REVISTA Nº 15 DE LA JUNTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE TUCUMAN (DIC. DE 2017)

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Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán Nº 15 – Dic. 2017


Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán Nº 15 – Dic. 2017

Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán — N° 15 — Marzo 2018

Tucumán – República Argentina


Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán Nº 15 – Dic. 2017

Junta

Revista de la

de

Estudios Históricos

de

Tucumán

Nº 15 San Miguel de Tucumán, diciembre de 2017

Director: Ventura Murga Comisión de Referato: Dr. Carlos Páez de la Torre (h) Prof. Nélida Beatriz Robledo Prof. Elena Perilli de Colombres Garmendia

ISSN 0327–1560

Copyright © 2018

Junta

de

Estudios Históricos

de

Tucumán

C.C. 155 – (4000) San Miguel de Tucumán Tucumán – República Argentina

Editoras: Prof. Elena Perilli de Colombres Garmendia Sra. Sara Peña de Bascary

Edición gráfica: Gustavo Sánchez

Las opiniones y cuanto se dice en los trabajos publicados en esta revista es de exclusiva responsabilidad de sus autores.

Se terminó de imprimir en el mes de marzo de 2018 en Gráfica A4 Tucumán, Argentina


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Sumario Miembros de la Junta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Palabras preliminares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Artículos San Pedro de Colalao. Recuerdos de infancia . . . . . . . . . . . . . . 15 E duardo F rías S ilva

Letrados en Tucumán, una ciudad hispanoamericana en los albores de la Independencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24 I rene P ilar G arcía

El Álbum general de la Provincia de Tucumán en el Primer Centenario de la Independencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52 P edro J. G onzález

Las estancias de La Angostura, Río Blanco y El Mollar en el Valle de Tafí . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81 F élix A lberto M ontilla Z avalía

Casa Miguel Lillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107 A lberto N icolini

Tucumán 1866-1869: gobierno de Wenceslao Posse, una revolución y gobierno de Octavio Luna . . . . . . . . . . . . . . . . . 130 C arlos P áez

de la

T orre ( h )

Vida cotidiana en Tucumán (1845-1880). “Recuerdos de familia” de Delfina Gallo Terán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185 S ara P eña

de

B ascary


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Joseph Redhead: entre Tucumán y Salta . . . . . . . . . . . . . . . . 225 E lena P erilli

de

C olombres G armendia

La gran revolución de la Conquista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253 T eresa P iossek P rebisch

Al pie de los Nevados del Aconquija. Los pueblos indios de Solcos, Gastona y Aconquija (Siglos XVI, XVII y XVIII) . . . . . 270 N élida B eatriz R obledo

Memorial histórico-genealógico de Tucumán . . . . . . . . . . . . . 300 J ustino T erán M olina

Novedades Acciones de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán durante los años 2015-2017 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 322 Actividades de algunos de Miembros de Número de la Junta (2015-2017) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 326


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Junta de Estudios Históricos de Tucumán —

Comisión Directiva — 2017-2021

Presidente Lic. Teresa Piossek Prebisch Vicepresidente Prof. Elena Perilli de Colombres Garmendia Secretario Dr. Félix Montilla Zavalía Prosecretario Dr. Justino Terán Molina Tesorera Arq. Marta Beatriz Silva Protesorero Sr. Ventura Murga


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Vocales Sra. Sara Peña de Bascary Prof. Nélida Beatriz Robledo Arq. Alberto Nicolini Revisores de Cuentas Prof. Lucía Piossek Prebisch Dr. Carlos Páez de la Torre (h) Miembros Fundadores de Número Sr. Ventura Murga Dr. Carlos Páez de la Torre (h) Miembros de Número Arq. Alberto Nicolini (1972) Dr. Armando Pérez de Nucci (1988) Lic. Teresa Piossek Prebisch (1988) Dra. Celia Terán (1988) Sra. Sara Peña de Bascary (1988) Prof. Lucía Piossek de Zucchi (1994) Dr. Diego E. Lecuona (2001) Prof. Elena Perilli de Colombres Garmendia (2001) Dra. Olga Paterlini de Koch (2001) Dra. Cristina López (2006) Prof. Nélida Beatriz Robledo (2006) Prof. Irene García de Saltor (2006) Arq. Marta Beatriz Silva (2006) Dr. Félix Montilla Zavalía (2010) Dr. Justino Terán Molina (2012) Dr. Pedro León Cornet (2013) Dra. Gabriela Tío Vallejo (2014) Dr., Florencio Gilberto Aceñolaza (2017) Dra. Sara Graciela Amenta (2017)


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Miembros Fundadores de Número Fallecidos Roberto Zavalía Matienzo, Enrique Kreibohm, Jesús Natividad Medina de Lázaro, Prof. Antonio Serrano Prof. Carlos M. Reyes Gajardo, Prof. Manuel García Soriano, Dr. Víctor E. Molina, Dr. Ramón Leoni Pinto, Prof. Orlando Lázaro, Prof. Hilda Zerda de Cainzo, Dr. Ernesto Muñoz Moraleda, Prof. Rodolfo A. Cerviño, Prof. Pedro José González, Prof. Teodoro Ricardo Ricci Miembros de Número Fallecidos Dr. Horacio W. Bliss, Prof. Luis Cano, Dra. Stella Maris Molina de Muñoz Moraleda, Lic. Severo G. Cáceres Cano. Fray Rubén González O. P Miembro Honorario de Número Dr. Roberto Levillier Miembros Correspondientes — Ciudad Autónoma de Buenos Aires —

Dr. Isidoro J. Ruiz Moreno R.P. Hugo Storni S.J. Prof. José Ma. Ramallo Dra. Cristina Minutolo Dr. Víctor Tau Anzoátegui Dr. José María Mariluz Urquijo Dra. Hebe Clementi Dr. Eduardo Martiré — Catamarca —

Prof. Armando Bazán Lic. Marcelo Gershani Oviedo


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— Córdoba —

Prof. Bernardino Calvo Prof. Edmundo Heredia Dr. Carlos Prudencio Bustos Argañaraz — Chaco —

Arq. Ramón Gutiérrez — Entre Ríos —

Prof. Facundo A. Arce Sr. Juan Isidro Quesada Elías — Mendoza —

Prof. Luis Alberto Coria — Río Negro —

Prof. Nilo Fulvi — Salta —

Prof. Olga Chiericotti Sr. Leandro Plaza Navamuel — Santiago del Estero —

Dr. Antonio Virgilio Castiglione — Tucumán —

Dr. Eduardo Berberián Prof. Lucio Reales Prof. Silvia Eugenia Formoso Lic. María Florencia Aráoz de Isas Prof. Olga Liliana Asfoura de Adad Prof. María de las Mercedes Cerviño de Rodríguez Prof. Marta Inés Zavalía Lic. Gloria Zjawin Gentilini Dra. Beatriz Vitar Mukdsi


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Miembros

en el

Exterior

— Arequipa, Perú —

Dr. Alejandro Málaga Medina — São Paulo, Brasil —

Sr. Manoel Lelo Belloto — Lima, Perú —

Sr. Agustín de la Fuente Candamo Dr. César Gutiérrez Muñoz Dra. Graciela Sánchez Cerro Dr. Franklin Pease G.Y. — Washington D.C., Estados Unidos —

Fray Gómez Canedo — Tucson, Arizona, Estados Unidos —

Dra. Donna J. Guy Miembros Correspondientes Fallecidos Prof. Urbano Joaquín Núñez, Dr. Andrés R. Allende, Dr. Roberto Etchepareborda, Dr. Bernabé Martínez Ruiz, Dr. Alberto Gabriel Padilla, Dr. Humberto Mandelli, Fray José Brunet O.M., Dr. Raúl A. Molina, Dr. Estratón Lizondo; Dr. Antonio J. Pérez Amuchástegui, Prof. Carlos Alberto Lanzilloto, Pbro. Ramón Rosa Olmos, Prof. Ernesto Salvatierra, Sr. Gaspar Guzmán, Dr. Edmundo Correas, Dr. Atilio Cornejo, Sr. Víctor Sáa, Dr. José Carmelo Busanich, Prof. Oscar L. Ensick, Dr. Orestes Di Lullo, Dr. Nicanor Rodríguez del Busto, R.P. Jorge Bekier, Dra Selva Santillán de Andrés, Prof. Estela Barbieri de Santamarina, Prof. Catalina Pistone de Hernández,

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Prof. Adela Fernández de Schorr, Dr. Pedro Santos Martínez, Dr. Alberto Rex González, Dr. Dardo Pérez Guilhou, Prof. Gerardo Pérez Fuentes, Prof. Pedro I. Galarza, Prof. Luis Alen Lascano, Luis A. Ledesma Medina, Dr. Ernesto J. A. Maeder, Dr. Edberto Oscar Acevedo, Prof. Luis O. Colmenares, Prof. Jorge Comadrán Ruiz, Prof. Fermín Chávez


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Palabras preliminares

La Junta de Estudios Históricos de Tucumán lanza su Revista N° 15 en el marco de una década de bicentenarios, entre ellos el de la celebración del nacimiento de la Patria como Nación Soberana el 9 de julio de 1816. Nuestro anhelo fue realizar esta publicación, que finalmente concretamos. Es un logro más de los muchos realizados a lo largo de sus 51 años de existencia, superando dificultades y cumpliendo con el objetivo propuesto el día de su creación: contribuir al conocimiento de la Historia de Tucumán y del Noroeste Argentino, y difundir el fruto de las investigaciones realizadas a través de cursos y publicaciones. Esta Revista, al igual que las 14 que le precedieron, presenta investigaciones inéditas, 11 en total, que la Junta entrega al público lector deseoso de conocer los sucesos de nuestra riquísima historia, que es la de la construcción de nuestra comunidad, tanto tucumana como argentina. Lic. Teresa Piossek Prebisch

— Presidente San Miguel de Tucumán, diciembre de 2017


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E. Frías Silva, «San Pedro de Colalao. Recuerdos de infancia»

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San Pedro de Colalao Recuerdos de infancia Eduardo Frías Silva

— Advertencia — En las ediciones 13 y 14 de esta revista, publicamos «La Plaza Independencia y la calle 25 de Mayo de Tucumán, en el año 1910. Recuerdos de infancia», y «El ‘loco’ Torres», respectivamente. Se trataba de textos inéditos del doctor Eduardo Frías Silva (19031988), aportados por la gentileza de su sobrino, el doctor Hernán Frías Silva. Del mismo origen, damos ahora otro escrito —inédito también— de aquel inolvidable conocedor del pasado tucumano en sus recónditos detalles. Esta vez, su aporte enfoca la antigua villa de San Pedro de Colalao. Contiene noticias sobre su origen, sus edificios y propietarios, las familias veraneantes, y cómo transcurrían allí los meses estivales de la dirigencia tucumana a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Carlos Páez de la Torre (h)

uestra familia, desde comienzos de este siglo, hasta 1920, sin interrupción, pasó sus veraneos en la villa de San Pedro de Colalao, ubicada en el extremo poniente del departamento de Trancas, y a una distancia de cinco leguas de la estación ferroviaria del mismo nombre. Ocupábamos la amplia casa, que todavía existe, de la esquina noreste de la plaza Leocadio Paz, haciendo cruz con la propiedad que había sido de la sociedad Avellaneda y Terán y que compraron las hermanas Antonia, Dalmira y Mercedes


