NO. 2014 CUATRIMESTRAL
Facultad de Estudios Superiores Acatlán Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas Seminario permanente de Metaficción e Intertextualidad
1
Convocan al
er Congreso Nacional de
Metaficción
e intertextualidad: nuevos enfoques teóricos
A celebrarse en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán (UNAM) los días 21, 22 y 23 de abril 2014 Los términos metaficción, ficción narcisista, ficción autocons-
4.
Parodia e ironía
ciente y metaliteratura forman parte del vocabulario que de-
5.
Poéticas de la narración
fine a una serie de textos artísticos cuya condición autocrítica
6.
Intertextualidad e intermedialidad como mecanis-
los lleva a problematizar su naturaleza de artefacto estético al tiempo que muestran sus costuras, es decir, exhiben sus estrategias constructivas, pues en ellos los mecanismos para producir la ficción son tema y principio estructurante.
mos de autorreflexión. Recepción de propuestas A partir del día 28 de noviembre 2013 se abre el plazo para la presentación de ponencias. Deberán enviarse en archivo de Word
Más allá de la afirmación del “escribo que escribo” de Elizon-
título, resumen (extensión máxima 500 palabras) y la ficha curri-
do, la diatriba del personaje contra el creador de la nivola o de
cular mínima del autor a la dirección: metaficcion.acatlan@gmail.
la aventura de Don Quijote lector del Quijote, la práctica me-
com. La fecha límite para la recepción de documentos es el día 10
taficcional se despliega también en discurso que incorporan
de febrero de 2014. Las propuestas serán evaluadas por un comité
unidades provenientes de otras manifestaciones culturales, es
de especialistas en el área y los resultados se comunicarán vía co-
el caso de la novela construida con fotografías tomadas con el
rreo electrónico el día 28 de febrero de 2014.
celular y mapas de google, o a través de la inserción de un CD-
El programa definitivo se publicará el 24 de marzo de 2014, se
Rom interactivo; así como la película construida a manera de
incluirán las mesas de trabajo, conferencias y presentaciones de
collage genérico o con viñetas móviles, lo es también el teatro
libros
que no sólo rompe la cuarta pared, sino que deconstruye la
Informes
escenografía y dialoga con el director.
Facultad de Estudios Superiores Acatlán
Desde esta perspectiva y con el propósito de favorecer la apertura de espacios orientados al diálogo y la comunicación crítica encaminada a el análisis de las producciones autorreferenciales, así como a las disciplinas y mecanismos colindantes, invitamos a la comunidad académica al 1er Congreso Nacio-
Programa de Humanidades Coordinación de Lengua y Literatura hispánicas Yaquis, Santa Cruz Acatlán 53150, Naucalpan de Juárez Edo. de México Tel: (55) 56 23 16 92
nal de Metaficción e Intertextualidad: “Nuevos enfoques teóricos”. La convocatoria se extiende a todos los investigadores y estudiantes cuyas líneas de investigación coincidan con las propuestas para esta primera edición:
Publicación de las memorias: Los interesados en la publicación de la Memorias deberán enviar la ponencia completa antes del 20 de abril de 2014 a la dirección
1.
Teoría y crítica de la metaficción
de correo electrónico indicada en esta convocatoria. Los textos se-
2.
Autorreferencialidad y teoría de lo fantástico
rán sometidos a arbitraje.
3.
Metaficción y cinematografía
Lengua y Literatura Hispánicas
L
as mentiras no sólo nos definen como crédulos o escépticos. Los hombres, incluso, podrían ser clasificados en cuanto a su manera de aceptar la información que les es dada: en automático o con reservas. No es raro que la duda sea para algunos el método de aprendizaje: allí, René Descartes, tan famoso por ello. El mundo se nos ofrece sin instructivo, a través de la mirada tomamos la decisión de creer en él o no. Muchas veces, nuestra fe ciega provoca que seamos desengañados y nos percatemos de que algunas cosas aparentan ser lo que no son en realidad. Esta es la tarea que nos propone el aprendizaje: observar y cuestionar permanentemente. Vacilar entre los polos de la apariencia, la ficción, las sombras en la caverna; de la verdad y la mentira. En éste, el número quince de Sancara, nos proponemos iniciar nuestro tercer año de labores explorando las mentiras desde los anteojos de las cuatro grandes áreas del conocimiento. Los textos de nuestros colaboradores nos permiten reconocer a la mentira sin importar sus múltiples apariciones: se dibuja como una enfermedad incontrolable, se confunde con el engaño de los astutos dioses Hunahpú e Ixbalamqué, la descubrimos disfrazada de literatura y oculta en los prejuicios que vertimos como opiniones sin fundamento. Lector, no sólo te invitamos a ingerir gustoso este jarabe para el resfriado cultural sino a continuar la conversación con los textos a través de la conformación de una postura propia. Descubre el diálogo interdisciplinario que encapsulamos en las siguientes páginas con el propósito de ofrecerte una efectiva vitamina que fortalezca tu ejercicio de la duda. La advertencia es clara: no nos hacemos responsables de los efectos secundarios provocados por la presencia de arsénico en la tinta de las hojas. Laura Sofía Rivero
Directorio DIRECCIÓN Héctor Sapiña Flores Laura Sofía Rivero Yobany García Medina DISEÑO Denisse Bonitzú Alvarez Chávez Erick Valdés Silva PORTADA Anahí Sánchez Osorio EQUIPO EDITORIAL Daniel Valencia Acosta Scarlet Perro Seco ILUSTRADORES David Svidrigailov Isabel Rivera Santos José María Zárate Sánchez Anahí Sánchez Osorio
BLOG Emiliano Aguirre COLABORADORES Braulio Reynoso Javier David Velázquez Eduardo Torres Rangel Gerardo Rodríguez Héctor Sapiña Flores. Lic. José Antonio Rivero Calvillo Julio Uriega Silva Manuel Aguirre Bolaños L. Bozin Laura Sofía Rivero Cisneros Mtro. Luis Felipe Estrada Carreón Prof. Julián Saldierna Rangel Yobany García Medina AGRADECIMIENTOS Mtra. Claudia Chantaca
DISEÑO PUBLICITARIO Mariana Betzabé Bernal Andrade
Núm.15, Año 3. México. Enero-Abril del 2014. Sancara es una publicación cuatrimestral. Este número se terminó de imprimir en enero del 2014 con un tiraje de 1000 ejemplares. Número de certificado de reserva de derechos del Instituto Nacional de Derechos de Autor: 04-2013-021317003300102. Impresiones gráficas. Palma Norte 518, despacho 208 piso 2. Col. Centro c.p. 06010 Delegación Cuautémoc, D.F. México.. Los artículos firmados son responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el punto de vista de Sancara.
SECCIONES
Las pastillas del Dr. Atl De Lovecraft a hoy
Índice
6
8
Mentiras: una enfermedad
11 14 Mentiras pedagógicas 19 A mal Cristo, mucha sangre 26 Afirmar, mentir, ficcionalizar 27 ¿Cree usted en los ovnis?
Práctica de una sobreinterpretación
29
32 Hunahpú e Ixbalamqué 33 Tomografía Deportiva
Las llaves del cielo
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La pantalla vomita cosas Verdad
Ilustración: Isabel Rivera Santos
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tengo la solución! Por una módica cuota de recuperación, no de 100 sino de 99.99 pesos, puedo poner en sus manos las milagrosas pastillas de Dr. Atl diseñadas en Transilvania por industrias Stark.
LAS
PASTILLAS
Dr. Atl DEL
Julio Uriega
Escuela de Dietética y Nutrición ISSTE. Ilustración: Erick Valdés Silva
“
¡Buenos días señores usuarios, lectores y toda clase de pacientes culturales! Esta noche les vengo ofreciendo el producto de moda, de novedad. No vengo a mentirles ni mucho menos. No voy a decirles que acabo de salir del reclusorio o que necesito pagar mis estudios. El producto que traigo en mis manos es la solución para todos sus problemas: bastan un par de gotas o un poco de pomada y podrán dejar todo en el pasado. ¿Diabetis, hipertensión, cáncer, o es usted simplemente feo? ¡No se preocupe más! ¡Le
Miren por ejemplo a este pobre joven. Es usted estudiante, ¿no es verdad? ¡Claro! si basta verle la cara de cocina económica para adivinar sus problemas. ¿Está usted enamorado de su mejor amiga? Tómese una pastilla por las mañanas. ¿Tiene el semestre pendiendo de un hilo? Tome tres antes de cada examen y no tendrá que molestarse en recordar qué carrera estudia. ¡Señora, señorita, seignora! Veamos esas lonjitas de navidad... ¿de cuantas navidades estamos hablando? ¡Bah! Con tres pastillas del Dr. Atl en lugar de cada comida tendrá la cintura de avispa que siempre soñó cuando era joven. Pero… ¿qué veo? ¿No hay anillo de matrimonio? ¡Vaya! Pareciera que el esposo la ha dejado, señoras y señores. Tampoco por eso se preocupe: con dos pastillas antes de dormir, el desgraciado regresa; si pone el frasco de cabeza sobre la cabecera de su cama, tendrá a William Levy. No lo olviden, señores usuarios, esta es la solución para todos sus problemas. ¿Familiares con alcoholismo? ¡Olvídese de doble A! Basta una pastilla del Dr. Atl y hasta el hígado se le purificará.” … sí, yo creo que sí se vende.
