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VARIEDADES DE CANNABIS
Sin machos no hay futuro Si atendemos a las cifras de venta, la mayoría de los cultivadores cannábicos están felices de sembrar variedades feminizadas y/o autoflorecientes. Gracias a ellas no hay que perder tiempo sexando plantas, eliminando machos ni pedirle al vecino que riegue las marías durante el José T. Gállego mes de agosto. A los cultivadores que peinamos canas nos sorprende sobremanera un aspecto de la realidad cannábica actual: ¡muchos jóvenes cultivadores no han visto nunca una planta macho de cannabis! Si se analiza un poco no resulta tan chocante ya que es una generación que empezó a cultivar sembrando semillas feminizadas, han seguido haciéndolo o bien se han pasado a los esquejes a partir de de alguna madre que seleccionaron. A estos cultivadores, los inconvenientes y dificultades asociados a de tener que esperar a que las plantas muestren su sexo para eliminar los machos y quedar-
se sólo con las hembras, les deben sonar a historietas de cultivadores viejunos, a cosas de otros tiempos. Un alto porcentaje de los cultivadores menores de 30 años no ha cultivado nunca o casi nunca variedades regulares. No son sólo los machos los grandes desconocidos. Las más recientes hornadas de jóvenes cultivadores, ya ni siquiera se preocupan por el fotoperiodo pues han crecido bajo el embrujo del último éxito de la tecnología cannábica de semillas: las variedades autoflorecientes. Se plantan y se cosechan dos meses después, en cualquier época del año y bajo cualquier régimen lumínico. En una década o dos, conceptos como
La pérdida de variedades es un empobrecimiento para todos los cultivadores y consumidores de cannabis, no lo permitamos.
época de siembra, fotoperiodo o revegetación serán desconocidos por el cultivador medio. Y entonces, ¿qué pasará si las leyes cambian a peor y se prohíbe la venta de semillas? La presencia de genes de Cannabis sativa spp ruderalis en las variedades autoflorecientes es otro factor polémico. La ruderalis es una subespecie no psicoactiva, muchos nos tememos que introducir sus genes en la piscina genética del Cannabis sativa spp Sativa y spp Indica no sea la mejor idea para que la marihuana siga teniendo una psicoactividad lúcida y creativa.
Cuatro décadas de bancos de semillas El ser humano manipula su entorno como ningún otro ser vivo del planeta. Destruye, construye y transforma todo lo que le rodea, también a otros seres vivos, especialmente los que más le interesan. Mascotas, animales domésticos y plantas cultivadas han ido cambiando con el tiempo gracias a la intervención humana, que determina qué individuos
teres. A partir de los años sesenta, los hippies empezaron a traer semillas de cannabis de sus viajes por Oriente que plantaron en Estados Unidos, primero, y algo después en Europa, especialmente en Holanda. Los primeros cultivadores ya empezaron a cruzar variedades de distintos orígenes creando los primeros híbridos indica/sativa y las primeras variedades que mezclaban genes de razas autóctonas de orígenes remotos: Skunk#1, Early Pearl, Early California y Original Haze. Cuando la lucha contra las drogas empeoró la situación legal en Estados Unidos, algunos de los mejores criadores norteamericanos decidieron establecerse en Europa para poder desarrollar sus actividades sin peligro de acabar en prisión. Desde mediados de los años setenta, la tolerante Holanda se fue convirtiendo en el centro del mundo cannábico, primero hicieron aparición coffeshops como el Mellow Yellow y más adelante surgieron bancos de semillas
“¡muchos jóvenes cultivadores no han visto nunca una planta macho de cannabis!” prefiere y sólo deja que se reproduzcan esos, con el objetivo de que las siguientes generaciones compartan sus rasgos. Desde la aparición de la agricultura, la evolución de la mayoría de las especies cultivadas ha sido muy importante, apenas se parecen los ejemplares actuales a sus ancestros silvestres.
Un buen macho asegura la continuidad de la especie y permite obtener semillas en casa, sin ayuda de nadie.
Algo similar ha sucedido con el cannabis. Conforme los seres humanos fueron conociendo las propiedades de la planta y adoptando su cultivo emprendieron la tarea de seleccionar los mejores individuos, para mantener y mejorar la raza. Con el paso de las generaciones se establecieron numerosas razas autóctonas o landraces con sus particulares carac-
que continuaron la labor iniciada en California por Sacred Seeds: Lowland Seed Company, Cultivator’s Choice, The Seed Bank, Super Sativa Seed Club y Sensi Seed Club. Desde la década de los ochenta, Ámsterdam se convirtió en el principal foco de desarrollo de variedades cannábicas de todo el mundo. Cientos de nuevas genéticas salieron a la venta y se distribuyeron, gracias a la venta por correo y a los turistas que llegaban en masa a disfrutar del clima de libertad holandés, por todo el planeta. Los cultivadores de cannabis debemos agradecer a los emprendedores holandeses (o estadounidenses afincados en el país) el desarrollo experimentado por la genéti