Intelecto 20

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Bicentenario y humanismo Hector Jesús Zagal Arreguín

Vasconcelos y la educación hoy Pilar Macías

Cultura hispánica e integración Víctor Zorrilla

Entrevista a Víctor Zorrilla Garza Director Académico del CPH

La Revolución Mexicana y la empresa regiomontana actual Oscar Flores


El Bicentenario para el CPH. En este número: El Bicentenario para el CPH Luz Imelda Acedo Moreno

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Bicentenario y humanismo Hector Jesús Zagal Arreguín

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Cultura hispánica e integración Víctor Zorrilla

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José Vasconcelos María del Pilar Macías Barba

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Reconstruyamos Monterrey Luz Imelda Acedo Moreno

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Noticias CPH Pg. 10 Programa ‘Formando Formadores ‘ Programa para el personal del corporativo de La CAINTRA. Revolución e Industria en Monterrey Óscar Flores

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Entrevista a Víctor Zorrilla Garza

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Te Recomendamos

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Director José Alfonso Guerrero Dib Producción Luz I. Acedo Moreno Consejo editorial Luz I. Acedo Moreno Alicia Portales Moreno Ricardo Rulopzy Colaboradores Héctor Zagal Víctor Zorrilla Oscar Flores Luz I. Acedo Moreno Pilar Macías Alicia Portales Moreno Arte y Diseño Gráfico Ricardo Rulopzy ricardo@rulopzy.com www.rulopzy.com Centro Panamericano de Humanidades Av. San Jerónimo 201 Poniente Col. San Jerónimo Monterrey, N.L. Tel. (81) 8348 4224 (81) 8347 1917 e-mail: info@cph.edu.mx www.cph.edu.mx

¿Qué nos dice el CPH sobre el Bicentenario? En este aniversario, cuando unos afirman contundentemente que no hemos de celebrar nada, que hemos de demostrar a nuestros gobernantes que no estamos de acuerdo con su falta de acción para detener la delincuencia; mientras otros se proponen aprovecharlo para hacer propaganda política; y algunos se muestran empeñados en hacer ver todas las cosas positivas que tenemos los mexicanos, de las cuales nos podemos enorgullecer…

Dra. Luz Imelda Acedo Moreno Consejo editorial.

¿Qué podemos decir? ¿es falsa toda la historia que nos han presentado?, ¿es verdad que los que nos enseñaron como héroes nacionales no lo son, mientras que los que nos presentaron como villanos son los que más bien han hecho a nuestra patria?

En este nuevo boletín de Intelecto, reproducimos el discurso que dio Héctor Zagal cuando presentamos su Cena del bicentenario. Ahí procuramos que todos nos demos cuenta que la historia de México la hacemos cada uno de nosotros cada día, con cada uno de nuestros actos y actitudes. Héctor ironiza en esa obra a nuestros héroes nacionales para hacerlos más cercanos a nosotros, haciéndonos compararlos con posturas que efectivamente se han dado y se siguen dando en la actualidad política y social del México contemporáneo. Iniciando con lo que constituye nuestra cultura mexicana como tal, Víctor Zorrilla –a quien presentamos como nuestro nuevo Director Académico— hace una interesante revisión de las posturas indigenistas, y nos hace comprender que mestizaje, no debe entenderse como una especie de mezcla desestructurada o “sincrética”, sino, más bien, como el proceso de asunción crítica, por parte de la cultura hispánica, de los elementos valiosos de las culturas indígenas americanas. Sugerimos también, como bibliografía para este ejemplar, su interesante obra sobre Bartolomé de las Casas, personaje que desafortunadamente se nos ha presentado desfigurado, y que ahora intentamos presentar en toda su hondura humanística y socializadora. Finalmente, Pilar Macías lanza un llamado a descubrir la magnífica estrategia ‘bélica’ que lanzó José Vasconcelos después de la Revolución Mexicana tras ver con claridad que lo que el pueblo mexicano más necesita es educación. Su lema fue que para ganar la revolución era necesaria la difusión del alfabeto, de la cultura y el arte. Mientras que Oscar Flores, también trayendo la historia al presente nos hace ver lo que la Revolución Mexicana tuvo que ver para la empresa regiomontana actual, y cómo fue posible que ésta destacara de modo tan patente a partir de esa época. También incluimos algunas noticias de programas nuevos, de lo más interesantes, que estamos implementando de manera original en Monterrey, como la de Formando Formadores, donde estamos llevando nuestra oferta formativa al capital humano de organizaciones públicas y privadas que atienden a personas en estado de necesidad, y el proyecto que estamos comenzando con la CAINTRA para conseguir que las PYMES también puedan beneficiarse y no quedarse al margen de la preparación humanística que será lo que dará el cambio a Monterrey en las próximas décadas. Felicidades a todos nuestros lectores por este magno Bicentenario.

Dra. Luz Imelda Acedo Moreno

Bicentenario y humanismo *Hector Jesús Zagal Arreguín

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l filósofo alemán Ludwig Feuerbach afirmó “El hombre es lo que come”. Evidentemente, estoy en desacuerdo con el materialismo de tal aseveración. Sin embargo, como sucede frecuentemente en filosofía, siempre hay algo de verdad en la posición de los grandes pensadores. ¡No! No somos únicamente lo que comemos, pero la gastronomía es, sin duda una de las manifestaciones privilegiadas del espíritu humano. La razón es sencilla: en el modo de comer se revela la compleja naturaleza humana, se revela que somos un animal racional, una síntesis de espíritu y materia. Un gourmet, Brillan-Savarin, autor de Fisiología del gusto, lo explicó a su manera: “Los animales se nutren, los hombres comen”. Por ello, me encanta citar ese pasaje del Evangelio, donde Jesús, ya resucitado, come un pescado frente a sus discípulos para mostrarles que no es un fantasma, sino un hombre verdadero. Nos reunimos aquí para invitarlos a estudiar humanidades. ¿Y qué mejor manera que hacerlo a través de un ejercicio de cultura gastronómica? En ocasiones, pensamos que las humanidades son algo abstracto y alejado de la vida cotidiana. Imaginamos al humanista como un tipo extraño, encerrado en su torre de marfil. El ejercicio de esta noche (un ejercicio delicioso, a mi parecer) es una muestra de que las humanidades son algo palpable y concreto, son algo comestible.

