SANTA EVITA DEL PUEBLO El Centenario de 2 Milenios

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SANTA EVITA DEL PUEBLO EL CENTENARIO DE DOS MILENIOS

Introducción

Cuando inicié estos apuntes, traté de sintetizar un título y un subtítulo que comprendiera el sentido y objetivo del libro y el proyecto implícito en el mismo, es decir, solicitar la Santidad de María Eva Duarte de Perón, en el Año del Centenario de su Nacimiento. En principio, y por la relación inseparable con su esposo y presidente de la Nación Argentina Juan Domingo Perón, por distintos caminos llegaba a la conclusión de definirlo como Santa Eva Perón. Evita, católica ferviente Evita, fue ferviente y respetuosa defensora, como el que más, de la Santa Religión Católica, Apostólica y Romana. No existió acto ni mensaje en el que dejara de trasmitir su Fe. Siempre volcó esa Fe a los demás, nunca la guardó para sí misma, brindándola como una suerte de bálsamo para todos, pero muy especialmente hacia los más desposeídos. Quizás allí se encuentre el mayor de sus secretos a viva voz. Es decir, el secreto del amor que recibió estuvo, y sigue estando a 67 años de su desaparición física, en el amor que derramó junto con la Fe que trasmitió y que, para nosotros, es evidente que sigue trasmitiendo. Esto también explica el fenómeno de la cantidad de altares que aún se levantan en su nombre, sobre todo en los hogares más humildes. Su determinación frente a la injusticia social Eva Perón tuvo en vida inigualables condiciones personales. Fue terminante y firme al momento de resolver cada circunstancia donde estuviera presente la injusticia social, cultural y educativa que sufría el Pueblo Argentino, al que ella representó sin tener ni ambicionar cargo público alguno. Fue candidata a todo pero nunca quiso nada. El extremo de su renunciamiento podemos ubicarlo, para que se entienda mejor, en aquél 22 de Agosto de 1951, acto al que se denominó Cabildo Abierto del Justicialismo. Convocado por la Confederación General del Trabajo - central única de los trabajadores argentinos-, allí sus autoridades


solicitaron a Evita que acompañe a su esposo como candidata a vicepresidente para las próximas elecciones. El pueblo reunido, estimado en más de un millón de personas, insistió ante su firme negativa y se mantuvo concentrado por horas, esperando casi confiado la aceptación de Eva Perón. Ella solicitó tiempo para meditarlo ya llegada la noche, reiterando su decisión 9 días después. La premonición de San Juan XXIII En mis primeras investigaciones, comencé a comprobar las distinciones y premoniciones hacia Evita cuando se encontraba de visita oficial en Francia en el año 1947, realizadas por quien 11 años después fuera ungido Papa, y tan querido como San Juan XXIII, el Bueno, así bautizado por los pueblos del mundo,. Esa circunstancia que no había advertido hasta entonces, pese a conocer el hecho -ni jamás escuché algo al respecto o no tengo recuerdo alguno-, hizo girar mi investigación, llevándome a relacionarlo con la triste experiencia de nuestra amada Santa Juana de Arco, cuya vida de santidad fuera reconocida casi 500 años después de morir en forma injusta e impiadosa en el calvario de una hoguera. También surgió la similitud con aquella Santa, en el sentido de haber perdido la humanidad casi 5 siglos de admiración hacia tan sacrificada y tan joven mujer. Es más, creo que deberíamos cuestionarnos que decenas de generaciones de franceses y fieles de todo el mundo, hayan perdido la oportunidad de reconocer y seguir los pasos del milagroso ejemplo de la Doncella de Orleans, que tanto Amor y con muchísima Fe derramó para la liberación de su Pueblo de la opresión invasora. El secuestro de su cuerpo virtuoso Es conveniente conjugar aquella injusticia que soportó en Francia Juana de Arco, con la que en Argentina sufrió Eva Perón hacia el final de sus 33 años de vida terrenal. Debemos recordar que durante su agonía, y aún después de entrar en el Cielo, el odio de los poderosos no solo festejó públicamente su doloroso final, sino que luego mantuvieron arrebatado –raptado-, durante 16 años su cuerpo virtuoso.


Así ocurrió desde aquel nefasto 1955 hasta el 3 de Setiembre de 1971, en que fue devuelto en Madrid, liberado desde el cementerio de Milán. Por eso insistimos en la premonición de nuestro Santo Padre Juan XXIII, el Bueno, cuando en la catedral de Notre Dame de Francia, le anunciaba cómo sería su final: “Señora, Usted tiene que saber que si continúa en el camino que ha emprendido a favor de los pobres y los trabajadores…ese camino termina en la Cruz…” Al mismo tiempo descubrimos que Evita es la Santa del Pueblo del último siglo del segundo Milenio y se proyecta victoriosa sobre el primero del tercer Milenio. Vemos en ella la trascendencia de la mujer que representa la Justicia Social en Argentina y en el Mundo, junto a su esposo, Juan Perón, tres veces presidente de Argentina, aunque debemos decir en verdad para ser justos, sin cuyo respaldo sería imposible imaginar semejante obra. Tampoco sabremos si la obra de Perón hubiera alcanzado el relieve superlativo reconocido por el Pueblo hasta el presente y a más de medio siglo de su partida, más allá de la reconocida inteligencia, jerarquía de Conductor de Pueblos, su Doctrina, sus obras y felicidad jamás superadas. Es imposible imaginar que sin el amor de Evita, hubiera sido suficiente el poder con que lo sostuvo el Pueblo para enfrentar la primera parte de la Revolución, frente a una oligarquía entreguista consolidada y dispuesta a todo, como quedó archi demostrado desde el 16 de junio del fatídico año 1955. El avance del conocimiento profundo durante la búsqueda de información, a través de filmaciones, documentos y testimonios, fueron fortaleciendo nuestra convicción, con lo que también completamos en forma natural el título de este libro-propuesta, a través de la escritura de la mismísima Eva Perón, en su libro ‘La Razón de Mi Vida’. Así renació en nosotros: SANTA EVITA del Pueblo, Centenario de dos Milenios.


El autor, Ricardo Elorza, con el obispo de la Diócesis de Mar del Plata, Monseñor Gabriel Mestre, en la Iglesia de Nuestra Señora de Lourdes, de las Pequeñas Hermanas de la Divina Providencia. Año 2018.

Elorza, director de fm 100.3 con el obispo Mestre, Padre “Choby” y las comunidades eclesiásticas de San Benedetto y Santa Rita.

Capítulo 1 El 22 de Enero de 1944, Eva Duarte, nombre artístico de Eva María Duarte Ibarguren, ingresa, quizás sin imaginar, en la más


alta esfera del poder político de Argentina y de lo que se convertiría en su destino superior. Ese día, por la mañana, acompañando al afamado y prestigioso primer actor Enrique Muiño, conoce al Secretario de Trabajo y Previsión de la Nación Argentina, Coronel Juan Domingo Perón, con el objetivo de organizar la ayuda de los damnificados por el terremoto producido 7 días antes, 15 de Enero, en la ciudad de San Juan; y por la noche de ese día 22, nuevamente, en el estadio Luna Park. Como resultado de ambos encuentros, Eva Duarte quedó como responsable de elaborar un plan de acción en beneficio de las víctimas del terremoto, lo que la llevará a frecuentar al Coronel, naciendo al poco tiempo un vínculo de amor que llevará a la pareja al matrimonio a fines del año siguiente. LA SEÑORITA DUARTE ACTÚA POR SU CUENTA…

Cabe consignar que el coronel Perón lideraba un grupo de oficiales del Ejército Argentino que propició y participó activamente de la Revolución del 4 de Junio de 1943, que destituyó a quienes se habían encumbrado en el gobierno nacional merced a la proscripción de sectores mayoritarios, y cuyo proceso se inició en un golpe cívico-militar el 6 de setiembre de 1930, que destituyó al Presidente de la Nación Don Juan Hipólito del Sagrado Corazón de Jesús Irigoyen. Ese período fue conocido como la “Década Infame”, no solo por las proscripciones de opositores, sino por los negociados comprobados en los informes del Senador Nacional por la provincia de Santa Fe, Lisandro de la Torre, oriundo de la ciudad de Rosario, que favorecían a empresas extranjeras y sometían al pueblo a la pobreza más acuciante conocida hasta entonces. El crecimiento político y la exposición pública de Perón, fueron determinantes para que fuera nombrado al mes siguiente de conocer a Eva Duarte como Ministro de Guerra -24 de febrero-, siendo designado el 8 de Julio de ese mismo año 1944, Vicepresidente de la Nación, acumulando así los 3 cargos mencionados. Estas circunstancias políticas y la reciente relación de Perón con Eva Duarte, llevaron al grupo de hombres que trabajaban con él, a iniciar por propia cuenta una investigación sobre la bellísima


joven actriz que entonces contaba con 25 años de edad. El resultado de la misma, se sintetizó en un escueto informe en cuya parte saliente decía textualmente: “…la señorita DUARTE actúa por su cuenta y sus intenciones son genuinas…”

EVA PERÓN Y LOS TRABAJADORES

Eva Duarte, se destacó a partir de entonces ya no solo por su belleza y condiciones artísticas sino por sus obras a favor de las víctimas del terremoto de San Juan. Al mismo tiempo, Evita comienza a crecer en el reconocimiento colectivo y en especial por su ascendencia sobre los trabajadores, con quienes contribuyó grandemente en el mejoramiento de sus condiciones laborales. Así, desde entonces, comienza a recibir nombres que califican sus obras, sus acciones, que aún se mantienen en la memoria colectiva del pueblo argentino: Abanderada de los Humildes, Dama de la Esperanza, Jefa Espiritual de la Nación son de los más divulgados.


EL LAUDO GASTRONÓMICO Un ejemplo de aquellas acciones fue el caso del gremio que representaba a los trabajadores gastronómicos y hoteleros: mozos, cocineros, conserjes, entre los más salientes. En 1945, la Señora les facilitó una entrevista con el Coronel Perón dada su condición de Secretario de Trabajo y Previsión Social. El resultado de esas reuniones posibilitó hacer justicia ya que se implementó una conquista social inédita hasta entonces en todo el mundo, y que fue conocida históricamente como “Laudo”, nombre proveniente de la mediación del Secretario de Trabajo y Previsión Social entre los empresarios y los trabajadores del sector, en que éstos recibieron a partir de entonces un porcentaje sobre las ventas y servicios. Esta conquista, refrendada en 1946 por un decreto del coronel Perón ya en su condición de Presidente de la Nación Argentina, y que luego formó parte del cuerpo de la ley colectiva 12.921, donde fueron incorporadas aquellas intermediaciones de la Secretaría de Trabajo y los posteriores decretos del Presidente Perón.


DEROGACIÓN DEL “LAUDO GASTRONÓMICO” Vigencia de la “ley” del gobierno de facto en 1980 Cabe consignar que muchas de las conquistas sociales obtenidas por los trabajadores durante la primera y segunda presidencia del General Perón, se habrían de conculcar luego de su primer derrocamiento en 1955. Luego de su retorno del exilio el 20 de Junio de 1973, habiendo resultado electo por tercera vez con el 62 % de los votos, fallecido Perón el 1 de Julio de 1974, y asumida la Presidencia Constitucional por su viuda la Señora María Estela Martínez de Perón, se produce un nuevo golpe de Estado el 24 de marzo de 1976, tan sangriento como el de 1955. En el caso del presente ejemplo, el gobierno de facto dicta una “ley” el 29 de octubre de 1980, derogando aquel decreto de Perón de 1946. Esa “ley” nefasta, que despojó de sus derechos a los trabajadores hoteleros y gastronómicos, también se ocupó de eliminar varios artículos de la Convención Colectiva de Trabajo, para asegurar los efectos jurídicos de injusticia social; ésta, llevaba el número 174 del año 1975, y los dirigentes sindicales la habían denominado no casualmente: ‘Eva Perón’. Aunque resulte insólito, esa “ley” del 29 de octubre de 1980 continúa vigente, porque desde 1983 ningún gobierno constitucional -aunque “conmemoran” el 24 de marzo con feriado nacional- ha procedido a anular dicha “ley” de la dictadura. Lo más sorprendente es que todos ellos asumieron formando parte del justicialismo. Estas son las notables contradicciones que la Abanderada de los Humildes detestaba públicamente, ya sea en su etapa de actriz como Eva Duarte, o posteriormente cuando el Pueblo la llamaba Evita o Eva Perón, nombre este último como también firmaba y con el que figuraba en los documentos de la Fundación que presidía. Así fue llamada una vez casada con el coronel Juan Perón, a la usanza de los Movimientos de la Iglesia Católica, que conceden a la mujer el apellido del marido. EVA PERÓN Y LA HISTORIA ARGENTINA

La contundencia de su defensa irrestricta y ayuda singular de los pobres, y en especial los niños, mujeres, ancianos y trabajadores fue el común denominador de su acción política, y


nos explica su entrega sin par al control preciso de los fondos, y la búsqueda incesante de aportes que dieron continuidad a las obras que se fueron realizando por miles y decenas de miles según se tratara de centros de salud, hospitales, hoteles turísticos, escuelas y viviendas También lo fue su ataque frontal a los especuladores y las oligarquías que obstruían el camino incesante de la Justicia Social iniciado en la Revolución del 4 de Junio de 1943, de la mano del coronel de Infantería, Juan Domingo Perón. Argentina comenzaba así a ubicarse en el concierto mundial tan distante del extremo capitalista como del extremo comunista, ya que Estados Unidos de América y la U.R.S.S. (Rusia y sus dominios), que unidas obtuvieron en 1945 una victoria militar aplastante sobre sus enemigos, representaban doctrinas ateas tan distantes de Dios como del resto de los Pueblos del Mundo. Mientras los pueblos, verdaderas víctimas de la guerra, sufrían sus efectos en un marco impuesto por el imperativo de la fuerza, a miles de kilómetros, Argentina comenzaba a gestar una Revolución inédita, original, cuyos primeros resultados tuvieron como protagonistas a los Trabajadores que sintieron rápidamente los efectos beneficiosos de un ascenso social, político y económico que pudieron trasladarlo a sus hogares. ANTECEDENTES POLÍTICOS DEL AÑO 1947 Evita, Puente de Plata entre el Presidente y el Pueblo Ese año será una bisagra, un antes y un después en las relaciones y la representación de Argentina en el exterior, y tuvo en Eva Perón a la protagonista ideal, para algunos resultó inesperado, por el éxito que coronó la Misión. Por esa razón, vale destacar algunos hechos que podemos sintetizar y a la veza profundizar a través de los mensajes que tanto Evita como el presidente Perón realizaron previamente, que prepararon el camino que sorprendería a propios y extraños. Veamos. El 3 de Febrero de 1947, ante un pedido de universitarios, Eva Perón se reúne con ellos. El mensaje, nos muestra cómo intervenía Evita ante los hechos concretos, buscando y aportando soluciones; anticipándose a los problemas de tal


forma que le valió el título popular de Puente de Plata entre el Pueblo y el Presidente, que en forma diaria la tenían como protagonista. Ante una necesidad o urgencia, su presencia resultaba altamente satisfactoria y positiva, dada la ductilidad que siempre la caracterizó haciendo gala de su sentido común, sensibilidad e inteligencia. Ésa era Evita y así la conocían. Así participaba, preparaba y a la vez que garantizaba la canalización de los problemas que habitualmente se viven en esas esferas de decisión del más elevado nivel. Tal vez por ser yo la más insignificante de todas las colaboradoras con que cuenta el General Perón, me he dedicado nada más que a mis queridos descamisados. El problema universitario lo he visto, me ha interesado, pero no he opinado en ningún sentido, puesto que no lo entendía perfectamente, y lo he dejado en manos de personas que, dentro de la revolución, tenían el mejor de los deseos para que el General Perón arreglara ese problema que tanto le preocupa y al que ustedes saben que ha dedicado y le dedica toda la atención que el caso requiere. No obstante, tengan ustedes la plena seguridad de que las palabras del compañero Cafiero las conocerá el General Perón hoy al mediodía. Él mejor que nadie sabrá cómo puede solucionar este problema, y si en alguna oportunidad alguno de esos señores que firmaron ciertos manifiestos han estado en las directivas de la enseñanza superior, habrá sido porque el General Perón o no lo ha sabido o habrá querido atemperar pasiones. No hay que olvidar que él es el presidente de los catorce millones de habitantes, y una de sus aspiraciones es gobernar, hacer Patria; y tratar por todos los medios posibles de que los descarriados comprendan que él no ha venido al Gobierno para hacer política personal, sino para desarrollar una acción en bien de la comunidad. Si todavía a esos señores, en sus corazones, les queda algo de argentinos, es posible que recapaciten y se recuperen, y que comprendan que la bandera de Perón es la bandera de la Patria. Probablemente se les ha dado —como- decimos nosotros— una segunda chance, la oportunidad de rehabilitarse; se les habrá dado quizá a los más atemperados. Confiemos en que por sobre todo primará el sentido patriótico y argentinista. Yo creo, y ustedes lo saben perfectamente, que el General Perón ha encarado con toda amplitud el problema de la universidad, que es el problema de la juventud estudiosa argentina, que sabe que es idealista mil por mil. Estamos completamente seguros de que esa juventud constituye el núcleo que ha de regir en un futuro no lejano, probablemente, los destinos de la Patria u ocupar importantísimos puestos dentro del orden


nacional. El General Perón también tiene interés por esta juventud y, además de desear el triunfo de sus descamisados, aspira a resolver el problema de la universidad; desea que triunfen sus muchachos, y que por sobre todo se estudie y se haga Patria, lo que es su bandera. Debo agregar que conozco profundamente los desvelos que tiene el General Perón y su gran deseo de arreglar este tan mentado asunto de la universidad. Tengo la más grande esperanza en que el asunto se resolverá satisfactoriamente, porque conozco su honda preocupación por solucionar todos los problemas, y puedo decirlo porque he estado junto a él y lo he acompañado cuando todavía no era Secretario de Trabajo y Previsión; y he estado a su lado en todas las horas de incertidumbre y malos momentos durante tres años, y desde la sombra luché y lo alenté con mi lealtad, con la misma lealtad con que lo animó y le infundió esperanzas el Coronel Mercante y todos aquellos que lo restituyeron al pueblo el 17 de octubre. De manera que el general Perón no los va a defraudar. A mí, mis queridos descamisados, me han dado el honroso título de “Dama de la Esperanza”, porque saben que, cuando llegan a mí, hago todo lo humanamente posible para satisfacer sus aspiraciones. Yo no soy más que un puente entre nuestro querido presidente y sus descamisados. Yo le cuento todo y él hace cuánto está en sus manos para solucionar los problemas que se le plantean. Yo no soy quien los resuelve, es él quien arregla los asuntos impulsado por ese cariño que siente por su Pueblo, con ese patriotismo que siente por esta Argentina que tiene que ser cada día más grande, más libre y más soberana. Es por eso que el General Perón trata que a su Pueblo se le den las armas necesarias para desterrar la oligarquía de una vez por todas. A la juventud universitaria, que dentro de nuestros partidarios tiene el privilegio de poder estudiar, les pido, pues, que continúe estudiando y amando a la ciencia, y que tenga confianza en que dentro de lo posible el General Perón tratará de atender sus justas reclamaciones. Yo, por mi parte, he de cumplir haciéndole presente las palabras del compañero Cafiero y el fervor que ustedes han puesto en apoyarlo, y contribuiré con mi granito de arena para la feliz solución de sus problemas, adelantándoles que estoy con ustedes.

Evita, 3 de Febrero de 1947, mensaje a universitarios.


MENSAJE A LAS MUJERES 25 de Julio de 1946 Aquí podemos apreciar la preparación del movimiento femenino que tendrá en las mujeres, desde las amas de casa, un respaldo tal que habrá de resultar la matriz de la Comunidad Organizada, junto con la columna vertebral representada por el Movimiento Obrero. A eso refería Evita cuando analizamos antes el mensaje a los universitarios. “Quiero que este, mi saludo para las mujeres, llegue a todas ellas con el más sincero de mis afectos. Representamos una raza forjada por mujeres de indomable espíritu, que en jornadas memorables escribieron páginas heroicas de la gesta patria. Ellas, nuestras mayores, enaltecieron su paso por la vida con sacrificios heroicos de padres, hijos, esposos y hermanos. A ellos nuestra gratitud, pero también a ellas nuestro deber. Por esto, por nuestro hermoso legado, no podemos nosotras las mujeres peronistas permanecer ausentes ni tampoco indiferentes en esta lucha crucial que ha emprendido el Gobierno de la Nación contra la sórdida avidez y el egoísmo menguado de los que intentan lucrar con la angustia de la clase trabajadora, sembrando de zozobra sus hogares y haciendo peligrar sus propias vidas. No habré de extenderme en consideraciones sobre el papel que habrá de jugar nuestro sexo, en este instante decisivo de una humanidad sacudida intensamente, y


animada de un nuevo sentido de justicia social, que habrá de modificar sustancialmente su actual estructuración social. Y aquí entre nosotros, como intérprete fiel del imperativo categórico de este nuevo ordenamiento que es más justo, más cristiano y más humano, nació nuestro movimiento peronista, que fecundizara en la feliz concepción de la Secretaría de Trabajo y Previsión, creada por la inspiración sublime de quien sacrificara todo a la felicidad de su Pueblo, el Coronel Perón. Gestada así con cálido aliento humano, la Secretaría del Pueblo trabajador, como intérprete de sus necesidades y aspiraciones de hombres y mujeres que viven de su propio esfuerzo y que no habían tenido hasta entonces la más mínima y decorosa retribución. En ella plasma su personalidad el inminente ciudadano que hoy rige los destinos de la Patria, en ella también gesta su egregia figura de estadista, su camarada, amigo firme y leal de todas las horas, el Coronel Domingo A. Mercante, en la provincia de Buenos Aires, lucha hoy plebiscitada por su pueblo, en una identificación total con su obra, con los principios de justicia social que le informan, y que habrá de llevar al primer Estado argentino la salud y felicidad de su inmenso proletariado. Nombres ambos a los que me he referido, y que el pueblo ha confundido en alarido de triunfo, aquel memorable 17 de Octubre que eclosionara la reacción viril de todo un pueblo, porque Perón y Mercante son nombres que alientan ya vívidamente en el corazón de todos los trabajadores argentinos, porque los saben nobles, los saben dignos, los saben enérgicos, y patrióticamente inspirados, para luchar por la grandeza de la patria, hasta llevarla a la cima inmarcesible con la que soñaron los prohombres de la nacionalidad, ya cuya ruta se dirige hoy con serena imponencia un pueblo que sabe de dónde viene, ya que este movimiento reconoce hálitos gloriosos que nos vienen del fondo perdurable de nuestra historia, y porque sabe adónde va conducido por tales manos, que tienen su sedimento en el trabajador argentino. El motivo de este mensaje que dirijo como peronista a las mujeres peronistas es el de colocarnos frente al mandato imperativo que nos impone nuestra conciencia de tales, de colaborar en esta campaña pro-abaratamiento de la vida, en defensa de la tranquilidad y del bienestar de nuestros hogares, que aparecían sojuzgados por las maniobras bastardas de los antipatrias que pretendían, de esa manera, desvirtuar en su esencia las auténticas conquistas logradas por nuestra clase trabajadora, que a través de la obra fructificada ya en la elevación moral y física de su condición de vida por el creador de la Secretaría de Trabajo y Previsión, Coronel del pueblo y Gral. de la Nación, y el insigne continuador de su obra, su hermano de lucha el Coronel Mercante. Deseo, antes de anunciar la firma de importantes decretos, agradecer la gentileza que ha tenido para conmigo el señor ministro secretario, de Industria y


Comercio, don Rolando Lagomarsino, intérprete fiel y digno del espíritu que informa esta lucha, e identificado íntegramente con su conductor, el Gral. Perón, al solicitarme que sea yo la encargada, por mi único carácter de mujer argentina, de transmitirles a todas vosotras las disposiciones a que me he referido. Por uno se determinan los precios de ventas de muchas y variadas prendas de vestir para señoras, dividiéndolas en tres categorías, de acuerdo a la calidad de las mismas y, por el otro, se determinan igualmente precios para algunos artículos necesarios, de uso doméstico, cuya enumeración en ambos casos omito, pues simultáneamente a este anuncio se hace la publicación de los mismos con todos los detalles del caso. Si, como vemos, los resortes del Estado están en marcha y puestos al servicio de estas jornadas redentoras para la argentinidad, si los ciudadanos deben instituirse en soldados firmes y decididos de esta lucha, cuyos beneficios han de alcanzar a todos por igual, no es posible que la mujer argentina ni la extranjera, que deja de serlo cuando se cobija bajo el amparo tutelar de nuestro cielo generoso, no tome su puesto de lucha en el combate. Y debemos considerar que nuestra fortaleza física llega hasta donde llega la del hombre: para esos somos sus madres, sus esposas y sus novias. Allá, en el puesto de lucha, al lado del hombre, está nuestro lugar. Nuestro hogar, nuestro sagrado recinto, el altar de nuestros afectos, está en peligro. Sobre él se cierne amenazadora la incalificable maniobra de la especulación y el agio. Ella atenta contra la tranquilidad de nuestras vidas y contra la salud de nuestros varones. ¿Podemos las mujeres desertar de esta lucha? El inalienable derecho del hombre de proveer a su núcleo familiar el sustento diario tiene necesariamente que estar al alcance de todo presupuesto, hasta el más humilde y exiguo. Ese es el espíritu que alienta esta campaña, ese es el noble impulso que debe movilizarnos en la lucha, ese es el digno afán que debe palpitar en nuestra conciencia. Y ese será el tributo magnífico que ofrendaremos mañana, cuando estas horas de zozobra no sean sino recuerdo amargo, que no habrá de repetirse jamás. Es por todo lo que acabo de decirles, por lo que podría agregar y por lo que suplan las consideraciones fuera del alcance de este mensaje, que hago llegar a todas las amas de casa las advertencias que anuncio a continuación, como postulados fundamentales de esta campaña peronista. 1. No debemos inquietarnos con el temor de que habrá de faltar lo indispensable para vivir, ya que se han arbitrado los medios para asegurar el abastecimiento integral de nuestro consumo diario en sus artículos de primera necesidad. 2. No debemos desobedecer las instrucciones de los funcionarios e inspectores y acatar, por consiguiente, las disposiciones que se adopten. ;


3. No debemos pagar, bajo ningún concepto, y en evento alguno, precio mayor que el establecido, ni admitir que se entregue mercadería de condición inferior a la solicitada. 4. Es muy importante conocer diariamente todas las disposiciones legales para exigir su estricto cumplimiento. 5. Es fundamental denunciar siempre a la autoridad competente toda transgresión o toda violación a las reglamentaciones vigentes. Constituyen así estas previsiones, que se consideran primordiales, los fundamentos básicos de la colaboración efectiva en esta campaña peronista. Debemos, asimismo, pensar, al adquirir cotidianamente lo indispensable para el sustento, de píe millares de hombres, mujeres y niños del mundo están con la esperanza y la mirada fija en el socorro humano que tenemos que hacerles llegar para salvarlos del hambre y la muerte. Ya no nosotras las mujeres, sino todos los que habitan en esto fecundo país, tienen para con la humanidad doliente, y por ser para con ella, con Dios Nuestro Señor, el sagrado compromiso de mitigar su dolor. Acudir a este llamado del sufrimiento es un mandato del corazón, pero... ¿quién más apto para recibirlo y más presto para cumplirlo que el corazón femenino? Quien siente la angustia de los hogares proletarios, su inquietud y su zozobra, tiene, no ya como esposa del primer mandatario de la Nación —condición que no invoco para dirigiros la palabra—, sino como una mujer de esta tierra de promisión, la legítima esperanza de que no habrá sido escuchada en vano. De ser así, la mujer argentina habrá sedimentado una vez más su constante tributo a la Nación, que fecundiza ya y exteriorizará aún más mañana una Argentina grande, generosa, justa y soberana, para gloria de la Patria y honra de Dios”.

Esta preparación que advertimos tanto para con los jóvenes universitarios, las mujeres y en primer lugar, desde 1943, los trabajadores, en la que también tuvieron cabida y participación los empresarios organizados en la Confederación General Económica, evidencia la capacidad de trabajo y conducción de Eva Perón, por lo que la decisión de ser ella misma la interlocutora y representante del Presidente de la Nación en Europa resultó necesario e insustituible para el éxito contundente de la Misión.


