Santander
Imaginario
-Diciembre 2010-
Nยบ 7
Editorial
La navidad, el momento perfecto para ponerse como un cerdo sin remordimientos, ya que este año me voy a poner a cocinar una dieta sana y equilibrada. Este año también voy a dejar de fumar, aprovechando que parece ser que todo el mundo también lo deja. Saldré a correr por las tardes y usaré menos la moto. Los días de sol que amanezca despejado, iré al curro en bici. Y, sí que sí, prometo que escribiré aquel relato que bosquejé una tarde mientras esperaba a estos sentado en el bar. Con una jarra bien fría en la mano, escuchando suave jazz y leyendo Santander Imaginario, mi mente voló a ese lugar interno en el que los problemas pierden el sentido y la vida nos regala un momento sublime de paz. Probablemente no deje de fumar ni de comer como un salvaje, pero mi horita de imaginación nadie me la quita:
Solución rincón perdido nº6
A veces, cuando las circunstancias de la vida te obligan a visitar un lugar de oscuras connotaciones, tales como el tanatorio, el cementerio o el depósito municipal; a veces, descubres un pequeño rincón que merece la pena descubrir. A veces, de camino a los juzgados, te tropiezas con un entrañable señor que, paseando sin saberlo al borde del mar, baja de la cuesta del hospital al ayuntamiento para comprar una lubina en la plaza.
Santanderimaginario.blogspot.com Javito, Lalo y Franto
Fotografías de Portada, de contraportada y de “2010” (pag.5) cedidas por El Franto. Fotografías de “La Ventana” y “Acuérdate de vivir” cedidas por Javier Vila y La caverna de la Luz. Fotografía de “2010” (pag.6) cedida por El Nombre. Fotografía de “Un día de lluvia” por Silvia Varano. Fotografía de “Vivencias” (pag.13) por Lucina.
(Cf6) Ca3 ‐ 2010 I. Parece men+ra, ¿verdad? … Ya han pasado casi doce meses desde que nos conocimos. Te lo juro, ha sido el año más feliz de mi vida. Sé que al principio no me hacías mucho caso. Pasabas a mi lado, con ese abrigo negro que te quedaba tan bien, y lo dejabas todo lleno de perfume. Te lo juro. Sería capaz de reconocerte por tu perfume en medio de una mul+tud de gente. Como el día en que España ganó el mundial, ¿Te acuerdas? Allí estabas, a mi lado. Pero, vamos poco a poco. En Enero fue cuando apareciste en la mesa que hay delante de la mía en la oficina. “Esa debe ser la nueva. Una chica guapa”, pensé al mirarte.
La primera vez que te levantaste a por café, te miré el culo. No me mires con esa cara, es algo que hacemos todos los Ros por ins+nto. Además, cuando volviste, te sentaste y te apartaste el pelo, no pude dejar de mirar la luz de tus ojos. Tómatelo como un halago nada más. Un mes más tarde, me había acostumbrado a tenerte ahí cerca, enfrente. A que entrases por la puerta, iluminándolo todo. A que me saludases educadamente al pasar, y que yo me pusiese rojo de ve rg ü e n za . E s o s d í a s , t ú te d e d i c a b a s a t r a b a j a r tranquilamente, mirando la pantalla del ordenador. Te veía ir a tomar café con Laura y Beatriz, las de administración. Reírte con los chistes de Juan Carlos, el de contabilidad –cosa que me daba una envidia tremenda‐, pero aún así seguías un poco tensa. Lo notaba en tu cuello. No es fácil ser nuevo, te lo digo por experiencia. En primavera empecé a notarte algo diferente. Quizás fuese que te sentaba mejor algo más de calor. Empezaste a venir con ese jersey azul que tanto me encantaba–y me encanta‐. A sen+rte más relajada en el trabajo. Incluso cruzaste un par de frases conmigo. El día que viniste