No es casualidad que la palabra latina sapere, saber, tenga dos sentidos: saber como sabiduría, y saber como saborear. El español aún conserva este doble giro: “¿A qué les supo el manchamanteles?”. ¿Sabían ustedes que el manchamanteles se servía en torno a la fiesta del Corpus Christi? El sabio humanista sabe de la vida y, por tanto, la saborea con deleite. Tampoco es casualidad que la palabra cultura y agricultura compartan la misma etimología. Ambas son cultivo. La agricultura es cultivo de la tierra; la cultura, cultivo del alma. Ambos cultivos dan frutos que conviene aprender a saborear. Hemos saboreado unas dobladitas de cuitlacoche en tortilla de maíz azul como una manera de representar un aspecto de nuestra realidad. México tuvo un pasado indígena pero, actualmente, hoy, tiene una importantísima realidad indígena. En México viven diez millones de indígenas, de los cuales, un millón no habla español. Diez millones se dice fácil, pero es equivalente a la población de Holanda y Bélgica. Se trata de una cultura con la que convivimos de una manera paradójica. En Chicago, por ejemplo, vive una importante comunidad indígena que, simplemente, no habla español. Pasaron del zapoteco al inglés, saltándose nuestro idioma. Este bilingüismo (zapoteco-inglés) nos habla de esa realidad que, a su manera, tomó voz en Zapata. Un individuo que nos recordó el riesgo de concebir lo indígena como simple folclor.

La Cena del Bicentenario *Discurso presentado al finalizar la cena de gala-performance “La Cena del bicentenario” organizado por el CPH en Convex, el miércoles 21 de abril del presente.

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Saboreamos, también, una ensalada césar. Elegimos este platillo desconcertante en una cena mexicana, porque pocos saben que se inventó en México. En Tijuana, para ser más exactos. Juárez, por decirlo de alguna manera, representa ese impulso tan nuestro de mirar hacia Estados Unidos, hacia la modernidad, haciendo a un lado nuestra realidad. Es la tensión perpetua entre tradición y modernidad, una tradición que aún no ha resuelto, como lo muestra el que, en pleno siglo XXI, nuestros legisladores sigan discutiendo sobre el Estado laico. ¡Cuántas veces hemos intentado modernizarnos y cuántas veces hemos fallado! Quizá sea un buen momento de preguntarnos si los proyectos modernizadores han fallado porque hemos intentado trasplantar modelos extranjeros, pretendiendo ignorar nuestra historia. Cuando revisamos la receta de la ensalada césar, objeté que llevara tomates. La receta original de los Cardini no los lleva. Pero, luego reflexionar un poco, está bien que lleve ese toque mexicano: el jitomate, una planta típicamente prehispánica. Luego tuvimos que decidirnos por el plato principal. Carlota sirvió pescado zarandeado a las brasas, pero ella contaba con el presupuesto imperial y podía servir varios guisados con cargo a nuestros impuestos. Nosotros optamos por un manchamanteles poblano, un reflejo del mestizaje, una síntesis barroca. El gusto por mezclar lo dulce y lo salado es medieval, pero el barroco lo llevo a su máxima expresión. Se trata de un platillo que representa los tres siglos de Virreinato. Son contrastes, acumulación de ingredientes: pimienta de Asia, chiles mexicanos, peras europeas. El barroco refleja el talante de un México central, que da rodeos, que insinúa, que sugiere, un platillo y un discurso que le da vuelta a las cosas.

Durante este año del bicentenario, el cumpleaños de México, en el CPH pensamos que una buena manera de reflexioné sobre nuestra historia era a través de la ironía y de la gastronomía, un simposio teatral. Nuestra historia oficial, plagada de héroes de bronce, frecuentemente impide el ejercicio crítico. Sólo cuando conocemos los problemas estamos en condiciones de superarlos. Sólo conociendo nuestra realidad —que no es ni negra ni blanca, sino llena de grises— podemos salir adelante.

Recomendamos “La Cena del bicentenario” del Dr. Héctor Zagal Ed. Ediciones Martínez Roca. Año: 2009

Pirandello, el famoso escritor italiano, señaló: “el humor contempla al ser humano en calzoncillos” y añado yo, y la ironía, el humor irónico, lo desnuda. Esto de desnudar la historia a través de la ironía no es algo que se me ocurrió a mí. Fue Sócrates, el maestro de Platón, quien descubrió que la ironía es una herramienta para liberarnos del autoengaño, de las autocomplacencias. “Conócete a ti mismo” fue la máxima socrática tomada del oráculo de Delfos. Y qué difícil es conocernos a nosotros mismos. Francisco Ignacio ¿No? Por eso el mejor negocio del mundo sería comprar Madero González a un hombre en lo que vale y venderlo en lo que cree que (30 Oct 1873 – 22 Feb 1913) vale. Si eso sucede con la propia persona, lo mismo sucede con los pueblos. ¡Qué difícil es el conocimiento objetivo de nuestra historia!

Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arámburu (27 Sep 1783 – 19 Jul 1824)

Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte Villaseñor (8 May 1753 – 30 Jul 1811)

La capirotada es un postre sencillo, de raigambre medieval, pero también muy mexicano, hecho de pan duro. Siempre he pensado que los mexicanos del centro debemos aprender de Nuevo León su sentido del trabajo duro, de la sobriedad, del ahorro y la austeridad. La capirotada evita los desperdicios. Le añadimos un toque de fusión para simbolizar que debemos mirar hacia adelante. Construir sobre lo que somos. En una tierra de emprendedores, la capirotada fusión simboliza la aventura del emprender.

La cena del bicentenario es una novela mordaz, irónica, que pretende ir más allá de la historia de los anticuarios. La historia como autoconocimiento. Desnudar el alma, significa, entonces, quitarle los falsos oropeles para enfrentarnos a lo que somos. Personalmente, me parece que el discurso de Maximiliano al final, es especialmente duro, pero no del todo falso. En ocasiones se antoja que nuestra historia es una tinglado de personajes de opereta.

Recomendamos El programa

¿Recordamos que hace algunos años un diputado introdujo un caballo a la cámara de diputados? Algo muy parecido a lo que hizo Calígula cuando nombró senador a su caballo.

“México en el Bicentenario”

Esta cena es, por eso, una invitación a la cultura. En un momento en que la violencia está en las puertas de nuestra casa, vale la pena ofrecer un modelo alternativo de vida. Una vida que vale la pena vivirse.

