EDITORIAL
la imperiosa necesidad de materializar
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El diagnóstico que podemos hacer respecto al modelo neoliberal y sus lógicas mercantiles en la sociedad entera y particularmente en la educación es archiconocido. Son cientos los libros, columnas, opiniones, etc., los que emergen desde decenas de sectores críticos de la sociedad y que nos dicen una y otra vez que este debe cambiar o destruirse (o por favor autodestruirse). No obstante, sin importar el sudor que intelectuales y activistas gastan en analizar el modelo y en proyectar nuevos horizontes, este no se detiene y tiende a fortalecerse. ¿Acaso no es curioso? Nos preguntamos. Pues sí lo es, mas no podemos ser espectadores o espectadoras de la degradación social e individual a la que invita el consumismo y la mala educación. Como futuros educadores y educadoras, no consideramos que nos corresponda fomentar la lasciva pasividad de los y las estudiantes frente a los procesos históricos intervenidos por el capital, sino que al contrario, nos la jugamos por querer entregar las herramientas necesarias para contemplar el mundo con mirada crítica y con vocación transformadora de realidad. Sin embargo, ya que hemos visto con nuestros propios ojos que lo que se nos entrega está corrompido por la desidia y la vejez, se nos hace (lamentablemente quizás) necesario el acto de proveernos de nuestra propia educación y construir nuestras propias herramientas. De seguro no somos los primeros ni los últimos en enarbolar este tipo de discursos, pero ya que somos integrantes de una nueva generación empoderada y con conciencia crítica de estudiantes de pedagogía, somos los más indicados para concretar las transformaciones en la realidad educativa y social. La imperiosa necesidad de materializar los verdaderos cambios en educación está en la conciencia de esta generación, no obstante, para que los cambios ocurran es necesario trabajo y dedicación. Contamos con ello y con que el apoyo de quienes deseen cambiar la educación tal como la conocemos están unidos en esta cruzada. Queremos también agradecer a quienes nos ayudaron y colaboraron con esta idea y publicación, en especial al Foro por la Educación y a la Federación de Estudiantes del Pedagógico 2013. ¡Buena Suerte! Equipo Editor Alianza Pedagógica Nacional
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primer congreso bienal
Vamos a construir un nuevo perfĂl docente con perspectiva crĂtica
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del movimiento estudiantil al movimiento de educadores. DE LA PROTESTA A LA ACCIÓN PEDAGÓGICA No obstante el esfuerzo demostrado por las y los estudiantes del país en la exigencia de una educación digna, de calidad y gratuita, las autoridades del gobierno de turno no han sido capaces de estar a la altura de la discusión pues al parecer no comprenden la dimensión del problema que se les presenta. Sin embargo, faltaríamos a la verdad si no se plantea sobre la misma que como estudiantes tampoco hemos sido lo suficientemente astutos como para quebrantar la lógica sobre educación que tradicionalmente ha impuesto el Estado post-dictatorial. Efectivamente, tras las movilizaciones de cada año ha quedado una consigna reconocible en la memoria ciudadana: “Educación gratuita, pública y de calidad”, pero esa oración es hoy día más bien una formulación retórica que una cruzada activa. El Estado ha logrado cooptar las exigencias de las y los estudiantes y las ha adaptado a su lenguaje economicista, camuflando la problemática con soluciones crediticias y campañas de becas por televisión,
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además de ocupando sus típicas cifras entendibles solo para su cúmulo de “expertos” tecnocráticos y antipedagógicos. Lo que no hacen las autoridades es tomar lo que es realmente importante en esta materia, que es preocuparse por la educación en cuanto a lo que es: el acto de educar. En consecuencia, como estudiantes nos hemos propuesto llevar la disputa por la educación a una nueva dimensión activa, la acción intelectual, crítica, propositiva y de cambio. Consideramos que para transformar nuestra educación se requiere necesariamente de la capacidad de disputar activamente los espacios educativos al proyecto ideológico neoliberal de la educación hoy imperante. En este sentido, el educar en tanto propuesta ideológica, se vuelve necesariamente un acto político. De esta manera, nuestra profesión se convierte en una trinchera que considera que la mejor manera de contribuir al movimiento social es el desarrollo de propuestas pedagógicas que se planteen desde un enfoque crítico contra-hegemónico, y que a la vez sean hábiles de forjar y materializar un proyecto pedagógico sólido y capaz de tensionar el modelo educativo tradicional. Evidentemente, la tarea no es fácil. El currículum estrecho y el cansancio permanente al que son sometidos maestras y maestros hacen pensar en abortar la misión de inmediato, mas como futuros docentes no es aceptable tirar la toalla tan tempranamente, ni como estudiantes empoderados, no es aceptable inclinarse frente a un modelo obsoleto de educación. Confiamos en que nuestra juventud y nuestra creatividad, además de la disposición estudiantil por aprender cosas nuevas harán que todo esto adquiera sentido y compromiso.