con el ves+do de flores, y me saludaste con la mano desde tu s i + o , l o s u p e . M e e s t a b a enamorando de +. Poco a poco. De la misma manera que iba llegando el verano, supe que ibas a ser la mujer de mi vida. En Junio me diste un susto enorme. Dos semanas sin aparecer por la oficina. Los primeros días pensé que estabas de vacaciones. Incluso pregunté a Marta, la chica de tu departamento, pero me dijo que no sabía. Entonces, me empecé a preocupar. “La han echado”, pensé. “Seguro que la han echado”. “Claro, por la crisis... la primera en caer es la nueva”. “No me puedo creer que no vaya a volver”. “¿Qué voy a hacer yo ahora?”. De verdad, no sabes lo que te llegué a echar de menos. Según iban pasando los días me fui sin+endo peor, hasta que me dijo J u a n C a r l o s q u e e sta b a s d e vacaciones en casa de tus padres. Yo también quería tener esa confianza con+go. El día que volviste, morena, con el pelo liso, casi lloro de la emoción. Habían sido unos días duros sin +. Pero para entonces ya tenía claro que tenía que hablar con+go. Estar cerca de +. Notarte. Fue la noche en que España ganó el mundial. Yo salí con el resto de la gente a celebrarlo a Cañadío. Fue en
ese momento, al intentar pedir una cerveza en un bar abarrotado enfrente de Santa Lucía, olí tu perfume. Me giré, y ahí estabas tú. Con una camiseta roja y la cara pintada, como casi todos. Como nadie. Me quedé de piedra. Tan cerca, que mi brazo se tocaba con el tuyo. Cuando te diste la vuelta para coger lo que habías pedido, nuestros ojos se encontraron. Me guiñaste el ojo, sonriendo, y volviste con tus amigas. En ese momento, desee ser Juan Carlos, con su sonrisa y sus chistes idiotas para que me hicieses caso. Pero si solo tuvieses la mínima idea, la mínima certeza de lo importante que eras en mi vida en ese momento, hubieses alucinado. Me quedé allí, con la cerveza en la mano hasta que volviste a mirar. Cuando lo hiciste, sonreí, te saludé, y salí por la puerta. Feliz. Al día siguiente, media oficina tenía resaca y la otra media no había v e n i d o a t r a b a j a r, p e r o s e perdonaba todo. Tú viniste con unas ojeras increíbles, y aún así estabas preciosa. Me levanté, y me acerqué a tu mesa. “Hola… ¿Qué tal ayer?”, te dije. Me miraste. “Muy bien, la verdad es que parece increíble todo esto. ¿Tú eres Ernesto, verdad?” AsenR. “Espero que tú también lo disfrutases”,
dijiste. Entonces, sonó tu teléfono y tuviste que atenderlo. Ernesto. Me gustaba como sonaba con tu voz. En tu boca. Ernesto. Tenía que volver a encontrar otro momento para estar a solas con+go. Surgió en Sep+embre. Juan Carlos montaba una barbacoa en su casa de San Román por su cumpleaños, e invitó a todo el mundo. Ya sé que a mí me invito por compromiso. Por no quedar mal, pero no me importaba. Sabía que irías. Además, la noche anterior preparé ensalada César. Un día escuché que era tu favorita. No tengo mucha idea de cocina, la verdad. Estaba hecha con todo el esfuerzo y amor que le pude poner aunque, y soy consciente, no tuviese muy buena pinta. Me acuerdo de haberte visto entrar. Haberte visto hablar con todo el mundo. Haberte visto andar casi a cámara lenta, riéndote. Dejando el sol resbalar por tus hombros. Así que en+éndeme. Cuando Juan Carlos dijo que te había preparado tu plato preferido y que era su especialidad, no lo pude soportar más. Tiré mi bandeja y me fui. En+éndeme. Todavía me duelen las miradas de todos en la espalda al salir por la puerta. Los siguientes dos meses me miraste como un bicho raro. Como
e l r e s t o . L o e n + e n d o , e s comprensible. Supongo que a ojos del resto no tenía mucha lógica. Pero yo seguía completamente enamorado de +. Te miraba todos los días entrar y colocarte en tu mesa. Pero ya no me saludabas. En+ende que era muy doloroso cuando me evitabas en el ascensor, en la escalera. Tú, la mujer de mi vida. Sólo quería una oportunidad más. Sólo una. Menos mal que me la has dado. Dios, hueles tan increíblemente bien. Verás cómo lo disfrutamos estas navidades. Además, te he hecho tu plato favorito para cenar. Vuelvo enseguida.
