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CUARESM A AÑO

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DEL ÉXODO A L A PASCUA M I C A M I N A R D I A RI O D U R A NTE L A C UA RES M A

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AUTOR n Padre Frank P. DeSiano, CSP El padre Frank DeSiano, CSP, conocido conferenciante y autor, es presidente de Paulist Evangelization Ministries. Varios de sus libros, que incluyen ¿Por qué no considerar convertirse a católico? están disponibles en www.pemdc.org.

EDITOR GENERAL n Padre Kenneth Boyack, CSP EDITORA DEL INGLÉS n Paula Minaert TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL n Marina A. Herrera, Ph.D. DISEÑO Y MAQUETACIÓN n Pensaré Design Group, LTD IMAGEN DE LA TAPA n © ictor / iStockphoto.com Nihil obstat: P. Christopher Begg, S.T.D., Ph.D., Censor Deputatus.

Imprimatur: Reverendísimo Barry C. Knestout, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Washington, 20 de marzo de 2013.

El nihil obstat y el imprimatur son declaraciones oficiales de que un libro o panfleto está libre de errores doctrinales o de moral. No implican de forma alguna que quienes han otorgado el nihil obstat y el imprimatur están de acuerdo con el contenido, las opiniones o declaraciones expresadas.

Copyright © 2013 de Paulist Evangelization Ministries. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este folleto puede ser reproducida o transmitida en ninguna forma o medio, ya sea electrónico, mecánico, fotocopia, grabación, o por ningún sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso del propietario de los derechos.

Las lecturas para la misa del domingo han sido tomadas del Leccionario I © 1976 Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia del Episcopado Mexicano. Todos los derechos reservados. Se usan con permiso.

Otras referencias bíblicas son tomadas de la Biblia Latinoamérica © 1972, Ramón Ricciardi y Bernardo Hurault, Sociedad Bíblica Católica Internacional.

Se usan con permiso.

Las selecciones de la misa se han tomado del Misal Romano © 2006, Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

Todos los derechos reservados. Se usan con permiso.

Publicado por Paulist Evangelization Ministries 3031 Fourth Street, NE, Washington, DC 20017 www.pemdc.org

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Del Éxodo a la Pascua MI CAMINAR DIARIO DURANTE LA CUARESMA

PA D R E F R A N K P. D E S I A N O, C S P

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Introducción Cada año, durante el Triduo Pascual, la Iglesia proclama solemnemente el misterio de la fe cristiana –la muerte y Resurrección de Jesús– para los fieles y para el mundo.

Podíamos pensar en la Cuaresma como un periodo independiente de cuarenta días durante el cual los fieles se identifican explícitamente con el proceso de conversión y se vuelven a vincular con su Bautismo. Nos llaman la atención las vestimentas moradas, la ausencia del aleluya y del Gloria, la llamada al ayuno y a la penitencia. Sin embargo la Iglesia llama a los fieles a algo más.

La Cuaresma culmina en la Pascua, en la gozosa Resurrección de Jesús de entre los muertos.

La Cuaresma dura cuarenta días, sin embargo la Pascua dura cincuenta. La Pascua no termina con el Domingo de Pascua, sino que se prolonga hasta Pentecostés. Y la Cuaresma en realidad tiene sentido como parte de este extenso periodo. Cuando vivimos la experiencia de los noventa días completos, celebramos la plenitud del Misterio Pascual, la Pasión, muerte y Resurrección de Jesucristo.

El ciclo de las Escrituras que tenemos este año, el Año A, presenta algunas de las lecturas más importantes del Evangelio según San Juan, las cuales han ayudado a la Iglesia desde sus comienzos a reflexionar sobre conversión, renovación y esperanza. Anticipan la vida del discípulo en el Espíritu Santo, los dones del perdón, la visión espiritual y la nueva vida en Cristo.

