La Tajea 46

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La Tajea

Nº 46

AÑO 12º

REVISTA CULTURAL Ilustre Ayuntamiento de San Miguel de Abona

Los artículos de Juan Bethencourt Alfonso en la Revista de Canarias (1878-1882)

LA TAJEA. Nº 46/2015

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AYUNTAMIENTO DE SAN MIGUEL DE ABONA


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Presentación

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Mujeres en la Pintura (I) Elizabeth Vigée-Lebrun

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Tenerife, banco de pruebas. vacuna de la viruela

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Soror Dolores de Santa Rita Hernández y Feo (1817-1894)

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Manuel Pérez Toledo

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La ganadería en la Prehistoria de Tenerife

El personaje Antonio García García, la sabiduría de un cabrero

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Ondas Deportivas

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Un paseo por la Biblioteca “De vuelta a casa”

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El trotamundos “La ciudad amurallada”

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Cueva Las Milanas

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Los artículos de Juan Bethencourt Alfonso en la Revista de Canarias (1878-1882) San Miguel de Abona, un pasado por conocer

Edita: Ilustre Ayto. de San Miguel de Abona Ctra. a Los Abrigos, 30 - 38620 web: www.sanmigueldeabona.org E-mail: cultura@sanmigueldeabona.org Dirección y coordinación: Concejalía de Cultura Fotografía: “Tradición de tradiciones” Diseño e impresión: Imprenta Reyes, S.L. Depósito Legal: TF 937/2002

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PRESENTACIÓN

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erminando casi el año llega el nº 46 de la Revista Cultural La Tajea. Como en ocasiones este número contempla un abanico de historias, vivencias, cultura, anécdotas, curiosidades… Todas ellas son las protagonistas en cada una de las ediciones de nuestra revista. Y este mes de diciembre no es menos; un mes en el que todos y todas nos comprometemos a compartir y mostrar nuestro lado más solidario para con aquellas personas que tenemos más cerca. En el caso de la cultura, el apoyo de colaboradores y colaboradoras queda plasmado en estas páginas cuando leemos y somos conscientes del regalo que nos hacen potenciando nuestros conocimientos,

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fomentando la cultura en todas sus vertientes y regalándonos en cada número el saber que poseen. Gracias por la generosidad mostrada año tras año. Disfrutemos con esta lectura tanto o más que con las anteriores, seamos conscientes del tesoro cultural que tenemos en nuestras manos y pensemos que el día de mañana, cada una de estas revistas tendrá un valor mucho mayor puesto que han tenido como misión el rescate de la historia. Samuel De León Páez Concejal de Cultura


Tenerife, banco de pruebas. Vacuna de la Viruela

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l estudio y desarrollo de la historia de la salud pública mundial, tiene como hito importante un período dedicado a las grandes epidemias que asolaron a la población planetaria en mayor o menor medida desde que se inicia la Alta Edad Media.

La viruela (causada por la Variola virus), la peste ( causada por la bacteria Yersinia pestis), el cólera ( enfermedad infecto- contagiosa intestinal aguda, provocada por los serotipos O1 y O1391 de la bacteria Vibrio cholerae), la fiebre amarilla2 (transmitida por mosquitos infectados) fueron el azote de la humanidad. Entre la sintomatología de estas enfermedades se contaba con fiebres altas, escalofríos, vómitos, dolores generalizados, exantemas3 y pústulas de contenido purulento que se ulceraban e infectaban llevando en la mayoría de las ocasiones, a la muerte.

Una infección de viruela acabando con la población nativa

Con respecto a nuestro espacio geográfico insular, rodea el período del redescubrimiento de las Islas Canarias (Ss. XIV, XV, XVI) e insertada en América por españoles y portugueses, este tipo de enfermedades fue causa de muerte y desaparición entre los pueblos indígenas, llegando hasta puntos tan lejanos como Ceilán, Canadá o Groenlandia.

ción indígena de este archipiélago, gozaban de una relativa buena salud, con una vida que se presentaba dura y exigente para la supervivencia en terreno abrupto, donde poco afectaban las patologías de tipo infeccioso o epidémico, hubo que esperar a la llegada de los europeos para desplomarse ante estos males4. Por su parte, el Dr. J. Bethencourt Alfonso (III, 1997:110), licenciado en Medicina, afirmaba a principios del siglo XX en relación a este tema: “En las condiciones de vida de los guanches las epidemias de modorra (fiebre tifoidea para J. Bethencourt) necesariamente tenían poco poder difusivo, siendo su radio de acción muy limitado…” hasta la llegada de los occidentales “…las familias moraban aisladas unas de otras separándolas 3 o 4 km., en chozas ventiladas, y que no conocían los estercoleros, ni las alcantarillas, ni los pozos negros, ni letrinas, ni lavaderos públicos”. De lo anterior se infiere que tuvo que existir un agente transmisor eficaz, concreto y puntual que provocase la sintomatología descrita por los cronistas. Son muy significativas las afirmaciones de Espinosa y Viana por las cuales una de las causas que más contribuyó a la conquista de Tenerife fue la citada epidemia de modorra, sufrida por los guanches, y además de “grandes proporciones”, en línea con la conocida y falsa teoría de la “casi total exterminación de la etnia guanche” sostenida a lo largo de los siglos por algunos autores, tendenciosa e interesadamente favorable a las tesis colonialistas. Durante la conquista en 1494 los guanches se vieron afectados por una epidemia que con virulencia afectó a la zona del noroeste, los estragos que ocasiono en Tegueste, Tacoronte y Taoro en una población que no contaba con los anticuerpos para enfrentarse a este tipo de enfermedades, ayudó en la conquista al flaquear las fuerzas combatientes de los indígenas. El padecimiento es transmitido por los conquistadores a la Española y Cuba en 1518 por las huestes de Cortés y Pánfilo de Narváez en 1520 asolando Méjico, lo mismo ocurrió en el Imperio Inca con Pizarro.

Los pórticos de entrada de estas enfermedades.

Se puede afirmar con el registro bioantropológico que aportan los yacimientos en Canarias, que la pobla-

Lo eran, los puertos comerciales, principalmente Garachico hasta 1692 y luego Santa Cruz casi en exclusividad, punto de irradiación de los contagios.

1 Vibrio cholerae se clasifica en 139 serotipos en base a su antígeno O somático. Los serotipos O1 y O139 son productores de cólera mientras que los otros serotipos son no patógenos o producen infecciones leves. 2 El término “amarilla” alude a la ictericia que presentan

Las medidas preventivas tomadas por las autoridades canarias, como fueron el bloqueo de los puertos,

algunos pacientes dentro de la sintomatología de la enfermedad. 3 Erupción de la piel, de color rojizo y más o menos extenso, que suele ir acompañada o precedida de fiebre.

Según proponen Conrado Rodríguez y Justo Hernández en “El enigma de la modorra”, una gripe de toda la vida agravada por dos de sus posibles complicaciones: la neumonía y la encefalitis letárgica, epidémica o de Von Economo. 4

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El intercambio biológico entre el Viejo y el Nuevo Mundo empezó con el primer viaje de Colón en 1492.

resultaban insuficientes al quebrantar este aislamiento por los lugareños, que acudían a los barcos en busca de mercancías, como fue el caso de 1507 cuando en Andalucía sufre una epidemia de peste y el importante comercio que tenían desde este punto de partida con Canarias mantenía una irrigación constante de barcos con materias primas provenientes de esta zona.5

medades6. Entre otras medidas higiénicas aparte del control portuario de mercancías, estaba el aislamiento de los afectados, la ventilación en las casas de los enfermos, estaba la mejora de la calidad higiénica que traía consigo la disminución de la presencia de roedores y el aminoramiento de la enfermedad por un lapso de tiempo más o menos corto.

Santa Cruz de Tenerife 1701

Garachico 1706

Otra medida “profiláctica” para utilizar como eficaz escudo frenando la peste, fue la implantación, en las ermitas erigidas junto a los caminos de entrada y salida de las poblaciones, de la iconografía de Santos protectores como San Sebastián, que desde el siglo XVI, era considerado bienhechor y patrón de contagios y enfer5 Díaz Pérez, Ana María y Fuente Perdomo, Juan Gabriel: “Estudio de las grandes epidemias en Tenerife. Siglos XV-XVIII” Aula de Cultura Popular Canaria.

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El barco de la Viruela7. Este tipo de enfermedades que eran cíclicas y repetitivas estuvieron en alza hasta prácticamente finales Catálogo IV Centenario de la Advocación de San Roque en Garachico. “Roque de Montpellier. Iconografía de los santos protectores de la peste en Canarias”. 7 García Nieto, Victor: El barco de la Viruela. La escala de Balmis en Tenerife 6


del S. XVIII y principios del XIX cuando la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1806) dio la vuelta al mundo, asistida por la Corona Española en la persona de Carlos IV, el cual quería beneficiar a todos los españoles en el amplio marco de su reinado, con la asistencia de un barco que llevaba a bordo 22 niños portadores inoculados con la vacuna, procedentes de la “Casa de Expósitos” de la Coruña, puerto de salida de la Corbeta María Pita, que tras 9 días de navegación, hizo en Tenerife una escala que sirvió a la expedición, de banco de pruebas. El barco estuvo fondeado en el puerto santacrucero desde 9 de diciembre de 1803 al 6 de enero de 1804, la expedición fue tutelada por el Físico de Cámara de S.M. Francisco Xavier de Balmis y Berenguer (1753-1819) acompañado de otro médico militar José Salvany, con la finalidad de extender el uso de la vacuna8. Pero el Doctor Balmis no solo llegó a territorios españoles sino también a tierras portugueses como Macao o británicas como Santa Elena. Fue la más importante aportación española al desarrollo de la salud pública en el mundo. La transformación de la Medicina que estaba llevando a cabo el espíritu ilustrado del siglo XVIII, avanzaba de una medicina privada que iba transformándose en pública, se transitaba del concepto de médico como un artículo de lujo a un artículo de necesidad ya que hasta ese momento la gente pobre solo era asistida por un curandero, lo que en la actualidad sigue siendo alternativa de muchos tratamientos.

desconocimiento en la capital de la extensión de la enfermedad en los municipios sureños, combatiéndola con pocos medios pero con mucha entrega esta epidemia de cólera que asolaba la comarca y la isla entera. En estos pueblos fue inconmensurable la labor del doctor Juan Bethencourt Alfonso, que estuvo durante toda la epidemia prestando sus servicios en aquellas zonas, totalmente aislado y sin posibilidad de recibir ayuda. Fue nuestro honorable médico el que “…visitó a diario a enfermos, supo restablecer la calma, dictar las disposiciones más convenientes para que el mal no se propagara,…hasta dando cristiana sepultura a algunas víctimas…”10. El agradecimiento de los pueblos del sur de la Isla para Don Juan Bethencourt Alfonso se plasmó en un álbum con más de 500 firmas de los habitantes de Arico, Arona, Fasnia, Granadilla, San Miguel y Vilaflor como muestra del reconocimiento y agradecimiento de la labor desempeñada al médico insigne por aquellos que se viéron abandonados por las instituciones y socorridos por este.

Dolores G. Delgado Miranda (UNED).

Bibliografia:

Este tipo de enfermedades afectaba a todos por igual, no tenía discriminación por posición estamental ni cargo público, entre pobres o ricos. En Europa mata a María II de Inglaterra, afecta a la Reina Isabel I que queda marcada en su cara y además calva en 1562, ya en el siglo XVIII mata a Luis I de España, al Zar Pedro II de Rusia y Luis XV de Francia.

ARBELO CURBELO, A.: Población de Canarias siglos XV al XX, y sus fenómenos demográficos sanitarios 1901- 1981. Fundación Mutua Guanarteme.