La vida sexual, entre los humanos, no sólo ajusta, aprieta, a dos en una cama, piel con piel, boca en otra boca, extremidades haciendo nudos... la vida sexual, entre los humanos también puede ponernos en un "aprieto", casi ahogarnos, II. Al escuchar la puerta cerrarse, Carmen intentó por todos los m e d i o s q u i ta rs e l a m o rd a za empapada de sus lágrimas. Pero no. Estaba atada. Monet.
pero, fundamentalmente, el sexo agujerea nuestra verdad... Con la boca, con la voz, con el oído...
Y hoy tengo ganas que me aprietes, liberándome de estas sogas... texto inspirado a partir de una presentación psicoanalítica
Gracias a el nombre http://elnombremenombra.blogspot.com/
LA VENTANA Después de mucho pensarlo allí estaba. Enfrente de la ventana. La abre despacio aunque con seguridad. Se sube, ya está sentada en la repisa. Cree que no hay nada que hacer, no pinta nada aquí. Cuenta hasta 10. La cuenta atrás. 4,3,2,1. Y de repente la fría brisa de la noche santanderina le corta la cara, no la deja respirar. Todo se vuelve negro. No se oye nada. Todo acabó. De repente en la oscuridad ve un triciclo. El mismo que está colgado en el garaje de sus padres, aquel en el que pasó tantos ratos. Luego ve un cubo y una pala, que todavía tienen restos de arena de la playa. La ilusión de los castillos que quería hacer y que no le salían, pero se empeñaba una y otra vez. Las olas golpeándola y el deseo de saber que había más allá. Más tarde comprendió que había más agua y tierra. Aunque ella prefería la versión que se inventaba de pequeña, que había otro mundo, lleno de las cosas que entonces la emocionaban. Vio un columpio y como le gustaba volar sobre él. Se ve jugando al escondite y como se le
aceleraba la respiración cada vez que estaban cerca de descubrirla. Nunca le gustaron demasiado las muñecas. Era más de construcciones y de coches, aunque de vez en cuando también jugara con muñecas de esas que acomplejan niñas. Se encuentra de frente con la primera vez que salió sola a la calle y ¡cómo le gustaba aquello!, ¡qué independencia! Eran aires de libertad. Algo estaba cambiando. Le encantaba que su madre la mandase a la panadería o al super. Siempre iba por el camino más largo, imaginando historias de la gente que se cruzaba. En una de esas conoció al que sería su primer novio y con el que descubrió el amor. Aparece un CD. Es de Ska-P, el primero que tuvo, un regalo. Le abrió la mente y comenzó a escuchar música diferente. Sobretodo rock estatal. Llegó a sus manos un CD que le ponía los pelos de punta, que le hacia volar y hasta llorar, era el “Yo, minoría absoluta” de Extremoduro. A partir de ahí, este grupo se
convirtió en la mayor parte de la banda sonora de su vida. Estaba su mochila, la que la acompañó durante los años de instituto, la roja. Sus amigos. El montón de ilusiones que daban para construir mil pirámides egipcias, las ganas de luchar por un mundo mejor y de hacer sueños realidad, los suyos y los de los demás. De nuevo volvió la oscuridad. Entonces se volvió a iluminar y apareció una entrada. Simbolizaba la cantidad de conciertos a los que
n o i b a a i r. A p a r e c i ó e l Interfacultativo y su nuevo piso. Aparecieron los paseos que no daría por el Sardinero y las juergas que no se pegaría. Las tardes de risas, y también aunque le gustase menos las tardes chapando. Apareció una clase, pero no estaba en su mesa, si no que estaba en la mesa del profesor, su mesa. Bueno, la que hubiera sido su mesa. Apareció él y canciones y películas que jamás escucharía ni vería. Vio gente que no conoció y mil cosas más. Eran las cosas que le quedaban por hacer en la vida. Quería que aquello se borrase inmediatamente. Ya no había nada
que hacer ni tiempo para lamentarse. Lo había hecho. Había saltado. No había marcha atrás. Aunque ahora no hubiera cosa que desease mas que volver a estar enfrente de la ventana abierta y cerrarla de golpe, pensando en todas las cosas por hacer aún . Pero no, no es posible. Para colmo, antes estaba bien, no le dolía nada, se sentía flotando, pero ahora le comenzaba a doler todo. Debía de ser la muerte y dolía bastante. Una cara borrosa y muy iluminada, dolor en los ojos y voces. Un incesante “pi,pi,pi,pi” la martilleaba los oídos. ¿Qué estaba pasando? ¿Qué era todo aquello? No, no era la muerte. Su madre estaba allí. No estaba muerta. Lo había conseguido. Tenía otra oportunidad. La vida le daba otra oportunidad y no estaba dispuesta a desaprovecharla. Juliette
