CALDO DE CULTIVO Edición especial Rufián Revista 10 años Marzo 2021 → is s n 0719-3 742
Rufián Revista → NÚMERO ESPECIAL 10 AÑOS → marzo 2021
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UEVA NORMALIDAD
Rufián Revista → NÚMERO ESPECIAL 10 AÑOS → marzo 2021
AÑO 10 # 31 MARZO 2021 Visita, revisa, comenta. http://rufianrevista.org Escríbenos, participa. rufian.revista@gmail.com
Equipa Editorial Paula Arrieta Gutiérrez Camila Bralic Muñoz Javiera Cornejo Rojas Loreto Mendeville Farías Cynthia Shuffer Mendoza Paula Bravo Marchant Laura Manzi Araneda
Gráficas y portada
contenido
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ltiv Editorial / Caldo de cu
01 La radicalidad del 02 Currículum de gén 03 No me llamo Cum 04 Hasta que la empa 05 Asalto / 26 / Galería 06 Que no se vio ven 07 Prácticas editoria 08 La lista / 68 / Daniel 09 Deuda y Consum 10 La semilla violada
11 Representaciones de 12 Nos están matando / 13 Gente que una-o quie 14 Hay un pueblo Diagu 15 Esta historia ha sido 16 No somos parte de la
/ Entrevista a María Cotal p
/ Francisca Fernández Drog
17 Estética de la autono 18 Rufianas / 122 / Equipa e 19 Hidropolítica del des
20 Todos traumatizados
Paula Bravo Marchant & Cynthia Shuffer Mendoza
Diagramación Paula Bravo Marchant
21 Todas las mezclas 22 Urge despatriarca 23 ¿Cómo llegamos a
para la transforma 24 El general arde / 15 25 Balas contra piedr 26 Con las amigas y e 27 Nuestros nombre 28 Corriendo los cerc 29 Activamos, propa 30 Incluso cuando gr
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fián Revista vo / 6 / Equipa Editorial Ru
arte después / 8 / Magdalena Ug os añ 10 ia nc de en ep e interd cuidado: coexistencia / 12 / Camila Arenas Castillo a st xi se no n ió ac uc ed nero y Ochoa r donde voy / 16 / Úrsula po a in re la y so Y … r ro mbia, me llamo Hor e / 20 / Montserrat Castro atía se haga costumbr
torxs de ilustraciones - Varixs au por AFI Woman nir / 46 / Galería fotográfica
tiempos extraordin ales performativas en
arios / 62 / Marilina Winik
la Acosta
gares / 74 / Andrea Sato ho s lo en io br ili qu se mo, el de / Lucía Sepúlveda Ruiz 78 / ? os ch re de n ne ie abejas ¿t a, el bosque talado, las
e la alteridad mapuche en el contexto del estallido social / 84 / Felipe Pacheco Reyes / 90 / Andrea Bel. Arruti ere / 102 / María Araneda uita vivo y que resiste / 106 / Paula Carvajal, Palinay revuelta. Chile, 47 años / 110 / Karen Glavic a familia, somos mujeres trabajadoras / 114
por Marie Juliette Urrutia Leiva
omía, 6 años después / 118 / Natalia Arcos Salvo
editorial Rufián Revista
spojo: hacia una intensificación del extractivismo y de las resistencias / 126
guett
s ¿una y otra vez? / 130 / Ana María Solís D.
s en la búsqueda de Luta Cruz / 134 Entrevista a Luta Cruz por Mariana Álvarez Castillo alizar de cordillera a mar / 138 / Colectiva Resueltas del Valle aquí? Una reflexión sobre la crisis social y ecológica como motor ación personal y social / 144 / Rosario Carmona 50 / Cynthia Shuffer ras. Bitácora de un estallido social / 154 / Nicole Kramm Caifal en la casa / 162 / Entrevista a Viviana Díaz Muñoz por Lieta Vivaldi es están allí / 166 / Archiveras sin Fronteras cos de lo posible / 172 / Danae Borax Muñoz agamos, contagiamos / 176 / Brigada Laura Rodig - CF8M ritan, no se les escucha / 182 / Galería de ilustraciones - Varixs autorxs
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EL MES DE NOVIEMBRE del año 2010 publicamos nuestro primer número. Se tituló “Cómo vivir juntos”, e intentó hacer convivir dos miradas en torno a temas relacionados con los espacios colectivos y los ritmos individuales. El experimento, aunque fallido, fue el puntapié inicial de nuestro proyecto. Han pasado más de 10 años. Hemos publicado 30 números. 31, si contamos este que ahora les presentamos. Durante este tiempo hemos pensado junto a un número importante de articulistas, artistas, ilustradorxs y fotógrafxs algunos problemas que hemos definido como una genealogía de la opresión y subordinación, desplegada por el estado y las clases dominantes en contra de las comunidades y los territorios. Esta traza determina la experiencia vital de las personas y las sociedades, quienes a pesar de todo, han sabido resistir, luchar y organizar otras salidas posibles. Imaginar estrategias diferentes a un camino que se veía como una línea recta proyectada forzosamente hacia adelante, como la trampa de la historia. Todo esto cambió de manera radical el mes de octubre de 2019. La revuelta y sus múltiples capas de significado, la violencia ejercida por el estado y sus agentes en contra de lo que antes, mucho antes, solíamos llamar “el pueblo”, pusieron de cabeza todo sistema de referencia. El punto cero de nuestro proyecto ya no era aquel lejano número de noviembre de 2010 sino el presente, ahora, octubre, Chile, 2019. Y toda nuestra historia, todos los conflictos que nos propusimos abordar con relativa urgencia parecieron una cuenta regresiva para este nuevo escenario. ¿Cómo podíamos leer, entonces, nuestro recorrido?
La expresión “caldo de cultivo” define justamente esta situación, pues durante décadas de perfeccionamiento del modelo neoliberal instalado en Chile y en la región, hemos visto cómo se posicionan uno a uno los elementos y factores necesarios para que este modelo se materialice aceleradamente, provocando, como un virus despiadado, consecuencias adversas que atentan contra la vida, la dignidad y la garantía de nuestros derechos. El senso metafórico de la expresión “caldo de cultivo”, no pretende discutir con algunos proyectos editoriales que hablan sobre otros medios líquidos y/o síntomas para pensar la pandemia, sino más bien pretende pensar la profundidad de la crisis en la que hemos estado siempre recluidxs y que hoy se hace cada vez más insostenible. Nos lanzamos a la tarea de revisar cada una de nuestras 30 publicaciones, pero desde este presente descentrado. ¿Qué quisimos mostrar entonces? ¿Cuánto de lo que hay en cada número sigue vigente? ¿Qué cosas han provocado una torsión tal que ya no es posible reconocerlas, reconocernos en ellas? No ha sido tarea fácil. La pandemia no sólo puso trabas dramáticas al proceso social que enfrentamos, sino también nos situó en un lugar en que el control policial y su andar criminal ha podido avanzar casi sin resistencia. Casi. De ese margen es el que queremos dar cuenta, del presente de nuestra rabia y de nuestros sueños. 30 miradas a un proceso inacabado. Cada uno de los artículos, gráficas, entrevistas y fotografías que aquí presentamos interroga cada uno de nuestros números. Desde el primero, al último, en orden cronológico de publicación. No se trata de la revisión de un pasado, sino de la actualización de nuestra memoria que es también la memoria de nuestro porvenir. Equipa Editorial Rufián Revista / ®
Rufián Revista → NÚMERO ESPECIAL 10 AÑOS → marzo 2021
CULTIVO
# 01
LA RADICALIDAD DEL CUIDADO: COEXISTENCIA E INTERDEPENDENCIA DIEZ AÑOS DESPUÉS MAG DALE NA U G ARTE Nacida en Santiago de Chile en 1981. Diseñadora, magíster en ciencia política y doctora en planificación. Actualmente vive en Toronto, Canadá, donde realiza investigación y docencia en la Escuela de Planificación Urbana y Regional de la Universidad de Ryerson, en las áreas de justicia social, teoría de la planificación, planificación comunitaria y política pública.
DIEZ AÑOS ATRÁS , fui invitada a contribuir con un artículo al primer número de Rufián Revista. El concepto a explorar era en realidad una pregunta, inspirada en Roland Barthes: ¿Cómo vivir juntos? Ocho personas fuimos convocadas a compartir ideas para responder a esta interrogante, que como bien expresó el equipo editorial, pasa “por alto la pregunta de si debemos vivir juntos para ir directo a cómo hacerlo”1. La pregunta da por sentado que la convivencia social es inescapable, por lo que lo que nos queda es buscar formas para llevar esa convivencia a cabo. Esos ocho primeros artículos examinaron tal convivencia, sus posibilidades y sus límites con ojo crítico, destacando las profundas desigualdades sociales que definen a Chile y a otros países latinoamericanos, el rol del entorno construido y los espacios públicos en facilitar o fragmentar las dinámicas sociales, el poder de las nuevas tecnologías y la transformación (¿disolución?) de la idea de comunidad, la posibilidad de convertir las subjetividades hacia futuros más solidarios y colectivos. Mucha agua ha pasado bajo el puente durante la última década. Agua que, como sugiere el título de este número de aniversario, es caldo de cultivo para nuevas dinámicas, resistencias y reflexiones, invitándonos a repensar la pregunta que dio el puntapié inicial a Rufián. En Chile, el aumento de la desigualdad, la criminalización de la protesta social y la indolencia de la clase política-económica han sido caldo de cultivo para el estallido social de octubre pasado. La violencia de género y la impunidad para quienes la cometen, han destapado con claridad el poder del heteropatriarcado y alimentado solidaridades entre mujeres y disidencias. Las recientes olas de inmigración han dado nueva visibilidad al racismo, constitutivo de la sociedad chilena tal como los pueblos indígenas y afrodescendientes han hecho ver desde siempre, pero que ahora debe ser nombrado abiertamente, pues su violencia no aguanta eufemismos. La depredación de las aguas y los territorios, así como la destrucción de comunidades enteras en las llamadas zonas de sacrificio, siempre bajo el alero del progreso económico, han confirmado que la sed de ganancias de las elites
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Editorial “La utopía y la trampa”. Rufián Revista, año 1, número 1 (2010), pp. 5-6.
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CÓMO VIVIR JUNTOS / NOVIEMBRE 2010
Quizás el recordatorio más grande que nos ha dejado la pandemia tiene que ver con la profunda interdependencia entre seres humanos y entre todas las otras formas de existencia, así como nuestra profunda vulnerabilidad.
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supera al interés por la vida y la naturaleza. Nuevos terremotos y desastres naturales nos recuerdan la fragilidad de la existencia humana. El fortalecimiento de los movimientos sociales e indígenas, como siempre, encuentra correlato en la creciente violencia estatal en respuesta a tales movilizaciones. El reciente plebiscito por una nueva constitución en Chile es a la vez un triunfo de una ciudadanía abusada, cansada y un recordatorio de que la clase política teme perder piso y poder. La pandemia del COVID-19 no ha hecho sino agudizar estas tensiones, revelando con crudeza las desigualdades a múltiples niveles, así como las prioridades que guían la política pública, tan marcadas por el control social, la vigilancia y la protección de los intereses económicos. En breve, mucho ha cambiado desde el primer número de Rufián, pero también mucho sigue igual. El contexto geopolítico y económico es el mismo que hace diez años, aunque más exacerbado y con mayor polarización. Las temáticas examinadas en ese primer número tienen la misma, si no mayor, vigencia hoy. La reflexión que hago en las siguientes páginas reformula ligeramente la pregunta original: ¿Qué significa convivir en un mundo común, cuando coexistir con otras personas es un hecho y muchas veces el cómo coexistir parece exceder las posibilidades de la agencia individual? ¿Qué aprendizajes se desprenden de los acontecimientos de los últimos diez años? Al releer el primer número de Rufián, una de las cosas que más me llamó la atención fue el uso generalizado del lenguaje masculino/no inclusivo, incluso entre personas que hoy en día nos declaramos feministas. Aunque a ciertos ojos pueda parecer una formalidad lingüística, este es sólo uno de los indicadores de lo mucho que ha ocurrido en esta década, en términos de una posible transformación crítica de la conciencia y una articulación colectiva de cara al poder jerárquico. El uso del lenguaje no inclusivo simboliza la absorción de las experiencias no masculinas bajo el alero masculino, la supresión de las formas de existir en el mundo de al menos la mitad de la población, que se intentan justificar porque es más “práctico” y “simple” utilizar el plural masculino. De acuerdo a un reciente informe de la Real Academia Española de
la Lengua2, el uso de “términos en masculino que incluyen claramente en su referencia a hombres y mujeres cuando el contexto deja suficientemente claro que ello es así, de acuerdo con la conciencia lingüística de los hispanohablantes y con la estructura gramatical y léxica de las lenguas románicas”, no sería problemático, sin importar lo que las personas incluidas opinen. Lo que esta explicación pseudo técnica deja de lado es una discusión sobre el poder, sobre la evolución histórica de esta convención del lenguaje que asume lo masculino y lo binario como natural, sobre la cuestionable autoridad de una institución que surge precisamente para velar por una visión jerárquica del poder y la producción de conocimiento. Desafiar esas premisas a través de formas alternativas de lenguaje inclusivo es, por lo tanto, un ejercicio de contestación frente a una imposición, de visibilización de las experiencias y agencias no masculinas, de cuestionamiento de las estructuras impuestas, no un mero experimento lingüístico o gramatical. Aún más importante, se trata de la reclamación de una (co)existencia que ha tratado de ser minimizada y una confrontación a los ímpetus de dominación, materializados en este caso en la primacía de un género por sobre otros. Pero ese mismo principio de dominación, tan en la onda de la Ilustración europea con sus afanes de superioridad, aplica en otras esferas. Durante la década pasada, la economía basada en el extractivismo ha llevado la depredación del medioambiente hacia nuevos límites. La arrogancia y la avaricia, que llevan a algunas personas a creer que la naturaleza es una dimensión ajena a nuestra existencia, que existe para ser explotada con fines comerciales, están detrás de la escasez hídrica en Petorca y en territorio mapuche, donde la agroindustria y los monocultivos forestales para la exportación han agotado el agua para consumo humano y para la reproducción de la vida, siempre con la venia de las instituciones y las leyes. El mismo espíritu impositivo explica el descuido por el bienestar del medioambiente y de las personas en lugares como Quintero, Ventanas o Puchuncaví, donde pueblos enteros han sido some-
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Informe de la Real Academia Española sobre el lenguaje inclusivo y cuestiones conexas. https://www.rae.es/sites/default/files/Informe_lenguaje_inclusivo.pdf
tidos a vivir en la contaminación y el peligro con tal de garantizar actividades económicas que se consideran fundamentales. Se privilegia la producción por sobre la existencia de comunidades y ecosistemas, que se entienden como prescindibles desde una óptica de mercado. Sin embargo, son estas mismas agresiones a la vida y a la dignidad de las personas las que han fortalecido las solidaridades y la movilización social, reclamando la existencia de entramados sociales y territoriales que dan el sustento a sistemas de vida. Frente al descuido de las instituciones y las autoridades que debiesen velar por el bien común, los territorios se organizan y rearticulan, generando respuestas locales. Es así como se han establecido redes de distribución gratuita de agua en zonas en sequía como Petorca, lideradas por ONGs y organizaciones de base. O barreras sanitarias lideradas por comunidades mapuche y asociaciones civiles en Tirua, como medida para detener el avance del COVID. O la paralización, por la vía de los hechos, de centrales hidroeléctricas y otros proyectos extractivos en territorio mapuche, que amenazan el equilibrio ecosistémico y la subsistencia de las comunidades aledañas. Todos estos procesos sacan a la luz una profunda tensión entre formas de existencia que parecen apuntar en distintas direcciones, así como los impulsos de dominación que privilegian ciertas existencias por sobre otras. La pandemia este año 2020 ha visibilizado aún más estas tensiones. En un escenario de vida o muerte, ciertas vidas parecen ser prioritarias, especialmente cuando los sistemas de bienestar social no dan el ancho para garantizar la salud y la estabilidad económica de todas las personas. La llamada crisis de los cuidados, que la economía feminista ha denunciado desde hace tiempo, ha salido más a la luz. El énfasis de la política pública en asegurar la producción en la economía de mercado, ha dejado de lado la esfera de la reproducción de la vida, sin la cual el sistema económico no puede existir. Se ha desplazado la responsabilidad de las tareas que permiten el mantenimiento de la vida cotidiana al ámbito privado, con estados que limitan su acción y hacen poco más que corregir las imperfecciones del mercado. En este proceso, amplios sectores de la población ven limitada su posibilidad de cuidarse, cuidar y ser cuidados.
Pero no se trata sólo de las formas más evidentes de cuidado (y por lo tanto de descuido), aquellas relacionadas con el trabajo doméstico no remunerado generalmente femenino, la crianza, el cuidado de las personas mayores y enfermas. Aunque quizás menos consideradas, se trata también de cuidar las relaciones con el entorno del que somos parte y que sostiene nuestra existencia, con las aguas y los territorios, con todas las formas de vida, humana y no humana. La crisis sanitaria y sus efectos en la salud, la precariedad laboral y económica, la movilidad, el acceso a servicios y la posibilidad de acceder a los elementos básicos para la subsistencia en un estado de excepción, ha visibilizado que nadie es totalmente autosuficiente, que nadie puede salvarse sin redes de apoyo, que la soberanía alimentaria es un imperativo, que la solidaridad y la cooperación al margen del mercado siempre han sido indispensables. Quizás el recordatorio más grande que nos ha dejado la pandemia tiene que ver con la profunda interdependencia entre seres humanos y entre todas las otras formas de existencia, así como nuestra profunda vulnerabilidad. A la pregunta de cómo convivir en un mundo de existencias en supuesta tensión, quisiera responder aferrándome al trabajo de las numerosas feministas, colectivos y comunidades que priorizan la protección y la reproducción de la vida en todas sus formas, insistiendo en la necesidad de poner al centro de nuestro actuar una ética del cuidado, en su sentido más amplio, que reconozca esa interdependencia como un valor esencial. Estos últimos diez años han sido caldo de cultivo para la precarización de la vida social y ecológica en muchas esferas, al menos en Chile. Pero tal vez también estén siendo caldo de cultivo para el fortalecimiento de nuevas formas de entender el poder del trabajo conjunto y la fragilidad de los equilibrios naturales. Quizás la única manera de vivir colectivamente sea el cuidar(nos) con la mayor convicción posible, ya que de ello dependemos. ®
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# 02 12
CURRÍCULUM DE GÉNERO Y EDUCACIÓN NO SEXISTA CAM IL A AR E NAS CAS TILLO Feminista. Profesora y magíster en filosofía.
LEY DE EDUCACIÓN SEXUAL Y AFECTIVA En octubre del 2020 la Cámara de Diputadas y Diputados rechazó el proyecto de ley que establecía normas generales en materia de educación sobre afectividad, sexualidad y género1, para los establecimientos educacionales reconocidos por el Estado. La falta de quórum constitucional de 89 votos afirmativos, puso en archivo este marco basado en un Derecho Humano, cuya titularidad tienen les niñes y adolescentes. El derecho a una educación sexual está incluído en el Derecho a la Educación, siendo además, según estándares internacionales2, condición para que otros derechos sean ejercidos: derecho a la salud, a la no discriminación, a la información, a una vida libre de violencia sexual y de género. Así, una vez más el Estado chileno, que está comprometido a proteger, garantizar y promover el ejercicio pleno de dichas garantías, pegó un portazo al desarrollo integral de les más jóvenes de la sociedad.
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Iniciativa presentada por la Diputada Camila Rojas el año 2019 y despachada a sala en septiembre del 2020. https://www.camara.cl/ verDoc.aspxprmTipo=SIAL&prmID=50620&formato=p
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Para la UNESCO en sus Directrices Internacionales para la Educación, la Ciencia y la Cultura, del año 2018, la educación integral en sexualidad es “un proceso que se basa en un currículo para enseñar y aprender acerca de los aspectos cognitivos, emocionales, físicos y sociales de la sexualidad. Su objetivo es preparar a niños, niñas y jóvenes con conocimientos, habilidades, actitudes y valores que los empoderarán para: realizar su salud, bienestar y dignidad; desarrollar relaciones sociales y sexuales respetuosas; considerar cómo sus relaciones afectan su propio bienestar y el de los demás; y entender cuáles son sus derechos a lo largo de la vida y asegurarse de protegerlos”.
El proyecto, basado en leyes similares como el de Educación Sexual Integral (ESI)3 vigente en Argentina desde el 2006, cambia la perspectiva y el foco desde el que se piensa lo que en nuestro país se denomina “educación sexual”. Lo anterior, toda vez que busca, por una parte, disponer el currículum desde una perspectiva laica, crítica y libre de sexismo, además de trasladar su regulación desde lo sanitario a lo educativo. Este último asunto es fundamental para comprender el fracaso de la educación chilena en términos de prevención de abusos sexuales, embarazos no planificados, enfermedades de transmisión sexual, trastornos alimenticios, erradicación de la violencia de género, entre otras problemáticas, cuyos índices hoy son altísimos. Y es que cuando se ha pensado la sexualidad solo desde lo reproductivo, se perpetúa una lógica en la que únicamente educamos a quienes comienzan a menstruar y a eyacular. Peor todavía, lo hacemos desde una visión en salud que excluye lo afectivo y que se reduce al periodo en el que biológicamente emergen dichos fenómenos asociados a la fertilidad4. La afectividad y la sexualidad son parte de la vida desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte, por lo que el rechazado proyecto proponía impartir formación a su respecto, desde la educación parvularia hasta la superior. Lo que significaba, concretamente, integrar esta perspectiva en todos los ciclos educativos a través de los contenidos mínimos de los lineamientos curriculares. Ello, valiéndose de programas de estudios obligatorios en conformidad a objetivos, métodos, propuestas de gestión y material didáctico dispuesto por el MINEDUC. Otorgando a los establecimientos dedicados a educar, la posibilidad de crear metodologías propias con la única limitación de que éstas se ajustaran a la ley y a las bases curriculares, desde una visión que no negara la noción de que la sexualidad y la afectividad son un continuo en la vida humana. Entre las indicaciones más relevantes y transformadoras este proyecto entregaba a la Superintendencia de Educación la potestad de sancionar 3
En este sitio https://www.argentina.gob.ar/educacion/esi encontrarán la historia de ley, su marco normativo y jurisdicciones. Además de recursos de aula, disponibles para docentes.
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De manera optativa para los establecimientos educacionales entre 5º y 7º año básico. Y de carácter obligatorio en Iº año medio.
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JUSTO ANTES DEL FUTURO IMPERFECTO / ENERO 2011
EXTENDER EL ORIGEN de las relaciones sociales de dominación y evidenciar que el carácter del concepto de liberación social y política hegemónica de las izquierdas es al menos mezquino, ha sido labor también de las profesoras feministas. En este empeño, hemos puesto a disposición de la comunidad educativa variados entramados conceptuales, resignificando nociones, categorías y modelos explicativos en busca de desnaturalizar la dominancia patriarcal y la reproducción de ésta en la educación.
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el incumplimiento de la normativa. Además, incorporaba una modificación al estatuto de los profesionales de la educación, para establecer la obligatoriedad de las universidades de incluir en la malla curricular, la asignatura de Educación Integral en Sexualidad y Afectividad. Lo que se fortalecía con la derogación del inciso que fija normas sobre información orientación y prestaciones en materia de fertilidad, para crear un nuevo cuerpo legal, desde el ámbito de la educación y ya no desde una perspectiva meramente sanitaria. Es decir, el proyecto establecía tres de las máximas que las educadoras feministas venimos levantando por décadas: 1. posibilidades de fiscalización y por lo tanto, reconocimiento de la necesidad de atender y modificar la noción de educación sexual, 2. formación docente inicial y obligatoria en esta materia, 3. llevar al plano de lo educativo lo referente a sexualidad y afectos.
CURRICULUM DE GÉNERO Y EDUCACIÓN SEXISTA Cuando las docentes hablamos de educación feminista, nos referimos a una que pone a la perspectiva de género5 como centro de análisis e intervención. Esto significa ir más allá de la equidad y reconocer en las prácticas pedagógicas, en lo que entenderemos como aprendizajes y procesos educativos, un sistema de desigualdad y discriminación por sexo. Lo anterior tiene como horizonte político una pedagogía que desnaturalice los sesgos y estereotipos propios de un modelo binario y heterosexual. Se trata de indagar en los mecanismos y consecuencias de esta estructura, pero sobre todo de transformar las nociones que nos impone, superando con herramientas propias de la educación la herencia sexista de la misma.
5 Categoría analítica que toma los estudios que surgen desde las diferentes vertientes académicas de los feminismos para, desde esa plataforma teórica, cuestionar los estereotipos y elaborar nuevos contenidos que permitan incidir en el imaginario colectivo de una sociedad al servicio de la igualdad y la equidad. En palabras de María Florencia Cemona, en el Seminario Interdisciplinario Comunicación y Género: “Es una oposición política para develar la posición de desigualdad y subordinación de las mujeres en relación a los varones. Pero también una perspectiva que permite ver y denunciar los modos de construir y pensar las identidades sexuales desde una concepción de heterosexualidad normativa y obligatoria que excluye”. UNICEF, Argentina, 2017.
La ola feminista del 2018 en Chile tuvo entre sus primeras demandas poner fin a la educación sexista. La toma de la Facultad de Humanidades de la Universidad Austral, en Valdivia, fue la primera de muchas en las que se denunciaba la naturalización de la violencia de género en los centros de estudio. No obstante, poco se sabía del contenido de dicha demanda. Muchas docentes feministas, algunas de nosotras todavía en formación, habíamos iniciado un camino diez años antes, para comprender y visibilizar esta realidad. No estábamos dispuestas a repetir en las aulas aquello que sabíamos, era uno de los motores más fuertes de reproducción del patriarcado: la estructura sexista de la educación. Esta estructura se dispone como un orden político y simbólico, que hace de escenario de las inequidades, brechas y desigualdades entre hombres, mujeres e identidades LGBTI+. Desde él se configuran relatos de la realidad y sentidos comunes que ponen a un sexo en desmedro de otro, y que articuladas en un conjunto de ideologías y prácticas, se constituyen como una norma genuina. El contenido del mandato de esta norma, es la superioridad de lo masculino en relación a lo femenino. Haciendo de soporte de los privilegios que se expresan en espacios educativos y sociales, a favor de los varones. La experiencia educativa para mujeres y disidencias, entonces, en el mejor de los casos, está cruzada por nociones formales de equidad e integración, pero principalmente por comprensiones negativas de lo que significa ser lo otro u opuesto a lo masculino. Esto a la base de múltiples modelos estáticos, que se encargan de definir desde lo corporal hasta lo actitudinal, en una balanza que premia o castiga según su ajuste al molde. Lo anterior, reviste una escena de doble discriminación, pues quienes se alejan de los cánones de lo dispuesto como normal, padecen exclusión y violencia, asimismo como quienes sí se acercan o cumplen, son objeto de esta estandarización que les dispone como naturalmente inferiores. Lo que evidentemente no sólo tiene un impacto en su trayectoria educativa, sino fundamentalmente en la construcción de su subjetividad. En esta búsqueda y gracias a la trayectoria feminista de académicas y docentes de todo el mundo, cuyas investigaciones y reflexiones recopilamos y estudiamos, fuimos desmontando algunos supuestos que no ayudaban a evidenciar la gravedad del estado arte. Un ejemplo importante es lo que refiere a la educación mixta. Esta se ha posicionado como un paso significativo en igualdad de oportunidades, y aunque sin duda los establecimientos segregados por sexo sustentan en su forma una educación sexista explícita, aquellos que juntan en aulas a hombres y mujeres, no dan garantía de un fondo diferente. Para empezar a terminar con la jerarquía de lo masculino sobre lo femenino en espacios educativos, debe atacarse la
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FEMINISMO, EDUCACIÓN Y DEMOCRACIA RADICAL Cuando algunas de nosotras, profesoras jóvenes, nos atrevimos a llevar a las comunidades educativas un discurso feminista, no fuimos capaces de llamarle educación feminista al contenido de los talleres o charlas que ofrecíamos. Y no nos culpo. Hace diez años, para que nadie arrugara la nariz o de plano nos negara la posibilidad de explicar, le llamamos educación no sexista a todo lo que queríamos denunciar, evidenciar y corregir. Ha pasado el tiempo y hoy, por ejemplo, la evaluación docente incluye entre sus requerimientos al enfoque de género. Sin embargo, aún el profesorado no tiene las herramientas para responder más allá de lo formal. No es sólo el currículum, es su dimensión oculta, el carácter de la institución educativa, el abandono del Colegio de Profesores a su departamento de género, los ministros ingenieros comerciales, la representante del mal llamado bus de la libertad, exponiendo en la comisión de educación, entre otros muchos ejemplos. Todos eso sí, al amparo de la legitimidad que nos ha puesto como agentes de nuestra dominación, que históricamente nos ha privado de la deliberación y cuya hegemonía sobrevive a nuestra costa: el patriarcado. El arribo a las aulas de una educación integral en sexualidad y afectos no logrará superar esta estructura, pero sí transformaría el escenario en el que daríamos la lucha para ello. La interpelación a las formas dominantes de producción de saberes y a sus usos dirigidos al control social, político y económico, son urgentes para avanzar a una sociedad radicalmente democrática. De eso se tratan en parte los feminismos, de una ética del cuidado que se aprende y que por lo tanto, se puede enseñar. Y esa es también nuestra apuesta, que la educación abra caminos colectivos de emancipación y que de ellos, se extiendan puentes para cambiar el mundo. ®
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DUCACIÓN NO SEXIST
desigualdad que existe entre ambos sexos. Esto va más allá del acceso, se trata de integrar a mujeres, hombres e identidades no binarias y fluidas en procesos y experiencias de aprendizaje inclusivas. Y ello, debe llevarse a cabo desde el contenido a las prácticas pedagógicas. Lo que a su vez implica dar cuenta con claridad del carácter arbitrario del sistema sexo-género: empalmar la realidad biológica con las características asignadas a los géneros, sostiene la estructura de poder y violencia patriarcal. Pudimos reparar entonces, en aquello que se enseña. La realidad curricular de la educación chilena está fuertemente teñida por las imposiciones del sistema sexo-género. Esto significa que presenta a lo diverso y no binario como anomalías, además de establecer un régimen que invisibiliza, epistemológicamente, los aportes al conocimiento que no han sido desarrollados por hombres. El género es entonces siempre un factor de desigualdad y todos los articulados curriculares son portadores de dicha discriminación. Por eso desde la pedagogía feminista se habla de currículum de género para referirse a cualquier plan de estudios o proyecto educativo, que determine objetivos y una secuencia de realización progresiva en dificultad. Lo que se juega en esta noción es la constatación y denuncia, de que existe un lugar subjetivo diferenciado por sexo para que conozcamos y aprendamos, y que él determina qué y cómo conocemos y aprendemos. El currículum no es neutral, pues se esgrime desde una configuración que no mira críticamente las relaciones de poder que permite y muchas veces genera. Si bien desde los 2000 en Chile, se pasó de tener un currículum basado únicamente en contenido, a uno centrado en habilidades, esta transformación no permeó el sexismo presente en él. Las profesoras feministas asumimos entonces, que este campo es también un lugar en disputa. En este sentido, así como diseñamos material alternativo para sortear la ausencia total de recursos no sexistas, también somos parte activa de las discusiones y elaboraciones curriculares, en pos de convertir esta herramienta educativa, en un agente de transformaciones. Y es que más allá de la cultura de la evaluación, la estandarización y la competencia, nuestra lucha sigue orientada a la construcción de una educación que esté a disposición de la felicidad de quienes aprenden.
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NO ME LLAMO CUMBIA, ME LLAMO HORROR …Y SOY LA REINA POR DONDE VOY. «C
Ú R S U L A O C H OA
DE BRIBONES & ESMERALDAS / MARZO 2011
Medellín, 1987. Maestra en Artes Plásticas. Candidata a magíster en Estética de la Universidad Nacional de Colombia; se desempeñó como crítica de arte en el periódico El Mundo y actualmente escribe para diferentes revistas y medios de arte y cultura.
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CUANDO ME PROPUSIERON escribir sobre la tercera edición de esta publicación, una edición dedicada a Colombia, me tomé unos días para pensarlo. En primer lugar, porque la escritura sobre temas de carácter político e ideológico me ha causado, francamente, algo de tedio; y, segundo, porque vivo en un país que más allá de la belleza casi sublime que tiene nuestro paisaje con sus ríos, flora y fauna, es un país que está podrido hasta la médula como consecuencia de la corrupción que ha imperado y que impera en todos sus gobiernos. Quizás con algo de fundamento me atrevo a señalar en mi defensa, que ese dejar de lado todo tema sobre política, también se correspondía a tener una posición política per se. Sin embargo, por el peso mismo que me hace ser una ciudadana “paisa”, nacida nada menos que en Medellín, el lugar de origen de los dos patrones más sanguinarios y corruptos del país, el mal colombiano Pablo Escobar y el “gran” colombiano Álvaro Uribe, se me ha vuelto casi imposible no vivir en mi propia carne muchos de los terrores y las injusticias que este país ha padecido gracias a estos y otros infames personajes. Así las cosas y para sumarle razones a mi descontento, nací justo
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en un municipio donde la violencia arrasa más vidas que esta llamada pandemia que estamos resistiendo a nivel mundial, pero con un nombre que no hace honor a sus desgracias. Vivo en el municipio de “Bello”, y quiera o no, esa malograda realidad me trastoca. Por una parte, esto me ha recordado la pregunta de Tino López: ¿De qué nos ha servido este relato, si no es únicamente para crear una callosidad en el espíritu que nos ha hecho indiferentes e incólumes frente al dolor y la tragedia? Quizás y con razón, conforme con el nombre que le han dado a la actual entrega de la revista, Colombia, un país donde la gente siempre intenta estar alegre, el país que tiene un carnaval distinto prácticamente cada mes, bautizado como uno de los países más felices del mundo, es un caldo de cultivo para toda clase de políticos carroñeros y alimañas corrompidas que se encuentran ocupando los cargos más altos del poder. Sobre lo anterior, supongo que debería dejar de lado todas estas lamentaciones y sacar a flote nuestro potencial cultural, como bien se hizo en textos como Yo me llamo Cumbia o the white man´s Cumbia. Sin embargo, justo en estos momentos de
L VA L O D N A FERN
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la perve e u rsión d e creer q no es matar , si no q ue se diga»
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nuestra historia, cuando aún tenemos “el hábito pernicioso de no llamar las cosas por su nombre”, tal y como lo señala Oscar Estévez en su texto, voy a dejar de lado todo lo bueno y bello que hay en este país; nuestra polifacética cultura con sus fiestas, carnavales, gastronomía, la calidez de algunas personas en ciertas ciudades, el perrenque1 que tiene la gente que cada día intenta sobrevivir con sus pequeñas ventas deambulantes, para desahogar un tanto más la impotencia que me genera presenciar toda clase de injusticias, atropellos contra el pueblo, engaños, hipocresías por parte de los medio de comunicación que responden a intereses deshonestos, robo y desempleo, hambre, angustia y desesperación, sumado a todos los asesinatos a líderes sociales que desde que comenzó el actual gobierno del supuesto presidente Iván Duque, no cesan ni de día ni de noche, y como ciudadana no poder hacer nada. Colombia es un país colapsado, estamos en el borde y ni siquiera parece el borde de un abismo, es algo mucho peor. Colombia ya no se llama Cumbia, ahora se llama “Horror”. “Esa mezcla, el colombiano, salvajemente ha sabido hacer con lo que le ha tocado y ha hecho de la violencia en su historia canto, canción y baile”. Pa, pa, paz pide la gente/ Pa, pa, paz pide la gente Las escopetas, también dicen. Verny Varela, Exilio. Así comenzaba su artículo Alexander Cruz, y es que el derramamiento de sangre es inminente; las escopetas son las que más está hablando a pesar de que el acuerdo de paz fue firmado con las Farc en el año 2016 prometiendo aminorar los estragos de violencia; sin embargo, al gobierno actual del intento de presidente Iván Duque, no parece importarle la sangre inocente, como tampoco le importó a su patrón, el delincuente a voces, el expresidente, exalcalde, exsenador y ahora presidiario Álvaro Uribe, quien en su cinismo ilustrado se ufanó en su momento de vociferar que la “seguridad” había vuelto a levantar los ánimos de nuestra nación. Una seguridad que se basó en matar a campesinos inocentes
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La palabra perrenque hace parte de la etimología popular y es utilizada en algunas regiones de Colombia para designar fuerza, energía, valor, calidad y esfuerzo.
mal llamados guerrilleros, con el fin de subir sus cifras para mostrar unos infames resultados. “Después del acuerdo de paz, el 52% de los líderes sociales fueron asesinados en este Gobierno”2. En la actualidad, las autoridades locales y oenegés han alertado sobre un deterioro de la seguridad y los crímenes ocurridos, muchos de ellos rodeados de impunidad y silencio. “Volvió el horror: 43 masacres en Colombia en lo que va de 2020”, es el titular de una reciente nota para el periódico El Espectador3, en siete meses y medio ya se contabilizan 181 víctimas mortales por cuenta de estos crímenes. El 72% ocurrió en los cinco departamentos que presentan el mayor número de asesinatos de líderes sociales, entre ellos Nariño, Cauca y Antioquia.
LOS MERCADOS DE LA CORRUPCIÓN Como bien lo señaló Fernando Carreño en su artículo, gran parte de las atrocidades que hemos padecido se debe a lo que el señaló como “La cultura del vivo”, que no es otra cosa que ser una persona ventajosa “es decir, aplicar una astucia sin escrúpulos; ser el ejemplo vivo de aquel principio maquiavélico de “el fin justifica los medios”. Por su parte, Carreño hacía un llamado a la revisión de los valores individuales en cada colombiano como una forma de entender por qué desde la infancia, pretendemos obtener ventaja de todo y de todos. En el terreno de los manejos de dineros por parte de los políticos colombianos, hacerse los vivos es lo que ha determinado un camino lleno robo, soborno y miseria para los habitantes de cada rincón del país. Así las cosas, como si fuera poco el colapso nacional que estamos viviendo por los ríos de sangre en los que estamos ahogándonos, durante la pandemia, los buitres carroñeros no han dejado pasar la oportunidad de lucrarse a costa de las supuestas ayudas que se han debido brindar a las poblaciones más vulnerables. El 8 de abril la Contraloría General de la República, alertó sobre presuntos sobrecostos en mercados que hacían parte de ayudas humanitarias para las poblaciones más vulnerables y en la compra de elementos de protección. Luego de revisar 5.198 contratos públicos en todo el país, la Contraloría halló, por ejemplo, que diferentes alcaldías pagaron de más por ciertos alimentos. “También encontraron que en Ocaña (Norte de Santander), Medellín, Mapiripán (Meta) y Mitú (Vaupés) incurrieron en sobrecostos al momento de comprar gel antibacte-
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https://www.elespectador.com/colombia2020/pais/despues-delacuerdo-de-paz-el-52-de-los-lideres-sociales-fueron-asesinadosen-este-gobierno/
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https://www.elespectador.com/colombia2020/pais/volvio-el-horror-43-masacres-en-colombia-en-lo-que-va-de-2020/
Para ser bastante franca, no puedo estar muy 19 segura sobre si las palabras escritas aquí puedan cumplir con el cometido de mi encomienda; de lo que sí puedo apersonarme, es de que no he podido hacerme “de la vista gorda”4 frente a las brutalidades que está padeciendo mi país por causa de unos pocos y con el permiso de muchos otros. Finalizaré entonces estas palabras con el epígrafe del texto de Tino López:
“Existen muchas maneras de pensarnos e identificarnos como sociedades e individuos, cada quien puede elegir el relato que a su juicio es el más coherente para su tiempo”. ® 4
Expresión que suele utilizarse para referirse a aquel que finge no ver algo que está pasando justo frente sus ojos, con el fin de evadir responsabilidades o no hacerse cargo.