Capítulo 2 TESTIMONIO DE LILLIAN LAGOMARSINO DE GUARDO

La señora Lillian Lagomarsino de Guardo, autora del libro autobiográfico, Y ahora hablo yo, el mismo año de su edición lo presentó en la ciudad de Mar del Plata, donde la invitamos a través de amigos en común de gran prestigio como lo es la familia Phillippeaux. Así en nuestra condición de autoridades del Partido Justicialista, del que ejercí la presidencia desde 1995, conocimos personalmente su testimonio sobre una etapa fundamental de la vida de Eva Perón, que como toda su Obra, se inscribe holgadamente en la Santidad, y que comparando con mucho amor y respeto otras obras y vidas Santas que desde siempre admiramos, en el caso de Santa Eva Perón, en


innumerables circunstancias se ven multiplicadas por millones. Aquí demostraremos esta afirmación, no solo por los testimonios fidedignos que lo certifican, sino y sobretodo, porque son Pueblos enteros los que recibieron los beneficios de la Razón de su Vida: Hacer el Bien. Incansablemente, aún a sabiendas que en ello se le iba la vida, como se lo anticipara a la misma Sra. de Perón de forma premonitoria y explícita, el nuncio apostólico Monseñor Ángelo Roncalli en la Iglesia de Notre Dame de París el 22 de Julio de 1947, en audiencia personal que le concediera. DONDE HAY UNA NECESIDAD NACE UN DERECHO

La autenticidad de la incipiente obra de Justicia Social que nuestro futuro Papa Juan XXIII elogiara en esa ocasión ante Eva Perón, continuó siendo una realidad diaria, haciendo de su propia vida una llama permanente para el bien de todos. Aunque es bien sabido también que su sensibilidad la inclinó a privilegiar a los más pobres, a los enfermos, a los Niños y los Trabajadores. A propósito, se popularizó en Argentina su sentencia: “Donde hay una necesidad, nace un Derecho…” máxima que en su palabra de Primera Dama y principal espada de la Revolución Justicialista conducida por su esposo, resultó ser un paradigma con el que se evalúan los gobiernos sucesivos. Una suerte de Vara de Oro, que mide si se está obrando bien, medianamente bien, o mal, más allá de cualquier bandera partidaria. Así sucede en Argentina, porque es tan auténtico ese Oro, como el del Rosario que le entregara nuestro Papa Pío XII el mes anterior. Claro que cuando una notabilidad como Monseñor Roncalli lo predice, cómo no elevar a Eva Perón al altar donde en vida la llevaron los Pueblos de los 6 continentes.


Por eso entendemos que resulta trascendente el testimonio de Lillian Lagomarsino de Guardo, mujer de raigambre acomodada económicamente, pero tan lejos de la Política como tan cerca de los protagonistas fundacionales de una nueva era de Justicia Social para los maltratados pueblos del Mundo. EVA PERÓN EMBAJADORA DE LA PAZ Existen razones suficientes para revalorar su testimonio autobiográfico: lo realizó a los 85 años de edad. Por nuestra parte, corresponde destacar que durante cinco años compartimos con Lillian detalles importantes de aquellas vivencias hasta sus más de 90 años de vida. El 28 de Setiembre organizamos un primer encuentro abierto al público, en el Hotel 13 de Julio, de la Federación de Trabajadores de Luz y Fuerza, y el segundo en el Hotel Antártida, de la Obra social de la Armada Argentina. En la temporada de verano, la acompañamos a la ciudad de Miramar, a casa de sus familiares, por haber surgido entonces la invitación de un canal de televisión de Estados Unidos, a propósito de su libro Y ahora hablo yo, para debatir con el periodista y escritor Tomás Eloy Martínez, autor a su vez de la obra titulada Santa Evita, con quien Doña Lillian Guardo discutió ante las cámaras de CNN, marcando diferencias notables con


aquél, con respecto a las afirmaciones de Martínez y la verdad de muchos de los hechos de aquel viaje que catapultó a Eva Perón al centro de la escena Política mundial. Son pruebas fehacientes de lo que exponemos, además de la documentación existente en las respectivas embajadas argentinas en España, Italia, Portugal, Francia, Mónaco y Suiza, refrendado en los Ministerios de Relaciones Exteriores de esos países, las filmaciones existentes, entre ellas las capturadas para la película: Perón, Sinfonía de un Sentimiento. Aquí transcribimos sus relatos, especialmente los relacionados con el “viaje a Europa (que) comenzó en el Sahara español, arribando a Barajas el 8 de Junio de 1947…El recibimiento fue apoteótico… todo el aeropuerto engalanado, lleno de flores y de banderas argentinas y españolas…Esperaban a la Señora el Generalísimo…las autoridades eclesiásticas…(el) obispo de Madrid, los jefes de la FFAA y toda la nobleza…” Puede verse en las filmaciones de aquél tiempo, que al saludar por primera vez, el pueblo español aclamó en forma insistente a Eva Perón. “La señora pasó revista a las tropas…se entonaron el himno nacional argentino y la marcha real…subieron a un auto acompañada de Franco…yo iba detrás… (el recorrido fue de) unos doce kilómetros, con multitudes que la aclamaban a los costados de la ruta. Toda la ciudad se había volcado a las calles, y esperaba desde hacía horas el paso del cortejo…la gente se agolpaba, arrojaban flores desde esos balcones engalanados y le gritaban: guapa, chula, mona, maja y todas esas cosas lindas que saben decir los españoles…” Cabe destacar que “…estuvieron presentes todos los sectores políticos de España. Por primera vez desde el término de la guerra civil española…un sentimiento unánime que brotaba en gritos: ¡Viva España! ¡Viva Argentina!” Según el sacerdote jesuita Hernán Benítez los comercios habían engalanado sus vidrieras con retratos de la Señora de Perón y con Banderas de ambos países. Continúa Lillian “…expresiones todas de un pueblo exultante que echaba mano de todo lo posible e imposible para agasajar a la Señora…”


“AQUÍ JAMÁS SE HA VISTO COSA IGUAL” Franco le dijo: “créame Ud. Señora que me ha impresionado más su aplomo y dominio personal que el recibimiento de España, con todo lo grande que este ha sido, porque le aseguro, aquí jamás se ha visto cosa igual!”

“Es que siento que no es para mi. Yo soy solo una mujer de pueblo, es a los hombres y mujeres de mi clase, a los trabajadores, a quienes ustedes agasajan…” Durante la ceremonia oficial, Eva Perón no dejaba de recurrir a su profunda Fe Cristiana como comprobamos en el relato de la Sra. de Guardo: “…Cada tanto la señora me preguntaba: ¿Lillian tiene el Rosario?... bueno rece…” “El lunes 9 de junio…le otorgaron la Gran Cruz de Isabel la Católica…Había 300.000 personas…Eva Perón, tras ser condecorada, dio un discurso y desde el balcón saludó al pueblo…causando gran repercusión en la plaza…era impresionante ver cómo la aclamaba la multitud…les impactó… que les hablara de los derechos sociales y el rol de la mujer. (Luego) Se asomaba de a ratos ante los insistentes pedidos de la multitud…¡los había conquistado!”


QUERÍA SABER CÓMO VIVÍAN LOS POBRES “…por nuestra cuenta fuimos a visitar los suburbios de Madrid, sin compañía oficial. La señora de Perón quería ver…cómo vivían los pobres…le dieron innumerables muestras de cariño… les contó cómo trabajaba en Argentina para que…hubiera más justicia social.” “…visitó los barrios…entró en las casas…a todos escuchaba y a todos sonreía, a todos besaba. Les preguntaba cómo vivían, cuáles eran sus problemas…” Decía Eva Perón: “estos son mis descamisados españoles…” En Argentina es sabido que la oligarquía denominó descamisados a los trabajadores que rescataron a Perón el 17 de Octubre de 1945, y tanto Eva como Juan Perón tomaron ese apodo como una bandera de las reivindicaciones sociales que comenzaron a elevar a los trabajadores argentinos desde entonces; esa fue la Misión que Eva Perón llevó a Europa como consigna para todos los trabajadores del Mundo. Una Argentina convertida en potencia, baluarte del catolicismo por su pueblo fervientemente creyente como de sus dirigentes, tan distantes todos de uno y otro de los países triunfantes de la guerra que concluyó con el bombardeo atómico de dos ciudades de Japón el 6 y el 9 de agosto de 1945, dejando en forma inmediata más de 100.000 víctimas fatales civiles, cifra espeluznante que creció a más de 300.000 muertos como consecuencia directa del genocidio. Mientras tanto en Argentina crecía sin cesar la Justicia Social. He aquí flagrante la diferencia entre una potencia cristiana trabajadora, y la fuerza devastadora de la guerra atea. “…Esa fría noche, en la Plaza Mayor de la Villa de Madrid, repleta de gente…fue el homenaje que le brindaron las 50


provincias españolas…todos los balcones…atestados de personas, lucían colgaduras en honor a la ilustre visitante…” Así continúan estos testimonios inagotables a través de las distintas regiones de España visitados por Eva Perón. “LILLIAN TENGO MIEDO” Evita, esta mujer increíble, sin embargo, así como tenía tanto carisma y resolución hacia las cientos de miles de personas que la aclamaban, y al mismo tiempo frente a personalidades de las más altas esferas del poder mundial, veamos cómo era en su intimidad según nos testimonia Lillian, al contar sobre la estada en “…el Pardo, residencia del Generalísimo y su familia (donde) les habían destinado un ala del palacio…” “Seguimos conversando y yo…hacía la conversación cada vez más monótona, mientras veía que la Señora se iba durmiendo… me fui acercando a la puerta…y ¡Lilliancita! - ¡Ay Señora! Pensé que ya estaba dormida…-No, no ¡Quédese, cuénteme alguna otra cosa. – Señora, usted tiene que descansar…y con gran humildad me dijo: Lillian, ¡tengo miedo! GRANADA, SANTUARIO DE LA VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS

“Tomamos el avión rumbo a Andalucía. Arribamos a Granada, después de un recorrido por las calles repletas de granadinos que la vitoreaban, nos detuvimos en el Santuario de la Virgen de las Angustias... SEVILLA, TECHO DE PALOMAS Y PÉTALOS DE ROSA “Partimos luego hacia Sevilla. Creo que vivimos uno de los momentos más lindos del viaje. Si el recibimiento en Madrid fue de gran magnitud, los sevillanos no se quedaron atrás...Desde el hotel hasta el Ayuntamiento hay una distancia de unas doce cuadras. A ambos lados de la calle había chicas vestidas de sevillanas, con los antiguos trajes típicos como en Madrid. En esa interminable fila de jóvenes, una tenía una canasta abierta con pétalos de rosa, la de al lado una canasta cerrada con palomas, y así sucesivamente cada dos metros. Avanzamos las doce cuadras con un ‘techo’ de palomas y pétalos de rosas se arrojaban a nuestro paso. Muchísima gente música tan contagiosa, los gritos, los piropos, los vivas... no les puedo expresar lo que


sentí. Me emocioné profundamente. Algo que sólo ocurre en los cuentos...cuando la Señora entró en la Catedral gótica, la más grande de España, subió al camarín de la Virgen y le dejó, muy emocionada, un par de aros de oro y brillantes que llevaba puestos…”

Evita, luego de las ceremonias oficiales, recorría los barrios de trabajadores para conocer y sentir la realidad de los humildes.


HUELVA, HOMENAJE A CRISTÓBAL COLÓN “…Realizamos luego una excursión a La Rábida, depositando en Huelva una ofrenda ante la estatua de Cristóbal Colón. Día a día progresaba en sus discursos, cosa que admiraba en ella; yo no hubiera sido capaz de dirigirme a tamañas multitudes, improvisando en ese lenguaje directo y tan entrador. El general Franco la ‘agrandó’ con sus elogios…pero mucho más la enalteció el pueblo español por el mensaje que llevaba, por esa esperanza de justicia social y del derecho de igualdad para la mujer. Sus arengas se transmitían por radio a toda España, y cada vez eran mayores las aclamaciones y las multitudes que se agolpaban a su paso. De regreso recorrimos el barrio de Santa Cruz, bien sevillano, con calles pequeñas y patios cubiertos de flores. Fuimos a la Giralda, al Alcázar, visitamos el Hospital de Caridad y el barrio de Triana…”


SANTIAGO DE COMPOSTELA, HERMANA MAYOR DE LA ARCHICOFRADÍA

“…Nos embarcamos rumbo a Santiago de Compostela... y nos agasajaron igual que en el resto de la península, con salvas de cañones desfile de tropas, cenas, obras de teatro, hasta juegos de artificio. En la Catedral de Santiago de Compostela le fue impuesta la Medalla de Hermana Mayor de la Archicofradía del Apóstol; la Señora dejó en nombre de su esposo una bandera argentina, como homenaje al libertador de España…” ZARAGOZA, BESO A LA IMAGEN DE LA VIRGEN DEL PILAR

“…Fuimos a La Coruña y luego a Zaragoza, ciudad enamorada de su Pilarica, como denominan cariñosamente a la Virgen del Pilar. Por una concesión especialísima y única, le permitieron besar la imagen de la Virgen, a la que dejó sus aros, sobre los hombros antes de levantarse del reclinatorio…”

BARCELONA, “…Tomamos nuevamente el avión, y al llegar a Barcelona nos reencontramos con la esposa del Generalísimo.” “Una vez más todo el pueblo se había volcado a las calles y engalanado la ciudad, el recibimiento fue increíble y multitudinario. El gobierno de Barcelona había dado asueto, y se realizó una fiesta popular de música, danza y pirotecnia en la Plaza de San Jaime. Nos alojábamos en el Palacio de Pedralbes.”


“A la mañana siguiente visitamos la Catedral y varios barrios carenciados, nuevamente entró en las casas, preguntando la forma en que vivían, cómo eran los salarios, y haciendo propaganda del plan de gobierno del general Perón para beneficiar a los más necesitados. En el programa oficial esa noche había una cena de gala y una obra teatral. Allí si me angustié mucho. Llegamos tres horas tarde. Varias veces me acerqué a decirle que teníamos que partir, pero ella estaba conversando con unos delegados obreros que le habían pedido audiencia durante la visita de la tarde…” “-Si sí, Lillian, ya vamos…” “Ya les mencioné a ustedes la poca importancia que le daba la Señora al protocolo, pero para peor, la cena era a la luz de la velas, en el histórico Salón del Ciento, del Ayuntamiento, y tuvieron que cambiarlas varias veces antes de que llegáramos. Llegaba tarde porque a su entender lo que estaba haciendo era para ella más importante que lo que le esperaba después…Hubo también un vibrante homenaje de los trabajadores catalanes en el Salón Nacional de Exposiciones, donde también la colmaron de regalos.” LA DEVOCIÓN POR LA VIRGEN Y EL REZO DEL ROSARIO

Aquí cabe volver a destacar la veneración de Santa Eva Perón al Rosario, cuando poco antes de salir hacia el aeropuerto ordenó revisar el equipaje de Lillian Guardo ante la duda de ésta que estuviera entre sus pertenencias. Así relata Lillian el episodio: “-Lillian, ¿lleva el Rosario?- Yo miré en la cartera y no lo encontré…-Señora al cambiar de cartera me lo he olvidado…-Desempaquen el auto y busquen el Rosario de la señora Lillian, ¡ella no puede estar sin el Rosario!...apareció. –Menos mal Lillian, ¡menos mal!” LA IMPORTANCIA DEL ROSARIO EN ARGENTINA

Para que pueda comprenderse mejor fuera de Argentina, queremos remarcar que para Eva Perón, como ocurre con todos los católicos en nuestro país, desde el Fundador Manuel Belgrano que lo hizo rezar a sus tropas en las más variadas circunstancias de la guerra de la Independencia, el Rosario es objeto de máximo respeto y devoción por su representación espiritual de la Fe


Cristiana. Téngase presente que Belgrano creó la Bandera de América del Sur en la entonces Villa del Rosario, con el párroco de la capilla –actual Catedral- de Nuestra Señora del Rosario; creó en Jujuy el Escudo Nacional y la Bandera Nacional de la Libertad Civil, que hizo bendecir por el párroco de la Iglesia –actual Catedral- Nuestra Señora del Rosario; finalmente, Belgrano fue sepultado con los hábitos de Dominico, en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario. Más allá de todo valor material, existe entre los argentinos una devoción muy profunda hacia el Rosario. Esa es Santa Eva Perón, que obró siempre por amor a los pobres, a los niños, a los trabajadores y a los ancianos; y que dio a la Mujer derechos que por primera vez adquirió en el Mundo, respaldada por su franco y permanente diálogo con su esposo, que por su condición de Presidente de Argentina, completaba con obras ese sentimiento, al punto de haberlos incluido en la Constitución Nacional. Esa es la Argentina profunda que lucha frente a los poderosos que pretenden cada día despojar a nuestro Pueblo de esa Fe con todo tipo de artilugios anticristianos. ¡Por eso necesitamos que nuestra Iglesia reconozca, aún a tiempo, a Santa Eva Perón, para que esto represente un freno a la contracultura que parece decirnos todo lo puedo, por eso los humillo; hasta en su fe. Más allá o más acá de que el Pueblo, en sus casas, conti-núa levantando altares a Eva Perón desde 1952! “LOS QUE NACIERON EN LA POBREZA PADECEN TODAS LAS INJUSTICIAS” Continuaba Lillian su relato: “Nuevamente se encontró con el padre (Hernán) Benítez…para su visita al Sumo Pontífice que tendría lugar dos días después…” “En el aeropuerto se encontraba el Generalísimo, que había llegado ese día a Barcelona para la despedida. Después de revistar a las tropas, de los discursos, los himnos y las salvas de los cañones, subimos al avión (que) partió rumbo a Roma… El discurso de despedida de la señora Eva Perón es digno de destacar. Uno de los más extraordinarios que presencié. Por la forma en que habló, por la acogida que tuvo por parte de la multitud allí reunida y fundamentalmente por lo que expresó. Se refi-


rió una vez más a los pobres y en especial a la mujer, a las trabajadoras de España. Habló de la diferencia de "los derechos que tienen algunos seres que por haber nacido en la opulencia gozan de todos los beneficios"; mientras que "los que nacieron en la pobreza padecen todas las injusticias”.

EVA PERÓN EN ITALIA

“Al llegar a Italia pudimos palpar de cerca los estragos de la guerra. Vimos la extrema sencillez, incluso en la ropa de los funcionarios y sus mujeres. En el aeropuerto de Ciampino nos esperaban las autoridades; el canciller conde Carlos Sforza; la mujer del primer ministro Alcides de Gásperi y el embajador argentino; nos dirigimos a la embajada de nuestro país, reacondicionada para la visita. El embajador Ocampo Giménez y su familia fueron a vivir a otro lugar para que la Señora estuviera más cómoda.” “Recorrimos la ciudad y nos llevaron a Montecasino, en donde no quedaba ni una sola casa, nada, todo era piedra. Allí se podía apreciar bien lo que había ocurrido durante el conflicto bélico.” AUDIENCIA CON EL PAPA PIO XII

“Al día siguiente tuvo lugar la Audiencia Papal. La Señora estaba divina, con un vestido largo negro de crêpe georgette, que tenía una caída en la espalda, a la altura de la cintura, en plissé soleil doble. Ese plissé se convertía en manto. Era un vestido impecable. Debo decirles que jamás se pintaba, se lavaba la cara con


agua y jabón, y se ponía un poco de rouge en los labios. Ella quería que yo asistiera a la entrevista: Señora, yo la voy a acompañar al Vaticano pero no voy a entrar a la audiencia privada. Creo que no corresponde -Pero Lillian, yo preferiría que usted viniera conmigo No, yo la voy a esperar en alguna salita que haya por ahí. Iba con la ilusión de recibir algo más, a pesar de la advertencia que su confesor le había hecho en Barcelona. El Papa le regaló un rosario de oro. No hizo absolutamente ningún comentario. Se emocionó mucho con el recibimiento en el patio San Dámaso, escoltada por los guardias suizos, disfrutó de la visita, pero había sufrido una desilusión. Pío XII le dijo unas palabras en español, la audiencia duró unos veinte minutos. Todos decían allí que normalmente Su Santidad concedía entrevistas de diez minutos, y que el tiempo dedicado a la señora Eva Perón era el que solía dedicar a las reinas. EVA PERÓN HERMANA TERCIARIA FRANCISCANA Recorrimos la Basílica, la Capilla Sixtina, el Palacio de los Borgia y todas las dependencias papales. Después de la visita oficial al Papa, el reverendo padre Perantoni, General de la Orden de San Francisco, le otorgó el título de Hermana Terciaria Franciscana en la Casa Central de los Franciscanos. Es por ello que al morir, según cuenta el padre Benítez, al cadáver de la señora Eva Perón le colocaron la túnica franciscana con los símbolos correspondientes, confeccionada a su medida. Al día siguiente, en una ceremonia en la embajada trajeron en nombre de Su Santidad, para el general Perón, la Gran Cruz de Gregorio el Grande, que la Señora recibió muy agradecida Durante la estadía en Roma se sucedieron los agasajos, pero a un nivel totalmente distinto al de España. En las Termas de Caracalla vimos una representación al aire libre de "Aída". La Señora depositó una corona en la tumba del soldado desconocido, visitamos el Foro, el Coliseo, fuimos a las catacumbas y al museo de Villa Borghese, recorrimos como era su costumbre, barrios carenciados y visitamos las fosas ardeatinas, que nos causaron gran impresión. Insistió en ir a Milán, y allí nos alojamos en el Hotel Príncipe de Savoia, recorrimos la Feria Industrial y especialmente se detuvo


en el stand argentino…siempre en compañía del conde Sforza… La Señora quiso acortar la visita, pues advertía el esfuerzo que suponía para el gobierno italiano su estadía…por eso no fuimos a Venecia, a Florencia ni a Nápoles, como estaba programado, y regresamos a Roma. Así se lo expresó al presidente Nicola en un almuerzo ofrecido en su honor. Refiere el doctor Valentín Thiébaut, enviado especial del diario Democracia, que la situación en Italia era muy complicada. Se acercaban las elecciones y el partido comunista tenía muchísimos adeptos, y se creía que podía ganar la contienda electoral. El primer ministro De Gásperi estaba preocupado por la seguridad de la señora de Perón, y lo comunicó a la embajada. Es por eso, y no por otros "motivos oscuros" como algunos señalaron, que el itinerario fue algo sinuoso… …Alberto Dodero alquiló una villa en el Ligure, concretamente en Rapallo, donde permanecimos unos diez días descansando, en visita privada. Desde allí se comunicaba todos los días con nosotros el embajador argentino en Londres, doctor Ricardo Labougle, quien insistía en que se concretara la visita a ese país. Los reyes se encontraban en Escocia, pero la reina la recibiría a tomar el té en el Palacio de Buckingham. La Señora dijo que sólo iría si se concretaba una visita oficial, que ella quería ver flamear las banderas argentinas en toda la ciudad. Los ingleses desde 1939 habían suspendido las visitas oficiales a Inglaterra, dada la austeridad de la posguerra. Labougle le explicó que pocos días antes había estado la reina de Holanda y no fue recibida en forma oficial, sólo se le había ofrecido un té en el palacio. Por lo tanto, por decisión de la Señora, quedó fuera del itinerario la visita a Londres. Lillian, ¿tiene el rosario? -Sí, Señora, lo tengo. ¿Lo va a rezar? -Sí, Señora, lo voy a rezar. ¡Ah, bueno! Rece, Lillian, rece...Su especial relación con el padre Benítez, que era su confesor, habla de cierta profundidad espiritual. Así era Eva Perón, así de niña, así de cambiante. Una mezcla de tigre con paloma… Sé que es difícil de comprender… pero yo la quise mucho...esos días en Rapallo fueron de descan-


so. Hicimos varios paseos en auto a Portofino, Sanremo, Génova. El 9 de julio (Día de la Independencia Nacional), asistimos a un festejo en el Hotel Excelsior colmado de residentes argentinos que la recibieron con mucho cariño. Yo estaba pendiente de la sanción de la Ley Universitaria, de la que Ricardo fue uno de sus autores y la que le había dedicado muchísimas horas de estudio. Permanentemente requería noticias sobre el tema. Finalmente se sancionó durante mi permanencia en Europa…” GRATUIDAD UNIVERSITARIA Supresión de Aranceles desde el 20 de Junio de 1949 En este sentido, dialogamos en 1997 con Lillian sobre la Ley Universitaria Argentina del año 1947 que lleva el número 13.031, que incluyó becas para los estudiantes, la creación de la Universidad Obrera, y el anuncio del Presidente Perón del 20 de Junio de 1949 suprimiendo todos los aranceles, en un discurso que dirigió por la Red Nacional Azul y Blanca de Emisoras a todo el país, argumentando que lo hacía en el día de la Bandera: en homenaje a su creador Manuel Belgrano, quien junto con San Martín son las glorias más sublimes de la Patria... Interpretando sus ideas y sentimientos, que lo impulsaran a destinar sus bienes y recompensas para construir escuelas en la rudimentaria comunidad Argentina de su tiempo, deseo anunciar que desde hoy quedan suprimidos los actuales aranceles universitarios, en forma tal que la enseñanza sea absolutamente gratuita y al alcance de todos los jóvenes Argentinos que anhelan instruirse para el bien del país. Para honrar a los héroes nada mejor que imitarlos”. De esta forma Argentina se convirtió en el primer país del Mundo en establecer la Gratuidad Universitaria, pudiendo cualquier extranjero instruirse en las Universidades del Estado argentino aún, en este año Centenario del Natalicio de Eva Perón, ya que el 22 de Noviembre, fue refrendado por el Decreto presidencial 29.337, con retroactividad al día del anuncio, del mismo Presidente. Se comprueba aquí, que los discursos de Eva Perón durante su presencia fulgurante en Europa, no resultaron ser meros deseos o promesas, sino que siempre se convirtieron en realidad, porque el objetivo de aquel gobierno, de aquella Doctrina que Perón y su Señora tomaron de la Iglesia Católica, como


con precisión enseñaba en 2010 el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio en sus programas radiales y televisivos, Entre el Cielo y la Tierra, que realizaba acompañado por el rabino Abraham Skorka y el profesor musulmán Eduardo Abboud.

La Doctrina

Justicialista, que tomó el nombre de su gran creación: la Justicia Social, señala como corolario que es profundamente humanista y profundamente Cristiana y tiene, por definición, como destinatario al Pueblo, en tanto propone la Felicidad del Pueblo y la Grandeza de la Nación. CONTINUAMOS EL TESTIMONIO DE LILLIAN GUARDO

…¿Le gustó, Lillian? ¿Cómo estuve? “En Rapallo me preguntó en una ocasión: -Lilliancita, ¿qué espera de la vida? ¿Qué quiere que le dé la vida? -Yo espero educar bien a mis hijos. -¡Ah no! Yo sí tengo una gran ambición. -¿Qué espera?-insistí. -¿Pero usted no tiene otra ambición suya, algo personal, algo para usted, Lillian? No, señora. Pero ¿Y usted?.. ¿Qué quiere usted? -Yo... aspiro a figurar en la Historia, Lillian. A esa altura del viaje la Señora tenía cada vez más seguridad en sí misma, se estaba produciendo ante mis ojos ese gran cambio que todos notaron después. Cuando comencé a frecuentarla en la vida diaria, en esas arengas sentidas que hacía en Buenos Aires o en el interior del país, les soy sincera, temía por su dominio, por su lenguaje. Recuerdo que retorcía mis manos, a veces le pedía a Dios que la ayudara, tenía miedo al papelón que nunca se produjo. Ante mí tenía ahora a otra persona, que aunque continuara buscando mi protección, adquiría una dimensión distinta en cuanto a sus objetivos. Siempre que terminaba sus alocuciones, se daba vuelta y me buscaba: -le gustó, Lillian? ¿Cómo estuve?-me preguntaba con sencillez buscando mi aprobación.”


En la foto blanco y negro, Lillian camina detrás de Evita a la izquierda

LA INSEGURIDAD EN LA EUROPA DE POSGUERRA “El problema de la seguridad por aquellos días en Europa era serio. El embajador argentino en Francia, Julio Victorica Roca, y el padre Hernán Benítez se entrevistaron -estando nosotras en Rapallo- con el primer ministro Bidault, quien les manifestó sus temores por la actitud que asumirían los comunistas de París ante la llegada de Eva Perón. El sacerdote había pasado previamente por Lyon y se había reunido con el presidente del Partido Comunista Francés, quien le brindó todas las garantías para la estadía de la señora de Perón en Francia. Al decir esto, el Primer Ministro se comunicó telefónicamente con el presidente Auriol, en presencia de los visitantes. Al concluir la comunicación, expresó eufóricamente -Francia espera como invitada oficial a Madame Perón-y concluyó-: será para nosotros un honor recibir a tan ilustre dama”. EVA PERÓN EN PORTUGAL “Retornamos a Roma y tomamos el avión rumbo a Lisboa; allí, en visita no oficial, almorzó con el presidente mariscal Fragoso Carmona, y con el ex rey Humberto de Italia. En el hotel recibió la visita del príncipe don Juan de Borbón, que estaba en el exilio, encuentro que fue considerado por muchos como una descortesía hacia Francisco Franco. Hicimos recorridos por la ciudad y visitamos escuelas y hogares. Nos encantaron las calles de Lisboa, tan pequeñas, llenas de recovecos, de subidas y bajadas, y esas casas con los frentes con mayólicas que parecían de juguete. También estuvimos en Estoril y en Coimbra”.