Un día de lluvia Un día de lluvia. Después de una semana de lluvia. Así mi llegada. Gota sobre gota el circulo de agua en el mar se volvía mas grande, tirándome fuera de lo común y de lo banal. Nuevos colores... el azul intenso, el gris y el blanco, el verde y las manchas colorada de asimetría. El océano, el cielo, las flores y yo. Un jersey me cubre del viento cada noche pero no puede ocultar mi confusión, mi búsqueda, mi libertad y aún ahora sigo sintiendo el aire punzante sobre mi piel y me despierta, me da vida y lucha con la respiración cálida de mi cuerpo. Así que es hielo, un bofetón en una mejilla virgen, una palabra silenciosa y provocadora en una oreja hasta ahora acostumbrada a sonidos fuertes o conocidos; es montaña y mar al mismo tiempo como si fuera posible armonizar ángulos y rayas, es un cuadro que rodea el cuadro de tu propia vida, es un momento. El momento de cambiar, de correr, de enfrentarse al infinito, de perderse y reencontrarse, de caer en una cuesta de abajo sabiendo que luego sólo te queda subir, es salir con una cámara
fotográfica y fijarse en mil de estos momentos intentando atraparlos, intentando entender la eternidad.
pensamiento, de mis dudas, de mis preguntas. El océano me ha dado la dimensión tan pequeña de mi
De una sonrisa, de un bienestar causa, de una lagrima por distancia, de la indiferencia por saber que sentido tiene la vida o
sin la no los
cuerpo y ha sido la pista de despegue de mi alma. Ha mezclado las dudas y las preguntas dejándome respuestas, o ilusiones.
semáforos con los hombres que corren, de la inquietud de la noche con su olor tan fuerte a cebolla y cerveza, de jamón y hombres, de
Ha sido una relación positiva y peligrosa a la vez. Positiva porque las olas constantes han calmado mis olas, peligrosa porque en los
pescado y limpieza, de tortilla y grupos de ovejas. Y más... la impotencia frente a la rutina, las ganas de hacer algo bueno, la
diálogos que he tenido enfrente de él olvidaba mis límites. Olvidaba que el mar puede cortar trocitos de ti, hacerlos arena y andar y venir hasta
extravagancia como el surf (así que algo que no conocía se vuelve en una cosa mas que sabes de ti), la posibilidad de salir de uno mismo
que la verdad esta ahí mismo y no puedes huir más. ¿Que es la verdad? Bueno, yo todavía no lo se pero si hago caso siento el sol pasar entre
para destruir disfraces y papeles en los que estamos bloqueados. En este concierto de sensaciones dos cosas son fijas... las gaviotas y el mar. Nunca había andado por una
los agujeros de mi jersey y calentarme, veo a los pescadores que siguen con su trabajo cambiando cebo, sillas y gorro pero
calle con compañeros así. Las gaviotas subrayan los sueños. Estar mas allá, volar, ser libre (y no estar libre), estar bien aunque tu vuelo sea en soledad, tener la capacidad de elegir lo esencial dejando a los demás lo que no hace falta o lo que no marca la diferencia. Y el mar. Mejor... el océano. El mediterráneo era para mi la caja reservada de mi
tienen la misma determinación; veo una pareja con pelo blanco acercarse a mi asiento en el bus y el hombre guardar su pañuelo en el bolso de su mujer y su mujer sonreír con amor; me doy cuenta que las manchas de colores son las personas que he conocido y que hacen brillar de paradoja y esperanza mis días; oigo las olas la mayoría del tiempo pero a veces no
oigo nada y esto tiene el ritmo de mi búsqueda “sin saber que busco”; leo la misma curiosidad que me anima
canción tan dulce como la que se canta a los bebes en una cuna... es la voz del mar. Que lucha, se enfada, se
en los ojos de quien no me mira con superficialidad; lloro porque los momentos preciosos no duran mas de un minuto y odio mi capacidad
baña de sol, se hace mayor y pequeño a la vez, que va a todas partes y luego al punto de inicio, que tiene una amistad con la luna
de habituarme al cambio; entiendo que no me interesan las calles secundarias ni las emociones con matices poco definidos; me siento
de la cual pocos son testigos, que se funde con arena y roca, que besa y ama su tierra después haber dado la vuelta al mundo.