La Cuaresma, con sus lecturas bíblicas y prácticas espirituales especiales, ofrece una magnífica oportunidad para renovar la mente y el corazón en Cristo. Cada semana de Cuaresma, este devocionario ayudará a orientar el corazón del creyente para la siguiente 2

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celebración dominical. Al igual que cada semana nos orienta hacia el domingo, la suma de los domingos nos orientará hacia la gloria de la Pascua y más allá, a los Cincuenta Días y la fiesta de Pentecostés. La reflexión de cada día destaca un aspecto de la misa o de las Escrituras del siguiente domingo. Por lo tanto, nos ayuda a vincular la disciplina diaria de la Cuaresma al panorama general de nuestra identidad con Jesús, nuestro caminar con los que se están uniendo a la Iglesia, nuestra expectativa de la Pascua y la celebración del Espíritu Santo. Esta práctica espiritual diaria desarrolla en el lector un hábito que se puede utilizar durante todo el año para vivir la semana en anticipación a la celebración dominical de la Eucaristía. Esas celebraciones dominicales nos orientarán por sí mismas a una visión más amplia de nuestra vida católica, a cómo hemos sido llamados a ser discípulos con el fin de compartir la fe en esta vida, y a tener vida plena para siempre.

En las páginas de los seis sábados de Cuaresma, ofrecemos una lista de las lecturas para la misa del domingo siguiente. Por ejemplo, las lecturas del Primer Domingo de Cuaresma en la página 15 aparecen así:

LECTURAS DEL 1O DOMINGO DE CUARESMA Génesis 2,7-9; 3,1-7; Salmo 51,3-4.5-6a.12-14.17; Romanos 5,12-19; Mateo 4,1-11 RESPONSO AL SALMO: Misericordia, Señor, hemos pecado.

Planea leer y rezar con estas lecturas en algún momento durante la semana mientras te preparas para la misa dominical. Muchos católicos han adoptado esta práctica como parte de sus devociones espirituales semanales, y encuentran que nutre su alma. Pide al Espíritu Santo que te guíe para hacerla un hábito del corazón.

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Lunes ¿Con qué frecuencia hacen la Señal de la Cruz los católicos? ¿Con qué frecuencia tocamos los cuatro puntos de nuestro cuerpo que marcan este signo, y también recitamos las palabras que oímos tan a menudo y que comienzan cada celebración de la misa? “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén”.

REFLEXIÓN Piensa para qué sirve un nombre. Nos permite tener contacto personal con los demás. Cuando sabes el nombre de alguien puedes tratar a esa persona y llamar su atención. Piensa en lo importante que es para alguien tener su nombre en la puerta de la oficina. Es una señal de reconocimiento de los compañeros de trabajo, y un punto de referencia para la comunicación.

Piensa, también, en la frecuencia con la que la gente intercambia tarjetas de visita o, quizás hoy aún más, direcciones electrónicas o etiquetas de Facebook, como una manera de mantenerse en contacto o compartir información importante.

Los nombres suelen apuntar a las cosas concretas o a las personas.

Un nombre me permite tener una relación con una persona o controlar un elemento. En el derecho, la medicina o la ciencia, la mitad del trabajo consiste en aprender los términos que utilizan los profesionales para nombrar las cosas.

Pero Dios no es una cosa o un objeto a nuestro alcance. Tampoco es una persona en la forma en que los humanos lo son. Entonces, ¿cómo podemos nombrar a Dios? ¿Y qué efecto tiene en nuestra vida un nombre para Dios?

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Para los creyentes, Dios es el que nos da los nombres divinos. En Éxodo 3 Dios se aparece a Moisés en la zarza ardiente. “Yo soy”, Dios dice a Moisés, dando así a las cuatro letras del nombre de Dios, YHVH, el nombre que los judíos consideran tan sagrado que ni siquiera lo pronuncian.

Los cristianos creemos que tenemos nombres de Dios que vienen de la revelación única de Jesucristo: lo que él nos enseñó acerca de Dios. Él, el Hijo revela al Padre y envía el Espíritu. Cuando nos santiguamos, o rezamos en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu, expresamos el tipo de contacto nuevo e íntimo con Dios que Jesús hizo posible para nosotros.