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rial. Y en Yopal (Casanare) se halló un pago de más en camillas hospitalarias. La corrupción no se confina ni en una emergencia como la del Covid-19”, narraba la noticia publicada en la plataforma informativa Pacifista el 1 de mayo. Como bien lo mencionó Carreño: “Es como si muchos de los colombianos tuviéramos una mentalidad de ladrón que refleja las intenciones de todo aquel que nos rodea”. De las alcaldías de Guaduas, Sincelejo, Malambo, Coveñas, Acacias, Barrancabermeja, Ocaña, Medellín, Mapiripán, Mitú y Yopal por mencionar algunos, se reportaron sobrecostos de cifras escandalosas; EL TIEMPO logró establecer que fue capturado el alcalde de Guaduas en Cundinamarca, a quien le habían abierto una indagación por un contrato firmado el 27 de marzo, por 310 millones de pesos. De acuerdo con las investigaciones, el contrato tendría un sobrecosto del 60,31 por ciento; las ayudas como mercados y productos de aseo fueron presentadas por un valor de 108.894 pesos, pero la Procuraduría verificó los valores y el costo real sería de 67.928 pesos; es decir que hubo un sobrecosto de 40.966 pesos. En Tocancipá, un pueblo cundinamarqués cercano a Bogotá, se halló un posible sobrecosto del 99 por ciento en los mercados que compró la Alcaldía. ***
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HASTA QUE LA EMPATÍA SE HAGA COSTUMBRE M O NTS E RR AT CAS TRO
UN NUEVO MANUAL PARA LA MORAL Y LAS BUENAS COSTUMBRES / MAYO 2011
Abogada de la Universidad de Chile y estudiante del magíster de Políticas Públicas de la misma casa de estudios.
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Hemos olvidado que el otro, el que está a mi lado, merece el mismo respeto y empatía que yo. El 18/10 y el Covid-19 nos han demostrado que estamos lejos de ser una sociedad solidaria donde nos cuidamos entre todos. Los débiles no tienen opción de prolongar su vida, los gordos han de sufrir hambre, las eternas nanas sin nombre, desechadas en pro de la economía familar, la pureza del aire y nuestra responsabilidad sobre ella. En esta columna se busca demostrar a través de situaciones cotidanas la falta de empatía con que nos relacionamos como sociedad.
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EL PAÍS se encuentra en medio de una pandemia y ad-portas de una nueva Constitución gestada desde la calle. Desde ahí se clama por un nuevo trato que se traduce en la consigna “hasta que la dignidad se haga costumbre” o hasta que tengamos la costumbre de tratarnos con dignidad. La miseria de los pensionados, el sistema de salud, el endeudamiento, la educación de mercado, la segregación urbana y otras, terminaron asfixiando a la ciudadanía. Sin perjuicio de ello, una serie de “anécdotas” previas al 18/10 parecen haber quedado en la memoria colectiva de los chilenos y dan cuenta de otro síntoma de nuestra sociedad: la falta de empatía entre nosotros. Los 30 pesos del alza en el precio del metro y el llamado a levantarse más temprano del Ministro de Economía, la invitación a salir a comprar flores del Ministro de Hacienda y el Presidente comiendo pizza en un restaurant de Vitacura. La explicación de los ministros giró entre una broma mal entendida y no haber dicho lo que efectivamente dijeron. El Presidente no dijo nada. Estás situaciones que tanto nos indignan ¿son exclusivas del trato que las autoridades tienen con los ciudadanos o es más bien son un trato generalizado entre nosotros? Una ley para obligar a los restaurantes a ofrecer agua sin costo, ordenanzas municipales para prohibir que las personas fumen en parques (lugar de paseo para niños y la tercera edad), peleas diarias entre conductores y ciclistas por el uso de las calles, el uso recurrente de la palabra “nana, mi nana” eliminando con ello la identidad de la persona, la burla hacia personas con sobrepeso que demandan mayor ayuda del Estado frente a la crisis, menoscaban, ubican a quien están dirigidas en una situación de inferioridad como sujetos sin derecho a que se tenga consideración hacia ellos. A través de una serie de situaciones cotidianas, que en sí mismas no conllevan una sanción, esta columna pretende dar cuenta de una falta de empatía hacia el otro –ese trato abusivo de la autoridad que tanto nos indigna– también ha permeado nuestras relaciones sociales, a pesar de que públicamente los criterios han cambiados y cada día somos más conscientes de que el respeto por el otro exige también acciones positivas de nuestra parte. Además de un nuevo pacto social, necesitamos un nuevo trato que vaya más allá de las pautas de buena conducta, un trato basado en entender al otro desde su punto de vista en vez del propio. ¿Será que tantas décadas de capitalismo se han llevado la capacidad de empatizar o la han dejado bien oculta para que no la podamos encontrar?
NO HAY LUGAR PARA LOS DÉBILES O NO HAY CAMAS PARA PACIENTES CON ENFERMEDADES DE BASE “Se murieron los que se tenían que morir. En este hospital nadie se quedó sin cama.” Con esta frase un médico urgenciólogo de un hospital periférico de la Región Metropolitana se refirió a la situación sanitaria Covid19, descartando de plano un colapso en el sistema de salud. Su afirmación se apoya en que el número de fallecidos producto del virus se conforma en su mayoría por personas con enfermedades previas y viejos, es decir, la pandemia ha matado a los débiles y esos son los que debían morir. Esto se repite en forma recurrente en el reporte de la autoridad al hacer referencia al número de fallecidos con una enfermedad de base, atribuyendo su muerte a la enfermedad previa y no al virus recién adquirido. Tal acotación es pertinente para cualquier sujeto, independiente de su edad. Cabe recordar que en el caso del primer menor de edad muerto por Covid19, el Ministro de Salud no dudó en enumerar la lista de enfermedades de base que tenía el niño e incluso indicó el tiempo que el menor estuvo hospitalizado durante su vida. ¿Cuál es el mensaje que quería enviar el Ministro? ¿Era acaso un paciente que estaba destinado a morir? Nos enfrentamos a enormes dificultades, inesperadas para todos pero ¿es necesario que nos presenten una excusa para parecer competentes frente a la tragedia? ¿Se ha considerado la situación de los cercanos de esos pacientes? ¿Deben ellos aceptar que sus familiares y amigos murieron porque estaban enfermos con anterioridad? ¿No es acaso todo lo contrario y es deber de la autoridad proteger a los más débiles? En efecto, esa es la razón que subyace a los programas de vacunación, alimentación y salud: se protege primero a los de mayor riesgo. Por otra parte, los periodistas preguntan insistentemente sobre la existencia de enfermedades de base y ante la respuesta afirmativa, dirigen su inquietud a otras áreas. Resulta cada vez más doloroso y cruel continuar preguntando si tenía una enfermedad de base, en una fase en la que si de algo tenemos claridad es que todos somos posibles víctimas.
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EL ÍTEM NANA “Yo hace rato que quiero disminuir ese ítem, pero le tengo cariño después de quince años.” Así contestaba una twittera al comentario sobre lo beneficioso que había resultado la pandemia al permitirnos prescindir de las nanas sustituyéndolas por robots cuyo precio bordea uno o dos meses de sueldo mínimo. Pareciera ser que este país no logra avanzar en el respeto y reconocimiento por la labor de las trabajadoras de casa particular. Según datos de SINTRACAPCHILE a doce mil trabajadoras se les ha congelado su contrato de trabajo producto de la pandemia. A otras se les ha reducido la jornada laboral y con ello su sueldo, debiendo permanecer en casa para evitar el contagio. Situación que ellas describen como una cuarentena interminable. El servicio doméstico parece estar condenado a ser el resabio de una era de servilismo y abuso hacia los trabajadores, confundiéndose muchas veces situaciones de afecto entre empleador y trabajadora con sus legítimos derechos laborales. Públicamente, en reuniones sociales, es común escuchar a unas agobiadas madres hablar de “la nana”. Interminables conversaciones sobre lo buena que me salió mi nana, e incluso, en grupos de WhatsApp, se ofrecen y solicitan “nanas de confianza”, cual corredor de propiedades. Por otro lado, la nana es declarada públicamente como miembro de la familia, pero en época de vacas flacas es la primera que sale volando de casa, sin otra explicación que la situación económica de la familia. Lo que resulta más sorprenderte de esta situación es que la relación que existe con la trabajadora de casa particular es algo que en general se produce entre mujeres. En los hogares con presencia masculina, estos no hablan de la nana, salvo que ocurra un hecho que por su gravedad requiera de su participación. Es asunto entre mujeres, donde se permite que mujeres abusen de otras mujeres.
Quisiera detenerme en este punto porque si algo nos ha evidenciado la pandemia es que, para las mujeres a cargo de un niño, niña o enfermo, existe una absoluta dependencia hacia esa persona que suple las labores de cuidado en el hogar. Para muchas mujeres su desarrollo profesional y económico está condicionado por la presencia de otra mujer que ocupe su lugar. No pretendo en ningún caso desatender el rol masculino en esta situación, pero quisiera detenerme en la falta de sororidad en estas relaciones. ¿Por qué rompemos la red de protección que opera entre las mujeres cuando hablamos de las trabajadoras de casa particular? Las amigas nos cuidamos, las hermanas, madres, colegas nos protegemos especialmente cuando una esta criando o cuidando, pero esta red pareciera que no alcanza a las trabajadoras de casa particular.
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Invierno del año 2015, se juega la Copa América y el Intendente de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, planteó prohibir los asados en los días en que jugaba la selección Nacional. Los registros indicaban que en estos días los índices de calidad del aire empeoraban significativamente, habiéndose reportado cuatro emergencias sanitarias en la Región Metropolitana. “Pelotudo”, debe haber sido uno de los insultos más suaves que recibió. Una tanda de reportajes avivó la discusión donde unos entusiastas fans alegaban que el asado es cercano a una tradición nacional, que el fútbol no es fútbol sin asado, que el Intendente no entiende de fútbol y no sabe lo que significa para el pueblo ver jugar a su selección. Asimismo, los alegatos se centraron en que la contaminación la generan los autos y las empresas y son las personas las que terminan pagando los platos rotos. Para abordar este punto me permito hacer referencia a tres aspectos: El consumo de leña es un asunto de política pública porque afecta la calidad del aire que respiramos. El fútbol genera felicidad a las personas y todos deberían poder vibrar viendo a su equipo. ¿Existe realmente una relación entre parrilla y fútbol en el sentido que prohibir una hace imposible el disfrute de la otra? Primero, existe un problema de calidad del aire en prácticamente todas las grandes ciudades de Chile. En el Gran Santiago están prohibidos los artefactos a leña. La leña es un problema, se consume mucha leña, lo que aumenta el riesgo de muertes prematuras en niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas. Segundo, el fútbol genera un sentimiento apasionado de los fans por su equipo. No será esta columna la que pretenda cuestionar los dogmas de esa religión sin ateos (Galeano). Sin embargo, ¿existe algún nexo entre esa pasión y la necesidad de
prender una parrilla? Somos incapaces de modificar un hábito a sabiendas de que resulta perjudicial para nuestra salud y la de los demás. Durante los últimos años la autoridad ha dejado de hacer campañas informativas sobre el correcto uso de la leña porque ya se ha logrado concientizar a las personas sobre lo perjudicial para la salud que resulta su uso. No obstante, si preguntamos sobre la conveniencia de prohibir los asados en días de clásicos, la respuesta será que la autoridad fiscalice otras fuentes de emisión. ¿Será que, sencillamente, el hecho que otras conductas dañinas sean toleradas nos exime de responsabilidad frente a un problema que nos afecta a todos? La insistencia en seguir prendiendo fuego y continuar arrojando a la parrilla alimentos de una de las industrias más contaminantes del mundo cada día, resulta simplemente inaceptable en una ciudad como Santiago, más aún en época estival. Tendrán los fanáticos que comprender que las ansias de derrotar a su oponente no se avivan con la grasa encendiendo unas brasas humeantes, que los únicos derrotados terminan siendo los pacientes que a los días siguientes llenan las salas de esperas de los SAPUS con complicaciones respiratorias. Por medios de estas tres situaciones tan disímiles entre sí quisiera dejar en evidencia como elemento común la falta de empatía presente en la forma que nos relacionamos. Hasta que la dignidad se haga costumbre debiese ser un mandato para repensar, también, nuestras relaciones horizontales e introducir empatía en la forma en que nos tratamos, ese sentimiento que al final del día permite que las personas se ayuden entre sí. ®
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EL FÚTBOL, EL ASADO, LA CALIDAD DEL AIRE
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ASALTO
Las ilustraciones de este artículo son la respuesta a una convocatoria realizada por Rufián Revista en el marco de esta edición especial.
A MANO ARMADA / JULIO 2011
En junio del año 2011 nos propusimos armar una cartografía de la realidad de América Latina. 24 ilustradadorxs y dibujantes se lanzaron a la tarea de describir el mapa crítico de nuestros países. Represión, desigualdad, discriminación, impunidad. Pobreza e injusticia, violencia y extractivismo. Mientras se celebraban bicentenarios en toda la región, con esa publicación nos alejamos de las postales turísticas para, lápices en mano, interrogar al poder. El resultado tanto hace 10 años como hoy resulta similar. Un paseo por América Latina no muestra un paisaje plácido. Se parece más a un asalto. Y uno a mano armada.
Imagen:
Lucia y O
scura
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Prohibido Lanzar Personas / CatAna / @c_a_t_a_n_a_
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Cassia Ávalos
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Heath death / Dušan Vlahovi / http_dusanvf.com
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Ciudadano 0 / Fernanda Saavedra / @estudiomfs
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Isadora Sufrasola / @isadorasufrasola
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Cuarentena / Daniela William / @dani_willi_
Levantamiento (Tinta y collage sobre papel 2020) / Jorge Quien / www.jorgequien.com
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Fuego
Futu
Resiste
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Lucyth Poe / @lucythpoe
uro
Bitácora de la nueva normalidad y experimentación gráfica (Parte del taller ¿Qué es un hogar? impartido por Camil Barral en Agosto del 2020) / Magdalena Sottolichio / @mcsdibujos
Morfia / Valentina Inostroza / @valentinainostroza_art
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TIkay / paulatikay.cl
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No te dejes vencer / Valentina Zapata (Frufrú) / @v.frufru
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QUE NO SE VIO VENIR Las fotografías aquí expuestas fueron realizadas durante la revuelta en Chile por AFI Woman.
La paciencia que hay que tener. La editorial del nº6 de Rufián Las Filas de la Insurrección. Movimientos Sociales Cruzados, del año 2011, podría usarse como editorial del estallido del 2019: el mismo cúmulo de frustraciones desatendidas, la misma confabulación de la policía, la clase política y de los medios para sofocar con violencia siempre inusitada y oídos sordos tantas rabias juntas. Y el caldo se cocina 8 años más. La siguiente galería presenta los rostros de la voz incontenible que se levantará una y otra vez, fuerte y ancestral aunque le presenten una guerra, y que nadie diga que no se oyó.
LAS FILAS DE LA INSURRECCIÓN. MOVIMIENTOS SOCIALES CRUZADOS / OCTUBRE 2011
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Sofía Yanjari
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Sofía Yanjari
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Valeria Alessandrini
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Trabaja en Comunicación, es Licenciada en Sociología por la UBA y editora por amor a los libros. Escribe, investiga, edita, crea contenidos y proyectos en el campo de la cultura. Produce contenidos en diversos formatos, materiales, efímeros, simbólicos, conceptuales, experimentales, y proyectuales. Fundó junto a Natalia Ortiz Maldonado la plataforma textual Hekht Libros y junto a otros colectivos la asociación cultural CRIA (Creando Redes Independientes y Artísticas).
CIRCUITOS CERRADOS. MIRADAS URGENTES DOBRE POLÍTICAS CULTURALES / DICIEMBRE 2011
MARILINA WIN IK
Nota: Este texto es parte de una tesis work in progress.
PRÁCTICAS EDITORIALES PERFORMATIVAS EN TIEMPOS EXTRAORDINARIOS
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EN AGRADECIMIENTO a las rufianas que me convocaron a escribir, reflexionaremos sobre las prácticas culturales editoriales, en el universo “independiente” situadas en épocas covid. Para eso, introducimos la idea de la edición como práctica performativa y, desde ese lugar, tres casos que de manera exploratoria, describen y ubican sus acciones. Pero antes, proponemos un ideario sobre cómo resuenan y se actualizan los mandatos del hacer en épocas pandémicas; cómo interactúan las subjetividades en la jungla virtualizada real hipercompetitiva de las redes sociales. Un pantallazo o linda mixtura que agrupa ideas, alternativas, propuestas en acción, desde una ética feminista.
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EXIGENCIAS DESMEDIDAS EN TIEMPOS DE TRABAJO REMOTO 2020 ¿será recordado? como el año en donde gracias al Covid-19 gran parte de la humanidad se quedó confinada en su hogar. Y además, donde todas las precariedades de ese habitar, salieron a la luz. Estar, pero también trabajar, cocinar, limpiar, etc. la exigencia del home office y la penuria de quienes quedaron desempleadxs. Estar en casa hizo que la mayor parte de los procesos productivos se realicen en esos metros, frente a esas pantallas. Además, quienes no viven solxs deben cuidar, enseñar, asistir, contener. Dice Mona Chollet, en una entrevista1 a propósito de su libro En Casa2, que aquello que mostró la pandemia es el vínculo enfermizo que tenemos con el trabajo. Exigencias, auto-exigencias, sobreexigencias devenidas por paradigmas que resuenan con virulencia en estas épocas, con cronogramas de aciertos y desaciertos sobre el trabajo y el desempeño, aquello que estaba organizado de una manera (presencial) y pasó a ser de otra (remota). Cuántas personas cercanas (por no decir nosotras mismas) pasaron por experiencias burn-out, no poder más, no dar más, de no entender nada, de no querer nada. Un día todo fue en modo home office y zoom, y meet e internet y entregas (y angustias y soledad y desconcierto). Otra pantalla desbaratada por la realidad, donde la productividad de la máquina se puso en tensión con la vida, evidenciando las precariedades sobre aquello que no tiene registro. Estar en casa en pandemia, en lugar de ser la oportunidad para habitar nuestro espacio y trabajar y pensar, se convirtió, muy por el contrario, en la exigencia permanente para poder llegar con y a todo y que sea insuficiente.
LO NEOLIBERAL Reflexionar críticamente sobre la internalización de ciertas lógicas donde estamos inmersxs, lo consideramos clave para desmarcarse y poder huir rápidamente hacia otros horizontes. Entender qué 1
https://www.pagina12.com.ar/267561-mona-chollet-lo-triste-esque-haga-falta-una-pandemia-para-b
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Chollet, Mona (2017). En Casa. Odisea en el espacio doméstico, Hekht Libros. Buenos Aires.
nos sucede en relación a cuando la razón neoliberal se manifiesta en las redes sociales, es parte de desandar caminos o al menos, revisarlos. El entramado que aparece como prácticas, discursos, modos de hacer, son procesos en los que estamos involucradxs, nos guste o no y nos incluye horizontalmente. De esa manera, los agenciamientos de los contenidos que con tanta amorosidad producimos, son tomados por la matrix o por los pares. Porque el lema/mandato sigue siendo “darse a conocer”, “difundir nuestros puntos de vista”, “armarnos un perfil”, que subjetivamente nos posiciona y nos permite competir mejor en el mercadito simbólico. Ese trabajo que asumimos como obligatorio, “estar en las redes” escapa al horario de home office sea de empresa o del mundo de la cultura y paradójicamente es donde invertimos -a pérdida- la totalidad de nuestro tiempo vital. Pero nos posibilita “estar” de una manera en el mundo (virtual) y vincularnos a partir del entramado de relaciones, posteos, likes o solo en modo voyeur: “Elige tu avatar”. La premisa debería ser -y que muchas veces al candor de los aplausos virtuales solemos olvidarque las redes, como todo, son un arma de doble/ triple filo. Paradójicamente y a diferencia de lo que plantearon Deleuze y Guattari3 con esa maravillosa idea sobre el rizoma como construcción horizontal, múltiple y carente de subordinación jerárquica, luego surgen los desajustes, cuando observamos cómo actúan las redes, cómo nos individualizan y nos quitan potencia colectiva. Porque justamente son las redes sociales, el lugar donde se expresa la construcción neoliberal, donde se ponen en juego las subjetividades a competir, peleando por corazoncitos y deditos hacia arriba. Finalmente, el mercado de las plataformas se encargará luego de comercializar la información producida cuando nos dedicamos a alentar la revolución. Paradojas de la distopía neoliberal.
PRÁCTICAS EDITORIALES Estos planteos son insumos para comprender dónde queda nuestro universo conceptual. Por eso, es necesario pensar el aislamiento, la sobreexposición, lo neoliberal que habita en nuestras subjetividades,
3
Deleuze, Giles - Guattari, Felix: (2006) Mil mesetas . Pretextos, Valencia.
para entender cómo intervenimos luego. Las prácticas editoriales no fueron exceptuadas de la nueva normalidad. Pero la intención es revolver ese fango para encontrar aquellas que sean desindividualizantes, que agrupen, potencien y que fundamentalmente irrumpan en la extendida lógica del encierro de los cuerpos.
CONTEXTO: LO INDEPENDIENTE/ LA PROFESIONALIZACIÓN Desde hace muchos años que venimos pensando acerca de la edición independiente. Este núcleo temático está muy bien documentado en la creciente producción académica y en la literatura existente del campo editorial4. A modo de síntesis podemos decir que el proceso de concentración que se dio en Argentina (y en el mundo) hacia fines de la década del ‘90, transnacionalizó la industria del libro como dice Daniela Szpilbarg5 en su libro, “convirtiéndola en hiperconcentrada y abocada al mercado mundial, donde las publicaciones se hicieron commodities”. Esa doble cara del libro planteada por Bourdieu6 a fines de los ‘90 mercancía y significación, en ese momento es solo un producto en una góndola del supermercado virtual. Como contrapartida, y de manera resistencial, se construyó un campo incipiente que se autopercibió “independiente” en clara oposición al modelo geopolítico. Es cuando las microeditoriales se organizan de maneras autogestivas, construyen discursos, prácticas, ferias como la FLIA7, revistas, encuentros, etc. Ciertamente en la primera década del siglo XXI, se discutirán distintas maneras de mensurar el fenómeno (que se da en todas las industrias culturales) pero que específicamente tiene como bandera la bibliodiversidad8 y que obtiene como
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Hay muchas publicaciones, como 2019: Estado de Feria Permanente; 2016: Independientes ¿de qué? (FCE); La colección dirigida por Alex Shmied de la editorial Tren en Movimiento llamada “sentidos del libro”. Memorias de congresos y encuentros sobre el campo del libro y la edición, entre muchos otros materiales de consulta.
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Szpilbarg, Daniela (2019). Cartografía Argentina de la edición mundializada. Tren en Movimiento, Buenos Aires.
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Bourdieu ,Pierre (1999): “Una revolución conservadora en la edición” en Intelectuales, política y poder. Buenos Aires: Eudeba.
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Feria del libro independiente y a (anarquista, autónoma, autogestiva)
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Colleu, Gilles (2008) La edición independiente como herramienta protagonista de la bibliodiversidad. Asunto Impreso. Buenos Aires.
resultado el ingreso al mercado y la profesionalización. Lo cual genera una serie de preguntas, sobre todo aquellas que viven los procesos politizando las prácticas, no solo las comerciales. La normalización fue una readaptación del mercado independiente hacia la profesionalización. Y parte del juego fue tomar en igualdad a las editoriales concentradas y competir en las vidrieras de las librerías, en los autores publicados, en la compra de derechos (nunca en el capital invertido). Muchas editoriales desarrollaron estrategias bibliodiversas y se posicionaron desde esa impronta pero más que diferenciarse quisieron parecerse a las “otras” editoriales. En espejo, copiaron algunas estrategias utilizadas por las transnacionales: exportaron, viajaron a ferias, armaron las suyas propias, e incluso armaron stands colectivos dentro de la feria internacional del libro de Buenos Aires. Lo cual hizo que años más tarde, sea la misma FILBA9 quien proponga un “barrio” para editoriales independientes. Sin embargo, no todas las editoriales forman parte de este agrupamiento, hay las que se escurren por las rendijas, que tienen otras miradas y que construyen otros modos. “El quehacer editorial es otra aventura” dicen por ahí, se trata entonces de caminar por las finas líneas de la experimentación, aunque tampoco evaden firmar contratos, traducciones o presentaciones a fondos. Afortunadamente, no hay binarismos posibles y en las afueras de las prácticas hay textos, hay naufragios. Sin idealizar, también es justo decir que las editoriales invierten todo en lxs autorxs, generan tratos justos, son muy creativas en la distribución, son inteligentes a la hora de posicionar sus catálogos porque entendieron que el fenómeno es global y que eso fortalece las prácticas. Experiencias vitales y no cuentas bancarias.
AFUERAS/ PERFORMATIVIDAD Las prácticas editoriales son un filtro y ejercicio que se realiza cada vez. Tomamos el concepto propuesto por Judith Butler cuando se refiere a la “performatividad del género”10 para pensar en la manera en que entendemos algunas prácticas editoriales como performativas. Butler propone que lo performativo 9
Feria Internacional del libro de Buenos Aires.
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Judith Butler (2015): El género en disputa. Paidós, Buenos Aires.
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no es una actuación, ni un role play, ni una receta, ni es algo que viene dado con el “título” del sexo asignado, ni del género al que la normalidad asigna. Será el lenguaje el “lugar” donde se ponga en juego la veracidad de la norma. La misión será desarmar esa construcción entendiéndola como cultural y no determinada como parte de una estrategia esencialista que cree que algo simplemente “es de una manera” lo cual solo genera jerarquía y diferencia. Por eso toma de Simone de Beauvoir, la idea de que no se nace mujer, se llega a serlo. Esto refiere a que hay acciones que determinan comportamientos, en lugar de esencia. Tomamos de Butler esta apuesta contra todo esencialismo para pensar los roles que tienen las prácticas editoriales performativas, en principio decimos que no lo son aquellas que se ciernen solo al acto de edición. En ese sentido, se trata de construcciones culturales epocales donde hay prácticas editoriales, intelectuales y vitales, que se hacen en movimiento. Las prácticas que queremos destacar son aquellas acontecimentales más que seriadas y que se ejercen en contexto. No son ahistóricas, se dan en situación, son situadas. Para que sean performativas es necesario que produzcan efectos. Esos efectos pueden estar relacionados con detectar cómo las comunidades lectoras se apropian de determinadas lecturas, que las ideas irrumpan en la normalidad editorial. También, pensar el encuentro entre distintos proyectos editoriales que se ponen en juego más allá de sus propios intereses. Lo performativo no es individual (ni individualizante) sino que se crea en comunidad. Un concurso como posibilidad de expresión colectiva en contextos de aislamiento da cuenta a futuro de cómo se tramitaron las angustias en vivo. Las prácticas editoriales performativas son comunitarias, colectivas y generan efectos en quienes las leen, participan y crean porque todxs se modifican, y entonces esas prácticas dejan de pertenecer a alguien para devenir cambio común. Planteamos tres experiencias distintas que sucedieron en pandemia donde no hubo espectadores, sino participantes, experimentaciones y prácticas editoriales performativas que irrumpieron en la nuevanormalidad.
LA PANDEMIA EDITORIAL A cada industria le llega su uberización, dijo un editor o se puede entender de otra manera, es decir, cómo las editoriales debieron “reinventar” sus estrategias en función de las nuevas realidades en un contexto incierto pero que desde sus inicios deshabilitó la posibilidad del encuentro físico. En particular, gran parte de las prácticas performativas que llevan adelante las pequeñas editoriales, están vinculadas con los encuentros, presentaciones, participación de distintas instancias comunes como ferias, congresos, festivales, talleres, eventos y una cantidad enorme de estrategias tendidas en red donde prevalece el contacto físico. En aislamiento se activaron distintas propuestas, ideas, formatos, estéticas, que fueron construcciones comunes con características particulares (sin cuerpo). Todas las que elegimos, las entendemos como prácticas editoriales performativas con esa dificultad de no poder estar compartiendo en vivo, aunque son formatos distintos pero actúan en contexto con estrategias comunes. Algunas fueron para tramitar las angustias, otras para generar lazos, otras para medir socialmente que pasaba desde la escritura por los cuerpos aislados y todas actuaron con el interrogante de no saber qué pasaría en lo inmediato.
NADIE SE SALVA SOLX En los inicios de la pandemia, más precisamente en abril, cuando todo estaba clausurado, cerrado y la fase 1 del aislamiento comenzaba a sentirse en el cuerpo, un grupo de 27 editoriales articuló con 17 librerías de la ciudad de Buenos Aires para elaborar una propuesta común denominada “¡Sálvese quien lea! del neoliberalismo nos curamos juntxs11” Esta fue la primera iniciativa colectiva entre pequeñas y medianas editoriales, librerías y cooperativas y les lectores para poder encontrarse a través de los libros en tiempos de aislamiento físico y preventivo. La idea consistió en distribuir un catálogo común y que les lectores compraran “en adelanto” libros de los 120 ofrecidos a precios promocionales y definir en función de un listado previo de librerías dónde los retirarán una vez finalizada la cuarentena. Claro
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https://www.pagina12.com.ar/259878-salvese-quien-lea-delneoliberalismo-nos-curamos-juntxs
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UN CONCURSO DONDE TODXS GANAN Esta propuesta, tiene que ver con el quehacer propio de la editorial tuvo lugar al inicio de la pandemia y fue el concurso lanzado por Milena Caseola. «Narradorxs y poetas en experiencia de cuarentena», a la que se presentaron 400 textos en menos de un mes que estuvo abierta la convocatoria. La misma contó con tres categorías: ensayo- crónica; cuento y poesía. El jurado estaba conformado por escritorxs de la editorial además del editor. Fueron tantas las propuestas recibidas que performativamente y en virtud de entender la situación extraordinaria y la angustia de la pandemia, la editorial decidió que todxs quienes habían presentado un texto, ganaran el concurso. Pensado más como una experimentación que como un concurso legal, ya está publicado en la web, como memoria y prontamente en papel con las menciones de los 15 textos, cinco por categoría, elegidos. Su título: “Tapabocas. Narradores y poetas en cuarentena”.
FERIA DEL LIBRO VIRTUAL “A esta altura estaríamos en la feria del libro de Buenos Aires” y es por eso que distintas editoriales independientes decidieron construir la FELCA12 (Feria del libro en Casa). La apuesta fue armar stands virtuales para mostrar catálogos y promociones y comprar libros online. Un experimento dentro del aislamiento social, fue la manera de definirla: “nos gustan las ferias, las extrañamos y las necesitamos. Las ferias son espacios de encuentro cara a cara con lxs lectorxs, pero estamos viviendo una situación extraordinaria, y los encuentros se dan
12 https://www.telam.com.ar/notas/202005/460992-feria-del-libroen-casa-y-finde-iniciativas-para-facilitar-la-difusion-de-producciones-editoriales.html
pantalla a pantalla” decía un editor, impulsor del proyecto. Hasta la fecha la FELCA lleva tres ediciones a lo largo de la cuarentena extendida y tuvo distintas improntas (infantil, punk, feminista). Las ferias para muchas editoriales pequeñas representan la mayor entrada de dinero y la posibilidad de autosustentarse, pero también es el lugar donde se cuecen complicidades, encuentros. Lo performativo de una feria virtual es el imaginario que se construye colectivamente, cuando se evoca al espacio común que recrea. Es un (no) lugar donde están los libros con sus editorxs y se consiguen a muy buenos precios, donde hay charlas, poesía, lecturas, donde se va a pasar un rato, a encontrarse con amigxs, un espacio de distensión y expresión. Una feria es un territorio común imaginal donde se desarrolla un acontecimiento cultural, y donde se produce el deseo colectivo de participar, aunque sea de manera virtual, de formar parte, tanto para las editoriales como para los públicos que asisten.
FINES Analizamos prácticas editoriales que entendemos como performativas en contextos cotidianos, nos gusta pensar en aquellas que se animan a construir a pesar de todo, constelaciones más amigables, universos paralelos donde salirnos de las redes individualizantes aunque se las utilice con esos fines, donde nos ponemos en conversación prácticas culturales y personas para hacer, intervenir, inventar contenidos y entregarlos al mundo de las ideas, al mundo de la acción. Las prácticas editoriales performativas no se agotan en una manera de hacer, porque no son una fórmula, ni una esencia; son ensayo y error, un filtro que autentique aquello que nace como acontecimiento y quede en esa experimentación, de una o nunca más, pero que en el hacer, hayan dejado huella. Qué función tendría “hacer editorial” o “hacer libros” si las comunidades lectoras no se los apropian, si luego no son quienes ponen en práctica aquello que los textos dicen. Sobre todo porque la potencia vital es la necesidad de romper el formato, la disciplina, para experimentar otras formas de vida que traen los libros. Así como un libro es una apuesta, una proclama, lo performativo es entonces un llamado a la acción. ®
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que la cuarentena se extendió mucho más de lo esperado, pero esa propuesta (re)vinculó en acción performática a quienes editan, con quienes distribuyen, con quienes leen, de modo cooperativo. El Leitmotiv lo expresó como un llamado a la acción: nadie se salva solx, explicitando la intencionalidad política, e irrumpiendo en el aislamiento individual. La acción no solo intervino en la venta de libros en el mercado, sino que apuntó a probar una estrategia común en donde se pudieron visibilizar las resistencias, aún en un contexto totalmente incierto.
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LA LISTA DAN IE L A ACO S TA
LAS COSAS POR SU NOMBRE / MARZO 2012
Santiago, 1982. Escritora feminista, autora de la novela El otro tiempo. Fue parte del Comité Editorial de Rufián Revista entre 2011 y 2015.
Cuando Paula me invitó a escribir sobre el número Usted dígalo bien, me puse a revisar los artículos de esa publicación. El que yo había escrito iba sobre algo así como proto violencia de género en el lenguaje. Recordé otro texto que también escribí para Rufián que hablaba sobre la incomodidad de los piropos, del uso del espacio público por parte de los hombres, etc., lo que me llevó a pensar en cómo los medios tratan estos temas. Tomé notas para lo que sería el presente escrito para Rufián 10 años, Caldo de Cultivo. Aparecieron frases como “las cosas no pasan simplemente” o “los crímenes los comete alguien”, entre otras. Estas ideas también hicieron eco en la edición de mi nueva novela Adentro la herida. Si bien ciertas reflexiones sobre el uso del lenguaje podrían parecer poco relevantes si las comparamos con casos de violencia de género que terminan en asesinatos, femicidios, sabemos que nuestro lenguaje da forma al modo en que vemos el mundo. Finalmente, todo se conecta y no es coincidencia: vivimos en un intrincado sistema de opresión.