(Del 6 octubre 2010 al 9 febrero 2011) más información en www.cph.edu.mx

El caso es que este simposio es una invitación a pensar en la fecha más importante de este año. Cuidado, no es el 16 de septiembre la fecha clave, sino el 17. El día siguiente. No nos vaya a pasar como en las fiestas que, al final, sólo nos dejan tiradero, resaca y una cuenta que nadie quiere pagar. Pensemos, pues, en el día 17 y eso, amigos, hay que hacerlo antes de que se nos acabe el tiempo.

Finalmente están las figuritas de pepita, las yemas de Santa Clara y los huevitos de faltriquera. Son postres conventuales. De hecho, las frutas de pepita fueron elaboradas por unas monjas, cuyo convento está en Mixcoac, muy cerca de la Universidad Panamericana. Nos pareció importante esta referencia, porque México no puede dar la espalda a su estirpe cristiana. Nuestra cultura —lo mismo la literatura que la gastronomía— está profundamente impregnada de referencias cristianas. Sería un error muy grave, pienso, imaginar un México nuevo prescindiendo de esta valiosa cultura cristiana. Entremezclamos estos platillos en un banquete por varios motivos. El primero, que para saber hay que saborear, la cultura se aprende viviéndola. Un segundo motivo es que, tradicionalmente, la filosofía y la comida se han llevado muy bien. La palabra simposio es griega y quiere decir banquete. Platón tituló así uno de sus diálogos más brillantes: El banquete.

Pienso ahora en dos modelos; los dos regiomontanos. Gabriel Zaid y don Alfonso Reyes. Este segundo no sólo era una persona culta, sino además golosa. Les recomiendo leer el diálogo entre la cerveza y el vino, que es muy divertido.

José de la Cruz Porfirio Díaz Mori (15 Sep 1811 – 2 Jul 1915)

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Cultura hispánica e integración Víctor Zorrilla

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n los últimos años, los presidentes de algunos países hispanoamericanos han intentado, como parte de su programa político, rescatar o revivir nuestra herencia indígena, participando, por ejemplo, en “rituales” de supuesto origen prehispánico, llevados a cabo en recintos culturales ancestrales según el calendario festivo de las antiguas culturas americanas. El interés por el estudio de las culturas autóctonas de América, obligatorio –para nosotros, al menos– por razones de honradez histórica y plenamente justificado, en cualquier caso, por el vigor intrínseco y los innegables logros de algunas de estas culturas, puede, sin embargo, pervertirse –como ha ocurrido frecuentemente– cuando se le instrumentaliza política o ideológicamente. Más allá de la conveniencia o legitimidad –a veces, más que cuestionable– de los programas políticos que asumen la causa de los diversos “indigenismos”, la consecuencia más inmediata de la manipulación ideológica de este tema es la deformación que opera en nuestra visión de la misma herencia indígena. Deformación que impide, en última instancia, la correcta valoración y asunción del componente indígena de nuestra cultura. Aún pasando por alto la evidente artificialidad (e incorrección histórica) de algunos de estos “rituales” –la festividad del “año nuevo” aimara se celebró, con la presencia de Evo Morales, presidente de Bolivia, el pasado 21 de junio en Tiahuanaco (Tiwanaku), antigua sede de una cultura que poco tuvo que ver con la aimara–, no puede ignorarse que el programa ideológico que los engendró padece la esquizofrenia habitual en los movimientos indigenistas. Éstos pretenden recuperar, por lo general, una supuesta pureza indígena primigenia, previa, en todo caso, a la “contaminación” llevada a cabo por la civilización occidental. Pero, para hacerlo, suelen recurrir a esquemas ideológicos de raigambre marxista o neomarxista que poco tienen que ver con dicha “pureza” primitiva. Olvidan que, en última instancia, el componente indígena de nuestra cultura ha sido asumido ya, de manera natural, por la cultura hispánica de América. Ésta fungió, desde el inicio

de la hispanización americana, como instancia crítica desde la cual se valoraban las culturas indígenas en sus distintos aspectos para asumirlas, debidamente depuradas. Tal fue la dinámica del mestizaje americano. Cuando se habla de mestizaje, no debe entenderse, pues, por este vocablo una especie de mezcla desestructurada o “sincrética”, sino, más bien, el proceso de asunción crítica, por parte de la cultura hispánica, de los elementos valiosos de las culturas indígenas americanas. Esta capacidad de integración constituye uno de los rasgos más característicos y valiosos de la cultura hispánica. Un rasgo que goza de plena relevancia en el mundo actual, calificado frecuentemente de “multicultural”. La actual “crisis de las humanidades” no es ajena a esta realidad: el verdadero humanismo, más que “multicultural”, es integrador. Cuando se exaltan desordenadamente las “diferencias culturales” o el derecho a la “resistencia cultural”, se pierde la perspectiva antropológica adecuada, y el hombre es suplantado por sus manifestaciones. La cultura es un lenguaje: como tal, su función es tender puentes, no levantar barreras. Es, además, un lenguaje dinámico y maleable, de manera que puede cumplir su función comunicativa conforme cambian las circunstancias. También es permeable, es decir, capaz de absorber los elementos valiosos de otros lenguajes. Más que sociedades “multiculturales”, donde la convivencia queda reducida, a veces, a mera “tolerancia”, el humanista debe fomentar, ayudándose de la cultura, el establecimiento de una sociedad integrada e integradora, creadora de vínculos auténticamente humanos. En esta tarea, los hijos espirituales de la cultura hispánica no tenemos, para obtener inspiración, más que beber de nuestras propias fuentes. No hace falta reivindicar ideológicamente una reconstrucción forzada –un remedo– de las antiguas culturas americanas: éstas, en sus aspectos más humanos –a saber, aquellos que las constituyeron en verdaderas “culturas”–, forman parte ya, como lo hicieron desde el principio, de nuestra cultura hispánica americana.

La Plaza de las Tres Culturas o Plaza de Tlatelolco Su nombre proviene del hecho de que los conjuntos arquitectónicos ubicados en su alrededor provienen de tres etapas históricas diferentes.


José Vasconcelos María del Pilar Macías Barba

El educador posrevolucionario

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n 1920 hubo en México un civil que convocó a la nación a una nueva revolución, a una revolución educativa, y se llamó José Vasconcelos (1882-1959).

