Manual de 茅tica socialista bolivariana Contribuci贸n al debate
Colectivo Gramsci
Manual de ética socialista bolivariana Colectivo Gramsci
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Demos a nuestra República una cuarta potestad cuyo dominio sea la infancia y el corazón de los hombres, el espíritu público, las buenas costumbres y la moral republicana. Bolívar
Hugo Chávez Frías Presidente de la República Bolivariana de Venezuela Mauricio Rodríguez Gelfenstein Ministro del Poder Popular para la Comunicación y la Información Alejandro Boscán Viceministro de Estrategia Comunicacional Elena Salcedo Viceministra de Gestión Comunicacional Roberto Malaver Director General de Difusión y Publicidad Gabriel González Director de Publicaciones José Daniel Cuevas Corrección, edición y diagramación Luis Cardozo Diseño y montaje
Impreso en la República Bolivariana de Venezuela. Depósito legal: lf87120103203679 Diciembre, 2010
S
ocialismo, la palabra más grave y noble, la palabra divina del vocabulario moral moderno (...). El socialismo no es para mí un vocabulario aprendido. Para mí socialismo es la palabra nueva, la palabra de comunión y de comunidad, la palabra eucarística que simboliza todas las virtudes novísimas y fecundas (...). Socialismo y humanidad son dos voces sinónimas, son dos gritos varios para una misma y suprema idea y, cuando se pronuncian con rigor y convicción, el Dios se hace carne y habita entre los hombres. Para mí socialismo es cultura. Y cultura es cultivo, construcción. Y cultivo y construcción son paz. El socialismo es el constructor de la gran paz sobre la tierra. El socialismo, antes que una necesidad económica, es un deber, una virtud, una moral, es la verdad científica, es la justicia. Hoy quien no sea socialista se halla moralmente obligado a explicar por qué no lo es o por qué no lo es sino en parte. El socialismo es una ciencia, no una utopía, y merced a él los problemas políticos actuales son susceptibles de solución, es la única esperanza abierta en política sobre el amplio mundo. José Ortega y Gasset
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evolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia, para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo. Fidel Castro
No me lo pidan Piden algunos que este asunto humano con nombres, apellidos y lamentos no lo trate en las hojas de mis libros, no le dé la escritura de mis versos: dicen que aquí murió la poesía, dicen algunos que no debo hacerlo: la verdad es que siento no agradarles, los saludo y les saco mi sombrero y los dejo viajando en el Parnaso como ratas alegres en el queso. Yo pertenezco a otra categoría y solo un hombre soy de carne y hueso, por eso si apalean a mi hermano con lo que tengo a mano lo defiendo y cada una de mis líneas llevan un peligro de pólvora o de hierro, que caerá sobre los inhumanos, sobre los crueles, sobre los soberbios. Pero el castigo de mi paz furiosa no amenaza a los pobres ni a los buenos: con mi lámpara busco a los que caen, alivio sus heridas y las cierro: y estos son los oficios del poeta del cantor y del picapedrero: debemos hacer algo en esta tierra porque en este planeta nos parieron y hay que arreglar las cosas de los hombres
porque no somos pájaros ni perros. Y bien, si canto a todos los que quiero, o cuando ataco todo lo que odio, la poesía quiere abandonar las esperanzas de mi manifiesto yo sigo con las tablas de mi ley acumulando estrellas y armamentos y en el duro deber americano no me importa una rosa más o menos: tengo un pacto de amor con la hermosura: tengo un pacto de sangre con mi pueblo. Pablo Neruda
Despabílate amor Bonjour buon giorno guten morgen, despabílate amor y toma nota, solo en el tercer mundo mueren cuarenta mil niños por día, en el plácido cielo despejado flotan los bombarderos y los buitres, cuatro millones tienen sida la codicia depila la amazonia. Buenos días good morning despabílate, en los ordenadores de la abuela ONU no caben más cadáveres de Ruanda los fundamentalistas degüellan a extranjeros, predica el papa contra los condones, Havelange estrangula a Maradona bonjour monsieur le maire forza Italia buon giorno guten morgen ernst junger opus dei buenos días good morning Hiroshima, despabílate amor que el horror amanece. Mario Benedetti
Presentaci贸n Introducci贸n Proleg贸menos
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PRESENTACIÓN
Presentación del Colectivo Gramsci Identificar al Colectivo Gramsci es una tarea harto difícil. La dificultad consiste en que ese colectivo quiere fundirse en el anonimato de la masa, y permanecer coadyuvando con la revolución, ajeno a protagonismos y presentaciones individuales e individualistas. ¿Manía de famosos realizados que prefieren la paz del interior (y lo interior) al “mundanal ruido” de la ciudad y la publicidad? ¿Atavismo de viejos izquierdistas que siempre perseguidos por los gobiernos anteriores, persisten en mantenerse alejados de todo gobierno, incluso del que sus luchas coadyuvaron a fundar? ¿Desdén por los centros de poder y el poder mismo? ¿Humildad del hombre-masa que escribe para la masa, fundiéndose en ella? ¿Desinterés por el copyright del izquierdista que elige el copyleft? ¿Desprecio de protagonismos, derechos de autor, honras y menciones públicas? El Colectivo Gramsci guarda silencio y se refugia en su noble “concha” de la inteligencia colectiva. Pues sabe que la inteligencia colectiva está diseminada en la masa anónima, y que quien aprende los secretos de la organización y se los guarda sin compartirlos es, más que un egoísta, un miserable. Quien se ha dedicado (y se dedica) denodada y silenciosamente a su pueblo, sin pedir nada a cambio, quiere que todos sepan de todo, y a esa obra se entrega sin reclamar lauros. En los pueblos y en los colectivos en general abundan individuos inteligentes, que abonan y aumentan la inteligencia de la totalidad, y tanto, que tales colectivos alimentados por esos adelantados, gracias a la unión de sus componentes llegan a disponer de una inteligencia superior al promedio del conocimiento de todos. Esto solo es posible cuando los más inteligentes y preparados en organización transmiten su saber a los que lo necesitan, conscientes de que lo individual se 17
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socializa y fortifica al compartirse. Saben los que más saben que los recalcitrantes son los que más necesitan saber, y que a ellos hay que dirigir especial atención. Saben también que no hay aprendizaje organizacional del colectivo sin la participación y dirección de por lo menos un individuo que introduzca el conocimiento en ese colectivo. Leamos la enseñanza de un experto en la materia: “El espíritu de la organización inteligente Las organizaciones solo aprenden a través de individuos que aprenden. El aprendizaje individual no garantiza el aprendizaje organizacional, pero no hay aprendizaje organizacional sin aprendizaje individual”.1 El Colectivo Gramsci conoce esta ley organizacional, de allí su nulo interés por identificar a sus individuos de número, que es númerus apertus (número abierto), no númerus clausus (número cerrado), pues es tan abierto que considera miembros suyos no solo a sus fundadores y sostenedores (innominados, por supuesto), sino a todos (númerus apertus) cuantos han colaborado en esta obra, revisándola, enriqueciéndola metodológicamente, limpiándola, ubicando las citas en docenas de libros y en Internet para ilustrar los preceptos, emitiendo y recibiendo llamadas y correos electrónicos y tipeándola. Incluso también son sus miembros los obreros que acarrearon cajas de libros entre Caracas, Clarines y Puerto La Cruz, y fueron a las librerías en pos de los textos necesarios para precisar las citas bibliográficas. Pensando en ellos, los trabajadores en general, el Colectivo Gramsci ha escrito este manual. Siendo todos los colaboradores miembros del Colectivo Gramsci, agradecerles sería como agradecerse a sí mismo.
Por ninguna parte aparece experto alguno que asuma tal tarea; se lee en la prensa mucho sobre el asunto, no pocos filósofos y escritores lo proponen, y todo mundo –con razón– se siente autorizado a opinar sobre el tema. Obviamente, es válido y necesario que todo mundo opine, porque se trata de la conducta de todos, muy especialmente (en este caso) de la conducta que debemos asumir para vivir en una sociedad que no conocemos; se trata de cómo vivir decentemente en la sociedad socialista soñada. Pero siempre ocurre que el sueño colectivo es diferente de la realidad, la cual no suele complacer totalmente a cada soñador, aún cuando todos compartan las mismas lecturas (que no por ello van a interpretar idénticamente) y militen en la misma organización (política, sindical, estudiantil, profesional, etc.). Por esta razón muchos se pierden en el sueño socialista desviándose del camino reivindicador de las grandes mayorías, y hasta oponiéndose acerbamente, solo porque el gobierno socialista, socializante, o socializador, no complace sus soñadas expectativas. Estos sujetos, en vez de colaborar para que se enmienden los inevitables errores del proyecto político de construir el socialismo, se convierten en sus enemigos declarados o embozados. El Colectivo Gramsci sabe que esta materia tan importante, dispersa y diseminada en muchísimos libros, es inaccesible al común, tanto por el lenguaje inextricable de los filósofos, como por el dinero que cuestan libros y talleres de aprendizaje. También sabe que aplicar y explicar la ética no es solo tarea de los dirigentes y del o los partidos políticos de la revolución. Por saber que la ética es trascendental, y debe ser accesible a todo mundo, ya que sin ética ninguna revolución avanza y hasta puede perecer, el Colectivo Gramsci está consciente de que tal tema, por profundo que sea (y lo es) no ha de quedarse en las solas manos de los filósofos. ¿Y cómo podría ser solo filosofía, si todos estamos obligados a actuar éticamente? ¿Y cómo podríamos actuar con ética si no sabemos qué cosa es? Por supuesto, todo el mundo sabe qué es moral, aunque no sepa nada de filosofía, todo mundo sabe pragmáticamente qué es lo bueno y qué es lo malo. Tampoco escapa al Colectivo Gramsci que el territorio de la ética, por ser área de filósofos, es peligrosamente movedizo, entre otras razones porque quien toque tal terreno corre el riesgo de parecer moralista, pacato, pedante e incluso ignorante. Esto es tan cierto que hasta los filósofos expertos en ética, también llamados eticistas,
¿Por qué el humilde y desconocido Colectivo Gramsci se ha atrevido a escribir este Manual de Ética? ¿Es cuestión solo propia de filósofos el estudio y la divulgación sistematizada de la ética y la moral? Una razón es porque, siendo tan necesario, nadie lo ha hecho durante los diez años que han transcurrido desde que comenzó la reestructuración de las instituciones republicanas, en 1999, con la Asamblea Nacional Constituyente y la nueva Constitución (única aprobada por el pueblo en toda su historia). 1. Senge, Peter. La quinta disciplina: El art y la práctica de la organización abierta al aprendizaje. p. 179.
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filósofos morales, corren el riesgo de que algunos de sus colegas los califiquen de ignorantes. Léase lo que afirma R.M. Hare, uno de los más famosos filósofos morales de estos tiempos, en su libro Ordenando la ética:
Por qué una ética de la ideología socialista La gran masa tiene que expresarse a través de individuos y pequeños grupos de individuos que forman una minoría, que en su rol de funcionarios, como ejecutores de los mandatos y esperanzas de esa gran mayoría anónima, debe dar respuesta a sus ingentes y agobiantes problemas. Surge entonces una complicación muy grande cuando los representantes no cumplen cabalmente su papel y esa masa silenciosa tiene que sufrirlos, a menudo por un tiempo insoportablemente largo. Es aquí donde y cuando se hace urgente y necesaria la ética socialista, la ética que debe manejar todo el que aspire a llevar adelante un proyecto revolucionario novedoso que –como todo sueño colectivo– plantea la necesidad de que los soñadores se pongan de acuerdo, tanto para nombrar a sus representantes como para instrumentar los recursos contralores, exigirles pureza, y hasta revocar sus mandatos cuando traicionen a la masa. Por lo demás, el rol contralor de la masa puede funcionar fácilmente si se organiza en colectivos inteligentes que no se dejen arrebatar por los administradores de lo público el poder protagónico del pueblo. Puede y debe perseguirse, encarcelar y echar de los espacios de poder a los dirigentes cuyo boato es visible, que gastan más de lo que permiten sus sueldos y recursos anteriores a sus cargos (con la excepción de quienes adquirieron bienes antes de ser funcionarios, bien por su trabajo honrado o por ser herederos, etc.). “Revolucionarios” de ese jaez abundan en todos los proyectos socialistas. La Unión Soviética los padeció y tuvo también sus nuevos ricos descarados, que se daban la gran vida mientras un considerable sector del pueblo perecía de hambre, dado el cerco económico a que estaba sometida aquella revolución (como todas las revoluciones). En efecto, se lee en una biografía de Antonio Gramsci lo siguiente:
Ofrezco esta taxonomía de teorías éticas a todos aquellos que se hallan perdidos en el laberinto moral, entre los cuales están muchos de mis colegas filósofos. Al igual que aquéllos que disertan pomposamente sobre cuestiones morales en los medios de comunicación, estos colegas filósofos están perdidos porque no disponen de un mapa del laberinto. Mi libro se propone justamente ofrecer ese mapa.2
Pero ocurre que este filósofo ofrece un “mapa” no poco laberíntico a sus colegas, a quienes considera “perdidos en el laberinto” de los estudios éticos. Con mayor razón, sin pretender meterse a filósofo, el humilde Colectivo Gramsci insiste en que la ética, igual que la política, no debe ser materia solo de especialistas, pues la ética como asignatura filosófica se ha hecho más y más laberíntica gracias a los expertos; cada día los expertos en ética saben más –como dijo don Simón de los europeos–, pero la ética es cada vez menos conocida y acatada. Si los expertos en ética fuesen menos pretenciosos, comprenderían que mientras más se enredan ellos en su “laberinto moral”, más se desmorona la moralidad en todos los espacios, sin que haya filósofo que valga. Razón tenía Marx al decir que los filósofos, en vez de explicar el mundo, deberían ocuparse en transformarlo. El Colectivo Gramsci sabe que este humilde texto puede servir a ese propósito: transformar en buenos socialistas a los que quieran cumplir los preceptos que aquí se enseñan. No se trata, pues, de hacer filosofía, sino de inducir la conducta de lo bueno a todo el que quiera ser mejor. Por ello el Colectivo Gramsci se ha atrevido a escribir este Manual de Ética Socialista Bolivariana, convencido de que puede ser útil, inclusive allende las fronteras venezolanas.
2. Hare, Richard M. Ordenando la ética. Una clasificación de las teorías éticas. p. IX.
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A finales de 1923, multitudes de trabajadores permanecían en el desempleo o conocían niveles de vida inferiores a los de antes de la guerra, mientras los cada vez más abundantes nuevos ricos… festejaban con champaña y caviar los grandes lucros que disfrutaban… A la sombra de la miseria popular y de la creciente acumulación capitalista se abatía también el Partido Bolchevique, crecientemente controlado por la vasta casta de burócratas que obedecía incondicionalmente a sus superiores.3 3. Maestri, Mario y Luigi Candreva. Antonio Gramsci. Vida y obra de um comunista revolucionario. p. 142.
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Si tal situación se vivió en aquella revolución de hecho, que barrió inmediatamente con el viejo régimen jurídico y económico, y que además ocurrió a principios del siglo XX, cuando no se habían corrompido los ciudadanos hasta los extremos que se observan ahora, no es de extrañar que padezca tales males una revolución pacífica, que mantiene el mismo sistema de derecho y se desarrolla dentro de un estado capitalista. El Colectivo Gramsci conoce tal peligro y quiere contribuir a conjurarlo, coadyuvando con el papel de bandeirante [en portugués, el que lleva la bandera (como dirían los citados autores brasileños)] del presidente Chávez. Sabe el Colectivo Gramsci que abatir las antiguas estructuras implica también derribar el viejo derecho, superestructura que, en lo fundamental, sigue y seguirá rigiendo, aún por un tiempo considerable, el statu quo social y económico que sustenta el actual estado de derecho. Esto es así porque el derecho no cambia la economía, sino al contrario, es la economía la que determina el sistema jurídico. En la medida en que vayamos incorporándonos a una economía socialista, en esa misma medida iremos cambiando el derecho, subsistiendo, por supuesto, lo que es eterno en esta ciencia social. En la medida en que vayamos cambiando el derecho para empujar la economía socialista en ciernes, en esa medida también coadyuvaremos en la construcción socialista que soñamos. Es un proceso de retroalimentación en el que la estructura siempre definirá a la superestructura. Es el proceso psicológico de mentalidad y estructura, en el que una empuja a la otra: La mente concibe la estructura y la construye, y ésta aguza la mentalidad y la mejora. Tal proceso psicosocial no puede avanzar sin ética. Este plan de trabajo ideológico no puede quedar solo en manos del gobierno, ni de las fuerzas políticas que lo apoyan. Es un proyecto de todos, un proyecto del pueblo para el pueblo.
se podrá instaurar el socialismo. Esta doctrina, que es pacífica (dentro de la paz que cabe en la lucha de clases), no tiene porqué encarnarse en manifestación de odio de una clase contra la otra, pues de lo que se trata es de las justas reivindicaciones de los oprimidos, que no siempre se logran pacíficamente, concitando irremediables actos de violencia. Hay que procurar que esa violencia no se generalice, porque entonces pasaríamos de la guerra mediática (declarada por los enemigos del proyecto político-económico socialista) a la guerra de las armas. El Colectivo Gramsci aporta esta herramienta de paz para orientar a los revolucionarios en esta etapa de transición entre el ancien régime (viejo régimen) de todas las repúblicas anteriores y el nuevo régimen, que debe ser cada vez más ético, acorde con lo que todos los buenos seres soñamos como la República Socialista Bolivariana de Venezuela. Sabemos que es un sueño posible, que atiende al deseo de construir la patria grande, un deseo y un sueño evidentemente colectivo, solo que ese colectivo debe actuar con sus conductores a la cabeza. Decimos conductores, en plural, porque plural es el reto, plural es el soñar, plural tiene que ser el hacer. Cada ciudadano debe aprender ese hacer colectivo, y actuar en el grupo o grupos sociales donde le corresponda: sea en los planteles, lugares de trabajo, instituciones republicanas, empresas, sindicatos, consejos comunales, comunas y, por supuesto, en los partidos y otros colectivos socialistas. Y todo ciudadano debe saber que cada sociedad crea y consagra la ideología dominante, así como insta a repudiar determinados modelos ideológicos. Esto ocurre porque la sociedad es eminentemente una escuela ideológica. Según sea la sociedad así será su ideología dominante. Entonces la ideología se enseña, como se enseña ciencias; idénticamente se enseña la moral, empezando por el hogar y los lugares de estudio, siguiendo por los actos, el lenguaje culto e inculto y hasta por los gestos y la publicidad, máxime en un mundo en el que –pese a que casi todos saben leer– son muy pocos los que leen, y de estos, menor es el número de los que leen libros para su crecimiento moral y político. Al respecto, Lenin enseñó:
¿Puede realizarse pacíficamente el sueño de una sociedad socialista? La sociedad cambia constantemente, aunque no lo percibamos, y estos cambios son generados, entre otras fuerzas, fundamentalmente por la economía. Mientras los grandes medios de producción estén manejados por intereses privados, ajenos y opuestos a los intereses populares, no 22
Puesto que ni hablar se puede de una ideología independiente, elaborada por las propias masas obreras en el curso mismo de su movimiento, el problema se plantea solamente así: ideología burguesa o ideología socialista. No hay término medio (pues la humanidad no ha elaborado ninguna tercera ideología y además, 23
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en general, en la sociedad desgarrada por las contradicciones de clase, nunca puede existir una ideología al margen de las clases ni por encima de las clases). Por eso, todo lo que sea rebajar la ideología socialista, todo lo que sea separarse de ella significa fortalecer la ideología burguesa.4
La filósofa española Victoria Camps, en el prólogo al libro Historia de la ética (concebido y compilado por ella), la define así: Siendo la ética la reflexión sobre las costumbres o las formas de vida de los pueblos, es también, aunque no exclusivamente, un discurso sobre la acción política. Pero siempre un discurso valorativo de las costumbres o de la acción, nunca una simple descripción de lo que ocurre o lo que es. Parece justo, pues, calificar en general de “ética” a aquellas ideas que, ya hablen de la polis, de la sociedad o del individuo, acaban siendo, en último término, una investigación sobre el deber ser. Ética ha sido y sigue siendo para los filósofos el análisis reflexivo sobre los modos y las normas de la conducta humana. Independientemente de que luego se quiera distinguir –como ya hiciera Kant– entre la política real y la política que debiera ser, es decir, entre la política y la ética.5
¿Qué es ética? ¿Qué es moral? Semejanzas y diferencias Ética es la rama de la filosofía que estudia los contenidos de la moral. Nace del impulso creador interno, que proviene de la formación moral del sujeto que decide regir su vida por principios, actuar correctamente, basado en un código de valores que se resume en la honestidad. La ética nace de la moral –que es interna– y se realiza en las relaciones del sujeto con su mundo circundante, en el que lo interno coincide con lo general y lo abstracto. Luego, la ética es general y abstracta. En cuanto al punto de coincidencia o unión de lo interno (las pulsiones morales del sujeto) con lo general (el colectivo o colectivos donde se desenvuelve el sujeto), la ética es generalizada, porque se rige por mandatos, principios, preceptos, deberes, codificados en un sistema moral que la constituye y que –se reitera– tiene carácter general, aplicable a todo el grupo. El punto de unión o coincidencia de lo interno con lo abstracto se refiere a que la ética es abstracta por su carácter espiritual, porque nace de lo interno, para materializarse en actos de conducta, que como tales son externos. Como la ética trata de contenidos morales, estos deben ser enseñados desde la infancia. Desgraciadamente es numerosísimo el contingente de infelices a quienes el deshumanizado capitalismo niega tan urgente y necesaria enseñanza temprana. A quien no aprendió valores en la infancia le será más difícil aprenderlos después. Pero como los valores morales son indispensables para la felicidad colectiva, la ética socialista impone emprender urgentemente esta magna tarea ideológica. El conjunto disciplinario de los valores morales constituye el objeto de la ética, que es hija de la moral, sin la cual quedaría vacía de su contenido filosófico. La ética es, pues, la moral hecha filosofía, la filosofía práctica, la filosofía moral, que no obstante tal rango intelectual, es accesible a todo ser pensante y actuante, porque se manifiesta en el deber ser, en lo que debe realizar todo individuo para mantenerse en la buena conducta.
Semejanzas entre ética y moral Los vocablos ética y moral nacieron con idéntico significado en dos lenguas y países distintos. Ética: Deriva de la palabra griega éthos. Este vocablo denota conducta, comportamiento, forma de vida de individuos en su grupo social. Otra acepción de esta palabra griega equivale a establo, cuadra, guarida, entendiéndose como lugar seguro y protegido, una metáfora de lo que es la ética en el corazón del ser humano, porque resguarda moralmente a quien se rige por sus mandamientos; es como decir que la persona ética mora en la virtud, que es su refugio seguro contra el peligro de la deshonestidad. De esta voz se deriva otra también griega: Ithiká (ética), que es la rama de la filosofía que estudia los valores morales. Es también
4. Ilich, Vladimir. ¿Qué Hacer? pp. 60-61.
5. Camps, Victoria. Historia de la ética. p. 11.
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Alimentados con tales ideas filosóficas, los socialistas debemos trabajar para que la ética sea “la política que debiera ser”, como propuso Kant. El socialista Marx lo dijo más claro: La filosofía debe servir no solo para explicar el mundo, sino para transformarlo. El buen socialista sabe que la realización de la ética socialista consiste en moralizar al mundo, en lo interno del individuo y lo externo de las relaciones interpersonales y en la administración de las instituciones, tanto públicas como privadas.
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un conjunto de reglas y principios morales que regulan la actividad humana. Del griego, esta palabra Ithiká pasó al latín como ethica, con el mismo significado. Moral: deriva de la voz latina moralis, que proviene de mos (también latina). Ambas se refieren a las costumbres o a las reglas de conducta, a los valores, a la conciencia y al estado de ánimo o disponibilidad para hacer. Ejemplo: “El Colectivo Gramsci tiene la moral alta”. Equivale a ética, con la peculiaridad de que ética es una rama de la filosofía, que desde hace varios siglos se ha venido denominando filosofía moral. Como puede observarse, las voces ética y moral tienen significados comunes, similares, en las respectivas lenguas a que pertenecen. Pero con el tiempo fueron siendo diferenciadas, precisamente por los filósofos, quienes han hecho la distinción escogiendo para designar la filosofía moral a la palabra de la civilización que se destacó por su saber filosófico (Grecia). Esto es sumamente importante, porque las palabras –como todo lo vivo– cambian con el tiempo. Ambas culturas antiguas se enriquecieron una con la otra. Grecia aportó a Roma la filosofía y Roma a Grecia el derecho, y las dos han enseñado esas disciplinas al mundo. Cuando un griego decía ethos, o ithiká, estaba expresando el mismo concepto que un romano al decir mos, moralis y ethica. Así lo dejó escrito Cicerón, insigne abogado, jurisconsulto y político romano, quien vivió hasta el año 43 a. C. Leámoslo: “Puesto que se refiere a las costumbres, que los griegos llamaban éthos, nosotros [los romanos] solemos llamar así esta parte de la filosofía de las costumbres, pero conviene enriquecer la lengua latina y llamarla moral (moralis)”.6 En conclusión, en el lenguaje común moral y ética son similares. Por ello, usarlas a la vez, unidas por la conjunción copulativa y, es redundar. Lo correcto es usar uno u otro de esos vocablos. Otra similitud entre ambas palabras son sus derivados: de moral se derivan moralina y moraleja, que significan lo siguiente: según el DRAE, moralina es moralidad inoportuna, superficial o falsa. La moralina es la moralita, la moral diminuta del necio. Moraleja es lección o enseñanza que se deduce de un cuento, fábula, ejemplo, anécdota, etc.
Ética no dispone de un diminutivo derivado directamente de la palabra matriz, como moralina deriva peyorativamente de moral. Etiqueta (del francés etiquette), es una palabra que se aproxima a ética, cual derivación diminutiva. Tal como de silla se deriva silleta; de vela, veleta; de cola, coleta; de casa, caseta; de plaza, plazoleta; de ópera, opereta; de historia, historieta… es lógico y natural que de ética se derive etiqueta. Véase que opereta es una ópera pequeña, generalmente jocosa, sin el rigor estructural y la altura artística de la ópera. Asimismo, historieta es un relato de poca importancia, una tira cómica, e incluso un libro torpe, que falsea la historia. La palabra etiqueta, por ser cuestión de vanidad, es una sinsubstancia, es decir, atinente a la mera frivolidad, cosa externa y opulenta, que privilegia la apariencia. Por ello bien puede afirmarse –peyorativamente– que la etiqueta es una ética pequeña, sin valor intrínseco, una etiquita. Es una formalidad lujosa que ofende a los que no tienen con qué vestirse. Por ello la gente sencilla la desdeña, pues incomoda su fastuosidad oropelesca, que es como un marbete o precinto de distinción y vanidad. El traje de etiqueta aún es usado por los músicos de las orquestas, los diplomáticos en sus galas, en las bodas elegantes, incluso, hasta para recibir el premio Nobel, cosa natural en la nobleza, porque ese premio lo entrega el rey de Suecia. Fue ocasión de risa para los izquierdistas ver al comunista Pablo Neruda vestido de smoking para recibir el premio Nobel de literatura. También significa marbete o rótulo colocado en mercancías y equipajes. Así que por donde se le vea, la etiqueta es algo meramente externo, sobrepuesto, ajeno al mundo interior. El traje de etiqueta es una distinción de clase, que implica exquisitez en el vestir, en los modales ceremoniosos, cuestiones que representan riqueza económica, condición de alta alcurnia. Es distinta a la riqueza espiritual, propia de las personas de alta clase de conciencia. Por ello decimos que la etiqueta es como una ética pequeña, superficial y vana. Concluimos que ética y moral son tan similares que hasta en los derivados despectivos se parecen. En sentido lato, se pueden usar como sinónimos, aunque, estrictamente, no son sinónimos. La sinonimia entre moral y ética desapareció por determinación de los filósofos, es decir, la diferencia se ha concretado solo en la filosofía, al establecer que la palabra latina (moral) dicta los contenidos de la palabra griega (ética), de modo que moral devino en continente de
6 De Fato. I. p. 1.
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ética; es decir, que la ética está compuesta de contenidos morales: la moral da a la ética su objeto de estudio, que son los valores, las virtudes, los deberes y mandamientos morales, que constituyen el punto de encuentro entre ambas palabras, en el que se identifican como sinónimos. Sin embargo, al precisarse sus conceptos en el ámbito filosófico, su diferenciación se manifiesta en que la ética es la reflexión filosófica sobre la moral. Diferencias entre moral y ética Por lo general hablamos indistintamente de ética o moral como en la siguiente oración: “Un juez debe actuar con ética y moral”. Eso es incorrecto, pues basta usar solo uno de esos dos términos (dada su sinonimia en el lenguaje común), porque quien actúa con ética, también actúa con moral, y viceversa. Sin embargo, pese a esta sinonimia genérica, que iguala ambas palabras en el lenguaje común, conviene precisarlas para diferenciar el uso ordinario del uso filosófico. Allí, en la filosofía, es donde se verifican sus diferencias, además de la etimología de cada una, pues, como quedó dicho, una viene del griego (ética), y la otra del latín (moral). Al ser diferenciada de la ética, la moral ha quedado recluida en el ámbito íntimo del individuo, mientras que la ética ha sido elevada a la categoría de filosofía moral, cuyo objeto de estudio es articular el discurso moral, dentro de determinados ámbitos sociales y culturales, contextualizados en la reflexión sobre lo bueno, lo virtuoso. Desde este punto de vista, la ética no es necesariamente una actuación traducida en actos humanos, sino que –en primer lugar, en un primer estadio– es una valoración sistematizada de la conducta humana en sociedad, para que ejerza influencia en los actos humanos. Porque la ética es una teoría sobre la moralidad, un discurso filosófico sobre lo correcto y lo incorrecto, dentro de un grupo humano determinado, sea grande o pequeño. Por ejemplo, la ética de los abogados, de los médicos, etc. Es decir, la deontología de la práctica de la abogacía, o de la práctica médica. Ética equivale, en el ámbito de la práctica, a deontología (palabra también griega, de contenido filosófico). Como ha quedado dicho, los deberes y los valores devienen de la moral, pues son contenidos que ésta presta a la ética, quedándose la primera (moral) en el ámbito interno de la persona, mientras
que la ética se exterioriza como norma que debe ser acatada por el grupo, y que es producto de una reflexión. Esta reflexión filosófica suele estar apoyada por sentimientos morales, por lo que siente el grupo en la suma de sus individuos, estableciendo un sistema coactivo para que sean cumplidos los deberes, incluso con penalidades no necesariamente jurídicas, pero que también pueden tener carácter de normas de derecho. Por ejemplo, el Código de Ética del Juez, el Código de Deontología Médica. Estos códigos, por tener carácter de leyes, salen del ámbito meramente filosófico del que han surgido, y se concretan en compendios de normas sancionatorias. Por esta vía legislativa, la ética como reflexión filosófica ha pasado al derecho, alimentando esta ciencia de la misma manera que lo ha hecho la filosofía toda, pues el derecho es una consecuencia del pensar filosófico: la moral (en cuanto se le considera sinónimo de la ética) alimenta al derecho, es su base de sustentación, pero no por ello el derecho es o puede ser una moral o una ética. Insistimos, la ética (igual que la moral), aunque alimente al derecho, no es de naturaleza jurídica, solo que sus contenidos de estudio pueden devenir en legales, como en los códigos que aprueban los parlamentos. Pues, la mayoría de los grupos gobernados intelectual y espiritualmente por una ética, no se rigen por normas escritas, aunque a tales normas orales se les denomine “códigos éticos” o “códigos morales”. Véase que hasta los delincuentes comunes (no incluimos aquí a los corruptos, ni a los “de cuello blanco” en general) tienen su “código” no escrito que establece estratos morales entre ellos. Por ejemplo, el estafador denuesta del ladrón; éste desprecia al asesino, quien a su vez se siente menos miserable que el violador, el cual es despreciado por todos. Y tanto, que cuando un violador entra a la cárcel, los demás presos se sienten autorizados a matarlo, porque ofende el “código ético” de todos ellos, quienes, en efecto, proceden a asesinar ominosamente al que consideran el más repugnante y depravado de todos los delincuentes, que atenta imperdonablemente contra la “conciencia ética” del grupo. Obsérvese que tal actitud “ética” de los delincuentes está apoyada en sentimientos: ellos no perdonan al que hiere su sensibilidad moral (que –por supuesto– la tienen) con actos de perversión sexual contra los indefensos. Asimismo, y con más razón, la ética se apoya en los
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buenos sentimientos, en sentimientos morales puros, pero la ética no es una expresión sentimental en sí misma, porque no se atiene a lo que el sujeto quiera o desee para los seres amados que movilizan sus sentimientos, sino para lo que es bueno o deseado para el grupo social. Por ejemplo, no es ético que se beneficie a un individuo en detrimento del colectivo, ni aun tratándose de un hijo. Por ello no existe una ética de los sentimientos, pero sí es necesario que la ética se apoye en los buenos sentimientos, lo cual es otra cosa, pues los sentimientos aparecen como sustento de lo bueno para lo mejor. Para nuestra visión de la ética, los sentimientos son su tracción de sangre, su fuerza, su alimento espiritual, porque son necesarios para las virtudes, pero no son ética, no son filosofía. Un autor colombiano refuerza nuestra tesis de este modo: “Es claro que dichos sentimientos morales no constituyen ellos mismos la sustancia de una ética de la sociedad civil”.7 La ética, distintamente a la moral (que pertenece al ámbito individual), es universal, en un espacio ontológico generalizador, aceptado como norma obligante para su conciencia por todos los individuos que componen el o los grupos. El mismo autor lo dice de esta manera:
Como puede observarse, las diferencias entre moral y ética son sutiles, como sutil es el pensamiento filosófico, que implica reflexión, dudas, visiones y revisiones. Sin embargo, es una sutileza precisa, en la que una (la moral) sirve de objeto de estudio a la otra (la ética), en una comunicación discursiva que va de lo particular (moral) a lo universal (ética). Concluimos en este punto de las diferencias entre ética y moral que la primera mora en el ámbito filosófico y normativo (que puede ser escrito), mientras que la segunda (moral) transcurre y discurre en el mundo del individuo, sin ser codificada preceptivamente, sin convertirse en obligación pautada por normas (escritas u orales). Los parlamentos y otras instituciones aprueban códigos éticos escritos, que son obligatorios para los ciudadanos a quienes van dirigidos, so pena de ser punidos. Como ha quedado dicho, estos códigos se nutren de contenidos morales, pero no son morales propiamente. Son la expresión de lo que contemporáneamente llamamos ética. Por cierto que para algunos filósofos la moral no contiene a la ética, no le presta su objeto de estudio, porque para ellos ésta se presenta vacía de toda moralidad. Por ejemplo, Francisco Gomá, en su estudio sobre Scheler, define la ética así:
La propuesta de una ética comunicativa es un principio dialogal, que puede ser formulado así: “En lugar de proponer a todos los demás una máxima como válida y que quiero sea ley general, tengo que presentarles a todos los demás mi máxima con el objeto de que comprueben discursivamente su pretensión de universalidad. El peso se traslada de aquello que cada uno puede querer sin contradicción como ley general, a lo que todos de común acuerdo quieren reconocer como norma universal. Quiere decir que el puente se construye comunicativamente y que en el diálogo radica toda fundamentación posible de la moral y de la ética. El mismo Habermas propone como fundamento discursivo común tanto de la moral, por un lado, como de la ética, la política y el derecho, por otro, el siguiente principio: “Solo son válidas aquellas normas de acción en las que pudieran estar de acuerdo como participantes en discursos racionales todos aquellos que de alguna forma pudieran ser afectados por dichas normas”.8
…el conjunto de conocimientos y técnicas adecuadas para“adiestrar” a los componentes de un grupo en la práctica de las acciones aprobadas por el grupo. La ética sería la conformación de la conducta, su condicionamiento desde el exterior social. Algo parecido a un entrenamiento deportivo de la convivencia.9
7. Hoyos V. Guillermo. Ética para ciudadanos. p. 138. 8. Op. Cit. p. 140.
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Afortunadamente, estos filósofos que no admiten los contenidos morales en la ética son una minoría. Convencidos de que la ética en general está basada en la moral, hemos de sostener que la ética socialista exige que esa moralidad sustente la solidaridad del trabajo colectivo gratuito para beneficiar a los otros, especialmente a los más necesitados. La ética socialista es sencilla, propia de la gente común; es la practicada en las antiguas congregaciones no comprometidas con los poderosos, la ética de los santos, de las comunidades primitivas, la de las ancestrales etnias indígenas. En fin, una persona buena de cualquier religión o grupo distinto al socialismo, que actúe con pureza de espíritu, ajeno al egoísmo, viendo al humano como hermano, es 9. Gomá, Francisco. Historia de la Ética. Tomo 2. p. 300.
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un practicante de la ética socialista, sin entrar en contradicción con sus creencias. Esto, en el estadio más sencillo. En su estadio más complejo, la ética socialista exige una conducta vigilante para defender la revolución de los enemigos internos y externos, y para que el individuo socialista se vaya preparando y contribuyendo a preparar a los rezagados en la organización que propicie el manejo de los medios fundamentales de producción en beneficio del pueblo, medios que solamente deben ser dirigidos por colectivos bien formados e informados. Se trata, pues, de trabajar en la solidaridad, y con mecanismos colectivos.
Pues bien, Bolívar no solo no atacó a los socialistas, sino que protegió y quiso tener a su lado al más notorio socialista americano, tan querido y admirado por él, de cuyas enseñanzas afirmó que fueron su “guía infalible”, que las tomó sin borrar “ni una coma”. Simón Rodríguez era el prototipo de lo que en estos tiempos es un hombre de izquierda perseguido, al punto de que mudaba de nombres para escaparse de la persecución. Entre otros, el de Samuel Robinson, que fue su seudónimo predilecto para firmar sus escritos, consciente como estaba del gran peligro que corría por sus duras opiniones socialistas contra el stablishment, es decir, los reyes (dueños y señores de todos los países) y sus representantes gubernamentales en la metrópolis y las colonias, así como a los poderosos en general. Bolívar siendo joven quiso que ese socialista guiara sus pasos, reconociéndose como hechura suya. Fue precisamente ese protestatario quien instó a Bolívar a que libertase América; idea de ese revolucionario fue el viaje de ambos (Bolívar y Rodríguez) de París a Roma, con una finalidad secreta concebida por aquel socialista (plan que no conoció Bolívar sino hasta llegar al destino previsto por Rodríguez), de prepararlo durante el largo camino, e inducirlo a jurar que dedicaría su vida a la inmensa empresa libertadora de América. Ese viaje de preparación fue una iniciación, que solo un gran maestro iniciado podía concebir y poner en práctica. Una enorme tarea asignada al Gran Discípulo, cuya capacidad nadie conocía tanto como quien había sido su maestro en la infancia y, años después, contertulio y consejero en su juventud parisina, época en la que el preceptor completó la formación del aprendiz e influyó en sus lecturas. Porque así son los insignes maestros: nunca sueltan a sus discípulos prometedores, cuando están ciertos de que pueden dar grandes frutos. En el anexo sobre Simón Rodríguez se abunda sobre este tópico, con presentación de un análisis comparativo en el ideario de cada uno de los dos simones. En una carta dirigida a su Vicepresidente Santander, fechada el 6 de mayo de 1824, ordenándole que se empeñase en lograr que Rodríguez lo visitara (en vista de que no había acudido al llamado urgente y suplicante en carta laudatoria que le envió a su maestro en enero de ese mismo año), Bolívar se expresa de este modo sobre Simón Rodríguez:
¿Por qué una ética socialista bolivariana? Algunos opinan que el socialismo no tiene nada que ver con Bolívar, porque él no fue socialista, pero ocurre que hay más aproximación entre el ideario bolivariano y el socialismo, que entre un creyente religioso y Carlos Marx. Y conste que hay creyentes religiosos marxistas, entre ellos algunos sacerdotes católicos. Por ejemplo, el cura Camilo Torres rindió su vida en la guerrilla colombiana, el cura Ernesto Cardenal lucha en Nicaragua junto a los socialistas materialistas sandinistas. Agréguese los numerosos sacerdotes obreros, los de la Teología de la Liberación, etc. Bolívar nunca atacó al socialismo, aunque ya muerto fue injustamente criticado por Marx en su artículo “Bolívar y Ponte”, publicado en el tomo III de The New American Cyclopedia, en enero de 1858. Para entonces Marx tenía cuarenta años, Bolívar había muerto veintiocho años atrás, y Rodríguez había fenecido unos cuatro años antes de esa publicación, quien seguramente hubiera defendido al epígono con el mayor fervor, como lo defendió en un libro suyo (ya citado) en enero de 1830, meses antes de morir Bolívar. Cuando Marx nació, Bolívar era un hombre de 35 años, coronado de gloria, mientras que Rodríguez tenía 47 años, y ya había hecho buena parte de su obra. Cuando Bolívar murió en América, perseguido por sus otrora copartidarios, Marx era un niño de 12 años, que estudiaba en su Alemania natal. Tan mal informado estaba Marx (quien escribió el artículo por encargo de la revista norteamericana), que puso a Bolívar los dos apellidos de su padre (Bolívar y Ponte). Recordemos que el Libertador se apellidaba Bolívar y Palacios. 32
Yo amo a ese hombre con locura. Fue mi maestro; mi compañero de viajes, y es un genio, un portento de gracia y de talento para el 33
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que lo sabe descubrir y apreciar… Yo sería feliz si lo tuviera a mi lado… Él es todo para mí… Gire Vd. contra mí el dinero que le dé y mándelo… Yo tengo necesidad de satisfacer estas pasiones viriles, ya que las ilusiones de mi juventud se han apagado…10
había colonos campesinos sometidos a esclavitud. Allá se hablaba de comunismo y socialismo, como doctrinas reivindicadoras de los pobres; aquí solo se hablaba de libertar la colonia del yugo español, única tarea que se habían impuesto los libertadores, con excepción de Bolívar, que miraba más alto. Así de altas y largas eran las miras de Bolívar, que desde los siglos nos enseña el camino de la victoria socialista, aunque él no hubiera hablado ni escrito del tema, pero socialistas son estas ideas suyas:
Estas manifestaciones de aprecio y admiración por un socialista, además de otros escritos suyos, diversos decretos reivindicativos de la condición humana de los pobres y ejecutorias de su mandato político, constituyen evidencias de que Bolívar no adversaba al socialismo, sino que por el contrario, estaba tan cerca de tales ideas que tomó como su mayor mentor al socialista más tenaz, perseguido y despreciado, incluso por los propios compañeros de armas y de gobierno del Libertador, a quienes Rodríguez (demostrando su grandeza de corazón) defendió generosamente en su escrito de 1830 El Libertador del mediodía de América y sus compañeros de armas, defendidos por un amigo de la causa social, Ediciones de la Presidencia de la República, 1971. Sin embargo, pese a esa defensa desinteresada, los compañeros de armas y de gobierno de Bolívar persiguieron a Rodríguez, sometiéndolo al olvido y la incuria, luego de que muriese el Libertador, víctima de esos mismos perseguidores de su maestro, a quienes favoreció y hasta perdonó iniquidades que merecían la pena capital, como a Santander que se conjuró para asesinarlo. Aquellos hombres, siendo muy próximos colaboradores de Bolívar, conspiraron para que su obra igualitarista y reivindicadora del pueblo fracasara, para ellos disfrutar a plenitud los privilegios que reclamaban como premio por su participación en la lucha de independencia. Por lo demás, los parias por los que abogaba el maestro y guía de Bolívar no tenían ni la más mínima preparación para reclamar sus derechos, que ni siquiera conocían, embrutecidos por siglos de esclavitud, pues no sabían leer, ni se reunían en colectivos deliberantes; en fin, no habían despertado a la idea de cómo exigir –al menos, aunque fuese rudimentariamente– el debido respeto por ellos como personas. En aquellos tiempos, en cuanto a las clases oprimidas, el escenario político y social de América era diametralmente distinto al de Europa: allá había obreros que se desenvolvían en un capitalismo salvaje, por cuyo sistema de trabajo podían luchar en organizaciones; aquí solo
1) El antiimperialismo, visible en muchísimos de sus escritos, tomados como citas en este manual. 2) La educación popular y gratuita, que consta en su Decreto de Chuquisaca (Bolivia), del 11 de diciembre de 1825, en el que decidió que los niños pobres fueran recluidos en asilos dignos junto con sus padres, y educados esmeradamente.11 3) Su pensamiento igualitario, también presente en cartas y decretos. 4) Su defensa del ambiente, que consta en diversos decretos. 5) Su irreductible lucha contra la corrupción, patente en su Decreto dictado en Lima el 12 de enero de 1824, en el que dispuso que a todo funcionario público a quien se le probare en juicio haber malversado o tomado para sí de los fondos públicos de diez pesos para arriba, quedaría sujeto a la pena capital, y que a igual pena serían condenados los jueces a quienes según la ley les competía proceder conforme a ese decreto y no lo hicieren.12 6) Su amor por la paz, que paradójicamente tuvo que buscar haciendo la guerra. Esta paradoja de tener que hacer la guerra para conseguir la paz, porque es guerra liberadora popular, ya la habían enseñado los romanos con su aforismo sivis pacem para bellum (si quieres la paz, prepárate para la guerra). Evidentemente, quien está sometido a violencia, es casi imposible que se la sacuda por vías pacíficas. El ideario de Bolívar sigue siendo una escuela viva de la revolución, en la que debemos abrevar todos los americanos y demás pueblos oprimidos de la Tierra. Incluso, la creación del poder moral, idea
10. Bolívar, Simón. “Carta a Santander, desde Huamachuco, Perú, 06/05/1824”. Obras completas. Tomo I. p. 964.
11. Rodríguez, Simón. Sociedades americanas. p. 322. 12. Balbín Torres, Edgardo. Unilateralismo y negociación colectiva en la administración pública. p. 80.