De Lovecraft a hoy. Manuel Aguirre
FES Iztacala Ilustración: David Svidrigailov
A
l leer historias de terror, por muy verosímiles que sean, el sentimiento de pánico nos sumerge únicamente en el momento de la lectura. Sabemos que los textos son ficciones que no necesariamente se materializarán en nuestro mundo como objetos. Los seres del papel permanecen allí y no pueden hacernos daño. A lo largo del tiempo los escritores han tenido que adaptarse a los nuevos miedos de las sociedades. Siempre existe algo que nos aterroriza y usualmente no es lo mismo que espantaba a nuestros padres o abuelos. Lovecraft, el maestro del horror, utilizaba personajes escépticos por naturaleza: científicos, arqueólogos y otros tantos más. ¿Cómo no aterrorizarse si la persona que menos creería en apariciones está ante un suceso que no puede controlar? El vampiro estelar, cuento de Robert Bloch dedicado a H. P. Lovecraft, presenta la manifestación de una creatura, a la cual ningún ser humano debería presenciar ja-
más, pero que por insensata curiosidad es invocada usando un “morboso y horrible” libro: De Vermis Mysteriis (Los Misterios del Gusano). El narrador logra describir a la bestia gracias a que, al haber ingerido ésta la sangre de su víctima, pudieron definirse sus contornos abominables. Se trataba de un ser acéfalo, enorme, gelatinoso y dotado de garras; una masa informe de la cual emergían un sinnúmero de tentáculos, similares a gusanos ávidos de sangre. Dichos tentáculos terminaban en bocas que se abrían y cerraban codiciosamente en busca de alimento (Bloch, 1971). Las características de este vampiro bien podrían emparentarse con organismos de los cuales raramente tomamos consciencia, pero que se encuentran íntimamente relacionados con nosotros y todo aquello que nos rodea. Estos organismos son los parásitos; el parasitismo no hace referencia a un grupo biológico determinado, sino a una forma de vida, en la cual el parásito vive a expensas del hospedero, ya que de éste obtiene hábitat (temporal o permanente), fuente alimenticia y otros elementos necesarios para su subsistencia. El parasitismo puede darse de manera accidental, facultativa y obligatoria; dándose del primero al tercer tipo, un mayor grado de especificidad, con las correspondientes adaptaciones que esto propicia (Gállego, 2006). La especificidad antes mencionada puede provocar que un estadio de desarrollo determinado de una especie de parásito invada específicamente una región u órgano de un hospedero, relacionado de alguna manera con otro hospedero en potencia, que alojará otro estadio de desarrollo del
parásito en cuestión, conformándose así intrincados ciclos biológicos que pueden afectar directa o indirectamente al ser humano (Cruz, 2012 y Gállego, 2006). ¿Qué mejor elemento para generar miedo que la sangre? Esa sustancia que al saltar de alguna víctima en las películas puede provocar gran susto o que la simple sugerencia de su ingestión en algún relato, puede resultar en extremo perturbadora; en el texto del diario vivir de miles de especies, ese es el pan de cada día. Sangre obtenida por ectoparásitos utilizando ventosas orales y glándulas de fijación para adherirse a las branquias de los peces, en el caso de la clase monogenea del phylum Platyhelmintes; el mismo alimento para algunas sanguijuelas pertenecientes a la subclase Hirudinoidea de la clase Clitellata, perteneciente al phylum Annelida, que la roban discretamente al secretar anestésicos antes de introducir sus dientes en la
piel de vertebrados, a los que tratan con anticoagulantes para no dejar de succionar sangre por la formación de coágulos. Otros grupos varían su dieta, como los organismos del phylum Nematoda, donde los zooparásitos pueden ingerir sangre por aspiración, absorber tejidos destruidos o nutrientes líquidos corporales y absorber contenido intestinal como lo hacen las especies de Ascaris spp, las conocidas lombrices intestinales. Este grupo incluye incluso fitoparásitos, que penetran con un estilete los tejidos vasculares vegetales y succionan savia rica en fotosintetatos (Cruz, 2012). Pero de estos “vampiros” no estelares, sino terrestres, posiblemente los más afines con las creaciones de Lovecraft, Bloch y contemporáneos, sean los endoparásitos del phylum Acantocephala y Platyhelmintes. En el primer phylum, las descripciones de los escritores parecieran haber sido toma-
Píldoras
das de una imagen suya, ya que el cuerpo vermiforme, la proboscis, específica para fijarse y succionar sangre, y el tronco lleno de espinas constituyen a “vampiros” bastante efectivos. Del phylum Platyhelmintes, las especies de la clase Cestoda (entre las que se encuentra Taenia solium causante de cisticercosis y taeniasis) pueden parecer bajo las imágenes captadas con el microscopio electrónico, la perfecta ilustración de estos cuentos, ya que estos parásitos intestinales vermiformes, cuentan en su región anterior con un escólex que presenta estructuras de fijación, como ventosas y ganchos, similares a las “bocas y garras” descritas por Bloch; hacia la región posterior, el horror promete no terminar, pues millones de nuevos sucesores (comparables con “la semilla estelar de Cthulhu”) se encuentran en constante formación en una serie de proglótidos, segmentos en donde se lleva a cabo la intensiva reproducción de estas especies. Dichos proglótidos al ser expulsados en las heces están llenos de larvas que ingieren los animales que pastan cerca de ellas, en los cuales, como si sus cuerpos fueran “la ciudad sumergida de R’lyeh” reposan hasta que “cuando las estrellas estén de nuevo en posición”, sean ingeridos, para parasitar a otro organismo (Cruz, 2012, Bloch, 1971 y Lovecraft, 1928). Todos estos invertebrados no artrópodos adaptados al parasitismo presentan aspectos en común con el “vampiro estelar” una
Científicas
atrofia de la región cefálica, comprendida como aquella zona en la que se agrupan los órganos de los sentidos y el ganglio cerebral; esto se debe a que al especializarse en un ambiente específico, dejan de necesitar, en el caso de los entoparásitos, sentidos como la visión. La función cerebral así mismo, se reduce a encontrar fuente de alimento, fijarse, succionar y reproducirse. Es en esta última función en la que se enfoca la mayor cantidad de energía de dichos organismos y de esa forma, se convierte en la clave de su éxito. Por último, así como el cuerpo descrito por Bloch se distinguió gracias a la sangre succionada, algunos de estos organismos dedican casi la totalidad de su cuerpo a plegamientos intestinales en los que se absorben los nutrientes de la sangre ingerida, mientras que otros, absorben directamente por la piel dichas sustancias (Cruz, 2012). Después de esta breve reflexión nos queda responder una pregunta: ¿qué son las mentiras? ¿Acaso no, muchas veces, las asociamos con lo que no existe en nuestro mundo? Pareciera que lo que consideramos verdad es lo que podemos distinguir y verificar con nuestros propios ojos. Sin embargo, los avances de la ciencia y la tecnología nos demuestran que muchas cosas que consideramos tan falsas como un cuento de horror, son tan concretas como los parásitos que afectan tanto a humanos como a animales y plantas, así como a otros parásitos.
REFERENCIAS Bloch R. 1971. The shambler from the Stars. En Derleth A. editors. Tales of the Cthulhu Mythos, Vol. 2. Pp 1-12 Cruz L. F. J. 2012. 1ª edición. Invertebrados no artrópodos. UNAM. México. 194 pp Gállego B. J. 2006 Manual de parasitología morfología y biología de los parásitos de interés sanitario. 1ª edición. Ediciones de la Universidad de Barcelona. España. pp 33-36 Lovecraft H. P. 1928. La llamada de Cthulhu. Ciudad Seva. < http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/lovecraf/hpl.htm > <12/1/2014>
Mentiras: una enfermedad Eduardo Torres Rangel
Universidad La Salle. Ilustración: José María Zárate Sánchez
M
entira: una máscara creada por múltiples declaraciones intencionadamente falsas que tienen como fin ocultar una realidad con la que no se está conforme o de la que se está avergonzado. La honestidad es uno de los principios básicos de la ética que todos conocemos, la verdad es una de las virtudes que más se valoran en todo el mundo, el evitar la mentira es un deber bajo los ojos de la moral y la religión. En conclusión, es una verdad casi universal que el mentir es malo pero, entonces, esto me hace preguntar: ¿qué pasa cuando las mentiras son inevitables para una persona? ¿Quiere decir que, cuando mentir es una enfermedad, somos malos? Yo no lo creo así, existen casos en los que la mentira tiene una explicación, existen personas que sufren una necesidad de mentir incontrolable, en la que el no hacerlo supone un increíble dolor psicológico casi insoportable para el paciente. La mentira patológica es una invención
inconsciente y recurrente de hechos poco probables y que pueden ser refutados con gran facilidad; a pesar de que la mitomanía es una condición psiquiátrica común en infantes y adolescentes me gustaría hablar de una patología mucho más rara e interesante, que a diferencia de la mitomanía no es la manifestación de una enfermedad primaria, sino que es una enfermedad en sí misma con una fisiopatología desconocida no asociada a ninguna otra enfermedad psiquiátrica: el síndrome de Münchhausen (SM). Generalmente, las mentiras tienden a ser, en cierto modo, favorables para el autor: fingiendo hechos fantásticos en los que el mentiroso se ve enaltecido o contando historias irreales en las que se obtiene un beneficio de tipo económico, social, romántico o de cualquier otra índole. Sin embargo, en el SM el problema principal es que los pacientes tienen una necesidad enfermiza de “ser personas enfermas”, estar hospitalizados bajo diagnósticos confusos pero convincentes de enfermedades que ellos mismos se provocan.