en paseo de Pereda con los pies arriba del agua pudiendo ser sincera conmigo misma, advierto la tensión de una mirada, y vivo el presente
Silvia Varano
repitiendo
en
mi
cabeza
una
Acuérdate de vivir Acuérdate de vivir. No dejes pasar primaveras que no existen supermercados donde las puedas comprar. Acuérdate de vivir y sonríe siempre que puedas. Por mucho que hoy no quieras es mejor para ti. Acuérdate de vivir. Mira de vez en cuando al pasado y no creas que tu destino está escrito por ahí. Acuérdate de vivir. Y de ser auto-suficiente. No depender de gentes que no dependan de ti. Acuérdate de vivir e invierte tiempo en quimeras que aunque no siempre son buenas a ratos, te hacen feliz. Acuérdate de vivir y no te olvides de lo malo no vaya a ser que después el ayer te vuelva mañana. Acuérdate de vivir vive la vida loca y no mueras por su boca si no se acuerda de vivir. Davide Amato.
“VIVENCIAS” En el primer piso de un portal cualquiera, pongamos el nº 25, acabo de nacer YO, sí una más del montón, sin apellidos rimbombantes, es más, llevo los dos de mi madre. En la partida de nacimiento se escribió: Fecha: Hora: Nombre: los Lugar:
20 de agosto d 1970 A la salida del sol La Soledad de mi madre la inspiró y al mirar hacia la ventana pensó, para que amigos la llamen Sol. En que lugar podría brillar más un Sol, si no en la calle que su nombre lleva.
La noche que cumplí diez años un ruido me despertó, alguien llamaba a mi ventana, juro que un ángel se asomó, era de mi estatura, sus cabellos rizados cual fuego rojo y con unos ojos más intensos que el verde de las praderas, me susurró: -Cada noche a las 12 has de mirar por esta ventana y grabar en tu memoria todo lo que en esta calle pase, no te preocupes, no sentirás sueño y a la mañana siguiente no recordarás nada.-
Yo con el miedo todavía en la cara, me atreví a preguntarle: -¿Y porqué yo, señor ángel?, soy una niña más del montón, ni siquiera tengo padre, mi madre dice que fue un aventurero irlandés que por aquí pasó y del que perdidamente se enamoró, pero que nos dejó cuando supo que iba a nacer yo.-
Entonces el ángel respondió: -El destino se escribió antes de nacer si quiera tu madre, ella con su talento para pintar y su gran sentimiento por las letras, fue elegida por un Dios celta para que tú fueras perfecta. - Sólo tienes que pensar que en el mundo no existe nadie a ti igual, eso solo, ya te hace especial. - Tu misión pequeña, es que te dediques a contar las historias de la gente normal, bohemios, artistas, soñadores, gente que sufre de verdad, no de los ricos y famosos, en esta calle no tienen lugar.
! !
