diego no te olvidaremos
Perdónalos D10S,
no saben lo que hacen A veces uno siente vergüenza ajena, y este fue el caso. Y no porque no pudimos marcarle puntos a los All Blacks, algo que no sucedía desde el 25/6/16 cuando fuimos derrotados ante Francia en Tucumán, 27 a 0. Ni mucho menos porque perdimos en esta ocasión 38 a 0. Esto excede a la parte deportiva. Por Jorge Ciccodicola Director Editorial y Ejecutivo @jciccodicola
A
demás no me duele perder ante uno de los mejores equipos del planeta ovalado, y mucho menos si hacemos memoria y nos trasladamos al 2001 en donde nos comimos 93, y hace solo dos semanas; 19 años después pudimos quedarnos con el primer triunfo al ganarles de manera contundente y merecida por 25 a 15. Después de eso empatar con los Wallabies en 15, con todo el desgaste que conlleva y le produjo al equipo para esta revancha. No me jode en absoluto este resultado y lo acepto tal como llegó. Ganaron bien y punto. Es más, el partido para mí ya quedó en el olvido, se hizo lo que se pudo con una defensa brillante y un primer tiempo correcto y hasta el resultado terminó siendo mentiroso, por lo abultado. Veinte puntos estaban bien, era la diferencia real, ya está. Pero lo que le sucedió con D10S no lo puedo digerir. No se me puede borrar de la cabeza. Es como lo que me sucedió hace unos días al acercarme a darle el último adiós en la Casa Rosada, y no poder hacerlo por el desbande generalizado de la multitud. Aclaro que no hago política, ni estoy en contra de nadie; porque eso es lo primero que te dicen. Esto me da VERGÜENZA, así en mayúscula; porque si un pueblo no puede despedir a su máximo ídolo deportivo, ni recordar como se merece al mejor futbolista de todos los tiempos -al menos para quien escribe-, mucho menos podrá ser una sociedad responsable y civilizada. Vi a los barras bravas del fútbol argentino tomando el control del velorio de D10S y pensé en lo triste de esa imagen recorriendo el mundo y que nos vean así. Me molestó que la gente común, el pueblo de la clase que sea no pudiera despedir a Diego, y esos energúmenos sí. Me indignó, tal vez porque me quedé con las ganas de despedirlo en persona. Y aún más, cuando al día siguiente pude observar en la televisión el Estadio del Nápoli, el mismísimo San Paolo -ahora llamado Diego Armando Maradona- con miles de hinchas desfilando con ofrendas de todo tipo y acercándose con los cuidados que la pandemia mundial requiere, ordenados, a dejarle sus tributos por cuadras enteras, sin que nadie toque ni desacomode absolutamente nada. Así despidieron a Maradona, a nuestro D10S, que también fue el de ellos futbolística-
Esto me da VERGÜENZA, así en mayúscula; porque si un pueblo no puede despedir a su máximo ídolo deportivo, ni recordar como se merece al mejor futbolista de todos los tiempos -al menos para quien escribe-, mucho menos podrá ser una sociedad responsable y civilizada mente hablando y de tantos otros alrededor del mundo. Y llegó el sábado, en esa madrugada que esperábamos para la revancha con los All Blacks, pero también para recordar al más grande de todos los tiempos. Días atrás y también de madrugada le consulté en la conferencia de prensa a Mario Ledesma, sobre cómo recordaba el plantel a Diego Maradona tras su deceso, y recibí por respuesta: “lo recordamos con una partecita de “Héroes” que es más para nuestra generación que para los más chicos; pero Diego atraviesa el tiempo y creo que lo vamos a seguir recordando. Siempre estuvo cerca de cualquier seleccionado argentino y era un enamorado de nuestra bandera. Siempre la defendió con alma y vida, la dejó en lo más alto y nos ha enseña-
do dentro de la cancha a defender los colores”. También Moyano nos dejó unas frases en una nota posterior muy emotivas y sentidas para con El Diego. Y ahí es donde no termino de entender que sucedió… Escuché a Ledesma, a Moyano y esperaba el reconocimiento oficial durante el partido. Pregunté y me dijeron que el brazalete estaría, y entendí que no me querían comunicar ese “algo más”, que sería una sorpresa y lo acepté como tal. Pero no fue así y la sorpresa pasó a ser Sam Cane antes del Haka, al ofrendar nada menos que la camiseta de los All Blacks con la 10 de “D10S” a los miles de televidentes de todo el mundo y a los jugadores argentinos que se disponían a enfrentarlos. Me quedé con una sensación de plenitud total por el reconocimiento al ídolo deportivo de parte de ellos y un vacío enorme esperando la respuesta argentina que nunca llegó, mientras se llevaban la camiseta para que empiece el partido y veía casi esforzándome una cintas diminutas que intentaban oficiar de brazaletes de luto y distaban bastante de serlo en los brazos de algunos jugadores. La televisión argentina habló también con su corresponsal, de algo preparado que nunca llegó, y ahí si el vacio fue enorme. La vergüenza se volvió a apoderar de mí y la angustia fue total, y no exagero. No me importó más el resultado, ni si en el primer tiempo estuvimos a tan solo 10 (justo diez) tantos de diferencia. Necesitaba saber qué pasó con el reconocimiento oficial a Diego Armando Maradona. Ese reconocimiento de la UAR para el ídolo que todo el pueblo argentino esperaba y para un deporte que Diego apoyó incondicionalmente. Porque pensándolo bien,