En tierras canarias se aplicó el mismo procedimiento que luego se desarrolló en Latinoamérica y Filipinas que consistió no solo en inocular, sino también en ofrecer a los especialistas locales el conocimiento necesario para su administración y hacer desaparecer la “bestia negra de la infancia”.

TEJERA GASPAR, A.: Tenerife y los guanches. Centro de la Cultura Popular Canaria, Santa Cruz de Tenerife, 1992.

MILLARES TORRES, A.: Historia General de las Islas Canarias. Edirca. Santa Cruz de Tenerife, 1977.

FARIÑA, MANUEL: Historia del pueblo guanche. Tomo III

La epidemia en el Sur de la Isla. Juan Bethencourt Alfonso. Ante el inexorable avance de la epidemia que asolaba la capital en 1893, muchos fueron los que abandonaron la capital. Juan Bethencourt Alfonso quiso trasladar a su familia a Arona mientras el regresaba para participar en las labores de control de la plaga, pero ya el contagio estaba por los municipios de Vilaflor y Arona, lo que hizo quedarse al cuidado de los potenciales afectados9. Hecho que le causaría múltiples problemas por el 8 Real Orden en la que se da cuenta de la organización de la Expedición enviada a las autoridades de los respectivos dominios de la Corona incluyendo al Gobernador Capitán General de Canarias. 9 Pérez Barrios, Carmen Rosa: La epidemia de cólera de 1893 en el Sur de Tenerife. Intervención de Juan Bethencourt Alfonso y Eduardo Domínguez Alfonso. III Jornadas de Historia del Sur de Tenerife, pps 165-188.

Díaz Frías, Nelson: Juan Bethencourt Alfonso y su familia. Un estudio genealógico acerca de la burguesía rural chasnera del siglo XIX. 10

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Manuel Pérez Toledo

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n una tarde otoñal me acerco hasta Chimiche para visitar a un señor que hace con sus manos maravillas con madera, piedra y hierro. Un gran artesano, aunque desconocido para muchos, un hombre de campo, arraigado a sus costumbres y a su tiempo, aunque con buena conversación, alegre, sonrisa picarona, mirada limpia y dispuesto a contar parte de su vida y los retos que el destino le ha puesto en su camino. D. Manuel Pérez Toledo nació el 15 de marzo de 1935 en Las Zocas, San Miguel de Aboba, en el seno de una familia humilde. Sus padres, Gregorio Pérez González y Georgina Toledo Rancel, ambos de este municipio también, él, jornalero, ella, en su casa. “Siendo yo muy chico, mis padres se mudan a vivir a Araya de Candelaria, buscando un mejor porvenir para salir adelante con sus hijos. En Araya mi padre trabaja una finca con un señor y parece que la cosa va bien”. Año 1936, estalla la guerra de España y alistan al padre de D. Manuel para el frente. Enseguida quieren volver a Las Zocas, ya que tenían allí su casa. “En 1937 mi padre parte para la guerra. Mi madre se queda con nosotros sola, tiempos difíciles. Fue muy duro y no sé cómo se las ingeniaba para salir adelante. Mis padres habían traído una cabra desde Araya, que la llamaban La Costurera, y así comíamos leche, gofio y poco más sería… Yo no recuerdo mucho, era muy chiquito”.

y fue allí donde le comentaron que en el Río de Chimiche, buscaban a un hombre que supiera trabajar en la pedrera. “A lo pocos días prepararon todo, mi padre compró un burro para llevar sus cosas y allá nos fuimos. Cargaron al burro, la cabra y rumbo al Río. Siempre pensando en un mejor futuro se fueron a vivir a El Frontón de El Río, en la Villa de Arico. “Remata mi padre en la pedrera y empieza a trabajar sacando cantos y caños para hacer las tajeas y llevar el agua a muchos puntos de la costa. Le pagaban una peseta por el metro de caño y mi madre lo ayudaba y la cosa iba saliendo bien. Recuerdo ver otros hombres trabajando con él”. Eran tiempo complicados, escasos, pero teníamos la comida, leche de cabra, gallinas, gofio. Tiempo de raciones. D. Manuel y sus hermanas iban a la escuela que estaba en un cuarto de la casa de D. Román. “Recuerdo a mi maestro, D. Julio, con cariño porque que parecía bueno”. El tiempo iba pasando y, a pesar de la escasez, eran felices. “Mi padre, un hombre muy bueno, cariñoso, nunca nos pegó ni nos maltrató. Era ejemplar, muy serio. Jugaba con nosotros cuando llegaba a casa, me llevaba a la pedrera para que lo ayudara… Poco sería, pero me decía que lo había hecho bien. Tengo sólo buenos recuerdos de él”. Para reyes les hacía juguetes de penca, carritos, camellos, una naranja y una pastilla de “a perra”. Eso eran los regalos de Reyes para cada uno. “La verdad es que los camellos de los Reyes no venían muy cargados, pero éramos muy felices”. “Mi madre nos hacía la ropa, nos bañaba en una palangana o en la tajea que pasaba por mi casa. A mis hermanas las ponía muy guapas y nos mandaba a la escuela muy limpios. Los maestros siempre decían que éramos unos niños muy limpios”. Llega un nuevo miembro a la familia el 30 de agosto de 1944. Todos quedan encantados porque les parecía un juguete aunque, quizás, un poco celosos, según cuenta D. Manuel. “Sí es verdad que la queríamos mucho pues nosotros ya éramos grandes. Mi hermana la mayor tenía 14 años y las más chica 7, así que todos teníamos que cuidarla”.

Fue pasando el tiempo y, a finales de 1939, el padre de D. Manuel regresa de la guerra, “nosotros, como niños, no entendíamos qué pasaba, mis hermanos que eran un poco más grandes decían que en la guerra moría gente. Sí recuerdo que nos pusimos contentos porque ya mi padre estaba en casa”. Su padre empezó a trabajar en Aldea blanca, en una cantera de canto blanco,

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Este tiempo de felicidad no duró mucho. En diciembre de ese mismo año el padre de D. Manuel les deja para siempre. Se quedaron huérfanos de la noche a la mañana y su esposa, viuda. Un momento que los hijos no entendían puesto que había confusión, dolor, miedo y tristeza pero, sobre todo, una pregunta: ¿Por qué? “Nunca hemos tenido respuesta, aún hoy me pregunto por qué ese Dios nos jugó esa mala pasada. En


ese momento nos cambió la vida, se nos acabó todo, y siempre se nos quedó ese resentimiento. Mi madre nos abrazó y nos dijo que saldríamos adelante. Ya hoy todo ha cambiado, el tiempo lo cura todo y a pesar de la corta edad te da fuerzas para seguir adelante”. A los 9 años la vida de D. Manuel cambia. Su madre se traslada a Chimiche sola con sus 5 hijos y sus pocas pertenencias en un intento por olvidad aquella tragedia. Empezar de nuevo puesto que se les había acabado todo, la escuela, incluso la sonrisa de la niñez puesto que tenían que crecer a la fuerza. En Chimiche había un señor que tenía muchas tierras y daba trabajo en el campo empaquetando tomates para mandar a Inglaterra. Le ofreció trabajo a la madre de D. Manuel y a la hermana de 12 años. Igualmente, su hermana de 14 años comenzó a trabajar de criada en la casa de D. Manolo Guillén y de Dª Pana Guillén, puesto que además tenían una venta, correos y molino de gofio. Allí estuvo durante muchos años. “Yo me fui con mi abuela paterna a E Frontón, y con mi tía, y me llevé el burro porque era mejor para arar las tierras. Mi equipaje era dos camisas, 2 pantalones, unos calzoncillos (que me los hacía mi madre), y unas lonas en los pies, que eran sólo para el viaje pues, después, para trabajar, era descalzo”. “Mi abuela María, mi tía Manuela… Cuando tú pierdes a tu padre todos te quieren, pero esos eran tiempos difíciles y hacían lo que podían. Yo me pasaba cuidando cabras, arando y trabajando en la que había. Mi tío José, marido de mi tía Manuela, siempre estaba conmigo y lo pasaba bien”. Pero un día, D. Manuel le dice a su abuela que quiere ir a Buzanada a ver a su tío Miguel Toledo, hermano de su madre. Allí también vivía su otro tío Juan Toledo, quien le aconsejó que se quedara para cuidar las cabras que tenía en la zona de Cambao. “Salía con él y estaba contento. Comer, poco, mi tía Florencia era

muy apretada y rabiosa, pero bueno, lo iba pasando. Comíamos suero con gofio y poco más. No recuerdo tomar leche nunca. Sólo una vez mi tío Amancio amasó leche con gofio, la única vez. Queso, nunca lo probé”. “Un día me fui con mi tío a Guaza porque se iba a mudar de casa. Fui a barrer unos cuartos y me dejó solo con las cabras. Se me rebotaron y no las pude dominar y se metieron todas en el corral. Mi tío se enfadó, me empezó a gritar y me pegó dos nalgadas. Cuando se despistó me fui, subí a Buzanada y le dije a mi tía Florencia el cuento y me fui. Subí a La Centinela, El Roque, Tamaide, San Miguel… subí por Pedro Gil hasta El Frontón descalzo porque las lonas ya las había roto. Le conté a mi abuela lo que había pasado y que yo me quería ir con mi madre. Ella me aconsejó que me quedara, pero yo dije que no. Metí en un saco mi poquita ropa, un palito y mi abuela me acompañó un poco más abajo para decirme el camino que me llevaría al puente de La Orchilla. Cuando iba caminando vi unas gallinas sueltas en unas pencas, me escondí y cuando mi abuela ya había traspuesto volví para atrás y cogí una gallina. Yo estaba temblando, pero pensé que la vendería para comprarme unas lonas. Cuando llegué a Charco del Pino caminando y descalzo encontré a un hombre, le propuse la gallina y me dijo que no porque seguro que era robada y le dije que sí. Seguí para Granadilla y seguía ofreciendo la gallina, pero me decían lo mismo, nadie me la quería comprar. Al final llegué a una herrería que había en “Lomo Grande”, cerca de Los Blanquitos, y allí me la compró Antonio, el herrero”. Cuando D. Manuel llegó a Chimiche se fue directo a comprar unas lonas y llegó a su casa con las lonas nuevas. Al día siguiente de fue a trabajar con su madre al “Vallito”, en la finca de D. Cariolo Guimerá. Tenía 14 años y le pagaban 9 pesetas de sol a sol, muy duros tiempos, pero estaba con su madre y sus hermanos. LA TAJEA. Nº 46/2015

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“Al tiempo, otro señor de Chimiche, D. Gregorio Guillén, tenía otra finca y daba a sembrar a medias. Mi madre me dijo que nos íbamos con él porque nos daba tomates a medias, papas, millo y de todo lo que se sembrara. Nos fuimos y ese año, al terminar la zafra, nos quedaron 6.000 pesetas. Nos pareció una fortuna y ahí empezó otro tiempo, más desahogados. Ya las cosas nos iban mejor”. A los 16 años le llega el amor, aunque tuvo muchísimas novias de Los Blanquitos, Granadilla, El Río… Acudía a los bailes que se organizaban en los salones de Candelaria Arocha y Sebastián, en Chimiche, y en las fiestas de julio y octubre. Era parrandero, no tenía que ser festivo para arrancar con un tenderete. Cantaba, bailaba, tocaba la guitarra hasta que la afición le llevó a cambiar una perra de caza por una guitarra, otro perro y un hurón que su amigo Pedro le dio.

