Reportaje especial: Voces olvidadas

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A6 | MUNDO

Separaciones a la orden del día

Esto es solo un ejemplo de los cientos y cientos de casos de separación familiar producidas por las nuevas políticas migratorias implementadas por el gobierno de Trump. Y aunque no existen estudios que revelen qué edades tienen la mayoría de los detenidos o deportados, para los trabajadores sociales que laboran mano a mano con la comunidad, el impacto que han recibido las familias a causa de las nuevas políticas migratorias en el último año ha sido preocupante. Donde más podrían alarmar las consecuencias de las políticas de Trump es entre las comunidades de la tercera edad pues en muchos casos, guardan silencio, desconocen dónde buscar ayuda, no tienen documentos para solicitarla, o por falta de pericia en las redes sociales, no saben en dónde buscar información exactamente.

“Parece que se está volviendo más común, el hecho de abuelos cuidando nietos”,

SAMANTHA DÍAZ | MH

Luego, esa agencia federal los trasladó a los centros de detención de inmigración en Georgia, ubicados en Ocilla, Lumpkin o Atlanta. Fue el caso la hija de Hernández, quien incluso, una vez detenida por las autoridades de Inmigración, su DACA expiró y no pudo renovarlo dada las circunstancias. “En la cárcel tuve ansiedad, depresión… Me pasó que una vez llegue de la cocina y traía comida, y el oficial la pateó porque no se podía tener comida en la celda”, lamentó la joven. La situación afectó la dinámica familiar y no solo impactó a la ‘soñadora’ sino que tuvo un efecto devastador en su madre Lucía, la abuela de la familia. La mujer siempre ha vivido con la joven por ser la más pequeña y siempre le ha ayudado a criar a sus hijos. “Cuando pudo llamarme de la cárcel, me explicó. Me espanté. ¿Qué iba a hacer sola yo con los tres niños? Por la situación que se presentaba. Y no teníamos nuestra propia casa, porque estábamos viviendo con uno de sus hermanos”, contó la abuela.

Mundo Hispánico | Atlanta | 15 al 21 de noviembre de 2018

Amor y apoyo. Maribel Santander junto a su madre, Lucía Hernández. El acto de Hernández es un claro ejemplo de los valores normativos que se aprecian en la cultura latina.

dice Cynthia Román, directora general del Departamento de Bienestar Familiar en la Asociación Latinoamericana, una organización que lleva más de 30 años ayudando a la comunidad latina de Georgia. “Aunque no recibimos tanta gente de la tercera edad porque nuestra comunidad es joven, la comunidad de la tercera edad está creciendo. Gran parte de ella está documentada, pero igual nos preocupa una cosa si están criando nietos, por ejemplo: tienen que demostrarle al Departamento de la Familia que los tienen para poder solicitar las estampillas”, cuenta. Otro factor que le preocupa a Román como trabajadora social es la energía y el grado de educación que poseen muchos migrantes de la tercera edad, lo que puede representar una barrera a la hora de ayudar a los nietos. “No necesariamente tienen la misma energía, hay algunos que no tienen estudios y se les hace más difícil”, opina. “Y sobre todo el temor a la deportación. Es una responsabilidad enorme y tener que ayudarles es un reto a esa edad. ”, señaló Román. Para Hernández, la detención de su hija se trató de un evento que cambió su rutina, su vida y la de sus nietos pues tuvo que hacerse cargo de ellos por completo. “Cambió mucho, mucho,

mi vida. Porque yo nunca había pasado por una situación así. Yo me desesperé. No sabía qué hacer, yo sentía que el mundo se me derrumbaba a pedacitos porque hacerse cargo de los niños una sola, de todo en general, y todo lo que implica la situación de cuidarlos, alimentarlos, la escuela principalmente, los doctores”, contó la abuela. Hernández, quien no estaba trabajando en ese momento

“Parece que se está volviendo más común, el hecho de abuelos cuidando nietos”.

-Cynthia Román, Asociación Latinoamericana

por varias dolencias físicas, contó que jamás imaginó tener que volver a enfrentar la crianza de los niños a los 60 años de edad y en esa etapa de su vida. “Tenía que levantarme a las 5:30 de la mañana para tenerlos listos para la escuela. Darle vueltas al abogado, llevarle papeles y documentación. Luego preguntando por otros lados qué hacer con mi hija, a quién acudir para poder sacarla a ella. A veces me iba en el autobús, a veces caminando. Sin dinero, a veces no tenía ni para el bus, que son $2.50... imagínese...”, narró. Ante la circunstancia, Hernández enfrentó episodios de