EVA PERÓN EN FRANCIA El 21 de julio llegamos a París. El recibimiento en el aeropuerto de Orly fue sumamente protocolar. Al llegar, una vez puesta la escalerilla, la Señora se detuvo unos segundos en la puerta del avión, tenía puesto un tailleur blanco y una capellina.


Estaban presentes el ministro de Relaciones Exteriores Georges Bidault, y el resto del gabinete detrás de él, formando un triángulo. Todos inclinaban la cabeza, en señal de saludo, y levantaron luego su mirada: la expresión en el rostro del Primer Ministro nunca voy a olvidarla en mi vida, parecía embelesado y a la vez, no podía creer la juventud y la belleza de Eva Perón. Acudieron, por supuesto, el embajador argentino Julio Victorica Roca y su mujer Beba Chevallier, todo un personaje. Después de las ceremonias de rigor nos dirigimos al hotel Ritz, donde nos alojaríamos. Allí, Beba se dirigió a la señora de Perón para decirle: -Mire, Evita-ella la llamaba así- yo se que usted en España ha hecho lo que ha querido, que ha sido la niña mimada, que ha llegado a muchas recepciones tarde. ¡Se todo eso! Acá usted pue-


de hacer lo mismo que en España, con la diferencia de que en Paris, si llega un minuto tarde no le van a entregar la Legión de Honor. Se lo digo porque es mi obligación, y para que tome sus precauciones. No le contestó. Pero nunca llegamos ni un minuto tarde a una recepción. Yo estaba contentísima, era lo que debía ser. La Señora estaba bastante preocupada por el idioma, y en todas partes me insistía que hablara de Mercante, especialmente al ministro Bidault. Yo buscaba la frase adecuada, lo mismo que en España, pero me volvía a insistir -Lillian, yo no oigo que usted hable de Mercante -Si, precisamente estoy hablando de él -ella quería escuchar la palabra Mercante en la frase que yo pronunciaba-. LEGIÓN DE HONOR Al día siguiente, luego de una cena, el canciller Georges Bidault la condecoró con la Legión de Honor en el Quay d'Orsay. En el Castillo Rambouillet almorzamos con el presidente francés Vicent Auriol y su esposa. Comimos con pan de maíz porque no había blanco, dada la escasez de trigo. En ese almuerzo estuvieron presentes todos los ministros, autoridades, diplomáticos y miembros de la nobleza de Francia. Hicimos numerosas visitas, a la Catedral de Nôtre Dame, acompañadas por el Nuncio Apostólico Monseñor Ángelo Roncalli, que posteriormente sería el Papa Juan XXIII; a la Cámara de Diputados; a la tumba de Napoleón; asistimos a la firma de un convenio entre la Argentina y Francia, por el cual Francia recibiría un crédito muy importante para la compra de trigo; también realizamos una visita al Palacio de Versalles, cerrado desde la guerra y abierto para esa ocasión; por supuesto a la Torre Eiffel, y paseamos por el Sena, generalmente acompañadas por la señora del canciller Bidault. EVA PERÓN EN NÔTRE DAME, BESÓ LA CORONA DE ESPINAS DE JESUCRISTO Y UN FRAGMENTO DE LA SANTA CRUZ


“Durante la visita a Nôtre Dame, el 22 de julio, se entrevistó a solas con monseñor Roncalli, que estaba al tanto de su obra social y que en esa oportunidad le hizo una premonición: ‘Señora de Perón, usted debe saber que si sigue su lucha por los pobres y si esta lucha la emprende de veras, termina en la cruz’….” “…La visita a Nôtre Dame fue el acto más importante de la estadía en París. No sólo por las palabras del futuro Papa, sino porque tuvo la indescriptible posibilidad, ante el altar de la Virgen, de besar la corona de espinas de Nuestro Señor un fragmento de la Santa Cruz, reliquias insignes que custodian desde siglos en ese lugar, mientras los coros de la célebre Catedral entonaban el Salve. Todo el templo estaba iluminado y colmado de gente. Al concluir la visita, la acompa-


ñaron las autoridades y prelados hasta la salida, mientras el órgano de esa gran iglesia medieval hacía resonar el Himno Nacional Argentino. Fue conmovedor. También ese día la señora Eva Perón lloraba...” LA CARTA DE SOR MÉRE AGNÉS DE JESÚS HERMANA DE SANTA TERESITA

“…Al día siguiente, monseñor Roncalli envió al hotel donde se hospedaba la Señora de Perón, a M. Reynes, arquitecto de la Basílica de la Paz de Lisieux, erigida a la gloria de Santa Teresita. El célebre arquitecto era portador de una carta de Sor Inés de Jesús (Mère Agnès de Jésus N.de la R.), hermana de la Santa, dirigida a la Señora. Comenta el padre Benítez que "esa preciosa reliquia llenó de consuelo a Evita en la etapa final de su enfermedad, cuando plena de fe cristiana se disponía a afrontar el paso de esta vida al más allá…” “…-Señora, voy cruzar a comprar unos pañuelitos Ay no, Lilliancita! Me da miedo que salga. ¡Le puede pasar algo! Yo entendí, tenía razón. Ella se cuidaba mucho, podía haber ocurrido algún incidente,,,” “…Entonces la Señora se levantó y dijo: Don Alberto, vamos. ¡Vamos! Se sintió mal, tenía la cara transfigurada, no sé bien qué le pasó. Y nos fuimos. -Evita, fue un homenaje que le hicieron, no fue una grosería, no le faltaron el respeto- dijo Dodero. -No...pero tuve temor que me reconocieran y que aparecieran periodistas; don Alberto, ¡yo quiero estar nada más que en los actos oficiales! En París se había programado un desfile de modelos para la señora Eva Perón, organizado por Marcel Rochas. Al enterarse, Beba vino al Hotel: -Evita, usted haga lo que quiera, pero esto es una frivolidad. En este momento los franceses están pasando días muy duros. Esto es una ostentación, un lujo, no va a ser simpático que usted asista. La Señora escuchó atentamente y anunció que no iría al desfile Pero Marcel Rochas, junto con un grupo de modistos de la haute-couture, organizaron un mini-desfile en nuestros apartamen-


tos, que fue algo novelesco. Posteriormente llegaron al hotel un baúl de Marcel Rochas conteniendo todos los perfumes, cremas, pañuelos, etc.; otro de Jacques Fath, con todo "lo habido y por haber"; otro de Christian Dior, que no se quedaba atrás…”

Basílica de la Paz de Lisieux, en gloria de Santa Teresita

MONTECARLO, CANNES, NIZA, SANREMO “Pero el viaje continuó. Llegamos a Montecarlo…nos alojamos en el Hotel Beach, muy sencillo; todavía no entiendo por qué Dodero eligió ese lugar. Allí la Señora tuvo mucho miedo, realmente terror. Por las noches me decía -Lillian, mire debajo de la cama por si hay un hombre escondido…¿Qué temía? ¿Que la mataran? ¿Que la violaran? ¿Tenía miedo a morir? Nunca pude responder a estas preguntas. Años después admiré la forma en que soportó su enfermedad y cómo preparó su final.” “Acá quiero hacer una aclaración. En esa época la religión católica también infundía algunos temores; recuerden ustedes los conceptos sobre el infierno, las llamas, el demonio, el pecado. Con el progreso intelectual también nuestra Iglesia cambió el enfoque de la existencia de un Dios Padre que nunca nos deja, que siempre nos espera, que nos juzga más por nuestras obras que por nuestras apariencias, y fundamentalmente que siempre nos perdona. Le dio prioridad al mandamiento nuevo de Jesús: el amor. En la actualidad los católicos le damos a la muerte el valor que realmente tiene, a pesar de que aún conservemos el miedo a sufrir.”


“Recorrimos toda esa zona de la Costa Azul, Cannes, Cap d'Antibes, Niza, y llegamos hasta San Remo. Don Alberto alquiló un barco y fuimos dos o tres veces a playas alejadas, pues la Señora no quería que la vieran los periodistas en la playa. Yo la cuidaba mucho del sol, su piel era tan delicada que tenía miedo que le hiciera mal.” “Algunos autores refieren que se encontró con Aristóteles Onassis mientras vivía en el Hotel de París; es una de las tantas mentiras que se dijeron. Yo jamás me separé de la Señora, y si hubiera aparecido Onassis no me lo iba a perder! Además, no nos alojamos en ese magnífico Hotel.” “Su presencia no pasó inadvertida para las autoridades monegascas, que la condecoraron por intermedio de unos funcionarios…” EVA PERÓN EN SUIZA “Posteriormente fuimos a Suiza, respondiendo a una invitación. Allí nos recibió el canciller, Max Petitpierre, nuestro embajador Benito Llambí y el cónsul Humberto Alemán, que en varias oportunidades hizo las veces de traductor.

El recibimiento fue sumamente importante. Recorrimos Ginebra, luego en tren nos dirigimos a Berna, Zurich y Saint Moritz. En Berna nos hospedamos en el Hotel Bellevue Palace. Un día, mientras avanzaban en un auto descubierto con


el canciller, les arrojaron tomates; yo iba en el coche de atrás, y sólo vi que había un ciclista que las autoridades habían retenido. Me asusté muchísimo, y al llegar a la recepción me encontré en las escalinatas con la Señora muerta de risa y el canciller ‘lleno de tomates’. Los periodistas le preguntaron: -Señora de Perón, tuvo miedo? -Cuando se representa a un Estado, no se puede tener miedorespondió. ¿Qué me cuentan? Yo que la escuchaba creía estar viendo una película …Allí en Berna, le habían enviado al hotel una caja enorme conteniendo cortes de seda y de viyelas escocesas. EL RETORNO A SUDAMÉRICA “El 10 de agosto tomamos el avión rumbo a Dakar, previa escala en Lisboa. El general Perón no quería que cruzáramos el océano en avión porque había ocurrido un accidente aéreo en el que murieron los integrantes de una delegación de obreros. Durante el paso por Lisboa, almorzamos en el aeropuerto y paramos a descansar unas horas…” “…la Señora habló durante largo tiempo por teléfono con el General, quien le señaló la importancia de la Cumbre de Cancilleres a realizarse en el Hotel Quitandinha de la ciudad de Petrópolis, cerca de Río de Janeiro, coincidiendo con nuestra estadía en esa ciudad. También le adelantó que un gran grupo de legisladores acompañarían a nuestro canciller Juan A. Bramuglia. Al llegar a Río de Janeiro, el 17 de agosto, el recibimiento que tuvimos fue espectacular…Al día siguiente fuimos a la Cámara de Diputados; almorzamos luego con el presidente Eurico Gaspar Dutra, en el Palacio do Catete, y por la tarde recorrimos las instalaciones de un hogar materno infantil. La Señora quedó impresionada por la pobreza, las favelas, la miseria que encontraba a medida que el auto avanzaba. En las puertas del hotel se juntaban muchos cariocas, que le gritaban y querían acercarse. Todos le demostraban su cariño, como en los demás lugares que ha-bíamos visitado.


Esa noche hubo una recepción en la embajada argentina, a la que concurrieron todos los compatriotas que estaban en la Conferencia...” Luego partieron a Montevideo, y finalmente la llegada a Buenos Aires. “…A los dos días me llamó por teléfono la Señora: -Lillian, véngase a la residencia que tenemos que arreglar algunas cuentas. Fui para allá; ya en la entrada noté la diferencia. Normalmente yo entraba y subía las escaleras, pero esta vez, no sé por qué, pregunté -¿Baja la Señora? -Sí, me dijo que pasara al saloncito de aquí al lado -me contestó intrigado el porteroCuando llegó la Señora nos saludamos afectuosamente, me preguntó por los chicos y me devolvió el dinero que me había pedido en el avión en el viaje de ida. A los pocos días, estando enferma en cama, me vinieron a visitar unas amigas. Recuerdo que estaban Sarita Howard, Josefina Figuerola, Chicha Emery y alguna más alrededor de mi cama. Como la visita había sido medio inesperada, María trajo un carrito con té y unas tostadas. De repente entró la Señora en mi cuarto. Todas se pusieron de pie, la saludaron y le ofrecieron sentarse, también una taza de té... pero no quiso nada. Me preguntó por mi salud y a los cinco minutos se retiró. ¿Me quería hablar? en un momento en que estaba con amigas? ¿Quiso aclararme algo? Nunca lo sabré, ojalá haya sido ésa la razón de su visita. Fue mi último contacto con ella a nivel tan personal…”

Capítulo 3 NUESTRAS REUNIONES CON LILLIAN EN BUENOS AIRES El Consuelo de la señora de Guardo


Recorte de la revista Justicialismo, año 1996, donde se destaca la presencia de Lillian Lagomarsino de Guardo, recibida por el autor, entonces presidente del Partido Justicialista de General Pueyrredón (Mar del Plata) donde expuso sobre su obra: Y Ahora Hablo Yo. Allí relata circunstancias inéditas sorprendentes sobre el viaje a Europa que realizara integrando la comitiva de Evita Duarte de Perón.

De nuestras charlas con Lillian que se prolongaron durante unos cinco años, en los que también me habló de su cariño por María Cristina Álvarez Rodríguez y de su interés por relacionarnos, pudimos inferir muchas circunstancias no tomadas en cuenta por ella de su vínculo con Eva Perón, especialmente la falta de comprensión de la estatura política de la Señora, “quizás por inexperiencia”. La Providencia la llevó tan cerca en lo personal de Evita, pero tan lejos de interpretar el verdadero rol que ejerció para Argentina y para el Mundo, interpretación que tampoco antes nosotros llegamos a mensurar en la justa medida. Por eso el testimonio de Lillian es más importante aún, como dijimos, y ya rondando los 90 años de edad. “…Ya finalizado Y ahora hablo yo, participé del encuentro de mujeres que en el teatro Cervantes de Buenos Aires organizó el presidente de la Nación. Recién allí comprendí, 50 años después, qué me había pedido Evita en aquel viaje de 1947. Al ver las delegadas del Movimiento Femenino que creó a partir del re-


greso, cuando las iban nombrando, todas de cada rincón de Argentina, me di cuenta que eso fue lo que ella me quiso proponer y yo no entendí…” Pero Lillian tuvo tranquilidad interior, porque le había contado el sacerdote Hernán Benítez, que Eva Perón pidió por ella en sus últimas horas de agonía. TESTIMONIO DEL HISTORIADOR FERMÍN CHÁVEZ “EVITA NO ERA DE ESTE MUNDO”

Fermín Chávez, nacido en Nogoyá el 13 de Julio de 1924 y fallecido en Buenos Aires el 28 de Mayo de 2006, nos visitó en Mar del Plata invitado en nuestra condición de autoridades del Partido Justicialista. Fermín, investigador histórico, a lo que debemos sumar su calidad de poeta y periodista, escribió más de 20 obras, por lo cual lo convocamos para que nos hablara de sus vivencias sobre el 17 de Octubre de 1945 con motivo de aquel nuevo aniversario.

De allí que rescatamos entre tantas de sus obras, un testimonio que resulta de gran interés para nuestra investigación sobre Evita Duarte, que él transcribiera en ‘la Chispa de Perón’, subtitulada como “El Arte de la Política en setenta relatos con humor, sarcasmo y sentencia”. De nuestra charla con el autor en


aquella circunstancia, volcamos aquí textual una sentencia de Perón en la que coinciden millones de argentinos, independientemente de su adhesión o no al peronismo: “…A comienzos de 1971 una revista argentina efectuó una publicación en la que la figura de Evita era maltratada, y otra revista, Aquí y Ahora, que dirigía José Leopoldo Pérez Gaudio, dio una buena respuesta…Comentando estas eventualidades, Perón le dijo a Jorge Antonio: -“Mire Jorge, los que andamos en esto estamos siempre expuestos a la diatriba y a la infamia: Isabelita (editor: Primera presidente de la Nación Argentina), usted y yo. Siempre será así. Y quiero que sepa que en lo que me concierne, yo ya los he perdonado. Usted debe hacer lo mismo. Eso si: esto que le digo no vale para Evita. No perdonemos jamás una infamia dicha contra ella. Porque ella era de otro mundo…” CÁLCULO O PROVIDENCIA Cuando Eva Perón llegó al aeropuerto de Roma, en la tarde del 26 de Junio de 1947, fray Pedro Errecalt estaba esperándola. El mismo fray Pedro Errecalt, 25 años después esperaba a Perón en Ezeiza cuando éste regresó del exilio el 17 de Noviembre de 1972, transcurridos 17 años de su exilio. No sabemos si esto fue calculado o respondió a una coincidencia providencial. RESPETO RECÍPROCO CON LOS DEMÁS PAÍSES

La agresión diplomática o económica, por actos aún de conjunto, no conduce sino al odio que engendra la violencia, y desata las pasiones de los hombres y de los pueblos. La Argentina, así como está pronta a comprometer hasta la vida del último argentino en defensa de su honor, su patriotismo y su soberanía, porque cree que es su obligación inseparable de su existencia, no se comprometerá jamás en ninguna acción que presuponga una agresión a pueblo alguno de la tierra. Quiere vivir en paz con todos y sobre todo en paz con su conciencia y para ello sabe que hay un solo camino: respetar y exigir a todos el mismo respeto. Presidente Perón, mensaje ante la Asamblea Legislativa, 1 de Mayo de 1948


SERVIR A LA HUMANIDAD

Las fuerzas materiales y espirituales de la Argentina se movilizan hoy para expresar ante el mundo la voluntad nacional de servir a la humanidad en sus anhelos de paz interna e internacional. Nuestra voluntad y nuestro espíritu, nutriéndose en la historia de Argentina y América, quieren tener un sentido de realización. La Argentina desea colocarse, con el enorme despertar de su ciudadanía, en la línea que le sugiere el clamor universal. Aspira a contribuir con su esfuerzo a superar las dificultades artificiales, creadas por el hombre; a concluir con las angustias de los desposeídos y a asegurar que los sentimientos y la acción de nuestro país sirvan a las energías dominadas por el mal. Artículo escrito por el Presidente Perón en el mes de Junio de 1948, publicado por la prensa mundial junto a otros mensajes del mismo Presidente argentino. RESPONSABILIDAD

Nosotros creemos que la masa debe pensar, que cada ciudadano tiene una responsabilidad en la República, y que por sí debe discernir sobre el partido que debe tomar en la lucha para hacer más feliz y más próspera a la Patria, que es necesario elevar la cultura cívica y social de en la masa ciudadana para que a la par que se supere a sí misma, ejerza un control sobre los gobernantes; que sea una verdadera autodefensa orgánica de la Nación. Presidente Perón, Reforma de la Constitución Nacional, 3 de setiembre de 1948. REVOLUCIÓN PERONISTA

La Revolución Peronista ha iniciado una nueva etapa en lo político, en lo social y en lo económico. Ha puesto claramente su programa y ha elaborado una doctrina que ha enunciado con igual claridad al pueblo de la República antes de llegar al gobierno. Si el pueblo no hubiese estado de acuerdo con ello, no nos habría elegido para gobernarlo y para representarlo, en comicios puros y por una abrumadora mayoría. Elección que aún ha sido posteriormente confirmada a dos años de gobierno, en elecciones tan puras y con una mayoría aún más numerosa.


Presidente Perón, Reforma de la Constitución Nacional, 3 de setiembre de 1948. REVOLUCIÓN LEGÍTIMA

La Historia nos enseña que toda revolución legítima es siempre triunfante. No es la asonada, ni el motín, ni el cuartelazo; es la voz, la conciencia y la fuerza del pueblo oprimido que salta y rompe la valla que lo oprime. No es la obra del egoísmo y de la maldad. La revolución en estos casos es legítima, precisamente porque derriba el egoísmo y la maldad. No cayeron éstos pulverizados el 4 de junio (de 1943). Agazapados, aguardaron el momento propio para recuperar las posiciones perdidas. Pero el pueblo, esta vez, el pueblo solo, supo enterrarlos definitivamente el 17 de Octubre (de 1945). Presidente Perón, reforma de la Constitución Nacional, 27 de enero de 1949. SISTEMAS DIPLOMÁTICOS EXALTADOS O PACÍFICOS

A menudo se recurre en los tiempos modernos a sistemas diplomáticos exaltados o pacíficos. Llamamos pacíficos a aquellos que confían a la habilidad de los hombres conseguir lo que en derecho corresponde, lo cual es posible mediante el entendimiento, la comprensión y la buena voluntad de los pueblos. Y existen los que recurren a la coacción, a la presión de la fuerza, al empleo de la difamación y de la campaña tendenciosa pagada y organizada, que trata de destruir los valores fundamentales de la nacionalidad. Esas campañas tendenciosas, ese periodismo utilizado para difamar a hombres y pueblos son la negación de la diplomacia, de la honradez y de la dignidad de las naciones que las organizan. Presidente Perón al inaugurar los cursos de la Escuela Diplomática, 5 de Abril de 1949 ARGENTINA PROPONE LA PAZ, EL BIEN DE SUS HIJOS Y LA MEMORIA Y EJEMPLO DE SUS HEROES

Argentina ha seguido su rumbo propio; ha dejado una huella en el mundo al confirmar la línea de su continuidad histórica proclamando ante las naciones del orbe su deseo y su vocación de paz; ha opuesto a los que la combaten de fuera y de dentro,


sus verdades y la fuerza de su razón; ha cuidado de acertar en sus decisiones procurando hacer el bien a cada uno de sus hijos, preferentemente a los descamisados (trabajadores) porque son los que tienen más sed de justicia; ha seguido leal a sus tradiciones y, en todo momento, ha honrado la memoria de sus héroes, ajustando la acción de cada hora a la ejemplaridad de sus vidas. Presidente Perón, ante la Asamblea Legislativa, 1º de Mayo de 1949 SUPERAR LOS EXTREMISMOS

Para combatir al comunismo en los países capitalistas, no bastan las palabras ni la presentación de un espectáculo terrorífico, porque da la casualidad de que lo que asusta al capitalismo y a la burguesía no atemoriza absolutamente nada a las clases obreras; antes bien, se encuentran propicias a esperar un procedimiento de redención. Contra esta realidad no existen, a mi modo de ver, nada más que estos dos caminos: la violencia o la superación. No creo en la violencia porque la experiencia demuestra que con su empleo se puede cohibir durante más o menos tiempo una ideología o una acción política, pero a la larga, surge con más fuerza. Es, en definitiva, la historia del cristianismo. En las luchas sociales la Argentina ha ofrecido al mundo –lo que no es pequeña aportación- la enseñanza de que a una tendencia política o doctrina se la vence por…la superación. La justicia social que hoy impera en nuestra Patria ha probado plenamente que a la masa obrera no le interesan los sistemas de economía marxista cuando encuentra atendidas sus aspiraciones mediante el empleo de métodos que mejor armonizan con la aspiración humana del derecho a la libertad individual, a la propiedad privada y a la continuidad del patrimonio familiar. Presidente Perón ante la Asamblea Legislativa, 1º de Mayo de 1948

EL MODELO ARGENTINO El mundo nos ha ofrecido dos posibilidades extremas: el capitalismo y el comunismo. Interpreto que ambas carecen de los valores substanciales que permiten concebirlas como únicas alterna-


tivas histórico-políticas. Paralelamente, la concepción cristiana presenta otra posibilidad, impregnada de una profunda riqueza espiritual pero sin una versión política, suficiente para el ejercicio efectivo del gobierno. Los argentinos tenemos una larga experiencia en esto de importar ideologías, ya sea en forma total o parcial. Es contra esta actitud que ha debido enfrentarse permanentemente nuestra conciencia. Las bases fértiles para la concepción de una ideología nacional coherente con nuestro espíritu argentino, han surgido del mismo seno de nuestra Patria. El Pueblo, fuente de permanente creación y autoperfeccionamiento, estaba preparado hace treinta años para conformar una ideología nacional, social y cristiana. Sin embargo, no fuimos comprendidos cuando, respondiendo a esa particular exigencia histórica, propugnamos la justicia social como inmanente al ser nacional, a pesar de que la justicia social está en la base de la doctrina cristiana que surgió en el mundo hace 2.000 años. Al calor de intereses políticos y económicos se originaron numerosos equívocos –como la identificación de la democracia con el liberalismo promoviendo confusiones ideológicas que, en su momento, configuraron el marco necesario para el mantenimiento de intereses imperialistas. No obstante esa ideología intrínsecamente argentina, y la consecuente doctrina, crecieron en la conciencia del Pueblo. El Modelo Argentino no quiere ser otra cosa que la expresión representativa y la síntesis prospectiva de una ideología y una doctrina nacionales. La creación ha nacido del Pueblo y el ciudadano que ofrece hoy el presente conjunto de ideas, valores y objetivos concretados bajo el nombre de Modelo Argentino, tal vez no tenga otra virtud que la de haber querido e interpretado la voluntad de ese Pueblo. Es por eso que este Modelo no es una construcción intelectual surgida de minorías, sino una sistematización orgánica de ideas básicas desarrolladas a lo largo de treinta años. Ahora es posible ofrecer este Modelo al país, después de que la representación popular ha sido reimplantada.


Si el Modelo Argentino encarna la voluntad de nuestro Pueblo, será auténtico. Si es auténtico, será útil a la Patria. Y si es útil, cumplirá su propósito histórico. El Modelo Argentino y el Justicialismo El Justicialismo es el resultado de un conjunto de ideas y valores que no se postulan; se deducen y se obtienen del ser de nuestro propio Pueblo. Es como el Pueblo: nacional, social y cristiano. Hace muchos años anuncié tales características del Justicialismo prácticamente en estos mismos términos, y afirmé su sentido al expresar que “el Justicialismo es una filosofía de la vida, simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista”. Esta búsqueda de respuestas a las necesidades integrales del país, que parten de una clara ideología, comenzó en la década de los años 40. El 1º de mayo de 1948 la posición fue llamada “Justicialismo”, abriéndose así las posibilidades de una elaboración conceptual en la que intervengan mandatarios, líderes, políticos y Pueblo. La aparición y la evolución de la concepción Justicialista es la del desarrollo histórico natural de nuestras ideas, y es patrimonio de todo el Pueblo argentino; en esa medida, el ideólogo es sólo un intérprete. No obstante en nuestro país todavía persisten muchos esclavos de la injusticia y de la inseguridad. Ni la justicia social ni la libertad –recíprocamente apoyadas son comprensibles en una comunidad integrada por hombres que no se han realizado plenamente en su condición humana. Es por eso que el Justicialismo quiere para el hombre argentino: – Que se realicen en sociedad, armonizando los valores espirituales con los materiales y los derechos del individuo con los derechos de la sociedad; – Que haga una ética de su responsabilidad social; – Que se desenvuelva en plena libertad en un ámbito de justicia social; – Que esa justicia social esté fundada en la ley del corazón y la solidaridad del Pueblo, antes que en la ley fría y exterior;


– Que tal solidaridad sea asumida por todos los argentinos, sobre la base de compartir los beneficios y los sacrificios equitativamente distribuidos… Vemos aquí, cómo la propuesta última del Presidente Perón, tiene una total coincidencia con el postulado navideño de Eva Perón, pronunciado 20 años antes, siendo también éste, el último que pronunciara al Pueblo para la Navidad, ya que el 26 de Julio del año 1952, pasó a la eternidad. Lo transcribimos a continuación: EVA PERÓN 24 de Diciembre de 1951 MENSAJE DE NAVIDAD

¡Feliz Navidad Compañeros! …Esta noche hacemos una tregua de amor en el camino de nuestras luchas y de nuestros afanes; y sólo pensamos en las cosas buenas y bellas que nos ha regalado la vida en el año que se acaba hundiéndose ya como un cometa en el horizonte de la eternidad, dejándonos una estela de recuerdos en el alma... En todos lo hogares del mundo, hombres y mujeres, ancianos y niños de todos los pueblos, en este mismo instante maravilloso están rindiendo homenaje al amor y están encendiendo en sus corazones las lámparas votivas de sus mejores recuerdos. ¿Por qué no hacer lo mismo nosotros en este inmenso hogar que es nuestra tierra? ¿Acaso no somos una gran familia? Por eso estas palabras mías se atreven a romper el bullicio o el silencio de la noche, se animan a llegar con su mensaje al corazón de todos los hogares que quieren recibirlas con cariño y se derraman así sobre la mesa invisible de la Patria Nueva, como un canto de amor y de esperanza... ...Esta noche también sentimos que empieza ya a morir el año que termina. Por eso nos gusta rememorar las alegrías y las penas que nos trajo sobre el hombro de sus días y de sus semanas, y hasta los dolores ya sobrepasados nos parecen esta noche menos amargos... ...No queremos vanagloriarnos con orgullo de lo que somos ni de lo que tenemos, pero en esta noche, propicia para los aspectos del corazón, sentimos la necesidad de decirle a los hombres y mujeres del mundo el sencillo secreto de nuestra felicidad, que


consiste en poner la buena voluntad de todos para que reinen la justicia y el amor. Primero la justicia, que es algo así como el pedestal para el amor. No puede haber amor donde hay explotadores y explotados. No puede haber amor donde hay oligarquías dominantes llenas de privilegios y pueblos desposeídos y miserables. Porque nunca los explotadores pudieron ser ni sentirse hermanos de sus explotados y ninguna oligarquía pudo darse con ningún pueblo el abrazo sincero de la fraternidad. El día del amor y de la paz llegará cuando la justicia barra de la faz de la tierra a la raza de los explotadores y de los privilegiados, y se cumplan inexorablemente las realidades del antiguo mensaje de Belén renovado en los ideales del Justicialismo Peronista: Que haya una sola clase de hombres, los que trabajan; Que sean todos para uno y uno para todos; Que no exista ningún otro privilegio que el de los niños; Que nadie se sienta más de lo que es ni menos de los que puede ser; Que los gobiernos de las naciones hagan lo que los pueblos quieran; Que cada día los hombres sean menos pobres y Que todos seamos artífices del destino común. Y por fin, yo me permito reunir simbólicamente la copa con que brinda cada uno de ustedes con mi propia copa, que contiene la misma sidra humilde, con la misma sencillez de nuestro corazón. Levanto al cielo con ella los deseos, los sueños y las esperanzas de todos, para que en esta noche prodigiosa el amor infinito los toque con la vara de sus milagros y los convierta en realidad.