Cantaba serenatas a las chicas y nos recuerda alguno de esos cantares: Por lo rizos de tu frente, yo ví bajar un canario a beber agua a tus labios, creyendo que era una fuente. “Yo era fiestero, parrandero, amigo de mis amigos. Fui muy popular en mi juventud, me gustaba un vaso de vino. En el mes de octubre se mataban los cochinos, eso era una fiesta de casa en casa. En casa de mi madre se mataba el cochino el 10 de octubre y los días antes en cada casa uno. Así que tenía cada día una fiesta. Fueron épocas muy buenas, aunque no teníamos mucho dinero, pero en el pueblo éramos gente muy querida”. Cuenta D. Manuel que la vida ahora ya no es la misma, ahora conserva a sus amigos, algunos ya no están, pero siempre los tiene en el recuerdo. “Tengo un amigo en El Río, y nos hicimos compadres para nunca perder la amistad. Mi amigo Gerardo”. En esa época también aprendió a leer, así como a sumar, restar, dividir y multiplicar. Para ello iban a la casa D. Conrado Guillén y D. Julio Campos, que daban clases a aquellos que no sabían. Se hace mayor y, como dice él, empezó a coger “fundamento”. Y como siempre, llega esa novia formal a su vida y comienzan una andadura para formar su propia familia. “Ese año sembré tomates, tenía 7.300 pesetas y tenía que pedir la mano de mi novia a su padre. Así lo hice. Tenía 26 años. Los padres de la chica nos ayudaron con la dote, ellos compraron el armario, la cama y lo más necesario. No sería mucho, y como yo tenía esas 7.300 pesetas compré un camello que me costó 7.000 pesetas. Lo otro era para comer. El camello hacía falta para trabajar el campo”. “Hace 54 años que el cura me preguntó si quería a Felisa Rodríguez García como esposa y dije que sí. Y aquí estamos, con altos y bajos, pero juntos, formando una familia de 4 hijos: Juan Manuel, Eva, Grecia y Gregorio. Y ahora tengo 2 nietos, Eugenio y Celia, que son la luz de mis ojos”. D. Manuel tenía muchos sueños, unos se han cumplido y otros no. Durante una época se dedicó al campo, después trabajó de cabrero, época en la que hacía queso y vendía queso a un señor de Charco del Pino. Durante años fue encargado de una finca en la costa de El Río, con Ramón Vinuesa, y ahí se jubiló. Después de 60 años empieza a hacer estas cosas que nos muestra: trenzas para guiar al camello, esquilas y collares para las cabras, cencerros de 2 y 3 pesetas, otros de “a tostón” (1 peseta y 1 real), y otros de real y medio. Aprendió solo. Termina D. Manuel con estas palabras: “si seguimos estaríamos todo el día contando, porque he tenido en la vida muchas cosas buenas y malas. Me quedo con las buenas que también han sido bastantes. Y después de todo, a ese Dios que un día pensé que me había olvidado y que no me quería, le doy las gracias por la vida, por mi familia y por cada día que veo amanecer. Porque tengo qué comer, porque veo la tele y muchos no tienen qué llevarse a la boca”. Kina Pérez

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EL PERSONAJE Antonio García García, la sabiduría de un cabrero

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Por Marcos Brito

a sabiduría que atesora la persona que se curte en la naturaleza se adquiere con la lentitud de la vida, esa que se recorre con sosiego pero sin descanso. Es esa sabiduría la que acumula Antonio García García, nacido en El Salguero, Vilaflor de Chasna, en 1921 y vecino desde hace varias décadas de La Asomada, en San Miguel de Abona; así como la de su mujer, Angélica Dorta Pérez, nacida en El Frontón, San Miguel de Abona, en 1938. Sus vidas han estado ligada a la vida en el campo, casi siempre atada al cuidado de una manada de cabras. Antonio García arrastra el conocimiento y la experiencia desde su cuna, en El Salguero, donde sus padres, Carmen García Tacoronte y Norberto García García, cuidaban de una medianería de cabras. También su abuelo, Manuel García fue cabrero, así como un hermano de padre, de su primer matrimonio, Manuel García Lorenzo. También los padres de Angélica Dorta, Jerónima Pérez González y Eladio Dorta Díaz, se dedicaron a la medianería de estos animales. En la ayuda que Antonio García prestaba a su padre, en el normal aprendizaje de una profesión que se heredaba de padres a hijos, recorrió diversos pagos entre Vilaflor, San Miguel de Abona y Arona. Sus padres llegaron a El Salguero el año anterior de nacer Antonio, allí estuvieron unos siete años, para posteriormente trasladarse a Chaveña, Aldea Blanca, a la Cruz Alta y de regreso a Chaveña, en cuyo lugar ya se hizo cargo de la manada de su padre. Aún estaba soltero, aquí se casa en 1955 con Angélica Dorta Pérez, quien se encontraba con sus padres en el cuidado de otra manada de cabras en Los Ancones, en Granadilla de Abona. En Chaveña, Vilaflor, residen dos años más, para después seguir su periplo en esta vieja profesión de cabrero en El Cabezote, Vilaflor; Granero Negro, en Guía de Isora o Tejina de Guía de Isora. En este último lugar abandona las cabras por un periodo de unos cuatro o cinco años, en los que se dedica a la agricultura y a otros trabajos en La Asomada, en San Miguel de Abona, donde construyeron su vivienda. Ya habían pasado unos 14 o 15 años de su boda, cuando retoma otra vez la cabrería en El Río de Arico. Fueron siete años y otros diez más en La Asomada, por su cuenta, en pos de mantener el rebaño en buenas condiciones; hasta que rondando la década de los años noventa deja

este trabajo, pero siempre manteniendo alguna cabrita para el consumo de la casa. El legado que atesoraba Antonio García, falleció el 21 de febrero de 2010, lo impartió a toda persona que se acercaba a escuchar sus amenas narraciones, de éste Sur que conocía como la palma de su mano. Por sus relatos podemos conocer el entramado de cabreros que se desenvolvían por la cumbre, la que recorrió en su infancia y juventud. O como se iniciaba en las labores del cuidado de las cabras desde esos años en los que apenas podía caminar bien. Sus narraciones son de una gran riqueza documental, que nos ayudan a conocer lo temprano que se comenzaba en la ayuda familiar, donde todas las manos eran pocas, y que marca los tiempos de la siembra, de la época de parir las cabras, que con el correr de los años se fue adelantando, o como había que tener precaución con los cuervos que atacaban al ganado recién nacido. Y cuando empezaron a parir las cabras, áhi el mes de diciembre, él se quedó allí arando por encima de la casa, donde decíamos el Hoyo de Salguero, y me mandó a mí y otro hermano mío, el me lleva dos años a mí, pues yo podría tener cinco años y me hermano tendría siete, y nos mandó a juntar las cabras, esas cabras quedaban sueltas, y por dentro del Sombrero, donde le decimos la Madre del Agua, había allí un chorro de agua. Entonces, pues, salimos por áhi parriba y cuando llegué a la madre del Agua sentí un grillote parriba, me voy parriba y me encuentro la cabra que mi padre hacía por muerta o que la vían robado, la hija tenía un baifo y la madre tenía dos, pero el de la hija los cuervos le había comido el rabo y no tenía sino el pesonito del rabo. Asimismo cuenta la táctica que utilizan los cuervos para poder comerse a un baifo. Para lo que deben ser dos, uno le pica por detrás y otro por delante. El cuervo son dos, uno le pica por delante y otro por detrás, cuando el baifo bela le saca la lengua, es un ave muy sinvergüenza el cuervo. Desde que yo no veo cuervos aquí, los mismo que los guirres, los villanos, todos esos bichos, eso se acabó. O esa diferencias de fechas en parir las cabras, que en la época de su padre era a finales de año y en la suya se fue adelantando a los meses de noviembre e incluso octubre. Porque eso de octubre es poco tiempo acá, por antes las LA TAJEA. Nº 46/2015

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primeras que parían, parían en diciembre y después las tardías en febrero y marzo. Después yo, estuvimos un tiempo lo mismo, pero después víamos que la cosa iba cambiando, entonces se lo soltamos en junio, que paren en noviembre, ahora paren en octubre también.

brero y enseguida, porque la tierra se araba, a lo mejor este año araban esto, esto pal año que viene quedaba de manchón, y claro la tierra desde que daba con agua criaba, pero ahora no cría porque eso está como el piso ese, le cuesta mucho pa criar.

En su periplo con las cabras pasó años repletos de dificultades, como el que estuvo en Los Cuartos de Aldea Blanca, con el propietario Casiano Alfonso. Cuando estábamos con don Casiano nos vino a llover en febrero. Yo me acuerdo que las cabras estaban allabajo sobre Los Abrigos, en aquellas toscas, la que se echaba o se caía esa no se podía levantar, si uno no pasaba por allí y la levantaba no se levantaba, de flacas que estaba. Áhi no había nada, ni balos había porque los balos se los habían comido las cabras, y después vino a llover en febrero. Sabe lo que era que llovió en fe-

Fueron muchos años donde Angélica Dorta y Antonio García bregaron en la atención de las cabras, desde el mismo nacimiento ya se fueron familiarizando en sus cuidados, en las labores que se tenían que realizar a estos animales. También fueron bastantes los que lucharon juntos, en los que pasaron por múltiples y diversas circunstancias. Sus narraciones se pueblan de topónimos que los cambios de nuestra geografía han sumido en el olvido; de ricos matices que envolvieron su amena conversación, siempre apoyados por la riqueza de los conocimientos que atesoraron.

Antonio García, Angélica Dorta y José Trujillo. La Asomada, 2006

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LOS ARTÍCULOS DE JUAN BETHENCOURT ALFONSO EN LA REVISTA DE CANARIAS (1878-1882)

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a Revista de Canarias surgió en La Laguna el ocho de diciembre de 1878, con periodicidad quincenal. Se editó en la Imprenta Isleña, actuando como director Elías Zerolo. En ella publicaron sus escritos Sabino Berthelot, Nicolás Estébanez, Teobaldo Power, Agustín Millares, los hermanos Elías, Antonio y Tomás Zerolo, Juan Bethencourt Alfonso... En noviembre de 1879 se trasladó a Santa Cruz, donde dejó de publicarse a partir del veintitrés de mayo de 1882. Juan Bethencourt Alfonso publicó sus artículos de colaboración en diferentes números de la Revista, a saber: 1. La Higiene en Santa Cruz de Tenerife. Revista de Canarias, tomo I (1879) números: 6 (23 de febrero, págs: 81-82) ; 7 ( 8 de marzo, págs.: 105-106); 17 ( 8 de agosto, págs.:264-267). 2. Dos palabras en relación al estudio de los aborígenes de Canarias .Revista de Canarias,tomo II (1880) número: 31 ( 8 de marzo, págs.: 68-69). 3. Notas para los estudios prehistóricos de las islas de Gomera y Hierro. I El silbo articulado en la Gomera. Revista de Canarias,tomo III (1881), número: 71 (8 de noviembre, págs.: 321-322) 4. Notas para los estudios prehistóricos de las islas de Gomera y Hierro. II Sistema religioso de los antiguos gomeros. Revista de Canarias, tomo III( 1881), número: 73 (8 diciembre,págs.: 355-356) 5. Notas para los estudios prehistóricos de las islas de Gomera y Hierro. III Cuevas funerarias, kjökkenmoddinger y letreros de la Gomera. Revista de Canarias, tomo IV (1882, número: 82 ( 23 de abril, págs.: 114-115). 6. Notas para los estudios prehistóricos de las islas de Gomera y Hierro. IV Palabras pertenecientes al idioma de los primitivos gomeros . Revista de Canarias, tomo IV( 1882), números: 83 y 84 (23 de mayo, págs.: 131-133). Estos artículos fueron redactados en los momentos de plenitud del Realismo, movimiento que concedía mucha importancia a la observación, objetividad, minuciosidad descriptiva y al estilo sobrio y preciso. Las descripciones meticulosas y documentadas de lugares, fenómenos y objetos plasman, de forma fidedigna, el motivo que se pretende presentar, ampliando los registros del lenguaje, al introducir variedades geográficas y sociales. Sabemos que Juan Bethencourt Alfonso solía pulir mucho sus escritos, antes de publicarlos, como se demuestra en los diferentes borradores que confeccionó en la redacción de su obra capital Historia del Pueblo Guanche. La organización que presentan estos escritos, como norma general, parte siempre de un preliminar donde se plantea el tema, la bibliografía que se conoce al respec-

to, al mismo tiempo que se indica, de forma explícita, el objetivo que se pretende alcanzar. A este apartado, suele dedicarle bastante espacio, por lo que significa para centrar el problema. Una vez planteado el asunto, desarrolla la descripción minuciosa del lugar o fenómeno que intenta estudiar, con observaciones rigurosas de los materiales analizados y la justificación del origen de los hechos. La conclusión nunca es definitiva, con la extrema prudencia que caracteriza al insigne investigador, siempre deja un margen a que futuras investigaciones confirmen o desmientan sus observaciones e hipótesis, a excepción del artículo La Higiene en Santa Cruz de Tenerife, donde sus conclusiones son contundentes. Como ejemplo de lo que llevamos expuesto, la descripción de la Fortaleza: «Próximo al caserío de Chipude en el S. de la Gomera, se encuentra una región relativamente llana si se compara con el resto de la isla, donde se levanta aislada y solitaria una meseta de basalto, de superficie elíptica y de flancos cortados perpendicularmente, que mirada a distancia ofrece el aspecto de una fortaleza, nombre con el que se le conoce en el país. Como de un kilómetro de extensión de N. a S. y medio de E. a O., se eleva a unos LA TAJEA. Nº 46/2015

