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Sumario Editorial
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La canción de Djing wei
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Mirar con ojos de Taichi
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¿ Qu é es e l mi ed o ?
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¿ Qu é b u s ca m os e n e l T a i ch i c h u a n ?
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E l s a lu d o en T a i ch i ch u a n
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E l I c h in g o l i br o d e la s m u t a c i o n e s
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Los tres tesoros
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Feng shui
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Yin yang
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Historia del general Yueh Fei
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Bhagavad Gita. Reflexiones
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¿Qué queda tras dejar de practicar Tai chi?
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Tae Kwon Do
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Michel Echenique, investigador de una tradición milenaria
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Experiencias: meditación zen
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Error de juicio
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Origen filosófico de las artes marciales internas
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Karate-do: una vía de autoconocimiento
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La importancia del enraizamiento en el Tai chi chuan
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El amor de un maestro
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Cuentos clásicos orientales. Un aprendizaje acelerado
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Meditaciones para encontrarse con uno mismo
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EDITORIAL Han pasado
más de doce años desde que saliera a la luz el primer número de nuestro boletín Tao Tien, publicación que surgió con la idea de profundizar en la filosofía de los estilos internos, teniendo como eje –no podía ser de otra manera– el muy noble, a la vez que profundo, arte del Tai chi chuan. En el tiempo transcurrido, han girado en torno a este eje multitud de temas con un denominador común: el enfoque filosófico. Ciertamente, la filosofía es el centro del que parten, a la manera de los radios de una rueda, todas las artes marciales que se han convertido en objeto de nuestra investigación y que son auténticas vías para la exploración y conocimiento del universo interior del ser humano. Así, y no de otro modo, podemos decir que son legítimas. Con la humildad que ha de caracterizar a todos aquellos que nos sentimos filósofos –también de las artes marciales– sin caer en fantasías ni vanidosas pretensiones que lo único que harían sería atentar contra el verdadero espíritu de la práctica de tan nobles artes… reiteramos nuestro compromiso de seguir rescatando, en la medida de nuestras posibilidades y en lo que nos toca, esa filosofía. En este número –muy especial, pues se trata del cincuenta–, hemos realizado una visión retrospectiva de todo lo publicado hasta el momento, seleccionando aquellos artículos que consideramos más significativos y que mejor ilustran y reflejan las distintas etapas que han ido sucediéndose en la evolución de nuestra Escuela de Tai chi chuan.
José Antonio Vera de la Poza Presidente de Tao Tien
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Recta le mente, pura la intención, el corazón alegre, la atención siempre despierta. La mansa ola nace de la nada, se eleva al infinito y vuelve a su origen. Te mueves con los astros en un baile continuo. Queda libre el camino y puedes aventurarte a buscar la luz. Deseos, pasiones, apetitos… se funden en la nada. Pasan ante tus ojos las ligeras nubes que te son ajenas. Desde la dorada atalaya dominas la orgullosa oscuridad que te rodea. Pero…, no te descuides, a diestra y siniestra hay que vigilar. Con un simple gesto llevas a su jaula los pájaros de la inquietud. La marea en su vaivén todo lo supera, mientras la seda canta entre tus manos. La esfera está completa, pero es justo compartir su contenido. Vuelves al origen tranquilo y satisfecho. Fidel Iglesias Quintero
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Siempre
se ha dicho que las cosas son de una manera u otra, según el ojo de quien
las mira. Antes miraba de una manera diferente a como lo hago ahora. A lo largo del día nos ocurren muchas cosas, unas buenas y otras no tan buenas, pero el simple hecho de hacer esta clasificación ya depende de nuestra personal forma de mirar. Ahora ya puedo, en cualquier situación, identificar al TIGRE, que siempre está al acecho para hacernos ver las cosas a su manera. Que sepamos amansarlo o no, va a influir en saber o no salir victoriosos de las situaciones problemáticas y conflictivas que continuamente se nos presentan. El estar siempre alerta, en una buena posición de defensa, nos puede hacer ver mejor su ataque y así poder esquivarlo y contraatacarle después con más probabilidades de victoria. Cualquier situación problemática en el trabajo, con los compañeros, los amigos, la pareja, con un dependiente en una tienda, puede encarnar al TIGRE que quiere hacernos tambalear, pero ahí deben estar los ojos del practicante, que lo reconocen y le hacen capaz de absorber su ataque como si de la segunda mano primaria se tratara, para luego pasar, sin dudarlo, a la tercera, y por fin, enviarlo bien lejos con la cuarta. Qué fácil es describir con palabras el combate diario de nuestras vidas y qué difícil es llevarlo a cabo, y sobre todo, qué difícil es salir victoriosos. Pero bueno, antes ni siquiera veía al contrincante, ahora sé dónde aparece el TIGRE en cada momento; antes ni siquiera sabía que estaba siendo derrotada, ahora por lo menos sé cuándo gano y cuándo pierdo. Pienso que solamente el darnos cuenta de que estamos inmersos en esta lucha ya es algo positivo, aunque muchos pensarán que es mejor vivir en la ignorancia; probablemente más cómodo sí que lo sea. No sé si esta guerra terminará alguna vez, lo que sí sé es que la estrategia tendrá que ir enfocada a convertir a la bestia en un "lindo gatito". Aurora Suárez
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El miedo es una interrupción súbita del proceso de racionalización. Lo primero que nos sucede cuando sentimos miedo es que perdemos la capacidad de racionalizar una situación cualquiera. Pero ¿es necesario este uso cuando no sabemos lo que está sucediendo? Generalmente, cuando sucede algo, generamos un prejuicio, pensamos una especie de fantasía mental, muchas veces sin saber exactamente lo que está sucediendo. Esta fantasía puede acarrear consecuencias muy graves. Si estamos en una situación de peligro y sucede algo que desconocemos, es mejor no pensar. Es fácil observar cómo en una situación de peligro muchas personas hacen justamente lo que no deberían hacer. ¿Por qué? Porque piensan sin saber lo que está sucediendo. Si alguien va en coche, entra en una curva con exceso de velocidad y piensa, lo primero que hace es frenar. Entonces es justamente cuando causa su desgracia, pues es ahí donde reside el peligro: frenar bruscamente en una curva yendo a alta velocidad. El miedo tiene la capacidad de evitar que hagamos algo mentalmente. Crea una situación de bloqueo para cualquier proceso mental. El miedo como sensación es una parada súbita de todos los procesos de motivación y de racionalización. Cuando sentimos el impacto del miedo, es como si algo cayese, nos quedamos sin fuelle, sin motivación para hacer cosas. Ese es el segundo fenómeno que el miedo produce y también, si lo observamos, es una interrupción súbita. Cuando suceden cosas, la tendencia es crear o una depresión traumática o una euforia. Hay personas que, ante situaciones comunes, reaccionan con euforia, y hay otras que se abandonan totalmente; son procesos relacionados con la motivación del individuo y en cualquier situación de riesgo o de peligro, tanto la euforia como la depresión traumática son negativas. Lo que causa problemas en situaciones de riesgo es la temeridad o el abandono. Es curioso observar cómo, cuando las personas están atrapadas por el miedo, terminan haciendo exactamente lo contrario de lo que deberían hacer. Estas actitudes distan completamente del llamado "instinto de supervivencia". En estas situaciones, las personas quieren huir y por eso acaban haciendo tonterías. Por el contrario, las personas que asumen el miedo conscientemente terminan haciendo las cosas acertadas. La
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mayor causa de accidentes y de muertes es el comportamiento que tenemos ante el miedo y no el miedo en sí. El miedo-percepción y el miedo-sensación son una inhibición-bloqueo de todas las funciones fisiológicas. Cuando surge el miedo, detiene los procesos de racionalización, de motivación y puramente fisiológicos. Nos quedamos sin condiciones para hacer nada por un instante; ni pensar, ni sentir, ni actuar. El miedo paraliza, inhibe. Nos detenemos antes de caer al precipicio. En principio, esa parada súbita es buena porque en el fondo hay un riesgo y hasta que no sepamos en qué consiste es mejor quedarnos quietos. Desde este punto de vista, el miedo es una fuerza que tiene como objetivo evitar peligros de cualquier naturaleza y funciona como una señal que interrumpe cualquier acción imprudente. En términos concretes y objetivos, el miedo es eso y no tiene nada que ver con las reacciones sucedidas ante él, que, en nuestro caso, por razones culturales, no son naturales. Nuestra cultura no solo no nos preparó para enfrentar el miedo, sino que además nos enseñó a tener miedo del miedo, y por eso reaccionamos mal. En un proceso cultural diferente, nosotros encararíamos el miedo de una forma diferente y tendríamos reacciones naturales. Esas reacciones naturales trabajan a favor del instinto de supervivencia, tanto del cuerpo como de la mente. Hay reacciones instantáneas de reflejos condicionados, y consideramos que son naturales. Pero si es condicionado, no es plenamente natural. Lo natural ante el miedo es tener nuestras reacciones independientemente de nuestros prejuicios, observar la situación detenidamente para saber lo que está sucediendo y no querer huir de ella. En las artes marciales, a medida que vamos entrenando a través de los años, acabamos reaccionando de una forma lógica o natural ante situaciones de ataque. Si alguien grita cuando va a atacarnos, el grito es una señal de ataque. ¿Por qué ante el grito tendría yo que llevar la cabeza hacia atrás? Quien ha entrenado artes marciales, en lugar de ir hacia atrás, primero mira de dónde viene el grito, qué tipo de grito es, qué se puede prever con relación a esa actitud y, una vez que sabe lo que está sucediendo, actúa. Eso es natural. Los reflejos naturales propios del cuerpo no nos hacen huir ante las situaciones de riesgo, sino que nos llevan a la adaptación. Nosotros estamos mal acostumbrados. Fuimos educados en una cultura que no nos enseña a lidiar con el miedo, y sí en cambio a temerlo. El miedo puede utilizarse como elemento de manipulación para subyugar, esclavizar y dominar a las personas. El hecho es que acabamos teniendo miedo del miedo y, entonces, para no sentirlo pagamos cualquier precio. Ese es el punto más complejo con relación al miedo. El miedo no es malo; mala es la reacción que generamos ante él, porque no hemos sido educados de forma correcta para encararlo. Conclusión El miedo es una fuerza natural. No es mi miedo o su miedo, es el miedo. Existe de forma independiente a las personas; hay algo en nosotros, y también fuera de nosotros, que se llama miedo, y que tiene una función en la Naturaleza como el Sol, la Luna, el agua, la tierra o cualquier elemento. El miedo forma parte de la Naturaleza y tiene como función proteger, por increíble que parezca. Michel Echenique Isasa Artículo aparecido en el número 30 de la revista ESFINGE, basado en el libro del mismo autor Cómo luchar con el miedo (original en brasileño "Como lidar com o medo").
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Quienes
se acercan a este maravilloso arte, lo hacen obedeciendo a las más diversas motivaciones, esperando encontrar: salud, equilibrio psico-físico, defensa personal, forma de meditación, etc., teniendo todos en común un indudable afán por mejorarse a sí mismos, por alcanzar un punto de tranquilidad y equilibrio en esta agitada vida en la que, más que vivir, parece que se sobrevive (vivir para trabajar). El Tai Chi Chuan, como disciplina holística que integra espíritu, mente y cuerpo mediante el cultivo, desarrollo y aplicación de la energía interna (chi), nos ofrece la posibilidad de ir elevando progresivamente nuestra conciencia, desde lo puramente psico-físico hasta una dimensión más profundamente humana y espiritual que todos poseemos en nuestro universo interior. No olvidemos que al Tai Chi Chuan también se le ha definido como el espíritu de la metafísica, meditación y medicina chinas encarnado en un arte marcial. Es el arte de ocultar la dureza dentro de la suavidad, “como una aguja envuelta en algodón”. Para poder hablar de los muchos beneficios que puede darnos este estilo interno de las AA. MM., primero tenemos que aprenderlo, pudiendo llegar incluso a vivirlo, aunque esto último queda reservado a los misterios propios del alma humana y sus necesidades evolutivas. Lo primero es aprender la Forma, practicando, memorizando e imitando las posturas bajo la guía de un Instructor –o un Maestro– si se tuviese esa suerte. Lo segundo sería, junto con lo
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primero, aprender a aquietar el chi, tomando conciencia de nuestras articulaciones y su relación con la columna vertebral (técnica del centro), distinguiendo entre lo interno y lo externo, entre bajar y subir. Lo interno es “usar la mente y no la fuerza”, y lo externo es “la ligereza y sensibilidad de todo el cuerpo”; bajar es hundir el chi en el tan-tien (nuestro centro energético, unos cuatro dedos bajo el ombligo), y subir es “la energía ligera y sensible en lo alto de la cabeza” (la coronilla). Finalmente, lo tercero tendría que ver con ese grado de evolución en nuestra práctica en el que desarrollamos una conciencia integral de la energía, desde la coronilla a la punta de los pies, y viceversa, aprendiendo a “escucharla” para posteriormente “interpretarla”. Trazando un plan de aprendizaje del Tai Chi Chuan, lo primero serían las Formas (manos vacías), desde los encadenamientos más cortos o simples hasta aquellos otros más largos o complejos. Después vendría el Empuje de Manos en sus distintas modalidades: sobre pies fijos, pies móviles, con una mano y con las dos, el Ta-lü (arte de desequilibrar al oponente) y el Shan-Shou (combate libre). Por último, hablaríamos del manejo de las armas, tales como la Espada de Tai Chi de Doble Filo, la Espada de Tai Chi o Sable de hoja ancha y el Tai Chi con Lanza (Trece formas de Lanza), siendo esto lo más destacable en lo que al manejo de las armas se refiere.
