imágenes que piensan, en Obras IV.1, Abada, Madrid, 2010, p. 375.
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Línea 130: Benjamin, W., «Franz Kafka», en Obras II.2, Abada, Madrid, 2009, p. 17.
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Mi papá era un bandido Cynthia Shuffer Mi viejo estaba sentando en la mesa del comedor de mi casa hablando sobre algunos detalles de la Guerra del Pacífico. Me trataba de explicar las posturas políticas de los historiadores chilenos, peruanos y bolivianos. Hace tiempo que venía leyendo sobre el tema, incluso me comentó que había encontrado material audiovisual en internet. El viejo me miraba fijo, su bigote se agitaba mientras pronunciaba palabras como monopolio, campañas terrestres y especulaciones salitreras. Me di cuenta que las pecas de su cara han ido aumentado con los años, tanto así que le creció una gran mancha marrón cerca del ojo izquierdo producto del sol. Una expresión muy familiar.
La explotación capitalista y las cartas entre Recabarren y los trabajadores bolivianos se iban entrecruzando con las canas, las manchas y los dientes chuecos. Mi viejo tiene los ojos cansados, sus párpados inferiores son como dos sacos de carne. Su color de piel, moreno rojizo, se acentúa mientras envejece. Aún recuerdo que, cuando fuimos a la playa por primera vez, descubrí el contraste entre el color de su cara y brazos con el resto de su cuerpo. Redondo y blanco con unos puños oscuros. En 1985, Bolivia tenía un puerto llamado Cobija, me decía, es lo que ahora conocemos como Antofagasta. El viejo vivió gran parte de su infancia en esa AÑO 5/ NÚMERO 24/ NOVIEMBRE 2015
misma ciudad, mis abuelos tenían una casa en la calle Esmeralda. Allí vivieron Delia y Jacobo
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con sus hijos Guillermo, Carlos y Ximena. Mi padre es el mayor.
Alguna vez me contó que se movían constantemente por el desierto. Durante décadas migraron entre el norte grande y el norte chico, asentándose en las capitales. La ciudad de Copiapó emergía entre historias impensables para mi: mi viejo vivía solo, tenía 10 años y sus padres habían decido viajar por trabajo, dejándolo a cargo de su vida. Me acuerdo que me contaba cómo había resistido a la soledad, orgulloso de su independencia, de cara al sol y al hambre. Debemos considerar, queridos compañeros, me decía, que todos los que pertenecemos a la clase trabajadora, no podemos contar con más apoyo que el que pueden proporcionarnos nuestros hermanos. Yo no sé qué tan cercanos fueron entre ellos. Tengo el recuerdo de una relación bastante distanciada. Si me acuerdo que alguna vez me contaron que el viejo defendía a puñetazos cualquier ofensa contra sus hermanos. Era un pendenciero. Me imagino que por el honor familiar.
Luego de las elecciones del 70, el viejo y mi abuelo conocieron a Allende. Siempre he creído que son cuentos de ellos dos. Por esos años, muchas personas alardeaban con historias parecidas. Me contó que estaban en el casino de la minera, comiendo y bebiendo, cuando
llegó el presidente. Mi abuelo por entonces tenía un trabajo fijo, dejó de buscar piedras preciosas en agujeros dinamitados por él. Años antes se adentraba en los cerros, a veces por su cuenta, otras con algún acompañante. Entre sus trofeos guardaba, celosamente, una escopeta, un cartucho y unos binoculares japoneses marca Phoenix. A mi viejo le gustaban mucho las armas y los bandidos del lejano oeste. Cada vez que encontraba una oportunidad, le robaba la escopeta a mi abuelo para salir a jugar al cerro. A pesar de no estar cargada, mi abuela sufría cuando lo encontraba hablando solo, escondido detrás de una piedra o un arbusto. De pronto, mi viejo respira fuerte y mira por la ventana. Me pregunta si estoy entendiendo su punto. Le respondo que claro. Entonces vuelve a la conversación y retoma el dibujo que hacía con los dedos sobre el mantel, indicándome los límites del tratado de 1866.
Me contaron que su perro se llamaba Roy. Parece de raza, pero en verdad es un quiltro grande que siempre se creyó el jefe de la manada. Roy corre, mi viejo lo sigue de cerca, mi tío apura el tranco sin entender hacia donde se dirigen y mi tía camina detrás de ellos, más bien alejada. La familia Edward, apoyada por empresarios ingleses, exigía la intervención del gobierno de Aníbal Pinto, pues no querían pagar impuestos a Bolivia. En el cuento de mi viejo, un buque mi familia paterna hacia el sur, en dirección opuesta. La Delia y Jacobo están enterrados en el Cementerio Municipal de Antofagasta. Mi viejo fue el único que se mudo a Santiago, a pesar de que mi tío tiene una casa acá y viaja seguido. Mi tía se quedó en el caserón de la calle Esmeralda. La peste de la riqueza fácil, insistía, las corrupciones que atentaron contra la integridad de las personas. Mi viejo seguía mirando la mesa, mientras abría lo ojos y movía el bigote. Zegers, Mac Iver, Walker, Altamirano, todos enemigos de Balmaceda. Manchas, pelos, dientes chuecos.
La casa tenía una escalera de piedra, ventanas pequeñas y rejas de madera. Los días calurosos y húmedos se sienten aún más calientes que los días calurosos y secos debido al alto nivel de agua en el aire. 1956 fue un año bisiesto y húmedo, mi viejo cumplía 8 años hace dos meses. Me da la impresión que los niños retratados en el pasado se ven más viejos de lo que en verdad son. Los rastros de tierra en los zapatos y en la ropa permiten imaginar el juego de vaqueros interrumpido por la fotografía. Mi papá, finalizaba su relato de la guerra mirando nuevamente por la ventana. Ese día me regalo una copia de esta foto, donde observaba seriamente la cámara de mi abuela, posando con la escopeta del Jacobo.
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de guerra subía hacía Antofagasta desde Caldera, mientras, yo pensaba en el trayecto de
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La primera foto de la ceguera Constanza Iglesias Molina Horacio Segundo, el único hombre en la imagen, pidió sacar esta fotografía familiar el año 1945. Fue tomada en el Cementerio General para un Día de los Muertos. Es la única imagen que se tiene de él, pero también corresponde a la primera vez que mi bisabuelo Horacio posa completamente ciego ante una cámara. Solo unos meses atrás de ese primero de noviembre, un segundo accidente lo arrojaba a la oscuridad definitiva. La visita a la tumba familiar aquel Día de los Muertos tenía un fin: agradecer las inesperadas oportunidades que traía esta ceguera. La niña más pequeña en esta foto es mi abuela, Rebeca, quien hace unos días me contó esta historia mientras me servía pantrucas recién hechas.
En 1945 era común toparse con fotógrafos en los cementerios. Existía la tradición de custodiar la muerte a través de álbumes funerarios que incluían imágenes del sepulcro recién cerrado, el paso del cortejo fúnebre, conmovedoras escenas de los vivos llorando al ausente e incluso retratos del cuerpo en su ataúd. Por supuesto, el Día de los Muertos también era un acontecimiento digno de fotografiar. Las familias vestían ropa nueva y el olor a agua podrida
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que emergía de las tumbas se reemplazaba con flores frescas. Por lo menos así lo vivió mi
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familia, los Candia Bastoure, en este retrato de la ceguera.
Mi bisabuelo, Horacio Segundo, posa de perfil en la fotografía para esconder las cicatrices de su primera accidente. A los 18 años, en Iquique, un caballo le pisó la cara, masacrando su ojo derecho, el tímpano y parte de sus labios. Corría una carrera a la chilena, sin montura. Se cayó del caballo andante atascándosele un pie en la rienda. Así perdió por completo la vista de su ojo derecho y parcialmente la de su ojo izquierdo. Dicen que quedó medio sordo y perdió la sensibilidad en la boca. Desde entonces su madre Marta Apolinaria —que está a su derecha en la foto— se hizo cargo de él, aunque en realidad se las arreglaba bastante bien solo. Nunca perdió el buen humor, continuó recortando las notas del diario que le parecían interesantes y escribía y recitaba poemas. Ya mayor aprendió el oficio de piñizcar a las mujeres más bonitas en la calle y mantenía un éxito respetable con sus amantes a las que les decía: “oiga, le voy a dar un beso; y mis besos son sagrados”.
Muchos años después, la ceguera total le llegó una mañana. Horacio Segundo ya estaba casado con Berta Leonid, “la Tita”, (mujer que en la fotografía carga unas flores), con quien
solo compartían la afición por la poesía y el cuidado de cuatro hijos. Mi abuela Rebeca me contó que una mañana de 1945 su padre Horacio entró a un local en la comuna de Independencia para cambiar un billete. Al caminar tambaleaba producto de la ceguera en su ojo derecho sumada a la pérdida de uno de sus tímpanos. El dueño del negocio pensó que estaba borracho. El hombre le gritó para echarlo y luego le pegó. Un puñetazo en su ojo izquierdo fue la estocada final para perder completamente la vista. Mi abuelo Horacio lo demandó. El hombre perdió parte de sus bienes, incluso el negocio, a causa de esta tragedia.