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cuarenta metros próximamente del nivel del suelo, presentando en los extremos de su eje mayor, como dos apéndices ú orejuelas, a los que se puede llegar desde la meseta por estrechas gargantas, donde existen restos de enormes majanos que fueron colocados sobre unos picachos agudos de difícil y peligroso acceso» (Revista de Canarias,tomo III, número: 73, págs.: 355-356) Estos artículos se caracterizan, además, por la precisión en la utilización del vocabulario científico, a la hora de nombrar las distintas manifestaciones geológicas o botánicas que ofrecen los variados escenarios de la naturaleza canaria. Véanse, en la descripción de la isla de la Gomera, las denominaciones de las rocas volcánicas:

«Surcada por numerosos y profundos barrancos, y cubierta de montañas y elevadas cordilleras de traquita, piedra pómez, fonolita, trefinas y otras rocas ígneas, unas veces dispuestas por capas conservando cierto paralelismo, y otras dislocadas, revueltas o en confuso desorden como para atestiguar la intensidad de los fenómenos del volcanismo que ha experimentado la isla en el transcurso de los tiempos...» Muchas de las observaciones e investigaciones, contenidas en la Revista de Canarias, pasarían a formar parte de su obra monumental Historia del Pueblo Guanche, como ocurre con el lenguaje silbado de la isla de La Gomera, recogido en el capítulo VI de la citada obra; o el capítulo XI donde trata del vocabulario guanche de nombres propios de lugares, con la incorporación de los que había descubierto y publicado en la citada Revista. En todos estos escritos, se puede comprobar la extensa bibliografía que manejó, no sólo de científicos extranjeros, sino de sus paisanos canarios, especialmente de Viera y Clavijo, del que se declara un ferviente admirador, al calificarlo como:“ el inmortal Viera”.

Los colaboradores de la Revista estaban muy bien

documentados y se mantenían al tanto de las controversias e ideas más novedosas durante esos años en Europa; prueba de ello el interés que demostraron por la Paleontología, presentando memorias ante el Gabinete Científico de Santa Cruz de Tenerife, Institución museística fundada en 1877 por Juan Bethencourt Alfonso, cuyo objetivo era el estudio de la ciencia natural y especialmente la del archipiélago canario. Sus secciones más importantes dedicadas a la Antropología y a la

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Prehistoria fueron la base de importantes colecciones de restos guanches, así como de fósiles, rocas y minerales que conservamos. Miguel Ángel Hernández González

Bibliografia: Revista de Canarias (Tomo I, II,III,IV) 1879-1882 Bethencourt Alfonso J.: Historia del Pueblo Guanche .Tomo I. Edición anotada por Manuel A. Fariña González, La Laguna 1991. García Cruz, Cándido M.: La difusión del pensamiento geológico del siglo XIX en el archipiélago canario a través dela Revista de Canarias ( 1878-1882). Anuario del Instituto de Estudios Canarios LVIII, 2014.


SAN MIGUEL DE ABONA, UN PASADO POR CONOCER

Artículo extraído del libro Tres Cuevas Sepulcrales guanches (Tenerife)

UN ENTERRAMIENTO INFANTIL EN EL BARRANCO DE EL PILON SAN MIGUEL

NOTA PREVIA

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n el año 1933 se descubrió en el término de San Migue una importante necrópolis, la más importante descubierta en lo que va de siglo. Estaba emplazada en el Barranco de Uchova o de LA Tafetana, en la margen izquierda del mismo. Este yacimiento sepulcral, que contenía más de 60 enterramientos, fue bárbaramente destruido en el espacio de pocas horas, sin que se pudiera salvar para la ciencia tan importante yacimiento con todo el extraordinario material que contenía. Se perdió no sólo el material antropológico, sino acaso la última oportunidad que ha habido en Tenerife de estudiar un yacimiento sepulcral con los cadáveres –-algunos de ellos momificados—colocados in situ, métodos de enterramiento y calida y colocación de las ofrendas funerarias. Veinte años después hicimos un estudio arqueológico del yacimiento a base de las informaciones de prensa, gráficos o fotografías que se publicaron en la fecha del descubrimiento y del testimonio directo de algunos testigos presenciales. Con todo ello, y por un minucioso estudio del yacimiento, hicimos una reconstrucción parcial del mismo en lo que respecta a la colocación de algunos cadáveres y al acondicionamiento de los enterramientos con piedras y elementos vegetales. Resultado de esta investigación fue nuestro breve trabajo “La necrópolis de la cueva de Uchova, en el Barranco de La Tafetana (Tenerife), 1952, hecho con la intención de que aquel yacimiento quedara por lo menos registrado en la bibliografía arqueológica canaria, pues salvo las informaciones periodísticas del momento no se le dedicó ningún estudio serio desde el ángulo arqueológico, ni tampoco pudo aprovechar la antropología unos materiales que pudieron aportar mucha luz desde el punto de vista étnico y para la distribución de los grupos humanos dentro de la isla. A pesar de lo tardío de nuestra investigación se obtuvieron datos de algún valor. En primer lugar hay que dar como segura la existencia de un grupo humano de cierta densidad en torno al moderno pueblo de San Miguel, cuyo término quedaría ubicado dentro de la antigua región de Chasna con Granadilla y Vilaflor. Se pudo determinar asimismo, la distribución y orientación de los cadáveres en la cueva, los elementos funerarios –tablones, troncos lajas y piedras—que se emplearon para colocar el cadáver; parte del ajuar sepulcral en relación con cada enterramiento, etc. Por verdadera fortuna, en una repisa natural situada en un lugar muy disimulado

de la gran cueva, descubrimos un enterramiento infantil, con ajuar. Al mismo hacemos especial referencia en nuestro ya citado trabajo. Los investigadores de la antropología se quejan, con justa razón, de la escasez de datos que hay sobre la mortalidad infantil entre los aborígenes, particularmente de Tenerife, y en general de Canarias. Si nos detenemos n esta inexplicable carencia de noticias sobre tan importante capítulo referido al primer habitante de las islas, la primera impresión que se saca es que la mortalidad infantil era muy baja, lo que no puede ser cierto, Después de haber pasado y sufrido lo que nosotros hemos llamado alguna vez, con más tristeza que ironía “la fiebre de los cráneos”, operación que consistió en arrasar con violencia las cuevas funerarias con el fin de suministrar material a los antropólogos, lo que en aquéllas ha quedado es la prueba de dicha acción violenta. Es así como se han perdido muchos yacimientos con todo el valioso testimonio que contenían. Ahora sólo cabe esperar al hallazgo casual, como ocurrió en Uchova y ocurre de vez en cuando en otros, y aun así la ignorancia y la barbarie se siguen cebando en estos yacimientos, hasta el extremo de que si no se tiene la formula de acudir a tiempo, basta sólo el plazo de un día para que todo sea destruido. Sin que nos podamos explicar satisfactoriamente el hecho, en muy raras ocasiones hemos podido iden-

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tificar un enterramiento infantil en cuevas donde los de adultos eran relativamente numerosos. La explicación no es fácil, pero es posible que no siempre los niños fueran depositados en la misma cueva sepulcral destinada a los adultos. También pudiera ocurrir que dentro de la cueva se reservara un lugar aparte, destinado a los niños, como se pudo comprobar en la ya citada cueva de Uchova. Es cierto que varias cuevas excavadas por nosotros, restos de cadáveres infantiles se han descubierto, mezclados con los adultos, pero siempre en una proporción llamativamente reducida.

EMPLAZAMIENTO DE LA CUEVA

fera, y el cardón, E. canariensis; abunda el vedore, (Kleinia neriifolia), “uno de los elementos más representativos y constantes del crassicauletum de la zona inferior, cálida y seca”. Se identifican entre los arbustos leñosos la vinagrera (Rumex lunaria), el balo (Plocama pendula) y el almácigo (Pistacia atlantica)Aunque no hemos estudiado todo el curso del barranco, la existencia de algunas cuevas de habitación en ambas márgenes revela que fue lugar habitado. Además, en el mismo hay fuentes; a unos 200 m. de la cueva sepulcral está la fuente llamada de Tamaide.

COMO SE PRODUJO EL DESCUBRIMIENTO El día 12 de agosto de 1962 se hallaba cazando en el Barranco del Pilón el vecino de San Miguel, Juan Rancel Rodríguez. En el curso de la cacería una pieza se refugió en un agujero. Al tratar de cobrarla se encontró con un hueco en parte cerrado por una pared de piedra seca. Derribó la pared sin sospechar de qué se trataba y penetró, deslizándose, por un estrecho agujero: pudo avanzar un corto tramo a causa de la angostura de aquél. A la escasa luz que hasta allí llegaba descubrió un objeto amarillento que, al tacto, daba la impresión de una corteza u otra materia acartonada. Con extrañeza tiró del objeto hacia fuera para poderlo contemplar a la luz y se encontró que, entre unas pieles resecas y rotas aparecían unos pies pequeños, momificados, envueltos en unas pieles que se rompían con sólo tocarlas. Comunicó el hallazgo a las autoridades del pueblo, las cuales lo pusieron en nuestro conocimiento al día siguiente. El día 14 del mismo mes, ósea, dos días después del descubrimiento nos trasladamos a San Miguel para proceder a la excavación. Agradecemos al Sr. Alcalde, don Modesto Hernández González, la diligencia puesta en el caso, su compañía en el curso de la excavación y el entusiasta y valioso apoyo prestado en todo momento.

