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Plan de Manejo
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Arqueológico
Valoración cultural del
Patrimonio Arqueológico de los Parques Museo Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia Tunja Sede Central
Sogamoso Museo Eliécer Silva Celis
Monquirá, Villa de Leyva El Infiernito
Contrato No. 333 de 2012 UPTC-UN
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Plan de Manejo
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Arqueolรณgico
Universidad Pedagรณgica y Tecnolรณgica de Colombia
Vista superior y transcripción de una múcura muisca. Diego Martínez Celis, 2009
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia Gustavo Orlando Álvarez Álvarez, rector Segundo A. Sanabria Gómez, director de Extensión Universitaria Margarita Silva Montaña, coordinadora de la Unidad de Patrimonio Arqueológico Universidad Nacional de Colombia Sergio Bolaños Cuéllar, decano Facultad de Ciencias Humanas Jenny Sierra Olarte, coordinadora Extensión y Educación Continua Ana María Groot Sáenz, profesora asociada Departamento de Antropología
Valoración cultural del patrimonio arqueológico de los parques museo UPTC. Cuadernos del Plan de Manejo Arqueológico No. 1 Concepto y edición Ana María Groot S. y Diego Martínez Celis Textos Ana María Groot S. y Nora Díaz P. Apoyo en corrección de estilo Elsy E. Sarmiento Rincón, Jefe de la Oficina de Comunicaciones UPTC Diseño y diagramación Diego Martínez Celis Fotografías Libros Raros y Manuscritos, Biblioteca Luis Ángel Arango Archivo documental Eliécer Silva Celis Archivo fotográfico ICANH Ali Duran Öcal, Diego Martínez Celis, Ana María Groot S.
© 2014. Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Documento de divulgación. Contrato 333 de 2012, UPTC / UN. Reformulación del plan de manejo arqueológico de los parques museo de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC): Sede Central Tunja, Sogamoso, Villa de Leyva.
Valoración Cultural del
Patrimonio Arqueológico de los
Parques Museo
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Tunja Sede Central
Sogamoso Museo Eliécer Silva Celis
Monquirá, Villa de Leyva El Infiernito
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Este valle [...] era la mayor población que habían hallado hasta allí junta, porque en una legua escasa que tiene de largo y dos o tres tiros de mosquete de ancho, había más de mil casas o bohíos, todos poblados de gente [...] estas casas tenían en medio la del cacique, que debiera ser de los más principales...” Fray Pedro Simón, Noticias historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales, 1625.
Posible representación del cercado de un cacique muisca. Pieza de orfebrería. Museo del Oro, Bogotá
CONTENIDO
Presentación 7
Las primeras sociedades 10
Las comunidades muiscas 14
Los sitios, los investigadores y el patrimonio arqueológico a cargo de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia 18
Parque Museo Sede Central, Tunja 20
Parque Museo Eliécer Silva Celis, Sogamoso 24
Parque Museo Arqueológico Monquirá - El Infiernito, Villa de Leyva 28
Hacia dónde vamos 31
Bibliografía Datos de contacto 32
Monolito del Parque Museo Arqueológico Monquirá - El Infiernito, Villa de Leyva. Diego Martínez Celis, 2013
Presentación La región del altiplano cundiboyacense reviste una gran importancia para el conocimiento de la época precolombina como territorio de asentamiento de culturas nativas altamente organizadas. Hallazgos y estudios arqueológicos han sacado a la luz un numeroso conjunto de evidencias que demuestran el protagonismo de esta región dentro de la historia antigua de la zona andina central colombiana. En este documento se busca señalar el valor cultural del patrimonio arqueológico que custodia la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), en tres municipios de Boyacá. El estudio de los vestigios arqueológicos permite conocer cómo las poblaciones humanas antiguas aprovecharon y transformaron el entorno natural a través del tiempo, y entender los procesos de cambio social y cultural en la consolidación de las sociedades, y en la apropiación de territorios. La herencia cultural de los pobladores antiguos y su amplio conocimiento sobre los espacios donde habitaron, son aspectos que ayudan a comprender en el presente las historias locales, la transmisión de saberes y la relación de sus habitantes con el paisaje.
Piedra de El Infiernito. Dibujo de F. Pereira Gamba, en La Civilización Chibcha, Miguel Triana, 1922.