ESTOY EN UNA REUNIÓN con mi socia de la editorial cuando una amiga me llama para contarme sobre el señalamiento a un tipo que abusó de mí. Yo no sé bien qué siento. El corazón me late a mil, se me asoma una sonrisa, hay una alegría innegable, pero también no sé a qué me estoy enfrentando. Nunca he señalado a ninguno de los que aparecen en mi lista de abusadores. Porque tengo una lista y este tipo es el último. En mi lista de abusadores hay cinco que cometieron delitos. No me refiero al acoso diario, al supuesto amigo que insistió e insistió en besarme, al aliade que me agarró el culo, al que me dio un beso sin que yo lo pidiera –situaciones que, por supuesto, no deberían suceder y constituyen, por lo menos, acoso sexual. Estoy hablando de delitos. Este texto se llama la lista y me costó mucho dejar de pensarme como lo que el patriarcado quiere que piense de mí: que fue mi culpa por no saber cuidarme, que, por lo tanto, debo tener vergüenza, sentirme tonta, sentirme responsable de la violencia ejercida sobre mí. Y todo eso, multiplicado por cinco. Por lo mismo, me costó mucho acercarme a esta escritura, hacerme cargo de mi historia, dejar atrás la vergüenza. Mi abuela me dice que son ellos los que tienen que avergonzarse: los perpetradores de la violencia y la sociedad que lo hace posible. Y tiene razón. Porque lo que esta lista demuestra, lo que las marcas en mí demuestran, es que se trata de un asunto estructural de la sociedad, una situación que se repite una y otra vez en diferentes estratos, contextos, lugares. Como me dijo una muy querida amiga: todas tenemos listas, porque el abuso, la violencia machista no es un error, un accidente, un hecho aislado, sino una práctica constante y constituyente de nuestra sociedad. Escucho a mi amiga al teléfono y mil imágenes y sensaciones me cruzan entera. Es como abrir una caja de pandora: un abuso se conecta con otro, una herida se abre y me muestra otra más antigua. La lista me hace dudar de mí, sin embargo. Paso del estado de shock y por primera vez comienzo a llorar. Trato de recobrar fuerzas y recordar las palabras de mi abuela y de mi amiga: la lista no es otra cosa que la huella del patriarcado, de la cultura de la violación en la que vivimos. ***
¿De qué hablo cuando digo cultura de la violación? Me refiero a las prácticas culturales tanto personales como institucionales que permiten que ocurra la violencia sexual y la excusan cuando sucede. Por ejemplo, desestimar las denuncias y que sea casi imposible probarlas, decir que las sobrevivientes exageran, que se confundieron, decir que lo estaban buscando, hablar de su vida privada para demostrar que “lo querían”, descreerlas, ponerlas en duda, tratarlas de locas, putas, vengativas, histéricas y todos sus derivados. Los medios de comunicación tratando el acoso como romance, la violación como sexo no consentido, objetualizando a las mujeres, quitándoles la calidad de sujetos. Tan arraigada en mí está la cultura de la violación, que, a pesar de todas mis lecturas y conversaciones con mis fabulosas amigas, no sabía demasiado sobre consentimiento y no pude identificar sino hasta el día siguiente que lo que había pasado con el quinto de la lista efectivamente es una violación: una penetración sin consentimiento. No soy un caso aislado. La violación durante una relación sexual que fue en algún punto consensuada es muy común: sucede cuando te obligan a hacer sexo oral, cuando te penetran sin consultarte, cuando te penetran sin condón sin tu consentimiento. En la cultura de la violación la sociedad excusa a los hombres que ejercen violencia sexual (incluso está la posibilidad de que “aprendan de su error”), descarta la necesidad de consentimiento y culpa a las víctimas. Esto, con un entramado de prácticas como los roles de género, donde solo hay hombre / mujer en una oposición binaria y jerárquica, y la heterosexualidad es lo único posible. Todo lo que no cabe en este esquema queda invisibilizado y las mujeres se definen en relación con los hombres. Así la mujer aparece como un sujeto subordinado, un adorno, como un objeto a ser observado, sin deseo sexual y, por tanto, sin derecho a consentimiento. Las mujeres se definen como suaves y amables , sin fuerza, mientras que el hombre queda como un agente activo en la búsqueda sin fin de sexo, debiendo doblegar, cruzar las fronteras de las mujeres (también de hombres y personas que no se identifican con este binarismo), siempre deseosos, en una construcción del cortejo donde el hombre es el que toma la iniciativa, siempre agresivo. Asimismo,
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el placer de la mujer se entiende en relación al rendimiento sexual masculino, sin una genuina atención al placer mutuo durante la relación sexual-afectiva. En este sistema no caben formas asexuales, no binarias ni trans. En este entramado también están las instituciones; los mensajes que se transmiten en los medios de comunicación, las representaciones en los productos culturales de la violencia sexual, de los roles de género y del amor romántico; el lenguaje que utilizamos a diario: cada engranaje refuerza y naturaliza el trabajo del otro. *** Mi lista también da cuenta –porque obviamente no tengo estudios al respecto más que conversaciones con mis brillantes amigas y mis investigaciones de fin de semana– que, cuando una persona es violentada física, emocional o sexualmente, se genera un trauma. El trauma tiene consecuencias diversas que se pueden traducir en bloqueos, problemas de autoestima, para relacionarnos con otras personas, desrealización, despersonalización, problemas para concentrarnos, depresión, anorexia, insomnio, disociaciones, entre otros. Son hechos que no estamos preparadas para enfrentar porque simplemente son demasiado. Los encapsulamos, nos disociamos, podemos reaccionar de diferentes formas. El trauma impide que veamos la violencia como tal, e incluso dejamos de notarla. Por tanto, la próxima vez que algo así suceda, no estaremos alerta, sino que se activarán los mecanismos de defensa del trauma, ya sea de disociación, despersonalización, etc. De este modo, quien es violentada una vez –sobre todo en la niñez, cuando tu personalidad está en desarrollo y tu vida depende de tus cuidadores– queda más vulnerable para nuevas violencias. Algo así como que una vez que tus límites fueron vulnerados normalizas –ya sea por bloqueo, evasión– que eso suceda y, en consecuencia, la próxima vez pasará como algo normal. Por eso, el hecho de que tenga una lista de abusadores no es algo excepcional. En mi caso, al ser dos de los cinco de mi lista abusos sexuales en la infancia, fueron sin duda traumáticos. El primero, a los siete años, y creo que debido a que no pertenecía a mi núcleo familiar, no lo bloqueé del todo. Viví por años muerta de miedo y no lo dije sino hasta cuando mi mamá se enteró, me trató de mentirosa y me echó de la casa. De todas formas, no pude hacer nada: ni terapia, ni cariño, nada. Era una niña. El segundo, a los ocho años. Sin soporte emocional o herramientas, y al ser mi cuidador principal, bloqueé el hecho por casi 25 años. Ya para el tercero, las relaciones sin respeto hacia mí misma, la vulneración de mis límites tanto físicos como psicológicos estaban normalizadas en mí, por lo que un pololo 12 años mayor, teniendo yo 16, no fue algo extraño y no me cuestioné el estupro ni ninguna de las constantes manipulaciones que sucedían en la relación sino hasta hace muy pocos años. Ahí también incidió que el tipo se mantuvo cerca de mí hasta ahora, acostumbrándome a esa relación tóxica por todos lados. El cuarto fue un amigo de un amigo y si bien lo eché de mi casa, no hice nada más. Tenía tanta rabia, vergüenza, frustración. Pero nadie me apoyó y yo tampoco tenía todas las palabras que tengo ahora. Y bueno, el quinto, si bien lo detecté al día siguiente, no tenía el lenguaje para comprender y quedó no bloqueado, pero en pausa hasta ahora, cuatro años después. Recién en el año 2017 pude, no sé bien cómo, enfrentar muchos asuntos de mi vida. Todo empezó por abrir el abuso bloqueado un cuarto de siglo. Ha sido
arduo, doloroso y cansador, pero siento que estoy mucho más en contacto conmigo misma. He aprendido mucho de mí en el camino y también de quienes me rodean. Ahora tengo mejores amigas y también amigos, gente hermosa y nutritiva. Me he conectado con personas muy fuertes y valientes y ya no me siento sola con lo que por tantos años fue mi horrible secreto. No estoy diciendo con esto que las sobrevivientes estén obligadas a nada, a develar, a iniciar acciones, a ir a terapia. Por favor no sientan la obligación de nada. Todas con nuestros tiempos y cuidados. Es muy importante que aprendamos a cuidarnos en nuestros procesos. Entonces, escucho que han señalado públicamente a este ser. Leo el señalamiento, me identifico con la posterior normalización, con el exponerse nuevamente a la presencia del tipo por múltiples razones. Porque yo no quería tener que ser yo la paria y alejarme, como alguien por ahí me recomendó. Empecé a recordar este caso en específico, que, como he mencionado, es el último de mi lista. Al día siguiente del abuso, contrariada, muy triste y frustrada, lo comenté con una amiga y ninguna de las dos tuvimos las herramientas para lidiar con eso. Dos años permaneció ahí. Cuando lo volví a abrir para evitar exponerme a la presencia del tipo, le dije a otra amiga, que reaccionó de la peor forma posible. Fue tanta su violencia que tuve que defenderme de la violencia y de nuevo no pude llorar. En ese momento, además, estaba lidiando con otro abuso de mi lista, así que lo dejé suspendido. Había demasiado en mi plato en ese momento. Entonces ahora, con el señalamiento público, siento alegría y, por fin, algo se abrió en mí y pude llorar. Estuve un día y medio así. Fue agotador, pero no podía parar. Porque es horrible que abusen de ti. Sientes que no eres nada, absolutamente indigna de respeto. Eres una cosa para quien encuentra placer en someter a otras personas. Por eso, le agradezco infinitamente a la mujer de la funa, por haber escrito ese texto para ella y para tantas otras. Yo sé que ninguno de los tipos de mi lista va a ir a la cárcel. Solo el 3% de los violadores lo hace. A la cárcel va la gente pobre, no los criminales. En la cárcel están los vendedores pirata y micro traficantes. No están ahí los violadores, asesinos, violadores de derechos humanos. El sistema penitenciario es absolutamente obsoleto, no funciona a nivel social ni humano. De hecho, es una más de las instituciones que perpetúan la cultura de la violación. El sistema judicial es parte del entramado con sus nociones rígidas y patriarcales respecto a la violencia de género. El sistema cuestiona los datos, las experiencias de las mujeres, obligando a las sobrevivientes a cargar con el peso, en un círculo vicioso donde en vez de fortalecernos y educarnos, tendemos a quedarnos en una posición pasiva y, aún así, esperando que algo cambie. El asunto, precisamente, es que nada cambiará si seguimos de ese modo. La erradicación de la cultura de la violación no se hará sola.
EL VIOLADOR ERES TÚ Mi lista también demuestra estadísticas respecto a los depredadores. No fueron hombres escondidos entre los arbustos (aunque sí horrendos y despreciables), sino que estaban siempre en mi entorno: el primero era la pareja de mi madre; el segundo mi padre, lo que nos deja en el núcleo familiar cotidiano; el tercero, fue mi primer pololo; el cuarto, ya en la universidad, fue un amigo de un amigo que
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72 llegó sin que yo lo invitara a mi casa y, el quinto, también era amigo de gente que yo conocía. Porque eso dicen las estadísticas, precisamente: es mucho más frecuente sufrir abuso sexual por parte de un conocido: marido, amigo, ex, pareja, pariente, cita, amigo de amigos. No olvidemos que en Chile, hasta el año 2005, el que la mujer no accediera a tener relaciones sexuales en el matrimonio era punible y razón para exigir el divorcio. Sí, violación amparada por la ley, al más puro estilo El cuento de la criada. Mi lista también muestra cómo los depredadores hacen un trabajo preventivo para parecer que no pueden causar daño. Un depredador, un violador, un abusador, no tiene un letrero de neón que lo describa. Y muy lejos de la imagen del hombre escondido en el callejón, sucio, agazapado, listo para atacar, los depredadores son seres humanos multifacéticos, pueden ser muy sociables, amables, buenos para hacer favores. Mirado con distancia, tienen un aire que denota su misoginia, pero se esfuerzan, y mucho, por reforzar esta imagen buena onda, alegre, de amigo de sus amigos. Por eso, cuando una persona tiene la fuerza y confianza suficiente para contarnos sobre una agresión sexual (o de otra índole), es fundamental darle la importancia debida y no bajarle el perfil o poner en duda su testimonio diciendo, por ejemplo, “qué raro, a mí nunca me hizo nada” o “qué raro, es tan buen tipo” o “quizá esa no era su intención”. Sé que muchas personas se pueden sentir superadas y hablar sin pensar, tratando de calmar su propia confusión, pero eso no sirve de nada a la sobreviviente que se ha atrevido, con todo el amedrentamiento que enfrentamos para permanecer en silencio, por fin a hablar. En cambio, si aceptas que esta persona que no esperabas cometió violencia de género, sí podrás ser un lugar seguro para la sobreviviente y apoyarla en su camino.
CONSENTIMIENTO Abuso sexual es cualquier tipo de actividad o contacto sexual sin tu consentimiento. Aquí se incluye la violación, el exhibicionismo o forzarte a ver imágenes con contenido sexual. El abuso sexual puede ser verbal, visual y sin contacto, como exhibicionismo, acoso sexual, forzar a alguien a posar para fotos sexuales, enviar mensajes con contenido sexual. Pero un ataque sexual nunca es tu culpa, no importa en qué circunstancias haya sucedido. El consentimiento, que se nos niega en esta cultura de la violación, es un proceso continuo, no una pregunta de una sola vez. Asimismo, puede ser revocado en cualquier momento. Incluso si aceptas tener relaciones sexuales puedes cambiar de opinión y parar en cualquier momento, aún después de haber comenzado.
Puede parecer obvio, pero una persona inconsciente, dormida, no puede dar consentimiento. Eso no lo entendió el cuarto de la lista, el amigo de mi amigo. Cuando me desperté, él me estaba penetrando. Cuando lo eché de mi casa, me dijo que yo quería. ¿Cómo iba a querer algo estando dormida? Es imposible. Si consentiste a algo como un beso, o un abrazo, no significa que consentiste a algo más que eso y no estás obligada a nada. Si estás en una relación o te has visto con una persona en varias ocasiones, no significa que consentiste a tener sexo. Visitar a alguien no es consentimiento. Besar a alguien no es consentimiento para nada más que ese beso. Ser amable con alguien o sonreír no es consentimiento. Usar ropa ajustada o de cualquier tipo no es consentimiento. Incluso una vagina lubricada no es consentimiento. El silencio no es consentimiento. Ausencia de no, no es consentimiento. Haber dado consentimiento antes no significa volver a consentir. Estar desnuda no es consentimiento. Estar bajo los efectos del alcohol u otras drogas no es consentimiento. No defenderse, bailar, usar ropa sexy o coquetear no son consentimiento. Decir que sí a una actividad sexual no significa consentir a todo tipo de actividad sexual. Suena a mucho, pero no es tan difícil como parece. Hay varios videos muy explicativos, como el del té, que lo ilustra más o menos así: no se le da té a quien está dormida o inconsciente; alguien puede querer tomar té y luego cambiar de opinión, aunque tú tal vez te esforzaste y pusiste el agua y la mesa y todo; quizá le ofreces a alguien té y ese alguien está dudosa al respecto. Esa persona puede tomar o no el té. Es su decisión. No puedes hacer que se lo tome. Alguien quizá una vez tomó té contigo, eso no hace que esté obligada a tomar té de nuevo. La idea acá es que tomemos al consentimiento como al té. Si alguien te penetra vaginal, anal o bucalmente, debe ser consentido, no importa si dijiste que sí querías tener relaciones sexuales. Si estás usando un condón y el tipo luego se lo saca o inventa, como dijo mi tercer abusador, mi primer pololo, que tenía uno cuando no era así y te penetra, eso es una violación. Penetración sin consentimiento es violación, no otra cosa.
ALIVIAR LA CARGA A LAS SOBREVIVIENTES Si tienes la suerte y tú no fuiste abusada o violentada, con certeza conoces a alguien que sí sufrió alguna de estas situaciones. El apoyo para sobrevivir a estas experiencias atroces es fundamental. He visto que algunas personas se angustian porque no saben cómo reaccionar cuando una amiga cuenta algo así. Desde mi propia experiencia y la que he compartido con otras, además de alguna búsqueda en Google,
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Las noticias sobre abusos nos llegan cada día. Las funas nos remueven, abren heridas antiguas y no tanto, un abuso refiere a otro y a otro, en una cadena que parece interminable. Es demoledor y también sé que puede resultar incómodo. Pero esa incomodad, precisamente, es algo bueno. Hay ahí una oportunidad de crecimiento y reflexión sobre nuestras propias creencias y prejuicios, si logramos conectarnos con nuestra empatía más que quedarnos lamentándonos sobre lo triste de la situación. Hablar de estos temas es terrible, pero no olvidemos que más horroroso es que sigan sucediendo. En todes está la oportunidad de transformarnos en agentes de cambio. La caída de la cultura de la violación pasa por la educación temprana no sexista respecto a sexualidad, consentimiento, y a eso tenemos que apuntar como sociedad. Este es un momento para reflexionar, para autoexaminarnos, para ver en qué manera contribuimos o lo hemos hecho, en esta cultura de la violación. También para ver en qué forma nos preparamos y educamos para transformar esta realidad de la cultura de la violación, con sus estrategias de silenciamiento, sus apologías de la violencia de género, en una cultura del consentimiento. La represión toma variadas formas y tenemos que estar preparadas para enfrentarla. Es de suma importancia que aprendamos a cuidarnos unas a otras contra toda violencia, la que nos rodea y la que también interiorizamos. El trabajo en solitario es necesario y sabemos que hay capas y capas que tenemos que desarmar, capas de machismo, de sexismo, racismo, clasismo de las que debemos deshacernos. Pero el trabajo en una es el comienzo. Ese trabajo debe extenderse a nuestras relaciones más cercanas y al resto también: nuestros ambientes de trabajo, nuestras comunidades, nuestras obras de arte. Nuestra vida depende de ello. El camino es largo y no sé si se acabe. Lo que sí sé es que no podría enfrentar esto sola, sin el apoyo de mis adorables amigas, sin su cariño y cuidado, sin su preocupación, su inteligencia y su fuerza. Su amor. ®
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puedo decir que: todas las personas reaccionamos de diferente forma al lidiar con una situación de violencia. Algunas nos cerramos, nos alejamos, nos deprimimos, nos da rabia, nos callamos, nos aislamos. Es muy importante hablar, pues en la medida que podemos hacerlo, podemos conocer, comprender qué nos está pasando. Si no estás segura sobre qué hacer para apoyar, una buena forma es mantenerte cerca de quien ha vivido una situación violenta, no tomarte personalmente sus cambios de humor. Estar ahí, sin lástima y, sobre todo, sin presionar, porque cada una tiene su forma y sus tiempos. Es primordial también hacer sentir seguras a quienes pasan por una experiencia traumática, es decir, sin encontrarnos ni exponernos a los abusadores/depredadores ni a más violencia (aunque sea tu justa rabia y frustración contra los abusadores y el sistema). Cuando estamos listas para compartir nuestra experiencia, hablar con una interlocutora atenta nos ayudará a procesar. Puede que no sea de inmediato, pues, como dije antes, las cosas toman tiempo y las reacciones a veces tardan en llegar. Recuerda mostrarte disponible para cuando ellas puedan hablar. Y recuérdales, siempre, que no fue su culpa. Un abuso sexual u otro tipo de violencia nunca es tu culpa. Nunca. ***
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DEUDA Y CONSUMO, EL DESEQUILIBRIO EN LOS HOGARES AN D RE A SATO JABRE Investigadora Fundación SOL. Licenciada y Profesora de Historia y Ciencias Sociales (USACH) Magíster en Sociología de la modernización (UChile).
LO PROMETIDO ES DEUDA. NOTAS SOBRE CONSUMO / MAYO 2012
AL OBSERVAR los énfasis que se han puesto en el análisis del sistema de acumulación capitalista, se encuentra que en las distintas etapas de la historia los conceptos y prioridades analíticas han variado según su contexto socio histórico. Durante la Revolución Industrial y buena parte del siglo XX el estudio del sistema capitalista enfocó su análisis en la producción, creación de valor y mercancía, esto claramente influenciado por las luchas obreras que se desarrollaron desde Londres hasta la Patagonia donde el conflicto capital-trabajo era la esencia de las masivas movilizaciones populares de principio de siglo. Con la crisis de los 70’ se comienzan a analizar desde otras perspectivas la infraestructura del capital, ya que la producción es desplazada como eje indiscutido del proyecto de acumulación capitalista y se comienzan a observar otras dimensiones como el consumo, elemento que se vuelve prioritario en el periodo del capitalismo flexible (Narbona & Páez, 2014) por la preponderancia que ocupa en el escenario post crisis.
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En el ciclo del capital, el consumo es central para garantizar la reproducción del proceso de acumulación y en ese sentido, es importante observar como se ha comportado el consumo en la historia reciente del país. La expansión del consumo, especialmente en las clases medias, se asocia al proceso de modernización neoliberal (Moulian, 1997). En ese sentido, el acceso al consumo por parte de sectores medios y populares se convirtió en un símbolo del incipiente “desarrollo” del país, convirtiéndose en una herramienta de legitimación para la época. Al poco andar, los titulares que ponían a Chile como el jaguar de Latinoamérica con una economía pujante en la región fueron cuestionados, ya que las mismas personas que habían logrado mayores niveles de confort gracias al consumo fueron las más afectadas por el ataque sistemático al Trabajo. Los sectores populares y medios fueron las víctimas de la instalación de estructuras flexibles de acumulación, endeudamiento e inestabilidad. La gran promesa de integración social que vino aparejada a la oferta de acceso al consumo a vastos sectores que habían sido excluidos, se tomaron como indicadores de los cambios estructurales que vivía el mercado en el marco de la modernización neoliberal. El consumo, como ya lo planteaba Marx tempranamente en El Capital (Marx, 1976), es central para construir identidad y claramente también como factor clave para la propia acumulación, por tanto, estos dispositivos de consumo y posterior endeudamiento también promueven nuevas formas de creación de valor. Dentro de los sectores medios y populares, principalmente urbanos, se establecieron códigos vinculados al comportamiento de consumo que disponían distintas formas de relaciones sociales. La heterogeneidad de experiencias y bienes a los que las personas pueden acceder es parte fundamental de la construcción de identidades y procesos integradores, pero ¿qué pasa cuando el sistema ha tocado los límites de la acumulación? La crisis de la reproducción, el sobreendeudamiento, el bajo valor del Trabajo y la mercantilización de los derechos sociales (Gálvez & Sato , 2020 -en prensa-), dibuja una cartografía de los hogares bastante compleja que impide leer el consumo con las categorías “tradicionales”. Lo que en décadas pasadas podía haber sido consumo suntuario que daba algún tipo de estatus –como los plasmas que se iban a comprar las personas con el 10% según la Ministra Zaldívar– hoy es desplazado por el consumo básico para la subsistencia del hogar, es más, se ha pensado el consumo de los sectores medios y populares vinculados a las redes de la economía informal cuestionando las estrategias de inclusión que el mercado había impuesto1. El consumo y la deuda2, son los protagonistas principales de este periodo de la historia, donde la crisis sistémica ha transgredido cualquier equilibrio dentro
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Para profundizar en esta reflexión se recomienda leer a Ariel Wilkis (2013) “Moral y economía en la vida popular” Paidós, Buenos Aires.
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Según el Informe Deuda Morosa Equifax-Dicom en julio los deudores morosos alcanzaban las 4.927.000 personas, en agosto la cifra cayó 4.507.000 lo que se traduce en una baja del 8,5%. Las personas que dejaron de ser morosas se distribuyen en dos grupos: 147.122 de ellos (27% del total), corresponde a quienes salieron de este registro debido a la llamada Ley “Chao Dicom” que implica que las personas con deudas educacionales puedan salir de DICOM y las restantes 397.434 (73%), son personas que saldaron sus deudas comerciales principalmente en el retail, esto responde principalmente al retiro del 10% de los fondos de pensiones, las personas al verse con más liquidez decidieron salir de la gran cantidad de deudas que hay.
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REFERENCIAS Durán, G., & Kremerman, M. (2019). Los Verdaderos Sueldos de Chile, Panorama Actual del Valor de la Fuerza de Trabajo Usando la ESI 2018. Fundación SOL. Santiago: Fundación SOL. Gálvez, R., & Sato , A. (2020 -en prensa-). La Crisis de la reproducción o la crónica de una protesta de ollas vacías. En G. Elgueta, & C. Marchant (Edits.), De la marcha y el salto. Chile, octubre de 2019. Santiago: Tiempo Robado. Harvey, D. (2007). Breve Historia del Capitalismo. Madrid: AKAL. Marx, K. (1976). El Capital. Crítica de la economía política. Libro primero: El proceso de producción del capital. AKAL. Moulian, T. (1997). Chile Actual Anatomía de un mito. Santiago: LOM. Narbona, K., & Páez, A. (2014). La Acumulación Flexible en Chile: Aportes a una Lectura Socio-Histórica de las Transformaciones Recientes del Trabajo. Revista Pretérito Imperfecto Número 2, 140-172.
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y fuera de los hogares, esta crisis profundizada y acelerada por la pandemia del COVID-19 ha tenido consecuencias profundas en las personas que viven del trabajo. Los hogares empobrecidos, con bajos salarios y altamente endeudados (Durán & Kremerman, 2019) hoy se ven enfrentados a una crisis profunda del capital que se viene fraguando hace décadas y tiene impacto directo en el bienestar de las mismas personas. El consumo que había sido agente aglutinador hoy nuevamente pierde centralidad en el nivel de los hogares ya que la crisis estructural del capitalismo no permite las lógicas de compra y venta de las décadas pasadas. Las Crisis del capital cada vez son más profundas, más largas y más seguidas, los hogares hoy tienen pocas herramientas para seguir enfrentando la guerra que ha impuesto el capital sobre la vida. Los mecanismos de inclusión social dada por la dinámica del consumo a través del endeudamiento masivo tienen problemas estructurales, ya que los dispositivos financieros organizan hoy lo doméstico y se establecen como mecanismos de control y disciplina social. Las tasas de interés usureras, la financiarización de todas las dimensiones de la vida y la crisis de la reproducción simplemente están llegando a un límite que obliga a analizar desde una perspectiva estructural la privatización de todas las esferas sociales. Cómo se comportan los hogares es central para entender este periodo de crisis. Los hogares han sido la primera línea del expolio del capital, la esperanza es que también sean la primera línea de la defensa y recuperación de los comunes.®
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LA SEMILLA VIOLADA, EL BOSQUE TALADO, LAS ABEJAS ¿TIENEN DERECHOS? LU C ÍA S E PÚ LVE DA RU IZ
PLANETA CAPITAL / AGOSTO 2012
Periodista de la Red de Acción en Plaguicidas, miembro del MAT (Movimiento por el Agua y los Territorios), de Chile Mejor sin TLC y del Comité SocioAmbiental de la Coordinadora Feminista 8M.
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En Chile, la semilla es una mercancía. El agua también lo es. Eso significa que la semilla puede ser violada, al ser perforada su membrana celular en un laboratorio, a fin de manipular su herencia ancestral y conferirle características funcionales a la industria productora de agrotóxicos.
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Así es como desaparece la biodiversidad, al ser remplazada la semilla nativa y criolla por la semilla industrial, o por aquella transgénica destinada a su multiplicación y exportación. La expansión de la minería, el agronegocio y los monocultivos forestales puede también hacer desaparecer ríos, glaciares, humedales y huertas afectando la existencia de los ecosistemas de los que forman parte. Los insecticidas neonicotinoides están matando a las abejas. Las defensoras de la semilla tradicional, las y los defensores del agua y los territorios, y muy especialmente las mujeres indígenas, sienten que los seres vivos, los animales, los árboles y cada planta o insecto, bello o insignificante, son parte del mismo tejido de la vida en que están insertas. Hay una ética del cuidado de la tierra, de la Ñuke Mapu como la llama el pueblo mapuche, de la Pacha Mama como dicen los pueblos andinos, que fluye en esa existencia pero a menudo rebota en el muro del extractivismo avalado por el discurso del crecimiento propiciado por el Estado. Estos días previos también al plebiscito que esperamos arroje la Constitución pinochetista al basurero de la historia, nos desafían a pujar para que los dolores vividos en estos meses de pandemia y cuarentena puedan encaminarnos hacia el nacimiento de un nuevo paradigma, a partir de asumir los orígenes del virus Covid 19. La discusión sobre cómo y para qué queremos vivir, la apuesta por salir de la lógica mercantilista y poner en el centro la vida, tienen que estar presentes como perspectiva en las discusiones abiertas con el plebiscito y lo que vendrá después.
El planeta y también Chile viven una crisis ecológica sin precedentes, producto de la imparable voracidad del capitalismo y sus nuevas formas. Rob Wallace y otros investigadores norteamericanos han planteado en la revista norteamericana Monthly Review que el Covid 19 es la socialización de los daños del modelo del agronegocio. El virus está en guerra contra la salud pública y la equidad, porque los hospitales públicos colapsaron, sobre todo en el peak de la pandemia, y fue evidente que la mayor parte de los enfermos no eran atendidos a tiempo o en forma debida, o que los tratamientos no tenían éxito por presentar los pacientes problemas previos de salud, como el cáncer, la obesidad o la diabetes. La pandemia que nos aísla e impide hoy la acción directa masiva de los sectores movilizados hasta marzo pasado, está asociada a prácticas de consumo global que han llevado a la naturaleza a un estado crítico. Al mismo tiempo, este modelo de consumo promueve –a través de la publicidad y los supermercados– una alimentación basada en alimentos procesados, dañinos para la salud. Esos son factores determinantes en el aumento de la incidencia de las enfermedades ya mencionadas, asociadas a muchos de los fallecimientos. En pandemia, las temporeras indispensables para los exportadores, continuaron cosechando y envasando vegetales en total ausencia de medidas sanitarias, y no fueron consideradas para la entrega de ninguna ayuda del Estado, como tampoco lo fueron las trabajadoras de casa particular. La cesantía, ya sabemos, afecta en mayor medida a las mujeres. El
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GENEALOGÍAS POSIBLES DEL COVID19
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agronegocio sigue empujando los límites de lo posible. A nivel global devasta territorios y selvas vírgenes, acosando y diezmando la biodiversidad para expandir las fronteras de los hábitats de animales exóticos con miras a su exportación a un mercado global, acarreando al iniciar ese camino, el virus. Esa hipótesis es la más aceptada respecto del origen, es decir que provendría de un animal (zoonosis), y se apuntó en primer lugar a alimentos vendidos en un mercado local. Grain, un grupo de investigación en temas de agricultura familiar campesina y agroecología, cita en cambio investigaciones que concluyen que en realidad son las granjas industriales de animales silvestres las involucradas en el brote del virus. Por esa sospecha, señalan, el gobierno chino ya ha cerrado 20 mil granjas de animales silvestres en ese país.
UNA TESIS INCÓMODA Sin embargo existe otra teoría, políticamente incómoda para el gobierno chino y para todos los amantes de la biotecnología, que ha sido difundida en la revista GMWatch (Observatorio de Transgénicos, publicada en el Reino Unido). Un número creciente de científicos independientes estima que este virus podría haber sido genéticamente manipulado y haber escapado presumiblemente del laboratorio del Instituto de Virología de Wuhan, en China, donde se inició la pandemia. Sin embargo quienes se adscriben a esta teoría, se enfrentan a la censura de sus papers en las revistas científicas. Pero en Estados Unidos los accidentes de laboratorios son frecuentes y, además, hay universidades norteamericanas que han llevado adelante investigaciones asociadas a ese mismo laboratorio chino. Los científicos Birger Sørensen, Angus Dalgleish y Andres Susrud debieron publicar su investigación disidente en una revista noruega llamada Minerva. Entre las razones mencionadas por ellos para descartar un origen animal, está que este virus es muy estable y presenta escasa mutación. Ello indica que es un virus totalmente desarrollado, casi perfecto para infectar seres humanos. En segundo lugar, ello apunta a que la estructura del virus no puede haber evolucionado de forma natural. Por su parte, el genetista molecular Dr Michael Antoniou, sostiene que aunque los autores de la teoría (de la zoonosis) pueden estar en lo correcto respecto de su percepción del origen
del virus, la información estadística que presentan no excluye la posibilidad de que se hubiera desarrollado como resultado de un proceso de laboratorio. Independientemente del origen directo del virus, su generación está relacionada, de una u otra manera, con la forma en que los seres humanos, en la ciencia o en los negocios, se relacionan con la naturaleza. Nos hacen creer ahora que todo depende de una vacuna que llegará algún día. Las soluciones dependen de otros, en este caso del imperio de las corporaciones farmacéuticas y de la biotecnología. La industria biotecnológica, productora de medicamentos pero también de semillas transgénicas, toma la oportunidad para posicionarse en la carrera para patentar una vacuna efectiva. En el proceso, apuesta por cambiar la mala imagen de los transgénicos y reponer su equívoco discurso: la respuesta al hambre es la agricultura de precisión (que usa alta y cara tecnología, muy escaso empleo, y genera una alta huella de carbono) y la expansión de los cultivos transgénicos, siempre asociados al uso de plaguicidas tóxicos para la salud y el ambiente.
DERECHOS DE LA ÑUKE MAPU Por todo ello, la crisis sanitaria es también una crisis alimentaria, pero sobre todo una crisis de las políticas de salud pública en Chile, que entre otras deficiencias, no contemplan la salud preventiva y comunitaria. Ello debiera obligarnos a sentipensar nuestro quehacer con un norte de salida de ese paradigma extractivista. Requerimos un vuelco de carácter estructural, lo cual puede tener como piso básico y sustento, el reconocimiento de los derechos de la Naturaleza, de la Pacha Mama, de la Ñuke Mapu. De otra forma tendremos la crónica de ´muerte anunciada´ por los dueños de la ciencia y del poder. Nos dicen que habrá una nueva crisis sanitaria poco después de que concluya ésta, y así sucesivamente. Es el anuncio explícito de una nueva forma de dominación, la tecno-ciencia asociada a las corporaciones trasnacionales, que operaría como un freno de mano de las luchas populares. ¿Cómo llegamos a este punto? El modelo de desarrollo que con distintos signos se ha implementado en América Latina y se inicia en tiempos de la colonia, tiene un punto clave: el enfoque antropocéntrico, es decir una mirada centrada en las necesidades del ser humano, que mira la naturaleza como
un “recurso” (hídrico, animal, fitogenético, etc) apropiable. Una planta, un animal o una cascada no poseen valores propios sino sólo atributos otorgados por las personas, como señala Eduardo Gudynas en su obra Derechos de la Naturaleza. En esta perspectiva utilitarista, se le pone valores de mercado a una valoración y se reconocen derechos de propiedad ya sea privada, estatal o mixta. Con este tipo de razonamiento se han llegado a establecer categorías como “capital natural” o “bienes y servicios ambientales”, que reducen la protección de los ecosistemas a números para poder llenar la ecuación costo=beneficio. Sin embargo, a partir del foro internacional de Ongs y movimientos sociales de Río 92, se percibe en nuestra América el inicio de un cambio en esas concepciones, al establecerse en sus conclusiones que cada ser individual es parte del todo, y todos los seres poseen un valor existencial por sí mismos. Con el tiempo va desarrollándose un pensamiento biocéntrico, con una ética que impone obligaciones, derivadas de un mandato moral para asegurar el bienestar de los seres vivos. En nuestros territorios, este pensamiento va de la mano con la sabiduría ancestral de los pueblos originarios y su espiritualidad a cielo abierto, que como en el caso de los mapuche, reconoce en cada ser un espíritu, un “dueño” con el que nos relacionamos con respeto, con quien hablamos. La constitución ecuatoriana es la primera en incorporar esta concepción, equiparando los términos “Naturaleza” y Pacha Mama, recogiendo tanto la vertiente europea como la de los pueblos andinos, que confluyen para establecer este giro al biocentrismo, poniendo la vida al centro. Si la Madre Tierra es sujeto de derechos, estos deben ser garantizados. Estamos justo en los momentos propicios para incorporar este sentir en el debate constituyente abierto por la revuelta popular y sostenido a fuego lento en estos tiempos de ollas comunes, redes de abastecimiento y apoyo mutuo “de pueblo a pueblo”, de colectiva a colectiva. Son tiempos de decolonizar el feminismo, de practicar el feminismo de los pueblos. Las mujeres que viven la ética de cuidado de la naturaleza no se ponen apellidos, muy probablemente, es su práctica la que habla. Allí donde imperan el agronegocio o las forestales, la escasez de agua, la crianza de niños nacidos con malformaciones, sus cuerpos y territorios experimentan la misma violencia que el capital extractivista descarga sobre la naturaleza. La expresión máxima de esa violencia patriarcal se descargó hace ya cuatro años sobre Macarena Valdés, joven mujer mapuche que lideró en Tranguil, en el wallmapu, la lucha para impedir la destrucción del territorio de su comunidad ante el avance de un proyecto de RPGlobal. La empresa austríaca construía una central hidroeléctrica de pasada. Macarena fue asesinada en un montaje que mostró el crimen como suicidio. La verdad fue demostrada por peritajes posteriores que la familia debió realizar apoyada por diversos colectivos. Sin embargo hay impunidad total para los autores y la justicia no investigó el crimen pese a las denuncias. Mujeres como Macarena son biocéntricas, reconocen los derechos de la naturaleza porque se saben parte integrante del todo, del ixofil mongen, de la diversidad de la vida. Ellas nos van paso a paso abriendo el camino hacia un mejor vivir. Esa práctica de vida garantiza que la semilla, el agua y todos los seres sean respetados como sujetos de derecho, como queremos quede establecido en la Constitución soberana, respecto de la Madre Tierra, la Ñuke Mapu, la Pacha Mama. ®
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REPRESENTACIONES DE LA ALTERIDAD MAPUCHE EN EL CONTEXTO DEL ESTALLIDO SOCIAL* FE LIPE PAC H E CO RE YE S Estudiante de Teoría e Historia del Arte en la Universidad de Chile. Miembro del equipo editorial de la revista estudiantil Punto de Fuga, Facultad de Artes Universidad de Chile.
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DESDE EL ESTALLIDO SOCIAL del 18 de octubre del 2019 en Chile, la marea de imágenes que desbordó las calles y las redes sociales suscitaron todo tipo de expresiones artísticas, símbolos y consignas, que reforzaban demandas que remontan su origen con anterioridad a la fundación de la república. Con esto me refiero a la persistente lucha por la autodeterminación del pueblo-nación mapuche la cual, entre muchas estrategias, ha generado símbolos que, desde hace años y en especial en este último tiempo, han eclosionado en la visualidad nacional. Hablo de la Wenüfoye, la bandera con la cual se reconoce al pueblo-nación mapuche a lo largo y ancho del Wallmapu, no solo en este lado de la cordillera (Ngulumapu) sino también en el Puelmapu (territorios mapuche presentes en la actual Argentina). Es bajo la bandera mapuche, como símbolo, que quiero plantear este artículo, al delinear el posicionamiento que actualmente tiene en nuestro país la alteridad nacional Mapuche, y cómo a la vez ésta ha cambiado las nociones de nuestra identidad y la reapropiación cultural de nuestras subjetividades. La dimensión crítica representacional de la estética mapuche, que cobra sentido en la crisis social como
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sujetos de la subalternidad, el cual es excluido, negado y a la vez incluido dentro de los parámetros de nuestra sociedad en su negación, busca y reniega su subordinación e ingresa como eje significante primordial en la escena nacional visual, donde a través de sus representaciones da a conocer su lucha identitaria en panoramas de múltiples sentidos. La alteridad mapuche, como uno de los significantes más ilustres dentro de las manifestaciones y los múltiples sentidos que afloraron en ella, como ilustración propia del neobarroco latinoamericano que se expresa en la multiplicidad de expresiones y visualidades que eclosionaron en el estallido social, sus significantes de lucha como deconstrucción del sujeto moderno en sus discursos emancipatorios, están entre los más contingentes en la materialidad exhibida de la explosión visual, promoviendo el proceso de análisis de lo mapuche en el marco nacional. En un primer sentido histórico, es necesario determinar que la lucha del pueblo-nación mapuche por establecer derechos fundamentales como la autodeterminación, han sido ejecutados desde mucho antes de la llegada del europeo al territorio, y documentado por primera vez en el Parlamento de Quilín en el año 1641 que estableció una pseudo paz entre mapuche y españoles, el cual posteriormente fue ratificado en enero del año 1825 con la naciente República de Chile a través del Parlamento de Tapihue, regulando las relaciones y delimitando la convivencia entre ambas naciones1. Sólo fue, a partir del proceso de ocupación de La Araucanía iniciada en 1861 por el Estado chileno, junto a todos los despojos y violaciones que implicó, que los mapuche fueron reducidos a campesinos pobres, y que ha generado las actuales luchas de reivindicación suscitando todo tipo de expresiones que toman sentido y dan forma al panorama actual. En este sentido, se aprecia en parámetros estéticos la construcción y resurgir de toda clase de símbolos, los cuales se orientan a la descolonización ideológica y a la reapropiación identitaria. Los procesos de construcción de símbolos están estrechamente ligados al desarrollo y formación
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Correa, M., & Mella, E. (2010). Las razones del inkull/enojo. Santiago: Ediciones LOM.
de políticas que apuntan a la reivindicación de su cultura y al reconocimiento de los mapuche como nación. Si bien, dichos símbolos tienen como fin lograr una cierta cohesión entre los sujetos a los cuales les genera sentido, es de mi interés dar cuenta como en las últimas tres décadas ha habido un aumento en el auto-reconocimiento identitario hacia la etnia mapuche de un porcentaje relevante de la población nacional. Cabe señalar que en el Censo del 2012 realizado en Chile, más de un millón y medio de personas se autoidentificaron y autorreconocieron como mapuche2, cifra que demuestra la mayor aceptación a la ascendencia étnica. Este último hecho nos remite al concepto de identidad, la cual en algún momento fue negada por los chilenos a lo largo de la historia republicana, debido a diversas razones como la colonización, estigmatización sociocultural y el detrimento, entre otros. Sin embargo, actualmente el significado del ser mapuche adquiere otras proporciones que desborda, no sólo en el plano étnico, sino que también la decimonónica noción de un Chile homogéneo. Al respecto Beverley nos comenta: Esta dinámica de doble negación sin superación, de no olvidar en el acto mismo de afirmarse como sujeto en un nuevo contexto, de ser ´doble´ o múltiple, podría leerse como la figuración de la posibilidad de un nuevo discurso de lo nacional en relación a lo indígena y lo subalterno -es decir, del “pueblo“3. En la multiplicidad de identidades que abordan al sujeto en Latinoamérica (¿latino? ¿chileno? ¿mapuche? ¿o las tres?) se vierten dos sentidos: la identidad como conjunto de costumbres, ideas, valores y pensamientos como puesta valor, en este caso de los sujetos mapuche, frente a lo occidental; y dos, en la forma en cómo occidente nos nombra. Con esto, la construcción y resurgir de símbolos apunta a enmarcar al universo de lo mapuche como sujetos alternos que se desmarcan de los campos de significación occidentales y ponen en valor su diferencia.