Horacio Segundo no recuperó la vista, pero se hizo de una buena suma de dinero que no les venía nada de mal. La buena racha familiar no los acompañaba desde sus primeros años de matrimonio, cuando partieron a Valparaíso para abrir una Casa de Cena con el dinero que invirtió Marta Apolinaria. Fue todo un éxito, pero lo perdieron todo. Horacio en las carreras, Marta con los amigos del puerto y “la Tita” alegando porque ambos fiaban. Luego volvieron a Santiago y mi bisabuelo puso una fábrica que falsificaba bebidas gaseosas. Las repartía perdieron todo.
En 1945, Horacio Segundo ya había probado vendiendo ajos y galletas de harina tostada con higos secos en la Vega Central. Lo acompañaba algún amigo a cambio de monedas para hacer de lazarillo. Mi abuela Rebeca recuerda que en las noches se sentaban al brasero y comían queso, charqui y mortadela de caballo, mientras Horacio recitaba poemas. Ese Día de los Muertos de 1945 la familia Candia Bastoure agradecía por la plata de la demanda. Mi bisabuelo Horacio quiso invertirla en dientes nuevos para “la Tita”, zapatos nuevos para los hijos, telas para ropa y el ingreso de su hija mayor, la Toto, a una escuela de moda siguiendo los pasos de Marta Apolinaria, quien era costurera especialista en “virar” ropa (dar vuelta todas las costuras para usar el género por ambos lados). Los vestidos que llevan puestos las tres hermanas en la fotografía fueron confeccionados por la Toto. Era un nuevo comienzo. Curioso que Horacio Segundo, el ciego, y su madre Marta Apolinaria, quien siempre lo acompañó, posen en esta fotografía observando un horizonte común, alejado, ilusorio, como si pudieran vislumbrar un futuro prodigioso.
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Jorge, el hijo hombre que no sale en la fotografía. Les quitaron la fábrica y nuevamente
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Pequeño manifiesto sobre una fotografia de la piluchez Andrés Pereira Covarrubias Por el chat de facebook mi padre me envía la foto de una foto de cuando yo era niño. Me la envía sin razón, intempestivamente, según me explica porque desempolva cosas para una mudanza más en su vida. Es una imagen digitalizada de una fotografía de mí en plano general, pilucho, sonriente y caminando hacia la cámara con un aplomo que llama la atención para el año y medio que debo tener, efecto tal vez del grosor de las piernas que entonces exhibía por ser más corto en general; sobre el pasto junto a una pequeña piscina inflable y una manguera, atrás mío se asoman partes de la que sé es una prima de mi edad que también está pilucha; veranos tonos sepia que compartíamos jugando.
Me envía la foto por facebook seguida de un eras bastante liberal y desprejuiciado escrito con la soltura de alguien que en el fondo sabe de su radical implicancia en la temprana historia de resignación de la libertad y el desprejuicio pero que está ironizando, haciéndose AÑO 5/ NÚMERO 24/ NOVIEMBRE 2015
el desentendido de lo problemático que supone ser que si yo era desprejuiciado y etcétera,
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entonces ya no soy, o sólo soy en la medida en que eso estaba siendo y después ya no fui más, ya había sido. Rumia sobre el ser en la piluchez de una imagen.
Así las cosas resulta imposible abstraerme de que en alguna medida, pequeña quizás como el tamaño de la foto o de mi cuerpo entonces retratado, lo que inevitablemente sobreviene a partir de esa imagen que sale a mi encuentro inesperadamente es una micrología subjetiva, en ese ir y venir sobre la fotografía se realiza una pequeña lógica recortada del acontecer biográfico e histórico común no tan en común. El registro de un momento de la luz de aquellos días en Santiago de Chile, refractada en la materialidad de ese cuerpo protegido y alejado de los dolores reales gracias al azar y a la injusticia social.
Entonces con melancolía espontánea busco reconocerme en esa imagen especular imposible. A la vez hago el ejercicio y me miro desnudo en el espejo de hoy para sólo ver la diferencia abismal entre esa piluchez retratada y la actual reflejada. Cómo he cambiado pienso y sigo automáticamente manteniendo –incluso experimentando– con fe ciega la primera persona singular; es complicado no hacerlo, aun dándome cuenta de que en definitiva, pese a que
esa imagen de mi piluchez infantil se me enfrenta hoy como una alteridad radical, sostiene la coherencia y linealidad de la experiencia de mi cuerpo pilucho frente al espejo.
Experimento la necesidad ansiosa de establecer un vínculo narrativo, biográfico e imaginario con la imagen de ese niño, una relación administrativa de mi vida, pero al hacerlo pareciera estar descuajándome de a poco del espejo de Lacan y arrojándome sobre la brecha enajenante que ha separado la materia de mi cuerpo de su reflejo, de su idea desde más o menos entonces, esa imagen especular que me sujetaba y aseguraba mi ficción de totalidad, de subjetividad, de individualidad, para no extraviarme en la anarquía sensitiva de la pura corporalidad. Porque como bien señalaba mi papá en aquel mensaje de chat, ese era yo, un puro yo que solamente era y no decía “yo”. Ese cuerpo en un estadio de real prejuicio y absolutamente prerrepresivo, evidentemente, materialmente ya no es mi cuerpo, salvo impersonalizar esa actividad, en definitiva, estructural, gramática, social– intenta narrar en mí conmigo desde hace treinta y seis años, por decir una cifra. O sea, provengo de una anarquía sensible materialista.
Lo que descontroladamente hago cuando miro esa foto y pienso que soy yo pilucho cuando niño es una micrología, una violenta inscripción en el logos, en el cauce hipercontrolado del sentido de una pequeña aparición de pura ofrenda, exposición, ontológicamente prelibertaria arriesgaría a sostener si me pusiera filosófico. Pero nada de filosofías, esa actividad obsesiva y violenta. Si padecemos la fatalidad inevitable de la reflexión como función biológica involuntaria del sistema nervioso central, propia de esta especie autodestructiva y parasitaria del planeta, que esta fatalidad no sea para perpetuarla en su trascendencia, para seguir elevándola al reino de una Sabiduría con S de sujeto, para reposar en el filo onanista a la Sofía, organizando el terreno para que todo quede tal como está, o guardando bajo una alfombra a los muertos que lleva a cuestas; que no sirva sino para sigilosamente, con paciencia, colaborar a desordenarlo todo y romperlo todo y construir con toda otra actividad desvalorizante, infravalorizante del circuito “solipsista” del valor, en la fragilidad y conflicto de
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en la ficción de su unidad, de mi unidad, en este relato lineal que se –y destaco “se” para
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nuestra inmanencia, un principio esperanza de ver aparecer luciérnagas en la noche cada vez más negra de estos días.
Al identificarme con la piluchez de la foto parodio el gesto de quien estaba tras el lente de la cámara ese día ochentero sepia y capturo, sujeto la luz refractada en esa vida material sensiblemente expuesta y la vuelvo equivalente a mí. Remedar el gesto tan habitual, una vez arribada la adultez progenitora, de sacarle fotos a la intemperie de la desnudez infantil, a la fragilidad de su pura exposición, imponerle imagen, encuadre a los cuerpos sin máculas y marcarlos con la huella de lo que dejan de ser y de lo que devienen, así binariamente, simplemente narrativos, cuenteros de su yo. Pero ese cuerpo de la imagen es imaginario, huella, ya fue sujetado. Su retrato no testimonia más que lo que dejó de ser. Y si es entonces imposible decir que ese soy yo o solamente digo yo justo porque eso ya no soy yo: qué vendría siendo ¿ahora yo su alteridad radical? De pronto, me experimento como el gato de Derrida1 que mira misterioso desde la multiplicidad de límites abisales en dispersión, al imaginario ser pilucho de la imagen que me mira para afirmar su existencia como imagen, me pide identificación y entonces me desujeta, me desidentifica, nunca absolutamente porque lo absoluto ya sabemos es una trampa. La imagen me mira, me devuelve la mirada y así me obliga a mirarla verdaderamente –como diría Didi-Huberman sobre una imagen en crisis, esa que critica las formas de mirarla2–; y esa imagen de piluchez se muestra como el imaginario cuerpo mío de siempre que me ancla, porque la piluchez real era (y es) actividad, proceso, intensidades, se dona y mira, desde ese lugar de exposición materialista, anárquica; entonces ésta mira como el gato de Derrida, a quien estaría allá detrás del lente intentando AÑO 5/ NÚMERO 24/ NOVIEMBRE 2015
afirmar ansiosa e involuntariamente su ser individualidad desde su contingencia angustiosa.