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Sitio con arte rupestre prehispĂĄnico. Altiplano cundiboyacense. Diego MartĂnez Celis, 2011
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Las primeras sociedades
Abrigo rocoso en Floresta, Boyacá. Posible lugar de habitación de grupos cazadores recolectores. Fundación Eliécer Silva Celis
Las características geográficas de la cordillera oriental de Colombia son las de un paisaje de sierra andina principalmente: cadenas montañosas entre las que se intercalan valles altos inter cordilleranos, páramos y mesetas en contraste con bosques en el pie de monte y cañones por el deslinde de corrientes de aguas hacia los llanos al oriente, o hacia el valle del río Magdalena al occidente. Esta variedad de entornos se coinciden con una dinámica de poblamiento fluctuante desde finales del Pleistoceno (+/- 11.000 a.p.) hasta nuestros días. Las evidencias arqueológicas asociadas a las primeras ocupaciones de cazadores recolectores, se relacionan con artefactos de piedra y hueso de animales encontrados en refugios temporales adecuados para la habitación, tales como abrigos rocosos y pequeños campamentos en espacios abiertos. Debido a que en el inicio del Holoceno se presentó un cambio climático que favoreció las condiciones ambientales, se encuentran vestigios de grupos humanos que se establecieron permanentemente en lo valles fértiles, aprovechando los recursos de bosques y matorrales, y obteniendo materiales para la fabricación de herramientas y utensilios no muy lejos de los lugares de residencia; son característicos de esta época el hallazgo de enterramientos humanos, artefactos en piedra, madera y hueso. Se destaca también la presencia de instrumentos musicales como creaciones de mayor industria. Cráneos encontrados en Floresta, Boyacá por Eliécer Silva Celis en 1943. Recientes análisis realizados por José Vicente Rodríguez han señalado que se trata de los restos humanos más antiguos hallados en Boyacá, con una fecha aproximada de 7.950 a.p. Fundación Eliécer Silva Celis
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En la vereda La Puerta del municipio de Floresta, el arqueólogo Eliécer Silva Celis registró en un abrigo rocoso huellas de un lugar temporal de vivienda y enterramiento de un grupo de cazadores y recolectores tempranos. Restos óseos humanos allí recuperados, correspondientes a 7 individuos, y analizados recientemente con el método de carbono 14, dan cuenta de que tienen una antigüedad aproximada de 7.950 años antes del presente. La permanencia de gente en el espacio geográfico del altiplano cundiboyacense, los llevó a la experimentación con cultígenos y, poco a poco, al establecimiento de una agricultura, a la apropiación de los recursos naturales, y al desarrollo de variados objetos de uso cotidiano y ritual. Las formas de organización social y política fueron más complejas. La vida cotidiana fue acompañada de la ritualidad surgida de la observación, y de las búsquedas por afianzarse como sociedad en rela-
ción con el entorno natural y humano, a partir de lo cual elaboraron sus mitos de origen y creencias, y delimitaron su territorio. Muestra del paso en el tiempo de esta gente, la constituyen los hallazgos arqueológicos: ollas de barro, restos de tejidos, ofrendas en oro, enterramientos de ofrendas en ollas que contenían semillas y huesos de animales, huellas de sus casas y enterramientos humanos. Estos hallazgos corresponden a manifestaciones culturales de la sociedad que se ha llamado “Herrrera”, por el nombre del sitio donde por primera vez se identificaron vestigios y rasgos de esta ocupación: la laguna de La Herrera en Cundinamarca. En varios sitios de Boyacá se encuentran evidencias culturales de comunidades relacionadas con esta sociedad; algunos de ellos son El Infiernito, Suta y Sáchica en la región de Villa de Leyva; El Venado en Samacá; en Tunja y en los valles de Duitama y Sogamoso.
Fragmentos de cerámica Herrera. Característica por su decoración incisa. Laboratorio de Arqueología Universidad Nacional de Colombia, Bogotá
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CUNDINAMARCA
Buenavista
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Laguna de Fúquene
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Laguna de Tota
Sogamoso
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Nuevo Colón
Ventaquemada
Samacá
Villa de Leyva
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Floresta Busbanzá
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Localización de los Parques Museo de la UPTC y algunos sitios arqueológicos relacionados en Boyacá
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Cráneo de Floresta
Tunjo
Herramienta lítica
Fragmento cerámico inciso Herramienta de hueso
Fragmento cerámico pintado
Fragmento cerámico
Periodos de ocupación prehispánica relacionados con algunos sitios arqueológicos en Boyacá. Diego Martínez Celis, 2013
8000 a.p.
Precerámico
800 d.C. 800 a.C.
Herrera
1200 d.C. 800 d.C.