Podemos encontrar cosas maravillosas en la práctica de esta “Danza del Silencio”, pues como dijo Ch’en Kung: “Ya fuera Chang San-feng o algún otro, el que inventó este sutil y profundo arte marcial debió de haber sido un antiguo taoísta poseedor de la más alta sabiduría y probablemente no pudo haber sido un hombre común”. José Antonio Vera de la Poza
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En todas las culturas, antiguas y modernas, se ha utilizado y se utiliza el saludo, ya sea como muestra de respeto, cariño, gratitud, consideración o reconocimiento hacia personas e instituciones o como forma de identificarse entre sí los miembros de ciertos colectivos. Desde el famoso saludo de las legiones romanas hasta el actual apretón de manos, el saludo ha sido una constante en las relaciones humanas. En las artes marciales chinas (Whushu), hay diferentes saludos según el arma con que se realice. En el Tai Chi Chuan, se utiliza generalmente el saludo con puño (Báo Quan Li), en el que el puño derecho toca con la palma de la mano izquierda. Se cuenta que cuando los Manchúes tomaron el poder en China tras derrocar a la antigua dinastía Ming, los miembros de la resistencia (funcionarios y nobleza Ming, revolucionarios, patriotas, etc.), adoptaron este saludo para reconocerse entre ellos. La mano derecha representa el Sol y la izquierda la Luna (las dos fuentes naturales de luz), conformando los caracteres Sol y Luna, que significan Ming (brillo). Este saludo se transmitió en todas las escuelas derivadas de Shaolin (simpatizantes de la causa Ming), y ha llegado hasta la actualidad como una costumbre marcial. El saludo, como ritual de acercamiento y de despedida, debe ajustarse a ciertas reglas y denota actitud de aproximación o alejamiento. Al empezar o finalizar la práctica o el Tui Shou con un compañero, se realiza el saludo. También se saluda a nuestro instructor o maestro cuando nos hace una corrección o cuando nos enseña una técnica. El saludo antes y después de practicar con un compañero demuestra respeto y agradecimiento hacía él, ya que presta su cuerpo para nuestro progreso técnico. El saludo simboliza nuestras cualidades y actitud. Es una muestra de respeto hacia quien lo realizamos y demuestra la voluntad de sujetar nuestra actividad a unas reglas, ya sea en la práctica o en el combate. Con el saludo demostramos nuestra intención de que la inteligencia dirija a la fuerza. Posición del saludo De pie, con las piernas juntas y estiradas, el saludo se realiza colocando la palma de la mano izquierda sobre el puño derecho. La distancia entre las manos y el pecho debe ser de unos 30 cm. Las manos se deben mantener por encima del plexo solar para no demostrar desinterés o
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apatía. También, realizar una leve inclinación del tronco desde la cadera acompañando a la unión de las manos. Este saludo está estandarizado por la Federación China de Wushu. Una variante de este saludo se realiza abrazando el puño derecho con la mano izquierda, utilizándose de manera informal (fuera de clase). En cuanto al saludo con armas, citaremos a manera de ejemplo el utilizado con lanza, consistente en mantener esta en posición vertical cerca del cuerpo, mientras la mano libre se coloca con la palma abierta y los dedos apuntando hacia el cielo en el centro del pecho y perpendicular a este (la mano la veremos de perfil). Significado del saludo Aunque ya hemos adelantado algunos aspectos simbólicos del saludo, indicaremos aquí que los cuatro dedos alzados y unidos apuntando hacia arriba, representan la moralidad, el intelecto, la constitución física y la habilidad; cualidades que, junto con un sentimiento noble, debe poseer el practicante de Tai Chi Chuan. El puño cerrado representa audacia y potencia. Pero de la audacia puede nacer la confusión y de la potencia puede surgir la indisciplina; por eso la palma izquierda sobre el puño derecho significa el control necesario para que la audacia no dé paso a la confusión y la fuerza de carácter para no violar las reglas. En general, el puño representa las energías yang (la fuerza, la guerra, la luz…), mientras que la palma representa las energía yin (la inteligencia, la paz, la oscuridad…), y el predominio de estas sobre aquellas. En una interpretación más interna, el puño sobre la palma representa el equilibrio entre las fuerzas yin (palma) y yang (puño), es decir, el gran Tai Chi que Lao Tse cita como origen del universo. En las prácticas promovidas por el Instituto Bodhidharma y adoptadas por Tao Tien, el saludo antes descrito se complementa con las fórmulas siguientes: Al iniciar la práctica: Alumnos: Lao Shi, Hao Instructor: Tóng Xué Meng, Hao Al terminar la práctica: Alumnos: Lao Shi, Zai Jian Instructor: Tóng Xué Meng, Zai Jian Pronunciadas como muestra de agradecimiento a los maestros que han trabajado durante siglos en la conservación y progreso de la filosofía marcial y a los instructores y también a los condiscípulos por la oportunidad de mejorar con cada práctica. Fidel Iglesias Quintero Fuentes consultadas: Maestra Liu Xiaohong (www. taiji.zzn.com). www.centrokaimen.com. José Antonio Vera de la Poza, Instructor de Tai Chi Chuan estilo Yang (Instituto Bodhidharma).
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El
antiguo libro chino de sabiduría, I CHING o LIBRO DE LAS MUTACIONES es, principalmente, un conjunto de 64 configuraciones de seis líneas llamadas hexagramas que han sido consultadas como un oráculo durante más de 5000 años, es un libro y sin embargo nunca ha sido solo un libro. Es además un maestro, un modo de mirar las cosas; más que sugerir métodos estructurados de relacionarse con el cambio, nos muestra cómo mantenernos sin estructuras y adaptables de la mejor manera posible. Existe una filosofía implícita dentro de los hexagramas y de las líneas del I CHING que se repite una y otra vez. Esta filosofía, fascinante por sí misma, no se parece en nada al análisis estructurado de la filosofía occidental, en la que todo las funciones del Cosmos se explican de una manera ordenada; es una filosofía que ayuda a las personas a relacionarse de manera consciente con los sucesos que desencadenan el cambio; ayuda, además, a armonizar nuestra actitud y nuestro punto de vista con las leyes del Cosmos. También explica que estar en armonía con dichas leyes es lo mismo que estar en armonía con nuestra propia naturaleza original. Las líneas enteras y partidas que conforman los hexagramas del I CHING proceden de la manera de observar el mundo en la antigüedad china: sí se quiere entender la esencia interna de algo, han de observarse sus aspectos externos. Lao Tse expresó este principio en el primer verso del Tao Te King: “Así pues, oculto desde siempre, hemos de contemplar su esencia interna. Pero manifestándose continuamente, hemos de contemplar sus aspectos externos”. Los chinos de la antigüedad, al igual que el sabio griego Pitágoras, consideraban los números como espejo del orden del universo. Dentro de esta teoría existían dos fuerzas principales llamadas lo Creativo y lo Receptivo, simbolizadas por los números uno y dos, que al interaccionar la una con la otra, dieron lugar a la creación de todas las cosas. Los antiguos creían que todo lo que existía en el mundo material lo hacía primero en forma de imagen. La aparición de la imagen en la realidad era posible gracias a la acción de la fuerza Receptiva que “recibía” la imagen y la nutría convirtiéndola en un ser. Lao Tse expresó esta idea al describir la creación de las cosas en términos de la interacción de los dos números primarios uno y dos: El Tao dio a luz al Uno, el Uno dio a luz al Dos, el Dos dio a luz al Tres, el Tres dio a luz a las innumerables cosas. (Tao Te King. VERSO 42).
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Las fuerzas Creativa y Receptiva actuaban como polos opuestos, positivo-negativo, masculino-femenino, luz-oscuridad, frio-calor. Las líneas enteras y partidas de los hexagramas simbolizaban estas fuerzas en su forma numérica como uno (entera) y dos (partida). Se creía que en las 64 combinaciones de líneas se reflejaban todo lo perteneciente al Cosmos. Con el tiempo, las dos fuerzas de lo Creativo y lo Receptivo pasaron a llamarse YANG y YIN. Además de asociarse con una imagen y una idea, lo Creativo (YANG) se asoció con el sol y la energía de luz emisora y, de esta manera, se llamó también la energía del cielo. Lo Receptivo (YIN) se asoció a la tierra como portadora de lo material, a la existencia y, por lo tanto, también con la nutrición, su energía era pasiva pero también absorbente y receptiva. YANG era lo positivo y YIN lo negativo, no en términos de lo bueno y lo malo sino como en física, donde lo positivo y lo negativo son los polos opuestos de un imán. A diferencia de la tendencia occidental de considerar los opuestos como contrarios e incluso como destructivos el uno para con el otro (como en el caso del fuego y el agua), los chinos de la antigüedad consideraban todo como complementario y como parte esencial de la totalidad. Se comprobó que el fuego y el agua, entendidos dentro de una relación complementaria, tal y como sucede si ponemos una vasija con agua al fuego, producían energía. Igual que el movimiento y la quietud. El hecho de contemplar la complementariedad de los opuestos dio como resultado esta forma incipiente de ciencia física. Habiendo considerado los números como sagrados debido a su capacidad de reflejar la unidad divina de la naturaleza, era normal que los chinos se platearan el desarrollo del azar de un número tanto YIN como YANG para representar un tipo de respuesta de sí o no dada por el Cosmos a partir de esta capacidad primitiva de obtener una respuesta de sí o no a través de los números, se construyó un sistema más complejo, el oráculo de los hexagramas. Las líneas individuales de sí y no del YANG y del YIN evolucionaron, con el tiempo, en un sistema oracular de trigramas de tres líneas que tenían ocho combinaciones posibles de líneas yang y yin (PA KUA). Este oráculo de los hexagramas se desarrolló al observarse, posteriormente, que si se obtenían seis líneas mediante métodos adivinatorios (lanzando monedas o manejando ramas de milenrama para obtener líneas yang y yin), dos trigramas podían interaccionar entre sí para dar respuestas más elaboradas. Los chinos entendieron la interacción del YIN y del YANG como el “motor” que accionaba el Universo. Es también por esa razón que se encuentran dos mitades de una totalidad en el conocido circulo YIN / YANG. Los hexagramas se clasifican en modelos a partir de los hexagramas primarios de LO CREATIVO (El cielo) y LO RECEPTIVO (La tierra), siendo todas las líneas del primero YANG y YIN las del último, hasta formar todas las combinaciones posibles con el resto de los hexagramas. Cada hexagrama tiene un tema que describe una dinámica particular que se observa en la manera en que las energías positiva y negativa fluyen a través de la estructura del mismo. Los
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nombres de los hexagramas reflejan esta dinámica mediante palabras activas como “manteniéndose unido” en lugar de “mantener unido” y ”siguiendo” en lugar de “seguir”. La manera en que la línea se movía dentro de cada hexagrama reflejaba, según la visión de los antiguos, la manera en que la acción, o cambio, se mueve en el mundo existencial. Al observar esta actividad, la persona que consultaba el oráculo podía observar la manera en la que las cosas se transformaban en el tiempo desde su germinación hasta que se desarrollaban totalmente. Una persona podía observar una situación propia en su totalidad, reflejada en el hexagrama que se desarrollaban mediante métodos adivinatorios. Al percibir los elementos germinales de su situación reflejados en el hexagrama, podía actuar, a través de su consejo, para llevar a cabo sus respuestas en armonía con la manera en la que funciona el Universo, para influir de manera beneficiosa en el resultado de su situación. Finalmente, las situaciones representadas en los hexagramas y el consejo dado para armonizar la actitud del consultante con las leyes del Universo se escribieron dando lugar al libro de sabiduría que conocemos como I Ching o Libro de las Mutaciones. La palabra CHING significa sencillamente “texto clásico”. El sentido de I según WILHELM, era “lagartija”, refiriéndose, en concreto, al camaleón, que simbolizaba la mutabilidad y la fácil movilidad. Por tanto I tiene tres significados: lo fácil, lo cambiante y lo constante. Aunque no es el documento chino de más antigüedad, el I Ching se creó en tiempos tan remotos que, en palabras de Julian Shchutskii, uno de los sinólogos occidentales más relevante, ”no existe ningún otro libro clásico que pueda competir con él en cuanto a prioridad cronológica”, originado en una antigua cultura matriarcal, según Hanna Moog, fue revisado hace 3100 años por el rey Wen y su hijo, el duque de Chou, y editado y comentado por Confucio. El I CHING se compone de tres libros. El primero, dividido en 64 capítulos, es el manual de adivinación. Estos capítulos se basan en 64 figuras diferentes de seis líneas llamadas hexagramas. Junto a las explicaciones que les acompañan conforman la parte activa del libro que se consulta mediante el azar. Cada hexagrama explica de manera sencilla lo que el “hombre superior en consonancia con la Ley cósmica", haría en tal circunstancia. El libro segundo es un conjunto de comentarios que, según Wilhelm, son de la escuela confuciana. Wilhelm afirmó que este libro “pretendía revelar la esencia de la que surgía aquel mundo de ideas (expresada en el libro primero). El Libro tercero es una especie de glosario. El investigador Julian Shchtskii dice acerca de este libro:”Se trata, más bien, de un conjunto de citas de varios autores cuyos nombres no se han conservado” y se trata de “comentarios no del texto básico”. Al igual que el Libro segundo, el Libro tercero se añadió al texto original. Tal como iremos viendo, en otros artículos, y, como se expresa en el I CHING, "hacer progresos en nuestro mundo interior requiere poner en orden nuestros rasgos YANG y YIN". Mª de los Ángeles Sanz Cuesta
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Se da este nombre a lo que en la medicina tradicional china se conoce como JING, CHI y SHEN. El tres es un número mágico que aparece tanto en Occidente como en Oriente con mucha frecuencia, estando cargado de un simbolismo de lo más elevado. En la cultura china se habla del Tao del Cielo, el Tao del Hombre y el Tao de la Tierra y, por encima de ellos, el Gran Tao que abarca a los tres. Es por ello por lo que siempre que hablemos del tres, como en este caso al hacerlo de los tres tesoros, no debemos pensar que estamos centrados en un único tema, sino que su contenido es más profundo; esa, quizás, sea la cáscara de todo lo que lleva de potencialidad una tríada. Por ello, es recomendable posar los ojos del alma y no solo los físicos en tan arduos asuntos. Fijar algunas ideas clave puede despejar muchas dudas que a la hora de practicar Tai Chi Chüan se nos pueden originar. Por ello, en este artículo, tratamos de aclarar y afianzar algunos conceptos que se deben tener claros para una buena práctica. Un obstáculo que es conveniente mencionar antes de entrar en lo que constituye la materia en sí del presente artículo, es la dificultad para el lector poco familiarizado con términos como Canales o Vasos para comprender aquellos aspectos más sutiles de la práctica. Por ello, en vez de hacer un glosario, hemos decidido, para una mayor comprensión del texto, ir aportando las definiciones según vayan saliendo, aunque esto nos pueda parecer una lectura algo farragosa. También debemos reseñar que nos hemos valido de la lectura de las publicaciones del doctor Yang Jwing-Ming para la confección del mismo. JING Es un término que podemos utilizar como ESENCIA, es la fuente original del ser e indica su verdadera naturaleza. La raíz del JING es transmitida a través de los padres y tiene su sede en los riñones; a este JING se le llama YUAN JING o JING ORIGINAL. No importa cuánto JING ORIGINAL tenga un ser humano si sabe conservarlo. Probablemente una persona ordinaria nunca lo aumente, aunque el Tai Chi Chüan puede ayudarnos a conservarlo y mejorarlo.