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DESCIFRANDO UN NUEVO ROL DOCENTE CRÍTICO. TRANSGREDIENDO LOS LÍMITES DE LO COTIDIANO El rol docente es hoy día un rol específico y objetivado por el Sistema Neoliberal dedicado a la “industria de la educación”. De este modo, el rol docente está dominado casi en plenitud por un mandato relacionado con el cumplimiento de una serie de requisitos que van desde la devoción a los “Planes y Programas” y la obtención de excelentes resultados en el SIMCE y la PSU. Pues si esto se mira desde un punto de vista tecnocrático, es obvio pensar que esto es justamente lo que hay que hacer en educación: Encontrar una serie de estándares, compararlos, hacerlos competir y pensar en que cuando los números son azules, hay educación de calidad, brillante. Pero los que estamos aquí escribiendo no consideramos que ese sea el único camino disponible para quien quiera realizarse profesionalmente como docente, pues creemos que el rol que juega el profesorado es mucho más rico que poner notitas y hacer como que enseña mientras se esperan los resultados. Solo un puñado se atreve a transgredir los límites de lo predeterminado para buscar una educación digna de un pueblo que se levanta en la lucha por sus derechos, mientras que la gran mayoría al parecer sufren por no poder cumplir con todos los CMO ni con todos los AE, etc. Sentimos que es altamente contradictorio el predicar el “motín en la sala” cuando se tienen los “Planes y Programas del Gobierno” bajo el brazo, obedeciendo de forma ciega a la institucionalidad. Sostenemos, por el contrario, que el rol docente es el de ampliar los horizontes que entrega la oficialidad, transgrediendo los límites que tradicionalmente se han impuesto y así no ser solamente un mero reproductor de contenidos. Claramente, luego de varios años de lucha por la educación, el rol docente que se lleva a la práctica en el modelo vigente es añejo. Planteamos que él y la docente no deben responsabilizarse solo de la ejecución de sus clases, sino que también de ser un actor importante a la hora de construir comunidad escolar. El rol docente es el de educar a la comunidad considerando los factores que rodean la realidad de esta, mejorando los vínculos que hay entre ella y dotándola de sentido e identidad, por lo que, como un portador de conocimiento, él y la docente están situados
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en una posición estratégica para la creación de poder popular. Instamos en este punto en la necesidad de fortalecer los trabajos territoriales para la promoción del diálogo y la cooperación con la comunidad, mientras que él y la profesora pueden situarse como un legítimo gestor comunitario. Además, él y la docente están capacitados para investigar y darle connotación intelectual a los problemas que la sociedad aqueja, por lo que sería absurdo que dentro del rol docente no se favorezca la problematización de los conflictos a escala local, regional, nacional y mundial, mientras que se duerme en los laureles del libro de clases y el texto de estudio. El rol de las y los profesores es el de facilitar las herramientas y los métodos de aprendizaje a los estudiantes y la comunidad en general, con miras a construir sujetos críticos dentro de la sociedad y no meros agentes sin argumentos dentro del sistema. En términos pedagógicos, situamos al profesor como un individuo más dentro de la comunidad, por lo que debe aprovechar al máximo su facultad dialogante en el quehacer de la comunidad educativa. En ese sentido, él y la docente deben constituirse como un igual que aporta con sus conocimientos y habilidades dentro de una comunidad que también desea aprender y desarrollar métodos de aprendizaje legítimos. Así, no hay que olvidar que el profesor no es necesariamente quien conoce todos y cada uno de los detalles de su disciplina, sino que eventualmente también puede apoyarse en la habilidad que la misma comunidad escolar puede proveer para el desarrollo de aprendizajes significativos. Si cada uno de los integrantes de la comunidad educativa conoce su rol, pueden incluso visualizarse instancias de organización horizontal que vayan disputando la verticalidad clásica de la institución escolar. Finalmente, creemos que la labor docente es una que debe concientizarse de su rol desde que elige profesionalizar la tarea de educar, y no de repente cuando los actores de la educación se encuentran de golpe tras largos años de Universidad. El estudiante de pedagogía es uno que particularmente debe entender que su mundo laboral es pilar de la sociedad, por lo que no debe perder oportunidad de desarrollarse didáctica y organizacionalmente. Por su parte, debe estar atento a que la educación es un medio hostil, pues la arremetida que precariza el quehacer docente proviene de todas los ángulos. Como en la Matrix corresponde la decisión es como tomar la píldora roja o la azul, la opción del y de la docente es la de elegir hacerse cargo de la realidad y ser un profesional luchador y comprometido con la educación de la comunidad en su conjunto, o bien despertar todos los días sin que nada pase y ser un mero botón dentro del engranaje tecnocrático.
