" ME ACUERDO DE" textos de Tejedoras de Sueños.

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EC 470 Proyecto Sanemos Rutas y espacios

Escuela de Artes Dramáticas Extensión Cultural Vicerrectoría de Acción Social UNIVERSIDAD DE COSTA RICA

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Sesiones de talleres para explorar sobre ejercicios de escrituras performativas, que partan de la conexión entre cuerpo y memoria, a partir de cuatro conceptos disparadores: cicatriz, huella, memoria y tejido, este último asociado al texto y a la posibilidad de generar redes Junto al taller de escrituras propiamente, se realizaron sesiones de trabajo desde el cuerpo mediante aproximaciones a la somática, en la cuales exploraron la generación de frases a través del gesto y la corporalidad. Así como una primera sesión de mapeo del cuerpo, para identificar estos conceptos en su territorio cuerpo.

Facilitadoras:

Camila Schumacher, taller de escrituras personales.

Valentina Marenco, taller de movimiento desde una aproximación a la somática.

Grettel Méndez Ramírez, mediadora general del proceso y facilitadora de mapeo del cuerpo.

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Mediación artística en comunidad:

la posibilidad de iniciar un proceso de autorreconocimiento y transformación.

Grettel Méndez Ramírez, docente, gestora, coordinadora e investigadora responsable del Proyecto Sanemos Rutas y espacios.

Desde el proyecto EC 470 Sanemos Rutas y espacios, proyecto de extensión cultural de la Escuela de Artes Dramáticas de la Universidad de Costa Rica, inscrito formalmente en la Vicerrectoría de Acción Social, hemos venido construyendo desde el 2018, un camino al lado de las diferentes comunidades con las cuales hemos compartido a lo largo de estos años. Primero fueron las diferentes poblaciones dentro de la comunidad universitaria, luego a partir de la pandemia nos hemos expandido a nuevas poblaciones en diferentes comunidades de práctica y comunidades nacionales fuera de la Universidad, con las cuales hemos generado diálogos y encuentros poderosos, sensibles, siempre desde nuestro interés de generar experiencias de mediación artística, para abordar la problemática de las violencias en los espacios y en los cuerpos, partiendo de la noción de que la violencia es un problema estructural.

El ejercicio de la mediación artística en comunidades es sobre todo un ejercicio de construir puentes, conexiones, experiencias, tejidos, entre una problemática, como puede ser la violencia en sus diferentes formas de manifestación y la comunidad con sus formas particulares de manifestación de la violencia, con la cual se establece la conexión, el trabajo, intercambio y el diálogo.

Nuestros puentes se construyen en colectivo, a través de experiencias artísticas con diferentes comunidades de práctica, con las cuales establecemos vínculos afectivos, de escucha, de co aprendizaje (por períodos cortos), desarrollando en colectivo procesos de mapeo, autoconocimiento, empoderamiento, de agenciamiento y de descarga o canalización a través de la experiencia artística como medio, como estrategia de traducción de eso que nos acontece en el cuerpo, en la memoria, de colocar afuera a través del ejercicio de materialización que permite la experiencia artística, lo que permite de algún modo un movimiento, aunque sea mínimo, en el camino de lo que llamamos el proceso de sanación simbólica, a través de la fuerza de la metáfora. Sabemos que, ante un dolor, una experiencia

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traumática, una experiencia de violencia no es suficiente sólo con un proceso simbólico artístico, sin embargo, creemos, que es un camino válido y efectivo como primer paso para iniciar o acompañar un proceso y para abrir posibilidades de reconocimiento de los que nos pasa. Partimos de la noción del cuerpo como un territorio, que al igual que un territorio geográfico, se generan en él resistencias, luchas, disputas por su soberanía. Y que al igual que un territorio geográfico, en el territorio cuerpo existe la posibilidad de cosechar, sembrar y florecer.

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Tejedoras de sueños: sanando memorias en red.

Nuestras metodologías y formas de trabajo son el resultado de un entretejido de colaboraciones entre personas de diferentes lenguajes y experiencias artísticas, lo que hace que nuestros tejidos se vuelvan cada vez más fuertes y diversos. Camila Schumacher, activista, docente escritora, periodista y facilitadora de procesos de escritura en diferentes comunidades, ha sido uno de los tantos hilos que ha fortalecido nuestro tejido en el proyecto, en los últimos años, agradecemos su colaboración y trabajo sensible, respetuoso y profundo para estimular experiencias de escrituras personales y sanadoras como ha sido el caso de su participación en este proceso con este grupo de mujeres poderosas, de la comunidad de San Felipe de Tejarcillos de Alajuelita.

Tejedoras de sueños ha sido una de esas comunidades de práctica de mujeres fuertes, luchadoras, poderosas, que nos ha abierto el corazón, la casa, las puertas, con la cuales hemos aprendido cada una de las personas facilitadoras que hemos compartido con ellas. El proyecto no sólo se ha expandido, desde esa idea de arte expandido, sino que a hemos crecido, movido, sentido y crecido junto con ellas.

Agradecemos a cada una de ellas, por esta maravillosa experiencia y por estos textos poderosos que han nacido de la escucha, la fuerza, la vulnerabilidad, de dar un lugar a las huellas, las cicatrices y a la memoria que es parta de ese camino recorrido por cada una de ellas. Gracias a cada una de las mujeres que han abierto su corazón, compartido sus historias y de este encuentro han nacido estos maravilloso textos que podrán encontrar en las páginas más adelante. Son ustedes mujeres admirables por resistir, luchar y permitirse soñar y crecer.

EC 470 Proyecto Sanemos Rutas y espacios.

