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Mi compañero de vida
Cuando mi esposo Javier y yo éramos novios, en una ocasión íbamos caminando por las calles del centro de la ciudad de México en los años sesenta. Tomados de la mano; nos mirábamos por los escaparates cada que era posible, y él comentaba, ¡qué bonita novia tengo! Los paseos sin duda eran muy agradables y los disfrutábamos mucho.
Curiosamente recuerdo que se nos cruzó de frente una muchacha con un cuerpo muy bonito, lo único que me vino a la mente fue preguntarle a Javier: -¿Por qué Dios no me dio un cuerpo así?
En ese momento, volteó a verme y me respondió con una certera pregunta:
¿Y por qué a ella no le dio una voz como la que te dio a ti?
-Y claro, yo me sentí muy alagada.
Solo han pasado 58 años de casados.