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«La oración es el vehículo de los fluidos espirituales más poderosos, que es considerada un bálsamo de salubridad para las heridas del alma y del cuerpo. Atrae todos los seres hacia Dios y, de cierta manera, hace salir al alma de ese estado letárgico en que se encuentra cuando se olvida de los deberes para con nuestro Creador. Hecha con fe, provoca en los que la oyen el deseo de imitar a los que oran, porque el ejemplo y la palabra también llevan fluidos magnéticos de gran fuerza». (Revista Espírita- Febrero, 1866 - El Naufragio de Borysthène).
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Yvonne A. Pereira, médium, teje la oración con avidez sublime: «(…) Por singular y pequeñita que se irradie de un corazón sincero, adquiere potencias grandiosas, capaces de esparcirse por el infinito hasta alcanzar el seno amabilísimo del Eterno. Una corriente suntuosa de valores psíquicos se establece entre el ser que ora y las entidades celestes incumbidas de la asistencia espiritual de los hombres y de los Espíritus vacilantes e inferiores. Se favorece la telepatía, que no es más que la comunicación mental de un ser con otro ser, atravesando abismos siderales …» (En las Vorágines del Pecado. Espíritu: Charles. 2ª edición. FEB)
El educador, André Luiz, Espíritu, así define: «(…) El trabajo de la oración es más importante de lo que se puede imaginar en el círculo de los encarnados. No hay oración sin respuesta. Y la oración, hija del Amor, no es solamente súplica. Es la comunión entre el Creador y sus hijos, constituyendo, así, el más poderoso influjo magnético que conocemos. Cabe apuntar, (…) la súplica maléfica cuenta, igualmente, con enorme potencial de influencia. Siempre que el espíritu se pone en esta actitud mental, establece un lazo de correspondencia entre él y el más allá. Si la oración traduce actividades del bien divino, venga de donde venga, se encamina hacia el más allá en sentido vertical, buscando las bendiciones de la Vida Superior, correspondiéndonos advertir que los malos responden a los planos inferiores, entremezclándose mentalmente unos a los otros. Entretanto, es razonable destacar que todas las oraciones impersonales dirigidas a las fuerzas superiores del bien, de ellas reciben respuesta inmediata en nombre de Dios. Sobre los que oran en deberes benditos fluyen, de las esferas más altas, los elementos-fuerza que vitalizan nuestro mundo interior, edificándonos las esperanzas divinas, y se exteriorizan, enseguida, contagiados de nuestro magnetismo personal, en el intenso deseo de servir con el Señor» (Los Mensajeros. Médium: Francisco Cândido Xavier. FEB, 26ª edición).
Del mismo autor espiritual: «Cada oración, tanto como cada emisión de fuerza, se caracteriza por determinado potencial de frecuencia, y todos estamos rodeados por inteligencias capaces de sintonizar con nuestra súplica, como estaciones receptoras» (Entre la Tierra y el Cielo. Médium: Francisco Cândido Xavier. FEB, 5ª edición).
En este sentido, el venerado Bezerra de Menezes elucida: «(…) no siempre una oración es real, solamente cuando se dirijan exhortaciones a Dios o a sus mensajeros, en el intuito de la oración. Una lectura edificante, Portada del libro Entre la Tierra y el Cielo,Entre la Tierra y el Cielo, Editora IDE Médium: Francisco Cândido Xavier.Cândido Xavier.
que ennoblezca la mente, pensamientos altruistas y benévolos a favor del prójimo o de sí mismo podrán repercutir en los fluidos cósmicos, encaminándose para los altos círculos del Bien, y acarreando al corazón que así procede, como para aquellos que se quedan en pie, considerables estímulos para lo mejor, tal como haría la oración». (Dramas de la Obsesión. Médium: Ivonne A. Pereira. FEB, 8ª edición).
Empleando la lógica, Allan Kardec profundiza aún más el fascinante tema: «No cabe duda, hay leyes naturales e inmutables que Dios no puede anular según los caprichos de cada uno. No obstante, creer que todas las circunstancias de la vida están sometidas a la fatalidad, la distancia es grande. Si así fuera, el hombre seria solamente un instrumento pasivo, sin libre albedrío y sin iniciativa. En esta hipótesis, solamente le cabría curvar la frente ante los golpes del destino, sin procurar evitarlos; no debería esquivar los peligros. Dios no le concedió el entendimiento y la inteligencia para que no los utilizara; la voluntad para no querer; la actividad para caer en la inactividad. El hombre siendo libre de actuar, en uno u otro sentido, tiene para si mismo y para los demás, consecuencias subordinadas a sus decisiones. En virtud de su iniciativa, hay acontecimientos que se escapan forzosamente a la fatalidad, y que ni por eso destruyen la armonía de las leyes universales, de la misma manera que el avance o el retraso de las agujas de un reloj no destruye la ley del movimiento, que regula el mecanismo del aparato. Entonces, Dios puede atender a ciertos pedidos sin derogar la inmutabilidad de las leyes que rigen el conjunto, dependiendo siempre de Su voluntad». (El Evangelio Según el Espiritismo, Allan Kardec, Capítulo XXVII, ítem 6. editora: LAKE - Librería Allan Kardec Editora. Traducción: J. Herculano Pires).
Lectura diaria, «Ventura de la Oración» es el bello y dadivoso mensaje de San Agustín, con el cual terminamos, destacando el siguiente extracto: «(...) ¡Marchad, marchad por los caminos de la oración, y orad la voz de los Ángeles! ¡Qué armonía! No son más los ruidos confusos y las voces crujientes de la Tierra. Son las liras de los Arcanos, las voces dulces y tiernas de los Serafines, más leves que las brisas de la mañana, cuando juegan en los ramajes de vuestras arboledas. ¡Entonces con alegría marcha! Su lenguaje terreno jamás podrá expresar esa ventura, que nos impregna por todos los poros, tan viva y refrescante es la fuente en que bebemos a través de la oración. ¡Dulces voces, perfumes embriagadores, que el alma oye y aspira, cuando lanza por la oración a esas esferas desconocidas y habitadas! Son divinas todas las aspiraciones, cuando libres de los deseos carnales. Usted también, como Cristo, ore, cargando su cruz para el Gólgota, para su Calvario. Llévela, y sentirá las dulces emociones que le pasaban por el alma, aunque cargase la madera infamante.» (El Evangelio Según el Espiritismo, Allan Kardec, capítulo XXVII, ítem 23. editora: LAKE - Librería Allan Kardec Editora. Traducción: J. Herculano Pires).
João Carlos Fredo Transcrito del site www.universoespirita.org.br
Protoplasma. sm. Biol. Toda la sustancia o mezcla de sustancias en la que se manifiesta la vida en sus características de metabolismo, reproducción e irritabilidad. Metabolismo. sm. 1.Fisiol. Conjunto de fenómenos de producción de energía y de destrucción de la materia viva (protoplasma) con liberación de energía de la constitución química de la materia viva, a costa de los alimentos incorporados en la célula, y con producción de las sustancias que de ella salen. 2.Conjunto de procesos fisiológicos y químicos por los cuales se mantiene la vida en el organismo.
Reproducción. sf. Acto o efecto de reproducirse.
«No cabe duda, hay leyes naturales e inmutables que Dios no puede anular según los caprichos de cada uno. No obstante, creer que todas las circunstancias de la vida estén sometidas a la fatalidad, la distancia es grande.»