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Existe otro JING, el producido por los alimentos que se ingieren y el aire que se respira. A más calidad de estos, más calidad de JING. A este JING se le llama JING POSNATAL. La sede de este JING está situada en el plexo solar. CHI Para hacer más comprensible qué son el JING y el CHI, podemos hacer la siguiente comparación: el JING es lo que en un coche es el combustible, y el CHI es la energía que lo moviliza, siendo el CHI consecuencia del JING.
ORIGINAL Genera el CHI de AGUA JING Humano POSNATAL Genera el CHI de FUEGO
Existen tres DAN TIEN: Superior: situado entre las cejas, en el espacio conocido como el tercer ojo. Medio: situado en el plexo solar o boca del estómago. Inferior: situado a cuatro dedos por debajo del ombligo. Este es el que se nombra habitualmente en la práctica, por ejemplo al hacer la respiración DAN TIEN. El CHI llamado de Agua es transformado a partir del JING ORIGINAL. Su mayor parte avanza al DAN TIEN INFERIOR; la otra, retrocede por la puerta de los riñones. Si pierde demasiado CHI, su JING queda mermado. Esto es debido a un exceso de desgaste sexual (esto puede explicar el porqué de aquellos que hacen votos de castidad). El CHI de Fuego, resultado de los alimentos y el aire que respiramos baja al DAN TIEN INFERIOR, el cual es un auténtico atanor alquímico donde se mezclan los dos CHI en uno. Los Canales son meridianos energéticos que recorren nuestro cuerpo (MTC). Los Vasos, salvando las distancias y utilizando términos pedagógicos, podemos decir que son como condensadores que sirven de reservas de energía para tirar de ellas cuando las necesita nuestro organismo (MTC). Existen doce canales principales y ocho vasos. Dos son los principales: el Vaso Gobernador y el Vaso Concepción. Los podemos imaginar de manera más precisa como unos meridianos que cortan al hombre en dos mitades simétricas, izquierda y derecha. El Vaso Concepción comienza en los incisivos y termina en una cavidad que está entre los genitales y el ano, denominada Huijin. El Vaso Gobernador parte del Huijin y recorre la columna vertebral hacía la coronilla y desciende por la nariz hasta el paladar con los incisivos (recordemos cuando en la práctica ponemos la lengua en el paladar para cerrar el circuito). El CHI puede dividirse en dos categorías: CHI Director, que controla el funcionamiento del cuerpo, órganos, cerebro y movimientos, teniendo influencia en órdenes psicológicas, como son los sentimientos y emociones.
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CHI Guardián, que crea un campo electromagnético que actúa de escudo de protección alrededor de la piel así como por encima de esta. El CHI acumulado en el Dan Tien Inferior llega al Huijin y aquí se bifurca en dos: El primero sube por la médula –Vaso Impulsor– y nutre el cerebro, elevando el SHEN. El segundo energiza el Vaso Gobernador cerrando el circuito. SHEN Se puede traducir como Espíritu, Dios, Mente, etc., términos conocidos para aquellos que estén familiarizados con su paralelismo con la mónada o chispa divina. El Chi Kung fortalece el SHEN protegiéndolo, alimentándolo, entrenándolo y haciendo que madure para separarlo del cuerpo, objetivo final del practicante conocedor. Por ello se dice que para despertar el SHEN hace falta que la mente inferior YI se supere a sí misma controlando el XIN o cuerpo emocional. Su sede está en el ya mencionado Dan Tien Superior.
Como resumen podemos decir que el niño nace con una cierta cantidad de JING y, según sus hábitos de vida, lo puede conservar, mejorar o perder. Este JING tiene dos sedes, los riñones y el Dan Tien Medio, se transforma en un solo CHI en Dan Tien Inferior y desciende hasta el Huijin, bifurcándose en dos: a través del Vaso Concepción, alimentando así todos los meridianos, y del Vaso Impulsor, para nutrir al SHEN. Elevar el SHEN es lo que en algunas escuelas es conocido como despertar al hombre interior, tomar conciencia de su divinidad. Este trabajo es un breve bosquejo que deja muchos aspectos abiertos, como por ejemplo, la relación del sistema energético con los sistemas nervioso y sanguíneo, pero ello no es óbice para que pueda ayudar a que cada Taochi sea capaz de aplicar estos conocimientos en su práctica diaria, y así conocer mejor el alcance de dicha práctica. José Luque Martín
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Para
hablar de Feng Shui, cuyo significado literal es viento y agua, y cuyo significado simbólico se refiere al viento y al agua subiendo a la cumbre para orientar hacia la armonía, debemos en primer lugar referirnos al Chi. La tradición china nos habla de la energía que recorre todo el universo, a la que llama chi. A esta energía o vitalidad universal los japoneses la llaman ki, y será el pneuma griego, el prana hindú o el aliento del dragón del que hablaba Merlín. Existen distintos tipos de chi: el chi terrestre (que en Occidente llamamos fuerzas telúricas), el chi celeste (o energías astrales) y el chi humano. La relación entre los tres tipos de chi dará lugar a energías positivas (sheng chi), o negativas (shar chi). Chi es una energía en movimiento, que circula o se estanca, y que en su movimiento va creando puntos de positividad o negatividad. El Feng Shui tratará de armonizar estas energías y sus relaciones. Al arte del Feng Shui se le atribuyen miles de años de antigüedad. Lam Kam Shen sugiere su aparición sobre el 3000 a. C. y otros recientes hallazgos lo llevan más hacia atrás en el tiempo. Es evidente que una ciencia tan remota en el tiempo ha evolucionado hasta nuestros días de múltiples formas, adaptándose con el paso de los siglos a las necesidades y formas de vida de las diferentes generaciones. Parece ser que su primer uso consistió en la búsqueda de lugares para enterramientos. Es conocida la importancia que el pueblo chino daba al culto a los antepasados, pues existía la creencia de que los difuntos se convertían en los intermediarios entre los poderes celestes (divinos) y los hombres. Posteriormente este conocimiento se aplicó a la búsqueda de los mejores terrenos para los cultivos, y después a la elección de los lugares para habitar, trabajar, etc. El cometido del Feng Shui es armonizar al hombre con el entorno, y para ello estudia el movimiento del chi, la energía que reside en los diferentes lugares y cómo interactúa, los nudos energéticos, y tiene en
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cuenta elementos como la orientación, el color, la forma de los objetos, de las habitaciones, así como la función que vamos a realizar en cada una de ellas. En su evolución se distinguieron fundamentalmente dos escuelas: la de la forma y la de la brújula. La primera usaba para estudiar las localizaciones la forma de las montañas, piedras y ríos; y la escuela de la brújula utilizaba para localizar el lugar más propicio la brújula llamada Luo Pan. En la escuela de la forma se tiene en cuenta fundamentalmente la teoría del yin-yang y la de los cinco elementos. Uno de sus aspectos más característico es el de los cinco animales celestiales que, a su vez, se asocian a colores y direcciones geográficas. La escuela de la brújula estudia sobre todo la orientación, utilizando la brújula china, así como el cuadrado mágico chino. Tiene vertientes conocidas como el Ba Zhai o escuela de las ocho casas y Escuela de Xuan Kong o de las estrellas volantes. Y en ella, además de la brújula, se tienen en cuenta fechas y astrología china. Podemos destacar también por su éxito el método tibetano atribuido a Lin Yung, llamado también del Bagua que, por su facilidad, se ha extendido sobre todo en Occidente, y que probablemente sea el causante del auge actual del Feng Shui. Hoy en Occidente se utiliza el Feng Shui tanto en decoración y en proyectos arquitectónicos como por algunas empresas que empiezan a comprender que el “ambiente” es algo más que una decoración casual o aleatoria, y que muchas de las enfermedades o malestares que nos son inexplicables pueden tener su origen en algo tan sutil como una defectuosa ubicación de los distintos elementos de un despacho. En muchas ocasiones no podemos cambiar la estructura de una casa, o evitar que diferentes líneas eléctricas interfieran en nuestro chi, pero sí podemos poner en práctica pequeños trucos que el Feng Shui pone a nuestra disposición y que propiciarán una mayor armonía a nuestro entorno y a nuestra vida. La armonía es un estado de la conciencia, que se expresa en actos, y la belleza en lo físico es siempre un reflejo de la belleza espiritual. Así, llenar de belleza y armonía nuestro entorno se convierte en algo más que un pequeño arte, es el arte de vivir y dejar vivir: es convivir.☯ Alicia Rodríguez Berenguer
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YIN YANG
El
yin y el yang, la dualidad que existe en todo lo manifestado, están presentes en el símbolo del tai chi o del doble pez. En este diagrama, el yin está representado por el pez negro, y el yang, por el blanco. Los círculos del color inverso simbolizan que nada es enteramente yin o enteramente yang, y que cada uno lleva en sí la simiente del otro. La unión de ambos es el Tao, representado por el símbolo del tai chi: “Un yin, un yang, esto es el Tao”, dice el I Ching o Libro de los cambios. Ambos son inseparables, se interrelacionan, se penetran, se modifican, se crean, se metamorfosean el uno al otro, el uno en el otro. Todas las cosas en el universo están constituidas por esa interrelación entre el yin y el yang. Los caracteres chinos originales que designaban a estos elementos simbolizaban el lado oscuro (yin) y el lado iluminado (yang) de una montaña. Esto nos da idea de su mutabilidad e interdependencia: la sombra no existe si no es en relación con la luz, y lo que por la mañana está iluminado, por la tarde está sombreado y viceversa. El valor y la profundidad de este símbolo radican precisamente en la mutabilidad de sus componentes, variabilidad idéntica a las mudanzas de la vida. Con nuestra categorizadora mentalidad occidental, muchas veces tendemos a afirmar que el Sol es yang y la Luna yin, que el día es yang y la noche yin, que el cielo es yang y la tierra yin; si bien todo esto es cierto, no lo es menos que lo son siempre en relación con otra cosa: la tierra es yin en relación con el cielo, pero sin embargo, su superficie es yang en relación con su parte subterránea; el día es yang, pero el amanecer y el atardecer son menos yang que las horas centrales. Debemos tener muy presente que el yin y el yang no son contrarios, opuestos, sino que forman parte de una unidad esencial en continua transformación. Los ciclos del yin y del yang se producen en todas las cosas, y se nos hacen muy patentes en los ciclos naturales: el día sigue a la noche, el sol a la luna, el verano al invierno, la planta a la semilla. También están presentes en el Tai Chi Chuan, donde podemos experimentar conscientemente estos elementos, ya que ciertos movimientos son más yin y otros más yang. Aquí ponemos en práctica lo que dice el Tao te Ching en su capítulo 36:
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“Para que algo pueda llegar a contraerse, es preciso que antes se haya expandido. Para que algo pueda debilitarse, es preciso que antes se haya fortalecido…”. Según Mantak Chia y Juan Li (La estructura interna del Tai Chi), podríamos clasificar los movimientos y actividades de nuestra práctica según la siguiente tabla:
Yin
Yang
Tierra Vacio Inhalar Almacenar Descender Retroceder Cerrar Bajar Doblar Contraer Recibir Apoyar Blando Fondo Interior Suave Defender
Cielo Lleno Exhalar Descargar Elevarse Avanzar Abrir Subir Enderezar Expandir Accionar Dominar Firme Superficie Exterior Duro Atacar
Todos los movimientos de Tai Chi son una combinación particular de yin y yang que va cambiando con el fluir de la forma: pueden comenzar siendo yin y luego ir incrementando el yang hasta llegar a la plenitud y luego disminuir para volver a ser principalmente yin. En “Acariciar la cola del pájaro” lo vemos perfectamente claro: Peng va de yin a yang en tanto que va desde el chi concentrado en la esfera de energía hacia el despliegue de esa energía; Lu va de yang a yin desde la energía desplegada en el avance, retrocediendo luego; Chi va de yin a yang desde la posición retrasada hacia la desplegada, y An va primero de yang a yin recibiendo energía de arriba hacia abajo (cerrada), y luego a la inversa desplegándola desde abajo hacia arriba (abierta). Este mismo análisis puede aplicarse a todos los patrones de la forma, así como a la respiración. Para terminar quiero recordar otro bello párrafo del capítulo 42 del Tao Te Ching: “Los diez mil seres cargan yin en sus espaldas y cargan yang en los brazos, uniendo el aliento vital para alcanzar la armonía”.☯ Graciela Kruszewski
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“Honra ante todo a los dioses inmortales, según establece la Ley, respeta la palabra dada. Honra luego a los héroes glorificados y consagra por fin a los genios terrestres, rindiéndoles también debido culto”. Pitágoras (Versos áureos)