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Cayuqueo, P. (16 de julio de 2020). El Mostrador. Obtenido de https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2013/04/06/un-millon-y-medio-de-razones/
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Beverley, J. (2010). La interrupción del subalterno. La Paz: Plural.
Tal como lo señala Canclini en Culturas Híbridas: En un mundo tan fluidamente interconectado, las sedimentaciones identitarias organizadas en conjuntos históricos más o menos estables (étnicas, naciones, clases) se reestructuran en medio de conjuntos interétnicos, transclasistas y transnacionales. Las maneras diversas en que los miembros de cada grupo se apropian de los repertorios heterogéneos de bienes y mensajes disponibles en los circuitos transnacionales genera nuevas formas de segmentación: dentro de una sociedad nacional4. De esta manera la reestructuración del sujeto mapuche dentro de los límites que denominamos ´Chile´ ha tenido variantes de todo tipo, y hoy en día abarca un espectro que va desde mapuche campesinos rurales hasta sujetos con un avanzado nivel educativo relacionados a altas esferas políticas, sociales, educacionales y económicas. El mestizaje, junto a la remodelación de hábitos han producido hibridaciones que desbordan al sujeto mapuche tradicional y ha generado una variedad de formas del ser mapuche situados en medio de la heterogeneidad nacional e incluso internacional. El constructo social del mapuche como campesino sólo es adjudicable, a grandes rasgos, en los dos primeros tercios del siglo XX. Desde el primer contacto con los occidentales los mapuche han dialogado con su institucionalidad y formas de vida, buscando maneras de establecer el intercambio y la cooperación mutua dentro de parámetros que den garantía de igualdad. A lo largo de la historia republicana la identidad mapuche ha tenido las variantes más discordantes. De pasar a ser en un principio valientes guerreros hasta tener hoy en día el estigma de terroristas. ¿Quién designa al sujeto mapuche, quién narra y sobre qué base? La designación, como diferencia específica individualizada, se encuentra articulada por grupos de influencia que podemos apreciar a través de dualidades significantes: el que nombra y el nombrado. Por lo tanto, se intenta establecer un cierto historicismo en cada designación a la que se adhieren los entes significantes, en la justificación
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Canclini, N. G. (1990). Culturas Híbridas. III Congreso de la Asociación Internacional para los estudios de la Música Popular (págs. 1-18). México: Grijalbo.
y uso de aparatajes de control estatal. Desde la Ocupación de La Araucanía se apela a la disponibilidad del lenguaje en los procesos reduccionarios que se llevaron a cabo, para así justificar procesos de dominación como lo fue entender la invasión a los territorios mapuche como “pacificación de La Araucanía”, sin considerar que la paz y la pacificación operan a través de la violencia. Hoy en día los organismos de control del orden público que han sido designados a las zonas de conflicto, efectivos policiales capacitados y militarizados, no han más que agravado el conflicto político y la violencia en la zona. El illkun (enojo) ha devenido por la criminalización y represión de la demanda mapuche por la recuperación de los espacios y territorios usurpados, caracterizando la relación actual entre los mapuche y el Estado chileno. El sujeto mapuche subalterno en su esencialismo estratégico el cual, en el movimiento significante de reconocer un orden colonial dominante sobre sus estructuras de desarrollo, identifica, además de una denominación semiótica que lo aleja en gran parte del imaginario colectivo nacional, el requerimiento de una construcción ideológica de un orden social distinto con otra escala de valor. Así, “el sujeto colonizado construye su identidad dentro de una narrativa distinta de la narrativa de la sociedad civil, la “esfera pública” burguesa y la nación: una narrativa de comunidad, tradición y territorialidad limitada”5. Aun así, el indígena, el mapuche, no se construye como un sujeto premoderno sino como sujeto subalterno de la modernidad, se adapta al tiempo y circunstancia de los procesos civiles, pero desde su territorio y entendimiento social, es decir, a su manera, la cual es diversa. Su relación con la modernidad contemporánea no necesariamente implica hibridación, ya que dentro de los entes implicados en el mundo mapuche existe una heterogeneidad, en donde la transculturación no llega a los estratos más tradicionales. De esta forma, surgen imaginarios y representaciones mapuche cada vez más presentes en las ciudades. En el resurgir de símbolos encontramos al kultrún, instrumento ceremonial y la Guñelve, la estrella de
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Beverley, op. cit.
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ocho puntas presente en las primeras banderas mapuche y que se remontan hasta los tiempos de Leftraru (Lautaro); en la construcción de símbolos encontramos a la ya mencionada Wenüfuye, creada en 1992 por el Aukiñ Wallmapu Ngulam (Consejo de todas las tierras); y también las palabras y abreviaciones de la causa mapuche Marichiweu (diez veces venceremos) y PPM (Presos Políticos Mapuche). Dentro de lo que concierne a la representación del otro, visto como el ser mapuche, en las ciudades se dan dinámicas de reconocimiento y negación. Pensemos en la emblemática capital de La Araucanía, Temuco. El mapuche se encuentra envuelto en una dinámica contrastante, socialmente visto como el otro se encuentra, al mismo tiempo que inscrito en la originalidad de su plano geográfico, relegado y desplazado de su propio territorio, la frontera es social y política, y al mismo tiempo que la iconografía citadina se enmarca en los imaginarios mapuche (como la fachada de la intendencia como chamal, el suelo de las calles con ngümin por todos lados, el kultrún en barreras y puentes) de igual forma el sujeto en su corporalidad es excluido a través de sus oficios, rasgos, aspecto, vestimenta y modo de hablar, en donde el aparato represivo estatal ejerce la mayor labor, renegando la primigenia pertenencia e identidad del pueblo-nación mapuche. La noción de identidad se liga internamente con el surgimiento de la matriz narrativa del relato historiográfico, que da cuenta de la construcción de la historia del territorio en disputa, en donde al mismo tiempo que el sujeto mapuche se inscribe pujantemente en el marco nacional, la violenta eclosión decimonónica entre el Estado chileno y la nación mapuche es reafirmada y negada al mismo tiempo. El mapuche desde su integración a la historia, la cual se corresponde con la historia latinoamericana, ha sido el sujeto colonizado, categoría que hasta hoy se extiende considerando su figura como subalterno, de sujetos subordinados materialmente y culturalmente, los cuales dotados por un carácter de exterioridad ejercen su proceso de emancipación a través de la reorganización política y cultural en el ámbito de lo representacional6, lo cual nos remite a la dimensión estética, en donde sus expresiones van dirigidas a un proceso de deconstrucción. Entre las diferentes luchas que se alzaron el 18 de octubre, la causa mapuche es eje primordial, y el imaginario representacional significante que se visualizó fue variado y masivo. En Santiago de Chile la utilización de la Wenüfoye junto a el Guñelve en la bandera azul fueron los de mayor presencia, no solo en formato bandera sino también en grabados, bandanas y todo tipo de calcomanía. A estos símbolos se les incluyó representacionalmente las estatuas de las etnias diaguita, selk-nam y mapuche, las cuales estaban ubicadas en la “zona 0” de las manifestaciones, junto a diferentes actos significantes y grafitis. La explosión visual acontecida reforzó lo mapuche al centro de la discusión pública, dando un mensaje al discurso homogeneizador nacional exclamando “estamos aquí y somos miles, no nos pueden ocultar”, porque la demanda de inclusión y la negativa a la pretendida subordinación desbordaba todo el horizonte político. La dimensión material y de idealidad de la visualidad mapuche en el estallido social son el recurso más significante de la estética neobarroca como propiamente latinoamericana. Visto como la deconstrucción de la identidad homogénea, "el neobarroco, refleja estructuralmente la inarmonía, la ruptura de la homogeneidad, del
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Canclini, op. cit..
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Sarduy, S. (1987). Ensayos generales sobre el barroco. Buenos Aires: FCE.
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logos en tanto que absoluto, la carencia que constituye nuestro fundamento epistémico”7, ya que nada está subordinado. El cuerpo significante de la visualidad mapuche no se deja clausurar, su significado está cifrado en la materialidad misma a la que evoca en los múltiples sujetos que entran en acción con ellas. No se terminan de generar significados ya que no se terminan de generar relaciones entre elementos que constituyen a este cuerpo visual. Así lazos comunicantes y de intercambio pueden identificarse entre y fuera del corpus visual de lo mapuche, la materialidad y los signos no nos dejan, sino más bien se resignifican y reconstituyen dentro de los múltiples imaginarios que se evocan. La proliferación significante nos relaciona con otros significantes que a la vez nos dirige a otros campos de sentido: lo mapuche con el negro matapacos es contra la represión policial, el negro matapacos con la lucha popular, la lucha popular con el capucha, y así, cada conexión nos brinda una expectativa de sentido en un significado que es parcial y espera más. El campo de la visualidad del 18-O captura la atención del espectador y lo hace justamente en la expectativa de sentido, la cual no deja de satisfacerse, como quien cada viernes al atardecer miró atónito el mar de luces de teléfonos celulares o fuegos artificiales en la lucha por un Chile más digno. De esta manera la estética representacional mapuche como sujeto subalterno del estallido social, da cuenta de la lucha identitaria contra el discurso homogeneizador nacional, desmiente y rechaza la unidad identitaria a través de múltiples y resignificantes imágenes que han quedado impresas en el imaginario colectivo. Queda de manifiesto la conciencia de una heterogeneidad nacional, la cual intenta ser rescatada y puesta en valor como pertenencia de nuestra realidad. Los impresionantes y dramáticos hechos de la crisis social que dan cuenta de la era neobarroca en la cual nos encontramos. El deseo de una reconstrucción social de nuestra propia existencia es hoy, más que nunca, vital para nuestro bienestar y supervivencia en la búsqueda de un mundo mejor. ®
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NOS ESTÁN MATANDO AN D R E A BE L . ARRUTI Artista, traductora y editora. Su trabajo gira en torno al libro de artista y al espacio fronterizo entre la literatura y otras disciplinas como la música, la gráfica, las artes textiles, etc. Cofundadora y editora en jefe de El Círculo Cuadrado Editores. Actualmente es también editora de la revista de ciencias sociales Desacatos.
FOTOGRAFÍAS
Fotoperiodista en la Ciudad de México. Las fotografías aquí expuestas fueron realizadas en su mayoría durante la toma feminista de las instalaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en México, donde se instauró una ocupa y casa refugio para víctimas de violencia de género.
TEOTIHUACAN A GO GORE! / DICIEMBRE 2012
AN D R E A M U RCIA
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HE INTENTADO sentarme a escribir este texto en múltiples ocasiones, invocando con fuerza un lenguaje sosegado y objetivo, que pudiese ser aprobado bajo el escrutinio intelectual que suele aplicarse a cualquier declaración, ensayo, propuesta o denuncia que sea haga desde el feminismo. Sin embargo, tengo que confesar que hoy no puedo. Me es imposible escribir con esa neutralidad intelectualizada que pareciera ser la única voz permitida si queremos ser dignas de atención y de escucha profunda.
Hoy me niego a ocultar lo entrecortado de mi voz, mis titubeos, las manos que me tiemblan de coraje, las ideas que se me nublan por la rabia. No puedo matar mi sentir en nombre de una objetividad cientificista. Así que invito a quien lea este texto a relacionarse con mi sentipensar desde la escucha solidaria, desde la empatía. No puedo adoptar un discurso pulcro y sanitizado para hablar sobre esta verdad aplastante: en México, a las mujeres nos matan con impunidad y el Estado es cómplice de ello.
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Nos han enseñado a temer el dolor. Pero en un mundo cada vez más abocado a la alienación, dolerse es también un acto de rebeldía. El dolor nos devuelve al cuerpo en medio de la simulación. Nos vuelve animal, materia en pleno torbellino de digitalización. A estas alturas es bien sabido que en México existe una problemática grave en términos de violencia de género, que culmina con las alarmantes cifras de feminicidio que ocurren año con año en nuestro país. Aproximadamente 10 mujeres son asesinadas cada día, la cifra ahora es 3.1% mayor que en 2019. Esta crisis llevó a que el 8 de marzo se realizara la manifestación feminista más grande de la historia de este país. A raíz de la pandemia por Covid 19, la violencia contra las mujeres ha aumentado gravemente. Tan solo en abril y mayo, las llamadas de emergencia por dicha violencia aumentaron en un 74%.1 Cada día aparece un nuevo caso, otro nombre más se agrega a la negra lista. Carmen, Jessica, Noemí, Nayeli, Alondra Elizabeth son algunas de las mujeres asesinadas en los últimos días.
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Texto de Aitza Miroslava, 2020
En los meses pasados he presenciado dos casos que me han tocado profundamente. El 11 de agosto, Mayela Álvarez, empleada del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, entidad en la que yo también laboro, desapareció en el municipio de San Nicolás de los Garza en Monterrey, Nuevo León. A más de mes y medio de su desaparición, la Fiscalía ha comprobado, una y otra vez, su absoluta ineficacia. La búsqueda de Mayela ha tenido una amplia difusión mediática, un privilegio del que pocas mujeres en México gozan. Familiares, personal administrativo y cuerpo académico de la institución han ejercido presión publicando artículos en diversos periódicos de gran circulación, haciendo ruedas de prensa y difundiendo información en las redes sociales. Hasta la fecha no se tiene ninguna pista concluyente con respecto a la desaparición de Mayela. Los esfuerzos de la Fiscalía son, cuando menos, insuficientes. Escucho a un grupo de hombres cantar con entusiasmo en la casa de al lado: “Si quieres disfrutar de sus placeres, consigue una pistola si es que quieres, o cómprate una daga si prefieres y vuélvete asesino de mujeres. Mátalas…” Me quedo muda. Entiendo mi obsesión por el
paz y él le insistía en que hablaran, pero sin soltarla. Me acerqué a ellos e intervine. Desde el otro lado de la banqueta grité que la soltara y le pregunté a ella si “la estaba molestando”. Ella me respondió que sí y con esa señal me crucé la calle para intervenir físicamente. El tipo la soltó antes de que yo llegara, trató de decirme alguna estupidez y finalmente se esfumó en segundos. Era plena tarde, al menos unas cinco personas pasaban por ahí en ese momento. Nadie hizo absolutamente nada. Cuando me acerqué a ella pude ver que tenía los brazos llenos de moretones. Empezamos a hablar y poco a poco me fue contando lo que parecía una verdadera historia de terror. Llevaba tres días privada de su libertad en un airbnb. Ella no era de Oaxaca, no conocía a nadie aquí ni había venido antes. Él era su pareja y el padre de su bebé, la trajo en contra de su voluntad y la encerró en un departamento rentado. Ella ya había hecho varios esfuerzos por escaparse de él anteriormente, incluso estando en ese airbnb. Él siempre terminaba amenazándola con quitarle al bebé cuando naciera, sometiéndola, golpéandola o manipulándola emocionalmente. Antes de que yo la encontrara ella ya había intentado dos escapes.
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lenguaje, comprendo que toda palabra lleva consigo un imaginario, un universo entero. Venden nuestra aniquilación allá afuera, la mercadean con seducciones pestilentes. Necroerotismo. Necroamor. Necropoder. Han apagado la música pero cada tanto uno de ellos vuelve a cantar: “Mátalas…” Vivir en este campo semántico es un acto de valentía muy fiera. A veces se me olvida. Permitirnos el goce, danzar, tocar nuestros propios cuerpos, hablarnos con ternura, tratarnos con paciencia, elegir nuestras mejores voces interiores… son todos actos de profunda rebeldía. Sólo tenemos esta casita que somos, este nuestro pequeño santuario, allá afuera nos quieren ver muertas, aniquiladas “por amor y con dulzura”. El 10 de septiembre salí de mi casa en la ciudad de Oaxaca con rumbo a casa de una amiga mía, eran las tres de la tarde. A unas cuadras de mi casa escuché un pleito entre una mujer y un hombre. Me di la vuelta y regresé sobre mis pasos para ver qué pasaba. En la esquina encontré a una pareja peleando. Ella estaba embarazada, ambos forcejeaban con una gran maleta de viaje, a ratos él la jaloneaba y sacudía tomándola del brazo. Ella le gritaba que la dejara en
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98 Un día antes había hablado a la policía. Los oficiales llegaron pero el tipo se negó a salir del departamento sin una orden judicial, la policía nunca volvió con ella. Una vez que había logrado escapar del lugar, ella había intentado huir en un taxi, pero él se subió tras ella inmediatamente y la bajó a la fuerza. El taxista tampoco hizo nada. Cuando yo la encontré estaba sin un peso, pues él le había roto todo su dinero en pedazos, también estaba incomunicada, pues le había destrozado por completo el teléfono celular. Para no contar todos los detalles diré que después de muchísimas horas logramos que se fuera en un camión a su ciudad, casi a media noche, y a pesar de que él había aparecido en la estación de autobuses para intentar convencerla de que se fuera con él a la Ciudad de México. No sé si ella logrará sobrevivir a este hombre. Hice lo mejor que pude. Hablamos a las líneas de violencia, le proporcionaron información, le dieron datos para pedir ayuda y asesoría en su ciudad. Traté de hacerle ver que podía contar conmigo en el futuro, traté de que dimensionara la gravedad de su situación, quise incitarla a que denunciara aquí, pero sabía que ese proceso podría ser tan revictimizante y tardado que acabaría por quebrarla, ella sólo quería regresar a casa. Al menos se fue con los números de teléfono que podrían ayudarle a denunciar allá. Aun así sé que él volverá a buscarla. Y lo único que me queda ya es esperar que lo que sucedió ese día haya sido suficiente para que ella pueda protegerse. Lloré dos días enteros de la frustración. Cada instante se configura el horror. Cerca o lejos, no cesa la maquinaria. El autocuidado es político porque ocupándote del autodesprecio introyectado podrás organizar la rabia contra quienes hacen del horror una lógica cotidiana, porque te vuelves refugio y enfocas tu esfuerzo.2 Ya desde su campaña para presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) dejaba claro que la violencia contra las mujeres no era un tema de su interés. Entre sus propuestas era evidente la total ausencia de una agenda de género. Incluso antes de que empezara la pandemia, el presidente había mostrado no sólo su indiferencia, sino también su profundo desconocimiento sobre la gravedad de la crisis que atraviesa México en términos de feminicidio. Sus declaraciones han sido no sólo absurdas e insuficientes, sino completamente indignantes y hasta alarmantes. Es clara su preocupación por los monumentos, las paredes y los cuadros mal pintados de las oficinas institucionales que tienen, ante sus ojos, un valor mayor que la vida de las miles de mujeres que han sido asesinadas desde que inició su gobierno. Cada vez que se le ha cuestionado al respecto, AMLO no ha hecho más
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https://www.vice.com/es/article/xg837k/las-mujeres-estan-siendoasesinadas-con-impunidad-en-mexico
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que negar que el aumento de la violencia sexista, haciendo declaraciones tan aberrantes como: “La familia mexicana es una familia ejemplar”, “Nunca se ha protegido tanto a las mujeres en México como ahora”, “Lo único que les pido es que no rayen las paredes”, o insinuaciones sin sentido como que las feministas son un grupo conservador, etc. A pesar de esta grave crisis de violencia de género, el gobierno federal propone una reducción en el presupuesto de 2021 destinado a luchar contra ella. El Instituto Nacional de las Mujeres tendrá una disminución del 3.4% con respecto al presupuesto de 2019; la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres sufrirá una reducción de 11 millones de pesos con respecto a 2020; el programa Alerta de Género, una reducción del 12%; los refugios para víctimas de violencia de género, una del 18% y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) una del 13%; estas últimas con respecto a las cifras de 2020.3 Claramente, el Estado ha elegido quién puede vivir y quién debe morir en este país. Al parecer, las mujeres podemos convertirnos en objetos de los que los organismos de gobierno pueden distanciarse éticamente; pareciera que ser mujer en México es una condición de aceptabilidad de la muerte, parafraseando a Achille Mbembe. En este contexto, como diría Frantz Fanon, las mujeres realizamos una respiración de combate. Quiero volverme un árbol. De esos grandes que extienden las raíces bajo el concreto. Tomar a la ciudad por sorpresa y romperla desde abajo. Abrirle grietas, llagas profundas, retomar el espacio. Tienes razón, no puede ser que nos quieran adaptadas, felices y gozando en un sistema que nos quiere aniquilar. Pero somos las hierbas que se abren paso hasta en el más seco de los asfaltos. Incluso de la mierda nos brotan las semillas. Y sí vamos ganando espacio. Sin saberlo, el abrazo se hace hiedra que se extiende por todos lados. Ante el hartazgo y la rabia por la complicidad e ineficacia del gobierno para resolver la violencia contra las mujeres, el 4 de septiembre, en un evento histórico, el Frente Nacional Ni Una Menos y otras
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https://fundar.org.mx/wp-content/uploads/2020/09/Analisis_Paquete_Economico_2021_Fundar.pdf
colectivas feministas tomaron las instalaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, instaurando en su lugar una ocupa y casa refugio para víctimas de violencia de género. Las imágenes de la toma son emblemáticas. Destacaron los cuadros de personalidades políticas del pasado de México, que fueron intervenidos por las activistas e incluso por algunas niñas que entraron al refugio. El presidente respondió con una gran indignación a la intervención del cuadro de Francisco I. Madero, a quien denominó un “luchador por la democracia que no merece ser ofendido así”, y agregó que si ya no se respeta eso, entonces qué. A su indignación por la desacralización de la imagen de un político muerto, respondió Érika Martínez, una de las madres de la casa refugio: “estas flores, estos labios pintados se los pintó mi hija, mi hija, una niña que a los 7 años fue abusada sexualmente. Entonces, quiero decirle a ese presidente que cómo se indigna con este cuadro, ¿¡por qué no se indignó cuando abusaron de mi hija?!”4 En los días siguientes se realizaron diversas tomas simbólicas de oficinas de la CNDH en diferentes estados del país. En la toma de las oficinas de Ecatepec, Estado de México, el 11 de septiembre, elementos policiacos reprimieron y desalojaron con violencia a las activistas, arrestando a varias de manera arbitraria y en vehículos no oficiales. El gobierno no ha hecho más que criminalizar las manifestaciones feministas, tachándolas de violencia y vandalismo, e invisibilizando las protestas legítimas de las activistas y sus pliegos petitorios, así como negando sistemáticamente la crisis de violencia de género que enfrenta el país. Salen las fieras de sus jaulas y vuelven a la montaña hechas río. No desean la normalidad que es ser espectáculo para los otros. No. Salen corriendo como gatas en manada, con las uñas de fuera, con una ternura tan feroz que hace temblar a los necios. El 28 de septiembre, en el marco del día de acción por un aborto legal y seguro, feministas de todo el país se organizaron para salir a manifestarse. En la mañana, Claudia Sheinbaum, la jefa de gobierno de la Ciudad de México, realizó una rueda de prensa en la que acusaba a la feminista y activista María
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https://www.razon.com.mx/mexico/toma-cndh-cuadro-madero-404490
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Beatriz Gasca de financiar la toma de la CNDH, en un nuevo intento de deslegitimar la lucha. En la ciudad de México, las autoridades encapsularon a las manifestantes, lo que desató una confrontación, les rociaron gases y las golpearon. La contienda duró más de cuatro horas. Se movilizaron 1700 policías mujeres equipadas con 165 extintores. Según cifras oficiales había 600 manifestantes, es decir, había casi tres agentes por manifestante. En Xalapa, Veracruz también hubo violencia física contra las manifestantes. En Tijuana, Baja California Norte, varias fueron detenidas en vehículos no oficiales y sin placas al terminar la marcha.
Las mujeres mexicanas estamos hartas de que nos maten a nuestras amigas, hermanas y compañeras, de que nuestra vida corra peligro, de no poder caminar con confianza en las calles. Ya no habrá más tolerancia a la impunidad de este gobierno. Si yo desaparezco un día, sé que el sistema judicial no hará nada por mí. Pero al menos sé que mis amigas y otras tantas desconocidas pintarán los muros de los rancios monumentos de este Estado asesino, quemarán papeles inútiles, las falacias que pretenden vendernos como políticas públicas de resolución, romperán a martillazos los vidrios de las oficinas de gobierno, patíbulos que sólo impulsan sus políticas de muerte. Al menos me queda la confianza de que ellas no olvidarán mi nombre y lo escribirán con aerosol en donde puedan. La policía no me cuida, me cuidan mis amigas. Te escribo amando a la vida por un instante irrebatible. Nos pienso refugio, luna reflejada entre las nubes. Elevo al cielo un conjuro para bendecir nuestros pasitos temerarios. Te pienso y veo tus ojos de obsidiana, espejos que salvan con su oscuro brillo. Estoy con la llama ardiendo. Me miro este cuero gastado y lustroso y me brota sólo ternura. Lanzo a la noche eclipsada un hechizo: tú tuya, yo mía, bailamos juntas en torno al fuego, riendo entre las brasas con los pies descalzos. ®
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¿QUÉ COSECHA UN PAÍS QUE SIEMBRA CUERPOS?
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GENTE QUE UNA/O QUIERE MAR ÍA AR AN E DA Psicóloga especializada en derechos humanos de la niñez y juventudes, activista feminista en la Coordinadora 8M y militante de Solidaridad.
MALA JUNTA. FAMILIA, COMUNIDAD Y PERTENENCIA / MARZO 2013
LA IDEA, la experiencia y la representación social familiar está en crisis, y a la vez pareciera estar más firme que nunca. No lo digo solo yo, diversos estudios indican que la concepción de lo que entendemos por familia y con ello de lo que son las familias en términos simbólicos ha variado y está en permanente mutación. No obstante, sus estructuras no ceden sosteniéndose sobre la idea de vínculos románticos y filiales que hace que las personas continúen por referirse a su núcleo familiar cuando hacen alusión a quiénes componen su familia. La familia es ese núcleo y mandato, tanto para su experiencia personal como cuando se les pide indicar quiénes componen una familia en general (Rigotti, 2014). Por ello, quise hacer un pequeño ejercicio en donde le pregunté a distintas personas (40) conocidas y desconocidas, en espacios de confianza y en la calle -sí, en la calle- esperando que termine la luz roja y en la fila para entrar al supermercado, ¿qué es para ti (usted) la familia? y ¿qué atributos le da? Solo registré sus respuestas sin preguntar nada sobre su identidad ni características personales. No tengo pretensiones científicas, pero sí muy políticas.
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Qué es una familia y quiénes la componen es un conocimiento que se traduce en prácticas enseñadas o más bien impuestas desde temprano en nuestras vidas por parte de quienes nos rodean en los círculos más íntimos, los espacios educativos y también desde el Estado (para qué decir la iglesia). En esa socialización primaria, se nos enseña cual es la estructura familiar “normal” y deseable, así como las alternativas que salen de la norma, que escapan de ella o que no logran el éxito de constituir el mandato familiar heterosexual hegemónico. Es decir, no configurarse de forma tradicional se vincula al fracaso, lo que para una gran mayoría de la población de niñas, niñes y niños la propia experiencia familiar está fuera de la norma, es inadecuado o por lo bajo poco ideal. Si bien, una parte de las personas que consulté aludieron a la estructura de las familias, con énfasis en la estructura hegemónica en donde incluso en 3 casos mencionaron también una mascota, la mayor parte de las personas respondieron en función del sentido que le dan a este vínculo. El centro entonces no era ya la familia como entelequia, sino lo familiar como relación. Más allá del adoctrinamiento sobre la familia y el sentido exitista en la construcción de vínculos, la principal respuesta que recibí fue (expresado de diversos modos) “la familia es gente que una/o quiere”. Cabe señalar que 23 de las personas antes de responder me dijeron que nunca se lo habían preguntado y todas mostraron una cara de extrañeza que me imagino tiene la mezcla de por qué alguien en contexto de pandemia me está hablando y por qué alguien en cualquier contexto me habla en la fila o en el semáforo. El doble escenario en el que se encuentra la conceptualización de familia que plantean Rigotti et al, permite que leamos la respuesta gente que una/o
quiere de dos maneras. Por una parte, la expresión alude a la idea de personas que se escogen, de una cierta libertad de elegir quiénes conforman la familia siendo la característica de la relación el amor y no algo fijo como la vinculación sanguínea. Por el contrario, la misma respuesta puede referir a un mandato: “a la familia se le quiere” y por tanto es también gente a la que una quiere. Mandato sobre una familia en particular, a esa en la que se cada persona se crió, esa que, como comentan las autoras, ha permanecido intacta a pesar de los cambios en su representación. Este mandato es en parte reflejo de un potenciamiento entre el modelo capitalista y la tradición cristiana, al por una parte sostener vínculos posesivos identificables incluso en la forma de expresión de dicho vínculo donde una es algo de la otra persona y por otra parte, toda vez que una persona busca quebrar dichos vínculos o abordarlos y llevarlos de formas diferentes a las exigidas socialmente, se le arrojan y cobran sentimientos en forma de culpa que obligan a las personas a sostener relaciones incluso cuando estas no son deseadas ni favorecedoras para su bienestar. Entonces, ¿cómo avanzamos en traducir a la experiencia práctica las transformaciones de la estructura familiar que ya se sostienen a nivel discursivo? No es algo sencillo. Acabar con una institución, como es la familia, es un proceso colectivo, que requiere también de giros individuales, mediante los cuales empujemos cambios en la rigidez de la estructura y concepción de familia en las prácticas cotidianas, así como en paralelo promovemos la eliminación de la familia como un espacio de control social y atadura del potencial individual. Esto no significa romper con los vínculos de amor que hoy sostenemos, en la medida que ese amor y ese vínculo no son una obligación, en la medida que ese
amor es genuino y no una respuesta culposa. Por el contrario, significa comprender que el amor y la construcción de lazos íntimos no requieren de una estructura que los ate y sostenga. Es necesario entonces acabar con el mandato de lealtad a la familia, a ella en tanto estructura, como a quienes la componen. Pues todo aquello que el estado y otras instituciones de control social le han asignado como función requiere ser repensado y redistribuido. Redistribuido porque no puede continuar siendo una responsabilidad privada generar todas las instancias de estimulación y cuidado que una persona requiere, independientemente de su edad. No podemos continuar exigiéndonos saber hacer todo, responder a todo. Por el contrario, al eliminar la familia como unidad social volvemos nuestros procesos de socialización hacia afuera desde el inicio de nuestras vidas, ampliamos las posibilidades del conjunto de la población y aumentamos las potenciales figuras de apego de niñes y adultes. La lealtad hacia la familia puede con facilidad convertirse en una relación tóxica, en la cual las personas se mantienen pues es la realidad conocida, pues es lo que siempre se nos inculcó. Pero ni la familia ni ninguna otra relación puede sanamente desarrollarse con dicho mandato pues vicia desde el inicio las posibilidades de las personas en la relación. Obliga a tener que ceder y ser de determinada forma que permita sostener y mantener la estructura, imponiéndose ésta por sobre las personas que la componen. Obliga a quedarse a pesar de: a pesar de la violencia, a pesar de que no puedo ser quien soy, a pesar de que no me siento querido/a. La urgencia de acabar con la familia no dice solamente relación con la posibilidad de configurar experiencias sociales y emocionales basadas en el amor e interés genuinos, sino también con cambiar
la forma de organización y distribución de recursos. Hoy una parte importante de la población ni siquiera tiene la posibilidad de optar por no conformar alguna forma de familia pues el Estado al amarrarla como la forma social más básica le atribuye un rol de estructura económica mínima en función de la cual las personas deben organizar la producción y reproducción de la vida. Incluso, no son pocas las ocasiones en que el acceso a servicios y beneficios sociales dependen de formar parte de una familia, o al menos a un hogar. Es decir, se comunica a las personas que en la medida que no forman parte de un grupo social tradicional arraigado a las doctrinas conservadoras y esclavista no son sujetos de derecho y se les posiciona una vez más como personas -pues no ciudadanos- de segunda categoría. Hacer este cambio, comprender nuestras unidades sociales mínimas como estructuras móviles y flexibles de las que no depende la posibilidad de ejercer nuestros derechos, y de las cuales una puede sumarse y restarse en diferentes momentos, así como pertenecer a más de una -en tanto es solo un espacio desde el cual referenciar nuestras experiencias y prácticas cotidianas-, es justamente aludir a la idea de gente que una/o quiere de forma clara, sin presiones, sin culpas sin deber ser. Así, además, tenemos la claridad que la gente que una/o quiere a lo largo de la vida cambia y también cambian nuestras formas y contenidos asociados al querer. ®
REFERENCIAS Rigotti, M.,Menezes, J., Liston, N., Dupas, G. (2014) El texto en su contexto: ¿Qué es la familia para usted?. Journal or research fundamental care online 6(1):293-304
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HAY UN PUEBLO DIAGUITA VIVO Y QUE RESISTE PAU L A CARVAJAL , PALINAY.
VOCES DEL TERRITORIO. MEMORIA Y DERECHO INDÍGENA / JUNIO 2013
Cultora originaria diaguita. Guasco Alto, Atacama.
Soy mujer originaria, diaguita de Guasco Alto. Nacida y criada en una pequeña localidad llamada San Félix en la comuna de Alto del Carmen del Valle del Guasco (Huasco) que es el vergel de Atacama.
Habitar este territorio ha sido, tanto un legado como una elección. Nuestro territorio es hermoso, un lugar un poco perdido en el tiempo donde parece que aún vivimos como hace un siglo atrás. Tenemos una importante herencia cultural y natural y nuestra forma de vida habla de un de un pueblo diaguita vivo, ya que ser diaguitas no solo se lleva en el apellido y en la sangre, sino en cada aspecto del vivir, como: lo que comemos, qué historias contamos, cómo nos medicinamos, en qué creemos, en qué trabajamos, cómo educamos, etcétera. Podríamos decir que nuestra esencia se expresa en la simpleza de co-existir con lo que nos rodea, tal como lo hicieron nuestros padres y los padres de ellos. Esta simpleza del vivir y el hacer “con lo que hay”, me ha mostrado que la felicidad siempre camina a mi lado. No necesito nada para abrazarla, pues al vivir en la sencillez y con todo lo que la naturaleza brinda, no pedimos nada, ya lo tenemos todo. Así ha sido durante siglos. Pero de ello no me di cuenta hasta que salí del territorio para estudiar. En ese momento me di cuenta de que no comíamos lo mismo, que en su mayoría los alimentos se compraban y que casi nadie los producía, que la ropa y la apariencia era una necesidad por sobre otras, que la forma de hablar era motivo de burla, que la forma de relacionarse y entretenerse eran otras, en fin, que casi todo era distinto. Muchos teníamos noción de que teníamos otra forma de vivir, que incluso a algunos coterráneos les avergonzaba (porque así nos lo hicieron sentir) pero no lográbamos percibir esas diferencias. Y estando en Santiago o en las ciudades, pude comprender por qué muchos y muchas asumieron nuestro origen como algo malo, y que lo mejor era emigrar o aspirar a otra vida “mejor”. Como expongo, nuestra forma de vivir se ha
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PUEBLO DIAGUITA VIVO
108 conservado, pero esto ha sido en la intimidad de los hogares, casi invisible e imperceptible. Por esto creo que la academia nos declaró extintos. Sin embargo, aquí estamos, somos un pueblo vivo, resistente y resiliente. Luego del reconocimiento estatal hace catorce años, se despertó con mayor fuerza esta necesidad de poner en valor esta herencia cultural y nuestro patrimonio originario. A lo largo de los últimos años, el pueblo diaguita se ha ido auto reconociendo, los hijos e hijas, nietos y nietas, de los que emigraron a las salitreras, empresas mineras y otras actividades en la urbanidad, hoy reclaman sus raíces. Muchos de ellos han estado investigando, queriendo aprender lo que sus padres olvidaron o desaprendieron y algunos en esa búsqueda, en su sed de conocimientos ancestrales, van recogiendo lengua, costumbres y tradiciones de otros pueblos originarios, en ocasiones llegando a construir ideas propias de "cómo son los diaguitas", lo que ha traído cierta confusión e incluso distorsión. Uno de los hitos que nos une a nivel nacional es la defensa del sitio de El Olivar en La Serena, lugar sagrado muy importante, tanto para nosotros como pueblo como también para la academia, lo que vino a reafirmar la necesidad de revitalizar nuestra cultura para protegerla y abrazar la autodeterminación. Afortunadamente las aguas se han aquietado y clarificado para los que buscan reconstruir su identidad diaguita y esto ha sido posible gracias a que parte del pueblo diaguita, decide sacar la voz y hacerse más visible –luego de enfrentar los embates de la intervención extractivista– y decidimos defender nuestros territorios e identidad de las amenazas y daños de la megaminería e inmobiliarias principalmente. En esta etapa se suma la apertura que ha tenido la Academia en cuanto a investigaciones en torno al pueblo diaguita y que ha permitido posicionar su existencia como pueblo, antes casi invisible, pero más por la valoración y revalorización de las costumbres, prácticas y saberes de ese pueblo diaguita vivo que habitamos y ejercemos en el día a día, en los sectores más cordilleranos de los valles transversales de este territorio llamado Chile.
EN AMENAZA Y RESISTENCIA DEL EXTRACTIVISMO No obstante, lamentablemente este pueblo vivo y activo en la reconstrucción de su identidad, está amenazado y en resistencia por el extractivismo de la megaminería. Esto viene a afectar y dañar nuestra cultura y territorio en todos los aspectos de la vida que conocemos, principalmente a los bancos perpetuos –los glaciares- que dan vida al valle de cordillera a mar, y que hacen posible que seamos el valle que frena el avance del desierto más árido del mundo. A
su vez, eso permite una gran diversidad de frutos y productos de los cuales vive su gente; tenemos uno de los pocos lugares del mundo con tantos microclimas que hacen posible dicha biodiversidad, tenemos productos de alta calidad, patrimoniales y con denominación de origen, una muy buena calidad de vida al tener alimentos sanos y frescos. Otro impacto ha sido la contaminación de las aguas del río, que es el espíritu del valle y sin él no es posible la vida. Y contaminan socialmente, dividen comunidades y familias, y la llegada de foráneos y sus formas de vida quieren obligar a pensar en cambiar estilos de vida. Uno de los factores que dan mayor calidad de vida en la actualidad es la seguridad de las familias y bienes, lo que no es un motivo de preocupación para nosotros, pues aún no conocemos casa enrejadas ni preocupación por poner llave a todo. Nosotros vivimos con una sensación de tranquilidad siempre y sentimos que las diferencias sociales se acortan porque el status de vida es similar entre vecinos que viven mayoritariamente de la agricultura. Estas y otras tantas bondades hacen que amemos nuestro territorio y lo queramos proteger. Así, los impactos no afectan solo a lo que llaman el “medio ambiente”, la naturaleza, como si fuéramos ajenos a ella, sino también a nuestra cultura, cosmovisión y sobrevivencia. Para buena parte de quienes habitamos este valle tan generoso, es importante preservarlo para las generaciones venideras, pero no sólo por la preservación de nuestra cultura originaria, sino por sobrevivencia. Lamentablemente, esta intervención de empresas extractivistas, ayudadas por los gobiernos de turno y leyes que fomentan el extractivismo, también ha dividido al pueblo diaguita y ha generado profundas heridas que han dificultado el diálogo y la posibilidad de reconstruir, mantener, rescatar y preservar lo nuestro. Introdujeron “asesores” u operadores, entes perjudiciales, que han negociado dignidad a nombre de todo el pueblo diaguita de este valle, desprestigiando a los que llevamos nuestro orgullo diaguita inmáculo y en resistencia, y que sabemos que la tierra y el agua no tienen precio. Han implantado la idea de entregar “ayudas sociales” y para acceder a las migajas y tratar de convencer a otros, han utilizado la excusa de que somos una población con bajos ingresos. De esta forma, asumen que tenemos mala calidad de vida, no entendiendo en
absoluto que nuestra calidad de vida no se compra con dinero. Pese a todo eso, nosotros, el pueblo diaguita Kakano seguimos en pie de lucha y resistencia para defender el territorio, ya no solo en Guasco Alto sino en todo el territorio que habitaron nuestros antepasados y que aún habitan sus descendientes –los diaguitas de hoy– desde el río Copiapó hasta el Mapocho, compartiendo el límite norte con el pueblo Colla y por el sur con el pueblo Mapuche. Nosotros que caminamos en estas tierras desde hace 10 mil años, llevamos siglos dedicándonos a la agricultura, a la criancería trashumante, a la pirquinería, a las artes de la alfarería y el telar de palo plantao; manteniendo desde las ollas y fogones nuestro patrimonio alimentario y curandero, entre otras prácticas. Queremos defender el territorio y el acervo cultural de las amenazas y peligros que nos acechan.