Píldoras
El SM data de 1951 año en el que Asher toma el nombre a partir de la obra Baron Münchhausen’s Narrative of his Marvelous Travels and Campaigns in Russia publicada en 1784 por Eric Raspe, en la que se leían historias de un Barón alemán que narraban aventuras increíblemente elaboradas y complicadísimas de creer, en las que el oficial alemán afirmaba haber bailado en el estómago de una ballena y otras hazañas de ese estilo. Esta patología psiquiátrica tiene una etiología desconocida, pero los síntomas son peculiarmente enigmáticos. Los pacientes con SM generalmente tienen una larga historia médica en la que se incluyen varias hospitalizaciones en distintas instituciones de salud (signo del peregrino), muchas intervenciones médicas que no han resuelto el problema y cuadros clínicos dramáticos que, a pesar de la sintomatología, no se corresponden con lesiones orgánicas como causa de la misma.
Científicas
Contrario a lo que podríamos pensar, estos pacientes son personas con altos niveles educativos. Incluso, pueden tener conocimientos médicos suficientes como para imitar patologías raras o complicadas como cáncer, cáncer con metástasis, insuficiencia respiratoria, etc. Muchas veces el paciente es un miembro del personal de salud como enfermeras o médicos. Son personas con vidas muy inestables, incapaces de conservar un trabajo o una pareja y usualmente tienen antecedentes de eventos traumáticos, familiares muy enfermos u hospitalizaciones largas por diversas enfermedades. Básicamente estos pacientes son personas que toda su vida están intentando parecer enfermos e ingresar en hospitales sin ninguna intención de recibir otro beneficio más que el de hacer pensar a todo el mundo que están enfermos, haciendo todo esto de manera total y completamente consciente.
Esta enfermedad es un claro ejemplo en el que la mentira, siendo totalmente intencionada, es completamente inevitable e indispensable en la vida de una persona. Lo que hace aún más interesante a esta entidad nosológica es que los enfermos llegan a extremos verdaderamente inconcebibles para hacer su mentira creíble en todos los aspectos. Por ejemplo, el Dr. Tlacuilo y cols. reportan el caso de una mujer de 28 años que acudió al centro de salud por presentar una úlcera hemorrágica con evolución de 3 años en la rodilla izquierda; dentro de su historia clínica se encontraba un historial de 21 hospitalizaciones y la aplicación de 73 paquetes globulares (18L de sangre) por un síndrome anémico recurrente originado por la lesión en la rodilla. Cuando los autores la confrontaron ella admitió haber estado lacerándose la rodilla continuamente y prolongando el sangrado con la ingesta de anticoagulantes.
Es aquí donde, sin ser malo y sin atentar contra la moral o contra el 8vo mandamiento católico, se crea, intencionalmente, una secuencia de declaraciones y hechos falsos para poder preservar una imagen ante los demás, una imagen que no beneficia al mentiroso. Es una condición en la que mentir no es una acción que se haga para lastimar a terceros o para recibir un beneficio, sino el ¨placer¨ de sentirse enfermo. Todos tenemos nuestras máscaras, todos mentimos, todos huimos de la realidad; la diferencia entre unos mentirosos y otros, es que algunos no lo pueden controlar, algunos no queremos beneficiarnos al escapar de nuestro mundo, algunos sólo queremos mentir, algunos no podemos evitarlo.
Otro ejemplo es el que reportan el Dr. Roethe y cols. Es el caso de una estudiante de terapia respiratoria que fingía padecer insuficiencia respiratoria a quien tuvo que practicársele una traqueostomía y darle apoyo ventilatorio prolongado, y en quien se descubrió mediante la incisión en la tráquea se introducía diversos objetos para poder simular los síntomas. Con lo anterior, sabemos que el SM es en su mayoría un trastorno facticio en el que predominan los síntomas físicos, aunque también suelen presentarse con predominio psicológico (los pacientes fingen esquizofrenia por ejemplo).
BIBIOGRAFÍA: Tlacuilo J, Guevara F, Barón E, Estrada M. Síndrome de Munchausen: reto al diagnostico. Gac. Med. Mex. 1999, 135:177-181 Roethe M, Fuller C, Byrd R, Stanford W, Fisk D. Munchausen’s Syndrome with pulmonary manifestations. Chest 1981, 79:487-488
S
i yo ahora a usted, lector, le informara que estas páginas me han sido dictadas durante una abducción extraterrestre, artimaña mediante la cual una raza alienígena planea sembrar el pánico entre la raza humana haciéndolos dudar de aquello que consideran verdadero, ¿me creería?
¿CREE
USTED
EN LOS
ovnis?
O cómo la verdad es más inestable de lo que parece.
David Velázquez
FES Acatlán Ilustraciónes: David Svidrigailov
Lo más probable es que antes de llegar a veinte palabras ya estaría usted riéndose de una necedad como ésta, si es que no decide, para dejar de perder el tiempo en tonterías, cambiar de página y buscar algún artículo más interesante. Cualquiera que sea el caso, seguramente no dudará que le miento, que alucino o, más sencillamente, que he perdido la razón. Sin embargo, ¿qué certeza tiene usted de ello? ¿Realmente es imposible? Si para este momento usted se ha puesto serio y comienza a plantearse estas dudas con actitud metafísica, lamento informarle que no discutiremos, por ahora, este tema. ¿A qué tanto embrollo, entonces? Un problema como éste entraña, a mi parecer, otro de suma importancia: ¿por qué descartamos o aceptamos ciertas afirmaciones de manera inmediata? Tal parece que la facultad de juzgar entraña parámetros que nos permiten valorar rápidamente una proposición, casi sin detenernos a estudiarla; esa es la razón por la cual usted, amable lector, estaba seguro que yo le mentía cuando achacaba mi pobre inspiración a los inocentes marcianos. ¿Hubiera sido diferente si yo le hubiera confesado que no fueron éstos, sino las musas quienes me dictaron este texto? ¿Y si le digo que me fue revelado en un trance místico durante una ingesta de hongos sagrados?
A mi juicio, parte del problema lo explica Thomas Kuhn, célebre por introducir al pensamiento occidental la noción de paradigma como modelo de pensamiento establecido. Claro que Kuhn discutía la configuración de la verdad en un contexto científico, pero creo importante reconocer que más allá de la ciencia, su afirmación puede extrapolarse al ámbito de la cultura en general. Para entender esto, debemos recordar que, para Kuhn, “una de las cosas que adquiere una comunidad científica junto con un paradigma es un criterio para elegir problemas [...] en tanto y en cuanto el paradigma resulte aceptable […] son esos los únicos problemas que la comunidad admitirá como científicos.”1 Según esta afirmación, cada paradigma entraña sus propios criterios de discriminación que le ayudan a filtrar los problemas y proposiciones que pueden surgir dentro de él, los únicos que serán aceptados como viables por la comunidad que ha asimilado ese paradigma. En el ámbito de la cultura, afirmaba, no sucede de distinta manera: cada comunidad cultural establece sus propios criterios para decidir cuándo un dicho es (o puede) ser verdadero y cuándo se está siendo víctima de una tomadura de pelo. Cierto es, lector, que estos paradigmas son susceptibles de cambio, razón principal por la que Kuhn introdujo a su estudio el término “revolución”: cuando un paradigma deja de ser viable para aceptar ciertos hechos o proposiciones ante
las cuales se posee evidencia indudable, el paradigma atraviesa un proceso de transformación en el que sólo se conservarán aquellos criterios que no contradigan tal evidencia. Así también la historia de la humanidad ha atravesado una serie de procesos revolucionarios en sus paradigmas culturales, algunos de los cuales, incluso, perviven aún hoy en un mundo dominado por la razón científica. ¿De qué hablo? De la magia, la poesía, la filosofía, la religión… Veamos más de cerca cada una de estas instancias. Según Claude Levi-Strauss, antropólogo eminente, la forma esencial del pensamiento humano es de tipo “salvaje”, desplazado al paso del tiempo por el avance de la razón. Para él, a medida que el hombre primitivo alcanza cierta comprensión del mundo, comienza a establecer relaciones de causalidad entre los fenómenos que le rodean, casi siempre motivadas por contigüidad y sincronía2. Este pensamiento es el que nosotros, “hombres civilizados” llamaríamos mágico. (El sol se oculta, provocando una oscuridad que dura sólo unos minutos, y luego vuelve a surgir; durante la noche, el líder de la tribu muere: el sol ha reclamado la vida del mejor hombre de la tribu). Hoy este modo de pensamiento, que para algunas comunidades sigue vigente, para nosotros, hombres “civilizados”, resulta una patraña, ¿por qué? ¿Qué lo hace palidecer frente a otros juicios? ¿Qué lo demerita? Una forma evolucionada del pensamiento mágico es la religión, surgida, como
1 Cfr. Thomas Kuhn. La estructura de las revoluciones científicas.
2 Cfr. Claude Levi-Strauss. El pensamiento salvaje. Fondo de Cultu-
Fondo de Cultura Económica. México, 2013.
ra Económica. México, 1964.
