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El hombre más rico del mundo
from Héroes verdaderos
by Safeliz
Héroes Verdaderos
Michael era el hijo mediano de la familia King. Nació en Atlanta (Georgia, EE. UU.) y creció en una casa de trece habitaciones del mejor barrio negro de la ciudad. Después de su nacimiento, su padre le cambió el nombre por Martin Luther.
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Héroes Verdaderos
John era el segundo de seis hermanos. Cuando aún era un niño, hacía servicios domésticos para obtener algo de dinero. Después, vendió patatas, chucherías y pavos. Con veintitrés años, el robusto John inició su primer negocio y comenzó a prosperar. Trabajó duramente y, al cabo de diez años, ya había hecho su primer millón de dólares. Dedicaba al trabajo todas las horas que permanecía despierto, de manera que, a los cuarenta y tres años, dirigía la mayor empre- sa del mundo que dominaba la industria del petróleo, la Standard Oil Company. Pero John había llegado a ese punto con una carga tan grande de preocupaciones y estrés que estaba enfermo, triste y lleno de enemigos. Un conocido suyo dijo lo siguiente: «John tiene un aspecto horrible. Es el hom- bre más viejo que he visto nunca». Sus cabe- llos comenzaron a caer, después también sus pestañas, cejas y bigote. Se quedó sin nada de vello en el cuerpo. Tenía una enfermedad llamada alopecia del tipo más agresivo. Es- taba irreconocible y decían que parecía una momia. Cada semana ganaba un millón de dólares. ¡Es mucho dinero! Pero su estómago funcionaba tan mal que solo conseguía comer galletas con leche.
Alejado de las personas, John no tenía vida social. Cuando era absolutamente necesario salir, se ponía una peluca para disimular su fealdad.
John deseaba ser amado y no comprendía por qué era tan odiado. La gran cantidad de dinero que había acumulado no le propor- cionaba paz ni felicidad. En realidad, mien- tras buscaba proteger y controlar su riqueza, descubrió que ella lo estaba destruyendo. No conseguía dormir, comer o disfrutar de ningu- na cosa. Estaba tan desesperado y débil que se sentía como un niño que hubiera dedicado mucho tiempo para construir un castillo en la arena y veía cómo las olas deshacían todo su trabajo.
Las galletas que, malhumorado, John conseguía comer ya no mantenían su cuer- po debilitado. Viéndolo cada vez más del- gado y abatido, todos esperaban su muerte. El médico no le había dado ni siquiera un año más de vida y los periodistas ya tenían el borrador de su obituario guardado en sus archivos.
La familia King era cristiana. El padre era un respetado pastor de la Iglesia Bautista. Martin tenía una voz admirable y sus padres pensaron que llegaría a ser cantante. Él cantó con el coro de la iglesia en Atlanta en el estreno de la película Lo que el viento se llevó.
La esclavitud, abolida después de la Guerra de Secesión, era un triste episodio de la histo-