Hierocles, un filósofo ateniense, en sus comentarios a los Versos áureos de Pitágoras, expone: “Los héroes se llaman glorificados porque son benignos y constantemente luminosos. Se llaman héroes por su etimología de Eros, el amor, ya que ellos nos enseñan a amar y nos elevan y transportan a la mansión divina. Los héroes glorificados eran los verdaderos protectores invisibles que siempre y de manera instintiva ha invocado y venerado el hombre. Son los ilustres antepasados, los grandes legisladores, bienhechores de la humanidad y todos aquellos de superior calidad humana”. Esta es la historia de uno de esos héroes: “La dinastía Pei Song (960-1127 d.C.) o Song del Norte, fue una época negativa para los ciudadanos. Las guerras con los bárbaros del norte (raza Chin), la corrupción y el hambre, eran una amenaza constante para el pueblo. Pero en medio de todas estas revueltas apareció un hombre que demostró, por su pureza de espíritu e ideales, que la bondad, los principios y la lealtad eran cualidades que aún sobrevivían. Tras su traición y asesinato, el general Yueh Fei se convirtió en un símbolo para el pueblo chino durante muchas generaciones, siendo considerado como un hombre lleno de virtudes. Yueh Fei nació el 24 de marzo de 1103, en la aldea de Tan Yi Hsein, provincia de Honan. Durante su nacimiento, un gran pájaro llamado “Pergn” voló hasta el tejado de su casa emitiendo unos tremendos graznidos; el padre, creyendo que esto era un presagio, le puso el
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nombre de Fei, que en chino significa “volar”. Cuando Yueh Fei tenía apenas un año de edad, el río Amarillo se desbordó, causando la muerte de su padre. La madre y Yueh Fei se salvaron milagrosamente gracias a que se habían refugiado en una especie de urna gigante, la cual les sirvió de barca al ser arrastrados por la corriente hasta un lugar seguro. Después que hubo pasado la riada, vieron que su casa y propiedades habían quedado completamente destruidas. Pero la madre de Yueh Fei, que había recibido una buena educación, se llenó de voluntad, inteligencia y coraje, educando a su hijo de la mejor manera posible, inculcándole ideas nobles. Como no tenía medios para enviar a su hijo a la escuela, cada día le enseñaba a leer y escribir dibujando los caracteres y figuras en la arena. De este modo llegó a ser uno de los jóvenes más educados del pueblo y muy pocos podían superarlo. Por todo ello, Yueh Fei siempre guardó una especial devoción hacia su madre. Él siempre reconoció que todos los ideales por los cuales vivió, luchó y murió le fueron inculcados por ella. El joven Yueh Fei tenía gran habilidad para la lectura. Entre sus temas preferidos destacaban la historia de China y los documentos militares. El libro que más admiraba y estudiaba era Sun Tzi Bin Fa, escrito por el genial estratega Sun Wy, el cual describía la teoría y práctica de la guerra. De este libro aprendió los principios importantes que tanto le ayudarían en su carrera militar. De joven trabajó las tierras de una granja durante muchas horas al día. Al anochecer, cuando regresaba a su casa, continuaba sin descanso las clases de su madre. Fue muy admirado por ello y también por la gran fuerza física que mostraba, aun siendo tan joven. Estas cualidades fueron advertidas por un monje que por aquel entonces se encontraba en la aldea, llamado Chou Tong. Este monje era un destacado maestro de artes marciales del Templo Shaolin. Cierto día en que el monje estaba sentado a la orilla de un río, acertó a pasar el joven Yueh Fei por un pequeño puente cercano. El monje, al verlo pasar, decidió probarlo. Tras dejar caer su zapatilla al agua le llamó: –¡Joven, joven!, ¿puedes ayudarme? Se me ha caído la zapatilla al agua y no puedo recogerla. Al oírlo, Yueh Fei, saltó ágilmente al río y, tras recoger la zapatilla, se la entregó al anciano. El anciano monje la cogió entre sus torpes manos, las cuales, con un ligero temblor, dejaron caer nuevamente la zapatilla al agua. –¡Oh, lo siento! Perdona mi torpeza, fruto de la vejez. ¿Podrías recogérmela otra vez? –No os preocupéis, anciano, yo la recogeré –contestó el joven sonriéndole. Y así, saltando nuevamente al río, se apresuró a coger la vieja zapatilla, entregándosela al viejo monje. Este agradeció la buena intención del joven, el cual, tras saludarle, se dispuso a partir. Al verlo marchar, Chou Tong arrojó nuevamente la zapatilla al agua y lo llamó:
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–¡Muchacho! Te lo ruego... por favor, ayúdame otra vez, pues soy tan torpe y viejo que la he perdido otra vez. Yueh Fei se volvió sonriendo, e indicando al anciano que se sentase, recogió por tercera vez la zapatilla para dársela de nuevo al viejo monje, pero este le indicó: –¿Podrías ponérmela tú en el pie? Perdóname, pero temo que con mi enorme torpeza se me pudiera caer de nuevo. El joven Yueh Fei le miró con una sonrisa y se arrodilló tomando el pie del monje para colocarle la zapatilla, luego le ayudó a levantarse y se ofreció para acompañarle hasta el pueblo. El monje, al ver la sencillez, paciencia y bondad del joven, le confesó la verdad de su estratagema, y que él era en realidad un monje del Templo de Shaolin. Viendo que Yueh Fei poseía cualidades nobles, el viejo maestro le instruyó en el uso de distintas armas, equitación y tiro con arco. Con una práctica constante, Yueh Fei logró la maestría en las artes que el monje le había enseñado, y con diecinueve años, decidió ayudar a su país alistándose en el Ejército chino durante la guerra con los Chin, nómadas que habían invadido el norte de China conquistando parte de los territorios de la dinastía Song, la cual se encontraba en el norte en sus orígenes, pero que tras la derrota tuvo que trasladarse al sur, debilitada y viéndose obligada a pagar impuestos a los usurpadores Chin para evitar que estos avanzaran más al sur. Cuando Yueh Fei se alistó, los Song estaban intentando recuperar sus tierras por la fuerza de las armas. Entonces, Yueh Fei dio pruebas de ser un bravo soldado, y su sensatez, valentía y habilidades marciales, le llevaron a ascender año tras año, hasta alcanzar el grado de general. Posteriormente se convertiría en comandante en jefe del Ejército, siéndole asignada la tarea de expulsar a los usurpadores de la tierra de los Song. Para ello, el nuevo comandante preparó para sus soldados un programa de entrenamiento sistemático de artes marciales. Aunque ya existía previamente un entrenamiento marcial, Yueh Fei fue el primero en introducir el Wu Shu como requisito previo y básico antes de combatir. Al cabo del tiempo, las tropas de Yueh Fei fueron conocidas con el nombre de Yueh Jar Chun, convirtiéndose en una unidad de élite que destacaba por su eficacia. El éxito de sus tropas puede ser atribuido básicamente a tres hechos: primero, se exigía un entrenamiento muy estricto hasta sobresalir en las artes marciales. Segundo: se estableció una organización militar eficaz y bien estructurada. Tercero: Yueh Fei creó para sus tropas dos nuevos estilos de Kung-Fu. Del Pa Chi Chuan que le enseñara aquel monje, sacó las bases para el estilo interno Hsing I, el cual desarrollaba el espíritu. Del Boxeo Shaolín extrajo los conocimientos para desarrollar el estilo Ying Zhao (Garra del Águila), que enfatiza mucho el Chin-Na y sus técnicas de agarre a articulaciones, nervios y puntos vitales. Estos estilos de no
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muy difícil aprendizaje y con técnicas de práctica inmediata, hicieron a sus tropas ganar numerosas batallas. Con estas tropas eficazmente entrenadas Yueh Fei se enfrentó a los Chin para recuperar el honor de China y de los Song. Cuando entraron en batalla, sus tropas consiguieron victoria tras victoria en su avance hacia el norte. Pero aún no habían tenido ningún encuentro con el comandante de los Chin, Wuh Jwu, el cual se vanagloriaba de no haber perdido jamás una batalla. Dicho comandante tenía un arma terrible llamada “Kua Tzu Ma”. Era una antigua versión del carro de combate: varios caballos protegidos por ligeras armaduras o cotas de malla tiraban de un carro en el cual iban varios guerreros armados y con armaduras. La unión de los caballos al carro estaba hecha con cadenas, de tal modo que ni caballos ni guerreros pudieran ser dañados por las flechas ni por las lanzas del enemigo. Así los carros cargaban contra las tropas enemigas sin que pudiera ser parada la embestida de los corceles y de los carros con su mortífera carga. Yueh Fei estudió cuidadosamente la forma de defenderse del terrible Kua Tzu Ma. Advirtió que los caballos no estaban totalmente protegidos, pues tenían las patas al descubierto. Atacar las patas de los caballos con flechas y lanzas convencionales era muy difícil; por ello, Yueh Fei ideó una nueva serie de armas: se trataba de unas espadas (Tich Ching Chien), con el extremo final o punta en forma de gancho y un escudo hecho con una planta trepadora llamada Tern. El jército armado de esta forma recibió el nombre de Tern Pai Chun. Cuando ambos generales coincidieron, Yueh Fei tenía en vanguardia y avanzando por el campo de los Kua Tzu Ma, a sus Tern Pai Chun, de tal modo que, antes de que los caballos pudiesen alcanzar a los soldados, la vanguardia de Yueh Fei había colocado varios obstáculos tales como zanjas, y lanzas clavadas en el suelo de forma vertical para frenar el avance de los terribles carros. Frenado el avance de los carros, los soldados de Yueh Fei podían alcanzar al enemigo con más facilidad. A medida que los carros avanzaban, algunos soldados que permanecían agachados atacaban con sus nuevas armas a las patas de los animales obligándoles a caer. Los escudos engrasados con los que se cubrían los soldados hacían resbalar a los caballos al pisarlos. Bastaba con paralizar un caballo para detener a los demás, ya que iban unidos a él. Una vez detenido el carro, otros soldados rodeaban y mataban a los ocupantes. Aquel día Yueh Fei consiguió una gran victoria militar, la cual pasó a formar parte de la historia y de la leyenda; después avanzó hacia el norte recuperando el territorio perdido y derrotando a los generales Chin: Hu Ta Wang (Gran Rey de los Tigres) y Loong Ta Wang (Gran Rey Dragón).
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Mientras Yueh Fei recuperaba el honor y las tierras de su país, los líderes Chin sobornaron a uno de los hombres más infames de la historia de China. Este hombre, llamado Chin Kua, era primer ministro y uno de los hombres más influyentes en la corte del emperador. Chin Kua envió una orden imperial con el sello de oro oficial indicando a Yueh Fei que regresase y no luchase más contra Chin Pie, el emperador de los Chin, para responder a una acusación de traición. Según la tradición, un general que luchase en el frente podía rechazar la orden de retirada, pero el indeseable Chin Kua le convenció de que si se presentaba personalmente, cualquier juicio demostraría su inocencia; ofreciendo al noble Ho Juh para investigar detalladamente la vida del general mientras este debía permanecer momentáneamente en prisión.
Ho Juh no descubrió nada que pudiese servir para acusarlo de traición, pues a pesar de su rango, Yueh Fei no abusaba de su posición para fines deshonestos. Descubrió que llevaba una vida en extremo austera y que tenía menos posesiones que muchos campesinos. Cuando volvió ante Chin Kua, simplemente contó un hecho significativo: al alistarse el joven Yueh Fei, su madre le tatuó en la espalda la frase “Ginn Chung Pan Kuo” (Sé leal y sincero con tu país). Con un general tan honesto y entregado a la causa de su país, el malvado primer ministro solo tenía una alternativa: matarlo. Para ello envenenó la comida de Yueh Fei. El general fue traicionado por su compatriota, y sin la gloria y el honor que le pertenecía, murió el 27 de diciembre de 1141, en la prisión. Contaba treinta y ocho años de edad. Tras él, su hijo adoptivo, Yuen Yun, y Chang Sieng, el más importante de sus colaboradores, también fueron asesinados. Durante más de 20 años, Yueh Fei fue considerado un criminal, pero en 1166 un nuevo y más justo Gobierno y su emperador tomaron las riendas del país, impidiendo al traidor Chin Kuan la manipulación de la verdadera historia del general Yueh Fei. El emperador esclareció su historia demostrando su inocencia y le hizo enterrar nuevamente, esta vez con todos los honores. A Yueh Fei le fue dado un nuevo nombre, el cual simboliza lo que fue, y siempre estará en la memoria del pueblo chino: UEH WU MU (El noble y respetable guerrero).☯ Recopilado por Jesús M. Arce Cruz
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BHAGAVAD GITA REFLEXIONES
Una vez despierta la curiosidad, una vez abiertas las puertas del camino a la sabiduría, ¿quién pudiera cerrarlas?, nos preguntamos a veces. Una vez que haces la primera pregunta, ya no hay vuelta atrás. Si pones el pie en el primer escalón de esta escalera mecánica, la única opción es seguir hacia arriba. Si intentas bajar, no preguntarte, no saber nada más, no seguirás subiendo, pero te quedarás en un espacio intermedio entre la sabiduría y la ignorancia. Ya no serás ignorante y tendrás que luchar contigo mismo, sabiendo que tu deber es continuar y que tu voluntad no responde. Y en este espacio intermedio se batallan continuas guerras entre lo que nos gustaría hacer y lo que terminamos haciendo. Llegamos a vivir en situaciones tan acomodadas que lo material se hace necesario, y desprendernos de ello, duele. Y ante este dolor, nos mostramos cobardes y nos convencemos de que de nada sirve cambiar mientras las cosas “vayan bien”. ¿Cómo pensar en la transitoriedad del mundo, si el mundo es nuestra vida?, ¿cómo pensar que esta vida es solo un paso más en nuestra evolución, si nuestro tiempo lo medimos en horas y no en vidas? Y vivimos agobiados por la falta de tiempo y pedimos horas extras a cada día, sin darnos cuenta de que nuestro tiempo es infinito, que lo que no solucionemos ahora, lo solucionaremos más adelante. Muchas veces no alcanzamos a entender que no hay que aprovechar todos los minutos de una hora, sino todas las horas de una vida, y vivirla con el objetivo de ser felices y ayudar a serlo a los demás. Tanta preocupación por el cuerpo, tanto sentimiento negativo ante la muerte, no nos deja aprender de lo que vivimos, no nos deja disfrutar de la vida. Debemos trabajar el alma, que es lo que permanece, lo demás se pierde.