El encuadre padece de un impulso angustioso aunque solapado por no perder el relato del mundo al que pertenece ni su consistencia, y mi impulso se confunde con aquel del encuadre del lente que tomara esa foto, y mi experiencia, nietzscheanamente –podríase decir– se precipita en el espacio-tiempo cambiante y mortal abierto entre el gesto impulsivo circunscriptor, emplazante, sujetante del encuadre de la piluchez y la explosiva vida en movimiento, acosada insistentemente por un ocaso que nunca será experimentable porque solamente somos vida, la muerte es de los otros.
66 No recuerdo a quién parafraseo al escribir que la ropa sirve para ocultar que no hay nada que ocultar, pero es similar a sostener que la piluchez es para mostrar que no hay nada (más) que mostrar, que ofrece el límite de la singularidad expuesta a todos los otros límites
(1) Jacques Derrida, El animal que luego estoy si(gui)endo (Madrid: Trotta, 2008). (2) Georges Didi-Huberman, Lo que vemos, lo que nos mira (Buenos Aires: Manantial, 1997).
intrascendentes y singulares –compartiendo el acá– también en la exposición, como en la comunidad blanchotiana figurada entre los amantes, testimonio de la fragilidad de lo cuerpo que somos, tocantes en el límite, siempre en diferencia nunca en común unidad. Que la ropa es como el encuadre, la captura de la intensidad en un orden determinado, una inscripción violenta en el lenguaje. Lo que no significa quedarnos en la jaula del binario, entre la celebración acrítica de pura exposición, diferencias y dispersión por un lado, y el odio contra las capturas fotográficas; no es para abrazarnos piluchos en el nihil tan nutritivo para el “postcinismo” vigente: ya no actuamos como ignorando, actuamos como desengañados pese a la evidente consistencia que sigue tomando el mundo. No hay ya piluchez posible porque no provenimos de una piluchez originaria. Lo que hay es un proceso de atravesamiento material y conflictivo entre la piluchez brotante y múltiple y la violencia incansable de los encuadres; eso, si se quiere, da a ver la imagen de la piluchez hasta mi experiencia de cuerpo. La actividad del desencuadre es permanente y
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está abierta al porvenir.
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Coleccionistas Rosario Carmona Yost
El espíritu humano responde a la imposible tarea de apropiarse de lo que debe, en cada caso, permanecer inapropiable. Giorgio Agamben
Probablemente, el impacto que produjo la fotografía durante el siglo XIX en el modo de aproximarnos y relacionarnos con lo que acontece y nos rodea fue tan determinante que además esta se posicionó como materia de discurso y reflexión. La posibilidad de capturar lo que percibimos instaló la impresión de que somos capaces, independiente de la multiplicidad de cosas que llaman nuestra atención, de contener y retener todo el mundo en nuestra cabeza (Sontag, 2006), coleccionando, a través de imágenes, fragmentos de la realidad que, como sinécdoques, nos dan cuenta de la complejidad del contexto y cómo el hombre se relaciona con él. A medida que el tiempo transcurre, estos fragmentos se insertan en otro lugar más allá de la experiencia que los exalta y a su vez los dota de palabras, simulando una voz que pareciera provenir de ellos, pero que en realidad proviene del más acá, del lado del espectador. Este hecho, inconsciente muchas veces de la ficción que lo sostiene, hace que olvidemos una
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condición creativa, empujándonos a creer que podemos conocer y comprender lo que
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nos rodea, precisamente porque imaginamos que nos responde. En relación a esa voz y el anhelado conocimiento, y más allá de instalar la pregunta respecto a la supuesta objetividad -o más bien la hoy ya consensuada subjetividad- del punto de vista y registro fotográfico, resulta interesante detenerse en un asunto que ha ido de la mano de la producción fotográfica: la sobreproducción de imágenes. Conscientes de que el fragmento que la fotografía nos entrega no es precisamente una parte objetiva que nos trae el todo, cabe preguntarse ¿por qué cada vez acumulamos más imágenes? Quizás los seres humanos nos caracterizamos por acumular, desde lo abstracto, el conocimiento y el lenguaje dan cuenta de ello, desde lo material, la acumulación de riqueza y la desigualdad también. Algo nos produce el hecho de agrupar, nominar y poseer, algo que quizás nos reafirma o nos permite seguir viviendo. Puede que acumular imágenes esté dentro de esa constante. Coleccionar imágenes como si con ellas atesoráramos lo registrado, como herramienta metodológica, como aval de la experiencia e incluso como respaldo científico, pueden haber sido los primeros objetivos del quehacer fotográfico, mas hoy, producto de la masividad de
los sistemas de reproducción visual, la fotografía ha sido liberada de mayores pretensiones pasando a instalarse de una manera más directa, y por lo tanto más constante, en nuestra cotidianidad. Muchos podemos tomar cientos de fotografías y, por lo tanto, construir nuestra propia versión de la realidad. No obstante, esta posibilidad también ha instalado el temor a “perderse de algo”, o la necesidad de registrar y exhibir cada paso que damos. Queremos aprehender el mundo, y la tecnología nos presta un momento de alivio. Los coleccionistas acumulan diversas cosas que para el resto de las personas, la mayoría de las veces, carecen de importancia. Las colecciones probablemente generan un cierto orgullo, pues claro, para el coleccionista son acumulaciones de objetos preciados. Según Baudrillard (1968) y debido a lo anterior, la vida del coleccionista se sustenta en el hecho de coleccionar, para este, paradójicamente, concluir la colección puede devenir en un pérdida de sentido. Pero no solo los coleccionistas le entregan un sentido a sus días, sino que, en mayor o menor medida, todos conducimos nuestra vida hacia un supuesto punto de llegada, que evidentemente nunca se alcanza del todo. ¿Coleccionaremos algo en el camino? Acumular experiencia es un modo de sentirse vivo, recordar lo que se ha hecho y exaltarlo, una manera de afirmarse. Y en ese sentido, la imagen fotográfica nos ayuda ya que nos recuerda que nos llega o es leída con posterioridad, probablemente incluso con un objetivo distinto al que en ese momento impulsó su captura. Pero eso ya no importa porque con el tiempo la fotografía pierde su condición de objeto, de uso, y se instala autónoma, simulando una voz desde otro lugar, trayéndonos con ello algo de nosotros en el presente. Tal exaltación no conlleva el riesgo de que la fotografía no nos traiga realidad, sino que solo se sume a una extensa acumulación: la colección de las imágenes humanas que pueden ser concebidas como obra de arte (Bateson y Mead, 1977). No obstante, este riesgo es a la vez una liberación de la imagen. La imagen no debe cerrarse a un objetivo incuestionable ni hablarnos solamente de aquello que registra, también nos habla de nosotros mismos. A través del registro del afuera, la fotografía nos ha permitido una mirada hacia el adentro. De allí que podamos afirmarla como un testigo, no simplemente de eso que nos muestra, sino de aquel que disparó. Y ese testimonio es recibido por otro que al leerlo, a la vez, le suma su experiencia, haciendo confluir en la imagen dos vidas que en relación a lo registrado –en cuanto tiempo y geografía–
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que esa experiencia aconteció, probablemente de una manera distinta a la representación
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probablemente de otro modo no se habrían conectado. La fotografía, por lo tanto, permite la confluencia de experiencias, mientras que lo fotografiado queda ahí, fijo, inmóvil, muerto (Sontag, 2006). El original no existe y por lo tanto pareciera ya no importar, lo que ya fue no nos llega, la imagen nos remite a un lugar que se encuentra entre el pasado –el del fotógrafo y el del espectador– y el ahora. Sin embargo, la imagen nos habla, o más bien, nos empuja a hablar. Coleccionar imágenes es necesario porque sin ellas nuestra memoria se conformaría con los relatos, que también sabemos son ficción. La memoria que potencian las imágenes nos construye un pasado que debemos considerar en el presente para que muchos hechos vuelvan o no a ocurrir, porque también el ser humano muchas veces intenta negar su presente intentando anular cualquier evidencia del pasado. Aunque esta anulación proyectada en el tiempo resulta imposible; los que ya no están no pueden detener el instinto arqueológico, no pueden frenar el impulso del coleccionista. Didi-Hubernan nos dice “imágenes pese a todo” (2004), imágenes que se superponen a la omisión, imágenes incluso en la omisión, que nos hablan de lo que representan pero también de aquello que se silencia, como las fotografías tomadas por Alex, un miembro del Sonderkommando que, gracias a la intromisión de una cámara por parte de un trabajador externo, logró realizar cuatro fotografías de aquello que no debía representarse. Estas imágenes, que bajo criterios que anhelan la objetividad o la idealización artística podrían carecer de todo valor, son hoy en día una voz silenciosa y dramática de lo que ahí sucedió.