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de la Vega Silva (viuda la última de don Vicente Posse Silva) en condominio con el sobrino de ellas don Sisto Terán. En los primeros años fuimos inquilinos del inmueble, pero después, creo que en 1912 (escritura del 11.3.1911, ante don Roque Pondal), mi padre decidió comprarlo a su propietario don Luis Remis, utilizando un dinero que se había recibido en el juicio sucesorio del doctor Salustiano Zavalía, el abuelo materno. ¿Cuál fue el origen de esa villa? Es una pregunta que siempre me formulé y que recién en la vejez, y después de detenida investigación histórica, puedo contestarme en forma clara y convincente. Para que ello ocurriera, me ha servido de guía un libro facilitado por un amigo y pariente que se editó por la Universidad Nacional de Tucumán en 1953, titulado Trancas obra de la escritora doña Brígida Usandivaras de Garneri en colaboración con el presbítero Monseñor Segundo Ferreyra. Según esos autores, la doctrina de Colalao data de fines del siglo XVII, cuando el gobernador del Tucumán, don Alonso de Mercado y Villacorta trasladó a ese lugar a gran parte de los indígenas capturados en el valle Calchaquí y que actuaron en el levantamiento que hizo el andaluz Pedro Bohórquez. Los mismos se repartieron entre cuatro encomenderos del valle de Choromoro que habían venido de la desaparecida ciudad de Esteco: don Juan Martínez de Iriarte (o Riarte, según algunos documentos); José de Montoya; Julián Sotomayor y Pedro de Ávila y Zárate. Citan al padre Larrouy, lourdista establecido en Catamarca, que en su trabajo «Documentos para la historia de Tucumán» transcribe una declaración del cura propietario del partido de Colalao y sus anejos, licenciado Alonso Ruiz de Marañón, de fecha 13 de junio de 1692, según la cual el pueblo de Colalao se compone de dos fundos, el uno del maestre de campo don Pedro de Ávila y Zárate, que tendrá cincuenta indios tributarios [...] y una iglesia con paredes con tres puertas [...] y hay dos capillas que son viceparroquias, una de don Pedro de Ávila y Zárate y la otra de don Pedro Martínez de Iriarte.


E. Frías Silva, «San Pedro de Colalao. Recuerdos de infancia»

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Vale decir que la iglesia de San Pedro de Colalao fuera la parroquia titular o una de las viceparroquias, ya existía en el citado año de 1692. Que la villa que rodeó a esa iglesia con su plaza y calles circundantes, fue trazada en la época de la colonia, siguiendo el clásico plano de tablero de ajedrez dispuesto por las leyes de Indias, lo pude comprobar personalmente al examinar algunos antiquísimos edificios que todavía existían hace 70 años y entre ellos puedo citar: la casa esquina que habitaba la familia de don Gerónimo Helguera y su esposa, doña María Alurralde, en la esquina noroeste de la plaza; en la esquina suroeste, el almacén de don Pascual Ariño, español casado con una catalana de apellido Torres, hermana de don Blas Torres, dueño de otro viejísimo almacén, contiguo a la casa que edificó don Ernesto Zavalía (hermano de mi madre), que vendió a don Julio J. Cainzo y su esposa doña Delfina Avellaneda y hoy pertenece a los hijos de don Luis M. Fagalde y su esposa doña Carmen Fagalde Esteves; la casa que fue de doña Mercedes Mañán de Rougés al frente de la anterior (de Helguera), hoy salón Brígido Terán, donado a la Iglesia por doña Amelia Lacabera de Terán y su hija María Amelia Terán y contigua la de don Blas Torres. También era más que centenario el caserón que tenía don Bonifacio Lobo en la esquina de la calle de entrada a la población y la que va al río Tacanas, donde había un almacén y tres habitaciones para hospedaje de viajeros.1 Según lo expresan algunas escrituras de fines del siglo XIX y comienzos del actual, en el Obispado de Tucumán existía un plano de San Pedro de Colalao, según el cual, tanto la plaza como las manzanas circundantes, tenían 100 varas de frente 1 La señora María Luisa Michel Torino de Cambolive me refería que, siendo niña con su madre doña Gabriela Torino y sus hermanos David, Abel, Julio y Martín, paraban en la casa de don Bonifacio Lobo y descargaban allí las mulas en que traían los vinos desde Tolombón, para llevar en carro las bordelesas hasta la estación de Trancas, desde donde las enviaban por tren hasta Buenos Aires. 2 Entre ellos: la escritura del 23 de julio de 1904 ante el escribano don Lauro Román y la del 2 de julio de 1903 ante don Emilio Sal.


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por igual fondo, dividiéndose cada una de éstas en ocho fracciones de 25 varas por 50 de fondo, que convertidas al sistema métrico decimal, resultaba de 21,60 por 86,60 metros. En esos instrumentos figura como vendedora la Iglesia;2 lo que hace suponer que ella fuera la que proyectó la formación de la villa, fraccionando los terrenos contiguos a la primitiva capilla. Caminando desde la plaza hacia el poniente, es decir hacia el cerro, a una cuadra del río las Tipas, existían dos viejas casas esquina pertenecientes a don Lucas M. Zavaleta y don Luis M. Esteves, casados con las hermanas de mi madre, Emilia y Rosa Zavalía, respectivamente; la primera de las cuales fue donada a los padres lourdistas para ampliación de su quinta. Mi madre recordaba que, siendo ella niña, en lo que después fue nuestra casa, funcionaba el Almacén de la Gloria, de paredes de adobe y techo de tejas, y que don Luis Remis utilizó en parte esos viejos muros cuando construyó la residencia que vendió a mi padre. La llegada del ferrocarril Central Norte hasta Trancas y el conflicto limítrofe con Chile, que casi nos llevó a la guerra en la década del 80, obligó a la construcción apresurada de un camino carretero hasta la localidad de las Tipas, dieron un impulso extraordinario a Colalao, que resultó el lugar preferido por las familias pudientes de Tucumán para pasar los meses de verano. Las primeras casas que se levantaron en esa época fueron: la de los señores Avellaneda y Terán, en la esquina noreste de la plaza; la contigua de don Facundo Correa; la de don Octavio Terán; la de don José María Martínez; la de don Luis M. Esteves; la de doña Lidia Zavaleta de Chenaut; la de doña Ángela Zavaleta de Sal; la de don Ernesto Zavalía, lindera con la iglesia; la de don José Barrera y la del doctor Juan Manuel Terán y las que después adquirieron don Juan Manuel Terán Vega y don Lauro N. Fagalde, ubicadas todas sobre la plaza. Había también otras en las calles laterales como la de los padres lourdistas, ¿de don Matías Mux? O Mur?, de don


E. Frías Silva, «San Pedro de Colalao. Recuerdos de infancia»

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José González Paz, de don Aníbal Fagalde, de la familia del Moral, de don Brígido Terán, del doctor Jorge Uriburu, del mayor Manuel Aguirre y la de mis tías Frías, al frente de la ya recordada de don Bonifacio Lobo, comprada en 1911 a la señora Carolina M. de Martínez. Otra obra de interés público realizada en esos años, fue la provisión de agua a la población, mediante la distribución en tres acequias secundarias del caudal de la que derivaba del viejo molino (cuyos vestigios alcancé a ver), ubicado unas tres cuadras al sur de la iglesia. Esos cursos de agua cruzaban las doce manzanas, incluida la plaza, que formaban la villa, y volvían a unirse en un solo desagüe que, pasando por el matadero que estaba situado sobre el camino al cementerio, se volcaba en el río de las Tipas. A más de esas acequias, la mayoría de las viviendas tenían sus pozos de balde, con vertientes de unos diez metros de profundidad, y algunas (como la de don Luis M. Esteves hoy de mi amigo el doctor Eduardo Martínez Zavalía), estaban provistas de aljibe para recoger el agua de lluvia. De esa misma época de esplendor data también el edificio fiscal, contiguo a la propiedad de Ariño, donde entraron a funcionar, y todavía continúan, el juzgado de paz, la comisaría y la comisión de higiene y fomento. Obra de esa comisión municipal fue el ornato de la plaza principal y la colocación en ella de numerosos bancos, que, como podían trasladarse de un lugar a otro, servían para las reuniones que durante la noche realizaban los jóvenes veraneantes, a la tenue luz de cuatro grandes faroles a alcohol carburado, que desde las esquinas, iluminaban el paseo. La iglesia de 1692 fue demolida y sustituida por la actual, que conservó el altar mayor de la anterior con la imagen vestida del patrono con su báculo y tiara de plata.3 3 El altar e imagen del Sagrado Corazón de Jesús, fueron donados por don Luis M. Esteves; los de Nuestra Señora de Lourdes por don Francisco J. Álvarez; el del Calvario por el doctor Juan Manuel Terán y el de San Antonio por varias familias veraneantes.


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La plaza fue cercada con alambrado en sus cuatro costados, dejándose molinetes en las esquinas, y se la proveyó de abundantes árboles sobre las calles, predominando las causarinas y los tarcos. En el interior del paseo se plantaron naranjos en profusión. Probablemente el vecino que más contribuyó para todos esos costosos trabajos de interés público fue don Leocadio Paz Terán, propietario de varias importantes estancias en el lugar, razón por la cual después de ocurrir su fallecimiento, se dio su nombre a la plaza y se erigió en el centro de ella, una pirámide en su memoria.4 Cuando el primer Obispo de Tucumán, Monseñor Pablo Padilla y Bárcena, decidió traer a ésta para fundar el Colegio del Sagrado Corazón a parte de los Misioneros de la Inmaculada Concepción, conocidos por Padres Lourdistas, que se habían establecido en Catamarca después de ser expulsados de Francia, los religiosos eligieron Colalao como lugar de descanso y levantaron allí una amplia casona, muy próxima al río las Tipas. El mencionado Obispo les encargó que también se ocuparan de la atención espiritual de la feligresía en los meses de verano, aliviando así al párroco de San Joaquín de las Trancas, que no se daba abasto para hacerlo, dada la enorme extensión del curato y lo dificultoso de las comunicaciones. 4 Don Leocadio Paz poseía las estancias de Zárate con 16 leguas cuadradas de extensión, que vendió doña Juana Cornejo de Heredia, heredada de su madre doña Gertrudis Medeiros de Cornejo, a Manuel Paz (f. 66 del protocolo de Agustín Sal de 1839); El Estanque, Vipos y 10 acciones y derechos, que compró a Silvestre Flores, en la estancia de Colalao de la Frontera con estos linderos: norte, la capellanía de Riarte; este con doña Dorotea Terán de Paz y don Leocadio Paz; sur con La Totora que es parte de la estancia Riarte de don Javier López (casado con doña Isabel Paz) y oeste con la cumbre del cerro calchaquí (ver Archivo Histórico, protocolo de don Agustín Sal, escritura del 28 de mayo de 1872 y otras posteriores). Cuando se hizo la división de la estancia de Colalao entre los comuneros, don Leocadio recibió varias fracciones (Ante Agustín Sal, Julián Alderete, 6.7.1885 le vende sus derechos en la comunidad y el 16.1.1886 Alejo Lisardo hace lo propio).