DESCRIPCIÓN DE LA CUEVA Digamos antes que nada que el barranco del Pilón es el mismo de la Tafetana o de Uchova; ya es conocida la costumbre en el país de dividir un barranco en varios tramos y de designar con un nombre destinto a cada uno de ellos. Entre el Barranco de la Tafetana y el del Pilón está el tramo denominado Barranco del Lomo. Una distancia de unos cuatro kilómetros en línea recta separa el antiguo yacimiento de Uchova del enterramiento infantil que nos disponemos a estudiar (Lám.XIV,1). La covacha del Barranco del Pilón está situada a unos 550 m. sobre el nivel del mar (Fig1). A esta altura, en el S. de la isla, la capa vegetal está principalmente formada por especies crasas, típicas de la costa, y arbustos leñosos propios de terrenos áridos y de clima seco. Entre los cactus está abundantemente representada la Opuntia tuna y entre las euforbias, la tabaiba, con predominio de la especie Euphorbia aphyla y E. balsami-

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La margen izquierda de del Barranco del Pilón tiene por aquel lugar una pendiente muy pronunciada, pendiente que se va acentuando a medida que se acerca al fondo. El punto donde se ha hecho el casual descubrimiento está a unos 20 m. sobre el fondo del barranco. Geológicamente el terreno está formado por estructuras basálticas que alternan con tobas y aglomerados. Es terreno muy erosionado (ver Lám. XIV, 1). Las cuevas muy escasas, más bien covachas, bajas de techo, poco fondo y mal protegidas. Más que de habitaciones permanentes, dan la impresión de refugios transitorios. El enterramiento infantil ha sido descubierto en un tubo volcánico muy angosto, de trayectoria casi rectilínea. Tiene 4 m. de profundidad. La boca presenta una forma de bocina que se va estrechando gradualmente. La parte más ancha, de abajo arriba, tiene 0,90 m. y 1,10 m. de ancho. Medio metro más hacia el interior, es decir, donde está la verdadera entrada del enterramiento, tiene 0,54 m. de ancho y 0,90 m. de alto. La altura de la covacha se va reduciendo suavemente, pero la anchura


se va estrechando de una manera sensible hasta alcanzar, a un metro escaso de la entrada, 0,25 m.

compuesta de diversos elementos vegetales (la disposición del estrato en todo el yacimiento puede verse en la citada Fig. 7, sección y detalle del estrato). Vista la disposición de los elementos encaminados a adaptar la cueva para fines funerarios, surge una serie de cuestiones que trataremos de exponer a continuación.

DETALLES DEL ENTERRAMIENTO El cadáver del niño estaba colocado en la mitad más profunda de la cueva. Dada la estrechez de la misma, el pequeño cuerpo ocupaba casi todo el espacio, tanto en sentido de lo alto como de lo ancho, de tal forma que ni encima ni de lado podía tener cabida otro cadáver por pequeño que fuese

La misma conformación de la cueva y el acondicionamiento del estrato artificial nos obliga a considerarla dividida en dos secciones, desde A hasta C-D, y desde este punto hasta B (Fig. 7). La primera sección tiene 1,70 m. de longitud, una anchura de 0,30 m. y una altura, desde el suele al techo, de unos 0,40 m. A partir de C-D la anchura máxima es de unos 0,35 m. y la altura, aproximadamente, de 0,40 m. Justamente en la línea C-D la anchura es de 0,35 m., y la altura, en el estrato nivelado hasta dicho punto (Fig. 7, sección), no llega a los 0,35 m. Desde la línea C-D al punto B la longitud es de 2,30 m., y su primera parte coincide con una bolsa o ensanchamiento del tubo volcánico, el cual se va estrechando hasta el final, que acaba casi en punta. Con el fin de describir en todo su detalle este yacimiento, vamos a hacerlo sección por sección, es decir, primeramente de A a C-D y en segundo lugar desde C-D a B. Digamos antes de seguir que no sólo por la labor de acondicionamiento realizada dentro de la cueva, sino por las circunstancias que rodeaban al cadáver del niño, nuestro conocimiento sobre prácticas funerarias y preparación de los cuerpos momificados se ha enriquecido con nuevas y muy valiosas noticias. En primer lugar la boca aparecía cerrada, como ya se indicó, por una pared de piedra seca (Fig. 7, planta). Apartado el material que quedaba y hecho un corte para determinar el estrato desde la misma boca, nos encontramos con un estrato artificial compuesto, de abajo arriba, de un embaldosado de lajas, una capa de menuda gravilla, sobre ésta otro embaldosado de lajas y encima una capa de tierra (Fig. 7, boca). Este estrato artificial ocupaba toda la primera sección, exactamente hasta la línea C-D. Como puede verse en la figura citada, sección, la finalidad de este estrato no era otra que la de allanar el piso de la cueva, pues un escalón natural la dividía en dos partes. En el primer tramo de la cueva no se halló testimonio arqueológico que lo identificara como cámara sepulcral utilizadaA partir de la línea C-D encontramos que la capa superior de las lajas sigue a la que viene de la sección anterior, recubiertas ambas por la misma capa de tierra que recubre todo el yacimiento. Sobre esta capa y solamente en la segunda sección, se extendía una yacija

Llama en primer lugar la atención por qué la parte de la cueva comprendida entre la boca y el escalón natural fuese tan cuidadosamente arreglada, pues no hay traza alguna de que contuviera ningún enterramiento. El hecho puede ser explicado de muchas maneras. Pudo ocurrir que elegida la cueva para practicar el enterramiento ahora descubierto, se encontró el desnivel que presentaba el piso rocoso de la misma. Siguiendo una práctica corriente en las cuevas sepulcrales, se destinó a la parte más profunda para el primer enterramiento; al acondicionar esta parte se arregló al mismo tiempo el resto para que el piso quedara todo llano, y de esta forma dejarla así dispuesta para otro enterramiento en el sector de la entrada. Al no verificarse dicho enterramiento, la primera sección quedó vacía, y ya depositado el cadáver del niño, el yacimiento fue cerrado con la pared de piedra seca, práctica también corriente en las cuevas sepulcrales. Parece claro, pues, que la covacha fue toda ella acondicionada de una sola vez, y que el estrato quedase dispuesto al mismo tiempo, es decir, que la anivelación comenzó desde la boca buscando la línea que marcaba el borde superior del escalón. Pero al haver esto, de los 0,70 m. que por término medio tiene la altura de la sección N., 0,40 m. quedaban ocupados por el estrato, con lo que el espacio libre, en sentido vertical, era solamente de unos 0,30 m. a 0,35 m., espacio que corresponde aproximadamente a la sección comprendida entre la línea C-D y el punto B antes de estar ocupada por el cadáver, vale detenerse en la consideración de este hecho porque si, en efecto, la primera sección fue acondicionada al mismo tiempo que la segunda, con tan notable reducción de espacio, ningún adulto normalmente proporcionado pudo deslizarse por la primera sección portando la momia infantil para depositarla en el fondo. El descubridor del enterramiento manifiesta que sólo pudo entrar muy poco mas de la boca, y que tuvo que hacer un gran esfuerzo para alargar el brazo derecho y tirar de los pies de la momia, sin saber entonces de qué se trataba. Al iniciar nuestros trabajos de excavación, nos ocurrió lo mismo. Con mucha dificultad sólo pudimos avanzar hasta la mitad de la primera sección y con el brazo extendido llegamos trabajosamente al punto donde venían a caer los pies del cadáver. Aprovechando la presencia de algunos niños que curioseaban mientras se realizaban los trabajos, invitamos a uno de 8 o 9 años LA TAJEA. Nº 46/2015

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para que intentara llegar hasta el fondo de la cueva. Se deslizó cómodamente a lo largo de toda la sección primera y penetró sin dificultades en la sección segunda. Nosotros sólo pudimos alcanzar el fondo de la cueva después de haber hecho la excavación del sector N., pero en el sector S., donde se hallaba el enterramiento, únicamente pudimos trabajar con los brazos extendidos, ya que el reducido espacio nos vedaba el acceso. Este hecho no deja de ser significativo, se trata del primer enterramiento infantil, solo y aislado, que se estudia en Tenerife y posiblemente en Canarias. Y es la primera vez también que un yacimiento sepulcral, a causa de sus reducidas dimensiones, dificulta la entrada a un adulto. Solamente como hipótesis de trabajo debemos pensar que en el acto sepulcral que nos ocupa intervinieron preferentemente niños, ya que sólo ellos tenían acceso fácil al yacimiento. El cadáver fue empujado hasta el fondo fácilmente, puesto que la superficie de la cueva estaba previamente allanada. Por lo pronto es el único caso en que un yacimiento sepulcral, en este caso con una momia infantil, hace pensar en la intervención de los niños durante el acto funerario.

Los otros elementos vegetales que se hallaron formando parte cuya masa se encontraban hojas de drago, son: ramas de almácigo y de vinagrera, dos especies muy frecuentes en aquel paraje, y que ya citamos mas arriba. También se hallaron unos pelotones de resina, de pino entre cuya masa se encontraban hojas secas del mismo árbol. Ignoramos el papel que representó la resina en dicho enterramiento, aunue seguramente fue empleada con fines balsámicos (Lám. XIV). Las astillas de tea no formaron parte de la cama del cadáver; el extremo carbonizado de las mismas las identifica como hachones, es hallazgo corriente en toda cueva sepulcral (Lám. XV, 1). Si tenemos en cuenta el ajuar funerario habitual en los enterramientos de adultos, no deja de causar extrañeza la ausencia total de ajuar en ese enterramiento infantil. Ni siquiera un collar de cuentas de barro –por citar el objeto más frecuente-, que se suele encontrar también en los cadáveres de niño, como pudimos comprobar en el enterramiento descubierto por nosotros en la ya citada cueva de Uchova.

ESPECIES BOTÁNICAS IDENTIFICADAS EN LA YACIJA VEGETAL

LA MOMIA

El cadáver del niño estaba en posición decúbito supino, con la cabeza dirigida hacia el S., posición obligada por la naturaleza y orientación de la cueva. Todo el cuerpo descansaba sobre una yacija vegetal, compuesta principalmente de hojas de drago (Lám. XIV, 2).

El cuerpo estaba desigualmente conservado, pero la parte destruida correspondía al tronco. Las filtraciones y el desprendimiento de piedras y arenas del techo fueron cayendo sobre el tronco, destruyeron las pieles de envoltura y hundieron el tórax.

En la Lám. XIV, 1, se puede ver un aspecto del Barranco del Pilón, tomado desde las proximidades de la cueva. La pobreza vegetal es manifiesta y no hay trazas de dragos (Dracaena draco L.) en aquel paraje ni en varios kilómetros a la redonda. Consultamos sobre la posibilidad de que, en otro tiempo, hubiera podido vivir el drago en aquella comarca del S. y el Dr. E. R. S. Sventenius tuvo la amabilidad de responder a nuestra consulta de la siguiente forma: “La muestra de hojas que me incluye pertenecen, desde luego, al drago, y aparentemente deben proceder de un ejemplar joven o de una rama poco desarrollada. Generalmente se admite que muchas especies de la flora canaria que actualmente cuentan con extensión limitadísima o con una presencia muy esporádica, poseían durante épocas pasadas un área de extensión geográfica mucho más amplia que en la actualidad. Así puede muy bien admitirse que aún hasta la Edad Media este árbol se hallaba en estado espontáneo en los contornos del actual San Miguel. Todavía hoy el drago vive en estado silvestre a una distancia relativamente corta de este lugar, como resultan ser, por ejemplo, el Barranco Seco (entre Arona y Adeje), Montaña de Arona y el Barranco del Infierno (Adeje). Este último lugar desciende en algunos puntos hasta los 600 m. sobre el nivel del mar. Por todo ello creo que su interesante hallazgo en la cueva del <barranco del Pilón no debe ser considerado a la vista de las condiciones fitogeográficas actuales. El drago vive en la actualidad diseminado por toda la región S., desde Guimar hasta el Barranco de Masca”. (Masca se encuentra en la vertiente sur-occidental del macizo de Teno, en el extremo NO. de Tenerife).

El cadáver fue momificado. Se conservan en relativo buen estado las manos (Läm. XV, 2) y los pies, partes de las extremidades inferiores y algunas regiones del cráneo, la momia fue envuelta de la cabeza a los pies con pieles de cabra, sin pelo, bien curtidas y algunas finamente agamuzadas. Cuatro pieles envolvían el cuerpo del niño, pues tanto en la parte que corresponde a la mitad inferior del mismo, como en la cabeza, sin cuatro las envolturas que se aprecian, en la capa de piel con técnica distinta.