Vasconcelos fue el caudillo de la educación en el México posrevolucionario. Asumió la dirección educativa del país de 1920 a 1924, tiempo insuficiente para llevar a cabo su obra educativa. Sin embargo, ésta fue intensa y extensa, trabajó con ahínco patriótico. Y es que en su exilio político durante la presidencia del General Venustiano Carranza, había madurado las ideas que le ayudaron a plantear la reconstrucción nacional y la redención del espíritu a través de la educación. Así que sólo fue cuestión de compartir su proyecto, para que tuviera resonancia entre la población y empezara la revolución educativa en todo el país. Lo que el pueblo mexicano necesitaba en ese momento era unidad, identidad y desarrollo. México contaba con los recursos necesarios para ser un país de productores y no sólo de consumidores, y la educación debía ser el medio idóneo para “aumentar la capacidad productora de cada mano que trabaja y la potencia de cada cerebro que piensa”1. La educación que Vasconcelos concibió es aquella que atiende al desarrollo jerárquico de las dimensiones humanas y que responde a los ámbitos de la formación física, profesional, intelectual, ética y estética; aquella que, a la vez que se preocupa por brindar los medios que resuelvan las necesidades materiales de los hombres por medio del trabajo, se centre en el desenvolvimiento del espíritu. Por ello, había que llevar a toda la población el alfabeto, la cultura y el arte.

La cultura engendra progreso y sin ella no cabe exigir de los pueblos ninguna conducta moral.

1 Vasconcelos, J. (1920) “Discurso en la universidad”. en Sicilia, J. (2001) José Vasconcelos y el espíritu de la universidad, México, UNAM, p. 84

Estas metas planteadas en el proyecto educativo de Vasconcelos implicaban una nueva cruzada a favor de la educación para todos. Hubo que exaltar el deber patriótico de los mexicanos para que todo aquél que supiera algo, lo pusiera a disposición del aprendizaje del que nada sabía. Así, Vasconcelos convocó a los mexicanos a pactar una alianza solidaria con el pueblo y a enlistarse en el ejército de los constructores. Los incitó a una revolución educativa que se delinea con las siguientes metáforas: José Vasconcelos convocó a una revolución educativa, a la cual llamó una revolución contemporánea. Siendo Rector de la Universidad Nacional de México, se nombró delegado de la revolución; él era el caudillo. Desde la Universidad, máximo cuartel general, comunicó su proyecto revolucionario: la creación de la Secretaría de Educación Pública. Instó a unírsele de forma voluntaria a los hombres cultos, a señoras y señoritas, héroes todos de nuestra raza. Inició dicha revolución organizándolos en una campaña de alfabetización. Difundió, en cinco circulares, los requisitos para enrolarse en el ejército de constructores, animando a la población a formar parte de los maestros honorarios y el ejército infantil.

Curiosidades El lema de la UNAM, “Por Mi Raza Hablará el Espíritu” y el escudo de la universidad, fueron propuestas suyas que permanecerán de manera indefinida como elementos esenciales de la imagen de esta institución Universitaria. La frase original era “Por mi raza de bronce bendita, mi espíritu noble hablará”

Los generales eran los sabios y los artistas, a quienes pedía que salieran de sus torres de marfil. Un comando especial de gran rango fue el formado por los maestros misioneros culturales. En la misma Universidad, en instalaciones revolucionarias, se fabricaron y distribuyeron sus principales armas: los libros clásicos. Mientras avanzaba la revolución, logró constituir tres destacamentos: dirección de bibliotecas, dirección de escuelas y dirección de bellas artes. Construyó cuarteles en todo el país: bibliotecas, escuelas y casas del pueblo. La estrategia militar para ganar la revolución era la difusión del alfabeto, la cultura y el arte. La principal acción bélica que proponía era la enseñanza directa de los que saben algo a favor de los que nada saben. Sintetizó el objetivo revolucionario en la redención del pueblo mediante el trabajo, la virtud y el saber. No importaba el peligro ante el deber de enfrentar al alumno con la realidad misma en toda su trágica grandeza, no únicamente para aprovecharla, sino también para contemplarla y buscar el vestigio de la sobrehumana realidad absoluta. Los mayores enemigos a los que había que vencer eran la ignorancia y la pobreza El discurso reivindicativo de la revolución educativa que lanzó el caudillo Vasconcelos desde la trinchera fue el siguiente: Los que tienen algo y saben algo necesitan darse cuenta de que no pueden ser verdaderamente fuertes ni verdaderamente sabios mientras todo a su alrededor sea ignorancia y pobreza. Los pueblos son ricos y fuertes cuando la masa de la población goza de bienestar y es ilustrada; Y no hay civilización, no hay cultura verdadera, ahí donde unos cuantos se encierran en sus conocimientos indiferentes a lo de afuera, mientras la multitud ignorante se desquita de tal indiferencia no tomando en cuenta para nada a los sabios egoístas. La ignorancia de un ciudadano debilita a la nación entera y nos debilita a nosotros mismos. La excesiva pobreza de uno de nosotros daña y debilita a todo el pueblo y es una carga sobre todos y cada uno de nosotros; destruyamos, pues, la ignorancia y la miseria, nuestros verdaderos enemigos2.

El educador de México, José Vasconcelos.

Así, metafóricamente, se expone lo que fue la revolución educativa encabezada por José Vasconcelos, quien tuvo la profunda convicción de que la educación contribuye al desarrollo humano y social del hombre.

El reconocimiento norteamericano, una piedra en el camino. Banquete del general Obregón en honor de Charles B. Warren, el embajador norteamericano. En la foto: Alberto J. Pani, José Vasconcelos, Warren, Obregón y Aarón Sáenz. AGN, Archivo Fotográfico Díaz, Delgado y García.