Muisca temprano
1600 d.C. 1200 d.C.
Muisca tardío
Las comunidades Muiscas
Tunjos. Ilustraciones de piezas de orfebrería muisca en publicaciones del siglo XIX. Antiguedades Neogranadinas y Papel Periodico Ilustrado
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A la llegada de los españoles, los altiplanos de Cundinamarca y Boyacá se encontraban habitados por una numerosa población indígena, quienes compartían la lengua chibcha y una tradición agrícola, entre otras costumbres y prácticas culturales. Estos pobladores fueron identificados bajo la denominación de Muiscas. Sus límites territoriales estaban definidos según la comandancia de las autoridades políticas, que los españoles llamaron caciques quienes, junto con las personas que integraban su comunidad, formaron los denominados cacicazgos. A partir de esta unidad política y social, los españoles observaron que las comunidades mantenían alianzas entre sí, y constituían agrupaciones, estableciendo lazos de solidaridad con autoridades mayores. De esta manera, varios cacicazgos vinculados por medio de alianzas, relaciones de parentesco y creencias, constituyeron unidades mayores. Con base en la visión del mundo que traían los conquistadores españoles, distinguieron entre los muiscas una división bipartita que estaría liderada por dos grandes caciques: el Zipa en el sur del territorio y el Zaque en el norte, lo cual ha venido siendo revaluado en estudios recientes.
LACHES S A N TA N D E R
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Simijaca
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CUNDINAMARCA Subachoque
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Bacatá (Zipa)
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Pesca
Aquitania
Viracachá
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Chocontá Machetá
Tenza
Manta
Guatavita
Guasca Sopó
Somondoco Guayatá
Gachetá
Usaquén
Funza Engativá a nz Tena Bosa
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Tunja Ramiriquí
Turmequé
Nemocón
Tocancipá
Chivatá
(Zaque)
MUISCAS
Suesca
Firavitoba
Hunza
Laguna de Fúquene
Sugamuxi
Tuta
Sáchica
Ráquira
Busbanzá
Duitama
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MUZOS
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Chiquinquirá
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Gachantivá
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Suá
Tundama
Río Cravo Sur
Tasco
Gachalá
Choachí Fómequé
Ubaque
GUAYUPES Quetame
Pasca
SUTAGAOS
Territorio muisca en el altiplano cundiboyacense. Principales cacicazgos, poblados y grupos indígenas limítrofes. Diego Martínez Celis, 2013; con base en Miguel Triana, 1922 y Clemencia Ramírez & María Lucía Sotomayor, 1986.
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El territorio del Zaque, abarcaba gran parte del departamento de Boyacá. Residía el cacique en el asentamiento prehispánico de Tunja, y mantenía relaciones, al parecer, muy simétricas con los caciques de Duitama y Sogamoso, autoridades también de cacicazgos mayores, quienes guardaban su autonomía. En la región del valle de Leyva estaban asentados varios cacicazgos como Ráquira, Suta, Saquencipa, Tinjacá, Monquirá,
Diversos objetos de la cultura material muisca. Piezas de orfebrería, ofrendatario y copa de cerámica (con tubérculos tradicionales) y volante de uso de piedra; provenientes de diversos lugares del altiplano cundiboyacense. Museo del Oro Museo Nacional Colección particular
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entre otros, que fueron señalados por cronistas de los siglos XVI y XVII como cacicazgos independientes. De las descripciones de estas tempranas crónicas y de documentos coloniales, se percibe que en la sociedad muisca existía una gran diversidad de cacicazgos, que entablaban alianzas, pero en algunos casos, también las rompían, o se mantenían autónomos. Si bien los muiscas pudieron tener elementos identitarios en común, también es evidente que eran diversos y existieron diferencias culturales y dialectales por regiones. Las afinidades en sus prácticas determinaron una pauta de poblamiento con un cierto grado de nucleación reflejado en la distribución del espacio de casas dispersas y caseríos, algunas veces aislados, cuyos habitantes asistían a lugares comunes, donde residía el cacique, lo que permitió a su vez el ordenamiento en unidades políticas, los llamados cacicazgos. Los núcleos familiares mantenían sus redes de parentesco, pero ingresaban en ámbitos más gran-
des a través de alianzas matrimoniales, encuentros en mercados, y en las relaciones que se establecían con caciques mayores. En lo económico y ritual manejaban diferentes niveles desde lo doméstico hasta lo público, en las actividades que se desarrollaban desde la casa o la huerta, hasta las que se hacían en el cercado del cacique. Los cercados eran obras arquitectónicas. Se trataba de espacios cerrados mediante el levantamiento de cercas al ruedo, los cuales se diferenciaban de los bohíos de los indios por ser las residencias de los caciques principales. Cercas de madera y caña entretejida, bordeaban un espacio amplio generando al interior caminos laberintícos, para acceder en la parte más interna y central a construcciones de distintos tamaños, techadas con paja, entre las que se destacaban las casas de los caciques por ser más grandes y de refinada arquitectura. También se encontraban bohíos que servían para almacenar alimentos, utensilios y pertrechos para la guerra. Además, se encontraban otros bohíos donde guardaban las momias de sus ancestros y constituían sitios de ofrendas. Estos últimos bohíos, en los primeros años de contacto con los españoles, fueron señalados como santuarios y, en el imaginario europeo, eran tenidos por lugares donde los indios guardaban cuantiosos tesoros.
