Abuela Sabedora Eufracia Herrera. Pueblo Uitoto

Abuela Eufracia contribución al enriquecimiento de la cultura ancestral de diversos pueblos indígenas

La Abuela Eufracia herrera, indígena y sabedora Uitoto reside en Bogotá hace mas de 20 años, en una ciudad que le ha brindado tanto obstáculos como oportunidades, trabaja tiempo completo en la transmisión y preservación de saber tradicional no solo a sus hijos y nietos nacidos acá, también a jóvenes estudiantes, curiosos de su cosmovisión y forma de entender el mundo.

La abuela mantiene vivas las prácticas y creencias que le enseño su madre y abuela en la comunidad. Usa la ambira y el tabaco como instrumentos de conexión del pensamiento y sentir con la palabra. Además, cuenta que con estos ingredientes se pueden hacer medicinas que curan muchas de las dolencias que acogen el cuerpo.

El canasto que originalmente guardaba los frutos recogidos en la selva amazonica, para lo cual fue tejido con fibras naturales, hoy guarda las manillas y collares que teje con dedicación.

Estos tejidos de alto contenido simbólico, hacen alusión a historias arraigadas a la cosmovisión Uitoto, entre los que destacan el origen de su pueblo, Monaure o estrella del amanecer, las pintas de la boa o la fertilización.

Todos los jueves en la tarde, dede hace mas de conco años, la abuela es la invitada principal de una actividad intercultural, interdisciplinar e intergeneracional que se realiza en el campus de la Universidad Nacional. Dispone con alegría del tiempo que le requiere desplazarse de su barrio ubicado en la localidad de San Cristóbal hasta Teusaquillo.

Aula viva o circulo de la palabra, dinamica que se realiza al aire libre en el campus, es un espacio que reúne jóvenes de diferentes escuelas y universidades de la Ciudad, familias, y abuelos sabedores de diversas comunidades y regiones desde hace ya cinco años, que busca generar dialogo en torno a vivencias personales y comunitarias, como aula ancestral no convencional y sin jerarquías de conocimiento.

La abuela inicia haciendo el fuego que calentara y armonizara la palabra más tarde. Un joven ayuda con el fin de aprender, pues hoy la mayoría de los jóvenes han perdido en gran medida el vínculo con la tierra, con el sembrar, el significado asociado a los organismos que componen nuestro entorno, a los fenomenos naturales, a las celebraciones de agradecomiento a la Madre Tierra.

Humildemente se comparte un poco de Kawana para refrescar la palabra, bebida tradicional de algunos pueblos amazónicos elaborada con pulpa de piña, semejante a la “compota”.

Simboliza el líquido amniótico donde se gesta la vida, de ahí su importancia en prácticas festivas y rituales, por su condición de creación de la vida.

Llega el momento álgido del día, estudiantes universitarios, profesionales de diversas carreras, madres e hijos escuchan atentos las historias de la abuela, ese jueves el tema fue educación propia. Ella da cuenta de los valores que se les inculca a los niños en su comunidad, el respeto por la naturaleza y como ella, heredera de tal tradición ha tratado de dar continuidad en sus hijos y nietos nacidos y criados en un entorno urbano, con otras realidades muy diferentes a las de su pueblo.

Al ser una dinámica de condición circular, todos tienen su momento de participación, su aporte que realizar, se genera respeto por la palabra. Mientras alguien está en su uso de la palabra, los demás escuchan atentos su relato a la espera de complementar esa palabra, y así se teje saber en comunidad.

Este tipo de encuentros evidencian una pequeña muestra del patrimonio inmaterial latente expresado en saber, en palabra, en medicina, en cultural material, en alimentos, en cantos y bailes. Es una forma de reconocer la riqueza cultural que tenemos como país, que está presente en esta gran ciudad que acoge personas de todos los rincones del país.