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Una nueva educación, una nueva comunidad. Los pilares de un nuevo proyecto educativo.
A continuación se presentan las ideas que tenemos para construir un nuevo proyecto educativo, que se configura desde la comunidad misma. Esperamos estas líneas sirvan para continuar con la discusión, no son las resoluciones de los grandes intelectuales del momento dando los pasos a seguir, si no la palabra de estudiantes que queremos ser distintos para transformar el mundo. Y aunque sabemos que nuestras palabras no son las finales, exigimos ser tomados en serio. Estamos aquí para disputar la educación. Definir la educación que queremos, es necesariamente un acto de imaginación en el actual momento histórico. Proponer un nuevo modelo educativo es sin duda un acto arriesgado y confuso. Es plantear aquello que no ha sido vivido, es superar la resignación histórica conformista y prestarse a configurar un proyecto nuevo, que sin duda se asienta en experiencias educativas históricas que nos han servido de aliento y de observación. Educar es un acto social que se aloja en un momento histórico, en un contexto y en un tiempo. Cuando se critica la educación se está criticando la sociedad. Cuando se pretende construir una mejor educación, se pretende construir una mejor sociedad. Es por ello, que definir una es definir la otra. Hemos salido a las calles gritando, escribiendo, aclamando lo que no queremos. La ciudadanía desde el 2006 ha comenzado a tomar conciencia y a hacer parte en su seno las demandas estudiantiles. Es momento pues, de señalar y comenzar a conformar el camino difícil de trazar de aquello que sí queremos. Superar el peticionismo para proponer. Proponer significa haber tomado conciencia de nuestra capacidad creadora, de nuestro potencial constructor, pero también significa proponer no “ir a proponer”. Significa sin lugar a dudas proponernos a nosotros mismos, como sujetos iguales y dialogantes transformarnos y transformar nuestra realidad. Lo que aquí escribimos, no pretende “ir a ser propuesto a nadie” sino ser impulsado, desde, para y por nuestras comunidades. Un buen lugar de comienzo para transformar algo es partir desde lo que tenemos, desde lo que “es” y “está siendo” para que pueda llegar a “ser” otra cosa. En este sentido, nos es importante señalar que una de nuestras opciones para generar otra educación es nunca dejar de tensionar
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a la escuela tradicional e intentar desde ella irla transformando de diversas maneras. Ello es porque, por un lado, para muchas y muchos de nosotros será nuestro lugar de trabajo, y por lo tanto, un lugar desde donde comenzar las transformaciones que sean necesarias para que tanto nuestras/os estudiantes y como nosotras/os podamos tener condiciones idóneas para desarrollar procesos de aprendizajes liberadores, transformadores y anclados a nuestras propias realidades; pero también por otro lado, porque es ahí donde se encuentra la mayor cantidad de estudiantes, por lo tanto, un espacio idóneo para reproducir el sistema capitalista, y por ello, uno de los principales espacios de disputa para construir otra sociedad. Nos parece necesario que una educación transformadora tenga dentro de sus horizontes la formación integral del ser humano y principalmente centrada en él, dado a que son múltiples las dimensiones de la vida que nos atraviesan y a que debemos ser las personas lo principal dentro de cualquier proceso educativo, a diferencia de cómo se plantea la actual educación, en donde busca especializarnos en áreas específicas y centrada en el desarrollo de “habilidades” o “competencias” que apuntan a insertarnos de mejor manera en el mercado laboral, en vez de formarnos integralmente en función de nuestros intereses y necesidades comunitarias reales para contribuir a los procesos de transformación social. Creemos que no sólo es necesaria la formación integral del ser humano para que las personas puedan ser actores importantes en la construcción de su propia realidad, sino que además ello debe ir acompañado de una formación que les haga tener una postura crítica ante ella para que efectivamente pueda tener una posición desde la cual le permita ir construyendo y transformando su entorno comunitariamente. Como educadoras y educadores, nos parece que hay un elemento “olvidado” -u “ocultado”- en las discusiones sobre educación y es la importancia de descolonizar la