Cuando Vasconcelos murió, al frente de la Secretaría de Educación Pública se encontraba Jaime Torres Bodet, quien había sido su colaborador en el departamento de bibliotecas en los primeros años de esa dependencia. Siempre reconoció en Vasconcelos a un maestro, un visionario y un extraordinario patriota; en su mensaje fúnebre reflejó el profundo conocimiento y aprecio que tenía por su antecesor, y se refirió a él de la siguiente manera: De los tres grandes educadores de que se ufana nuestro país (Gabino Barreda, Justo Sierra y José Vasconcelos), el tercero habrá de quedar, en la memoria de las futuras generaciones, como el más atrevido y contradictorio, el más impulsivo y el más fulgurante, el menos lógico y más genial. Injusto por impaciente, rebelde por inconformidad y dogmático por angustia, la tormenta fue su ámbito inevitable. Se creyó Ulises, descubridor de islas inmateriales y especialista en peligrosos periplos mágicos. Pero nunca se hizo atar al mástil de su navío para escuchar, sin riesgo, el canto de las sirenas. Las más impetuosas horas de su existencia y las mejores páginas de sus libros fueron aquellas, precisamente, en las que el canto de las sirenas le enseñó a preferir el naufragio a la abdicación3. Lo que hace que Vasconcelos sea un personaje importante en la historia de la educación pública de México, no es sólo que haya sido el fundador de la SEP, sino que la concibió y la dirigió teniendo un proyecto educativo claro para los mexicanos, fruto del profundo conocimiento que tenía de la idiosincrasia, el carácter y las potencialidades de su pueblo. A pesar de ello, Vasconcelos es todavía desconocido y minusvalorado en el terreno pedagógico de México. En el marco de la conmemoración del Centenario de la Revolución Mexicana, y a cincuenta y un años de la muerte de José Vasconcelos, conviene echar un vistazo a las realizaciones educativas que emprendió; tal vez así podamos aprender de su estrategia, para lanzar una nueva y necesaria “revolución” educativa. 2 Vasconcelos, J. (1920) “Profesores honorarios deben perseverar”. en Vasconcelos, J. (1950) Discursos 1920-1950, México, Botas, p. 52 3 Torres Bodet, J. (1972) La tierra prometida. en Torres Bodet, J., Memorias II (2ª ed.), México, Porrúa, 1981, p. 367

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Reconstruyamos Monterrey: ¡pero bien! Lucy Acedo Moreno

V Las lluvias torrenciales provocadas por el huracán Alex generaron un almacenamiento de 38 millones de metros cúbicos en La Boca, lo que representa 98% de su llenado; y de 342,5 millones de metros cúbicos en Cerro Prieto, es decir 114% de su nivel máximo ordinario, explicó la CONAGUA.

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iendo las fotografías que nos ha presentado el periódico, las que vamos viendo en la televisión, y –sobre todo— lo que vamos presenciando nosotros mismos: una ciudad devastada, la fuerza de la naturaleza, la vulnerabilidad del hombre..., pensando: “lo que tardará en reconstruirse todo eso...”, agradeciendo que no haya habido más vidas humanas perdidas, me ha venido a ratos furia, a ratos una gran tristeza: la “Ciudad del conocimiento”, la de la tecnología, otros han dicho “la Alemania mexicana”, ¡qué frágil todo!, ¡qué frágiles somos! Pero también, la pregunta: ¿qué tanto de lo que sucedió no era evitable? En mi propia casa, en cada rincón en que había una gotera o una humedad, había también cosas mal terminadas: el que tenía que sellar esta parte, no lo hizo hasta el final, o no utilizó el material más adecuado, o lo mezcló con otro para ‘ahorrar’ quizá unas cuantas monedas. Y luego, al ver las calles trozadas, las casas caídas, el río llevando enseres domésticos de alguna familia que se quedó en la calle, también me pregunto: ¿y por qué estaban construidas tantas casas en los cauces de los arroyos o de los ríos?, o ¿por qué los puentes no estaban totalmente sólidos para soportar el agua del río que –no hace falta repetirlo— no es la primera vez que crece, aunque quizá no a este nivel? Sabemos de sobra que están planeadas varias rompepicos, que si estuvieran construidas hubieran evitado casi totalmente lo que sucedió, y digo casi, porque no sé si se hubieran evitado los ríos entrando por las casas de los cerros aledaños y llevándose todo un patrimonio familiar si no es que a la familia completa. Estamos asentados junto a una Sierra Madre, lo cual implica que el agua bajará con mucha fuerza cuando haya lluvias, y lluvias como ésta, ¿cómo no estamos mejor preparados, si tenemos una de las mejores ciudades de la República?

¿Qué tanto de lo que sucedió no era evitable?

No intento culpar a nadie, ni soy experta en construcción ni diseño urbano, a lo que voy con todo esto es a reflexionar un poco más a fondo: tenemos la inteligencia para saber cómo protegernos de los males de la naturaleza,

en eso precisamente nos distinguimos de los demás animales, pero a veces nos falta utilizarla sensatamente, o quizá no queremos hacerlo porque nos ganan otros intereses. A este punto precisamente nos referimos cuando hablamos en el CPH de aprender a ser hombres, suena a perogrullada, y todo mundo piensa que ahora nos tenemos que dedicar a reconstruir, a trabajar para levantar de nuevo la ciudad de la que estamos tan orgullosos, pero, ¡alto! No lo hagamos tan deprisa, no lo hagamos igual, ¡por favor! Aprender a ser hombres es aprender a trabajar bien, y esto no es sólo una cuestión religiosa –como quizá pueda pensarse–, no, en absoluto (aunque efectivamente el tener esa perspectiva ayude a ver esto mejor o más fácilmente). Se trata de aprender a vivir, de aprender a ser felices, como decía el filósofo Ricardo Yepes, ¿por qué? Porque sólo haciendo bien aquello para lo que estamos hechos, que es para trabajar, somos felices y vivimos como hombres. Lo que quiero decir es que si cada uno –desde el gobernante que tiene que aportar el presupuesto necesario, evitando corruptelas, pasando por el ingeniero civil y por el arquitecto, hasta el peón de albañilería— hace lo que le toca, bien, con el esfuerzo correspondiente, y sin adjudicarse premios anticipados, estaremos en buen camino. Si hay que volver a diseñar la ciudad, como se ha mencionado en los medios de comunicación, por favor, hagámoslo bien. Que no tengan que caer sobre nuestros hombros culpas posteriores, pero sobre todo que podamos ir con la cabeza bien alta, orgullosos de nosotros mismos, en el buen sentido de la palabra, porque hemos actuado como hombres, como verdaderos hombres y mujeres que actúan a la altura de lo que les corresponde. No es otro el objetivo de todos nuestros cursos y programas, no es otro el sentido de las Humanidades, sin las que la tecnología –como sabiamente nos lo está mostrando la naturaleza– no puede adquirir ni proporcionar aquello para lo que también está hecha: todas las ciencias y todas las artes –decía el sabio Tomás de Aquino, comentando a Aristóteles— se ordenan a la felicidad del hombre. Con lo anterior, puedo afirmar que las Humanidades sirven para reconstruir la ciudad, y que es una necesidad absoluta darles su lugar -también en los presupuestos-, para la reconstrucción y el rediseño de nuestra queridísima ciudad de Monterrey.