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Todo esto nos cuesta mucho esfuerzo porque nos apegamos mucho a las cosas, y por tanto no queremos perderlas, ya que llegamos a unos límites de posesión, donde sentimos lo material como una parte inseparable de nuestro cuerpo, sin saber que todo desaparecerá sin más. Y quizás, al principio, nos iremos dando cuenta, y cuando comprendamos una mínima parte del sentido de todo, querremos explicarlo a los otros, pero no, debemos dejar que cada cual reciba en función de su grado de evolución, sin presionar a los demás, ni a nosotros mismos. Actuar por seguir la recta acción, olvidándonos del éxito y el fracaso, es difícil en esta sociedad, donde si ya nos cuesta aceptar los cumplidos, más nos cuesta aceptar las críticas, y que no nos afecten, ¿cómo mantenernos imparciales? Esto lo conseguiremos cuando obtengamos el placer por la realización de la acción y nos olvidemos de los resultados. A veces, nos sentimos en el derecho de aconsejar a otros, sin darnos cuenta de que lo que se escapa de nuestra boca, es solo teoría y que nuestras acciones invalidan nuestros consejos. Vivimos estresados por hacer cosas, sin darnos cuenta de que actuamos para conseguir algo, y siempre hay recompensas a las que apegarnos y por las cuales tenemos que volver a actuar. Quizás si hiciéramos solo lo que nos corresponde, sin desear tantas recompensas o ganancias, viviríamos más tranquilos y conseguiríamos esa paz interior que conduce a la sabiduría. Cuando actuemos así, no necesitaremos aconsejar a los demás, nuestro ejemplo servirá para que otros comprendan por qué vivimos así.
Otras veces, no somos capaces de valorar nuestro propio trabajo, y lejos de realizarlo lo mejor que podemos, lo abandonamos y nos planteamos objetivos más loables, a nuestro parecer, pero que no son nuestra responsabilidad. ¿Por qué no centrarnos en nuestra labor y hacerlo lo mejor que podamos, poniendo en ello todas nuestras energías? Por muy humilde que nos resulte nuestro deber, solo nos ayudará a realizarnos si lo hacemos con ganas y entusiasmo, terminándolo de la mejor manera posible.
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Así cuando seamos capaces de rozar la perfección en esa tarea, nos ofrecerán tareas de mayor responsabilidad. Y esto lo podemos aplicar tanto a nuestra jornada laboral como a nuestro trabajo interior por el crecimiento del alma. No es necesario actuar constantemente, pero sí estar dispuesto a hacerlo cuando sea nuestra obligación. Cada cual debe actuar según sus circunstancias y no debemos ver en ellos ni en nosotros buenas o malas acciones. Si entendemos esto, quedaremos libres del error de la ilusión y así veremos a los otros sin distinciones, sin máscaras. Si nos apegamos a lo finito, sufriremos, porque nuestra alma es infinita y acabamos perdiéndolo todo, solo quedará el alma. No nos queremos dar cuenta de que, cuanto más acaparamos del mundo material y nos apegamos a ello, más sufrimiento potencial tenemos. Cuanto más acumulamos, más tenemos que perder, porque lo material se termina perdiendo, con el consiguiente sufrimiento derivado del apego. Debemos acumular crecimiento del alma y sabiduría espiritual, lo cual no perderemos ni nadie nos podrá arrebatar. Sin embargo , continuamos acumulando objetos, méritos, diplomas, olvidándonos de trabajar nuestro Yo interior.
Pero no debemos desfallecer ante los fracasos, y pensar que estamos evolucionando, y que siempre y cuando actuemos dando lo mejor de nosotros, estaremos dando un paso más hacia delante. Y no se trata de cambiar nuestras vidas, de dejar de hacer lo que hacemos; se trata de hacerlo lo mejor que podamos, sin esperar nada a cambio, sin excesos y con prudencia y siendo conscientes en todo momento. Se trata de desechar los vanos deseos y dominar las inclinaciones de los sentidos. Para esto debemos conseguir el dominio de la mente, con la cual subyugaremos los sentidos y mataremos los deseos. Pero para ello, debemos tener voluntad y constancia, porque no es un camino fácil y tendremos que luchar.☯ Victoria García Martínez
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¿QUÉ QUEDA TRAS DEJAR DE PRACTICAR TAI CHI? Durante
años he practicado Tai Chi; si bien no con toda la entrega y dedicación que requiere, lo he hecho con entusiasmo. Sin embargo, los acontecimientos incontrolables de la vida, han hecho que haya abandonado la práctica a la que tanto he animado en todos mis escritos. En principio, la rehabilitación ocupó todo mi tiempo, no eché de menos el Tai Chi; después de asimilar mis limitaciones no ha sido fácil. Tímidamente intenté volver a practicar pero no resultó, es más recomendable la natación, y el tiempo, en el mundo de hoy, es limitado. Entonces, me pregunto: ¿qué queda después de practicar el Tai Chi? Quizás pudiera pensarse que abandono una actividad y punto, pero no es así. Tras estos años se ha ido depositando en mi mente una cierta filosofía de vida, un saber parar y respirar, tomar distancia. No se trataba de meros ejercidos aeróbicos, de flexibilidad, de defensa o combate. También había una parte de filosofía, de conocimientos que son los que realmente perduran. Aparte de las instructivas e ilustrativas explicaciones del maestro, conocer otras corrientes filosóficas ha sido muy enriquecedor, y también, por qué no decirlo, perturbador. Libros como La estrategia del pensamiento, de Echenique, que ha sido un importante y curioso hallazgo. En él, la técnica de “los siete pasos”, expuesta de forma sencilla, pone de manifiesto qué actitud hay que tener ante los problemas. Es importante tenerlo presente cuando las circunstancias lo indican, aunque nos olvidamos con frecuencia de estas sencillas pero eficaces reglas. Uno de los principios filosóficos que bien conocemos los que practicamos Tai Chi es la existencia del yin yang. Partimos con ventaja al conocer este pilar, puesto que en la vida cotidiana la gran mayoría no lo suelen aceptar. Los aspectos negativos como el dolor, la envidia, la frustración, la depresión, tienen su réplica en la alegría, el cariño, la satisfacción, la euforia; todo tiene su contrario, la ley del equilibrio. Constantemente nos enfrentamos al miedo, a nuestros miedos. Cuando las necesidades son graves, subsistir es lo único importante y no hay lugar para más. Pero cuando tenemos una vida
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más o menos cómoda, los otros miedos aparecen y nos torturan. El miedo aparece en nuestros campos vitales: espiritual, mental, profesional, económico, a la pérdida de los seres queridos, al rechazo, a la enfermedad o a la muerte. La oración puede ser un arma muy poderosa para mantener nuestro equilibrio, así como la meditación y, cómo no, la práctica del Tai Chi. El objetivo de este arte milenario, mantener en armonía nuestra mente y nuestro cuerpo, es como encender una luz que disipe nuestras sombras; tener la suficiente paciencia para identificar nuestros miedos y avanzar hacia ellos es conseguir la paz. Otra virtud necesaria para el equilibrio emocional en nuestras vidas, mencionada en el párrafo anterior, es la paciencia. Cultivar la paciencia para disfrutar de lo sencillo, lo cotidiano, es uno de los beneficios más evidentes de la práctica del Tai Chi. Uno de los atractivos que para mí tuvo este arte es el de aprender a fluir, relajarse. Otros beneficios, como la activación del Chi, preparación interna, meditación fluida, son actitudes nada despreciables, pero que requieren de una práctica constante y profunda. Tras el verano, la vuelta a nuestra vida cotidiana, a nuestra bendita rutina diaria, a nuestros miedos. Nuestro cuerpo y nuestra mente han requerido un reajuste, pasando con una facilidad pasmosa del jaleo veraniego a la cotidianidad. Dentro de los buenos propósitos a realizar en este trimestre, que se abrió con la llegada de septiembre, está el de perder unos kilos de más, estudiar más en el curso, llevarnos mejor con los compañeros de trabajo, ser más sensible a las necesidades de los otros, etc. Retomar nuestras clases de Tai Chi seguro que ha supuesto una tarea de las más agradables, casi deseable, para enfrentarnos de nuevo a la agitada vida que nos aguarda. Seguro que la mayoría volveremos a repetir nuestras promesas en enero, pero lo importante es sentirse bien: alimentación sana y equilibrada, ejercicio, paz mental, vida espiritual (búsqueda de respuestas a cuestiones esenciales), relaciones, trabajo y entorno. Y está claro que el Tai Chi es un arte muy válido, ya que nos invita a desarrollar la práctica personal, disciplina, constancia, compromiso, coordinación y a sentirnos mejor. Así que nuevamente animo a la práctica constante de este maravilloso arte oriental. Contestando a la pregunta del epígrafe, podría resumirlo en que en mi bagaje personal mantengo las nociones importantes de esta filosofía, intentando poner en práctica la ley del equilibrio, la paciencia y enfrentarme a mis miedos. Además de una honda satisfacción de haber conocido a unos compañeros estupendos, a los que no olvido, y el privilegio de haber tenido a un gran maestro y amigo, José Antonio Vera. Un abrazo.☯ M.ª Victoria Hurtado de Mendoza y Acosta
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El Tae Kwon Do es un arte marcial milenario de la cultura coreana, y al mismo tiempo, un deporte moderno que sigue un proceso de desarrollo y cambio dentro de la categoría de los deportes olímpicos de competición. TAE significa pie, o saltar golpeando con los pies. KWON significa puño, o técnicas de manos de defensa y ataque. DO significa camino, vía, método de perfeccionamiento o aspiración humana. Un poco de historia El Tae Kwon Do procede de la tradición marcial de la península de Corea, "El País del amanecer en calma"; algunos autores nos dicen “El país de los ermitaños”. La Historia nos relata que hubo, durante la dinastía Sil-la (57 a. C. a 936 d. C.), una casta sacerdotal de jóvenes guerreros (similar a los templarios europeos o a los samuráis japoneses), los "Hwa-rang", que etimológicamente significa "El hermano mayor" o "muchachos flores", que vivían en los templos de las montañas. Eran expertos en las artes marciales, doctos en medicina, astronomía, música y poesía y tenían un conocimiento profundo del cosmos. Su vida se regía por un estricto código ético de conducta que les distinguía especialmente. Sus intervenciones militares tuvieron un papel fundamental en la unificación de los Tres Reinos que dividían el país. Por estos motivos se hicieron célebres y legendarios. Los primeros pasos hacia la modernidad En 1955 el general Choi Hong Hi, junto con una asamblea formada por maestros universitarios, historiadores, abogados, médicos y otras personalidades políticas, decidieron unificar ciertas tradiciones marciales y lograron ordenar técnicas y criterios dando forma y nombre al Tae Kwon Do como el arte marcial nacional de Corea. Choi Hong Hi se inspiró en tres principios básicos para los practicantes del Tae Kwon Do: 1. Desarrollando una mente honrada y un cuerpo fuerte, adquiriremos la autoconfianza para estar siempre al lado de la justicia. 2. Nos uniremos con todos los hombres en una hermandad común sin mirar límites de religión, raza, nacionalidad ni ideología. 3. Nos dedicaremos a la construcción de una sociedad humana de paz completa en la cual la justicia, la moralidad, la confianza y el humanismo prevalezcan. Los fundamentos éticos de este arte marcial, que realizó Choi Hong Hi con su propia caligrafía, son los siguientes: YE HUI: CORTESÍA Formar un carácter noble, fomentar el espíritu de concesiones mutuas, ser amable, atento y dar un buen ejemplo a los demás, ser imparcial, sincero y ecuánime, son aspectos imprescindibles para cualquier practicante. YOM CHUI: INTEGRIDAD
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Ser capaz de distinguir los movimientos correctos de los incorrectos, ser veraz consigo mismo para perfeccionarse diariamente. IN MAE: PERSEVERANCIA "La paciencia nos guía hacia la virtud o el mérito". A través de la paciencia superaremos las dificultades y carencias. GUK KI: AUTOCONTROL Una pérdida del autocontrol durante el combate puede tener consecuencias nefastas. Este fundamento vale tanto dentro como fuera del dojang (lugar del despertar). BAEK BOOL GOOL: ESPÍRITU VOLUNTARIOSO Un practicante serio de Tae Kwon Do deberá desarrollar y cultivar la valentía, la modestia y la honestidad. Y si algún día tuviera que enfrentarse con la injusticia, deberá ser beligerante, y sin duda alguna, sea quien sea.