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Agradecimientos especiales:

Gracias a Silvia Briceño, lideresa de la comunidad por ser y hacer puentes en la comunidad y abrirnos las puertas de este salón de crecimiento.

Gracias Karol Moreira, gestora de la Oficina de Gestión Sociocultural de San José. Dirección de Gestión Sociocultural, MCJD, por colaborar en este proceso de gestión con la comunidad y por generar puentes de encuentros entre el proyecto y las comunidades.

Gracias a la Escuela de Artes Dramáticas por el soporte institucional.

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Palabras de Camila Schumacher Facilitadora del Taller de escrituras.

Cada vez que Grettel y la Universidad de Costa Rica me han convocado para trabajar en el proyecto Sanemos rutas y espacios, he tenido que prepararme para facilitar y vivir una experiencia movilizadora: ponerle palabras a lo que permanece indecible, a lo que creemos que nadie quiere oír, a lo que callamos como si al no nombrarlo pudiéramos olvidarnos.

El silencio, verdaderamente, es una manera de mostrar respeto, de brindar tributo. Por eso, en los funerales se convoca a los presentes a permanecer un minuto sin hablar. Por eso, ante el dolor, y la violencia se debe convocar a la palabra.

En este caso, el trabajo partió desde lo oral: se trabajó en coordinación con el trazo / mapeo de la primera sesión; luego se realizó un breve ejercicio donde las palabras encadenaran al grupo, permitieran a las participantes escucharse y construir desde lo dicho por una compañera.

En un tercer momento se las convocó a escogieron dos palabras que hayan dejado marca en ellas y a escribirlas con mimo, haciendo con hilos el trazo. Finalmente, tras volver a hacer de ese rito individual un discurso grupal, estábamos listas para convocar las historias.

Cada una con sus posibilidades, a través de audios o escribiendo en un cuaderno y mandando fotografías (cabe destacar que ninguna escribió directamente utilizando el teléfono como herramienta) reescribieron sus recuerdos ya no como una vivencia o una herida, sino que al cambiar el contexto y la visión pudieron procesar y entender de una manera distinta su vida emocional.

No se trata de escritura terapéutica en sí, más bien de empoderarse a través de las palabras. Contar es descubrir que la historia y lo vivido, que una como ser, cuenta. Así, es posible reconocer la capacidad de crear y crecer personal y colectivamente.

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PALABRAS DISPARADORAS DEL TALLER:

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Me acuerdo cuando mi tía nos llevaba de paseo a toda la familia al río.

Me acuerdo que me encantaba cuando había fiestas en mi pueblo con todo y corridas de toro.

Me acuerdo que los 2 de noviembre todo el pueblo iba a enflorar a los cementerios y era como una gran fiesta y que me metía en una pila llena de agua que había ahí a nadar: ¡yo decía que era una piscina.

Me acuerdo cuando una vez estaban matando un cerdo en mi casa. Y que otra vez, como a la media noche nos fuimos con mi tía para y nos salió la carreta sin bueyes y nos espantó. Que nos asustaba un vecino que se convertía en mono para robar.

Me acuerdo cuando me robé un billete creyendo que era de a peso y resultó de quinientos ¡casi me muero del susto! No volví a robar…. Y cuando mi mamá me castigó muy feo por un mentira que le dijo mi hermana y que ella muchos años después acabó pidiéndome perdón por esa injusticia.

Me acuerdo cuando pasé primer grado después de repetirlo dos veces… y cuando competía en el colegio, con un compañero, por ser mejor estudiante. Cuando terminé mis estudios en el INA y el curso de gestora cultural.

Me acuerdo cuando cogíamos café y esa platita nos alcanzaba para comprarnos la muda para navidad. Me acuerdo cuando empecé a trabajar y gané mi primer dinero.

Me acuerdo cuando conocí a un joven moreno y achinado que me gustó muchísimo, cuando le dije a mi novio que no podíamos seguir y que me casé con aquel otro que me enamoró desde el primer día.

Me acuerdo de que estaba súper feliz cuando tuve a mi primer hijo. De que el aborto de mi segundo hijo me marcó de por vida y me dejó cicatrices en el alma; que cuando nacieron los cuatro, y con todos era la persona más feliz sobre el planeta Tierra.

También la felicidad sin precio de que nacieran mis nietos.

Me acuerdo cuando emigré a este país y dormí el primer día en el suelo. Cuando me encontré un sobre que habían dejado en la letrina, que decía “Que Dios lo bendiga” y tenía dentro

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quince mil colones. Mi esposo ganaba esa misma cantidad en una quincena y en el bolsillo no teníamos ni un cinco.

Me acuerdo de cuando daba catequesis y compartía con los niños la palabra de Dios, cuando él ha estado a mí lado; las veces que he estado de rodillas y me he vuelto a poner de pie y que mamita María me cubre con su manto .

Cuando conocía a doña Nora Murray a la que le decía doña patrona y la hacía muy feliz con mis loqueras. Cuando murió me entristecí mucho porque era un gran ser humano.

Me acuerdo de que mi hermana murió un jueves a las diez de la mañana.

Me acuerdo que empecé a ayudar en la Asociación muy tímidamente, que iba a hablar en la Municipalidad por la comunidad y cuando conocí a mi alma gemela: Anita Peña.

Me acordé de mandar las frases que empezaban con me acuerdo….

Silvia.

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Me acuerdo que me caí en un tarro de avena y me corté el mentón y cuando me caí debajo del moledero porque mi mamá me había puesto a moler y era mi primera vez.

Me acuerdo cuando mi papá me llevó a conocer a mi abuela… yo me asusté porque era muy brava y me pegó en los pies con una tajona. También mi papá me llevó al pueblo a caballo y va y me bota a un guindo.