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Un empate presenta un cosido en el cual la delgada fibra de tendón describe una línea sinuosa, entrando sucesivamente a uno y otro lado de los bordes de unión


entre las dos pieles. Otro cosido se desarrolla en espiral muy apretada, que a veces da la impresión de un cordón (Läm. XV, 1). Ambos cosidos están ejecutados con el mismo material, y de tendón también se confecciona un hilo, generalmente de dos cabos, para empates más delicados. Con este hilo se ejecuta también el cosido con desarrollo en espiral (Fig. 8). Por lo que sabemos de la industria de la piel entre los indígenas y de su indumentaria ( ver nuestro trabajo “Armas de madera y vestido del aborigen de las Islas Canarias”, 1962), los hilvanes y punto grueso logrados a base de fibra ancha de tendón o de estrechas correíllas, se empleaban para empatar pieles bastas, generalmente destinadas a la envoltura de la momia. Los puntos más finos, ya en espiga o en espiral, se emplearían para coser las pieles empleadas en la confección de vestidos, para remiendos o zurcidos. Estas pieles, por otro lado, eran más finas y delicadas; su calidad se distingue de las otras no sólo al tacto, sino a simple vista.

les (Lám. XVI). Las interiores con muchos pliegues, dobleces y arrugas, la capa exterior estaba cosida a todo lo largo, desde los pies al cuello. La cabeza aparecía envuelta por otras tantas capas de piel (Lám. XVI, 2). La capa exterior o sudario estaba cosida. Siguiendo el eje del cuerpo, con un largo punto en espiga. Este sudario se ciño al cuerpo mediante tiras de piel arrolladas, de abajo arriba, en espiral. Parece confirmarlo el nudo que encontramos a la altura de los tobillos. Se completaba la envoltura de la momia con el amarre de las pieles que envolvían la cabeza. (en la Fig. 9 se ha hecho una reconstrucción de la envoltura).

Entre las pieles que se hallaron en torno a la momia infantil había alguna de la calidad últimamente señalada. Estaban cosidas con hilo de tendón. Esta circunstancia hace pensar si el niño, bajo las pieles de envoltura, llevaría puesto su vestido. Otra circunstancia que inclina a pensar en ello es que, sumergidos en agua varios fragmentos de piel de distinta calidad y de las distintas capas de envoltura de la momia, se comprobó que los más bastos y gruesos teñían el agua de color marrón, mientras que los fragmentos más finos, de aspecto de gamuza, coloreaban el agua de amarillo brillante. En otra ocasión hemos indicado que este color es el que se emplearía para teñir las pieles más suaves, mientras que el color marrón, más o menos oscuro, teñiría las pieles mas bastas como corresponde a la de la envolturas de las momias y, en determinados casos, a elementos de la indumentaria de uso muy exterior, como por ejemplo los Guaycas, especie de polainas que cubrían desde el tobillo hasta la parte alta de la pierna, sin llegar a la rodilla. La comprobación de los colores en la tinción de las pieles ha sido verificada por nosotros en distintas ocasiones y en yacimientos arqueológicos geográficamente muy lejanos unos de otros. El detenido examen de las pieles que estaban junto a la momia infantil viene a corroborar el empleo frecuente de los colores citados. Ya se dijo que la parte más destruida del cadáver comprendía el tórax y el abdomen, y por ello las pieles que caían sobre dicha región anatómica también están destruidas. Por esta causa es difícil asegurar que el niño llevara su indumentaria acostumbrada. No es mucho lo que sabemos acerca de la indumentaria indígena, pero hay indicios suficientes para suponer que era bastante somera. Sobre un faldellín, taparrabos o pieza semejante, se llevaría un capotillo más o menos holgado y largo, abierto por delante, y que se emplearía solamente en la estación fría. De ser así como suponemos, la indumentaria que llevaba el niño caería aproximadamente sobre la parte del cuerpo más maltratada por la corrupción cadavérica, la humedad y los desprendimientos de piedras y el tiempo. Vista en conjunto la envoltura de la momia infantil encontramos como ya queda dicho, cuatro capas de pie-

El estudio de la envoltura en la parte mejor conservada revela sin lugar a duda que se trataba de un verdadero saco. Es la primera vez que en Tenerife se encuentra una momia, en este caso infantil, de tal forma preparad, y es acaso la primera vez que esta técnica de envoltura de las momias egipcias, de las cuales encontramos supervivencias en la técnica de envoltura en espiral, y sobre todo, en la preocupación por conservar el volumen y la figura del cuerpo humano. Ciertamente debemos considerar el enterramiento infantil del Barranco del Pilón como un descubrimiento importante: nos ha suministrado un buen caudal de datos nuevos con que enriquecer el capítulo del culto a los muertos entre los indígenas de Tenerife, datos aportados por la momia del niño, la técnica de envoltura y la preparación y acondicionamiento de una cueva que parecía estar destinada solamente a cadáveres infantiles. LA TAJEA. Nº 46/2015

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Mujeres en la Pintura (I) Elizabeth Vigée-Lebrun

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n la historia de la pintura, a pesar de la escasez de nombres de mujer e incluso como las autoras firmantes de sus propias obras, destaca con luz y protagonismo propios, la figura de Elizabeth Vigeé-Lebrun. Nacida el 16 de abril de 1755, coetánea del reinado de Luis XVI, e hija del pintor Louis Vigeé que no sólo le permitió, sino que la impulsó a pintar desde muy joven, recibió además lecciones de otros conocidos pintores de la época. Su arte despuntó tan pronto que en su adolescencia ya pintaba retratos como una profesional, de tal modo que en 1774 ingresó en la Academia Francesa, y más tarde, a instancias de la Reina, en la Academia Real de Pintura y Escultura, quien no aceptaba a mujeres en su seno. Elizabeth, admitida así en la Corte de la Reina María Antonieta, realizó magníficos retratos suyos, así como de todos los miembros de la Corte. Su pintura nos traslada a la vida de sus protagonistas, envueltos en una luz suave, luminosa y en la que acoge los gestos y el mensaje que sus modelos deseaban transmitir. “Elisabeth Isabelle Mniszech”, 1797. Galería Nacional de Eslovenia, Ljubljana.

“Autorretrato con sombrero de paja”, (22 años), 1782. National Galery, Londres.

Elizabeth utilizó además su belleza en sus autorretratos, en los que figura sola, o en compañía de su hija, ensalzando la maternidad y la ternura en esos lienzos, de increíble armonía. Es el rococó el estilo que Elizabeth utiliza en su pintura, y el modo en que la belleza de su arte nos traslada a su espíritu.

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La época del Antiguo Régimen tocaría a su fin con el advenimiento de la Revolución, y VigéeLebrun se vería obligada a huir de su país junto a su hija. Así comenzaría para ella una diáspora en la que vivió en Italia, pintando con su excepcional genio, en Austria y en Rusia, en donde precedida por su nombre, pintó a muchos de los miembros de la Corte de Catalina la Grande, y en donde ingresó en la prestigiosa Academia de Bellas Artes de San Petesburgo. Después de más de dos décadas regresó a su país, en donde una Francia de monarquía restaurada, le da la bienvenida y le permite seguir trabajando en su prolífica obra, además de viajar posteriormente a Inglaterra, quien se rinde también a su arte, y a Suiza, donde se la nombra miembro honorario de la Sociedad del Progreso de las Bellas Artes de Ginebra. Trabajadora incansable, su obra consta de casi mil óleos, en los años 1835 y 1837 redacta sus memorias, de las que se desprende un vasto conocimiento y sus propias perspectivas sobre el período de formación de los artistas cuando comienza a declinar el apogeo de las Academias Reales. Continúa pintando hasta su muerte, acaecida en París, donde había fijado su residencia, el 30 de Marzo de 1842. En su tumba, en Louveciennes, muy cerca de donde había estado su antiguo hogar, pueden leerse las palabras: “Por fin, aquí descanso”. María Cleofé Linares


SOROR DOLORES DE SANTA RITA HERNÁNDEZ Y FEO (1817-1894), religiosa de clausura en el

Monasterio de Santa Clara de La Laguna,

en el que profesó después de enviudar y perder a sus hijos1

E

l presente artículo está dedicado a una mujer que nació en el siglo XIX en San Miguel de Abona, donde contrajo matrimonio y nacieron sus dos hijos. Lo curioso de su vida es que después de la prematura muerte de su marido y sus hijos, decidió seguir la vida religiosa y profesó como monja de coro en el Monasterio de Santa Clara de La Laguna, donde vivió en clausura el resto de su vida; en él falleció y recibió sepultura.

Su ilustre familia Nuestra biografiada nació en San Miguel de Abona el 9 de abril de 1817, siendo hija de don Tomás de Aquino Hernández de Fuentes y doña María Isabel Rodríguez Feo y Pérez. Cuatro días después fue bautizada en la “iglesia del Arcángel San Miguel del Lugar del mismo nombre de las Bandas de Abona de esta isla de Tenerife”, por el cura párroco propietario don Pedro Machado Tejera. Se le puso por nombre “María de los Dolores” y actuó como padrino don Agustín Pérez Alonso, de dicha vecindad. Doña Dolores creció en el seno de una familia muy destacada en la comarca, pues en ella sobresalieron: su padre, don Tomás de Aquino Hernández de Fuentes (1769-1824), militar (probablemente sargento), síndico personero, alcalde real y notario público eclesiástico de San Miguel; su abuelo materno, don José Antonio Rodríguez Feo (1745-1826), síndico personero y alcalde de Vilaflor, impulsor de la creación de la parroquia y el ayuntamiento de San Miguel y primer alcalde real de dicho pueblo; su bisabuelo materno, don Lucas Agustín Feo (1717‑1800), capitán de Milicias graduado de Infantería, gobernador de las armas de Abona y alcalde de Vilaflor; y su tatarabuelo materno, don Juan Rodríguez Feo (1674‑1770), capitán de Milicias, graduado de teniente coronel de los Reales Ejércitos, y Caballero de la Orden de Santiago; los tres últimos eran naturales de Vilaflor. Además, destacaron tres de sus hermanos: don Antonio Hernández Feo (1806-1888), teniente de Granaderos, capitán graduado de Milicias, procurador síndico del Ayuntamiento de San Miguel y rico propietario; don Tomás Hernández Feo (1808-1878), procurador síndico del Ayuntamiento de San Miguel, hacendado y concejal en Puerto Rico; y don Miguel Hernández Feo (1822-1892), procurador síndico y alcalde, segundo teniente de la 1ª Compañía de San Miguel y ayudante del Batallón de la Milicia Nacional de Abona. Lo mismo ocurrió con seis de sus sobrinos: don Pantaleón Tacoronte y Hernández (1839‑1906), Bachiller en Filosofía y Teología, Licenciado en Derecho, profesor del Instituto de Canarias, párroco de Vallehermoso, La Laguna, San Andrés y Sauces y Santa Cruz de Tenerife, arcipreste de La Laguna y capellán del Hospital Civil; don Clemente Hernández Alfonso (1843‑1910), sacerdote, coadjutor de Buenavista y El Paso, y cura párroco de Tegueste, Arona y San Miguel de Abona; don Eduardo Tacoronte

Doña Dolores Hernández Feo nació en San Miguel de Abona, donde contrajo matrimonio y nacieron sus dos hijos.

y Hernández (1845‑1905), médico, catedrático interino de Francés del Instituto Provincial, alcalde interino de La Laguna, fundador y vicepresidente del Casino de dicha ciudad; don Antonio Baldomero Hernández Bello (18481885) y don Emilio Hernández Bello (1859-¿?), ambos tenientes de alcalde del Ayuntamiento de Lares (Puerto Rico); y don Nicanor Hernández García (1849-1887), Bachiller en Artes y teniente de la Compañía de Milicia Nacional de San Miguel de Abona.