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política valiosísima, como tantas suyas, es hoy uno de los poderes de la República Bolivariana de Venezuela y pilar moral de la Revolución Socialista Bolivariana, nombre que merece por las citadas ideas de Bolívar, que recoge esta revolución, por lo que merece llamarse, con toda propiedad, la Revolución Socialista Bolivariana. Y por lo mismo, la ética que exige y debe enseñarse en este proceso socialista es la ética socialista bolivariana. “Bolívar tiene mucho que hacer en América”, dijo Martí.13
social, para que se persiga a los corruptos, para que se les eche de los espacios sociales en los que taimadamente se han instalado, logros indignos solo conseguidos por falta de preparación política, ideológica y ética del colectivo. Así como la diplomacia es otra forma de hacer la guerra; así como el ser humano ha crecido en medio de las conflagraciones, a pesar de tantas muertes que generan; así como la verdad surge como el producto de una lucha mental y espiritual por conseguirla como un logro para la vida; así como la ciencia, con todas las contradicciones de los científicos (algunos de los cuales han trabajado y trabajan para hacer bombas letales), es y será siempre un apoyo para que los seres humanos, los animales y los vegetales vivamos mejor; así como la filosofía es una reflexión necesaria para explicarse el mundo (y mejor si sirve para transformarlo, como aconsejaba Marx); así como la política, pese al desastre deshumanizado que son la mayoría de los políticos, resulta absolutamente necesaria para el gobierno de los pueblos; así de necesaria (como todo lo anteriormente señalado) es la ética, sin la cual el ser humano sería un animal perverso. Asimismo, la ética socialista reclama un lugar que debe reconocérsele, para que el hombre aprenda a vivir mejor en sociedad. Sin ética, sin moral, el ser humano está perdido, sea cual fuere su posición en el mundo, en su mundo personal; pero sin una ética socialista, que lo prepare o lo presente como preparado para conocer y defender el socialismo, cualquier socialista o aprendiz de socialista está igualmente perdido. Esta ética revolucionaria debe ser más rígida y exigente con los líderes. Y el colectivo debe encontrar un mecanismo jurídico para aplicar sanciones desde la base, evitando que las instituciones sean secuestradas por los dirigentes individualistas disfrazados de socialistas. A tan gran reto incita este modesto manual, para que los socialistas (o quienes aspiren o aspiremos a serlo), y los revolucionarios (o quienes aspiremos a serlo), y los bolivarianos (con las grandes ideas sociales de Bolívar a la vanguardia) hagamos ejercicio de conciencia activa y nos preparemos para el cambio. Cambio que exige cambios, es decir, cambio individual de lo bueno para lo mejor, cambio colectivo de la ignorancia al conocimiento, cambio social que debemos empujar en todos los terrenos.
¿Por qué una ética revolucionaria? Porque la revolución tiene sus propias leyes, tanto económicas como jurídicas. Y tiene, por supuesto, su propia ética, que exige un esfuerzo colectivo y colectivista. No es ética de la religión, que también es colectiva. Se diferencia de ella en que todas las religiones sostienen el capitalismo a través de sus jerarcas representantes. En cambio, la ética socialista sustenta los principios del socialismo científico, cual potencia creadora que busca poner en acto el socialismo verdadero. Esta determinación implica una oposición férrea al capitalismo, especialmente al salvaje y violento imperialismo, porque es un sistema degradante del ser humano, de la tierra, de la atmósfera, del ambiente en general, que trata al humano como pieza, como número. A todo socialista su ética le impone (desde dentro de su ser, desde sus convicciones) impulsar el sueño del socialismo, irlo construyendo desde cada espacio donde actúa para que se vaya produciendo el colectivismo. Esta ética no le impedirá trabajar en común con los religiosos, ni siquiera con los capitalistas que quieran colaborar en la construcción del socialismo. De hecho, no pocos ideólogos socialistas han sido sostenidos por capitalistas, costeándoles viajes, escondites, actividades y publicaciones. Cada socialista tendrá que acostumbrarse a interactuar con todos los que no crean en el socialismo, pero que hagan vida en diferentes colectivos, como en el trabajo, el condominio, el consejo comunal, el lugar de estudio, etc. La teleología (finalidad) del socialismo impone la necesidad de que cada socialista se revista de una preparación solidaria que propicie la organización de los individuos en los colectivos socialistas; de una ética que aprendamos y ejecutemos para que funcione la contraloría 13. Herrera Torres, Juvenal. Bolívar, el hombre de América. Presencia y camino. p. 583.
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Cómo leer este manual Para leer este manual conviene atenerse a las lecciones del maestro Rodríguez, experto en la escritura sinóptica. Estudiemos estas lecciones sobre la lectura, en sus libros siguientes:
Hay tres modos de leer un libro 1º Salteando, con el índice á la vista, para no leer sino lo necesario –esto es rejistrar: solo los sabios leen rejistrando, porque saben mucho. Un botánico consumado no se detiene a examinar todas las flores de un campo, sino las que fijan su atención por alguna rareza. 2° Empezando por los últimos capítulos, cuando la obra consta de una série de hechos: este modo pertenece á los que conocen la materia, y solo buscan lo nuevo que pueda habérsele añadido. 3° Empezando por el principio, así deben leer los que saben poco, ó los que, sabiendo mucho, quieren criticar las proposiciones ó el método.
Sólo dos especies de hombres abren Libros los Curiosos y los Críticos y en cada especie hay dos variedades
{
son Estudiantes
curiosos que leen para saber cuanto se escribe
{
curiosos que desean aprender para saber
son Filólogos
críticos que buscan en los son Compiladores escritos lo que les conviene
{
críticos que leen para de las ideas del método juzgar del modo y de las consecuencias de las obras
son Filósofos
Tomado del libro Luces y virtudes sociales, tal como lo escribió el maestro. Encartado en Inventamos o erramos. p. 78.
También hay 3 modos de dar su parecer aprobando, reprobando ó despreciando 1° antes de leer; 2° después de haber leído, sin reflexionar, y 3º después de haber leído reflexionando.14
Estas dos lecciones de lectura inteligente que enseña Rodríguez en sendos libros suyos, son utilísimas para leer este manual y cualquier libro en general, así como para conocer mejor al originalísimo autor de los dos opúsculos parcialmente transcritos, quien afirmaba que escribía para la sociedad futura, es decir, nosotros. Siguiendo a Rodríguez, el lector puede leer el manual a su leal saber y entender, según cuanto sepa de verdad y entienda claramente. La lectura colectiva ayudará mejor a quien no esté preparado suficientemente. Se recomienda leer este manual en grupos de estudio, dirigidos por los más preparados, como enseña Lenin respecto de los círculos de estudio, en su obra ¿Qué hacer? El Colectivo Gramsci espera que sea útil en los planteles, consejos comunales, comunas y en todos los colectivos, especialmente en los partidos revolucionarios, en el entendido de que no todo ciudadano quiere o puede pertenecer a un partido político. Muchos socialistas han tomado esta plausible determinación. 14. Copia textual del libro Defensa de Bolívar, tal como lo escribió el maestro Rodríguez en 1828, a mano. Encartado en la Revista Nacional de Cultura. 2002. p. 23.
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Otros, como en mi caso, no debemos pertenecer a ningún partido, pues está prohibido por la ley, que incluso nos obliga a presentar una declaración jurada de que no militamos en partido alguno. Sin embargo, ni siquiera a los funcionarios obligados por ley a no actuar políticamente puede prohibírsenos asumir una posición ideológica. Sería absurdo, pues la ideología (como programa de vida) es ínsita a todo ser humano, que la asume, aun sin razonar, mediatizado por la sociedad en que vive. Con mayor claridad la asume quien decide por conciencia cuál es su lugar en la sociedad, y se identifica con los pobres, como dijo Martí: “Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar”. Esto es imperativo para quien, a través de la reflexión y el estudio, asume la ideología llamada de izquierda sin dejarse envolver por la dominante, que impone sus concepciones a través de sus instrumentos sociales, económicos y jurídicos, especialmente los mediáticos, las religiones, la educación, los pensa de estudios, etc. El manual empieza con unos epígrafes que ilustran lírica y filosóficamente el socialismo amplio que predica. El contenido se inicia con una explicación de quién fue Antonio Gramsci, de la cual se deduce por qué el grupo tomó ese epónimo inmaculado de ética socialista. Sigue una amplia introducción, de carácter filosófico, que el Colectivo Gramsci considera necesaria para dar a conocer la ética crítica y su ejercicio. Luego abre un capítulo de prolegómenos, en los que analiza los principios de la ética socialista, su procedencia y exigencias, concluyendo en sus categorías filosóficas, que divide en cuatro principios, los cuales por su enorme importancia omnicomprensiva se reiteran en el primer bloque de preceptos, que van dirigidos al individuo socialista. Estos preceptos contenidos en los prolegómenos y en la preceptiva son: 1) deber, 2) honor y dignidad, 3) conciencia, 4) felicidad. Su doble registro en dos partes del manual demuestra cuán necesarios son tales principios éticos. La estructura modular está concebida para estudiar los preceptos en cuatro bloques temáticos: el primero se refiere a la ética en el ámbito del sujeto, como debe concebirla el individuo. El segundo está constituido por el componente colectivo, explicando la ética en los colectivos populares, grandes y pequeños; en fin, la convivencia ética en sociedad. El tercer bloque temático explica la conciencia ética para la transformación de la sociedad. Hasta este bloque se presentan y enumeran los preceptos que se proponen para que el colectivo y los individuos los apliquen en su vida diaria. El cuarto bloque se refiere
al ámbito planetario, a la condición transformadora en el globo terráqueo. Este bloque es un largo epílogo que demuestra, como algunos preceptos explican también, que debemos activar una conciencia ecológica, revolucionar el pensamiento, aprender a vivir en socialismo, desarrollando una ética planetaria, una ética global. Finalmente hay una sección de anexos en la que el lector puede abrevar para leer directamente páginas escritas por algunos de los que –de una u otra manera– inspiraron este manual. ¿Por qué es tan larga esta presentación? Esta presentación se extiende por la necesidad de explicar contenidos que no tiene por qué contemplar el manual, incluyendo su pequeña historia y la necesaria información filosófica e histórica. Por supuesto, esta presentación es prescindible, porque lo verdaderamente medular es el manual, que puede examinarse libremente, según el sistema de Simón Rodríguez o como guste el lector. El Colectivo Gramsci ha querido que quien lo lea vaya a lo que le atrae, en el orden que quiera. El libro contiene muchos términos filosóficos que resultan inevitables, y conviene que sean conocidos por la masa, por lo que al final va un glosario que informa la lexicología. Las citas son ejemplos y complementos de libros y discursos de voces autorizadas en los temas tratados. Pese a la libertad de lectura desde cualquier punto, que permite el manual, se recomienda atender especialmente a los preceptos, cuya enseñanza es su razón de ser. Pues tanto los poemas y sentencias con que empieza y los textos de autores con los que termina, son agregados para enriquecer la cultura del lector, entendiéndose que la mayoría no tiene acceso a estas lecturas, y para evidenciar en qué medida muchos sabios, cuya ideología es desconocida, también fueron socialistas. En esos anexos el lector intuirá por qué los intereses oscurantistas del tiempo y circunstancias de esos sabios (y otros muchos que sería prolijo mencionar), se ocuparon de ocultar sus inclinaciones socialistas. Aunque las ideas socialistas del filósofo español José Ortega y Gasset, católico practicante, no forman parte de los anexos, pero sí de los epígrafes, se incluye para que los lectores católicos de este manual conozcan el pensamiento socialista de este gran pensador que tanto influyó en el siglo XX, ideología suya ocultada por la jerarquía eclesiástica. De la misma manera, esa jerarquía ha preterido, callado
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y execrado a sus sacerdotes que predicaron y predican la libertad de conciencia y la preeminencia de la ciencia y son contrarios al capitalismo de la Iglesia. Un ejemplo palpable es Pierre Teilhard de Chardin, sacerdote, paleontólogo y filósofo, quien murió a mitad del siglo XX, sometido a prohibición de escribir y publicar sus libros críticos, incluido en el tristemente célebre Índex, el libro de la Iglesia que prohíbe otros libros. De Chardin introdujo el concepto de noosfera en el mundo filosófico, expresión que se explica en este manual. Después del primer anexo sobre Simón Rodríguez, que recoge parte de su pensamiento y su tiempo, con un análisis comparativo entre él y Bolívar, sigue el anexo de un escrito de José Martí (quien no necesita presentación); y luego un escrito de Albert Einstein sobre socialismo. Todos conocemos a Einstein, pero muy pocos saben que ese gran físico premio Nobel fue también un hombre de izquierda. Luego siguen textos de Edgar Morin y Pierre Levy, filósofos con los que cierran los anexos. Este manual, como se ha dicho, no es una obra acabada. Sabemos que falta mucho por hacer, en cuyo hacer cada uno de nosotros, por humilde que sea su contribución, puede coadyuvar en su comunidad, en su trabajo y en todos los espacios donde se desenvuelve, al desarrollo y preponderancia de lo colectivo sobre lo individual. Hay que propiciar el amor para vencer el egoísmo. Estos logros colectivos constituyen una necesidad de la conciencia del deber social y no se pueden alcanzar sin el aporte de la moralidad, de la eticidad. De allí la necesidad de enseñar la ética socialista. El Colectivo Gramsci espera que este manual sea una guía en la búsqueda de los logros revolucionarios.
todo el mundo como fuente inspiradora de la renovación creadora de la acción política, social y cultural transformadora. Su obra escrita es leída, consultada, estudiada por los jóvenes y los movimientos sociales de todos los continentes que hoy se manifiestan por “otro mundo posible” y contra el capitalismo, sus guerras imperialistas, su destrucción de la naturaleza y su dominación cultural. El pensamiento de Gramsci no solo fue útil a los militantes izquierdistas de su tiempo, sino a todos los hombres y mujeres de todas las épocas que saben comprender que sus enseñanzas humanas y morales ayudan a formar una patria-mundo común, ideal de civilidad, ligada a la gran tradición histórica de la emancipación humana. El ejemplo de su vida forma parte de ese vasto mundo del espíritu que constituye la riqueza patrimonio de la humanidad. En cuanto a nosotros los venezolanos y la experiencia exigente y compleja que vivimos actualmente, tenemos en Antonio Gramsci una vida y una obra que nos pertenece por el ejemplo de su conducta y la vitalidad y actualidad crítica de su obra. Enseña Gramsci que “la preparación ideológica de las masas es una necesidad de la lucha revolucionaria y una de las condiciones indispensables para la victoria”, la cual es necesaria para la construcción de una nueva cultura que profundice la revolución bolivariana. ¿Por qué Gramsci hoy? La respuesta a la pregunta sobre la vigencia actual del pensamiento de Gramsci la da Néstor Kohan, del que tomamos estas palabras:
Antonio Gramsci (1891-1937): Teórico y activista marxista, revolucionario italiano cuyo pensamiento es reconocido y apreciado en
Como un vampiro cruel e insaciable, el capitalismo de nuestros días continúa succionando la sangre y exprimiendo la vida de todos los pueblos del mundo. Aparentemente, no hay frontera que lo detenga. El llamado “nuevo orden mundial” no hace más que potenciar el expansionismo del colonialismo y el imperialismo. Se globalizan los mercados, los capitales y los medios de comunicación. El poder de los empresarios adquiere escala planetaria. Esa fuerza arrolladora solo se torna posible por la imposición autoritaria de un modelo único de vida. Bajo la farsa de “la libertad” y la sociedad abierta el mundo padece una dominación cultural sin precedentes en la historia. Esta dominación cultural se ejerce a través de dos modalidades complementarias. Una fabricación industrial del consenso a favor del sistema y una permanente guerra ideológica –que acompaña las guerras militares, los bombardeos
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Antonio Gramsci y el Colectivo Gramsci Las representaciones dependen de las herramientas de interpretación disponibles, e influyen en la orientación de la voluntad, de los sufragios políticos, de los intereses personales… la autocomprensión de estos intereses depende a su vez de los marcos de interpretación disponibles. Luc Boltansky
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y las invasiones– contra los pueblos, los trabajadores y todos los oprimidos y oprimidas del mundo. La cultura autoritaria de los poderosos ahoga cualquier disidencia radical. Ni el Imperio romano en su apogeo pudo lograr un poder similar. Pero si los poderes del dinero y el mercado se globalizaron, también se mundializaron las resistencias. En este nuevo contexto del capitalismo la cultura se ha convertido en un espacio privilegiado del conflicto político, de las contradicciones sociales, de la dominación de las resistencias, la lucha de clases. Esta es la principal razón por la cual emerge entre los disidentes del “nuevo orden mundial” capitalista la necesidad de un pensamiento alternativo que ubique en la batalla de las ideas el eje de la disputa. Uno de los principales teóricos de ese movimiento alternativo es, precisamente, Antonio Gramsci, cuya obra tiene mucho que aportar al mundo contemporáneo. (…) Para Gramsci no existe ni el consenso puro ni la violencia pura. Las principales instituciones encargadas de ejercer la violencia son los Estados (policías, fuerzas armadas, servicios de inteligencia, cárceles, etc.); las instituciones donde se ejerce consenso forman parte de la sociedad civil (movimientos sociales, partidos políticos, sindicatos, iglesias, instituciones educativas, asociaciones vecinales, medios de comunicación, etc.). Siempre se articulan y se complementan entre sí, predominando uno u otro según la coyuntura histórica. (…) En términos políticos, Gramsci sostiene que los movimientos sociales y las organizaciones revolucionarias de los trabajadores que no logren hegemonizar a los intelectuales terminan presos del economicismo, o sea limitados a sus intereses inmediatos. Para triunfar (a nivel nacional y también internacional), los trabajadores necesitan crear sus propios intelectuales (que él denomina “orgánicos”) para a su vez ganar a una franja importante –no solamente uno o dos aislados– de intelectuales tradicionales, ya que ellos son los encargados de elaborar el cemento ideológico del consenso y la cultura con que se construye y reproduce el orden social. (…) Gramsci parte de una relación “económica objetiva”, para pasar luego a la dimensión específicamente política y cultural, donde se construye la hegemonía. Es en el plano de la política, de la generalización de los intereses de una clase social para el conjunto de la sociedad (a nivel nacional e internacional), donde se logra construir una conciencia socialista.15
El Colectivo Gramsci Esta agrupación abierta nace de la necesidad de producir materiales teóricos, manuales, guías de estudio, etc., que –como herramientas prácticas– se incorporen al equipamiento instrumental de la lucha diaria por el socialismo, saliéndose de los espacios académicos o especializados, como literatura funcional, superando los delicados escollos de las parcelas, aduanas, alcabalas legales y las vanidades propias de la producción intelectual personalizada (no orgánica). El Colectivo Gramsci tiene como finalidad producir instrumentos que contribuyan al esfuerzo colectivo. En primer lugar, para la afirmación de una ética de la liberación, esto es, de una ética en función de la vida socialista para el ejercicio de la praxis cotidiana de la liberación de la potencialidad del sujeto individual y colectivo en los diversos campos de confrontación cultural y social; y en segundo lugar para el desarrollo y fortalecimiento de una fuerza crítica frente al capitalismo y sus efectos de exclusión y de destrucción propios de su naturaleza como sistema, y particularmente de su fase imperialista y totalizadora en todo el planeta. Emiro García Rosas
“Instrúyanse, porque necesitamos toda nuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitamos todo nuestro entusiasmo. Organícense, porque necesitamos toda nuestra fuerza”. Antonio Gramsci √
15. Kohan, Néstor. Introducción a Antonio Gramsci. p. 1-13.
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Introducción
La ética crítica La esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales. Carlos Marx
Se necesitó tiempo para poder alcanzar un grado de complejidad civilizatorio suficiente que permitiera a la “ética” y a la “moral” lograr grados más abstractos de universalidad y llegar así a niveles evolutivos crecientes de criticidad. Enrique Dussel
El ejercicio de la crítica y la acción ética En el intenso espacio de la crítica, confrontación, liberación que vivimos, se nos plantea la necesidad de incorporar la reflexión ética como herramienta crítica teórico-práctica en estas batallas individuales y comunitarias por el socialismo. Del estremecimiento de los cimientos y escombros del viejo mundo de los paradigmas del sistema hegemónico, cual semillas rizomáticas depositadas en lo más profundo del alma colectiva, están brotando nuevas energías críticas, nuevas visiones y renovadas representaciones de universales virtudes y orientaciones axiológicas para la acción transformadora en nuestras vidas. Así, la ética resulta indispensable como fuerza crítica revitalizadora para rescatar la esencia de los componentes vitales –potencia, pasión, deseo (Spinoza)– de la condición humana y 47
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proyectarla hacia su expansión y plenitud en los albores de la era de la verdadera humanización de la humanidad mediante la acción ético-política consciente. Los principios éticos, despojados de los fárragos filosófico-académicos y de las fatuidades contemplativas del buen comportamiento, ubicados en el terreno de las emergencias y solicitudes históricas y políticas de emancipación, establecen el espacio de la razón estratégica, de la voluntad y la acción revolucionaria. Con ellos, la teoría y el proyecto determinan:
como reflexión y acción sinérgica de cada uno de nosotros consigo mismo como individuos y como integrantes de colectivos, en todos los momentos y espacios que constituyen nuestra vida social.
a) Los fines (la estrategia) b) Los medios (la táctica) c) Los métodos (los modos) de organización de las prácticas críticas del sujeto revolucionario.16 La ética, la conciencia crítica, el sujeto histórico “La estructura social es obra de los seres humanos y… por esto, su transformación será igualmente obra de los seres humanos”, nos dice Paulo Freire en su obra pedagógica para los oprimidos. El sujeto histórico revolucionario es el excluido, el oprimido, el pueblo, “cuando mediante ‘la conciencia crítica’ se vuelve reflexivamente sobre sí mismo y descubriéndose oprimido, excluido en el sistema, emerge como ‘sujeto histórico’”.17 La ética no se construye sobre juicios de valor subjetivos, de gusto. La ética se construye sobre juicios de hecho… y el hecho masivo al que nos hemos querido referir repetitivamente es la exclusión de la mayoría de la humanidad del proceso de la modernidad y del capitalismo, que son los que monopolizan para sus agentes la reproducción y desarrollo de la vida, la riqueza como bienes de uso y la participación discursiva en las decisiones que los beneficia (al “Grupo de los Siete”, G7), que excluye a sus víctimas.18
La plataforma que sustenta y da sentido a la ética crítica es la praxis realizadora, la praxis transformadora, la praxis de todos los días 16. Dussel. Op. Cit. p. 506. 17. Ibídem. p. 43. 18. Ibídem. p. 568.
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La ética crítica en el espacio de la lucha por el socialismo Cuando hablamos de la ética crítica, basándonos en los aportes de filósofos, educadores, sociólogos, psicólogos, mentes brillantes como Edgar Morin, Enrique Dussel, Gregory Bateson, Franz J. Hinkelammert, Humberto Maturana, Lev Vigotsky, A.N. Leontiev, Lucien Séve, Paulo Freire, José Antonio Marina, Pierre Levy, y el trabajo de otros numerosos investigadores españoles, argentinos, colombianos y cubanos de las nuevas generaciones, nos referimos a un tema crucial en el amplio y complejo espacio donde se desenvuelve la lucha actual por el socialismo, como es el factor subjetivo y el papel de la personalidad y su transformación en el proceso revolucionario. Hoy la lucha se centra fundamentalmente en el espacio de las ideas, del pensamiento, de las representaciones que se elaboran en el psiquismo humano, esto es, en el mundo subjetivo de la comunicación y sus instrumentos básicos: el lenguaje, los signos, las imágenes. Liberar el psiquismo humano de la intensa manipulación de que es objeto por parte del aparato cultural del capitalismo es tarea primaria en una perspectiva radical de transformación de la humanidad. La percepción, el pensamiento, la subjetividad liberada, expresándose en una nueva doctrina de los fundamentos y métodos del nuevo pensamiento científico y social (epistemología) para desarrollar las nuevas fuerzas subjetivas y el nuevo conocimiento integral, necesarios para ejercer el dominio de las formas sociales y de los procesos históricos propios que nos conducirán a las nuevas etapas de la evolución humana. La ética revolucionaria presta especial atención al factor subjetivo (las relaciones ínter subjetivas), cuestión a la que se ha atendido muy poco en las experiencias socialistas anteriores, falencia que explica –entre otras causas– los conocidos fracasos. Los valores del nuevo humanismo y la ética crítica son las semillas que, germinadas en el pueblo, promoverán en cada individuo lo mejor de sí mismo, y posibilitarán hacer realidad la vida nueva y sus nuevas formas de ser.
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Abrir un debate, tal es el propósito de esta propuesta abierta, que no pretende ser conclusiva: abrir un debate, una reflexión, ni teórica aislada de la vida, ni académica confinada en los claustros, que se desarrolle en la práctica, en el hacer de todos los días, y que pueda enriquecer nuestro ser, movidos por la potencia, la pasión y el deseo de cambiar el mundo, asumiendo la ética como recurso de defensa y afirmación ante tantos peligros que hoy nos acechan como humanidad.
América, sin escatimar riesgos, esfuerzos, recursos. Bolívar fue un antiimperialista militante. Al luchar contra el Imperio español supo vislumbrar, primero que todo el mundo, el peligro que significaba Estados Unidos para América mestiza. Por estas y muchas razones, el socialismo que se programe y desarrolle en América no debe prescindir del pensamiento de Simón Bolívar, el Libertador de América. Esta obra, recogiendo los principios y fundamentos de la revolución venezolana, considera indispensable incorporar el pensamiento de Bolívar, que preponderantemente (cuantitativa y cualitativamente) es un ideario revolucionario, internacionalista, integralista, antiimperialista de y para la América mestiza. El ideario revolucionario de Bolívar pervive en su propuesta panamericana, en la que solo excluía a los Estados Unidos, contra cuyo gobierno expresó esta profecía, cumplida cabalmente en los siglos siguientes: “…los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la libertad”.20 Naturalmente, estos preceptos éticos no son exhaustivos; apenas son una propuesta para la reflexión colectiva, que surgen como una prevención ante el riesgo de que la revolución sea liquidada por el desorden (el “bochinche” del que se quejaba Miranda) y la impunidad, vicios tan arraigados en la historia de la América mestiza, y tan peligrosos que –con excepción de la cubana– han acabado con todas las revoluciones en el continente americano. Para precaver esta amenaza y abrirnos colectivamente a la necesaria y urgente discusión, proponemos estos preceptos éticos socialistas bolivarianos, que la práctica y la reflexión crítica irán enriqueciendo. Finalmente, afirmamos que esta preceptiva vale tanto para los que militan formalmente en un partido revolucionario, como para quien no tiene militancia, bien por voluntad propia (lo cual no impide ser socialista y bolivariano), bien para quien por imperativo legal no debe tener militancia partidista. Porque una cosa es ser activista de un partido y otra muy distinta es tener ideología, que siempre debe ser conscientemente activa. Este conjunto de preceptos se desarrollan en el cuerpo de este manual organizados en cuatro grandes grupos temáticos o bloques:
Pues, por definición, la ciencia objetiva ignora los valores. Ella no puede conocerlos. Y por consecuente ella no puede fundar una ética. No hay ética objetiva, eso no es posible. No hay moral objetiva. Por consecuencia, y yo pienso que es la actitud más o menos deliberada o consciente de muchos filósofos o de escritores, pues la ciencia no forma esta base que es la más indispensable de todas para el hombre, entonces, es necesario buscarla por otra parte.19
Propuesta para una preceptiva ética socialista Proponemos esta preceptiva como un conjunto de reglas sugeridas para lograr la excelencia en la conducta de todo socialista, para quien quiera enriquecer su visión socialista de la vida con el pensamiento de Simón Bolívar, quien no preconizó el socialismo pero abrevó (“sin borrar una coma”, como él mismo afirmó en carta a su amado maestro) en el pensamiento del primero y más grande socialista de Venezuela y América, don Simón Rodríguez, quien lo hizo jurar en Italia que dedicaría su vida a liberar a la América del imperialismo español. Esta, como toda preceptiva, está compuesta de unos capítulos de enseñanza, de principios de conducta para potenciar y realizar el socialismo en la América mestiza, dirigidos a los individuos que constituyen la multitud que se propone construir el socialismo científico en nuestro continente, preceptos que también son válidos para todo el tercer mundo. Bolívar, como se ha dicho, no propuso el socialismo, pero luchó por valores sociales fundamentales y se empeñó en el internacionalismo para la libertad de los pueblos, condición necesaria del socialismo. Desde este punto de vista, el Libertador –sin proponérselo, como en tantas otras cuestiones– fue un precursor del socialismo. Bolívar no se conformó con liberar a su patria, fue más allá: quiso liberar a toda 19. Monod, Jacques. Epistémologie et Marxisme. p. 23.
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20. Bolívar, Simón. Obras Completas. Vol. III. p. 279.
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I. El componente individual La conciencia ética del sujeto crítico II. El componente social o colectivo La conciencia ética en la convivencia III. La condición transformadora La conciencia ética crítica en revolución IV. Epílogo: la condición humana planetaria La identidad y la conciencia ética terrenal Con la potencia y la pasión deseamos para el hacer. Y lo que deseamos hacer dirige nuestra acción, fecunda la realidad y la hace estar en permanente estado de parto, en estado de parto de una nueva dimensión de las posibilidades de realización de la humanidad.
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Prolegómenos
La ética socialista Vivimos también en un período ético constituyente… porque el sujeto va tomando conciencia de que alcanzar la órbita ética depende de que cada uno de nosotros busquemos y afirmemos las evidencias morales más claras y mejor justificadas. José Antonio Marina
La ética socialista es un conjunto de principios y valores que orientan y estimulan en el individuo de sensibilidad y conciencia social comportamientos que lo guíen en su vida diaria a su plena realización personal en el proceso de la construcción del socialismo científico. La ética debe constituir el componente esencial de toda actividad humana, y con más razón, de la sagrada conquista de la Revolución Bolivariana, y debe ser el hilo conductor en el proceso de su implantación, consolidación y desarrollo mediante la acción política colectiva. “Moral y luces son los polos de una República; moral y luces son nuestras primeras necesidades”, es una de las joyas que componen el inmenso patrimonio ideológico y moral que, como un tesoro, nos legó Bolívar. El conjunto de principios y preceptos que conforman la ética socialista bolivariana ha sido extraído de los más valiosos ejemplos de la vida de nuestro Libertador, y de la experiencia de las luchas por la emancipación de la humanidad entera, y los asumimos con honor y compromiso en la obra colectiva y nobles objetivos del ser humano, como la reafirmación de la dignidad y la libertad, la búsqueda de la verdad, la bondad y la belleza, el desarrollo pleno de su potencial 52
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creador en función de la felicidad, la justicia y la solidaridad entre iguales, esencia y fin del socialismo.
¿Qué exige, qué implica la ética socialista? Exige la más estricta observancia de los principios y preceptos que conforman la conducta revolucionaria, ingrediente vital de nuestra cultura política bolivariana. Es una delicada responsabilidad de todos los dirigentes y representantes revolucionarios, en todos los niveles de dirección y actuación desde los cargos de mayor complejidad hasta el responsable de las acciones más sencillas en el logro de los objetivos socialistas. En suma, es una tarea política de todo el pueblo. La ética revolucionaria se debe expresar en todos nuestros actos si asumimos fielmente estos principios, tanto en el desempeño de cargos, responsabilidades y tareas, como en nuestra actuación y comportamiento cotidiano en nuestra vida privada.
Principios de la ética socialista La moral socialista, como forma más elevada de la conciencia social, está orientada por tres principios que la sustentan: 1. Principio del amor, la solidaridad fraternal y el internacionalismo. 2. Principio universal de la transformación permanente en la búsqueda de la ampliación de la vida y la emancipación humana. 3. Principio de la dignidad humana (y con éste, el de la dignificación de la humanidad preterida) y la libertad.
Génesis de la ética socialista ¿De dónde procede la ética socialista? Procede, antes que de la historia, de la conducta humana en el comunismo primitivo, de cuando el hombre no explotaba al hombre. Claro que en aquellos tiempos no podía concebirse la ética, porque la conducta moral no provenía de la reflexión sino del instinto. La ética, que implica necesariamente una reflexión sobre la conducta, pertenece a la historia de la civilización; mejor dicho, propiamente a la vida civilizada. Con la historia, la ética proviene de la filosofía, porque es parte de ella. Y la ética socialista es la reflexión filosófica de la lucha por la emancipación humana, de la lucha de clases, de las leyes objetivas del desarrollo continuo de la sociedad y del impulso creador, transformador de los seres humanos; en resumen, de los procesos dinámicos complejos de las relaciones humanas en el desarrollo de la producción de su vida material y espiritual, hacia la satisfacción de las necesidades materiales colectivas sin desmedro de las individuales; pero por encima de estas, que están subordinadas a aquellas, la ética socialista se dirige a satisfacer la plena expansión y expresión de las potencialidades creadoras del ser, hacia la realización de la condición humana integral, solidaria y libre; procede de la vida para la vida.
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¿Cuáles son sus fundamentos? La ética revolucionaria socialista bolivariana no solo está integrada por un conjunto de valores virtuosos universales u orientaciones axiológicas positivas que deben acompañar al individuo en su hacer cotidiano, sino también por unos principios propositivos que orientan en la acción de transformación de la sociedad. Categorías de la ética socialista La ética socialista se fundamenta en cuatro categorías morales: I. El deber II. El honor y la dignidad III. La conciencia IV. La felicidad I. El deber El concepto del deber parte de la vida real de los seres humanos, quienes –ligados por vínculos mutuos– contraen obligaciones definidas respecto de los otros y de la sociedad total. Al abstraer lo individual y específico de la conducta de múltiples luchadores por la emancipación humana, la ética socialista descubre lo general, lo real y principal, todo lo que en definitiva es determinante en la buena conducta, tomando de ahí la base para la fundamentación del concepto del deber socialista.
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El deber entonces se presenta como política y socialmente indispensable. Y, si este principio se comprende sin hacerle perder precisamente su sentido de necesidad, resulta que cuanto se revela socialmente indispensable ya no aparece en la forma de coerción exterior, sino en algo interiormente deseado, por ser necesario e inseparable del ser revolucionario. La persona llega a la convicción de que en cada caso debe actuar correctamente, en razón de que así se lo indica su certeza y su necesidad. Distinto a la obligación, el deber socialista no es una imposición porque no viene de fuera del ser humano. Es producto de su voluntad interior, consciente y profundamente arraigada en la naturaleza del ser socialista, en las necesidades propias de la lucha por el socialismo. No se trata de una formalidad, una obligación o una orden; es la activa y voluntaria realización de los deberes que se imponen los individuos a sí mismos para cumplir las tareas concretas de la lucha por la sociedad nueva y una nueva humanidad. Es en el servicio consciente y voluntario a la causa común donde reside el aspecto principal de la cuestión referente a la unidad de los intereses personales y sociales en el proceso de construcción del modo de vida socialista; luchando por resolver las contradicciones naturales en todas las circunstancias, entre el deber y el deseo personal.
pensar. La dignidad está incluida en el honor. Por ello puede afirmarse que la dignidad es interna e íntima y el honor se expresa externamente como una manifestación de la dignidad. El honor se puede llevar con orgullo, pero es diferente de éste, especialmente de ese orgullo que equivale a arrogancia, vanidad, exceso de autoestima, porque el honor es un acervo del patrimonio moral del ser honrado, y por ello es auténtico; en cambio, el orgullo sin contenido de honor (y por lo tanto sin dignidad) es meramente vano. Para definir los conceptos de honor y dignidad, la ética socialista parte de la condición histórico-social de la existencia humana en tanto que conjunto de procesos e interconexiones comunitarias complejas como experiencias colectivas y de la capacidad de la conciencia individual, a fin de que con el correcto desenvolvimiento en el mundo objetivo en que se desarrolla, su asertividad se corresponda con todo lo que lo rodea. Conociendo los vínculos y las relaciones sociales, la persona llega gradualmente a tener mejor conocimiento de sí misma y de su importancia como ser humano en general, como integrante y partícipe de los grupos sociales, las clases y la nación. El honor y la dignidad son inseparables entre sí y del sistema de las relaciones sociales concretas e históricas de las que las personas hacen parte. Estos conceptos no son únicamente el resultado de un acto individual de autoponderación y conocimiento de sí mismo. Se forman en el proceso de la práctica social y moral de los hombres y las mujeres, de los grupos sociales y de las clases; y su contenido los define, en última instancia, el sistema social y cultural de la sociedad. También en última instancia, la fisonomía espiritual y la conducta social, así como el honor y la dignidad dependen –relativamente– de las realidades de índole social, cultural y económica, es decir, del sistema económico, del mecanismo de las relaciones de producción. En las condiciones del socialismo y por primera vez en la historia, el trabajo se convierte en razón de dignidad y causa primera de honor y heroísmo. El honor y la dignidad ya no están condicionados por la procedencia y el origen de clase, ni por las vinculaciones sociales y el dinero, sino por el trabajo realizado para el bienestar de la sociedad. En el socialismo merece el aprecio social, el mayor reconocimiento y el respeto, quien con su trabajo enriquece el patrimonio común de la patria y el mundo, quien palpita creadoramente con la comunidad y la humanidad.