Jarabe
Humanístico
distingue James G. Frazer, en el momento en que el hombre reconoce su impotencia sobre el devenir de la naturaleza.3 Por supuesto que cuando el hombre se percató de que en el mundo existía la causalidad, fue su deseo operarla y usarla a su favor; incluso hay mucha gente que hoy se dedica a explotar estas posibilidades. Si no me cree, lector, visite en la Ciudad de México el Mercado de Sonora, célebre por su gran oferta de productos y servicios mágicos. Sin embargo, hubo un tiempo en que la magia se mostró inefectiva ante las expectativas del hombre primitivo, forzado a reconocer la superioridad e inefabilidad de los poderes de la naturaleza. En adelante, el hombre intentaría complacer a estos poderes; ya sea mediante oraciones, inmolaciones o penitencias, la religión implica esta humildad ante la naturaleza. En este proceso, la magia cayó en desprestigio, imposibilitada para actuar sobre las fuerzas naturales y censurada por su actitud arrogante hacia ellos; poco a poco la religión ganaría terreno y la relegaría al baúl de la charlatanería. En este punto, según distingue Marcel Detienne4, por lo menos en lo concerniente a la cultura griega, objeto de su estudio, existen tres personajes portadores de la verdad: el adivino (homólogo del sacerdote), el poeta y el rey de justicia. Los tres poseen, para ello, una capacidad vedada a los otros hombres: la capacidad para decir “lo que ha sido, lo que es, lo que será”,5 gracias a la virtud de la memoria, la musa Mnemosyne. ¿Así que la verdad les era dictada por una diosa? En efecto, para estos tres personajes la verdad transmitida era resultado de la voluntad divina, pues ninguno se salvaba de actuar conforme al ritual. Aquí me gustaría resaltar el papel del poeta, simple vehículo transmisor de palabras ajenas, pero admirado por su cercanía, equiparable a la del sacerdote, 3 Cfr. James G. Frazer. La rama dorada. Fondo de Cultura Económica. México, 2011. 4 Cfr. Marcel Detienne. Los maestros de verdad en la Grecia arcaica. Sexto Piso. México, 2004. 5 Ibídem. p. 10.
con las fuerzas divinas. ¿Recuerda usted, lector, el comienzo de la Ilíada? “La cólera, canta, diosa, del Pelida Aquileo”.6 Allí vemos a Homero, poeta entre los poetas, acudir a una diosa para que relate a través de él la historia del sitio de Troya, batalla ejemplar del mundo griego. No sorprende, entonces, que hoy la poesía sea tomada con poca seriedad por algunos partidarios del pensamiento lógico y científico… Ahora bien, recordemos también, lector, que Homero fue por mucho tiempo el bastión de la cultura griega, y que todo griego que se respetase conocía más que superficialmente sus poemas; no es de sorprenderse, entonces, que el nacimiento de la filosofía, encunada también en Grecia, bebiera de fuentes homéricas. En efecto, incluso los primeros filósofos griegos parten de las afirmaciones de la poesía homérica para hacer llegar sus reflexiones al pueblo griego. También, según ha reconocido Werner Jaeger en un estudio dedicado a este asunto7, esta primera forma de la filosofía se caracterizó por su cercanía a la teología natural: una búsqueda del principio unitario ordenador del mundo, que marcó el llamado “paso del mito al logos”: la transición de un pensamiento mítico, religioso, a uno racional. Sin embargo, como hemos visto, no hay verdad que dure, y pronto el platonismo ahogó también a los primeros naturalistas bajo el peso de su filosofía. Platón, más centrado en los problemas del hombre, y muy poco por la ordenación del universo, expone su idea de una ciudad ideal en La república, pero al hacerlo destierra poesía y religión por considerarlos ajenos a la verdad esencial: más allá del mundo sensible, existe el mundo de las ideas, que dan forma a todas las cosas de nuestro mundo; acceder a él es la tarea del fi6 Según la versión en verso de Rubén Bonifaz Nuño, en Homero. Ilíada. Universidad Nacional Autónoma de México. México, 2005. (Bibliotheca Scriptorvm Graecorvm et Romanorvm Mexicana) 7 Werner Jaeger. La teología de los primeros filósofos griegos. Fondo de Cultura Económica
Jarabe
Humanístico
lósofo, pero para ello hay que aceptar que nuestra realidad no es más que la sombra de aquel. Mucho duraría la influencia platónica en la mentalidad occidental, pues entraña la posibilidad de explicar el mundo mediante el examen de la razón, la máxima facultad humana. Pero también la verdad de la filosofía enfrentó recientemente el embate del cientificismo, cuando la escuela positiva, conocida por el nombre de Círculo de Viena, tachó a la tradición metafísica (la filosofía tradicional) de “errónea”, “incierta” y “carente de sentido”; en pocas palabras, insostenible frente al análisis lógico.8 Hoy la ciencia es el paradigma dominante en nuestra cultura, y pocos se atreven ya a contradecir sus argumentos, pero ¿qué pasará en algunos años? Por lo pronto, una nueva verdad se alza en el mundo: la verdad de los medios masivos, que dominan la opinión y el pensamiento de grandes sectores de la población. Gracias a ellos es posible hacer pasar a un candidato político como la más inocente de las ovejas, y cualquier disparate que salga de su boca como una promesa de bienestar; o al contrario, convertir a un filántropo humanista en un malévolo terrorista, pero esto será tema de otro artículo.
8 Cfr. Rudolph Carnap. La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje, en A. J. Ayer. El positivismo lógico. Fondo de Cultura Económica. Madrid, 1993.
MENTIRAS
pedagógicas Braulio Reynoso Javier
¿
FES Acatlán Ilustración: Erick Valdés Silva
Quién pondría en tela de juicio, después de una reflexión seria, la importancia de la educación? Independientemente de la modalidad que ésta asuma (formal, no formal o informal), sabemos que la cultura, el conjunto de entidades que el ser humano ha creado a través de su devenir histórico, es algo que se perpetúa y enriquece gracias a la educación, en tanto que ésta es la instancia en que el sujeto educando asimila “los usos y costrumbres, las prácticas y hábitos, las ideas y creencias, en una palabra, la forma de vida de las generaciones adultas”1. Me permito aventurar que la humanidad en general, y los individuos destacados en particular, tienen en la educación uno de sus principales motores históricos: merced a ella, el ser humano se vuelve, en palabras de José Manuel Villalpando, “sujeto de la cultura, ya como poseedor de bienes culturales, ya como actor de la faena cultural”2. Para este autor, la educación es el
proceso por el cual se desarrolla la potencialidad cultural del hombre3, es decir, se le hace capaz de participar en la cultura, asimilando los valores de ésta, y creando los propios. Ahora bien, para hablar de la axiología educativa, Villalpando distingue dos tipos de valores, íntimamente relacionados: los valores culturales y los valores educativos. Los primeros, que encarnan en bienes culturales, son todas aquellas creaciones que ha hecho el ser humano, y que, al entrar en contacto con un sujeto educando, lo humanizan, ayudándole a ingresar al mundo social en que su subjetividad adquiere pleno sentido. Los valores educativos, por otro lado, son valores dinámicos, en formación, y tienen su base material en el proceso educativo mismo. “Es la formación, por tanto, el valor educativo por excelencia; pero la formación es consecuencia del proceso, requiere que se realice”4. Los valores educativos, pues, son esa actualización gradual y constante (una persona nunca termina de educarse) del desarrollo de cada sujeto5.
1 LARROYO, Francisco. Historia general de la pedagogía (20a ed.). México, Porrúa, 1984, p. 35.
3 Id.
2 VILLALPANDO, José Manuel. “Los valores y los bienes
4 Id.
educativos”. En: Lecturas mexicanas sobre educación (2a. ed.). Sergio
5 Ibid. p. 405
Montes García (Comp.). UNAM. Facultad de Estudios Superiores Acatlán, 2013, p. 403.