Recreación de un cercado muisca. Biblioteca Luis Ángel Arango
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Los sitios, los investigadores y el patrimonio arqueológico a cargo de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia El departamento de Boyacá tiene un valor importante en la historia antigua de Colombia. La región contiene un variado número de lugares arqueológicos que revelan, ya para épocas tempranas, transformaciones del paisaje y el entorno natural, como también complejos arquitectónicos de tiempos prehispánicos. Tan solo en los predios de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia en la Sede Central Tunja, en Sogamoso y en Villa de Leyva, se encuentran evidencias significativas del paso de grupos humanos ya desaparecidos. Algunos de ellos son el Templo del Cacique Goranchacha y el Cercado Grande de los Santuarios, el Templo del Sol, y el Observatorio Astronómico de El Infiernito, respectivamente.
Eliécer Silva con alumnos estudiando un entierro muisca in situ en Sogamoso. Archivo Museo Eliécer Silva Celis, ca. 1945
Libreta de apuntes de Gregorio Hernández de Alba en que se describen los hallazgos arqueológicos de Tunja en 1937. Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá
Aspecto actual del Parque Arqueológico de Monquirá-El Infiernito, Villa de Leyva. Diego Martínez Celis 2013
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Reconstrucción de formas cerámicas muiscas. Tipo Tunja Gris (a-p) y Valle de Tenza Gris (q-u). Lamina 3 del artículo “Arqueología del cercado Grande de los santuarios”, publicado en el Boletín del Museo del Oro (Nos. 32-33) por Helena Pradilla, Germán Villate y Francisco Ortíz en 1992.
Estudiantes de la UPTC, asistentes a prácticas arqueológicas en el Parque Arqueológico de Sogamoso. Archivo Museo Eliecer Silva Celis, ca. 1953
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Sede Central, Tunja Uno de los primeros investigadores en poner al descubierto el potencial arqueológico de Tunja, fue el antropólogo Gregorio Hernández de Alba, quien en el año de 1937 practicó excavaciones en los terrenos de la Escuela Normal Superior de Tunja, hoy pertenecientes a la UPTC. Este investigador identificó varias columnas de piedra distribuidas de manera dispersa, excavó varias tumbas y, a raíz del hallazgo de unas puntas circulares de piedra que se observaban en la superficie, excavó un área de aproximadamente cuatro metros cuadrados, donde encontró los rasgos de dos estructuras circulares: una demarcada por siete columnas de piedra, y otra, al interior de ésta, señalada por la huella de 11 postes de madera y una huella de un poste de mayor tamaño en el centro de la estructura. A veinticinco metros al norte de este sitio Hernández de Alba identificó rasgos de otra estructura de mayor tamaño, en la cual también emplearon columnas de piedra, pero no la excavó en su totalidad. En su lugar original, se conserva el primer círculo de columnas. Los diversos vestigios culturales que registró Hernández de Alba, le permitieron plantear que se relacionaban con épocas diferentes. Sin duda los hallazgos señalaban presencia en el sitio de pobladores en distintos momentos, quizás unos antecesores de otros, lo cual es un importante aporte a las teorías de ocupación y consolidación de lugares públicos, tempranos, en esta región. Monolitos del Pozo de Hunzahúa, en predios de la UPTC, Tunja. Diego Martínez Celis, 2013
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Este sitio se encuentra reseñado en las crónicas de Fray Pedro Simón, como el lugar donde el legendario cacique Goranchacha, hijo del Sol, hizo edificar un templo para rendirle culto a su padre. Este cronista presenta dos relatos cuya temporalidad varía, sin
embargo el más reciente pareciera ser una reconstrucción y metamorfosis del mito originario. En este refiere Simón que, después de ausentarse el predicador Bochica de la provincia de Tunja y Sogamoso, comenzó el demonio a decir doctrinas contrarias. “Y entre ellas quiso deshacer lo que el otro les había predicado acerca de la encarnación, diciéndoles que aún no estaba hecha, pero que la había de hacer el sol, tomando carne humana en una doncella de las del pueblo de Guachetá, y que había de parir lo que concibiera de los rayos del sol, quedando virgen [...]”. Fue así como una de las hijas del cacique parió una esmeralda, que para dar forma humana envolvió en algodones y calentó unos días sobre el pecho. Esta criatura fue llamada Goranchacha, y recibió el título de hijo del Sol. A la edad de veinticuatro años, este personaje abandonó Guachetá y fue a conocer a los caciques de Ramiriquí y Sogamoso, quienes lo recibieron con honores. No obstante, Goranchacha mató al Ramiriquí y se hizo obedecer por toda la provincia. Posteriormente, sentó su casa en Tunja (Simón, 1981[1627], tomo III: 419)1.