“Yo no hablo nunca del aspecto negativo de la vida, en primer lugar porque no quiero ser compadecido: era un combatiente que no ha tenido suerte en la lucha inmediata y los combatientes no pueden ni deben ser compadecidos cuando han luchado no por obligación sino porque lo han querido conscientemente”. Antonio Gramsci
II. El honor y la dignidad El honor es una cualidad moral individual que depende de los estímulos morales de la autoestima del sujeto en relación a los demás. El honor forma parte del patrimonio moral de una persona. Por ello, la persona de alta moral defiende su honor hasta con la vida, porque para una persona honorable no vale la pena vivir sin honor. La dignidad es un contenido del honor, que corresponde al decoro, la serenidad, la honestidad más íntima, la seriedad en el actuar y el
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El honor y la dignidad son baluartes del ser libre e independiente de explotadores, de cualquier tipo de dominación, y de cualquier enajenación; son el fruto del trabajo abnegado para el bien y la felicidad común y la honra por los éxitos nacionales y por el socialismo. El trabajo inteligente y creador define al hombre espiritual y físicamente, induce la inquietud innovadora, el deseo de estudiar, de profundizar, de alcanzar las más altas cumbres de la ciencia, de la tecnología, de la cultura. El grado superior del heroísmo es cuando uno entrega todas sus fuerzas físicas y espirituales a la causa común, al bien de los otros. En última instancia, la dignidad del sencillo y prosaico trabajo cotidiano es lo que garantiza la solución de las tareas comunes impuestas en el proceso del tejido de la vida socialista en construcción. El sistema económico capitalista condena a la indignidad y al deshonor a la inmensa mayoría de los seres humanos, porque quien no dispone de los bienes mínimos para la vida (comida, vestido, vivienda sana, agua potable, ambiente no degradado) ni siquiera puede pensar en la dignidad y el honor de que se le priva. Es necesario entonces que surja una vanguardia de adelantados del socialismo para que luchen en pro de esos millones de preteridos y los enseñen a luchar.
psicólogos. La conciencia moral del ser humano es el reflejo de sus relaciones prácticas, las cuales en esencia se definen por el ser social. La conciencia es la forma máxima de expresión del saber, del conocimiento y más excelsamente: de la sabiduría. Según sea el ser social y la vida material en una sociedad dada, así serán –socialmente– las relaciones morales de la mayoría de las personas y el contenido de sus conciencias.
“Hágase algo por unos pobres pueblos, que no saben qué hacerse ni qué hacer con sus hijos; no sea que por echarlos a granel en escuelas de especulación o de caridad, los vean mañana sumidos en la ignorancia más crasa que la que hoy consideran inherente a la pobreza. El hombre no es ignorante porque es pobre, sino al contrario”. Simón Rodríguez
III. La conciencia La conciencia expresa el conjunto de sentimientos e impresiones definidos con que el sujeto juzga su conducta y sus actividades, reconociéndose en sus atributos esenciales y en todas las modificaciones que en sí mismo experimenta. La conciencia es la reflexión por la que un sujeto se percibe a sí mismo en el mundo, y como percibe que es visto por los otros. La capacidad de autoanálisis de la persona y de valoración y apreciación de su conducta no es un don divino, ni la expresión de una misteriosa “voluntad autónoma”, como afirman algunos teólogos y 58
“Sobre las diversas formas de propiedad, sobre las condiciones sociales de existencia, se levanta toda una superestructura de sentimientos, ilusiones, modos de pensar y concepciones de vida”. Carlos Marx
“La nueva sociedad en formación tiene que competir muy duramente con el pasado. Esto se hace sentir no solo en la conciencia individual en la que pesan los residuos de una educación sistemáticamente orientada al aislamiento del individuo, sino también por el carácter mismo de este período de transición con persistencia de las relaciones mercantiles. La mercancía es la célula económica de la sociedad capitalista; mientras exista, sus efectos se harán sentir en la organización de la producción y, por ende en la conciencia”. Ernesto "Che" Guevara
IV. La felicidad La felicidad es una de las categorías más importantes de la ética. Todos los seres humanos aspiramos a ella y los teóricos de la moral de una u otra manera han tratado de definir su significado e importancia. Cuando se trabaja para un futuro social se actúa desde un terreno de afirmación constructiva, del anhelo colectivo de dicha entre iguales, de igualdad de derechos universales. El concepto de felicidad no puede examinarse fuera de su unidad con las condiciones político-sociales y económicas en que vivan las personas. La felicidad se plantea a partir de la satisfacción plena de las necesidades fundamentales del ser humano concreto y no como algo limitado, fugaz o casual, como se la percibe en la sociedad basada en la propiedad privada y en la explotación, que la hace depender de lo meramente material. El concepto de felicidad debe ser analizado en el contexto de las condiciones de realización plena de lo humano, en 59
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el contexto de las condiciones de las necesidades humanas, materiales y espirituales legítimas. La felicidad en el socialismo es la vida misma, la audacia creadora, los logros personales y colectivos, la lucha por el bien común, por la autodeterminación social. Es el sentimiento del bienestar moral, del deber cumplido honradamente frente a la sociedad; es el sentimiento de la identificación personal con el ser colectivo como constructor del socialismo. Al revolucionario le produce felicidad el trabajo creador en aras del socialismo, en busca de la felicidad de todos, del pueblo y de los pueblos. Uno de los rasgos característicos del concepto de felicidad propio de los revolucionarios que luchan por la sociedad socialista es el hecho de que cada cual ve su felicidad personal como parte y como consecuencia de la felicidad adquirida por todo el pueblo, sin la cual no podrá existir la plena felicidad individual. La felicidad no cae del cielo, pues debe lucharse por ella. En el socialismo todo el que quiere construir su felicidad individual debe ser el artífice, el constructor de la felicidad de todo el pueblo, y cuando sea un forjador de la felicidad de todos, con más fuerza lo será de su felicidad, y viceversa, pues es un proceso de retroalimentación. En el ascenso al socialismo, una vez resuelta y asegurada la solución a las necesidades fundamentales del ser humano de manera digna y satisfactoria, se le plantean nuevas y más elevadas necesidades que tienden a completar y a enriquecer el desarrollo de la personalidad espiritual de todos, mediante la conciencia de que nuestro trabajo es útil y necesario para que con la acción creadora de todos alcancemos para toda la sociedad los niveles cada día mayores de la verdadera riqueza. Cuando se trabaja para un proyecto socialista, se parte de una afirmación constructiva: el anhelo de dicha entre iguales y la igualdad de derechos universales. Tal igualdad produce la felicidad social, enriqueciendo la de cada individuo. La categoría de felicidad se concibe en el contexto de las condiciones de realización plena de lo humano, de satisfacción de las necesidades materiales y espirituales legítimas. La felicidad es el fundamento firme de la existencia, razón y finalidad de la vida.
Los luchadores por el socialismo no entienden la felicidad como un momento fugaz de la vida, tampoco como un bienestar adquirido de una vez para siempre, ni cual cierta culminación en la lucha por la vida. Entienden la felicidad como una realización de la plenitud de la vida en cada campo. Así, pues, lo mismo que la vida, que no se detiene jamás porque es un continuum, el contenido pleno de la realización vital cambia y se enriquece constantemente cada día, cuando la voluntad vital en su esencia está guiada por un profundo sentimiento de amor.
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Cuando se despoja de la forma burguesa limitada, la riqueza es la universalidad de las necesidades individuales, las capacidades, los placeres, las fuerzas productivas, etc., creada mediante el intercambio universal. Es el pleno desarrollo del poder humano sobre las fuerzas de la naturaleza, aquellas de la llamada naturaleza axial como también de la propia naturaleza humana. La absoluta realización de sus posibilidades creativas, sin otra presuposición que la de los acontecimientos históricos previos, es lo que hace de ésta la totalidad del desarrollo, es decir, del desarrollo de todos los poderes humanos como fin en sí mismo, sin compararlo con un parámetro determinado. Cuando no se produce a sí mismo en una especificidad, sino que produce su totalidad. Cuando lucha no por seguir siendo algo en lo que se ha convertido, sino por lo que está en pleno proceso de convertirse. Carlos Marx
La felicidad va unida a un incremento de la vitalidad, de la inmensidad de la sensibilidad y el pensamiento y de la productividad... Erich Fromm
La felicidad objetiva es el modo de ser en el mundo de un sujeto que se reconoce amorosamente reconocido y que habita en el orbe de la dignidad cumplida. José Antonio Marina
La felicidad consiste en tener un proyecto, que se compone de metas como el amor, el trabajo y la cultura; supone la realización más completa de uno mismo, de acuerdo con las posibilidades de nuestra condición; esto es, hacer algo con la propia vida que merezca realmente la pena. Enrique Rojas
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Luego de estos prolegómenos pasemos seguidamente a estudiar la preceptiva ética, que se presenta en cuatro bloques de estudio. A saber: Bloque temático I. El componente individual, constituido por la conciencia ética del sujeto crítico. Bloque temático II. El componente social o colectivo, constituido por la conciencia ética en la convivencia social. Bloque temático III. La condición transformadora, absolutamente necesaria para hacer la revolución. Esta es la conciencia ética crítica aplicada a la revolución permanente. Bloque temático IV. Epílogo: la condición humana planetaria, la conciencia ética crítica que se identifica con la conciencia ética total, arraigada a todo el planeta, al mundo macro, a la ecología política.
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Primer bloque temático
El componente individual
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“Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éste”. Marcos: 12-30 y 31. La Biblia
La conciencia ética del sujeto crítico
I. El amor La ética socialista se sustenta en el amor, porque es el sentimiento que impulsa los valores básicos y más esencialmente humanos. Influye decisivamente en el más complejo íntimo dominio de la vida, inspirando la poesía, la inteligencia creadora, la alegría, la felicidad y los grandes avances de la humanidad. Es el fundamento moral de la familia, célula básica de la sociedad y espacio esencial para la construcción de la vida socialista, donde el padre y la madre, el hombre y la mujer sean sujetos libres e iguales en una sociedad de economía social, en la que ambos participen en el trabajo productivo social y se beneficien equitativamente de la producción y la productividad socialista y de los logros materiales, culturales y espirituales de la sociedad. Los socialistas nos hacemos más fuertes, mejores y más puros por el amor. El amor siempre fortalece al ser (porque pertenece a la entidad del ser) y aplaca las ansias de tener por el solo tener. El ser es el antípoda del ego, y tanto, que a la más grosera manifestación del ego se le denomina egoísmo, que es lo contrario del colectivismo, del compartir, de la solidaridad, en fin, del socialismo. El amor es la fuerza que mueve la vida para lo bueno, independientemente de las creencias que lo promuevan, porque el amor vive en todas las creencias nobles, tanto en las que adoran a Dios como en las ateas. Esta preceptiva no adhiere a ninguna creencia religiosa, pero respeta a todas las que animan la buena conducta solidaria, el amor al prójimo. Por ello citamos seguidamente libros sagrados, para posteriormente citar algunos autores inspiradores de estos preceptos.
“Ésta es la buena nueva que Dios anuncia a sus siervos, que creen y obran bien. Di “Yo no os pido salario a cambio, fuera de que améis a los parientes”. A quien obre bien, le aumentaremos el valor de su obra”. Sura 42, 23. El Corán
“La suprema bondad es como el agua. El agua todo lo favorece y a nada combate. Se mantiene en los lugares que más desprecia el hombre y, así está más cerca del Tao. Por esto, la suprema bondad es tal que, su lugar es adecuado. Su corazón es profundo. Su espíritu es generoso. Su palabra es veraz. Su gobierno es justo. Su trabajo es perfecto. Su acción es oportuna.Y no combatiendo con nadie, nada se le reprocha”. Tao Te King. Libro sagrado del profeta Lao Tze
“El futuro del mundo pende de los niños que van a la escuela”. Talmud. Libro sagrado de la religión judía
“Aquel que sin preferencias acepta tanto el honor como la desgracia, mostrando hacia sus enemigos el mismo amor que tiene por sus amigos, y renuncia a toda empresa egoísta: éste es el hombre que ha superado la influencia de los tres gunas. Jamás se han revelado estos secretos a alguien que no ofrezca su amor, o que no esté autodisciplinado, o alguien que no quiere oír o que tan solo pretende discutir”. Bhagavad Gita. Libro sagrado del induísmo
Seguidamente citamos a los sabios que inspiran esta preceptiva socialista bolivariana: “El gran poder existe en la fuerza irresistible del amor”. Simón Bolívar Carta al General A. J. de Sucre, 06/04/1827
“Considérese al hombre como hombre, y su relación con el mundo como una relación humana, y se podrá intercambiar amor únicamente por amor, confianza por confianza, etc.”. Erich Fromm La Soledad del Hombre (1974: 19)
“Amaos los unos a los otros”. Juan: 15:17. La Biblia
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“El amor intenta entender, convencer, vivificar. Por este motivo, el que ama se transforma constantemente, capta más, observa más, es más productivo, es más él mismo”.
de ellos mismos, bien que no siempre con suceso. Diles, que la amistad tiene en mi corazón un templo y un tribunal, a los cuales consagro mis deberes, mis sentimientos y mis afectos”.
Erich Fromm
Simón Bolívar Carta al Coronel Leandro Palacios, 16/5/1817
“Aquel que camina una sola legua sin amor, va derecho a su propio funeral”. Walt Whitman Hojas de hierba (1988: 104-105)
“…el verdadero revolucionario está inspirado en grandes sentimientos de amor”. Ernesto “Che” Guevara (http://verdaderoche.blogspot.com/)
II. La amistad Atender con esmero, valorar y enriquecer las relaciones de amistad. La amistad es la forma superior de compañerismo, al lado de la unidad de intereses, el afecto y el aprecio entre las personas. La amistad no puede entrar en contradicción con la conciencia moral, torcer o debilitar las convicciones sociales, dejándole pasar al amigo sus errores, actos dañinos o ilícitos. La amistad verdadera es posible solo sobre la confianza mutua, la igualdad y la franqueza. La amistad no exonera a los amigos del cumplimiento honorable del deber social en el trabajo y las tareas de construcción socialista. No se puede violar las obligaciones ante la sociedad y la revolución por causa de las relaciones de amistad. La verdadera amistad no es incondicional, porque la amistad está condicionada por la moral, tanto la moral privada como la moral social. A la amistad la hace fuerte el honor, la verdad y la dignidad. La amistad es el fundamento del amor verdadero; no hay verdadero amor sin amistad. Los padres, los hermanos, etc., solo siendo amigos demuestran que se aman. “Di a todos mis amigos que soy siempre el mismo y que, a pesar de mi mala fortuna, he conservado muchos a quienes desearía escribir con mayor frecuencia; pero que me es imposible hacerlo, porque constantemente trabajando o pensando en beneficio de mi país, y
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III. La verdad Ser sincero, cultivar la franqueza, la transparencia, decir la verdad. Enfrentar con firmeza la mentira, el engaño, el fraude, la demagogia, el fanatismo, el sectarismo, el individualismo. Ser rigurosamente objetivo y justo en nuestros actos y el trabajo. Nuestra fuerza está en la verdad, la razón y la conciencia. “…persuádase Usted, querido amigo, de que cuando yo doy mi confianza la doy toda entera, y aunque algunas veces me he chasqueado, no es ni siquiera posible que con Usted me suceda otro tanto. Estoy plenamente satisfecho de que Usted no tiene más defecto que el de su excesiva bondad; y confieso con franqueza que este es mi único recelo en todo el carácter de Usted; y como la bondad es la exclusión de todos los defectos y de todas las maldades, aunque yo quisiera, no podría equivocarme.Yo deseo con sinceridad que Usted me diga siempre lo que sabe y lo que piensa; en esto me hará Usted un servicio singular. Simón Bolívar Carta al Dr. José María del Castillo, 01/06/1829
“La verdad pura y limpia… es el mejor modo de persuadir”. Simón Bolívar Carta al General Urdaneta,03/08/1829
“Hacer bien y aprender la verdad son las únicas ventajas que la providencia nos ha concedido en la tierra”. Simón Bolívar Carta a Jeremías Benthan, 14/01/1827
“Los demagogos son los peores enemigos de la clase obrera”. Vladimir Ilich Ulianov (Lenin)
IV. El honor y la dignidad Este precepto constituye una de las cuatro categorías de la ética socialista que hemos definido en los prolegómenos de esta preceptiva. Agregamos 67
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a lo dicho antes que se debe preservar, defender, fortalecer y cultivar la dignidad y el honor. La fuente y receptáculo de estos dos valores reside en la conciencia, en estar consciente del deber social y de cumplirlo cabalmente, haciendo del trabajo una actividad libre y creadora. Aun en momentos de dificultades, carencias extremas, peligros, limitaciones, no hay que ceder ante el soborno, el halago o cualquier ofrecimiento que atente contra nuestra dignidad. Para ello hay que aguzar nuestra vigilia interior, para avivar nuestra conciencia y mantenernos éticamente vivos. La dignidad es un elevado valor interno de cualidad y decoro del sujeto consciente y libre, y un escudo ético en la lucha por los derechos humanos y el socialismo, valor íntimo que se exterioriza en el honor (como quedó dicho en los prolegómenos), el cual consiste en el cumplimiento de los deberes con el prójimo y con uno mismo, hasta la exaltación heroica, trascendiendo el ámbito familiar. Un revolucionario no es un vociferante, no es un gritón que anda exhibiendo y blasonando su “formación” socialista. Tales personas son indignas y deshonran a la Revolución, porque dicen más de lo que hacen. Igual pasa con los corruptos, plaga extremadamente dañina que propicia el desaliento y la descomposición al punto de que gente de tan baja ralea moral pone en peligro cualquier proyecto, especialmente el proceso revolucionario, que es un delineado sistema socioeconómico llamado a sustentarse en la ética de sus dirigentes. Si fallan los dirigentes, aun en los cuadros medios y bajos, el proceso revolucionario corre inminente peligro de ruina. Este tema, sumamente importante, atinente a esa carencia de honor y dignidad, se trata en el precepto “Contra la corrupción”, capítulo IX del “Segundo Bloque Temático: El componente social o colectivo, la conciencia ética en la convivencia”.
V. Valentía, fortaleza y fidelidad al compromiso Cumplir honrosamente los compromisos y la palabra empeñada. No ofrecer sino lo que se pueda cumplir cabalmente, ni aceptar un cargo o encargo a sabiendas que no se está preparado para ello y que –por lo mismo– no se podrá cumplir. Para eso es necesario estar plenamente consciente de las propias habilidades, así como de las condiciones positivas y negativas, consecuencias, posibilidades y recursos disponibles para comprometerse en algún ofrecimiento. Un socialista debe ser una persona de palabra y compromiso, que debe dedicarse con abnegación y esmero al desempeño eficiente de toda tarea por pequeña que sea, sin pretensiones de superioridad. El militante socialista no debe asumir como medio de vida ninguna actividad que lo desvíe de su deber principal. La abnegación y el entusiasmo por su tarea es el sentimiento íntimo que impulsa posibilidades infinitas de mejoramiento humano y perfeccionamiento en la profesión u oficio, cuando se realiza con firme voluntad y con la entrega sin reservas a la obra común del pueblo. Debe ser respetuoso y rigurosamente honesto consigo mismo y con los demás. Ha de tener la valentía necesaria para decirle no aun a su jefe, razonando debidamente su negativa. Debe mantener tacto, respeto y consideración con todas las personas, recordando que su lucha no es personal sino de ideas. No hacer a otro lo que no queremos que otro nos haga. Ante situaciones determinadas, perjudiciales o contrarias al cambio positivo social, resistir los embates y las influencias nocivas, entregarse con decisión y firmeza a la lucha en las condiciones que se hayan considerado más apropiadas, después de un estudio razonable de todos los factores que configuran la situación. Afrontar los peligros con valentía, conciencia, habilidad, prudencia, audacia e inteligencia.
“Haz bien tu parte. En eso reside todo el honor”. “Mejor es una muerte honrosa que una vida sin honor”. “Vuestro honor no lo construirá nuestro origen, sino vuestro fin”.
“Yo soy incapaz de comprometer a Usted ni a nadie sin tener la certidumbre de quedar bien; porque mi honor es preferible a todo; y me verían como un hombre indigno, si fuera capaz de asegurar lo que no estoy cierto de cumplir”. Simón Bolívar Carta a Juan Nepomuceno Rivas, 08/09/1812
Alexander Pope
“El valor es preferible al número y la habilidad superior al valor”. Simón Bolívar Carta al General Arismendi. 26/06/1816
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“Todo acto dictado en ejercicio del Poder Público que viole o menoscabe los derechos garantizados por esta Constitución y la ley es nulo; y los funcionarios públicos y funcionarias públicas que lo ordenen o ejecuten incurren en responsabilidad penal, civil y administrativa, según los casos, sin que les sirva de excusa órdenes superiores”.
VII. La cultura socialista y el mejoramiento personal Cultivar la curiosidad por el saber, ejercitar la creatividad y la inteligencia como forma de enriquecer la vida, la realidad cotidiana y el perfeccionamiento en el trabajo profesional y en el desempeño social revolucionario. Cuidar el desarrollo integral de nuestra personalidad significa la búsqueda consciente del equilibrio entre la razón y la emoción. El dicho antiguo “conócete a ti mismo” es la piedra angular de la sensibilidad emocional, es asumir conscientemente los sentimientos en el momento en que los experimentamos, así como los errores propios, en los que debemos reflexionar y trabajar para corregirlos en el debido ejercicio de la autocrítica. Este precepto se desarrolla en el “Tercer Bloque Tematico: La condición transformadora. La conciencia ética crítica en revolución”. Tomar conciencia de uno mismo, en el sentido de una atención progresiva a los propios estados internos, en acción de examen de conciencia, con la determinación de observar la propia experiencia, pensamiento y emociones. Es la atención consciente a nuestra dinámica emocional la que permite construir nuestro sistema ético para actuar como revolucionario con fortalezas tales como: templanza, estoicismo, comprensión, ecuanimidad, entereza, valentía, empatía, confianza, firmeza, disciplina, rigor, generosidad, austeridad, bondad. Quien reúne armoniosamente estas virtudes en su actuación social genera la certeza de una buena calidad humana, que, junto a la motivación al cambio y la inteligencia, forman la trilogía que sustenta una auténtica personalidad de nuevo tipo, una personalidad socialista. Siendo indispensable el esfuerzo individual para nuestra formación y perfeccionamiento personal, cada individuo debe participar en el colectivo, porque la actuación conjunta genera una fuerza de disposición práctica que enriquece la personalidad y la identidad personal. Para que cada individuo alcance su propia libertad (autodeterminación) debe actuar con los demás individuos de su entorno social (amigos, compañeros de estudio, de lucha, de trabajo, etc.). Solo así el esfuerzo individual se expresa en todo el pueblo. Para ello es fundamental, como dijo el Che Guevara, que “La sociedad en su conjunto debe convertirse en una gigantesca escuela”.
Artículo 25 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
VI. Ser proactivos y constructivos Combatir el pesimismo, derrotismo, indiferencia, apatía, indolencia, hipercriticismo, porque son actitudes impropias del revolucionario, siempre dispuesto a la proactividad y a lo constructivo. Aun cuando algunos dirigentes incurran en actos deshonestos, los verdaderos revolucionarios no deben desalentarse ni cejar en su lucha. Al contrario, deben luchar más duro para que en los espacios donde se desenvuelven se erradiquen esos problemas, propios de la naturaleza humana. No olvidar jamás que el poder, por sí mismo, es una fuente de corrupción. Vale en este punto la misma referencia hecha al final del precepto IV. Para ser proactivos y constructivos es decisivo considerar y cumplir estos propósitos: • Metas claras y bien valoradas. ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuál es la finalidad? ¿Estamos bien identificados y motivados? ¿Se justifica, tiene sentido lo que nos proponemos? • Comprensión. Correcta caracterización de la situación general, el contexto y sus interconexiones. • Dominio personal. ¿Estamos preparados para la tarea? Preparémonos. • Contribución. ¿Qué puedo aportar? • Efectividad. Disponerse a hacer algo y hacerlo. La efectividad requiere decisión, control, confianza y disciplina. Efectividad equivale a eficiencia (que se refiere al ámbito individual) y eficacia (se refiere al ámbito institucional). • Autoestima. Hacer, trabajar y crear con satisfacción refuerza nuestra confianza en nosotros mismos y nos hace crecer.
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Hay que perder la costumbre y dejar de concebir la cultura como saber enciclopédico en el cual el hombre no se contempla más que bajo la forma de un recipiente que hay que rellenar y apuntalar con datos empíricos, con hechos en bruto e inconexos que él tendrá luego que encasillarse en el cerebro como en las columnas de un diccionario para poder contestar, en cada ocasión, a los estímulos varios del mundo externo (…). La cultura es cosa muy distinta. Es organización, disciplina del yo interior, apoderamiento de la personalidad propia, conquista de superior conciencia por la cual se llega a comprender el valor histórico que uno tiene, su función en la vida, sus derechos y sus deberes. Pero todo eso no puede ocurrir por evolución espontánea, por acciones y reacciones independientes de la voluntad de cada cual, como ocurre en la naturaleza vegetal o animal, en la cual cada individuo se selecciona y especifica sus propios órganos inconscientemente, por la ley fatal de las cosas. El hombre es sobre todo espíritu, o sea, creación histórica, y no naturaleza. De otro modo no se explicaría por qué, habiendo habido siempre explotados y explotadores, creadores de riqueza y egoístas consumidores de ella, no se ha realizado todavía el socialismo. La razón es que solo paulatinamente, estrato por estrato, ha conseguido la humanidad conciencia de su valor y se ha conquistado el derecho a vivir con independencia de los esquemas y de los derechos de minorías que se afirmaron antes históricamente.Y esa conciencia no se ha formado bajo el brutal estímulo de las necesidades fisiológicas, sino por la reflexión inteligente de algunos, primero, y luego, de toda una clase sobre las razones de ciertos hechos, y sobre los medios mejores para convertirlos, de ocasión que eran de vasallaje, en signo de rebelión y de reconstrucción social. Eso quiere decir que toda revolución ha sido precedida por un intenso trabajo de crítica, de penetración cultural, de permeación de ideas a través de agregados humanos al principio refractarios y solo atentos a resolver día a día, hora por hora, y para ellos mismos su problema económico y político, sin vínculos de solidaridad con los demás que se encontraban en las mismas condiciones (…).
Desarrollar el ingenio para saber rectificar a tiempo y buscar soluciones nuevas para problemas nuevos o viejos. La voluntad creativa y valiente para rectificar nos abre caminos y orientaciones que nos conducen al logro de los objetivos. Buscar salidas sensatas, humanas, legales y éticas para darle solución a las necesidades económicas y de la vida socialista. Fortalecer una actitud personal irreconciliable ante el descaro, la trivialidad, la estolidez, la negligencia, el carrerismo desalmado, el oportunismo, el egocentrismo, la presunción, la adulación, la hipocresía, el conformismo, etc. Porque son expresiones de inmadurez, laxitud, debilidad moral, impropias de un socialista.
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VIII. Contra las actitudes negativas Enfrentar con voluntad y denuedo a toda actitud dañina o negativa frente al trabajo y las tareas sociales, tales como la apatía, la holgazanería, la desidia, la indiferencia, el descuido y la falta de iniciativas, porque estas actitudes bloquean la búsqueda creativa de soluciones a los problemas y las dificultades, sean estas objetivas o subjetivas. Atender con cuidado las motivaciones.
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“Una vida pasiva e inactiva es la imagen de la muerte, es el abandono de la vida; es anticipar la nada antes de que llegue”. Simón Bolívar Carta al general A. J. de Sucre, 20/1/1825
“No matar, no robar, no mentir, no ser flojo”. Mandamiento indígena aimara, actualizado y puesto en práctica por el presidente Evo Morales
IX. Integridad, modestia y austeridad Ser ejemplo de integridad, modestia y austeridad. Un socialista revolucionario debe ser ejemplo por su comportamiento en su trabajo, ante sus compañeros, en las relaciones sociales y ante su familia. El concepto de integridad nos refiere a la idea de totalidad, coherencia, donde se interrelacionan valores que conforman un cuerpo ético que califica la conducta recta y honrada de una persona. Modestia es lo contrario de arrogancia y vanidad. Este valor nos refiere a otros, tales como sencillez, moderación, prudencia y sobriedad. La austeridad es un valor complementario de la modestia y es todo lo opuesto al boato. Significa severidad, rigor, sobriedad en la satisfacción de las necesidades. La austeridad es un escudo moral contra el consumismo, la ostentación, el lujo y el despilfarro.
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“En cuanto a la excelencia, usted sabe que no la merezco; me contentara yo con ser justo, por consiguiente no tengo derecho al superlativo de la excelencia. Tráteme usted por fin de usted y si fuéramos romanos, el tú valdría más”. Simón Bolívar Carta a J. Rafael Arboleda, 01/06/1828
X. Autocontrol ético En el ejercicio de cargos de responsabilidad y en el manejo de recursos públicos y de organizaciones colectivas, el socialista debe utilizar las prerrogativas y facultades inherentes a la jerarquía de su posición solo estrictamente para los requerimientos del trabajo, especialmente cuando maneja dinero. Cada quien debe ser su propio contralor ético y debe aceptar ser controlado y auditado, no solo en el manejo de bienes y servicios sino en su dedicación al trabajo y su nivel de solidaridad. Instar igualmente ante los niveles jerárquicos superiores que los compañeros y compañeras actúen con absoluta probidad y lealtad a los principios éticos socialistas, y que de la misma manera estos controlen a los jerarcas. El autocontrol ético es un ejercicio de conciencia que se alcanza con la autocrítica y la reflexión. Solo quien es capaz de autocontrolarse puede controlar a los demás. Solo ese merece ser jefe, y nadie lo conoce mejor que la base social donde se desenvuelve. Esta es una razón –entre muchas– para que sean las bases las que impongan (y quiten) a los jefes. Todo el poder debe reposar en la base popular organizada. A medida que esa base se amplíe más y más (siempre organizadamente), en esa misma proporción habrá más control ético, porque los dirigentes serán más legítimos. “El Congreso me ha nombrado Padre y Salvador del Perú; y me ha decretado los honores de Presidente perpetuo; ha mandado a grabar mi busto en una medalla; me ha llamado Libertador; y me ha obligado a encargarme del mando del Perú, y después me señala una enorme fortuna (un millón de pesos).Yo he aceptado todo con gozo, menos lo último; porque las leyes de mi patria y las de mi corazón me lo prohíben”. Simón Bolívar Carta a J. Rafael Arboleda, 23/02/1825
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XI. Combatir el sectarismo Cornelius Castoríadis define así el sectarismo: …tiene un sentido sociológico e histórico preciso: el sectarismo es propio de una agrupación, o un individuo que actúa como tal, que erige como absoluto un solo lado, aspecto o fase del movimiento del que salió, hace de él la verdad de la doctrina, la verdad sin más, le subordina todo lo restante y para mantener su fidelidad a ese aspecto, se separa radicalmente del mundo y vive a partir de entonces en su mundo aparte.21
El sectarismo es un mal grave que afecta peligrosamente la vida revolucionaria. Enfrentar el sectarismo mediante la formación personal, la crítica y la autocrítica, es la mejor manera de superarlo y erradicarlo de nuestro cuerpo social y de nuestra práctica política. El sectarismo solo se supera mediante un esfuerzo profundo de comprensión de la realidad de la vida, y las tareas relativas a la transformación revolucionaria en toda su riqueza y complejidad. El sectarismo es resultado de una visión y comprensión limitada y empobrecida de la realidad y de la condición humana. Es excluyente, divide, segrega, esquematiza en negativo, es parcial, torpe, limitado, empobrece el proyecto político, la realidad, la vida y hasta las relaciones, destruye posibilidades potenciales de relaciones fecundas en la existencia cotidiana. El individuo sectario que actúa con poder en el aparato burocrático y en la dirección política e ideológica hace retroceder y disminuir la revolución en esos espacios; es un peligro para la estabilidad revolucionaria, un victimario de sus compañeros por su visión torcida y mezquina de la política, que termina haciéndolo víctima de sus cavilaciones subjetivistas en las que se descubre un sujeto ajeno a la realidad, que tiende a deformarla cognitivamente. Entiéndase esta deformación cognitiva en el sentido marxista: un sujeto sesgado con ideas y percepciones erróneas de la realidad, a la que, en vez de interpretarla y esclarecerla para transformarla, la oscurece y encubre para justificar lo que de ella ha construido en su imaginario; tal actitud sectaria conduce al sujeto a decir una cosa y hacer otra, apareciendo distinto de lo que realmente es. 21. Castoríadis, Cornelius. La institución imaginaria de la sociedad. p. 21.
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El pensamiento sectario usa herramientas teóricas y metodológicas simplificadas al extremo, desarticuladas, que en alianza funesta con la burocracia se convierten en armas rígidas y opresivas, provocando daños a veces irreversibles en el movimiento revolucionario. A los sectarios la invocación de la fraseología revolucionaria les permite pensar y presentarse como verdaderos revolucionarios, cuando en verdad son unos enterradores de la fuerza del pensamiento revolucionario, unos agostadores de la lucha por la transformación de la sociedad y la emancipación de los pueblos. El sectario aísla y califica como extraño o enemigo todo lo que no se ajusta a la visión estrecha que se ha hecho de la realidad. Acosa, persigue, acusa, manipula con el miedo, extorsiona ideológicamente y destruye. La acción del sectario con poder burocrático conduce al fascismo. Es un fascista mimetizado en revolucionario, profundamente reaccionario, antidemocrático, excluyente, que no cree en la participación y desconfía de todo el que no piense como él. El sectario es un depredador ideológico. Para la salud del socialismo es necesario combatir sin tregua al sectarismo, e impulsar la más amplia y profunda comprensión humana, a través de la crítica y la autocrítica.
El dogmático es aquel que se aferra a ideas fijas, para él nada cambia. La realidad no es dinámica, sino que se reproduce en ciclos reiterativos. Sus reglas son inalterables y se convierten en la única verdad. El dogmatismo es un acto de fe, incapaz de comprender la riqueza del mundo real, su diversidad y su naturaleza contradictoria. El dogma se asume como una verdad absoluta, convertida en ley inalterable y declarada como cierta e incuestionable por quienes le siguen. Son dogmáticos aquellos que repiten fórmulas y consignas revolucionarias que fueron válidas en situaciones históricas pasadas y en determinados países, pero que no pueden ser aplicadas a cualquier realidad sin más ni más. La superación del dogmatismo se fundamenta en la comprensión de la singularidad de los procesos. No hay recetas, todo proceso es único. Frente a la fraseología dogmática exijamos análisis concreto de la situación concreta. La participación encuentra en el dogmatismo un obstáculo a las iniciativas creadoras. El dogmático no reconoce la riqueza de caminos y propuestas que nutren la transformación social que emprende la gente, siempre busca moldes para calzar la realidad a ellos. En lugar de que el dirigente piense que sabe todo, es importante que entienda que hay mucho que aprender de los otros. Nadie puede subestimar una u otra experiencia. Y no solo de las más complejas y abarcadoras, sino también de las más pequeñas. Todas cuentan, y en cada una de ellas encontramos claves para continuar avanzando en la construcción de la democracia participativa y protagónica.22
“Ser ajenos al egoísmo, al heroísmo individualista y la ostentación, a la indolencia y la pasividad y al sectarismo altanero, y ser desinteresados héroes de la nación y de la clase: he aquí las cualidades y el estilo de trabajo que se exige de los militantes, cuadros y dirigentes de nuestro partido”. Mao Zedong
XII. Contra el dogmatismo El dogmatismo es otro de los males que puede afectar la vida y el comportamiento de los revolucionarios. El dogmático se parece al sectario en el encasillamiento de las ideas, y aunque no suele ser perverso como aquél, causa muchos daños a la revolución, porque la desvía y la atrasa, arriesgándola a sucumbir. Marta Harnecker describe este vicio así: Ser dogmático significa razonar con recetas prefabricadas frente a los procesos sociales y políticos, sin analizar la situación real del país que se quiere transformar. 76
XIII. La inteligencia creadora Inteligencia es, simplemente, capacidad de aprender, de resolver problemas. La inteligencia creadora es activa, potente, constante, renovadora. Hay que desarrollar de distintas formas y en los diferentes ámbitos de nuestra existencia la energía potencial de la inteligencia. Constituye un componente dinámico y generativo que en nuestro desempeño cotidiano nos faculta individualmente para ensanchar, enriquecer, intensificar nuestras capacidades y darle mayor calidad y sentido a la vida social. 22. Harnecker, Marta. Construyendo el socialismo del siglo XXI. De los consejos comunales a las comunas. pp. 18 y 19.
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Es una aptitud, una pleamar de posibilidades y soluciones. A través de la inteligencia el ser humano se asume como ser que se confiere dignidad, porque la inteligencia creadora es la energía orientada hacia su máxima realización: la dignidad humana feliz. Para lograr esta inteligencia debemos formar un sujeto altamente socializado, que dirija su comportamiento y la construcción de la subjetividad hacia ese mejor mundo posible que es el socialismo. La descrita es la inteligencia individual, pero existe la inteligencia colectiva, formada por la suma de las inteligencias individuales de quienes interactúan guiados por intereses comunes. Esta inteligencia es poderosa, como poderosos son los pueblos cuando despiertan. En el “IV Bloque Temático” se incluye el texto de Pierre Levy, con ese mismo título, “La inteligencia colectiva”, que abunda sobre este importante tópico.
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Segundo bloque temático
El componente social o colectivo
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La conciencia ética en la convivencia I. La conciencia del deber social El principio más trascendente de la ética socialista es la conciencia del deber social. Significa saber actuar en conjunto y orgánicamente en nombre de las ideas socialmente más avanzadas, con capacidad de someter la voluntad propia a los intereses generales. El colectivo se integra alrededor de un objetivo específico, perseguido por la comunidad mediante acciones adecuadamente propuestas y puestas en práctica organizadamente. El sentimiento del deber social activa los mejores rasgos de la solidaridad de los trabajadores y trabajadoras por el socialismo, unidos en las labores voluntarias para lograr el predominio de la propiedad social de los medios fundamentales de producción, encaminándose a las relaciones productivas de colaboración y a la ayuda mutua, para liberarse de la explotación; desarrollar proactivamente el trabajo en equipo (trabajo colectivo), vencer dificultades oyendo a los más preparados a través del método de crítica y autocrítica; esforzarse al máximo para encontrar las mejores soluciones, con arreglo a la táctica y la estrategia. Contribuir a fijar un propósito común es apoyar un sentido de compromiso en un grupo o comunidad, creando las imágenes compartidas del futuro visualizado, buscando guías que ayuden a alcanzar las altas metas colectivas y el bien común. Cultivar el análisis y el razonamiento colectivo, la visión compartida, la participación de todos en la toma de decisiones, siempre con basamento en los métodos de estudio y concientización, cuya enseñanza deben impartir los más adelantados. La conciencia social exige despojarse de todo voluntarismo, soberbia, improvisación, iniquidad; combatir el sectarismo porque segrega, disocia, empobrece las relaciones de grupo y daña el espíritu colectivo; apreciar la dignidad de cada quien, con especial atención a los menos preparados, a quienes hay que ayudar siempre, sin aprovecharse jamás de sus debilidades. 80
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Rechazar la vanidad, la autosuficiencia, la pedantería, el engreimiento, la intolerancia, la insensibilidad, conductas que son incompatibles con el ejercicio del deber social y el empoderamiento de todo el colectivo, absolutamente necesario para lograr plenamente el bien común. La conciencia del deber social se concretiza en el colectivo como conciencia del poder social, porque el pueblo alcanzará el poder solo cuando adquiera conciencia social. Para cumplir este objetivo hay que multiplicar la instrucción revolucionaria en todos los espacios humanos. Ese deber de instruir a los demás está dirigido, en primer lugar, a todos los adelantados de la revolución; no debe quedar únicamente en manos de los dirigentes, puesto que ha de convertirse en una masa crítica de dominio general, una masa consciente, una masa con conciencia de su papel histórico. Este logro será a largo plazo y requiere de muchos maestros en la teoría revolucionaria, maestros que –en procesos de retroalimentación– deben formar al colectivo, y formarse a la vez en la revolución. La conciencia del deber social se fortalece con la crítica y la autocrítica. Gramsci lo ha dicho de manera impecable, al hablar de la lucha por una nueva cultura, esto es, por una nueva vida moral, que no puede dejar de estar íntimamente ligada a una nueva intuición de la vida, hasta que ésta se convierta en un nuevo modo de sentir y ver la realidad…23
II. Lealtad a los principios y las leyes Fomentar y cumplir la disciplina, el respeto, la lealtad conscientes al Estado, a sus instituciones, a la Constitución de la República Bolivariana, a las leyes de la república y a las directrices del colectivo donde se desenvuelva el revolucionario. Pero esta lealtad no implica ciega obediencia a la letra de la ley, porque a la ley hay que cambiarla, adaptarla a las necesidades del pueblo, obedeciendo sus propios procedimientos cuando la revolución es de derecho, como la bolivariana, y no de hecho, como han sido las demás revoluciones. Esta circunstancia particularísima de ser una revolución surgida y mantenida del y en el voto electoral hace de la revolución 23. En Benedetti, Mario. El escritor latinoamericano y la revolución posible. p. 165.
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venezolana un caso único, cuyo ejemplo está siendo emulado en la América mestiza como una forma válida de concientización de las mayorías populares para encaminarse al cambio social radical. Esta forma de revolución que nace en y desde el derecho burgués es más difícil, pero por ello mismo es también más creativa. Tal creatividad va paralela con el derecho que va surgiendo y aplicándose a medida que la revolución se afianza y fortalece. En todo caso, hay que asumir que la primera lealtad es para con el pueblo soberano, protagonista de la legislación revolucionaria, que va surgiendo a medida que la revolución avanza. Es indispensable formarse hábitos de disciplina social, organización, participación y de riguroso acatamiento a las normas que se establezcan en el proceso de construcción de la vida socialista. Lealtad a principios y leyes implica pureza de conducta, asumiendo la ética como fuente reguladora de la actividad humana y acatamiento consciente a las normas que dimanan del colectivo popular. En este punto conviene hacer la siguiente precisión: obviamente, la ley es una superestructura económica que como tal obedece a la ideología dominante. En el estado capitalista la ley es formada a imagen y semejanza de ese estado, en el que una clase minoritaria dominante se impone a las grandes mayorías compuestas por las clases media y los obreros y campesinos, todo lo cual está dictado por la estructura económica. A medida que va emergiendo el estado socialista en ciernes, en esa misma proporción va surgiendo la legislación socialista. Si este proceso de cambio legislativo ha sido lento en todas las revoluciones, mucho más lento ha de ser en una revolución que surge y se sustancia en el voto popular, en la que los medios de producción preponderantes siguen en poder de los particulares. Y entre tales medios de producción, los más importantes y con más alcance masivo y mundial son los de comunicación, íntegramente al servicio de la clase dominante, globalizada para seguir oprimiendo a las grandes mayorías a través de sus redes noticiosas, que no solo preparan noticias, sino que las crean y deforman, ejerciendo una dictadura informática mundial que invade las mentes de los seres humanos en sus propios hogares y lugares públicos mediante la televisión, la Internet, el cine, la prensa, la radio, etc. Este tema es complejo y merece profunda atención y estudio. La preceptiva de este manual no contempla discutir la tesis marxista de la
desaparición del estado, eventualidad que sigue siendo muy distante en el tiempo. Por lo tanto, mientras exista el estado y se produzcan revoluciones, cada revolución seguirá funcionando en el régimen estadal, solo que cambiará de estado burgués (o capitalista) a estado socialista. Y tal cambio, en una revolución afincada en el derecho y no en la fuerza de los hechos, siendo –por lo tanto– una revolución de derecho, sustentada en el voto popular, será siempre más lenta y compleja, fácilmente atacada desde adentro, con las mismas fórmulas jurídicas en las que necesariamente debe sostenerse, hasta que la economía lo permita, según sus leyes. Por estas razones, en una revolución tan peculiar, mientras se va propiciando el cambio legislativo (necesariamente lento), todo revolucionario debe obedecer las leyes, acatando y practicando prioritariamente los principios de la Constitución y del estado revolucionario. Mientras tanto, hay que agilizar y darle progresividad a ese vetusto sistema, porque la revolución debe continuar con los recursos de que dispone. Aquí se puede aplicar el mandamiento de Mao Zedong: “hay que trabajar con las dos piernas, es decir, con las herramientas del pasado y con las nuevas que va creando la revolución”.