Ilustración: Anahí Sánchez Osorio
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En palabras llanas, conviene considerar por un momento un planteamiento que estimo pertinente: el ser humano, al estar situado en el mundo, y al ser para él este mundo un espacio eminentemente social (un espacio en el que vive, indefectiblemente, con otras personas), busca comunicarse, busca expresar lo que le es propio, tanto más cuanto que se hace consciente de su finitud y accidentalidad, procurando así perpetuarse. Es por ello que los poetas intentan eternizar los instantes que marcan su existencia, y los luchadores sociales intentan construir en la estructura de la sociedad los ideales que reconocen como parte de su aspiración esencial. Pues bien, la educación le da al sujeto esa comunicabilidad con el entorno, con el mundo social. Sólo puede crear valores quien ha recibido de la sociedad el material para edificarlos. El maestro Raymundo Ramos redondea la idea de educación, conceptualizándola como “un proceso de cambio para el crecimiento, de efectos más o menos permanentes, orientado hacia la formación de valores en la persona”6. Ahora bien, la verdadera educación, así entendida, toma en cuenta la constitución integral del sujeto, por lo cual debe apuntar al crecimiento armónico: a la cultura de la sensibilidad, del saber y de las conductas7. El maestro señala que así, por la educación, “se evita, al mismo tiempo, la incomunicación del hombre, abstraído en responsabilidades concretas, o sea, se posibilita su solidari6 RAMOS GÓMEZ, Raymundo. “Los valores humanos en la formación integral del educando”. En: Lecturas mexicanas sobre educación (2a. ed.). Sergio Montes García (Comp.). UNAM. Facultad
Humanístico
dad sin perder por ello, el centro autónomo de su persona”8. Tomando en cuenta lo dicho anteriormente, resulta peligroso no reconocerle a la labor educativa la importancia que reviste, no concederle a su estudio (¡y a su práctica!) la seriedad y el empeño que merece. Lamentablemente, en el mundo contemporáneo existe una tendencia a abandonar las inquietudes humanísticas que la sociedad, en sus grupos y sujetos más destacados y propositivos, despliega en la forma de las indagaciones que buscan la verdad y el bien (formas que se identifican con el arte, la filosofía, la ciencia y la praxis social transformadora). Como consecuencia podemos ver, por ejemplo, la tendencia a presentar la educación como una mercancía, un servicio cuyo único propósito es insertar al sujeto educando al mercado laboral para que pueda procurarse una vida materialmente holgada. Como un ejemplo más, considero que hay otra calamidad lamentable que marca negativamente a la educación, y se trata de la tendencia a reducir y pauperizar el espíritu humano mediante la perpetuación de prejuicios y limitaciones intelectuales. Es decir: una forma de pseudo-educación que impide a los educandos vivir en solidaridad con el otro, una pseudo-educación que reproduce prejuicios de clase, de raza, de credo, y que ideologiza doctrinaria y catequéticamente al estudiante, vulnerando su capacidad de pensar por sí mismo. La pretensión de hacer de la Pedagogía una ciencia va orientada en el sentido de contrarrestar este vicio, por eso dice Luzuriaga: “Si la educación se realiza en
de Estudios Superiores Acatlán, 2013, p. 407. 7 Ibid. p. 408
8 Ibid. p. 409
Jarabe
vista o sobre el fundamento de la pedagogía como ciencia se eliminará de aquella la intervención de elementos o factores interesados en fines particulares o parciales como son los partidos políticos, las confesiones religiosas o las clases sociales”9. La tremenda importancia de la educación, y la existencia de vicios educativos como los arriba mencionados, justifican la necesidad de una disciplina que se dedique exclusivamente a la educación, con un afán a la vez descriptivo y normativo. Una labor como la de educar amerita que se reflexione en torno a los fines e ideales educativos (cómo ha de ser el sujeto educando cuando haya asimilado los valores que se quieren enseñar), los medios educativos (de qué manera, en congruencia con la constitución integral de la persona, es más factible enseñar), la estructura del sujeto educando (cómo es, en sus dimensiones psicológica y biológica, el individuo a educar) y la dimensión social del proceso educativo (la influencia de la educación en la sociedad, así como de ésta en aquella). Un discurso, una disciplina tal, es la Pedagogía. Se trata de una profesión cuya historia se hunde en los orígenes de la civilización occidental, y presenta hoy una gran riqueza y diversidad. Empero, existen en el público no especializado diversos errores de juicio acerca de esta disciplina. Veamos algunos de ellos. Uno de los prejuicios más difundidos, al menos fuera de la academia, es que la Pedagogía es una disciplina, si no exclusiva, sí predominantemente para mujeres. 9 LUZURIAGA, Lorenzo. Pedagogía (12a. ed.). Argentina, Losada, 1975, p. 22.
Humanístico
Se considera raro que un varón decida estudiar Pedagogía, y yo considero que esta “mentira pedagógica” (es decir, esta mentira acerca de la pedagogía) adolece de una doble impertinencia. Por un lado, está basada en un estereotipo de género, que ya ha sido denunciado en diversos espacios académicos de nuestra facultad: la mujer tiene la función de gestar, de cuidar pasivamente a un sujeto para nutrirlo, en tanto que al varón le toca ser “activo”, dedicarse a las faenas que implican salir, trabajar en ese mundo que es externo a un metafórico hogar en el que la mujer debe estar confinada. Ahora bien, este prejuicio afecta también a los hombres, pues se les juzga incapaces de nutrir a un sujeto, de asumir la capacidad gestativa (en el plano de lo moral o intelectual) dedicándose, profesionalmente, a la educación. Por otro lado, este prejuicio supone un profundo desconocimiento de la historia de la Pedagogía, donde muchos personajes señeros han sido varones. Claro, esto es entendible considerando el hecho de que el discurso dominante de la civilización occidental ha sido, hasta hace relativamente poco tiempo (pues todo apunta a que estamos en vías de superar esa actitud de exclusión hacia la mujer), androcéntrico, y es dable pensar que hay muchas figuras importantes en educación que la historia no registró por tratarse de mujeres. En todo caso, ha habido innumerables pedagogos varones, desde Juan Amós Comenio hasta Rafael Ávila Penagos, pasando por Enrique Pestalozzi, Herbart, Paulo Freire, Francisco Larroyo y un largo etcétera. Afortunadamente, hoy en día se empieza a lograr un venturoso equilibrio, pues si bien sigue siendo relativamente escaso el número de estudiantes hombres de Pedagogía, el sa-
ber pedagógico es generado por académicos muy eminentes de uno y otro género. Otro más es que los pedagogos son exclusivamente docentes. La Pedagogía se encarga de la reflexión integral en torno a todos los problemas educativos, y aborda tanto los aspectos técnicos como las indagaciones filosóficas relacionadas con su objeto. Así pues, si bien el pedagogo pueden perfectamente dedicarse a la docencia, su formación va más allá de una capacitación en las técnicas de la enseñanza. Al ocuparse de un objeto como la educación, que involucra al espíritu humano, la pedagogía se distingue de la técnica, superándola, pues “la técnica es algo mecánico, automático, que se aplica indistintamente a cualquier material, en tanto que la educación tiene que resolver problemas individuales. La técnica se refiere ante todo a la práctica, y la pedagogía es, además de ésta, una teoría”10. Los campos profesionales de los egresados de Pedagogía incluyen (entre otros campos emergentes) el diseño curricular, la investigación educativa, la gestión educativa, la psicopedagogía y la intervención socioeducativa, por mencionar algunos. Por ahora me referiré sólo a un equívoco más, que consiste en confundir a la Pedagogía con las Ciencias de la educación (en plural). Hoy existe un fuerte debate en torno al estatus epistemológico de nuestra disciplina, es decir, a su cientificidad. Para autores como Lorenzo Luzuriaga o Francisco Larroyo, la pedagogía es la ciencia de la educación (en singular), en tanto que otros autores (sobre todo los más recientes) le
niegan el carácter de ciencia. En otro ensayo me ocuparé del problema sobre el estatus epistemológico, por ahora bástenos saber que la Pedagogía se encarga de los problemas generales de la educación, y las Ciencias de la educación son insumos que las ciencias particulares aportan para la construcción de métodos más pertinentes de enseñanza (por ejemplo, la neurofisiología del aprendizaje). Si bien la Pedagogía describe en cierta medida el proceso educativo (a través de sus estudios históricos), su finalidad primordial es normativa, y le corresponde orientar la práctica social de la educación11. En conclusión, la Pedagogía es una disciplina que, por ocuparse de un proceso tan importante como la educación, puede coadyuvar a la formación de sujetos más críticos y libres en la sociedad, de tal suerte que poco a poco sean superados los problemas sociales que hoy nos aquejan. La formación de un ser humano con un perfil distinto al que las fuerzas inertes de una sociedad masificante y acrítica incorda en los ciudadanos es sumamente importante si queremos superar la pobreza material, intelectual y moral en que vive una notable mayoría de individuos en las sociedades actuales.
11 ÁVILA PENAGOS, Rafael. “¿Qué es pedagogía? 25 tesis elementales pero fundamentales”. http://www.huila.gov.co/ documentos/educacion/huilaensena/Acompa%C3%B1amiento-Curricular/Taller%202/QUE%20ES%20PEDAGOGIA%20
10 Ibid. p. 17
25.pdf consultado 9/11/2013. p. 17.