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Los lourdistas aceptaron la tarea encomendada con todo celo y comenzaron por formar una comisión de señoras para el arreglo de la nueva iglesia, a la sazón inconclusa ya que le faltaba la torre y la escalera para subir a ella. La comisión, mediante colectas y funciones artísticas de beneficio, no sólo consiguió que se terminaran las obras, sino que se colocaran cuatro altares más en la gran nave del templo. En la década segunda del presente siglo (XX), se cambió el altar mayor y se hizo pintar la iglesia por el mismo decorador que había intervenido en la pintura de Santo Domingo de Tucumán. El viaje desde la capital hasta San Pedro de Colalao resultaba realmente penoso para realizarlo con familias numerosas, como eran la mayoría de las que veraneaban allí. Había que tomar el tren que salía a las 9 de la mañana con destino a Salta y que llegaba cerca de las 12 a Trancas, cuando ya apretaba el calor. Allí se retiraba el equipaje y se lo cargaba a mula o bueyes para su traslado a Colalao, distante como he dicho, unas cinco leguas de la estación Trancas. Las personas con sus valijas y bultos pequeños íbamos en coches a caballo, que dirigían expertos conductores. Si los ríos Zárate y Tacanas, que había que cruzar, daban paso y la lluvia no molestaba mayormente, se tardaba unas dos horas en llegar a destino. Frente a la casa de la estancia de Zárate, que pertenecía a don Ricardo Paz, uno de los hijos del ya referido don Leocadio, y sobre el camino, existía un almacén muy bien provisto de bebidas y refrescos, que pertenecía a un señor Oñativia, creo que oriundo de Salta, donde se hacía descansar a los caballos y los pasajeros podíamos «estirar las piernas» durante unos minutos. Como es lógico pensar, para los jefes de familia que debían atender sus negocios en Tucumán, salir los sábados y volver al día siguiente para tomar el tren de vuelta, que pasaba a las cinco de la tarde por la calurosa Trancas, representaba un verdadero sacrificio. Por ello, cuando se fundó Villa Nougués y se arreglaron los caminos que van a San Javier y a Raco, empezó a declinar la afluencia de veraneantes hacia Colalao.


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[Algo

más sobre

Trancas]

En 1817 hizo Lamadrid su campaña por los valles calchaquíes, el Despoblado, Tarija, Chuquisaca y Orán, mandado por Belgrano desde Tucumán (tomado de sus Memorias). Habla del itinerario seguido por el prócer, que pasó por Trancas con sus 300 soldados a caballo y 600 mulas que «giraron al oeste, entrando por San Pedro de Colalao a los valles calchaquíes» (pág. 8). Afirma la señora [Brígida Usandivaras] de Garneri que San Miguel de Tucumán, en Ibatín, a principios del siglo XVII, tenía menos familias españolas que Trancas, a donde se habían trasladado de Esteco, después del terremoto de 1692. Por ejemplo, los López de Vera, estequeños avecindados en Trancas. La decadencia de Trancas se inició en 1824 y se agudizó a fines del siglo XIX cuando el ferrocarril construyó la estación lejos del lugar primitivo. Los principales vecinos de la vieja población se trasladaron a Salta y a Tucumán y a las cercanías de la estación San Pedro de Colalao. La muerte del cura don Mariano Godoy terminó de liquidarla, quedando solamente la iglesita que vemos hoy. Mariano Moreno con su joven esposa pasó unos días en Trancas, de vuelta de Chuquisaca (¿No tendrá algo que ver con esto el retrato del prócer que había en la casa de mi abuela Zavalía, demolida en 1979? ¿Quizás los Moreno fueron huéspedes del cura Laguna, cuñado del bisabuelo?). En Zárate residieron los padres del general Alejandro Heredia (José Pascual y Alejandra Acosta) y allí se casó con doña María Juana Cornejo, natural de Salta, hija de José y de Gertrudis Medeiros (ver el acta en Trancas, año 1820, libro 3-B de matrimonios). Padrinos fueron Fernando Cornejo y Nieves Iriarte, vecinos de Zárate. Los casó el doctor Laguna en la vice parroquia de Zárate. Sobre [Hilario] Ascasubi y Trancas, ver la biografía del mismo por Manuel Mujica Laínez [«Vida de Aniceto el Gallo», 1943]. Ascasubi había huido hacia allí después de la aventura


E. Frías Silva, «San Pedro de Colalao. Recuerdos de infancia»

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de los colombianos de López Matute en 1827, derrotados en El Rincón por Quiroga.


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Letrados en Tucumán, una ciudad hispanoamericana en los albores de la Independencia Irene Pilar García

os hombres de estudio han sido importantes en todas las sociedades y todas las sociedades les han formulado demandas particulares. Científicos, filósofos, técnicos, médicos, arquitectos... poseedores de un saber experto, han ocupado lugares destacados en su comunidad cuando supieron dar respuestas eficaces a sus necesidades. Los letrados que actuaron en el Tucumán de los años del proceso independentista estaban llamados a enfrentar situaciones fundacionales, al calor y en la inmediatez de los acontecimientos desarrollados a partir de la invasión napoleónica a España; ellos debían realizar su labor en un espacio marginal de los dominios hispánicos. Ante el impacto de la crisis monárquica, procuraron articular cambios y continuidades —amalgamar lo viejo y lo nuevo— en los inicios de la necesaria construcción de un nuevo sistema político que habría de gestarse en el extenso siglo XIX. Más adelante, aparecerían personalidades destinadas a brillar con luz propia: Juan B. Alberdi, Salustiano Zavalía, Marcos Paz, Marco y Nicolás Avellaneda y Julio A. Roca (en el proceso de la organización nacional), Terán y Rougés (en el primer centenario de la Revolución). ¿De dónde salieron aquellos hombres?


I. P. García, «Letrados en Tucumán en los albores de la Independencia»

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Sus ideas y sus acciones se acunaron en un ambiente mediterráneo; surgieron para responder al desafío que la Revolución provocó en las normas, las prácticas y discursos de la sociedad; en el transcurso del tiempo, se encontraron, naturalmente, con nuevos problemas y, también, con nuevos saberes que les permitieron abrir canales efectivos a su creatividad. El estudio de la construcción política que emprendieron no puede centrarse en un estrecho marco temporal; podríamos decir —parafraseando a Rosanvallon— que ella implica el esfuerzo «recurrente en hacer existir una nación fundada en el reconocimiento de las obligaciones compartidas».1 En el largo y complejo proceso, la reunión del Congreso de Tucumán marcó un hito fundamental en el orden de la toma de decisiones de la comunidad política. En 1816 habían sido acallados todos los focos revolucionarios hispanoamericanos; era, pues, uno de los momentos más difíciles del itinerario a recorrer. En esas circunstancias debieron actuar los hombres portadores del saber experto requerido en aquella compleja situación; ellos eran doctores en teología o derecho egresados de las tradicionales universidades de Córdoba y Charcas junto con sus pares, los destacados representantes de otras provincias. Años más tarde surgieron los «doctorcitos» o «jóvenes románticos», egresados, principalmente, de la Universidad de Buenos Aires, la primera que llevaba el sello bonapartista de universidad del Estado. Unos y otros eran diferentes, pero todos ellos tenían su génesis en los patrones comportamentales de una comunidad en la que nacían y donde recibían los primeros incentivos para su formación intelectual.2 A partir de allí construyeron su sociabilidad académica, profesional y política (entramaCf. Pierrre Rossanvallon, Por una historia conceptual de lo político, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2003. 2 Para profundizar estas miradas pueden consultarse los trabajos de Pilar Gonzalez Bernaldo Civilidad y política en los orígenes de la nación Argentina, Buenos Aires, F.C.E., 2000 y Pierre Bourdieu, La distinción. Criterio y bases sociales del gusto, Taurus (España), 2012. 1


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da en relaciones con personajes como los Funes o Cayetano Rodríguez en Córdoba o Moreno o Castelli en Charcas). Así, forjaron amistades e integraron redes que los llevaron a desempeñarse en su propia ciudad, pero también en ciudades de la región y hasta llegaron a descollar en los puestos más destacados del orden nacional en construcción.3 Es importante observar esta experiencia de la territorialidad ampliada donde se construye y se desenvuelve el «nosotros»; éste incluye ideas, creencias, costumbres, territorios, intereses, empatías, amistades y no está exento de diversidad. En la sociedad se producen y reproducen conductas que van conformando patrones comportamentales que, siendo exitosos, se afirman en el tiempo. Por eso es aconsejable considerar a estos letrados no sólo como individuos aislados, sino como actores que deben ser observados en su conjunto y en su proyección espaciotemporal en el proceso de construcción de la nación. De tal manera, conviene atender tanto a la filogénesis como a la ontogénesis de estos licenciados y doctores. Ellos nacieron en Tucumán, una ciudad mediterránea, donde no residían autoridades metropolitanas. A comienzos del siglo XIX, no era sede de Virrey, ni de Audiencia, ni de Consulado; no había allí un Obispado, ni una Universidad.4 En el Ayuntamiento se discutían los asuntos políticos y la elite criolla gozaba de plena participación en el gobierno local.5 El En los tiempos de la independencia, basta recordar la actuación de algunas figuras, como el Deán de la Catedral de Buenos Aires, Dr. Diego de Zavaleta o el ilustrado Bernardo de Monteagudo, para observar la variada geografía en la que desarrollaban sus actividades, su compromiso con la Revolución y el carácter diverso de su sociabilidad académica y política. 4 En España, en cada ciudad importante funcionaba más de una casa de estudios superiores. Los centros universitarios de Charcas y Córdoba —de tradición jesuítica— relacionaban a los estudiantes de los distantes pueblos rioplatenses. Es conveniente advertir este dato para registrar las diferencias existentes en el conjunto de semejanzas predominante en el momento de la «eclosión juntera». 5 En el gobierno, «la casa poblada», como dice Romina Zamora, desempeñaba un rol central. Cf . Casa poblada y buen gobierno. Oeconomía 3


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Cabildo —ordinario o abierto, según el caso— era la arena donde se debatían, en primera instancia, todas las cuestiones del corto vecindario. Las elecciones anuales de miembros de la institución capitular podían desencadenar una variada gama de alianzas y disputas expresadas en argumentos basados en la ley, la tradición y los intereses; estos últimos siempre quedaban discursivamente opacados por la virtud, que privilegiaba los valores de la legitimidad monárquica tanto como las costumbres del vecindario (eventualmente, también funcionaba el tradicional «se acata pero o se cumple»). Así se desarrollaban aquellos conflictos que, en caso de no resolverse, podían ser elevados a la consideración de una autoridad superior, lo que patentizaba la obediencia al sistema vigente. Como en toda Hispanoamérica, las disputas más frecuentes se originaban en la pretendida preeminencia de funcionarios «propietarios» o «electivos», o entre miembros de corporaciones religiosas o militares o funcionarios nuevos o «antiguos».6 También tenían lugar en el Cabildo las discusiones por intereses de diferentes sectores, por la percepción de determinados impuestos, por la administración de los escasos recursos para celebraciones y los gastos de funcionamiento.7 En ese ambiente, las transformaciones borbónicas constituyeron un gran desafío. La expulsión de los jesuitas —orientadores de amplios campos de la actividad local— y la Real Ordenanza de Intendentes produjeron un profundo impacto en la comunidad tucumana. Entre las novedades políticas, lo más notorio resultaría la condición que se asignó a San Miguel de católica y servicio personal en San Miguel de Tucumán, Siglo XVIII. Prometeo Libros, Buenos Aires 2017. 6 Cf, Juan Carlos Garavaglia, «El teatro del poder ceremonias, tensiones y conflictos en el «estado colonial», en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, 3ra. Serie, N° 14, 2do Semestre de 1996. 7 Cf. Irene García de Saltor, La construcción del espacio político. Tucumán en la primera mitad del siglo XIX, Cap. 1, 2, y 3. Fac. de Filosofía y Letras, UNT (2003).