Capítulo 4 DE MANUEL BELGRANO AL PAPA FRANCISCO Eva Perón De mi libro “De Manuel Belgrano al Papa Francisco”, Editorial Fabro, 2016, tomo estos párrafos del capítulo correspondiente a Eva Perón, donde describo aspectos de su obra que resultan de gran interés para nuestro proyecto de Santidad. FUNDACIÓN EVA PERÓN Las frazadas de la Fundación Evita Días pasados comentaba el clima que había dejado en mi memoria emotiva el episodio de los fusilamientos en José León Suárez y la simbología del monolito a los ojos de un niño. Posteriormente, el amigo Nando Bonatto describe los sucesos de los bombardeos a Plaza de Mayo de junio del ‘55 infiriendo como habían provocado en su alma; su “primera indignación y toma de partido”, según sus propias palabras.


Evoco ahora, otra de esas marcas indelebles que quedaron en mi memoria, cuando los mayores me contaban acerca de la destrucción de todo aquello que había generado la Fundación “Eva Perón”, movida por un odio irracional que simbolizaba el despojo de lo que tuviera como destino a los más necesitados. Pero de toda una larga lista de objetos me impactaron particularmente: las frazadas. Era aquello que protegía del frío a los chicos en las cerradas noches del invierno. Eso fue lo que me dolió en el alma. Y todo porque una etiqueta aseguraba que su procedencia era de la Fundación de aquella joven mujer que suscitó tanto miedo y odio en aquella gente mezquina y despiadada, que se vio obligada a desaparecer su cadáver, previamente vejado por exigencia de su bajeza sin límites. De esta Fundación, considerada: “un peligroso ejemplo de demagogia populista y antidemocrática”, fueron destruidos, miles y miles de: colchones - sábanas - frazadas - alfombras - cortinas - prendas de vestir – utensilios - bicicletas, pelotas de fútbol y juguetes diversos. La depredación abarcó incluso las unidades turístico-termales de alta montaña como Puente del Inca y Las Cuevas, donde se llegó a tirar al río Mendoza, vajilla y cristalería importada de Finlandia y Checoslovaquia. La Revolución Libertadora desalojó a los niños internos del Hogar de Termas de Reyes, en Jujuy, y habilitó sus instalaciones como casino de juegos; Interrumpió también la construcción en marcha de tres hogares de ancianos en Córdoba, Santa Fe y Tucumán, de un policlínico en Corrientes, y abandonó las obras del Policlínico de Niños y Lactantes de la avenida Warnes, en la Capital Federal, ya muy adelantadas, y en las cuales la Fundación había invertido 400 millones de pesos. Los trabajadores, en general, contemplaban los viajes de vacaciones como una cosa lejana, irreal, propia de gente adinerada con las que ellos nunca habían tenido contacto, es decir, característica de una clase a la que ellos no pertenecían. Imaginaban esta “aventura”, compleja y elaborada y sentían temor de no poder desenvolverse en ese medio extraño. Estos programas de turismo social ofrecidos por la Fundación, fueron desactivados a partir de 1955. De los cuantiosos fondos con que contaba al momento de ser intervenida (3.280.458.812,10 pesos moneda nacional en activos –que, sumando un interés anual del 4 %, ascenderían hoy a más de 1.000 millones de dólares post-convertibilidad, y 504.188.931,03 pesos moneda


nacional en deudas, las autoridades golpistas jamás dieron cuenta de su destino. A todo esto, hay que sumar su solidaridad con los países extranjeros, en situaciones de catástrofe o necesidad; tal el caso de Ecuador, España, Italia, Israel, Francia, Japón, Perú y Bolivia. LA RAZÓN DE MI VIDA Si queremos definir a Perón y preferimos elegir a quien más lo conoció para que lo haga, esa persona es María Eva Duarte de Perón, su esposa. Tomamos para hacerlo uno de sus escritos, que ella tituló.: La Razón de Mi Vida, que nos muestra no sólo quien es Perón, sino la grandeza del corazón de quien el Pueblo Argentino llamó cariñosamente EVITA.

Recuerdo en mi niñez los comentarios que sobre ese libro realizaban sus feligreses y detractores, especialmente estos últimos que estaban muy atentos a cuanto dijera o escribiera, paradójicamente, ya que parecían todos ellos leer sus obras muy detenidamente. Así, afirmaban que se trataba de un libro “seguramente escrito por el mismo Perón”. Claro, no tenían en cuenta los innumerables mensajes de Evita, especialmente sus discursos espontáneos o sin lectura, y sus clases como miembro de la Escuela de Conducción del Partido Peronista Femenino, del que además fue su organizadora y titular. A propósito, tuvimos la gracia de conocer a Lillian Lagomarsino de Guardo, y disfrutar de su amistad, tan sabia y tan ligada a la vida de Evita y de Perón. Lilian, ya viuda de quien fuera presidente de la Cámara de Diputados de la Nación durante el primer período de gobierno


peronista, Dr. Ricardo Guardo, me obsequió una fotografía tomada durante el viaje a Europa en el año 1947, en cuya oportunidad acompañó a la Primera Dama a pedido del Presidente; eligió una con mucha historia y que pinta la capacidad de Eva Perón hasta en los más mínimos detalles de protocolo y autoprotección, ya que advirtió a su compañera, no beber de la copa que les habían servido, ya que habría ciertos fotógrafos dispuestos a captar el momento de hacerlo para desprestigiarla. Este comentario no lo hizo en su libro “Y ahora hablo yo”, que vino a presentar a la ciudad de Mar del Plata, ante mi invitación y la de su gran amiga Susana Phillippeaux, sobrina de don César, el ilustre Capitán de Granaderos, que combatió en su calidad de jefe de la guardia presidencial en los sucesos del 16 junio de 1955, y que el 9 de Junio de 1956, tuvo a su cargo la recuperación de la Provincia de La Pampa. Vale recordar que el jefe de aquella rebelión contra el gobierno subversivo de Aramburu y Rojas, fue el General Juan Jos. Valle, fusilado por orden del presidente de facto. Los nombrados, a su vez, fueron quienes hicieron desaparecer el cuerpo de Evita, ocultándolo durante 16 años en Italia. PROLOGO de LA RAZÓN DE MI VIDA Este libro ha brotado de lo más íntimo de mi corazón. Por más que, a través de sus páginas, hablo de mis sentimientos, de mis pensamientos y de mi propia vida, en todo lo que he escrito, el menos advertido de mis lectores no encontrará otra cosa que la figura, el alma y la vida del General Perón y mi entrañable amor por su persona y por su causa. UN CASO DE AZAR Mucha gente no se puede explicar el caso que me toca vivir. Yo misma, muchas veces, me he quedado pensando en todo esto que ahora es mi vida. Algunos de mis contemporáneos lo atribuyen todo al azar… ¡Esa cosa rara e inexplicable que no explica tampoco nada! No. No es el azar lo que me ha traído a este lugar que ocupo, a esta vida que llevo. “Claro que todo esto sería absurdo como es el azar si fuese cierto lo que mis supercríticos afirman cuando dicen que de buenas a primeras yo, “una mujer superficial, escasa de preparación, vulgar, ajena a los intereses de mi Patria, extraña a los dolores de mi pueblo, indiferente a la justicia social y sin nada serio en la cabeza, me hice de pronto faná-


tica en la lucha por la causa del pueblo y que haciendo mía esa causa me decidí a vivir una vida de incomprensible sacrificio”. Yo misma quiero explicarme aquí. Para eso he decidido escribir estos apuntes. Confieso que no lo hago para contradecir o refutar a nadie. ¡Quiero más bien que los hombres y mujeres de mi pueblo sepan cómo siento y cómo pienso...! Quiero que sientan conmigo las cosas grandes que mi corazón experimenta. Seguramente, muchas de las cosas que diré son enseñanzas que yo recibí gratuitamente de Perón y no tengo tampoco derecho a guardar como un secreto”. FRAGMENTOS DEL LIBRO “LA RAZÓN DE MI VIDA” “He hallado en mi corazón, un sentimiento fundamental que domina desde allí, en forma total, mi espíritu y mi vida: ese sentimiento es mi indignación frente a la injusticia. Desde que yo me acuerdo cada injusticia me hace doler el alma como si me clavase algo en ella. De cada edad guardo el recuerdo de alguna injusticia que me sublevó. Desgarrándome íntimamente. Recuerdo muy bien que estuve muchos días triste cuando me enteré que en el mundo había pobres y había ricos; y lo extraño es que no me doliese tanto la existencia de los pobres como el saber que al mismo tiempo había ricos…”. “Hasta los once años creí que había pobres como había pasto y que había ricos como había árboles. Un día oí por primera vez de labios de un hombre de trabajo que había pobres porque los ricos eran demasiado ricos; y aquella revelación me produjo una impresión muy fuerte. Relacioné aquella opinión con todas las cosas que había pensado sobre el tema... y casi de golpe me di cuenta que aquel hombre tenía razón. Más que creerlo por un razonamiento, “sentí”, que era verdad. Sentí, ya entonces, en lo íntimo de mi corazón algo que ahora reconozco como sentimiento de indignación. No comprendía que habiendo pobres hubiese ricos y que el afán de éstos por la riqueza fuese la causa de la pobreza de tanta gente. “Nunca pude pensar, desde entonces, en esa injusticia sin indignarme, y pensar en ella me produjo siempre una rara sensación de asfixia, como si no pudiendo remediar el mal que yo veía, me faltase el aire necesario para respirar…”. “…Ahora pienso que la gente se acostumbra a la injusticia social en los primeros años de la vida. Hasta los pobres creen que la miseria que padecen es natural y lógica. Se acostumbran a verla o a sufrirla como es posible acostumbrarse a un veneno poderoso…Yo no pude acostumbrarme al veneno y nunca, desde los once años, me pareció


natural y lógica la injusticia social…ésa es la causa última que explica cómo una mujer que apareció alguna vez a la mirada de algunos como “superficial, vulgar e indiferente”, pueda decidirse a realizar una vida de “incomprensible sacrificio…”. “…muchos “dirigentes” sindicales (a sueldo) consideraban que la Patria y sus símbolos eran prejuicios del capitalismo, lo mismo que la Religión. El cambio que después hicieron es otra razón que me hizo desconfiar de la sinceridad de estos “ardientes defensores del pueblo”. La lectura de la prensa que ellos difundían me llevó, eso sí, a la conclusión de que la injusticia social de mi Patria sólo podría ser aniquilada por una revolución; pero me resultaba imposible aceptarla como una revolución internacional venida desde afuera y creada por hombres extraños a nuestra manera de ser y de pensar…Yo sólo podía concebir soluciones... resolviendo problemas a la vista, soluciones simples y no complicadas teorías económicas…soluciones patrióticas...”. “¿Por qué, en vez de atacar constantemente a la Patria y a la Religión, no trataban los “dirigentes del pueblo” de poner esas fuerzas morales al servicio de la causa de la redención del pueblo? Sospeché que aquella gente trabajaba más que por el bienestar de los obreros, por debilitar a la Nación en sus fuerzas morales. Me resigné a vivir en la íntima rebeldía de mi indignación. ¡Me resigné a ser víctima!...”. Más aún: me había resignado a vivir una vida común, monótona, que me parecía estéril pero que consideraba inevitable. Y no veía ninguna esperanza de salir de ella. Por otra parte, aquella vida mía, agitada dentro de su monotonía, no me daba tiempo para nada. Pero, en el fondo de mi alma, no podía resignarme a que aquello fuese definitivo. Todos, o casi todos, tenemos en la vida un “día maravilloso”. Para mí, fue el día en que mi vida coincidió con la vida de Perón. El encuentro me ha dejado en mi corazón una estampa indeleble; y no puedo dejar de pintarla porque ella señala el comienzo de mi verdadera vida…”. “Ahora se que los hombres se clasifican en dos grupos: …el de los que se afanan por las cosas vulgares y comunes…El otro grupo…es el de los que conceden un valor extraordinario a todo aquello que es necesario hacer. Estos no se conforman sino con la gloria. Aspiran ya el aire del siglo siguiente, que ha de cantar sus glorias y viven casi en la eternidad…


Hombres para quienes un camino nuevo ejerce siempre una atracción irresistible. Para Alejandro fue el camino de Persia, para Colón el camino de las Indias, para Napoleón el que conducía al imperio del mundo, para San Martín el camino llevaba a la libertad de América. A esta clase de hombres pertenecía el hombre que yo encontré…”. “…una Revolución es siempre un camino nuevo cuyo recorrido es difícil y no está hecho sino para quienes sienten la atracción irresistible de las empresas arriesgadas...”. “Cuando la segunda guerra mundial aflojó un poco la influencia de los imperialismos que protegían a la oligarquía entronizada en el gobierno de nuestro país, un grupo de hombres decidió hacer la Revolución que el pueblo deseaba. Aquel grupo de hombres intentaba, pues, el camino nuevo; pero después de los primeros encuentros con la dura realidad de las dificultades, la mayoría empezó. a repetir lo mismo de otras revoluciones... y “la Revolución” fue quedando poco a poco en medio de la calle, en el aire del país, en la esperanza del pueblo como algo que todavía era necesario realizar. Sin embargo, entre los gestores de aquel movimiento, un hombre insistía en avanzar por el camino difícil. Yo lo vi aparecer, desde el mirador de mi vieja inquietud interior. Era evidentemente distinto de todos los demás. Otros gritaban “fuego” y mandaban avanzar. El gritaba “fuego” y avanzaba él mismo, decidido y tenaz en una sola dirección, sin titubear ante ningún obstáculo. En aquel momento sentí que su grito y su camino eran mi propio grito y mi propio camino. Me puse a su lado. Quizás ello le llamó la atención y cuando pudo escucharme, atiné a decirle con mi mejor palabra: Si es como usted dice, la causa del pueblo su propia causa, por muy lejos que haya que ir en el sacrificio no dejaré de estar a su lado, hasta desfallecer. El aceptó mi ofrecimiento. Aquél fue “mi día maravilloso”. “…Ellos lo vieron y creyeron. Se repitió aquí el caso de Belén, hace dos mil años; los primeros en creer fueron los humildes, no los ricos, ni los sabios, ni los poderosos…”. “…Yo se bien cuantas veces él apostó todo a una sola carta por el pueblo”. “…Muchas veces lo vi, desde un rincón en su despacho en la querida Secretaría de Trabajo y Previsión, él escuchando a los humildes obreros de mi Patria…dándoles las soluciones que venían reclamando desde hacía muchos años…Allí le conocí franco y cordial, sincero y humilde, generoso e incansable, allí vislumbré la grandeza de su alma y la


intrepidez de su corazón… Viéndolo se me ensanchaba el espíritu como si todo aquello fuesen cielo y aire puros…Y me sentía infinitamente feliz…Si, este es el hombre…de mi pueblo...”.

Capítulo 5 ORGANIZACIÓN DEL 17 DE OCTUBRE DE 1945 “…El incendio seguía avanzando con nosotros. Los “hombres comunes” de la oligarquía cómoda y tranquila empezaron a pensar que era necesario acabar con el incendiario. Creían que con eso acabaría el incendio. Por fin se decidieron a realizar sus planes…Durante casi ocho días lo tuvieron a Perón entre sus manos…Al partir me recomendó que estuviese tranquila...Me largué a la calle buscando a los amigos…Fui así, de puerta en puerta. En ese penoso e incesante caminar sentía arder en mi corazón la llama de su incendio...Nunca me sentí…tan pequeña, como en aquellos ocho días memorables…Anduve por todos los ba-


rrios de la gran ciudad. Desde entonces conozco todo el muestrario de corazones que laten bajo el cielo de mi Patria. A medida que iba descendiendo desde los barrios orgullosos y ricos a los pobres y humildes las puertas se iban abriendo generosamente, con más cordialidad. Arriba conocí únicamente corazones fríos, calculadores, “prudentes” corazones de “hombres comunes” incapaces de pensar o de hacer nada extraordinario, corazones cuyo contacto me dio náuseas, asco y vergüenza. ¡Esto fue lo peor de mi calvario por la gran ciudad. La cobardía de los hombres que pudieron hacer algo y no lo hicieron, lavándose las manos como Pilatos, me dolió más que los bárbaros puñetazos que me dieron cuando un grupo de cobardes me denunció gritando: – ¡Esa es Evita! Estos golpes, en cambio, me hicieron bien. Por cada golpe me parecía morir, y sin embargo a cada golpe se sentía nacer. Algo rudo pero al mismo tiempo inefable fue aquel bautismo de dolor que me purificó de toda duda y de toda cobardía. ¿Acaso no le había dicho yo a él: – “...por muy lejos que haya que ir en el sacrificio no dejaré de estar a su lado, hasta desfallecer”? Desde aquel día pienso que no debe ser muy difícil morir por una causa que se ama. O simplemente: morir por amor...” CEREMONIA INAUGURAL DE LA CIUDAD INFANTIL Aquí transcribimos el discurso de Eva Perón del 14 de Julio de 1949 en la ceremonia inaugural de la Ciudad Infantil. Vale destacar que Walt Disney, se inspiró en esta obra maravillosa para la que 15 años después pudo hacer realidad en su país en el estado norteamericano de Florida. “Es doblemente grato para mi, como argentina que vibra a todas las superaciones de la nacionalidad y como humilde pero apasionada colaboradora del General Perón, que ha querido honrar con su presencia este acto de la Fundación de Ayuda Social, el hacer uso de la palabra en este instante trascendente para la niñez de mi Patria. Será breve y sencilla porque la realidad, esta hermosa realidad argentina que vivimos, prefiere, para expresarse, más que palabras siempre fáciles de pronunciar, hechos concretos que desafían con solidez a los dialécticos caprichosos. No en vano tenemos como fuente de inspiración la doctrina y la obra del General Perón, que niega y rechaza el fácil halago de las promesas para exaltar el valor efectivo de las realizaciones.


Inauguramos hoy una Ciudad Infantil que simboliza, ante el país y ante el mundo, el inmenso caudal de ternura que hay en el espíritu de esa nueva Argentina por las generaciones que han de seguirnos en el noble empeño de multiplicar la felicidad del pueblo y consolidar la grandeza de la Nación.

El país que olvida a sus niños, renuncia a su porvenir Dije en cierta oportunidad que el país que olvida a sus niños renuncia a su porvenir; y la Ciudad Infantil que abre hoy sus puertas a las esperanzas de la niñez económicamente menos favorecida de la Patria, proclama hacia los cuatro puntos cardinales que nosotros no olvidamos a la niñez, no renunciamos a nuestro porvenir y lo sabemos amplio y venturoso, porque ser: económicamente libre, socialmente justo y políticamente soberano, sin que sean capaces de impedirlo todos los obstáculos que interpongan en nuestro camino los poderes oscuros de la tierra y los enemigos de nuestro despertar nacional. Esta Ciudad Infantil es un paso más en la marcha que nos hemos impuesto hacia la conquista de la asistencia integral para los niños argentinos, objetivo superior e irrenunciable para la Fundación. Es objetivo superior porque la niñez será la continuadora de nuestras luchas por una sociedad mejor y una Patria más grande, y es objetivo irrenunciable porque la felicidad de los niños es la ambición más alta del Líder de la nacionalidad. Y el General Perón es el inspirador y el creador de todo el complejo organismo de nuestra Ayuda Social.

EL GENERAL PERÓN Y LA SOLIDARIDAD SOCIAL Nada en la Fundación es o podría ser ajeno a la obra y a la doctrina del General Perón. Nuestros hogares-escuelas, que abren sus puertas paternalmente a toda la niñez argentina y que se multiplican incansablemente en número y eficacia a lo largo de toda la extensión del país, corresponden a la preocupación por el porvenir de la infancia que no olvida el General Perón. Los Hogares de Tránsito, El Hogar de la Empleada, iniciativas que han venido a superar problemas específicos y diarios para la mujer que trabaja y que tiene que trasladarse por exigencias de su labor, estaban previstos en la aplicación de la doctrina de solidaridad social que el entonces coronel Perón elaboró desde su despacho de la Secretaría de Trabajo y Previsión cuando se dispuso a enfrentar la tarea de gigantes de transformar el panorama social argentino, hasta ayer propicio a todas las confusiones, en el claro esquema de unidad nacional y bienestar colectivo del que hoy se puede enorgullecer. Nuestras clínicas para la readaptación infantil, nuestras maternidades, nuestras policlínicas,


de la misma manera que las colonias de vacaciones, han sido inspiradas por el Líder y le corresponde a él, el valor que haya en su creación. El Hogar de Ancianos, que dignifica los últimos días de los que dieron todo a la sociedad sin recibir de ella casi nada, es el resultado de la preocupación del General Perón ante el problema concreto de la vejez desvalida. Toda la obra de la Fundación Ayuda Social, en bien de los humildes, los desvalidos, y los que hasta ayer permanecieron olvidados y que es nada menos ni nada más que la solución de una infinita diversidad de problemas que nos legó un pasado de negación y de injusticias sociales que vamos superando bajo la dirección y la inspiración de nuestro Líder, no es más que peronismo en su más pura expresión, aplicado a los problemas del niño, de la mujer y del anciano, que tienen derecho a la felicidad y a la vida y que ejercerán ese derecho en esta nueva Argentina que está forjando, para nuestro orgullo, el General Perón.

La Doctrina Justicialista Esta Ciudad Infantil es modelo en el mundo y esta expresión superior no surge aquí por casualidad ni por obra exclusiva de nuestros esfuerzos de humildes colaboradores del Líder. Es modelo porque también es modelo para el mundo moderno el justicialismo de Perón, que nos ha llevado a la vanguardia social de la época, sin compromisos con el capitalismo explotador y deshumanizado de los consorcios internacionales ni paralelismos con el extremismo disgregante, negatorio de la Patria y de la nacionalidad y, también como el capitalismo, explotador de las esperanzas de los pueblos. Es modelo el justicialismo y es modelo la figura de Perón que se agiganta entre los reformadores sociales de la historia de la humanidad con los supremos valores que sólo pueden exhibir quienes fueron capaces de conquistar la felicidad para sus conciudadanos sin atentar contra los derechos de los otros pueblos, vecinos o distantes, que aman la paz y el derecho a labrar su propio porvenir. Esta idea, que es revolucionaria, inspira una obra que necesariamente también resulta revolucionaria. Nosotros nos sentimos orgullosos que la Fundación Ayuda Social esté comprendida entre los organismos encuadrados dentro de la doctrina y la acción que exige la Revolución. Porque sostenerla revolucionaria es hacerla fecunda, realizadora, popular y argentina. Sí, fundamentalmente argentina e identificada con el General Perón, ya que propiciando el bienestar presente de los que crean la riqueza común por medio del trabajo y no tienen más capital que su capacidad de producir, consolida la grandeza futura de toda la nacionalidad siguiendo los caminos señalados por el Líder, que son los de la liberación económica, la soberanía política y la justicia social, cla-


ro sendero que unifica al pueblo en su lucha por los más altos ideales y los más dignos objetivos de la condición humana.

La inspiración y el impulso del líder Somos parte de la Revolución porque, doctrinaria y dinámicamente, pertenecemos a Perón, lo que significa en último análisis que estamos exclusivamente al servicio del pueblo. Él y su Líder nos inspiran y nos impulsan hacia las jornadas que nos quedan por realizar con la doble seguridad de cumplir nuestro deber y de cosechar para los humildes todo el bienestar que ellos merecen y a que tienen derecho por trabajadores, por desvalidos y por argentinos. Lo realizado ya, nos satisface en la medida exacta que nos impulsa a multiplicar nuestros esfuerzos, como corresponde a nuestra conciencia de peronistas y al ejemplo que diariamente nos ofrece el Líder, incansable es su labor en bien del pueblo y de la grandeza nacional. El General Perón soñó con una Patria redimida en la totalidad de sus manifestaciones esenciales. Una Patria enaltecida por la soberanía política sin retaceos, que sólo es posible cuando está basada en una efectiva libertad económica y en una real dignificación social de sus mayorías laboriosas. Una Patria grande, no por su extensión territorial, sino por la suma inmensa de la felicidad de todos sus hijos. Una Patria feliz, no por la existencia de pocos neos muy ricos, sino por la valorización de muchos pobres menos pobres. Una Patria noblemente entregada a la alta tarea de engrandecer la suma de los valores humanos por la solidaridad, la cooperación y el Justicialismo sin excepciones.

Anhelo de la Fundación Ayuda Social La Fundación Ayuda Social, Excelentísimo Señor Presidente de la Nación, se compromete ante V. E. a concretar ese sueño de efectiva realidad en el campo que le ha sido encomendado. Y se compromete con el alto sentido de responsabilidad que le inspira V. E., cuyos días y cuyas noches son jornadas ininterrumpidas de patrióticos desvelos y de fecundas realizaciones para felicidad del pueblo y grandeza de la Nación. Juramos, Excelentísimo Señor, entregarle al final de su mandato la obra de ayuda social más perfecta que se pueda construir, con la sola limitación de nuestra propia capacidad que, aunque inspirada en vuestro ejemplo, no puede huir a las debilidades propias de la mujer y a los defectos de su condición de humilde colaboradora. Y al realizarlo, Excelentísimo Señor, no sólo colmamos nuestra propia felicidad, sino que nos tornamos dignos de la grandiosa obra de V. E. que exalta y propicia los más altos valores humanos que hay en la argentinidad. Quiero, al terminar, expresar el hondo sentimiento de gratitud que me embarga y que involucra por igual desde la persona del doctor Méndez


San Martín hasta el último trabajador que puso sus manos honradas y laboriosas en esta ciudad de los niños, haciéndola posible. Al doctor Méndez San Martín, cuyos desvelos y cuya eficacia expresan su fe y su solidaridad con el Líder, mi gratitud y mis felicitaciones. A los trabajadores y trabajadoras, compañeros entrañables de luchas y esperanzas, mi abrazo más fraternal. A ellos se debe el prodigio de que esta magnífica realidad que vemos, haya sido realizada en el milagroso e increíble lapso de cinco meses y veinte días. Ellos son, por otra parte, quienes van abriendo con sus esfuerzos las nuevas puertas que conducen hacia la felicidad a nuestros niños, nuestras hermanas trabajadoras y nuestros ancianos, como lo ordena Imperativamente la doctrina justicialista de Perón y su obra diaria. Debo hacer público, por último, mi agradecimiento a las firmas que con sus donaciones han colaborado con la Fundación que presido, para equipar y dar todo el confort a esta Ciudad Infantil de ensueño, haciendo posible de esa manera que en su costo se haya invertido tan sólo un millón doscientos mil pesos, cifra mínima si se considera la importancia, magnificencia y proyecciones de la obra que contemplamos. Queda para mí, compañeras y compañeros, la satisfacción de ser su intérprete en el campo de la Ayuda Social, único honor que reivindico. Digo único con la plena conciencia de expresar una gran ambición. Porque ser la más humilde, pero la más apasionada colaboradora del General Perón, es la más grande de las ambiciones que pudiera alimentar como argentina y como mujer que ama a su pueblo y que está dispuesta a todos los sacrificios por su felicidad. Excelentísimo Señor Presidente: tengo el honor de declarar inaugurada la Ciudad Infantil que dejo en vuestras santas manos.