En Jesús conocemos a Dios más plenamente, es por eso que podemos invocar a Dios como Padre, Hijo y Espíritu. Nos convertimos en parte de la relación entre las tres Personas de la Trinidad, que Jesús nos reveló.

PREGUNTA ¿Cuántas veces al día invocas a Dios como la Trinidad del Padre, Hijo y Espíritu?

ACCIÓN Pasa diez minutos reflexionando en Dios como Padre, Hijo y Espíritu. Trata de sentir el poder relacional de estas palabras: Dios más allá de nosotros, Dios fuera de nosotros, Dios que mora en nosotros.

ORACIÓN Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora, y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

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Martes ¿Has notado alguna vez los gestos en la misa, los más importantes, los que hacemos con nuestro cuerpo? Ciertamente, los visitantes no católicos ven que la congregación está sentada un momento, de pie el siguiente y arrodillándose en otro. A menudo, sin embargo, los católicos nos movemos sin pensar en lo que hacemos.

Pero, ¿qué significan los gestos?

REFLEXIÓN Uno de nuestros impulsos básicos como católicos es arrodillarnos para afirmar la presencia real de Jesucristo en el pan y el vino consagrados. Cuando entramos en la iglesia, sabemos que el Santísimo Sacramento, la presencia de Jesús en el pan consagrado, está reservado en el sagrario. Cuando pasamos delante del sagrario nos enseñaron a hacer una genuflexión o una inclinación profunda (ver Catecismo de la Iglesia Católica, 1378). También nos podemos arrodillar en adoración y oración. Nos arrodillamos durante una parte de la Plegaria Eucarística, y en la invitación a recibir la Comunión. Arrodillarse denota humildad y demuestra respeto ante la sobrecogedora presencia de Dios. Arrodillarse es un acto de admiración. Sabemos lo tímidos que seríamos si nos reuniéramos con el presidente de Estados Unidos o un personaje famoso. ¿Cuánto más nos afecta la presencia de Dios?

Los católicos también pasamos mucho tiempo sentados durante la misa. Es más que un tiempo para relajarse. Más bien, sentarse es la actitud de un alumno o de quien recibe algo importante. En las Escrituras leemos que los discípulos estaban “recostados” con Jesús a la mesa, Jesús les hizo sentir relajados y los trató como amigos particulares. “Ya no los llamaré siervos”, Jesús les dice: “Los llamaré amigos” (Juan 15,15). Sentarse en la iglesia es más que “quitarse un 6

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peso de encima”. Es un gesto de recepción íntima de todo lo que el Señor nos da, como María, sentada a los pies de Jesús (Lucas 10,39).

En otros momentos nos ponemos de pie, postura clásica de las tradiciones cristianas y judías. Al principio, a medida que avanzamos hacia la Colecta –la oración de apertura- nos levantamos como señal de que estamos en atención, a ser “todo oídos”, y alertas. Nos ponemos de pie para las tres oraciones solemnes de la misa: la oración colecta, la oración sobre las ofrendas y la oración después de la Comunión, porque nos dirigimos a Dios como un solo cuerpo, con las palabras del sacerdote. Estamos de pie durante el Credo y las intercesiones, proclamando los misterios de nuestra fe e intercediendo por las necesidades de todo el pueblo. Para el Padre Nuestro también nos ponemos de pie para pedir la venida del Reino de Dios. Y estamos de pie desde la Oración después de la Comunión hasta el final de la misa, porque somos enviados al mundo. Los israelitas (con “las sandalias en los pies”) comieron la Pascua de pie (Éxodo 12,11) como una señal de estar preparados.

Sobrecogimiento, apertura, preparación: nuestros cuerpos expresan esto tanto como las palabras que usamos.

PREGUNTA ¿Cómo te afecta la secuencia de movimientos en la misa? ¿Facilitan tu oración? ¿Cómo?