escuela. Vemos que a través de los actuales criterios de “calidad”, del currículum oculto y oficial, las pruebas de estandarización y las políticas educativas importadas desde el extranjero, nos hace tener un sistema educativo diseñado a los moldes requeridos por los países “desarrollados” del norte. A partir de ello, creemos que construir una escuela posicionada desde nuestro SUR, que reconozca nuestras historias y realidades como sudamericanos, que tenga una perspectiva anclada en nuestra Latinoamérica, que recoja los saberes de nuestra gente además de las propuestas educativas desde aquí impulsada para poder desarrollarlas, y que nos permita (re)conocernos a nosotras/os y nuestras diversidades, es fundamental para saber quiénes hemos sido y quiénes estamos siendo, y desde ahí poder contribuir a los procesos de transformación social con una perspectiva latinoamericana.
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En este sentido, hemos sido claras/os en que, reconociendo al actual sistema educacional como una herramienta de dominación y opresión al ser impuesto para mantener el sistema capitalista que no hace más que reproducir las injusticias sociales y silenciarnos, proponemos una educación desde las personas y para la liberación, es decir, una educación que parta desde nosotras y nosotros, desde nuestras realidades, y comunitariamente irla construyendo con el fin de que nadie nos imponga nada, sino que sea una construcción colectiva, resultada del fomentar la crítica en nuestras/os estudiantes y de su cuestionamiento a la realidad. Es por ello que creemos que un proyecto educativo con estas características debe necesariamente ser construido desde las comunidades educativas, donde sean integrados/as las/os estudiantes, sus familias, las/ os trabajadoras/es de la educación y los actores que ellas/os consideren relevantes para tal fin. Es sólo en la construcción comunitaria del proyecto educativo, y no impuesto desde la figura estatal, en donde se genera una educación pertinente que considere los sueños, intereses y necesidades de la población que pueda permitir contribuir a construir una sociedad verdaderamente democrática, participativa y justa. A causa de lo anterior, se hace necesaria la integración total de todos los actores educativos, valorar la diversidad de las culturas y etnias, así también como los diversos contextos en los que se enmarcarán los proyectos educativos nacidos desde las comunidades, y a partir de allí hacerlos dialogar en todos sus sentidos, a modo de llegar a consensos que permitan ir construyendo un sistema educativo a nivel nacional, siempre diverso. A partir de aquí es que planteaos que una educación con estas características es una educación territorializada, es decir que es apropiada por las comunidades educativas en su conjunto, donde cada persona tenga reales posibilidades de decir su opinión, construida en espacios donde predomine
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el diálogo y la horizontalidad en las relaciones entre sus participantes, o en otras palabras, en donde predomine el control comunitario de la educación. Creemos que construir proyectos educativos desde las comunidades, y no para ellas, es lo que hace de la educación un proceso comprometido con sus diversas realidades y pueda aportar a mejorar sus condiciones. En definitiva, creemos que es la territorialización de la educación en las comunidades lo que hace de ella una educación pertinente y contextualizada a las diferentes realidades. Entendemos desde estos planteamientos entonces, que una educación territorializada o bajo control comunitario, nacida desde las comunidades y que reconozca sus particularidades y diversidades, se opone a la estandarización u homogenización de la educación, del mismo modo que se opone a las evaluaciones uniformes que no consideran las características propias de las/os estudiantes ni del territorio, por lo que se propone generar evaluaciones variadas con criterios definidos desde las comunidades mismas, contribuyendo de esta manera a la territorialización del proceso de aprendizaje por parte de las personas a quienes va dirigido. Otro horizonte que debiera estar considerado en una educación para la liberación, es que debiera contribuir a percibir las nuevas formas de alienación que genera el sistema capitalista develando la ideología de mercado en nuestras experiencias cotidianas, ayudando a entender y dar comunitariamente soluciones efectivas a las demandas sociales que nos atraviesas, pudiendo así aportar a los procesos de transformación social. Es claro para nosotras/os como educadoras/es y trabajadoras/es de la educación que nuestra formación debiera estar acorde a estos planteamientos, formando docentes con herramientas suficientes para poder ir generando transformaciones desde dentro de las escuelas tradicionales,
