8 minute read
Semillas regulares
from 2014 01 ES
by SoftSecrets
Sin machos no hay futuro
Si atendemos a las cifras de venta, la mayoría de los cultivadores cannábicos están felices de sembrar variedades feminizadas y/o autoflorecientes. Gracias a ellas no hay que perder tiempo sexando plantas, eliminando machos ni pedirle al vecino que riegue las marías durante el mes de agosto. José T. Gállego
A los cultivadores que peinamos canas nos sorprende sobremanera un aspecto de la realidad cannábica actual: ¡muchos jóvenes cultivadores no han visto nunca una planta macho de cannabis!
Si se analiza un poco no resulta tan chocante ya que es una generación que empezó a cultivar sembrando semillas feminizadas, han seguido haciéndolo o bien se han pasado a los esquejes a partir de de alguna madre que seleccionaron.
A estos cultivadores, los inconvenientes y dificultades asociados a de tener que esperar a que las plantas muestren su sexo para eliminar los machos y quedarse sólo con las hembras, les deben sonar a historietas de cultivadores viejunos, a cosas de otros tiempos. Un alto porcentaje de los cultivadores menores de 30 años no ha cultivado nunca o casi nunca variedades regulares.
No son sólo los machos los grandes desconocidos. Las más recientes hornadas de jóvenes cultivadores, ya ni siquiera se preocupan por el fotoperiodo pues han crecido bajo el embrujo del último éxito de la tecnología cannábica de semillas: las variedades autoflorecientes. Se plantan y se cosechan dos meses después, en cualquier época del año y bajo cualquier régimen lumínico. En una década o dos, conceptos como época de siembra, fotoperiodo o revegetación serán desconocidos por el cultivador medio. Y entonces, ¿qué pasará si las leyes cambian a peor y se prohíbe la venta de semillas? La presencia de genes de Cannabis sativa spp ruderalis en las variedades autoflorecientes es otro factor polémico. La ruderalis es una subespecie no psicoactiva, muchos nos tememos que introducir sus genes en la piscina genética del Cannabis sativa spp Sativa y spp Indica no sea la mejor idea para que la marihuana siga teniendo una psicoactividad lúcida y creativa.
La pérdida de variedades es un empobrecimiento para todos los cultivadores y consumidores de cannabis, no lo permitamos.
Cuatro décadas de bancos de semillas
El ser humano manipula su entorno como ningún otro ser vivo del planeta. Destruye, construye y transforma todo lo que le rodea, también a otros seres vivos, especialmente los que más le interesan. Mascotas, animales domésticos y plantas cultivadas han ido cambiando con el tiempo gracias a la intervención humana, que determina qué individuos
prefiere y sólo deja que se reproduzcan esos, con el objetivo de que las siguientes generaciones compartan sus rasgos.
Desde la aparición de la agricultura, la evolución de la mayoría de las especies cultivadas ha sido muy importante, apenas se parecen los ejemplares actuales a sus ancestros silvestres.
Algo similar ha sucedido con el cannabis. Conforme los seres humanos fueron conociendo las propiedades de la planta y adoptando su cultivo emprendieron la tarea de seleccionar los mejores individuos, para mantener y mejorar la raza. Con el paso de las generaciones se establecieron numerosas razas autóctonas o landraces con sus particulares caracteres. A partir de los años sesenta, los hippies empezaron a traer semillas de cannabis de sus viajes por Oriente que plantaron en Estados Unidos, primero, y algo después en Europa, especialmente en Holanda. Los primeros cultivadores ya empezaron a cruzar variedades de distintos orígenes creando los primeros híbridos indica/sativa y las primeras variedades que mezclaban genes de razas autóctonas de orígenes remotos: Skunk#1, Early Pearl, Early California y Original Haze.
Cuando la lucha contra las drogas empeoró la situación legal en Estados Unidos, algunos de los mejores criadores norteamericanos decidieron establecerse en Europa para poder desarrollar sus actividades sin peligro de acabar en prisión. Desde mediados de los años setenta, la tolerante Holanda se fue convirtiendo en el centro del mundo cannábico, primero hicieron aparición coffeshops como el Mellow Yellow y más adelante surgieron bancos de semillas
que continuaron la labor iniciada en California por Sacred Seeds: Lowland Seed Company, Cultivator’s Choice, The Seed Bank, Super Sativa Seed Club y Sensi Seed Club.
Desde la década de los ochenta, Ámsterdam se convirtió en el principal foco de desarrollo de variedades cannábicas de todo el mundo. Cientos de nuevas genéticas salieron a la venta y se distribuyeron, gracias a la venta por correo y a los turistas que llegaban en masa a disfrutar del clima de libertad holandés, por todo el planeta. Los cultivadores de cannabis debemos agradecer a los emprendedores holandeses (o estadounidenses afincados en el país) el desarrollo experimentado por la genéti
genética cannábica y la enorme paleta de genéticas disponibles actualmente. Aunque es cierto que en la costa oeste estadounidense se siguieron desarrollando nuevas variedades, la situación legal obligó a comercializarlas desde Holanda.