Tal vez, estos principios y fundamentos con el correr del tiempo hayan pasado a un segundo plano durante el desarrollo y expansión del Tae Kwon Do, pero son los principios en los que se apoyaron sus fundadores y sus colaboradores a la hora de dar nacimiento al Tae Kwon Do moderno. Lo que nos encontramos en una clase Se desarrolla a través de una disciplina de entrenamiento dinámico y de un adiestramiento bastante completo y armónico del cuerpo físico, para conseguir una agilidad y eficacia máximas en el arte de la lucha cuerpo a cuerpo, especialmente diseñado para la distancia larga. Se puede practicar a partir de los cinco o seis años de edad y hasta que las condiciones corporales nos lo permitan. Aunque parezca paradójico, en una clase no solo se enseña a golpear, sino precisamente algo más difícil; a detener el puño o el pie a unos milímetros del cuerpo del adversario, a saber contenerse, a ser dueño en cada instante de sí mismo, a no dejarse llevar por los impulsos o arrebatos instintivos de la ira. El término DO da a este arte marcial una dimensión filosófica que se desarrolla y se estudia especialmente en el Instituto Bodhidharma de Artes Marciales Filosóficas. El hombre, desde el comienzo de su existencia, tuvo que luchar por la supervivencia, y esto le hizo desarrollar sus talentos tanto físicos o externos como mentales o internos. El ser humano,
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a lo largo de la historia, se ha enfrentado contra los animales salvajes, las fuerzas de la Naturaleza, contra otros hombres, y sobre todo contra sí mismo, contra sus propias dudas y temores. Y se ha observado que el más sabio es el más fuerte, porque ha sacado conclusiones de las experiencias, siendo el más versado en el arte de la Estrategia de la Victoria. En el hombre anida un instinto de superación, el hombre busca la fuerza y la sabiduría para que le otorguen mayor confianza y seguridad. Por lo tanto, la fuerza física o externa tiene que ir de la mano de la fuerza moral o interna. Los antiguos distinguían este arte como "El arte marcial del sabio", donde la finalidad última era conseguir la plenitud y la sabiduría del hombre, con un cuerpo sano, en armonía con una mente clara y un espíritu limpio y generoso. Por lo tanto, el Tae Kwon Do y las artes marciales en general deben reunir las cualidades de un arte ético y estético. Porque no solo se consiguen resultados físicos, como el aumento de la fuerza, la flexibilidad, la velocidad, la resistencia, la destreza, la agilidad, la técnica, etc., sino que lleva naturalmente implícitos aspectos como la cortesía, el respeto, el saludo, la humildad, la ecuanimidad, la generosidad a la hora de transmitir y corregirse durante los entrenamientos en un saludable ambiente de hermandad y camaradería, el buen talante y la presencia de ánimo durante las clases, etc. En el aspecto competitivo, sobre todo buscará la verdad imparcial de la victoria, una arbitrariedad que mirará siempre en el corazón de la justicia. Un Maestro o un practicante responsable no harán ostentación deshonrosa fuera del dojang. No utilizarán sus conocimientos a no ser por estricta necesidad. Difícilmente se irritarán o se ofenderán. Sus modales intentarán ser siempre serenos y se alejarán de la violencia. Dicen que la mano capaz de partir una tabla es también la mano que se abre hacia otra mano, con franqueza, con firmeza y con nobleza. Porque es una mano que procurará no dejarse llevar fácilmente por el miedo. Beneficios Si practicamos las artes marciales como un deporte, encontraremos los beneficios de la salud y bienestar del cuerpo. En general, tanto hombres como mujeres consiguen una mente clara de reflejos y un cuerpo estilizado, un desarrollo simétrico, ganando agilidad, fuerza y gracia de movimientos, bellos y armónicos. Pero también podemos encontrar más cosas. Si los entrenamientos son más profundos, los alumnos más destacados consiguen una actitud especial ante la vida, una manera de ser, una manera de caminar. Incluso los Maestros más destacados consiguieron desentrañar los Misterios de la Naturaleza y alcanzar la iluminación. Se suele decir del Dojang, el lugar del entrenamiento, que es un laboratorio para la vida; al acabar la práctica se suele sentir la grata sensación de estar renovados, de salir del entrenamiento un poco mejor que cuando entramos. José Luis Noeda. Profesor del Instituto Bodhidharma de Madrid
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“Descondicionando el cuerpo, manteniendo independiente y natural el aliento, pacificada la emoción, vacía la mente, comprenderás que el Arte del Poder Interno es el arte de vivir”. Este es el primer poema que encabeza una serie de principios físicos, psicológicos y espirituales de las artes marciales, que nos dejó Michel Echenique, fundador del Instituto de Artes Marciales Filosóficas Bodhidharma y del estilo interno de combate Nei Kung Tse. Cualquier artista marcial interesado en desentrañar los secretos de las artes marciales encontrará en todo su trabajo de investigación señales inequívocas para el recorrido de este camino de conocimiento que conduce a la máxima liberación del cuerpo y de la mente. El Instituto de Artes Marciales Filosóficas Bodhidharma nació debido a la necesidad de recuperar una tradición milenaria que aseguraba a sus practicantes el desarrollo de todas sus potencialidades humanas, a través de un trabajo de armonización del cuerpo, la energía, las emociones y la mente. En la actualidad nos encontramos con muy buenos profesionales en los aspectos de la educación física, energética e incluso táctica de las artes marciales, pero son muy pocos los profesores que contemplan la posibilidad de brindar a sus alumnos una formación adecuada para que estos lleguen a conocerse mejor y puedan llegar a un dominio aceptable sobre los diferentes aspectos que conforman al ser humano. ¿Cómo se llega al descondicionamiento del cuerpo, tan necesario para un artista marcial? La clave se encuentra en este poema del Arte del Poder Interno. Una mente vacía de preconceptos es capaz de reflejar al verdadero yo humano, esa conciencia capaz de identificarse con la naturaleza y todo su poder. Una mente así consigue que las emociones se pacifiquen y no lleguen a desequilibrarla. Una mente ordenada y unas emociones apaciguadas hacen que la energía fluya y recorra todo el
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sistema de manera natural. Ese movimiento de la energía produce un descondicionamiento corporal, ya que no es violentado por los impulsos emocionales y mentales. Sabemos que en los orígenes de las artes marciales, tal cual se conocen hoy en día, o por lo menos en las Escuelas Internas, siempre fue así. La formación de los integrantes no solo consistía en una ejercitación técnica y física del practicante, sino que contemplaban el desarrollo y la armonización de los elementos más sutiles del ser humano. Es por eso por lo que estas artes surgen en ambientes filosóficos, que proporcionan los medios adecuados en el conocimiento de uno mismo y de la naturaleza.
Para Michel, las artes marciales actuales han llegado a un punto de retorno al origen, a aquello que les dio nacimiento. Al igual que todo en la naturaleza es cíclico y que las formas gastadas dan nacimiento a nuevas formas de vida y expresión, del mismo modo ocurre en las artes marciales. Estas deben renacer en nuevas formas, animadas por el mismo espíritu que antaño les dio vida, ese espíritu de lucha interior y de perfeccionamiento que trata de armonizar las diferentes fuerzas en el ser humano. El Instituto de Artes Marciales Filosóficas Bodhidharma tiene como objetivo recuperar esa tradición olvidada y traerla al presente para que muchos practicantes puedan llegar a comprender que esos estilos forman parte de una tradición que tenía como objetivo el despertar de la conciencia, el satori, la iluminación, estado en el cual el individuo se siente parte de la naturaleza, así como la naturaleza forma parte de él. Agradecemos profundamente a Michel Echenique todo su esfuerzo durante años para recuperar esa tradición perdida pero llena de valiosos tesoros. Esos tesoros atemporales que los buenos discípulos sabrán poner en marcha nuevamente para convertirse en verdaderos ejemplos vivos de una tradición milenaria. Gracias, Maestro. Rafael Tejero Pasadas
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Soy un principiante en la práctica del noble arte del Tai Chi Chuan, con solo tres años de mi
existencia intentando seguir la senda del Taochi. Actualmente me encuentro en un reposo forzado, por tener rotura de ligamentos en un gemelo, y aprovechando este tiempo de “inactividad”, estoy leyendo los primeros fascículos de nuestra revista trimestral de Tao Tien, que ha tenido a bien pasarme mi, no solo instructor, sino que, para mí, lo empiezo a reconocer como Maestro, José Antonio Vera, presidente de dicha asociación. Hace unos meses, dada mi actitud o filosofía de vida, que está encuadrada en el zen, me planteó que si tenía a bien compartir unas líneas sobre cómo una persona que practica y quiere conseguir el Kensho lo aplica a su día a día. Esto me ha llevado a compartir con vosotros una experiencia (siguiendo los principios de la revista, en la que incitaba a los miembros y suscriptores de la misma a compartir sus vivencias) que, como persona, me hizo crecer y madurar, continuando en la senda del Camino, gracias al aprendizaje de la práctica del TAI CHI CHUAN, en su amplia acepción (el noble arte de la meditación interna en armonía con el arte marcial interno), la cual he publicado en mi muro de Facebook, y que ha tenido un amplio seguimiento y acogida entre los miembros de esta red social. Sin más preámbulos, paso a comentárosla: Fue una mañana de un mes de noviembre, en la consulta de un centro de salud de Alcalá, cuando el médico que me recomendaron abrió la puerta y me llamó. Sin tiempo a sentarme, el doctor pasó a leerme un papel cuidadosamente plegado; los resultados de un análisis de sangre; con cara cariacontecida me dijo seriamente: “Juan Carlos, lo que tienes es serio, con reserva de las posteriores pruebas, te comunico que eres ¡diabético!”.
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Me quedé callado y le dije: es una enfermedad de la que no sé nada. ¿Es grave? ¿Se puede curar? Respondiéndome de forma categórica: ¡Es incurable! pero en ciertas condiciones, puedes aprender a convivir con ella… Le di las gracias. Me quedé solo, aturdido. Lloré. Aparte de las inyecciones que conocéis, mi amiga y enfermera Charo me dio “el régimen”. Leerlo era para hacer palidecer a los más animosos. Todos los días de mi vida, sin aflojar nunca, tendría que combinar hidratos de carbono, proteínas y grasas cinco veces al día y ¡suprimir los azúcares! En todas sus formas. Me pareció que la guerra, con todo su cortejo de restricciones de cartillas de racionamiento, regresaba para mi uso exclusivo. Adiós a los pasteles, confituras, chocolates, helados de pistacho, a los callos a la madrileña que una vez al mes mi madre me hacía. Descartados los licores, chupitos de whisky, anises y cualquier tipo de alcohol. ¡Adiós a las salsas que tanto me gustaban, a los choquitos fritos que tan loco me volvían de mi tierra querida! Adiós, adiós, adiós a todos mis amores gustativos. Cercenados los homenajes con amigos, ágapes familiares y comilonas distendidas; consideré que, a partir de aquel momento, en aquellos lugares de alegría, sería el bebedor de agua. El choque fue tan duro, tan espantoso, que me hizo meditar, acudiendo a mi práctica diaria del Tai Chi y aplicar mis conocimientos de la filosofía zen: tenía que resurgir como el ave fénix, solo tenía 45 años, una excelente pareja y dos preciosos hijos. ¡Quiero vivir! ¡Quiero ser feliz! Me quedan tantas cosas por hacer, por decir, por construir, por andar el Camino. Pero ¿cómo? ¿Qué decisión tomar? Podía hacer trampas con “el régimen”; un poco de dulce por aquí, un poco de alcohol por allí… Pero tras meditarlo mucho me negué a hacerlo, seguro que por estilo de vida (sé honesto y bondadoso contigo mismo, porque así serán los que te rodean, un corazón lleno de amor es la flor de loto abierta de la bondad), decidí querer lo que se imponía, acompañar a mi destino. Sería mi desafío, mi aventura, mi hazaña, mi superación. Sin vacilar, seguí al pie de la letra “el régimen”, adelgazando diez kilos en tres meses. Mis amigos, a quienes ocultaba mi enfermedad, me preguntaban asombrados si me había metido a monje y yo temía ofenderlos por no seguirlos en la juerga. Me mantuve firme. Pude resistir, superé el desasosiego, le busqué sentido a la vida, reorienté mis principios y valores: esa cuchilla desnuda, esa luz en forma de tigre negro insolente y despiadada me obligó a afrontar la realidad y me hizo ser más abierto, tolerante, lúcido frente a lo débil; pedía ayuda al Dragón; me hizo escoger entre lo que pasa y lo que permanece, el “saborear” la felicidad del presente, ser cáscara de nuez en el océano de lo Absoluto, asentarme momento a momento en el Aquí y en el Ahora…, en lo Eterno. Gracias también a muchos de vosotros, queridos Taochis, he aprendido a madurar y a resurgir en la vida frente a la Pena, la Oscuridad y la Frialdad. Juan Carlos Díaz García
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“Muchos alumnos cometen el error de olvidar lo que está cerca (a lo que tienen acceso y que es fundamental para ellos), para perseguir aquello que está lejos (otras artes marciales que no son necesarias ni están relacionadas con el arte que aprenden). Ese error de juicio y de objetivo os apartará millones de kilómetros de vuestro rumbo. Por lo tanto, es primordial que aprendáis a diferenciar lo que es esencial de lo que no”. Estas palabras de un maestro chino de Tai Chi Chuan, expresan esencialmente el motivo del presente artículo: el poder de concentración y la perseverancia en nuestro trabajo marcial. Volveremos a basarnos primordialmente en la filosofía de Bruce Lee para desarrollar el cuerpo de lo expuesto. Bruce Lee era un hombre de un pragmatismo asombroso, pero no por ello materialista. Él gustaba de recolectar de todas las culturas mundiales cualquier cosa que le sirviese para poder expresar sus más hondos sentimientos. De este modo, si encontraba algo bueno en la cultura occidental, no le costaba ningún esfuerzo incorporarlo a su pensamiento o a su propia vida. Su fe en las potencialidades humanas le permitía hacer tamaño ejercicio de sincretismo cultural y filosófico. No por ello debemos olvidar que la base sobre la que se sustentaba su filosofía era el taoísmo, tan profundamente oriental. Su comprensión del Tao le llevó a la comprensión intuitiva de la naturaleza humana y, por tanto, a palpar íntimamente la armonía de la Naturaleza, la armonía universal. No olvidemos que Bruce llegó a experimentar, al menos una vez, el llamado Tun Wu (satori en japonés), ese momento místico de iluminación espiritual, de contacto con la Naturaleza, de comprensión total. Este íntimo conocimiento de la Naturaleza le llevó a declarar que la vida no podía ni debía explicarse, que la vida solo puede experimentarse. Por tanto, no podemos ni debemos vivir la vida de otro, porque no es ese el sentido de la vida. La vida solo tiene un sentido: vivirla. Y debemos vivir cada uno la nuestra, pero eso sí, de forma ultraconsciente. Solo de esta forma
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podremos acercarnos al conocimiento pleno del ahora, única forma de conectar con la sutil vibración de la Naturaleza. Solo la permanencia en el ahora, con absoluta concentración y noción de lo que hacemos en cada momento, nos permitirá experimentar cada cosa que ejecutemos en la vida. Solo esta conciencia absoluta del momento que se vive llevó al Maestro Lee a sentir en su interior la existencia de algo que realmente nunca supo definir con exactitud: “Intuyo que dentro de mí hay una gran fuerza creativa y espiritual, que es incluso mayor que la fe, que la ambición, que la confianza, que la decisión o que mi visión. Es un todo combinado… Ignoro si se trata de una divinidad, pero siento su enorme fuerza, su poder aún virgen, ese algo dinámico en mi interior. El sentimiento es inexplicable y no tiene comparación. Es una emoción sobrecogedora mezclada con fe, pero mucho más intensa”. Queda claro en este párrafo que Lee sentía en su interior el poder del Chi, y aun algo más. Canalizarlo, solo depende del trabajo intensísimo que llevemos a cabo desde nuestra voluntad, siempre en esa alerta consciente del momento. Cultivar estas cosas nos llevará poco a poco al desarrollo de nuestro Yo más espiritual y profundo, y en el camino, al despertar del guerrero interior. Guerrero que, si bien todos los artistas marciales debemos despertar, los no artistas marciales precisarían para arrostrar las dificultades y pruebas cotidianas a las que nos vemos enfrentados de continuo. Como nos decía Bruce Lee, “La verdad no se puede estructurar. Sería como envolver un litro de agua en papel de regalo e intentar darle forma”. De igual modo, la “verdad” de las artes marciales, realmente no se puede explicar. Cada uno debe sentirlas a su modo, de la forma más natural que se adapte a su propio ser y, sobre todo, a su ser interior, que le permita ser él mismo. De este modo, aquel que no comprende esto, aquel que no llega a su propio conocimiento a través de todos los conocimientos, llega a perderse en el camino, atraído por las mil luciérnagas que se cruzan en su desorientado vagar. Llega a caer en el error de juicio. No reconoce dónde está radiante y luminosa la verdad que a él le será mostrada, como él la verá y debe verla y sigue buscando hasta el fin de su encarnación sin rumbo cierto, sin un objetivo marcado. Por eso, como el maestro de Tai Chi Chuan nos dice en la primera frase de este artículo, no te pierdas probando artes marciales que no te hacen falta ni te llevan a nada, que se alejan de aquello que estás practicando. Trabaja intensamente en aquella que tienes cerca, que te muestra tu maestro o instructor, exprímela, sácale el jugo, sin desfallecer. No esperes ver la Luz de la Verdad en seguida, pues debes saber que es una prueba más, dura y larga y muchas veces penosa, de constancia y disciplina. Pero del mismo has de saber que si perseveras, al final, la luz se hará visible para ti y anidará en tu corazón por siempre. Y ya nunca más caminarás perdido en la oscuridad de la ignorancia. Jesús Curquejo Murillo
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Es habitual explicar qué son las artes marciales internas, sobre todo en el ámbito chino, relacionándolas con sus principios técnicos y diferenciarlas de las artes marciales externas por su menor desarrollo gimnástico o por la mayor importancia que conceden al desarrollo del “Qi”. Sin que se pueda negar las evidentes diferencias técnicas, debemos considerarlas como consecuencia y no como origen de dicha diferenciación. También podemos encontrarnos con una explicación basada en su origen histórico y las influencias ideológicas que han recibido, lo cual lleva a confusión, afirmándose, de forma muchas veces simplista, que las artes marciales budistas son externas y las taoístas internas. Es fácil encontrar influencias de las distintas escuelas filosóficas tanto en artes marciales consideradas internas como en las consideradas externas, y si además tenemos en cuenta la tendencia al sincretismo del pensamiento tradicional chino, esta distinción se hace cada vez más confusa. La verdadera distinción la encontramos en el orden estratégico, es decir, en los principios que las rigen y las finalidades que persiguen, lo cual determinará naturalmente unos medios técnicos y un desarrollo táctico diferenciado. Las artes marciales internas plantean, como su nombre indica, un desarrollo interior, una comprensión profunda de la vida que permita una integración de las leyes que la estructuran y, por lo tanto, el crecimiento interior de sus practicantes. Proponen un camino de superación de las limitaciones que nos impiden vivir de manera plena. En ellas el concepto de la guerra se internaliza y la verdadera lucha se libra en el interior del practicante, su expresión externa se convierte en la posibilidad de hacer objetiva esa lucha interior, sirviendo de comprobación o piedra de toque del dominio sobre sí mismo y de su comprensión y vivencia del arte. Son en ese sentido escuelas de vida, aptas para educar a quien tiene vocación marcial y donde la victoria externa es una consecuencia y no un objetivo.