ACCIÓN Presta atención a todos los movimientos que tú y tus compañeros de culto hacen juntos este domingo en la misa.

ORACIÓN Ayúdame a entregarme, a ti, Señor, en cuerpo y alma, en el gesto y la palabra, para que pueda escucharte con más claridad, seguirte con más facilidad, y contemplarte más plenamente. Amén.

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Miércoles de Ceniza Aunque la práctica se está extendiendo hacia otras iglesias cristianas, la gente en general identifica la recepción de la ceniza con los católicos. Este día se ve a políticos, escolares y otros con manchas de ceniza en la frente. ¿A qué nos llaman las cenizas?

REFLEXIÓN Una de las oraciones que el celebrante puede decir sobre el pueblo el lunes es la siguiente: “Ilumina la mente de tu pueblo, Señor, te rogamos, con la luz de tu gloria, para que vean lo que hay que hacer y tener la fuerza para hacer lo que es correcto. Por Jesucristo, nuestro Señor”.

Hay muchas imágenes para representar el pecado, pero no solemos imaginarlo como una especie de ceguera, un oscurecimiento de la vista. ¿Puede ser que cuando el pecado entró en el mundo, una de sus funciones fuera oscurecer la visión humana, cubrir los ojos con capas que nos impiden ver a Dios, y vernos los unos a los otros? ¿Es posible que el perdón pueda parecer como la restauración de la vista? ¿La capacidad de ver claramente otra vez? ¿La oportunidad de deshacerse de las distorsiones que con tanta frecuencia nublan cómo nos vemos a nosotros mismos?

Recibimos cenizas hoy como señal de nuestra disposición a entrar en este tiempo penitencial con humildad y con profunda fe en que Dios renovará nuestra mente y corazón por su gracia.

La Cuaresma es un periodo de iluminación y aclaración para aprender a ver con los ojos de Cristo.

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Nuestras cenizas, por tanto, representan este período temporal de oscuridad, este tiempo de ayuno y arrepentimiento al que nos sometemos para ir más allá de la contrición a una nueva visión, una nueva forma de vernos a nosotros mismos y a Dios.

Llevamos cenizas como señal de que, aunque nuestra visión puede estar oscurecida, Dios nos llevará de la oscuridad a una luz nueva y brillante.

PREGUNTA Si pensamos en el pecado como una especie de ceguera, como capas de telas sobre los ojos, ¿qué capas te gustaría que fueran removidas de tus ojos? ¿Cuáles son las cosas que oscurecen la imagen de ti mismo y de Dios? ¿Qué es lo que más distorsiona tu visión espiritual?

ACCIÓN Dedica unos momentos a tratar de arrojar luz sobre ese aspecto de tus pecados que tiendes a negar más. ¿Por qué mantenerlo oculto? ¿Qué puede revelar la luz de Dios?

ORACIÓN “Creo, ¡pero ayuda mi poca fe!” (Marcos 9,24). Recita esta frase diez veces lentamente, comprometiéndote a una conversión más profunda en esta Cuaresma.

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Jueves El Edén. El Paraíso terrenal. El jardín de nuestros sueños, nuestras esperanzas, nuestro pasado. El jardín que captura muchos de nuestros ideales. El jardín del que nuestros primeros padres fueron expulsados. El Edén, un paraíso perdido.

REFLEXIÓN La primera lectura de este domingo que viene nos llevará a nuestros orígenes, a la historia de nuestra creación, con nuestros primeros padres, Adán (el Hombre) y la Mujer que fue moldeada del hombre e igual a él. Vamos a escuchar a la serpiente susu­rrando mucho más que palabras dulces al oído de la mujer.

Vamos a ver cómo empieza a sugerir dudas, cómo crecen las dudas y cómo la mujer y el hombre comen del fruto prohibido.

Esta historia está tan llena de símbolos que podemos llegar a sentirnos abrumados por ellos. ¿Qué significa una serpiente que habla? ¿Por qué es tan seductora la tentación que ofrece la serpiente? ¿Qué inclina la balanza, para que la mujer escoja? ¿Qué significa descubrir que uno está desnudo?