Capítulo 6 EVITA PROPONE UN CAMINO DE COMPROMISO SOCIAL El Pensamiento del Papa Francisco Sostiene el Papa Francisco que “empezaron los laicos a tomar a su cargo la ayuda social con la figura de sociedades de beneficencia. Merece una mención especial la Fundación Eva Perón. Cuando Evita propone un camino de compromiso social, que lo empieza en la Secretaría de Trabajo…” Observamos que el padre Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco, se refiere aquí a la tarea mancomunada que Evita realizaba con su prometido, Juan Perón, a partir de 1944, cuando éste ejercía el cargo de Secretario de Trabajo y Previsión Social. Y continúa Bergoglio: “después en su Fundación, se da un conflicto con la Sociedad de Beneficencia porque ella trae lo nuevo, trae más integración social. Fíjese, Rabino (Skorka), que al principio la Iglesia no se enfrentó con Perón, que tenía mucha cercanía a ciertos clérigos…Perón quería usar los elementos de la Doctrina Social de la Iglesia e incorporó muchos de ellos a sus libros y a sus planteos. Uno de los hombres que le proveyó de esos elementos era el obispo de Resistencia, monseñor De Carlo. Era muy amigo de la pareja y los ayudó a escribir algunos de sus libros sociales. Colaboró mucho con ellos, a tal punto que el gobierno peronista le construyó un seminario en la rotonda de entrada a Resistencia. Cada vez que Perón iba allí, le hablaba al pueblo, reunido en la rotonda, desde el balcón del seminario. A De Carlo se lo miraba un poco de costado, se lo acusaba de estar muy metido en la nueva política. Era un gran pastor, decía que nunca negoció su conciencia, y es verdad. Hay una anécdota interesante. En una de esas visitas a Resistencia; Perón le dice a la gente que lo escucha que quería aclarar una calumnia: “Dicen que monseñor De Carlo, es peronista. No es verdad, Perón es decarlista”. En un principio hubo una ayuda a Perón, dentro del mismo cristianismo, para explicitar el camino social. Ahora, junto a ese sector coexistía otro, más liberal, que agrupaba a la corriente antiperonista. Son los que se unieron con la Unión Cívica Radical, con el Partido Conservador y con el núcleo socialista (y el Partido Comunista) que a la hora de ir a las elecciones conformaron la Unión Democrática. Al


principio, la Iglesia quedó asociada al régimen de Perón, incluso consiguió cosas, como la enseñanza religiosa, más allá de si está bien o está mal. Después de que muere Evita comienza el distanciamiento. LOS SEÑORES Y MONSEÑORES DE LA MESA BIEN SERVIDA Prosigue Bergoglio: “Quizás el alto clero no supo manejar bien las circunstancias y el conflicto desemboca en el enfrentamiento del 54. Me acuerdo que siendo un muchacho leí un artículo en un diario: “Los señores y monseñores de la mesa bien servida”. Ése fue el primer ataque. De ahí en más, siguió el enfrentamiento mutuo, en el que se mataron vidas inocentes. Al grupo nacionalista de las Fuerzas Armadas no le importaron los habitantes civiles de la Plaza de Mayo, y mandó sus aviones que tenían la increíble leyenda “Cristo vence”…Eso me da asco, me da bronca, me indigna, porque es usar el nombre de Cristo para una acción meramente política”.

NO SE PUEDE DEFENDER AL PUEBLO MATANDO AL PUEBLO Se mezcló religión, política y nacionalismo puro. Se mató gente inocente a mansalva. Y no acepto el argumento de que fue en defensa de la Nación, porque no se puede defender al pueblo matando al pueblo. Pero resulta simplista decir que la Iglesia sólo apoyó o sólo se opuso a Perón. La relación fue mucho más compleja, fue y vino: primero hubo apoyo, después hubo un vínculo de maridaje de algunos dirigentes y, por último, un enfrentamiento. Bien complejo, como el peronismo... LOS “CABECITAS NEGRAS” CATÓLICOS Y PERONISTAS FERVIENTES …También me gustaría aclarar que, cuando se señala -sobre todo en el periodismo- “la Iglesia”, se está hablando de los obispos, los curas, la jerarquía; pero la Iglesia es todo el pueblo de Dios. Y en aquellos tiempos, los después llamados “cabecitas negras” siguieron siendo católicos y peronistas fervientes…


‘ENCUENTRO COMUNITARIO CON DIOS QUE CAMINA CON SU PUEBLO’ …Hay acciones que habitualmente se hacen en el templo, como la adoración a Dios, la alabanza, el culto. Pero hay otras que se hacen afuera, como toda la dimensión social que tiene la religión. Empieza en un encuentro comunitario con Dios, que está cercano y camina con su pueblo y se va desarrollando a lo largo de la vida con pautas éticas, religiosas, de fraternidad, etcétera… ESTAMOS LLAMADOS A UNA ACCIÓN POLÍTICA DE CONSTRUCCIÓN Nos dice el Papa Francisco: “…Todos somos animales políticos, en el sentido mayúsculo de la palabra política. Todos estamos llamados a una acción política de construcción en nuestro pueblo. La predicación de los valores humanos, religiosos, tiene una connotación política. Nos guste o no, la tiene. El desafío del que predica está en marcar esos valores sin inmiscuirse en la pequeña cosita de la política partidaria.” En estos 6 años de papado, el Papa Bergoglio insiste en que los cristianos debemos involucrarnos en la Política, porque de lo contrario estamos dejando el camino liberado para quienes hacen de la ‘política’ un negocio, que llega a someter a los pueblos a la degradación más indignante. Allí volvemos a rescatar el tiempo de nuestros diálogos con el entonces obispo de Mar del Plata, Monseñor José María Arancedo, quien enseñaba que “la Política es el más alto grado de la Caridad” Es en este marco profundamente cristiano, católico, humanista, que debemos entender el mensaje de Eva Perón, y no en el pequeño esce-


nario de la tribuna llena de palabras y vacía de obras. Por eso insistimos en el ejemplo del mensaje ante la creación de un espacio realizado para la Felicidad de los Niños, aprovechando la oportunidad para asociarlo a la de los sectores más vulnerables, e incluyendo a la Mujer y la Ancianidad para quienes el conjunto de obras en sólo 3 años de gobierno, alcanzaron para ubicar a Argentina en el más alto nivel mundial de inclusión. La obra, la acción y el sacrificio de Evita, parecían correr contra reloj, sabedora del final inevitable que implicaba esa contracción al trabajo sin límites. Sólo así pueden entenderse hoy, la realización de tantas obras en tan poco tiempo. Por eso su insistencia en ese discurso del 14 de Julio de 1949, en alabar a Méndez de San Martín, director de la obra, destacando el corto tiempo de 5 meses y 20 días en realizarla. Insistimos, que quienes hagan de una buena vez justicia con la Santa del Pueblo, deben tener en cuenta que hoy, 2019, muchas de aquéllas obras, que lideraron en todo el mundo por su grandiosidad, en lugar de proseguirse y ampliarse al ritmo del crecimiento vegetativo que triplicó la población argentina de entonces, y también de la modernidad, han sido totalmente abandonadas en el nuevo milenio. De allí que la figura de Evita se agiganta aún más, y nos llama a la reflexión de haberse constituido en el Centenario de su Natalicio, en la Mujer de los Dos Milenios, ya que alumbró el último siglo del segundo y esa luz indica el camino exacto que debe retomar Argentina en el actual. UN MANDATO DE JUSTICIA PARA CON SUS HERMANOS Aquí volvemos al Papa Francisco cuando nos señala: “…hay algo que regula el comportamiento con los demás: la justicia. Creo que el que adora a Dios tiene, en esa experiencia, un mandato de justicia para con sus hermanos. Es una justicia sumamente creativa, porque inventa cosas: educación, promoción social, cuidado, alivio, etcétera. Por eso, el hombre religioso íntegro es llamado el hombre justo, lleva la justicia hacia los demás. En ese aspecto, la justicia del religioso o la religiosa crea cultura…”


‘UNA FE QUE NO SE HACE CULTURA NO ES UNA VERDADERA FE’ “…No es lo mismo la cultura de un idólatra que la cultura que crea una mujer o un hombre que adoran al Dios vivo. Juan Pablo II tenía una frase muy arriesgada: una fe que no se hace cultura no es una verdadera fe. Marcaba esto: crear cultura. Hoy, por ejemplo, tenemos culturas idólatras en nuestra sociedad: el consumismo, el relativismo y el hedonismo son una muestra de ello...”

Para comprender el sentido religioso y humanista del mensaje de Eva Perón y la valoración que realizaba sobre el liderazgo de Juan Perón en varios tramos de su mensaje, volvemos a recurrir al concepto del rabino Abraham Skorka quien afirmaba en aquellos diálogos con nuestro Arzobispo de Buenos Aires: “…Los dirigentes sólo administran. Los líderes verdaderos se manejan con valores que sustentan la visión de un trabajo con proyección de trascendencia, con el ansia de hacer una historia en el presente que resuelva los problemas del futuro y sirva de paradigma a las generaciones venideras. A los dirigentes sólo les preocupa el presente. Por otra parte, si la política tiene algo que ver con la religión, no es, por supuesto, en lo referente a Dios, sino por la necesidad del acercamiento a los problemas humanos. Política y religión son dos visiones para abordar un mismo


problema: el hombre y sus vicisitudes. La única defensa para que el pueblo no permita un liderazgo nefasto es la educación…” Vemos que esas definiciones completan el sentido de este libro: aquí se inscriben las 1.000 escuelas de la Fundación Ayuda Social, liderada por Evita y las 9.000 del gobierno liderado por Perón. Al respecto dice Bergoglio: “…En los Evangelios aparece el tema del juicio final, y se hace de una manera vinculada con el amor. Jesús dice: ‘A la derecha irán todos los que ayudaron al prójimo y a la izquierda, todos lo que no lo hicieron, porque lo que cada uno de ustedes hizo, me lo hizo a mí. Para los cristianos, el prójimo es la persona de Cristo.’ Y aquí remarcamos del discurso de Evita al inaugurar la Ciudad de los Niños que nos habla de la Ancianidad y de la Mujer. Vemos al Papa Francisco cómo se refiere a estos temas: EL ANCIANO ES EL TRANSMISOR DE LA HISTORIA “…El anciano es el transmisor de la historia, el que nos trae los recuerdos, la memoria del pueblo, de nuestra patria, de la familia, de una cultura, de una religión… Ha vivido mucho y, aunque lo haya hecho como un cretino, merece una consideración seria. Siempre me llamó la atención que el cuarto mandamiento sea el único que lleva pegada una promesa: “Honra a tu padre y a tu madre y tendrás larga vida sobre la tierra…Siempre me impresionó el capítulo 26 del Deuteronomio, me hizo muy bien al alma en el tramo que dice: ‘Cuando llegues a la tierra que Dios les dará a tus padres y habites casas que no edificaste y comas frutos de árboles que no plantaste…’, y continúa diciendo muchas cosas que uno no hizo y sin embargo posee. Mirar a un anciano es reconocer que ese hombre hizo su camino de vida hacia mí. Hay todo un designio de Dios caminando con esta persona que empezó con sus antepasados y sigue con sus hijos. Cuando creemos que la historia empieza con nosotros, empezamos a no honrar al anciano…” Y en el mismo diálogo, Jorge Bergoglio nos dice: “…La mujer –como sitio existencial– resultó la más golpeada de la historia. Ha sido objeto de uso, de lucro, de esclavitud, fue relegada a un segundo plano. Pero en las Escrituras tenemos casos de mujeres heroicas que nos transmiten lo que Dios piensa de ellas, como Ruth, Judith… Lo que me gustaría agregar es que el feminismo, como filosofía única, no le hace nin-


gún favor a quienes dice representar, porque las pone en un plano de lucha reivindicativa y la mujer es mucho más que eso. La campaña de las feministas del veinte logró lo que querían y se acabó. Pero una filosofía feminista constante tampoco le da la dignidad que merece la mujer. Caricaturizando, diría que corre el riesgo de convertirse en un machismo con polleras.” Y aquí Bergoglio nos responde con amplitud, uniendo el tiempo de Eva Perón con el presente nefasto. Dice: “…El problema moral del aborto es de naturaleza prerreligiosa porque en el momento de la concepción está el código genético de la persona. Ahí ya hay un ser humano. Separo el tema del aborto de cualquier concepción religiosa. Es un problema científico. No dejar que se siga avanzando en el desarrollo de un ser que ya tiene todo el código genético de un ser humano no es ético. El derecho a la vida es el primero de los derechos humanos. Abortar es matar a quien no puede defenderse. LA SANTIDAD DE LA VIDA Skorka: “…El problema que tiene nuestra sociedad es que perdió en gran medida el respeto por la santidad de la vida…”

Es a esto que apuntamos en esta reivindicación de la Obra y Enseñanzas de Vida de Eva Duarte de Perón. Volvemos a las conversaciones de Sobre el Cielo y la Tierra, en lo que se relacionan con el discurso mencionado de Eva Perón. Nos dice Jorge Bergoglio: ‘NO LUCHAR ES ESTAR BAJO LOS EFECTOS DEL OPIO’ “…A veces se dice que la religión promete una vida mejor si se soporta hoy más de lo que la dignidad humana debería permitir. El hecho de una recompensa ulterior no exime al hombre de la obligación de luchar por los derechos personales, sociales, éticos, de la patria, de la humanidad. Si una persona aguanta sin luchar por sus derechos pensando en el Paraíso, efectivamente está bajo los efectos del opio. Los pueblos que han sufrido persecuciones y destrucciones –como los tres grandes genocidios del siglo pasado: armenios, judíos y ucranianos lucharon, en su mayoría, por la liberación. Puede ser que algunos hayan sentido que no tenían la fuerza suficiente y se hayan encomendado a Dios sin hacer lo que tenían que hacer. La doctrina católica dice que las cosas humanas tienen su autonomía, que Dios se las ha dado, y uno no puede eximirse de progresar remitiéndose al Paraíso. Uno tiene que luchar por el progreso en todo sentido: el progreso moral, el científico, el educativo, el laboral. Y hay que luchar para no opiarse...”


Eso fue lo que hizo toda la vida Eva Perón: luchar para no opiarse, al mejor estilo de quien vive en Santidad, para la ‘Felicidad de sus semejantes’, parafraseando al General Manuel Belgrano. Y finalmente, explicamos también en palabras de Bergoglio, lo que en aquella jornada de Gonnet dice Evita sobre el capitalismo y el comunismo: “…El cristianismo condena con la misma fuerza tanto al comunismo como al capitalismo salvaje. Existe una propiedad privada, pero con la obligación de socializarla en parámetros justos…El tema es el uso que uno hace del dinero que recibe en calidad de limosna o contribuciones… la ayuda no debe quedarse ahí, hay que trazar caminos de promoción y de integración a la comunidad. El pobre no tiene que ser un marginado perpetuo. No podemos aceptar que el discurso subyacente sea: ‘Los que estamos bien le damos algo al que está mal, pero que se quede allí, lejos de nosotros’. Eso no es cristiano. Es imprescindible incorporarlo cuanto antes en nuestra comunidad, con educación, con escuelas de artes y oficios…De manera que pueda salir adelante. Esta concepción es la que primó a fines del siglo XIX con las escuelas que creó Don Bosco para todos los chicos indigentes que juntaba en su oratorio. Don Bosco pensaba que no tenía sentido mandarlos al liceo porque no les iba a servir para sus vidas, entonces creó las escuelas de artes y oficios…”

LAS 10.000 ESCUELAS DE PERÓN Y EVITA Ahí están las 10.000 escuelas del gobierno de Perón y la Fundación Eva Perón, ahí está el mandato Cristiano, ese es claramente el Camino de Santidad; ahí está la Universidad Gratuita de Perón y Evita; ahí también la Universidad Obrera. San Juan Bosco y San Luis Orione, esperan deseosos que Evita y Perón, ya trabajando junto a Dios en el Cielo, sean recibidos en los altares de nuestra Santa Iglesia Católica Apostólica Romana aquí en la Tierra. Será un manto de piedad y de alegría para nuestro Pueblo profundamente Humanista y Cristiano como el que más, quizás injustamente olvidado por aquéllos que tanto recibieron en los tristes tiempos de la posguerra. Te lo pedimos Señor. Somos el Pueblo de Dios, el Pueblo de Jesucristo, el Pueblo de María Santísima. Será un bálsamo, sobre todo para los más pobres, en este tiempo de flagrante injusticia social. Nos decía el Papa Francisco que “…Llevó mucho tiempo incorporar el concepto de justicia social; hoy ya se acepta en todas partes. Cuando uno toma el manual de la Doctrina Social de la Iglesia queda admirado de las denuncias que hay. Por ejemplo, la condena al liberalismo económico. Todos piensan que la Iglesia está en contra del comunismo; pero está tan en contra de ese sistema como del liberalismo económico de hoy, salvaje. Eso tampoco es cristianismo, no podemos


aceptarlo. Tenemos que buscar la igualdad de oportunidades y de derechos, bregar por beneficios sociales, jubilación digna, vacaciones, descanso, libertad de agremiación. Todas esas cuestiones hacen a la justicia social. No debe haber desposeídos y no hay peor desposesión –quiero destacarlo– que no poder ganarse el pan, que no tener la dignidad del trabajo. Hay una anécdota que tal vez clarifica la conciencia de la Iglesia en este tema: cuando en una de las tantas persecuciones, a Lorenzo, diácono de Roma, el emperador le exigió que en poco tiempo le llevara los tesoros de la Iglesia, él concurrió a la cita un par de días después con un grupo de pobres y dijo: ‘Éstos son los tesoros de la Iglesia’. Ése es el paradigma que tenemos que cuidar, porque cada vez que nos apartamos de él sea como institución general o como pequeña comunidad- estamos renegando de nuestra esencia. Nosotros nos gloriamos en la debilidad de nuestro pueblo, al cual ayudamos a salir adelante. Los pobres son el tesoro de la Iglesia y hay que cuidarlos; y si no tenemos esta visión, construiremos una Iglesia mediocre, tibia, sin fuerza…” LA PIEDAD DE LOS CURAS VILLEROS “…Nuestro verdadero poder tiene que ser el servicio. No se puede adorar a Dios si nuestro espíritu no contiene al necesitado…En términos históricos, los curas villeros son un fenómeno relativamente reciente en la Argentina. Habrá empezado hace unos cuarenta años y le costó imponerse porque para la estructura jerárquica de la Iglesia era una novedad… En la medida en que los curas que estaban en ese trabajo pudieron elaborar mejor su pertenencia a la Iglesia, a través de la piedad popular, provocaron una actitud de mayor acercamiento y comprensión de la jerarquía…

DON BOSCO TAMBIÉN PROVOCABA DESCONFIANZA EN LOS OBISPOS


…En este momento, en todo caso, al arzobispo de Buenos Aires lo acusan de tener preferencia por los curas de las villas. Éste no es un fenómeno nuevo: en el norte de Italia, en el reino de Cerdeña, Don Bosco trabajaba con los humildes y también provocaba desconfianza en los obispos. Don Cafasso y Don Orione, ni qué hablar. Eran tipos vanguardistas en el trabajo con los necesitados… La Iglesia siempre tuvo compromiso social. Basta ver las congregaciones religiosas en la Argentina, que tenían orfanatos, escuelas, hospitales. Eran hombres y mujeres religiosos que se dedicaban a lo social. Los curas que iban a trabajar con los marginados no eran una novedad de los setenta, ya con la peste de la fiebre amarilla de 1870 murieron 68 monjas atendiendo enfermos…” Y de aquí vamos al Bergoglio del documento de Aparecida “…Esto requiere, desde nuestra identidad católica, una evangelización mucho más misionera, en diálogo con todos los cristianos y al servicio de todos los hombres. De lo contrario, ‘el rico tesoro del Continente Americano… su patrimonio más valioso: la fe en Dios amor…’ corre el riesgo de seguir erosionándose y diluyéndose de manera creciente en diversos sectores de la población. Hoy se plantea elegir entre caminos que conducen a la vida o caminos que conducen a la muerte (cf. Dt 30, 15). Caminos de muerte son los que llevan a dilapidar los bienes recibidos de Dios a través de quienes nos precedieron en la fe. Son caminos que trazan una cultura sin Dios y sin sus mandamientos o incluso contra Dios, animada por los ídolos del poder, la riqueza y el placer efímero, la cual termina siendo una cultura contra el ser humano y contra el bien de los pueblos latinoamericanos. Caminos de vida verdadera y plena para todos, caminos de vida eterna, son aquellos abiertos por la fe que conducen a “la plenitud de vida que Cristo nos ha traído: con esta vida divina se desarrolla también en plenitud la existencia humana, en su dimensión personal, familiar, social y cultural”. Homilía en la Eucaristía de inauguración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, mayo 13 de 2007, Aparecida, Brasil Vemos cuando siendo Cardenal Primado de Argentina, hoy Papa Francisco, denuncia en una homilía el 13 de Julio de 2010: “Hay esclavos que fabrican estos señores que están a cargo de la trata. Buenos Aires es una picadora de carne que destroza la vida de estas personas y les quiebra su dignidad”. BERGOGLIO ADVIERTE SOBRE LA JUSTICIA SOCIAL


“El que duerme en la calle no se ve como persona sino como parte de la suciedad y abandono del paisaje urbano, de la cultura del descarte, del ‘volquete’. Dicho ante 400 delegados -laicos, sacerdotes, religiosas y religiososde las diócesis de la Región Pastoral de Buenos Aires, que participaban en el Primer Congreso Regional de Pastoral Urbana. SOBRE LOS PELIGROS DEL LAICISMO “Al hacer como si Jesucristo no existiera, al relegarlo a la sacris- tía y no querer que se meta en la vida pública, negamos tantas cosas buenas que el cristianismo aportó a nuestra cultura, haciéndola más sabia y justa; a nuestras costumbres, haciéndolas más alegres y dignas”. 8 de agosto de 2010, homilía en la celebración religiosa dedicada a San Cayetano en el barrio porteño de Liniers SOBRE LA EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS “Nunca podremos enseñarle a un chico el horizonte de grandeza de la patria (…) si usamos nuestra diligencia como escalón de nuestras ambiciones personales, para nuestro trepar cotidiano, para nuestros mezquinos intereses, para abultar la caja o para promover los amigos que nos sostienen”. Homilía de la Misa por la Educación, oficiada en la Catedral frente a 5000 alumnos y docentes, 15 de abril de 2010. El mundo de hoy, preso del pragmatismo, necesita reaprender el valor de la gratuidad y vemos este mensaje de Bergoglio reflejado en la obra gigantesca del gobierno de Perón, donde, como venimos demostrando, Evita tuvo gravitación central.


Capítulo 7 RECONOCER EL VALOR DE PERSONAS TRASCENDENTES Conocer la vida de personas trascendentes; saber profundamente sobre ellos, ¿no nos hace distintos? ¿No influye en nosotros, en el comportamiento hacia nuestro ser interior y hacia los demás? ¿No nos convierte en mejores personas conocer y exaltar la vida y obra de quienes dieron todo muchas veces a cambio de nada y parecernos un poco más cada día a esas personas? Estamos hablando de quienes amaron a la humanidad, amaron al otro, amaron a sus semejantes como a sí mismos: siguiendo a Jesucristo, hablamos de los Libertadores de América: Manuel Belgrano, José de San Martín, Juan Manuel de Rosas, Leandro Alem, Juan Hipólito del Sagrado Corazón de Jesús Yrigoyen, hablamos de Juan Domingo Perón, hablamos del Papa Francisco y hablamos de Eva Perón.


¿No nos hace diferentes querer ser intérpretes, o conocedores profundos; querer ser parte de ellos. No importa si vivimos en su tiempo o no, pero considerando que ellos están vivos en nuestro corazón, en nuestra mente, en nuestras enseñanzas. ¿Es lo mismo enseñar lo que hace un malvado que una persona de bien y convertirnos en sujetos activos del legado de estas personas? ¿No influye en el alma de quienes reciben esa enseñanza cuando conocen los valores que hicieron trascendentes a esas personas? ¿No elevamos nuestras almas? ¿No disponemos mejor nuestros espíritus? ¿De que vale el conocimiento si no es para trasmitir los valores de quienes sirvieron a la humanidad? Para comprender el sentimiento del ser argentino y su profunda relación con la Iglesia Católica, veamos cuáles fueron desde los inicios de la Independencia, los valores que sostenían las principales figuras de aquella emancipación y posterior reorganización nacional. En este caso quien fuera el restaurador de Argentina y en particular el reparador de nuestra Iglesia, el Brigadier General Juan Manuel de Rosas, luego del ataque siniestro y contracultural de Rivadavia, un presidente argentino que no disimuló su anglo-dependencia: endeudando al país, disolviendo templos y expulsando órdenes religiosas. Siendo Rosas Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y Jefe de la Confederación Argentina, en una carta al Gobernador de la provincia de La Rioja, le decía: “…Antes de ser federales éramos cristianos, y es preciso que no olvidemos nuestros antiguos compromisos con Dios; así como protestamos respetar los que hemos contraído como buenos ciudadanos”. Carta de Rosas a Quiroga, 3 de Febrero de 1831


EL TESTIMONIO DEL DOCTOR PEDRO ARA Eva Perón fallece el 26 de Julio de 1952, tras una larga enfermedad. Se crea una Comisión Nacional, Monumento a Eva Perón, que contrata al Dr. Pedro Ara para la conservación corpórea permanente de la Abanderada de los Humildes. Aquí transcribimos algunos capítulos de su libro: El Caso Eva Perón, apuntes para la Historia, como testimonio del profesional que durante 3 años y 4 meses tuvo a su cargo el cuidado de Evita en la capilla-laboratorio ubicada en el segundo piso de la Confederación General del Trabajo, del que fue secuestrado por orden del gobierno de facto el 24 de Noviembre de 1955. LA PREMONICIÓN DE SAN JUAN XXIII

Este testimonio, muestra cuánta verdad tuvo el entonces Nuncio Apostólico de Francia, Ángelo Giuseppe Roncalli, nuestro San Juan XXIII, cuando le hizo saber a Eva Perón que el camino que ella había elegido la llevaría a la cruz.


El día 8 de octubre de 1955 aparecieron en escena los dos nuevos secretarios de la CGT, Framini y Natalini, quienes visitaron nuestro laboratorio. A su llegada me encontré con dos hombres de unos cuarenta años, afables y corteses, de fácil conversación, a los que nunca había visto ni tenía de ellos más noticia que las publicadas por aquellos días en los diarios de Buenos Aires. Al parecer, acababan de hacerse cargo de su nueva misión como dirigentes obreros de la CCT y venían alarmados por los relatos de sus colegas. Ya de entrada, expresaron rotundamente la mayor sorpresa. No tenían la menor idea de ese segundo piso de la CGT con sus misterios. También ellos habían oído decir que el cadáver de Eva Perón no existía. Por eso entraron en la cámara fúnebre con manifiesto temor, y en ella quedaron ambos largo rato, absortos y emocionados en grado sumo. Nota del autor: Andrés Framini tuvo una extensa y destacada actuación gremial y política. En 1962, apoyado por Perón, exiliado en España, triunfó en las elecciones siendo electo gobernador de la Provincia de Bueno Aires. Sin embargo, el gobierno nacional no le permitió asumir, presionado por la cúpula militar, que finalmente, el mismo año, produjo un golpe institucional que destituyó al Presidente de la Nación Arturo Frondizi.


-Doctor, esto constituye un terrible problema para el nuevo Gobierno. No quiero ni pensar en lo que puede ocurrir si trasciende. -¿Qué hacemos, doctor, si de pronto se nos presentan miles y miles de personas que quieren verla o llevársela? El rostro de los dos secretarios obreros reflejaba la consternación y el estado de perplejidad que indudablemente invadía su espíritu. Por considerarlos responsables de la casa sindical me creí obligado a aumentar sus motivos de inquietud haciéndolos partícipes de otra clase de temores. -Estamos desamparados -les dije- contra el incendio, pues han sido retirados los bomberos y sus aparatos matafuegos. ¡Pero eso no puede ser, doctor; hay que recurrir inmediatamente a la Presidencia! Nos atendió telefónicamente el teniente coronel Moori Koenig, quien aseguró que el servicio de bomberos, reforzado, sería restablecido sin perder un minuto. No podemos dudar de que la orden fuera dada; mas si así fue nunca llegó a cumplirse; quedamos hasta el fin en esa clase de desamparo.