Me acuerdo fui a pescar por primera vez y me fui al agua y me mojé. Otra vez, mi mamá me mandó a buscar agua a un río y me salió un tigre… pegué carrera y dejé botada hasta la tina.

Me acuerdo una vez que me le corrí a mi mamá porque me iba a pegar, salí a una casa a buscar comida y un perro me mordió.

Otra vez me estaba peleando con mi hermano por un ayote que mi mamá cocinó. Los dos queríamos el pedazo más grande y yo no se lo deje entonces ¡zaz! Me dio con un machete en la cabeza que casi me mata.

Me acuerdo cuando empecé a usar toallas sanitarias que me la puse al revés, con la pega hacia arriba… ¡cómo dolió quitármela luego!

Me acuerdo mi primer día trabajando de miscelánea. Me tocó una señora tan amargada que andaba siempre detrás de mí y me hacía limpiar lo mismo cuantas veces se le ocurriera.

Me acuerdo cuando apilaba arroz y terminaba con las manos llenas de ampollas.

Me acuerdo de que esperaba que la primera palabra que dijera mi hija fuese mamá, ¡pero no! Fue papá lo primero.

Rosa.

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Me acuerdo cuando me subí a un árbol de guayaba y después no me podía bajar.

Me acuerdo cuando mi mamá me castigaba poniéndome de rodillas a recoger maíz y cuando mi papá me mandaba a traer maíz en una carreta.

Me acuerdo cuando hacía cajetas y después raspaba la olla con mis hermanos.

Me acuerdo cuando me bañaba en la pila donde bebían agua las vacas.

Me acuerdo de que me levantaba de madrugada para vender tortillas

Me acuerdo que siempre salía mal en el examen de Estudios Sociales y que me enamoré de mi profesor de Química.

Me acuerdo cuando iba a bailes y mis enamorados corrían para sacarme a bailar.

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Antonia.

Recuerdo, cuando niña que tenía como ocho nueve años cuando cociné mi primer arroz. Era una pelota de masa…. ¡más masudo que el arroz con leche! Pero a mí me fascinó a mis hermanos también, sabía sabroso y era tanta el hambre que no nos fijamos en eso ultimadamente con caldo de frijol recién hechito. Hoy en día que me fascina cocinar, es mi delirio, si el arroz me sale masa es porque me descuidé.

Me acuerdo de que mis hermanas eran todas hermosas, ben robustas y solo yo bien chiquitilla que me decían manos de pollo. Una vez caminamos a pie a la cruz de Alajuelita y todos los demás iban adelante menos los chiquillos y el esposo de una tía. Nos dio hambre, entonces yo que traíamos los huevos duros, los atunes y las sardinas nos quedamos comiendo. Cuando llegamos arriba había una gente peligrosa, fumando marihuana que en esa época era peor visto que ahora. Cuando nos pidieron comida pues nos habíamos hartado todo así que ellos volvieron con la panza vacía hasta la casa.

Yo siempre he sido una mula o una cabra porque me gusta encaramarme a los árboles. Todavía cuando una vez por años salimos lo hago. También me subo a mis 57 años subida en los techos o donde sea para arreglar cualquier cosa.

Me acuerdo en 70´s o en los 80´s que en el Avenidazo para Navidad se tiraba confeti y el güirigüiri. Mi hermana Esther y yo que trabajábamos en el Mercado, con permiso de mi mama nos íbamos después de la jornada a andar ahí. Se hizo un despelote de gente y mi hermana gritaba porque un chavalo la tenía agarrada ahí metiéndole mano en sus partes nobles y otro muchacho todo chiquitillo se metió y ahí andaba volando patadas como un karateca y yo guindándomele al chavalo. El golpeado fue el abusador.

Me acuerdo que llegaron unos señores, cuando tenía catorce años a buscar al barrio unas chicas para trabajar en una soda y a mí me dieron un carné que era un permiso porque era menor de edad y de ahí empezó mi proceso de lo que era cocina y aprender más.

Me acuerdo que una vez me fui con las compañeras de trabajo a Ojo de Agua. No sé si le había pedido permiso a mi mamá. Creo que sí pero que me dijo que no me metiera a la piscina porque yo hasta la fecha no sé nadar . Una miga empeñó el vestido un rato a cambio de un vestido de baño para mí y yo andaba toda feliz pero una compañera vacilando me empujó y se tiró encima de mí, vacilando y yo me estaba muriendo y me sacaron y todas las personas encima de mí rescatándome, pero yo más bien pensé que me estaban matando y me alcé.

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Me acuerdo de que de ese trabajo en la soda fue que le agarré el gusto y luego toda la vida con cursos de servicio al cliente, de manipulación de alimentos, trabajé en sodas, restaurantes y bares y así hasta la fecha que no esto trabajando porque yo tenía un local comercial, una verdulería, con mi marido que tenía antes una carnicería en el Mercado Central fue ahí que nos conocimos. Luego compramos una romana y comenzó el proceso del local propio. 28 años después, en la pandemia regalé todo. Los vecinos creían que eran diarios de la municipalidad y eran los alimentos míos y quebramos. Ahora lo que quiero es abrir una soda que es mi sueño.

Me acuerdo cuando nació mi primer hijo que me quedé dormida mientras lo tenía en el pecho y se lo llevaron… luego me trajeron otro que era moreno y gordito no como el mío, entonces salí corriendo con una sábana y como una loca y me lo topé en la incubadora. También estaba otra señora corriendo como yo que era la mamá del otro chiquito.