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Tucumán, de ciudad subordinada dependiente de la autoridad del Gobernador de Salta, ciudad designada Capital de la Intendencia; esta nueva realidad tocaba las fibras más íntimas de la autoestima de la sociedad y de su propia funcionalidad en el sistema político. Para resguardar la autonomía y distanciarse de Salta, la elite tucumana no apeló a la protesta, sino a la obediente estrategia de fortalecer los vínculos —políticos, sociales, comerciales y financieros— con la nueva y distante capital virreinal.8 Al final de los tiempos coloniales, después de las Invasiones Inglesas,9 llegaron noticias, más o menos difundidas, sobre las dificultades terminales que agobiaban a la Corona Española. Un hecho de tal magnitud debe ser contextualizado para entender cómo vivió esta comunidad el proceso de la Revolución. Ya se dijo que, Tucumán, como ciudad subordinada, tenía ciertas características políticas. Corresponde, también, señalar que era un pueblo de carreteros, hacendados y comerciantes,10 ubicado en el camino entre Lima y Buenos Aires, a unos mil doscientos cincuenta kilómetros de la Capital del nuevo Virreinato, espacio geográfico que solía recorrerse en meses de carreta. La historiografía sostiene que, hacia comienzos del siglo XIX, la ciudad no contaba con una «esfera de la opinión pública» de carácter moderno, no había periódicos, ni imprenta, ni clubes, ni salones literarios, ni cafés. Ante tal realidad, cabe preguntar si había hombres con estudios superiores y qué papel desempeñarían ellos en los tiempos de la Revolución. Con esta estrategia pasaba a orientarse decididamente hacia el Atlántico. Antes de la creación del Virreinato. Tucumán tenía su centro político en Lima, su centro económico en Potosí, su centro jurídico en Charcas. 9 Aunque no tenemos espacio suficiente para abordar este asunto, merece recordarse que su impacto fue notable y que la respuesta tucumana testimonia su inserción en el sistema. 10 Cf. C ristina L opez de A lbornoz , Los dueños de la tierra, Economía, sociedad y poder en Tucumán 1770-1820, Facultad de Filosofía y Letras, UNT, Tucumán, 2003. 8


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La hipótesis central de esta presentación es que las transformaciones del nuevo orden no habrían sido encaradas por un equipo político de actores emergentes, portadores de una propuesta organizativa superadora; muy por el contrario, es posible que las novedades revolucionarias fueran asumidas en Tucumán con el importante y explícito apoyo de los letrados —laicos y religiosos— formados en las universidades del antiguo régimen y en las prácticas públicas de la época

Estado

actual de la cuestión

La producción historiográfica local no ha abordado en su conjunto el aporte político de los letrados tucumanos en el período aquí propuesto.11 No obstante, las referencias sobre la cultura, la enseñanza y las bibliotecas son apreciables en las obras de autores locales y ofrecen un material abundante que apenas si puede mencionarse en una presentación de esta naturaleza. En lo que se refiere a los letrados, toda la historiografía tucumana que trata sobre la Revolución, de alguna manera, se encuentra con ellos porque son actores centrales del proceso Autores tradicionales, como Manuel Lizondo Borda, Ricardo Jaimes Freyre y Julio Ávila,12 presentan un Tucumán Algunas consideraciones sobre su actuación política son abordadas por Alberto Padilla, «Instrucciones de los diputados por Tucumán a la Asamblea de 1813», en Humanidades N° 1 pág. 375-380, Universidad Nacional de la Plata, 1921; y por Paul Groussac, «El Congreso de Tucumán» en El viaje intelectual. Impresiones de naturaleza y arte. Buenos Aires. 1920. 12 M anuel L izondo B orda , Historia del Tucumán (siglos XVIII y XIX). Tucumán, 1941; Julio Avila, La ciudad arribeña. Tucumán 1810-1816. Reconstrucción histórica. Tucumán, 1920; Ricardo Jaimes Freyre, Tucumán en 1810. Noticia histórica y documentos inéditos. Tucumán 1909. Ana Maria Bascary, Familia y vida cotidiana. Tucumán a fines de la colonia. Tucumán, 2001. J. Casali de Babot y E. Bezian de Bousquets, Tucumán y la Ilustración, UNT, 1991. 11


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de vida cultural pobre, rudimentaria, con escasas bibliotecas y doctores, prácticamente sin periódicos y con unas pocas escuelas destinadas a la enseñanza de las primeras letras.13 Sin embargo Fray Rubén González14 en sus investigaciones sobre los dominicos en Tucumán, recrea una ciudad preocupada por alcanzar una educación lo más completa posible para sus habitantes; él sostiene que las aspiraciones no se detenían en el aprendizaje de las primeras letras y la gramática sino que alcanzaban los estudios superiores. Hacia 1808, el ámbito político producía noticias importantes que no podían pasar inadvertidas para los hombres de la cultura. La monarquía hispánica estaba convulsionada por la invasión napoleónica y la crisis del sistema político. Edberto Acevedo recogió valiosos comentarios —que se escribieron en Salta y en Tucumán— sobre lo acontecido en la península. En una carta de diciembre de 1808, Fray Cabello Mayoral expresaba su lealtad a la figura del monarca, pero también advertía la necesidad de practicar reformas políticas. Acevedo consideraba posible que el fraile hubiera comunicado sus ideas a los hombres de mayor cultura intelectual de la ciudad o incluso a sus alumnos de filosofía del convento dominicano.15 En ese mismo año, según Guillermo Furlong, Diego León de Villafañe recogía —en su correspondencia con Ambrosio Marco Avellaneda, en su Autobiografía, dice que Tucumán es un «páramo» cultural, del que exime al Padre Agustín Molina. 14 Ruben Gonzalez, «Los dominicos de Tucumán y su acción cultural en la primera mitad del siglo XIX», en Primer Congreso de Historia Argentina y Regional. Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia, 1973; «El estudio del convento dominicano en San Miguel de Tucumán, Argentina 1888-1899», en Los dominicos y el Nuevo Mundo. Siglo XVIII y XIX. Actas del IV Congreso Internacional, Santa Fe de Bogotá, 1993. 15 Edberto Acevedo, La intendencia de Salta del Tucumán en el Virreinato del Río de la Plata. Mendoza. 1965; «Fray Blas Cabello Mayoral y sus ideas sobre la reforma del Estado Español», en Archivium. Revista de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina. Tomo 3, Cuaderno 2, juliodiciembre. Buenos Aires, 1959, p. 278-292. Carlos Páez de la Torre (h) también hace alusión a esta carta y a la inquietud y problemática que en ella expresa, en su Historia de Tucumán, Plus Ultra, Buenos Aires, 1987. 13


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Funes— la conversación que tuviera con el doctor Laguna y sus opiniones sobre «los asuntos del día», atendiendo a las leyes del reino. Trabajos más actuales producidos en el ámbito nacional16 —centrados especialmente en Buenos Aires— han tomado en cuenta la participación de los letrados tanto en su quehacer cultural y social como, sobre todo, en sus prácticas políticas; también han prestado atención a temas relevantes, como la Ilustración y el iusnaturalismo en el Virreinato. 17 En la historiografía local deben tenerse presentes los valiosos aportes realizados, entre otros, por Ramón Leoni Pinto, Carlos Páez de la Torre (h), Ventura Murga, Ana María Bascary, Florencia Aráoz y Elena Perilli relacionados con la evocación de las familias y la trayectoria de las principales figuras tucumanas. Cultura, política, sociedad, religión y familia configuran un núcleo cuya íntima trama no puede ser desagregada en la época de la Independencia.

Hacia

la

Revolución

El aprendizaje de la sociedad local —después de la expulsión de los jesuitas— se alimentaba en dos conventos: el de San Francisco —donde cursaron sus primeros estudios los hombres de la elite— y el de Santo Domingo —cuyos frailes ocuparon el espacio vacante dejado por los jesuitas y en los primeros años del siglo XIX organizaban cátedras y seminarios—. Entre los muchos y valiosos trabajos podemos mencionar: Nancy Calvo, Roberto di Stefano, Klaus gallo (Coor.) Los curas de la Revolución. Vidas de eclesiásticos en los orígenes de la Nación. Emecé S.A. Buenos Aires, 2002. Roberto di Stefano. El púlpito y la plaza. Siglo XXI Editores. Argentina. S.A. Buenos Aires, 2004. 17 Cf. J osé C arlos C hiaramonte , La Ilustración en el Río de la Plata. Cultura eclesiástica y cultura laica durante el Virreinato. Puntosur, Buenos Aires, 1989; «Fundamentos iusnaturalistas de los movimientos de independencia», en Instituto de Historia Argentina y Americana, Dr. Emilio Ravignani, Boletín N° 22, 2000. 16


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Los religiosos que ejercían en esta jurisdicción reconocían una doble procedencia; o bien eran sacerdotes que venían de diversos lugares, a solicitud de la orden respectiva, o eran miembros de la elite local —frecuentemente emparentados entre sí— que habían partido a realizar estudios en las universidades de la región.18 El avance napoleónico en el escenario europeo definiría la pronta desarticulación de la monarquía española. De los letrados que actuaban en Tucumán y se expresaron sobre los sucesos de 1808, sobresalen dos de las voces más respetadas en la comunidad: Fray Blas Cabello Mayoral, dominico de origen español,19 y Diego León de Villafañe,20 ex jesuita proveniente de las más tradicionales familias tucumanas. Como hemos afirmado en un trabajo anterior, 21 ambos sacerdotes conocían los sucesos europeos del momento y expresaron su inquietud en cartas que escribieron a relevantes actores externos. No hemos encontrado testimonios de que la desarticulación monárquica haya sido una cuestión debatida en el ámbito tucumano, más allá de una referencia que hace Villafañe sobre las opiniones, que atribuye a Nicolás Laguna,22 18 Cf. Guillermo Furlong, Historia social y cultural del Río de la Plata 1530-1810. Trasplante Cultural. Ciencia. Edit. Tea, Buenos Aires, 1969. 19 Por su formación académica, era un hombre destacado e influyente en el medio; pero lo mencionamos, particularmente, por el testimonio de su pensamiento político respecto de la crisis española, impreso en una carta. Se trata de un fraile dominico español que practicó su ministerio y la docencia en varias ciudades del virreinato. Luego de rendir concurso en Córdoba accedió a una cátedra en suelo tucumano y ejerció en el Convento del Santísimo Rosario. 20 Sobre la interesante trayectoria de Villafañe, sus funciones, relaciones y desplazamientos Cf. Guillermo Furlong, Diego León Villafañe y su Batalla de Tucumán (1812), Ediciones Theoría, Buenos Aires, 1949. 21 «Discursos y representación política de los letrados tucumanos (1808-1816)», presentado en las IX Jornadas Interescuelas/departamentos de Historia, Córdoba, 2003. 22 Nicolás Laguna (1772-1838), nació en Tucumán, en una familia notable. Hijo de Don Miguel de Laguna y Ontiveros y de doña Francisca Bazán de Laguna. Fue uno de los letrados más destacados del período.