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III. Organización de los colectivos populares y del pueblo en su conjunto Todo revolucionario debe contribuir con tenacidad, paciencia y disciplina al establecimiento, consolidación y desarrollo de la organización del pueblo, sus comunidades y su participación en las instituciones del poder popular. Debe atender solícitamente los problemas que se le plantean en virtud de sus responsabilidades, ayudar a encauzarlos y resolverlos, y cuando no sea posible por impedimentos insalvables, dar la explicación debida, sencilla y veraz, que ayude a comprender estas dificultades, usando la metódica de táctica y estrategia. Además, debe trabajar con inmensa paciencia para crear hábitos de organización, planificación y disciplina social en cada uno de los integrantes de las comunidades, para que sean eficientes en el cumplimiento de las tareas y las responsabilidades. Es vital para el socialismo bolivariano el funcionamiento eficaz de los consejos comunitarios, las comunas, los consejos socialistas
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de estudiantes, los consejos socialistas de trabajadores y trabajadoras y todos los órganos de participación política de las comunidades organizadas.
a sanciones aplicadas por juzgadores. Es decir, que a partir de la eticidad, la moralidad, en el ámbito del derecho público, aparecen por primera vez como conceptos claramente diferenciados, que ya no están en la esfera interna de cada individuo que trabaja en y para el sector público, sino que los obliga, los constriñe legalmente a guiar sus actuaciones por principios y virtudes y a darle preeminencia a lo colectivo sobre lo particular. Por ser tan importante esta novedad legislativa, conviene que todo revolucionario la conozca, pues es una ley dictada en el marco de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
“...La participación no es un concepto único, estable y referido solo a lo político. Es una dinámica mediante la cual los ciudadanos se involucran en forma consciente y voluntaria en todos los procesos que les afectan directa o indirectamente (...), la participación se convierte en una herramienta para derrotar la exclusión política. Al ejercer plenamente su ciudadanía, la gente recupera el verdadero sentido de la democracia, poder para el pueblo y del pueblo”. Haiman El Troudi, Marta Harnecker y Luis Bonilla-Molina Herramientas para la participación
Ley Orgánica del Poder Ciudadano (Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N° 37.310 del 25 de octubre de 2001).
IV. La sana administracion de los bienes públicos Velar rigurosamente por la conservación y uso adecuado de los bienes públicos y la más disciplinada administración de sus recursos. Los bienes y recursos de todo estado son patrimonio social, con mayor razón los del estado socialista, porque están destinados a la felicidad del pueblo. Esa propiedad colectiva impone responsabilidades y obligaciones a cada uno de nosotros, para que se le dé a los bienes y recursos públicos el uso y la administración adecuados. Para ello hay que ejercer en forma individual y colectiva la contraloría social. A este respecto, la Ley Orgánica del Poder Ciudadano, cuestión absolutamente novedosa, dicta una preceptiva sobre la ética en el ámbito público, y la moral en el ámbito estrictamente administrativo. Por primera vez se definen estos conceptos en una ley, pues históricamente la Ley ha dejado la interpretación a los juristas (la llamada interpretación doctrinaria) y a los jueces (la llamada interpretación jurisprudencial o jurisprudencia). La interpretación hecha por la Ley (interpretación legal) es prácticamente inexistente en conceptos tales como orden público, buenas costumbres, moral, ética, etc. Venezuela es precursora en esta interpretación. A partir de esta legislación venezolana hay que distinguir entre la ética pública y la moral ciudadana. Ambos conceptos (la ética pública y la moral administrativa) están consagrados como imperativos categóricos jurisdiccionales, cuyo incumplimiento da lugar
Artículo 6.- (…) se entenderá por ética pública el sometimiento de la actividad que desarrollan los servidores públicos, a los principios de honestidad, equidad, decoro, lealtad, vocación de servicio, disciplina, eficacia, responsabilidad, transparencia y pulcritud; y por moral administrativa, la obligación que tienen los funcionarios, empleados y obreros, de los organismos públicos, de actuar dando preeminencia a los intereses de Estado por encima de los intereses de naturaleza particular o de grupos dirigidos a la satisfacción de las necesidades colectivas.
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Artículo 45.- Se entenderá que atentan contra la ética pública y la moral administrativa, los funcionarios públicos o funcionarias públicas que cometan hechos contrarios a los principios de honestidad, equidad, decoro, lealtad, vocación de servicio, disciplina, eficacia, responsabilidad, puntualidad y transparencia.Tales principios rectores de los deberes y conductas de los funcionarios públicos se definirán en los términos siguientes: a) La honestidad obliga a todo funcionario público o funcionaria pública a actuar con probidad y honradez, lo cual excluye cualquier comportamiento en desmedro del interés colectivo. b) La equidad obliga a todo funcionario público o funcionaria pública a actuar, respecto de las personas que demanden o soliciten su servicio, sin ningún tipo de preferencias y solo en razón del merito, legalidad, motivaciones objetivas con base al principio constitucional de la no discriminación, y sin consideraciones ajenas al fondo del asunto y a la justicia. c) El decoro impone a todo funcionario público o funcionaria pública la obligación de exteriorizarse en un lenguaje adecuado, y con respeto en la manera de conducirse durante el ejercicio de las funciones y tareas asignadas. d) La lealtad impone para todo funcionario público o funcionaria pública la obligación de respetar el ejercicio legítimo de las funciones encomendadas
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a otras instituciones de ponderar, en el ejercicio de las funciones propias, la totalidad de los intereses públicos implicados, y la fidelidad, constancia y solidaridad para con el ente en el cual presta sus servicios. e) La vocación de servicio implica que los funcionarios públicos o las funcionarias públicas están al servicio de las personas, y en su actuación darán preferencia a los requerimientos de la población y a la satisfacción de sus necesidades, con exclusión de conductas, motivaciones e intereses distintos de los del ente para el cual prestan sus servicios. f) La disciplina comporta la observancia y el estricto cumplimiento al orden legal establecido por parte de los funcionarios públicos y funcionarias públicas. g) La eficacia entraña el deber de todo funcionario público o funcionaria pública de dar cumplimiento óptimo y en el menor tiempo posible a los objetivos y metas fijados en las normas, planes y compromiso de gestión, bajo la orientación de políticas y estrategias establecidas por los órganos del Poder Público Nacional. h) La responsabilidad significa disposición y diligencia en el ejercicio de las competencias, funciones y tareas encomendadas; tomar la iniciativa de ofrecerse a realizarlas, así como la permanente disposición a rendir cuentas y a asumir las consecuencias de la conducta, sin excusas de ninguna naturaleza, cuando se requiera o juzgue obligante. i) La puntualidad exige de todo funcionario público o funcionaria pública que los compromisos contraídos, y las tareas, encargos y trabajos asignados sean cumplidos eficazmente, dentro de los lapsos establecidos en las normas o los que se haya convenido a tal efecto. j) La transparencia exige de todo funcionario público o funcionaria pública la ejecución diáfana de los actos de servicio y el respeto del derecho de toda persona a conocer la verdad, sin omitirla o falsearla, en observancia de las garantías establecidas en el artículo 143 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
de las relaciones de producción capitalistas a socialistas modifica radicalmente la situación del trabajador en la producción y la sociedad. Los trabajadores, como lo explicaron Marx y Engels, una vez liberados de los explotadores –los dueños de los medios fundamentales de producción–, adquirirán la verdadera independencia económica, ya que desde entonces trabajarán para sí mismos, porque laborarán para una sociedad de iguales, cuya riqueza será aprovechada en beneficio de todos. En el socialismo el trabajo no es meramente una obligación, como lo comprende la visión clásica de la moral y el derecho, sino que es una actividad generativa connatural a la condición de los hombres y mujeres que han suprimido la explotación capitalista y trabajan para sí, para la sociedad. En este sentido, la afirmación del trabajo es la afirmación de la vida misma. En el socialismo, cuando haya desaparecido la contradicción fundamental del capitalismo (la contradicción entre el carácter social de la producción y la forma privada capitalista de apropiación), el carácter social del trabajo estará en consonancia con la propiedad social de los medios de producción, de modo que no solo el producto necesario del trabajo, sino también el producto suplementario (plusvalía), lo percibirán los propios trabajadores en beneficio de toda la sociedad. Todo revolucionario debe trabajar para que se produzca en la sociedad el cambio de mentalidad que a su vez produzca el cambio de estructura del trabajo. El socialismo cambia la actitud del individuo ante el trabajo, pero este cambio no se produce automáticamente en el individuo, sino que debe ser propiciado por los revolucionarios en todos los colectivos, sobre todo en los de base, en las industrias, los comercios, los sindicatos, los lugares de trabajo y de estudio. La conciencia del trabajo libre, de que no trabajan para los explotadores sino para sí mismos y para su sociedad, hace surgir una nueva visión de la vida, el entusiasmo creador, la emulación socialista, la elevación de la producción y la productividad, abriendo paso así al desarrollo de la ciencia, la técnica y la cultura, y la elevación general del nivel de calidad de vida colectiva e individual. El trabajo se asume como práctica del sujeto social liberado en toda su potencia creadora expansiva. El trabajo humano en relación armoniosa con la naturaleza es para el socialismo la fuente fundamental de la riqueza y, en la esfera
V. Ética del trabajo Es responsabilidad revolucionaria asumir el trabajo, liberado de la explotación, como eje fundamental de la actividad y del desarrollo de la fisonomía moral y espiritual del ser humano. La capacidad de asumir el trabajo activo, abnegada y creadoramente necesario para el sustento del individuo y la familia, así como el trabajo voluntario colectivo –necesario para la solidaridad– es un deber esencial de todo revolucionario. La moralidad verdadera empieza por la actitud del ser ante el trabajo, el deseo y la voluntad de hacer. El cambio revolucionario 86
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fundamental de actividad de cada una de las personas que pueden trabajar, es su modo de autosostenimiento, ya que a los que no pueden trabajar los sostiene el Estado. El trabajo ha sido, es y será la fuente más importante de existencia y desenvolvimiento de la sociedad y del individuo. La cultura humana toda es expresión del trabajo creador. En el socialismo el trabajo se transforma en primerísima necesidad vital, libre y liberadora. El deber fundamental del individuo ante la sociedad es trabajar en consonancia con sus capacidades, en la certeza de que recibirá según sus necesidades. La formación de la actitud nueva ante el trabajo es una magna conquista cultural del socialismo y un rasgo que evidencia el carácter fecundo del proceso de afirmación y crecimiento del modo de vida socialista. El trabajo socialista no solo es fuente de bienes materiales, sino también de forjamiento de grandes cualidades espirituales del individuo. A medida que se toma conciencia del deber social hacia el trabajo, y se cumple voluntaria y creadoramente, partiendo de los éticos adelantos de la ciencia y de la técnica, el trabajo se va convirtiendo en necesidad vital primordial, alegría y fuente de desarrollo universal del ser humano. El ser humano productivo, o sea, el que trabaja inspirado en el beneficio de la humanidad, es aquel que es activo desde dentro, que se relaciona activamente con el mundo, aquel para quien estar relacionado y vinculado con el mundo es una necesidad vital interior.
En el socialismo se produce la realización plena de lo humano (que, tal como ya se dijo, es un proyecto que se fundamenta en tres finalidades: la libertad, la dignidad y la felicidad), en la que ya no hay discriminación de género. La distinción natural y cultural entre el hombre y la mujer como unidad de potencias generativas esenciales y complementarias se expresa en las más bellas experiencias y manifestaciones del amor, la creación y el trabajo en el proceso de construcción social del individuo, la familia, la comunidad, la sociedad. Para que broten estas nuevas relaciones entre el hombre y la mujer sobre la base de la igualdad y puedan darse los pasos para que surjan otras relaciones nuevas, debe superarse el sistema económicosocial capitalista, liquidando las relaciones basadas en la propiedad privada de los medios fundamentales de producción y la explotación del hombre por el hombre. Sin embargo, no basta con una decisión política y legal de la eliminación de las viejas relaciones en el amor, el matrimonio y la familia; la creación de las nuevas relaciones será el resultado de un proceso arduo y complejo, porque están implicados los aspectos más conservadores de la vida humana, afianzados desde el nacimiento de la historia, por las fuerzas de la tradición y las costumbres en naciones, religiones, etnias, clases y castas; en fin, por el peso de la economía, que hace del ser humano un homo aeconomicus (hombre económico, hombre hecho por la economía), un homo mechanicus (hombre mecánico esclavo de los mecanismos). Y cuando decimos hombre también decimos mujer, porque la mujer también está sometida (y con mayor rigor) a la pesada máquina de la economía capitalista. En esta sumisión, tanto en el trabajo como en la casa, la mujer ha padecido y padece por siglos y más siglos, el mayor peso, porque el macho sometido somete y subyuga a la vez a la hembra, muchas veces (diríase que demasiadas veces) hasta la abyección. Esta oprobiosa situación ha hecho que en países revolucionarios como Venezuela se haya tenido que legislar para proteger a las mujeres de los abusos de los hombres. Durante las primeras experiencias socialistas el tema de la libertad sexual despertó calurosas polémicas en el movimiento revolucionario, porque las tendencias pequeño-burguesas hablaban del “amor libre” y de las “pasiones y uniones pasajeras”. Lenin criticaba estas posturas perjudiciales porque eran ambiguas e impropias, tendentes a promover la permisividad para desentenderse de las obligaciones
“El trabajo es el fuego vivo, formador, la transitoriedad de las cosas, su temporalidad, así como su modelación por el tiempo vivo”. Karl Marx
“Concentra tu mente en tu trabajo, pero nunca permitas que tu corazón se apegue a los resultados. Nunca trabajes por amor a la recompensa, y realiza tu trabajo con constancia y regularidad”. Bhagavad Gita
VI. Igualdad de género Respetar y asumir consciente y responsablemente la igualdad de derechos y deberes de la mujer y el hombre, sin discriminación ni subordinación alguna. 88
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espirituales y materiales en los asuntos amorosos y las responsabilidades propias del amor y el matrimonio, que se traducen y convierten, antiéticamente, en la “libertad” de traición, la infidelidad y las promiscuidades propias de la cultura burguesa. Lenin propuso el “matrimonio civil por amor”. Esto es, una relación formal libre de las motivaciones de orden económico, de los prejuicios religiosos, de los ritos eclesiásticos, de la dictadura del marido sobre la mujer y toda la familia. Para que esta relación ideal sea posible es indispensable que se realice la igualdad de género, la igualdad del hombre y la mujer en todos los órdenes de la vida, sin machismo ni feminismo. Porque el feminismo es la respuesta al machismo, de modo que al desaparecer éste habrá de desaparecer aquél. La revolución socialista bolivariana ha dado pasos fundamentales para que la igualdad de género sea una realidad tangible, incorporando a la mujer al amplio camino de la actividad productiva y al pleno ejercicio de sus derechos sociales, políticos y culturales. Al respecto, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece lo siguiente:
legales de los procesos administrativos que a la legitimidad de los fines, contenidos y resultados, y esta situación, que es un viejo vicio perverso, tiene tres razones fundamentales: primero, falta de conciencia, interés y compromiso en lo que se hace; segundo, falta de visión de totalidad de los procesos; y tercero, falta de comprensión, pertinencia y razón de la finalidad. El burocratismo es una especie de alienación esquizoide que padecen ciertos funcionarios administrativos.
Artículo 21. Todas las personas son iguales ante la ley; en consecuencia: 1. No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo, la condición social o aquellas que, en general, tengan por objeto o resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de toda persona. Artículo 54. Ninguna persona podrá ser sometida a esclavitud o servidumbre. La trata de personas y, en particular, la de mujeres, niños, niñas y adolescentes en todas sus formas, estará sujeta a las penas previstas en la ley. Artículo 88. El Estado garantizará la igualdad y equidad de hombres y mujeres en el ejercicio del derecho al trabajo. El Estado reconocerá el trabajo del hogar como actividad económica que crea valor agregado y produce riqueza y bienestar social. Las amas de casa tienen derecho a la seguridad social de conformidad con la ley.
VII. Contra el burocratismo El burocratismo es uno de los peores males de toda revolución. La mentalidad burocrática le da más importancia a los formalismos 90
Cómo superar el burocratismo — Compromiso y comprensión de la pertinencia y la finalidad de la revolución. — Visión de totalidad sistémica de los procesos. — Descentralizar tareas y hacerles seguimiento. — Simplificar las estructuras burocráticas. — Simplificación y comprensión razonable de los procedimientos en el marco lógico de la normativa legal para no caer en el caos, la anarquía y la improvisación. — Uso y aprovechamiento conveniente y efectivo de las competencias profesionales y técnicas, así como de los oficios y de todos los trabajos en general, por humildes que sean. En cuanto a este punto del trabajo de los humildes, es decir, el trabajo básico obrero y campesino, hay que tener como norte que sin ese trabajo fundamental no puede subsistir ninguna sociedad. Esta certeza constituye la mayor fuerza del colectivo trabajador, que debe tomar conciencia de su gran poder. — Desarrollar y poner en práctica, en todas las estructuras, el control social, enseñando su instrumentación a las comunidades. Fomentar la educación ética a todos los niveles. “El burócrata se vincula con el mundo como un mero objeto de su actividad”. Karl Marx
“No hay que confundir burocracia con burocratismo. La burocracia es el ejército de funcionarios que garantiza el cumplimiento de las metas del Estado y del gobierno y, como tal, es necesaria. Otra cosa es el burocratismo, visto como el surgimiento de alcabalas, trámites y exigencias innecesarias que bloquean o impiden el logro de las metas de una administración. El burocratismo tiende a multiplicar las instancias
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y exigencias para solucionar los problemas de la gente. Para lograr este propósito las instituciones suelen incrementar de manera permanente el número de funcionarios, abriendo paso a prácticas clientelares. Cada nuevo grupo de funcionarios eleva la cantidad de procedimientos y conlleva una cadena de lealtades que propician el surgimiento de la corrupción. Además, el burocratismo posibilita el surgimiento de la corrupción, al multiplicar el papeleo, la discrecionalidad en la toma de decisiones y los grupos de intereses generados por la cultura clientelar. El burocratismo es la antítesis del protagonismo ciudadano en la gestión de los asuntos públicos”.
La ética es a la conducta lo que la estética es a la vida altamente socializada. Ambas están íntimamente imbricadas en la sociedad socialista. La ética es la estética de la conciencia.
Marta Harnecker Construyendo el socialismo del siglo XXI
“La actitud consumista es una manera alienada de tener contacto con el mundo porque lo convierte en objeto de la avidez, en vez de en algo por lo que el ser humano se interese y con lo que se relacione”.
“Tenemos que aprender a vivir más simplemente, para que los otros, simplemente, puedan vivir”. Gandhi
Erich Fromm
VIII. Contra el consumismo, el despilfarro, el derroche Enfrentar con firmeza de voluntad el consumismo y el despilfarro. El consumismo es inducido por la propaganda comercial capitalista mediante la manipulación psicológica de la conciencia de las personas, convirtiéndolas en víctimas al generar en ellas falsas necesidades, incitándolas al despilfarro y la ostentación, imitando estereotipos sociales propios del individualismo más egocéntrico y mezquino y animando aspiraciones, móviles y pulsiones de necesidades fatuas que ofenden y disminuyen a los que menos tienen, ejerciendo influjo pernicioso en el entorno social, segregándolos y poniéndolos a espaldas de los compromisos colectivos y de la solidaridad. La ideología y la moral socialista plantean al individuo un sistema de exigencias y valores acerca de sus verdaderas y legítimas necesidades que enriquecen su personalidad individual y social, y la fortalecen para enfrentar la conducta egoísta que es antisocial y perniciosa. Estas exigencias intervienen a la vez como estímulos y normas que fomentan su actividad creadora, orientan la búsqueda de relaciones de alta calidad con nuestros semejantes, con las cosas y con la naturaleza. Las necesidades de la vida socialista están cargadas de altos valores espirituales, éticos y estéticos. La ética socialista implica una actitud sana, racional, austera, sencilla ante la posesión de los bienes materiales. La obsesión de consumo, ideología implantada por el capitalismo, contribuye a deformar los intereses sociales y los ideales morales de la personalidad. La ética socialista exige cultivar la frugalidad y la moderación, combatir la extravagancia y el exceso. La estética socialista se fundamenta en el principio natural y universal de las correspondencias armónicas de las estructuras, las formas, las funciones y los procesos.
IX. Contra la corrupción Luchar con denuedo y sin concesiones contra la corrupción y los privilegios injustos e ilegales. Administrar bienes y recursos del Estado no confiere ninguna preferencia sobre los demás ciudadanos. Al contrario, el administrador es un servidor de los demás, y mientras más humildemente sirva mejor será su servicio. Quienes asuman la administración pública no deben beneficiarse ni beneficiar a otros por razones de amistad o parentesco, o a cambio de recibir otros favores o prebendas. El cargo se ejerce para representar, defender y servir al pueblo, legítimo dueño de la riqueza social. La corrupción denigra tanto a quien la comete como a quien la tolera. Significa un retroceso, una deformación, una traición y un crimen contra toda sociedad, especialmente contra la sociedad socialista o la que se encamine hacia el socialismo. Por ello es nuestra obligación combatirla, denunciarla valientemente, sin vacilar. El combate contra la corrupción exige organizar a los ciudadanos en instituciones colectivas distintas a las de los gobernantes, para que estos (los que gobiernan) no puedan cautivar y secuestrar el poder popular. Los ciudadanos deben discutir los asuntos comunales en asambleas donde no intervengan los gobernantes, para poder juzgarlos libremente. Y deben abrir juicios populares a los gobernantes y líderes corruptos. Hay que observar el desempeño de los funcionarios en todas sus actividades, incluso las privadas, para verificar si llevan una vida limpia. Cuando un administrador otorga mucho adelanto a un contratista, cuando no exige fianza, y conductas similares, hay que sospechar corrupción.
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Respecto de esta proposición paradigmática de juzgar por tribunales populares a los corruptos, debemos precisar que la propuesta está dirigida en primer lugar a perseguir a los corruptos de la revolución, porque son traidores al pueblo revolucionario que ha puesto sus esperanzas en ellos. Estos juicios serán altamente moralizantes y en ellos debe haber amplia participación popular. Al corrupto es fácil perseguirlo siguiéndole el rastro a la mano que gasta. El corrupto necesita manos cómplices que reciban, pero la mano que gasta es la suya. El funcionario o ex funcionario corrupto es un nuevo rico urgido de darse la gran vida, en cuya determinación usualmente gasta más de lo que su sueldo le provee, y disfruta ostentosamente de bienes casi siempre puestos a nombre de otro (el testaferro). Seguirle el rastro, hasta ponerle las esposas a esa mano que gasta, es una tarea que el pueblo organizado debe realizar urgentemente so pena de que esa plaga arruine todo el cultivo. De la misma manera, hay que activar los referendos revocatorios contra esos delincuentes. Se entiende que este asunto es delicado, porque puede convertirse en un bumerán contra la revolución. Por ello debe manejarse cuidadosamente dentro de los colectivos, empezando por evitar que los corruptos penetren espacios de poder. Sin moralidad se arruina el mundo espiritual del ser humano, y se derrumba el humanismo donde triunfa el egoísmo y la corrupción.
X. Control social Honestidad y eficiencia es la finalidad del control social en las organizaciones comunitarias, en las instituciones del Estado y en las empresas sociales de producción. Para ello es indispensable la más alta conciencia ética y política de los que participan en las funciones propias de estos organismos. Sin ética no hay control social. En su estructura, funcionamiento y acción, las instancias públicas deben estar regidas por principios de control social, cooperación, corresponsabilidad social, solidaridad, transparencia, honestidad, eficiencia, experiencia, justicia, equidad e igualdad social y de género. En esta actividad juegan papel decisivo los militantes revolucionarios en su lucha contra la corrupción, los vicios y las actitudes negativas ante el trabajo, las funciones y los bienes públicos. Para ello se debe actuar incansablemente en la organización, capacitación técnica, administrativa y formación ética y política en todos los ámbitos de la vida social y del trabajo, y especialmente en las instancias de participación comunitaria para que se desempeñen cabalmente como los órganos fundamentales del poder socialista. Hay que desarrollar diligencia, sensibilidad, eficiencia en el control social para alcanzar las metas de la revolución bolivariana y lograr el pleno desarrollo humano y la felicidad.
“La destrucción de la moral pública causa bien pronto la disolución del estado”. Simón Bolívar Carta al Dr. José María del Castillo Rada, 06/01/1829
“Se sabe o se presiente que cuando el pensar no es puro ni vigilante, cuando el respeto al espíritu ha perdido vigencia, dejan de marchar como es debido buques y automóviles, todo valor y toda autoridad se tambalea, tanto en lo tocante a la regla de cálculo del ingeniero como en lo que atañe a las contabilidades de bancos y bolsas, y sobreviene el caos. Por cierto, mucho tiempo tardó en abrirse paso el reconocimiento de que también lo externo de la civilización, también la técnica, la industria, el comercio, etc., necesitan los basamentos comunes de una ética y una honestidad del espíritu”. Hermann Hesse El juego de los Abalorios
“La contraloría social es el conjunto de condiciones y mecanismos a través de los cuales, individuos o grupos, en su calidad ciudadana y en forma organizada e independiente, ejercen la corresponsabilidad, participando en la planificación de políticas, vigilancia y control del funcionamiento de las instituciones, la ejecución de proyectos o la conducta de funcionarios públicos. La contraloría social busca garantizar: a) el cumplimiento de los planes y presupuestos públicos y de las especificaciones de obras públicas; b) el uso eficiente de los recursos públicos; c) el respeto de la legalidad; d) el desempeño diligente y la conducta honesta de los funcionarios y empleados públicos; e) la amplia difusión de información para que los ciudadanos estén enterados sobre quiénes son los funcionarios y empleados públicos a su servicio, cómo se están desempeñando y cómo ocupan los recursos públicos de la comunidad, municipio o nación”. Haiman El Troudi, Marta Harnecker y Luis Bonilla-Molina Herramientas para la participación
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“El control social se refiere a los esfuerzos de un grupo o de una sociedad por la autorregulación (o por regularse a sí misma). La forma más poderosa de control social es la interiorización de las normas. Cuando la interiorización falla, intervienen los controles sociales informales y (especialmente en las sociedades modernas complejas) las sanciones formales”. Donald Light, Suzanne Infeld Keller y Craig J. Calhoun Sociología
Tercer bloque temático
La condición transformadora
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La conciencia ética crítica en revolución I. La organización y la disciplina Organización y disciplina son dos polos de apoyo indispensables para el logro cabal de todo proyecto. Si es conditio sine quanon para cualquier proyecto, con mayor razón lo es para un programa novedoso de la revolución socialista bolivariana venezolana. Es de vital necesidad que se consoliden sinérgicamente la acción política, ideológica organizada y la unidad de dirección política e ideológica de todas las fuerzas y los movimientos que luchan. La organización es la forma de conexión indispensable entre la teoría y la práctica, donde la práctica fecunda a la teoría y la teoría guía la acción. Teoría y praxis son interdependientes. La organización práctica de la revolución no puede desarrollarse sino a partir de su teoría. Cuando la revolución se ha convertido en un tema necesario de la vida diaria, se incorpora en la conciencia del pueblo, como imperiosa necesidad, la cuestión de la organización revolucionaria y su cuerpo teórico correspondiente. La motivación a la acción política revolucionaria es una manifestación de voluntad consciente de la necesidad de una acción organizada y eficiente con la finalidad de alcanzar los objetivos de transformar la sociedad y establecer el socialismo, objetivos que se visualizan concretamente en el proceso de lucha por la toma del poder del estado burgués y su transformación en una institucionalidad pública colectiva. La organización surge como instrumento político mediante el cual se adelantan las tareas propias de la reordenación de la sociedad, del aparato de gestión pública (el Estado), del sistema y proceso de producción y distribución, de la regulación consciente de la dinámica de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción, estableciendo un nuevo sistema de propiedad, donde 98
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los trabajadores pasen progresivamente a ejercer un control de los medios fundamentales de producción y de la producción planificada colectivamente. La voluntad colectiva consciente activa el motor de la organización revolucionaria. Y como todo momento de un proceso complejo, también esa voluntad –aunque sea de manera embrionaria– establece las determinaciones propias de la meta que está destinada a alcanzar la revolución: construir la sociedad nueva, la sociedad socialista. La disciplina es el lazo que une los momentos de la teoría y la práctica. La disciplina para la acción se basa en estas razones: Primera: porque solo gracias a la disciplina es capaz la organización de convertirse en una activa voluntad colectiva, en un cuerpo cohesionado de voluntad de acción y no un agregado de individuos, laxo e incapaz de actuar con eficacia y verdadera voluntad transformadora. Segunda: porque la disciplina significa precisamente (empezando por el individuo) el primer paso hacia la libertad posible, y ese paso consiste en el sentido de superación del presente, en la tenaz tarea de ser hoy mejor que ayer y mañana mejor que hoy. Atendamos en esto el consejo del insigne filósofo español Miguel de Unamuno, quien en su Diario íntimo escribió: “No basta hacer el bien. Hay que ser bueno. No basta tener hoy en tu activo más buenas obras que ayer, es preciso que seas hoy mejor que ayer eras”.24 Y Fidel Castro, en un discurso dirigido al pueblo cubano, expresó: “Hay que tratar de hacer las cosas bien. Cuando logremos hacerlas bien, procuraremos hacerlas mejor, y cuando logremos lo mejor, tratemos de hacerlas perfectas”. La organización y la disciplina plantean y desarrollan tres planos interdependientes, los cuales son: 1) La militancia activa revolucionaria en el proceso de interacción orgánica. 2) La entrega voluntaria y consciente a la organización y educación del colectivo, con conciencia creadora. 3) Asumirse cada quien en responsable, vocero y activista de las directrices políticas que satisfagan las necesidades y sentimientos colectivos, la voluntad y las aspiraciones del pueblo. 24. Unamuno, Miguel de. “Autobiografía y recuerdos personales”. Obras completas. Tomo VIII. p. 819.
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Tres aspectos del proceso que no son separables. La separación de cualquiera de estos componentes conduce a la visión parcial y empobrecida del sectarismo. No hay separación ni división posible entre ser y la conciencia. Porque ser equivale a conciencia y conciencia es lo opuesto del ego. El ego separa, complica y envilece las relaciones humanas, cual mercancías. En cambio la conciencia eleva el espíritu hacia el más alto humanismo. Asumir la organización práctica de la política y la militancia revolucionaria es un asunto vital para cambiar las estructuras, que no es un acto de mera razón ni una simple decisión ético-formal de aceptación de la disciplina revolucionaria, sino una manifestación consciente de necesidad y deseo de cambio radical y de convicción. La organización, en este sentido, tiene que significar para cada uno y para el pueblo la más alta posibilidad objetiva de la acción colectiva de transformación en el camino hacia el socialismo. La organización traza directrices desde un colectivo de menor tamaño para un colectivo mayor (el pueblo). Tales directrices siempre deben ser el producto de estudio y discusión de la organización, que es un equipo o grupo de equipos, siempre un colectivo. Los individuos deben acatar las directrices, porque están legitimadas por la mayoría.
II. Liderazgo y auctóritas25 Cada líder debe conducir con firmeza, audacia creadora y prudencia equilibrada a su grupo de trabajo hacia el objetivo o tarea decidida, e imprimirle la férrea voluntad de cumplir y la convicción de lograr el éxito, inculcándoles confianza. Debe asumir plenamente la responsabilidad individual por sus propias decisiones, sin fallas, personales o ajenas. El dirigente debe consultar constantemente al colectivo que dirige, y actuar con todos en equipo, sin personalismo, propiciando siempre la dirección colectiva aunque su cargo sea unipersonal. Debe desarrollar estrategias con flexibilidad táctica, manejándose con firmeza, comprensión, sagacidad, presteza, audacia y prudencia. Todo líder debe estar muñido de auctóritas. Esta palabra latina define la autoridad moral, que es más alta que la autoridad formal. Por lo tanto, toda persona investida de autoridad formal debe tener, primero, la autoridad moral que la haga merecer éticamente el cargo que detenta. Nadie que carece de autoridad moral debe detentar jamás ningún cargo. Todo socialista que asuma un cargo debe considerar que el ejercicio de la autoridad otorgada es un honor y un compromiso y nunca una ventaja personal o un privilegio. En la teleología revolucionaria, es decir, en los fines de la revolución, el sentido esencial del ejercicio de un cargo de responsabilidad pública es la posibilidad de participar en la obra de construcción del socialismo, y su recompensa principal está en la satisfacción de trabajar por el bienestar común.
Disciplina y libertad “Adherirse a un movimiento quiere decir asumir una parte de la responsabilidad de los acontecimientos que se preparan, convertirse en artífices directos de esos acontecimientos mismos. Un joven que se inscribe en el movimiento socialista juvenil realiza un acto de independencia y deliberación. Disciplinarse es hacerse independiente y libre. El agua es agua pura y libre cuando fluye entre las dos orillas de un arroyo o de un río, no cuando está caóticamente dispersa por el suelo ni cuando se difunde enrarecida por la atmósfera. Así, el que no sigue una disciplina es materia en estado gaseoso o ensuciada por elementos extraños: por tanto, inútil y dañosa. La disciplina política hace que precipiten esas impurezas y da al espíritu su meta mejor, una finalidad, sin la cual no valdría la pena vivirla. Todo joven proletario que sienta lo que pesa el fardo de su esclavitud de clase debe realizar el acto inicial de su liberación, inscribiéndose en la agrupación juvenil socialista que esté más cerca de su casa”. Antonio Gramsci Sacristán
“…aquel que más alto sube y recibe encomiendas más grandes, no se torna más libre, sino cada vez más responsable…” Hermann Hesse Juego de los abalorios
III. Los cuadros La revolución debe promover la formación de cuadros sobre la base de capacidad y méritos. En muchos lugares hay que constituir escuelas de cuadros y escuelas de gobierno de diferentes niveles, 25. Legitimación social tácita que se otorga a ciertos ciudadanos cuyos méritos están asociados al saber y a la experiencia que ostentan en cuanto al devenir de la comunidad en la que hacen vida y en la que se destacan.
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como instancias específicas intermedias para contribuir a impulsar la propagación de la formación política en las comunidades, alcanzar los más altos niveles de comprensión de los objetivos de la revolución, mayor organización, disciplina social, planificación y eficiencia en el desarrollo de los procesos de trabajo. La formación política del pueblo y las prácticas correspondientes son las bases sobre las cuales se desarrollará plenamente el proyecto socialista bolivariano. La motivación al compromiso social, la calidad humana y la capacidad de discernimiento, es decir, la comprensión racional y la inteligencia emocional, son requerimientos necesarios para la evaluación de los recursos humanos y su promoción en las prácticas sociales cotidianas. Se debe fomentar el ejercicio permanente de la comprensión humana en todos los aspectos de la vida (ver anexo “Aprender a vivir”). La competencia en el ejercicio de profesiones y oficios, la integridad moral, la idoneidad y la capacidad real probada son factores fundamentales para proponer y dar empleos, evitando los efectos dañinos del amiguismo, el oportunismo, el compadrazgo, nepotismo o la discriminación.
de las relaciones, muchos ciudadanos acuden a los funcionarios para solicitar todo tipo de favores, aunque el asunto pedido no tenga ninguna relación con el cargo desempeñado por el servidor público requerido; o que, habiendo tal relación, el favor solicitado no sea correcto. También suelen acudir a familiares de los funcionarios, convencidos de que estos lograrán satisfacción de sus pedimentos. Algunos creen ingenuamente que basta una llamada telefónica de un alto funcionario para que se les conceda cualquier favor. Desgraciadamente hay funcionarios que se prestan para esta práctica, que realizan a través de comisionistas especializados y tarifados. Incluso, hay sujetos inescrupulosos que piden dinero para determinados funcionarios, quienes ni siquiera están al tanto del uso indebido de sus nombres. Esto no obsta para que los funcionarios ayuden a los ciudadanos, lográndoles –sanamente– soluciones que deban dárseles. Cuántas veces tenemos que llamar a un hospital para que atiendan a un pobre en emergencia. Cuántas veces toca a la puerta del funcionario un ciudadano que necesita una conexión con alguien que no lo atiende, o que es de difícil acceso. Todos estos favores, hechos con pureza, son eminentemente éticos, porque atienden a la solidaridad. Marta Harnecker explica así la cultura clientelar:
“Los cuadros Deben ser modestos y prudentes, guardarse de la arrogancia y la precipitación, estar penetrados del espíritu autocrítico, ser valientes para corregir las deficiencias y errores en el trabajo. Jamás deben encubrir sus errores, atribuirse a sí mismos todos los méritos e imputar a otros todas las culpas…” Mao Zedong Libro Rojo
IV. Erradicar la cultura clientelar y de favores impropios La cultura clientelar es un viejo paradigma negativo en Venezuela y América. Todo revolucionario debe luchar activamente contra este vicio arraigado por siglos en los usos y costumbres del ejercicio político. Este vicio político, oriundo de algunos países latinos europeos, se ha arraigado muy profundamente en nuestros países de economía colonialista. Impulsados por esta errónea concepción del aprovechamiento 102
En Venezuela existe una profunda cultura clientelar y de mediaciones políticas. Todo se consigue a través de intermediarios que cobran de diversas maneras sus favores (políticos, económicos y de ascenso social). Hay que vencer la cultura paternalista del Estado repartidor de dádivas pero castrador de dignidades. Hay que luchar por construir una nueva cultura que genere la convicción de que es a través de la participación y la organización del pueblo como se logra derrotar la pobreza y edificar una sociedad libre, justa y de iguales. Para ello es fundamental que los recursos con que cuentan las instituciones estatales para otorgar servicios y realizar obras en la comunidad no sean distribuidos de acuerdo a criterios individuales de tal o cual funcionario del aparato administrativo, sino luego de una consulta popular donde colectivamente se determinen los criterios de distribución de esos recursos. Resulta de especial importancia enfatizar en el desarrollo de prácticas reflexivas, evaluar permanentemente los logros alcanzados a través de la participación respecto a las necesidades estratégicas y de coyuntura de la propia comunidad. Atreverse a pensar y entender lo que ocurre en la realidad en la cual se vive y participa es 103
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el camino cierto para alcanzar la independencia de pensamiento, y constituye el mejor antídoto contra la manipulación de la participación comunitaria. En este sentido, la educación popular y sus formas de entender la realidad, los conflictos y la necesidad de cambios la convierten en una herramienta de primer orden en la promoción y sostenibilidad de la participación.26
del análisis y la comprensión crítica y la autocrítica producen una especie de tensión interior, de estímulo, que amplía nuestra capacidad de tomar decisiones y alcanzar más pronta y eficientemente los resultados que buscamos. Crítica y autocrítica es un solo concepto practicado inicialmente como una unidad de procedimiento para descubrir y superar los errores e insuficiencias en la actividad de los partidos revolucionarios y organizaciones obreras progresistas. En el proceso de construcción del socialismo, la crítica y la autocrítica son de las principales herramientas impulsoras del mejoramiento individual y de las luchas sociales. Se aplica en el análisis y resolución de las contradicciones, dificultades y problemas del socialismo, en el plano humano de las subjetividades e intersubjetividades. Su efecto creador se revela con toda su fuerza en el desarrollo de los diversos ciclos de la vida organizativa y de trabajo de las comunidades, en la experiencia de construcción y consolidación de los órganos del poder popular, estimulando la inventiva e iniciativas diversas para fortalecer las bases sociales, políticas, técnicas y culturales de la sociedad en vías del socialismo.
V. La crítica y la autocrítica La crítica y la autocrítica es la levadura de la lucidez y de la comprensión humana, una herramienta indispensable para fortalecer la conciencia moral y la exigencia de rigor y efectividad. Es un instrumento que permite el perfeccionamiento permanente de nuestra actuación personal y de grupo mediante el análisis, la verificación, la confrontación, el estudio, el examen, la observación, que mientras más profundas y rigurosas, mejor. Asimismo, sirven la crítica y la autocrítica para vigorizar las acciones prácticas que hemos emprendido o vamos a emprender, y para la solidificación de nuestras ideas, percepciones y representaciones que nos hacemos de la realidad circundante en nuestra conciencia, en el decurso de los acontecimientos. La crítica y la autocrítica son una ayuda eficaz en la búsqueda rigurosa de la verdad, que sirve para erradicar vicios comunes y arraigados en la complacencia, el facilismo, la fatuidad, el triunfalismo y el narcisismo. Algunos funcionarios con poder suficiente como para pagar o hacerse pagar costosas propagandas, presentan sus gestiones como impecables y paradigmáticas de la revolución, abusando ostensiblemente de los recursos que manejan, con lo cual demuestran que su publicidad –por pecar de autobombo, narcisismo, complacencia, fatuidad, triunfalismo, etc.– está muy lejos de la verdad desnuda y palpable en las calles rotas y llenas de basura, en los hospitales mal equipados y, en general, de servicios vergonzosamente deplorables. Frente a tales funcionarios, los colectivos deben ejercer la crítica, el control social y activar oportuna e inteligentemente los referendos revocatorios. El ejercicio de la crítica y la autocrítica permite un mayor dominio personal, crear una imagen más coherente de nuestra propia visión y de las metas que deseamos obtener, además de una evaluación más precisa y objetiva de las situaciones donde nos movemos. El hábito 26. Op. Cit. p. 12.