Me acuerdo cuando nació el segundo que tenía una fisura en un pulmón y un problema en la piernita. Entonces no me lo pude traer a la casa y por quince días iba a darle de mamar al hospital. Luego me lo traje todo enyesadito.

Me acuerdo cuando nació mi chiquita que el papá llegó a verla todo emocionado porque quería una mujercita. También llevaba un chorreador y otras cosas.

Me acuerdo una vez que en un paseo me subí a un palo a apear mangos y cuando me bajé los habían recogido todos y solo tres me quedaban…. ¡por dicha era mi familia y luego me compartió el fruto de mi esfuerzo!

Me cuerdo que mi esposo cambió la bicicleta por un carro, pero no servía, luego cambió ese carro por otro que sí caminaba y me invitó a cenar. Cuando íbamos para arriba yo comencé a sentir viento en la espalda y me vuelvo y ¡se había partido en dos! Mi marido creía que es que estaban las ventanas de atrás abiertas. Luego cambió de un carro a otro pero casi siempre que salíamos a cenar yo toda arregladita con una camisa blanca y tacones, me tocaba empujar el carro. Ahora tiene una microbús

Me acuerdo cuando hicimos el primer pasacalles con los chicos de la comunidad para la inauguración del play y vinieron el alcalde y la vicealcaldesa y los niños todos disfrazados y lo más alegres fue de lo más alegre. Luego en pandemia que los chiquitos estaban encerrados lo hicimos de nuevo casa por casa y ellos nos esperaban disfrazados y fui digamos que de Grinch porque quería hacerme un disfraz y conseguí la tela y todo, pero luego no me dio tiempo y nomás me la encaramé. Este año no sé si lo iremos a hacer, pero tengo ya un montón de Barbies donadas que venían sin ropa y algunas sin pelo y las arreglé. También algunos juguetes para los varoncitos.

Me acuerdo haber llorado de alegría y de tristeza. Pero aquí estoy echándole ganas a mis casi cincuenta y no me acuerdo cuantos años, con la fuerza que Dios nos da a las mujeres que nos dice no te rindas, pa´delante. A veces escucho Desiderata, un poema que me da fuerza y sino llamo a una amiga… como a Silvita

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Ana P.

Yo me críe con mi abuelita y fueron tiempos muy bonitos.

Me acuerdo una vez cuando era niña me ensarté un alambre de púas y le eché las culpas a mi hermano mayor.

Me acuerdo cuando llegué donde mis papas que él tenía una panadería y ahí aprendí a sumar y a restar para ayudarle a sacar las cuentas.

Me acuerdo cuando iba al colegio me gustaba subirme en las resbaladeras, las hamacas y compartir con mis amigas. Fue un tiempo muy bonito.

Me acuerdo cuando cumplí 15 años y quería una fiesta, una celebración, un baile así muy bonito.

Me acuerdo cuando me enamoré de mi esposo. Nos conocimos y teníamos tres años de ser novios y decidimos casarnos y le pedimos permiso a mi mamá y a mi papá y bueno fue triste porque me quitaron los estudios y quedé en sexto grado.

El día de mi casamiento mi mamá no estaba de acuerdo y eso fue muy triste. Luego me fui a vivir con mi esposo donde su familia y saber que tenía que compartir muchas cosas.

A los seis meses de casados, en el día más lindo decidimos venirnos para acá a Costa Rica. A vivir una nueva vida y empezar de cero porque no teníamos ni cama donde dormir… ¡y ver ahora lo que Dios nos ha bendecido!

Antes de tener a mi hijo, a los 23 años quedé embarazada pero mi panza no crecía y yo era muy flaca y lo perdí. Me acuerdo de que el doctor me dijo que yo no podía salir embarazada.

Me acuerdo de que cinco años después, yo salí embarazada de mi hijo y cuando él nació fue el día más hermoso que Dios me regaló.

Me acuerdo de cuando nacieron mis otras dos hijas. Yo le había pedido a Dios que quería una niña y tuve dos…. Primero una y luego la otra.

Me acuerdo cuando falleció mi mamá. Me quedaron las ganas de compartir y preguntarle muchas cosas, pero solo pude llegar y asistirla 22 días en el hospital y fue muy triste. Ella ya tiene cuatro años de que no está y pasaron como dos que yo no podía dormir, lloraba mucho y me acordaba de ella.

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Hay muchas cosas más que me acuerdo…. De lo lindo es muy bonito y de lo malo también porque nos deja una enseñanza y la experiencia sirve para fortalecernos y salir adelante. Melania.

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Me acuerdo cuando era bien chiquita toda desnutrida y ni caminaba… fue entonces que la señora –que así le digo a mi mamá me fue a dejar donde una tía para irse con un marido nuevo. Ahí les pedían a los vecinos y a quien pudiera para la tacita de leche de cabra.

Me acuerdo de que llamaron a mi abuela y me llevó a otro pueblo.

Igual me acuerdo mi abuela, me crió a mí a puro sacrificio, cuando iba a la escuela me hacía un bolso de papel cartón y ahí me echaba los cuadernos. Si me mojaba…. ¡pobrecita de mí! me pegaba unas matadas de aquellas.

Me acuerdo la primera vez que me enferme… bueno que me dio un ataque de epilepsia y mi abuela sufría y lloraba, pero no le pedía a nadie para las medicinas, sino que veía como se rebuscaba.

Con sus cosas y las mías, mi abuela me sacó adelante, de eso me acuerdo bien.

Me acuerdo de cuando iba a cumplir los quince años…. ahí si tuve mamá porque a ella también le hacía ilusión ese fiestón, me acuerdo de la matada de chanchos casi que hasta al alcalde matan porque no quería dar permiso para hacer la celebración.