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ma
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Cristo,
mucha sangre
Mtro. Luis Felipe Estrada Carreón FES Acatlán Ilustración: José María Zárate Sánchez
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sta sentencia surge de la forma como antiguamente los artesanos religiosos resolvían sus errores en la elaboración de figuras y estofados. Cuando se equivocaban o estaba dañada, solucionaban el problema poniendo más “sangre” a los Cristos. El estilo Barroco, sobre todo, empleaba estas imágenes que buscaban conmover a los fieles con el uso de Cristos sangrantes y vírgenes dolorosas. Respecto a estas técnicas, se cuenta una anécdota de un pintor de Orbaneja, pueblo de España, que cuando se le preguntaba qué era lo que pintaba, respondía: si sale con barbas, San Antón; si no, la Purísima Concepción.
Afirmar,
mentir,
FICCIONALIZAR Laura Sofía Rivero Cisneros FES Acatlán Ilustración: Anahí Sánchez Osorio
El poeta nada afirma y por lo tanto nunca miente. Philip Sidney
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ectores que han creído en la veracidad de las obras literarias: incontables por su abundancia. Desde aquellos que tomaron The Da Vinci Code como el más oscuro de los secretos por fin revelados, hasta quienes siguen buscando la casa de Aura en Donceles 815. Naturalmente, el sinsabor de enfrentarse a la naturaleza de la ficción –irremediablemente cerrada e incapaz de localizarse en el mundo real– concluye en el cierre berrinchudo de las páginas engañosas o en el desdichado destino del libro como pata faltante de la cama. Sin embargo, esta separación radical entre la ficción y la realidad es aparente. Pareciera que en la primera sólo existen elementos creados sin correspondencia en el
mundo; y en la segunda, objetos tangibles, conmensurables y sólidos que pueden sentirse al tacto. Por esta causa, se identifica a la ficción como un universo únicamente imaginativo, y es el poeta un mentiroso que inventa hechos sin veracidad alguna. No obstante, esta escisión tajante es rebatible. Al leer que Argos, perro de Ulises, cae muerto tras reconocer a su amo en su regreso… ¿acaso la ficción es tan cerrada e inalcanzable que no nos permite imaginar un perro identificable con Argos? Si bien las palabras construyen redes simbólicas que existen en la ficción y no en nuestra realidad, es decir: jamás podremos acariciar a Argos o lanzarle un hueso porque su existencia es únicamente “narrativa”, sabemos y conocemos lo que es un perro; por tanto, la realidad se filtra hacia las construcciones literarias logrando un puente indisoluble entre ambas. Así pues, entendemos que sí existe un nexo entre dos planos aparentemente lejanos. Las confusiones de aquellos lectores referidos con anterioridad lo confirman: se confunden porque ambas partes comparten ciertos elementos. ¿Qué es, pues, lo que las diferencia? No es sólo la incapacidad de cotejar la existencia real de lo literario. Nadie podrá tomarle la mano a la libertad, espiar a la inteligencia o abofetear un pensamiento. Es decir, los objetos abstractos no son ne-
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cesariamente ficción. Ésta se avoca más bien a un proceso, la ficcionalización. Wolfgang Iser explica que en ella: “los mundos que existen se ven sobrepasados y, aunque son reconocibles, su disposición contextual les hace perder su aire de familiaridad1”. La ficción literaria no es una mentira. En esta última, la verdad intenta ocultarse. En la primera, la realidad se remodela. Por lo tanto, exige de nosotros una lectura peculiar, condicionada por el pacto ficcional. Es decir, por la consciencia y certeza de que leeremos el texto no cómo un discurso histórico o científico -aunque su forma lo asemeje a éstos- sino como una selección de elementos presentes en nuestro mundo que se disponen de un modo peculiar para, a su vez, construir un universo con reglas propias. Este pacto que entablamos con el texto nos hace aceptar que no hallaremos una conexión de veracidad entre los componentes de la ficción literaria. Su unión se fundamenta en el principio de la verosimi1 Iser, Wolfgang. “La ficcionalización: dimensión antropológica de las ficciones literarias” en Teorías de la ficción literaria. Madrid, Arco Libros, 1997. p44.
Humanístico
litud: articular cada una de las partes del texto de tal modo que se origine una naturaleza propia, creíble pero no verdadera. El escritor de ficciones no es un mentiroso, afirma Iser con los postulados ya revisados, sólo elige qué representar y cómo combinarlo con otras unidades. No obstante, si usted no se convence y sigue cansado de los engaños de la televisión, de las infames jugarretas que le han ocasionado las citas que hace Borges de la Enciclopedia Britannica, y no piensa recoger el libro que aventó por la ventana porque se encuentra terriblemente fatigado por la ficción, le recomiendo tomarse unas vacaciones en algún lugar alejado de los fingimientos y las apariencias. Como una sugerencia, en los anuncios de esta revista, encontrará magníficos descuentos para un viaje a Macondo. Directo y sin escalas en clase económica. Ya que si lo suyo son las emociones fuertes y los deportes extremos, vaya a Mordor. Por favor, no olvide enviarnos un correo si logra regresar de allí.
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práctica DE SOBREINTERPRETACIÓN Héctor Sapiña Flores
FES Acatlán Ilustración: Anahí Sánchez Osorio
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adas las múltiples instancias que intervienen en la producción y recepción de una obra artística en el sistema de la cultura pop, los límites para interpretar un texto son confusos. ¿Qué sentido puede extraerse, por ejemplo, de aquel mito sobre la sincronía entre el álbum The Dark Side of the Moon de Pink Floyd con la cinta El mago de Oz de 1939? No negamos la posibilidad pero vale señalar el problema: ¿cómo elaborar una interpretación confiable de un texto pop sin caer en el dato curioso o abstraernos hacia el papel de meros observadores? En el caso de nuestro ejemplo: ¿cómo pasar de la mera impresión ¡no mames: qué loco ver a Dorothy volando con Pink Floyd de fondo! y no limitarnos a la mera descripción: la necesidad humana por dar orden al caos deriva en la coordinación de dos experiencias estéticas simultáneas? Antes de alcanzar nuestra propuesta ensayemos una mentira. El concierto Back in the USA de Paul McCartney abre con la canción “Hello Goodbye”, un clásico de The Beatles. El sentido inmediato está dado en el título: la palabra hello al principio de un concierto parece apelar
a la apertura del canal de comunicación entre el artista y su público: como ritual de introducción, se saluda al interlocutor para producir un ambiente ameno, donde el cantante (mitificado por las décadas del pop) se presenta como cualquier persona, quien, a lo largo de la cita, entablará un diálogo cotidiano, anecdótico, familiar. Al fondo del escenario se proyectan líneas de distintos colores, animadas de manera que se forman patrones de líneas paralelas enfrentándose a patrones que las atraviesan perpendicularmente (ver la entrada Geométrico en el Diccionario de símbolos de Cirlot). Tanto la diversidad de colores como la oposición en direcciones en la proyección representan el conflicto entre las dos voces que discuten en la narración de la lírica (la canción versa: dices ‘sí’, digo ‘no’/ dices ‘para’, y digo ‘¡vamos, vamos, vamos!’). Aunado a esto, si consideramos la dirección audiovisual del concierto (la versión que vemos en el DVD o en youtube) las tomas elegidas para la canción en cuestión destacan, obviamente, a Paul McCartney como estrella principal; pero haciendo un conteo de las otras tomas, el baterista ocupa el segundo lugar de presencia en la imagen (los planos que lo muestran solo en su ejecución son muchos más que los que muestran al tecladista, los guitarristas o al público). Nuevamente se establece una dicotomía entre las dos figuras centrales del escenario: McCartney y Abe
Jeringa
Laboriel, británico y mexicano, bajista y baterista, intérprete de pie e intérprete sentado, pero con una actividad común: el canto. Así, las múltiples dicotomías se sintetizan a través de la voz, síntesis que remite a la festiva coda de la canción, donde las opiniones contradictorias logran unirse bajo una sola intención rítmica y las palabras adquieren carácter de jitanjáfora impura, distinguiéndose sólo algunos morfemas de la palabra hello. Dicha síntesis es anunciada en la imagen por la intervención de algunas tomas donde se observa a McCartney y a Laboriel en el mismo encuadre. Además de los patrones lineales proyectados al fondo del escenario, hay una pantalla donde se hacen acercamientos a los músicos en la cual observamos dos significaciones: por un lado, una finalidad útil en tanto implica una cortesía al público lejano (que compró boletos baratos) quien ansía ver el rostro del liverpooliano; por otro, funge como reiteración del espectáculo, una consciencia del ser escénico inserta en el escenario. De esta manera, el diálogo se lleva a un nivel ulterior: no sólo existe comunicación artista-público, sino espectáculo-espectáculo; llevando la semántica de la canción (dices sí, digo no) a una tensión textual que representa todos los abismos del hombre posmoderno. Mucho más podríamos decir al respecto de nuestra interpretación, sin embargo, es necesario ponernos un freno. ¿En qué momento permitimos que nuestra paranoia textual nos llevara tan lejos? Probablemente en el segundo párrafo de nuestro análisis. Vale la pena recurrir (como he-
Social
mos dicho en otra ocasión) a la mano de un crítico que nos ayude a cruzar la avenida de la interpretación. Umberto Eco propone el concepto de sobreinterpretación para describir, precisamente, el comportamiento paranoico de quien se propone extraer los sentidos posibles de un objeto. Destacamos por ahora un principio fundamental: un texto prefigura a un lector modelo, cualquier lector que se acerca a dicho texto intenta acercarse a dicho modelo o al menos parte de una noción que se figura sobre el modelo implícito para crear su propia lectura. De esta manera, es posible detectar el error de nuestro análisis: a nuestro parecer hay dos destinatarios en la comunicación de McCartney, el aficionado a The Beatles y el consumidor promedio de los conciertos familiares (hombre de clase media que lleva a su esposa e hijos a ver una “leyenda”). Ambos modelos obedecen a dos distintos grados de datos culturales en torno a la figura del artista, por lo tanto, el texto del concierto ha sido articulado para activar aquellos datos: el anecdótico (las aventuras de John, Paul, George y Ringo en su vida como súper estrellas del rock) y el musical (un bagaje básico de canciones populares compuestas por dichos músicos). Así, la recepción del concierto puede describirse de la siguiente manera: el significado de la palabra hello1 y la gesticu1 Ya en el número 12 sobre Dependencia comentábamos la subordinación de los contenidos en la lírica de la música pop: en tanto esta cultura tiene como núcleo de su comunicación la imagen, los significados de las palabras cobran menor importancia. Así, en esta ejecución de “Hello Goodbye” los contenidos de la letra se desplazan y queda únicamente la partícula de significado del saludo.