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acerca de la retroversión de la soberanía a los pueblos, en caso de ausencia del rey. Este concepto, por otra parte, era generalizado en un ambiente formado en el marco de la cultura predominantemente jesuítica. De todas maneras, la difícil situación por la que atravesaba la monarquía no inspiraba, en el pensamiento de aquellos hombres, la formulación de un nuevo sistema político. Ellos procuraban, más bien, asegurar la subsistencia del orden, en un clima de preocupación por los riesgos que acosaban a la «nación» y la «patria», sintagmas que, por entonces, estaban referidos a España. En las cartas, las dificultades observadas estimulaban, sobre todo, a preservar el mejor resguardo de la religión Católica, Apostólica y Romana y propiciar las reformas políticas que fueran convenientes. Entre tanto, en los últimos años del tardocolonial, el cabildo seguía reuniéndose con su agenda tradicional y sus tradicionales discusiones; seguía, también, reconociendo la importancia de sus letrados, civiles y religiosos. En el cabildo, a un mes de los sucesos de mayo, el 17 de abril de 1810, los regidores procedían a elegir un diputado que debía ir a Buenos Aires, de acuerdo con las disposiciones establecidas, para formalizar una representación en la Junta Central. En el marco del antiguo régimen, el ayuntamiento tucumano realizó una «selección» de tres vecinos. Los nombres propuestos correspondían a destacados letrados del medio: Doctores Agustín y Felipe Molina, Dr. Dn. Domingo García, Dr. Dn. Juan Bautista Paz, Dr. Dn Bartolomé Aráoz.23 En todos ellos se cumplían las notas que venimos destacando: eran laicos y religiosos, pertenecían a las principales familias y habían realizado sus Se doctoró en Córdoba en 1797. Regresó a Tucumán, ocupó cargos en el Cabildo y apoyó a la Primera Junta, «sin sometimiento» a ella. Defendió con firmeza la autonomía política y la soberanía del pueblo. Fue elegido diputado a la Asamblea de 1813. 23 Cf. Manuel Lizondo Borda (Introducción y Notas) Documentos Tucumanos Actas del Cabildo, 1810-1816, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, 1939, p. 32, 33.


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estudios en las universidades de la región. Agregamos ahora otra característica: ellos seguirían actuando en los tiempos de la Revolución. Cuando al día siguiente, el 18 de abril, se realizó el «sorteo», resultó designado el doctor Manuel Felipe Molina. Al exaltar las cualidades del elegido, el acta capitular describía el perfil deseado del representante: se trataba de «un sujeto oriundo de esta ciudad», adornado con las mejores prendas que constituyen un buen ciudadano y celoso patriota de lo que ha dado tan sensibles pruebas con lo que se ha proporcionado la mejor opinión y fama le realza estas bellas cualidades la de ser Abogado de la Real Audiencia del Distrito y de una instrucción no común que por lo mismo se hace preferible a la atención de cualesquier mando de judicatura; [...] que atendiendo a su notoria instrucción, conducta y honradez se lo ha nombrado Asesor Interino de la expedición destinada a la pacificación del Perú.

El texto sintetizaba, pues, los indicadores del capital simbólico —«buen ciudadano» y «celoso patriota», con «instrucción», «conducta» y «honradez»— que marcaría el perfil deseado de los representantes tucumanos designados después de 1810 para participar en asambleas nacionales; y seguiría siendo, por bastante tiempo, este tipo de funcionario el que, preferentemente, se desempeñaría en las instituciones locales (Cabildo y Sala de Representantes). Por razones de espacio sólo podemos ofrecer un muestreo de la actuación y los aportes de tres protagonistas de esta época. De tal manera, pasamos a considerar algunos hitos significativos en la trayectoria de Don Juan Bautista Paz y de los sacerdotes José Agustín Molina y Pedro Ignacio de Castro Barros.

Letrados

de la

Revolución

El Dr. Juan Bautista Paz nació en el hogar de don José Fermín Paz y Figueroa (santiagueño) y Doña María Ventura de Figueroa Moreno Briceño (tucumana). Contrajo matrimonio con Doña Plácida Pereyra Mariño Brun. Entre sus descen-


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dientes directos figuran nada menos que Marcos Paz y Julio Argentino Roca. Doctorado en jurisprudencia en la Universidad de Charcas, se inscribió en 1800 en la Audiencia de Buenos Aires. Regresó a Tucumán y desarrolló intensa actividad pública desde el Virreinato. Fue nombrado Regidor Fiel Ejecutor del cabildo en 1804.24 El carácter de «propietario» que tenía ese cargo le haría participar en varias disputas clásicas de los miembros de la elite colonial, motivadas por «asientos» y «preminencias», entre autoridades «propietarias» y «electivas». La última de ellas ocurriría unos meses antes de la revolución, en enero de 1810, cuando el Regidor Alférez Real, José de Garmendia, reclamó que «por la preminencia de su empleo le correspondía preferencia de asiento en la Banca y en otros actos públicos con respecto a los señores rejidores propietarios». Entonces, Juan Bautista Paz, Regidor Fiel Ejecutor propietario defendió sus derechos apelando a la «terminante y decisiva disposición de la Ley 97, Título 15, Libro 3º de la recopilación Indiana» y solicitando que «se consultase al Señor gobernador Intendente de la provincia» [...].25 Un mes más tarde se expidió el Gobernador «a favor de la preferencia de asiento del Señor Rexidor electivo Alférez Real». Juan Bautista Paz insistiría, con sus argumentos legales, en suplicar ante «el Excelentísimo Señor Virrey» la consideración del asunto. Finalmente, el Virrey se pronunciaría a favor de la preeminencia del cargo propietario. El perfil jurídico de los argumentos dominaba la escena y atestiguaba la vigencia que tenían, hasta los últimos tiempos coloniales, la ley y las jerarquías del reino para dirimir los conflictos locales.

En esa fecha renunció a su favor Pedro Antonio Aráoz. El cargo había estado en manos de miembros de la familia Aráoz durante todo el siglo XVIII. 25 M anuel L izondo B orda (Introducción y Notas), Documentos Tucumanos…, p. 23. 24


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El carácter de «propietario» del cargo de Regidor Fiel Ejecutor que ejercía Juan Bautista Paz, le permitió continuar por varios años en la institución capitular. Cumpliendo esas funciones se encontraría, pues, cuando se produjo la Revolución y en este nuevo proceso histórico habría de prestar sus servicios más valiosos. De acuerdo con la reglamentación de Intendentes correspondía al Regidor Fiel Ejecutor integrar la Junta Municipal de Propios. A fines de 1810 por fallecimiento del Regidor Alcalde Mayor Provincial, propietario, José Antonio Álvarez de Condarco, se le encargó también a Juan Bautista Paz el Ramo de Sisa. Su carrera era ascendente. El 11 de marzo de 1811, el Cabildo reconocía que este «abogado de la Real Audiencia de Distrito» (…) «tiene todo el peso de actuaciones y contestación de Correos pertenecientes al Cabildo evacuando por sí solo». En virtud de tan importantes servicios prestados, el Ayuntamiento acordó asignarle «cuatrocientos pesos anuales del fondo de propios» por sus funciones de Asesor con la «obligación de seguir con el despacho con la misma eficacia y puridad que hasta lo presente ha acreditado». Se elevaría el caso a la «Excelentísima Junta» a quien «se consultará» para su decisión.26 Comenzaban, de esta manera, sus funciones como Asesor en los nuevos tiempos. Si bien esta figura ya existía, en los años de la Revolución adquiría una importancia notable y, a la vez, se incorporaba a los sueldos oficiales con marcada preferencia valorativa.27 Es interesante observar que —entre las funciones asignadas— la «Correspondencia» incluía, de manera preferencial, las relaciones oficiales con el gobierno Ibíd., p. 68. El dato es interesante por cuanto eran muy pocos los sueldos que pagaba el Cabildo, entre ellos, el del portero de cuarenta pesos anuales y el del escribano, cargo que ocuparía largamente don Florencio Sal. 27 Esto remite a la idea de un trabajo administrativo rentado, de los que no había muchos. Algo semejante ocurriría con las dietas de los diputados que motivarían no pocas quejas por la falta de pagos. 26


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de Buenos Aires, a quien se hacía conocer el hecho para su aprobación. Luego, cada vez de manera más explícita, se solicitaría al gobierno central el reconocimiento y la subvención económica del cargo.28 Los oficios «propietarios» se extinguieron en 1812, pero la continuidad de Paz en la función pública parecía asegurada. Si antes se sostenía en el cargo de carácter «propietario», después de la Revolución se afirmará en la vida política, sobre todo, por su idoneidad para el tratamiento de las cuestiones legales. En ese año también se creaba el Tribunal de Concordia —institución de vida muy efímera— y, entre sus miembros, se incorporaba al Regidor Fiel Ejecutor don Juan Bautista Paz. Los inconvenientes y las rencillas locales de la época no eran menores. En octubre de 1812 el Alférez Real planteaba que por decreto de la Superioridad, «había cesado todo empleo de Consejo» y que por lo tanto se debía determinar sobre el «excesivo precio con que es dotada la asesoría del Ilustre cuerpo que la sirve el Rexidor Fiel Executor Licenciado don Juan Bautista Paz». Consideraba, el Alférez Real, que había obras públicas que estaban detenidas a causa de esas erogaciones y que eran absolutamente necesarias, como la construcción de las casas consistoriales y la cárcel de mujeres. Sin embargo, el Alcalde de 1er. Voto sostuvo que el Cabildo debía «tener Asesor para evacuar los muchos asuntos correspondientes» y que la asignación de cuatrocientos pesos había sido aprobada por «el Excelentísimo Superior Gobierno». El Regidor Defensor General de Menores también argumentó sobre la necesidad que tenía el Cabildo de contar con un Asesor. Las formas discursivas que se construyeron en esta ocasión resultarían empleadas en todo el decenio; ellas aludían a la necesidad de resolver situaciones en el cuerpo capitular y a la creciente complejidad de los asuntos que se daba «con el progreso de los tiempos»; se subrayaba, además, que la doEste tipo de relación con la ciudad portuaria habría de perdurar en el tiempo. 28


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tación era necesaria para asegurar que el letrado «se obligue» «a toda responsabilidad por sus dictámenes». Para colmo, en el desarrollo de esa complicada reunión capitular, los regidores advirtieron que en el tratamiento del tema se había incurrido en vicios formales (no habían concluido el asunto en una sola sesión sin tomar los recaudos legales). Con los pruritos que se estilaban, los regidores se negaron a firmar el acta, consideraban que «era necesario parecer de letrado» y para resolver el vicio de formalidad en el tratamiento sobre el sueldo del Asesor Paz… ¡se nombró otro Asesor!: el «Licenciado don Nicolás Laguna». Al final se acordó que las cosas quedaban en el estado que tenían hasta entonces.29 En 1813, Juan Bautista Paz accedería al cargo de Alcalde de Primer Voto; llegaba, de esta manera, a una importante función de carácter electivo. Se vivían tiempos especiales; ya se había producido la batalla de Tucumán en donde la elite local participó vivamente y radicalizó su ubicación en el camino de la Revolución conducido por Buenos Aires. En la continuidad del proceso, Tucumán vería ensanchada su representación en la Asamblea de 1813 —en mérito a su participación en la victoria del 24 de setiembre—; en 1814, se convertiría en Capital de una nueva Intendencia y dos años más tarde sería sede del Congreso que habría de declarar la Independencia. En el mes de marzo de 1814 se reiteró la solicitud de cese de las erogaciones correspondientes al sueldo de Asesor. En este caso, en medio de intrigas locales, se consultó a otro abogado: Don Serapión de Arteaga, «Letrado de las Provincias Unidas». Este aconsejó «suprimir la plaza de Asesor», en razón «de la cortedad de los negocios de esta Municipalidad».30 Luego, en una nueva reunión, el Cabildo, «por mayoría de opiniones» decidió que debía continuar en el cargo «porque la asistencia del Asesor Paz en el Cabildo, es tan necesaria, como que de ella depende el crédito, unión y tranquilidad Manuel Lizondo Borda (Introducción y Notas) Documentos Tucumanos. pág. 140-144. 30 Ibid., p. 204-206. 29