LA POLÍTICA INDÍGENA ESTÁ AL DEBE Finalmente, al pensarnos como pueblo indígena vivo, es imposible abstenerse de hacer una mención a las políticas indígenas que, dicho sea de paso, mejor deberíamos llamar “discursos del Estado en materia indígena”, ya que finalmente, en eso se quedan. Tras mi caminar, he podido concluir que están muy al debe, pues prácticamente nada se ha hecho. Si bien hay un reconocimiento estatal como pueblo vivo, la ley no solo nos rebaja a la calidad de etnia diaguita y no Pueblo 0riginario, sino también NO nos reconoce territorio y menos respeta la decisión vinculante que tenemos que tener para con las acciones u actividades que se propinen en nuestro territorio según el Convenio 169 de la OIT. Menos respeta la consulta indígena y/o la ocupa de manera tendenciosa. Así, mi pueblo es un claro ejemplo del discurso estatal, porque se ve en el papel una intención de reivindicar a los pueblos, pero no se refleja en acciones concretas. Ninguna opción hay en éstas, de que los pueblos originarios podamos definir nuestros pasos. En consecuencia, sentimos que no se nos respeta ni mucho menos nos sentimos representados por las políticas estatales. Lo poco que existe está pensado en el pueblo mapuche, el pueblo con mayor número de chilenos reconocidos, mayoritariamente
en el centro sur del país, quienes han mantenido de manera innegable su territorio y cultura de manera visible y viva. Luego le sigue el pueblo aimara que habitan el norte grande, nosotros como diaguitas ocupamos el tercer puesto según las estadísticas, pero esas son solo cifras frías que poco o nada le importan a la población local. Si el pueblo mapuche se siente al debe y tiene sentimientos muy parecidos a los nuestros, con mayor razón nos sentimos aún más invisibles para una ley sin reconocimiento de tierras, ni lengua diaguita. En el mismo sentido, existen planes estatales de revitalización de Pueblos Originarios pero se hacen desde la mirada gubernamental. La educación no contempla el derecho de enseñar nuestra lengua, el Kakan, porque la Academia no la reconoce. En las escuelas se les enseña a los niños y niñas que nuestra cultura esté extinta y solo se releva la cerámica diaguita como muestra de que nuestra cultura existió, invisibilizando todo lo demás que es parte fundamental de nuestra cosmogonía. Somos sujeto de estudio a través de museos, y parte de la academia pone en duda nuestra existencia real. Habla por sí solo que exista un certificado CONADI como único registro válido para acreditarse como tal ante el Estado, como si fuese éste el que viene a decir quién es indígena y quién no. Para concluir, puedo decir que estamos muy lejos de un reconocimiento y respeto verdadero a los pueblos originarios que se vea reflejado en políticas públicas, y en esa espera; nuestros pueblos siguen siendo arrasados, borrando nuestras huellas originarias; queriendo transformar nuestra forma de vida, quitándonos el derecho a enseñar nuestra cultura y lengua en las escuelas desde nuestra visión, no reconociéndonos territorio, pese a estamos aquí desde antes que existiera este país; no respetando nuestros territorios y fomentando el extractivismo, haciendo leyes que lejos de protegernos, vulneran nuestros derechos, no ayudando en la conservación de nuestra herencia cultural y natural. El Estado de Chile está muy al debe con los pueblos originarios. Sin embargo, hemos sobrevivido a este holocausto que ha durado mas de 5 siglos, seguiremos en resistencia y levantando la voz y la mirada. ®
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ESTA HISTORIA HA SIDO REVUELTA. CHILE, 47 AÑOS K ARE N GL AVI C
ESTA HISTORIA ES SIN OLVIDO, CHILE, 40 AÑOS / SEPTIEMBRE 2013
Doctoranda en Filosofía con mención en Estética y Teoría del Arte en la Universidad de Chile. Profesora universitaria. Es editora de la colección Feminismos en Pólvora Editorial y crítica en El Agente Cine.
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tanto tiempo. Leo el volumen de Rufián Revista1 dedicada a la conmemoración de los 40 años del golpe de Estado y a ratos aparece allí otro Chile. Enhorabuena, la verdad. Este es un hermoso desencuentro con la cara más acostumbrada de nuestra larga postdictadura, la cara lúgubre, la cara con pocos atajos, la del tiempo atado a los consensos, la de la tonalidad de la derrota. En 2013, de estos artículos pulsa demasiado cerca aún la represión del 2011, el asesinato de Manuel Gutiérrez, el estupor por los desaparecidos en “democracia” que se traducen en el nombre de José Huenante, el primer gobierno de Piñera o la poca costumbre de que no fuera la Concertación quien administrara el orden neoliberal. Late la desorientación de las primeras (vistas ahora) pequeñas revueltas, de la reorganización política masiva, de la respuesta represiva sin ambages. Supongo que nos envuelven otros afectos, otro tiempo. El 18 de octubre de 2019 cambió para siempre la forma de mirar las memorias de nuestro pasado reciente, la represión se repitió haciendo visible que no es necesaria una dictadura para continuar violando los derechos humanos. Pero, además, pienso, no se trata de una mera repetición. El tiempo de las revueltas feministas, estudiantiles, indignadas, árabes, nos puso en el lugar de un suceso excepcional y también de un hilo de movimientos, de estallidos como se ha dado por decirles, que por singulares no dejan de poner en juego aspectos en común. Varios dicen que adivinaron que la revuelta de octubre ocurriría, algunos con un tono más profético, otros con el ojo de quien sabe que este neoliberalismo, que esta atomización del laboratorio-Chile, en algún momento estallaría hastiado, corroído, dolido por tanta precariedad y por tanto maltrato. La democracia ha sido el escenario de la impunidad, afirma uno de los pasajes de la revista, y es cierto: de la impunidad de los crímenes de la dictadura jamás resueltos, del maltrato cotidiano a les niñes y jóvenes institucionalizados en el Sename, de la pobreza encubierta en el endeudamiento, de la desposesión de la propia vida encalillada en cuotas y en trayectos eternos del trabajo a casa, de la casa al trabajo, sin tiempo para otra cosa que no sea ser un cuerpo dócil.
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Esta historia es sin olvido. Chile, 40 años. Año 3, número 15, septiembre 2013.
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NO SÉ CUÁNTAS VECES siete años parecen
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Con insistencia, con porfía echábamos mano a la memoria no solo para reclamar a las personas torturadas y desaparecidas, sino para decir también «¡Pinochet que muera tu herencia!» porque cada traba institucional, cada pacto elitario y cada acuerdo de los partidos que se repartieron el orden de la inacabable transición, no eran otra cosa que la dictadura aún allí en la memoria y el cotidiano. Algo de lo escrito en 2013 transmite amargura y, claro, visto ahora no fue un año fácil. La memoria petrificada en la figura de la víctima, la manera en que la democracia de los acuerdos procesó el conflicto de la impunidad y la justicia irresuelta, luchaba ese 2013 por mostrar cuánto faltaba en materia de verdad. El primer gobierno de Sebastián Piñera con esa capacidad camaleónica que lo caracteriza a él y al neoliberalismo que de todo profita, hasta se vistió de supuestos ropajes reconciliados, cerró el Penal Cordillera en medio de sentidos discursos, mientras en su gabinete y en su plan económico y político, la obra de Jaime Guzmán y los militares seguía prácticamente intacta. Las movilizaciones del 2011 vivían tiempos de reflujo. Ninguna llama se mantiene siempre con la misma intensidad, pero lo cierto es que muchos de los y las dirigentes estudiantiles apostaron también por la disputa institucional, armaron sus candidaturas y llegaron al Congreso. Nadie todavía esperaba nada, no muchas letras de la edición de los 40 años del Golpe que invitó la Revista Rufián dan cuenta de la acumulación de luchas que circundaron la conmemoración del 2013. Aún se lee fragmentación, desconfianza, un Santiago atomizado, una memoria del trauma que se aferra a la memoria de la dignidad, a la historia del Museo de la Solidaridad, a relatos de trabajadores y profesores. No ha sido fácil despercudirnos de la desconfianza y de la soledad, de la dificultad de hablar de un encomún al menos, ya que todo aquello que sonaba a pueblo y revolución estaba entre proscrito, reprimido y, con justas anotaciones también, criticado. ¿De qué asirse, entonces? ¿En qué cuerpos reconocerse y encontrarse? Patricia Castillo en su artículo “Lo que necesitamos recordar a 40 años del golpe”, junto con traer las vivencias de la niñez en dictadura, propone una fórmula que vista hoy me parece se intersecta con aquello que movilizó este año de revuelta. Ella dice: Nosotros también queremos recuperar la memoria, pero esa donde están guardadas las cosas que hacían que valiera la pena hacer lo que se hizo2, habla de la resistencia de los adultos, piensa en las historias de los militantes de izquierda y de quienes permitieron y mantuvieron la esperanza y la memoria en el cuerpo de las transformaciones sociales y las luchas por los derechos. Pienso, por supuesto, en la frase “valer la pena”, porque octubre nos llenó de esa consigna tan conmovedora y a la vez tan precisa: “Hasta que valga la pena vivir”, porque esta vida que el neoliberalismo provee no cuenta como vida para quienes no importan. Me gusta que la invitación a este recuento se llame “Caldo de cultivo”. Me gusta que refiera a microorganismos, tal vez, a contagios. En tiempos de virus, además, se hace necesario pensar en otros contagios, en esos que nos unen a pesar de la distancia física, en esos que se incubaron durante décadas a pesar de nuestra desconfianza, de nuestra desazón, de mirar como una vez más ganaban
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Patricia Castillo. “Lo que necesitamos recordar a 40 años del golpe”, p. 20.
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No creo que sea posible pensar que esa conmemoración de los 40 años y estos 7 años más que se agregaron, no fueran parte de la ebullición que permitió la revuelta. Incluso las memorias contrapuestas, las disputas por la hegemonía que tan bien se retratan en el artículo de Enrique Antileo y Sergio Caniuqueo, quienes protestan contra la temporalidad colonial y el izquierdismo romántico que cree que la lucha mapuche es patrimonio de la izquierda. Por cierto, no hemos sobrepasado esa temporalidad ni saldado ni media deuda con los pueblos indígenas, pero también pulsa un deseo plurinacional cuando la Wenufoye y la Wipala se alzan en cada imagen de este año de otro tiempo. El encuentro entre esos derechos humanos para un discurso crítico y a tono con los movimientos emancipatorios –que son recuperados en el volumen que comentamos– tiene hoy su mayor oportunidad. La oportunidad de enlazarse, de sumarse a la calle con la experiencia de lucha y visibilización, con la historia en el cuerpo de que no basta con lo que la ley permite ni con lo que los tribunales dictan. Con la convicción de que la impunidad y la victimización es la marca de la postdictadura, pero que
3
Paula Arrieta. “Santiago, aparecer”, p. 45.
tampoco se trata de héroes ni de sacrificios. Una memoria que dispute su propio origen, que ponga en duda su relación a la temporalidad, que aporte como plantea Rodrigo Karmy a pensar un porvenir, eso que abrió la revuelta de octubre, un porvenir que según sus palabras, es una potencia que nunca descansó en un trauma, sino que más bien (…) se trató de una potencia que no es nada más que porvenir y que sólo su clandestino traspaso de la impersonalidad de un común puede hacer que los cuerpos puedan saber qué es lo que efectivamente pueden. Porque dicha potencia se define por su transmisibilidad (su capacidad de transmitir) deviene nada más que una afirmación de vida que se sustrae a toda sutura proveída por el poder. El porvenir se hereda precisamente porque los cuerpos pudieron “evadir” al miedo por la oligarquía en sus años de dictadura y de la enrevesada transición4. ®
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Rodrigo Karmy. El porvenir se hereda. Fragmentos de un Chile sublevado, Santiago de Chile, Editorial Sangría, 2019.
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los de siempre, o que los cercos se corrían tan poquito que tal vez nunca podríamos saltarlos. No fue así, por suerte, aun cuando queda tanto todavía por disputar, por organizar, por recomponer. Paula Arrieta lo intuyó en “Santiago, aparecer”, pero vale para Chile entero: Un Santiago oculto que emerge cansado de tanta maqueta que de él han hecho, Santiago aparecido, que se sacude el polvo y reclama su lugar: aquel que se ofrece como material disponible para la transformación colectiva3. Algo de ello hubo en la revuelta de octubre, en cada barricada, en cada persona que salió a la calle, que rompió objetos de consumo, que afirmó que no le importaba esperar más tiempo la micro si eso significaba un futuro mejor. En quienes se juntaron en asambleas, quienes llegaron cada viernes a la Plaza de la Dignidad con la organización política que tenían disponible: desde disfraces hasta figuras de animales, desde banderas de fútbol a memoria de canción protesta.
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NO SOMOS PARTE DE LA FAMILIA, SOMOS MUJERES TRABAJADORAS MAR ÍA COTAL N E IR A
NI LA PANTALLA NI KILÓMETROS de distancia
Presidenta de la Federación de Sindicatos de Trabajadoras de Casa Particular de Chile (FESINTRACAP)
lograron separar nuestra conversación, desde San Cristóbal de Las Casas (Chiapas, México) hasta la sede del sindicato de trabajadoras de casa particular en Santiago de Chile, donde se encontraba María Cotal Neira, un día domingo por la tarde destinado a tejer puentes de experiencias y proyecciones de la organización de trabajadoras de casa particular, un momento acontecido por la vida laboral-dirigencial de la compañera. Memorias de organización que datan de 1926 hasta el presente y hoy, que se conmemora el día internacional contra la violencia hacia las mujeres, se vuelve urgente problematizar el respeto a los derechos laborales del trabajo del hogar ejercido principalmente por mujeres, la búsqueda permanente por parte de este rubro a la conquista de estos, así como también, preguntarnos por las violencias contra trabajadoras mediante el develamiento de la precarización laboral en contexto de pandemia. María Cotal, mujer de carácter y voz fuerte proveniente de Coelemu, Región del Ñuble, Chile. Quien en todo momento mantuvo lápiz en mano para destacar de vez en cuando ideas y proyecciones para la Federación de Sindicatos de Trabajadoras de Casa Particular de Chile (FESINTRACAP), organización de la cual es presidenta. El sonido del bolígrafo permeaba nuestra reunión virtual marcado el tiempo de silencio acompañado por su rápida escritura como
PO R
MARIE J U LIE T TE U RRUTIA LE IVA Educadora territorial, hija de una trabajadora del hogar e integrante del Trokiñ Peyepeyen.
NUESTRAS MANOS ABIERTAS / DICIEMBRE 2013
*Fuente original: Sitio web testigopurpura.com, publicado el 27 de noviembre de 2020. Enlace: https://testigopurpura.com/2020/11/27/no-somos-parte-de-la-familia-somos-trabajadoras/
E N T R E V I S TA A
pulsión imaginativa. Una conversación que nos hizo reflexionar sobre las proyecciones de la organización sindical, el develamiento de las condiciones laborales desiguales que agudizó la pandemia, la histórica lucha por la reivindicación de ser llamadas trabajadoras del hogar, la problematización de la frase ‘‘somos como de la familia’’, como también, un llamado a sus empleadoras para que presten atención solidaria a las demandas de trabajadoras de casa particular. Un conversación que lejos de dejar conclusiones, sigue abriendo rutas. Mujer, madre, hija, nieta, trabajadora del hogar y dirigente social convencida de la justa búsqueda por el reconocimiento de derechos laborales, tantas posiciones que cruzan a una sola persona. Tal vez, podríamos nombrarla en los mismo término que ella se define, una mujer luchadora: ‘‘es difícil hacer un análisis de uno mismo. Soy muy autocrítica, me estudio a mí misma, me corrijo a mí misma. Yo soy una mujer luchadora que le he peleado duro a la vida, me he sobrepuesto a las dificultades y muchos dolores. Yo me considero de esta clase, una mujer guerrera’’. Aunque también se define desde la sensibilidad, siendo enfática en señalar que desarrolló desde muy joven la capacidad de ser sensible con el sufrimiento ajeno. Nacida en Coelemu, desde donde aprendió mediante la observación el rubro agrícola y forestal desarrollado por su familia, adquirió el aprendizaje del trabajo de la tierra y la organización campesina.
Permanece en ella el férreo recuerdo de su abuelo paterno Segundo del Rosario Neira Villegas, campesino militante del Partido Comunista y luchador por la tierra para quien la trabaja durante la Reforma Agraria en Chile. Su nieta, desde la actualidad, mira al pasado y se pregunta por qué su abuelo, siendo que se había desempeñado como dirigente en la lucha por la tierra, se quedó sin un metro de ésta después de la Dictadura Militar. Al destacar su interrogante ella misma busca respuesta: ‘‘Mi abuelo era analfabeto, pero muy inteligente y astuto, participó en la reforma agraria. Yo en esa época no lo entendía, aunque ahora sí lo entiendo […] Yo ahora, como me ha tocado y elegí defender los derechos de mis compañeras, entiendo que uno no lucha por uno, si no que por los demás, eso hacía mi abuelo’’. La compañera María se desempeñó como trabajadora en una empresa forestal donde se sindicalizó en la década de 1980. Cuando la jefatura se enteró de la organización de los y las trabajadoras, despidió a las principales dirigencia donde se encontraba la actual presidenta de FESINTRACAP. Viendo este escenario, Cotal recibe el consejo de una amiga sobre la posibilidad de ir a Santiago a trabajar en casa a lo que ella se cuestiona porque toda su vida había destinado su fuerza laboral fuera de casa, argumentando que las cuestiones domésticos no eran su principal fuerte. Al tiempo, decide aventurarse, como lo destacó en la conversación, a su actual trabajo, vida en el barrio y proyecciones:
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¿Por qué y cuando decidió organizarse en un sindicato de trabajadoras de casa particular? Comencé a observar a las trabajadoras del barrio. En las mañanas a mí me gustaba mucho la actividad física, así, a las 6 de la mañana antes de empezar a trabajar, veía a mis compañeras paseando al perro y en la noche salía a darme vuelta con mis compañeras de trabajo de la casa de al lado y todavía estaba con el perro arrastrando. Ahí yo decía: si esta mujer se levanta a las seis de la mañana y son las once de la noche y aún sigue trabajando. Empecé a conversar con ella a preguntarle a qué hora descansaba. Entonces me decía: ‘‘yo normalmente me voy a mi cuarto a las 12 de la noche’’, le preguntaba a qué hora se levantaba y me decía que a las seis de la mañana. La otra experiencia es de una caminata nocturna con una compañera que éramos bien yuntas, la Margarita. Una noche cualquier veníamos de estar en un bar, día viernes o sábado, éramos más jóvenes. Nos encontramos a una niña peruana llorando sentada en una cuneta en el barrio. Pensábamos que alguien le había hecho algo o la había dejado tirada. Nos acercamos a ella como mujeres solidarias preguntándole qué le pasaba, a lo que responde: ‘‘es que la señito me acaba de botar’’. A la 1 de la mañana lanzó a esta niña a la calle, a una trabajadora peruana. Margarita, mi amiga y compañera, que trabajaba en la casa de al lado de donde yo trabajaba, tenía un departamentito de servicio, así que ella se la llevó esa noche a dormir para cuidarla. Cómo la íbamos a dejar en la calle. El día lunes la acompañamos a la inspección del trabajo para hacer la denuncia. Todas esas cosas fueron colmando la intolerancia y la indiferencia. Hay una mujer mayor que a las tantas de la mañana está paseando al perro y a las tantas de la noche saca de nuevo al perro luego de jornadas intensas de trabajo. Por otro lado, hay otra trabajadora lanzada la calle por su empleadora. Esto no puede ser, me decía a mí misma. Todo eso se fue juntando y comenzó a nacer la necesidad de organizar y defender. Una necesidad de buscar justicia por aquellas compañeras que veía en el barrio. Nunca había escuchado al sindicato y en esta búsqueda conocí a Emilia Solís, la escuché en la radio de aquella época, Nuevo Mundo, le llamaban. La escuché un 1° de mayo quien señalaba la importancia de formar parte del sindicato, un llamado a reivindicar la lucha. A través de ella conocí las otras organizaciones y sus historias. Ahí yo me pregunté dónde estuve yo tanto años que nunca escuché hablar de estas organizaciones. Hasta ahora los sindicatos son de lucha activa y no de sumisión, ni de obediencia. Me empecé a en-
cantar con la historia del sindicato. Donde se necesitaba un bloque, allá aparecía yo. Empecé a conocer los Sintracap de regiones que también resistieron a la dictadura y fueron combativos. Me enamoré de esto. Aunque no todo el mundo se atreve a decirlo públicamente, pero hay momentos en que, agobiada por el trabajo, por asuntos familiares que nunca faltan y a veces que una en las organizaciones se encuentra cierto grado de resistencia por el hecho de que nuestro sector existe mucho el desclase. Es bien alto el porcentaje de desclase, cuando uno plantea ciertos temas a nuestras compañeras que van dirigidos hacia la clase mandante. Algunas compañeras se ponen en el lugar de sus empleadores o de sus patrones, como dicen ellas. Muchas no empatizan con el dolor y sufrimiento de otras compañeras que a lo mejor no tienen las garantías y beneficios que ellas tienen con sus empleadores. Entonces hay un cierto grado de poca empatía de nuestro sector que a esta altura de mi vida pienso que es por el desclase, perdiendo de vista de dónde somos, a qué vinimos y quién es nuestra gente y a quienes debemos cuidar y proteger. A veces uno está tan cansado de esto que digo ‘‘¡hasta aquí no más!’’. Pero después uno descansa, se tranquiliza y vuelve a la lucha. Yo creo que a muchas dirigentes les debe pasar eso’’. En contexto de pandemia se visibilizó las reivindicaciones de trabajadoras de casa particular para acceder al Seguro de Cesantía, una demanda histórica desde los diversos sindicatos. ¿Usted cree que esta es una ganancia de parte del movimiento? ¿Ganancias? Es difícil encontrar ganancias cuando hay tanto sufrimiento. Cuando uno sabe a ciencia cierta que las lágrimas fueron de verdad. Es muy difícil nombrar ganancias, el hecho de que el gobierno estuviera dispuesto a presentar un proyecto de ley para ingresarnos a nosotras las trabajadoras al Seguro de Cesantía es una deuda que se tenía con nosotras. Llegó tarde, pero esperamos que haya flexibilidad en nuestro sector, pensando que hay un gran universo de trabajadoras de casa particular que quedaron absolutamente desprotegidas, solas y sin ayuda económica como debería ser en tiempo de pandemia desde el Estado. Es una demanda que está en el petitorio histórico de las organizaciones sindicales de trabajadoras de casa. Además, porque también el convenio 189 de la OIT le exige al Estado chileno igualdad de compensación para nosotras al igual que todos los trabajadores. El Estado sólo está cumpliendo con ese convenio que fue ratificado por el Estado chileno en el 2015.
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Cuando comenzó la pandemia vi preocupada a mi madre, una mujer que trabajó gran parte de su vida prestando servicio doméstico, hasta hace tres años que jubiló y en estos meses reflexionaba que, si ella hubiese estado trabajando en época de pandemia, ésta la habría pasado encerrada en el trabajo. ¿Qué piensa usted de esto? ‘Eso fue lo que nos tocó, estuvimos cinco meses encerradas en las casas donde prestábamos servicio porque no teníamos opciones. No podíamos decir: ‘‘sabe empleadora, en esta pandemia me voy al sur a pasarlo con mi familia’’, ella me habría dicho: perfecto. Pero de qué comemos, cómo vivimos. Ningún trabajador tuvo opciones. Imagínese estas mujeres
jefas de hogar que fueron desvinculadas sin tener ingresos. Esta pandemia sirvió para desnudar el verdadero rostro de la elite chilena donde nosotras nos convertíamos en el peligro por vivir en la población y nos decían: ‘‘Juanita, no venga más a trabajar’’. Así se olvidaron de la Juanita, ningún llamado telefónico para saber si esta mujer tuvo un vaso de leche. La frase ‘‘somos como de la familia’’ es un cliché. Nosotras vendemos un servicio y ellos lo compran. Eso hay que mentalizarlo. Espero que esto nos sirva. A nuestras compañeras que se sienten parte de la familia, con esto hayan aprendido y que empaticen con las que quedó en evidencia que no son parte de la familia. Esta es una lección para nuestro sector. Esto va a acelerar los procesos que venimos dando. Nosotras queremos que este trabajo sea reconocido como una profesión, así como en países desarrollados. Si Chile se cree tan desarrollado como parte de la OCDE, entonces nosotras queremos que se nos reconozca en un plazo no tan largo y terminar con el todo servicio que se ha prestado para esclavizar y explotar a las trabajadoras, queremos profesionalizar a nuestro sector y que las trabajadoras desempeñen un rol específico dentro de los hogares. Vamos a comenzar con el primer paso de la certificación, ojalá en todo Chile. Comenzaremos en la Región Metropolitana con trescientos cupos de las organizaciones bajo un plan Piloto de Chile Valora para que tengan reconocimiento. ¿Con qué palabras desearía terminar esta conversación? ‘A mí me encantaría que nos pudiéramos articular sindicatos desde Arica a Punta Arenas donde hay trabajadoras de casa. Para nosotras sería un sueño articularnos todas, sería maravilloso al sector y formación de redes de apoyo, información y capacitación. Para integrar el sindicato sólo se necesita ser trabajadora de casa y ganas de luchar. No se exige credo político ni religioso, ni color de piel. Somos una organización republicana, laica y pluralista. Además, quisiera enviarles un mensaje a las mujeres feministas. Siempre tengo mis problemillas con ellas. Un mensaje a ser solidarias con este sector porque también somos mujeres y somos nosotras las trabajadoras quienes nos quedamos en sus casas, mientras ellas salen al mundo a desarrollarse. Que nos miren y sean solidarias con nosotras. Tenemos que realizar una mesa tripartita donde estén los empleadores. Necesitamos de la ayuda feminista para que solidarice con nosotras porque también somos mujeres y muchas precarizadas. ®
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Aunque hay un aspecto también que me gusta resaltar, decir las cosas como son, hay un número no menor de compañeras que desconocen este sistema y le tienen miedo. Se nos ha acusado de que incluso nosotras negociamos con el gobierno. Cómo es posible que nos agredan de esta forma. Es tremendamente doloroso porque no alcanzas a visualizar esa garantía y beneficio. Cuando nos encontramos con estas compañeras que no están organizadas para entender cómo funciona un sistema, que nosotras por nuestra experiencia, creemos que es una garantía. Insisto que el acceso al Seguro de Cesantía es una demanda histórica de nuestro sector. Nosotras somos dirigentes y trabajadoras activas, no vivimos del sindicalismo. A nosotras no se nos da ningún aporte, ni siquiera para el transporte público. Todos esos gastos lo hacemos nosotras. En tiempo de pandemia donde estuvimos confinadas en nuestros trabajos, se imaginará el estrés que pasamos para reunirnos con asesores, estudiar y leer para tener argumentos y poder enfrentarnos a las autoridades, y a la misma vez, desempeñando roles de cuidado, cocina e higiene en nuestros puestos laborales. Por eso nos duele cuando nuestras compañeras no son empáticas con nosotras sin darse cuenta de que somos tan trabajadoras como ellas, que dependemos del salario que recibimos en nuestros puestos laborales. Además de cumplir con nuestro trabajo, asumimos la posibilidad de defender y representar sus intereses. A uno esto la desanima. Esto no nos había tocado vivir, pero como somos personas guerreras ya estamos visualizando otras herramientas para seguir avanzando en nuestros derechos. Seguiremos cargando nuestros fusiles para otra batalla. La pena y decepción se supera porque no todas piensan igual. Siempre habrá una compañera que necesitará que nosotras procuremos y representemos sus intereses sobre las mejores condiciones laborales’’.
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ESTÉTICA DE LA AUTONOMÍA, 6 AÑOS DESPUÉS NATALIA ARCO S SALVO
ESTÉTICA DE LA AUTONOMÍA / ENERO 2014
Máster de Arte Contemporáneo, Universidad París IV-Sorbonne, y máster en Ciencias Sociales, Centro de Estudios Superiores de México y Mesoamérica. De 2017 a 2020 fue Directora de GIAP, un centro de residencias para Investigadores y Artistas en México.
Desde que apareció el número 17 de Rufián Revista dedicado a la estética de la autonomía e inspirado plenamente en el Zapatismo, muchas cosas han pasado en ese movimiento autonomista del sur de México. Desde inéditos festivales de arte hasta la “muerte” del subcomandante Marcos. Seis años después, revisamos y actualizamos los principales eventos que marcan los años recientes del Zapatismo.
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los veinte años del levantamiento zapatista, insurrección indígena que logró que los ojos del mundo se posaran sobre Chiapas. Con motivo de ese aniversario, fuimos invitados los GIAP1 a realizar la edición de Rufián Revista de ese mes. El número giró en torno a nuestros temas de investigación: la estética de la autonomía y la autonomía estética. Entendemos desde ese entonces la poética zapatista como eje sostenedor de una praxis política muy otra, que surge del choque entre la cosmovisión maya, los usos y costumbres vigentes en los pueblos de Chiapas y las ideas de la vanguardia política marxista latinoamericana. La poética en su capacidad de transformar la realidad, emerge como cuerpo que reorganiza la resistencia desde el fuego y la palabra. En esa edición contamos con la participación de John Holloway, Alain Badiou, TJ Demos, Yecid Calderon, José Llano, Aucán Huilcamán y Maria Teresa Huentuqueo. Además, contamos con las obras gráficas de Beatriz Aurora, Pablo de la Fuente y el colectivo mexicano Mártires del ’68. El EZLN habló a través de la voz del entonces Subcomandante Marcos, en una serie de comunicados que transversalmente mencionaban el arte, la estética y los otros mundos posibles. Pero en estos 6 años, muchas cosas han pasado: “murió” Marcos como vocero del EZLN y en su lugar renació Galeano; se realizaron varias ediciones de los festivales Comparte (dedicado a las artes), Conciencias (a las ciencias) y Puy ta Cuxlejaltic “Caracol de nuestra vida” (al cine); se realizaron dos encuentros de Mujeres que Luchan convocado por las zapatistas; se intentó llevar una mujer indígena, Marichuy, como candidata a la presidencia en 2017, en conjunto con el Congreso Nacional Indígena; y en 2019 se anunciaron 7 nuevos caracoles y 11 nuevos municipios autónomos, con lo que el zapatismo marcó la extensión de su territorio ante los mega proyectos de muerte del mal gobierno, como el tren maya.
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GIAP (Grupo de Investigación en Arte y Política) se fundó en México por el sociólogo italiano Alessandro Zagato y la teórica del arte chilena Natalia Arcos. Existió de julio 2013 a marzo 2020. www. casagiap.org
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EL PRIMERO DE ENERO de 2014 se celebraron
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Cada uno de estos eventos merecería un ensayo por sí mismo, pero me detendré en dos que considero pertinentes para ampliar las reflexiones sobre la estética de la autonomía y la poética política del zapatismo. Uno de estos es la despedida del subcomandante Marcos. De hecho, Marcos ya no es Marcos sino Subcomandante Galeano. El evento que determina su “muerte” es el asesinato del Compañero Galeano, zapatista base de apoyo que se desempeñaba como promotor de educación en la zona del Caracol de la Realidad, cerca de la frontera con Guatemala. Un ataque paramilitar acabó cruelmente con su vida en mayo de 2014. Se convocó entonces a un homenaje en el cual el Sub Marcos anunció el fin de su rol como vocero de EZLN, definiendo sus funciones ejercidas hasta entonces como un holograma proyectado por los pueblos mayas hacia la sociedad civil nacional e internacional, con el objetivo de ser escuchado y señalando que de ahí en adelante tomaría el nombre de Galeano, porque así se hace en las guerrillas: el compañero no muere, sino que vive en quien adopta su nombre de guerra. El texto2 que leyó Marcos/Galeano ese día, es uno de los más hermosos y clarificadores respecto a la concepción vanguardista de los pueblos indígenas mayas, sobre los paradigmas comunicacionales y se inscribe en el histórico3 gesto de resistencia que radica en la apropiación indígena de los símbolos y signos de culturales del opresor, como se puede
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http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2014/05/25/entre-la-luz-y-lasombra/
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Para profundizar sobre esto, ver: https://casagiap.org/2015/11/18/ rebeliones-indigenas-en-chiapas-paralelismos-entre-1712-y-1994/
rastrear hasta la insurrección indígena de 1712 en Chiapas. El homenaje tiene implicaciones decisivas en lo que se refiere a la relación entre estética y política en el movimiento Zapatista. Históricamente, podemos interpretar este evento como un punto de no retorno para el movimiento, pues en esta secuencia se dan a conocer (entre otros elementos) aspectos de la estrategia estético-comunicativa zapatista que, a partir de este evento, dejarán de operar, liberando espacio discursivo y visibilizando lo que podríamos definir el “devenir concreto” de los pueblos zapatistas y de su autonomía, y el desarrollo de una verdadera estética de la liberación. Se trata de un ejercicio de verdad, de una ruptura con el espectáculo (en el sentido que Guy Debord atribuye a esta palabra) que regula la producción de subjetividades en la sociedad capitalista neoliberal. Como intuyó el filósofo francés, la producción de imágenes juega un papel cada vez más importante en mediar la relación social entre personas, y es exactamente este aspecto el que los zapatistas pretenden (auto-) sabotear con este evento de despedida. Es un dato histórico el hecho de que el Subcomandante Marcos ha sido el más visible exponente del EZLN en los últimos veinte años, convirtiéndose en un ícono a nivel internacional. Su imagen ha circulado como vector por todos los continentes, en muchos casos precediendo su propia palabra o los contenidos mismos del proceso revolucionario chiapaneco. En esas primeras semanas del año 1994 destacó un problema perceptivo y de visibilidad que se fue presentando –un problema de naturaleza estética y de colonialidad– “con la sangre de nuestros caídos aún fresca en las calles citadinas, nos dimos cuenta
de que los de afuera no nos veían. Acostumbrados a mirar desde arriba a los indígenas, no alzaban la mirada para mirarnos. Acostumbrados a vernos humillados, su corazón no comprendía nuestra digna rebeldía. Su mirada se había detenido en el único mestizo que vieron con pasamontañas, es decir, que no miraron.” Este, revela el EZLN, es el momento en la historia del movimiento cuando la construcción de la figura de Marcos comenzó. “Nuestros jefes y jefas dijeron entonces: ‘Sólo ven lo pequeños que son, hagamos a alguien tan pequeño como ellos, que a él lo vean y por él nos vean’”. Como una solución a este problema de la visibilidad, el movimiento recurrió a una creación estética que funcionaría como herramienta de mediación simbólica entre dos formas incompatibles. A principios del 2016 aparecieron los primeros comunicados del EZLN hablando directamente de la función del arte en los pueblos insurrectos4; meses después se hicieron los primeros festivales de arte en territorio zapatista.En estos hubo un despliegue inédito de arte producido en las comunidades zapatistas: música, teatro, pintura, escultura, e incluso performance. Fue la primera ocasión de conocer obras realizadas desde “dentro”, en colectivo y siguiendo los códigos del imaginario zapatista. En líneas generales, las obras pueden dividirse independiente de la disciplina, en tres ejes temáticos/ temporales: obras que hablan del Pasado en dominación y esclavitud, con el abuso de terratenientes, capataces y representantes del gobierno. Otra línea que habla del Presente como aquellas creaciones
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http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2016/02/28/las-artes-las-ciencias-los-pueblos-originarios-y-los-sotanos-del-mundo/
destinadas a contar cómo se practica la autonomía, cómo deciden y laboran las JBG, los colectivos de trabajo, cómo se vive la resistencia diaria, cómo se forman los promotores de salud y educación, etc. En el orden del Futuro, cabrían principalmente las alabanzas sobre la autonomía zapatista, que se oyeron en declamaciones de poemas. Estas presentaciones orales de una o más personas, proyectan en la poesía los caminos de la autonomía en base al esfuerzo del ser colectivo, la fuerza de las mujeres y el respeto por la madre tierra. De la observación activa en estos festivales, podemos deducir lo siguiente: Uno, el arte zapatista está cumpliendo la doble función de, por un lado narrar oralmente su historia para el ejercicio de la memoria colectiva, y por otra parte, de preservar y pedagogizar sobre la praxis cotidiana de la autonomía. Ambos elementos son adherentes a la tradición cultural indígena maya y responden a la necesidad de resistencia a largo plazo, en el contexto contemporáneo. Dos, que el arte zapatista acudió al Festival en una estrategia de movilización de masas donde no hubo una preselección tendiente a definir quién era mejor artista que otro; más bien, se establece formalmente que sobre el rol múltiple del zapatista (que es campesino, promotor, miliciano y artista también, al mismo tiempo) no hay parámetros definitorios ni clasificaciones académicas o eurocentristas válidas de aplicar. Tres, que el arte zapatista es descolonizado, no elitista, no profesional, no mercantilizado y que ha confirmado la constitución de una estructura poética profundamente política. ®
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# 18 RUFIANAS
RUFIANAS. LO PERSONAL ES POLÍTICO / MARZO 2014
E EQ UI PA E DI TO RI AL RU FI ÁN R E VI S TA
Para la publicación del número 18 de nuestra revista, en mayo de 2014, Rufián cambió de nombre, por primera y única vez, y pasó a llamarse Rufianas Revista. Desde entonces, además, las integrantes de este colectivo nos identificamos con ese epíteto: somos “las rufianas”. Este acto performativo marcó el inicio de un camino que seguimos transitando, juntas, cada día: el feminismo.