Uno de nuestros mayores errores sería pensar que todo esto sucedió hace mucho tiempo, en un pasado mítico. El relato en Génesis ocurre todo en el pasado, pero en realidad no pone el pecado de Adán, miles o decenas de miles o incluso cientos de miles de años atrás.

Más bien, la historia habla de todo el tiempo humano, sobre la forma en que todos los humanos tienden a responder a Dios, y sobre el pecado que nos acecha en nosotros, afectando nuestra relación con Dios desde el principio. Es más que historia -es 10

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nuestra biografía. Adán es toda la humanidad, todos nosotros.

El Hombre y la Mujer toman de la fruta porque, a pesar de todo lo que han recibido, sienten que de alguna manera no es suficiente. En lugar de poner su seguridad en el Dios que les dio el ser, misteriosamente, del polvo y la nada, quieren asegurar su jugada, tratando de garantizar su propia seguridad. En lugar de aceptar el amor que está en el origen de su existencia, optan por la sospecha y la duda. En lugar de poner a Dios en primer lugar, ponen sus ilusiones en sí mismos. ¿Suena familiar?

PREGUNTA ¿Cuál crees es la mayor tentación a la que los humanos tienen que enfrentarse?

ACCIÓN Lee un periódico o sitio de noticias en Internet. Trata de identificar una tentación común presente en las noticias.

ORACIÓN Señor, fortaléceme cuando me sienta tentado de no confiar en ti, acuérdame que no tengo adónde ir para depositar mi confianza.

Cuando pienso que puedo ser mi propio dios, acuérdame que estoy haciendo un ídolo de mí mismo. Cuando escuche las seducciones de mis delirios, lléname, Señor, con tu verdad.

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Viernes “Estábamos hablando en latín hoy”, le dice un niño a otro. “¿Dónde?”. El niño responde: “En la iglesia, en la misa”. “¿Verdad?”, dice el segundo niño: “¿Qué dijiste?”. ”Dijimos algo así como kirie eleison”. El segundo niño estaba impresionado: “Uao”, dijo.

REFLEXIÓN En realidad, las palabras del acto penitencial, el Kyrie eleison, no son del latín sino del griego. No es importante saber eso, salvo que nos recuerda que en Roma la liturgia se hacía originalmente en griego. Esta frase, sin embargo, no es algo que quedó de aquellos primeros tiempos, sino que fue importada más tarde del rito oriental al rito latino. A algunos hoy en día les gusta el latín por que suera “clásico”, aunque no entiendan ni una palabra. Si el latín suena clásico, ¡cuánto más el griego!

El Acto penitencial puede decirse en griego o en español: “Señor, ten piedad”. Forma parte de los ritos iniciales de la misa, que son como los umbrales o dinteles, se pasa a través de ellos, dejando las distracciones de todos los días para presentarse ante Dios.

Las palabras salen del impulso más profundo de los creyentes: un hondo sentimiento de no ser dignos de estar en la presencia del Señor. Rogar por misericordia ayuda a orientarnos hacia la santidad de Dios.

La frase se repite, a menudo tres veces. Sirve, pues, como una letanía, una serie de oraciones similares repetidas varias veces con el fin de reforzar los sentimientos detrás de la oración. Algunas letanías utilizadas en la Iglesia, como la Letanía de los Santos (que se canta en las ordenaciones sacerdotales o en los bautismos), puede continuar durante un tiempo. La letanía al comienzo de 12

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la misa no dura mucho, pero sirve como un clamor salido del corazón de la congregación suplicando misericordia y perdón.