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que se advierte en el Cabildo». Sin embargo, en la reunión hubo voces disidentes propias de los frecuentes pleitos locales de este corto vecindario; se ventilaron «sentimientos particulares» y «relaciones de parentesco» que, aunque importantes en su tiempo, por ahora no vienen al caso. La cuestión es que Don Fermín Molina pidió «que se tenga por tal Asesor, en conformidad con lo mandado por el Supremo Gobierno al nombrado doctor dn Juan Bautista Paz» y, después de otras consideraciones, concluyó su exposición pidiendo «que se de cuenta al Excelentísimo Supremo Director».31 Pero la continuidad no quedaba asegurada; siempre la última palabra era la de Buenos Aires (sobre todo a partir de la Revolución). En el mes de mayo se recibió un oficio del Director de Estado haciendo lugar a la presentación «del caballero Síndico Procurador de este Ilustre Ayuntamiento» y suprimiendo «la Plaza de Asesor de la Municipalidad que ha obtenido hasta ahora el doctor dn Juan Bautista Paz, y a su consecuencia, los quatrocientos pesos que le estaban asignados, reservándose su provisión para quando mejoren las circunstancias [...]». El cargo se cubriría de manera «eventual en el caso de ofrecerse asuntos de importancia cuya resolución exija el concurso y luces de un Letrado».32 Esta situación produjo un vacío en la actividad pública de Juan Bautista Paz, cuyos roles y funciones en relación con el Ayuntamiento local tenían ya una permanencia ininterrumpida de diez años; pero no habría de ser por mucho tiempo.33 El Ibid., p. 208-209. Ibid., p. 214. 33 La función de Asesor se torna volátil. En los meses siguientes se registran pagos de honorarios a algunos letrados por servicios prestados al cabildo: seis pesos quatro reales al Dr. Lorenzo Laguna, seis pesos al Dr. Serapión de Arteaga. Coinciden estos tiempos con la instalación de la Provincia del Tucumán y la Gobernación designará como Asesor a Serapión de Arteaga. También en este caso se trata de una figura muy importante, que trataremos en otra oportunidad; llega a ocuparse del ministerio político y su acción se proyecta en espacio y tiempo, en la primera mitad del siglo XIX. Ibid., p. 249. 31 32


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22 de mayo de 1815, el Cabildo, en «virtud de la orden Suprema», nombraba Asesor «para los casos de necesidad» al Dr. Juan Bautista Paz, aunque el pago de honorarios se reducía de manera notable, alcanzando solamente a cincuenta pesos.34 Un mes más tarde, en la Ciudadela, el 30 de junio, «la campaña, reunida en seis partidos que la componen, con agregación de una parte sana y considerable del Pueblo», en «público acto» «con más de cuatro mil hombres» elegían a tres doctores como representantes tucumanos al Congreso de 1816: Pedro Miguel Aráoz, José Agustín Molina y Juan Bautista Paz. Todos ellos cumplían con el perfil al que se aludiera en páginas anteriores. En esta circunstancia, nuestro personaje viviría la experiencia (frecuente en la época en la que ya se afirmaba el principio de la soberanía popular) de la complejidad que revestía la práctica de las elecciones y las dificultades para reconocer su legitimidad.35 En aquella magna reunión llegaron a practicarse cuatro elecciones y, finalmente, los diputados no estarían listos para incorporarse al Congreso en tiempo y forma, ni siquiera en virtud de su condición de locales. La primera de estas elecciones, producida en una confusa situación, motivaría una presentación que realizó ante el gobierno, el 23 de febrero de 1816, el Dr. Juan Bautista Paz. Después de referirse a la importante dignidad de la representación, a su gratitud por la elección del pueblo con la que había sido honrado y la obligación de contribuir a la seguridad de la patria, presentaba su renuncia protestando las fallas del proceso electoral, con observaciones interesantes sobre la legitimidad de las elecciones, los procedimientos realizados, la relación Ibid., p. 262. Cf. Julio P. Avila, La ciudad arribeña. Tucumán 1810-1816 reconstrucción histórica. Talleres gráficos La Gaceta, Tucumán, 1820, pág. 322; Carlos Páez de la Torre (h) «La azarosa elección tucumana de 1816» en www.lagaceta.com.ar, Tucumán 10 de abril de 2016; Gabriela Tio Vallejo, Antiguo Régimen y Liberalismo. Tucumán, 1770-1830, Facultad de Filosofía y Letras, UNT, p. 211-219. 34

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entre electores y número de habitantes como marco de la representatividad y un tema recurrente: la relación entre ciudad y campaña.36 Estos sucesos revelan las serias dificultades existentes para asimilar normas y prácticas correspondientes a un nuevo modelo político. La ausencia de Paz de los cargos capitulares nunca era definitiva. En julio de 1817, ante la renuncia del Dr. Nicolás Laguna,37 nuestro personaje fue elegido como Alcalde de 1er. Voto. También en ese año se reiteraría su nombramiento, con la asignación de 500 pesos, por resolución del Ayuntamiento: «para el mejor desempeño de este respetable cuerpo, prosecución de sus causas, y asuntos interesantes de la Nación, y con arreglo al artículo 10 de Elecciones de Cabildo del Reglamento provisorio, se nombrase a lo menos un Asesor General de conocida literatura que lo sea de la Corporación y de los Juzgados».38 El 2 de enero 1819 se renueva su nombramiento como Asesor y en 16 de febrero se aumentan doscientos pesos a su sueldo «porque se han multiplicado las actuaciones de los juzgados ordinarios». En ese mismo año se producían dos importantes indicadores del volumen político alcanzado por Juan Bautista Paz: 1) su nombre figuraba —entre un reducido número de militares,39 doctores y comerciantes— en una lista que elaborara el Cabildo para presentar a la «Autoridad Suprema» con la A.H.T., Seccion Administrativa, Vol. 25, 1816, f. 85, 86. Obsérvense las diferencias con aquella «selección» y «sorteo» de personas para el ejercicio de la representación, practicada en abril de 1810, a la que se aludió en páginas anteriores. 37 Laguna se hallaba con licencia en el cargo de Alcalde de 1er. Voto, desde comienzos de ese año, por «hallarse enfermo y con urgente necesidad de salir al campo a restablecer su salud». Las familias solían tener una casa solariega en la campaña. 38 Manuel Lizondo Borda (Introducción y notas) Documentos tucumanos. Actas del Cabildo. Vol. II, 1816-1824, Tucumán, 1938, p. 91. 39 Si bien los militares tenían alta estima en la sociedad colonial, hay que advertir que la guerra de la independencia potenció su capital simbólico. 36


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nómina de las personas que podían ejercer el cargo de Gobernador Intendente, 2) en el mes de agosto, después de que la Provincia jurara la Constitución de 1819, Juan Bautista Paz integró la terna de los candidatos provinciales al Senado de la Nación. Su acción política ya se había afirmado y se proyectaría vigorosamente en la historia de los años siguientes. Continuaría ocupando las más altas funciones en los conflictivos años 20, luego sería Ministro del Dr. Alejandro Heredia y habría de retirarse después del asesinato del gobernador (1838). La continuidad de algunas figuras, y de algunas instituciones (como la Sala de Representantes), eran un signo de estabilidad en tiempos muy convulsionados. Otro de los letrados notables de la época fue Don José Agustín Molina.40 Nacido en Tucumán el 2 de diciembre de 1773, pertenecía a una familia distinguida, siendo sus padres José Molina y Josefa Villafañe, hermana del anteriormente mencionado jesuita Diego León de Villafañe. Don Agustín recibió su educación básica en la escuela del convento de San Francisco. En Córdoba cursó sus estudios de bachiller; hacia 1795 se doctoraba en teología y al año siguiente recibía las órdenes sagradas. De regreso, en Tucumán comenzó su carrera de sacerdote; ocupó cargos en el clero de la diócesis hasta que fue nombrado canónigo de la catedral de Salta de la que llegaría a ser Vicario apostólico en 1826. Finalmente, coronaría esta carrera recibiendo el nombramiento de obispo titular de Cámaco por una bula del Papa Gregorio XVI (1836). Su accionar se proyectó también a la vida política. Participó en las reuniones más importantes en las que se convocó a la parte sana y principal de la sociedad, antes y después de 1810. Su nombre fue frecuentemente mencionado en los momentos en que se presentaban listas de candidatos para ejercer la representación. Ocupó bancas en la legislatura tuEste es uno de los pocos hombres de la cultura cuyo talento fue reconocido por miembros de la Joven Generación, como Juan Bautista Alberdi y Marco Avellaneda. Cf. Marco Avellaneda, Reflejos autobiográficos. 40


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cumana en repetidas oportunidades, actuó como prosecretario en el congreso de 1816 con cuyo órgano de prensa, «El Redactor» colaboró junto con su viejo amigo Cayetano Rodríguez a quien había conocido en el colegio de Montserrat. Se alejó de esta función cuando el Congreso se trasladó a Buenos Aires en mayo de 1817. Molina también se destacó en la oratoria, siendo particularmente elogiada la oración que pronunciara en Tucumán en 1812, en acción de gracias por el triunfo de Belgrano en Ciudadela.41 El obispo Molina era diestro en el manejo de la pluma y escribió una canción dedicada al vencedor de Tucumán y Salta. Es un texto en el que hacía gala de referencias culturales de importantes hitos de la historia de la humanidad, aplicadas a lugares regionales («Aconquija», «Desaguadero», «Suipacha», «Jujuy», «Tucumán», «campo inmortal de las Carreras», «Salta», «Tupiza» y personajes contemporáneos («Belgrano», «Balcarce», «Vélez», «Tristán»). Dichas referencias iban intercaladas con fervientes invocaciones religiosas. Esos sintagmas, referidos a territorios extensos y personajes variados, armonizaban con las expresiones «patria», «nación».42 Queda claro

Cf. Carlos Páez de la Torre (h), «Personalidades en el olvido», en La Gaceta, 2 de enero de 1967. Luis Cano, «El obispo Molina» en Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán. Año 8. N° 5.1993. 42 Veamos unos versos: «La nación, no lo dudes, con respeto/ pronuncia ya tu nombre [Belgrano], y con ternura: / ¿qué mucho? Tu bravura / la ha libertado del mayor aprieto, / la ha allanado el camino, / y ha decidido en suma su destino. / Tucumán en transportes de alegría / (cada pueblo sin duda hará lo mismo) / celebra tu heroísmo, / y hasta su ínfimo vulgo noche y día / en rústicas canciones/ te colma sin cesar de aclamaciones». La presencia popular se refuerza en estos versos: «Su carnaval de este año no ha tenido / mas asunto que loar vuestras hazañas / de las grandes campañas / del Tucumán y Salta: los he oido/ cantarlas una, a una / en verso, que formaban por fortuna». Cf., Augusto E. Mallie (comp.) La Revolución de Mayo a través de los impresos de la época. Primera Serie 1809-1815, Tomo V 1812-1813, Comisión Nacional Ejecutiva del 150º Aniversario de la Revolución de Mayo, p. 199-213. 41


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que en estos versos las expresiones mencionadas en último término («patria», «nación») eran resignificadas respecto del contenido que tenían en las cartas de 1808 que mencionamos anteriormente. La Canción, constituye un testimonio de adhesión y admiración decidida al triunfo militar de la Revolución que, por otra parte, ya se consideraba «nuestra». En fin, la combinación armoniosa de expresiones que connotaban representaciones religiosas y geográficas, junto con protagonistas y sucesos políticos y militares, se inscribían en la construcción de un «nosotros» y formaban parte de lo que se ha dado en llamar la liturgia revolucionaria. Su participación en «El Redactor» del Congreso de Tucumán permite pensar que compartía los principios vertidos en su texto respecto de dichos objetos políticos. La resignificación de los sintagmas «patria» y «nación» puede observarse también en los siguientes párrafos, correspondientes a la instalación del Congreso, el 24 de febrero de 1816 que, además, combinan con las expresiones más destacadas del constitucionalismo del atlántico hispano:43 se trata de la «erección del tribunal de la nación», como el principal actor que se ha formado por la voluntad de las personas, las familias y los pueblos y que debe dar el gran paso: declarar la Independencia. [...] [Los diputados] No han podido pues desentenderse del clamor universal de los pueblos, que dignamente representan [...] y se han decidido absolutamente a no defraudar sus esperanzas, presentando a la faz de las provincias una autoridad que remueva la incertidumbre de las opiniones, y calme los recelos que inspiran necesariamente unos gobiernos, que jamás concentraron de un modo digno el poder, y la voluntad general de los que debían prestarle sumisión y respeto. Si ellos fueron instalados a impulso de la necesidad, y en fuerza de los contrastes, éstos, y aquella han estrechado más y más los deberes de la patria, hasta obligarla a apurar los últimos recursos para fixar la rueda de su fortuna, dando principio por la reunión legítima de los dignos representantes de los pueblos, que sacrificarán sus luces, la actividad de su zelo y todos sus cuidados en obsequio de ella misma. 43

Cf. Jose M. Portillo Valdes, op. cit., pág. 148 y ss.