El día 9 de octubre fue conmigo a la CGT el director de un popu lar diario de la mañana. Habían tratado de convencerle, sin fundamento alguno, de que el intento de conservar el cuerpo de Eva Perón terminó en fracaso. Pero una persona de real categoría, que por haberlo visitado y examinado varias veces podía hablar con el conocimiento que faltaba al supuesto detractor, sacó de su error al notorio periodista y lo indujo a comprobar el hecho por sí mismo pidiéndome que, como excepción, le acompañara. Una vez ante a la yacente figura de la que fue y seguía siendo ídolo de los trabajadores argentinos, quedó sobrecogido y admirado y no se recató para expresarlo rotundamente ante mí, en contraste con el recelo inicial. -Lo único que lamento ahora –agregó- es el haberle dado palabra de honor de no publicar nada sobre este asunto, pues mañana salgo para los Estados Unidos y hubiera sido sensacional el referir lo que aquí he visto. El batallador publicista cumplió su promesa de guardar silencio. (Fallecido don Roberto Noble, ilustre fundador y director del diario Clarín, de Buenos Aires, años después de escrita esta parte de mi relato, que a él implícitamente se refiere, quiero dejar constancia de mi homenaje a su eficacia periodística y a su probada discreción.) No está demás reiterar que el ruego de no comentarlo, que hacía a todos los visitantes, no tenía solamente por objeto el defender la tranquilidad de mi trabajo y de mi vida, sino también -y muy principalmente- el evitar una divulgación popular que pudiera atraer cientos de miles de curiosos o fieles dando lugar a posibles conflictos de imprevisible magnitud. LAS DUDAS SOBRE LA AUTENTICIDAD DEL CUERPO Estaba visto que, desde el comienzo de la revolución antiperonista como después de su concreción victoriosa, no habían de faltarme motivos de inquietud y desvelo. Pero uno de los más torturantes era el de la falta de pruebas objetivas, documentadas y permanentes de la realidad e integridad del cuerpo de Eva Perón para el posible caso de que desapareciera o fuese destruido en algún siniestro. Era ya mucho cuento el que, casi indefectible-


mente, todo nuevo visitante distinguido, militar o civil, comenzara extrañándose de que existiera: -Oí decir que sólo se salvó la cabeza. -Se afirma que antes de su fallecimiento ya se tenía preparada una cabeza artificial para exhibirla pegada al resto del cuerpo. Se dice que mientras fue expuesto en el Ministerio de Trabajo y Previsión y en el Congreso se puso negro hubo que quemarlo y fue sustituido por una estatua, fiel reproducción. -Nadie cree, doctor, que lo custodiado por usted en el segundo piso de la CGT sea natural -espetáronme sin más ni más dos jóvenes militares gorilas que, ante los hechos, rectificaron noblemente, como más adelante veremos. (Gorilas: así se llamaba a ciertos grupos antiperonistas. Nota del Editor.)

Ese ambiente, formado por envidiosos, irresponsables, enemigos políticos del régimen antes imperante o simplemente charlatanes, me había tenido siempre tan sin cuidado que jamás me ocupé en hacer rectificar los infundios e informaciones grotescas que no rara vez oí o vi publicadas en diarios y revistas argenti-


nos y extranjeros. Si los debemos conocerla sabemos la verdad, ¿qué importa lo que digan los que hablan por hablar o por ganarse unos pesos o por ver si logran hacernos hablar a nosotros? Tal, la actitud adoptada por mí desde que comencé el trabajo. Mas ya las circunstancias habían cambiado. Con la fuerza coactiva y los medios de publicidad en manos, naturalmente, de los enemigos del pasado régimen, ¿de qué puede valer lo que nosotros digamos si no guardamos pruebas objetivas indiscutibles? Cierto es que tenemos numerosas fotografías del conjunto corporal y el busto acabado de copiar a compás; pero dirán que eso no es suficiente. ¿Qué hay bajo la aparente forma externa? Tales y similares pesimistas meditaciones resumíanse siempre en lamentar la inercia que me dejó pasar los días, los meses y los años sin obtener reiteradas radiografías del cuerpo yacente que garantizaran la realidad de los órganos internos. ¿Estaríamos a tiempo todavía? ¿Por qué no intentarlo a pesar de la ocupación militar de la CGT?... …El día 10 de octubre de 1955 llamé por teléfono al eminente radiólogo español doctor Carlos Quiroga, residente en Córdoba, y con medias palabras que él comprendió perfecta y rápidamente, quedamos de acuerdo. El día 13 ya estaba mi fraternal amigo en Buenos Aires con su hijo médico como ayudante, un técnico de la capital y todo el material portátil necesario para actuar. No tratamos de ocultar nada. Moviéndonos con la mayor naturalidad y sin dar explicaciones a nadie acerca del porqué ni del para qué de las pesadas cajas transportadas por el ascensor, llevamos todo aquello al segundo piso de la CGT, en lo que aún nos ayudaron algunos de los soldados ocupantes del edificio sindical. Ya en nuestro terreno, volvimos a nuestro habitual trabajo de puerta cerrada. Habíamos salvado con éxito el peligroso escollo del paso de aparatos y material fotográfico sin llamar la atención ni provocar reacciones de los mandos militares. Todo el día 14 lo pasamos tomando radiografías escalonadas de la cabeza a pies del cuerpo de Eva Perón. Ante mí y sin perderlos de vista ni un momento, revelaron, fijaron y secaron clichés. Luego, todos juntos, analizamos los resultados del examen, que, afortunadamente, superaron nuestras esperanzas. Ahora, pensé, a la vista de los contornos y sombras de los órganos internos ya no podrán


decir que el cadáver es artificial. Las respectivas zonas viscerales se ofrecían tan indudables como ante la percusión semiológica. Con notable claridad se apreciaba alguna de las metástasis cancerosas y hasta una ósea no comprendida en la historia clínica de la paciente, todo ello a los tres años largos del fallecimiento de la señora y de haber permanecido al aire la mayor parte de ese tiempo. -También yo respiro tranquilo ahora, doctor -díjome ml gran radiólogo y amigo al examinar los clichés pues tanto propalar que el cuerpo había desaparecido, casi nos lo habíamos llegado a creer. Otro excelente compatriota y amigo, el señor Rodríguez Iglesias, fotógrafo profesional, hízonos numerosas copias en papel que, firmadas por el radiólogo y por mí, pasaron a engrosar mis archivos depositados en diferentes países. Las radiografías de la cabeza resultaron, además, un infalible elemento identificador. Mucho me costó el encontrar a los diversos odontólogos que en distintas ocasiones habían tratado la boca de Eva Perón. Mi satisfacción fue grande cuando el primero de los consultados reconoció en ellas las operaciones y reparaciones dentarias practicadas por él y me indicó quiénes habían realizado otras de las destacadas en las radiografías. La verdad es que tal serie constituyó para mí un formidable recurso, pues aun entre los amigos que las examinaban solía adivinar yo un más o menos velado ahora me lo creo. Con este episodio demostrado una vez más que la solidaridad de los inútiles, la mala intención, los injustos ataques y otros factores negativos que se interponen en nuestra marcha resultan a veces insuperable estímulo que nos lleva a emprender rápidamente algo útil que de otro modo se hubiera ido dejando siempre para mañana. ¡Bendigamos de nuevo a nuestros enemigos! La certificación suscrita por el doctor Quiroga Losada con fecha 16 de octubre de 1935 (vid. apéndice VI), que conservo, era terminante. Parecía que la eficaz permanencia de tan expresivos documentos hubiera de servir definitivamente a mi seguridad. Mas el convencimiento de la notable aptitud de los hombres para denigrar no me permitió, a pesar de todo dejar de lado inquietudes y temores. Si el cadáver fuera destruido -cavilaba yo en mis


insomnios- podrían tal vez insinuar u objetar que mis amigos y yo hemos realizado solos esos trabajos de comprobación, sin control oficial alguno, y que, por lo tanto, no se puede excluir la posibilidad de hábiles trucos radiográficos, habiendo, como había, en la residencia presidencial un copioso archivo de radioclichés representativos de todas las fases de la cruel enfermedad de la señora. Cierto que yo no los había visto nunca, pues carecían de interés para mi trabajo; mas ¿quién se lo cree si no quiere creerlo? La inesperada decisión del Consejo de Ministros del 18 de octubre vino a aliviar mi permanente estado de preocupación; las radiografías que los representantes del Gobierno provisional hicieron tomar en su presencia unos días después coincidían totalmente con las obtenidas por nosotros, y de ellas no era ya posible dudar. Muy pronto se me presentó la oportunidad de emplear como argumento defensivo las nuevas pruebas acabadas de obtener. El día 15 de octubre -previo anuncio telefónico procedente, dijeron, de la Presidencia de la República-, recibí en mi oficina la visita de dos apuestos gorilas que se presentaron como teniente G. y capitán L., sin uniforme, portadores de un volante con firma desconocida para mí que les autorizaba, en nombre, al parecer, de la Presidencia de la República, a intervenir en los problemas planteados por la presencia del cadáver de Eva Perón en el segundo piso de la CGT. De inmediato, tras corteses saludos y amables frases en elogio de mi personalidad y de mi prestigio profesional y social, díjome rotundamente el más joven de ellos: -No queremos, doctor, que se nos vaya; lo necesitamos a usted. El capitán agregó que era necesario acabar cuanto antes con aquello, tanto más cuanto que todos creían que no había tal cadáver, sino una copia, y, por consiguiente, la familia no tenía motivo para oponerse a la cremación, a no ser que yo propusiera otro medio destructivo más natural. Un entierro común, por secreto que fuera, podría dar lugar a que se creara un centro de atracción para el fomento del fanatismo de las masas. Argumentos parecidos a los del capitán habían sido escuchados por mí en ocasiones diversas. Si bien los gallardos oficiales, por su profesión, no estaban naturalmente capacitados para analizar documentos médicos, no de-


jaron de manifestarse fuertemente impresionados ante las fotografías y radiografías que les mostré. No hice esto por justificarme ante ellos, cosa totalmente innecesaria, sino más bien por cebar la curiosidad de los jóvenes oficiales y orientarlos ante lo que tendía a pasar por un conjunto de hechos misteriosos, cuando no era sino un asunto naturalmente reservado. Poco a poco me fui dando cuenta de que nuestra larga y documentada conversación iba modificando su inicial actitud, derivada ésta de los prejuicios que los traían prevenidos y hostiles. ¿Podríamos, profesor, ir con usted a la CGT? ー Ahora mismo, si les place. Y allá fuimos los tres en mi coche. Camino haciendo -y por tocar otro tema- me insinuaron la conveniencia de que fueran ellos quienes se incautaran de la valiosa joya -escudo peronista en metales y piedras aparentemente preciosas- mediante un recibo que me extenderían; mas el asunto, en mi opinión, era demasiado importante para ser liquidado con tan simple trámite, sin que ello pudiera suponer por mi parte desconfianza alguna en los dignos militares. Lo dejé en veremos. Ya en la CGT, a la que iban por primera vez en su vida, repitióse una vez más la sucesión tan, hasta aquí, reiterada: entrada cautelosa, inspección, sorpresa, inquietud, manifiesto temor y, como síntesis, tendencia al respeto. Profesor -dijo el capitán L.- si esto fuera artificial habría que reconocer que es usted uno de los más grandes artistas del mundo. Agradecí el exagerado cumplimiento y seguí saturando la curiosidad de ambos explicándoles el porqué y el para qué de cuanto en aquel laboratorio quedaba. Quisieron conocer más detalladamente el ambiente. Recorrimos juntos los pasillos, pasadizos y recovecos de la CGT especialmente los que conducían al inmenso garaje de la institución. Puede ser que trataran de estudiar un posible traslado secreto a otro destino provisional o definitivo. Habíamos invertido todo el resto de la mañana cuando dieron por terminada su visita de inspección. Despidiéronse cordialmente los jóvenes gorilas, anunciándome que el martes próximo continuaríamos tratando los detalles del asunto; pero ya no los volví a ver nunca más. Algún tiempo después oí decir que ambos ofi-


ciales habían sido sancionados, no sé por qué, y obligados a una lejana residencia forzosa. Más tarde parece ser que aparecieron rehabilitados y ascendidos... ¡Todo es posible en las revoluciones! No éramos solos los actores del drama a sentir inquietud ante sus previsibles derivaciones. Por aquellos días, el 15 y el 29 de octubre, respectivamente, acompañados por mí visitaron la capilla ardiente tres prestigiosos diplomáticos extranjeros: los brasileños Souza Braga y Serra y el suizo Monnier. Al igual que otros de sus colegas de diversos países, que en varias ocasiones habían permanecido ante los mortales restos de Eva Perón, coincidieron en la estimación del grave problema que para el nuevo Gobierno significaba lo que ante ellos aparecía. Igual preocupación exteriorizaron, en la noche del 15, dos distinguidos generales argentinos, luego embajadores, y otros militares antiperonistas a quienes acompañé en su deseada visita de información o de curiosidad. CALUMNIA, QUE ALGO QUEDA Descendamos ahora -de nuevo- a la charca de los anfibios y reptiles de menor pero no menos maligna cuantía. Sabido es que en el río revuelto de toda postrevolución considérase normal cualquier campaña denigrante contra el enemigo político vencido. Por lo que yo tengo oído, las periodísticas serias ponen gran cuidado en seleccionar y ponderar las informaciones recibidas, sobre todo si se sabe o sospecha que su publicación ha de afectar el prestigio de las personas. A veces, sin embargo, lo sensacional pasa a constituirse en elemento de primerísimo orden y puede ocurrir que la empresa dé curso a una noticia no confirmada antes que correr el riesgo de perder la oportunidad de una trascendente primicia en provecho de algún competidor. Siempre queda el recurso de la rectificación al comprobarse el posible desliz. También es verdad que si se deslindado claramente campos de lucha airada puede ocurrir que esos frenos morales limitadores de la exigencia publicitaria pierdan en potencia y firmeza, se relajen por imperio de un estado pasional no del todo vituperable pues la pasión es uno de los ingredientes necesarios si lo que se engendra es algo fuera de lo común…


“PESCADORES DE RÍO REVUELTO” En general, los que tal hacen no suelen ser de los que pelearon con verdadero riesgo, sino los eternos pescadores de río revuelto que se suman a todos los movimientos de seguro triunfo, o ya triunfantes, con intención de lucro. Fiel a mi deber de absoluta prescindencia política en los asuntos argentinos, pasaría por alto en estos recuerdos el comentar la violenta campaña estallada en la prensa argentina apenas se zafó de las riendas peronistas. En mi fuero interno encontré normal que, tras tantos años de escribir al dictado o dejar de escribir, no empleara sus plumas precisamente en elogio del régimen caído ni siquiera de sus aciertos, que, indudablemente, debió tenerlos pocos que en su opinión fueran; sino, contrario modo, en vituperar rudamente un pasado que estimaba funesto cantar la ansiada liberación y pregonar sus planes liberadores. También me parecía normal el intento de actualizar las biografías de quienes respaldaron la anterior política y que a cada uno de ellos se le hiciera responsable de las acciones reputadas de punibles en las que fuera claramente convicto. “PARA EL BIEN DE TODOS” Todo eso lo presenciaba y meditaba yo como un espectador que, aún lleno de amor al gran país en el que pasó la mayor y mejor parte de su vida, no tenía derecho legal a tomar partido, sino, en todo caso, a desear muy cordialmente que lo ocurrido en él fuera siempre para su bien para el bien de todos los que habitábamos esta magnífica tierra. El denunciar, esclarecer y sancionar los delitos atribuidos a los vencidos era -creía yo asunto exclusivo de las autoridades argentinas, y normal su reflejo en la prensa; aunque un periódico muy argentino y revolu-


cionario, al ver extremadas ciertas informaciones sobre el adversario, se viera obligado a publicar que su lectura le había provocado náuseas. En estas y otras meditaciones andaba yo cuando por los primeros días de octubre de 1955 comenzaron a informarme acerca de la aparición de algunos comentarios periodísticos según los cuales, con motivo de mis trabajos, se habrían defraudado sumas de hasta doscientos o trescientos mil dólares; todo ello, se suponía, a beneficio de los jefes peronistas que habían intervenido en la formalización de mi contrato, cuyos nombres y apellidos daban. Hubiera seguido en mi pasividad, dejando a las autoridades argentinas el esclarecimiento del asunto, a no ser porque una mañana, la del día 5 de octubre de 1955, fui llamado por uno de nuestros más distinguidos y eficaces diplomáticos para que urgentemente acudiera a su despacho. Una vez en él, me informó de que alguien le acababa de comunicar confidencialmente que en la Comisión Investigadora aparecían recibos con mi firma por trescientos mil dólares en lugar de los cien mil que yo había percibido en tres plazos. El informante nos daba la desagradable noticia antes de que trascendiera, con objeto de que yo me apresurara a poner en claro el asunto para tratar de evitar que un español, miembro de la Embajada de España en Buenos Aires, perjudicara su prestigio y seriedad viéndose mezclado en un asunto de malversación o defraudación. No recuerdo de si el oficioso comunicante le dijo a mi amigo que él mismo había visto los recibos o si atribuyó el descubrimiento del dato a otra persona de gran solvencia; desde luego, daba el delictuoso hecho por de seguro cometido. Así, pues, nos dimos a cavilar sobre cómo habrían podido hacer para adulterar mis recibos. Provisionalmente pensamos que el supuesto desleal funcionario pudo haber colocado un 1 delante de la cantidad de 25.000 en cada uno de los dos recibos de esa cuantía, lo que junto al de 50.000 sumarían los 300.000 dólares denunciados. La ratería en el manejo de los fondos del Estado parece ser -según cronistas y comentaristas- algo tan peculiar que por sabido se calla y no es éste lugar adecuado al análisis de sus modalidades técnicas, distribución geográfica, etcétera; pero frente al


concreto incidente encontramos de la mayor urgencia y del mayor interés para nosotros en relación con el supuesto desliz. Trazado nuestro plan, fui inmediatamente a la Presidencia de la República confiando en que mi amigo Clemente Villada Achával, cuñado del general Lonardi, tendría sensacional información. Apenas habíamos entrado en materia, el doctor Villada Achával dijo rotundamente -No haga caso, profesor; usted está muy por de tales miserias; pero ya que ustedes insisten en que el affaire se aclare, voy a ponerme en comunicación con el almirante Mac Lean, presidente de la Comisión Investigadora. Y váyase tranquilo, yo le tendré al corriente de lo que pueda averiguar. Varios días transcurrieron sin que mi amigo pudiera aliviarme con nuevas noticias. Mientras tanto, no solamente algunos diarios, copiándose unos a otros, siguieron haciéndose eco del aparente desfalco, sino que en los, corrillos sociales, en ese mundo de los copetines con su angustioso e ineludible problema de cómo amenizar el dolce far niente, se comentaba como plato fuerte del día. Según algún testigo presencial, no dejó de destacarse entre los comentaristas el que sin intención de perjudicar ni ánimo de ofender lanzara el interrogante -Y no habrá participado el doctor en el «negociado» de C. y la L.? No es nada raro que antes de llegar al tercer contertulio el interrogante se haya convertido en indudable afirmación y que ruede ésta exornada con nuevos y más picantes detalles inspirados por la fantasía y el afán deductivo de los sucesivos « ¡Qué me dice!» que la transportan. ¡Así se hace la Historia! Por suerte, cuando preocupado por la persistencia de los rumores y por la falta de rectificación de las autoridades iba a recordar mi ruego al doctor Villada Achával, llamó éste para comunicarme que al siguiente día -19 de octubre-, a las 10,30 de la mañana, el almirante Mac Lean me recibiría en el edificio del Senado. Acudí puntualmente a la cita. Como precaución, que normalmente tomo, iba provisto de un pro-memoria, compendio del asunto y mis puntos de vista, que rezaba como sigue: “PROMEMORIA. -Visita al señor contraalmirante Mac Lean. 19X-1955-El día 5 del actual se me comunicó confidencialmente


que entre los papeles del gobierno argentino depuesto figuraban pagos por trescientos mil dólares a cuenta del embalsamamiento de la señora de Perón. Como de acuerdo con el contrato –fecha 26 de Julio de 1952-, yo he percibido solamente cien mil dólares en 3 plazos, el último, de cincuenta mil, con más de dos años de retraso, me apresuré a concurrir a la Secretaria de la Presidencia de la Nación, rogando a mi antiguo conocido don Clemente Villada Achával que me tuviera por presente y a disposición de quien correspondiera para aclarar ese asunto. Sobre lo mismo, me expresé en iguales términos ante el teniente coronel Moori Koenig cuando al día siguiente fuimos juntos a la CGT. Mientras tanto, sobre el mismo tema han aparecido noticias en algunos periódicos, sobre los cuales y en el terreno particular no he tenido inconveniente en recordar ante amigos y conocidos episodios de mi experiencia que no tengo porqué considerar secretos ni reservados. En el mismo terreno particular, daré muy gustoso las explicaciones que se consideren útiles, ya que oficialmente tengo que someterme a las disposiciones legales vigentes de orden internacional. Esperándome, al parecer, una larga antesala, me dirigí a un joven capitán, secretario del contraalmirante, y le mostré el promemoria por si podía evitarme perder el tiempo en la clásica amansadora peculiar de los jerarcas argentinos de cualquier régimen. Tras haberlo leído, el joven capitán estalló en elogios: ¡Ah, doctor, si todos hicieran así, de cuánta inútil conversación que no deja constancia nos libraríamos! Con esto es suficiente para el almirante, que forzosamente ha de tardar dos o tres horas en llegar; puede Ud., profesor, ahorrarse la espera. Luego, como curioso, el oficial me hizo mil preguntas referentes a la ruidosa actualidad. El otro amigo común que también se hallaba esperando al almirante, contra con la mayor iracundia los más severos juicios del que fue matrimonio presidencial. Todo lo que pudiera hacerse les parecía poco como castigo por haber sembrado -según ellos-, la indisciplina, la ruina y el odio en la familia argentina. Todo les parecía poco, hasta el ensañamiento y la despiadada destrucción del cadáver de Eva Perón. Fue en vano mi intento de inducir serenidad en el usufructo de la victoria.


-Si usted, doctor, fuera argentino estaría con nosotros; seguramente piensa como nosotros, aunque por su condición tenga que aparentar neutralidad. Al despedirme, el capitán reiteró que me llamaría de nuevo porque el almirante deseaba conversar conmigo. Finalmente me aconsejó que olvidara lo de los trescientos mil dólares. « Cosas de los diarios!», agregó. Mas no entraba en mis planes el olvidar nada de eso. Y así fue que al reunirme en la tarde de aquel mismo día con algunos miembros de la Subcomisión que estudiaba todo lo concerniente al proyectado monumento a Eva Perón, ya de entrada pregunté a quien la encabezaba: Dígame, por favor, capitán: ¿Quién ha defraudado trescientos mil dólares con motivo del embalsamamiento de Eva Perón? -Nadie, profesor -contestó el capitán de la Armada. ー¿Tienen ustedes aquí los recibos firmados por mi? -Si, profesor, aquí los tiene usted; dos por veinticinco mil dólares y uno por cincuenta mil. ¿Los reconoce usted, doctor? -Sí, mi capitán. ¿Y dónde están entonces los recibos por trescientos mil dólares, firmados por mí y encontrados por ustedes según se dice- entre los papeles de la Comisión del Monumento? En ninguna parte, profesor. De modo, señor capitán, que nadie ha estafado nada con motivo o pretexto de mi trabajo? Aquí, profesor, no hay constancia de que nadie haya estafado nada con ese motivo. ¿Por qué entonces ustedes, que, tienen autoridad, toleran sin rectificar que algunos periódicos den cifras de hasta doscientos y trescientos mil dólares como defraudadas por dirigentes del anterior régimen? -Nosotros, profesor, no lo podemos evitar. Ahora, la prensa es libre y puede publicar lo que le parezca. Quien se considere perjudicado puede apelar a los Tribunales, que también son libres Pocas cosas hay más controvertibles que esa clase de libertades en todas las latitudes; pero más vale cambiar de tema, aunque sin olvidar el taimado consejo de hace siglos: «Cuando quieras hacer una injusticia, hazla de modo que parezca justicia.»


Como resumen de mis experiencias y de tan exhaustiva investigación organizada se puede afirmar que ninguno de los prohombres y mujeres peronistas encargados de tratar conmigo en aquel asunto cometieron incorrección financiera alguna. El que en lugar de abonarme el segundo plazo a los tres meses de comenzado el trabajo lo hicieran mucho después y el que tardaran más de dos años en liquidarme el resto fue cosa que para mí careció siempre de importancia. Nunca hice a la Comisión del Monumento reclamación alguna al respecto. En realidad, vistas las cosas a posteriori, más bien me favoreció el retraso en el que siempre creí seguro pago, pues la constante alza del dólar a cobrar iba de par con la constante alza en el costo de la vida, proporcionándome así una inesperada compensación. No soy yo quién, ni éste es el lugar, para criticar, discutir o juzgar los actos políticos de los dirigentes peronistas; pero sí quiero dejar constancia de que, en relación conmigo y con mi trabajo, todos ellos, del más alto figurante al más alto caudillo obrero o empleado, se mostraron poseídos del mayor desinterés, del más sincero ánimo de colaboración, de la más fanática adhesión a sus jefes. El intento, pues, de denigrarlos acusándolos sin fundamento de lucrarse a costa mía lo considero, por lo menos, bajo y despreciable. Tengo por seguro que el consabido ‘se dice’ no lo lanzó ningún periodista serio, sino alguno de esos indocumentados que se mueven bajo las alfombras, mordiendo desde la oscuridad por saber que ‘algo queda’. CONATO DE INVESTIGACION Segunda quincena de Octubre de 1953 Como se desprende de los anteriores capítulos, durante las pasadas semanas veíase venir la obligada pesquisa oficial que hiciera luz acerca de la realidad e identidad del cadáver de Eva Perón y sobre los pormenores de mi intervención en tan espinoso asunto y sus justificantes. Poco acogedor se mostraba para mí el ambiente a juzgar por los síntomas. Un excelente amigo argentino, titular de un importante puesto de gran responsabilidad, me dijo más de una vez: -¿Por qué, doctor, no emprende usted uno de esos viajecitos de descanso y estudio que acostumbra hacer por Europa? Le haría


mucho bien, nosotros cargaríamos íntegramente con el problema y no tendríamos la preocupación de su seguridad personal. -Siempre agradecido -respondía yo invariablemente-, prefiero participar en persona en todo aquello que considere de mi incumbencia. Mi actuación ha sido la un técnico contratado. Nada tengo que ver con ninguna clase de política argentina y, por tanto, nada que temer de nadie. Efectivamente, nada temía. Mas antes, iba a ser detenido de un momento a otro según rumores circulantes preso o había abandonado el país. En reuniones sociales, académicas o familiares solía enterarme relativamente divertido- de las más variadas, contrapuestas y pintorescas reacciones de los comentaristas, frente a mi especial situación. Para unos yo era un genio. Para otros, como execrable colaborador del tirano, debía ser privado de mi título de doctor y expulsado del país. Algunos, obcecados con la idea de ‘suprimir el problema’ parecían preferir que se me encerrara con el cadáver hasta que lo transformara o lo destruyera por cualquiera de mis ‘secretos’. Y no faltaban aquellos que, como buenos americanos, opinaban que lo esencial era ‘la plata’: que se me obligara a devolver todo el dinero recibido a cuenta de tan especial trabajo. Afortunadamente, mi privilegiada situación social en la Argentina me permitió escuchar risueñamente casi siempre los mayores absurdos y reaccionar del mismo modo sin temor a complicaciones de mayor cuantía Un estimable y viejo doctor, a quien encontré en el vestíbulo de una entidad oficial, me saludó con la siguiente andanada: -¡Qué lástima, profesor! Le admirábamos a usted por la gran obra que realizó en la Universidad de Córdoba y por el entusiasmo con que le recuerdan sus antiguos discípulos; y ahora tenemos que lamentar y reprochar que haya prostituido el cuerpo de aquella desdichada que tanto mal nos hizo usted, su ciencia y su arte conservándolo. -Usted, doctor, ¿se siente prostituido cuando ausculta u opera a un enfermo peronista? -repliqué a mi antiguo admirador-. Creo que no se sentirá prostituido y hará bien. Por mi parte, le diré que lo hecho mediante un contrato en el cadáver de Eva Perón


sin tener nada que ver con su política estoy dispuesto a repetirlo en usted –si las condiciones me placen- sin preguntarle a qué partido o partidos ha pertenecido. -¡Gracias, profesor, muchas gracias por su estimable oferta! Déjeme pensarlo unos añitos más, respondió el viejo doctor, acusando el impacto y despidiéndose amablemente. ¡Más valía tomarlo a broma! No dejaron, sin embargo, de manifestarse algunos síntomas relativamente inquietantes. El día 17 de octubre supe que la Comisión Investigadora se había dirigido al ministro de Relaciones Exteriores, Mario Amadeo, preguntándole si yo gozaba de inmunidad diplomática y, en caso afirmativo, si se me podría desposeer de ella con objeto de ponerme a disposición del nuevo organismo inquisidor. La respuesta de un ministro de Relaciones Exteriores que, además, era profesor de Derecho Internacional, no podía ser sino la que fue: rotunda y concluyente de respeto a las normas. Satisfecho así el fuero, en la conversación que aquella misma noche mantuve con dicho ministro le prometí contestar en el terreno particular a los pedidos de información que se me hicieran -dentro de los naturales límites dada la naturaleza del asunto- siempre que mi embajador me autorizara a ello. A esas horas estaba ya incubado el decreto del día siguiente ordenando -en secreto- la gran pesquisa sobre la realidad e identificación del cadáver de Eva Perón; mas no tuve de ello ni el menor indicio hasta dos días después. Aprovechando mi favorable disposición, el día 19 de octubre se me pidió telefónicamente que acudiera al Senado para reunirme con los miembros de la Comisión Investigadora, Sección Monumento a Eva Perón. Lleno de curiosidad -y con permiso del jefe de misión- acudí puntualmente a la cita. A las tres de la tarde me recibieron sus componentes. Por lo visto, trataban de investigar el empleo de los fondos recaudados por la Comisión del Monumento a Eva Perón, Ley 14.124, presidida por la senadora peronista Juanita Larrauri. El conjunto de improvisados investigadores era encabezado por un simpático y joven capitán de la Armada. Tanto éste como sus colegas civiles y militares se deshicieron en expresiones de cortesía hacia mi persona, sin dejar de ponderar el prestigio de que -según ellos- gozaba entre los médi-