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“...el que manda debe oír aunque sean las más duras verdades y, después de oídas, aprovecharse de ellas para corregir los males que producen los errores...” Simón Bolívar
VI. La patria, la revolución, el socialismo y el internacionalismo Para nosotros, la patria es la América. Simón Bolívar
La patria, la revolución, el socialismo y el internacionalismo constituyen los propósitos fundamentales de la acción militante consciente, abnegada. Son las finalidades del ser revolucionario. Ello significa activar toda nuestra fuerza moral y voluntad para la defensa de la soberanía, la independencia nacional y la construcción de una sociedad liberada de la explotación del trabajo para el pleno desarrollo del potencial humano creador, basada en la igualdad, la solidaridad y la justicia, proyectada en el espacio 105
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de la solidaridad internacional y la integración latinoamericana y caribeña. El patriotismo socialista y el internacionalismo son la combinación armónica de los intereses nacionales e internacionales, del amor a la patria y a las patrias, a sus historias de liberación y a sus héroes, a la militante y fraternal solidaridad con los movimientos sociales de lucha por la emancipación, soberanía e independencia de los pueblos, la defensa y la consolidación de sus logros sociales, políticos, económicos y culturales. Venezuela nació como patria internacionalista, con vocación histórica de Patria América, como soñaron al continente nuestros libertadores y muchos otros luchadores. Bolívar supo desde el principio de la lucha de emancipación del Imperio español que la guerra independentista debía ser continental. Por ello invirtió recursos humanos y económicos, hasta arruinarse siendo rico y acabar con su salud, en aras de la libertad de América. Si queremos honrar a Bolívar debemos ayudar a liberarse a los demás pueblos del continente y del mundo, en la medida de nuestras fuerzas. Una de las tareas importantes para los socialistas bolivarianos es la integración política, social y económica de nuestros pueblos. Es el proyecto histórico de la Patria Grande, la Patria América, la Patria Bolivariana que unifica como una sola voluntad los intereses y propósitos comunes a los pueblos del continente latinoamericano y caribeño. Sigamos a Bolívar, Miranda, Sucre, Martí y a todos los grandes libertadores en la creación de la Patria Grande, ahora más vigente que nunca, porque ellos fueron los precursores de la América mestiza. La lucha de estos antecesores y adelantados del internacionalismo de la libertad fue y es la base para abrirnos al socialismo en este siglo XXI. Ya Simón Rodríguez, el maestro de filosofía política y moral, había aleccionado al más grande de ellos, a Bolívar, insistiendo en que “toda revolución política pide una revolución económica”.27 Y la revolución social es esta que nace como parto difícil, que auspicia nuevos partos continentales, por su necesaria visión internacionalista, para que haya un parto socialista en cada país de la América mestiza y en cada lugar del mundo donde sea posible la revolución.
VII. La construcción socialista La construcción socialista es una tarea colectiva que requiere muchos años. Es más larga aún en una revolución que se mantiene por los votos y no por las armas, es decir, una revolución de derecho y no de facto. En efecto, de hecho, de facto han sido todas las revoluciones. Una revolución de derecho implica y exige sostenerse en las instituciones jurídicas anteriores, las que la Revolución Francesa llamó “ancien regime” (viejo régimen). Estas antiguas instituciones vienen del derecho romano y se han fortalecido a lo largo de la historia, y cuando arribó el capitalismo (siglo XVII), se afianzó en ellas, como en ellas se basaron los sistemas históricos preexistentes. Todos, con la excepción del socialismo, se basan en el tener y no en el ser. Mudar las viejas instituciones del capitalismo al socialismo impone formar la conciencia de los individuos para que estos puedan entender la necesidad del cambio de estructuras. A la vez, mientras se va formando la conciencia y modificando la estructura, una va influyendo en la otra, en proceso de retroalimentación. Interactúan la mentalidad desarrollada (conciencia) y la estructura (lo material e institucional). Por ejemplo, alguien concibe una casa, la visualiza en su mente, hasta que la construye o adquiere ya hecha. Esa casa, bien dispuesta según la visualización, sirve para influir en la mentalidad de sus habitantes. Puede disponer de una buena biblioteca (en vez de un bar), de un salón de música, etc., inspirando su mejor uso y aprovechamiento para las buenas costumbres. Asimismo, al visualizarse el socialismo e irse construyendo, sus logros –aún pequeños– van influyendo (como estructura que es) en la mentalidad. Este es el proceso psicológico de mentalidad y estructura. Esta ardua tarea de cambio estructural y mental exige a los adelantados del socialismo contribuir a formar y propiciar instituciones socialistas de enseñanza, diseñadas curricularmente. Para ello hay que propugnar la acción diaria en el lugar de trabajo, en los grupos de acción social, colegios, universidades, familia y en todos los espacios cotidianos, para arraigar una auténtica cultura política y ética del socialismo, asumiéndolo como tarea de todos, pero en particular y especialmente de quienes ejercen funciones de liderazgo y responsabilidad pública en los niveles administrativos, colectivos, sociales, políticos, etc.
27 Rodríguez, Simón. Obras completas. Tomo II. p. 469.
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Este punto ya ha sido estudiado en el precepto “Formación de cuadros”. En las escuelas, liceos y universidades bolivarianas, en conjunción con los adelantos de la revolución en los colectivos populares, debe asumirse gran parte de esta responsabilidad. Esta es una encomienda gigantesca de individuos y colectivos, los cuales con su trabajo cotidiano irán aprendiendo y practicando, hasta aprehender el conocimiento del socialismo científico, a través del sistema de ensayo y error, en un hacer de todos los días. Es una tarea cuyo cumplimiento llevará generaciones. Por ello y para ello hay que preparar a los niños y jóvenes, con la certeza de que ellos podrán cambiar el mundo para lo bueno, para lo mejor.
sociedad contemporánea, sirven de guía a la conducta de los constructores del socialismo, y su máxima realización se encarna en las categorías de la ética socialista. La ética socialista es la verdadera ética política, porque la ética política exige una política de solidaridad humanista, en la que el hombre sea servidor del hombre, hermano del hombre, no su competidor. Solo en el socialismo avanzado, cuando el ser humano no explote al ser humano, podrá haber ética política y se realizará el humanismo socialista. Friedrich Schiller, poeta alemán, expresa en la siguiente composición su versión idealista de la humanidad, una visión fraternal de todos los hombres:
Conciencia socialista “...la conciencia socialista es algo introducido desde fuera (von außen Hineingetragenes) en la lucha de clase del proletariado, y no algo que ha surgido espontáneamente (urwüchsig) dentro de ella. De acuerdo con esto, ya el viejo programa de Heinfeld decía, con toda razón, que es tarea de la socialdemocracia introducir en el proletariado la conciencia (literalmente: llenar al proletariado de ella) de su situación y su misión”. Vladimir Lenin ¿Qué hacer?
VIII. El humanismo socialista Ser socialista revolucionario es eminentemente humanista. El humanismo socialista significa amor a la humanidad trabajadora, a la humanidad creadora, a todos los seres humanos, especialmente a los oprimidos. Para el socialista está en primer plano la preocupación por el bienestar general y el desarrollo multifacético de la personalidad en el marco de la colectividad, donde debemos convivir como hermanos. Para los socialistas el ser humano, en el marco de una visión biocéntrica, constituye la riqueza más preciosa y decisiva, el centro de atención de toda la sociedad. El Estado es el hombre y la mujer, el trabajador y la trabajadora que crean todos los bienes materiales y espirituales. La ética socialista es la ética de la comprensión humana, la límpida y noble moral de los activos y conscientes luchadores por el socialismo. Sus principios reflejan las necesidades históricas del desarrollo de la 108
“¡Alegría, hija del Elíseo! Tu hechizo vuelve a unir lo que el mundo había separado todos los hombres se vuelven hermanos allí donde se posa tu ala suave”. Friedrich von Schiller Oda a la alegría
IX. El antiimperialismo Los Estados Unidos de América parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la Libertad. Simón Bolívar
La lucha por el socialismo significa la lucha contra su enemigo principal: el imperialismo, cualquiera sea su forma, origen o credo. El imperialismo es uno solo, aunque varios sean los países imperiales y muchos los países y empresas que les sirven. El capitalismo en el siglo XXI ha llegado a su máxima etapa de desarrollo. Como siempre, sus fuerzas productivas están en abierta contradicción con la democratización de las relaciones de producción. Y también, como siempre, tiene que recurrir al ejercicio de la violencia 109
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física en el mundo (que es la continuación de su violencia espiritual). Para asegurarse la supervivencia y reproducción de su sistema de explotación depredador del ambiente y de la vida, estableciendo un control hegemónico, monopólico, férreo, en las cinco áreas vitales de la economía mundial: financiera, mediática, científico-tecnológica, militar y energética. El imperialismo controla y bloquea a nivel mundial las posibilidades de pleno desarrollo social de las fuerzas productivas y relaciones de producción que garanticen a la humanidad mayor bienestar, paz, justicia, solidaridad y fraternidad y la plena expansión de su creatividad, en función de las crecientes y legítimas necesidades materiales y espirituales de los seres humanos. El imperialismo es tan rapaz que cuando cae en crisis, como ha ocurrido en inicios del siglo XXI (2008-2009), protege solo a sus agentes (porque el sistema está diseñado por ellos y para ellos), sin importarles que arruinen sectores de los pueblos del propio país imperial. Así acontece actualmente en Estados Unidos de América, país en el que se han arruinado y siguen siendo arruinados día a día sus pobladores secularmente más débiles, perdiendo sus trabajos y viviendas hipotecadas, mientras el Estado protege a los banqueros acreedores, que han arruinado a los pobres y que de todas maneras los siguen ejecutando judicialmente, en un sistema de justicia elaborado por los poderosos en su propio beneficio, de modo que sean siempre estos (los pobres) los que sustenten la economía de los ricos. Igual que millares de viviendas, se pierden millares de empleos. Este desplome económico y financiero abate y mata de hambre a la masa de escasos recursos, afectando a los pobres mucho más que a los ricos que pierden sus fortunas. Esta crisis del capitalismo la pagan más duramente ellos, los no capitalistas: los pobres, quienes secularmente han vivido en crisis sin que los capitalistas –causantes de sus carencias– se den por enterados. Esta crisis actual, una más entre muchas recurrencias propias del gran capital (tal como lo anunció Marx) comenzó –como siempre– en el mayor país imperial. Se ha iniciado en Estados Unidos de América, y de ese Imperio ha seguido a otros países imperiales, los de Europa, afectando irremediablemente a los países coloniales, dependientes del gran capital internacional. Esta crisis de la economía, como todas las que ha vivido el capitalismo a lo largo de su historia, no es un fenómeno extraño ni tiene
nada de novedoso. Carlos Marx lo dejó escrito en el siglo XIX, anunciando que las crisis cíclicas del capitalismo acabarían por destruirlo. Se equivocó Marx en el cálculo de los momentos históricos en que ocurrirían, pero como buen matemático que era, no se equivocó en el cálculo de su ocurrencia y recurrencia. Como se ve, Marx no ha muerto, según han venido afirmando los noticieros de las redes mediáticas mundiales al comentar los desastres acaecidos en las grandes corporaciones globales del capitalismo mundial. Pese a que las enseñanzas de Marx han sido enterradas por el capitalismo, cual avestruz que mete la cabeza en el hueco creyendo que como él no ve, no lo ven. Tales lecciones de economía política han venido influyendo en la humanidad durante más de dos siglos, corroborándose la teoría de este gran pensador universal. En efecto, ya en el siglo XX se produjo la gran crisis del capitalismo mundial, en 1929. Y en este siglo XXI, ochenta años después, está en pleno desenvolvimiento, a manera de tsunami, otra gran crisis en la que los sostenedores del capitalismo están haciendo esfuerzos a través de sus gobiernos de apoyo para sofocarla, sin haber logrado tales propósitos y en condiciones de pronóstico reservado. El imperialismo, actuando en una relación animal depredador-presa con los pueblos pobres del mundo, para mantener el sistema capitalista en su fase más degradada, utiliza –como siempre– formas de chantaje, presión, desestabilización, espionaje, guerra abierta y encubierta, agresión mediática, engaño descarado (a través de su sistema mediático) para imponer sus propósitos, generando hambre, miseria, deterioro ambiental, guerras civiles interétnicas y religiosas, inestabilidad política, incertidumbre, miedo, desorden social, caos generalizado en los países que interviene y destruye para después, mediante contratos con los líderes que impone en esos países, proceder a “reconstruirlos”. El ejemplo más perverso desde la Segunda Guerra Mundial es el imperialismo norteamericano, el cual en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) impone su voluntad omnímoda. En efecto, la ONU es un apéndice del Imperio norteamericano, sometida a su derecho de veto, equivalente a su privilegio de desobediencia e imposición de su absoluta voluntad. Igual cosa ha venido ocurriendo en la Organización de Estados Americanos (OEA), que apenas en el año 2009 ha empezado a dar pasos firmes para sacudirse el yugo estadounidense. En efecto, en la
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Asamblea de la OEA No 39, celebrada en San Pedro Sula, Honduras, el 3 de junio de ese año 2009, Estados Unidos de América fue vencido en sus pretensiones hegemónicas por los países del ALBA-TCP (Alternativa Bolivariana para los pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos); encabezados e inspirados por el presidente venezolano Hugo Chávez, quien aun sin haberse presentado a dicha reunión logró el triunfo de que la OEA levantase el veto que cincuenta años atrás le había impuesto Estados Unidos de América a Cuba. Estados Unidos de América cabildeó a través de sus turiferarios coloniales, antes y durante el desarrollo de la Asamblea, para imponerle condiciones a Cuba, cuando percibió como inminente el levantamiento del veto. Pero al ver que los países del ALBA no lo acompañarían en su actitud de que la OEA siga segregando a Cuba, dio su brazo a torcer, dejando expedito el mismo para que Cuba reingrese a la OEA. La situación es más vergonzosa para el Imperio por el manifiesto desinterés de Cuba en reingresar a la Organización. Lo importante para Cuba es que tal decisión es un triunfo de Chávez y los hermanos Castro. Hay un antecedente que merece recordarse: la dignísima intervención del canciller venezolano en la Asamblea General del año 1962, Ignacio Luis Arcaya, al negarse motu proprio a suscribir aquella infame decisión de excluir a Cuba de la OEA. Tal decisión personal le costó a nuestro canciller el cargo, pero se ganó el respeto de su pueblo, que desde entonces (1962) lo denomina “el canciller de la dignidad”. Ironías de la historia: cuarenta y siete años atrás Venezuela, en un valiente acto de rebeldía de nuestro canciller, se negó a ese veto, aunque el gobierno de Rómulo Betancourt, servidor de Estados Unidos de América, siguió apoyando las políticas del Imperio, recibiendo sus mendrugos, a través de la Alianza para el Progreso, espécimen organizacional de mendicidad para los países de América que obedecían al Imperio gringo. La anterior digresión es cabalmente pertinente en el tema ético, demostrativo de que una conciencia bien formada no puede obedecer órdenes fundadas en las pretensiones imperiales de perseguir a todo un pueblo por el modo en que piensa, violentando el derecho universal consagrado en tratados internacionales atinentes al principio de autodeterminación de los pueblos. Estados Unidos de América, seguido de gobiernos títeres de América (entre ellos nuestros gobiernos hasta 1998), desconoció el
derecho universal del pueblo cubano a su autodeterminación política e ideológica. Cuarenta y siete años después, pese a tan vergonzoso sojuzgamiento, el David de la Revolución le ganó la larga batalla al Goliat del Imperialismo. Conforme a las ideas heracliteanas, el imperialismo trae consigo su propia destrucción, por hipertrofia e implosión. Generalmente, cada sistema que llega a su máxima expresión produce los individuos, y estos a su vez forman los colectivos que han de liquidar a ese sistema al que pertenecen y en el que fueron formados. Por ejemplo, el Imperio español formó a Simón Bolívar, y éste, munido de lo que aprendió en España y otros países imperiales, destruyó al Imperio español. Otro ejemplo, entre muchísimos, es el de Thomas Jefferson, quien luchó contra el Imperio inglés para liberar a su patria, Estados Unidos de América, del yugo de Inglaterra. El ejemplo que citamos abajo no se refiere a la lucha antiimperialista de Jefferson, sino a una premonición respecto de su propio país ya liberado del Imperio inglés. Jefferson, a pesar de haber abrevado en la gran Revolución Francesa, no tenía nada de izquierdista; muy al contrario, era un burgués dueño de esclavos, aunque muy considerado con ellos, sin que les tuviera asco, porque incluso le hizo varios hijos a una de sus esclavas. Jefferson –decimos–, siendo un prohombre del stablihsment estadounidense, dejó para la posteridad esta admonición anticipada que parece dicha por Marx y no por un capitalista. Adviértase que Marx era un niño para la época, lo cual indica que Jefferson fue un genio premonitor. La cita es la siguiente:
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Pienso que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que ejércitos enteros listos para el combate. Si el pueblo americano permite un día que los bancos privados controlen su moneda, los bancos y todas las instituciones que florecerán en torno a los bancos privarán a la gente de toda posesión, primero por medio de la inflación, enseguida por la recesión, hasta el día en que sus hijos se despertarán sin casa y sin techo, sobre la tierra que sus padres conquistaron.
X. Vigilancia activa revolucionaria Ser discreto y manejar con cautela y previsión la información pública es la primera medida que debemos tomar en nuestra actuación
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político-social. Es indispensable preservar el secreto de Estado como virtud de sus representantes en todas las materias e informaciones, para contribuir a salvaguardar nuestros intereses contra la acción enemiga y evitar problemas o conflictos indeseables en el trabajo y en las relaciones interpersonales. Es necesario administrar concienzudamente la transparencia, disciplinar juiciosamente la emoción y el espontaneísmo en el manejo de la información. Ser cuidadosos y respetuosos al momento de emitir opiniones con veracidad, objetividad, oportunidad, pertinencia, tomando siempre en cuenta el contexto, la coyuntura temporal y los efectos y consecuencias de las opiniones. Ser riguroso en cuanto a la calidad de la información que se maneja para no convertirse en un traficante de contrapropaganda o en un tonto útil de la contrainteligencia del enemigo. La seguridad integral, la vigilancia y defensa de la revolución, es un asunto de interés permanente de todo revolucionario. El imperialismo norteamericano no deja ni un segundo ni aspecto posible para obstaculizar el proceso de transformación económica, social y política que se está realizando en nuestro continente y ataca directamente a la revolución bolivariana, invirtiendo para ello inmensos recursos, organizando, capacitando, financiando a sus aliados y agentes internos; utilizando diversas formas y técnicas abiertas, ocultas y encubiertas que conforman un conjunto de métodos que hoy los analistas y estrategas militares denominan “guerra de cuarta generación”. Mediante oficinas, estafetas y organizaciones que operan de manera legal o ilegalmente, abiertas o encubiertas en Venezuela, con el apoyo financiero y técnico de organizaciones estadounidenses y/o internacionales, desarrollan sus operaciones en todos los frentes, desde los más aparentemente inocentes, como las artes o la literatura, hasta las acciones militares y paramilitares y mercenarias, pasando por las organizaciones sindicales, sociales, profesionales, comunitarias, estudiantiles, partidos políticos, respaldados con todo el arsenal mediático a su servicio. Esto es la guerra total del poder imperial, que no se manifiesta solo en Venezuela, sino en todo el mundo, y no se manifiesta solo como represión y violencia, como lo están haciendo en diversos lugares del planeta, sino también con
nuevas formas de trabajo social y cultural basadas en productos inmateriales como la inteligencia, la información para trabajar en la mente, los sentimientos y en los afectos.
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“El desarrollo tecnológico e informático, la globalización del mensaje y las capacidades para influir en la opinión pública mundial, convertirán a la Guerra Psicológica Mediática en el arma estratégica dominante de 4GW”. Fourth Generation Warfare
“La guerra militar y sus técnicas se revalorizan dentro de métodos científicos de control social, y se convierten en una eficiente estrategia de dominio sin uso de las armas”. Manuel Freytas IAR-Noticias
Estas formas de trabajo, formas de guerra imperial son básicamente tres: 1. Las formas de violencia que impone desde el exterior, basadas en acciones militares y policiales de terror, amedrentamiento y aniquilación. 2. La formación de cuerpos de alianzas internas combinadas con el sistema mediático, para desestabilizar, debilitar los movimientos populares y gobiernos democráticos legítimos e imponer regímenes de fuerza y dictaduras. 3. Las formas de trabajo estratégico interior, inmaterial, como la inteligencia, la manipulación de la información, los acondicionamientos, el modelaje, dirigidos a la subjetividad, a la conciencia, a los afectos, a los sentimientos (guerra psicológica). Las tres combinadas conforman la guerra de cuarta generación, 4GW. Los revolucionarios nos enfrentamos ante una situación de lucha, de guerra de nuevo tipo, guerra de cuarta generación, guerra total, que nos impone capacitarnos para el desempeño exitoso en ese escenario complejo, multifacético, de la guerra revolucionaria contemporánea, que es una guerra de liberación también de nuevo
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tipo, frente a una guerra de conquista cuyo principio estratégico es controlar para dominar.
Cada uno de nosotros debe prepararse adecuadamente para la lucha en todos los frentes donde se desenvuelve nuestra vida: el trabajo, la comunidad, la calle, el barrio, la casa. Debemos prepararnos también interiormente, porque nuestro mundo interior, nuestra conciencia, es un escenario de guerra, y para el enemigo es un objetivo militar. El imperio no se descuida nunca ni desaprovecha ningún aspecto vital para atacarnos, minarnos, debilitarnos, confundirnos y desviarnos de nuestro objetivo. Por eso es determinante la capacitación para desarrollar incansablemente la vigilancia y la preparación personal para la lucha en todos los diversos frentes donde actúa ese peligroso enemigo. Recordar siempre que nuestra fortaleza fundamental es el pueblo unido, organizado, capacitado, consciente y comprometido con la revolución. Y esta fortaleza se diluiría y debilitaría progresivamente hasta desaparecer, si no está gobernada por la ética. Sin ética no hay revolución. Sin ética, aun alcanzando el socialismo, este se derrumbará irremediablemente cual gigante con pie de barro, porque la ética es el sostén, la columna vertebral de toda revolución, pues la revolución socialista es un objetivo netamente ético. En el campo del espíritu, el propósito fundamental de la revolución es la felicidad del pueblo, que es imposible sin una profunda eticidad de los dirigentes, quienes al flaquear en su ética provocan el desaliento y la desesperanza. Eticidad equivale a equidad, igualdad, hermandad, solidaridad, en fin, la buena conducta del ser humano bueno. Hay que aplicar la sabiduría tradicional, según la cual, en condiciones apropiadas, un grupo pequeño puede vencer a uno grande. Entre tales condiciones adecuadas destaca el espíritu de decisión, justicia, orden, cohesión y fortaleza moral. Esta es la lección de Vietnam, pueblo asiático que venció primero al imperialismo francés, y al retirarse Francia fue invadido posteriormente por Estados Unidos de América, a cuyo imperio también venció, soportando entre uno y otro más de medio siglo de ignominia. Este es el ejemplo paradigmático de Cuba en América Latina, país socialista que en medio de las mayores dificultades ha soportado con honor y dignidad el acoso por hambre, pestes teledirigidas, consistentes en bombardeos químicos y biológicos de vectores infecciosos, desinformación mediática, invasiones, uso de su territorio (Guantánamo) para espiarlo desde adentro y convertirlo en cárcel oprobiosa
“El objetivo clave de la guerra psicológica es convertir al individuomasa (Alienado Programado-AP) en “soldado cooperante” de los planes imperiales de control y dominio social, tanto en el imperio como en el mundo dependiente. El objetivo estratégico ya no es el apoderamiento y control de áreas físicas (poblaciones, territorios, etc.), sino el apoderamiento y control de la conducta social masiva. Las unidades tácticas de combate (operadores de la guerra psicológica) ya no disparan balas sino consignas direccionadas a conseguir un objetivo de control y manipulación de conducta social masiva. En su desarrollo mediático-social, los jefes y oficiales de Estado Mayor de la guerra psicológica (4GW) ya no son militares sino expertos comunicacionales en insurgencia y contrainsurgencia, que sustituyen a las operaciones militares por las operaciones psicológicas (OPS).Ya no desarrollan sus planificaciones en unidades o cuarteles militares, sino en laboratorios encubiertos de comunicación estratégica donde se diseñan los planes de guerra psicológica a ser ejecutados por las grandes estructuras mediáticas de comunicación masiva, infiltradas por la inteligencia de la OPS. El nuevo soldado, y a su vez blanco táctico de las operaciones psicológicas, es el individuo-masa modelado a partir de la ideología consumista nivelada planetariamente como estrategia de mercado por las transnacionales capitalistas. En la guerra psicológica, la potencia de fuego del soldado militar es sustituida por la potencia social del individuo masa con su conducta manipulada hacia objetivos de control y dominación social, fijados por el capitalismo transnacional para conquistar mercados y controlar a las sociedades consumistas. Manipular, conquistar y convertir a este individuo-masa en potencia social direccionada con fines de control y dominio político-social es el objetivo estratégico clave de la guerra psicológica. Mediante la manipulación y direccionamiento de conducta por medios psicológicos el individuo-masa se convierte en soldado cooperante de los planes de dominio y control social establecidos por el capitalismo transnacional y la potencia imperialista regente. Es a la vez víctima y victimario de las operaciones psicológicas, ya que se convierte en una célula consumista-transmisora tanto de planes de consumismo capitalista como de planes de control y represión social manipulados sin el uso de las armas”. Manuel Freytas “Guerra de cuarta generación: Cuidado, su cerebro está siendo bombardeado”. Publicado en IAR-Noticias (http://www.iarnoticias.com/secciones_2006/norteamerica/0019_guerra_cuarta_ generacion_21mar06.html).
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y torturadora de luchadores civiles y militares de otros pueblos (la cárcel ilegal de afganos en Guantánamo, despojados de sus derechos humanos). Inspirados en esos ejemplos heroicos, todos los revolucionarios debemos aprender a defender a nuestras patrias participando activamente, con la mente bien despierta, en la vigilancia, seguridad y defensa de la revolución. Esta disposición nos impone cautela y discreción, porque la seguridad integral, la vigilancia y la defensa es un asunto de interés permanente de todo revolucionario. Por estas razones consideramos que la revolución debe impartir cursos para todos los colectivos e individuos que merezcan este honor.
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Cuarto bloque temático
Epílogo La condición humana planetaria
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La identidad y la conciencia terrenal I. Conciencia ética planetaria La globalización, fenómeno complejo impulsado básicamente por las posibilidades del desarrollo de las ciencias y las técnicas de la comunicación y la información, convierte al mundo cada vez más en un todo. Cada parte del planeta se hace más y más parte del mundo, y el mundo como un todo está cada vez más presente en cada una de sus partes. Vivimos en un mundo progresivamente más interconectado. Esto sucede con los estados, los pueblos, los individuos. Los problemas, las vivencias, los logros, las experiencias de las comunidades, de los movimientos sociales nos conciernen porque, en primer lugar, disponemos de los medios que nos permiten acceder al intenso flujo de información que da cuenta de los hechos que acontecen en cualquier lugar del planeta, y, en segundo lugar, las crisis y conflictos generados por las formas y sistemas dominantes de gestión de la vida económica, social y política han provocado reacciones cada vez más lúcidas y organizadas en movimientos sociales que se expresan hoy en todos los espacios de la Tierra. Esta experiencia nos indica que así como cada punto singular de un holograma contiene la totalidad de la información de lo que representa, cada célula singular, cada individuo singular contiene de manera hologramática el todo del cual hace parte y que al mismo tiempo hace parte de él28
creando de este modo un tejido cognitivo planetario único, no solo en los espacios tecnológicos y económicos; también está generando una dimensión emergente en nuestra psiquis; una dimensión general intelectual, afectiva y moral está surgiendo: la inteligencia colectiva. 28. Morin, Edgar. Los siete saberes necesarios a la educación del futuro. p. 41.
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Pierre Levy, en su obra fundamental Inteligencia colectiva, nos describe ampliamente el fenómeno que está modificando profundamente nuestros comportamientos actuales y el futuro de nuestras vidas, generando tanto acechanzas y peligros como posibilidades inmensas de desarrollo humano. Hoy “no viajamos solamente entre los paisajes exteriores de la técnica, de la economía o de la civilización”.29 Así como la conquista espacial persigue (entre otras búsquedas) el establecimiento de colonias humanas en otros planetas, es decir, un cambio radical de hábitat y de entorno para nuestra especie, los avances en la biología y la medicina nos obligan a un redescubrimiento de nuestra relación con el cuerpo, la reproducción, las enfermedades, la muerte. Avanzamos progresivamente hacia posibilidades inmensas preparadas por la genética. El desarrollo de nanotecnologías capaces de producir materiales inteligentes en la masa, en nuestros cuerpos y en los ordenadores más poderosos que los actuales por varios órdenes de magnitud, podrían modificar completamente nuestra relación con la necesidad natural y el trabajo. Los avances de las prótesis cognitivas de base numérica transforman nuestras capacidades intelectuales tan claramente como lo harían mutaciones de nuestro patrimonio genético. Las nuevas técnicas de comunicación por mundos virtuales replantean de manera diferente los problemas del vínculo social. En suma, la hominización, el proceso de desarrollo de la especie humana no ha finalizado, incluso parece acelerarse brutalmente.30
Inmensos desafíos para el socialismo del siglo XXI: desarrollarse plenamente en las dimensiones humanas al mismo ritmo y a la escala del desarrollo que han alcanzado las fuerzas productivas. Estos cambios civilizatorios acelerados están planteando la necesidad de nuevos enfoques para los valores que orientan nuestros comportamientos hacia el futuro; generan fecundos desafíos para la ética, abriéndole nuevos espacios que correspondan a la dimensión colectiva de la inteligencia. Formas avanzadas de una ética crítica generativa cuya finalidad sea la de una economía de las cualidades humanas orientada hacia el desarrollo pleno del ser y sus potencialidades de 29. Levy, Pierre. Inteligencia colectiva. p. 9. 30. Loc. Cit.
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creación y armonía, mediante una nueva ingeniería de la subjetividad y del vínculo de los individuos entre sí y con el colectivo. De esta situación emergente, y para promover la construcción de ese espacio de la conciencia creadora general y “ayudar a seleccionar entre las diferentes orientaciones posibles, incluso para imaginar nuevas”, Pierre Levy nos propone
indivisible. En este sentido, debemos asimilar en nuestra conciencia los principios de la ecología política, que es ciencia de la relación equilibrada y armónica, sostenida triangularmente por las siguientes bases: 1) Los seres humanos singulares (los individuos). 2) La actividad social organizada (los colectivos). 3) El ambiente. Estas tres bases interactúan equilibradamente cual tres topias sosteniendo el caldero de la vida que bulle en una sociedad ideal: la sociedad socialista. En este sentido, nuestro desarrollo socialista debe ser y será sustentado ecológicamente, entendiendo por esto que es indispensable convivir en armonía con la naturaleza, a la cual solamente la podemos dirigir obedeciendo sus leyes esenciales para poder acceder a los recursos que ella provee y de los cuales depende la vida. Es necesario formar al pueblo en educación ambiental. Hay que enseñar la cultura de protección, especialmente a través de los medios masivos de comunicación. Las campañas de concientización ecológica deben mostrarse y demostrar los atentados al medio ambiente. Ejemplo: el peligro del calentamiento global, enseñando la forma de paliar este gravísimo daño a la Tierra:
un criterio de selección ético-político, una visión organizadora. Los dispositivos que contribuyen a la producción de una inteligencia o de una imaginación colectiva deberían ser fomentados. Según este principio general, se deberá estimular preferentemente: 1. Los instrumentos que favorecen el desarrollo del vínculo social por el aprendizaje y el intercambio de conocimientos. 2. Los métodos de comunicación aptos para escuchar, para integrar y restituir la diversidad más bien que los que reproducen la difusión mediática tradicional. 3. Los sistemas que tienden al surgimiento de seres autónomos, cualquiera que sea la naturaleza de los sistemas (pedagógicos, artísticos, etcétera) y seres (individuos, grupos humanos, obras, seres artificiales). 4. Las ingenierías semióticas que permiten explotar y valorizar el beneficio del mayor número de yacimientos de datos, el capital de competencias y la potencia simbólica acumulada por la humanidad.31
El socialismo del siglo XXI, en sus niveles de más alto desarrollo, se plantea descubrir “lo humano mismo, lo no automatizable: la apertura de mundos sensibles, la invención, la relación, la recreación continua del colectivo”.32 La gran nueva tarea de la ética será la de calificar la acción política para instaurar la socialización general de la educación, la cultura, la formación holística y la optimización de las cualidades humanas. II. Conciencia ecológica Buscar una relación de mayor y mejor equilibrio con el mundo natural, comprendiendo más profundamente sus leyes propias y aquellas que nos involucran a los seres humanos y nos vinculan a él como un todo
— El valor de las aguas para el mundo actual y el porvenir, instruyendo con imágenes donde se instruya que no se debe desperdiciar el agua potable dejando grifos abiertos o mal cerrados o en mal estado; no limpiar las aceras mediante mangueras en vez de usar escobas, etc. — La necesidad de sembrar árboles y proteger los que existen; arborizar las ciudades y los barrios con árboles apropiados y duraderos, incluyendo los cerros que –secos en verano– se llenan de verdor durante la estación de lluvias; imponer que quien necesite cortar un árbol (admisible y permisible solo por imperiosa necesidad), se obligue a reponerlo con creces, sembrando más de uno; legislar para que las plazas públicas sean arborizadas, prohibiendo las plazas de puro cemento sin áreas verdes. — Imponer el reciclaje de las basuras, instalando plantas especializadas. — Desarrollar sistemas de electricidad alternativa no contaminante y barata.
31. Ibídem. pp. 78-79. 32. Ibídem. p. 29.
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En fin, el verdor en un país y un mundo que se está secando es de urgente necesidad. Es necesario poner en práctica esta política ambiental, porque la ética política exige proteger el hábitat donde el hombre se desenvuelva junto con los demás animales de la Tierra. Siguen pendientes de cumplimiento los tres principios de la Revolución Francesa: Libertad, Fraternidad y Solidaridad, y que en estos nuevos tiempos se amplían y complementan en la sociedad autoorganizada y autoorganizadora en estos tres paradigmas: Autonomía: capacidad de autodominio de los procesos de transformación a escala de los individuos y de los grupos constituidos, para potenciar la independencia de todo dominio externo. Solidaridad: relación reflexiva y consciente de apoyo de cada uno por todos los demás. Simón Rodríguez expresó este principio de esta manera: “Pensar cada uno en todos, para que todos piensen en él”. Responsabilidad: de cada uno hacia todos y frente a todos, toma de conciencia de las consecuencias no siempre controladas de sus propios actos, en relación con los demás. Es decir, con el mundo y las generaciones futuras, por la vida en la madre Tierra. De las relaciones armoniosas entre los seres humanos (relaciones socialistas) surge la relación armoniosa con la naturaleza.
III. Revolucionar el pensamiento Hay que aprender a manejar con rigor y disciplina las herramientas teórico-metodológicas apropiadas para abarcar el conocimiento dinámico de la realidad, en toda su complejidad, para poder actuar convenientemente.
Para ello los socialistas disponemos de un rico, diverso y valioso patrimonio teórico-metodológico, conformado por un cuerpo doctrinario filosófico y político. Esta información doctrinaria sirve para saber qué hacer desde los primeros gritos de rebeldía y reclamos de emancipación radical de los pueblos, para satisfacer los anhelos con propuestas e ideas de las utopías sociales posibles. Para eso contamos con la teoría sistematizada de concepciones políticas, filosóficas y éticas de nuestros días, que han desarrollado las enseñanzas de tiempos anteriores. Los avances de la filosofía y las ciencias actuales constituyen los instrumentos más idóneos para la comprensión del mundo en que vivimos y para actuar adecuadamente en su transformación. Vivimos en un sistema complejo de sistemas, y para actuar eficientemente necesitamos de epistemologías, paradigmas, métodos y técnicas de pensamiento apropiados, que den cuenta de las leyes del movimiento y el cambio en la naturaleza, la sociedad, la historia y el pensamiento en toda su diversidad. Esta necesidad del pensamiento ha sido satisfecha por los grandes pensadores del socialismo, que solo esperan a que pongamos en práctica sus ideas. Las hazañas de la humanidad han dejado muy detrás el nivel general de su conciencia, que permanece atascada todavía en su pasado bárbaro. Los nuevos descubrimientos dotan al género humano de inspiración y confianza en sí mismo, nos proporcionan una visión del nosotros, de qué cosa somos, de dónde venimos, y también hacia dónde vamos. Es indudable que si el hombre usa adecuada y éticamente esas herramientas científicas, puede construir un sistema político más justo para que toda la humanidad viva mejor. Las primeras armas que necesita la revolución son las ideas correctas, ideas científicas y revolucionarias que realmente correspondan a la situación actual y a las características de la lucha actual por el socialismo en todos los frentes. Lo esencial del empeño en la formación política personal y la adquisición de un instrumental teórico-metodológico apropiado y eficiente es el desarrollo de una más profunda comprensión y conciencia de las complejidades, dinámicas, interdependencia de factores, potencialidades y cambios en los procesos humanos y de la realidad en general; para poder actuar con éxito en el combate por la superación del capitalismo y por una sociedad más justa que se está gestando hoy en el mundo como una necesidad impostergable.
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“Hoy en día ya no es posible pensar que la crisis ecológica sea atribuida solamente a las sociedades desarrolladas, sino que es la del conjunto de la especie humana con la naturaleza. Como todos sabemos, la crisis ha tomado tales dimensiones que, actualmente, es la permanencia misma de la humanidad la que está en peligro. De allí, entonces, que entender la crisis ecológica y tratar de salir de ella requiere de una ciencia y de una orientación política. Así comienza a hablarse de una ecología política como una nueva visión transformadora de las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza”. Manuel Baquedano Muñoz Prólogo a la edición en español de ¿Qué es la ecología política?, de Alain Lipietz.
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A la imposición, mediante la lucha social y política de un nuevo sistema de relaciones guiadas por los principios de justicia, igualdad y solidaridad, sigue la necesidad de una concepción del mundo y de la transformación que pasa por las de adquisición de nuevas metáforas y nuevos paradigmas que nos permitan superar las actuales patologías epistemológicas y éticas como raíces de nuestra actual crisis humanística generada por el capitalismo. Es la única garantía para cambiar de negativo a positivo, de tener a ser, de malo a bueno. Solo el socialismo puede garantizar que el hombre no sea lobo del hombre, y que no haya más guerras. Pero esos cambios epistemológicos y de paradigmas debemos adelantarlos en nuestra práctica diaria, en la educación, en el trabajo, en nuestras relaciones, en nuestra vida interior, provocando un profundo cambio en el pensamiento y la acción. En este sentido, Edgar Morin nos ilustra magistralmente en la necesidad de que desarrollemos un pensamiento omnicompresivo que abarque los siguientes aspectos:
integración de las partes en un todo por medio del reconocimiento de la integración del todo dentro de las partes. Unirá la explicación a la comprensión en el análisis de todos los fenómenos humanos. Repitamos la diferencia entre explicar y comprender. Explicar es considerar el objeto de conocimientos solamente como un objeto y aplicarle todos los medios posibles para elucidarlo. De manera que existe un conocimiento explicativo que es objetivo, es decir, que considera objetos cuyas formas, cualidades, cantidades, hay que determinar y a cuyo conocimiento se accede por medio de la causalidad mecánica y determinista. Por supuesto que la explicación es necesaria para la comprensión intelectual u objetiva, pero es insuficiente para la comprensión humana. Existe un conocimiento que es comprehensivo y que se basa en la comunicación, la empatía, inclusive la simpatía, intersubjetivas. Así comprendo las lágrimas, la sonrisa, la risa, el miedo, la ira, cuando veo al alter ego como alter ego, cuando puedo experimentar los mismos sentimientos que él. Comprender conlleva un proceso de identificación y de proyección de sujeto a sujeto. Si veo a un niño que llora, mi comprensión no va a ser a través de medir la salinidad de sus lágrimas sino si encuentro en mí angustias infantiles: identificándome conmigo mismo me identifico con él. La comprensión, siempre intersubjetiva, necesita apertura y generosidad.33
1. (…) el conocimiento de las partes depende del conocimiento del todo, y que el conocimiento del todo depende del conocimiento de las partes. 2. (…) reconozca y analice las realidades que son al mismo tiempo solidarias y conflictivas (como la democracia, el sistema que se nutre de antagonismos al mismo tiempo que los regula). 3. (…) respete lo diverso y que al mismo tiempo reconozca la unidad. El pensamiento que aísla y separa tiene que ser reemplazado por el pensamiento que distingue y une. El pensamiento disyuntivo y reductor debe ser reemplazado por un pensamiento complejo, en el sentido original del término complexus: lo que está tejido bien junto. De hecho, la reforma del pensamiento no partiría de cero. Tiene sus antecedentes en la cultura de las humanidades, la literatura (el arte), la filosofía, se está preparando en las ciencias. La reforma de pensamiento necesaria generará un pensamiento del contexto y de lo complejo. Generará un pensamiento que vincule y afronte la falta de certeza. El pensamiento que vincula reemplazará la causalidad unilineal y unidireccional por una causalidad en forma de anillo y multirreferencial, corregirá la rigidez de la lógica clásica por medio de una dialógica capaz de concebir nociones al mismo tiempo complementarias y antagónicas, completará el conocimiento de la 126
“(…) las cosas siendo causadas y causantes, ayudadas y ayudantes, mediatas e inmediatas, y todas sostenidas por una unión natural e insensible que liga las más alejadas y las más diferentes, creo imposible conocer las partes sin conocer el todo y tampoco conocer el todo sin conocer particularmente las partes”. Blaise Pascal
33. Morin, Edgar. La cabeza bien puesta. p. 92.
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IV. Aprender a vivir Queremos ser los poetas de nuestra propia vida y, primero, en las cosas más pequeñas. Nietzsche
Citado por Edgar Morin en La cabeza bien puesta.