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Es decir, pues, que está erigido el tribunal de la nación con la investidura de un derecho sagrado que proviene de la cesión que cada persona, cada familia, cada pueblo ha hecho de una porción del uso de sus derechos, revestido de una fuerza compuesta del agregado de toda la fuerza de los miembros que la han cedido, y que reúne, y concentra en si la voluntad general formada de las voluntades particulares, a manera de una luz viva, que se enciende por la unión de muchos rayos que se dirigen a un centro [...].44

En tercer lugar, demos una rápida mirada a la actuación de Pedro Ignacio de Castro Barros, un sacerdote riojano.45 A él se encomendó la celebración del Te Deum del 25 de mayo de 1815 en Tucumán; más adelante, los congresales lo eligieron para predicar en la ceremonia de Acción de Gracias por la Declaración de la Independencia. Dicen sus biógrafos que «se lo consideró siempre como el PREDICADOR DE LA INDEPENDENCIA», a la que definía con trazos singulares. Mencionamos a Castro Barros: a) por haber sido elegido para ofrecer una oración patriótica en Tucumán, b) porque su itinerario fue un claro ejemplo de la amplitud de la territorialidad en la que actuaban los letrados y c) porque su exposición fue una muestra de la diversidad de matices que podían observarse en discursos construidos en medio de cambios profundos y destinos, en muchos aspectos, inciertos. Unos meses después de los cruces entre el Padre Castañeda y un periódico porteño —del que no parece ser ajeno otro letrado tucumano: Monteagudo—,46 Castro Barros expondría El Redactor del Congreso Nacional, Buenos Ayres, mayo 1 de 1816, Imprenta de Niños Expósitos, Museo Casa Histórica de la Independencia, Archivo Documental y de Recortes Periodísticos, www.telpin.com.ar 45 Nació en Chuquis, hoy Dpto. Castro Barros, el 31 de Julio de 1777. Fue el último hijo del matrimonio formado por un salteño, Don Pedro Nolasco de Castro y Paz y de una riojana, Doña Francisca Jerónima Barros Aguilar. Cursó estudios primarios en Santiago del Estero y luego, en 1791, marchó a Córdoba para realizar estudios de Humanidades, Retórica y Filosofía en la Universidad. Recibe el sacramento del orden en 1800. 46 Cf. R oberto di S tefano , «El púlpito anticlerical. Ilustración, deísmo y blasfemia en el teatro porteño post revolucionario (1814-1824)». 44


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un extenso sermón doctrinal a propósito del 25 de mayo en la ciudad de Tucumán.47 Eran acciones producidas casi simultáneamente, con finalidades didácticas semejantes, pero que se daban en distintos ámbitos, con emisores y para receptores diferentes; también los contenidos del mensaje eran diversos, con esa diversidad propia de los períodos donde lo tradicional y lo novedoso se solapaban en variadas experiencias. En el sermón de referencia, se patentizaba una cultura basada en valores construidos en un pasado común, con costumbres que se respetaban. Aun cuando Castro Barros no ahorraba sus fuertes críticas al régimen español, sostenía una idea de patria diferente de la que se esbozaba en ese tiempo en los emergentes círculos intelectuales porteños. En su famoso sermón ya estaba instalado el relato de los 300 años de explotación impuesta a los pueblos originarios, con cuyos reclamos Castro Barros se identificaba, expresando una común propuesta de liberación. Reiteradamente, en el transcurso de la historia, emergieron variables de esta mirada del pasado americano, a modo de mito fundador, donde el período prehispánico era concebido como un paraíso terrenal al que «sólo le había faltado la evangelización». Ante el oprobio

Programa Buenos Aires de Historia Política del siglo XIX, historiapolitica. com, en Itinerarios. Anuario del Centro de Estudios «Espacio, memoria e identidad» (CEEMI). Universidad Nacional de Rosario. Sobre la base de un artículo periodístico que circuló en Buenos Aires, el autor muestra un perfil de época ubicado en el ámbito intelectual porteño, del segundo decenio del siglo XIX, donde representantes de la elite ilustrada opinaban que los rioplatenses podrían ser purificados de las tan nefastas influencias, inculcadas durante la dominación española, mediante el empleo eficaz de recursos tales como la prensa y el teatro. 47 Si bien la homilía de Castro Barros se distinguía notablemente de otros discursos, no dejaba de asemejarse a otras oraciones patrióticas como la del sacerdote santiagueño (hijo de tucumano), Juan Antonio Neirot que fuera diputado por Catamarca al Congreso (1826-1827). Cf. Rosalìa Baltar, «Autores y auditorios en los sermones patrios», en Graciela Batticuore y Sandra Gayot (Compiladoras) Tres momentos de la cultura argentina 1810 1910 2010, Prometeo, Buenos Aires, 2012.


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de la esclavitud de los pueblos primitivos se levantaba el anhelo de libertad que el autor relacionaba con las páginas más célebres de la historia bíblica y fortalecía esa concepción con el núcleo de los valores cristianos más preciados. Esta mirada no era nueva, sus raíces podrían remitirse a los discursos de la primera hora de la colonización, y fue actualizada notoriamente, en tiempos de la Independencia, por actores como Fray Servando Teresa de Mier en otros horizontes del continente americano. Más tarde, ya en el ámbito del Congreso de Tucumán, Castro Barros supo asociarse a la idea belgraniana de la monarquía moderada, con un príncipe incaico 48 y con centro en El Cuzco. En el sermón se exaltaba la ejemplaridad del 25 de mayo; 49 la fecha resultaba parangonada con las máximas glorias de la historia. Su significado se colocaba en el contexto de la historia de la salvación, que remitía al contenido de la Biblia y se continuaba, en fluida sucesión, por los tiempos hasta poner de relieve la gesta maya y la batalla de Tucumán.50 48 Esta idea no era una ocurrencia disparatada de Belgrano, como ha sostenido buena parte de la historiografía tradicional. Ella fue compartida por destacados diputados del Congreso —monárquicos en su mayoría— y por varios de los actores más notables de la independencia hispanoamericana, como Miranda (Proyecto Incaico de Miranda), Bolívar (Carta de Jamaica) y Monteagudo. Este último escribió en Charcas una pieza titulada «Diálogo entre Atahualpa y Fernando VII en los Campos Elíseos» donde abogaba por el derecho a la restauración del imperio inca. Según Gabriel Di Meglio, «tanto Güemes, como San Martín y la mayoría de los diputados están a favor de este proyecto monárquico». Cf. «Ser un dirigente en 1816 no era nada sencillo: se jugaban la vida», en Infobae. Cultura, Entrevista de Claudia Pero. 10 de julio de 2016, 49 Augusto E. Mallie (comp.), op. cit. «Sermón Patriótico Sagrado, Predicado el 25 de mayo de 1815», Tomo VI, 1814-1815, Buenos Aires, 1967, p. 248. 50 En consequencia: si para todo el mundo racional han sido siempre épocas tan respetables, que han merecido fixar sus siete edades; las de la creación, del diluvio universal, de la vocación de Abraham, de la libertad de Israel de Egipto, de la unción de David en Rey, de la libertad de los Judios de Babilonia y de la redempcion, o natalicio de Jesu Cristo. Ibid., pág. 249.


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La importancia de las celebraciones en la vida de la sociedad (para la participación de los pueblos, para la construcción del capital simbólico y el capital cultural, en fin, para el fortalecimiento del «nosotros») ha sido señalada especialmente por la historiografía contemporánea. Por ello resulta pertinente observar la importancia que asignaba Castro Barros a las festividades del calendario hebreo y, luego, en marcada continuidad, a las de la Iglesia Católica. Interpretaba la inserción de los hechos salientes de la nueva historia patria de los pueblos rioplatenses en el contexto de la historia de la salvación y la exaltaba reafirmando la intervención de Dios en la historia. Castro Barros ubicaba su homilía en la línea de los españoles «sabios»: «el Consejero Solórzano, el Iltmo. Feijoó, el exemplar Obispo de Chiapa D, Fr. Bartolomé de las Casas, dignísimo Apóstol, y Padre tiernísimo de los Indios». En un momento de su exposición, en una aproximación directa a los integrantes de su auditorio, articulaba pasado y presente, evocando la experiencia vivida para proyectar el horizonte de expectativas. De tal manera, se dirigía al Pueblo Heroyco del Tucumán digno Atlante de nuestra Madre Patria; que os distingues entre todos los Pueblos de las Provincias Argentinas con el brillante taú de la insigne victoria del 24 de setiembre del año tercero de nuestra libertad; vosotros todos amados Compatriotas, que me escucháis: quedad plenamente convencidos, que la actual guerra ofensiva de la España contra nosotros, es la mas injusta, al paso que la nuestra defensiva es justísima, y en mi concepto obligatoria, miradas ambas en el terso espejo de nuestra Santa Religión, y sana moral; examinadas con la luminosa antorcha de la razón natural; y pesadas en la fiel balanza de la ley eterna. En fuerza de este convencimiento, continuad en unión vuestra defensa con el mas heroico denuedo hasta coronarla con una gloriosa victoria, cuyo precioso fruto sea la instalación de un sabio Gobierno nacional, que nos provea todas las posibles ventajas de cuerpo y alma; y los medios necesarios para encender la linterna de la fe católica sobre tantas naciones idolatras, que en nuestro suelo yacen sepultadas en las tinieblas del error, y sombras de la muerte.