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Fotografías temblorosas que, sin presentar la realidad, nos relatan las condiciones en que
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pudieron ser realizadas, la adversidad que intentó impedirlas, los lugares a los que puede llegar el ser humano, recordándonos la urgencia y necesidad del testimonio. Hoy esas imágenes adquieren una autonomía, a la vez que nos entregan un testimonio nos interpelan; sin haber estado ahí, es más, sin poder imaginar haber estado ahí, esas imágenes nos duelen. Ese dolor permite que las apropiemos, que nos modifiquen, haciéndolas nuestras, sumándolas a esas otras imágenes que, acumuladas, determinan nuestra experiencia. Quienes comprenden ese poder de las imágenes, en cuanto modificadoras y conductoras de la experiencia, las manipulan. Quienes confían en ese poder de las imágenes, se modifican. De alguna manera en el presente esta acumulación de las imágenes y su devenir guarda relación con el quehacer del arqueólogo, que lee el silencio del pasado y lo transforma en voz, sumando a la gran colección de la Historia. Así también, con la labor del etnógrafo, que busca en el cotidiano una revelación que de cuenta de un más allá de lo percibido; su sistema de pesquisa es quedarse ahí, junto al otro, día a día coleccionando experiencia,
acumulando lo nimio a la espera de que le hable. Sin embargo, esa voz que anhela es imposible, porque en el momento que interfiere los otros se modifican, modificando por lo tanto el objeto de su búsqueda1. Y así como el fotógrafo suma toda su experiencia al momento del encuadre y el disparo, el etnógrafo carga con todo su pasado al situarse entre sus otros, y la voz que pretende escuchar no proviene solamente de aquellos que observa, sino de un cruce entre los diversos pasados que confluyen. Este cruce probablemente permite el acontecer de sucesos que sin la presencia del etnógrafo no habrían sido, como esas primeras fotografías etnográficas de principios del siglo XIX que, buscando reconstruir una noción de original, retratan al indígena vistiendo dos pantalones, uno sobre otro. Ni el fotógrafo, el arqueólogo o el etnógrafo pueden presentarnos esa objetividad, sin embargo siguen buscando, acumulando2. El etnógrafo colecciona, el arqueólogo colecciona, el fotógrafo colecciona, en búsqueda de esa voz que le hable de lo humano y con ello de sí mismo. Como testimonio de esta búsqueda queda el registro, la imagen o el relato, el archivo construido que, como una nueva página expectante a ser llenada, interpela a un nuevo lector demandando su experiencia. Y acá se produce un nuevo cruce, una nueva modificación y, en la memoria, probablemente otra imagen, una más. Entonces, sí, coleccionamos, sin que lo pensemos todos los cruces devienen en acontecimiento dejando un rastro, algunos serán leídos por otros y sumarán a la colección,
(1) George Perec relata en “La vida instrucciones de uso” la historia de un antropólogo, incomprendido, Appenzell, formado en la escuela de Malinowski. A los 23 años parte a Sumatra a estudiar un pueblo fantasma, los Orang-kubus, quienes antaño habían sido los dueños de la isla, y hoy estaban escondidos en el interior. A pesar de no encontrar rastros y perder a todo su equipo, Appenzell insiste, desapareciendo durante cinco años y once meses. Cuando lo rescatan no tiene nada. Sin embargo, promete una conferencia basada en la integridad de sus recuerdos, la que nunca realiza, ya que luego de seis meses de trabajo decide volver a Sumatra, quemando toda su escritura. Su madre rescata un cuaderno, único testimonio, que relata que los Orang-kubu tienen un limitado vocabulario, y que cada vez que él lograba encontrarlos, ellos, sin ser nómades, abandonaban el pueblo yéndose a lugares más inhóspitos que demandaban a Appenzell nuevos meses de expedición. Appenzell, sin comprender el rechazo, se lamenta especulando en sus notas por qué esta tribu no lo quiere: “Creo conocer bastante el dolor físico. Pero lo peor de todo es sentir que se muere el alma” (Perec, 2006). (2) En relación a esta imposibilidad de compartir la experiencia etnográfica de una manera objetiva, resulta ilustrativo el cuento “El etnógrafo” de Jorge Luis Borges. Fred Murdock, es uno y miles a la vez. Murdock es un etnógrafo que tras dos años con una comunidad “llegó a pensar de una manera que su lógica rechazaba” y logra acceder a un secreto que los brujos le entregan al iniciado, con el objetivo primero de volver a publicarlo. Sin embargo, a su regreso Murdock decide no hacerlo, señalando que los caminos que lo condujeron a él son más preciosos que el secreto mismo.
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otros quizás llegarán a través de otras voces, sumando de todas formas.
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Otros coleccionistas «Recuérdame» Susurra el polvo Peter Huchel El hermano de la abuela de mi madre se llamó Rodolfo Fuenzalida Ríos, no sé mucho de su historia y tampoco este es el momento de contarla. Tampoco lo conocí, sin embargo siempre he creído que mi inclinación por acumular objetos y, este último tiempo, experiencias de manera sistemática, ha tenido que ver con él. Rodolfo fue un coleccionista desordenado, acumuló todo lo que la vida le trajo, hasta el extremo de que quienes lo visitaban no podían caminar por el piso de su casa, mi madre me cuenta que este Rodolfo disponía en hileras incluso las tapas metálicas de las bebidas. Y en esa casa, sin espacio para la gente, Rodolfo falleció solo; al ir por él, su familia no solo debió transitar entre los objetos, sino que también entre sus desechos, que también atesoró. Hace unos años encontré una fotografía de su casa tomada después de su muerte. La imagen representa una esquina de su habitación, prácticamente sin ningún espacio disponible, aunque todo está ordenado y posee un sentido dentro del total, la imagen produce vértigo, pareciera que el aire no circula y que la luz natural, al no poder ser retenida, no entra.
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Antes de encontrar la imagen e incluso conocer esta historia, siempre me llamó la atención
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el comportamiento denominado como Síndrome de Diógenes, trastorno que afecta por lo general a las personas mayores, como Rodolfo, impidiéndoles descartar lo que poseen o llega a sus manos y que evidentemente es considerado como un padecimiento, una vida en fracaso. No obstante, en un contexto en que todo es desechable, pareciera que quienes están dominados por este extraño deseo instalan una excepción. Entregarle valor a lo intrascendente tiene que ver con una operación creativa que hoy estructura gran parte de la producción de arte contemporáneo: la obra es un objeto descontextualizado de la realidad y dispuesto en un lugar –el contexto del arte– que suponemos se encuentra más allá de lo cotidiano, de lo útil. A pesar de mantener una postura crítica con respecto a este proceder, creo profundamente que las personas nos comportamos de manera creativa todo el tiempo, dotando de un valor, cual coleccionistas, ciertos hechos o cosas que para otros no significan igual. Cuando un grupo concuerda en la otorgación de ese valor, se produce cultura y sentido de pertenencia, sin embargo, cuando una persona entrega un valor a los hechos y cosas que la sociedad no comparte puede ser tildado desde enfermo a excéntrico, llegando a ser reprimido algunas veces por ser considerado dañino, o quizás resultando casi indiferente, invisible, pero siempre instalando una sospecha.
Así como el arqueólogo espera que el pasado le hable en el fragmento y el etnógrafo que el presente lo haga a través de lo nimio, creo que Rodolfo, y quizás muchas de las personas que experimentan el síndrome de Diógenes, atesoraba las cosas pensando que las jerarquías no tienen sentido porque todo en el mundo tiene el mismo valor. Motivado, como muchos, por la intuición de un sentido último, Rodolfo esperaba que este se le revelase de algún modo, en algún momento u objeto cualquiera. Por lo tanto, él debía permanecer atento y cuidadoso, sin descartar ninguna posibilidad, porque si algo, lo más pequeño, lo más detestado o lo más sucio, se manifestaba, él debía estar ahí y ser capaz de percibirlo. Me pregunto qué podría suceder después de eso. Perdérselo, en todo caso, sería el verdadero fracaso. Bibliografía Baudrillard, Jean, 1969. Sistema marginal: La colección, en: Baudrillard, Jean, El sistema de los objetos, Siglo XXI, México. Borges, Jorge Luis, 1994 [1969]. El etnógrafo, en Borges, Jorge Luis, Elogio de la sombra. Obras completas, volumen dos, 20ª. ed., Emecé Editores, Buenos Aires. Didi-Huberman, Georges, 2004. Imágenes pese a todo, en: Didi-Huberman, Georges,
Mead, Margaret y Bateson, Gregory, 1977. Sobre el uso de la cámara fotográfica en Antropología, en: Naranjo, Juan (ed.), 2006, Fotografía, Antropología y colonialismo (18452006), Gustavo Gili, Barcelona. Perec, Geroge, 2006. La historia del antropólogo incomprendido, en: Perec, Geroge, La vida instrucciones de uso, Anagrama, Barcelona. Sontag, Susan, 2006. En la caverna de Platón, en: Sontag, Susan, Sobre la fotografía, Alfaguara, México.
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Imágenes pese a todo, Historia visual del Holocausto, Paidós, Barcelona.