lación de McCartney implican un rito de apertura para un espectáculo en vivo donde la presencia de un público aficionado o consumidor es central. Y ya. Cierto: tanto la selección final de las tomas para la edición del DVD como las disposiciones del escenario (espacio, acciones, diálogo, música, improvisaciones, etc.) permiten elaborar sentidos múltiples que a su vez pueden ser puestos en duda, o cuyas finalidades pueden ir y venir entre el consumo masivo de productos y una experiencia estética “pura”. Los límites textuales de la cultura pop, como parte de los procesos posmodernos, se desdibujan cada vez más y, por lo tanto, su interpretación es crecientemente ambigua e incluso posiblemente vacía. Especialmente en cuestiones de música en vivo, la elaboración de un sentido a partir de un texto es casi inaprehensible, reducible a lo instantáneo o (aceptamos con temor) dependiente de cada sujeto y, por lo tanto, ficticia2. Sin embargo, nos aferramos a la posibilidad de comunicación efectiva entre autor, texto y receptor. ¿Es posible elaborar una crítica válida sobre una manifestación de la cultura pop?
2 Agradecemos las enseñanzas de un Fenómeno y un Cronotopo (disculpen los pseudónimos improvisados) por guiarnos hacia la comprensión de este problema.
Tomografía
deportiva José Antonio Rivero Calvillo
E
n el deporte, la realidad y la ficción conviven tan a menudo que podríamos afirmar que son los amantes eternos. Así pues, son muchos los ejemplos de mentiras en las que se ha visto envuelto el mundo del deporte. Basta señalar que hace 25 años, las selecciones mexicanas de fútbol fueron castigadas por la FIFA, al descubrir que en una eliminatoria de las denominadas selecciones sub (20 ó 23), se presentaron jugadores que rebasaban ― con uno y hasta cuatro años― el límite de edad., por consiguiente ésta no pudieron participar en ningún evento internacional, por un espacio de dos años. Por otro lado, mentir, también denota ―de alguna manera o de todas― hacer trampa. Misma que, incluso, los grandes ídolos del deporte han utilizado y, por ello, su fama ha sufrido un deterioro al develarse dichas artimañas. Por ejemplo, Ben Johnson, atleta canadiense, quien dio positivo por estanozolol tras ganar la final olímpica de los 100 metros en Seúl ‘88; y, más recientemente, el ciclista Lance Armstrong: ejemplo de vida por haber superado su cáncer testicular, pero, después de someterse a una serie de pruebas fue acusado de dopaje, situación que le valió la descalificación del mundo deportivo.
Sin embargo, el deporte no sólo se enfoca en acontecimiento deleznable para admitir su carácter falaz, pues existe otras tantas figuras, que por su capacidad, han logrado pasar a la historia, precisamente creando historias, ficcionalizando. Es el caso de Pedro “El mago” Septién, el más grande cronista deportivo de nuestro país. Quienes tuvimos la fortuna de escucharlo podemos establecer una gran cantidad de contrastes con los narradores merolicos de los tiempos actuales. “El mago” era un diestro rétor, dominaba la palabra, podía hacer citas de obras de la literatura, así como recordar con precisión nombres, fechas y datos de los grandes peloteros de México y el mundo. Relatan que el apodo de “El mago”, lo obtuvo tras narrar un partido de béisbol que sólo ocurrió en su imaginación: en esa ocasión, se perdió todo contacto con el lugar del evento deportivo y solamente cabía la posibilidad de enterarse del resultado a través de un cable informativo. A pesar de ello, Septién narró las últimas entradas del encuentro con la ayuda de su inventiva y, ante el asombro de varios de sus colegas, se pudo observar que la crónica de “El mago” fue muy semejante a la que hubo ocurrido en realidad. Él, de manera festiva, declaraba: “si no hay un evento, tú lo inventas”. Cuentan, además, que en otra ocasión narró para la XEQ un juego con las grandes estrellas de los diamantes de las ligas mundiales, para competir con otro partido que sería transmitido por la XEW a la misma hora. Varios prefirieron escuchar la crónica de “El mago” a pesar de que ese juego jamás ocurrió.
Hunahpú e Ixbalamqué Julián Saldierna Rangel Profesor de la FES Acatlán.
S
on los gemelos divinos que según el Popol Vuh emprendieron el viaje al inframundo para vencer a los señores de la muerte y después convertirse en el sol y la luna. Hunahpú se traduce como “uno cazador de la cerbatana.” Es también uno de los nombres del calendario sagrado de 260 días al que se le asocia con el reino de la muerte y con el renacimiento en el inframundo. Ixbalanqué se puede traducir como “pequeño jaguar”, “jaguar hembra”, o “Joven escondido/ Jaguar sol”. Hunahpú e Ixbalamqué engañan a los señores de Xibalbá, por ejemplo, al hacerse pasar por pobres de aspecto avejentado que con su baile generan la muerte y resurrección de seres y cosas. Los del Xilbabá piden lo mismo para ellos, pero los gemelos sólo los matan, no los resucitan. Así, la mentira, que también es usada por los señores del inframundo como una forma de dominación y humillación, adquiere otro valor en los héroes del Popol Vuh; evidencia astucia, inteligencia, pues se emplea como recurso para reestablecer el orden que favorecerá la creación del hombre de maíz y la salida del sol.
PUEBLO
MICHOACANO encuentra las
“llaves
del cielo”
Yobany García Medina
FES Acatlán Ilustración: Denisse Bonitzú Alvarez Chávez
No cesan las quejas por parte de los habitantes hacia el párroco de la comunidad por tan asombroso suceso.
O3/12/2001
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ancítaro Michoacán. El pasado viernes santo, después de la fiesta-viacrucis, un habitante del poblado de Tancítaro, Michoacán, halló, entre unos matorrales, lo que se presume son las “llaves del cielo”, las cuales se creían en poder de San Pedro. Tancítaro es una población del estado mexicano de Michoacán de Ocampo, localizada al oeste del territorio, exactamente al pie del Pico de Tancítaro, que es la mayor elevación del estado. En esta localidad un hombre asegura haber hallado “las llaves del cielo”. El hombre se encontraba en estado de ebriedad en el momento del milagroso suceso, asevera que sólo quería aflojar el cuerpo detrás de unos matorrales cuando en el piso observó un objeto que lo deslumbró. El señor, Juan Pérez Revelación, sorprendido levantó las susodichas llaves, de tal manera que su estado aminoró hasta casi llegar a la normalidad. Algunas personas allegadas a él se acercaron al notar la reacción del hombre, afirman que se orinó de la emoción.
Por otro lado, las llaves fueron entregadas al párroco de la iglesia municipal, no por la confianza en él, sino porque éstas poseían un grabado indescifrable que nadie entendía, ―ya que pocos en el pueblo saben leer― razón por la cual recurrieron al padre, Juan Zúñiga; otra razón importante de la entrega de las llaves fueron los símbolos que poseían, propios de la religión.
Las “sagradas llaves”, como se les ha comenzado a llamar, se encuentran resguardadas en el santuario municipal mientras el arzobispado de la Ciudad de México manda a resolver el asunto, no sé qué tanta veracidad pueda haber en los hechos, hasta no efectuarse una ardua investigación y análisis de las supuestas “llaves del cielo.” Mientras tanto el pueblo entero de Tancítaro sigue reclamándole al padre: ¿quién les abrirá las puertas del cielo?
Lunes 31 de octubre, 2014.