Levantamiento de los hallazgos del “Templo de Goranchacha” en predios de la UPTC, Tunja. Dibujo de Gregorio Hernández de Alba, 1937
Excavación del “Templo de Goranchacha” en predios de la UPTC, Tunja. Gregorio Hernández de Alba, 1937
El mito más reciente dice así: “Cerca de las postreras casas del pueblo, a la parte del norte, donde ahora llaman las cuadras de Porras, hizo edificar un templo a su padre el sol, donde lo hacia venerar con frecuentes sacrificios, y él hacia sus estaciones en ciertos dias del año con tanta prosopopeya y majestad, que juntándose todos los indios y puestos como en procesión para acompañarle, y tendiendole por el suelo en todo el cami1. Simón, Pedro /1627/1981. Noticias Historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales. Tomo III. Bogotá: Biblioteca Banco Popular.
Aspecto actual del sitio arqueológico “Templo de Goranchacha” en predios de la UPTC, Tunja. Ana María Groot - UN, 2013
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Plano del área arqueológica protegida del Parque Museo Sede Central, Tunja. Universidad Nacional de Colombia, 2013
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no mantas finas y pintadas, comenzaban a caminar desde sus palacios, que eran donde ahora está fundado el convento de San Agustín [...] Quiso sublimar la fábrica de este templo en honra de su padre (el sol) y poniendolo en efecto, mando que le trajesen de diversas partes gruesos y valientes mármoles. Llegaron al sitio con tres de ellos como hoy se ven [...] otros se ven en Ramiriquí y otros dos en Moniquirá, que no llegaron al sitio como ni la fábrica a ponerse en ejecución, porque cuando ya estaba en estado de eso, era en tiempo en que ya los españoles estaban poblados en Santa Marta [...]. (Simón, 1981 [1627], tomo III: 422)
ma la atención que Hernández de Alba señala dos períodos en la descripción de los hallazgos en Tunja. Tanto el registro arqueológico como el histórico permiten señalar el valor cultural y simbólico que encierran varios lugares al interior de la Universidad, y la reutilización de espacios a través del tiempo.
Sin entrar a realizar un análisis del mito, es interesante el manejo del tiempo, dado que el relato más reciente sitúa un lugar donde se inició la construcción del templo sin llegarse a completar la obra. Lla-
hasta la década de 1970, el arqueólogo Sil-
Los edificios de la UPTC se ubican sobre los espacios de asentamientos precolombinos, muchos de los hallazgos se deben a la construcción de esta sede, lo que ha beneficiado también al ejercicio académico e investigativo. Desde la década de 1940 va Celis realizó numerosas excavaciones de rescate mientras avanzaba la construcción de edificios para la Universidad. Los vestigios que encontró se encuentran en
la colección del Museo Arqueológico en Sogamoso, así como sus libretas de campo. Tan solo en las excavaciones donde se construyó el edificio central, encontró cerca de 100 enterramientos, además de rasgos de varias casas y templos. Con posterioridad, son de mencionar los estudios realizados por Neila Castillo, y el Equipo de Arqueologia de la UPTC, integrado en sus inicios por Helena Pradilla, Luis Wiesner, Germán Villate y Francisco Ortiz. La investigación sobre “Tunja Prehispánica” realizada por Gemán Villate2 ha permitido relacionar los terrenos de la Universidad con el lugar donde se encontraba, al momento de la conquista española, “El Cercado Grande de los Santuarios”. Es diciente el apelativo, y Villate (2001: 161) explica así el término de santuario: “[...] Los españoles llamaron santuarios a los templos y las sepulturas, sitios en donde ha-
grande, que acompaña al cercado cada vez que se nombra, evidencia una construcción mayor que las habituales, y la aclaración de los santuarios termina de especificarlo, indicando que, a más del cercado, había varios bohíos de adoración o enterramiento”. El alcance arqueológico de esta zona ha contribuido a consolidar procesos de apropiación del patrimonio monumental y material, en función del papel que éste desempeña como referente de identidad e historia de la región, tanto al interior de la Universidad como hacia afuera, a la comunidad. Lo anterior se evidencia en la formación de grupos de investigación y la creación de espacios educativos, como parques museo en los mismos sitios arqueológicos.