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§ 0. Miserable al sol: una foto ibicenca. Walter
imagen es una «idea». (2) Las ideas no se tienen,
Benjamin es un filósofo muy citado en Chile. Creo
sino que «son dadas». (3) Lo que se da está ya ahí, en
que una de las razones por las que se le cita tanto, y
un ahí remoto o cercano, para quien puede o sabe
desde hace bastante tiempo, es porque escribió
ver, pero a veces sólo está un ratito, y si nadie lo ve,
varias cosas que se han considerado importantes
entonces puede desaparecer para siempre o, tal vez,
sobre «las imágenes». Claro, las imágenes, y ante
desaparecer para volver a surgir en un determinado
todo las imágenes que quedan, ya sea porque se
momento y, entonces, ser visto por otro; cuando lo
guardan en la cajita esmeralda de los recuerdos y se
que se da es recibido por alguien (y recibir, obvio, es
salvan de una catástrofe en alza que amenaza con
siempre algo más que ver) eso que pasa en ese
destruirlo todo, ya sea porque aparecen, de repente,
momento se puede llamar, sin aspavientos,
tras estar mucho tiempo ocultas en la maraña de la
«verdad». (4) La verdad es el nombre del «tiempo».
historia (o de la memoria), son «entidades»
(5) El tiempo es sólo «una imagen absoluta».
cardinales para un pueblo que ha sufrido varios
Después de estas sentencias, que un benjaminiano
golpes de Estado, diversos levantamientos militares,
considerará
y dictaduras en el último siglo. Para responder a la
benjaminianas (cosas del amor, y de ese que escucha
generosa invitación de mis amigas de la Revista
los murmullos de la dialéctica como se escucha, a lo
Rufián, me gustaría, echando el ancla en la
lejos, bajo el cepo, a un animal herido desgarrándose
indeterminación, decir algo sobre «la determinación
la pata), no me queda más que tratar de explicarme.
de las imágenes». Andaba pensando, últimamente,
Por lo demás, la «imagen absoluta», la imagen en su
en estas cinco cosas. Las suelto rápido: (1) Una
grado máximo de determinación, aparecerá, quizá,
tan
benjaminianas
como
anti-
al final. Para explicarme comenzaré con una foto
grandes gafas negras, sobre un barquito velero,
que, ante todo, no es, al menos no para mí, una
dejándose mecer por las olas, no sé si dormido, o tal
imagen. En realidad, todo esto no será sino el
vez mareado tras ejercitarse en el difícil arte de los
comentario, o la crítica, una especie de escritura
nudos marineros, con el pantalón bien ajustado,
volada más o menos distraída, de esa foto. Creo que
bajo un brillante cinturón de cuero que parece no
después de una en la que el niño filósofo sale
dar abasto y la camisa blanca, y ligeramente abierta,
cabalgando, frente a un muelle, sobre un burro en
metida por dentro. La foto fue tomada mientras
reposo en la playa de Heringsdorf (i.e.: un balneario
daban una vuelta por la bahía de San Antonio, en la
del Mar Báltico adonde iban las familias acaudaladas
primavera de Ibiza, isla arcaica, rural y más o menos
del norte de Alemania a fines del siglo XIX; esta foto
pobre (en esos años), de su primer exilio. Al lado
es, se supone, de 1896; es decir: tres años antes de
aparecen, en primer lugar, a la izquierda, pensativo,
que construyeran, en ese muelle, un famoso
con la mirada perdida, un joven historiador francés,
restaurant: el Seebrücke Ahlbeck), es la que más me
llamado Jean Selz, rubito y fibroso, de buena planta,
gusta de la colección que se conserva en el «Walter
con el que Benjamin pasaba las tardes en la isla
Benjamin Archiv» de la Akademie der Künste de
jugando al ajedrez (su momento social por
Berlín, desde donde estoy escribiendo esto ahora
excelencia, escribirá); Selz le hizo a Benjamin un día
mismo esta nota. Escriba en Google-Imágenes
un dibujito, que se conserva, en el que el filósofo es
«Benjamin Ibiza». Miren la foto: ahí le tenemos, a la
retratado, guatón, con la cabeza gacha, el ceño
derecha, cuarentón, tumbado al sol, como dice ese
fruncido y las manos en los bolsillos (como el que
hermoso texto suyo de la época («Al sol»), con
avanza golpeando con el pie, sin mucha ganas, una
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Federico Rodríguez
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piedra a media noche, gruñendo algo de tanto en
respondiendo a la foto que, de nuevo, le hacían
tanto); en segundo lugar, tenemos a Paul René
(nota: eso de no mirar a cámara y sonreír ligeramente
Gauguin, nieto del célebre pintor, satisfechamente
mirando a otro lado parece gustarle). Lo llamativo
tumbado, con la mano derecha detrás de la cabeza;
es que a Benjamin le retratan varias veces en San
al parecer, Gauguin aprendió a hacer sus grabados
Antonio sumido en sus pensamientos, o haciendo
de madera en estas islas reinventando la técnica de
como el que está sumido en sus pensamientos, ya
los habitantes de las baleares; en tercer y último
sea en el mar, ya sea frente al mar, en esa especie de
lugar, aparece un pescador de langostas, llamado
peculiar odisea de espíritus alemanes por el
Tomás
amigos),
Mediterráneo que otros, también, como se sabe,
visiblemente al cargo de esta peculiar tripulación,
emprendieron. Ni que decir tiene que los
mirando el horizonte y ataviado como Dios manda.
chismorreos del pueblo (San Antonio, a 15 km de
La foto (15,6 x 11 cm, Akademie der Künste, Berlín)
Ibiza, tenía escasos 700 habitantes en ese momento)
es, probablemente, de mayo de 1933. G. Scholem, el
sobre estos curiosos personajes centroeuropeos
célebre amigo de Benjamin, parece no estar bien
que iban llegando a una isla que apenas conocía lo
informado; por detrás de la misma éste había escrito
que era un forastero, isla que, además, se había
que ésta era de 1932 y que, además de Jean Selz,
convertido, de repente, en habitáculo, a la vez, de
Benjamin estaría en compañía de Jean-Rousseau
judíos que se olían el percal y de nazis de veraneo,
Noeggerath. No se sabe quién tomó la foto. No es la
eran constantes. Cuenta Vicente Valero, poeta
única que se conserva de esa época. Hay al menos
ibicenco, en su estupendo libro sobre estos asuntos
cuatro más (un par en las que Benjamin aparece en
(Experiencia y pobreza, 2001), que a Benjamin le
medio de la plaza del pueblo, frente a la fonda «La
llamaban los isleños «El Miserable». Benjamin, al
Marina», con mucha gente) y varias postales de las
parecer, nunca se enteró. Poner motes picantes es,
islas (una, por cierto, muy bonita de un pastor con
se sabe, entretenimiento habitual de la Península
sus ovejas con la ciudad de Ibiza al fondo, sobre la
Ibérica hispanoparlante y, en el sur, que Benjamin
colina, rodeada por la muralla y protegida por un
conocía, conservándose una postal de la Real
bosquecito de pinos piñoneros). En otra foto de ese
Fábrica de Tabacos de Sevilla, además, se considera
año, que también me gusta mucho, se le ve
ingenioso arte (esa chispita, que a veces prende
recostado en una tumbona de playa bicolor, quizá
entre la malicia y la coquetería) al alcance de pocos.
una de esas típicas de veraneo, azules y blancas;
Quizá su mote fuera puesto, muy merecidamente,
está con las piernas cruzadas y su mano derecha
después de cogerse una cogorza memorable de gin
mece su rasurada perilla; el mar Mediterráneo se ve,
(uno especial, de 74º), al aceptar, poco después de
soberano, atrás, a pocos pasos, y, cosa destacable en
haberle pedido a Toni, el barman, un misterioso
esta escena playera, Benjamin lleva una corbata. En
«cóctel negro», el desafío de una valiente polaca de
esta otra foto se aprecia, creo, una especie de
nombre incierto (Maria Z.), y caerse de bruces, al
sonrisilla en su cara, como si a nuestro protagonista
salir con más vehemencia de la que debía del bar
le hubieran contado un chiste no muy divertido
Migjorn, situado en el puerto de Ibiza y regentado
(cosa que uno se imagina desde la mirada, más
por el hermano de Selz. Quizá el mote le viniera de
grave, o sincera, de Jean Selz), o como si se estuviera
no tener ni un peso en ese tiempo. O quizá fuera,
acordando de algo gracioso del día anterior; o, tal
inmerecidamente, por algo más grave: ese aspecto
vez, simplemente, como si estuviera, cortésmente,
taciturno, esas tristes maneras en donde se rumian,
Varó
(«Frasquito»
para
los
a veces, no sólo heridas abiertas, sino tragedias por
trabajo sobre B. Gracián. Lo tiene difícil porque su
venir. Pero nada de esto importa mucho.
castellano no progresa mucho. Otro de los libros que está leyendo en mayo de 1933 es Viaje al fin de la noche de L.-F. Céline (1932). Y está preparando un
§ 1. El secretario nazi: una imagen es una idea.
lugar social del escritor francés en la actualidad»,
Que una imagen sea una idea quiere decir, al
texto clave que Benjamin comienza a redactar, casi
menos, una cosa: que la imagen no es nunca nada
sin medios, volviendo a la escritura a mano, ese
sensible, nada palpable. Las imágenes no se tocan.