Programa ‘Formando Formadores’. Alicia Portales

En el mes de abril de este año dio inicio el diplomado “Formando Formadores” en donde todos los participantes disfrutamos de una miscelánea entre compañeros pertenecientes a diferentes instituciones, y en donde además cada uno ha aportado algún ingrediente especial llenando el grupo de diversidad y sinergia. Es un gusto encontrar en ellos personas tan entregadas a su labor y en su entusiasmo de ayudar a otros. En estas amenas sesiones, en donde el tiempo escasea entre tantas ideas, hemos sido guiados hacia las bases propias de la persona para así comprender de mejor manera el comportamiento humano y desde variados ángulos mismos que parecemos olvidar mientras nos encontramos inmersos en la cotidianeidad de nuestros deberes laborales, sociales y personales.

Recomendamos El programa Participante de la 3ª. Edición del Programa ‘Formando Formadores’: Dirigido a profesores de escuelas de escasos recursos, financiado en un 75% por bienhechores (Gobierno Estatal, Empresas y Fundaciones)

es en este descubrir cotidiano que ejercitamos como aprendices donde resultamos fortalecidos profundamente. Más valioso aún -a mi humilde parecerencuentro la cualidad que descubrimos en todo lo adquirido de ser aplicable a nuestra vida diaria en todo momento y en todo lugar. Hemos aprendido y hecho nuestra práctica el ejercicio de reconocer en todo momento las oportunidades de desarrollar nuestras habilidades con el máximo empeño hacia el bien obrar, el bien decir y el bien pensar, y a hacer nuestras estas armas de pensamiento que seguramente lograrán permear en beneficio de nuestras familias y nuestra comunidad, una comunidad que se supere a sí misma constantemente.

Nos hemos enriquecido también de la diversidad de maestros, cada uno con su tinte especial y característico que impregna las sesiones con dinamismo: aquellos quienes nos provocan la entusiasta espera de la próxima sesión y nos hacen preguntarnos cuál será el siguiente tema a degustar y deconstruir hasta profundizar tanto que descubramos siempre una nueva perspectiva que nos nutra y complemente. Es bien dicho que “No hay que buscar cosas diferentes sino ver las cosas diferentemente”, y Alumnos de la 2ª.Generación del Programa ‘Formando Formadores’.

Programa para el personal del corporativo de La CAINTRA. También durante este primer semestre del año, tuvimos el gusto de contar entre nuestros participantes al personal del corporativo de la CAINTRA: se trató de un programa breve, con los temas esenciales de corte humanístico que brindamos a las empresas, para comenzar con ellos una sinergia y ayudar a ofrecer estos contenidos a muchas de las PYMES. Muy probablemente las pequeñas y medianas empresas no están en condiciones, por ellas mismas, a acceder a esta preparación, aunque no dejen de ver su importancia. Por eso la CAINTRA ha entrado en contacto con el CPH para ver cómo podemos hacérselas extensiva a través de ellos. Como buenos profesionales, quisieron iniciar ellos mismos empapándose de los contenidos, y ahora el siguiente paso es –con las sugerencias y experiencia adquiridas trabajando con ellos– comenzar a aportarlo a las empresas interesadas. Felicitamos a la CAINTRA por este esfuerzo, y esperamos que todo ello redunde en un mejor Monterrey industrial y humano.

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El nacionalismo revolucionario puesto en práctica por el gobernador Juan M. García –mandatario entre febrero de 1921 y abril de 1922– encontró en la veta fiscal un medio relativamente descuidado por el carrancismo para, no sólo, imponer las bases de una nueva forma de operar de las empresas extranjeras, sino también de restablecer la confianza del pueblo en la arruinada figura de la autoridad pública. Un congreso local competente y decidido a recuperarse de la total dependencia en la que se vio sojuzgado al Ejecutivo desde el porfiriato, dio un nuevo carisma al poder público ante la opinión popular. La temporal interdependencia de los tres supremos poderes del Estado durante el obregonismo en Nuevo León facilitó y retomó la vieja política de alianzas que urdió durante el conflicto civil el sólido grupo empresarial industrial asentado en Monterrey. Esto significó una particular paz que dio un nuevo impulso a la industrialización de la ciudad de Monterrey a partir de 1920 y particularmente a partir de la década de 1940. La formación de Grupos Industriales

Revolución e Industria en Monterrey Óscar Flores Universidad de Monterrey

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a revolución mexicana llegó a Monterrey de forma muy tardía, particularmente fue su ingreso hasta bien entrado el año de 1913. Entre 1910 y 1911, los alzamientos fueron esporádicos y limitados a algunas zonas alejadas de la ciudad de Monterrey. Pero a partir de 1913, la ciudad fue asediada por las tropas carrancistas, posteriormente tomada en 1915 por los villistas y finalmente recuperada por las tropas constitucionalistas en ese mismo año. La actividad económica de la entidad y en particular de Monterrey se fue recuperando lentamente por el resto de la década. Sin embargo, la muerte del presidente Venustiano Carranza y el ascenso del general Álvaro Obregón matizaron una nueva forma de gobernar el Estado mexicano. La apertura política del gobierno del sonorense dio cabida a las demandas obreras y realizó, con ello, una serie de complejas alianzas con el poder regional en Nuevo León, representado por los caudillos y los líderes obreros. La elección fue aprendida. Los líderes obreros rápidamente encontraron un medio de ascender en la jerarquía social al no hacer un partido separado del caudillo principal. Los gobiernos obregonistas en Nuevo León comprendieron la necesidad de la alianza con los obreros, para contrarrestar al todopoderoso grupo empresarial de origen porfiriano. El equilibrio de las alianzas gubernamentales con el empresariado prerrevolucionario por un lado, y el proletariado urbano por el otro, resultaron el mejor medio para preservar el poder de los personajes públicos a partir de mayo de 1920. Después del Plan de Agua Prieta,