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RUFIÁN no nace como una revista feminista, sino que llega a serlo. Para eso pasaron no solo varios números y algunos años, también infinitas conversaciones, intercambios, aprendizajes y crecimiento colectivo. En este andar, de varias maneras posibles, nos constituimos en familia. Nos hicimos feministas juntas. Para el año 2014, cuando apareció el número 18 de Rufián Revista, no teníamos una conciencia discursiva del feminismo. No como grupo, al menos. Pero estaba con toda claridad nuestra historia personal y colectiva, la intuición de un lugar invisibilizado. Había otra razón muy concreta y operativa: a pesar de haber tenido varios compañeros en el equipo, siempre terminábamos siendo solo mujeres. ¿Cómo era posible, entonces, que eso no diera una señal precisa de nuestro camino? Decidimos hacer un número dedicado a explorar diferentes miradas sobre el papel político de las mujeres. Sin tratar de acabar con la revisión de un espacio, intentamos indagar un poco en respuesta a una necesidad propia, en los diferentes caminos y particularidades que marcaban las diversas luchas. Tomamos varias decisiones editoriales. Contactamos personas, pedimos referencias, correos, números de teléfono. Es posible que así se vea y se sienta el nacimiento de una red importante de resistencia. Algunos artículos abordaron de manera directa el feminismo y algunos reclamos históricos como el derecho al aborto; otros fueron el descubrimiento de una historia personal en medio de una lucha común. Pero todos reclamaban un espacio, un lugar puntual escrito en primera persona singular y plural. Con el trabajo encaminado a su publicación nos vimos enfrentadas a una decisión que afectaba, en el mejor de los sentidos, nuestra identidad. La
revista, por primera y única vez, dejaba de llamarse Rufián y pasaba a nombrarse Rufianas. Podría parecer un gesto pequeño, pero no lo es. El 2014, para nuestro cuarto año de vida, el nombre Rufián no solo significaba algo para un grupo pequeño de personas que nos leían con entusiasmo, sino también significaba mucho para nosotras. Habíamos encontrado y construido un lugar propio desde donde hablar, donde amplificar las voces que nos rodeaban. Un lugar al cual pertenecer, al final. El abandono de la marca nominativa de nuestro espacio era también una renuncia a la identidad fija e inflexible. En ese sentido, volvíamos performativo nuestro género colectivo, lo desviábamos, lo investíamos de nuevas posibilidades públicas y políticas. Para el mes de mayo del año 2014 no solo nos convertimos en Rufianas, sino que también comenzó un proceso de discusión entre nosotras que no tuvo vuelta atrás. ¿Quedaría entonces establecido que éramos una revista feminista? ¿Qué significaba eso en la práctica, en nuestro quehacer como colectivo y como medio de comunicación? ¿Acaso todas las integrantes éramos o debíamos ser feministas? No todas estábamos en ese lugar (todavía). ¿Cerraríamos nuestras filas a integrantes hombres? Eso era más fácil. De uno u otro modo habíamos llegado a ser un equipo puramente femenino y no parecían haber hombres interesados en mantener un compromiso de colaboración en Rufián. No seguiríamos buscando. ¿Publicaríamos solo artículos escritos por mujeres? Esa fue la primera discusión que sacó chispas en esta nueva etapa. Algunas pensábamos que no era justo, ni en línea con nuestros principios, negarle el espacio a voces masculinas que tuvieran algo que aportar a las causas que reivindicábamos
como organización. Algunas de nosotras opinábamos, por el contrario, que las voces masculinas tienen suficiente espacio en los diversos medios tradicionales e independientes, y que precisamente nuestro llamado es a dar volumen a voces que no están siendo escuchadas. Acordamos, como primer paso, no cerrarle la puerta a nadie, pero hacer un esfuerzo activo por incorporar artículos de autoras mujeres. La lógica era simple: dada la igualdad de género en la que creemos, es estadísticamente imposible que, para un tema equis que queramos abordar en la revista, no exista al menos una mujer que tenga algo interesante que decir al respecto (y, muy probablemente, sean muchas mujeres, con algo más que interesante, necesario y hasta ahora no dicho). Entonces, si no estamos publicando a esa mujer, es por pereza, falta de imaginación o, simple y llanamente, machismo. Así, esta primera decisión sobre nuestra línea editorial abrió un camino que se ve claramente reflejado en este nuevo número: hoy estamos publicando casi exclusivamente artículos escritos por mujeres. Además, dio el puntapié para otro giro, que merece no pasar desapercibido. En estos diez años, hemos establecido lazos con numerosas organizaciones, cuyas labores se despliegan en las más diversas luchas. Pero desde 2014 en adelante, el desarrollo orgánico de nuestro trabajo y de nuestras exploraciones internas se dio trazando redes colaborativas con otras organizaciones feministas, en consonancia con la forma en que se ha desplegado la lucha feminista en las calles y asambleas. Rufián no nace como una revista feminista, sino que llega a serlo. O más bien está siempre llegando. Porque cuando nos preguntamos qué significa ser una oranización feminista, “conversémoslo” ha sido la respuesta abierta más precisa. Conversar, conversar, equivocarnos, pensar, retroceder, avanzar, solidarizar y organizarnos; conversar, conversar y equivocarnos mil veces más. Hablar y escuchar, inspirarnos y abrazarnos. Y aprender, aprender y aprender. Siempre juntas. Nos hacemos feministas juntas. ®
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# 19 126
HIDROPOLÍTICA DEL DESPOJO: HACIA UNA INTENSIFICACIÓN DEL EXTRACTIVISMO Y DE LAS RESISTENCIAS FR AN CI S CA FE R NÁN D EZ D RO GU E T T
HASTA LA ÚLTIMA GOTA / JULIO 2014
Antropóloga, integrante del Movimiento por el Agua y los Territorios-MAT, del Comité Socioambiental de la Coordinadora Feminista 8M y de la Cooperativa de Abastecimiento Popular La Cacerola (Ñuñoa).
NO HAY DUDA de que una de las principales demandas es que el acceso al agua sea reconocido como derecho humano, pero también es fundamental que sea considerado como derecho de la naturaleza, en tanto justicia restaurativa y defensa de los ciclos y flujos hidrológicos, de las memorias de los diversos cuerpos de agua, donde somos uno de esos cuerpos. Habitamos territorialidades que históricamente han constituido espacios a despojar donde se sitúan corporalidades desechables. Los pueblos originarios, afro, migrantes, campesinado y sectores populares urbanos han sido catalogados bajo la premisa neoliberal como lo sobrante, pero a su vez lo peligroso, restringiendo el desarrollo de la verdadera humanidad, por esa humanidad capitalista devastadora de ecosistemas, en que se privilegian las ganancias por sobre esas vidas. No hay duda de que somos ese caldo de cultivo a erradicar, siendo una situación de riesgo nuestra propia existencia, porque somos el reflejo de otro horizonte posible, el vivir más allá del capitalismo.
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En el Nº 19 de la revista Rufián, llamado «Hasta la última gota. Territorio e hidropolítica mercantil en el Chile neoliberal», pudimos develar el despliegue del gran capital en los territorios, a través de varios casos de contaminación y sequía que dan cuenta de una crisis hídrica en Chile, amparados en el Código de Aguas de 1981, que impuso la mercantilización de este bien comunitario, el saqueo y la desterritorialización de comunidades. La gestión de las aguas devino en una gestión empresarial bajo idearios de desarrollo y progreso, en el marco de un modelo de acumulación primario exportador. Considerando la lectura del número en cuestión, es fundamental visibilizar que no solo la mercantilización de las aguas opera como política de despojo y precarización para los pueblos, sino que se instituye desde una visión instrumental sobre lo que se concibe como naturaleza, por lo que la lucha por la desprivatización del agua y los territorios también pasa por la descolonización de la naturaleza. La naturaleza ha sido concebida desde la modernidad de la razón instrumental como una entidad a ser dominada, explotada, consumida y también contemplada, y se la asocia a lo salvaje, lo indígena, lo femenino y lo caótico, a diferencia de la cultura como el espacio del orden, la razón y de lo masculino (Costanzo, 2017). La dualidad naturaleza versus cultura será uno de los componentes desde donde se esgrime la colonización de esta, pero además su esencialización desde la imposición de un patrón hétero-normativo. La naturaleza deviene en un campo de recursos a explotar, perpetuando relaciones económicas globales en que territorios como América Latina proveen de las mal llamadas materias primas para las economías centrales (Gudynas, 2015), por lo que siempre serán espacios despojados para la generación de privilegios de los nortes espaciales como simbólicos. Pero también se ha convertido en un bien de consumo, de contemplación, en tanto “parcela de agrado”. La naturaleza en el imaginario colonial actual es donde pasar las vacaciones, donde descansar, el lugar bonito al cual acudimos en el tiempo de lo no productivo, perpetuando de igual forma su cosificación. La lucha por la desprivatización de las aguas en Chile no puede estar separada de un proceso crítico a la mirada antropocéntrica en que muchas de las
luchas socioambientales aún se mantienen. No hay duda de que una de las principales demandas es que el acceso al agua sea reconocido como derecho humano, pero también es fundamental que sea considerado como derecho de la naturaleza, en tanto justicia restaurativa y defensa de los ciclos y flujos hidrológicos, de las memorias de los diversos cuerpos de agua, donde somos uno de esos cuerpos. Descolonizar la naturaleza implica asumir una mirada más allá de lo humano, reconociendo la coexistencia de diversas formas de vida en un espacio, que conforman, como diría Rengifo (1995), una comunidad de parientes, en que los ríos, cerros, montañas, espíritus y muertos son parte constitutiva. En este andar, la derogación del Código de Aguas y la creación de un nuevo cuerpo normativo se erigen como actos fundantes de reivindicación de una nueva forma (que en muchos casos no tiene nada de nuevo) de concebir la gestión del agua desde lo comunitario y los diversos territorios. Es por ello que, a su vez, los derechos de la naturaleza son parte también de la autodeterminación de los pueblos. Es así que no es casualidad que el lago Lleu Lleu, territorio bajo control comunitario del pueblo mapuche del sector, sea uno de los lagos más limpios del continente. Pensarnos como parte de la naturaleza y como cuerpos de agua, desde economías territoriales solidarias y gestiones comunitarias, es situarse también y necesariamente desde una lucha anticapitalista y antiextractivista (Salazar, 2017), para lo cual es primordial una transición ecológica hacia mundos en que quepan muchos mundos, como dijeran las y los zapatistas, y uno de los ejes a desmontar es la hidropolítica del despojo desde los diversos instrumentos privatizadores existentes, la cual se ha visto intensificada en el marco actual de pandemia. En el año 2020 se ha quintuplicado el ingreso de proyectos extractivistas para su evaluación ambiental, pues uno de los pilares del plan de reactivación económica del segundo gobierno de Sebastián Piñera es el incentivo a la megaminería. No olvidemos, además, que en estos últimos años los diversos gobiernos de turno han insistido en superar la crisis hídrica mediante la construcción de embalses, desalinizadoras y la proyección de carreteras hídricas, todas soluciones que siguen operando bajo
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Costanzo, Mariagiulia (2017). “Extracción de mujeres: la base económica del extractivismo neoliberal. El caso de Cajamarca, Perú”. Congreso El Extractivismo en América Latina: Dimensiones Económicas, Sociales, Políticas y Culturales, Instituto de Estudios Sobre América Latina de la Universidad de Sevilla. Gudynas, Eduardo (2015). Extractivismos. Ecología, economía y política de un modo de entender el desarrollo y la Naturaleza. Cochabamba: Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB). Rengifo, Grimaldo (1995). “La crianza recíproca: biodiversidad en los Andes”, Biodiversidad 2, pp. 34-39. Disponible en: file:///C:/Users/One/Downloads/original%20(1).pdf Salazar Ramírez, Hilda (2017). “El extractivismo desde el enfoque de género: una contribución en las estrategias para la defensa del territorio”, Sociedad y Ambiente 13, pp. 35-57.
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el criterio de las ganancias y del despojo territorial. La criminalización de defensoras y defensores de los territorios y de las aguas se ha convertido en otro de los pilares de la hidropolítica del despojo. Basta con recordar el feminicidio empresarial de Macarena Valdés Muñoz el 22 de agosto del 2016, en Tranguil, Panguipulli, territorio mapuche, ante el rechazo de la comunidad a la construcción de una hidroeléctrica de paso por parte de la empresa transnacional RP Global, hoy RP Arroyo. Macarena aparece colgada en las afueras de su vivienda, mientras se encontraba acompañada de su hijo menor, lo que supuestamente correspondía a un suicidio, pero esto fue desmentido por una serie de peritajes solicitados por la familia y la comunidad. Macarena fue asesinada y luego colgada. Otro caso fue el encarcelamiento del Lonko Alberto Curamil, del Lof Radalko, en la localidad de Curacautín, quien junto a diversas comunidades mapuche logró frenar una serie de proyectos hidroeléctricos en torno al río Cautín. En 2018 fue arrestado por una supuesta acción delictiva. Mientras cumplía prisión preventiva recibió el Premio Ambiental Goldman, conocido como el Premio Nobel Verde, y posteriormente fue liberado y declarado inocente por el hecho imputado. A pesar de la persecución, las resistencias territoriales tanto en el campo como en la ciudad se multiplican, a partir de la agroecología, las huertas urbanas, el cuidado de semillas nativas, de gestiones comunitarias del agua, de redes de intercambio y abastecimiento popular, las cuales posicionan con fuerza otras formas de producir, distribuir y consumir, sobre la base de la solidaridad, el apoyo mutuo entre pueblos, el cuidado de los ecosistemas y de la naturaleza. ®
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TODOS TRAUMATIZADOS ¿UNA Y OTRA VEZ? ANA MAR ÍA S O LÍ S D.
DE RESTOS Y CLASIFICADOS. PSICOANÁLISIS Y MALESTARES DE LA ÉPOCA ACTUAL / DICIEMBRE 2014
Psicoanalista, miembro de la Nueva Escuela Lacaniana (NEL) y la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP), Académica de la Escuela de Psicología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Coordinadora del Programa de apoyo socioafectivo a distancia Fundación de las Familias (FUNFA), Chile.
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LA LIBERTAD de la palabra se pone en cuestión una vez más. Eric Laurent, en Psicoanálisis y Salud Mental (2000), señala la relevancia del siguiente gesto: pasar del analista encerrado en su reserva a un analista que participa, que es sensible a las diversas formas de segregación, de ahí la importancia de comprender cuál es su función en cada época. Laurent sugiere actuar desde un “decir silencioso”, que no es igual al silencio. Lo que leo en esto es que hay que estar advertidos de que cualquier discurso puede tener un efecto grupal, un ideal, lo que implica una lógica del para todos, distinta al del uno por uno de la ética psicoanalítica. Prudencia, lo que no significa no actuar. Hace seis años, cuando la consigna “todos traumatizados” dio título a un artículo que publiqué en esta revista, el planteamiento de Laurent no estaba aún tan presente en mi quehacer como analista. Hoy, la consigna no solo cobra vigencia, también me da un marco para esbozar algunas ideas sobre el actual estado del país. Estallido social y pandemia son dos momentos históricos que, bajo el significante “crisis”, están en camino a perder significado y su valor en lo social y en lo subjetivo.
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Este mundo “hipermoderno”, la política globalizada del individualismo, ha tenido efectos en el tejido social y los ideales se pluralizan cada vez más. Mientras, pese al estallido y la pandemia, la máquina no deja de funcionar y refuerza el llamado “empuje a la felicidad”. Así, más allá de cualquier contexto, se crea la ilusión de que a través de los objetos de consumo podemos satisfacernos. Aún más, estos podrían otorgarnos un lugar en la esfera social que observamos cada vez más ajena. Es así como el éxito económico se vuelve un ideal a alcanzar, por sobre lo que sería el bien común. Con esta práctica surge la creencia de cierta autonomía, cuyo efecto es la configuración de un lazo social distinto. Asimismo, este fenómeno repercute en el ámbito de la salud mental. ¿Qué ha supuesto esto? Los protocolos y tips dan lugar a la estandarización del malestar subjetivo, dejando de lado la solución singular de cada sujeto. Con ello la dignidad de su propia palabra, con su contraparte, que sorprendentemente no es tan obvia, que implica el ejercicio de escucha para esa singularidad.
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TRAUMA El fenómeno denominado “estallido social” o “revuelta popular”, ocurrido en octubre de 2019, develó la indignación de buena parte de la ciudadanía a causa de peticiones históricas no escuchadas, incluso con la lectura de una cierta “burla” de parte de las autoridades en relación a estas peticiones. Caldo de cultivo. Lo intolerable se hizo presente para una parte de la sociedad. “Fractura de la confianza”: indignación. Los cuerpos se agitan, la violencia se hace parte de este movimiento y el significante trauma vuelve a instalarse. Pero algo no se escucha. En la consulta, reaparece no solo en el decir, sino en los sujetos; efectos de escenas y vivencias donde se conjuga la sorpresa y el sinsentido. La escucha de la experiencia de algunos relatos de la llamada “primera línea” son encuentros contingentes con lo inesperado, y con ello la crudeza de la angustia traumática. En otras palabras, la certeza de que algo está pasando y que requiere de una rápida solución, pero sin saber cuál. La angustia como afecto no engaña, la prisa por encontrar una respuesta puede llevar al sujeto al acto. La escucha es singular, habrá que ver qué de esa escena o esa vivencia provocó un encuentro con lo pulsional y qué sentido le dará cada cual a esa experiencia. En las manifestaciones aparecen los cuerpos enfrentados y una de las consecuencias más horrorosas son los traumas oculares. Cuerpos marcados por la violencia. En una época donde las imágenes imperan, el objeto escópico parece ser el privilegiado y el horror puede volverse fetiche, es posible pensar que un encuentro con lo real no necesariamente tendrá un efecto traumático. Pues sí, incluso estas imágenes se han vuelto icónicas, lo que no quiere decir que desconozca la impunidad que acompaña a estos hechos hasta el día de hoy. ¿Por qué llamar a estos hechos “crisis social”? Me detengo un momento en ese significante: “crisis”. Veo en esto una paradoja propia de nuestros tiempos, porque para que exista una crisis es necesario un momento anterior, un momento de calma, un momento de orden. Pero, ¿qué funcionaba y bajo qué condiciones? ¿Qué o quiénes soportan este sistema neoliberal? Creemos ser sujetos autónomos, libres; sin embargo, no vemos cómo el mismo sistema nos consume hasta convertirnos en objetos del consumo. Aquí aparece el segundo nivel de la
crisis social, la que se extendió desde septiembre y mutó a pandemia. Fue entonces cuando la discusión pública inicial versó entre el bien material y los derechos humanos. Una lectura posible de la polarización de este país. Revisitando el artículo escrito hace seis años, señalaba cómo la tortura replica las condicones del trauma: alteración de los ritmos biológicos, ruptura del lazo con el otro, privación. Sinsentido en su vertiente feroz. ¿Tortura? ¿Presos políticos de esta revuelta? Eso no se dice.
DIGNIDAD Hay algo en Chile que insiste, que no cesa de repetirse. Lo reconocemos cuando se hace la vista gorda frente alguna irregularidad, el desconocimiento de las desigualdades, la velada pobreza que se disfraza y romantiza en la lógica del esfuerzo. En definitiva, la política del silencio que, junto a los ideales de la época promocionados por los medios de comunicación, oculta un país lejos de ser un “oasis”, sobrevive a costa de semblantes, donde la identidad de “solidaridad chilena” encubre la caridad y elude la responsabilidad de los que ocupan los lugares de poder. Así, se generan nuevas formas de marginalidad, la exclusión y segregación geopolítica es una prueba de ello. En este contexto, ha sido posible la invisibilización de lo ajeno, lo diferente, lo que se rechaza. Se trata de aquello que no queremos ver del otro, que a su vez nos es tan propio. La banalización de la violencia trae más violencia, hay algo que no se acota. En los divanes se escuchan los más variados efectos: opiniones polarizadas, “la violencia no se justifica, venga de donde venga”, “esto es una dictadura”, “están destruyendo la ciudad”, “ya no se puede creer”, entre otras cosas. Los traslados de un lugar a otro se hacen difíciles, cabildos, conversatorios, lugares de reunión tienen como efecto, para algunos, un lugar para dignificar la palabra no escuchada. Diversos lugares se organizan, efecto grupal ante lo imposible de soportar. ¿Cómo decir? ¿Qué, cómo y cuándo? La apuesta es que la voz se escuche, lo que se dice, cómo se dice, lo que se vocifera, cómo el cuerpo habla. El psicoanálisis nos enseña, que para eso tiene que existir un Otro al cual dirigirse.
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CONFINAMIENTO
ADORMECER “Chile despertó”. ¿Qué nos adormece? Una lectura desde el psicoanálisis nos permite pensar que el despertar es el horror. El trauma es un despertar frente a lo real; frente al horror que estaba velado por el fantasma. Esa fantasía inconsciente que nos permite vivir, la realidad que nos contamos para soportar el dolor de existir y permite atribuirles un sentido a las cosas, sentido siempre singular. Lacan señalaba que nos despertamos para seguir soñando, ya que el mundo es invivible. El sueño, su uso e interpretación será el tema del próximo congreso de la AMP. Soñar tiene una función.
Aquí hay un límite a la lectura desde el psicoanálisis. Habrá que escuchar qué es lo que se despertó (o no) para cada cual. ®
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La crisis sanitaria tuvo como efecto el regreso a la vivienda. Ese lugar que estaba relegado tras el trabajo, la vida social, el consumo, se transformó en el espacio seguro. Con ello la crisis sanitaria confina los cuerpos que semanas antes se agitaban en la revuelta popular. El horror del virus, la muerte y lo insoportable e insostenible del confinamiento, no es compartido del mismo modo. El empuje a la homogeneización de la vivencia lleva nuevamente a un ideal de “buen vivir” de la pandemia. Vuelven los tips y protocolos (en realidad siempre han estado ahí). Proliferan los centros de teleterapia para atender a las personas “online”, sin pensar siquiera si existen las condiciones materiales para dicha atención. El empuje a la felicidad de la época nos lleva a un imperativo de soportar lo insoportable de la mejor manera posible. ¿Quién dice cómo tenemos que soportar esto? Mientras, en el afuera se hicieron palpables los problemas de acceso a la salud, la realidad laboral, la calidad de la educación, la escasez de los bienes materiales. Todo, de un momento a otro, fue develado. Una constatación que nos enfrentó a las fantasmáticas ideas de un país privilegiado en el contexto latinoaméricano. No estoy haciendo una apología a la igualdad. Por el contrario, estoy hablando de la la dignidad de lo diferente, de la desigualdad, las minorías, lo que se segrega es lo que nos importa. El psicoanálisis enseña que lo que se excluye, lo que se segrega es lo más intímo rechazado, el goce del otro. Otro modo de no escuchar lo que el sujeto tiene para decir.
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LUTA C RUZ Afrochilena. Artista de performance, compositora, cantante y activista antirracista. PO R
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Feminista decolonial, diaspórica y caribeña. Licenciada en Artes por la Universidad Central de Venezuela y Magíster en Estudios de la Imagen por la Universidad Alberto Hurtado de Chile.
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KURICHE. PERSPECTIVAS DE LA DIÁSPORA AFRICANA EN CHILE / ENERO 2015
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EL UNIVERSO DE LUTA CRUZ es increíblemente heterogéneo: mujer afrochilena, artista de performance, compositora, cantante y activista antirracista. Hija de una mujer brasilera migrante en Chile, de quién heredó el portugués. Durante la cuarentena conoció realmente su rostro, ya que gracias al encierro dejó de depilarse y finalmente permitió la presencia de su barba, que ahora no tiene miedo ni vergüenza de mostrar. Después de haber transitado por un sinfín de estilos musicales, como el jazz, la ópera y la música evangélica, hoy compone sus propios temas de los cuales vienen dos videoclips el año que viene. Luta es activista por los derechos de las mujeres racializadas, peludas, periféricas, migrantes… y su historia es la de alguien que ha emprendido un viaje hacia su propio reconocimiento identitario, en un contexto donde eso le fue negado por todas partes.
Chile, como otros países del sur de América Latina, es un territorio blanqueado según la historia oficial, en donde supuestamente “no hay población negra”… pero sabemos que hay población tanto indígena como afrochilena. Desde tu activismo ¿cómo te posicionas frente a esto? Quisiera que en Chile se tomara en cuenta que las personas negras también podemos ser intelectuales, que también estamos en capacidad de ocupar puestos altos. Es necesario que seamos incluides dentro de los puestos de trabajo, de estudio. También podemos ser profesores y dar educación a otras personas. La visibilización de nuestros cuerpos es necesaria como referente para les niñes que como yo, son hijes de migrantes y nuevos afrochilenes. La representación es importante. ¿Entonces, en tu obra, arte y activismo son inseparables? Totalmente. Siento que hacer activismo desde el arte genera otra llegada y me abre puertas para llegar a más personas. Así lo que busco decir, es mejor recibido. Quizás el mensaje que comparto puede ser crudo o fuerte, pero está dirigido a todos los públicos, pero sobre todo me gusta llegar a otras personas negras o racializadas, como las indígenas. Siento que a veces el movimiento antirracista en Chile se enfoca mucho en visibilizar los problemas de nuestra comunidad a las personas blancas y
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¿Cómo se vinculan estas zonas de tu identidad con tu obra, con tu música? Desde mi niñez se han vinculado, porque en mi infancia fui tartamuda y sané mi tartamudez con música. Estaba cantando todo el día, incluso hablando por teléfono y desde ahí me entendí como una persona distinta, sobre todo en un país donde hay mayor población blanca. Para mí fue inevitable acercarme al activismo desde el arte…. Aunque como cantante siempre es difícil, porque suele haber una exotización y las puertas no están tan abiertas para las personas negras… es difícil buscar un trabajo como cantante. Por eso mi arte refleja que soy un cuerpo político, que soy una mujer negra con barba en Chile y no me da miedo decirlo ni mostrarlo, con esto trato de declarar qué se siente ser una corporalidad negra en un territorio latino donde la gente se cree europea.
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eso es necesario, pero con la música puedo llegar a espacios donde el activismo no siempre llega y acercarme a personas racializadas que se mantienen fuera de la discusión. ¿Cómo piensas que se puede acceder a esas zonas ciegas, dónde la discusión no se está dando? ¿Cómo conversar acerca de las opresiones raciales o patriarcales fuera de los espacios del activismo? Hoy en día me he salido de todas las colectivas antirracistas en las que participé y estoy haciendo activismo de forma independiente, porque considero que las trabajadoras de la calle, las comerciantes ambulantes, las trabajadora sexuales, las trabajadoras de aseo a puertas adentro, las que venden alimentos en las ferias, están olvidadas, incluso por el activismo. Todos los espacios que he visto y en los que he participado, a todos los conversatorios y encuentros, asisten mujeres que tienen el tiempo y el privilegio de poder capacitarse para tener un lenguaje antirracista y feminista. Mujeres que pueden educarse y tienen la oportunidad de reflexionar sobre sus derechos y sus corporalidades, pero ¿qué pasa con todas estas mujeres que no están adentro de este círculo? Simplemente no están. Simplemente no les llega la información. Por eso mismo escribo canciones que hablan de esas cosas, porque considero que en ese sentido la música tiene más alcance que estos espacios activistas, aunque también sea difícil ser tomada en cuenta como mujer dentro del mundo del arte. En este tránsito por encontrar una voz política dentro de la música ¿qué estilos o qué ritmos te han servido para encontrar pronunciarte como activista? ¿Cómo has rastreado tu identidad en un contexto tan blanqueado? Lo que me marcó desde la niñez hasta la adolescencia, fue la música evangélica. Mi mamá es misionera y en mi casa no se podía escuchar otra música que no fuera esa, entonces crecí escuchando mucha música evangélica, cantada por gente blanca. Mi mamá trató de que en la casa no se hablara de nuestras raíces afro, de que nadie se empoderara de esa identidad, porque ella pensaba que reivindicar eso nos haría la vida más difícil. Negar nuestro origen era su forma de cuidarnos. Después en la adolescencia, estuve muy metida
en el rock, en el punk y en la música gótica. Seguía muy marcada por exponentes blancos de la música. Cuando conocí la música gótica me encantó la idea de aprender sobre ópera y me metí en un coro de ópera… iba con todo mi atuendo gótico a las clases, con mi corsé, toda de negro. Nunca había visto una mujer negra gótica. Eventualmente decidí dejar los trabajos que tenía para dedicarme a cantar y hacer de eso mi sustento. Entonces comencé a cantar en el transporte público de Santiago, a pesar de que vivía en el Litoral de los Poetas, a dos horas de la ciudad. Viajaba para cantar en la micro durante todo el día y por fin allí sentí la necesidad de empaparme de referencias negras. Tenía muy presente a Celia Cruz, Fela Kuti, Whitney Houston… Durante dos años canté exclusivamente en el transporte público (y todavía lo hago), pero eventualmente cambié a bares. Este año estoy dándole una vuelta más espiritual a la música y me he interesado por el Gospel, porque siento que está lejos de ser una adoración a un Dios blanco. Para mí es algo que tiene mucho que ver con quién soy y también con una reivindicación religiosa. De alguna manera volviste a tu punto de inicio: la música religiosa…. Sólo que ahora lo haces después de haber deconstruido muchas cosas de tu contexto y tu crianza. De alguna manera te has apropiado de todo eso para cantar desde un lugar más político. Pero ¿en qué momento te apoderaste de la música brasilera? En el año 2018 decidí estudiar jazz, en la Escuela Superior de Jazz de Santiago y descubrí que estaba lejos de aprender lo que quería. Porque el jazz en su origen es música afro y resistencia… pero ahí sólo me enseñaron técnica, cuando yo estaba esperando encontrar lo histórico, lo político y espiritual. Cuando entendí que no podría aprender eso allí, dije “necesito ir a otro lugar” y me pregunté “¿por qué quiero estudiar un folklor estadounidense?, si yo canto en portugués y me gusta tanto la samba”. Ahí decidí empezar a cantar Bossa Nova y hacer una banda de mujeres. Empezó como un juego, pero me di cuenta de la complejidad del estilo musical, empecé a estudiar y terminé totalmente envuelta en eso sin darme cuenta. De repente estaba cantando, trabajado y moviéndome en pura Bossa Nova, aunque también en la historia del Bossa Nova hay
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¿Qué aspectos de toda esta búsqueda musical que has emprendido se mantienen hoy en tus canciones? ¿Algo de este tránsito se reflejará en tus proyectos a futuro? En enero saldrá Manhe, un tema que escribí para mi madre, una mujer brasilera migrante en Chile, que no hablaba español y a la que le tocó trabajar sin hablar el idioma. Es una realidad que aquí se sigue repitiendo con los migrantes haitianos, por ejemplo. El tema está cantado enteramente en portugués y refleja la realidad de sentirse hije, amigue y maestre de nuestras madres, y esa dualidad de sentimientos en la que no siempre las queremos cerca, aunque sintamos un gran amor por ellas. El otro tema se llama Juntas, que trata sobre un amor lésbico y todo el proceso de deconstruir el amor romántico. Trata sobre no ver a la otra persona como una propiedad y resolver ese sentimiento de apego. Ambos temas hablan de sensaciones muy comunes que muches experimentamos. También viene un ska que se llama No quiero vivir para trabajar. Lo compuse en 2016 cuando vi un hombre negro barriendo la calle mientras les transeúntes tiraban basura en el suelo y entonces él tenía que barrer muchas veces el mismo espacio que ya había limpiado. En tu perfil de Instagram tienes un Manifiesto Antirracista, cuyo texto fue parte de una performance que presentaste en enero de este año, en el AfroFest de Santiago ¿Qué te llevó a escribir sobre la diversidad de las pieles negras, sobre lo que implican las diferentes tonalidades? Tenía muchas ganas de presentar el conflicto que se da entre distintas corporalidades negras, porque lo vi en muchas colectivas, pero también lo vi en mi familia. Mi mamá es oscura, pero mi hermana lo es más aún, siendo yo la más clara… y en ese sentido, yo he tenido más privilegios que ellas, pero no por eso dejo de ser negra. Entonces también me
tocó defenderme de los constructos de mi familia, de mi crianza, porque dentro de mi casa yo no era negra, pero afuera en la calle tampoco era blanca. Me negué a alejarme de lo que sé que soy, de lo que llevo conmigo y de lo que sé que me define. En el AfroFest hice la performance junto a un amigo percusionista: le pedí que tocara ritmos afro para yo improvisar sobre eso. Mientras recitaba el texto, estaba desnuda y pinté todo mi cuerpo de blanco, incluso el pelo. Mientras lo hacía, hubo un silencio muy fuerte por parte del público. Históricamente Chile ha recibido mucha migración peruana, pero en los últimos años ha incrementado significativamente la migración haitiana, colombiana y venezolana ¿Cómo te imaginas el futuro de Chile ahora que ha recibido tanta diáspora afrocaribeña? Dentro de unos años va a ser innegable la existencia de la población afrochilena. No lo podrán seguir ignorando y espero que eso signifique también el reconocimiento de la población Mapuche, así como de otros pueblos indígenas. Las familias se van a mezclar y nacerán nuevos afrochilenes hijes de migrantes. Quisiera que para ese momento no existiera la diferencia entre la gente negra de Arica y los migrantes que vienen con otras culturas y otras historias, sino que todes pudiéramos ser parte de la cultura afrochilena y crear una comunidad grande. Para ese momento, los niñes afichilenes que hoy están pequeños ya habrán crecido y podrán empezar a exigir que se respeten sus derechos. Hay que crear esa unión cultural. ¿Qué le pedirías a la nueva constitución, considerando que ese Chile más diverso inevitablemente va a llegar? Sería interesante ver algún candidate afro. Lo más probable, si existiera, es que no gane nada, seguramente no voten por ese candidate, pero podríamos empezar a visibilizar que las personas negras sí tienen conocimiento político, sí tienen instrucción y vienen con experiencias y aprendizajes que hacen falta en la discusión política. La población afrochilena necesita esa representación. También espero que el país entienda que las personas negras también somos importantes para la cultura, el desarrollo y el avance de Chile. ®
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mucho racismo y apropiación cultural de por medio, porque la idea era exportar el género y en ese camino se invisibilizó la figura de Johnny Alf, compositor negro y precursor del género musical. Muchas personas creen que el Bossa Nova es una propuesta musical blanca y en el fondo no es así, por eso para mí también es una reivindicación.
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URGE DESPATRIARCALIZAR DE CORDILLERA A MAR CO LECTIVA R E S U E LTAS D E L VALLE Organización de mujeres feministas del Valle del Huasco, región de Atacama. Con cuatro años de existencia, se posicionan contra el extractivismo, por la defensa del cuerpo de las mujeres y niñas, y del territorio que habitan.
AHORA SOMOS. CONSTRUCCIONES DE PODER POPULAR / ABRIL 2015
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feminista a principios de 2017, por la sentida necesidad que mujeres del río Guasco comparten, en cuanto a generar acciones políticas, que logren visibilizar la Violencia Patriarcal que atraviesa nuestros cuerpxs y nuestro territorio de Cordillera a Mar, en el último valle fértil que frena el desierto. Territorio que enlaza las comunas de Alto del Carmen, Vallenar, Freirina y Guasco, localidades que dan forma a la Provincia del Huasco. Su extensión territorial, que nace en los glaciares de la cordillera, atraviesa el valle y termina desembocando en Puerto Guasco con 19.066 kilómetros cuadrados y 74.403 habitantes, de los cuales 37.259 son mujeres. Como colectiva feminista Resueltas del Valle nos declaramos antiextractivistas, anticapitalistas, antipartidistas, separatistas y aborteras. No nos articulamos con instituciones gubernamentales ni con el empresariado. Exigimos y promovemos la autodefensa, autonomía y soberanía del cuerpo y el territorio.
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RESUELTAS DEL VALLE brota como colectiva
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Hemos impulsado tantas acciones como nuestras vidas nos han permitido, siendo insuficientes para despatriarcalizar el territorio, pero nutritiva para germinar la semilla del poder popular feminista que ahora brota por todo el valle, en nuevas organizaciones que al calor de la revuelta social forjaron su colectividad, entre ellas, SORORIDAD ORGANIZADA DE HUASCO y VALLENAR FEMINISTA. Las acciones más relevantes que hemos realizado para extender el cultivo de feminismo en el Valle del Guasco, se han enfocado en procesos de formación feminista para mujeres y secundaries, y en el Monitoreo de políticas públicas sobre derechos sexuales y reproductivos, acompañado de la promoción y exigencias de estos derechos. También están la conmemoración del 8M-9M a partir del 2017, las agitaciones emblemáticas y fechas conmemorativas como el 28 de septiembre, Día por la Despenalización del Aborto en Latinoamérica y el Caribe, sociabilizando el documental “La línea del aborto” en las comunas de Vallenar y Freirina en el año 2018, también la concentración y agitación 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres y Niñas, y la socialización del lanzamiento de campañas anuales de la Red Chilena contra la violencia hacia las mujeres. En ambas fechas, nos apropiamos de un espacio patriarcal emblemático de la ciudad de Vallenar: la feria libre, lugar donde se cosifica a las mujeres y niñas. Desde ese espacio, donde abunda la mujer trabajadora, pero que se ve masculizado por la presencia de hombres, accionamos la entrega de información, apoyo y contención a mujeres que se acercan a entregar sus vivencias y adhesión a la lucha. Así, también, cada 20 de diciembre conmemoramos el asesinato de Marta Bustos Lobos. Para generar solvencia económica que permita levantar y posicionar nuestro activismo feminista, desde el 2017 tejemos de manera sorora con Fundación Alquimia, quienes a través de proyectos adjudicados, tales como la Primera Antiescuela Feminista del Valle Huasco –marzo 2017- y para Secundaries –julio 2017-; el Monitoreo de implementación de la ley IVE 2018 DAD, Derecho A Decidir 2019; proyecto donde desarrollamos procesos de formación feminista en el territorio realizando talleres locales sobre derechos sexuales y reproductivos, violencia de género, material de difusión sobre la interrupción
del embarazo con pastillas y el conversatorio sobre mujeres en zonas de Sacrificio. Esta alianza sorora con Alquimia nos permite promover cambios culturales que aportan a reducir violencias hacia mujeres, niñas y trans, violencias que se encuentran dentro de los pilares de nuestra sociedad. Así también, la visibilidad, denuncia y resguardo a la niñez vulnerada, la promoción de aborto libre y la exigencia de la implementación de la ley IVE en la Provincia. Concientizar sobre la violencia obstétrica, migración y racismo, género y trabajo, extractivismo y violencias sistemáticas. Este 2020 nos hemos dedicado a la difusión y comunicación, por redes sociales, de herramientas tales como la Guía S.O.S contra la violencia de Género en el Valle del Huasco, ya que en contexto de confinamiento, recrudece la violencia machista y el territorio no ha sido la excepción. Además, estamos en constante recepción de casos que requieren apoyo y orientación en temas de violencia machista. Orientación y traspaso de información sobre aborto, además, de la campaña feminista en apoyo de las mujeres privadas de libertad de la cárcel de Vallenar, brindando útiles de aseo y kit de seguridad sanitaria en contexto pandemia, generando un trabajo conjunto entre mujeres fuera de la colectiva, que se encuentran dispuestas a brindar un apoyo económico-social y que esta colectividad, terminó pariendo el espacio de Amadrinamiento.