mismo mes de mayo, y que publica, en 1934, en
O dicho de otro modo: la reflexión sobre la imagen
el Zeitschrift für Sozialforschung. Una de las cosas
no puede ser cosa de ninguna «estética», por
importantes que dice ahí es que «el roman populiste
depurada que la misma esté. «Lo imaginal» empieza
no es un avance en la literatura proletaria, sino que es
donde acaba la estética. Toda imagen sería, pues,
un repliegue en la literatura burguesa». Más curioso
ideal. Pero les comentaba, que es en lo que estamos,
es que quizá este texto, como muchos otros, fuera
que la foto de Benjamin es de mayo de 1933. Era la
pasado a máquina por un tal Maximilian Verspohl,
segunda vez que Benjamin visitaba la isla, en la que
un joven que posteriormente sería nombrado Staff
permanecería, esta vez, casi 6 meses: ahora no iba
Sergeant de las SS en Hamburgo. «Todo está plagado
de vacaciones, como el año anterior (gracias a los
de espías», escribe, sin saber que al enemigo lo
ahorrillos de su «año-Goethe» y a la invitación de
tiene como secretario. También está preocupado
un viejo amigo de München, Feliz Noeggerath), sino
por la suerte de su hermano, el pediatra Georg
como exiliado. Ibiza, por razones económicas, y por
Benjamin, delegado del KDP (Partido Comunista de
el agradable recuerdo, se convierte en el destino de
Alemania), atrapado por las SA (Sturmabteilung), y
su primer exilio. Quizá, elucubro, la foto fuera del 10
por el futuro de su hijo, Stefan, al cual, a pesar de no
de mayo de 1933, quién sabe, día de la gran quema
poder comunicarse con su ex-esposa, espera poder
de libros por parte de los nazis en la Bebelplatz de
sacar de Alemania. La quema de libros empezaba
Berlín; ya saben, cuelga de una esquina de esa plaza:
en España tres años después, con el comienzo de
«eso sólo fue un ejemplo: allí donde se queman
la Guerra Civil, y con los incentivos, por ejemplo, de
libros se acaban quemando personas» (H. Heine).
Arriba España, un periódico falangista de Pamplona
Me acordaba, paseando por allí la otra tarde, de esa
que, ya desde su primer número, en agosto de 1936,
foto de jovenzuelos y risueños nazis repeinados
un mes después del Golpe de Estado, incitaba,
para atrás, engominados, uno de ellos mellado, que
citando el Quijote, a las «fogatas justicieras», fogatas
se conserva en el Busdesarchiv. Benjamin, que sí se
que en Mallorca, ciudad que Benjamin visita varias
refiere a la Ley de prensa del 30 de abril implantada
veces, empezaban, como recuerda Manuel Pérez en
por Gooebels, en ese momento, como le cuenta a
su libro sobre el tema (recordándose las extendidas
Kitty Marx-Steinschneider en una carta del primero
costumbres de la santa Inquisición), desde el primer
de mayo y a Alfred Kurella en otra del 2 de mayo
día del levantamiento militar. Ante el avance del
de 1933, está leyendo a L. Trotsky (en concreto,
fuego, Benjamin, que pensaba ese mismo verano
el segundo volumen sobre la Revolución Rusa) y
de 1936, como le escribe a Alfred Cohn, volver al
planea hacer, continuando con su gusto, romántico,
archipiélago balear (pero que, esta vez suertudo,
por los escritores españoles del Siglo de Oro, un
acabará viajando a Dinamarca para visitar a
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trabajo. Algo de eso aparece en el texto «Sobre el
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Brecht), publicará, también en 1936, Alemanes,
silvestres al soniquete de las cigarras que nada
un librito compuesto a partir de su colección de
tienen que ver con la flânerie, y está revisando, en
cartas de personajes alemanes. Georg Benjamin es
ese momento, Infancia en Berlín hacia 1900, un libro
asesinado en 1942 en el campo de exterminio de
de recuerdos que le acaba dedicando a su hijo, en
Mauthausen-Gusen, donde murieron, al menos,
el que no deja de pensar. Lo está traduciendo con
según el Ministerio de Justicia, 3959 republicanos.
Selz al francés. El joven historiador no tiene ni idea
Franco dijo, poco antes, que no había españoles
de alemán, cosa que no importa mucho. Pero el
fuera de España. Muchos de estos republicanos
caso es que, por las noches, a veces, Benjamin se
lucharon, también, en Francia, con la Résistance. Los
ponía a mirar las estrellas, que desde la isla debían
que sobrevivieron colgaron un cartel a la entrada
brillar, sin contaminación lumínica, en medio
del campo: «Los españoles antifascistas saludan a
del Mediterráneo, uno lo supone, de manera
las fuerzas libertadoras».
espectacular. Tal debía ser la impresión que, allí mismo, se pone a pensar en las posibilidades de una «astrología racional». Esas son las últimas palabras
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de uno de los textos, inédito en castellano, que
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§ 2. Casiopea, las ideas no se tienen: son dadas.
Benjamin escribe en la isla: «Sobre la astrología»,
Lo propio de las ideas es entregarse. Propiamente,
una especie de primera versión de «Sobre la facultad
nadie las da, sino que ellas mismas son las que se
mimética». Esto de las estrellas, que había tenido su
ofrecen como regalos. Los regalos, cierto, deben
aparición estelar en el «Prólogo epistemocrítico» al
ser figuras de lo inesperable: rompen con la lógica
Origen del drama barroco alemán, aparecerá luego,
del intercambio. Pero a lo que voy, no pierdo
indirectamente, de nuevo, en una carta, curiosa, del
demasiado el hilo: tras levantarse a las 6.30h. de la
ya citado librito Alemanes. Es una carta que Wilhelm
mañana (a veces incluso a las 6.00h., aunque se iba
Grimm, mitólogo alemán, inventor de la ley sobre la
a la cama a las 21.30h.), casi lo primero que hacía
mutación consonántica que lleva su nombre (pero
Benjamin en San Antonio, lugar, entonces, lleno de
famoso, no obstante, por haber escrito cuentos
galgos errantes, era darse un chapuzón en la playa.
para niños con su hermano), le escribe a Jenny
Es difícil imaginárselo. Tiene, precavido y calculador
von Droste-Hülshoff, en Kassel, un 9 de enero de
como es, su tumbona escondida en la playa: entre
1825. Jenny estaba triste porque, como cuenta
las dunas. Como ahora no está muy a gusto en
en una carta anterior que Benjamin cita, acaba de
donde se hospeda, planea, como le cuenta a su
cortarle las alas a sus cisnes. De repente, en lo que
amigo Scholem, irse a vivir a un molino sin ventanas.
es una especie de correspondencia amorosa antes
Piensa que hacer un agujero en la puerta sería
del comienzo del amor (por decirlo así), le cuenta
buena solución. Se plantea, seriamente, aprender
que uno de sus cisnes se llama «Patitas blancas»,
español, y se consigue, parece, el conocido manual
cosa que Wilhelm, poco dado, aparentemente, a la
Español en mil palabras, que, como es de esperar,
ñoñería, no entiende, poniéndose a hablar de ellos
no le convence. Lee a George Simenon, quizá
en un tono complemente diferente («poético»).
porque afirmó haber follado con diez mil mujeres,
Sin muchas explicaciones, Wilhelm le pinta la
y quiere escribir una novela negra. Comprende que
constelación de Casiopea, utilizada en cielo boreal
con el calor es preciso dormir la siesta. Se acuerda
para encontrar el norte. En el prólogo al que me
de Paris. Entre una cosa y otra, da largos paseos
refería, Benjamin escribe esa frase famosa: «las ideas
se comportan respecto a las cosas como lo hacen
(«las cortinas son los intérpretes de las lenguas del
las constelaciones respecto a las estrellas» (nota:
viento», se lee en uno de los llamados «protocolos
constelación se escribe en alemán, Sternbild, es
de investigación con drogas»). Benjamin llevaba
decir, «imagen estelar»).
puesto, para esa ocasión, un gorro ruso, gorro que, probablemente, sea el mismo que tiene en una foto de 1931 en Saint-Paul-de-Vence, acompañado de Gertrud Wissing y Maria Speyer. Hablaron de
§ 3. Crock: dar la verdad. Hablar de verdad suena,
muchas cosas (se solían contar los sueños), y Selz se
a menudo, mal. Peor suena hablar de verdad
veía a sí mismo como una especie de conejillo de
de la verdad. Para Benjamin la verdad era una
indias de los pensamientos del filósofo. Al despertar
cosa seria: hay verdades. Pero, efectivamente, las
había una tormenta. Trataron de levantarse para
verdades no dependen de un sujeto que las vomite
cerrar la ventana. No obstante, al considerar que el
desde sus miasmas. Toda verdad es, en realidad,
esfuerzo era demasiado dadas las circunstancias,
una momentánea alienación planetaria que cae
se pusieron a hablar de esa frase de P. Valéry que
petrificada, como por una mirada medúsea, en un
hay que citar más a menudo: «hay relámpagos que
acto de escritura. Y lo más propio de la verdad es, se
se parecen mucho a las ideas» (Nota: parece que
comprende bien, que se escape: como cuando uno
la amistad de Benjamin y Selz se debilitó, hasta
llega, a pesar de todo, casi sin aliento, dos minutos
desaparecer, tras la referida borrachera con gin
tarde a la puesta de sol. Una de la cosas que hizo
de Benjamin, que, humillado, no soportó haberse
Benjamin en la isla fue fumar opio. Ya había escritos
quedado dormido en las escaleras y, menos aún,
varias cosas sobre el hachís en los años veinte. Jean
tener que ser arrastrado, toda la noche, cuesta
Selz, que llamaba al opio «crock» (no confundir con
arriba, y a regañadientes, hasta la casa de Selz).