2. Villate, G. 2001. Tunja Prehispánica. Tunja: UPTC – COLCIENCIAS.
Entierro de un hombre adulto, en tumba de medio pozo. “Arqueología del cercado Grande de los santuarios” Boletín del Museo del Oro (Nos. 32-33) por Helena Pradilla, Germán Villate y Francisco Ortíz, 1992.
bitualmente encontraban el oro de saqueo; de manera que para los muiscas de la época en que llegaron los españoles el sitio en discusión conservaba su carácter sagrado. El epíteto de
Perfil de enterramientos humanos. Labotatorio La Muela, UPTC, Tunja. “Arqueología del cercado Grande de los santuarios” Boletín del Museo del Oro (Nos. 32-33) por Helena Pradilla, Germán Villate y Francisco Ortíz, 1992.
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Parque Museo Eliécer Silva Celis, Sogamoso El redescubrimiento del Templo del Sol en 1920 por guaqueros, y dado a conocer por historiadores del Centro de Historia de Boyacá y de la Academia Colombiana de Historia, sirvió de estímulo para propiciar investigaciones arqueológicas en la zona, distinguiéndose el trabajo de Eliécer Silva Celis, por su dedicación y aporte a la arqueología regional. Él, con el apoyo inicial de Hernández de Alba, entre los años de 1942 y 1945, inició estudios en Sogamoso relacionados con esta construcción, los cuales continuó por muchos años después.
Plano de la reconstrucción del “Templo del Sol” en Sogamoso. Archivo Museo Eliécer Silva Celis.
Aspecto actual de la reconstrucción del “Templo del Sol”. Parque Museo Eliécer Silva Celis, Sogamoso. Sandra Mendoza Lafaurie, 2013
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Los enterramientos y ofrendas allí ubicados, y los relatos de cronistas del siglo XVI, hablan de este lugar como un centro ceremonial, en el que se hacía el culto en honor al sol; estaba el cercado y residencia del cacique Suamox, máximo jefe religioso. En este sitio se puede apreciar la conjunción del registro arqueológico y las narraciones de los españoles, de las leyendas y costumbres indígenas que a ellos cautivaron; este valor simbólico, los rasgos del yacimiento y la calidad del material arqueológico, han hecho que se configure éste como un parque museo, que gracias a la labor de Silva Celis, quien fue su fundador, reconstruye y acerca el panorama prehispánico muisca a la gente. El museo Arqueológico Eliécer Silva Celis, antes Museo Suamox, tiene un importante valor cultural para la región y para la historia de Colombia. El cronista Fray Pedro Simón relata el siguiente mito que se refiere al origen de los hombres y mujeres, del sol y la luna: “…cuando amaneció ya había cielos y tierra y todo lo demás de ellos y de ella, fuera del sol y la luna. Y que así todo estaba en oscuridades, en las cuales no había más personas que el cacique de Sogamoso y el de Ramiriquí o Tunja (porque en estos dos pueblos nunca hubo más de un cacique o señor, y fue el que lo era de toda la provincia). Estos dos caciques dicen que hicieron todas las personas: a los
Levantamiento de los hallazgos del “Templo del Sol” en Sogamoso. Dibujo de Eliécer Silva Celis, 1945.