cos del país. Me pidieron mil disculpas por la molestia que pudiera causarme su petición de informes y se dispusieron a escucharme atentamente. Les propuse que me dictaran las preguntas y yo les daría por escrito las respuestas; pero ellos preferían una conversación registrada taquigráficamente, cuyas pruebas yo podría corregir al día siguiente y conservar una copia del texto…De todo lo que quise pude hablar libremente; aunque a veces mis juicios parecieran favorables a los personajes depuestos. Escucharon sin protesta mi apología de la señora Larrauri y de sus compañeras de la Comisión y el que las presentara como modelos de honestidad por el hecho de haberme pagado el tercer plazo de mis haberes en plena revolución, ya con el agua al cuello, poco antes de ser encarceladas, cuando con ese dinero podían haber comprado o alquilado el vector de su libertad, evitándose los años de sufrimiento que las esperaban y las encontraron. Solo uno de los señores presentes –con insignia de médico católico o algo parecido- frunció ligeramente el ceño y esbozó una objeción, pero tenía fácil respuesta: la senadora peronista Juana Larrauri era –como ya se recordó en anteriores páginaspresidente de la Comisión Nacional del Monumento a Eva Perón y, como tal, controlaba los fondos obtenidos con ese fin por suscripción pública: más de cien millones de pesos. Gravitaba sobre ella, por tanto, una gran responsabilidad que el violento cambio de régimen político y su posible secuela de pasiones desatadas, dispuestas en esos casos a cebarse en todo, harían más temible. Cierto que el manejo de tantos millones requería trámites burocráticos y bancarios en los que han de intervenir varios funcionarios; mas, de todos modos, no se cree imposible el que grandes sumas se desvíen de sus cauces previstos y puedan perderse sin llamar en seguida la atención. Según los comentaristas, la técnica del despiste monetario parece estar cada día más adelantada. El no haber caído en la tentación puede estimarse normal entre personas decentes; pero es que, por otra parte, la señora Larrauri, al frente de sus compañeras y compañeros de Comisión, y junto a ellos, tenía al final en sus manos cincuenta mil dólares en flamantes billetes de inmediata y eficaz utilización en unas circunstancias trágicas para lo que representaban, frente a un porvenir más que dudoso, seguro de


una evolución catastrófica. Las damas de la Comisión podían elegir entre asegurar su libertad personal con los cincuenta mil dólares o entregármelos en pago de mi trabajo y quedar ellas a merced de las olas. Optaron por esto último; en consecuencia, no pasaron muchas horas sin que todas ellas estuvieran detenidas y sometidas a interminables procesos de los que no salió – según las informaciones publicadas mucho después- ningún supuesto delito común comprobado. Si no literalmente, ese fue el tono de mi opinión al juzgar tan importante pasaje de los sucesos. Tuvo usted suerte, profesor -dijo el Presidente- porque seguramente nosotros no le hubiéramos pagado nunca. Y ya que estamos en ese tema, dígame, profesor: Porqué viviendo usted en la Argentina desde hace tantos años exigió el pago en dólares? -Perdone, mi capitán, yo no exigí nada; lo propuse y fue aceptado. -Pero por qué en dólares? -Por algo sería, mí capitán. De lo conversado en aquellas horas de ameno coloquio no quedaron pruebas, que yo sepa. De lo poco que escribieron no me dieron a corregir nada ni me entregaron la copia prometida al empezar la sesión -tal vez por su escasa importancia- y dicen que al fin lo quemaron todo. También es verdad que yo no insistí en el cumplimiento del trámite ni volvimos a reunirnos más. Escudado en mi celosamente guardada documentación, podía tenerme sin cuidado la mayor o menor exactitud de los textos taquigráficos del magro concilio. Nada me preguntaron sobre detalles técnicos de mi intervención; su caballeresca actitud me evitó el tener que negarme a lo inconveniente o antiestético. Forzosamente había de tener fin el cónclave. Por lo que vi, montañas de papeles llenos de números exigían el atento análisis de los contables. Infinitas horas de ingrato trabajo esperaban, por tanto, a los comisionados ansiosos de encontrar irregularidades Muchos meses después, más de un año, publicaron las notas descriptivas de lo actuado por las respectivas subcomisiones investigadoras. En lo referente al embalsamamiento de Eva Perón, las objeciones opuestas a los dirigentes peronistas que contrataron y controlaron mi trabajo eran completamente anodinas; nin-


guna tenía talla como para fundamentar en ella serias acusaciones y, mucho menos, para configurar un delito político o financiero. Aunque ya en el transcurso de la reunión recordada en estas líneas fue paulatinamente desvaneciéndose la general creencia en que el cadáver de Eva Perón era un mito, entre los médicos de la Comisión Investigadora surgió la iniciativa de visitar en mi compañía la capilla ardiente de la CGT. Por unánime acuerdo y visto lo avanzado de la hora, se dejó para el día siguiente. A las 2 de la tarde del 20 (de Octubre de 1955), se formó en el Senado una numerosa comitiva guiada por mí mismo, dirigiose a la sede cegetista, al edificio que la mayor parte de mis ocasionales acompañantes hubieran querido ver arder con todo su contenido y significado. Algunos -como dije- eran médicos; otros militares, marinos, aviadores, abogados, ingenieros o funcionarios civiles; mas parecía unirlos un nexo común: el odio a todo lo que representaban el general Perón y su difunta esposa. Venían por ello gustosos a la CGT, inerme fortaleza peronista allanada un mes antes, en la que aún permanecían hombres y mujeres vencidos sin pelear, inofensivos e indefensos. La actitud de nuestros distinguidos visitantes de esa tarde rezumaba, por lo menos, desconfiada y expectante curiosidad... ¿Serán ‘macanas’? -oí que, por lo bajo, susurraba uno. -¿Por qué no estará igual el marido? Aunque sólo palabras sueltas o medias frases pudieran caer casualmente sobre mis torpes oídos, no cuesta trabajo suponer que ése fuera el tono general del palique entre lo visitantes; pero he de recordar en su honor que apenas el abigarrado pelotón enfrentó el espectáculo de la enemiga yacente cesaron las conversaciones, se acabaron los gestos airados y un absoluto silencio nos envolvió a todos. Creí sorprender algunos labios musitando, al parecer, imperceptibles rezos; no en vano había quienes ostentaban en el ojal de su solapa emblemas de entidades religiosas. Nadie desentonó. Y tras largo rato de permanecer callados, inmóviles frente a la muerta y al cuadro de la Virgen de Luján que presidía el recinto, uno a uno fueron abandonando la cámara fúnebre y concentrándose en el que todavía era mi escritorio del segundo piso de la CGT. Allí los médicos se interesaron


por lo que en la capilla habían observado. No tocaron, por respeto, el cadáver; mas ahora, conmigo, examinaban minuciosamente las radiografías del mismo tomadas unos días antes y comprobaban las zonas orgánicas internas y los últimos brotes de la cruel enfermedad que acabó con la dama. Es muy común entre profesionales el no hacer preguntas que presupongan ignorancia por su parte; prefieren, en general, interrogar como si contestaran; como dando por previamente sabido lo que esperan conocer. Mas ante caso tan poco común, aquellos jóvenes colegas dejando de lado toda clase de reservas y petulancia- se lanzaron respetuosa pero abiertamente a intentar averiguarlo todo: -¿Cómo hizo, profesor, esto y aquello? ¿Cómo logró tal o cuál efecto? ¿Qué sustancias son las que impregnan el cuerpo entero? ¿Cuáles son las fórmulas? El miedo a las casi inevitables tergiversaciones me ha ido haciendo cada vez más parco en explicaciones y descripciones técnicas orales. Considero preferible el darlas por escrito al presentarse la adecuada oportunidad. Así, pues, unas cosas -las menos- fueron contestadas someramente y dejé las otras para ser tratadas como sea debido en ocasión que lo justifique. Y no adopto esa actitud por hacerme el misterioso, sino como reacción defensiva perfectamente justificada si se tiene en cuenta la enorme distancia que frecuentemente hay entre lo que dijo y lo que dicen que dijo. -Lo que tenga que exponer -si algún día me decido a ello- irá en mis papeles o memorias. -¿Será pronto, doctor? -Eso sólo Dios lo sabe. Con expresivos cumplimientos de algunos y el respetuoso saludo de los demás de sus componentes, fue disolviéndose la cohorte de triunfantes revolucionarios investigadores y, nuevamente, el cuerpo yacente de Eva Perón y yo quedamos en nuestra habitual soledad hasta que -como ya se había hecho cotidiano- reanudóse en la capilla el desfilar de obreros y empleados, guardias y soldados… DESENLACE DEL SECUESTRO


El día 5 de Noviembre de 1955, por acompañar al doctor Ricardo Finochietto que marchaba hacia Europa con su familia no asistí al laboratorio; pero a las 18 el cabo de guardia me telefonea que el teniente coronel ha escrito en el libro la siguiente orden, copiada luego directamente por mí: “Desde la fecha queda absolutamente prohibida la entrada al salón custodiado del segundo piso de la CGT a cualquier persona que no esté acompañada por el administrador teniente coronel Reimúndez. Esta orden es válida incluso para el profesor Ara. (Firmado, Manuel Reimúndez, Teniente Coronel Administrador CGT.) “ No pude explicarme el contraste entre lo que representaba esa orden y la actitud cordial y comprensiva del día anterior. Diversas circunstancias me impidieron encontrarme con el teniente coronel hasta el día 8, en que, previo acuerdo telefónico, a las once de la mañana acudo al cuartel. Con Reimúndez encuéntrase el general Dalton, luego embajador, quien al verme, y ante mi sorpresa, pues yo no lo conocía, avanza hacia mí, se presenta a sí mismo y, tras un expresivo saludo, me dice que apenas pasa un día sin que en su casa se hable de mí, pues sus hermanos fueron alumnos míos en Córdoba hace más de veinte años y me recuerdan siempre con simpatía. Sobre tan evocadora base, la reunión se desarrolla apaciblemente. Explícame el teniente coronel los motivos de su orden prohibitiva, que fácilmente comprendo, y bajamos los tres juntos al segundo piso. También el teniente coronel comprende que mi presencia en el laboratorio-capilla sigue siendo necesaria hasta que se legalice el cambio, y escribe y firma en el libro de la custodia: …el profesor Ara puede trabajar en su laboratorio. Es natural que la presencia del cuerpo de Eva Perón en la CGT los mantenga perplejos. El general Dalton opina que estaría mejor en el depósito ignorado de un cementerio hasta que la familia pudiera incautarse de él sin constituir problema de orden público. Han pasado tres días en parecidas tareas cuando entre mis cavilaciones irrumpe el darme cuenta de que durante tres años, por evitar malos entendidos, nunca hablé en mi casa de lo que estaba haciendo en la CGT…Pero en este de hoy, día 12 (Noviembre de 1955. NdelaR), más por sospechar que el fin se aproxima


a grandes trancos sería justo el privarlas de conocer un hecho histórico…augurios por todas partes difundidos. Una de ellas (sus hijas) pregunta si podrían llevar flores; de camino, adquieren las mejores que encuentran. Ante la benévola sonrisa de empleados y guardias de la CGT, la madre y cuatro de las hijas invaden el ascensor con su florido cargamento… Llegada la familia al segundo piso, vencidos el temor…que les produce insospechado espectáculo de la dama yacente, rezan las cinco durante unos momentos…no quebrando el silencio sino con tímidas susurrantes preguntas. Creo providencial el que se me ocurriera llevarlas ese día…Allí quedaron sus flores como postrer homenaje de la más pura piedad ante la desgracia. Nadie tuvo ya la oportunidad de renovarlas; y yo apenas si la tuve de cambiarles el agua un par de veces antes del tan próximo ocaso... El domingo 13, entretenido en la capilla tomando las últimas fotografías y luego con las fotocopias, me entero muy tarde de que el bondadoso general Lonardi, jefe de la revolución vencedora… fue violentamente desplazado, y de que el general Aramburu ocupa desde ahora su puesto. ¿Y vuelta a empezar? Mis nuevos amigos me aconsejan ir directamente al nuevo Presidente provisional de la República y presentarle una nota descriptiva del problema y de la solución que propongo, no sólo como técnico contratado, sino como encargado por la señora de Ibarguren de Duarte de velar por los restos mortales de su hija y tramitar su entrega a la familia... El 14, a primera hora, leo que el general médico doctor Argibay Molina -conocido mío- es el nuevo ministro de Salud Pública. El jefe de los gendarmes viene a casa a despedirse; parece que no se siente cómodo en la nueva CGT… Durante todo el día 15 la CGT no atiende ninguna llamada telefónica. Me dedico a preparar la nota al nuevo Presidente provisional... Por la noche, entre el 16 y el 17, algo ha pasado en la CGT. Temprano, en la mañana del 17, un empleado me informa a su modo del simbólico combate: que llegaron unos marinos, amenazaron con destruir el edificio a cañonazos, derribaron con un tanque el pedestal y el busto de Eva Perón, subieron al segundo piso, abrieron a empujones la puerta de la capilla, entraron en ella y salieron en encañonando a todos con sus armas. La casa


está ahora bajo el nuevo control de un capitán de navío, quien ha dispuesto que en nuestro segundo piso no entre “ni el Presidente de la República”. Desde la portería de la Central obrera me hago anunciar al nuevo jefe, que de inmediato me recibe en el cuarto piso. Al pasar el ascensor por el segundo veo emplazadas ametralladoras y aparece como mal cerrada la puerta de la capilla, lo que confirmo al descender. Con el capitán de navío mantengo una muy breve versación informativa. Como casualmente llevo en el bolsillo un borrador de la nota que esa misma tarde trataré de entregar al general Aramburu, se la dejo leer. Parece conforme y dice que pronto volveremos sobre el tema. Salgo para mi oficina. Allí me espera poderosa empresa periodística mundial, a quien -como a todos- negué siempre informaciones aun a costa de que publicaran como buenas las tergiversaciones, falsedades y tonterías que seguramente les dictaría cualquier especialista en tales faenas. -Doctor -me dice-, ahora tiene que hablar. Yo estaba esta madrugada en el segundo piso de la CCT y vi cómo abrían la capilla y entraban los soldados y…tomaban fotografías. Yo, como reportero gráfico, quise también tomarlas, pero me hicieron salir empujándome con una ametralladora hasta la escalera. Usted, doctor, viene de allí. ¿Qué hicieron? ¿Qué piensan ustedes hacer? ¿Qué puede usted decirme? -Nada, señor -le contesté-, sabe usted más que yo. Naturalmente, el corresponsal no quedó contento ni agradecido. Tal vez fuera esa la causa de que, al publicar la noticia del asalto, intercalara las grotescas líneas reproducidas en la nota núm. 15 al pie de página; y aún no son esas las más disparatadas de las que sea como reacción vengativa ante mis silencios o producto de la ruindad- he visto y sigo viendo en letras de molde...Para completar ese movido día 17 de noviembre quedábame lo más difícil: la entrega de mi escrito y que de seguro y de inmediato a S.E. el Presidente provisional de la República. Por fortuna, almorzaba aquel día con un amigo que resultó influyente. Él me acompañó a la Casa Rosada y me introdujo en ella como pariente…la nota rezaba como sigue: Buenos Aires, 17 de noviembre de 1955 AL EXCMO. SENOR PRESIDENTE PROVISIONAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA


Exmo. Señor: Después de que -con fecha 25 de julio de 1953-di por terminado el trabajo profesional a que se refiere mi contrato con la Comisión Nacional Monumento a Eva Perón, Ley 14.124, fechado en 28 de julio de 1952, de acuerdo con la Comisión mencionada, seguí en el laboratorio instalado en la CGT como único depositario responsable del cadáver de la señora Eva Perón, ya que la llave del departamento-laboratorio ofrecida por mi al esposo no fue aceptada por éste, que encontró preferible depositar solamente en mi la confianza de todos hasta que fuera trasladado al monumento en construcción. El que aceptara desinteresadamente esa nueva responsabilidad tuvo como principal motivo el de preservar los resultados de mi trabajo de la posible intervención arbitraria de personas que, sin la necesaria competencia para el caso, aún actuando de buena fe, pudieran producir en él desperfectos, sobre todo de orden estético, posibles de ser atribuidos a deficiencias de técnica. Los sucesos que son de dominio público me indujeron a solicitar del esposo de la señora Eva Perón instrucciones respecto al nuevo destino que él podría desear para los restos mortales de su esposa; más aún habiendo hecho esa gestión personalmente en la residencia presidencial el día 19 de septiembre del año actual, entre las horas 15 y 16 recibido y atendido por el mayor Renner en nombre del general Perón, no me llegó respuesta ni indicación alguna al respecto. Al día siguiente, 20 de septiembre, las hermanas de la señora Eva Perón me entregaron personalmente una carta de su señora madre, que literalmente transcripta dice lo siguiente: “Señor Dr. Pedro Ara.- De mi mayor consideración. En mi carácter de madre de María Eva Duarte de Perón, ruego a usted que si su esposo, el general Perón, no dio ninguna instrucción respecto al cadáver de mi hija Eva, sea Ud., Dr., quien tome las precauciones necesarias para ponerlo a cubierto de cualquier eventualidad. -Es una madre angustiada quien se lo suplica y le está agradecida. –Juana Ibarguren de Duarte. -Buenos Aires septiembre 20 de 1955.” - Como respuesta al anterior ruego, comuniqué verbalmente a la madre y hermanas de la finada señora que las nuevas autoridades, actuando con gran respeto protector mi laboratorio de la


CGT no corría ningún peligro. Mas teniendo en cuenta que al conservar el de la señora Eva Perón, previo un contrato con fuerza legal no he hecho otra cosa que realizar un trabajo profesional terminado en el tiempo previsto; considerando que las nuevas circunstancias políticas pueden hacer innecesaria la permanente supervisión del trabajo por mi; que el informe producido muy recientemente por las eminentes personalidades médicas designadas por el Gobierno provisional (Acuerdo general de ministros del 18 de octubre del año actual) elimina cualquier duda sobre la naturaleza de mi trabajo; la necesidad, por mi parte, de entregarlo con las necesarias garantías que pongan a salvo mi prestigio profesional y personal, ya que no es de mi incumbencia el destino ulterior de los restos mortales conservados por mi; y mi natural desconocimiento de qué orden de autoridades debe intervenir en el asunto: todas esas anteriores consideraciones me inducen a rogar a V. E. que, si lo tiene a bien y salvo más acertada disposición de V. E., se digne: 1º Designar por quien corresponda la Comisión que reciba el cadáver de la señora Eva Perón y el escribano que legalice el acto. 2º Disponer que la entrega se haga en la parte metálica del ataúd, soldada ante mí y los testigos que hayan de firmar el acta, que podrían ser -entre otros- los mismos eminentes doctores antes mencionados que lo estudiaron por disposición del acuerdo general de ministros. 3º Recibir el rosario (regalo al parecer, del Sumo Pontífice*) que rodea sus manos, así como la plaqueta que representa el escudo peronista en metales y piedras aparentemente preciosas que tuvo prendida sobre el pecho. *Nosotros confirmamos que se trata del Rosario de oro que le regaló el Papa Pío XII

4º Recibir las ropas y efectos de poco valor material –sin razón actual de uso- que se hallan en el laboratorio. 5º Ordenar que, previo inventario, la CGT, el ministerio de Obras Públicas, el Ministerio de Salud Pública y la entidad sucesora de la “Fundación Eva Perón” se incauten de los enseres y artefactos de su propiedad existentes en el laboratorio de la CGT ocupado por mí. 6º Ordenar que…se me comunique oficialmente…quedo libre de todo compromiso…Prof. Pedro Ara


–Anexo 1.". Fotocopia de la carta de la Sra. Juana Ibarguren de Duarte. -Anexo 2" Fotocopia de la joya mencionada en esta nota”… …Al llegar a mi casa, ya anochecido, encuentro un aviso telefónico: el nuevo ministro de Sanidad, general Argibay Molina, me espera mañana a las ocho menos cuarto en Ministerio… Este ministro le dijo personalmente: “Doctor Ara, conozco el informe de la Comisión de peritos y soy el primer admirador de su trabajo; pero con él nos ha creado un grave problema y es preciso que usted mismo nos ayude a resolverlo devolviéndole al que usted guarda en la CGT las condiciones de todo cuerpo muerto con su evolución natural igual a la de todos.” Contesté que a mí se me había contratado para conservar y no para destruir; que esa preparación no podría desintegrarse si no era por el fuego ardería como una antorcha- o por alguna otra forma de violencia. Nosotros-replicó el general- somos católicos, y no aprobamos la cremación. -Señor ministro: yo tampoco la creo indicada en este caso. Si por razones políticas no quieren entregarlo a familia, creo que un entierro discreto, normal, les haría quedar bien con todos sin perjuicio para nadie -Y así tendrá que ser, doctor. Comprendí que el ambiente no era propicio a más amena charla; por lo que, tras recíprocos cumplimientos, nos despedimos y partí a continuar mi peregrinaje. Entre ese día y los dos siguientes, los últimos clichés, fotos y papeles vuelan hacia lugares más seguros que mis vulnerables gavetas... El día 22 había sido citado por el capitán de navío para encontrarnos a las 17 en el cuarto piso de la CGT; pero…tras cuarenta y cinco minutos de antesala…me fui sin verle. En lugar de tomar el ascensor descendí por la escalera. Al pasar lentamente por 2º piso no me fue difícil el comprobar que la puerta de la capilla había saltado por abajo y quedaba ligeramente entreabierta su hoja derecha... EL 23 y 24 DE NOVIEMBRE DE 1955


“a las nueve telefonea el teniente coronel Moori Koenig: me espera a las once en el quinto piso de Viamonte y Callao. Allí coincidimos puntualmente. En seguida me informa de que el Gobierno le ha encargado de rematar el asunto. No es partidario de actas notariales que –dice- me dará un documento que, sencillamente, acuse recibo de lo que entrego y me declare libre de toda responsabilidad... -¿Qué hacemos, mi teniente coronel, con la Joya que Evita llevaba en el pecho y que yo guardo? He traído un recibo complementado, como usted ve, con la fotografía del prendedor en tamaño natural, Ustedes me lo firman y yo lo entrego a la autoridad que corresponda. -Démelos, doctor; yo entregaré hoy mismo la joya al general y le daré a usted luego el recibo, pues no sé si debe ser el Presidente o debo ser yo quien lo firme. Así lo hice, aunque íntimamente intranquilo, pues Dios sabe qué puede pasarle entretanto al teniente coronel o al bolsillo izquierdo de su pantalón con lo que lleva dentro. Bien comprensible es, por supuesto, que esa intima intranquilidad me acompañara hasta que terminó como era justo. Llaman de la Presidencia: No se salga, doctor. Es el capitán M."; nada reservado…Solo involuntariamente capté el final del diálogo, cuando el teniente coronel dijo rotundamente: “El Presidente ha dispuesto que sea yo quien remate este asunto.” Sin más comentarios, volviéndose a mí, me impone de su plan. En primer lugar me ruega que visite al dueño de la funeraria y vea de conseguir la devolución del féretro de Evita para esa misma tarde. Cualquiera que sea el resultado de la gestión, a las 16,30 nos reuniremos los tres en el mismo lugar. A las 16,30 coincidíamos los tres y otras personas en Viamonte y Callao Esta noche -dice el militar- un camión del Ejército retirará el sarcófago del depósito de la compañía contra la entrega de un nuevo recibo. Despídese el director de la funeraria. A las 18, el teniente coronel, un mayor del Ejército y yo partimos al edificio de la CGT. Allí, en una pequeña habitación del cuarto… nos reunimos con el capitán de navío. El mayor cierra la puerta con llave y dice: -Lo que aquí tratemos es secreto (Capitán M. Se refiere al entonces capitán Francisco Manrique)


Una vez sentados los cuatro, el mismo mayor del Ejército…se dirige a mí: Profesor: queremos que usted nos entregue todos les papeles, cliches, fotografías y cualquier otra clase de documentos sobre este asunto, pues queremos quemarlo todo como un paso más hacia la destrucción del mito. Yo pienso en que tal vez sean los mitos lo que no se pueda destruir quemando papeles u otras cosas, pero no lo digo. Sólo, tras una breve pausa impuesta por la sorpresa, respondo sonriente: Por primera vez en mi vida he sido cauto y he procurado documentarlo todo. Seguramente habré cometido descuidos, pero no puedo desprenderme de lo que tengo; deseo conservarlos…por si tuviera que defender mi dignidad personal o profesional…el teniente coronel Moori Koenig reaccionó en el acto ante sus camaradas con estas palabras: -Os advierto que el profesor tiene todos sus papeles en Alemania. Ni negué ni confirmé la afirmación del culto militar, sino que, sin abandonar mi natural expresión, agregué: - Desde que inicié este trabajo comprendí que era un asunto fuera de serie, tan importante como peligroso; por eso que notas y comprobantes fueron, a su tiempo, guardados lejos de aquí. No se desfrunció del todo el ceño del mayor, pero se cambió de tema. Pasamos a puntualizar lo que haríamos aquella noche: yo les ayudaría a preparar el cuerpo yacente para su traslado a otro lugar que ellos creyeran, además se me daría recibo de lo que entregara y podría retirar del segundo piso de la CGT lo que fuera de mi propiedad. Deseaban comenzar ese mismo día...Descendimos por la escalera. Al llegar al segundo piso entramos juntos en la capilla. Evidentemente, la puerta había saltado astillada por abajo. La bandera nacional que antes cubría el cuerpo había desaparecido. Algún leve desorden en los vestidos denotaba un conato de investigación o de mera curiosidad, sin aparentes daños atribuibles al asalto. Recompuse lo alterado restableciendo fácilmente la estética. Ninguno de los cuatro hicimos comentario alguno abandonamos el edificio, despidiéndonos hasta más tarde.