Aprender a vivir, con lucidez y ética en el transcurrir del desenvolvimiento pleno de nuestras potencias, pasiones y deseos, es tarea cotidiana de un revolucionario. La revolución socialista remueve todos los cimientos sobre los cuales se establecen las relaciones humanas, que sabemos están condicionadas históricamente por diversos factores, entre ellos los de carácter político y económico. Esto implica la noción y visión que tenemos del sentido de la vida en sus dimensiones individual y colectiva, desenvolviéndose en los ámbitos de la poiesis (ποίησις) y de la funcionalidad práctica cotidiana. El socialismo establece sobre fundamentos éticos nuevas formas de expresión, nuevas formas de relación, nuevas formas de vida –la convivencialidad solidaria– propias del ser liberado de la explotación, la enajenación y la dominación para alcanzar así su fin último: la felicidad. La felicidad es el propósito central que designa el caudaloso impulso hacia el desarrollo humano, motivado por múltiples necesidades y deseos que podrían agruparse en dos motivaciones fundamentales: el bienestar y la ampliación de nuestras posibilidades vitales. Para realizar esas motivaciones es necesario una “preparación para la vida”, una cultura que nos proporcione los conocimientos, los valores, los símbolos que orientan nuestras vidas. Una cultura que nos permita: Expresarnos plenamente en las relaciones con los demás. Experimentar la cualidad poética de la vida, de la emoción estética y del asombro. Descubrirnos a nosotros mismos en el aprendizaje de la autoobservación.
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Comprender la complejidad que forma parte de todo ser humano y, al mismo tiempo, esta comprensión nos inicia en la vida con seres complejos, iniciándonos también y a la vez en la lucidez y en la omnipresencia del error. La reflexión crítica, con las herramientas adecuadas (especialmente la filosofía), cumple con la misión de contribuir a la formación de conciencia de la condición humana y al aprendizaje de la vida, asumiéndola como una potencia de interrogación y ponderación sobre los conocimientos y los grandes temas de la vida. La gran nueva tarea de la ética crítica será la de calificar la política misma para restaurar la socialización general de la educación, la cultura, la formación y la producción de cualidades humanas. “La verdadera vida no está tanto en las necesidades utilitarias de las que nadie puede escapar, sino en el propio desarrollo y en la calidad poética de la existencia de que para vivir cada uno necesita, simultáneamente, lucidez y comprensión y, con mayor amplitud, la movilización de todas las capacidades humanas”. Edgar Morin La cabeza bien puesta. pp. 56-57
“La felicidad (…) la entendemos como la armoniosa realización de dos grandes motivaciones humanas: el bienestar y la ampliación de posibilidades”. José Antonio Marina Aprender a vivir. p. 18
“Los animales viven, sin proponérselo, como es debido; los humanos debemos proponernos estilos y planes de vida para poder vivir”. Fernando Savater El valor de elegir. p. 32
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Anexos Emiro García Rosas José Martí Albert Einstein Edgar Morin Pierre Lévy
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I. Emiro García Rosas34
Simón Rodríguez, el maestro socialista que forjó en Simón Bolívar la idea de ser el Libertador de América No es sueño ni delirio, sino filosofía… ni el lugar donde esto se haga será imaginario, como el que se figuró el canciller Tomás Moro; su utopía será, en realidad, la América. ¿Dónde iremos a buscar modelos? América española es original. Originales han de ser sus instituciones y su gobierno. Y originales los medios de fundar unos y otro. O inventamos o erramos. Simón Rodríguez, 1828.
Se llamaba Simón Narciso Carreño Rodríguez, un niño expósito que, abandonado por su madre, fue recogido y criado por una familia religiosa. El mundo lo conoce simplemente como Simón Rodríguez, porque se desprendió del apellido paterno para hacerse un hombre común del pueblo, sin padre, con el solo apellido de la madre. Tal determinación obedeció más a rebeldía que a humildad, porque en el fondo no era un hombre humilde, sino un sencillo socialista que se conducía con altivez y dignidad, sin humillarse ante nadie, pese a sus muchas privaciones. Por necesidad de perseguido político, dadas sus ácidas opiniones sobre la “gente influyente” de su tiempo, firmaba sus escritos con seudónimos, de los cuales el más conocido es Samuel Robinson. 34. Tomado de dos ensayos inéditos de Emiro García Rosas. El primero es homónimo de este anexo, y el segundo se titula “La ética como buen sentimiento”, ambos fundidos y resumidos por su autor especialmente para este manual.
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Nació en la Caracas colonial en el año de 1771. Después de haber vivido unas dos décadas en Europa, con una breve estancia en Estados Unidos, haciendo varios trabajos, no solo de educador sino de obrero, volvió a América para servir a la causa libertadora triunfante. Pero como los libertadores pertenecían a la nueva “clase influyente”, tan atacada por Rodríguez en sus escritos, estos sabotearon su programa de impartir clases a los pobres, como tantas veces solicitó. Ni el propio Bolívar, en el esplendor de su poder y gloria, jamás pudo lograr que sus compañeros de gobierno aceptaran a Rodríguez, quien solo quería servir a la causa de consolidar la república, aportando y ejecutando sus ideas pedagógicas. Bolívar siempre mostró gran interés por tener a su maestro al lado, protegerlo y aprovechar sus amplios conocimientos de filosofía, ciencias, idiomas; incluso concibió la idea de que lo ayudase a escribir sus memorias. Pero don Simón era terco y orgulloso aun en su pobreza, y se resistía a recibir las dádivas y protecciones que Bolívar le ofrecía, reclamando constantemente ser ocupado en tareas necesarias para fortalecer las nuevas repúblicas americanas, y educar a todos los ciudadanos sin excepción, empezando por los niños más pobres. Estas ideas socialistas les parecieron aberrantes a los jefes, saboteando al maestro en todos sus proyectos de educación general, popular y gratuita. Después de haber vivido una larga y azarosa vida de privaciones y desprecios, en el año de 1854 murió en San Nicolás de Amotape, Perú, completamente arruinado y abandonado hasta por su único hijo. Su proyecto pedagógico fue condenado al olvido durante siglo y medio, hasta que sus grandes ideas fueron rescatadas por el presidente Chávez, incorporándolas a su programa de gobierno. Durante ese largo tiempo, Simón Rodríguez estuvo desterrado de los currículos de estudio, encasillado en un anecdotario histriónico, por su originalísimo sistema de enseñanza peripatética y su desusada autenticidad para impartir lecciones de ciencias. Aquella gente pacata no podía soportar a tan original y protestatario personaje, que los despreciaba en sus escritos, de lo cual ellos se desquitaban apostrofándolo como el maestro loco de Simón Bolívar, el iconoclasta, el ateo, el trotamundo, el crítico atolondrado del stablishment. Rodríguez fue inspirador de su discípulo predilecto para que fuese el Libertador de América, cuando ambos vivían en París. Rodríguez le insistió al joven de veintiún años, que mataba el tedio de su reciente 133
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viudez dilapidando su fortuna en francachelas y mujeres, para que lo acompañase a Roma, sin carruaje, lujos ni sirvientes. Durante ese viaje el joven Bolívar cumplió veintidós años (el 24 de julio de 1805). Al cabo de tres semanas del cumpleaños, ya en Roma, el 15 de agosto, Rodríguez tomó el juramento de libertad a su discípulo. Antaño, diez años atrás, en Caracas, el joven y original maestro había canalizado las enormes energías de aquel prometedor niño huérfano, de doce años de edad, confiado a él por su tío tutor para que domeñara su rebeldía y lo educase como hombre de bien. Hogaño, a diez años de entonces, en París, el maestro maduro, el políglota, el filósofo, se impone la tarea de rescatar al joven viudo y deprimido para instarlo a que viajase en su imaginación y ascendiese de la sima de su pena a la cima de la gloria: del abismo a la cúspide, y se viese vencedor del Imperio español, como libertador de América. Por ello tiene una enorme significación que el juramento fuese dado en una montaña, en las alturas. En efecto, desde las alturas de Roma, en la colina del Monte Sacro (hasta este nombre es providencial), aquel Simón de 34 años hizo jurar al Simón de 22, que dedicaría su vida a la libertad de América. El texto del juramento evidencia cuanto creció el muchacho Bolívar en aquella caminata de la Ciudad Luz a la ciudad cuna del Derecho Romano, sacudiéndose el desaliento y la depresión que le embargaba, gracias a su maestro de la infancia y mentor taumaturgo de su juventud. Tan importante era Rodríguez para Bolívar, que éste epígono suyo hasta en su juramento incorporó su nombre con el pronombre usted, en directa alusión al padre de la idea:
incógnito, pobre y despreciado por los propios libertadores, quienes nunca se molestaron en entender al sabio que les resultaba incómodo, porque daba el mismo trato igualitario a indios, pardos y mestizos en general, que a los nobles. Pues Rodríguez es el precursor de la educación popular, general y gratuita, ideas socialistas éstas que chocaban con las de los libertadores, exceptuando al incomparable Bolívar. La referida carta de Bolívar a Rodríguez demuestra el inmenso respeto, gratitud, reconocimiento y veneración por su preceptor, a quien consideraba su mentor de ideales, su “piloto”, cuyas enseñanzas había seguido “como guías infalibles”. Leamos la famosa carta:
Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos; juro por mi honor, y juro por mi Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español.35
Casi diecinueve años después, el 19 de enero de 1824, ya al frente del gobierno y reconocido como el Libertador de América, el gran discípulo le hizo a su gran preceptor el mayor reconocimiento que hombre poderoso alguno haya hecho a un maestro suyo. De esa fecha (19 de enero de 1824) data la carta que desde Pativilca (Perú) le escribió Bolívar a Rodríguez, quien a la sazón seguía siendo un humilde maestro solitario, 35. Bolívar, Simón. Doctrina del Libertador. p. 4.
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Al señor don Simón Rodríguez ¡Oh, mi maestro! ¡Oh, mi amigo! Oh, mi Robinson! Usted en Colombia! Usted en Bogotá y nada me ha dicho, nada me ha escrito. Sin duda es usted el hombre más extraordinario del mundo; podría usted merecer otros epítetos, pero no quiero darlos por no ser descortés al saludar a un huésped que viene del Viejo Mundo a visitar el Nuevo; sí, a visitar a su patria que ya conoce, que tenía olvidada, no en su corazón sino en su memoria. Nadie más que yo sabe lo que usted quiere a nuestra adorada Colombia. ¿Se acuerda usted cuando fuimos juntos al Monte Sacro en Roma a jurar sobre aquella tierra santa la libertad de la patria? Ciertamente no habrá usted olvidado aquel día de eterna gloria para nosotros; día que anticipó, por decirlo así, un juramento profético a la misma esperanza que no debíamos tener. Usted, Maestro mío, cuánto debe haberme contemplado de cerca aunque colocado a tan remota distancia. Con qué avidez habrá seguido usted mis pasos; estos pasos dirigidos anticipadamente por usted mismo. Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que usted me señaló. Usted fue mi piloto aunque sentado sobre una de las playas de Europa. No puede usted figurarse cuán hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que usted me ha dado; no he podido jamás borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que usted me ha regalado. Siempre presente a mis ojos intelectuales las he seguido como guías infalibles. En fin, usted ha visto mi conducta; usted ha visto mis pensamientos escritos, mi alma pintada en papel, y usted no habrá dejado de decirse: “todo esto es mío, yo sembré esta planta, yo la regué, yo la enderecé tierna, ahora robusta, fuerte y fructífera, he aquí sus frutos; ellos son míos, yo voy a saborearlos en el jardín que planté: voy a gozar de la sombra de sus brazos amigos, porque mi derecho es imprescriptible, privativo a todo. 135
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Sí, mi amigo querido, usted está con nosotros; mil veces dichoso el día en que usted pisó las playas de Colombia. Un sabio, un justo más, corona la frente de la erguida cabeza de Colombia. Yo desespero por saber qué designios, qué destino tiene usted; sobre todo mi impaciencia es mortal no pudiendo estrecharle en mis brazos: ya que no puedo volar hacia usted hágalo usted hacia mí; no perderá usted nada; contemplará usted con encanto la inmensa patria que tiene, labrada en la roca del despotismo por el buril victorioso de los libertadores, de los hermanos de usted. No, no se saciará la vista de usted delante de los cuadros, de los colosos, de los tesoros, de los secretos, de los prodigios que encierra y abarca esta soberbia Colombia. Venga usted al Chimborazo; profane usted con su planta atrevida la escala de los titanes, la corona de la tierra, la almena inexpugnable del universo nuevo. Desde tan alto tenderá Vd. la vista; y al observar el cielo y la tierra, admirando el pasmo de la creación terrena, podrá decir: dos eternidades me contemplan: la pasada y la que viene; y este trono de la naturaleza, idéntico a su autor, será tan duradero, indestructible y eterno como el Padre del Universo. ¿Desde dónde, pues, podrá Vd. decir otro tanto tan erguidamente? Amigo de la naturaleza, venga Vd. a preguntarle su edad, su vida y su esencia primitivas; Vd. no ha visto en ese mundo caduco más que las reliquias y los desechos de la próvida Madre. Allá está encorvada con el peso de los años, de las enfermedades y del hálito pestífero de los hombres; aquí está doncella, inmaculada, hermosa, adornada por la mano misma del Creador. No, el tacto profano del hombre todavía no ha marchitado sus divinos atractivos, sus gracias maravillosas, sus virtudes intactas. Amigo, si tan irresistibles atractivos no impulsan a Vd. a un vuelo rápido hacia mí, ocurriré a un apetito más fuerte: la amistad invoco. Presente Vd. esta carta al Vicepresidente, pídale Vd. dinero de mi parte, y venga Vd. a encontrarme.
A don Simón Rodríguez déle Vd. dinero de mi parte, que yo lo pago todo, para que me venga a ver. Yo amo a ese hombre con locura. Fue mi maestro, mi compañero de viajes, y es un genio, un portento de gracia y talento para el que lo sabe descubrir y apreciar. Todo lo que yo diga de Rodríguez no es nada en comparación de lo que me queda. Yo sería feliz si lo tuviera a mi lado, porque cada uno tiene su flaco. Empéñese Vd. en que se venga, en lo que me hará Vd. un gran servicio; porque este hombre es muy agradable y, al mismo tiempo, puede serme muy útil. Con él podría yo escribir las memorias de mi vida. El es un maestro que enseña divirtiendo, y es un amanuense que da preceptos a su dictante. Él es todo para mí. Cuando yo le conocí valía infinito. Mucho debe haber cambiado para que yo me engañe. Gire Vd. contra mí el dinero que le dé y mándelo. Yo tengo necesidad de satisfacer estas pasiones viriles, ya que las ilusiones de mi juventud se han apagado. En lugar de una amante, quiero tener a mi lado un filósofo; pues, en el día, yo prefiero a Sócrates a la hermosa Aspasia.37
Pativilca, Perú, el 19 de enero de 182436
A pesar de la prosa conmovedora de esta carta, una obra de arte de gratitud, Rodríguez no atendió la honrosísima súplica del venerado presidente Bolívar, ya munido de Libertador de América. Así lo evidencia otra carta de Bolívar, esta vez remitida a Santander desde Huamachuco, Perú, cuatro meses y medio después (6 de mayo del mismo año 1824), en la que le dice al vicepresidente de la Gran Colombia: 36. Bolívar, Simón. Obras completas. Volumen I. p. 881-882.
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Estas dos cartas evidencian no solo el gran cariño y admiración de Bolívar por Rodríguez, sino el temple de éste al no acudir ante aquel, a pesar de que estaba pasando dificultades, que el Libertador podía y quería remediar. Rodríguez era un hombre humilde por convicción, que no queriendo parecerse a quienes despreciaba, vestía como un artesano, pero al mismo tiempo era orgulloso sin vanidad, convencido de que su escogida pobreza lo identificaba con los depauperados a quienes quería rescatar de la incuria. Era evidente que detestaba el poder (actitud propia de los grandes éticos soñadores), pero al mismo tiempo quería, necesitaba valerse del poder para realizar su segundo sueño: la revolución social, la revolución económica, como proponía en sus escritos. Su primer sueño ya estaba realizado: la libertad de América por el brazo de su pupilo, a quien había inculcado esas ideas. El segundo sueño dependía también de su discípulo, pero no quería vivir del poder, ni acercarse a algunos hombres que rodeaban a Bolívar como abejas al panal. Finalmente, alumno y maestro se encontraron, pero aun cuando Bolívar encomendó a sus subalternos atender a Rodríguez en sus proposiciones de coadyuvar con la causa de la libertad, estos no soportaron al hombre igualitarista, al filósofo que vestía y se desenvolvía 37. Ibídem. p. 964.
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tan opuestamente a ellos, sin ínfulas ni oropeles, a pesar de ser un predilecto del hombre más poderoso de América. No soportaban al hombre que presentaba proyectos de educación para los pobres, los indios, los negros, quienes no tenían derecho a la enseñanza. Un sujeto así tenía que ser incómodo para los mantuanos en el poder, a quienes les resultaba inconcebible la educación general, pública y gratuita, para todos sin excepción de sexo, origen, clase o color de piel. No podían aceptar los esclavistas que gobernaban con Bolívar (quien a su vez los toleraba con dificultad, sin poder contar con suficientes hombres como Rodríguez, pues no los había), que se colara entre ellos un sujeto mal vestido, desenfadado, que hablaba y escribía mal de los curas y de la gente decente, de quienes decía que lo mejor que podían hacer era “no ofender”. Un individuo que tenía la insolencia de pretender educar a los esclavos para que fueran libres era un soliviantado insufrible en la fina sociedad de la América descolonizada políticamente, pero colonizada en lo económico. Aquellos libertadores solo habían deseado liberarse ellos, sustituyendo a la realeza que los gobernaba en nombre del Imperio español, para disponer de todos los privilegios que le habían arrebatado a los cortesanos desplazados, pero no estaban dispuestos a compartir su libertad con los pobres, a quienes mantenían sometidos a la misma miseria secular. Un hombre que preconizaba educar a los esclavos, porque “educándosele, el esclavo será libre”, no podía ser aceptado en una sociedad de esclavistas. Algunos autores plantean que en sus ideas pedagógicas, Rodríguez era un seguidor de Rousseau, pero es evidente que su sistema pedagógico es más avanzado que el del autor de Emilio, libro de pedagogía que propone una educación elitesca para niños ricos, guiados por un instructor los varones y por una institutriz las hembras, tal como fue educado Bolívar. Si alguna influencia recibió Rodríguez de Rousseau fue la de El contrato social, su libro fundamental, de gran importancia en la Revolución Francesa. Opuestamente a la de Rousseau, la pedagogía de Rodríguez está diseñada para ser impartida a las muchedumbres, incluyendo a los parias, sin exclusión alguna. Rodríguez estaba tan consciente de la originalidad de su proyecto pedagógico, que reclamaba para sí, y con razón, que se le reconociera como el ideólogo de la educación popular, general y gratuita, sin distingo de clase, credo, sexo y color. En efecto, en su libro Sociedades americanas, dejó escrito:
“Es de advertir que EDUCACIÓN, nunca se había visto en mala compañía hasta el año 28, que se presentó, en las calles de Arequipa, con Popular”.38 En cuanto a su pensamiento socialista economicista, acuñó la expresión de que la revolución no estaba completa si no pasaba de la mera libertad política a la económica. Leamos esta lección: “Toda revolución social pide una revolución económica”. Se percibe en las palabras anteriores no solo al pedagogo, sino al ideólogo que sabe con precisión que la revolución no podía ni debía quedarse en lo meramente político, propiciando que avanzara hacia lo económico, empezando por los campos, pues América era esencialmente un continente de campesinos, porque en los campos vivía la inmensa mayoría de la población, y la economía era eminentemente agropecuaria. De modo que–según la muy avanzada tesis de Rodríguez–, ganada la libertad política había que lograr la libertad económica de todos, cuestión en la que no cedería jamás la clase de los pudientes, quienes después de ganada la guerra y liberadas las naciones americanas del yugo español, se repartieron las tierras, trasladando los mismos esquemas económicos de Europa a América, siendo ellos –por supuesto– los amos, mientras los soldados luchadores y sus familiares seguían sumidos en el mismo estado de miseria, igual que los indígenas, negros y mestizos. Es históricamente evidente que Bolívar apoyaba las ideas de Rodríguez, pero tal como acontece frecuentemente a los grandes conductores de masas, sus directrices aguas abajo suelen ser desacatadas por los llamados a cumplirlas cuando esas órdenes chocan con sus mezquinos intereses de subrogarse en los privilegios de aquellos contra quienes lucharon, traicionando los ideales de acabar con esas prebendas. Esta clase de hombres repugnaban a Bolívar, pero eran héroes de guerra –y muy peligrosos: al punto de que terminaron con el Libertador. De estos miserables traidores decía Martí que al pelear “por la ambición, por hacer esclavos a otros pueblos, por tener más, por quitarle a otros pueblos sus tierras, no son héroes, sino criminales”.39 Tal era el drama de Bolívar, quien habiendo sido más rico que sus colaboradores, devino pobre mientras ellos se enriquecieron con la revolución. Bolívar deseaba fervorosamente mejorar el estado de los
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38. Rodríguez, Simón. Sociedades americanas. p. 111. Ese año publicó por primera vez su obra Pródromo. 39. Lozada A., Ramón. Martí América. pp. 81-82.
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parias, para que dejaran de serlo, siguiendo las lecciones de su maestro de ideología. Ello se constata no solo en sus pensamientos, sino en sus acciones de gobierno, en sus decretos contra la corrupción, de protección del ambiente, de liberación de los esclavos, de impartir la educación que preconizaba Rodríguez. Precisamente, tales ideales de Bolívar le granjearon los odios de sus propios compañeros de armas, quienes consideraban que habiéndose consolidado la libertad del yugo español, solo restaba consolidar sus privilegios de libertadores. Esos sujetos mezquinos, que solo miraban por su propio bienestar, veían en el desprendimiento del Libertador, ajeno al boato y al beneficio de los recursos públicos, un verdadero peligro para sus goces personales y el repartimiento de los espacios de poder. Y tal como aislaron y pretirieron a Rodríguez, concibieron que debían acabar con Bolívar. A Rodríguez bastaba dejarlo en el olvido, aislarlo simplemente, porque era un hombre ajeno al poder, del que prefería mantenerse apartado. En cambio –según aquellos hombres– a Bolívar había que matarlo, porque el Libertador simbolizaba el poder ganado en la batalla no solo de las armas, sino de las ideas. Era un hombre de autoridad con auctóritas, cuya voz era respetada en todo el continente. Bolívar, aun con sus galones de general en jefe, se parecía y quería parecerse más a Rodríguez que a sus compañeros de armas, con algunas excepciones muy respetables. Y tanto se le parecía que en el siguiente análisis comparativo de pensamientos puede percibirse el acatamiento del epígono triunfador, en el apogeo del poder, de las lecciones de su gran preceptor. Constatémoslo en el siguiente paralelo ideológico entre maestro y discípulo. S.R.: “No hay LIBERTAD donde hay AMOS, ni PROSPERIDAD donde la CASUALIDAD dispone de la suerte social”. S.B.: “El esclavo se humilla en las cadenas o se enardece en los tumultos. Un pueblo pervertido, si alcanza su libertad, muy pronto vuelve a perderla”. S.R.: “¿Dónde iremos a buscar modelos? La América española es original. Originales han de ser sus instituciones y su gobierno, y originales los medios de fundar uno y otro”. “La codicia de los europeos destinó, hace tiempo, la América a ser el lugar en que se han de reunir las tres razas de hombres conocidos –cruzarse– y producir una sola”. 140
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S.B.: “Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de África y de América, que una emanación de la Europa; pues que hasta la España misma, deja de ser Europea por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácter. Es imposible asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos. La mayor parte del indígena se ha aniquilado, el europeo se ha mezclado con el americano y con el africano, y éste se ha mezclado con el indio y con el europeo. Nacidos todos del seno de una misma madre, nuestros padres, diferentes en origen y en sangre, son extranjeros, y todos difieren visiblemente en la epidermis; esta desemejanza trae un reato de la mayor trascendencia”. S.R.: “No será ciudadano el que para el año de tantos no sepa leer y escribir”. S.B.: “El que no sabe escribir, ni paga contribución ni tiene oficio conocido, no es un ciudadano”. S.B.: “Un hombre sin estudios es un ser incompleto”. S.R.: “Los Angloamericanos han dejado, en su nuevo edificio, un trozo del viejo…para presentar la rareza de un HOMBRE mostrando con una mano, a los REYES el gorro de la LIBERTAD, i con la otra, levantando un GARROTE sobre un NEGRO, que tiene arrodillado a sus pies”. S.R.: “La sabiduría de Europa y la prosperidad de Estados Unidos son dos enemigos de la libertad de pensar, en América”. S.B.: “Los Estados Unidos de América parecen destinados por la providencia para plagar a la América de miserias en nombre de la libertad”. S.R.: “Sin luces y virtudes no hay República”. S.B.: “Moral y luces son nuestras primeras necesidades”. S.R.: “Pregúntese, a nombre de los POBRES si tienen derecho al saber si se les enseña y… qué quien los enseña y… cómo quien tiene obligación de enseñarlos si se cumple con esta obligación porque enseñar, á medias no es enseñar ni las cosas han de estar á medio hacer sino mientras se están haciendo…”
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Y dice Rodríguez, al principio también de su obra “Consejos de amigo, dados al Colegio de Latacunga”:
En el anterior análisis comparativo de pensamientos y ejecutorías de uno y otro hombre, se evidencia la influencia de Rodríguez en Bolívar, quien –sin haber sido socialista–, tomó de su maestro (quien sí lo era, sin blasonar de ello pero también sin embozo) las lecciones del sabio preceptor protestatario. Para entonces, en la
atrasada América no había espacio intelectual para las avanzadas ideas socialistas que en Europa preconizaba Henri de Saint Simon, el socialista utópico, fuente de inspiración de Rodríguez. Y ni pensar en Marx y Engels, quienes a la sazón eran niños de escuela. Sin embargo, no hay duda de que Rodríguez era, en el lenguaje de hoy, un verdadero izquierdista, un socialista más avanzado que su maestro Saint Simon, y tanto, que se le puede emparentar con Carlos Marx en cuanto a su propuesta de protección e igualación para los humildes de la Tierra. La diferencia de edad entre los dos filósofos era muy grande, pues Rodríguez era poco menos de medio siglo más viejo que Marx, lo que evidencia cuán avanzado era Rodríguez para su tiempo. Rodríguez era un típico americano, preocupado fundamentalmente por la educación y la revolución social en América; el Marx que se presentó en la palestra política y filosófica varias décadas más tarde, fue un típico europeo, también ocupado en la revolución social, pero en su continente (porque estaba convencido de que allí comenzaría la revolución mundial). Marx nunca salió de Europa (desenvolviéndose fundamentalmente entre Alemania, Francia e Inglaterra), ni se dedicó a la pedagogía, sino a impartir lecciones de filosofía en universidades alemanas, al periodismo político, a la militancia comunista y a escribir libros sobre su teoría de las leyes sociales y económicas que rigen el capitalismo, teoría que sistematizó en su obra fundamental El Capital, con la cual sigue revolucionando el mundo. Marx no tuvo las mismas necesidades, motivaciones y circunstancias que tuvieron Rodríguez y Bolívar; entre otras razones porque fue un hombre de otro tiempo, bastante posterior. Rodríguez y Bolívar estuvieron empeñados en sacudir de América el imperialismo español, obra que debieron realizar –cada uno a su manera– en la propia América, habiéndose servido de Europa solo para prepararse intelectualmente. En cambio, Marx tuvo como escenario teórico y práctico a su Europa natal, completamente ajeno a las luchas americanas, que ya se habían librado, las cuales le sirvieron de insumo histórico para alimentar su teoría socialista. Mientras Marx trabajaba en su proyecto político europeo entre copartidarios, discípulos, filósofos y otros intelectuales (poetas, músicos, etc.), Rodríguez –también en Europa, pero en numerosos países (incluso Rusia), sin permanecer mucho tiempo en ninguno– se
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Si Usted desea… como lo creo…que mi Trabajo y los Gastos no se pierdan, emprenda su Escuela con… INDIOS!!! Bien merecen los dueños del país –los que mantienen el Gobierno y la Iglesia con su dinero, y a los particulares con su Trabajo, que enseñen a sus hijos a Hablar, a Escribir, a llevar Cuentas, y a tratar con DECENCIA (…) Póngase Usted en la puerta de su casa, i pregunte al 1er desharrapado, que pase, si quiere ser maestro de Escuela, i le responderá que SÍ. Llame a los bien vestidos, a juzgar de la Enseñanza, y les oirá dar su Voto; aunque sean Ciegos. "QUIÉN HA VISTO ESO?" Napoleón quería Gobernar al jénero humano, Bolívar quería que se gobernara por sí, i Yo quiero que aprendan a gobernarse…(…) Entre NAPOLEÓN Y BOLÍVAR: DÉNSEME LOS MUCHACHOS POBRES.
S.B.: En el Decreto de Chuquisaca (11 de diciembre de 1825): Considerando: 1º Que el primer deber del gobierno es dar educación al pueblo. 2° Que esta educación debe ser uniforme y general. 3° Que los establecimientos de este género deben ponerse de acuerdo con las leyes del Estado. 4° Que la salud de una República depende de la moral que por la educación adquieren los ciudadanos en su infancia. Oída la Diputación permanente,
Decreto: (…) 4º Que entre tanto y sin pérdida de tiempo proceda a establecer en cada ciudad capital de Departamento una escuela primaria con las divisiones correspondientes para recibir todos los niños de ambos sexos, que estén en estado de instruirse.
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dedicaba a traducciones, impartir clases privadas a párvulos y jóvenes en disciplinas de nivel primario (ciencias, castellano, matemáticas, inglés, francés). No obstante, reiteramos, Rodríguez, sin haberse propuesto un plan filosófico de desarrollo de una teoría socialista, como hizo Marx, también dejó consignados en sus escritos algunos aportes al socialismo (posición ideológica que en América le granjeó tanto odio como a Marx en Europa). En efecto, en apretada síntesis, don Simón dio al mundo un tratado de filosofía social muy avanzado para su tiempo, tanto que en varias ideas se anticipó a Marx, por varios años. No solo porque era 47 años más viejo, sino porque fue un socialista científico precursor. Estas ideas anticipadas al marxismo se observan en sus reflexiones revolucionarias sobre la fuerza de la masa popular, el movimiento social, el antiimperialismo, la lucha de clases, la necesidad de una revolución económica, etc. Si algún hilo conductor une a Marx y a Rodríguez, es, sin duda, Heráclito, el antiguo filósofo griego que anticipó el conocimiento del átomo, preconizó que el cambio es una constante en todas las cosas, y que cada sistema trae consigo su propia destrucción. Las sentencias revolucionarias de Rodríguez a que aludimos, entre otras, son las siguientes: “El tiempo es el lugar de la acción”. “Nada es constante en el mundo, sino la variación”. “La fuerza material está en la masa y la moral en el movimiento”. Las siguientes corresponden a diferentes tiempos y representan, igualmente, al pensador socialista:
Los habitantes [de Europa] son siempre los mismos –saben mucho más que antes; pero no obran mejor–.
Si queremos hacer REPÚBLICA debemos emplear medios TAN NUEVOS como es NUEVA la idea de ver por el bien de TODOS. COLONIZAR el país con… sus PROPIOS HABITANTES y para tener COLONOS DECENTES INSTRUIRLOS en la niñez. La conducta de los empresarios con sus obreros. Fuera del derecho de vender gente, de azotarla, y de reducirle a una corta ración de mal alimento el salario… la suerte de un jornalero difiere muy poco de la de un esclavo. La moral civil deja, en todas partes, mucho qué desear y la política mucho más. 144
La sabiduría de la Europa y la prosperidad de los Estados Unidos son dos enemigos de la libertad de pensar … en América… No hay LIBERTAD donde hay AMOS ni PROSPERIDAD donde la CASUALIDAD dispone de la Suerte Social.
Los anteriores, como otros muchos pensamientos de Rodríguez, demuestran que era un gran ideólogo, pero no se dedicó a la actividad política, aunque sí ejerció efectivamente como activador político e ideológico, siendo su obra máxima no precisamente ninguno de los libros que escribió, sino el haber forjado a Simón Bolívar para que fuese el Libertador de América, obra que realizó en dos tiempos. Primero, cuando Bolívar, niño huérfano y rebelde, de apenas doce años, le fue encomendado por su tío tutor para que enderezara sus pasos (como reconoció el mismo Bolívar en carta memorable que le dirigiera a su maestro), en la bucólica Caracas natal de ambos. Segundo, cuando Bolívar era un joven viudo veinteañero, en París, desde donde lo llevó de la mano hasta Roma, para que jurase por la libertad. En efecto, al ver Rodríguez que Bolívar desperdiciaba su gran talento y la fortuna heredada de sus padres, después de proponerle montar una fábrica de jabones o de velas y otros sencillos proyectos artesanales, ante la negativa del joven, pudo entusiasmarlo en un viaje de aventuras, la caminata de París a Roma ya contada. Por la misma razón de la libertad de América, que él había inspirado en su discípulo, Rodríguez –cuando vio coronado el sueño que había encomendado a su amado pupilo en el Monte Sacro de Roma el 15 de agosto de 1805– abandonó Europa para regresar a América unos diecinueve años después de aquel magno juramento, sin informárselo a Bolívar, proponiéndose ayudarlo desde lejos pero en el mismo continente, con el único fin de que se le empleara para poner en práctica sus ideas pedagógicas. Esto lo dejó muy claramente explicado Rodríguez con las siguientes palabras:
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Yo dejé la Europa por venir a encontrarme con Bolívar, no para que me protegiese, sino para que hiciera valer mis ideas a favor de la causa. Estas ideas eran (y serán siempre) emprender una educación popular, para dar a la República imaginaria que rueda en los libros y en los Congresos.
sin dinero, que supo vivir como quiso, en honrosa pobreza. Siendo filósofo vivió como artesano, fabricante de velas y jabones “porque con tierras, maderas y metales se hacen las cosas más necesarias”; siendo hombre de buena cuna, convivió con los más pobres. Fue un gran artesano de hombres, y tan grande, que edificó al Libertador de América. Su teoría sobre la correlatividad de pobreza e ignorancia es un avance muy alto en aquellos tiempos: El hombre ignorante es pobre, porque la ignorancia acarrea la pobreza, de modo que solo sale de la pobreza aquél que se instruye. El meollo de esta idea suya, que transcribimos más adelante, es éste: “Si la ignorancia reduce al hombre a la esclavitud, instruyéndose el esclavo será libre”. Convencido Rodríguez de que la Revolución Americana continuaría las mismas prácticas inmorales de la realeza, porque estaba sustentada en las mismas costumbres y en la misma poderosa Iglesia católica, alcahueta de los corruptos, lanzó esta catilinaria a los curas, en la que desnuda el perverso sistema esclavista sustentado por los sacerdotes:
“La guerra de independencia no ha tocado a su fin (…). Falta mucho para darla por terminada”. “La América española pedía dos revoluciones a un tiempo: la pública y la económica”. Una revolución política pide una revolución económica. Si los americanos quieren que la revolución política, que el peso de las cosas que han hecho y que las circunstancias han protegido, les traiga bienes, hagan una Revolución Económica y empiécenla por los campos –de ellos pasarán a los talleres de las pocas artes que tienen– y diariamente notarán mejoras, que nunca habrían conseguido.
“No solo poner a disposición de todos la instrucción, sino dar medios de adquirirla, tiempo para adquirirla y obligar a adquirirla”. En carta a Bolívar desde Oruro, Bolivia, Rodríguez le dice el 30 de septiembre de 1827: “Solo usted sabe, porque lo ve como yo, que para hacer repúblicas, es menester gente nueva; y que de la que se llama decente lo más que se puede conseguir es el que no ofenda”. Rodríguez, tanto en sus escritos como en su vida, aleccionó a las generaciones posteriores, seguro de que algún día sería oído y acatado, tal como consta en esta sentencia: “El autor capta la venia de la sociedad presente para entenderse con la futura”. Rodríguez decía que no puede haber justicia en un país donde la suerte social está determinada por el capital y no por el trabajo. Y si no hay justicia, mucho menos puede haber ética, porque la ética no puede convivir con la injusticia ni con la falta de libertad: “No hay libertad donde hay amos”. El legado ideológico-pedagógico de Simón Rodríguez es cada día más actual y de urgente aplicación, necesario para erradicar la marginalidad y la ignorancia, y para hacer ciudadanos libres. Aquel viejo Simón es el más grande eticista de América, maestro de autenticidad, valentía, desprendimiento, pureza y humildad auténtica, llevada con dignidad y honor. Fue además, por convicción, un hombre 146
(…) i la Moral es que retrocedan al estado antiguo, de subordinación a sus legítimos Príncipes i Señores. No creyéndose seguros en la Moral, pasaron a la Religión, i ya los derechos i deberes no son Morales, sino Religiosos: –la Religión, pues, da el derecho de oprimir al prójimo, i al prójimo le impone el deber de aguantar–. Por este principio, los Ministros del altar son, por una parte, sustentáculos de la Vanidad, i por otra, instrumentos serviles de Especulación: –su ministerio es andar por los Campos, por las Manufacturas i por los Almacenes, predicando a todo fiel Cristiano, sumisión a los Hacendados, a los Fabricantes i a los Mercaderes– llamando Resignación la ciega obediencia de los brutos, i Virtud, la estúpida conformidad con la voluntad del Patrón, –todo respaldado por los altos designios de la PROVIDENCIA (modo cortés de insultar a la Divinidad).
Porque la jerarquía de la Iglesia era (y es) igualmente imperialista, y su papel histórico fue (y es) apoyar a sus iguales, los poderosos, con la tesis aberrante (sostenida en la etapa de colonización) de que los indios no eran seres humanos. De allí el grito reivindicador indígena, como respuesta a aquella aberración: anakarina rote, expresión aborigen que traduce “nosotros somos gente”.
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En nombre de indios, negros y otros seres humanos preteridos, don Simón Rodríguez clamaba:
(…) El vestido no hace al hombre decente. (…) Si la ignorancia reduce al hombre a la esclavitud, instruyéndose el esclavo será libre. La simpleza es una de las cosas que hacen al hombre despreciable: es una simpleza el estarse echando en cara el color. Como todo progresa por grados, empiece cada uno a abstenerse de mencionar colores y ascendencias en el mérito o demérito de las personas, y habrá dado un paso fuera del populacho –no aprecie ni desprecie a nadie por el lugar de su nacimiento, ni por su profesión política, ni por su creencia religiosa… y habrá dado un paso más– Empiece a tener una decente ocupación para subsistir, y se pondrá a tres pasos de distancia –Interésese por el bien general y se pondrá a cuatro– sepa bien sus deberes 1º hacia sí mismo, 2º hacia aquellas personas o animales con quienes tenga relaciones, 3º hacia todos aquellos con quienes pueda tenerlas, sea en el país donde vive, sea en los países vecinos, sea en los distantes –en una palabra, sepa que todo hombre tiene derecho a sus atenciones siempre, y a sus servicios cuando los necesite, y será igual (de hombre a hombre) con el mejor: y si cada uno hace lo mismo… lo que ahora se llama populacho, será igual (de pueblo a pueblo) con el que más se haya distinguido, desde que se conocen naciones en sociedad.
Dénseme los muchachos pobres o dénseme los que los hacendados declaran libres al nacer, o que no pueden enseñar, o que abandonan por rudos. Dénseme los que la Inclusa bota porque ya están grandes, o porque no pueden mantenerlos, o porque son hijos ilegítimos.
Hoy, ¡por fin! Venezuela honra a este maestro de maestros con el plan que lleva su nombre predilecto: el Plan Robinson, proyecto para combatir la pobreza erradicando la ignorancia entronizada en esta sociedad, regida por el valor de cambio de los bienes materiales y no por los valores del espíritu. En esta sociedad alienada, que alienta lo antiético, el ser humano se pierde en el laberinto de su soledad y sus sueños, sistemática y perversamente alimentados por la propaganda mercantilista. Esto lo afirman y confirman todos los filósofos que tratan el tema, tanto en Oriente como en Occidente, en el campo socialista y en el capitalista, independientemente de que disientan en cuanto a que la ética tiene su asiento en los buenos sentimientos, o en el sentimiento de lo bueno; sea cual sea la corriente ética filosófica, la conclusión es la misma: la ética es absolutamente necesaria y hay que practicarla como alimento del espíritu. Simón Rodríguez, después de que forjó al libertador Simón Bolívar, lo defendió tenaz y valientemente cuando ya otros que habían medrado de él, lo abandonaban. Tal defensa consta en un opúsculo de largo título: El Libertador del mediodía de América y sus compañeros de armas, defendidos por un amigo de la causa social. En esta obra, como en todas las suyas, don Simón imparte a los pueblos de todos los tiempos una profunda lección de ética socialista, tan útil para salir de la pobreza como para vivir decentemente. El hombre no es verdaderamente despreciable sino por su ignorancia. 148
No debe haber populacho en las repúblicas. El fundamento del sistema republicano está en la opinión del pueblo, y ésta no se forma sino instruyéndolo. Carecen [los hombres] de la idea fundamental de la asociación, que es pensar cada uno en todos para que todos piensen en él. Los hombres sin esta idea, viven en pequeños grupos… o en grandes… haciéndose una guerra simulada, bajo el nombre de CONVENIENCIA. (…) En este estado de contradicción, ¿qué cabida tendrán los deberes sociales? ¿Será con decretos, intimaciones y penas, que se hará mudar de vida, a quien tiene ya un plan de vida sentado y puesto en práctica? (…) SÓLO LA EDUCACIÓN impone OBLIGACIONES a la VOLUNTAD (…). El hombre no es ignorante porque es pobre, sino al contrario.