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La cultura tradicional china desarrolló el concepto del cultivo interior “yangsheng”, según el cual toda actividad humana puede convertirse en un camino de educación interior. Este principio se aplica tanto a las artes “wen” (las artes de los letrados y artistas), como a las artes “wu” (las de los guerreros). Es un concepto fundamentalmente idéntico al “Do” en la tradición japonesa, en el que toda actividad humana puede transformarse en un arte, que expresando unos valores éticos y estéticos se convierte en un camino de educación humano. En ese camino de transformación interior que capacita al hombre para no solo comprender, sino vivir más plenamente, es donde encontramos lo que define verdaderamente una escuela interna. También bajo esta óptica es como podemos comprender la estrecha relación que las llamadas artes marciales internas han tenido con las escuelas filosófico-religiosas, lo que las dotó de un contenido ideológico (una estructura de ideas que explica la realidad), que permitió definir sus objetivos y también todo un conjunto de técnicas y principios, de carácter marcadamente simbólico y que tienen como finalidad la aplicación marcial de esa determinada forma de ver el mundo.
No sólo en el ámbito de las artes marciales, sino en todos los aspectos de nuestra sociedad, nos es difícil comprender la practicidad del conocimiento filosófico. Aparentemente nuestra mentalidad moderna ha establecido una gran distancia entre el conjunto de ideas que determinan cómo entendemos la vida y las experiencias que vivimos. De alguna manera, creemos que la búsqueda de un sentido de la vida y de una explicación coherente de las experiencias que vivimos pertenece a un orden meramente intelectual, o acaso íntimo, de forma que cuando nos enfrentamos a la vida nos desentendemos de nuestras ideas y principios, lo que nos lleva a la desorientación y a la fractura interior. Esto dificulta la comprensión del verdadero sentido de las artes marciales internas y hace que en muchos casos la distinción entre escuelas internas y externas sea puramente formal. Todos podemos entender que la tecnología es la aplicación práctica de la ciencia, y nos parece natural que ambas se nutran mutuamente. De igual manera, para comprender cómo
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surgen las artes marciales internas debemos asumir que toda idea sobre la vida determina una forma de vivir y de encarar los retos que la vida plantea, y viceversa, toda experiencia vital sirve para encontrar cuál es el orden que rige la vida. Esta mentalidad filosófica y práctica es la que ha forjado la relación entre las distintas escuelas de pensamiento y su aplicación marcial, lo que hizo que los guerreros de todo tiempo y lugar acudieran a los maestros de sabiduría con el fin de desarrollar su estrategia. En este sentido, es necesario recordar que la estrategia es la aplicación práctica del saber, es decir, la capacidad de definir qué es lo verdaderamente importante, cuáles son los objetivos que deben ser alcanzados en cualquier orden, y esencialmente, cuál es el objetivo de la vida, lo que para el artista marcial se traduce en cuál es el sentido de la guerra que, como ya se ha dicho, en las artes marciales internas apuntan a una victoria interior, a la plenitud humana. Sinónimo de doctrina, la estrategia proviene de los sabios y así lo encontramos reflejado en todas las tradiciones marciales, donde se muestra que aquel que desea alcanzar la maestría es instruido por quienes poseen una profunda comprensión de la vida. Vemos cómo Aryuna es educado por Krishna en el Bhagavad Gita, cómo Arturo es forjado por Merlín en la tradición medieval, cómo los samuráis acuden a los maestros zen. ¿Por qué, si no, a la sombra de un maestro budista como Bodhidharma surge una saga marcial en Shaolin? ¿Por qué en las montañas de Wudang, refugio de monjes y ermitaños taoístas, surge una fuerte tradición marcial? Sun Lutang, gran experto en Xingyiquan y creador del estilo Sun de Taijiquan, recoge en uno de sus libros: “Existe un dicho que reza: ‘El estudio de las artes marciales y el de la cultura comparten un único principio’. Si el principio es el mismo, ¿cómo vamos a realizar distinciones?
En este sentido, las artes marciales internas tienen un marcado carácter simbólico. Toda acción tiene como objetivo expresar de manera práctica o aplicada la comprensión de los principios fundamentales que rigen la vida. Son, en ese sentido, una forma de “filosofar”, pero no desde una óptica intelectual, sino esencialmente vital y práctica.
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Bajo esta óptica, la explicación de la realidad se asienta en su comprensión simbólica. Todo cuanto existe responde a una realidad que la precede y sustenta. Así, lo existente no tiene un valor absoluto, sino solo en relación con aquello que le da origen y que lo determina. Quien conoce las leyes que hacen que las cosas sucedan necesariamente de una manera, puede adecuar sus acciones a dichas leyes. En esta obediencia a los patrones de la naturaleza encuentra su eficacia, y es en este sentido en el que hablamos del carácter simbólico de las técnicas marciales. Son simbólicas en la medida en que expresan dichas leyes. Es por ello por lo que la eficacia debe ser constatada, y si estamos hablando en el ámbito marcial, nos referimos a la eficacia en la lucha, pues sin esa eficacia no podemos hablar de un símbolo, sino de una forma hueca, y este es otro error común en la comprensión de las artes marciales internas. La vida, para esta mentalidad, es un proceso de cambio y transformación. La cualidad fundamental de la vida es el movimiento, pero un movimiento o transformación que es regido por la ley de la necesidad. Las cosas suceden necesariamente así y no de otra manera, pues responden, son la expresión y por lo tanto el símbolo de los principios fundamentales que las rigen. La vida se estructura de una manera determinada y no de otra cualquiera, pues responde a unas leyes fundamentales o patrones que la determinan. Para la mentalidad simbólica no es importante explicar exhaustivamente el desarrollo de los procesos vitales, o las partes componentes de los seres o cosas. Lo que es verdaderamente importante es comprender cuál es el patrón o ley que rige esa expresión concreta de la vida. Esos patrones o leyes fundamentales los encontramos en la cosmovisión china enunciados como el principio de unidad o Tao, polaridad o Yin-Yang, los tres poderes o San Bao (Cielo-TierraHumanidad), la doctrina de los cinco movimientos o los cinco elementos WuXing, los ocho patrones fundamentales del cambio o Bagua, etc., y podemos ver cómo en las artes marciales internas todas sus tácticas y técnicas se sujetan a estos patrones. En la siguiente parte de este artículo trataré de explicar cómo las artes marciales internas tradujeron prácticamente estos principios en técnicas marciales y cómo su eficacia es consecuencia de una profunda comprensión de las leyes que rigen la vida. Pablo del Real Responsable del Instituto Bodhidharma en La Coruña
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Gichin Funakoshi presentó su arte como técnica guerrera no destinada al combate real sino como medio de llegar a la Verdad. De los discípulos que tuvo Funakoshi, mencionamos a uno de los más fieles, por la nueva dirección que tomaría el karate-do en sus manos y que con el tiempo se convirtió en una forma más sutil y profunda de hacer karate-do. Este fue Shigeru Egami, que tras desviarse –como dijo él mismo– del camino correcto del karate-do, después de toda una vida dedicada a la práctica, se replanteó todo desde el principio y concibió una nueva forma para el camino de la práctica de este arte marcial. Egami nació en 1912 en la prefectura de Fukuoka en una familia de comerciantes. Fue uno de los alumnos más antiguos de Gichin Funakoshi y comenzó a practicar con el maestro cuando tenía 18 años. Egami, anteriormente ya había practicado Judo, Kendo y Aikido. Cuando Egami inició su práctica en el karate-do, el entrenamiento consistía en repeticiones y entrenamientos de fuerza. Este entrenamiento parece ser que llenó su primer deseo: llegar a ser fuerte. Este tipo de entrenamiento permitía volver al espíritu combativo y fortalecer el cuerpo, pero comprendió que se trataba de una fuerza física parcial y superficial. Después de la muerte de Gichin Funakoshi en 1957, Shigeru Egami inició la tarea de llevar más lejos la práctica del karate-do, profundizando en lo referente al movimiento técnico, al trabajo con la energía del cuerpo, a utilizar de otra
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manera la mente y a buscar la integridad con la naturaleza como fuente de inspiración para la nueva forma que buscaba para el karate-do. A partir de esa búsqueda de respuestas, no dejó de hacer todo tipo de esfuerzos y prácticas que le llevaron al descubrimiento de experiencias de eficacia real y, sobre todo, de comprensión profunda de aquello que había emprendido para encontrar respuestas, para que estas le acercaran a la verdad. Tuvo que comenzar a soltar y aligerar su cuerpo, que había endurecido durante tantos años de esfuerzo, para comenzar de cero rechazando y modificando totalmente aquello que creía haber adquirido hasta entonces. Esto no le debió de ser fácil, pues era la renuncia a aquello a lo que estaba apegado, a su forma particular de hacer artes marciales, al esfuerzo de tanto tiempo.
El trabajo y práctica de Egami comenzó con el objetivo de descondicionar el cuerpo, había que llegar a las formas y movimientos espontáneos y naturales, donde el cuerpo recuperase su forma originaria, como la de un niño que es flexible, natural. Pudo comprobar que cuando probaba con esa actitud obtenía mejores resultados, mayor eficacia. Comprendió en aquel momento la enseñanza del maestro Funakoshi: “No hay que ir en contra de la Naturaleza“. Con estos primeros logros, el maestro Egami volvió a sumergirse en los entrenamientos que le llevaban a sobrepasar la situación primaria del arte del combate, el estado animal del combate en el cual se busca ganar a cualquier precio. Para ir hacia la fusión con el adversario, Egami hablaba de la importancia de salir del mundo conflictual y llegar a un mundo de armonía, y comprender que a través de él se puede encontrar la vía del karate. Los conceptos de armonía y vía pueden parecer débiles y frágiles a un principiante o a quien valora la fuerza física, pero nada más fuerte que la armonía y la vía, ya que ellas se sitúan en la más alta cima de la búsqueda de un arte marcial. En el plano técnico, las consecuencias y resultados que desarrolló fueron el paso de la dureza a la ligereza, a la suavidad. Fue cambiando sus técnicas, yendo de la dispersión hacia la concentración, de la dureza del cuerpo hacia la fuerza en la ligereza. Todo iba hacia el estado natural, el que tiene por efecto rejuvenecer el cuerpo y el espíritu. Estos cambios fueron haciendo la práctica más fuerte y más estética.