Eliécer Silva Celis Durante excavaciones en el predio del Parque Museo en Sogamoso. Archivo Museo Eliécer Silva Celis.
hombres de tierra amarilla y a las mujeres de una yerba alta que tiene el tronco hueco. Estaban todavía las tierras en tinieblas, y para darles luz, mandó el cacique de Sogamoso al Ramiriquí, que era su sobrino, se subiese al cielo y alumbrase al mundo hecho sol como lo hizo. Pero viendo no era bastante para alumbrar la noche, subíose el mismo Soga-
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moso al cielo e hizóse luna, con que quedó la noche clara y los indios obligados a adorar a entrambos [...] Esto según su cuenta, sucedió por el mes de diciembre. Y así, en recuerdo y memoria de este suceso, hacían los indios de esta provincia, en especial los sogomosos, en este mes una fiesta que llamaban huan [...] ” (Simón, 1981 [1627], Tomo III: 409-410).
Plano del área arqueológica protegida del Parque Museo Eliécer Silva Celis, Sogamoso. Universidad Nacional de Colombia, 2013
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Al seguir este relato pareciera que donde vivió el cacique Suamox debería haber existido más bien un templo a la luna, o de culto a los dos astros. La tradición histórica, no obstante, sostiene en designarlo como el Templo del Sol, nombre que le fue dado por los españoles, quienes, en su búsqueda por El Dorado, veían templos del sol por todas partes. Además, sucedió
un hecho que ayudó a la consolidación del nombre: el incendio del templo en el año 1537, cuando dos de los soldados de Jiménez de Quesada entraron al recinto para hurtar las ofrendas que los indígenas guardaban allí, descuidando dos teas ardiendo recostadas en una de las paredes. En este parque museo, el investigador Eliécer Silva Celis reconstruyó esta edificación, destacando su monumentalidad, que junto a las demás casas recreadas, muestran la importancia y el rol de este máximo jefe religioso en la sociedad muisca.
Edificio principal del Museo Eliécer Silva Celis en Sogamoso. A. M. Groot -UN, 2013
Panorámica del sector con reconstrucciones en el Museo Eliécer Silva Celis en Sogamoso. A. M. Groot - UN, 2013
Monumento dedicado al cacique Sugamuxi. Museo Eliécer Silva Celis, Sogamoso. A. M. Groot - UN, 2013
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Parque Museo Arqueológico Monquirá - El Infiernito, Villa de Leyva En la vereda de Monquirá, al sur de Villa de Leyva, se encuentra el sitio arqueológico conocido como El Infiernito, el cual constituye un centro ceremonial cívico y religioso en el que se practicaba el culto al sol; lugar investigado durante varios años por Silva Celis a partir de la década de 1970. En él se encuentran las ruinas de un antiguo observatorio astronómico prehispánico y ha sido catalogado como un lugar de culto a la fertilidad, ya que dispersos por el lugar se encuentran grandes monolitos (bloques de piedra), algunos tallados en sus extremos que, según Silva Celis, representarían falos. Este parque fue fundado por el mencionado investigador y adscrito a la UPTC en el año 1980.
Monolitos. Parque Museo Monquirá - El Infiernito, Villa de Leyva. Diego Martínez Celis, 2013
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En el lugar se documentaron dos campos rectangulares con el alineamiento de columnas de piedra talladas, puestas en líneas paralelas y orientadas según el movimiento solar como si se tratara de un punto de observación astronómica o meteorológica. Estos conjuntos de columnas alineadas, paralelas y en dirección de oriente a occidente, producen un efecto de luz y sombra con los movimientos del sol, distinto en épocas de invierno y verano, lo que pudo permitir a sus creadores marcar periodos de tiempo según estaciones climáticas, y predecir temporadas de siembra y cosecha. También se registraron en la zona enterramientos humanos y varias ofrendas, muestras de una actividad ritual frecuente. Silva Celis, con base en algunos datos cronológicos que obtuvo, considera que el observatorio podría corresponder con la época de las comunidades Herrera, unos pocos siglos antes
Intervención y reconstrucción de tumba dolménica en predios del Parque Museo de Monquirá - El Infiernito. Diego Martínez Celis, 2013
Excavaciones arqueológicas en el sector principal de El Infiernito. Archivo Museo Eliécer Silva Celis.
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Plano del área arqueológica protegida del Parque Museo de Monquirá - El Infiernito, Villa de Leyva. Universidad Nacional de Colombia, 2013
de Cristo. No obstante, en estudios realizados recientemente por Langebaek, se corrobora una ocupación continua en la región del valle de Leyva por comunidades Herrera, del muisca temprano y del muisca tardío, pero, en relación con El Infiernito, se inclina a sugerir que el sitio fue ocupado al menos durante los períodos muisca temprano y muisca tardío. Este investigador discute la presencia de columnas megalíticas en El Infiernito y el contexto social y económico del período muisca temprano, interpretando que la monumentali-
Aspecto de los monolitos en el sector principal de El Infiernito. Archivo Museo Eliécer Silva Celis.