Matrimonio y descendencia El 1 de abril de 1838, a punto de cumplir los 21 años de edad, doña María Dolores Hernández Feo contrajo matrimonio en la parroquia de San Miguel de Abona con su primo don Nicolás Bruno (Rodríguez) Feo Hernández, natural y vecino de dicho lugar, viudo de doña María Petra Gómez de la Sierra de León e hijo de don Miguel Rodríguez Feo y doña Petra Hernández; los casó el cura párroco propio don Francisco Guzmán y Cáceres y actuaron como testigos don Antonio Alfonso Rodríguez, don José Torres y don Salvador Sierra, de dicho vecindario. Habían sido dispensados de dos parentescos de consanguinidad, uno de de segundo grado igual y otro de segundo con tercero. Don Nicolás y su primera esposa, doña María Petra Gómez, habían procreado tres hijos, nacidos en San Miguel de Abona: don Anselmo Feo Gómez (Gómez) Sierra (1829-1885), cabo 1º de Milicias, primer juez municipal, alcalde de San Miguel y propietario, que casó en 1854 con doña Emilia Hernández Alfonso, hija del capitán graduado don Antonio Hernández Feo y doña Cándida Alfonso Feo; don Lorenzo (Rodríguez) Feo Sierra (1831?); y doña María del Carmen (Rodríguez) Feo Gómez (o Gómez Sierra) (1833-1897), que casó en 1857 con don Martín Bello Gómez, hijo de don Juan Francisco José Bello Bernal y doña Ángela María Gómez Monroy. A su vez, doña María Dolores Hernández Feo y don Nicolás Feo Hernández procrearon otros dos hijos, nacidos también en San Miguel: don Julián Feo Hernández (1839-1845), que murió en su domicilio natal cuando LA TAJEA. Nº 46/2015

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Después de viuda, soror Dolores de Santa Rita Hernández profesó en el Monasteriode Santa Clara de La Laguna, en el que vivió hasta su muerte.

contaba tan solo seis años de edad; y don José Zoilo Feo Hernández (1841-?), que continuaba vivo en 1853, pero probablemente falleció poco después. Además, nuestra biografiada cuidó de sus hijastros. En 1840 la familia vivía en la casa nº 7 de El Pino, en San Miguel de Abona; y en 1845 continuaba empadronada en el mismo domicilio, pero la vivienda figuraba por entonces con el nº 21 de dicho pueblo; en ese último año don Nicolás Feo estaba “ausente”, pero doña María Dolores permanecía en el pueblo con sus hijos.2

Profesión como religiosa clarisa3 y fallecimiento Una vez viuda de don Nicolás Feo, hacia 1850 doña Dolores se avecindó en La Laguna. Años más tarde, después de que murieran sus hijos y de que se casasen dos de sus hijastros, en nuestra biografiada se despertó una tardía pero irrefrenable vocación religiosa. Por ese motivo, el 5 de octubre de 1867, a los 50 años de edad, tomó el hábito en el Monasterio de Santa Clara de La Laguna, bajo el nombre de “Sor Dolores de Santa Rita”. Cuatro años después, en 1871, “Soror Dolores de Santa Rita Hernández y Feo” estaba empadronada en dicha ciudad y domiciliada en el citado Convento de Santa Clara, donde figuraba como natural de “Abona”4. Al año siguiente, el 12 de agosto de 1872, profesó en el mismo convento para monja de coro, gracias a la dote que aportó, obtenida a partir de sus propiedades. En 1880, “Soror Dolores de Santa Rita Hernández” con-

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tinuaba empadronada en el Monasterio de Santa Clara, con 65 años de edad, 30 de ellos de residencia en La Laguna; y en el padrón 1885 (finalizado el 19 enero 1886) continuaba figurando como religiosa del “Convento de Monjas de Santa Clara”, situado en la calle del Agua de dicha ciudad, con 68 años, 9 meses y 9 días de edad5. falleció en su Monasterio de Santa Clara de La Laguna el 3 de junio de 1894, a los 77 años de edad, casi 27 de ellos como religiosa clarisa. Al día siguiente se oficiaron las honras fúnebres en la capilla de dicho convento y a continuación recibió sepultura en el cementerio del mismo.6 Octavio Rodríguez Delgado (Profesor titular de la Universidad de La Laguna)

Sobre este personaje puede verse también otro artículo de este mismo autor: “Personajes del Sur (San Miguel de Abona): Los Hernández Feo, una ilustre familia local”, El Día (La Prensa del domingo), 4 de octubre de 1992. Con posterioridad, la reseña biográfica se ha visto enriquecida con nuevos datos. 2 Archivo Parroquial de San Miguel de Abona. Padrones, 1840 y 1845. 3 Archivo del Monasterio de Santa Clara de La Laguna. Libro de profesiones. 4 Archivo Municipal de La Laguna. Padrones, 1871. 5 Ibidem, 1880 y 1885. 6 Archivo del Monasterio de Santa Clara de La Laguna. Libro de defunciones. 1


L

La ganadería en la Prehistoria de Tenerife a ganadería en la época anterior a la conquista castellana en la isla desempeñó un papel de capital importancia en la vida de sus naturales. Hablamos de una ganadería adaptada al medio geológico, tanto la caprina como la ovina moviéndose en un medio distinto al que conocemos en la actualidad pero que coincide en algunas zonas inalteradas de la isla, con la evidencia de paraderos pastoriles que datan de la época anterior a la conquista (hoy en su mayoría reutilizados hasta hace pocas décadas). Si bien los guanches tenían además el cerdo, nos centraremos sólo en lo relacionado con el pastoreo sin olvidarnos del perro o “cancha” ,

como auxiliar en el cuidado de las labores pastoriles. Siguiendo con los ovicápidros, parecen que estos animales procedentes del noroeste africano varían considerablemente en su morfología con los actuales. Refiriéndonos a la cabra (C. a. hircus1), esta era de un tamaño algo inferior a las actuales con pelo cerdoso de color negro o pardo y cuernos pequeños y paralelos, además de ubre pequeño y recogido. Cuscoy cree que existió un tipo mejor adaptado para la trashumancia de cornamenta cerrada, talla corta, mama pequeña, mientras que la otra sería de cornamenta abierta, no apta para la trashumancia y que permanecería la mayor parte del tiempo pastando en las zonas costeras o cercanías. Son las que serían denominadas “cabras mansas”. Son muchas las referencias de las fuentes etnohistóricas que citan esta importancia ganadera, A. Espinosa la recoge de este modo: “tienen una habilidad extraña y es de notar que aunque sea gran cantidad de ganado y salga de golpe del corral o aprisco, lo cuentan sin abrir la boca ni señalar con la mano, sin faltar uno. Y para ahijar el ganado, aunque sea n mil reses paridas, conocen la cria de cada cual y se la aplican”. (A. Espinosa. [1980].-44). La existencia del perro no solo queda confirmada en los textos, sino por la arqueología incluso en las cuevas de enterramiento, acompañando al pastor en la vida de ultratumba, como en la necrópolis de Llano de Maja en las Cañadas del Teide, además de estar constatado en varios yacimientos de Tacoronte, el Sauzal, etc…donde la abrupta y difícil orografía hacía imprescindible la labor del perro en el pastoreo diario. Los guanches tenían un conocimiento profundo de su ganado para asegurar en función de sus necesidades una máxima y optima explotación valiéndose de los recursos geológicos y ecológicos, por lo que es de sumo interés el conocimiento de este medio para asegurar agua y pastos al ganado. En las zonas de aislamiento como eran los menceyatos de Daute (Teno) y Anaga ubicados a cada extremo de la isla y en zonas muy accidentadas, aparece una variedad de pastoreo que han denominado “regional” y se caracteriza porque no existe una trashumancia vertical, ya que el ganado no asciende a la montaña, no abandonando las zonas de medianías o costeras.

Ejemplares naturalizados de la cabra prehispánica.

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Linneo 1758

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Existen otras dos variantes que denominamos “pastoreo de monte” y que afecta a los valles de Taoro y Guimar, en los menceyatos del mismo nombre y donde los ganados no abandonan la zona comprendida entre los 1000-2000 metros de altitud, este pastoreo se desarrolla en el monte verde, muy rico en leguminosas, forrajeras que aseguran pasto casi todo el año. La distribución de la vegetación es factor importante para aplicar la zona elegida para sus viviendas, buscando las cercanías de pastos frescos para el ganado, así como los nacientes de agua. La ganadería va asociada siempre al pastoreo y la mayor de las veces obliga al cambio frecuente de lugares en busca de pastos2. Punzones fabricados a partir de huesos largos de ovicápridos.

Zeuner supone que la cabra importada por los primeros pobladores de las islas era del tipo “mamber” del próximo oriente, de color pardo como la cabra salvaje5. Los nombres aborígenes con el que denominaban a estos animales nos han llegado como escaso restos fonéticos entre los que se conserva la cabra “axa” y para la oveja “haña o ara” (Abreu Galindo, Op. Cit; XII, pág. 194195), mientras Berthelot lo cita como “ara” a la cabra y “ana” a la oveja.6 La gran abundancia de ganado lo demuestra en el caso de Tinguaro que ante el avance de los castellanos reúne un gran rebaño en tierra de Acentejo, la Matanza (Viana, op cit.; c. VIII).

Ganado caprino semisalvaje pastando.

Con todo, el guanche introdujo en la isla la cabra y la oveja, precisamente las dos especies más resistentes a la influencia del clima y las aptas para trashumar por tierra, tan áspera y quebrada además de montañosa, como es la de Tenerife. Hay que decir que la cabra y la oveja fueron animales que sustentaron la economía de importantes civilizaciones como la antigua Mesopotamia y el Egipto prehistórico.3 Es decir que en el círculo cultural del neolítico los animales de mayor importancia fueron la cabra, la oveja y el cerdo (Obermayer), encontrando restos de estos animales en yacimientos neolíticos de unos 6.000 a.c.4, sabiendo que la oveja y la cabra son originarios del occidente asiático. Birket-Smith cita para la oveja una “raza de pelo liso y cola adiposa” se encuentra en gran parte de África, sabiendo que el tipo de oveja que se encontraron en las islas no tenía lana y se corresponde con el tipo más antiguo de oveja conocida, la de pelo liso y cola lanuda. La ruta seguida por este animal de oriente a occidente, aparece clara por lo que respecta a Canarias. El mismo tipo de oveja es la que encontraron los conquistadores normandos, animal que confundieron con la cabra (Polo Jover, 1948). 2 3 4

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G. Bellido, 1941 Op. Cit. Página 157 Bilket-Smith 1952, Op.Cit. Página 167 Durán 1952, pág. 152

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Con respecto a la importancia de la ganadería tenemos que nombrar aquellos subproductos derivados de ella, especialmente la leche, la carne, la manteca y el queso. Solían comer la carne asada sobre lo crudo, constatando en los diversos yacimientos de Tenerife la aparición de abundantes evidencias de restos óseos de ovicápridos principalmente cabra y cabrito (baifo), rotos intencionadamente para el aprovechamiento del tuétano. Además de los metacarpianos y otros huesos largos con los que se fabricaban punzones y espátulas para la confección de los cosidos de las vestimentas, entre otros usos. Manuel Almenara Rosales.

Bibliografia: DIEGO CUSCOY, LUIS: Los guanches. Vida y cultura del primitivo habitante de Tenerife. 1968. TEJERA GASPAR, ANTONIO: La prehistoria de Canarias. Tenerife y los guanches. 1992

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Zeuner 1958-1959 Berthelot 1842. Pág. 187


ONDAS DEPORTIVAS Por Álvaro Toledo

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iel a la cita, abarcamos aspectos del mundo deportivo resaltando que, lamentablemente, y por motivos ajenos a la voluntad de Ondas Deportivas, no se ha podido incluir una nueva sección dentro de este artículo, Personajes del Deporte, el cual se pospondrá para la próxima edición. En ese número, la sección estará dedicada a D. Paco Tejera, quien nos dejará constancia de una larga vida deportiva dedicada a este pueblo.