Me acuerdo que ya cuando mi mamá ya me miró grandecita ya se preocupó y quiso meterme en cursos y que en estudios, pero ya no me daba la cabeza para tanto.

Me acuerdo que cuando estudié enfermería me pusieron un muerto para que lo vacunara con una inyección y salí corriendo… ¡qué miedo!

Me acuerdo de la primera vez que esta fulanita se enamoró y se hizo de un novio… ¡cuando mi abuela se do cuenta! me quebró un frasco de remedio para la tos, de esos de vidrio, por la cabeza.

Me acuerdo que mi mentado novio me dijo si me tengo que casar con vos pues me caso y yo le dije que no y él empezó con que entonces no lo quería, pero yo le dije que no lo iba a retener con un papel… si mañana te vas, te fuiste.

Me acuerdo que siempre seguí con él pero no nos casamos. Ya teníamos cuatro años de estar juntos y yo no me embarazaba y una señora que era vecina y tenía un puesto en el mercado me decía que yo era un árbol seco…. que por eso Dios no me daba frutos, como decir hijos y me ponía nombres de nombres.

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Me acuerdo que yo lloraba y lloraba hasta que Dios me bendijo con mi primera hija que era yo la que luchaba por ella porque ya él no se preocupaba ni se ocupaba ni nada. De hecho, ni creía que era de él. Ahí igual la fui sacando adelante.

Me acuerdo que era tan malo ese hombre que cuando salí embarazada con la segunda fue peor porque no la reconoció. Pero a ella no le hizo falta un papá porque el de mi hijo fue con el que ella vivió, él la quiso y la crió y hasta la fecha la ve y son su adoración mis hijos, todos. Aunque estamos separados con ellos sigue el apoyo.

Me acuerdo cuando nació mi hijo el chiquito yo lloraba y los médicos me preguntaban por qué y yo les decía que se fijaran que ya tenía yo 43 años y que cuando él fuera grande iba a ser una anciana y enferma.

Me acuerdo que ellos me daban ánimo, los doctores y me decían que iba a estar todo bien pero 45 días antes de que naciera me metieron al hospital porque estaba diabética y luego me lo sacaron porque el bebé se estaba desarrollando mucho.

Al fin casi no respiraba yo ni respiraba él y yo me escapé de morir porque se me bajó el azúcar, la presión, los ánimos.

Me acuerdo que me pusieron sangre… y luego ya todo fue saliendo mejor y ahí estamos con mi niño que ya tiene 10 años.

Me acuerdo que yo nunca había salido de mi país hasta que llegué a este y anduve por ahí buscando trabajo hasta que una amiga me dijo, “veníte para la casa, aquí podés trabajar de cocinera en un bar”. Así fue, pero me tocaba dormir debajo de una mesa del comedor.

Me acuerdo que la hermana de mi amiga no me quería y cuando me hallaba ahí durmiendo se sentaba y me daba unos patadones en la cara y yo me despertaba toda asustada y a ella le daba risa.

Me acuerdo cuando ya se vino mi marido de Nicaragua que ya conseguimos un cuarto…íbamos a dormir en el suelo, pero pasando por un basurero y vimos un gran colchón grande, bien lindo y le dije yo a él, écheselo y ahí nos fuimos saliendo.

Y tengo muchos más me acuerdos que dejo para otro día, como dicen con los cuentos. Aunque estos recuerdos no son cuentos porque todos son ciertos y a veces son muy pesados, pero son lo que hacen la vida.

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M.
A.

Me acuerdo cuando hice mi Primera Comunión…¡estaba tan feliz de usar el vestido blanco y recibir el cuerpo de Cristo!

Me acuerdo cuando salí de sexto grado que estaba toda orgullosa como consciente por primera vez de haber logrado una meta y sabía que mis padres sentían lo mismo y vivían mi felicidad como propia.

Por eso me acuerdo de que, al año siguiente, cuando repetí séptimo grado me sentí muy mal, como que hubiera fallado como estudiante y como hija…. Que había perdido un año de vida.

Me acuerdo cuando besé por primera vez…. ¡fue una experiencia! Aunque éramos unos niños los dos y no sabíamos nada de eso sí fue bonito porque nos gustábamos y nos queríamos de veras.

Me acuerdo que les dije a mis padres cómo quería la fiesta de 15 años… con damas y guardianes y empezamos a buscar de todo y salió tan bien que es un recuerdo tan lindo que me acompañará por siempre. Cuando pienso en eso me da nostalgia y la vez emoción.

Me acuerdo cuando perdí la virginidad, fue un 23 de junio que en Nicaragua se festejaba el día del Padre y fue en mi propia casa…. Todos andaban en una fiesta y yo llamé a mi novio y pasó lo que tenía que pasar. Después me sentí mal, pensé que había defraudado a mis padres y me fui de casa a los 16 años.

Me acuerdo que lloré mucho porque yo era muy apegada con mi hermana menor y ella era una bebé aún y la tuve que dejar con mi familia lógicamente.

Me acuerdo cuando supe que estaba embarazada…. ¡fue una felicidad única! ¡más feliz me puse cuando supe que era una niña! Era mi reina…. Tanto que así le puse de nombre Reina Adelina (el segundo nombre es el de mi madre). Ella me dio el título de mamá.

Me acuerdo que cuando salí embarazada por segunda vez yo trabajaba en una zona franca de operaria y todos mis compañeros me apreciaban y me cuidaban más porque era la única panzona en la línea…. Igual antes de dar a luz me despidieron, me dieron el subsidio eso sí.

Mis compañeros me hicieron una fiesta y me dieron regalitos para Francis del Carmen que se llama así, de primero por una tía que me ayudó mucho y de segundo en honor a su otra abuela, la mamá de su padre.