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na sirena sale nadando de la pantalla durante la proyección de Chejov, te amo en la sala IMAX del Museo del Niño ayer a las 6:53 de la tarde, coletea por unos minutos y muere en punto de las 7. El estreno de la recopilación de cortometrajes documentales basados en cuentos de Antón Chéjov se vio interrumpido (‘…o complementado’, dicen algunos críticos) por la aparición de una sirena a la mitad de Las verdades creativas detrás de “El teléfono”, obra de Krauss Martínez auto-apodado “El Visionario Bohemio”. La gente no sabía si correr, reírse, maravillarse o simplemente ignorarla. Algunos espectadores comentan que se veía tan real que después de verla cinco minutos retorcerse en el piso de la sala pidiendo agua, comenzaron a creer que no era parte del espectáculo y tal vez debían haber hecho algo. Otros, en pánico, se levantaron y salieron de la sala con toda velocidad, “no vaya a ser que se repita lo del minon-tauron de la semana pasada”, explica uno de ellos. El director del cortometraje nos asegura que en ningún lugar de la película incluyó una sirena, que tal vez fue un elemento del trabajo de otro, filtrado en su sección del filme durante la edición. La crítica defiende que, “esta negación por parte de Krauss no es más que la confirmación de que él mismo dejó el motivo
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PANTALLA
vomita
cosas de nuevo L. Bozin, 2014
Ilustración: Isabel Rivera Santos
de la sirena para ese momento específico del corto, ya que un artista —como los ilusionistas— nunca dice verdades sobre su trabajo. Este aspecto le da un carácter absolutamente grotesco al estilo del director y sin duda estaremos siguiendo sus pasos”. Sin embargo, uno de los críticos, Alberto Aristarco, ha diferido: “son idiotas si no pueden darse cuenta de que una criatura murió sufriendo frente a sus ojos; es imposible que la sirena fuese parte del filme si todos los elementos en ella diferían por completo de lo mostrado en el cortometraje, no hay nada, ni un indicio de posible armonía entre la visita y la investigación documental presentada. Si belleza puede encontrársele al suceso, fue el momento justo en que la sirena tenía media parte de su cuerpo dentro de la pantalla y media parte fuera…pero, incluso así, habría que preguntarse si cumple o no una función artística. Por lo pronto, los presentes durante la proyección son criminales por omisión”. Aristarco no ha sido visto desde entonces. Más tarde, los biólogos encargados de la autopsia en el IBCR (Instituto de Biólogos Científicamente Reales), declararon que la criatura no existe y están haciendo todo lo posible por confirmar que es una sirena, “en caso de que sí lo sea, entonces no tenemos nada de qué preocuparnos por-
que su muerte no habría sido verdadera’, afirma el Doctor Locke. Por otra parte, el IBCR ha confirmado que el incidente de la semana pasada fue provocado por un minotauro y que probablemente no era parte de la tecnología 3D empleada en la exposición de fotografía periodística del MUNAL, por lo que las aseguradoras del museo no han tenido que pagar la atención hospitalaria, los funerales y demás cuidados de las personas que perdieron su vida, ya que su notario ha establecido que, “no fue un evento real”. Julio Cortázar ha escrito una carta exclusivamente a nuestra editorial comentando que tuvo la desafortunada fortuna de estar en ambos eventos e incluso en las demás salas donde han sucedido los vómitos de extraordinariedades. “Es una crítica del cine que proviene del cine mismo”, explica, “en una época donde el hombre es capaz de vomitar y digerir ficciones, las documentaciones realistas resultan un lenguaje muy directo que las artes ya no toleran”. El presidente electo ha declarado esta mañana: “en caso de que los artistas sigan produciendo semejantes atrocidades tan atroces en los siguientes meses, me veré obligado a cerrar cualquier tipo de exhibición cultural o librería porque es una amenaza directamente dirigida hacia la seguridad de las familias mexicanas”.
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e propuse escribir una historia que tratara la mentira. Lo primero que me vino a la mente, sin gran esfuerzo intelectual, fue la historia de un hombre engañado por una mujer, o viceversa. Cuando llevaba dos páginas me sentí encasillado, limitado a no poder mostrar más por lo cliché de la historia. Sin pensarlo, arranqué las hojas de la libreta y las tiré al bote de la basura.
Verdad Gerardo Rodríguez
Ilustración: Anahí Sánchez Osorio
Pasaron algunas horas y apareció, ante mí, una nueva historia que decía así: un libro cuya autoría por siglos se adjudicó a un sabio de una época no definida se somete a estudio y, tras mucho investigar, se descubre apócrifo. Los estudiosos creen que, en realidad, un grupo de monjes locos o rebeldes lo escribieron para espantar a la hegemonía católica de la época. El texto, además, se halla en un código que se ha transmitido entre los estudiosos y dueños del texto. En sus páginas, se difunden profecías que durante siglos se consideran horrendas por ser verdaderas. Al denostarlo, el interés en el libro disminuye hasta que un entendido de religiones abrahámicas lo solicita. Lo lee con atención y descubre que las profecías tienen fechas, y la última profecía dicta el fin del mundo. Se le cree mentiroso junto al libro (que se pierde), y con el paso de los años, se demuestra lo contrario. Llevaba tres páginas ocupadas en la libreta cuando no pude evitar arrancarlas, hacerlas una bola y aventarlas para hacer una canasta en el bote de la basura. Aquello era un desvarío, una bazofia, una trama repetida en el mundo del best-seller, con personajes acartonados y ridículos que me recordaron a ciertos robots hechos de cajetillas de cigarros que se encontraban camino a mi casa. Pensé en que no era propicio escribir ese día, así que dejé aquello para ver algunos deportes.
Pasado el aparente bloqueo, decidí que no debía ser una experiencia terrible escribir una historia que girara en torno a la historia. Recordé que cierto médico falso de televisión pregonaba que todo mundo miente. Puse mis pensamientos en esa frase y busqué argumentos posibles: un hombre, cuyo trabajo es demostrar la verdad de cada persona (un detective) empieza a pensar en los efectos que la mentira y la verdad juegan en la sociedad. Lo piensa tras engañar a una mujer que lo contrató para vigilar a su hijo, y éste a su vez, sobornaba al detective. El detective mintió sobre la adicción del hijo a la madre y sin poder evitarlo, el chico muere. Además, encubrió a un violador, a un arquitecto junto con más personajes imbuidos en el poder. Él perdió a su familia por las mentiras que usó para encubrir a sus clientes. Así, poco a poco pierde la noción de verdad hasta que empieza a filosofar, lo que da origen al cuento. La historia avanzaba tan bien que hacia las dos de la mañana de ese día tenía un borrador de diez cuartillas (en Times News Roman, 1.5 interlineado a 12 puntos). En mi alboroto cerebral, no pensé en el límite que me habían mencionado antes de inspirarme (2 cuartillas). Esa historia, por lo tanto, debía ser desechada. Guardé las hojas, no sin cierta lástima, y me fui a dormir, pues a esa hora sólo se piensan incoherencias. A la mañana siguiente, fui por el texto. Dado mi malhumor provocado por un dolor de cuerpo camino a una gripe, pensé que había guardado en otro lugar las hojas, pues las que tenía en mi poder solamente contenían una frase en espera de recibir más texto. No sin cierto espanto, pensé que había tirado en la basura las hojas de la noche anterior. Sin embargo, no había nada, sólo hojas blancas. Las anteriores historias eran hojas blancas ahora. Tal vez, pensé, alguien las había toma-
do por hojas para reciclar y se las había llevado. Nadie había sacado nada de mi cuarto, respondió mi familia. No tenían siquiera idea de que existieran esas hojas. Decidido, regresé a rascar entre las cajitas de chicles, latas y botellas de refresco, muchas hojas rotas. No existía ninguna de las historias, nada más hojas blancas que mis manos habían trabajado. Como la tinta no se puede borrar, y no había otra explicación lógica a los eventos, decidí que debía escribir la historia de mis historias. Mientras la tinta fluía, aparecieron algunos síntomas interesantes: el pulso se me aceleraba, me sudaban las manos, me lamía los labios constantemente. Incluso, y no puedo negarlo, me puse rojo como un tomate. Estaba mintiendo. Me estaba mintiendo. No sin cierto temor, he pensado que eso de mentir se me está dando muy bien. Incluso cuando escribo esto, sigo mintiendo: arreglo, cambio y modifico la historia para que sea lógica y verdadera, y pueda creerla yo. Tal vez, en realidad ni siquiera pensé esas malas historias, o ni siquiera las puse en papel. Miento cuando digo que aventé las hojas al bote de la basura porque sé que no escribí nada. Sigo mintiendo al escribir que escribí (y que pensé) algo. Miento al escribir porque tal vez no escribo ni siquiera esto. Pero una vez que empiezo, no puedo parar, debo seguir hasta creer que fue real. Incluso ustedes, que me leen, pueden mentir al decir que me leen o que creen lo que escribí. Aceptan que mentí pues el texto habla por sí solo cuando no saben si el texto miente y yo no. Seguiré mintiendo, incluso ahora, cuando digo que nada de eso es verdad y todo es mentira. O tal vez no.