Tras unos años de vuelta a la clandestinidad a principios de los años noventa, los bancos de semillas resurgen a partir de 1992. En 1998 aparece una novedad que supondría un importante cambio de tendencia en el mundo cannábico: el banco de semillas Dutch Passion saca a la venta las primeras semillas feminizadas. Producidas mediante el cruce de dos plantas hembras (una actuando como hembra y la otra como macho tras ser forzada a producir flores masculinas por medios químicos), permitían olvidarse de las plantas macho, ya que todas las semillas daban lugar a plantas hembras. Las ventajas eran innegables, ya que se evitaba desperdiciar espacio de cultivo en machos, aunque se realizara una cosecha a partir de semillas, algo que hasta el momento sólo era posible partiendo de esquejes. Las feminizadas fueron un éxito rotundo y enseguida empezaron a desplazar a las semillas regulares.
La segunda revolución en el mundo de las semillas de cannabis llegó con la popularización de las variedades autoflorecientes, variedades capaces de florecer en cualquier época del año independientemente de la duración del fotoperiodo. Por lo general son variedades muy rápidas que se recogen entre dos y tres meses después de la germinación.
Algunos bancos de semillas como Sensi Seeds tenían variedades medio autoflorecientes en sus catálogos (Ruderalis
indica y Ruderalis skunk, por ejemplo) desde hacía muchos años, aunque no habían tenido mucho éxito, sobre todo porque sólo una parte de las plantas florecían automáticamente con independencia del fotoperiodo.
La auténtica popularización de las variedades automáticas ha tenido lugar en la última década, desde la aparición de la variedad Lowryder desarrollada por The Joint Doctor hacia 2003. Esta variedad enana y poco potente supuso una auténtica revolución: todas las plantas empezaban a florecer enseguida, aunque crecieran bajo un fotoperiodo de luz continua estaban listas para la cosecha a las seis o siete semanas de germinar. Lógicamente, en cuanto los criadores de semillas de todo el mundo consiguieron genética Lowryder empezaron a desarrollar sus propios híbridos autoflorecientes, cada vez más potentes y productivos.
Actualmente se pueden encontrar más de doscientas variedades de genéticas automáticas a la venta, la mayoría de ellas en versión feminizada. Todas las variedades clásicas tienen su versión automática y feminizada aunque, con frecuencia, sólo se parecen ligeramente a la variedad regular original, especialmente en el caso de las autoflorecientes.
Parece mentira que muchos cultivadores ya no vean nunca preflores macho como estas. Las semillas regulares tienen todo lo necesario para perpetuar el cultivo
El problema actual
Hoy en día muy pocos bancos siguen produciendo semillas regulares, de hecho hay variedades muy famosas y omnipresentes hasta hace relativamente poco, como Northern Lights o White Widow, que empieza a ser difícil encontrar puesto que nadie las produce comercialmente en la versión regular con ambos sexos y dependiente del fotoperiodo. De seguir así, no tardaremos en ver desaparecer genéticas, probablemente ya se hayan perdido algunas. En España aún quedan criadores que siguen produciendo variedades regulares y desconfían de las modas de las variedades feminizadas o automáticas pero son pocos y ellos solos no van a mantener toda la riqueza genética que va desapareciendo.
Muchos criadores de semillas se limitan a cruzar dos plantas hembras (cambiando el sexo de una de ellas para que produzca polen) para obtener directamente nuevas variedades feminizadas, con lo que se evitan el difícil trabajo de seleccionar los mejores machos que para muchos son el auténtico sello de calidad de un buen criador.
El desarrollo de nuevas variedades se debería realizar con un número suficientemente grande de plantas (machos y hembras) para asegurar una variación genética suficiente que evite la degeneración progresiva de la variedad. Sin embargo, hay criadores que simplemente cruzan dos hembras de su banco de madres y ya tienen lista la novedad para el catálogo.
Los buenos criadores siguen empleando machos y suficientes plantas en el desarrollo de sus nuevas genéticas y, cuando la variedad está lista, hacen las semillas feminizadas en la última generación. Este sistema combina las ventajas de las semillas regulares y las feminizadas. La variedad cuenta con el acerbo completo de genes, tanto los que aporta el macho como los que lleva la hembra, y el cultivador final puede sembrar feminizadas y evitar perder tiempo y espacio con los machos. Seguimos teniendo el problema de que el cultivador medio no tiene acceso a los machos y como no puede producir semillas depende de que sigan a la venta.
La solución está en nuestras manos
Hay que sembrar cada año algunas semillas regulares, con ambos sexos y no autoflorecientes, la única forma de que los bancos de semillas sigan produciéndolas es que las compren los cultivadores. En lugar de ver los machos como un inconveniente hay que fijarse en su fantástico poder, basta un poco de polen para que poder hacer semillas propias, en grandes cantidades y de forma gratuita. Como es lógico, sin la labor de selección que llevan a cabo los buenos criadores, nuestros cruces no siempre darán variedades capaces de ganar una copa cannábica pero, con mucha más frecuencia de lo que se piensa, saldrán buenas plantas.
Bastan unas pocas semillas regulares para obtener varias hembras y machos, conservar todas las hembras para que florezcan con el fotoperiodo y recoger suficiente polen para polinizar unas cuantas de las mejores plantas de la cosecha. Las semillas de las mejores plantas suelen ser buenas, es la técnica que el hombre ha empleado desde hace miles de años con grandes resultados.