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Luego… ¡cómo no recordar cuando salí embarazada de mi niño! No me lo esperaba para nada… de hecho lo supe hasta los siete meses porque me bajaba la regla normalmente entonces, aunque todos me decían yo cómo iba a creer…. Cuando me fui a hacer el ultrasonido de hecho no lo veían porque lo tenía metido, pero detrás de las costillas…. Entonces movió un piecito y nos dimos cuenta. Por ser el único varón se llama Carlos como su papá Idermo como el mío .

El día más triste de mi vida… ¡jamás voy a olvidarlo! Fue el 10 de enero del 2018 que me llamaron para decirme que mi padre había fallecido. ¡Sentí que el mundo se me vino encima! ¡Había perdido mi apoyo, mi confidente, la única persona que siempre me entendía y apostaba por mí!

Me fui a Nicaragua y cuando llegué y lo miré en la caja me dieron ganas de morirme yo también. Sabía que mi vida, después de ese momento cambiaría para siempre y así fue… De hecho, esa cicatriz nunca va a sanar del todo, desde entonces, aunque esté bien la soledad me acompaña porque no tengo a quien confiarme ciegamente y que me apoye y me diga que está para mí…. De eso me acuerdo y sé que es lo peor, perder lo que más amaba en la vida. También me acuerdo que decidí al fin separarme del papá de mis hijos para no seguir recibiendo ofensas y humillaciones. Aguantando malos tratos de alguien al que no le importaba como me sentía yo… ni mis hijos que son suyos y pasaban necesidad y a él le daba lo mismo.

Me acuerdo cuando conocí a la persona que, en la actualidad, es mi pareja… Fue en un bar restaurante de San José que se llama Kiam. Me lo presentó un amigo.

Yo andaba con mi prima y fue algo muy loco porque cuando lo miré no me gustaba ni me caía bien. Sin conocerlo yo le dije a mi amigo que mejor hubiera llegado con otra persona…. Pero después nos fuimos de ahí a una discoteca muy bonita y nos pusimos a bailar juntos y nos hicimos amigos. Con el tiempo nos fuimos viendo y empezamos a salir muy seguido, siempre con mi prima y siempre a bailar… ¡Hasta que nos dimos el primer beso…! que nos pareció normal porque ¡diay!, se podría decir que fue de borrachera!

Me acuerdo que le hice creer a un supuesto enamorado que tenía una relación con este amigo pero era un simple juego… hasta que se hizo realidad y tenemos una relación muy bonita, que ya lleva 19 meses.

Él me ha brindado apoyo y cariño cuando he estado mal. Él me aceptó con mis tres hijos y a los cuatro nos ha brindado amor y la atención que, durante los 16 años que estuve cada nunca recibí ni yo ni mis chiquitos que de su papá sufrieron malos tratos, sobre todo cuando llegaba borracho y ahora esperan ansiosos el fin de semana que es cuando nos juntamos todos como familia.

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A su lado he pasado los mejores momentos que recuerdo… como cuando me dijo “mi hermosa” …. ¡nunca nadie me había dicho así… ¡Me sentí tan feliz! ¡Le he dado tantas gracias a Dios de haber conocido a este hombre maravilloso!

A partir de haber recuperado mi autoestima fue que entendí que yo valgo mucho como mujer, que con amor todo se puede lograr y que después de la tormenta viene la calma… José Ángel fue para mí un verdadero ángel y espero que así, con él a su lado todas las cicatrices del desamor se cierren y contar con su apoyo y mi voluntad para llegar lejos.

Recordar tatas cosas bonitas y dolorosas me hizo muy bien… quiero agradecer que al terminar de escribir me siento desahogada.

Yorling.

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Me acuerdo que tuve una infancia bonita por momentos. Cuando jugaba con mis primos y hermanos. Siempre me gustaron juegos raros, como de varones: bolinchas, trompo, escondida, rayuela, carreras de cinta y hasta de pato que colgábamos un pollito muerto para arrancarle la cabeza.

También pasábamos muchas dificultades: éramos ocho hermanos y fuimos criados solo por mi madre. Ella se venía a Costa Rica a trabajar por temporadas y nos enviaba platita para comprar comida.

Me acuerdo que cuando tenía diez años, mi mamá tuvo mi hermanito menor. Cuando yo vi a ese niño le dije que me lo regalar, que nomás me diera para mantenerlo y yo le iba a dar el cuido. Así pasó tanto que él dice siempre que tiene dos mamás.

Me acuerdo que después mi mamá fue por nosotros para traernos acá. Estuvimos en las cogidas de café y yo era feliz porque llenaba dos cajuelas y me ganaba 500 pesos. Con ese dinero compraba chocoletas.

Me acuerdo que de esta época los días que más disfrutaba eran los sábados a la noche porque mi mamá después de la cogida nos preparaba una rica cena; casi siempre vigorón y nos reuníamos todos los hermanos.

Me acuerdo que luego nos regresamos a Nicaragua, pero yo a los 18 me volví para acá a ayudarle a mi mamá y a mis tres hermanos pequeños.

Trabajé, por muchos años, de niñera. Solo salía un domingo cada quince días y esa misma noche ya tenía que volver a la casa.

A los 28 años tuve a mi primer hijo que ahora tiene 13. De mis ocho hermanos dos fallecieron así que solo quedamos seis.

Gracias a Dios tengo una súper heroína personal: mi madre. Aunque la distancia nos separa sé que está ahí, con vida, siempre para mí y su amor y recuerdo me acompañan a diario.

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Ana G.

Cuando yo era niña vivía con mi abuelito Daniel y mi abuela Paula… ¡fui tan feliz con mis viejitos!