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con propuestas educativas distintas a la educación oficial, que podamos actuar como un actor más dentro de la comunidad educativa, investigar el territorio donde trabajemos para contribuir a solucionar comunitariamente los problemas allí presentes, desarrollar procesos pedagógicos liberadores, que contribuyamos a construir sociedades cada vez más empoderadas y ser personas que aportemos a los procesos de transformación social. A pesar de ello, consideramos que desde un comienzo debiéramos estar alertas a no cometer el error de imponer planteamientos al entender que no existe una verdad absoluta, sino que dar propuestas para irlas construyendo colectivamente mediante el diálogo, el respeto y la horizontalidad, es decir, trabajadas de manera mancomunada. En este sentido consideramos que es importante desarrollar en las/os educandos las herramientas necesarias para poder llegar a ello, por lo que debiéramos generar procesos educativos que potencien sus habilidades a través de un trabajo interdisciplinario y colectivo, siendo facilitadoras/es de diversas formas de aprendizajes. Al entender la importancia del trabajo colectivo, nos oponemos los planteamientos que impulsan la meritocracia, la competencia y el progreso individual, como lo son, por ejemplo, cuando se dice que “queremos una educación en la cual tengamos una cancha pareja, donde cada cual, dependiendo de su esfuerzo, pueda alcanzar sus objetivos”, debido a: - Que consideramos que son engañosos al intentar hacernos entender que en nuestro país no hay desigualdades económicas, culturales, políticas y sociales que condicionan el desempeño de las personas en el sistema educativo y su lugar en el proceso productivo, es decir, el trabajo que desempeñan. - Creemos que la educación nunca es un proceso individual, sino que colectivo al desarrollarse en base a la relación entre personas, y que es mejor y se complementa cuando existe la colaboración por sobre la competencia.
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- Ello contribuye a generar una sociedad donde reina la desconfianza hacia a la otra persona, el que cada cual vele por sí mismo y la idea del éxito individual por sobre el colectivo, es decir, a destejer los lazos sociales, impidiendo de esta manera la creación de comunidades. - Al ser contradictorio con generar espacios de vida comunitaria, son factores que han contribuido a generar la violencia entre las/os estudiantes, entre ellas/os con las/os profesoras/es, e incluso entre éstas/os últimas/os. Es por eso, entre otras cosas, que creemos en la importancia de la construcción colectiva de los procesos educativos, de los objetivos a alcanzar, de lo que se requiere aprender y del modo en que lo queremos hacer, y como educadoras/es debiéramos tener una praxis consecuente con este modo comunitario de entender la educación. Lo que queremos es educación pública construida desde todas y todos, donde no haya exclusiones, pero que tampoco desconozcamos las diferencias de clases sociales, eliminando la “meritocracia” al efectivamente no tener la misma igualdad de oportunidades por causa de que vivimos en una sociedad capitalista, por lo que no nos basta una “educación pública, gratuita y de calidad”, sino que creemos en una educación pública construida desde las comunidades, que sea territorializada, que seamos todas las personas quienes definamos qué vamos a entender por una buena educación, que no nos segregue, que incluya nuestras identidades, cosmovisiones, intereses, sueños, esperanzas, necesidades y problemáticas para poder trabajarlas comunitariamente. Y finalmente, como sabemos lo ambicioso de nuestra propuesta, entendemos que todas las formas y propuestas que apunten a ello son válidas, ya sea dentro de la escuela tradicional, fuera de ella o construyendo alternativas que sean un puente entre lo formal y lo informal, pero que de algún modo debieran irse entremezclando desde las experiencias para irse fortaleciendo mutuamente, para ir fortaleciendo el control comunitario de la educación pública.