KICKBOXING: El pasado mes de noviembre, el fajador Jonay Risco nos traía una vez más buenas noticias de su buen hacer pues, en la Enfusion Live celebrada en tierras suizas, dejaba constancia de que no está donde está por mera casualidad. Creo que hasta el más incrédulo de los incrédulos se ha dado cuenta de que para haber llegado hasta ahí, no solo ha tenido que tumbar a unos cuantos o derrotarlos a los puntos, no señor, ha tenido que prepararse de forma concienzuda, a sabiendas de que lo que tenía por delante no era para tomárselo a la ligera. Así que, el sacrificio va al limite, bajo una estricta preparación donde todo se tiene en cuenta, desde lo que comes hasta lo que dejas de comer; amen de los aspectos psicológicos y demás aspectos anímicos que tanto daño hacen en deportistas a la mínima que se descuidan. Aunque parezca mentira, son estos aspectos los que le dan ese plus de confianza, los que a la hora del combate le dan concentración, reflejos e inteligencia para llevar el combate a su terreno. ¡Ánimo y a seguir luchando!

KICKINBALL: El Club Deportivo Relámpago de Aldea Blanca se ha convertido en el club más laureado de Canarias en su modalidad deportiva. Por segundo año consecutivo han conseguido el campeonato de liga.

LUCHA CANARIA: El Chimbesque ha comenzado la temporada dando una imagen más que aceptable si tenemos en cuenta las circunstancias actuales. No hay más leña que la que arde y es con lo que hay que tirar. Visto lo ocurrido después de 5 jornadas, la imagen invita a soñar. Ahora toca esperar y que les respeten las lesiones. Que termine la temporada sin muchas decepciones.

FÚTBOL SALA: En el fútbol sala, a base de tesón y mucho trabajo, se ha conseguido salir en cuatro categorías: benjamines, alevines, infantiles y cadetes, cayéndose los juveniles y senior con respecto al pasado año. Arduo trabajo el que le espera a Juan Pedro para llevar a cabo la temporada recién comenzada donde, como en la pasada camLA TAJEA. Nº 46/2015

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paña, participarán en la Liga del Cabildo. Buen trabajo y mejor labor la que se realiza en esta modalidad deportiva donde tanto cuesta arrancar, pues el fútbol once parece comerse a su hermano pequeño. Esperemos que la constancia haga que eche raíces y volvamos a tener en el pueblo un equipo de fútbol sala como antaño estuvo con Arturo González, José Brito, Roberto “El Gomero”, Casañas y otros.

CORTOS LUCHA CANARIA. Suenan tiempos de garabatos, cangos y toques pa’ atras en el Tomás González, terrero municipal.

KICKINBALL. Se han convertido en historia las Relámpagos de Aldea Blanca, con un deporte venido de fuera donde ellas son las que mandan.

KICKBOXING. De la mano de Jonay Risco se ha llegado a conocer un deporte desconocido en el municipio de San Miguel.

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FÚTBOL. La Unión Deportiva confirma querer continuar la historia como un humilde club en la división Canaria Un Guargacho desanimado no termina de arrancar en una categoría preferente que acaba de conquistar Un Arcángel alicaído falto de fútbol y veteranía deambula en puestos bajos de la primera categoría. Un irregular Roque rompe el mal inicio liguero con varios triunfos balsámicos que ayudan en el disparadero Buenos augurios en juveniles donde zoqueros y sanmigueleros superan los primeros compases en una fuerte competición. En la base todo apunta que se hacen bien las cosas, en un inicio liguero sin incidencias que lamentar.


Un paseo por la Biblioteca Municipal “De vuelta a casa” “Cuando una persona me habla no me fijo en el color de la piel, sino en el color de sus sentimientos”. Anónimo

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e vuelta a casa es una conmovedora historia cuyo tema central es el racismo, sin embargo, abarca mucho más. En el fondo, su tema es tan real como la vida misma, lleno de sentimientos, relaciones interpersonales, amistad, amor..., donde el pasado y el presente se unen para demostrarnos que no todo lo que brilla es oro, pero que al final de un oscuro túnel puede verse un pequeño rayo de luz. Hoy, dos mujeres muy distintas en algunos aspectos, establecen una relación de amistad que a lo largo de un viaje en coche las convierte en confidentes y donde el pasado de una ilumina el presente de la otra de tal forma, que le permite afrontar su futuro desde otra perspectiva. La narración de esta novela en dos tiempos, nos deja un triste sabor de boca. Envuelve dos épocas distintas de prejuicios contra sentimientos, ideas de superioridad frente a desprecio de razas; mezcla de rebeldía con amor, perdón, educación y por sobre todas las cosas, la lenta evolución de una época de sufrimientos aun sin superar que, según veamos el mundo, nos enseña que con una buena comunicación entre padres e hijos, la correcta transmisión de valores, respeto de ideas, amor, amistad y comprensión, lo menos importante es el color de la piel o la religión y al final del viaje, un pequeño rayo de luz “el triunfo del valor en la esencia del ser humano”. LA TAJEA. Nº 46/2015

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El trotamundos “La ciudad amurallada”

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vila, ciudad medieval cuyo patrimonio artístico está conformado por casas, palacios, templos y conventos, que junto a su cultura, gastronomía, naturaleza y fiestas nos invita a vivir y disfrutar hoy de una época pasada pero viva en su esplendor. Nuestra visita, alimentada desde un principio por la curiosidad de estar delante de una ciudad amurallada, comenzó al bajar del autobús y emprender la caminata en línea recta siguiendo los carteles de la vía por unas calles limpias y ajardinadas. Al encontrarnos de frente con la plaza más concurrida de la ciudad, nos topamos con una impresionante vista: la “Puerta del Alcázar”. Pequeña, con un arco semicircular y dos torreones de veinte metros de altura, sirvió como fondo

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indiscutible de nuestras primeras fotos y de entrada a una ciudad antigua como las que ilustran algunas novelas que hemos leído. Antes de describir algo tan imponente, debemos saber que la Muralla de Ávila es el monumento más destacado de esta ciudad, el mejor conservado de España y posiblemente de toda Europa. Según lo conocido tradicionalmente, tardaron nueve años en construirla, comenzando en el año 1090 y bajo el mando de Casandro Colonio (romano) y Florín Pituenga (francés). Esta magnífica construcción románica del siglo XII cuenta con un perímetro defensivo de 2.516m, 87 torreones, 9 puertas, 4 lienzos, con


una media de 3m de grosor de los muros y 15 de altura de los torreones. Y aunque la ciudad medieval nunca careció de muros, la población fue acomodándose en el interior y fuera de ella. Al desaparecer los peligros que motivaron su construcción, la muralla siguió cumpliendo otros cometidos como la seguridad, control económico, dominio..., entre otros. En cada una de sus nueve puertas, hay uno o varios palacios a los que estaba encomendada la defensa de la misma, y por qué no decirlo, un pedacito de su historia. Desde fuera y en sus alrededores pudimos ver como la construcción se fue adaptando al terreno. Luego, entrando por la “Puerta del Alcázar” fuimos a la oficina de turismo. Allí, además de comprar las entradas, pudimos observar una preciosa maqueta que nos permitió ver más de cerca su construcción y características e imaginarnos lo que nos esperaba en su recorrido. Con la entrada recibimos unos terminales que contienen información sonora de la muralla y mientras caminábamos nos iba explicando la historia de la misma según el lugar por donde pasábamos, lo que hizo que fuera un recorrido ameno y didáctico a la vez. Caminar sobre estas paredes de piedra a lo largo de 1700m (que es la distancia permitida), es retornar al pasado, donde puedes imaginar los personajes y sus momentos vividos al escuchar cada trozo de su historia a través de los terminales. Es viajar en el tiempo y subir a lo alto de los torreones donde las vistas te transportan más allá de sus límites, con una amplitud que solo es posible disfrutar si estás delante de ella.

de Ávila. Es un recinto precioso y fue proyectado como templo y fortaleza de la ciudad, su ábside es uno de los cubos de la muralla y está rodeado de casas y palacios señoriales. El resto del paseo por el interior de la muralla fue muy gratificante, calles, jardines, restaurantes y casas a la antigua, como si de una película se tratara. No podemos dejar de mencionar que Ávila ante todo es la ciudad de Santa Teresa de Jesús, como la conocen los abulenses. Nació un 28 de marzo de 1515 en Ávila, de donde parten sus ilusiones y proyectos, su infancia, juventud y madurez, siendo ejemplo de vida espiritual en la historia de la iglesia. Allí también se inició la labor del gran poeta San Juan de la Cruz, patrón de los escritores de habla hispana, entre otros. A la salida de la muralla pudimos retratarnos al lado del trencito que recorre la ciudad, pero este paseo lo dejamos para otro día... para otra historia. Es de destacar que el conjunto histórico-artístico de la ciudad de Ávila fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1985, dejando muy claro que es una ciudad muy especial donde convivieron caballeros y villanos, judíos, moros y cristianos y donde hoy cualquiera de nosotros puede revivir, en cada tramo, en cada punto su tiempo e inmortalizar cada momento como único, dejando volar la imaginación aunque sea con la incertidumbre de sus batallas y de un tiempo que decidió quedar atrapado en sus muros y en nuestro corazón. Ingerlise Naranjo Álvarez

Después de una buena caminata por los pasillos empedrados y unas vistas maravillosas en la muralla, salimos para ver el interior de la ciudad. Como visita obligatoria entramos en la Catedral de Cristo Salvador

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CUEVA LAS MILANAS Alfarería tradicional de San Miguel de Abona

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principios de 2016, el Área de Patrimonio Histórico perteneciente a la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de San Miguel de Abona, presentará el Catálogo de Alfarería Tradicional de El Frontón-Cueva de Las Milanas. En el barranco de La Orchilla, a su paso por El Frontón, se encuentra la Cueva de Las Milanas, justo en la ladera derecha y en la vertiente superior del barranco; una cueva de la que no sabemos con certeza si perteneció a las hermanas Milán (de ahí el nombre de la cueva). No obstante, sí sabemos, y con seguridad, que fue y es una cueva con mucha historia ya que en ese lugar, según estudios realizados y testimonios recogidos, durante años se trabajaba la loza o alfarería tradicional, siendo éste otro foco alfarero del municipio de San Miguel de Abona. Este municipio es uno de los más importantes del sur de la isla en cuanto a la alfarería se refiere. En el año 2009 se recogieron unos centenares de fragmentos de cerámica en el interior y exterior de la cueva; se clasificaron y se limpiaron los que más información aportaban a lo que ya conocíamos de la alfarería en este pueblo. En el primer semestre del año 2015, D. Manuel Almenara Rosales, delineante de profesión y pintor, quien realizó la pintura al oleo de la portada y se encargó de realizar los dibujos a escala de

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aquellos fragmentos más importantes (de lo que pudo haber sido la pieza), siendo estos dibujos realizados en base a las piezas ya estudiadas en otras ocasiones. Dña. Milagros Santana Orribo, alfarera, fue la encargada de hacer las reproducciones de las 22 piezas que conforman el ajuar de Las Milanas, las cuales aparecen en este catálogo, siendo todas ellas de uso doméstico y destacando una pieza hasta ahora desconocida como es el “cazo con mango”. Aquí les presentamos este catálogo de piezas realizadas en La Cueva Las Milanas en El Frontón, dando a conocer este núcleo alfarero a través de Dña. Delia Rancel Martín (Juanita), de la cual recogemos esta cita. “mi abuela Juana Dorta Pérez (1867 – 1963), le contaba a Juanita que en esa Cueva desde que ella tenía uso de razón veía trabajar el barro, que eran mujeres que venían varios meses al año desde Garañaña porque tenían el barro, el agua y el almagre cerca del barranco La Orchilla y que hasta bien entrada la primera guerra mundial (1914) se seguía trabajando el barro en la cueva Las Milanas”. Francisco Miguel Donate González

Coordinador de Patrimonio Histórico Ayuntamiento de San Miguel de Abona


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