depresión, ansiedad y soledad. “Estaba estresada, triste, lloraba, no sabía ni qué hacer. Bien preocupada que estaba por la situación de ella. Yo los cuidaba antes, pero por ratos, cuando ella se iba a trabajar. Pero ahora tuve que prácticamente yo hacerme cargo totalmente de todo. Llevarlos a la escuela, al doctor. Muchas cosas que me sucedieron en este lapso de tiempo…”, narró. Otros de los factores más complicados fue el económico. “Económicamente mal, estaba sin dinero, yo tenía que caminar y caminar con el dolor de piernas, se imagina, porque no tenía ni para el taxi. Andaba consiguiendo aquí, consiguiendo allá. También para poder pagar el abogado. Más los gastos de los niños, más los libros…”, recordó Hernández. La mujer contó que, en un momento dado, se quedaron prácticamente sin techo. “Fue muy difícil porque en el apartamento donde nos fuimos a vivir, de unos amigos de mi hija, nos prestaron ahí para que estuviéramos viviendo en la sala por un tiempo. Pero resulta que luego me dejaron sola, se fueron a Miami y yo no tenía dinero para seguir pagando el apartamento. El dueño del apartamento me dijo entonces que no, que yo tenía que salirme”, relató. Hernández tuvo entonces que deshacerse de las pertenencias de la familia, moverlas de

un lado a otro, tirarlas, o regalarlas. “Todo se echó a perder… todo se fue a la basura”, añadió. Además de su carga emocional, Hernández tuvo que manejar la de los pequeños. “Los niños lloraban todo el tiempo. Se me empezaron a enfermar. En la escuela yo trataba de guardar la compostura porque ya ve que los demás niños le hacen ‘bullying’ y yo no quería que pasaran un mal momento”, agregó. La mexicana recordó que no quiso ocultarles a los pequeños lo que pasaba y que les explicó la situación con la ayuda de su hija. “Tuvimos que decirles a los niños porque ellos se iban a dar cuenta. Además, si nos preguntaba el director o la maestra, ¿qué íbamos a decir? Ya ni recuerdo bien ese evento o cómo fue que les dije, pero creo que fue la mamá. No sabía yo qué decirles o qué hacer porque yo sabía que ellos se iban a poner a llorar en ese rato, y yo también junto con ellos. Entonces, cuando su mamá les dijo, lloré tanto…”, contó. Pese a las dolencias de la mujer, los niños no faltaron un solo día a la escuela. “Yo los llevaba hasta que no perdí la fe en que ella fuera a salir y a estar con nosotros, nuevamente con sus hijos. Y gracias a Dios que hubo mucha gente de la comunidad que nos apoyó”, dijo.

La comunidad: pieza esencial

La integración con su comunidad fue un factor clave para la familia de Hernández. Tras varios traspiés con los primeros abogados de la joven, quienes no supieron llevar su caso, Hernández pidió ayuda a la Alianza Latina Pro Derechos Humanos de Georgia (GLAHR), una organización sin fines de lucro que lleva más de 20 años ayudando a la comunidad inmigrante de Georgia. Sus líderes buscaron recursos legales pro-bono en la organización Asians Americans Advancing Justice, para defender a Maribel ante lo injusto de su caso y ofrecer ayuda a Hernández. “Yo pedí ayuda porque yo necesitaba que mi hija estuviera libre, porque ellas es el sostén y la madre de esos niños. Ellos la necesitan. No

hay como una madre, aunque yo sea la abuela… y los quiero mucho, mucho, pero no es lo mismo que una mamá”, opinó. Tras conseguir nuevos abogados, se confirmó que, en efecto, el oficial Doss había falsificado las pruebas de DUI contra Santander. Doss fue destituido de su cargo por un juez. “El oficial fue destituido de su puesto y hay cargos en su contra porque ha hecho reclamaciones fraudulentas sobre otros individuos. Creo que esa investigación aún está en proceso. Pero creo que es desafortunado que Maribel y su familia sufrieron las consecuencias de sus actos y que esto la puso en riesgo de deportación”, explicó su abogada Van Huynh. Santander fue entonces liberada el pasado 9 de junio. No obstante, para su representante legal, la joven pudo haber salido antes de la prisión. “Sus cargos fueron retirados en enero de este año, sin embargo, ICE la mantuvo detenida hasta el 9 de junio. ICE pudo haberla soltada antes, pero falló en eso. En su lugar, la mantuvo detenida y tuvimos que ir sobre todos estos obstáculos legales solo para que la soltaran”, manifestó la experta legal, quien ofrece servicios en la organización Asians Americans Advancing Justice. También añadió que “es desafortunado que alguien que es beneficiaria de DACA y que tiene tres hijos estadounidenses, sea dejada en detención por un año. Es triste que haya sido olvidada por el sistema tanto tiempo, en lugar de mirar su caso”. Hoy, y ya en libertad, Santander tiene un largo camino por recorrer junto a su familia. Recién volvió a solicitar su DACA y le tocó empezar de nuevo, pues perdió su casa y sus bienes mientras estaba detenida. La joven trabaja a diario en la construcción para levantar a sus hijos y ayudar a su madre y asegura no tener odio en su corazón. “Me faltan cosas, sí, pero lo principal es estar con mi familia”, reflexionó. Para Hernández, no es tan fácil olvidar. Un error de las autoridades cambió su vida y su


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