Cando fui creciendo mi mamá vio que podía ayudarla y llegó por mí a la Dalia que es como se llamaba el lugar dónde vivíamos. Yo no quería irme porque la verdad quería demasiado a mis abuelitos.

Me acuerdo que ellos desde muy pequeña me llevaban a la iglesia católica…. Pero me bautizaron grande, de hecho, hasta recuerdo el nombre del Padre que lo hizo: Zenón.

Me acuerdo que cuando ya me tocaba irme con mi mamá me fui a esconder en un río. Llorando le dije a mi abuela que quería quedarme … pero ese mismo día me llevó y yo lloré todo el camino.

Me acuerdo tanto de esa separación, más porque mi abuelita ya falleció y solo me queda mi viejito.

Me acuerdo que después no fue fácil porque desde muy pequeña me tocó ganarme la vida.

Me acuerdo que en la casa estaba, además de mi mamá, mi padrastro y mi hermano.

Me acuerdo que mi padrastro siempre me sacaba cosas en cara y entonces yo me iba a trabajar más fuera lavando, planchando o en los beneficios.

Me acuerdo de muchas otras cosas, pero esto fue lo que me gustó escribir para compartirlo. Marta.

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Me acuerdo cuando iba a sembrar tomates en la hortaliza. A mi amiga Berfalia y a mí nos gustaba comérnoslos porque los habíamos cultivado… también nos pasaba con los pepinos y el repollo.

Me acuerdo que, en las actividades de la escuela, con dos amigas mías, cantábamos las canciones de Pandora. El profesor nos decía el trío las pandoras.

Me acuerdo cuando tuve a mis hijos en los brazos por primera vez. Para mí es algo tan hermoso, tan bello que Dios me haya permitido ser madre.

Esos fueron, hasta ahora, los momentos más felices de mí vida.

Mirna.

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Cuando tenía seis años, mi vida era feliz, armoniosa, tranquila…. En unión familiar. Me acuerdo de jugar con mis hermanos yo era la mayor y también cuando pasamos de tocar el cielo a vivir un infierno.

Cuando tenía siete años, mi tío, un hermano de mi madre, vino a vivir a la casa y abusó de la hospitalidad, de la confianza y de mí.

Me acuerdo como si fuera hoy la primera vez nos llevó a mis hermanitos y a mí a un paseo, me subió a un árbol, alzó mi vestidito y… yo lloraba porque me dolía. Luego, como si nada, volvimos a la casa.

Como si nada siguió haciéndolo durante mucho tiempo…. hasta que mi padre acostado encima de mí y yo con mi ropa interior abajo. Entonces lo agarró a golpes y siguió y siguió pegándole… cuando ya estaba inmóvil en el piso, mi papá fue a su cuarto a traer un arma.

En eso, entró otro tío hermano de mi padre y lo detuvo. Le dijo que no le convenía desgraciarse así la vida, que pensara en nosotros si él caía preso.

Después no recuerdo más nada.

Mis hermanos y yo crecimos al viento…. Un tiempo vivimos con mi abuelita paterna y ahí nos decían que éramos arrimados y muertos d´hambre. Luego vivimos con mi mamá y su familia… pero ahí estaba el tío que había abusado de mí y le quiso dar droga a mi hermano y a mi hermanita comenzó a tocarla. Gracias a Dios no pasó a más… aunque lógico nos quedaron las secuelas.

Yo intenté matarme más de una vez…. aunque el tiempo pasara había un dolor en mi vida que no podía dejar atrás.

Me acuerdo cuando terminé la primaria y la secundaria y entré a la universidad con el segundo promedio: ¡un 98! Iba a estudiar medicina. Estaba súper orgullosa de mis logros y agradecía el apoyo de mi abuelita.

Me acuerdo que un día que estaba estudiando anatomía me dijeron: “se murió tu tío” … yo, inocente pregunté cual y me enteré que era el hermano de mi madre…

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“¡Ese hijueputa ya está en el infierno!”, dije y bailé, festejé y tomé como si me hubiera tocado la lotería.

Más tarde, terminando el segundo año de carrera me enamoré por primera vez y salí embarazada. Mi novio me dijo que abortara porque no quería tener un hijo y yo con 19 años no sabía qué hacer. Fue un proceso muy duro. Yo siempre he tenido consciencia de hacerme responsable de mis actos.

Él me dejó, yo dejé la Universidad… yo no le había dicho nada ni a mi abuelita ni a mi padre que, de vez en cuando venía a visitarnos aunque más bien parecía que era a castigarnos .

Un día me enfermé: me sangraba la nariz, tenía dolor de cuerpo y fiebre. Mi abuelita me llevó donde el médico de la familia que era de confianza y él me preguntó si estaba embarazada… yo le contesté que si estaba loco.

Total, que me mandó exámenes y ahí salió a la luz lo de mi embarazo.

Me acuerdo que yo pensé que mi papá me iba a pegar o a insultarme pero solo me dijo que estaba decepcionado porque yo tenía mucho futuro y por no pensar me había jodido la vida. En ese momento quería que me tragara a tierra porque esas palabras calaron en mi alma. ¡hubiera preferido mil veces que me golpeara!

Mi familia me quitó los estudios y yo tuve a mi hija.

Recuerdo que cuando nació se convirtió en la princesa amada de la casa. Esa bebé tuvo de todo: amor, lujos…. Nació en un ambiente de seguridad.

Me acuerdo después, el gran dolor que sentí cuando murió mi abuelita que era como mi madre y yo sentí que algo de mí se fue con ella. Entonces emigré a Costa Rica

Aquí el momento más maravilloso que he pasado fue el haber sido madre de nuevo.