ninguna revuelta de consideración tomaría las riendas del poder. Con esto se confirmó la reputación de los obregonistas de ser los únicos revolucionarios capaces de unificar, relativamente, el país. Por su parte, el movimiento obrero se vio controlado en esta zona del país por las particularidades de la conformación del poder en la región. El sistema social implantado por el grupo empresarial regio nunca fue amenazado realmente por una clase obrera sin proyecto revolucionario para tomar el poder. Tres días después de ocurrida la muerte de Venustiano Carranza, el Congreso de la Unión eligió al gobernador sonorense insurrecto Adolfo de la Huerta, presidente provisional, para que se encargara de convocar a elecciones. Subordinado al proceso electoral, el nuevo caudillo de la revolución –Álvaro Obregón- tomaría el cargo de presidente electo a fines de 1920. La monografía de Héctor Aguilar Camín y los estudios posteriores al respecto, han demostrado que la política radical y de simpatía por el movimiento obrero mostrada por la “dinastía sonorense” – que monopolizó el poder presidencial en los años veinte–, se formuló como una respuesta a los acontecimientos particulares de su estado natal durante el porfiriato, y por la experiencia y el ejercicio del poder político durante las guerras civiles que le precedieron. La política nacionalista en Nuevo León impulsada con nuevo brío durante el mandato de Obregón, capturó el apoyo del empresariado nativo contra la creciente influencia de la invasión extranjera en el país.

El 5 de mayo de 1900 fue constituida la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, S.A., centro fabril donde se instaló el primer alto horno de América Latina.

Recomendamos “Industria, comercio, Banca y finanzas en Monterrey 1890-2000” de Óscar Flores 2009

Entre 1940 y 1970, en el sector de la industria nacional, el desarrollo económico propició la formación de Grupos Económicos Privados (GEP). En ellos ahora confluye una diversidad de intereses más allá del rubro industrial pues han incursionado en otros sectores como el de servicios y en los rubros comercial, financiero, turismo y comunicaciones. Monterrey no fue la excepción e, incluso, sus empresas mostraron una concentración masiva de capital sin precedentes en el país. Para el año 2003, de las quinientas empresas más grandes del mundo fuera de Estados Unidos, siete fueron mexicanas y, de ellas, tres tienen origen en Monterrey: ALFA, CEMEX y FEMSA, las más grandes de la región y líderes globales en su rama. Su relevancia se refleja en la actividad económica de la ciudad de Monterrey y en particular en el producto interno bruto. De acuerdo al listado del Grupo Forbes de las 500 empresas con mayores ventas fuera de Estados Unidos, las mexicanas incluidas fueron: Carso Global Telecom en el puesto 226, Wal-Mart de México en el 246 y posteriormente CEMEX, América Telecom, FEMSA, Grupo Carso y ALFA. En efecto, el estado de Nuevo León concentra más de 200 grupos industriales, la gran mayoría con sede en Monterrey y su área metropolitana. Sin embargo, a pesar del crítico ajuste administrativo a consecuencia de las últimas crisis, en especial de la de 1982, estos grupos (cuando menos los de capital nativo) aún son manejados por las familias de los fundadores. Este control se ha mantenido principalmente a través de la posesión directa de la mayoría de las acciones con derecho al voto; la concentración de estas acciones en empresas a través de los corporativos, y el ejercicio de la mayoría de los cargos del consejo de administración. Durante la década de los setenta y principios de los ochenta tuvo lugar la expansión de estos grupos industriales a través de dos formas: una fue la ampliación de la capacidad de producción en las unidades que ya

Aunque ALFA se constituyó en 1974, sus primeras empresas provenían de las industrias que impulsaron el desarrollo económico del noreste de México a finales del siglo XIX.

CEMEX fue fundada en 1906 en la ciudad de Monterrey con la apertura de la planta de Cementos Hidalgo. Durante sus primeros años, se enfrenta con diversos problemas dada la situación política del México de inicios de siglo XX, e incluso llega a cerrar su planta durante un lapso de la Revolución Mexicana.

FEMSA inicia en el año de 1890 con la fundación de la Cervecería Cuauhtémoc en Monterrey, N.L., gracias a un grupo de entusiastas empresarios encabezados por Don Isaac Garza, José Calderón, José A. Muguerza, Francisco G. Sada, y Joseph M. Schnaider.

existían dentro del grupo y la segunda consistió en la diversificación de la producción por la adquisición o creación de unidades productivas o de empresa, parecida al proceso que transformó a sus similares estadounidenses. En la última década del siglo XX, los grupos industriales realizaron profundos cambios en su estructura interna y diseñaron planes para internacionalizarse, aunque es cierto que algunos de ellos sucumbieron al capital extranjero. Esta reestructuración satisfactoria tuvo el propósito de consolidar su liderazgo y crear una expansión sostenida tanto a escala nacional como internacional y fue resultado básicamente de los cambios en las condiciones del entorno global y las novedosas estrategias de crecimiento. La competencia propició cambios también en el entorno. De estos cambios destacan dos: por un lado, las estrategias de forma económica definidas por el gobierno federal, que responden a los nuevos requerimientos mundiales para lograr acceso a los recursos y mercados globales; y, por otro lado, las transformaciones de los patrones industriales que requieren de una mayor especialización en las manufacturas con un sólido soporte tecnológico. Los grupos transformaron su propia estructura organizacional y diversificación de sus negocios manteniendo en el ápice un corporativo que funciona como empresa controladora de las acciones del grupo y que, en algunos casos, también cotiza en las bolsas de valores mexicana y neoyorquina. Asimismo, estos consorcios desarrollaron una estrategia corporativa en conjunto, que consistía en la adquisición y creación de empresas múltiples administradas bajo ciertas divisiones. Resultan especialmente interesantes los casos de CEMEX, ALFA y FEMSA, cuyos orígenes se remontan a fines del siglo XIX (en el caso de FEMSA) y principios del siglo XX. Estos consorcios desarrollaron una estructura organizacional compleja en la que se dio autonomía a sus antiguas divisiones en materia de decisión y financiamiento, hasta el punto de crear en ellas nuevos grupos que cotizan en la Bolsa de Valores de forma independiente y son manejados por una empresa controladora en el ápice. De este modo, la descentralización accionaria de las subsidiarias en el caso de los grupos más grandes y el avance hacia empresas más allá del ámbito industrial explican en parte del cambio en Monterrey de una economía industrial a una de servicios en el mismo periodo. Otros grupos empresariales privados son: Arca, Benavides, Coparmex, CYDSA, De Acero, Delta, Frisa, Gruma, IMSA, Lamosa, Proeza, Protexa, Pyosa, Savia, Soriana, Villacero, Vitro y Xignux. En estos casos, la globalización reprodujo e impulsó la tendencia histórica local, ya señalada, hacia una regionalización integrada, aunque desigual con el resto del país. Tal contraste es perceptible en el Área Metropolitana de Monterrey, en la que aproximadamente 40 por ciento de los empleos son generados por las grandes empresas, en contraste con 26 por ciento a nivel nacional. Flores, Óscar (2009) “Industry, Commerce, Banking & Finance in Monterrey, México” Centro de Estudios Históricos-UDEM/UDEM/Asociación Mexicana de Historia Económica.