Selz y Benjamin viajaron justos desde París, cruzando al frontera en un tren a Barcelona, con esa bola. No es fácil imaginárselo. Como el mismo Selz cuenta
§ 4. Triste poema: la verdad como nombre
en un bonito texto ¡tenían el hornillo de porcelana!,
del tiempo. El tiempo no tiene nombre hasta
pero no tenían el resto de instrumentos necesarios.
nombrarse tiempo. Y ese instante no es posible
Una de las cosas que podía estar pensado Selz en esa
sino porque eso que se llama impropiamente,
escena de velero fotografiada es en cómo conseguir
por mientras, «tiempo», se vuelve verdadero. Es
el resto de cosas necesarias para drogarse. Como la
consubstancial al tiempo ser verdadero. No hay
cosa, en la remota isla, estaba imposible, se pusieron
tiempo falso. En realidad, la falsedad no tiene
a fabricarse los útiles, gracias al bambú, y gracias,
nada que ver con el tiempo: tiempo es (sólo) el
también, a un amable herrero que les fabricó, sin
feliz momento de la recognoscibilidad (¡ahora!). En
entender nada acerca del propósito de su misión,
fin, sin mucha interacción social, Benjamin, entre
las agujas. En junio, al fin, cinco semanas después
la naturaleza y lo arcaico, descubriendo «lo que
de la foto, se drogaron en la casa de los Selz, que
significa una isla», se dedica fundamentalmente
era la que estaba más alta en el pueblo, en la Calle
a dejarse llevar por su memoria, a recordar cosas.
la Conquista, frente a unas ventanas que daban a la
Quizá nada de su obra tardía, y de la importancia
Bahía, hablando mucho tiempo sobre las cortinas
concedida a la rememoración (a través de M. Proust,
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«crack»), se había traído una bola desde Francia. Los
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a quien relee también en este verano de 1933),
/ Uno tiene plata, / que es regalo del buen Dios. /
hubiera sido posible sin esas pasantías solitarias
¡La vida es maravillosa! / El corazón late más, y más,
en la, entonces, remota isla. Escribe, así, Crónica de
y más / El mar se pone más y más, y más, manso /
Berlín en la primavera de 1932, en un cuadernito
Hasta el fondo». Está fechado, aproximadamente,
forrado de piel, cuya segunda parte es sobre Ibiza.
un mes antes de la foto del velero: el 11 de abril
Lo hace poco antes de pedirle matrimonio a Olga
de 1933, el mismo día en el que llega, por segunda
Parem (una germano-rusa con quien daba paseos
vez, a la isla. También escribe un texto, muy extraño,
en barco, rendido a su sonrisa, para contemplar
titulado «Agesilaus Santander». En el mismo
las puestas de sol, gracias, por cierto, a Frasquito,
cuenta cómo sus padres le habían puesto, junto a
que, claro, tenía una nueva pega en la isla desde
su nombre judío, otros nombres, pensando que su
la llegada del filósofo), recibiendo calabazas por
hijo iba a ser escritor. La idea era, claro, que no se
parte de ésta. Como consecuencia directa un
notase la judeidad. Benjamin agradece en el texto el
tanto dramática, a Benjamin le entran ganas de
gesto, pero afirma que, desde el primer momento,
suicidarse. Quizá todavía pensase en ello en esa
él no escribió con esos nombre (de camuflaje), sino
foto marítima, al sol, de mayo de 1933. También se
(a plena luz) con el nombre judío, siendo ignorada la
pone a escribir relatos, y de esa experiencia nacerá
previsora medida de los padres.
El narrador, publicado en 1936. Uno de ellos, «La valla del cactus», es sobre el primer forastero que
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llega a Ibiza: Iren O’Brien (Jokisch). En este cuento
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habla de los días de pesca, y del modo de hacer
§ 5. Anna Marie Blaupot ten Cate, nombre del
nudos marineros, cosa que era, tras la caza de
tiempo. Las imágenes absolutas no son absolutas
lagartos, la especialidad del forastero (en realidad,
por ser la imagen de todas las imágenes. Eso no es
era su técnica de relajación). Hay otro relato sobre
una imagen absoluta, sino una imagen imposible:
la desaparición de una cartera en un bar del pueblo
la imagen, por ejemplo, que un diosecillo trolero
cuando un viajero, que estaba a punto de zarpar,
podría hacerse del mundo en el caso de poder ir
iba a pagar tras tomarse unas copitas (Benjamin
descendiendo (a velocidad infinita) la producción
escribe la palabra «copitas» en castellano, le debía
total de efectos de ese mundo en reposo. El absoluto
de gustar o hacer gracia, un par de veces en sus
se hace y se deshace, como los castillos de arena,
textos). Finalmente, en otro («La muralla», incluido
entre las manos torpes de los niños y la voracidad
en Historias de la soledad) se refiere, precisamente,
del mar. Las imágenes absolutas son, en realidad,
a la muralla y a los pinos de esa postal, a la que me
imágenes insulares, amenazadas; imágenes un
refería antes, que aún se conserva. También escribe
tanto misteriosas (Bilderrätsel, es decir, jeroglíficos),
poemas, continuando, quizá, de otro modo, ese
que flotan sobre la niebla y que guardan (para sí)
duelo a la muerte del poeta Friedrich Heinle, un
el momento mismo de su constitución. Pero acabo:
amigo que se suicidó con su novia al comienzo de
a Benjamin le pica un mosquito africano a finales
la Primera Guerra Mundial. Uno tiene título: «Triste
del verano. En la habitación de los Noeggerath
poema». Y dice más o menos así: «Uno se sienta
había trescientas moscas. En el cuartucho en el
en la silla y escribe. / Uno se va cansando cada vez
que vive los tres últimos meses, a veinte pasos del
más y más y más. / Uno se acuesta en su debido
mar, donde el propietario almacenaba los muebles
momento, / Uno come en un debido momento.
de la casa en construcción, hay un mosquito, uno
de esos que llegan con la flama del Sahara. Aquí escribe, cómo no, «Experiencia y pobreza». Y luego, vuelve con Malaria a Paris, en septiembre de 1933. Pero se dice que, después de todo, aunque estaba también medio cojo por una herida que se hizo en la pierna (Valero dice que quizá se la hizo el fatídico día de la borrachera), no lo pasó tan mal en los últimos meses porque allí, también, entre una cosa y otra, follaba mucho con la pintora holandesa Anna Maria Blaupot ten Cate, cuyo «aliento tiene el gusto de la piedra y el metal». Se conserva en el «Walter Benjamin Archiv», también, una foto de ella (WBA 215/4): aparece sonriente, con mirada picarona, de grandes ojos gatunos, entre los pinos, en uno de esos angostos senderitos, entre las dunas, que conducen al mar. Uno va por ellos casi sin saber que el mar está ahí detrás: hasta que aparece, soberano. Anna Maria lleva una camisa de cuadros sin mangas, y unos pantalones anchos de tiro bajo. Al reverso de la foto pone: «vraie sauvage!». Se dice que eso, posiblemente, lo escribió Alfred Sohn-Rethel. Quién sabe. A quién le importa. Es muy guapa. Blaupot es, para él, la réplica femenina del Angelus Novus; es más: es «todo lo que podría amar en una mujer», a saber, «una protectora, una madre, una puta» A esta mujer, que traduce al francés «Hachís en Marsella», está dedicado ese texto, tan íntimo, tan raro, el «Agesilaus Santander»: una pequeña confesión autobiográfica y amorosa que le regala por su cumpleaños en donde puede leerse: «no hay quien me supere haciendo regalos». Agosto de 2015, Berlín.
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Tanto follaban que Benjamin dejó de escribir cartas.
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10 postales con hechos de la historia oficial
en cada una de las respuestas.Es el primer ensayo
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reciente de Chile fueron enviadas mediante correo
a un trabajo mayor que busca recorrer la historia
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tradicional a 10 personas diferentes, de distintas ocupaciones y oficios, a quienes se les pidió una carta de respuesta, enviada por la misma vía, que incluyera un texto y una imagen mediante las cuales realizaran una reflexión personal en torno al hecho de la postal recibida. En la obra se incluyen copias de las postales, sobres, cartas e imágenes recibidas
chilena contemporánea a través de esta estrategia de intercambio.