Lucía.

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Me acuerdo cuando mi mami nos llevaba a mi hermano y a mí, que somos gemelos y los menores de la familia, a coger café. Nos enojábamos porque nos caían las gotas de las ramas y nos daba frío… además se nos caían los granos o nosotros.

Me acuerdo que cuando vivíamos en la Zona Sur y llovía muchísimo, mis hermanos y yo nos íbamos a la cancha de futbol y nos llenábamos de barro…. Luego, cuando llegábamos a casa nos pegaban.

Me acuerdo cuando iba a la escuela Finca 8: mi salveque era una bolsa de arroz y tenía que viajar en bicicleta para poder estudiar. Me acuerdo que se me pegaron los piojos y me cortaron el pelo que lo llevaba larguísimo, como un hombrecito.

Mis hermanos llevaban las chapas de los refrescos de Coca Cola a la línea del tren para que las aplastara… ¡Era muy divertido!

Me acuerdo cuando mi mami nos llevaba a recoger el coyol que se caía al suelo de la palma africana y las culebras que se escondían en las hojas nos pegaban unos sustos.

Me acuerdo que me subí a una mesa de vidrio para bajar un cuadro, me caí y, como no tenía seguro no me llevaron a la clínica. Me dolía mucho. Fue en el mar de Puntarenas que ae me curó.

Me acuerdo de Huracán Juana…. Era 1998, vivíamos en la Zona Sur y se nos llenó toda la casa de agua y barro. Lo perdimos todo.

Entonces fue que nos vinimos a vivir a San José y alquilamos una casa.

Me acuerdo de pequeña que tenía un conejo: quería que durmiera conmigo, pero en la noche brincaba de la cama. Después tuve un gato y me dio por bañarlo, yo le decía “qué rica el agua, qué rica el agua” igual que me decía mami a mí cuando me bañaba.

Me acuerdo los diciembres, cuando mi mami hacía tamales y a mí siempre me tocaba amarrarlos.

Me acuerdo cuando me llevé a mis sobrinos a hacer un mandado a San José y por estar viendo juguetes en la Tienda La Gloria se me perdió uno…. ¡me asusté mucho! Estaba con un señor que vendía lotería por el banco negro.

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El 10 de mayo de este año, el 2022 ¡cómo no acordarme! Se murió mi mami… ella partió de este mundo y a mí la herida no se me sana: todavía la lloro y la extraño, aunque sé que está con Nuestro Padre Celestial.

Tatiana.

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Me acuerdo que, cuando era pequeña, mi tía, la hermana de mi papá, me cuidaba y si tenía hambre le decía: “tía bella, hambre yo”.

Me acuerdo que mi maestra de sexto grado me decía que era única, una princesa bella. Me acuerdo que tenía una prima que era tremenda y hacía siempre travesuras y me echaba la culpa. Me acuerdo de que cuidar a mis tres hermanos era duro.

Me acuerdo de que todos estrenaban ropa en Navidad, pero yo estaba feliz con la del año pasado.

Me acuerdo que mi tía Coco decía que los amigos se conocen en la cárcel y en el hospital Ah y que el matrimonio era para siempre, en las buenas y en las malas, en las duras y las maduras.

Me acuerdo que para la graduación de 5to año vendía pan para comprarme mis cosas.

Me acuerdo que cuando me enamoré por primera vez no fui correspondida. Me acuerdo que he sido feliz aun amando sin ser amada.

Me acuerdo que siempre me ha gustado crear e inventar versos y poesías: “Dicen que la distancia conjura el olvido. Yo tan lejos te he tenido y olvidarte no he podido”.

Me acuerdo que cuando se me murió mi abuelita y yo desee morir con ella. Me acuerdo que mis papás siempre decían “siembra en buenas tierras y recogerás, pero recuerda que la recompensa viene de Dios”

Me lamento de no haber terminado mis estudios.

Me acuerdo una vez que ya estaba casada mi marido llegó borracho y me dejo la cama para mi sola… ¡que rico!

Me acuerdo que nacieron mis hijitos.

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Que mi hijo vio la muerte de cerca, pero Dios tuvo misericordia.

Me acuerdo de que un día de tantos le dije a mi pareja que mejor cogiera su camino porque no me aguantaba ni yo sola.

Me acuerdo de haber perdido muchos familiares que decían que me amaban; que cuando mi madre se fue, hablé con ella… sentí que se despidió de mí y me dijo que luchara y que ella siempre estará conmigo.

Recuerdo haber llorado mucho, gritado a grito pelado…. Pero entonces pienso tres cosas:

Dios tiene un propósito para mí y no me va a dar luchas ue no pueda soportar.

Mi hijo que siempre me dice que me ama.

Mi hija que de grande dice que quiere ser una bella mamá como yo.

Me acuerdo que a los 31 años sentí que había madurado, que aunque he pasado dificultades, aprendí que llorar era bueno, que cuando me miro en el espejo me digo que sí puedo, que si caigo, me levanto, me sacudo y sigo adelante.

Kathy.

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El camino apenas comienza….

TEJEDORAS DE SUEÑOS

Silvia Briceño

Rosa Espinoza

Antonia Jalima Ana Peña

Melania Rostrán M.A

Yorling Martínez Ana García

Marta Auxiliadora Blandón

Mirna Cristibel Ramírez Lucía Tatiana Peña Kathy E. Romero

Noviembre 2022.

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EC 470 Proyecto Sanemos Rutas y espacios

Escuela de Artes Dramáticas Extensión Cultural Vicerrectoría de Acción Social

UNIVERSIDAD DE COSTA RICA

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