DIVULGANDO LA REALIDAD DE NUESTRO VALLE. Las violencias patriarcales que se materializan a través del extractivismo, la cultura de la violación, del machismo familiar, la transgeneracionalidad del abuso, el abandono del Estado y el capitalismo, se encarnan en lxs cuerpxs desde su gestación, dejando impunes delitos contra la niñez, mujeres y disidencias sexuales, así como al lugar habitado. Ante esto, la unión y organización de feministas sueltas, llega como grito desesperado de esta tierra y cuerpxs que exigen Derechos Humanos, reivindicación, protección, justicia y como un acto revolucionario; co-crear juntxs un sólido tejido social donde podamos habitar y vivir sin el yugo del patriarcado que se desenvuelve a través del extractivismo, del machismo, del racismo y la discriminación, seudomoralidad social y prácticas ilegales, pero normalizadas por parte de la política y autoridades territoriales.
La detección en 2015 de una red de explotación sexual infantil en residencia Maravilla del SENAME, en la comuna de Freirina, que explotaba a niñes de 11 a 17 años de edad, condenó a 12 sujetos de entre 20 a 67 años, a presidio menor desde 541 días a 5 años de cárcel efectiva. Con impotencia fuimos espectadoras/es de la débil protección que se les otorgó a niñes y adolescentes víctimas de vulneraciones, quienes estaban a resguardo del Estado, pero sin embargo, fueron expuestas a mayores y reiterados abusos. Sabemos que las redes de pedófilos no dan tregua, y la necesidad de generar explotación sexual infantil, sobre todo en territorios en sacrificio, es blanco fácil para seguir perpetuando desgarradores hechos que atraviesan la fragilidad de niñes y adolescentes1. El asesinato de Marta Bustos Lobos, que se mantiene hasta la fecha impune, develado el 20 de diciembre de 2016, nos remeció a todas las mujeres del valle, dejando en evidencia la negligente e insuficiente labor de las policías coludidas con el aparataje institucional. Este señala, a través del primer Informe pericial del Servicio Médico Legal, la “muerte natural”, lo que causó rabia colectiva de quienes observábamos con total frustración como se estaban llevando a cabo las pericias policiales e investigación, a cargo de la Fiscalía de la comuna de Freirina, teniendo como fiscal a Jorge Hernández Angel. Marta Bustos Lobos fue encontrada semi enterrada, descuartizada y con cal sobre su cuerpo, al costado de la línea del tren en la ciudad de Huasco que, a su vez, esparce indiscriminadamente metales pesados tales como níquel, hierro y petcoke (carbón) procesados por CAP desde 1975 y la Termoeléctrica Guacolda de Aes Gener desde 1995, afectando directamente la salud, tejido social y calidad de vida en la comuna de Huasco y, de manera paulatina, a toda la Provincia. El levantamiento de voz de la madre de Marta Bustos Lobos, junto a la familia y grupos de mujeres –incluyéndonos como colectiva feminista– quienes hemos acompañado y mantenido la convicción inquebrantable de encontrar a el o los culpables, nos duele cada día de estos 3 años y 9 meses de injusticia patriarcal. Porque sa-
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https://www.sename.cl/web/index.php/2017/08/02/condenan-a12-integrantes-de-red-de-explotacion-sexual-infantil-de-freirina/
bemos que nacer mujer y, en muchos casos, pobres, es doble castigo, porque el feminicidio de Marta Bustos Lobos es evidencia suficiente para comprender que la cultura de la violación, las agresiones y abusos son recurrentes y normalizadas por los hombres que habitan nuestro fértil y hermoso Valle, hombres que aún perpetúan tradiciones familiares machistas y vulneradoras que afectan indiscriminadamente a mujeres, niñez, adolescentes y disidencias sexuales. La devastación que ha dejado el extractivismo en nuestra Provincia, liderado por la empresa Barrick Gold y su proyecto minero Pascua Lama, que irrumpió en la parte alta del Valle y se asentó en los Glaciares Toro I, Toro II y Esperanza, así como también en yaretas y fauna andina, contaminando el río y sus afluentes que alimentan a todo el Valle del Guasco, es la punta del iceberg de este constante acecho empresarial. La amenaza de proyectos mineros en el territorio (14 aproximadamente) tales como Nueva Unión y su perversa propuesta minera de atravesar la totalidad del valle desde las nacientes de la parte alta de la comuna de Alto del Carmen, con su explotación de minerales, para luego penetrar las aguas del río Huasco a través de un tubo de metal que transportará el material extraído hasta el litoral costero de la comuna (de Huasco), es agonía diaria para cada cuerpx que respira el aire tóxico y bebe agua contaminada que intoxica. Además, potencia la gravedad de enfermedades de base, almacena agroquímicos en sus órganos a consecuencia de trabajar en monocultivos, no tiene acceso a transitar libremente por majadas, cerros, quebradas y asentamientos costeros. Cuerpxs que cargan con diferentes cánceres, causados por la explotación de minerales y que en lamentables ocasiones, terminan con la vida de quienes los padecen. Porque el flagelo del extractivismo y la inquebrantable alianza con el Estado a través de sus leyes y normativas que solo benefician al empresariado, es violencia patriarcal pura; violencia que deja sin protección a las múltiples corporalidades que habitamos el valle, deja a merced de quien tiene más poder adquisitivo o influencia política, el elemento vital como es el agua que alimenta el valle en su totalidad. Violencia extractivista que se apropia de tierras y cosmovisiones, de la abundante biodiversidad e irrumpe peligrosamente en la flora y fauna
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del territorio donde florece el desierto. La apropiación de las múltiples cuerpas de mujeres de este territorio en sacrificio, que insiste en dejarnos sin acceso a los mínimos derechos sexuales y reproductivos adquiridos hasta ahora, por la imposición de médicos machistas que se escudan en sus seudo moralidades al declararse objetores –Implementación de la Ley 21.030, año 2018- y que nosotras los categorizamos “sin conciencia”. Profesionales de la salud que mantenían la práctica de interrumpir embarazos, pero solo a través del lucro en sus atenciones privadas. A la fecha, la implementación de esta ley es precaria e insuficiente, vulnerando derechos a niñas en su mayoría y mujeres con menor accesibilidad a la información. Hoy el Hospital Provincial del Huasco se encuentra sin equipo psicosocial disponible para la contención y seguimiento de casos IVE. Vemos con impotencia cómo el embarazo adolescente y enfermedades venéreas, la precarización de la salud mental, las enfermedades respiratorias, el cáncer al útero, garganta, hipotiroidismo, malformaciones en la gestación y autismo, de manera sutil, pero efectiva, aumentan día tras día en las diferentes localidades del territorio. Masculinización de los salarios, hacinamiento y pobreza intencionada, alcoholismo y drogadicción desde temprana edad, campamentos faeneros que se apropian de las localidades, la cosificación de lxs cuerpxs y la utilización de ellxs a beneficio de quien oprime, son huellas del patriarcado y su alianza criminal entre el Capital y el Estado, huellas tatuadas que hacen eco en cada rincón del territorio y que, indiscriminadamente, atraviesan cada cuerpx que lo habita.
CON NUESTRA HOGUERA ENCENDIDA. En el último tiempo nos encontramos levantando las demandas feministas territoriales y nacionales porque, sin ellas, no puede existir una nueva sociedad; acción política a través de Asambleas Separatistas, libres de partidos políticos e instituciones gubernamentales. Como colectiva feminista Resueltas del Valle, concientizamos que no basta con solo Aprobar en las urnas, sino aprobar, crear y garantizar en las calles, en las poblaciones y cada rincón de nuestro hermoso valle y el país, a través de procesos de participación popular y soberana.
Creemos firmemente que para convivir en armonía, comunidades y territorios, es preciso descolonizar, despatriarcalizar y despinochetizar con una nueva Constitución, a través de la soberanía de una Asamblea Constituyente. Porque soñamos con nuestro territorio y corporalidades libres y soberanas, valoramos nuestra mirada crítica feminista que enciende el motor de lucha para seguir con el anhelo de justicia, reivindicación y transmutación efectiva hacia una comunidad feminista. Las iniciativas mencionadas aquí surgen de feminismos que, como los entendemos nosotras, cuestionan las estructuras de poder y las violencias normalizadas, en las que el patriarcado es un gran protagonista que trabaja codo a codo con el sistema capitalista desde sus orígenes, sometiendo a gran parte de la población, y en particular a mujeres, disidencias y niñez, a la pobreza y a la dependencia hacia el salario masculino y al patrón. Nos hemos conocido tejiendo desde abajo, articulándonos entre nosotras y con organizaciones estudiantiles, campesinas y socioambientales, no solo para cuestionar la violencia feminicida y extractivista que azota nuestro cuerpo-territorio, sino también para fortalecer lo que se puede llamar “poder popular”: informando sobre nuestros derechos sexuales y reproductivos, generando instancias de intercambio desde abajo, saliendo a la calle a luchar por nuestros derechos y afirmando nuestro derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestro territorio. Con esto buscamos extendernos como un rizoma bajo tierra, que desde múltiples raíces se expande para cuestionar el orden establecido y hacer frente al machismo heredado del mundo minero y campesino, recuperando las herencias de nuestras ancestras, diciendo fuerte y claro NI UNA MUJER MENOS, NI UNA MUERTA MÁS. La revolución será feminista o no será. El poder popular solo será realmente popular y fraterno, si se da cuenta de la violencia de género y se toman acciones para hacerle frente él, y si se da cuenta del protagonismo que las mujeres siempre hemos tenido en las luchas desde abajo. ®
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r e s u e lta s d e l va l l e
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“Por la autodefensa, autonomía y soberanía de los cuerpos y territorios”
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¿CÓMO LLEGAMOS AQUÍ? Una reflexión sobre la crisis social y ecológica como motor para la transformación personal y social RO SARIO CAR M O NA
NATURALEZA Y SOCIEDAD. DINÁMICAS DE PODER EN UN CONTEXTO NEOLIBERAL / AGISTO 2015
Antropóloga. Estudiante de doctorado, Universidad de Bonn, Investigadora doctoral Centro de Estudios Interculturales e Indígenas CIIR, Co-Editora Revista Antropologías del Sur.
Cinco años después del número Naturaleza y sociedad. Dinámicas de poder en un contexto neoliberal, la reflexión en torno al poder implícito en la relación con el medio ambiente sigue siendo un asunto urgente a considerar.
Todos quieren cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo
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Tolstoi
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EN ESE ENTONCES propusimos un análisis que se centró principalmente en la denuncia de distintos conflictos ecológico-distribibutivos que afectan al país, los que han surgido debido a la inequidad que modela la administración de los ecosistemas y la desigualdad que define la distribución de los pasivos ambientales. Por medio de una mirada que articuló la visión indígena, la ecología política y la poesía, transitamos por diversos conflictos socio-ecológicos locales y analizamos la situación ambiental global. Aunque el panorama es desolador, propusimos una reflexión que nos invita a transformar nuestra relación con el entorno y de este modo, hacernos cargo del problema. Hoy, bajo el complejo contexto en el que se encuentra el mundo y en especial Chile, seguimos creyendo que estos conflictos son motores de transformación, la que nuestro planeta y diversas sociedades piden a gritos. Para ampliar la invitación de ese entonces, volvemos a preguntarnos sobre las causas de la crisis, esta vez desde una perspectiva que conjuga la ecología política con una reflexión sobre la agencia personal. Aunque la vez pasada intentamos identificar responsables, esta vez proponemos una mirada más abierta y compasiva. Creemos que desde ahí pueden surgir nuevas estrategias que nos permitan reparar el planeta que habitamos, y a la vez también cuestionen las creencias y los modos de relacionamiento que sostienen aquello que consideramos como normal. Esta normalidad está actualmente en duda. Al observar el desarrollo del año 2020, marcado por la diseminación de la COVID-19 y sus impactos, es inevitable preguntarse ¿cómo llegamos a esto? Desde Chile, esta pregunta se entrelaza con el análisis de la crisis política y social que, cultivándose durante décadas, explotó en octubre de 2019. Aunque pareciera que estos dos eventos coincidieron de manera fortuita en nuestro destino nacional, no pueden ser comprendidos de manera aislada. Las dinámicas globales, nacionales y locales se influyen mutuamente difuminando los límites que le asignamos a la esfera estatal. En este sentido, la lectura de la crisis nacional no puede omitir la incidencia de la política y la economía internacionales sobre la realidad chilena, y la vez, el análisis de los efectos de la pandemia global en el país no puede obviar la vulnerabilidad contextual previa, que ha sido construida social e históricamente. No obstante, la vinculación de estas dos crisis se remonta a un proceso de aún más larga data, a un sistema de pensamiento que traza sus raíces más allá de nuestra historia nacional. Este sistema se configuró a través de un largo proceso de clasificación del mundo que fue separando al ser humano de la naturaleza, el que fue luego promovido por el pensamiento judeo-cristiano y se cristalizó durante la Ilustración, bajo la teoría cartesiana de Descartes y la división entre la mente y el mundo. Sin embargo, esta separación es una ficción de nuestra mente: no podemos separarnos del mundo. La propagación del Coronavirus ha evidenciado lo conectados que estamos; bastaron solo dos meses para que la pandemia se posicionara como global. Pero también ha develado que nuestra incidencia sobre los sistemas naturales es mucho más fuerte de lo que asumimos y que además, sus repercusiones no solo inciden en aquello que consideramos “el afuera” o “la naturaleza”, sino a nosotros mismos. Si bien todas las especies alteran el entorno que habitan, la huella que hemos producido durante los últimos ciento cincuenta años ha alcanzado una escala sin precedentes (Vitousek et al., 1997). Las alteraciones en el uso de la tierra, los océanos, los ciclos biogeoquímicos y los cambios
bióticos remiten a un mismo origen: el aumento de la escala de la actividad humana. Estas modificaciones se encuentran actualmente en curso, acelerándose a una velocidad mayor que la de nuestra capacidad para comprenderlas, y afectan al sistema Tierra directamente, tanto a niveles locales como regionales, incluso geológicos. El desequilibrio que esto genera propicia un caldo de cultivo perfecto para la irrupción de enfermedades emergentes, como la COVID19, así como alteraciones en nuestros sistemas fisiológicos y sociales, que nos instalan en un lugar de vulnerabilidad. Este incremento de la actividad humana —sin una mayor reflexión que evalúe sus efectos— se ha basado en este sistema de pensamiento que valida la postura antropocéntrica, que concibe a la naturaleza como una fuente externa de recursos para el beneficio humano. Bajo esta perspectiva, somos la única especie que porta un valor en sí misma y que además tiene la capacidad de valorar el entorno, los ecosistemas y las especies (incluida la nuestra). La crisis política de Chile se puede vincular a este mismo pensamiento. Ha tomado forma desde la configuración de la república, e incluso antes durante el periodo colonial, momento en el cual se definieron los patrones de inequidad que le han dado forma a nuestra sociedad y que actualmente son aceptados socialmente. La dicotomía humano/ naturaleza promovió los procesos de colonización, especialmente en América Latina. Los colonizadores, viendo a la región como una fuente inagotable de recursos para su propio beneficio, arrasaron con la población originaria. La tierra y la población indígena fueron obligados a separarse, para así ser transformados en objetos mercantilizables, respectivamente, “recurso natural” y fuerza de trabajo. Esta manera de concebir el territorio y la población instaló un patrón de dominación que jerarquizó a las sociedades a partir de la naturalización de valores culturales impuestos, construidos principalmente por medio de un pensamiento eurocentrado, estableciendo diferenciaciones étnicas, de género y de clase. Inserto en las subjetividades de los colonizados, este patrón estructuró la construcción de las nuevas repúblicas y continuó reproduciéndose hasta la época actual (Quijano). Los territorios se subordinaron a los mercados europeos a través de la exportación de materias primas, lo que, junto con
la mercantilización de la fuerza de trabajo, favoreció la expansión del modelo capitalista que hoy nos oprime. El cual, en el caso de Chile, fue profundizado a través una dictadura cívico-militar y su legado. Este devenir fundó y fortaleció un régimen de inequidad en torno a la distribución de oportunidades y capacidades, permitiendo que solo ciertos sectores accedan a la administración de los ecosistemas, la información y la participación, y por lo tanto al ejercicio del poder. Como ya hemos señalado, las repercusiones de este proceso se traducen en una evidente desigualdad socio-ecológica; quienes poseen los más bajos ingresos son quienes reciben los mayores impactos de los eventos que afectan el medio ambiente, y a la vez, quienes han sido empujados a estos escenarios de vulnerabilidad, son los que más dependen de los ecosistemas que habitan. La desigualdad también se refleja en el hecho de que estos sectores son los que menos han incidido en los procesos de toma de decisión que han configurado la crisis socio-ecológica, menos han accedido a los beneficios económicos de tales decisiones y, a la vez, menos participan en el diseño de las estrategias para afrontarlo. En palabras simples, los más vulnerables ante la crisis socioecológica global y sus efectos, como la COVID-19, son quienes menos han contribuido al problema y quienes han sido históricamente empujados a escenarios de vulnerabilidad. ¿Cómo no reaccionar ante tanta injusticia? Lamentablemente, la urgencia de las circunstancias desvía este tipo de reflexiones. El avance de la pandemia demanda respuestas inmediatas, son las vidas de las personas las que están en juego. En medio de la contingencia no nos queda más que reaccionar e intentar hacerlo de la mejor manera posible. Pero luego valdría la pena meditar sobre los motivos de fondo que nos han empujado a esta situación, ¿cómo somos responsables del surgimiento de este nuevo virus? Más aún ¿cómo somos responsables de sus estragos? Responder a estas preguntas nos puede dar claves que permitan indagar sobre nuestra relación con el entorno, para comenzar a observarlo no como algo externo, sino como una parte fundamental de nosotros mismos. Revisar la relación con lo no humano también puede entregarnos luces para replantear los términos que entablamos socialmente.
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Lo anterior es una tarea compleja. El sistema de pensamiento que ha avalado el capitalismo se ha colado tan fuertemente en nuestras subjetividades, que ha modelado nuestras necesidades, es muy difícil hacerle frente. El modelo ha sido tan exitoso que, lamentablemente, incluso quienes lo criticamos, lo reproducimos día a día, tanto en nuestra acciones como a través de nuestros pensamientos. Por ejemplo, muchos de los juicios que establecemos se basan en valores antropocéntricos que hemos adquirido a temprana edad, los que a veces ni siquiera reconocemos. Debido a esto, estamos habituados a observar el mundo de manera dicotómica, en donde las diferenciaciones de valor —como hombre/mujer, uno/otro, naturaleza/humano, bueno/ malo, subdesarrollado/desarrollado, etc.— han sido completamente naturalizadas. Por otro lado, hemos perdido la conexión con el entorno a tal punto que no sabemos de dónde proviene aquello que consumimos ni qué impacto genera sobre otros sistemas sociales y naturales. Literalmente, no sabemos quién hizo nuestra ropa, qué contiene lo que ingerimos, por qué nuestros cuerpos reaccionan de tal manera o qué medidas realmente nos favorecen. Le hemos delegado nuestro poder a corporaciones, políticos y economistas. De esta manera, el modelo depredador avanza a través de nosotros, destruyendo más ecosistemas, extinguiendo más especies y oprimiendo a más seres humanos. Aunque estas afirmaciones pueden parecer desalentadoras, nos empujan a reflexionar sobre nuestra capacidad de agencia, personal y colectiva: ¿somos nosotros quienes delegamos el poder? ¿o el poder se nos ha usurpado? Estas preguntas son difíciles de responder —y por lo mismo han protagonizado gran parte de los debates académicos— cuando intentamos responderlas de la misma manera, es decir, dicotómicamente, buscando “culpables” y “víctimas”. Bajo esta postura, nuestra capacidad de agencia se debilita, no nos queda más salida que la denuncia. Pero si lo vemos desde otro punto de vista, en donde a la vez que asumimos que generamos un problema, nos percatamos que tenemos la capacidad de transformar la situación, podemos sentirnos más optimistas. Por lo tanto, aunque difícil, la tarea no es imposible. El desafío es que tal transformación requiere de consciencia, la cual supone una etapa dolorosa:
remover pilares que sustentan nuestra autopercepción y nuestros propios valores. También es fundamental que reconsideremos la manera en que nos relacionamos entre y con nosotros mismos, con nuestras propias subjetividades ya que, finalmente, tampoco somos muy felices. Quizás así comencemos a tratarnos mejor. Si nos tratamos mejor, seguramente trataremos mejor a los demás, tendremos la capacidad de organizar mejor nuestra sociedad y entablar una relación más equilibrada con el medio ambiente. Este camino es largo y por supuesto no entrega una solución inmediata a las crisis que enfrentamos, pero probablemente posee un potencial transformador mucho mayor que la mera reacción a nuestros problemas. No digo con esto que debamos dejar de cuestionar y denunciar aquellas estructuras de opresión legitimadas por quienes ejercen el poder y la mayoría de las veces, la violencia. Sino que también requerimos de un proceso de transformación que nos modifique como seres humanos. Mientras no derrumbemos la dicotomía que nos separa del resto de la naturaleza, continuaremos perpetuando el abuso y la explotación entre seres humanos. Este proceso requiere que despertemos la conexión con aquello a lo que pertenecemos y conformamos, la naturaleza, o como quiera que la queramos llamar. Somos parte de un sistema interconectado que además de permitir nuestra existencia, está conformado por todos y cada uno de nosotros. En ese sentido, cada una de nuestras acciones es determinante (aunque a veces parezca que no podemos hacer nada). Esta tarea tiene también distintas maneras de materializarse, el camino no es único. La protesta y la denuncia son una vía, pero también la compasión, el amor y la empatía. Al tratarnos mejor, identificaremos con claridad aquello que realmente nos hace felices y quizás tendremos un poco más de determinación para optar, en la medida que podamos, a vivir la vida de una manera más interconectada y consciente. Esto promoverá decisiones más empáticas, pero también más centradas en lo que realmente necesitamos y no en aquello que los medios y las esferas que manejan el poder nos hacen creer que debemos consumir. Puede que incluso, logremos transformarlos a ellos también. ®
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EL GENERAL ARDE CYNTH IA S H U FFE R M . Investigadora, docente y fotógrafa. Integrante del colectivo Rufián Revista
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VOLVER A DECIR LA IMAGEN. NEGATIVO DE UNA FRASE IMPOSIBLE EN POSITIVO / NOVIEMBRE 2015
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BALAS CONTRA PIEDRAS. BITÁCORA DE UN ESTALLIDO SOCIAL N ICO LE K R AM M CAIFAL Fotógrafa documental y realizadora audiovisual. Activista vegana. Ha sido vocera de derechos humanos de la coordinadora Feminista 8M y es parte de la Coordinadora de víctimas de trauma ocular de Chile. FOTOGRAFÍAS
LUMAZO, PAN Y CIRCO. ESTADO DE EXCEPCIÓN / AGOSTO 2016
N ICO LE K R AM M CAIFAL
octubre cuando escuché por redes sociales sobre las evasiones de estudiantes en el metro. Ese día tenía que dar unas clases de fotografía y territorio, a adolescentes del SENAME (Servicio Nacional de Menores). Lo comentamos, estaba entusiasmada por lo que acontecía, así que apenas terminé, me despedí de lxs adolescentes, tomé mis cosas y avisé a unos colegas que iba rápidamente al metro a ver qué pasaba. Tenía mi cámara. Desde arriba del metro se escuchaban las voces en los torniquetes, los gritos eran alentadores, el corazón se me apretaba mientras veía como evadían. Lxs jóvenes decían a las personas en el metro que por favor no pagaran su pasaje, mucha gente les sonreía. Estábamos contentxs y eufóricxs, sentía que aquella masa rebelde éramos todxs aquellxs que, ya cansadxs de tantos años de humillación, perdíamos el miedo y que, por fin, florecíamos contestatariamente ante este sistema desigual. Le dije a un amigo que era uno de los días más emocionantes de mi vida. “No son solo 30 pesos, es toda una vida sin salud, vivienda, educación, jubilación y vida digna”. Esto era una olla de presión, tarde o temprano había que salir a las calles para exigir los derechos sociales básicos que nos han sido negados. Para quienes luchamos, el estallido siempre se vio venir. Entonces llegó el 18 de octubre y lo viví en el metro con cientos de estudiantes que ejercían su legítimo derecho a la protesta. Pese a que había policías, no se marcaba el miedo en sus caras; era una guerra de ideología, se paraban frente a ellos y les discutían. Los agentes atónitos ante esta postura empoderada, ante este despertar indomable, nos reprimieron. De la alegría al espanto, en un segundo, la violencia desmedida nos impactó. Desde esos días, no paramos más; fueron concentraciones, marchas, fogatas, cacerolazos, más barricadas, resistencia, represiones, abusos policiales, militares en las calles y entonces, llegaron las muertes. Ante la revuelta, Sebastián Piñera aplica estado de excepción constitucional en Santiago de Chile, Ley de seguridad del Estado y los militares se desplegaron por todo el centro de la capital con tanquetas y armas, tal cual dictadura. Las protestas se intensificaron y comenzamos a ver a lxs primerxs heridxs de gravedad. “La dictadura aún dura” pensábamos y lo seguimos pensando, agentes del estado disparaban directamente a nuestros cuerpos, centenares de manifestantes resultaban heridos diariamente de balín o lacrimógena, el transporte público había colapsado ante la desobediencia civil que nació como respuesta contra la violencia y la represión desmedida con la que operó el gobierno. Con militares custodiando las calles en toque de queda, nos amanecíamos viendo noticias y pasaba días completos en la calle documentando.
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RECUERDO COMO SI FUESE AYER . Era 17 de
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Desde ese entonces se ha cruzado de todo ante mis ojos, con alegría pero también con espanto por los embates de la violencia en mis compañerxs. He documentado desde una mirada resiliente y rebelde, pues valido todas las formas de lucha ante los poderosos que nos tienen sumidxs en una violenta y miserable realidad neoliberal. En los primeros días ya sabíamos que había muertxs y desaparecidxs, que luego aparecían quemados con impactos de bala. Pero los medios hegemónicos callaban, entonces sentíamos desesperación por romper con el cerco comunicacional, denunciábamos en todas nuestras redes y medios independientes el cómo los medios oficiales no estaban informando sobre la brutalidad con la que se nos reprimía y atacaba. Era un hecho, militares y Carabineros violaban los Derechos Humanos en Chile todo el tiempo. Por eso les fotografiamos, los grabamos, los atemorizamos con el lente, nuestras armas fueron las cámaras y ellos lo sabían: nos amedrantaban y atacaban porque denunciábamos todas sus malas prácticas, todos esos protocolos que no cumplían. En un solo día en Alameda, conté a diez gráficos y periodistas heridos, pues éramos blancos de interés: los pacos al ver nuestras cámaras, nos disparaban directo al cuerpo.
“A la calle, por nuestrxs heridxs y caidxs, debemos seguir hasta que vivir valga la pena”. publicaba en mis redes sociales el 22 de octubre del 2019. Mientras seguían las concentraciones en la - denominada por los pueblos - “Plaza Dignidad”, ex Plaza Italia, punto neurálgico de las manifestaciones durante nuestra rebelión entre las demandas, se exigía una nueva constitución y la salida de Sebastián Piñera, eso hasta el día de hoy. Por Alameda pasaban personas heridas en todo momento, nos disparaban descontroladamente, vi correr la sangre por sus caras, era tan angustiante que un día bajé mi cámara y lloré, sentía que era una masacre. De pronto un Carabinero me apuntó directo al rostro, con completo sadismo y total alevosía a su impunidad. Muchas veces sonríen al disparar, los he visto, en ese momento sentí un miedo horrible a terminar ciega o muerta, una palmera me salvó de aquel disparo inminente, pensaba en lo fácil que era morir en una manifestación. De todas formas me rociaron con gas pimienta y agua con ácido, habían pasado 40 horas y todavía sentía el ardor en todo mi cuerpo junto a un picor insoportable en la garganta. Era impotencia y desesperación de ver que seguían las tácticas represivas heredadas de la dictadura y que se ejercían con total complicidad del gobierno. Ese mismo día, una chica de 15 años fue agredida con una lacrimógena en la cabeza y estaba con daño cerebral. Mientras ella estaba grave, la televisión nos vendía normalidad, dejaron de transmitir lo que pasaba en nuestras calles, criminalizaron la protesta y escondieron los abusos y torturas de parte de las policías: terrorismo estatal.
#NOESTAMOSENGUERRA
Esta violencia solo se había visto durante la dictadura cívico-militar de la cual me hablaban con miedo mi madre y mi padre cuando yo era pequeña. En mis lagunas mentales pensaba en la frase “para nunca más en Chile”, pero eso nunca fue. Hoy repetíamos la historia y esta vez me tocaba vivirla. En Chile se mata, se viola y se tortura, esto es de dictadura.
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Pasaron los meses, seguimos trabajando en la calle, cuidándonos entre colegas para documentar esta historia. Siempre ha sido un deber, un compromiso político y social como comunicadora y activista interseccional evidenciar lo que el pueblo está viviendo, pese a que las policías intentan frustrar una y otra vez el ejercer nuestro derecho a la libertad de expresión y opinión. Mi ojo, mi lente se trizó una hora antes de 2020. En un medio redactaron que si mi ojo fuera una cámara, la abertura de diafragma ya no funcionaría; el teleobjetivo no precisaría, habría poca o nada profundidad de campo y las fotografías estarían cubiertas en un 95 % por oscuridad. En la noche de año nuevo decidimos cubrir en Alameda, pero cuando pasábamos frente a unos piquetes de carabineros, me llega en seco un disparo de balín directo a mi ojo izquierdo. Nunca pensé que la vida me cambiaría tanto entre un abrir y cerrar de ojos. No fácil de aceptar, los doctores dijeron que el daño era irreversible, no existía una operación para salvar la visión. Eso fue para mí como revivir el disparo, ese disparo del paco cobarde que apagó parte de mí y que me hizo sentir tanto dolor. Hoy denuncio que en Chile se violan sistemáticamente nuestros Derechos Humanos y con completa alevosía. Lo vi, lo viví. Balas contra piedras, cobardes quienes se atreven a disparar a su pueblo, pero ya no hay vuelta atrás. Nunca olvidaremos ni perdonaremos lo que han hecho, porque he visto el terror y el espanto en la cara de la gente y en la mía. Aunque sé que mis ojos, que tanta alegría y espanto han visto, no se cerrarán ni con toda la represión del Estado. Pero ¿qué vi de más o qué vimos de más para que nos dispararan a la cara? Ojalá que algún represor se pusiera en el lugar de algunx de mis 468 compañerxs que han perdido la visión por salir a la calle. Además de miles de mujeres y disidencias, compañeras que fueron violadas, abusadas, acosadas, denigradas o agredidas por funcionarios policiales en todos los contextos durante el estallido, igual que en dictadura. Sin duda hay un esquema patriarcal en las instituciones, porque cuando las mujeres tomamos un rol activo en movilizaciones, somos víctimas de abusos, como mecanismo de control y de disciplinamiento. Fuimos botín de guerra. Ha pasado casi un año de aquel despertar, el gobierno negacionista de esta misma derecha que
propició y colaboró con la dictadura hoy, nuevamente, es cómplice de todos los crímenes cometidos. Han evidenciado que desprecian nuestros derechos y, por lo tanto, representan un peligro para nuestras vidas. Ha pasado un año desde que Piñera fascista sacó a la calle a sus milicos y pacos a torturar al pueblo, pero aún nos mantiene en toque de queda, con nuestras poblaciones militarizadas. Piñera es todo lo que no queremos, es desigualdad, es miseria, explotación, extractivismo, es represión, sadismo, es la dictadura y la muerte. No sé cuál será nuestro destino, pero sé que si volvemos a la calle nos encontraremos con un compañerx, con un colega y con un pueblo que seguirá resistiendo el terrorismo de Estado con tal de conseguir esa dignidad de la cual nos han privado. Hoy en Chile existen más de dos mil acciones judiciales en curso contra agentes estatales por apremios ilegítimos, violación a los Derechos Humanos por las principales causas, que han sido: golpizas brutales, intento de homicidio, disparos a cara y al cuerpo, amenazas de muerte y de violación, atropellos, tocaciones, desnudamientos, quemaduras, violaciones sexuales, mordidas, ahogamiento con bolsa plástica, piedrazos e insultos, discriminación, burlas y humillación. La impunidad del ayer y de hoy, con fuerza se impone tras la falta de persecución y castigo contra quienes cometen violaciones a los Derechos Humanos, pues sus casos han sido protegidos, encubiertos e invisibilizados por todas las fuerzas de poder: el Gobierno, las policías, los tribunales de justicia, las élites económicas y el Estado, con el fin de preservar el modelo económico y social.
¡VERDAD, JUSTICIA, REPARACIÓN Y RESPETO A LOS DDHH! Entendemos que con la impunidad que tienen en su actuar y con la militarización de nuestros territorios, buscan atemorizarnos y desmovilizarnos. Pero tenemos memoria, sabemos que el terrorismo estatal es la política que el estado chileno ha utilizado una y otra vez para imponer un modelo que solo acrecienta las desigualdades, que vulnera los derechos sociales y políticos, privilegiando sus ganancias por sobre nuestra vida. Su política del terror no funcionará, seguiremos registrando, denunciando, documentando, porque no abandonaremos las calles. Seguiremos rompiendo el cerco comunicacional del Estado para construir comunicación social al servicio del pueblo. ®
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CON LAS AMIGAS Y EN LA CASA E N T R E V I S TA A
VIVIANA D ÍA Z M U Ñ OZ Médica lesbiana feminista, activista por el aborto libre. PO R
LIE TA VIVALDI
AUTONOMÍA Y DESACATO. ABORTO EN CHILE DESDE UNA PERSPECTIVA FEMINSITA / DICIEMBRE 2016
Doctora en sociología y abogada feminista.
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A CASI DOS AÑOS de la promulgación de la Ley 21.030 sobre interrupción del embarazo en tres causales, su implementación ha sido deficiente y esto se ha agravado con la pandemia. Los problemas son variados: el abuso de la objeción de conciencia (más del 50% de los/as ginecólogos/as se declaran objetores), la falta de información a las mujeres y la falta de capacitación al personal de salud son algunos de ellos. Debido a lo restrictivo de las causales, las mujeres siguen abortando clandestinamente y redes de mujeres han sido clave para acompañarlas y apoyarlas. En esta entrevista conversamos con Viviana, activista de «Con las amigas y en la casa», quien nos comenta qué ha pasado desde la promulgación de la ley, cuál sigue siendo el rol de la organización y del feminismo en general y qué ha pasado con la pandemia. ¿Crees que ha cambiado de alguna forma la situación del aborto en Chile desde antes de la aprobación de la ley hasta ahora? Sí, ha cambiado sobre todo en el sentido de que se habla mucho más del tema, hay una sensación de que se puede hablar de eso, porque hay un respaldo legal en el fondo. Yo siento que ahora hay muchas más instancias para hablar de aborto, que las mujeres también preguntan respecto de si su situación está cubierta por la ley. En ese sentido sí, pero en concreto, en la cantidad de abortos que se han hecho, el cambio es bien insignificante para la realidad de las mujeres; no ha significado un cambio en concreto en el acceso a derechos. ¿Y las mujeres entonces a qué se enfrentan hoy cuando quieren abortar fuera de las tres causales? Se enfrentan, por un lado, al mercado de venta ilegal de Misotrol, que ha empeorado mucho a propósito de la pandemia. Se ha jugado con el miedo y con la desesperación de las mujeres, que siempre ha sido el negocio de los vendedores ilegales. En realidad, las mujeres han resuelto siempre; como lo hemos dicho en varias ocaciones, los abortos no nos pertenecen ni a nosotras las acompañantes, ni a los médicos, ni al Estado, los abortos le pertenecen a las mujeres y las mujeres están resolviendo de todos modos. Pero sí se enfrentan a la angustia de no poder comprarlo por el precio, de tener que comprar dosis incompletas, a la angustia de encontrar información muy diferente en diferentes lugares y
de no saber en cuál confiar. Por otro lado, estamos las acompañantes: los grupos de feministas que acompañan abortos, los grupos de feministas que entregan información sobre aborto, que somos una alternativa segura para abortos acompañados y cuidados (prefiero decir “cuidados” y no “seguros”, porque la seguridad, no sé, me suena como a policía, control… prefiero decir “cuidados”). ¿Y crees que a propósito de esto último ha habido un cambio respecto de la persecución policial y la persecución penal? ¿O no necesariamente? ¿A los grupos que acompañan? Sí, y también a las mujeres. Porque podría ser un temor que, con la aprobación de la ley, al haber causales, podría aumentar la persecusión. Según nuestra experiencia en la red de “Con las amigas y en la casa”, no ha habido un aumento en la persecución. Creo que sí ha habido un intento de desacreditar el trabajo que hacemos nosotras y otros grupos, y eso viene principalmente de los vendedores ilegales, porque finalmente somos una competencia. Nosotras no vendemos, pero sí hacemos que las mujeres accedan a información, lo cual hace que puedan reconocer medicamentos y que eviten las estafas. Entonces, en ese sentido, somos una competencia, y desde ese lugar, los vendedores ilegales, y también las feministas que venden medicamentos, tienden a desacreditar un poco el trabajo que hacemos. Eso sobre todo se dio en pandemia. Pero particularmente más persecución policial, la verdad es que no hemos visto. Sí hemos notado en este año 2020, en este año terrible y catastrófico, que sí hay cosas: nostras acompañamos procesos de mujeres con más de 12 semanas, y hemos visto un aumento de la criminalización de las mujeres que cursan abortos con fetos de más de 12 semanas, que antes no veíamos tanto (porque se puede abortar en cualquier momento, los abortos espontaneos ocurren igual después de las 12 semanas). Eso es lo hemos notado, pero no lo tenemos cuantificado; solo ha sido una percepción que tenemos de que se intenta que las mujeres confiesen, que hagan todo el trámite funerario con el feto, cuando en realidad no tiene ningún sentido, porque nunca vivió fuera del cuerpo de la mujer. Ese tipo de cosas hemos notado en el último tiempo, pero no persecución. La persecución se mantiene igual que antes: a las mujeres más jóvenes, a las
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¿Ha cambiado la forma en que trabaja la organización en este último tiempo? Sí, pero a propósito de la pandemia. Hemos venido teniendo un aumento muy importante de la demanda cada año, y nosotras no crecemos tanto, no habemos tantas acompañantes como para cubrir la demanda que estamos recibiendo. Hay momentos en que estamos bien críticas y en ese sentido hemos tenido que desarrollar estartegias para cuidarnos nosotras, para mantener funcionando la organización y para que la calidad del acompañamiento no decaiga tanto en relación al volumen que estamos acompañando. En un momento hacíamos talleres que eran de pocas chicas, ahoras tenemos talleres muy masivos, que eran presenciales hasta que por la pandemia nos tuvimos que adaptar y hacerlos online, usando plataformas seguras. Eso ha sido difícil, porque no todas las mujeres tienen la posibilidad de estar dos horas, solas, en un taller, con un computador; no todas tiene acceso a wifi… Pero sobre todo, para muchas mujeres la privacidad es un privilegio, entonces eso lo ha hecho difícil. Porque el taller es un momento muy inportante dentro del acompañamiento, ya que es donde se entrega la información más sensible y se aclaran las dudas. ¿Y los protocolos de seguridad se han mantenido o han tenido que cambiarlos? Se han mantenido y los hemos reforzado, porque también la violencia ha aumentdo en pandemia: la violencia que sufren las mujeres, la poca privacidad que tienen. Entonces hemos tenido que reforzar los protocolos de seguridad. Pero sobre todo reforzar, más que cambiar. ¿Cuál crees que es el rol del feminismo hoy, respecto del aborto? ¿Ha cambiado o se maniene? Yo creo que el feminismo tiene que tener como bandera el aborto libre y ya, y eso debió haber sido siempre, independiente de la ley. Yo he sido crítica, y en la red hemos sido críticas, del proceso de la ley, que se cerró sin feministas, o por lo menos no con las feministas de base, no con las feministas que acompañábamos abortos, no con las feministas que estábamos entregando información, sino que
se cerró en un grupo cercano a Bachelet, y sería. La percepción es que esa ley no nos pertenece, por lo menos esa es la percepción de las acompañantes, de las feministas que hacemos trabajo de base. El evidente fracaso de esta ley hace aún más claro que el horizonte tiene que ser el aborto libre, tiene que ser un aborto por decisión de las mujeres, por lo menos hasta el primer trimestre, y después por plazos, como otros proyectos de ley que existen en otros países y que han influido realmente en el acceso a derechos de las mujeres, no como en la ley de acá. ¿Hay algo más que te gustaría agregar? Yo creo que, más que el cambio a propósito de la ley –que ha permitido que se hable del tema pero no ha influido en la cantidad de abortos que se realizan–, el desafío es cómo vamos a seguir en relación a la pandemia, porque la violencia sexual hacia las mujeres ha aumentado, por lo tanto el aumento de la cantidad de embarazos no deseados es un tema de preocupación permanente para las que estamos acompañando abortos. Creo que deberían haber más redes de acompañamiento. Lo que me gustaría hacer es una invitación. A veces una tiene esas discuciones medio estériles del tipo de “ah, ustedes son antimaternidad”, pero acompañar abortos no se trata solamente de abortos. También tiene que ver con que se pueda realizar una crianza libre. Ahora no abordamos ese tema, porque trabajar abortos ya es bastante, pero está súper relacionado con otros temas. Con el racismo, por ejemplo. Nosotras tratamos de tener protocolos especiales que permitan que las muejres afromigrantes se sientan más seguras, porque sabemos que las cosas funcionan distintas para ellas, que la violencia es mucho más intensa con ellas particularmente. Entonces, cuando una acompaña abortos se enfrenta con todos los temas del feministmo. Así que la invitación es a que se levanten más redes. Nuestro acompañamiento tiene una forma, nosotras somos lesbofeministas, acompañamos criticando la heterosexualidad, eso a algunas mujeres les gusta, a otras no. Pero si hay otras maneras de acompañar, que sean cuidadas, que sean amorosas. La idea es que se levanten. Hay muchas mujeres que están abortando solas y con miedo, pese al esfuerzo que hacemos nosotras, y la idea es que ninguna de nosotras aborte sola, ni con miedo, ni con culpa. ®
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mujeres migrantes, a las afromigrantes principalmente, que siempre son las más perseguidas en los hospitales.