Cada noche durante los siguientes diez años, yo sin saber como, me despertaba, pegaba mi nariz a los cristales y abiertos los sentidos miraba a las gentes que allí estaban, a los que se besaban, a los que gritaban, a los que se tambaleaban, a los que lloraban, a los que reían, a los que hablaban, a los que esperaban y a los que solos estaban, también los había que solo pasaban de largo, pero tranquilos algo se me ocurrirá de ellos para contaros. El día de mi veinte cumpleaños yo ya le esperaba, volví a escuchar aquel familiar ruido que hacia tiempo no me visitaba, pero esta vez me levante sin miedo y allí estaba asomado a mi ventana, había crecido igual que yo y su cabello por el pecho le llegaba, quizá un poco más oscuro y la piel menos de porcelana, los años también pasan para los ángeles, pensé yo, pero el brillo que antaño lo iluminaba era aún más intenso de lo que recordaba. Esta vez note su voz más clara, - Veinte años te doy de descanso, en ese tiempo aliméntate de tus vivencias, pero conserva cada una de las experiencias que la vida te ofrezca, ahora te toca ser a ti, la protagonista de tus propias historias. Un día sufrirás y será el momento de empezar, - ¿Cómo lo sabré?- lo sabrás.
Así me fui de ese lugar, me casé, tuve hijos y me acabo de separar, no sé si ha sido la vida, en la que me he sentido incomprendida, no valorada ni apoyada por quien yo amaba, o que mis veinte años de descanso se acaban, las casualidades del destino quizá o que en verdad estaba escrito, me encuentro buscando piso para volver a empezar y me acaban de entregar las llaves del primer piso del nº 25, ya imaginareis de que calle. Hoy cumplo 40 años y se que mi ángel, vendrá esta noche como prometió. Esta vez le espero yo despierta, es todavía tan fuerte el dolor que tengo en el corazón, que llevo mucho tiempo peleada con el Dios Morfeo. Puntual como un reloj aparece su reflejo en la ventana, alguna cana como yo y quizá más ojeras, no pareces un ángel le digo, más bien un mortal cualquiera.
Esta vez no había ninguna luz que lo iluminara y casi diría que era yo reflejada, pero no, mi ángel existió y me acompaño, verdad?, pero esta vez nadie me habló. Sola en medio de aquella habitación aún vacía, un escritorio, una silla y las farolas de la calle por bombilla, me invitaban a sentarme y por muy extraño que parezca un montón de folios y un bic azul reposaban olvidados en aquella mesa cubierta de polvo de muchos años. Una lagrima resbaló por mi rostro, respire hondo y con la sola compañía del murmullo de la calle del sol y sus gentes abriendo la puerta a la noche, comencé a escribir y escribí mil historias, no se donde estaban guardadas, sólo sé que no podía pararlas y fluían y fluían como el agua por una cascada. Me desperté con la luz del alba y por todo el suelo mil hojas andaban como caídas de un árbol en el otoño, miré de nuevo hacia la ventana para sentir el calor de la mañana y vi el reflejo de una anciana, con el cabello lleno de canas, curioso, dos grandes mechones rojos que no habían querido perder su color por la frente le caían y unos ojos verdes que se apagaban tras unas gafas de lector, como un buen jardinero recogí todas las hojas, con paciencia, una a una, empecé a mandarlas a una revista local, 1 por semana, se que las iban a publicar, mi ángel me lo dijo, hace tanto tiempo de eso ya… Hoy cumplo 60 años y me he vuelto a sentar en este rincón que me ha hecho soñar, después de contar tantas historias de la gente normal, vigilante nocturno, narradora silenciosa por la mañana, es hora de descansar y esperar que mi ángel en verdad me venga a buscar, mientras espero, vivir en soledad, espera Soledad soy yo, para los amigos Sol, pero antes creo que ya es hora que os cuente mi propia historia. Una joven soñadora, nacida de un bello Dios celta y una madre pintora y poeta, con los cabellos rojos como el fuego, la piel de porcelana y unos ojos verdes como las praderas irlandesas, a los veinte años, se fue del primer piso del nº 25 de la Calle del Sol donde había nacido, para vivir sus propias historias, porque un ángel así se lo mandó…… Lucina