Muchos barcos para pocos peces Elvira Morote y David Costalago Hasta ahora, la política pesquera de la UE ha ignorado el principio de precaución y la importancia de dar prioridad a la salud de nuestros mares y recursos pesqueros. España ha contribuido en gran medida a la sobreexplotación de los caladeros por cuanto es una potencia pesquera de primer nivel. Así, capturas de especies como la anchoa cayeron hasta un exiguo 1%. Urgen, por ello, medidas drásticas para garantizar la viabilidad a largo plazo de nuestras pesquerías.
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spaña cuenta con más de 7.000 kilómetros de costa. Algo que junto a su flota, que supera los 18.000 barcos y representa el 20% de todos los barcos censados en la Unión Europea, la convierten en una potencia pesquera a nivel mundial. La producción pesquera nacional se estima en más de un millón de toneladas de pescados y mariscos, y el valor total de esta producción supera los 2.000 millones de euros. Cuando se tienen presentes estos datos es más fácil imaginar la magnitud que alcanza la explotación de los recursos pesqueros por parte de los buques españoles y el impacto que puede llegar a ocasionar sobre el ecosistema marino si no existe una gestión adecuada. La actividad pesquera pasa por un momento muy crítico porque hay muchos barcos para pocos peces. Esta actividad nos ha suplido de pescados y mariscos desde tiempos remotos sin que hubiera ningún conflicto. Pero en las ultimas décadas, con la innovación tecnológica en la detección y la potencia de las embarcaciones y aparejos de pesca, se ha disparado la explotación de estos recursos, que pese a ser renovables, se ha demostrado que no lo son al mismo ritmo que la explotación que sufren. Los datos son claros, mas del 80% de los stocks están sobreexplotados, un 30% de ellos por debajo del limite de seguridad biológica, y las 3/4 partes del pescado que compramos en la UE proElvira Morote, responsable de Pesca de Ecologistas en Acción, y David Costalago, Científico del Instituto de Ciencias del Mar
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Ecologista, nº 64, primavera 2010
cede de importaciones. El pescado que capturamos en nuestras aguas pertenece, en su gran mayoría, al estadio juvenil, y los pescadores artesanales apenas pueden cubrir los gastos de su actividad porque sus productos no pueden competir con los precios de los productos importados.
Política Pesquera Común La Política Pesquera Común (PPC) actual, que entró en vigor en 2002, introdujo algunos cambios positivos para regular este sector y controlar la sobreexplotación; cambios relacionados sobre todo con la gestión a largo plazo, la participación, el control y la asignación de ayudas. Pero se ha demostrado que hoy la situación es incluso peor que cuando entró en vigor la actual normativa, por lo que se puede afirmar que ha sido un fracaso. Uno de los principales motivos de este fracaso fue que en la PPC de 2002 no se priorizó la sostenibilidad ambiental como requisito previo a la explotación del recurso. Ahora entramos en un proceso de reforma para tener una nueva PPC en 2013, que integre otras políticas que afectan al medio marino, que actualice las directivas, reglamentos y otras regulaciones para sintonizar las leyes nacionales con las comunitarias, y que sea capaz de revertir la situación actual de los caladeros hacia una nueva que permita la pesca sostenible a largo plazo en un ambiente marino saludable. Para que esto pueda suceder, la nueva política tiene que basarse en dos pilares que se crearon hace tiempo pero que se han ignorado completamente en la política pesquera actual: el principio de
precaución de la FAO (1995) y el enfoque ecosistémico que permita un buen estado de nuestros mares (Directiva Marco de la Estrategia Marina). Además, todos los países deben asumir su responsabilidad para erradicar la pesca ilegal y los descartes, que son los principales causantes de la sobreexplotación pesquera. Se necesita mayor voluntad política para una mejora en la gobernanza del medio marino. El control que existe hoy en la pesca es ridículo, y aunque se mejoren las leyes, es imprescindible un cambio radical en el seguimiento y control de las buenas prácticas. Por otro lado, los descartes en algunos tipos de arte como el arrastre de fondo pueden llegar a constituir el 80% de la captura, lo que significa que sólo el 20% de lo que se ha capturado va a llegar a lonja y se comercializará, mientras que el resto será devuelto al mar pese a que estos peces ya estén muertos. Si estos preceptos del principio de precaución y el enfoque ecosistémico se cumplieran, podría haberse evitado la situación actual y el sector no estaría en crisis. Pero aún estamos a tiempo de frenar la tendencia a convertir nuestros mares en desiertos y la actividad pesquera en leyenda. Tanto en España como en el resto de la Unión Europea existen claros ejemplos de mala gestión política con consecuencias ambientales. De entre las especies más apreciadas tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, y por tanto también de las más explotadas, la anchoa y el atún son casos representativos de lo que supone una gestión indebida, con escasa o nula previsión a largo plazo y ningún rigor científico.
Flota industrial en Vigo. Foto: David Costalago
La insostenible política pesquera europea, en el punto de mira