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Egami, en la búsqueda de la verdadera unión y a través de la vía del karate-do, quería encontrar el modo de experimentar y estar unido a la naturaleza, al ser humano y al universo. Y creía que llegando a un perfecto entendimiento de las personas podremos alcanzar la unidad, y palabras como victoria o derrota dejarán de tener sentido. Este es el verdadero karate, coexistir con tu oponente. Y cuando está consumado el entendimiento de la esencia humana, nos hará cooperar con los demás y alcanzar nuestro propio entendimiento. La práctica no será completa mientras no se alcance ese estado mental. Empezando con la práctica del cuerpo y continuando con el entrenamiento del espíritu, se aprecia que el cuerpo y la mente no son cosas distintas, sino una sola. Este es el verdadero entrenamiento.
Hay que llegar a vaciar la mente para llegar a conquistar la unidad en nosotros, para percibir lo que no perciben nuestros sentidos; hay que romper y deshacer nuestras limitaciones mentales y psicológicas para que el cuerpo recobre su estado natural, pues siempre lo estamos sometiendo a tensiones y presiones. Hay que llegar a establecer la unión entre mente y cuerpo, y que nuestro Yo profundo se exprese con toda su fuerza en el arte marcial y en la vida cotidiana. Egami, a lo largo de su búsqueda y de desarrollar una vía más profunda para el karate, recibió la influencia del maestro Morehi Ueshiba, visitándolo a menudo, así como del estilo Aikido Shinwa-Taido de Shoyo Inoue, sobrino de O-sensei Ueshiba, y de las antiguas escuelas de sable. Shigeru Egami encontró una forma nueva que le permitió desarrollar una vía nueva, espiritual, a través del Karate-Do Shoto-Kai, para sus discípulos y para las futuras generaciones, en la que enseñaba a practicar de forma no violenta. Como filósofo de las artes marciales, Egami encontró, a través de la nueva forma de hacer karate, el camino de la no-resistencia, una forma sublime de entender la práctica y la vida. Se reencontró de nuevo con el sentido de la paz o de “Vencer sin combatir”. Miguel Montes, responsable del Instituto Bodhidharma en Córdoba
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El Tai Chi Chuan es un arte marcial que posteriormente ha derivado también en un arte terapéutico por la capacidad que tiene de armonizar las energías del ser humano. Una de las técnicas de la estructura interna del Tai Chi Chuan más importantes es el enraizamiento. Para poder entender la importancia de esta técnica interna vamos a tratar de realizar algunos comentarios en este artículo que espero que arrojen algo de luz sobre el tema. Básicamente esta técnica consiste en concentrarse en la planta de los pies fuertemente, y con la imaginación, generar unas raíces que atraviesan el suelo hasta uno o dos palmos por debajo. El objetivo de esta técnica es el de fortalecer la zona de la planta de los pies y relajar completamente el cuerpo, imitando las características del bambú que es muy flexible en su tallo, y ni un vendaval lo puede tumbar, pero esto es posible también por las raíces tan poderosas que posee. Desde el punto de vista de la energía, la zona del cinturón pélvico en el cuerpo humano es la que acumula la mayor cantidad de energía, de manera que la zona de la cadera, sintetizada en el coxis, es como el elemento Tierra y es como “una piedra”. En las personas en estado normal, el centro de gravedad del cuerpo está en esa zona pélvica. La técnica de enraizamiento busca cambiar ese centro de gravedad a la planta de los pies. Para entender esto nos tenemos que ir al eterno sistema yin–yang o de polaridad. En condiciones
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normales, la cadera está yang mientras que los pies están yin. Y la técnica de la que hablamos consiste en cambiar esa polaridad entre la cadera y los pies. Esto produce una relajación y una flotabilidad total de la cadera, que desde el punto de vista psicosomático es donde se expresa en el cuerpo la parte más instintiva, como los miedos profundos y el terror. Esta relajación hace que dicha energía no comprima ni bloquee el cuerpo. Desde el punto de vista motriz o del movimiento, cuando la cintura se relaja totalmente, el cuerpo se unifica y las partes inferior y superior del mismo se vuelven uno, generando un movimiento muy fuerte, estético y aparentemente sin esfuerzo, es decir: natural. Además de esto, en la planta de los pies existe un punto energético que se conoce como “la fuente burbujeante”, que corresponde al meridiano del riñón y que carga de energía el cuerpo. En un diccionario consulté el origen de la palabra “aplomo”, y decía que procede de los romanos, y que viene de la imagen de la plomada de los albañiles. Hablaba de la imagen de una cuerda que nace en el vientre y que baja con la plomada hasta situarse equidistante de los pies.
O sea, que el aplomo tiene que ver con las cosas de las que estamos hablando en este artículo. También todos conocemos la expresión popular “estar bien plantado sobre las plantas de los pies”. En resumen, realizar la técnica de bajar la energía corporal electromagnética de la cintura a la planta de los pies es una forma que tenemos de armonizar el cuerpo y la mente y, de esta manera, mantener una buena base psicosomática que nos permita poder construir el edificio con buenos y poderosos cimientos que resistan cualquier vendaval. Si lo practicas con regularidad, voluntad y cariño, te darás cuenta de los beneficios de esta técnica tan importante en la tradición del Tai Chi Chuan. Os deseo a todos una feliz práctica. Carlos Pedro Bernat. Profesor e investigador de artes marciales
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Como hija, creo que nada de lo que escriba le hará justicia a la persona tan increíble que ahora me espera en el cielo de Urano, pero a Rafa le encantaba esta revista, y a pesar de que aún es un poco pronto para mirar atrás y ver el sentido de su vida, voy a intentar acercaros un poco a lo que fue una vida discipular plena y de final heroico. El mito griego cuenta cómo la visión de Ares era espeluznante para sus enemigos por la fuerza que transmitían sus ojos rojos en contraste con el negro. Lo que no sabían es que lo que les daba ese color rojo era el amor que le tenía a Afrodita. Y ese amor es lo más grande que me queda de mi padre. Lo mejor que me enseñó, más allá de cualquier puño, patada o caída: el amor reflejado en todo lo que hacía es su mayor legado. Desde su vida cotidiana..., algunos se ríen de mí por creer en el matrimonio, pero ¿cómo no creer después de estar 24 años viendo a las personas más felices del mundo? No he visto amor igual, unión de almas, de manera recíproca con su mujer, que lo cuidó como no lo podía hacer nadie mejor en el mundo. Rafa, cuya enfermedad suele traer agresividad con los seres más allegados, me colmó de besitos incluso cuando ya ni siquiera podía hablar, bastaba con acercarle un brazo a los labios. Y me dedicó una sonrisa en su último gesto. Así mismo amaba a sus queridos Maestros, también míos, y siempre me repetía que el ser filósofo y discípulo estaba por delante de todo lo demás. Después de estos días recibiendo mensajes de todas las partes del mundo, y en especial de sus discípulos más directos de Aikido, Taekwondo y Nei Kung, he reflexionado sobre lo
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que hace a un profesor de artes marciales convertirse en un maestro tan querido. Aunque él nunca llegó a considerarse maestro. Lo que hacía a Rafa especial es que confiaba como maestro en las virtudes de sus discípulos, y, en general, en las de todos los seres humanos, de ahí su optimismo, y esa era la fuerza que impulsaba a los que le rodeaban. Él no juzgaba, no se interesaba por cotilleos o por las partes superficiales de los problemas de los que muchas veces le pedían consejo; simplemente hablaba desde el amor y daba los humildes consejos sacados de lo que él ya había experimentado o de lo que le habían transmitido sus propios Maestros, a los que servía con lealtad y eficacia.
Recuerdo una de las últimas cosas que me dijo cuando me acerqué llorando a su cama sin que nadie me viese, y le dije que por favor que no se muriese, por mamá, que lo hiciese solo por ella, porque no lo soportaría. Él me sonrió y me dijo que no me preocupase, que mamá era muy fuerte. Que todo saldría bien. Y creo que era la única persona que pensaba eso de corazón, y por supuesto, tenía razón. El amor en las artes marciales él lo encontró en la belleza y simplicidad de las formas, en la no violencia buscando siempre hacer el menor daño posible, y en la cadena maestro-discípulo. Deberse a un Ideal hasta el último suspiro es marcialidad. Tenemos que buscar las cosas importantes, las que de verdad merecen la pena, es algo que no dejaba de repetirnos. Hacer las cosas bien, serias, con un buen nivel técnico en todos los ámbitos (físico, etérico, energético, astral, mental...), concretar las abstracciones para poder vislumbrar los misterios del tiempo y del espacio. Todo es vida, nos decía realmente emocionado por haber vivido esa verdad. Rafa nos dejó con una exhalación que a mí me resultó muy familiar, y en aquel momento me dejó tranquila; al paso de los días, cuando he recordado los momentos, lo he visto claro. Era un kiai silencioso, el mismo sonido que hacía cuando terminaba un chi kung... Qué suerte Rafa que ya cenas con los grandes. Natalia Tejero Espadas
Rendimos homenaje a la memoria de nuestro querido amigo y compañero Rafael Tejero Pasadas, fallecido el 21 de agosto de 2013 TAO TIEN 50
Matajuro Yagyu, hijo de un célebre Maestro del sable, fue renegado por su padre quien creía que el trabajo de su hijo era demasiado mediocre para poder hacer de él un Maestro. Matajuro, que a pesar de todo había decidido convertirse en Maestro de sable, partió hacia el monte Futara para encontrar al célebre Maestro Banzo. Pero Banzo confirmó el juicio de su padre: - No reúnes las condiciones. - ¿Cuántos años me costará llegar a ser Maestro si trabajo duro? - insistió el joven. - El resto de tu vida - respondió Banzo. - No puedo esperar tanto tiempo. Estoy dispuesto a soportarlo todo para seguir su enseñanza. ¿Cuánto tiempo me llevará si trabajo como servidor suyo en cuerpo y alma? - ¡Oh, tal vez diez años! - Pero usted sabe que mi padre se está haciendo viejo, pronto tendré que cuidar de él. ¿Cuántos años hay que contar si trabajo más intensamente? - ¡Oh, tal vez treinta años! - ¡Usted se burla de mí. Antes eran diez, ahora treinta. Créame, haré todo lo que haya que hacer para dominar este arte en el menor tiempo posible! - ¡Bien, en ese caso, se tendrá que quedar usted sesenta años conmigo! Un hombre que quiere obtener resultados tan deprisa no avanzará rápidamente - explicó Banzo. - Muy bien - declaró Matajuro, comprendiendo por fin que le reprochaba su impaciencia acepto ser su servidor. El Maestro le pidió a Matajuro que no hablara más de esgrima, ni que tocara un sable, sino que lo sirviera, le preparara la comida, le arreglara su habitación, que se ocupara del jardín, y todo esto sin decir una palabra sobre el sable. Ni siquiera estaba autorizado a observar el entrenamiento de los demás alumnos. Pasaron tres años. Matajuro trabajaba aún. A menudo pensaba en su triste suerte, él, que aún no había tenido la posibilidad de estudiar el arte al que había decidido consagrar su vida. Sin embargo, un día, cuando hacía las faenas de la casa, rumiando sus tristes pensamientos, Banzo se deslizó detrás de él en silencio y le dio un terrible bastonazo con el sable de madera (boken). Al día siguiente, cuando Matajuro preparaba el arroz, el Maestro le atacó de nuevo de una manera completamente inesperada. A partir de ese día, Matajuro tuvo que defenderse, día y noche, contra los ataques por sorpresa de Banzo. Debía estar en guardia a cada instante, siempre plenamente despierto, para no probar el sable del Maestro. Aprendió tan rápidamente que su concentración, su rapidez y una especie de sexto sentido, le permitieron muy pronto evitar los ataques de Banzo, el Maestro le anunció que ya no tenía nada más que enseñarle. Recopilado por Fidel Iglesias Quintero
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Si concibes el Arte de la Paz, este difícil sendero, tal como es, abarca el círculo del cielo. Las técnicas del Arte de la Paz cambian constantemente; cada encuentro es único, y la respuesta adecuada debe surgir con naturalidad. Las técnicas de mañana serán diferentes a las de hoy. No te dejes atrapar por la forma y apariencia de un desafío. El Arte de la Paz no tiene forma; es el estudio del espíritu. Finalmente, debes olvidar las técnicas. Cuanto más groseras menos enseñanzas hay. El gran sendero verdaderamente es un No Sendero. El Arte de la Paz que yo practico tiene sitio para los ocho millones de dioses del mundo, y yo coopero con todos ellos. El Dios de la Paz es muy grande y conjuga todo lo que es divino e iluminado en la tierra. El Arte de la Paz es una forma de plegaria que genera luz y calor. Olvida tu pequeño ser, libérate del apego a todo objeto y emanarás luz y calor. La luz es sabiduría; el calor es compasión. Lo divino no es algo lejano y por encima de nosotros. Está en el cielo, está en la tierra, está dentro de nosotros. Únete al cosmos, y la idea de trascendencia desaparecerá. La trascendencia pertenece al mundo profano. Cuando todo vestigio de trascendencia se desvanece, la persona verdadera –el ser divino– se manifiesta. Vacíate a ti mismo y deja que trabaje lo divino. Lo divino no desea estar encerrado en un edificio. Lo divino anhela el espacio abierto. Está aquí, precisamente en este cuerpo. Cada uno de nosotros es un universo en miniatura, un templo viviente. Extraído de El Arte de la Paz (enseñanzas del fundador del Aikido, Maestro Morihei Ueshiba) por José Antonio Vera de la Poza
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TAO TIEN ASOCIACIÓN DE ARTES MARCIALES INTERNAS VINCULADA AL INSTITUTO DE AA. MM. FILOSÓFICAS BODHIDHARMA PRÁCTICAS DE TAI CHI CHUAN ESTILO YANG: CENTRO HISPALIA C/STA. MARÍA DE LOS REYES, 6, LOCAL C SEVILLA. TELÉFONO 954 53 45 68 CENTRO CÍVICO "LAS COLUMNAS" C/ PUREZA, 79. SEVILLA TELÉFONO 955 47 15 60 UNIVERSIDAD POPULAR. CASA DE LA CULTURA. ALCALÁ DE GUADAIRA. SEVILLA. TELÉFONO 955 61 14 88 INSTRUCTOR: JOSÉ ANTONIO VERA DE LA POZA josanvera@yahoo.es TELÉFONOS 651 02 86 31 Y 95 5 31 22 29 www.taotien.es