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¿Pero cómo establecería Ud. ese sistema de maestros ambulantes de que en libro alguno de educación hemos visto menciones, y Ud. aconseja en uno de los números de La América, del año pasado que tengo a la vista?” –Esto se sirve preguntarnos un entusiasta caballero de Santo Domingo. Le diremos en breve que la cosa importa, y no la forma en que se haga. Hay un cúmulo de verdades esenciales que caben en el ala de un colibrí, y son, sin embargo, la clave de la paz pública, la elevación espiritual y la grandeza patria. Es necesario mantener a los hombres en el conocimiento de la tierra y en el de la perdurabilidad y trascendencia de la vida. Los hombres han de vivir en el goce pacífico, natural e inevitable de la Libertad, como viven en el goce del aire y de la luz. Está condenado a morir un pueblo en que no se desenvuelven por igual la afición a la riqueza y el conocimiento de la dulcedumbre, necesidad y placeres de la vida. Los hombres necesitan conocer la composición, fecundación, transformaciones y aplicaciones de los elementos materiales de cuyo laboreo les viene la saludable arrogancia del que trabaja directamente en la naturaleza, el vigor del cuerpo que resulta del contacto con las fuerzas de la tierra, y la fortuna honesta y segura que produce su cultivo.
Los hombres necesitan quien les mueva a menudo la compasión en el pecho, y las lágrimas en los ojos, y les haga el supremo bien de sentirse generosos: que por maravillosa compensación de la naturaleza aquel que se da, crece; y el que se repliega en sí, y vive de pequeños goces, y teme partirlos con los demás, y solo piensa avariciosamente en beneficiar sus apetitos, se va trocando de hombre en soledad, y lleva en el pecho todas las canas del invierno, y llega a ser por dentro, y a parecer por fuera, un insecto. Los hombres crecen, crecen físicamente, de una manera visible crecen, cuando aprenden algo, cuando entran a poseer algo, y cuando han hecho algún bien. Solo los necios hablan de desdichas, o los egoístas. La felicidad existe sobre la Tierra, y se la conquista con el ejercicio prudente de la razón, el conocimiento de la armonía del universo y la práctica constante de la generosidad. El que la busque en otra parte no la hallará: que después de haber gustado todas las copas de la vida, solo en esas se encuentra sabor. Es leyenda de tierras de Hispanoamérica que en el fondo de las tazas antiguas estaba pintado un Cristo, por lo que cuando apuran una, dicen: “¡Hasta verte, Cristo mío!” ¡Pues en el fondo de aquellas copas se abre un cielo sereno, fragante, interminable, rebosante de ternura! Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre. Pero, en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser próspero para ser bueno. Y el único camino abierto a la prosperidad constante y fácil es el de conocer, cultivar y aprovechar los elementos inagotables e infatigables de la naturaleza. La naturaleza no tiene celos, como los hombres. No tiene odios ni miedos como los hombres. No cierra el paso a nadie, porque no teme de nadie. Los hombres siempre necesitarán de los productos de la naturaleza. Y como en cada región solo se dan determinados productos, siempre se mantendrá su cambio activo, que asegura a todos los pueblos la comodidad y la riqueza. No hay, pues, que emprender ahora cruzada para reconquistar el Santo Sepulcro. Jesús no murió en Palestina, sino que está vivo en cada hombre. La mayor parte de los hombres ha pasado dormida sobre la Tierra. Comieron y bebieron; pero no supieron de sí. La cruzada se ha de emprender ahora para revelar a los hombres su
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II. José Martí Maestros ambulantes Espíritu de la instrucción que proponemos. Manera en que puede realizarse. Urge establecer la enseñanza elemental científica.
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propia naturaleza, y para darles, con el conocimiento de la ciencia llana y práctica, la independencia personal que fortalece la bondad y fomenta el decoro, y el orgullo de ser criatura amable y cosa viviente en el magno universo. He ahí, pues, lo que han de llevar los maestros por los campos. No solo explicaciones agrícolas e instrumentos mecánicos, sino la ternura, que hace tanta falta y tanto bien a los hombres. El campesino no puede dejar su trabajo para ir a sendas millas a ver figuras geométricas incomprensibles, y aprender los cabos y los ríos de las penínsulas del África, y proveerse de vacíos términos didácticos. Los hijos de los campesinos no pueden apartarse leguas enteras día tras día de la estancia paterna para ir a aprender declinaciones latinas y divisiones abreviadas. Y los campesinos, sin embargo, son la mejor masa nacional, y la más sana y jugosa, porque recibe de cerca y de lleno los efluvios y la amable correspondencia de la tierra, en cuyo trato viven. Las ciudades son la mente de las naciones, pero su corazón, donde se agolpa y de donde se reparte la sangre, está en los campos. Los hombres son todavía máquinas de comer, y relicarios de preocupaciones. Es necesario hacer de cada hombre una antorcha. ¡Pues nada menos proponemos que la religión nueva y los sacerdotes nuevos! ¡Nada menos vamos pintando que las misiones con que comenzará a esparcir pronto su religión la época nueva! El mundo está de cambio; y las púrpuras y las casullas, necesarias en los tiempos místicos del hombre, están tendidas en el lecho de la agonía. La religión no ha desaparecido, sino que se ha transformado. Por encima del desconsuelo en que sume a los observadores el estudio de los detalles y envolvimiento despacioso de la historia humana, se ve que los hombres crecen, y que ya tienen andada la mitad de la escala de Jacob: ¡qué hermosas poesías tiene la Biblia! Si acurrucado en una cumbre se echan los ojos de repente por sobre la marcha humana, se verá que jamás se amaron tanto los pueblos como se aman ahora, y que a pesar del doloroso desbarajuste y abominable egoísmo en que la ausencia momentánea de creencias finales y fe en la verdad de lo eterno trae a los habitantes de esta época transitoria, jamás preocupó como hoy a los seres humanos la benevolencia y el ímpetu de expansión que ahora abrasa a todos los hombres. Se han puesto en pie, como amigos que sabían uno de otro, y deseaban conocerse; y marchan todos mutuamente a un dichoso encuentro.
¡Andamos sobre las olas, y rebotamos y rodamos con ellas; por lo que no vemos, ni aturdidos del golpe nos detenemos a examinar, las fuerzas que las mueven. Pero cuando se serene este mar, puede asegurarse que las estrellas quedarán más cerca de la Tierra. ¡El hombre envainará al fin en el sol su espada de batalla! Eso que va dicho es lo que pondríamos como alma de los maestros ambulantes. ¡Qué júbilo el de los campesinos, cuando viesen llegar, de tiempo en tiempo, al hombre bueno que les enseña lo que no saben, y con las efusiones de un trato expansivo les deja en el espíritu la quietud y elevación que quedan siempre de ver a un hombre amante y sano! ¡En vez de crías y cosechas, se hablaría de vez en cuando, hasta que al fin se estuviese hablando siempre, de lo que el maestro enseñó, de la máquina curiosa que trajo, del modo sencillo de cultivar la planta que ellos con tanto trabajo venían explotando, de lo grande y bueno que es el maestro, y de cuándo vendrá, que ya les corre prisa, para preguntarles lo que con ese agrandamiento incesante de la mente puesta a pensar, les ha ido ocurriendo desde que empezaron a saber algo! ¡Con qué alegría no irían todos a guarecerse, dejando palas y azadones, a la tienda de campaña, llena de curiosidades, del maestro! Cursos dilatados, claro es que no se podrían hacer; pero sí, bien estudiadas por los propagadores, podrían esparcirse e impregnarse las ideas gérmenes. Podría abrirse el apetito del saber. Se daría el ímpetu. Y esta sería una invasión dulce, hecha de acuerdo con lo que tiene de bajo e interesado el alma humana; porque como el maestro les enseñaría con modo suave cosas prácticas y provechosas, se les iría por gusto propio sin esfuerzo infiltrando una ciencia que comienza por halagar y servir su interés; que quien intente mejorar al hombre no ha de prescindir de sus malas pasiones, sino contarlas como factor importantísimo, y ver de no obrar contra ellas, sino con ellas. No enviaríamos pedagogos por los campos, sino conversadores. Dómines no enviaríamos, sino gente instruida que fuera respondiendo a las dudas que los ignorantes les presentasen o las preguntas que tuviesen preparadas para cuando vinieran, y observando dónde se cometían errores de cultivo o se desconocían riquezas explotables, para que revelasen estas y demostraran aquellos, con el remedio al pie de la demostración. En suma, se necesita abrir una campaña de ternura y de ciencia, y crear para ella un cuerpo, que no existe, de maestros misioneros.
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La escuela ambulante es la única que puede remediar la ignorancia campesina. Y en campos como en ciudades urge sustituir al conocimiento indirecto y estéril de los libros, el conocimiento directo y fecundo de la naturaleza. Urge abrir escuelas normales de maestros prácticos, para regarlos luego por valles, montes y rincones; ¡como cuentan los indios del Amazonas que para crear a los hombres y a las mujeres regó por toda la tierra las semillas de la palma moriche el Padre Amalivaca! Se pierde el tiempo en la enseñanza elemental literaria, y se crean pueblos de aspiradores perniciosos y vacíos. El sol no es más necesario que el establecimiento de la enseñanza elemental científica. La América. Nueva York, mayo de 1884.
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III. Albert Einstein ¿Por qué socialismo? ¿Debe quien no es un experto en cuestiones económicas y sociales opinar sobre el socialismo? Por una serie de razones creo que sí. Permítasenos primero considerar la cuestión desde el punto de vista del conocimiento científico. Puede parecer que no haya diferencias metodológicas esenciales entre la astronomía y la economía: los científicos en ambos campos procuran descubrir leyes de aceptabilidad general para un grupo circunscrito de fenómenos para hacer la interconexión de estos fenómenos tan claramente comprensible como sea posible. Pero en realidad estas diferencias metodológicas existen. El descubrimiento de leyes generales en el campo de la economía es difícil porque la observación de fenómenos económicos es afectada a menudo por muchos factores que son difícilmente evaluables por separado. Además, la experiencia que se ha acumulado desde el principio del llamado período civilizado de la historia humana –como es bien sabido– ha sido influida y limitada en gran parte por causas que no son de ninguna manera exclusivamente económicas en su origen. Por ejemplo, la mayoría de los grandes estados de la historia debieron su existencia a la conquista. Los pueblos conquistadores se establecieron, legal y económicamente, como la clase privilegiada del país conquistado. Se aseguraron para sí mismos el monopolio de la propiedad de la tierra y designaron un sacerdocio de entre sus propias filas. Los sacerdotes, con el control de la educación, hicieron de la división de la sociedad en clases una institución permanente y crearon un sistema de valores por el cual la gente estaba a partir de entonces, en gran medida de forma inconsciente, dirigida en su comportamiento social. Pero la tradición histórica es, como se dice, de ayer; en ninguna parte hemos superado realmente lo que Thorstein Veblen llamó “la fase depredadora” del desarrollo humano. Los hechos económicos 155
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observables pertenecen a esa fase, e incluso las leyes que podemos derivar de ellos no son aplicables a otras fases. Puesto que el verdadero propósito del socialismo es precisamente superar y avanzar más allá de la fase depredadora del desarrollo humano, la ciencia económica en su estado actual puede arrojar poca luz sobre la sociedad socialista del futuro. En segundo lugar, el socialismo está guiado hacia un fin éticosocial. La ciencia, sin embargo, no puede establecer fines e, incluso menos, inculcarlos en los seres humanos; la ciencia puede proveer los medios con los que lograr ciertos fines. Pero los fines por sí mismos son concebidos por personas con altos ideales éticos y –si estos fines no son endebles, sino vitales y vigorosos– son adoptados y llevados adelante por muchos seres humanos quienes, de forma semiinconsciente, determinan la evolución lenta de la sociedad. Por estas razones, no debemos sobreestimar la ciencia y los métodos científicos cuando se trata de problemas humanos; y no debemos asumir que los expertos son los únicos que tienen derecho a expresarse en las cuestiones que afectan a la organización de la sociedad. Muchas voces han afirmado desde hace tiempo que la sociedad humana está pasando por una crisis, que su estabilidad ha sido gravemente dañada. Es característico de tal situación que los individuos se sienten indiferentes o incluso hostiles hacia el grupo, pequeño o grande, al que pertenecen. Como ilustración, déjenme recordar aquí una experiencia personal. Discutí recientemente con un hombre inteligente y bien dispuesto, la amenaza de otra guerra, que en mi opinión pondría en peligro seriamente la existencia de la humanidad, y subrayé que solamente una organización supranacional ofrecería protección ante ese peligro. Frente a eso mi visitante, muy calmado y tranquilo, me dijo: ¿Por qué se opone usted tan profundamente a la desaparición de la raza humana? Estoy seguro de que hace tan solo un siglo nadie habría hecho tan ligeramente una declaración de esta clase. Es la declaración de un hombre que se ha esforzado inútilmente en lograr un equilibrio interior y que tiene más o menos perdida la esperanza de conseguirlo. Es la expresión de la soledad dolorosa y del aislamiento que mucha gente está sufriendo en la actualidad. ¿Cuál es la causa? ¿Hay una salida? Es fácil plantear estas preguntas, pero difícil contestarlas con seguridad. Debo intentarlo, sin embargo, lo mejor que pueda, aunque soy
muy consciente del hecho de que nuestros sentimientos y esfuerzos son a menudo contradictorios y obscuros y que no pueden expresarse en fórmulas fáciles y simples. El hombre es, a la vez, un ser solitario y un ser social. Como ser solitario, procura proteger su propia existencia y la de los que estén más cercanos a él, para satisfacer sus deseos personales y para desarrollar sus capacidades naturales. Como ser social, intenta ganar el reconocimiento y el afecto de sus compañeros humanos, para compartir sus placeres, para confortarlos en sus dolores y para mejorar sus condiciones de vida. Solamente la existencia de estos diferentes y frecuentemente contradictorios objetivos por el carácter especial del hombre, y su combinación específica determina el grado con el cual un individuo puede alcanzar un equilibrio interno y puede contribuir al bienestar de la sociedad. Es muy posible que la fuerza relativa de estas dos pulsiones esté, en lo fundamental, fijada hereditariamente. Pero la personalidad que finalmente emerge está determinada en gran parte por el ambiente en el cual un hombre se encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que crece, por la tradición de esa sociedad y por su valoración de los tipos particulares de comportamiento. El concepto abstracto “sociedad” significa para el ser humano individual la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporáneos y con todas las personas de generaciones anteriores. El individuo puede pensar, sentirse, esforzarse, y trabajar por sí mismo; pero él depende tanto de la sociedad –en su existencia física, intelectual, y emocional– que es imposible concebirlo, o entenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la “sociedad” la que provee al hombre de alimento, hogar, herramientas de trabajo, lenguaje, formas de pensamiento, y la mayoría del contenido de su pensamiento; su vida es posible por el trabajo y las realizaciones de los muchos millones en el pasado y en el presente que se ocultan detrás de la pequeña palabra “sociedad”. Es evidente, por lo tanto, que la dependencia del individuo de la sociedad es un hecho que no puede ser suprimido –exactamente– como en el caso de las hormigas y de las abejas. Sin embargo, mientras que la vida de las hormigas y de las abejas está fijada con rigidez en el más pequeño detalle, los instintos hereditarios, el patrón social y las correlaciones de los seres humanos son muy susceptibles de cambio. La memoria, la capacidad de hacer combinaciones, el regalo de la comunicación oral han hecho posible progresos entre los
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seres humanos que son dictados por necesidades biológicas. Tales progresos se manifiestan en tradiciones, instituciones y organizaciones; en la literatura; en las realizaciones científicas e ingenieriles; en las obras de arte. Esto explica que, en cierto sentido, el hombre puede influir en su vida y que puede jugar un papel en este proceso el pensamiento consciente y los deseos. El hombre adquiere en el nacimiento, de forma hereditaria, una constitución biológica que debemos considerar fija e inalterable, incluyendo los impulsos naturales que son característicos de la especie humana. Además, durante su vida, adquiere una constitución cultural que adopta de la sociedad con la comunicación y a través de muchas otras clases de influencia. Es esta constitución cultural la que, con el paso del tiempo, puede cambiar, y la que determina en un grado muy importante la relación entre el individuo y la sociedad, como la antropología moderna nos ha enseñado, con la investigación comparativa de las llamadas culturas primitivas, que el comportamiento social de seres humanos puede diferenciar grandemente, dependiendo de patrones culturales que prevalecen y de los tipos de organización que predominan en la sociedad. Es en esto en lo que los que se están esforzando en mejorar la suerte del hombre pueden basar sus esperanzas: los seres humanos no están condenados, por su constitución biológica, a aniquilarse o a estar a la merced de un destino cruel, infligido por ellos mismos. Si nos preguntamos cómo la estructura de la sociedad y la actitud cultural del hombre deben ser cambiadas para hacer la vida humana tan satisfactoria como sea posible, debemos ser constantemente conscientes del hecho de que hay ciertas condiciones que no podemos modificar. Como mencioné antes, la naturaleza biológica del hombre es, para todos los efectos prácticos, inmodificable. Además, los progresos tecnológicos y demográficos de los últimos siglos han creado condiciones que están aquí para quedarse. En poblaciones relativamente densas asentadas con bienes que son imprescindibles para su existencia continuada, una división del trabajo extrema y un aparato altamente productivo son absolutamente necesarios. Los tiempos –que, mirando hacia atrás, parecen tan idílicos– en los que individuos o grupos relativamente pequeños podían ser totalmente autosuficientes se han ido para siempre. Es solo una leve exageración decir que la humanidad ahora constituye incluso una comunidad planetaria de producción y consumo.
Ahora he alcanzado el punto donde puedo indicar brevemente lo que para mí constituye la esencia de la crisis de nuestro tiempo. Se refiere a la relación del individuo con la sociedad. El individuo es más consciente que nunca de su dependencia de la sociedad. Pero él no ve la dependencia como un hecho positivo, como un lazo orgánico, como una fuerza protectora, sino como algo que amenaza sus derechos naturales, o incluso su existencia económica. Por otra parte, su posición en la sociedad es tal que sus pulsiones egoístas se están acentuando constantemente, mientras que sus pulsiones sociales, que son por naturaleza más débiles, se deterioran progresivamente. Todos los seres humanos, cualquiera que sea su posición en la sociedad, están sufriendo este proceso de deterioro. Los presos, a sabiendas de su propio egoísmo, se sienten inseguros, solos, y privados del disfrute ingenuo, simple y sencillo de la vida. El hombre solo puede encontrar sentido a su vida, corta y arriesgada como es, dedicándose a la sociedad. La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal. Vemos ante nosotros a una comunidad enorme de productores que se están esforzando incesantemente privándose de los frutos de su trabajo colectivo no por la fuerza, sino en general en conformidad fiel con reglas legalmente establecidas. A este respecto, es importante señalar que los medios de producción –es decir, la capacidad productiva entera que es necesaria para producir bienes de consumo tanto como capital adicional– pueden legalmente ser, y en su mayor parte lo son, propiedad privada de particulares. En aras de la simplicidad, en la discusión que sigue llamaré “trabajadores” a todos los que no compartan la propiedad de los medios de producción, aunque esto no corresponda al uso habitual del término. Los propietarios de los medios de producción están en posición de comprar la fuerza de trabajo del trabajador. Usando los medios de producción, el trabajador produce nuevos bienes que se convierten en propiedad del capitalista. El punto esencial en este proceso es la relación entre lo que produce el trabajador y lo que le es pagado, ambos medidos en valor real. En cuanto que el contrato de trabajo es “libre”, lo que el trabajador recibe está determinado no por el valor real de los bienes que produce, sino por sus necesidades mínimas y por la demanda de los capitalistas de fuerza de trabajo en relación con el número de trabajadores compitiendo por trabajar. Es
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importante entender que incluso en teoría el salario del trabajador no está determinado por el valor de su producto. El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos; en parte debido a la competencia entre los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan la formación de unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas. El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática. Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población. Por otra parte, bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente controlan, directa o indirectamente, las fuentes principales de información (prensa, radio, educación). Es así extremadamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos absolutamente imposible, para el ciudadano individual obtener conclusiones objetivas y hacer un uso inteligente de sus derechos políticos. La situación que prevalece en una economía basada en la propiedad privada del capital está así caracterizada en lo principal: primero, los medios de la producción (capital) son poseídos de forma privada y los propietarios disponen de ellos como lo consideran oportuno; en segundo lugar, el contrato de trabajo es libre. Por supuesto, no existe una sociedad capitalista pura en este sentido. En particular, debe notarse que los trabajadores, a través de luchas políticas largas y amargas, han tenido éxito en asegurar una forma algo mejorada de “contrato de trabajo libre” para ciertas categorías de trabajadores. Pero tomada en su conjunto, la economía actual no se diferencia mucho del capitalismo “puro”. La producción está orientada hacia el beneficio, no hacia el uso. No está garantizado que todos los que tienen capacidad y quieran trabajar puedan encontrar empleo; existe casi siempre un ejército de parados. El trabajador está constantemente atemorizado con perder su trabajo.
Desde que parados y trabajadores mal pagados no proporcionan un mercado rentable, la producción de los bienes de consumo está restringida, y la consecuencia es una gran privación. El progreso tecnológico produce con frecuencia más desempleo en vez de facilitar la carga del trabajo para todos. La motivación del beneficio, conjuntamente con la competencia entre capitalistas, es responsable de una inestabilidad en la acumulación y en la utilización del capital que conduce a depresiones cada vez más severas. La competencia ilimitada conduce a un desperdicio enorme de trabajo, y a esa amputación de la conciencia social de los individuos que mencioné antes. Considero esta mutilación de los individuos el peor mal del capitalismo. Nuestro sistema educativo entero sufre de este mal. Se inculca una actitud competitiva exagerada al estudiante, que es entrenado para adorar el éxito codicioso como preparación para su carrera futura. Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males: el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales. En una economía así, los medios de producción son poseídos por la sociedad y utilizados de una forma planificada. Una economía planificada que ajuste la producción a las necesidades de la comunidad, distribuiría el trabajo a realizar entre todos los capacitados para trabajar y garantizaría un sustento a cada hombre, mujer y niño. La educación del individuo, además de promover sus propias capacidades naturales, procuraría desarrollar en él un sentido de la responsabilidad para sus compañeros-hombres en lugar de la glorificación del poder y del éxito que se da en nuestra sociedad actual. Sin embargo, es necesario recordar que una economía planificada no es todavía socialismo. Una economía planificada puede estar acompañada de la completa esclavitud del individuo. La realización del socialismo requiere solucionar algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles: ¿Cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?
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Monthly Review, Nueva York, mayo de 1949.
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Aprender a vivir40 Quiero enseñarle a vivir. Rousseau
(Emilio)
IV. Edgar Morin
Queremos ser los poetas de nuestras propias vidas y, primero, en las cosas más pequeñas. Nietzsche
Edgar Morin (París, 8 de julio de 1921), filósofo francés de origen sefardí, se vinculó al socialismo a través del Frente Popular y del Gobierno Republicano Español. Durante la Segunda Guerra Mundial se une a la resistencia y al Partido Comunista Francés y fue perseguido por la Gestapo. Participó en la Liberación de París y formó parte del Ejército Francés de Ocupación en Alemania. En 1951 fue expulsado del Partido Comunista debido a un artículo publicado en France Observateur. Ingresa en el Centro Nacional de Investigación Científica, se inicia en el campo de la antropología social en el terreno de la cinematografía. Comparte ideas con Franco Fortini y Roberto Guiducci, así como de Herbert Marcuse y otros filósofos. Funda y dirige la revista Arguments (1956-1962) y se manifiesta contra la guerra de Argelia. Al iniciar la década de 1960, Morin inicia trabajos y expediciones por Latinoamérica y queda impresionado por su cultura. Con el surgimiento de la revolución biogenética, estudia el pensamiento de las tres teorías que llevan a la organización de sus nuevas ideas (la cibernética, la teoría de sistemas y la teoría de la información). Se complementa en la teoría de la autoorganización, de Heinz von Föerster. El pensamiento de Morin, basado en la idea de las tres teorías, argumenta que todavía estamos en un nivel prehistórico con respecto al espíritu humano. El pensamiento de Morin aborda el conocimiento como un proceso que es a la vez, biológico, cerebral, espiritual, lógico, lingüístico, cultural, social e histórico. Ha escrito más de 20 libros, entre los que destacan: Mis demonios (1995); Los fratricidas: Yugoslavia-Bosnia 1991-1995 (1996); Amor, poesía, sabiduría (1997); La inteligencia de la complejidad (1999); L’ethique (2004); Civilization et Barbarie (2005). 162
Como decía de manera excelente Durkheim: el objeto de la educación no es darle al alumno cada vez mayor cantidad de conocimientos, sino constituir en él un estado interior y profundo, una especie de polaridad del alma que lo oriente en un sentido definido no solo durante la infancia sino para la vida. Esto significa indicar que aprender a vivir necesita no solo de conocimientos sino de la transformación, en el propio estado mental, del conocimiento adquirido en sapiencia y la incorporación de esta sapiencia a la vida. Eliot decía: “¿Cuál es el conocimiento que perdemos en la información, cuál es la sabiduría (wisdom) que perdemos en el conocimiento?” En la educación se trata de transformar la información en conocimiento, de transformar el conocimiento en sapiencia y hacerlo orientándose hacia las finalidades que definimos aquí. La escuela de vida y la comprensión humana Cuando consideramos los términos “cultura de las humanidades”, hay que pensar en la palabra “cultura” en su sentido antropológico: una cultura proporciona los conocimientos, valores, símbolos que orientan y guían las vidas humanas. La cultura de las humanidades fue, sigue siendo y tiene que convertirse en una preparación para la vida, pero no para una élite sino para todos. Literatura, poesía y cine tienen que ser considerados no solo ni principalmente como objetos de análisis gramaticales, sintácticos o semióticos, sino como escuelas de vida, y esto en múltiples sentidos: 40. Capítulo cuarto de La cabeza bien puesta. Buenos Aires: Nueva Visión, 1999.
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• Escuelas de la lengua, que revela todas sus cualidades y posibilidades a través de las obras de los escritores y de los poetas y permite que el adolescente, que hace suya su riqueza, se exprese plenamente en su relación con los demás. • Escuelas de la cualidad poética de la vida y, correlativamente, de la emoción estética y del asombro. • Escuelas del descubrimiento de uno mismo, en las que el adolescente pueda reconocer su vida subjetiva a través de la de los personajes de las novelas o de las películas. Puede descubrir la revelación de sus aspiraciones, de sus problemas, de sus verdades, no solo en un libro de ideas sino también, a veces más profundamente, en un poema o en una novela. Los libros son “experiencias de la verdad” cuando nos muestran y le dan forma a una verdad ignorada, oculta, profunda, informe, que llevábamos en nosotros. Esto nos proporciona la doble fascinación de nuestra verdad en el descubrimiento de una verdad externa a nosotros, que acopla a nuestra verdad, se incorpora a ella y se vuelve nuestra. A veces hay obras, como Une saison en enfer (Una temporada en el infierno) que, de acuerdo con las palabras de Heráclito sobre la pitia de Delfos, “no afirma, no oculta, pero sugiere”. ¡Qué hermoso es ayudar para que se realicen estos descubrimientos! • Escuelas de la complejidad humana. El conocimiento de la complejidad humana forma parte del conocimiento de la condición humana y, al mismo tiempo, este conocimiento nos inicia en la vida con seres complejos y en situaciones complejas. Como sabemos desde Shakespeare, y como dice Geneviève Mathis, “una sola obra literaria oculta un infinito cultural que incluye ciencia, historia, religión, ética”. La novela extiende el reino de lo decible a la complejidad infinita de nuestra vida subjetiva, utiliza la extrema precisión de la palabra, la extrema sutileza del análisis para traducir la vida del alma y del sentimiento. En la novela o en una película, reconocemos los momentos de verdad del amor, el tormento de las almas destrozadas y descubrimos las inestabilidades profundas de la identidad, como en Dostoievsky; la multiplicidad interna de una misma persona, como en Proust, y, como en Papá Goriot o La guerra y la paz, la transformación de los seres, enfrentados al destino social o histórico, llevados por el 164
torrente de los acontecimientos que pueden hacer de nosotros héroes, mártires, cobardes, verdugos. En la novela, en el teatro, en el cine, nos damos cuenta de que el homo sapiens es, al mismo tiempo e indisolublemente, homo demens. En la novela, el cine, el poema, la existencia despliega su miseria y su grandeza trágica, con el riesgo del fracaso, del error, de la locura. En la muerte de nuestros héroes experimentamos por primera vez la muerte. Por lo tanto, en la literatura la enseñanza sobre la condición humana puede tomar forma viviente y activa para que cada uno vea con mayor claridad su propia vida. El adolescente no necesita literatura diluida, de esa que llaman “para la juventud”. Como dice Yves Bonnefoy, estos jóvenes esperan que grandes signos cargados de misterio y de gravedad se levanten delante de ellos, que saben bien que dentro de poco van a tener que afrontar el misterio y la gravedad de la vida. En este caso, el filósofo y el psicólogo tendrían que confirmar que todo individuo, incluso el que está más encerrado en la más banal de las vidas, constituye en sí mismo un cosmos.
• Escuelas de la comprensión humana. Durante la lectura o el espectáculo cinematográfico, la magia del libro o de la película nos hace comprender lo que no comprendíamos en la vida cotidiana. En esta vida de todos los días percibimos a los otros solo de una manera exterior, en tanto que en la pantalla y a través de las páginas de un libro se nos aparecen en todas sus dimensiones, subjetivas y objetivas. La literatura es: La única que sabe representar y elucidar las situaciones en las que la comunicación no es posible, las situaciones de encierro en uno mismo, las equivocaciones cómicas o trágicas. El lector también descubre las causas de los malentendidos y pretende comprender a los incomprendidos.41
Podemos comprender que no debemos reducir un ser a la parte más pequeña de él mismo ni al fragmento peor de su pasado. Mientras 41. Geneviève Mathis.
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en la vida cotidiana somos apresurados cuando calificamos de criminal al que cometió un crimen, reduciendo todos los otros aspectos de su vida y de su persona a este único rasgo, descubrimos en sus múltiples aspectos a los reyes gángsters de Shakespeare y a los gángsters reyes de las películas negras. Podemos ver cómo el criminal se transforma y se redime como Jean Valtjean y Raskolnikov. Al que le repugna el vagabundo con el que se encuentra en la calle, simpatiza de todo corazón con el vagabundo Carlitos. Mientras en la vida cotidiana somos casi indiferentes ante las miserias físicas y morales, cuando leemos una novela o vemos una película sentimos conmiseración, piedad y bondad. Allí podemos aprender las lecciones más importantes de la vida, la compasión frente al sufrimiento de todos los humillados y la verdadera comprensión. Literatura, poesía, cine, psicología, filosofía, tendrían que converger para volverse escuelas de la comprensión. La ética de la comprensión humana constituye, sin duda, una exigencia clave de nuestros tiempos de incomprensión generalizada: vivimos en un mundo de incomprensión entre extranjeros, pero también entre los miembros de una misma sociedad, de una misma familia, entre los miembros de una pareja, entre hijos y padres. Podemos preguntarnos si las claves psicoanalíticas, difundidas de manera dogmática y reductora en nuestra cultura (complejo de inferioridad, de Edipo, paranoia, esquizofrenia, sadomasoquismo, etc.) no agravan la incomprensión al crear una inteligibilidad reductora. No basta con explicar para comprender, como lo mostró Dilthey. Explicar es utilizar todos los medios objetivos de conocimiento, insuficientes para comprender el ser subjetivo. La comprensión humana nos llega cuando sentimos y concebimos a los humanos en tanto sujetos. Ella nos vuelve abiertos a sus sufrimientos y sus alegrías, nos permite reconocer en los demás los mecanismos egocéntricos de autojustificación que están en nosotros, así como las retroacciones positivas (en el sentido cibernético del término) que hacen que las discusiones más mínimas degeneren en conflictos inexpiables. A partir de la comprensión es posible luchar contra el odio y la exclusión. Para afrontar la dificultad de la comprensión humana habría que recurrir no a enseñanzas separadas, sino a una pedagogía conjunta 166
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que agrupe al filósofo, al psicólogo, al sociólogo, al historiador, al escritor, y esto se conjugaría con una iniciación en la lucidez. • La iniciación en la lucidez La iniciación en la lucidez es inseparable de una iniciación en la omnipresencia del problema del error. Hay que enseñar, y desde la escuela primaria, que toda percepción es una traducción reconstructora que lleva a cabo el cerebro, a partir de las terminales sensoriales, y que ningún conocimiento puede lograrse sin la interpretación. A partir de testimonios contradictorios sobre un mismo acontecimiento, por ejemplo un accidente de autos, podemos mostrar que puede haber falsas percepciones que, a veces, tienen racionalizaciones alucinatorias. Podemos ilustrar casos de percepción imperfecta, por rutina o por una atención mínima, por desatender a un detalle al que se juzgó insignificante, por una interpretación apurada de un elemento poco habitual y, sobre todo, por una insuficiente visión del conjunto o una falta de reflexión. Hay que ilustrar los casos de rememoración demasiado segura, que se autoconfirman en la repetición de un recuerdo deformado. Asimismo, hay que indicar que una búsqueda de inteligibilidad demasiado débil lleva a ignorar la significación de un hecho o de un acontecimiento, en tanto que una búsqueda demasiado fuerte de inteligibilidad lleva a un error racionalizador que altera esta significación. Se darán ejemplos de decisiones desastrosas, que se tomaron no solo por imprevisión, cinismo o flaqueza en la responsabilidad, sino también a través de procesos psíquicos de racionalización absurda o de ocultación inconsciente, destinados a preservar nuestra tranquilidad de espíritu. Progresivamente, en la enseñanza secundaria podremos revelar la oposición entre la racionalización, sistema lógico de explicación pero carente de fundamento empírico, y la racionalidad, que se esfuerza por unir la coherencia con la experiencia y, en la enseñanza superior analizarán límites de la lógica y de las necesidades de una racionalidad no solo crítica sino autocrítica. De esta manera se pasará de la psicología del conocimiento y de la aplicación permanente a uno mismo de esta psicología, a la epistemología y al conocimiento crítico del conocimiento, que apelará a las ciencias cognitivas, por mal agrupadas que estén. 167
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El aprendizaje de la autoobservación forma parte del aprendizaje de la lucidez. La aptitud de la mente humana, que la vuelve capaz de considerarse a sí misma, desdoblándose, esta aptitud que algunos autores como Montaigne o Maine de Biran ejercieron de manera admirable, debería ser impulsada y estimulada en todos. Habría que enseñar de manera continua cómo cada uno produce la mentira a uno mismo, o self-deception. Habría que dar todo el tiempo ejemplos de cómo el egocentrismo autojustificador y el otro como chivo emisario nos llevan a esta ilusión, y cómo ayudan en este proceso las selecciones que produce la memoria, que eliminan lo que nos molesta y embellecen lo que nos da ventajas (esto podría hacerse por medio de un diario que se escribiera todos los días y la reflexión sobre los hechos vividos). Finalmente, habría que mostrar que el aprendizaje de la comprensión y la lucidez no solo no termina nunca, sino que hay que volver a regenerarlo sin cesar. • La introducción en la noosfera Lamentablemente, no existe todavía una noología, ciencia consagrada a la esfera de lo imaginario, de los mitos, de los dioses de las ideas, es decir, la noosfera. Con nuestras creencias y nuestra fe alimentamos los mitos o ideas que surgen en nuestras mentes, y estos mitos o ideas toman consistencia y poder. No solo poseemos ideas, también somos poseídos por ellas, somos capaces de morir o matar por una idea. De manera que habría que poder ayudar a las mentes adolescentes a moverse en la noosfera (mundo viviente, virtual e inmaterial constituido por la información, las representaciones, los conceptos, las ideas, los mitos que disponen de una relativa autonomía y, al mismo tiempo, dependen de nuestras mentes y de nuestra cultura). Ayudarlos a instaurar la convivencia con sus ideas sin olvidar nunca la necesidad de mantenerlas en su papel mediador impidiendo que se confundan con lo real. Las ideas no son solamente medios de comunicación con lo real, pueden convertirse en medios de ocultación. El alumno tiene que saber que los hombres no matan solamente en la noche de sus pasiones, sino también en la luz de su racionalización. 168
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• La filosofía de la vida El aprendizaje de la vida debe dar, al mismo tiempo, conciencia de que la “verdadera vida”, para tomar la expresión de Rimbaud, no está tanto en las necesidades utilitarias de las que nadie puede escapar sino en el propio desarrollo y en la calidad poética de la existencia, de que para vivir cada uno necesita, simultáneamente, lucidez y comprensión y, con mayor amplitud, la movilización de todas las capacidades humanas. La enseñanza de la filosofía podría revitalizarse para el aprendizaje de la vida. Entonces, podría proporcionar, a modo de viático, los dos productos más preciados de la cultura europea: la racionalidad crítica y autocrítica que, justamente, permite autoobservarse y permite la lucidez y, por otra parte, la fe incierta. De esta manera, la filosofía volvería a encontrar su gran y profunda misión al contribuir a la conciencia de la condición humana y al aprendizaje de la vida. Como lo indican los gabinetes y los cafés de filósofos, la filosofía concierne a la existencia de cada uno y a la vida cotidiana. La filosofía no es una disciplina, es una potencia de interrogación, reflexión sobre los conocimientos y sobre la condición humana también, sobre los grandes problemas de la vida. En este sentido, el filósofo debería estimular la aptitud crítica y autocrítica, fermentos irreemplazables de la lucidez, y alentar la comprensión humana, tarea fundamental de la cultura.
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V. Pierre Lévy
Pierre Lévy (Túnez, 1956) es actualmente profesor en el Departamento de Comunicación de la Universidad de Ottawa. De 1993 a 1998 fue profesor en el Departamento Hipermedia de la Universidad de París VIII. Los intereses del profesor Lévy están situados alrededor del concepto de inteligencia colectiva y en el de sociedades basadas en el conocimiento. Es un pensador mundialmente reconocido en el campo de la “cibercultura”. En 2004 fue elegido como miembro de la Royal Society of Canada. Entre sus trabajos recientes se ha enfocado en el desarrollo del lenguaje IEML (Information Economy Meta Language), que tiene un fundamento semiótico y que tiene la finalidad de ofrecer un sistema sintáctico de coordenadas para abordar los conceptos que se encuentran en Internet. Lévy es uno de los filósofos más importantes que trabaja en las implicaciones del ciberespacio y de la comunicación digital. En 1990 publicó un libro acerca de la convergencia de redes digitales y la comunicación hipertextual. Entre otros, Henry Jenkins se refiere a Lévy como una autoridad importante de las teorías de inteligencia colectiva en línea. En su libro Qu’est-ce que le virtuel? (París, La Découverte, 1995), traducido al castellano como ¿Qué es lo virtual? (Barcelona: Paidós, 1999), Lévy relaciona y desarrolla el concepto de “lo virtual”, a partir de Gilles Deleuze, como una dimensión de la realidad que subsiste con la actual, pero irreducible a ella. Lévy distingue otros tres estados alternos a lo virtual: lo actual, lo real, y lo posible (Wikipedia).
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¿Qué es la inteligencia colectiva?42 ¿Qué es la inteligencia colectiva? Es una inteligencia repartida en todas partes, valorizada constantemente, coordinada en tiempo real, que conduce a una movilización efectiva de las competencias. Agregamos a nuestra definición esta idea indispensable: el fundamento y el objetivo de la inteligencia colectiva es el reconocimiento y el enriquecimiento mutuo de las personas, y no el culto de comunidades fetichizadas o hipostasiadas. Una inteligencia repartida en todas partes: tal es nuestro axioma de partida. Nadie lo sabe todo, todo el mundo sabe algo, todo el conocimiento está en la humanidad. No existe ningún reservorio de conocimiento trascendente y el conocimiento no es otro que lo que sabe la gente. La luz del espíritu brilla incluso allí donde se trata de hacer creer que no hay inteligencia: “fracaso escolar”, “simple ejecución”, “subdesarrollo”, etcétera. El juicio global de ignorancia se torna contra el que lo emite. Si lo asalta la debilidad de pensar que alguien es ignorante, busque en qué contexto lo que él sabe se convierte en oro. Una inteligencia valorizada constantemente: La inteligencia es repartida por todas partes, es un hecho. Pero se hace necesario ahora pasar del hecho al proyecto, pues esta inteligencia, a menudo despreciada, ignorada, inutilizada, humillada, no es valorada con justeza. Mientras que nos preocupamos cada vez más por evitar el despilfarro económico o ecológico, parece que se derrocha impetuosamente el recurso más precioso al rechazar tomarlo en cuenta, desarrollarlo y emplearlo dondequiera que se encuentra. Desde el boletín escolar hasta los gráficos estadísticos en las empresas, desde modos arcaicos de gestión hasta la exclusión social por el desempleo, asistimos hoy a una verdadera organización de la ignorancia de la inteligencia de las personas, a un espantoso desperdicio de experiencia, de competencias y de riqueza humana. La coordinación en tiempo real de las inteligencias implica ajustes de comunicación que, más allá de cierto umbral cuantitativo, solo pueden basarse en tecnologías numéricas de la información. Los nuevos sistemas de comunicación deberían ofrecer a los miembros de una comunidad los medios para coordinar sus interacciones en el mismo universo virtual de conocimientos. No se trataría, pues, solo 42. Levy, Pierre. Inteligencia colectiva: Por una antropología del ciberespacio.