Estaba para terminar el 23 de noviembre de 1955. Un poco antes de las doce de la noche llegaba yo a la CGT. Todavía no estaban los militares, lo que aproveché para ir preparando despacio las cosas. Los soldados de guardia en el segundo piso hallábanse en su lugar, unos ante la puerta de la capilla, dos junto a las ventanas de la fachada principal y otros frente a los accesos del ascensor y de la escalera. Al sentir mis pasos habían ya enfocado sus ametralladoras, como tenían orden de hacer al menor síntoma en cualquier momento del día o de la noche. El “Atrás, señor” era absoluto y sin opción... -Es el profesor - dijo el oficial de Policía, con lo que los soldados bajaron sus armas, volvieron a su firmes unos y a su reposo los demás. Abrí la puerta de la capilla ardiente. La dejé abierta y como siempre que se presentaba oportunidad parecida, los soldados fueron acercándose tímidamente, asomáronse temerosos a la estancia y entraron, al fin, animados por mi -siempre el arma empalmada-descubierta en religiosa actitud. Avanzó uno hasta el centro de la capilla y se santiguó; los demás lo imitaron. Al salir conmovidos, preguntaron: -¿Se la llevan esta noche, doctor? -No lo sé. -¿Qué irán a hacer con ella, doctor? -No lo se. -¿Cree usted, doctor, que la quemarán? -No; no lo creo. El cadáver de Eva Perón no estaba ya cubierto por la bandera nacional. Sus manos, envueltas siempre por el rosario del Papa, descansaban ahora sobre la bandera peronista vuelta del revés. Como secuela del asalto de los pasados días -junto a la puerta rota quedaba solamente la desaparición de la bandera nacional de guerra y ligeros desperfectos en los póstumos vestidos. Mientras los soldados vol-vían a su guardia revisé los otros departamentos del laboratorio: todo en orden, al parecer; no era ocasión de inventariar... -Por favor, doctor, cierre la puerta si va a salir; hay orden de hacer fuego contra quien intente entrar en la capilla. Cerré como pude, aparentemente, la maltrecha puerta y descendí al vestíbulo. Al pasar por los pisos me saludaron algunos obreros de los que durante la noche raspan los suelos y limpian los muebles de la CGT. Uno de ellos, como portavoz, me dijo:


Doctor, nunca nos hemos atrevido a pedirle permiso para entrar donde está Evita; pero esta noche parece que se la van a llevar. ¿Podríamos verla antes? -Bajen ustedes al garaje -les respondí- y ayuden a los militares a transportar el ataúd; es muy pesado y el camino ha de resultarles forzosamente difícil. Una vez arriba nadie les impedirá el quedarse con nosotros. Así lo hicieron; su ayuda de hombres fuertes resultó muy ponderable ante las dificultades que ofreció la subida del voluminoso sarcófago. Yo los situé en la capilla quedaron contemplando tristemente…hasta el final de la ceremonia en la que activamente participaron. Casi simultáneamente fui recibiendo a los jefes y oficiales que sucesivamente llegaban. El primero fue el teniente coronel Moori Koenig; en seguida, el capitán de navío, y luego otros militares cuyos nombres no recuerdo que me fueron presentados por Moori Koenig como adscriptos a la Presidencia de la República, en su representación, como testigos de lo que se preparaba. Bajé con el teniente coronel a explorar el complicado pasadizo al enorme garaje…el camión militar con el sarcófago de Evita estaba por llegar…la puerta se abrió con la misma llave que abría la del laboratorio y capilla del segundo piso…ya estaba permeable la sombría senda; el camión militar era llegado, y con él, el…ataúd en el que tres años atrás reposó el frágil despojo durante la quincena de su solemne exhibición…Era la una de la madrugada del 24 de noviembre de 1955…fuimos convergiendo en la capilla ardiente de Eva Perón. Todos los jefes y oficiales ha-bíanse presentado sin sus uniformes. Aparte hallábanse los policías y solo la custodia y los obreros de la CGT que ayudaron a subir el ataúd…sumaríamos en conjunto más de veinte personas que allí nos encontrábamos reunidas en silencio…Tal vez bajo los duros cráneos castrenses siguiera dominando el odio al caído régimen; tal vez eI corazón de los proletarios presentes siguiera destilando ira por su derrota y amor por la que fue su guía; mas todo quedó en el fondo de la conciencia de unos y de otros…dijo el teniente coronel Moori Koenig quien rompió la pesada calma aprovechando la presencia de los obreros:


-Hemos querido que se hallen ustedes aquí esta noche para que sean testigos de que todo se hace con el máximo respeto, como cumple entre cristianos. Usted, doctor, nos indicará cómo proceder. Hombres de la CGT y soldados de la custodia, tras apartar la barrera de flores -las últimas, las que pocos días antes habían llevado mi mujer y mis hijas-, situaron el sarcófago al pie de la plataforma funeraria. La bandera nacional que durante tres años la cubrió había desaparecido-como antes dije- cuando en el asalto nocturno de los marinos fue violentamente abierta la puerta de la capilla. De todos modos-explicó Moori Koenig- no hubiera podido ser incluida, porque la bandera de guerra no debe ser enterrada en ningún caso. Pero quedaba la del partido peronista; retiróla el teniente coronel. Al levantarla, el cuerpo de Eva apareció cubierto por la nueva túnica que desbordaba sus desnudos pies. Comprendo que el espectáculo impresionara vivamente aún a sus enemigos. Estilizada y alargada su figura bajo aquellos pliegues que más parecían tallados en alabastro; al aire sus manos de entrelazados dedos, como ligadas por las vueltas del rosario pontificio, recordaba las imágenes yacentes esculpidas en los viejos túmulos europeos. A una seña mía, dos obreros se acercaron para ayudarme. Uno de ellos, sin descubrirla, la levantó tomándola con su túnica por los tobillos; entre el otro y yo la levantamos por los hombros. Y así transportamos su delgado cuerpo, lentamente, con cuidado sumo, de la plataforma al fondo del ataúd, sin desordenar su peinado ni su vestido, quedando bien patente sobre él la cruz de su rosario. Mis improvisados ayudantes estaban pálidos y sudorosos por la emoción y el respetuoso temor. Más de una rebelde lágrima rodó, y no sólo de sus fanáticos adictos. Inmediatamente, el teniente coronel depositó a los pies del cadáver el plegado estandarte del peronismo. Luego, entre él y yo fuimos descolgando las cintas prendidas al negro cortinado que revestía las cuatro paredes de la estancia. Había gran número de ellas con inscripciones y dedicatorias doradas, resto de las innumerables coronas llevadas por las más diversas instituciones en toda clase de aniversarios y homenajes de la más variada índole. No hubiera sido posible conservar todas las recibidas desde


el fallecimiento de la señora de Perón, ni siquiera las que por centenares llegaron a la CGT durante los tres años largos de estar allí depositado su mortal despojo. Las que ahora quedaban eran las más recientes, representativas de las instituciones peronistas, de los Sindicatos, de los diversos departamentos del Estado, del Ejército, la Armada y Aeronáutica nacionales, de la familia, de Embajadas y Comisiones extranjeras… Primero la de la madre -dijo Moori Koenig, al mismo tiempo que cruzaba con ella el pecho de la difunta. A los lados y sobre el cuerpo fuimos dejando las restantes cintas. Llegábamos con eso a la culminación del piadoso acto. Sólo faltaba soldar la tapa metálica y cerrar el ataúd. -¿Dónde están los soldadores?-pregunté yo. -No han venido, porque no había seguridad de que pudieran actuar esta madrugada -respondió alguien. -Pero las empresas fúnebres quedan alerta toda la noche; podríamos telefonear y mandarían el personal inmediatamente. -Es muy tarde, doctor -dijo uno de los militares-. Son las dos de la madrugada. Vamos a dejar eso por ahora. Podemos hacerlo mañana, y al mismo tiempo redactaremos y firmaremos el documento dándolo todo por terminado. Insistí sobre mi deseo de soldar la caja metálica esa misma noche, mas no hallé favorable eco. Por lo menos cerremos con llave el ataúd, propuse, y en seguida los obreros colocáronle la pesada tapa. Pero una nueva y desagradable sorpresa me aguardaba: un fragmento de llave rota ocluía la cerradura, sin que fuera posible el extraerlo para probar otra que pudiera cerrar la caja e inducirnos una relativa tranquilidad. Hubo de quedar así, sin soldar y sin cerrar; es decir, a merced de las mismas posibles contingencias que cuando el cuerpo se hallaba al aire sobre su plataforma, sin más protección que sus vestidos y banderas. -No se preocupe, doctor -dijo Moori Koenig-; noche y día quedarán aquí los soldados de guardia, y ya conoce usted las órdenes que tienen. Mañana haremos todo lo que falta. Ese mañana no llegó nunca. Al día siguiente me telefoneó aplazando nuevamente la reunión; y al otro, igual. Traté de verlos inútilmente en su despacho de Viamonte y Callao; comprendí y no volví más. Tampoco pude volver a subir al segundo piso de la


CGT, pues desde que depositamos el cuerpo en su féretro sin cerrar, las órdenes del capitán de navío se reiteraron rigurosas: la guardia no debía permitir la entrada en la capilla “ni al Presidente de la República”. Ciertamente, siempre estuvo lejos de agradarme el que no se cumpliera lo acordado. Mis demandas se reducían a garantías sobre lo que podía quedar y faltar en el segundo piso de la CGT… EL PENSAMIENTO DEL DOCTOR PEDRO ARA Hago la transcripción del Capítulo III de su libro, para conocer el pensamiento y la opinión de quien durante 3 años trató casi cotidianamente el cuerpo de Eva Perón, a quien conoció fugazmente en vida, como él mismo lo relata. “Escalonadamente fueron sucediéndose los acontecimientos que culminaron en el 17 de octubre de 1945, fecha que yo olvidaré difícilmente, pues al otro día -primer «San Perón» de la Historia- nacía mi última hija, María Cristina. No es cosa mía el análisis ni el recuerdo, ni menos el enjuiciar aquellos ni ningunos otros sucesos políticos argentinos. No los presencié con los ojos cerrados, sino muy abiertos; pero el comentarlos sería ajeno al asunto central que historiamos. No faltará quien piense lo contrario: que sí tendría que ver; que de allí viene todo; que sin tales sucesos no hubiera nacido Eva Perón a la política, ni se hubiera elevado a la categoría de caudillo, ni despertado la admiración, la devoción y el verdadero fanatismo con que las masas populares consagraron como apostólica su figura. Parece ser que en esos días se virilizó su femí:nea fragilidad y fueron echados los cimientos del pedestal de amor de sus fieles; de aquellos miles y miles que desde entonces la rodearon y aclamaron en vida y querrían seguir acompañándola con su fervor, sus oraciones, sus lágrimas y sus lamentos más allá de la muerte; y también los cimientos del implacable odio de sus contrarios. Sin esos sucesos que habían de llevar a Eva Perón a la Historia, yo no hubiera tenido motivo --años después- para intervenir como técnico; pero el que las cosas fueran así no me obliga a tomar partido ni a ocuparme en inquirir o discutir las razones o sinrazones del movimiento de masas presidido por el coronel Perón y por su esposa, mientras no me dé por lanzarme con la audacia del inconsciente a invadir el campo de la historiografía política. Ojos tengo en los hombros -repito-- que me guardan de extremados cargamentos, aunque no siempre.


Esa misma prescindencia me impidió conocer a fondo, personalmente, el carácter y otras condiciones de la señora de Perón. Todos los que por aquellos tiempos constituíamos la Embajada de España, le fuimos presentados una tarde por el embajador Conde de Buines durante una cordial recepción ofrecida en su sede. Con quien ya era la esposa del Presidente cruzamos cuatro palabras amables y protocolarias; y no hubo más, por mi parte, para el resto de su vida. Cierto que, por razones de mi cargo, asistí muchas veces a diversos actos culturales en los que la señora se encontraba; mas en esas o parecidas ocasiones nunca pasé del obligado saludo o de presenciar silenciosamente el espectáculo de su elegante y graciosa silueta”.

Sin duda, cualquier persona que tenga oportunidad de leer esta transcripción de varios capítulos del libro del doctor Pedro Ara, podrá comprender mejor porqué nosotros llamamos premonición a aquellas palabras del Nuncio apostólico Ángelo Roncalli, cuando le dijera a Eva Perón en su visita a la Catedral de Notre Dame en París, que el camino emprendido en favor de los pobres y los trabajadores terminaba en la cruz. Tan amplia y profunda aquella premonición de San Juan XXIII, que poco menos de transcurridos 3 años de su muerte, decenas de bombas arrojadas sobre la indefensa ciudad de Buenos Aires el 16 de junio de 1955, asesinaba a centenares de personas y dejaba heridas y/o discapacitados a peatones y pasajeros de colectivos, incluidos aquellos niños que venían a visitar el centro de la capital de Argentina. Pero no les alcanzó aquella venganza que enlutó a tantas familias argentinas y el país todo. La destrucción alcanzaría, 3 meses exactos después, a miles de camas, colchones, frazadas, sábanas e innumerable cantidad de enseres que en los centenares de hospitales construidos entre el gobierno nacional y la Fundación Eva Perón, por el solo hecho de tenerlos identificados con el nombre de la Institución que lideraba la Abanderada de los Humildes fueron presa de las llamas. La persecución continuó con el cadáver de Evita, como describe el testimonio de quien trató su cuerpo desde el 26 de Julio de 1952. Es que jamás perdonaron que el hijo de un trabajador pudiera ir a la misma Universidad a la que estaban acostumbrados desde siempre solo tuvieron acceso los hijos de los poderosos. ¿Cómo perdonar que un 20 de Junio de 1949, el Presidente


anunciara la supresión de los aranceles en todas las Universidades de Argentina? ¿Cómo perdonar que los pobres tuvieran acceso a los mejores balnearios y los más grandes hoteles de turismo del mundo? A ellos accedían las familias de trabajadores desde los más recónditos rincones del país, con los consecuentes milagros que se produjeron sobre todo en niños muy pobres, como el caso de la niña de Batán, provincia de Buenos Aires, que comenzó a hablar (obviamente hasta entonces era muda), ante el asombro de sus compañeros de contingente, hechos de los que nosotros fuimos testigos. Tal fue la obra majestuosa de Eva Perón y su esposo en favor de los pobres, los enfermos, los desamparados, los trabajadores, los niños, los jóvenes, las mujeres…Aquellas escuelas cuyo número, 10.000, duplicó en solo 10 años de gobierno la cantidad de las construidas hasta entonces. O los hospitales modelo que en conjunto alcanzaron la increíble cantidad de 453 en el mismo período. Esos hospitales permitieron eliminar las enfermedades endémicas como la tuberculosis y el paludismo. ¿Cómo denominar el avasallamiento de la capilla ardiente, posterior secuestro y finalmente ocultamiento del cuerpo de Eva Perón durante 16 años en un cementerio de Italia bajo nombre supuesto? Nosotros, que tenemos en el ejemplo de Juana de Arco y el amor por su Pueblo, un fiel espejo donde mirar la templanza y santidad como ideales de nuestra juventud, nos conmovemos ante la maldad destilada sobre Evita, quien dio por sus semejantes tanto amor, al punto de no detener o al menos disminuir sus tareas pese a la permanente sugerencia médica que le advertía del riesgo para su salud al que se expuso por el excesivo tiempo que dedicó al trabajo social. A Evita le cantaron y le cantan los artistas de todos los países del mundo. Encumbrados directores, guionistas, actores y actrices han realizado películas y obras de teatro producidas en diversos idiomas. Fueron traducidos sus mensajes, libros y discursos tan llenos de pasión por la felicidad de todos los pueblos del Mundo. Cuánta razón tuvieron, insistimos, aquellas palabras premonitorias de San Juan XXIII en Notre Dame, que emocionaran


hasta las lágrimas a la Abanderada de los Trabajadores aquel 22 de Julio de 1947.

Capítulo 8 NUESTRA CONVOCATORIA COMENZÓ EL 22 DE ENERO Los Artífices de la Justicia Social en el Centenario de Evita


Efectivamente, por esos días recomenzamos la tarea de esta propuesta, en el primer mes del año 2019. La fecha tuvo una gran incidencia en nuestra decisión, porque un 22 de Enero pero de 1944, Evita Duarte se relacionaba con el coronel Juan Perón, por un hecho dramático, el terremoto de San Juan, que los habría de unir para siempre. Al mismo tiempo, ese mismo día hubiera cumplido años mi padre, quien junto a mi madre me enseñaron a ser agradecido con las personas, y muy especialmente de quienes como Evita y Perón, habían traído a los hogares humildes la dignidad del Pan, el Techo, el Trabajo, la Educación y la Salud, en síntesis la Dignidad como en contadas ocasiones existió en nuestro país y quizás en el mundo. Ellos son los artífices de esa Dignidad. Así fue que llamé a mi gran amigo y compañero Pablo Scolari primero, nacido y residente en la Cuna de la Bandera, Rosario, y a Fabián D’Antonio, para enseguida reunirnos con el sacerdote salesiano José María Di Paola, nuestro querido Padre Pepe.

Centro de Jubilados Mar del Plata, año 1999 Colonia de Chapadmalal, obra de la “Fundación de Ayuda Social Eva Perón”

Niños de Puerto, Mar del Plata, Camet, Gloria de la Peregrina, Batán y Sierra de los Padres en Colonia Chapadmalal. Año 1991.


No

podíamos dejar pasar el Año del Centenario de la Jefa Espiritual de la Nación sin brindar un homenaje, dentro de nuestras posibilidades, como ella y su esposo lo hicieron con Manuel Belgrano en 1949 al establecer la Gratuidad Universitaria en su honor, y al Libertador San Martín en 1950. NUESTRO PEDIDO TIENE PROFUNDOS FUNDAMENTOS

Nuestro pedido, se reafirma en la obra conjunta cuyas 3 primeras exposiciones las realizamos en lugares emblemáticos de la capital de Argentina, ciudad de Buenos Aires, como la sede nacional del S.M.A.T.A. el 7 de Mayo de este 2019 Día del Centenario de Eva Duarte de Perón; el 8 de Mayo en la Feria del Libro de Palermo; y el 14 de Mayo en la sede de la mismísima Confederación General del Trabajo, Azopardo 802, cuyos actuales responsables hicieron suyo el pedido de santificación a través de nuestro asesor espiritual, Padre Pepe Di Paola y el Arzobispo Primado de Argentina, Cardenal Mario Aurelio Poli. Aquí venimos a insistir sobre la Justicia que representará para millones de personas, niños, ancianos mujeres, trabajadores, que nuestra Santa Iglesia Católica Apostólica Romana acompañe a nuestra Evita Santa del Pueblo y la coloque en los altares para felicidad de nuestros fieles y santos.

Santa Isabel de Castilla

Imaginemos a Santa Juana de Arco cuando vea desde el Cielo a Santa Evita en los Altares; cuánta felicidad tendrá nuestra amada Santa Teresa de Calcuta, que con tanto esfuerzo sirvió a miles de personas desvalidas viendo a Evita reconocida por las


decenas de millones de personas que siguen disfrutando las obras y conquistas sociales logradas hace más de 70 años por Eva Perón. También pensamos cuánto disfrutarán aquellas mujeres que hoy desde el Cielo comprobarán que nuestra Santa Iglesia Católica jamás las olvidó; aquellas que lucharon a brazo partido junto a la Abanderada de los Humildes para imponer la Justicia Social. Esas Mujeres argentinas desde las más humildes a las más encumbradas dirigentes redentoras de las demás mujeres, en especial las desposeídas. Así como los millones de Trabajadores que desde el Cielo podrán ver a su Dama de la Esperanza, su Embajadora de la Paz como le llamaron al partir hacia Europa, donde vertió toda su Fe al servicio de los trabajadores españoles, italianos, portugueses, suizos y franceses. Esa alegría, hoy refrenada, llegará al Cielo para colaborar a la par de Santa Rosa de Lima; de Santa Teresita, ¿acaso no fue ella quien guió a monseñor Roncalli ante Evita? ¿No obró la misma Santa Teresita desde el Cielo junto a Dios enviándole al célebre arquitecto M. Reynes, que dirigió la construcción de la Basílica de la Paz de Lisieux, erigida en su gloria, portando la carta que su hermana Sor Inés de Jesús dirigió a la Señora de Perón? Y es oportuno recordar que ante la inminencia de su muerte, esa misma carta de Sor Inés, Evita la tuvo como consuelo entre sus manos para leer y releer, según comentara en sus memorias el padre jesuita Hernán Benítez cuando “…plena de fe cristiana se disponía a afrontar el paso de esta vida al más allá…”. No menos se regocijará nuestra queridísima reina y santa Isabel de Castilla cuando se disponga la santidad de Eva Duarte de Perón, a quien el lunes 9 de junio de 1947, día siguiente de su arribo a España, le fuera otorgada la Gran Cruz de Isabel la Católica ante las cientos de miles de personas que colmaban la Plaza principal de Madrid. Evita se dirigió a los presentes y a la multitud agradeciendo: “…Legado de Isabel, la mujer que estuvo más cerca de Dios en el tiempo sagrado de España, cuando estar cerca de Dios era combatir y rezar…”


Qué fiesta habrá en el Cielo cuando llegue Santa Evita de Argentina, tan amada y sin embargo tan maltratada durante estos 100 años; Evita, a la que San Juan XXIII, nuestro Papa Bueno, Ángelo Roncalli, le hiciera saber en Notre Dame de París que el camino que ella había elegido terminaba irremediablemente en la Santa Cruz si lo continuaba como hasta entonces. También estará de fiesta el Santo Padre Pío XII que en el Vaticano le obsequió el Rosario de oro con el que Evita pasó a la Inmortalidad, a las 20 y 25 de aquél triste 26 de Julio de 1952 a los 33 años de edad.

San

Francisco

y Santa

Clara

de Asís

Qué pensará hoy nuestro San Francisco de Assisi, al no ver aún junto a Santa Clara, a la Sierva del Señor Evita. La Evita Perón que abrazó la causa franciscana al punto de hacerse merecedora, como vimos, del título de Hermana Terciaria Franciscana en la Casa Central de los Franciscanos de manos del reverendo padre Perantoni, General de la Orden de San Francisco. Y el Apóstol Santiago, ya que en la mismísima Catedral de Santiago de Compostela, a Evita le fue impuesta la Medalla de Hermana Mayor de la Archicofradía del Apóstol Santiago, oportunidad en que la Señora de Perón dejara en nombre de su esposo, el presidente Juan Domingo Perón, “una bandera argentina, como homenaje al libertador de España…”. No podemos dejar fuera de estos comentarios, lo ocurrido en Zaragoza, donde, por una concesión especialísima y única, le permitieron besar la imagen de la Virgen del Pilar. Cuántas Historias podríamos volcar aquí, protagonizadas por Evita de Argentina, en perfecta comunión con nuestra Santa


Iglesia Católica Apostólica Romana, como sus magníficas obras, profundamente Cristianas.

Apóstol Santiago Virgen de la Pilarica en Zaragoza DOCUMENTOS FINALES Para completar esta parte de la presentación, creo oportuno transcribir la pieza completa expuesta por Eva Perón en España ante la multitud que la aclamaba insistentemente con fervor aquel 9 de Junio de 1947 al recibir la Gran Cruz de Isabel la Católica; creo que toma aún más valor si consideramos los tiempos de confusión y enfrentamientos que corren. Precisamente recién tomamos uno de sus párrafos para reafirmar el carácter cristiano, solidario y magnánimo de la mujer que representando al país potencia de ese momento, Argentina, hizo de la


humildad y el reconocimiento sincero una virtud pocas veces visto ni oído, muy lejos de un cumplido circunstancial.

“Excelentísimo señor, excelentísimos señores ministros, autoridades eclesiásticas, militares y civiles, señoras y señores: Confieso que sentía y amaba a España, pero el amor de España me abruma tanto, hasta hacerme desconfiar de la amplitud de las palabras de agradecimiento con que en nombre de mi pueblo, el de mi esposo y el mío propio, debo aceptar esta ofrenda máxima de vuestra hospitalidad. Me entregáis, señor, la Gran Cruz de una condecoración que toma su nombre de la Reina Católica. Colaboradora en el descubrimiento de un Mundo con la conquista de un reino de este Mundo. Sabéis el testimonio de su fe católica; me hacéis partícipe de su celo de gobernante; de sus triunfos; de su temple magnífico de mujer y de aliada de combate en la renovada estirpe y siempre fresco destino de ganar almas para la cruz y tierras para España. No acierto en verdad a encontrar ese término que envuelve a uno en apretado y cálido eco, el fervor y la tibieza y la imponderable sensación de encontrarme —con todo el pueblo argentino— unido siempre a vosotros y con vosotros en este momento de especial significación. Entiendo que esta distinción personal es extensiva a la representación de mi país. Sé que me entregáis esta gran cruz de la reina españolísima como un homenaje de la Madre Patria a una de sus hijas predilectas; en tal carácter, con tal destino especial, la acepto y la tomo en custodia. Con ella retornaré a la cotidiana tarea de reconquista social y moral de nuestro pueblo. Será, en todo caso, por su tradición y significado, el acicate de esta otra batalla diaria, que, cual la de Isabel, rendimos en mi país por aproximar a todos los hombres a la justicia común de ser hombres y, por tanto, seres que compartan entre sí sin discordias la tarea bíblica de trabajar en armonía, sin expoliación ni esclavitud. Esta es la lección de admirable fe que esta condecoración me da, la de luchar y acrecentar en toda medida las conquistas materiales y espirituales de mis hermanos; esta es también, me apresuro a declararlo, la intención, la emoción y el impulso con que mi esposo, el Señor Presidente de la República Argentina, recibirá este obsequio de España Legado de una reina combativa que ayudó a visionarios y colaboró con caballeros de armas en sus propias conquistas de moros. Legado de una reina que atendió a lo


universal, la fe católica y la expansión de su reino cristiano. Legado de Isabel, la mujer que estuvo más cerca de Dios en el tiempo sagrado de España, cuando estar cerca de Dios era combatir y rezar. No otra cosa, insisto, es para mí este símbolo; fervor de multitud; emoción de pueblos que se revuelven en sus designios que superan la tiranidad; pueblos que están sedientos por consolidar un futuro más amplio; un horizonte más abierto; una vida más llena de posibilidades: Emoción de un alma de mujer que ha sabido reunir en las pasiones miles de voluntades, miles de privaciones, miles de ímpetus solidarios Los días de apasionamiento que encarna esta gran cruz de Isabel pueden ahora confundirse con la emoción popular de esta Isabel siempre viva y siempre combativa y cristiana que es España. Isabel está en vosotros y en todos los trabajadores de España, porque Isabel la Católica es España misma, y España ha sido siempre el sacrificio, el trabajo y la generosidad. Quiero ver en este regalo que acepto en nombre de mi pueblo, este otro pueblo de España, imagen de Isabel, unidos siempre al impulso de una obra monumental que supera el presente, nosotros hijos, de miles de necesidades, que trabajamos y luchamos denodadamente para que este futuro alcance en bienestar a todo el mundo, dentro del ordenamiento social cristiano accesible a todas las privanzas y a todas las necesidades. La Argentina dio otra vez al mundo la certeza de que los derechos del trabajador no eran mera letra muerta. La Argentina acaba de incorporarlos a su jurisprudencia, como España incorporó a la suya, cuando Isabel, los derechos humanos a la eternidad. Unos y otros, aquí y allá, hemos estado combatiendo por la verdad divina, y por la verdad humana; hemos defendido y combatido por el hombre olvidado, desechado combatir solamente por su habilidad para producir. Somos el pueblo de trabajadores que ha hecho y ha dado la paz y razón de existir. Damos gracias a la divina providencia que nos ha permitido ser justos, equitativos y solidarios para con nuestros hermanos que no tienen ya diferencias sociales y luchan por hacer desaparecer las ultimas que aún puedan existir. La paz y el trabajo son las bases de la nueva sociedad argentina de mi mensaje, el de la mujer argentina, que ha de cantar ahora para todas las mujeres españolas esa verdad fundamental de nuestra existencia. Trabajar por un futuro mejor en una tierra a la que Dios favoreció con el bien maravilloso de la paz. Esta gran cruz nos recuerda la intensidad de Dios y la intensidad de ambiciones que


hay en el mundo que compartimos. Isabel fue una reina popular porque su tienda de campaña estuvo en el corazón de sus hombres”. MENSAJE DE EVITA AL PUEBLO ITALIANO DESDE ROMA “Italianos: En alas argentinas, cruzando mares y continentes, vine a esta secular Italia como mensajera de paz y de esperanza de los trabajadores argentinos. El jefe de los trabajadores argentinos, General Perón, levantó la bandera de la justicia social para organizar las bases de una sociedad mejor, en la cual la felicidad sea posible y permanente, bajo el signo cristiano del divino Maestro y Redentor. Soy mensajera de los trabajadores argentinos, que han interpretado las humanas aspiraciones del primer trabajador argentino, el presidente Perón, quien ha hecho posible en nuestro país la justicia social a la que aspirábamos desde hacía mucho tiempo. Mi trabajo es conciso y claro: lo forman las simples palabras de las mujeres de la Argentina, quienes expresan su deseo de que la paz pueda reinar una vez más sobre el mundo, junto con el bienestar general, para que de una vez por todas desaparezca la desdicha de todos los hogares. Mi mensaje es simple y supremo, porque está inspirado en la justicia social que la Argentina hace suya y en la fe en un mundo más comprensivo, más feliz, más seguro y lleno de más cariño. Mi mensaje está inspirado en el ideal de paz y en el trabajo constructivo. Es el mensaje de la hermandad, el mensaje de amor. Al llegar a esta antiquísima Roma, faro de una civilización milenaria, he visto que la similitud de raza, de sangre y creencias de los argentinos e italianos se manifiesta también por su amor al trabajo. Mientras los italianos trabajan activamente para reconstruir su país, en la Argentina nuestras dinámicas masas de trabajadores laboran con entusiasmo, amor y fe, para construir una vida mejor para ellos mismos, siguiendo el plan quinquenal del General Perón, cuya meta final es que no haya hombres demasiado pobres ni nadie demasiado rico, con miras a una justicia social para todos los hogares, aboliendo las diferencias sociales en una nueva sociedad en la que habrá bienestar y felicidad para todos. Este plan tiende a que todo hombre y mujer de edad, así como los niños, se vean protegidos en la sociedad en que viven, que puedan trabajar con dignidad siguiendo su vocación, y que puedan encontrar su lugar en la vida pública. He venido aquí para anunciar en voz alta, con la voz de la paz y la armonía, los nobles ideales de las mujeres de mi país, que han escrito hermosas páginas de gloria en la historia argentina. Lo hago con fe, convencida de que la participación de las mujeres en la vida pública de todas las naciones se está haciendo necesaria y


evidente a cada día que pasa. Es un gran honor para mí que me hayan elegido como intérprete de sus aspiraciones. Juntas hemos realizado una gran campaña en pro del voto femenino y juntas continuaremos luchando hasta que obtengamos el triunfo en todas nuestras aspiraciones. Me siento feliz de haber venido a Italia porque así he podido ver que, como en el pasado y como siempre, los corazones de los italianos están llenos de cordiales sentimientos hacia la Argentina, que por intermedio de mi persona extiende a los italianos un abrazo de amor y lealtad, con el deseo de un rápido y total resurgimiento de Italia, en la paz y la Cristiandad. Pongo punto final a este breve mensaje con un grito cordial y profundo, que procede de mi corazón: ¡Viva Italia! ¡Viva la Argentina!” Mar del Plata y Sierra de los Padres, 3 de Setiembre de 2019. AÑO DE MARÍA EVA DUARTE DE PERÓN, SANTA EVITA

La madre del Autor, Hilda Mercedes Villamayor de Elorza recibe de manos de la Señora Eva Perón, en la foto junto al Cardenal Santiago Copello, Arzobispo de Buenos Aires y Primado de Argentina, el primers subsidio por nacimiento. Esta fotografía acompañó a Evita en su despacho de la Fundación de Ayuda Social.



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