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manifiesto
Alianza pedag贸gica nacional
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palabras para un manifiesto
alianza pedagógica nacional Todo manifiesto comienza con declarar que estamos descontentos, que rechazamos nuestra realidad y exigimos la construcción de un algo distinto y opuesto, y hoy nosotros, estudiantes de pedagogía de distintas universidades de Chile, queremos decir justamente eso, por eso este es nuestro manifiesto. ¡Somos estudiantes de pedagogía! Y no queremos ser lo que nos dicen que tenemos que ser. Frente a una formación de máquinas inyectoras de conocimientos, hoy asumimos el compromiso de nuestra rebelión para ser aquello que creemos debe ser el docente. Un docente crítico, en permanente construcción. Se continúa un manifiesto declarando que somos parte de nuestro tiempo y de los anhelos de nuestra generación. Y aquí buscamos recogerlos, no para darles solución si no para decir que somos materias dispuesta para encontrarlas y construirlas en la realidad, que es el espacio que queremos disputar. La consigna que gritamos como jóvenes pingüinos, es lo que nos convoca, y nos reúne tal como en esos instantes en asamblea, para dar las palabras que aquí ponemos. Esperamos nos disculpen por recurrir a lo escrito, donde quien lee no nos puede responder. No es una traición a la asamblea, si no por el contrario un compromiso a convertir lo cotidiano en la asamblea de nuestras vidas. Nos declaramos primeramente iguales a quienes nos leen y esperamos escucharlos lo más pronto posible, para construir juntos la nueva educación. Un manifiesto idealmente tiene un diagnóstico de la realidad que vamos a cambiar, pero como la realidad es tan compleja y no pretendemos venir con verdades, solo recogemos aquí aquello que todos compartimos, un conocimiento desde la experiencia de ser estudiante tanto hoy como en otro tiempo. Esto es lo que nutre nuestro muy breve diagnóstico. Sabemos que la educación en Chile es pésima, que se ha dejado en
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manos de tecnócratas y estos la han puesto al servicio del mercado. Las consignas, los gritos, los carteles y lienzos dicen todo lo que tenemos que decir, son nuestro diagnóstico. Enumerar y explicar sus falencias no llevaría más tiempo del que se necesita para entender el problema, más de doce años en salas de clases vuelven experto a cualquiera. La educación de hoy sirve a otros, a los poderosos, y olvida que son los estudiantes quienes deben ser el centro, y la comunidad la guía, en el constante proceso de aprender-enseñar. Queremos construir entre todos una alternativa, una educación construida, definida, y defendida desde abajo, desde nosotros mismos como educadores y educandos. Cuyo fin sea nuestra liberación, la nuestra y la de los opresores. Para dejar el ser lo que otros quieren que se sea y empezar a ser lo que cada uno quiere ser, personas integras y libres. Esta alternativa desde abajo, es la construcción de nueva educación, que parte de entender la necesidad de una nueva práctica pedagógica que haga realidad una perspectiva crítica, que recoja la propuesta anticapitalista y de un fuerte sentido latinoamericano. Crítica para develar las relaciones sociales y del conocimiento en profundidad, a partir de problematizar las propias experiencias. Anticapitalista para reconstruir la relación innata entre el trabajo y el fruto de este, dando sentido al aprender a hacer, en cuanto lo hecho nos pertenece. Para dar libertad al conocimiento como construcción colectiva de la que nadie puede pretender propiedad ni exclusión de otro. Latinoamericana porque comprendemos que somos un pueblo y muchos pueblos, porque nos reconocemos como hermanos, fruto de una misma historia, víctimas de una misma explotación y compañeros de un mismo futuro construido fraternalmente. Llamamos a continuar la discusión y dar fuerza al trabajo. Estudiantes de Pedagogías y actores sociales involucrados en la educación, decimos es el momento de la unión que da la nueva fuerza en la lucha por alcanzar una nueva sociedad. La nueva pedagogía es nuestra propuesta y nuestro aporte. Aporte que solo estará completo cuando sea construido por todos quienes pueden y deben tomar las banderas de la pedagogía crítica para hacer de la realidad el lienzo sobre el cual el pueblo pintaremos nuestro futuro, desde nuestra propia autocomprensión y autonomía.
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nos proponemos
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