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de concebir el mundo físico ordinario, sino también de permitir a los miembros de colectivos delimitados interactuar dentro de un paisaje móvil de significaciones. Acontecimientos, decisiones, acciones y personas estarían situados en los mapas dinámicos de un contexto compartido, y transformarían continuamente el universo virtual dentro del cual toman sentido. En esta perspectiva, el ciberespacio se convertiría en el espacio inestable de las interacciones entre conocimientos y conocientes de colectivos inteligentes desterritorializados. Conducir a una movilización efectiva de las competencias. Si se quiere movilizar competencias habría que identificarlas. Y para localizarlas hay que reconocerlas en toda su diversidad. Los conocimientos oficialmente validados solo representan hoy una ínfima minoría de los que son activos. Este aspecto del reconocimiento es capital porque no tiene solo por finalidad una mejor administración de las competencias en las empresas y los colectivos en general, posee también una dimensión ético-política. En la edad del conocimiento, no reconocer al otro en su inteligencia es negar su verdadera identidad social, es alimentar su resentimiento y su hostilidad, es sustentar la humillación, la frustración de la que nace la violencia. Sin embargo, cuando se valoriza al otro según la gama variada de sus conocimientos, se le permite identificarse de un modo nuevo y positivo, se contribuye a movilizarlo, a desarrollar en él, en cambio, sentimientos de reconocimiento que facilitarán como reacción la implicación subjetiva de otras personas en proyectos colectivos. El ideal de la inteligencia colectiva implica la valoración técnica, económica, jurídica y humana de una inteligencia repartida en todas partes con el fin de desencadenar una dinámica positiva del reconocimiento y de la movilización de las competencias. Una de las condiciones necesarias para el despegue de la Europa de finales del siglo XVIII fue la instauración de una garantía jurídica eficaz de la propiedad intelectual (derechos de autor, patentes, patentes de invención y otros). De esta manera, los inventores podían consagrar a la innovación su tiempo, energía intelectual y sus recursos financieros, sin el temor de verse desposeídos de sus esfuerzos por el poder instituido. Desde que el derecho comenzó a proscribir los monopolios y los privilegios económicos, desde que ofreció los medios para inscribir pública e irreversiblemente la marca de una persona física o moral sobre un procedimiento técnico, la innovación se hizo atractiva. Al
establecerse reglas para el juego de la innovación, al hacer de ella una actividad legítima, socialmente fomentada, económicamente recompensada, se desencadenó una dinámica tecno-científica e industrial de un inmenso alcance. Ahora bien, estamos delante de la necesidad de dar un salto del mismo tipo en el campo de las competencias y de la inteligencia colectiva, que no disponen hoy de ningún sistema de medida, de ninguna contabilidad, de ninguna representación, de ninguna regulación jurídica digna de ese nombre, aunque esté en el origen de todas las formas contemporáneas de poder. Recordemos que la inteligencia colectiva es una inteligencia repartida en todas partes, valorizada constantemente, coordinada y movilizada en tiempo real. Para evitar todo malentendido, y antes de finalizar esta introducción, vamos ahora a precisar lo que ella no es. Sobre todo no debe ser confundida con proyectos “totalitarios” de subordinación de los individuos a comunidades trascendentes y fetichizadas. En un hormiguero, los individuos son “animales”, no poseen ninguna visión de conjunto y no saben cómo lo que hacen concuerda con los actos de los otros individuos. Pero a pesar de que las hormigas aisladas sean “estúpidas”, su interacción produce un comportamiento emergente globalmente inteligente. Hay que añadir que el hormiguero posee una estructura absolutamente fija, que las hormigas están rígidamente divididas en castas y que ellas son intercambiables dentro de esas castas. El hormiguero da el ejemplo de lo contrario de la inteligencia colectiva en el sentido en que la entendemos en este libro. Lejos de apuntar hacia el Espacio del conocimiento, el hormiguero es anterior a la Tierra, es simplemente prehumana. Serán tildadas de odiosas y de bárbaras todas las tentativas de acercar poco o mucho el funcionamiento de la sociedad al de un hormiguero. La inteligencia colectiva solo comienza con la cultura y aumenta con ella. Ciertamente, pensamos con ideas, con idiomas, con tecnologías cognitivas recibidas de una comunidad. Pero la inteligencia culturalmente informada ya no es telegrafiada o programada como la de una comejenera o la de un panal. Por transmisión, invención u olvido, el patrimonio común pasa a la responsabilidad de cada cual. La inteligencia del conjunto ya no es el resultado mecánico de actos ciegos y automáticos, pues aquí es el pensamiento de las personas lo que perpetúa, inventa y pone en movimiento el de la sociedad. Y sin embargo, el colectivo inteligente al que se alude en este libro
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no se identifica simplemente con el estado de cultura ordinaria. En un colectivo inteligente, la comunidad se traza explícitamente como objetivo la negociación permanente del orden de las cosas, de su lenguaje, del papel de cada cual, el desglose y la definición de sus objetos, la reinterpretación de su memoria. Nada es estático, pero no se trata, sin embargo, de desorden o de relativismo absoluto, ya que los actos son coordinados y evaluados en tiempo real según un gran número de criterios, ellos mismos constantemente reevaluados en contexto. Las “manos invisibles” de las comejeneras son sustituidas por las manos visibles y las dinámicas imaginables de universos virtuales en expansión. Al interactuar con diversas comunidades, los individuos que animan el Espacio del conocimiento, lejos de ser los miembros intercambiables de castas inmutables, son a la vez singulares, múltiples, nómadas y en vías de metamorfosis (o de aprendizaje, es lo mismo) permanente. Este proyecto convoca un nuevo humanismo que incluye y ensancha el “conócete a ti mismo” en “aprendamos a conocernos para pensar juntos” y que generaliza el “pienso, luego existo” en “formamos una inteligencia colectiva, luego existimos como comunidad eminente”. Se pasa del cogito cartesiano al cogitamus. Lejos de fusionar las inteligencias individuales en una especie de magma indistinto, la inteligencia colectiva es un proceso de crecimiento, de diferenciación y de reactivación mutua de las singularidades. La imagen inestable que emerge de sus competencias, de sus proyectos y de las relaciones que sus miembros mantienen en el espacio del conocimiento, constituye para un colectivo un nuevo modo de identificación abierto, vivo y positivo. Nuevas formas de democracia, mejor adaptadas a la complejidad de los problemas contemporáneos que las formas representativas clásicas, podrían entonces surgir.
la salvación de la ciudad si se encuentran en ella cincuenta justos. Pero el patriarca se empecina y continúa negociando la salvación de la ciudad hasta cuarenta y cinco, luego a treinta, veinte y, para finalizar, a únicamente diez justos. Al caer la noche, dos ángeles llegan a las puertas de Sodoma. Nada en su apariencia indica que son enviados de Dios. Para todos, son gente de paso, viajeros desconocidos. Lot43, que estaba sentado a la entrada de la ciudad, invita a su casa a estos extranjeros, les da de comer, los trata perfectamente según las reglas de la hospitalidad. No se habían todavía acostado cuando toda la gente de Sodoma se reúne alrededor de la casa de Lot y reclaman a los extranjeros para “conocerlos”. Lot rechaza entregar a los huéspedes; propone incluso a sus hijas a cambio al gentío enfurecido. Pero no, el gentío no quiere oír nada. La prueba permitió contar el número de justos en Sodoma: solo hay uno. Los ángeles organizan la huída de Lot y su familia. En cuanto parten, la ciudad es destruida. A pesar de la prohibición de los ángeles, la mujer de Lot se vira hacia la lluvia de azufre y fuego que quema a Sodoma y Gomorra. Ella se transforma inmediatamente en estatua de sal. Vamos ahora a tratar de hacer una interpretación “laica” del relato bíblico de la destrucción de Sodoma y Gomorra. El texto mismo nos lleva a ello. Lo que pone en evidencia no es tanto, en efecto, un principio trascendente del bien y del mal, como el poderío de las personas vivas y activas, los “justos”, capaces de mantener existiendo al mundo humano. Si se considera a la mujer como la “mitad” de Lot, su destino ilustra la tentación del justo por retrasarse al juicio más que acoger al otro humano. En su mujer, Lot se identifica juez, o incluso al principio abstracto de la justicia, más que continuar siendo un justo vivo. La mujer de Lot se vira hacia el horno donde agonizan los habitantes de las ciudades y al hacerlo cosifica una práctica en valor trascendente. Los justos hacen vivir, los jueces se petrifican. En todo momento el justo puede olvidarse y transformarse en estatua de sal, rígida como la justicia. Hay que suponer que el trueque entre Dios y Abraham tiene lugar todo el tiempo y por todas las ciudades. Si el mundo humano subsistió hasta hoy es porque siempre ha habido suficientes justos. Porque las
Los justos. Ética de la inteligencia colectiva Génesis, capítulos dieciocho y diecinueve. Un gran grito sube hacia Sodoma y Gomorra, a causa de sus pecados colectivos. Dios decidió destruir estas ciudades por sus pecados, por lo que quiso hablar de ello primeramente a Abraham. Sea lo que fuere, delante de Dios solo hay polvo y ceniza; el patriarca establece con el Eterno una extraordinaria sesión de mercadeo. “Si hay cincuenta justos en la ciudad, ¿destruirás a Sodoma, harás perecer al justo con el malo?” Dios otorga a Abraham 174
43. Personaje bíblico del libro “Génesis”, del Antiguo testamento, sobrino de Abraham.
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prácticas de acogida, ayuda, apertura, cuidado, reconocimiento y construcción son finalmente más numerosas o más fuertes que las prácticas de exclusión, indiferencia, negligencia, resentimiento y destrucción. Si los padres no amaran a sus hijos, si la gente pasara su tiempo celándose, abusando unos de otros, matándose mutuamente, entonces la especie humana simplemente no hubiera sobrevivido. En realidad, la lluvia de azufre y de fuego que quema a Sodoma y Gomorra no cae del cielo, sube de las ciudades mismas: son las llamas de la discordia, la guerra y violencia a la que se libran los habitantes. Pero todas las ciudades no fueron destruidas y nuestra presencia en la tierra prueba que hasta ahora, y globalmente, la “cantidad de bien” ha sido superior a la “cantidad de mal”. Tal evaluación no trata en lo absoluto de justificar los sufrimientos y la degradación de la humanidad por el “bien” finalmente obtenido. Ella quiere simplemente equilibrar la propaganda hecha al mal por la consideración de un hecho, de un resultado bruto: estamos todavía presentes aquí. La megalópolis humana todavía no ha sido destruida. En efecto, el mal está en todas partes y es siempre visible, mientras que el bien (la actividad de los justos) solo se descubre por medio de una minuciosa encuesta realizada en el terreno (los ángeles van a visitar a Sodoma), o por sus efectos indirectos al final de un razonamiento riguroso. El texto bíblico es muy claro sobre este punto: Dios escucha el clamor, los gritos, las quejas que se lanzan contra Sodoma y Gomorra. Es advertido primeramente de injusticias. La crítica es la primera que hace oír su voz. Guerras civiles, asesinatos, dictaduras, desgracias de todo tipo hacen la sustancia de los noticieros televisivos, aparecen en primera página de los diarios. Dios está perfectamente informado de los males. Sin embargo, cuando Abraham comienza a negociar el número de justos que podrán salvar la ciudad, se comprueba que incluso Él no sabe si hay cincuenta, cuarenta y cinco, treinta, veinte, diez o menos. La ciencia de Dios (es decir, según nuestra interpretación laica, la de la humanidad) no va hasta allá. Mientras que los males son evidentes, la cantidad –y con mayor razón la identidad– de los justos es desconocida, hipotética. El mal es divulgado, pero los justos se esconden, discretos, anónimos, ignorados. Pero entonces, ¿cómo se reconoce a los justos? El texto ¿pone en escena un gran tribunal, un juicio final, un pesaje de almas en una última balanza? No, sino a emigrantes que van por el mundo y
se presentan una noche, cubiertos del polvo del camino, en la entrada de la ciudad. Únicamente pueden ser reconocidos los justos al viajar por el país. No hay justicia trascendente ni omnisciencia que permita la selección. Hay que seguir a los nómadas. Van al encuentro de los invisibles que sostienen al mundo. Ellos revelan a los justos que tejen en la sombra el vínculo social. ¿Cuál es el crimen de Sodoma? El rechazo de la hospitalidad. En vez de acoger a los extranjeros, los sodomitas quieren abusar de ellos. Ahora bien, la hospitalidad representa excelentemente el mantenimiento del vínculo social, un vínculo social concebido según la forma de la reciprocidad: el huésped es indistintamente el que recibe o el que es recibido. Y cada uno puede ser extranjero a su vez. La hospitalidad mantiene la posibilidad de viajar, de encontrarse con el otro, en general. Por la hospitalidad, el que está separado, el que es diferente, extraño, se convierte en acogido, integrado, incluido en una comunidad. La hospitalidad es el acto de unir el individuo a un colectivo. Se opone en todos los aspectos al acto de exclusión. El justo incluye, él “inserta”, remienda el tejido social. En una sociedad de justos, y según la forma de la reciprocidad, cada uno trabaja para incluir a los otros. En un mundo en el que todo se mueve, donde todos son llevados a cambiar, la hospitalidad, moral de los nómadas y de los emigrantes, se convierte en la moral por excelencia. Pero por el hecho de que trabaje en el tejido del colectivo nómada, no hay que concluir que el justo cultiva a toda costa la unidad, la uniformidad o la unanimidad. Por el contrario, Lot corre el riesgo de ser minoritario, lo más minoritario posible ya que defiende a los extranjeros solo contra todos. Se sitúa así él mismo en posición de extranjero. El más incluyente puede convertirse en el más excluido. Integrando al extranjero, expulsado a su vez, haciendo atravesar a los otros y transgrediendo él mismo las fronteras, el justo es el pasador por excelencia. ¿Por qué Abraham no continúa más allá su mercadeo (nueve justos, siete, tres...)? ¿Por qué son necesarios al menos diez justos para que la ciudad sea perdonada? ¿Por qué Lot no logra salvar a Sodoma? Porque es necesaria una fuerza colectiva para apoyar a un colectivo. Tres serían tres personas conocidas, rápidamente célebres, de las cuales una acabaría tarde o temprano por destacarse. Pero, lejos de la representación y del espectáculo, el texto quiere mostrar que una ciudad no se funda en realidad ni sobre la relación de todos
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a uno, ni sobre la de uno a todos. El justo no tiene vocación ni para reinar, ni para servir de víctima emisaria. La ciudad solo se apoya en la relación de un colectivo con un colectivo. Idealmente, vive de su apoyo en ella misma, del trabajo de inclusión de todos por todos. Entonces, diez comienzan a formar un verdadero colectivo. Diez es el comienzo del anonimato. Son necesarios al menos diez para que los justos puedan haber pasado la prueba de la sociedad de los justos. Deben ser capaces de vivir juntos, de soportarse, de socorrerse, de fortalecerse, de relanzar y de valorizar sus actos mutuamente. Los justos solo llegan a ser eficaces, y a mantener la existencia de una comunidad constituyéndose en una inteligencia colectiva. Hasta ahora, hemos visto por qué y cómo los justos lograban crear y hacer durar los colectivos humanos. Mostrando que la eficacia del justo es mantener las comunidades existiendo o retrasar su destrucción, el texto bíblico nos da una indicación capital sobre la naturaleza del bien en general. El bien llama a la existencia y valoriza las cualidades humanas. Son buenas las fuerzas de creación y de conservación de la vida social, en toda la variedad de sus manifestaciones. Si el justo impide la destrucción, es que el bien se encuentra al lado del ser, y más aún, al lado de la capacidad de ser: la fuerza; y quizás aún más, al lado del aumento de la fuerza, ya sea física, moral, intelectual, sensual u otra. Será, pues, estimado como bueno, todo lo que engrandece a los seres humanos, y primero en lo moral: orgullo, reconocimiento, comunicación, inteligencia colectiva. Los justos favorecen la fuerza. Simétricamente, serán juzgadas malas las fuerzas que disminuyen a los seres humanos y, en última instancia, las destruyen: la humillación, el descrédito, la separación, el aislamiento. Si la fuerza es buena, el poder sería malo, pues se mide por su capacidad de limitar la fuerza, por su potencial de destrucción. El poder da miedo. El poder hace mucho ruido, lo que impide al colectivo numeroso comunicar con él mismo. Únicamente se instaura y se mantiene empobreciendo alrededor de él las cualidades de ser. Los justos se apartan del poder. Del lado del ser y de la fuerza, los justos contribuyen a la producción y al mantenimiento de todo lo que puebla el mundo humano. Gracias a ellos, aunque sus nombres no son jamás citados, las cosas avanzan verdaderamente y son efectivamente creadas y conservadas: madres poco pródigas de sus cuidados, escritores fantasmas, amas de casa, secretarias, obreros que hacen funcionar la fábrica a pesar de
los planes de los ingenieros y todos aquellos y aquellas que reparan las máquinas, reconcilian a las parejas, rompen las cadenas de la maledicencia, sonríen, alaban, escuchan, hacen que vivamos en buena inteligencia. Ahora bien, Abraham es el justo por excelencia. No se contenta con hacer él mismo el bien, se esfuerza, además, por darle el mayor alcance posible a los actos cumplidos por los otros justos. Negociando con Dios que solamente diez justos podrán salvar a la ciudad, él valoriza y demultiplica al máximo el potencial del bien; él organiza la atención a la bondad de los demás. El mercadeo de Abraham con Dios es la primera tecnología de optimización de los efectos, de explotación máxima de las mínimas cualidades positivas yacentes en un colectivo humano.
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GLOSARIO
Abrevar: v. tr. Dar de beber, principalmente al ganado. 2. Remojar las pieles para adobarlas. 3. Dar de beber a alguien, especialmente un brebaje. 4. saciar. U. t. en sent. fig. Abrevar el ánimo. 5. v. prnl. beber. Abstracto: No concreto, que no tiene realidad propia. De difícil comprensión. Que no pretende representar cosas concretas, sino que atiende exclusivamente a elementos de forma, color, proporción, etc. En abstracto loc. adv. En general, sin aplicación concreta. Abyección: f. Bajeza, envilecimiento. 2. Humillación. Admonición: Amonestación (acción y efecto de amonestar). 2. Reconvención. Agostador: Obrero que efectúa la faena de agostar (arar o cavar la tierra en el mes de agosto para limpiarlas de malas hierbas). Aguzar: Despabilar, afinar, forzar el entendimiento o un sentido para que preste más atención o se haga más perspicaz. Aleccionar: Instruir, amaestrar, enseñar. Alienación: Pérdida de la propia identidad de una persona cuando adopta una actitud distinta a la que en ella resultaría natural: la influencia de la televisión provoca en algunas personas un grado de alienación alarmante. 2. Concepto que caracteriza tanto el proceso como los resultados de transformar, en determinadas condiciones históricas, los productos de la actividad humana y de la sociedad (productos del trabajo, dinero, relaciones sociales, etc.), así como las propiedades y aptitudes del hombre, en algo independiente de ellos mismos y que dominan sobre ellos; también caracteriza la transformación de fenómenos y relaciones, cualesquiera que 181
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sean, en algo distinto de lo que en realidad son, la alteración y deformación, en la conciencia de los individuos, de sus autenticas relaciones de vida. Álter ego: Persona en quien otra tiene absoluta confianza o que puede hacer sus veces sin restricción alguna. 2. Persona real o ficticia en quien se reconoce, identifica o ve un trasunto de otra. “El protagonista de la obra es un álter ego del autor”. Antípodas: Se dice de cualquier habitante del globo terrestre con respecto a otro que more en lugar diametralmente opuesto. Que se contrapone totalmente a alguien o algo. En lugar o posición de algo. Aprehender: Coger, asir, prender a alguien, o bien algo, especialmente si es de contrabando. 2. Aprender (llegar a conocer). Filosóficamente, concebir las especies de las cosas sin hacer juicio de ellas o sin afirmar ni negar. Arraigar(se): Echar o criar raíces: Hacerse muy firme y difícil de extinguir o extirpar un afecto, virtud, vicio, uso o costumbre. prnl. Establecerse, radicarse en un lugar. Artífice: Persona que causa o realiza algo. Autor o creador de una cosa. Persona que hace trabajos artísticos o delicados con las manos. Autodeterminación: Decisión de los pobladores de una unidad territorial acerca de su futuro estatuto político. Axial: Perteneciente o relativo al eje. Fundamental, central, principal. Axiología: En filosofía, teoría de los valores, especialmente de los éticos, los religiosos o los estéticos. La axiología estudia la posibilidad de captación de valores como la verdad, la belleza, la bondad, o el bien. Base y superestructura: Marx y Engels han llamado estructura o base a la organización económica de la sociedad, y superestructura a las instituciones jurídico-políticas, estado, derecho, etc., y a “las formas de la conciencia social” que corresponden a una infraestructura determinada. En el Anti-Dühring, Engels dice:
Uno de los grandes aportes de Marx y Engels es haber descubierto que para estudiar la sociedad no se debe partir de lo que los hombres dicen, imaginan o piensan, sino de la forma en que producen los bienes necesarios para su vida, y las relaciones que establecen en el proceso social. Capitalismo: Formación económico-social que sucede al feudalismo. En la base del capitalismo se encuentra la propiedad privada de los medios de producción y la explotación del trabajo asalariado. La ley fundamental de la producción capitalista consiste en obtener plusvalía. Son rasgos característicos del capitalismo la anarquía de la producción, las crisis periódicas, el paro forzoso crónico, la pobreza de las mayorías, la competencia, la violencia, las guerras. La contradicción básica del capitalismo –entre el carácter social del trabajo y la forma capitalista privada de la apropiación– se expresa en el antagonismo entre las clases básicas de la sociedad capitalista, la clase obrera y la burguesía. El antagonismo y la lucha de clases que palpita en toda la historia del capitalismo toca a su fin con la revolución socialista. Los elementos fundamentales de la superestructura correspondiente a la base capitalista son las instituciones políticas y jurídicas y el sistema de la cultura y la ideología burguesa. La igualdad política formal proclamada por los ideólogos del capitalismo queda reducida a la nada en virtud de la desigualdad económica; todo el aparato estatal es idóneo para excluir de la vida política al pueblo trabajador. Surgido en el siglo XVI, el capitalismo desempeñó una función progresiva en el desarrollo de la sociedad, alcanzando una productividad del trabajo sensiblemente más elevada que la del feudalismo. Al acercarse al siglo XX, entra en su estadio superior y último, el del imperialismo, que se caracteriza por el dominio de los monopolios y de la oligarquía financiera. En ese estadio alcanza amplia difusión el capitalismo monopolista de Estado, que acentúa de una manera inaudita el militarismo y une el poder de los monopolios con la fuerza del Estado. El capitalismo en su forma imperialista es hostil a los intereses vitales, a las tendencias progresistas de toda la humanidad. Con el capitalismo llega a su término la prehistoria de la humanidad. Carácter: Conjunto de peculiaridades psíquicas estables de hombres; depende de la actividad del individuo y de sus condiciones de vida, y se manifiesta en la manera de obrar; conociendo el carácter de un
La estructura económica de la sociedad constituye en cada caso el fundamento real a partir del cual hay que explicar en última estancia toda la superestructura de las instituciones jurídicas y políticas, así como los tipos de representación religiosa, filosófica y de otra naturaleza de cada período histórico.
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individuo, es posible prever de qué modo este se va a comportar en determinadas circunstancias y por ende, orientar la conducta, formando en el individuo cualidades valiosas para la sociedad. El carácter se pone de relieve en la manera en cómo el hombre procede consigo mismo y con los demás, en la manera de cumplir lo que se le encarga y en la manera de tratar las cosas. Donde se revela con mayor plenitud es en la práctica social y en el trabajo, en el sistema de actos del individuo, imprimiendo su sello en toda la conducta del mismo. El carácter es de naturaleza psicológico-social, es decir, depende de la concepción que la persona tiene del mundo, del saber y de la experiencia acumulada, de los principios morales aprendidos, de la influencia que otros individuos ejerzan, y de la activa interinfluencia que con ellos la persona dada establezca. El carácter no es innato, se forma en el ambiente que crea la actividad humana y depende de la educación. Catilinaria: adj. Se dice de las oraciones pronunciadas por Cicerón contra Catilina; usado más como sustantivo femenino. 2. f. Escrito o discurso vehemente dirigido contra alguna persona. Ciernes (cierne): m. Acción de cerner (estar fecundándose la flor de la vid y otras plantas). En -s Loc. adj. Dicho de la vid, del olivo, del trigo y otras plantas: en flor. Locs. verbs. Estar muy a sus principios, faltarle mucho para su perfección. Claustro: Galería que cerca el patio principal de una iglesia o convento. Junta formada por el rector, consiliarios, doctores y maestros graduados en las universidades. Coerción: Presión ejercida sobre alguien para forzar su voluntad o su conducta. Represión, inhibición, restricción. Cohesión: Acción y efecto de reunirse o adherirse las cosas entre sí o la materia de que están formadas. 2. Enlace. 3. fís. Unión entre las moléculas del cuerpo. 4. fís. Fuerza de atracción que las mantiene unidas. Colegir: Juntar (unir unas cosas con otras). 2. Inferir (deducir algo de otra cosa). Complejidad: La complejidad es efectivamente el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, aleaciones, que constituyen nuestro mundo fenoménico. Es un tejido de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados. Condición sine qua non: Condición sin la cual no. Se refiere a lo indispensable y esencial.
Consenso: Acuerdo producido por consentimiento entre todos los miembros de un grupo o entre varios grupos. Continuum: Continuo, ininterrumpido; seguido, consecutivo. Coyuntura: Combinación de factores y circunstancias que, para la decisión de un asunto importante, se presentan en una nación. Desmedro: m. Acción y efecto de desmedrar (decaer, ir a menor). Digresión: f. Efecto de romper el hilo del discurso y de hablar en él de cosas que no tengan conexión o íntimo enlace con aquello de que se está tratando. Directriz: Dicho de una cosa: Que determina las condiciones de generación de algo, ideas, líneas directrices. 2. geom. Dicho de una línea, de una figura o de una superficie, que determina las condiciones de generación de otra línea, figura o superficie. 3. f. Conjunto de instrucciones o normas generales para la ejecución de algo. Díscolo: Desobediente, que no se comporta con docilidad. Disidente: Que diside (que se separan de la común doctrina, creencia o conducta). Ecología política: Es la ecología de los seres humanos. Es la ciencia de la relación triangular entre los seres humanos, la actividad humana organizada y el medio ambiente de esta actividad. El medio ambiente es, simultáneamente, el producto y la condición de dicha actividad. Lo es, por lo tanto, de la sobrevivencia de la especie. La ecología es un concepto que indica el sistema integral de la vida sobre la tierra como totalidad interconectada incluyendo a los seres humanos y su responsabilidad consciente de preservar su armonía y equilibrio, comprendiendo y respetando las leyes de la naturaleza. Economía política: La economía política estudia la base del desarrollo de la sociedad. Esta base es la producción de bienes materiales, el mundo de producción. La economía política no se ocupa en modo alguno solo de la “producción”, sino de las relaciones sociales de los hombres en la producción, del régimen social de la producción, como decía Lenin. La economía política es la ciencia del desarrollo de las relaciones sociales de producción, es decir, de las relaciones económicas entre los hombres, estudia las leyes que gobiernan la producción y la distribución de los bienes materiales en la sociedad humana a lo largo de las diversas fases de desarrollo.
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Economicismo: Criterio o doctrina que concede a los factores económicos primacía sobre los de cualquier otro índole. Egocentrismo: Exagerada exaltación de la propia personalidad, hasta considerarlo como centro de la atención y actividad generales. Elucidar: Poner en claro, explicar, dilucidar. Emancipación: Acción o efecto de emancipar o emanciparse (liberarse de cualquier clase de subordinación o dependencia). Empatía: Sentimiento de participación afectiva de una persona en una realidad ajena a ella, especialmente en los sentimientos de otra persona. Epistemología: Rama de la ciencia combinada con una rama de la filosofía. Como ciencia, la epistemología es el estudio de la manera en que determinados organismos o agregados de organismos conocen, piensan y deciden. Como filosofía es el estudio de los límites necesarios y otras características de los procesos del conocimiento, el pensamiento y la decisión. Escollo: Dificultad, obstáculo. Estereotipo: m. Imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable. 2. impr. Plancha utilizada en estereotipia. Estoicismo: Fortaleza de carácter y dominio de los sentimientos ante las dificultades. Estolidez: Falta de entendimiento, de razón y de sentido común. Estupidez. Falencia: Engaño o error. Fatuidad: Falta de razón o entendimiento. 2. Presunción o vanidad infundada y ridícula. Fermento: Enzima. 2. Causa o motivo de agitación o alteración de los ánimos. 3. Influjo que induce a la realización de un proceso o de una actividad. Frugalidad: Templanza, parquedad en la comida y la bebida. Fuerzas productivas: Las fuerzas productivas son el conjunto de los medios de producción y las personas que los movilizan, con el objetivo de producir bienes materiales. A pesar de toda la importancia de los medios de producción, y especialmente de su parte más activa, los instrumentos de producción (maquinarias, equipos, aparatos), el papel decisivo en el desarrollo de la producción pertenece al hombre. “La primera
fuerza productiva de toda la humanidad es el obrero, el trabajador”, señaló Lenin. Gunas: Según el hinduismo, las gunas son las tres cualidades de las que está compuesto el universo: sattva (bondad contemplativa), rayas (pasión activa) y tamas (ignorancia inerte). Heracliteano (a): Que viene del pensamiento de Heráclito (filósofo griego). Hipertrofia: Desarrollo excesivo de algo. Holismo: Doctrina que propugna la concepción de cada realidad como un todo distinto de la suma de las partes que lo componen. Holograma: Placa fotográfica obtenida mediante holografía. Hominización: Proceso evolutivo a través del cual una raza de primates dio lugar a la especie humana. Ideario: Repertorio de las principales ideas de un autor, de una escuela o de una colectividad. Ignominia: Afrenta pública. Imbricado (a): Dicho de los objetos sobrepuestos unos a otros, como las tejas del tejado. Implosión: Acción de romperse hacia dentro con estruendo las paredes de una cavidad cuya presión es inferior a la externa. Impunidad: Falta de castigo. Inherente: Que por su naturaleza está de tal manera unido a algo, que no se puede separar de ello. Integralismo: Es la ideología de acuerdo con la que la sociedad es una unidad orgánica. Defiende la diferenciación social y la jerarquía con cooperación entre clases sociales, trascendiendo los conflictos entre grupos sociales y económicos. Aboga por el libre sindicalismo, el corporativismo y la representación política orgánica en vez de las formas ideológicas de representación. Laxo: Referido a la actitud moral que es excesivamente relajada o poco estricta. Falta de serenidad y firmeza o excesiva relación moral. Medios de producción: Conjunto de objetos y medios de trabajo utilizados en el proceso de la producción material. Son objetos de trabajo las cosas y los elementos de la naturaleza que, en el proceso de la producción, se elaboran y sirven de objeto a la aplicación del trabajo humano. Son medios de trabajo las cosas o conjuntos de cosas de que se vale el hombre para actuar sobre su objeto de trabajo
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y para modificarlo con el fin de producir bienes materiales (instrumentos, herramientas, máquinas). El nivel y grado de desarrollo de los instrumentos de producción sirven de medida para determinar el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad. Mestizo: Dicho de una persona nacida de padre y madre de razas diferentes, es especial de hombre blanco e india, o viceversa. Motu proprio: Locución latina, literalmente “con movimiento propio”. Voluntariamente; de propia, libre y espontánea voluntad, sin consultar ni prevenir. Espontáneamente. Por iniciativa personal. Por individual arbitrio. Munido: Galicismo por provisto, y también por prevenido. Nanotecnología: Tecnología que maneja elementos de niveles atómico y molecular para crear nuevas estructuras. Noología: Etimológicamente estudio de la mente o de la inteligencia. Kant utiliza el término noologista, significando racionalista, en tanto que opuesto a empirista. Noosfera: (Del griego νόος, inteligencia, y esfera). El Diccionario de la Real Academia Española lo define como el conjunto de los seres inteligentes con el medio en que viven. Vladimir Ivanovich Vernadsky elaboró la teoría de la noosfera como contribución esencial al cosmismo ruso. En la teoría original de Vernadsky, la noosfera es la tercera de una sucesión de fases del desarrollo de la Tierra, después de la geosfera (materia inanimada) y la biosfera (vida biológica). Tal como la emergencia de la vida ha transformado fundamentalmente la geosfera, la emergencia de la cognición humana transforma la biosfera. En contraste con las concepciones de los teóricos de Gaia o de los promotores del ciberespacio, la noosfera de Vernadsky emerge en el punto en donde el género humano, mediante la maestría en los procesos nucleares, empieza a crear recursos mediante la transmutación de elementos. La teoría de la Noosfera sería recogida más tarde por el teólogo cristiano Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955). Teilhard explica la noosfera como un espacio virtual en el que se da el nacimiento de la psíquis (noogénesis), un lugar donde ocurren todos los fenómenos (patológicos y normales) del pensamiento y la inteligencia. Omnicomprensivo: Que lo comprende o incluye todo. Omnímoda: Que lo abraza y comprende todo.
Paradigma: Principios supra lógicos de organización del pensamiento. Principios ocultos que gobiernan nuestra visión de las cosas y del mundo sin que nosotros tengamos consciencia. Pervivir: Seguir viviendo a pesar del tiempo o de las dificultades. Pitia: Perteneciente o relativo a Apolo, considerado como vencedor de la serpiente Pitón. Pleamar: Fin o término de la crecida del mar. Plusvalía: Es el resultado de la explotación de la clase obrera por los capitalistas. La obtención de la plusvalía se debe a que los obreros han trabajado más tiempo que el necesario para reponer el valor de su fuerza de trabajo. Es el plus trabajo que el capitalismo se apropia con la venta del plus producto. La producción de plusvalía, la fabricación de ganancia es la ley absoluta del sistema de producción capitalista. Poiesis o el espíritu creativo: El impulso creador humano en general y en su universalidad. La fuerza generativa, constructiva y estética contenida en el individuo y en los colectivos humanos. “Los poderes creadores del pueblo” que señaló Aquiles Nazoa. “Si avanzamos en la dirección de nuestros sueños encontraremos un éxito inesperado en cualquier momento”. Henry David Thoreau. Nada sin alegría. Alegría, responsabilidad, confianza: este es el lenguaje universal del espíritu creativo. Praxis: En oposición a teoría o teórica. En la filosofía marxista, actividad humana transformadora del mundo. Preceptiva: Conjunto de preceptos aplicables a determinada materia. Precepto: Norma u orden que hay que cumplir porque está establecido o mandado. Preconizar: Del latín praeconizare (anunciar, proclamar). Referido a algo que se considera bueno, defenderlo o apoyarlo. Precursor: Del latín praecursor (el que corre delante de otro). Que precede, origina o anuncia algo que se desarrollará más tarde. Preponderantemente: Que prevalece o tiene cualquier tipo de superioridad respecto a aquello con lo cual se compara. Preterir: Hacer caso omiso de alguien o algo. Prohombre: Hombre que goza de especial consideración entre los de su clase. Prolegómeno: Preámbulo. Tratado que se pone al principio de una obra o escrito para establecer los fundamentos generales de
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la materia que se ha de tratar después. Preparación o introducción excesiva o innecesaria de algo. Psiquismo: Conjunto de los caracteres y funciones de orden psíquico. Pulsión: En psicoanálisis, energía psíquica profunda que orienta el comportamiento hacia un fin y se descarga al conseguirlo. Ralea: despect. Raza, casta o linaje de una persona. Rapaz: Inclinado o dado al robo, hurto o rapiña. Relaciones sociales de producción: Relaciones que se establecen entre los propietarios de los medios de producción y los productores directos en un proceso de producción determinado; relación que depende del tipo de relación de propiedad, posesión, disposición o infractos que ellos establezcan con los medios de producción. Rizomática: En la teoría filosófica de Gilles Deleuze y Félix Guattari, un rizoma es un modelo descriptivo o epistemológico en el que la organización de los elementos no sigue líneas de subordinación jerárquica –con una base o raíz dando origen a múltiples ramas, de acuerdo al conocido modelo del árbol de Porfirio–, sino que cualquier elemento puede afectar o incidir en cualquier otro (Deleuze & Guattari, 1972:13). En un modelo arbóreo o jerárquico tradicional de organización del conocimiento –como las taxonomías y clasificaciones de las ciencias generalmente empleadas– lo que se afirma de los elementos de mayor nivel es necesariamente verdadero de los elementos subordinados, pero no a la inversa. En un modelo rizomático, cualquier predicado afirmado de un elemento puede incidir en la concepción de otros elementos de la estructura, sin importar su posición recíproca. El rizoma carece, por lo tanto, de centro, un rasgo que lo ha hecho de particular interés en la filosofía de la ciencia y de la sociedad, la semiótica y la teoría de la comunicación contemporáneas. Secular: Que sucede o se repite cada siglo. Semiótica: Estudio de los signos de la vida social. Sinérgico (a): adj. Perteneciente o relativo a la sinergia (acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales. Concurso activo y concertado de varios órganos para realizar una función). Socialismo: Régimen social que surge como resultado de la superación y/o supresión del modo capitalista de producción mediante 190
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la revolución socialista. Está basado en la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción, propiedad que presenta diferentes formas: propiedad pública, que pertenecen al Estado; propiedad social propiamente dicha, aquella que pertenece al pueblo y a las futuras generaciones; propiedad colectiva, que es la perteneciente a grupos sociales o personas, para su aprovechamiento, uso o goce en común pudiendo ser de origen privado; la propiedad mixta es la conformada entre el sector social, el sector privado, en distintas combinaciones, para el aprovechamiento de recursos o ejecución de actividades, siempre sometida al respeto absoluto de la soberanía económica y social de la nación; y la propiedad privada es aquella que pertenece a personas naturales y jurídicas y que se reconoce sobre bienes de uso y consumo y medios de producción legítimamente adquiridos. La propiedad social determina la inexistencia de la explotación del hombre, de clases y/o grupos de explotadores, que las relaciones entre los trabajadores sean de colaboración amistosa y de ayuda mutua. En el socialismo desaparece toda opresión, discriminación y exclusión social; desaparece la oposición ciudad-campo, trabajo intelectual y trabajo físico. En la sociedad socialista desaparecen las clases y solo existen grupos sociales amigos que colaboran entre sí, los trabajadores del campo, los obreros, los intelectuales, los soldados de la fuerza armada nacional, los trabajadores de servicios, los profesionales y técnicos. La diferencia entre esos grupos se va borrando gradualmente. Las relaciones de todos los grupos sociales, unos con otros, se caracterizan por la unidad política del bloque histórico de poder, por la unidad política social e ideológica; la de las naciones socialistas entre sí, por sus relaciones de amistad, colaboración y fraternal ayuda mutua. Sobre la base de la propiedad social, en el socialismo se desarrolla de manera planificada la economía nacional. El desarrollo y el perfeccionamiento de la producción social sirve para satisfacer, cada vez mejor y más completamente, las crecientes necesidades materiales y espirituales del pueblo. La vida de la sociedad socialista se asienta sobre la democracia participativa y protagónica y el poder popular que garantiza la incorporación de todos los trabajadores, de toda la población en la dirección de los asuntos públicos.
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Sojuzgar: Sujetar, dominar, mandar con violencia. Subjetividad: Cualidad de subjetivo (perteneciente o relativo al sujeto considerado en oposición al mundo externo. Relativo a nuestro modo de pensar o de sentir y no al objeto en sí mismo). Templanza: Moderación o sobriedad, especialmente en los apetitos o en los sentimientos. Topia: Cada una de las tres piedras que forman el fogón y sobre las que se coloca la olla cuando se cocina con leña. Turiferario: Encargado de llevar el incienso. Veto: Derecho que tiene una persona o corporación para vedar o impedir algo. Vetusto: Extremadamente viejo, anticuado. Vislumbrar: Ver un objeto de forma tenue o confusa por la distancia o por la falta de luz. Conocer imperfectamente o conjeturar por leves indicios algo inmaterial. Yugo: Ley o dominio superior que sujeta y obliga a obedecer.
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Contenido
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PRESENTACIÓN Antonio Gramsci y el Colectivo Gramsci ¿Por qué Gramsci hoy? El Colectivo Gramsci
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Introducción La ética crítica El ejercicio de la crítica y la acción ética La ética, la conciencia crítica, el sujeto histórico La ética crítica en el espacio de la lucha por el socialismo Propuesta para una preceptiva ética socialista
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Prolegómenos La ética socialista Principios de la ética socialista Génesis de la ética socialista ¿De dónde procede la ética socialista? ¿Qué exige, qué implica la ética socialista? ¿Cuáles son sus fundamentos? Categorías de la ética socialista I. El deber II. El honor y la dignidad III. La conciencia IV. La felicidad
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Primer bloque temático El componente individual La conciencia ética del sujeto crítico I. El amor
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II. La amistad III. La verdad IV. El honor y la dignidad V. Valentía, fortaleza y fidelidad al compromiso VI. Ser proactivos y constructivos VII. La cultura socialista y el mejoramiento personal VIII. Contra las actitudes negativas IX. Integridad, modestia y austeridad X. Autocontrol ético XI. Combatir el sectarismo XII. Contra el dogmatismo XIII. La inteligencia creadora Segundo bloque temático El componente social o colectivo La conciencia ética en la convivencia I. La conciencia del deber social II. Lealtad a los principios y las leyes III. Organización de los colectivos populares y del pueblo en su conjunto IV. La sana administracion de los bienes públicos V. Ética del trabajo VI. Igualdad de género VII. Contra el burocratismo Cómo superar el burocratismo VIII. Contra el consumismo, el despilfarro, el derroche IX. Contra la corrupción X. Control social Tercer bloque temático La condición transformadora La conciencia ética crítica en revolución I. La organización y la disciplina II. Liderazgo y auctóritas III. Los cuadros IV. Erradicar la cultura clientelar y de favores impropios V. La crítica y la autocrítica
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VI. La patria, la revolución, el socialismo y el internacionalismo VII. La construcción socialista VIII. El humanismo socialista IX. El antiimperialismo X. Vigilancia activa revolucionaria
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Cuarto bloque temático Epílogo La condición humana planetaria La identidad y la conciencia terrenal I. Conciencia ética planetaria II. Conciencia ecológica III. Revolucionar el pensamiento IV. Aprender a vivir
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ANEXOS I. Emiro García Rosas Simón Rodríguez, el maestro socialista que forjó en Simón Bolívar la idea de ser el Libertador de América II. José Martí III. Albert Einstein ¿Por qué socialismo? IV. Edgar Morin Aprender a vivir La escuela de vida y la comprensión humana V. Pierre Lévy ¿Qué es la inteligencia colectiva? Los justos. Ética de la inteligencia colectiva
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GLOSARIO
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BIBLIOGRAFÍA
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en los talleres gr谩ficos de la Imprenta Nacional y Gaceta Oficial se termin贸 de imprimir esta obra en enero de 2011. Caracas, Venezuela. La edici贸n consta de 1.000 ejemplares.