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dad de este lugar se relaciona cronológicamente con este período y “surge en el contexto de cacicazgos con un pobre dominio territorial y, quizá, un interés por dominar aspectos ideológicos, mas que de control económico”. Además agrega que el carácter de los monumentos, pareciera que no están orientados a “realzar el prestigio de individuos específicos”; se percibe la realización de un culto de carácter ante todo comunal (2001: 84-86). De una u otra manera, en el Parque Museo Arqueológico de Monquirá - El Infiernito, se concibe el espacio monumental lítico, como un lugar frecuentado por grupos humanos hace 2500 años aproximadamente, incorporando los datos cronológicos obtenidos por Silva Celis. Caracteriza a este sitio, entonces, una recurrencia en la realización de prácticas rituales a través del tiempo, las cuales hablan de la herencia de unas tradiciones que dejan aún en incógnito a los creadores del monumento.
Hacia dónde vamos Los vestigios arqueológicos son rastros, como pistas, que en el presente constituyen testimonios de formas de vida ya pasadas. Su valor radica en que a partir de ellos podemos recrear antiguas épocas, es como viajar en el tiempo para entender mejor cómo fue que sucedieron las cosas, los hechos y acontecimientos de nuestra historia. Es así como cada sitio y material arqueológico representan una muestra evidente del habitar un territorio por los pobladores prehispánicos. Los lugares mencionados, el Templo de Goranchacha, el Cercado Grande de los Santuarios en Tunja, el Templo del Sol en Sogamoso y El Observatorio Astronómico de El Infiernito en Villa de Leyva, constituidos hoy como parques museo, son espacios donde se recrea el pasado indígena de la región de Boyacá, los cuales, a su vez, son puntos de encuentro donde se puede dialogar en el presente sobre prácticas culturales, saberes, y tradiciones, en un acercamiento del hoy con ese pasado. La Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia tiene a su cargo un patrimonio arqueológico de singular valor, el cual amerita ser destacado y divulgado al interior de esta institución académica, y en instancias mayores de carácter regional y nacional. Es por ello, que es prioritario dar los pasos para que este patrimonio sea declarado Áreas Arqueológicas Protegidas del nivel nacional por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia, para garantizar su preservación, conservación y estudio. Este patrimonio es una fuente de historia, que contribuye a entender el presente de la región. Transcripción de la vista superior de una múcura muisca. Diego Martínez Celis, 2009
Templo del Sol en Sogamoso. Diego Martínez Celis, 2013
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Bibliografía
Hernández de Alba, G. 1937. “El templo de Goranchacha”. Revista de Indias 7: 10 -18 Langebaek, Carl H. 2001. Arqueología Regional en el valle de Leiva: proceso de ocupación humana en una región de los Andes orientales de Colombia, Informes Arqueológicos. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Rodríguez, J. V. 2011. Los Chibchas: hijos del sol, la luna y los Andes. Orígenes de su diversidad. Bogotá: IDU – Universidad Nacional de Colombia. Silva Celis, E. 1945. “Sobre Antropología Chibcha”. Bogotá, Boletín Arqueológico, 1 (6). 531 -552 Silva Celis, E. 1981. “Investigaciones Arqueológicas en Villa de Leiva”. Boletín Museo del Oro, Año 4, enero-abril, pp. 1-8
Contactos Sede Central, Tunja Museo Arqueológico de Tunja. Primer piso Biblioteca Central. Tunja, Boyacá, Colombia Tel. (8) 7405626 Ext. 2411 / museo.arqueologico@uptc.edu.co
Museo Eliécer Silva Celis, Sogamoso Calle 9A No. 6-45 Sogamoso, Boyacá, Colombia Tel. (8) 7703122 museo.suamox@uptc.edu.co
Monquirá - El Infiernito, Villa de Leyva Vereda Monquirá. K. 6 desde Villa de Leyva. Villa de Leyva, Boyacá, Colombia Tel. (8) 7703122 / Cel. 3102356079 / 3138209093 museo.villadeleyva@uptc.edu.co
Red de Museos UPTC
Transcripción de la cenefa interior de una copa muisca. Diego Martínez Celis, 2009
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Cu
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Plan de Manejo
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Arqueológico
1 Valoración cultural del patrimonio arqueológico de los Parques Museo
2 Los Parques Museo Arqueológicos
3 Reformulación del Plan de Manejo Arqueológico
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