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NUESTROS NOMBRES ESTÁN ALLÍ El
ARC H IVE R AS S IN FRO NTE R AS Paulina Bravo Castillo Magíster en Archivística por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente trabaja en el Diplomado de Postítulo en Archivística de la Universidad de Chile y el Archivo Nacional de Chile. Pilar Díaz Ellis Máster en Archivística por la Universidad Carlos III, Máster en Gestión Documental, Transparencia y Acceso a la Información. Actualmente trabaja como archivera experta en el Proyecto de Modernización del Archivo Nacional de Chile. Valentina Rojas Archivera; actualmente trabaja como Profesional de Apoyo del Archivo Nacional, en el Diplomado de Postítulo en Archivística de la Universidad de Chile y el Archivo Nacional, y en diversos proyectos como archivera independiente. Claudia Soto Cabello Archivera, Periodista, Docente e investigadora en Historia. Integrante de Archiveras sin Fronteras AsF-Chile y Asociación Latinoamericana de Archivos ALA.
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La editorial del número 27 de la Revista Rufián manifestaba que para concebir un presente y futuro distinto era necesario observar el pasado, con todas las dificultades que eso implica. En este nuevo texto les proponemos un análisis retrospectivo sobre esas dificultades, volviendo sobre algunos de nuestros textos, para retomarlos después de la revuelta social y durante la pandemia. Abordamos diversas temáticas vinculadas a los archivos: movimientos sociales, rendición de cuentas, migrantes y pueblo mapuche; buscando evidenciar las problemáticas en relación a los archivos y su función social. Aplaudimos el aniversario de una década de la Revista Rufián y agradecemos ser parte de este caldo de cultivo.
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ARCHIVAR LAS LUCHAS DEL PRESENTE En el artículo que escribí a finales del 2017, insistía en que no podremos reconstruir el pasado solo con la memoria emanada de los centros de poder. Tal como lo hicieron las organizaciones de defensa de los derechos humanos en dictadura, debemos posicionar nuestros archivos como prueba de existencia de la multiplicidad de relatos que dan cuenta de las luchas actuales. No imaginé en ese entonces que volvería a articularse el movimiento social de tal forma que fuera tan evidente la necesidad de preservar nuestras memorias, y que los archivos se multiplicarían nuevamente en diversas instancias participativas de organización y articulación. Creo que esa necesidad se fundamentó primeramente en el afecto, de guardar algo que nos constituye y es fundamental para nuestra identidad e historia. Creo que eso movió esas primeras necesidades de archivo: las actas de nuestras asambleas, las murallas de nuestra ciudad, los videos y fotografías de las manifestaciones, entre tantos otros documentos que en el contexto de la revuelta son elaborados, compartidos y guardados. Y también, la necesidad de contar con evidencia de la represión y de las innumerables violaciones a los derechos humanos por parte del Estado, ya que esa evidencia una vez más solo sería aportada del lado de las víctimas. El 22 de octubre del 2019 con AsF difundimos un comunicado en el que manifestamos nuestra preocupación sobre la importancia de proteger los registros que se difundían en redes sociales, los que daban cuenta tanto de la resistencia del pueblo de Chile, como de la represión que ejercen las fuerzas armadas y carabineros. Entre otros temas hicimos hincapié en la urgencia de que las diferentes instancias participativas generaran actas que respaldaran y consolidaran los acuerdos. En sintonía, elaboramos y difundimos por redes sociales un formato de acta pensado en las distintas instancias colectivas que estaban surgiendo y proliferando, argumentando que era fundamental registrar esta información, para luego poder mantener y cumplir los acuerdos, sistematizar, contrastar ideas y sobre todo construir lo que se viene. Para ese entonces, comenzaron a realizarse diversos cabildos autoconvocados a lo largo de Chile, y con un grupo de nuestras compañeras –
Instructivo Acta
Paulina Bravo
Valentina Rojas, Isidora Neira, Luz María Narbona y quien escribe– comenzamos a trabajar voluntariamente en la clasificación y el registro de las actas y otros documentos que cientos de personas habían producido y que eran enviados voluntariamente a un correo electrónico dispuesto por Unidad Social. En estos documentos, gran parte de la sociedad no solo daba cuenta de los espacios de reflexión, sino que también articulaba sus demandas, dando cuenta de la transversalidad y profundidad del movimiento social. Personalmente, para mí fue muy significativo colaborar en la sistematización de esos documentos. Recuerdo noches en que la rabia y el descontento del día se disipaban al encontrarme frente a decenas de actas de reuniones de juntas de vecinos, de familias que decidieron hacer un cabildo después del almuerzo, de asambleas de barrios (en lugares que me obligaba a buscar en el mapa) y que sin duda reconfiguraban un nuevo presente. Esperamos desde AsF que esos documentos sean prontamente de acceso abierto, libre y seguro, ya que aquellos registros son y serán fundamentales para reconstruir la memoria de este proceso. Repensar, entonces, el valor social de los archivos después de la revuelta social es fundamental, con la urgencia de registrar la memoria de nuestras luchas, para aprender de ellas y contribuir a un nuevo presente. Para terminar quisiera mencionar que como consecuencia de nuestro octubre, se conformó la Asamblea de Archiveras y Archiveros de Chile (ASARCH) definida como “una instancia de reunión, articulación y discusión entre diversos representantes de la comunidad archivística, que pretende poner sus reflexiones, saberes, experiencias y prácticas tanto técnicas como políticas al servicio de las movilizaciones civiles con la finalidad de contribuir a documentar las diferentes manifestaciones políticas, culturales y artísticas, tras la revolución social iniciada el 18 de octubre de 2019” (Declaración de Principios, nov. 2019). La Asamblea está activa al día de hoy y seguimos trabajando.
ARCHIVOS PARA LA RENDICIÓN DE CUENTAS Pilar Díaz Ellis Desde 2018 a la fecha, se ha reafirmado la necesidad de contar con archivos que dejen registro de las acciones y decisiones que toma el Estado con relación a la ciudadanía y, a su vez, de las relaciones documentales que existen entre las diferentes entidades que son parte del Estado al realizar sus gestiones administrativas. Efectivamente, el diagnóstico es claro: sin archivos no hay rendición de cuentas. Pongamos un ejemplo. Frente a la actual pandemia del COVID-19, ¿se está documentando lo que el Estado ha comprado?, ¿se está documentando cómo se lleva a cabo la trazabilidad?, ¿se está documentando cómo se obtienen los datos?, ¿están quedando actas de las diferentes comisiones que se han generado al respecto?, ¿se están documentando las diferentes ayudas que entrega el Gobierno y los criterios para ello? Si revisáramos los archivos generados por los diferentes ministerios (Salud, Hacienda, Economía, Desarrollo social), ¿podríamos rehacer sus actuaciones frente al COVID-19 y, por consiguiente, revisar cómo afectó a la ciudadanía cada una de sus decisiones y acciones? No es mi intención reiterar en este escrito lo que ya he planteado en el artículo de 2018, pero sí quisiera agregar un punto de análisis que considero se hace necesario con el avance de la tecnología y las formas de registrar acciones y antecedentes en el Estado, y es el tratamiento de los datos. Pasamos de los documentos en soporte papel a los documentos electrónicos, pero ya este documento en sí mismo no nos basta. La existencia de documentos fiables, íntegros y disponibles en el momento oportuno debe servir a la Administración Pública para tomar mejores decisiones, y ahora eso se hace en forma más eficiente a través del manejo de los DATOS. A través de los diferentes sistemas y la tecnología con la que contamos es factible recuperar datos de
los documentos (gracias a los metadatos) en forma rápida y adecuada para generar mejores análisis, manejar mayor cantidad de antecedentes y así tomar mejores decisiones, no cinco años después, sino hoy, frente a la contingencia que nos toca. Sin lugar a dudas el COVID-19 ha traído un incentivo para el trabajo remoto, y esto va indeclinablemente asociado al trabajo con documentos electrónicos. A su vez, en el afán de evitar que las personas se expongan al contagio, muchas instituciones públicas han generado plataformas donde se “digitalizan” trámites. Esta información en general se registra vía formularios que aportan datos como antecedentes para iniciar o apoyar la gestión administrativa necesaria. Estos datos se conservan en Bases de Datos que muchas veces no son consideradas dentro de la Gestión Documental y quedan como entes aislados (generalmente en servidores a cargo de los departamentos TI) y no se los trata como parte del Archivo Institucional, aunque son fundamentales para comprender el inicio y desarrollo de la Gestión Administrativa. Sabemos que de acuerdo con la Ley de Procedimiento Administrativo y, más ahora, con la Ley de Transformación Digital las acciones del Estado deben quedar registradas en Expedientes Electrónicos. ¿Están esos expedientes considerando estos datos?, ¿cómo incorporamos los datos a este expediente en forma articulada sin generar más trámites, más documentos y complejizar aún más la burocracia estatal? Son preguntas que debemos realizarnos para asumir este desafío y no olvidar esta “pata de la mesa”, no sea que los expedientes nos queden incompletos y no podamos reconstruir estas gestiones. El desarrollo de la Gestión Documental en el Estado es una gran tarea. Porque no solo deben articularse conceptos archivísticos, sino que estos deben conversar con las nuevas tecnologías y con los procesos dentro de las instituciones. Creo que este es el momento, gracias al impulso de la Transformación Digital, de lograrlo después de tanto tiempo. Por ahora, este desafío sigue pendiente.
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ARCHIVOS Y MIGRACIÓN: CONTINUIDADES Y AGUDIZACIONES Valentina Rojas Hace más de dos años, al escribir las primeras líneas para pensar la vinculación de los archivos y la migración, nuestras reflexiones giraron en torno a dos ejes: el primero, vinculado a la legislación e institucionalidad racista y discriminadora de nuestro país, cuya aplicación impide que muchas personas migrantes puedan tener la vida digna que buscan en Chile, aumentando así su precarización y vulnerabilidad. El segundo eje del artículo original dice relación con una ineficiencia sistémica –que incluye una deficiente gestión de los documentos que sostienen los trámites exigidos a las personas que migran a nuestro país–, con enormes y crudas consecuencias para las personas migrantes. Ambos ejes se relacionan, siendo el segundo, la ineficiencia sistémica, en realidad consecuencia del primero; consecuencia de una decisión política e institucional de no dar prioridad a estas cuestiones, manteniendo así un sistema que no permite la inserción institucional de las personas migrantes. Hoy ambas problemáticas se mantienen y, como todos los nudos que durante décadas han aquejado a nuestra sociedad, se han agudizado y mostrado sus rasgos más duros durante estos últimos meses, que comenzaron con la revuelta y el despertar social que vivimos desde octubre del año pasado, y que continúan y se han profundizado durante este período de pandemia que aún atravesamos. Respecto de la institucionalización de la discriminación, Eduardo Cardoza, Secretario Ejecutivo del Movimiento de Acción Migrante, señala que el actual proyecto de Ley sobre Migración y Extranjería, cuya tramitación avanza rápido en el parlamento, “institucionaliza la irregularidad Migratoria y, negando toda la evidencia que hoy conocemos, propone restricciones en derechos; y crea personas de segunda categoría jurídicamente diferenciadas y en una irregularidad generada sistémicamente sin vías de solución normales” (ver Carta Abierta sobre Ley de Migraciones que se discute en Senado).
La ineficacia del sistema, en tanto, es cada vez peor. Según Eduardo Cardoza, la “situación de trámites administrativos se agravó pese a que supuestamente digitalizaron la entrega de visas y algunos trámites. Escondieron las filas detrás de obstáculos ahora virtuales. Con la pandemia el DEM (Departamento de Extranjería y Migración, dependiente del Ministerio del Interior y Seguridad Pública) no atiende presencialmente, pero no resuelve mucho virtualmente, lo que hace caer en irregularidad a personas que estando regulares deban renovar documentos y tengan que hacer trámites y no puedan concluirlos en fecha por inoperatividad del sistema oficial”. Por su parte, el contexto social y la coyuntura de salud y las reacciones políticas que se desprenden de ellas también han traído nuevos elementos para observar. En el contexto de la revuelta, se visibilizaron y tomaron más fuerza las posiciones previas: quienes ya tenían conciencia y solidaridad con las personas migrantes, dieron más fuerza a esa solidaridad, incluyéndolas en las demandas por más derechos y construcción de una sociedad más justa; mientras tanto, muchas hermanas y hermanos migrantes participaron y fueron parte de la revuelta, a pesar de las amenazas recibidas por parte del gobierno. En la otra vereda, en tanto, hemos visto durante estos meses que la xenofobia y el racismo se han acrecentado o al menos se han dejado ver ya sin tapujos. Algo similar ha ocurrido a partir de la irrupción de la pandemia: las personas migrantes han sido parte de los grupos más empobrecidos, vulnerables y golpeados por la crisis, tanto de salud como económica. Al unir esta problemática con la política de institucionalización de la irregularidad, recordamos las preguntas que nos hicimos hace más de dos años: ¿cómo puede alguien que para el Estado chileno “no existe”, exigir sus derechos? Nuevamente hay una invisibilización sistemática y una vulneración de derechos; nuevamente no caben en los índices, ni en las estadísticas, ni en las listas de beneficiarios. Sin embargo, tal y como el resto de quienes han quedado en el abandono por las insuficientes e inoperantes políticas de apoyo para superar la crisis, las personas migrantes se han hecho parte de las redes de apoyo y solidaridad levantadas por el pueblo organizado.
DIGNIDAD EN MAPUCHE: ORALIDAD, DERECHOS Y ARCHIVOS Claudia Soto Cabello A finales del año 2017, la hermosa invitación a abordar los archivos en su relación con la exigencia de derechos sociales, me llevó a entrevistar a dos jóvenes historiadores mapuche, Fernando Pairican y Claudio Alvarado. Desde esa fecha la demanda por derechos del pueblo mapuche creció en prestigio y la articulación entre trabajadores y trabajadoras de los archivos no se quedó atrás y fue parte, como muchos otros, de ese remezón político y social que fue el estallido, cuyos ecos resuenan y laten en las entrañas de nuestra sociedad, pues sus razones, sus demandas, sus urgencias, están del todo presentes. Ese 2017 Fernando Pairican nos aportó al identificar la importancia del uso de fuentes escritas en la estrategia de reclamaciones territoriales del pueblo mapuche, como por ejemplo, las mercedes de tierra, entregadas en la ocupación de la Araucanía y el confinamiento de las comunidades mapuche a las reducciones. Pero asimismo, matizó destacando la importancia de la memoria oral como fuente profunda y arraigada de las comunidades mapuche, oralidad que complementa las fuentes documentales escritas obtenidas desde el archivo. Claudio Alvarado nos habló de su naciente proyecto de archivo de familias mapuche migrantes del campo a la ciudad, también producto del despojo territorial. Claudio concebía las fotografías familiares que pudo recopilar como parte de “un archivo que se escapó del Archivo Colonial”. Y en relación a la importancia que como historiador mapuche le asigna a los archivos, nos respondió tajante: “… una guerra de baja intensidad implica desmoralizar al otro, desmoralizar al enemigo, al antagonista. Y esta desmoralización pasa por que el otro no pueda reconstituir su propia historia, no pueda elaborar su destino propio, su destino colectivo. Y muchas veces ese destino está enraizado a una memoria, a una historia y el archivo tiene esa intención también”.
Cuando escribo estas líneas los presos políticos mapuche aún están en huelga de hambre, se dice que la más larga de nuestra historia. ¿Su demanda? La aplicación del Convenio 169 de la OIT, sobre formas alternativas al encarcelamiento, ratificado por el Estado de Chile desde el año 2009. El fondo de su demanda es la recuperación territorial. Leo una consigna que casi palidece en una muralla en el centro de Santiago: Todos tenemos sangre mapuche, los ricos en sus manos, los pobres en el corazón. Y pienso que los archivos también están de su lado, porque a fin de cuentas los archivos no saben mentir. En Angol, centro mismo de la huelga de los PPM, un archivo es parte de la resistencia mapuche. Se trata del archivo que alberga el Museo Histórico de Angol Julio Abasolo Aldea, dirigido por Hugo Gallegos. Este archivo se formó con documentación rescatada del antiguo Archivo Judicial. En 1974 se dio la orden de quemar todo lo que allí hubiera, especialmente los documentos relacionados con juicios de tierras mapuche, juicios que tenían los grandes hacendados y testamentos de algunos caciques. Además, los documentos de este archivo sobrevivieron a un incendio el año 2009 y, por si fuera poco, a inicios de marzo de este año, Carabineros del OS9 requisaron armas históricas resguardadas en el Museo, llevándose detenido a este gestor cultural e historiador local. A buena hora, y a pocos días de la detención, los tribunales respaldaron a Hugo Gallegos. Por estos breves pasajes, nos reafirmamos que la dignidad mapuche se sostiene en la profunda tradición de su oralidad, convertida en memoria candente; la urgente demanda por sus derechos y los archivos que son prueba y testimonio que una lucha centenaria solo puede mantenerse tan viva si se lucha por lo justo. ®
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CORRIENDO LOS CERCOS DE LO POSIBLE DANAE BO R A X M U Ñ OZ
HASTA AQUÍ: EL FUEGO. CRÓNICAS DE UNA OLA / SEPTIEMBRE 2018
Militante feminista y estudiante de derecho en la Universidad de Chile. Fue vocera de la movilización feminista de su universidad el año 2018. Actualmente participa de la Coordinadora Feminista 8M.
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sobre las reflexiones de compañeras, en torno a un año que marcó de muchas formas el desarrollo del último tiempo del movimiento feminista en Chile. Y no lo es solo por la importancia que tienen cada uno de los momentos en que nos reconocimos en calles y asambleas durante el año 2018, sino que lo es también por ser un año que marcó de forma definitiva y radical mi experiencia política: nunca he aprendido más y me he visto enfrentada a más grandes desafíos que desde ese año a la fecha. Así, comienzo un intento de articular algunas ideas sobre el número 28 de Rufián Revista, publicado el año 2018, expresando en primer lugar que lo que sigue es un recuento de reflexiones y proyecciones que vienen directamente de los procesos de los que he podido ser parte y testigo, es decir, directamente de mis experiencias. El mensaje editorial, titulado “La ola y el fuego”, establece claramente que lo que se busca a través de las páginas no es dar lugar a balances acabados sobre algo que se encuentra en movimiento vivo y plena explosión, sino más bien otorgar un espacio de divagaciones individuales y colectivas que acercan a quien lea, a configurar un puzzle de diversas preocupaciones, enfoques y aproximaciones a aquello que se estaba gestando como un nuevo impulso del movimiento feminista. Me parece que en esto se encuentra contenida una idea fundamental: la idea de que lo que se estaba -y está- gestando y desarrollando es una nueva explosión, y no una aparición repentina. El movimiento feminista lleva consigo en cada una de sus acciones la memoria feminista de todas las luchas que se han librado alguna vez. Sabemos que la organización y movilización de mujeres y disidencias no solo tiene una historia propia que data desde hace siglos, sino que nunca desaparece para aparecer nuevamente; se mueve en explosiones de masividad y sentido y momentos de reflexión y lucha cotidiana, para volver siempre con más fuerza y energía. Por ejemplo, las tomas feministas del año 2018, como un ejercicio radical de tomar el espacio público desde una lucha que tiene como protagonistas a mujeres y disidencias, tienen múltiples antecedentes con los que reconstruir un mapa, un mapa de articulación y movimiento que nos lleva a una nueva explosión.
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RESULTA EMOCIONANTE la invitación a escribir
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El ejercicio de mantener viva la memoria feminista es, como plantea Pamela Caruncho Franco en su artículo “El feminismo es político, de ello no cabe duda”, el de traer continuamente al presente las luchas de nuestras compañeras y compañeres en el pasado, para ser capaces de proyectar el movimiento sin empezar de cero una y otra vez, permitiéndonos de esta forma alcanzar nuevos horizontes. Es una memoria que, en definitiva, trayendo a colación el pasado, tiene mucho de futuro, y resulta imprescindible para pensar nuestro presente. Los feminismos, en este desarrollo histórico, han enfatizado una y otra vez la necesidad de quitar los velos de una sociedad capitalista y patriarcal para llamar las cosas por su nombre: de crimen pasional a femicidio, de amor y cuidado a trabajo no pagado. Nos juntamos para hacer de lo privado un problema público y político, para hacer visible lo que aparece como invisible por ser sistemáticamente invisibilizado, para poner las vidas de mujeres, niñas y disidencias al centro de la política como un problema fundamental. Decimos que nuestras vidas son un problema político fundamental pues así lo ha determinado un capitalismo patriarcal que no entrega certeza alguna de que podamos continuar nuestras vidas sin que alguien nos la arrebate; a la vez que nos asegura que, mientras estemos con vida, sufriremos el peso de la precarización sobre nuestras espaldas, cargaremos con los efectos que las crisis provoquen en nuestros territorios y comunidades, sostendremos la vida sin mediar reconocimiento alguno. Las movilizaciones que anunciaron una nueva ola del movimiento feminista a nivel internacional tuvieron como motor la denuncia de las violencias patriarcales que año a año nos matan, nos violan y nos maltratan. Con esos gritos de denuncia, hemos hecho cada vez más evidente que esa violencia, la más cruda, la que actúa sobre nuestros cuerpos y vidas, es la punta del iceberg de toda una normalidad que se construye sobre esas violencias, a la vez que las reproduce. En “Estado actual de la educación sexual para mujeres”, Loreto Mendeville Farías deja perfectamente claro que, a través de cada imagen, de cada enseñanza y cada símbolo, esta normalidad busca reafirmar el lugar que tiene preparado para nosotras y nosotres: el de objeto o invisibilidad. Asimismo, Javiera Manzi en “Quemar
la caza. Hacia un incendio feminista” evoca a partir de una experiencia propia, situaciones de acoso que muchas y muches hemos vivido habitando el espacio público, para reflexionar una cuestión que es a mi parecer fundamental: en este capitalismo patriarcal nuestros cuerpos, así como la naturaleza y nuestras vidas, son objetos de consumo, y nunca sujetos con autonomía y decisión. Siendo este el estado actual de las cosas, me parece que nadie podría argumentar seriamente, que la rebeldía explosiva con que hemos estallado internacionalmente, no se veía venir. A la normalidad no vamos a volver, precisamente porque la normalidad fue siempre el problema. Hace tan solo unos días, Iván Roca, concejal de la Unión Democrática Independiente, defendió a su hijo -quien violó a una niña de doce años- argumentando en medios que las madres y padres de las mujeres menores de edad deberían controlarlas y encerrarlas para evitar que “sostengan relaciones” con hombres adultos. Este hecho, horriblemente decidor del panorama en que nuestras vidas se desarrollan, me recordó a la experiencia que relata Marie Bardet cuando expresa en “Notas a contrapelo: agosto, julio, junio 2018” que, durante la discusión legislativa del proyecto de aborto legal en Argentina, el senador Urtubey planteó que no todas las violaciones eran violentas. Mientras esa sea la normalidad vigente, pueden contar con nuestra rebeldía. Pese a la normalidad impuesta que a veces se torna insoportable, desde los feminismos vamos tejiendo redes y trazando caminos desde abajo, extendiendo nuestra acción en cada espacio que habitamos, y es de esa forma que -aunque ese 9 de agosto de 2018 el proyecto construido y defendido por las compañeras argentinas como resultado de años y años de organización, fue rechazado en el senado- comenzamos este 2021 con la enorme alegría de saber que al fin el aborto como derecho es ley al otro lado de la cordillera. Lo dijimos entonces: el hecho de que las estructuras anquilosadas del poder institucional rechazaran lo que se venía forjando en las calles argentinas, fue solo un intento desesperado por parte de aquellos dinosaurios de ganar tiempo, pero los dinosaurios también van a desaparecer, y lo que se gana en la calle y en la cotidianidad no puede desarmarse con ninguna declaración superficial.
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Me atrevo a decir que es nuestra diversidad también en esta dimensión más compleja una de las mayores fortalezas del movimiento que estamos construyendo, pues nos ha obligado a desprendernos de la necesidad de homogeneizar si es que lo que queremos es mantenernos unidas y unides. Así, para accionar juntas y juntes, los feminismos hemos buscado avanzar en el sentido de comprender nuestras diferencias y respetar nuestras autonomías, y seguimos ideando formas de lograrlo. El camino que año a año recorremos desde el Encuentro Plurinacional de Las y Les que Luchan hacia la Huelga General Feminista es expresivo de esa búsqueda y también de esa dificultad. Poner los disensos sobre la mesa y procesarlos de una manera que nos permita luchar en conjunto sin invisibilizar nuestras particularidades es, a mi parecer, una de las tareas más complejas y a la vez más necesarias en la actualidad. Al plantear que considero estos nudos y tensiones una fortaleza, lo que intento decir es que nos otorgan un contrapeso, nos obligan a reflexionar cada paso con todos los elementos sobre la mesa y nos impiden la ceguera de buscar imponer una sola posición. En esa diversidad nos construimos y con las diferencias y contradicciones que cruzan el movimiento, reconocemos en los momentos de encuentro un ejercicio fundamental para nutrir nuestras perspectivas y continuar luchando y proyectando horizontes colectivos de transformación. ®
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Experiencias como la de las compañeras argentinas en su incansable lucha por la ley de aborto nos confirman que los feminismos estamos corriendo los cercos de lo posible en todo el mundo, haciendo de nuestros deseos de transformación una realidad cada vez más palpable. Es complejo proyectar el futuro en un contexto como el de hoy, que habría sido inimaginable para cualquiera hace dos años : en Chile, hemos sido protagonistas de la Huelga General Feminista que levantamos con ímpetu cada 8 de marzo desde el 2019 y de una revuelta popular que estalló el 18 de octubre del mismo año; estamos atravesando una pandemia que ha desencadenado un caos mundial y que ha puesto de relieve la crisis de los cuidados que ya veníamos señalando y, al mismo tiempo, nos enfrentamos al primer proceso constituyente paritario del mundo, el que supone múltiples desafíos. Sin embargo, tenemos una certeza, y es que el movimiento feminista continúa corriendo esos límites que parecían inamovibles, articulando luchas a nivel internacional para afirmarnos como potencia radicalmente transformadora. El desarrollo de esa potencia transformadora desde los feminismos es lo que se encuentra hoy en disputa abierta. La construcción de redes cada vez más fuertes y extensas ha permitido ir conformando un movimiento transfronterizo capaz de posicionar orientaciones a nivel internacional, en todas partes y al mismo tiempo, pese a las diferencias que nos atraviesan. En él nos encontramos mujeres y disidencias con historias y experiencias tan diversas como nosotras mismas, lo que amplía nuestra capacidad de percepción, análisis y acción, posibilitando nuestro despliegue simultáneo desde múltiples focos de lucha y resistencia. El movimiento feminista está lejos de ser una sola cosa. La diversidad de experiencias se condice con la diversidad de voces y feminismos que convivimos en aquello que denominamos como movimiento feminista. En esa diversidad vamos aprendiendo a observarnos y reconocernos mutuamente, no sin dificultades, pues nos presenta a cada paso diferencias que parecieran a veces irreconciliables, y nudos que no sabemos cómo desenredar. Avanzamos con los nudos y tensiones sobre la espalda, y lejos de resolverse, éstos se multiplican y se hacen más presentes a medida que los desafíos que enfrentamos crecen.
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ACTIVAMOS PROPAGAMOS CONTAGIAMOS BRIG ADA L AU R A RO DIG Brigada de arte y propaganda de la Coordinadora Feminista 8M, Santiago. Gráficas bordadas por integrantes de la Brigada Laura Rodig.
tante y s n o c e c a h lo , r eso o p , o m is El virus muta n a g r en cada o e t n e m e t n e n fecto, los e perma n E . o p r e u c en cada l a u ig ivir, v s r e e a d c o n p u n a r a p n cuerpo u e d n a it s e c e guaje n le virus n l e n E . s lo o ir por sí s iv v n esita un e c d e e n u p s u o ir n v l e , huésped e d la b a h e s o médic rse. a ll o r r a s e d r e pod huésped para irus? v l á u C ¿ … o r e P
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VOLVERNOS POSIBLES / MAYO 2019
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Son las 7 de la mañana, no suelo despertarme tan temprano, pero no he logrado dormir bien. Entre vuelta y vuelta pienso que estoy con insomnio, algo no me tiene tranquila… quizás lo debería hablar con mi terapeuta. Desde hace varios días (o quizás meses) que duermo bastante mal, pienso que es emocional y que hay cosas que últimamente me han afectado, pero me confundo a veces, ya que en cierta hora de la madrugada me empieza a picar el cuerpo y hago de todo para no rascarme compulsivamente. Quizás debería pedir una hora al doctor.
Si pensamos a nivel de contagios, a un virus le conviene no producir la muerte de su huésped porque la propagación será menor. Por el contrario, si el virus es un virus que solo revoluciona el organismo, puede permanecer más tiempo en el cuerpo y así, al mismo tiempo, contagiar más organismos. En un escenario ideal, llega a ser pandémico. Sin embargo, para el manejo de este virus pandémico no existe una vacuna, ni tampoco da resultado la inmunidad de rebaño. Este virus no se acaba, nuestro cuerpo no es capaz de generar anticuerpos una vez que ya está dentro de nosotrxs. La inmunología no se explica qué es lo que sucede con este virus, solo han podido dar cuenta de que no es tratable a través de la inmunidad de rebaño, el contagio nunca es controlado. No es un virus nuevo, aunque muchos así lo piensan, sino que hay veces en que el contagio solamente puede dejar de expandirse, pero sólo por temporadas.
Quisiera que pudiéramos hacer el ejercicio de recordar -y recordar desde su etimología (volver a pasar por el corazón y por la cuerpa)- todos esos momentos en que padecimos ciertos síntomas, como dolores de cabeza, presiones en el pecho, revoltura de tripas, dolores de estómago, sensaciones de sofoco en que la sangre se te agolpa en la cabeza, se te acelera el corazón o te pica todo el cuerpo, de pura rabia, impotencia… Estas noches de insomnio me confunden un poco, me cuesta enfocar mi mente y me disperso entre Instagram y las noticias de algunos sitios de internet. Un femicidio, políticos añejos con nuevas cuñas misóginas. Otro femicidio, personajes absueltos por violación a otras mujeres. Otro femicidio y este síntoma peculiar, la picazón en los brazos, se hace más fuerte. Me acabo de dar cuenta de que no es el cuerpo entero, que son los brazos, más específicamente las manos. Es una suerte de picazón ansiosa, como si quisiera hacer, tomar, tener, tirar, agarrar algo, cualquier cosa, que las calmara.
Todxs quienes habitamos este planeta podemos tener este virus potencialmente, sólo falta activarlo para que se vuelva a generar la ola de contagios. El proceso de activación se divide en dos puntos; el primero es cuando decidimos ser el centro de nuestras vidas, constituirnos como sujetx políticx y social. El segundo punto, es el de colectivizar esta reflexión y darnos cuenta de que no estamos solxs y que muchas de nuestras experiencias se repiten en la vida de muchxs otrxs. Es por eso que diremos que el contagio de este virus se centra en este proceso de activación.
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Me está llamando una amiga, creo que le voy a aprovechar de contar lo que me pasa. Hablamos hasta casi la una, me siento mejor. Me contó que se había sentido así hace varios días y que le había servido mucho hablar con una vecina, que la vecina le había dicho que también se había sentido igual y que en unas clases a las que ella va, sus compañeras le comentaron algo similar. ¿Será una pandemia? ¿Me habrá contagiado ella? Es raro, ninguna está enferma… hmmm…
Ya nos hemos activado, nos hemos contagiado. Eso está en el ADN de un espacio como la Brigada Laura Rodig, que nace con el fin de agitar y propagar. Ya vieron cómo un día amanecieron las estaciones de metro nombrando mujeres y disidencias, vindicándolxs, en algunos casos logrando una suerte de homenaje popular; en otros, sacándolxs de su anonimato. También vieron cambiarse nombres de calles o monumentos históricos empañuelados de verde o violeta. Ya vieron cómo este último 8 de marzo dijimos que somos HISTÓRICAS, éramos millones. Somos un gran organismo vivo con miles de brazos que se conectan y se entrecruzan, tejiendo nodos, cooperándose para hacerse más fuertes, más grandes.
Durante la tarde he estado llamando a otras amigas y los síntomas son similares: ganas de hacer todo con las manos, desde un calor que viene de adentro, como un fuego imparable. Una rabia de base contra este sistema y principalmente, hacia lo masculino que suena a una olla hirviendo a punto de explotar. Me ha hecho bien hablar con mujeres, siento que es una suerte de antídoto. ¿Será así? Esta es la única manera de activar, propagar y contagiar. Actuando en conjunto, creando espacios colaborativos para gestionar la rabia -como nos gusta decir a nostrxs- contando lxs unxs con lxs otrxs, creando poder popular. Sabemos que nuestro poder no es una acumulación absurda de riquezas materiales, nuestro poder no está en la hegemonía de un sistema liberal que todo lo consume. Sabemos bien que nuestra potencia está en ser más, en mantenernos juntxs, revueltxs y no soltarnos.
Sea como sea, creo que esto es algo crónico, o paradójicamente quiero que así sea. Me gusta este padecimiento a pesar de su extrañeza. Sin duda tomará tiempo acostumbrarse a este nuevo cuerpo y canalizar esta energía conjunta. Por ahora, solo pienso en llamarlo Feminismo.
Así es, adquirimos el virus de ver todo con las gafas moradas, de desear una vida distinta y accionar por ella, y contagiamos el poder de detectar cuándo nos están haciendo a un lado, cuándo nos están mintiendo y cuándo aparecer en todos los lugares donde no nos llamaron. Ese virus ya está en nuestra sangre y en todo nuestro organismo, nos recorre la cuerpa cada día. Ya nos contagiamos entre nosotrxs, seguiremos contagiando y mutando. SOMOS PANDEMIA. ®
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INCLUSO CUANDO GRITAN, NO SE LES ESCUCHA Los dibujos que aquí se exponen corresponden a diferentes agrupaciones de niñes que dibujaron la situación actual que se vive en Chile, sobre la violencia en el wallmapu y sobre sus propuestas y demandas para transformarlo todo.
¡ACUSAMOS! NIÑEZ Y VIOLENCIA ESTATAL EN CHILE / MAYO 2020
Recopilación de dibujos y texto: Equipo editorial de Rufián Revista
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EN CHILE hace décadas que, desde las instituciones públicas y privadas, se dice tener un gran interés por la niñez pero, como siempre, es solo un slogan. Las imágenes presentadas son de diversxs niñxs, de diferentes territorios, con diferentes historias y de diferentes edades, pero a todes les cruza una misma experiencia, en algunos casos más tangible que en otras: sus voces, sus sueños y sus vidas presentes no son consideradas una vida de interés público, ni siquiera cuando nos dicen a gritos que sus vidas valen, que tienen el mismo derecho que el resto a vivir una vida libre de violencia.
Le pedimos a diferentes agrupaciones de niñes que dibujaran la situación actual que se vive en Chile, sobre la violencia en el wallmapu, sobre sus propuestas y demandas para transformarlo todo. En estas páginas intentamos, aunque siempre siendo poco, asegurarles un lugar.
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E G R U A L R A T A R T O M Ó C V I V A R E D CÓMO APREN NAR EL O D N A B A O M CÓ ORDEN. A L A R A I C N U N E R O M Ó C . R O J E M O FUTUR C E T N E S E R CÓMO SER P ENDER N R P A S E D O M Ó C Y A C I T C Á R P CÓMO SER N I N O C R A CÓMO HABIT . D A D I C O R P I C RE U F N U N E R CÓMO VIVI M L I M E C N O SEREMOS O L I H E T S E S O SEGUIM B A S O N S Á M Y EN DIEZ . S O M O S S E QUIÉN
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ENCIA. N É I B M A T R I VIR Y A MOR DEL A M G I D A R A P N U E D S A Z E T AS CER
CONTINUO. RENCIAS. E H S A R T S E U N . Z E V A L A Y PROCESO Y D A D I S N E NT E U Q L E N E O UTUR . S A N O S R E P E D S E N O L L I M S O Ñ A Z E I D HACE BREMOS