La frase Kyrie eleison se utilizó durante los primeros siglos en las Iglesias de Oriente, a menudo para acompañar las procesiones y otros servicios sagrados. Apareció por primera vez en la liturgia de Occidente probablemente en el siglo V. Cuando la decimos o cantamos hoy nos unimos a un coro de creyentes, a lo largo de los siglos, de Oriente hasta Occidente Seguimos diciendo: “Señor, ten piedad”, no porque pensemos que el Señor no tendrá misericordia. Más bien, es para que no nos olvidemos de que el Señor tiene misericordia de nosotros de muchas formas, y de cuánto la necesitamos

PREGUNTA ¿Cuánta atención prestas a la petición de perdón de los pecados en el inicio de la Misa?

ACCIÓN Piensa durante este tiempo de Cuaresma en alguien que tal vez se sienta apartado o distante del Señor. Durante las semanas de Cuaresma, trata de acercarte con tacto y bondad a esta persona, con la esperanza de una vez más reconectarla con Cristo.

ORACIÓN Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Kyrie eleison.

Tú que has venido a llamar a los pecadores: Christe eleison.

Tú que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros: Kyrie eleison. (Del Acto Penitencial en la misa)

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Sábado Muchas personas del Este o del Medio Oeste de Estados Unidos nunca han visto un desierto. La primera vez que visitan un estado como Arizona, simplemente se sorprenden. El vacío y la belleza austera los deja sin palabras.

REFLEXIÓN En la lectura del Evangelio de mañana nos encontramos con Jesús en el desierto, siendo tentado por Satanás. ¿Qué hace Jesús allí?, podríamos preguntar. ¿Por qué deja los lagos y colinas de Galilea para ir a una región tan árida?

El desierto juega un papel especial en la imaginación judía antigua. Dios sacó a los israelitas del desierto en el Éxodo, en la huida de Egipto. Allí los alimentó, les dio agua y los guió con una columna de nubes durante el día y una de fuego en la noche. Allí recibieron los Diez Mandamientos y Dios hizo una Alianza con ellos.

Allí, también, los israelitas se quejaron, no confiaron en Dios, exigieron cosas a Moisés, e incluso hicieron el famoso becerro de oro como imagen de Dios, en violación de su primer mandamiento.

Las tentaciones que Satanás pone delante de Jesús reflejan, en formas resumidas, las tentaciones de los hijos de Israel unos 1200 años atrás. Es como si las cosas empezaron con mal pie entre Dios y el pueblo elegido, y ahora estén siendo rectificadas.

Jesús, rechazando cualquier cosa para sí mismo y manteniendo a Dios en el centro de su visión, rechaza las sugerencias de Satanás y por lo tanto compensa las quejas y dudas del pueblo elegido.

Cuando escuchamos las palabras de Jesús: “¡Retírate, Satanás!, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo servirás” 14

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(Mateo 4,10), estamos escuchando una voz que surge de un corazón totalmente fijo en Dios. Es la forma en que se supone debe haber sido desde el principio.

Jesús es tentado en nuestro nombre. Una vez hecho el trabajo pesado, Jesús pregunta si nosotros podemos asumir su mirada fija.

PREGUNTA Cuando estás solo, ¿en qué piensas, qué tentaciones te acechan?

ACCIÓN Trata de resumir las tentaciones que consideras más persistentes y profundas en tu vida, aquellas que te inducen a probar alguna alternativa que no sea la de seguir a Dios.

ORACIÓN [Padre santo,]... misericordiosamente estableciste / este tiempo especial de gracia / para que tus hijos busquen de nuevo / la pureza del corazón / y así, libres de todo afecto desordenado,/ de tal manera se apliquen / a las realidades transitorias,/ que más bien pongan su corazón / en las que duran para siempre./ Por eso, con los ángeles y los arcángeles / y con todos los coros celestiales, / cantamos sin cesar el himno de tu gloria./ Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del universo... (Del Prefacio de Cuaresma II)

LECTURAS DEL 1O DOMINGO DE CUARESMA Génesis 2,7-9; 3,1-7; Salmo 51,3-4.5-6a.12-14.17; Romanos 5,12-19; Mateo 4,1-11 RESPONSO AL SALMO: Misericordia, Señor, hemos pecado.

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