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Biografías 1. Víctor Quezada (Antofagasta, 1983). Autor de
poeta Raúl Zurita en 2004. Ha recibido numerosos
Veinte (2004), Muerte en Niza (2010), Yoko (2013) y
premios de poesía y ha publicado los libros Teseo
Compost (www.compostlibro.org, 2013).
en el mar hacia Cartagena y epílogo de la aventura (Ediciones del Temple), El dolor de los enjambres
2. Loreto Mendeville estudió Actuación Teatral.
(SECH de Concepción), Un momento propicio para el
Actualmente se dedica a enseñar a los espíritus
exilio (Editorial Das Kapital) y La bicicleta mágica de
jóvenes a amar el estudio. Junto con esto, cultiva
Sergio Krumm (El barco a vapor).
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el noble oficio de la traducción, además de escribir
94
obras teatrales, particularmente en Gabinetes
5. Cucho Márquez. Gráfico, ex miembro de la
Para un Espectador, como es el caso de La Mujer
Agrupación de Plásticos Jóvenes (APJ) en la segunda
Mariposa, Biodrama de una Transfiguración y El
mitad de la década de los 80, nacido el año 53, porfía
Hombre de Arena.
en permanecer en este mundo hasta el día de hoy.
3. Elías Hienam, como poeta publicó Letra Chica, El
6.
Patio de las Perras, Miga y Capitulaciones y huidas para
FelipeCussen/) es doctor en Humanidades por
guerras, fiestas y jardines del futuro. Es responsable
la Universitat Pompeu Fabra e investigador del
de Libros del Perro Negro y trabaja como periodista
Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad
en el departamento de prensa de Radio Universidad
de Santiago de Chile. Sus investigaciones se han
de Chile.
centrado en el ámbito de la literatura comparada,
Felipe
Cussen
especialmente
la
(https://usach.academia.edu/
literatura
experimental,
el
4. Marcelo Guajardo Thomas (Santiago, 1977).
hermetismo poético, las relaciones entre poesía
Poeta, periodista y Magíster en Literatura chilena y
y música, y la mística. Actualmente desarrolla el
latinoamericana por la Universidad de Santiago de
proyecto Fondecyt “Samples y loops en la poesía
Chile. Fue becario de la Fundación Pablo Neruda
contemporánea”.
durante el año 2003 e incluido en la antología
de poesía y narrativa, publicó la recopilación
Cantares de Nueva poesía chilena compilada por el
miscelánea Opinología (Cumshot, 2012) (http://
Además
de
algunos
libros
www.cumshot.cl/felipe-cussen-opinologia/)
y
Luís Scherz García (2005). Es fundador y director,
editó junto a Marcela Labraña Mil versos chilenos
junto con Alvaro García de La Cañada: revista del
(Ediciones B, 2010). Acaba de publicar el disco Quick
pensamiento filosófico chileno.
faith (https://felipecussen.bandcamp.com/album/ quick-faith).
9. Rocío Casas Bulnes (E.U. 1984). Investigadora y
7. Karen Glavic Maurer. Socióloga de la Universidad
de cursar estudios en Historia del Arte, y de pasar por
ARCIS y Magíster en Filosofía Política y Axiología de
el Teatro, se titula de Literatura Creativa obteniendo
la Universidad de Chile. Feminista. Trabaja como
la excelencia académica. Ha sido colaboradora en
encargada de contenidos en Londres 38, espacio de
medios literarios y de prensa, tanto en Chile como
memorias.
en el extranjero. Candidata a Doctora en Estudios Americanos (IDEA USACH), becada por CONICYT,
8. José Santos-Herceg. Licenciado y doctor en
actualmente trabaja en su tesis sobre animales
filosofía; investigador del Instituto de Estudios
mitológicos de la antigua América. Es autora del
Avanzados (IDEA) de la Universidad de Santiago de
libro El hombre de siempre, publicado por Hueders.
Chile. Ha publicado como autor los libros Conflicto de Representaciones. América Latina como lugar para
10. Nicolás Cadavid. Nació en Bucaramanga,
la filosofía (2010), y Cartografía Crítica. El quehacer
Colombia, en 1979. Es Maestro en Bellas Artes de
profesional de la filosofía en Chile (2015). Ha compilado
la Universidad Industrial de Santander (2005) y
textos como Liberación, Interculturalidad e Historia
Magíster en Artes Visuales de la Universidad de Chile
de las Ideas, Pensamiento Filosófico en América latina
(2009), programa del cual se graduó con la máxima
(2013), Nuestra América inventada. América latina en
distinción. Ha exhibido sus trabajos en diversos
los pensadores chilenos (2012), Escritos Republicanos
proyectos y muestras colectivas en Argentina,
(2011) junto con María José López, Interculturalidad e
Colombia, Chile, Cuba, España, Estados Unidos,
Integración. Desafíos pendientes para América Latina
Holanda, Marruecos y Venezuela. Desde 2006 es
(2007) y La Universidad chilena desde los extramuros.
director de Galería LaMutante, plataforma para el
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escritora de padre mexicano y madre chilena. Luego
95
arte contemporáneo con sede en Bucaramanga.
artística
En la actualidad es profesor asociado a la Carrera
investigación Península. Procesos coloniales y
de Artes Plásticas de la Universidad Industrial de
Prácticas Artísticas y curatoriales, y Equipo Re.
Santander. Vive y trabaja en Bucaramanga. Web:
Equipo Re es una plataforma de investigación
www.nicolascadavid.com.
y producción surgida en 2010. Hasta la fecha,
E-mail:
ncadavidc@
gmail.com
y
cultural
como
el
grupo
de
ha realizado proyectos y presentaciones en,
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CCBA (Buenos Aires, 2012), MAC (Santiago de
96
11. Nancy Garín Guzmán (Chile, 1972). Investigadora
Chile, 2012), Universidad de Concepción (Chile,
independiente
Re.
2012), UNIA arteypensamiento (Sevilla), Arteleku
Licenciada en Periodismo y Comunicación Social y
(San Sebastián), Museo Reina Sofía (Madrid),
Estética e Historia del Arte, completó el Programa
Fundació Tàpies (Barcelona), MACBA (Barcelona),
de Estudios Independientes del MACBA (PEI).
Loop
Anteriormente, miembro del colectivo artístico
Actualmente llevan adelante el proyecto de
Etcétera y a la Internacional Errorista, junto a ellos
“Anarchivo sida”.
y
miembro
del
Equipo
(Barcelona),
entre
otros
contextos.
ha participado en la Bienal de Estambul (2009); la Bienal de Taipei (2008), PUBLICTRANSITarPÚBLICos,
12. Javiera Manzi. Investigadora independiente,
EE.UU. / México (2007); ExArgentina (2006); Pasos
Licenciada en Sociología de la Universidad de Chile.
de fugas Laborales de hacer, (2004); Kollektive
Es co-autora del libro Resistencia gráfica en dictadura.
Kreativität, Fridericianum Museo, Kassel (2005).
Experiencia APJ y Tallersol (a publicarse en 2016).
Como periodista cultural, ha sido colaborador de La
Integrante de la Red de Conceptualismos del Sur
Nación de Chile, Pagina 12, Junge Welt, Hemisférica de
y de la coordinación del proyecto “R. Archivo de la
la Performance, LatinArt y L’Internationale, entre otros.
Resistencia Visual” abocado al rescate, conservación
Actualmente es parte de varias iniciativas de
y difusión de material realizado durante la dictadura
investigación independiente y la producción
militar en Chile. Actualmente trabaja en Librería
Proyección, espacio de convergencia social y
Antropología, Universidad Academia de Humanismo
cultural ubicado en el centro de Santiago.
Cristiano. Investigadora del Núcleo de Estudios Étnicos y multiculturales de la UAHC, asistente
13. Inés Navea Molina. Artista Visual y ©Doctora
de investigación del Centro Interdisciplinario de
en Filosofía mención en Estética y Teoría del Arte,
Estudios Interculturales e Indígenas, ICIIS, y del
Universidad de Chile - ©Doctora en Filosofía, Paris 8
proyecto FONDECYT de iniciación N° 11130002.
Vincennes-Saint-Denis. 14. Cynthia Shuffer. Artista Visual y Pedagoga de la
libro: Cantos cabríos (Fondo de Cultura Económica,
Universidad de Chile. Doctoranda en el programa
2015).
de Estudios Americanos del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA-USACH). Docente de la carrera de Pedagogía en Educación Media de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile. 15. Constanza Iglesias Molina. Periodista. Parte del equipo creador de Revista Terminal (dedicada al fomento lector), ex redactora radial en Ibero Americana Radio Chile. 16. Andrés Pereira Covarrubias. Investigador y docente universitario. 17. Rosario Carmona Yost. Licenciada y magíster en Artes, Universidad de Chile y magíster en
19. Paula Arrieta. Artista Visual, Universidad de Chile.
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18. Federico Rodríguez es filósofo. Ha escrito un
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98 AÑO 5/ NÚMERO 24/ NOVIEMBRE 2015