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Título: “El estado de naturaleza en Bartolomé de las Casas” Autor: Víctor Zorrilla Editorial: Cuadernos de Pensamiento Español Año: 2010 País: España No de páginas: 174 Género: Filosofía política

Entrevista a Víctor Zorrilla Garza Director Académico del Centro Panamericano de Humanidades.

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s Licenciado en Estudios Humanísticos y Sociales por la Universidad de Monterrey y Doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra (2009). Ha estudiado, en los últimos años, diversos aspectos del pensamiento de Las Casas, publicando los trabajos: Los instrumentos argumentativos de la defensa lascasiana de la plena racionalidad de los indios, en la revista Tópicos 34 (2008) y El fundamento antropológico de la libre aceptación de la fe en Bartolomé de las Casas (Cuadernos de pensamiento español, Pamplona, 2009). Su última publicación es El estado de naturaleza en Bartolomé de las Casas (2010), reseñada en este mismo número de Intelecto. Actualmente trabaja como colaborador en el grupo de investigación Línea Especial de Pensamiento Clásico Español de la Universidad de Navarra. ¿Por que estudiaste filosofía? Definitivamente, por vocación. En alguna ocasión un profesor despertó en mí esa inquietud y al terminar mi carrera decidí especializarme en ello en el postgrado. Lo que más me gusta es la sensación de trascender nuestro ámbito inmediato, la idea de que hay más que se puede saber de la realidad cotidiana: la filosofía amplía la perspectiva de la realidad aún sin moverte de la habitación. ¿Por qué se te hace interesante tu trabajo? Por la visión pedagógica “clásica” que se tiene en el CPH, misma que yo comparto. Aquí rige un ideal educativo que, sin dejar de atender a las inquietudes y necesidades del hombre contemporáneo, otorga la debida importancia a los clásicos del pensamiento, la literatura y el arte que deben formar la base de toda educación. ¿Qué hiciste durante tu estancia en Pamplona? Además de hacer mi tesis doctoral y la maestría tuve tiempo de viajar, sobre todo por el norte de España, visitar sus pueblos, experimentar su gastronomía, sus vinos, recorrer el camino de Santiago, monasterios medievales, ermitas, etc. Todas ellas experiencias que me ayudaron de alguna manera en mi trabajo de tesis, debido al acercamiento que tuve con la cultura hispánica, de la que venimos nosotros.

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¿Por qué elegiste a un autor como Bartolomé de las Casas para dedicar a ello tus estudios de doctorado? En un principio, porque me parecía un autor “indigenista”, en el sentido de que se interesó profundamente por los indígenas americanos y sus culturas, valorando todo lo que en ellas había de positivo. Este tema me interesaba bastante desde antes de ir a Pamplona. En el proceso me di cuenta, sin embargo, de algo mucho más importante, que constituyó quizá mi mayor aprendizaje del doctorado, a saber: que, si Las Casas, al igual que los otros misionerosantropólogos del siglo XVI –Pané, Sahagún, Acosta, por mencionar algunos–, es capaz de estudiar, juzgar y valorar críticamente las culturas americanas autóctonas, es porque dispone, para ello, del aparato conceptual y el vigor espiritual que le brinda la cultura hispánica del Siglo de Oro. Las Casas pertenece a esta cultura –que puede considerarse una de las cumbres de la civilización cristiana en el pensamiento, la literatura y las artes– por su formación, además de que él mismo contribuyó notablemente a configurarla, a través, por ejemplo, de su enorme influjo en la conformación del Derecho Hispano-Indiano. Creo, por ello, que el estudio de cualquier autor del Siglo de Oro español, sea teólogo-jurista –como Vitoria o Soto–, literato –Góngora, Quevedo, Fray Luis de León– o místico –San Juan de la Cruz, Santa Teresa–, no tiene desperdicio. Su perennidad está asegurada porque la fuente que todos ellos comparten – más allá de las “musas” de los antiguos o el “subconsciente” de los modernos– es el Espíritu mismo.

Bartolomé de Las Casas O.P. (Sevilla, 24 de agosto de 1484 – Madrid, 17 de julio de 1566) fue un fraile dominico español, cronista, teólogo, obispo de Chiapas (México), filósofo, jurista y apologista de los indios.

Durante siglos tenido como el malintencionado inventor de la “leyenda negra” antiespañola, la figura de Bartolomé de las Casas ha sido recientemente “rehabilitada” por diversos autores que lo han considerado adalid de algunos desarrollos ideológicos y de distintas luchas sociales durante las últimas décadas. ¿En qué sentido juega Las Casas verdaderamente un papel fundacional de estos movimientos? ¿Qué aspectos del pensamiento de Las Casas siguen siendo actuales, más allá de las diversas interpretaciones de carácter ideológico que se han hecho de él en los últimos años? Este trabajo pretende mostrar la esencial validez del pensamiento lascasiano para el mundo contemporáneo a través del estudio de un tema clásico de la filosofía de la historia: el estado de naturaleza. Se presenta, así, a Las Casas como un pensador que, inserto en la tradición que le es propia, reflexiona vigorosamente sobre los graves problemas sociales y ético-jurídicos que le planteaba la realidad de su tiempo, algunos de los cuales, en el ámbito de la América hispánica, no han sido aún del todo superados.

¿Por qué el ‘estado de naturaleza’ en Bartolomé de Las Casas? Elegí ese tema ya que Las Casas ve el estado natural del hombre como social, lo que tiene repercusiones importantes en la filosofía política y la filosofía del derecho. Además, es un tema muy relevante de cara al posterior desarrollo del pensamiento político: hay que recordar que Hobbes, Locke y Rousseau, por mencionar tres ejemplos paradigmáticos, teorizaron sobre el estado de naturaleza en un sentido muy diferente de Las Casas y el pensamiento clásico en general.

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