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Sigue el extenso sermón, donde Tucumán pertenecía a las Provincias Argentinas; «madre patria» era América, y la lucha se entablaba contra las ilegítimas pretensiones de España. La mirada al futuro, como la de todos los hombres comprometidos con las revoluciones hispanoamericanas, bregaba por la legitimidad que debía reunir el congreso para declarar la Independencia e instalar un gobierno nacional. Estas expresiones se construían en tiempos de cambios paradigmáticos en los que predominaba una fuerte situación de «indecibilidad», donde todo parecía estar por pensarse, donde todo estaba por decirse, donde todo estaba por decidirse. Eran tiempos de fuertes desafíos en los que la sociedad —para encarar los cambios— partía de sus tradiciones, de ahí la formación de «la liturgia revolucionaria» y la búsqueda de sentido histórico como el que ofrecían los sermones y lo que se expresaba en los testimonios de la época. Por eso es tan importante estudiar los gestos, las fiestas, en fin, las acciones compartidas, sendas a las que nos referimos en las primeras páginas y por las que ha incursionado la historiografía de los últimos tiempos.

A

modo de conclusión

En el proceso de la revolución iban transformándose normas, prácticas, lenguajes y significados, lo que generaba no pocas dificultades en la ciudad mediterránea. A partir de las incertidumbres provocadas por la vacatio regis y la vacatio legis debieron de construirse nuevas interpretaciones y nuevas normas para el gobierno local y el funcionamiento del sistema político. Ambas cuestiones (interpretaciones y normas) armonizadas con costumbres y creencias eran fundamentales para la existencia de la comunidad. En los tres casos presentados puede advertirse el perfil de los actores que fueron elegidos para ocuparse de la orientación política. La gestión de Juan Bautista Paz en el primer decenio revolucionario (y que habría de proyectarse por cerca


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de veinte años más) muestra la necesidad que tenían las instituciones del saber experto para lograr el principal objetivo de establecer el orden y la ley. Las dificultades no eran menores, sobre todo a la hora de practicar elecciones, determinar los criterios de legitimidad y el ejercicio de la representación. A pesar de que sólo fue posible mencionar a algunos letrados, pudimos vislumbrar la importancia que adquirieron ocupándose de la función pública. En la otra cuestión, esto es, en la interpretación del proceso revolucionario para la construcción del nuevo orden, se destacaron los sacerdotes con sus escritos y homilías —como los del Padre Molina—, vías privilegiadas de comunicación dirigidas a todos los sectores de la sociedad tucumana, a los que les hablaban en un lenguaje y sobre unos valores que compartían. Se ha observado en esos discursos, la persistencia en las alusiones a la cultura clásica y católica, así como la resignificación plasmada en el empleo de palabras como «patria» y «nación». Esta transformación del sentido de dichas expresiones surgió después de la Revolución y a iniciativa del mismo grupo de actores; esto es así, en Tucumán, porque el cambio político —por su condición de ciudad subordinada y por el fuerte protagonismo de las elites locales— no produjo significativos cambios en los sectores dirigentes. Por último, merece ser mencionada —a través del contenido del sermón de Castro Barros, que aquí apenas pudo esbozarse— una interpretación del proceso emancipador que, sin mengua de la singularidad de los sucesos locales, se inserta en miradas hispanoamericanas. Habla de nación y de patria, pero también de derechos y deberes civiles y religiosos, muy caros a la cultura tradicional. Se distingue por su visión de la historia, por el iusnaturalismo subyacente, por la construcción del «nosotros» sobre la base del significado de América como «madre patria», por la exaltación de la lucha por los derechos conculcados a los pueblos originarios con los cuales se identifica la causa independentista, por la necesidad de la unión para consolidar la libertad y un nuevo gobierno.


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Muchos de los afanes expresados en la época no lograron concretarse, ni la historiografía recaló mayormente en ellos. Sin embargo, cada tanto resurgen —como muchas de las cuestiones no resueltas— algunas de aquellas antiguas y elevadas aspiraciones.


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El Álbum General de la Provincia de Tucumán en el Primer Centenario de la Independencia Pedro J. González — Advertencia — Este trabajo fue realizado por el profesor Pedro J. González, ya fallecido. Hace tiempo me lo entregó para facilitarme una investigación sobre la celebración del Primer Centenario de la Independencia. El autor se ocupó del Álbum del Centenario, libro monumental editado en 1916 y que reviste gran utilidad para los investigadores. Quiso subsanar la falta de índice y numeración de páginas de la que esta publicación carece. Se trataba de un tema muy cercano en sus afectos, pues Domingo Villarrubia Norri, encargado de la realización de la obra, fue su suegro. Además, el profesor González abunda en explicaciones sobre los temas que abarca la obra y cómo se preparó el material. Pedro González, profesor largos años de Historia Argentina, fue miembro fundador de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán y colaboró con ella con dedicación hasta sus últimos días. Sea este trabajo un homenaje en su querida memoria. Elena Perilli

de

Colombres Garmendia

El Origen ucumán se aprestaba a celebrar el primer Centenario de la Declaración de la Independencia en uno de los Gobiernos más progresistas de principios de siglo, el de Ernesto Padilla. Es conocida su personalidad y su intensa actividad


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desde todas las perspectivas.1 Pero en el Campo de la Educación y la Cultura advertimos importantes logros. Solamente mencionaré que durante su gobierno puso en ejecución la ley de la Creación de la Universidad de Tucumán —sancionada en el periodo anterior— inaugurándola el 25 de mayo de 1914. En este tipo de empresas Padilla no estaba solo. Lo rodeaba un importante conjunto de intelectuales descollantes a la que se le ha dado el nombre genérico de «Generación del Centenario».2 Con casi todos ellos contó para integrar la «Comisión Oficial del Centenario» encargada de planificar e implementar las celebraciones con que la provincia esperaba el importante acontecimiento. La intención del gobernador, compartida por la Comisión, apuntaba a centralizar los actos en nuestra ciudad, no solamente por ser cuna de la Independencia, sino porque estaban convencidos de que Tucumán, en 1916, había alcanzado méritos suficientes para ofrecer al país y a otras naciones, testimonios de logros materiales e intelectuales fácilmente perceptibles. El asunto cobró importancia y se enmarcó en las pujas provincianas frente a la absorción de la Capital Federal, cuando en la segunda mitad de 1915 se advertía que el Gobierno Nacional pretendía monopolizar las celebraciones centenarias. Ya lo había realizado, con bastante despliegue y mucho éxito en 1910. Esto era aceptable dado que, al fin y al cabo, el Cabildo Bonaerense era el protagonista principal de los sucesos de mayo. Pero la Declaración se realizó aquí y Tucumán esperaba también ser la sede nacional de las conmemoraciones.

La obra de Guillermo Furlong Ernesto Padilla, su vida, su obra (Universidad Nacional de Tucumán, 1959) resulta un aporte fundamental para estudiar la vida del gobernador. 2 La generación del Centenario ha merecido varios estudios. Debo mencionar que últimamente el grupo de trabajo del Instituto de Historia y Pensamiento Argentinos de la Facultad de Filosofía y Letras (UNT) al enfocar el tema Inmigración y Realidad Nacional como trabajo colectivo, está produciendo importantes aportes a su conocimiento. 1


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La lectura de los nombres que integraban la comisión nos permite captar la importancia que el Gobierno quiso conferirle a los actos de 1916. La presidía el Dr., Eudoro Avellaneda y actuaban como vicepresidente 1º Pedro G. Sal; y 2º el Gral., Carlos O’Donnell. Figuraba como Secretario el Dr. Adolfo Carranza y Tesorero el Dr. Roberto J. Ponssa. Fueron vocales los Dres. Próspero Mena, José Frías Silva, José A. Olmos, Juan B. Terán, (fundador y rector de la Universidad), Rodrigo Amorortu, Pedro Ruiz de Huidobro, Servando Viaña, Pedro M. Frías, José I. Aráoz, Ubaldo Benzi, Sixto Terán, Miguel P. Díaz, León Rougés, Ing. Juan J. Chavanne, R.P. Fray Salvador Villalba, Sres. Florencio Sal, Hermenegildo Rodríguez, Alfredo Guzmán, Napoleón Paz, Alberto Lacabera, Luis N. Fagalde, Julio J. Cainzo, Emilio Gallot, y Juan Bautista Bascary. Además, una comisión especial, «Concursos y Celebraciones Intelectuales», le confería carácter especial a la conmemoración. La presidia Alberto Lacabera (que escribe la «Introducción» del Álbum) acompañado por Roberto Ponssa, como secretario, y Juan B. Terán, Rodrigo Amorortu y Fray Salvador Villalba, como vocales. Todos hombres de la primera línea en las distintas facetas de la actividad pública políticos (ex y post gobernadores), literatos, filósofos, historiadores, militares, religiosos, empresarios, etc. En verdad, pocos estaban ausentes. Así una constante en nuestro país (y en otras naciones) figura la de editar un Libro de Oro, o Álbum o cualquier otra denominación, con la idea que presente la génesis del hecho que se celebra y, sobre todo, la situación actual de lo celebrado. Esta especie de género literario o historiográfico suele ser bastante útil para el investigador, no solo por el caudal de información que aporta sino por su significado en cuanto análisis de su propio tiempo. Es decir, nos permite reconstruir la idea que de sí mismos tienen los protagonistas de una época y el carácter especial de su lugar en la Historia. Tucumán no fue una excepción, de ahí que entre las celebraciones intelectuales —quizás las más importantes— se lanzara la idea de promover la realización de una tarea de esta naturaleza.


P. J. González, «El Álbum General de la Provincia de Tucumán en 1916»

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El desafío fue asumido por un funcionario, por entonces del Consejo de Educación de la Provincia, Don Domingo Villarrubia Norri, que, con un importante número de colaboradores, se dio a la tarea de desarrollar la obra. La comisión Oficial, no solo le confirió el carácter de «publicación oficial» sino, como tengo anotado, el presidente de la Comisión especial, redactó su introducción. Se encontraba además en la propuesta de Juan B. Terán «sobre la publicación de datos históricos referidos a Tucumán, dados por escritores de la época».3

El

libro

La casa editora N. Rodríguez Giles (Casa Editora e impresora Loria 434, Buenos Aires) realizó un excelente trabajo de impresión y encuadernación. Sobre la base de un grueso papel satinado, en 830 páginas de generosas medidas (0,29 x 0,39), y a tres columnas está desarrollada la obra. En tela (que se vendía a $m/n50), en cuero ($80) en cuero de Rusia ($100) que podía ir con estuche ($120). Todos los tipos de encuadernación lleva en el borde superior de la tapa una reproducción en relieve (obra de Atilio Terragni) de uno de los paneles de Lola Mora que hoy está instalada en los jardines posteriores, sobre calle 9 de Julio, en la Casa Histórica de la Independencia. Las tres columnas de todas las hojas están enmarcadas con viñetas en suaves tonos de gris, amarillo y verde. Merece consideración especial el material visual que acompaña el Álbum. La técnica fotográfica y su reproducción en textos estaban en auge. De ahí la enorme importancia que cobran las Ilustraciones por su valor testimonial del Tucumán de 1916. Pero adolece de una carencia importante: las hojas no llevan numeración y, en consecuencia, carece de índice. Al La Gaceta, Tucumán, edición del 7 de diciembre de 1965, pág. 4, 2ª columna, Sección «Hace cincuenta años». 3


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El Álbum General de la Provincia de Tucumán.

menos eso ocurre con los ejemplares consultados en bibliotecas públicas y privadas. Naturalmente, tal defecto limita el aprovechamiento integral de la obra y conspira contra su utilización como instrumento de trabajo. Esa es la razón —el motivo fundamental de este trabajo— por la que agregamos al final algunos índices4 Por testimonios de los familiares del director del Álbum, nos enteramos que por la demora en la entrega de algún material prometido por los autores, la demora en la elaboración de algunas planchas y dada la necesidad de ser presentado exactamente el 9 de Julio de 1916, conspiró —o fue pretexto de la empresa— para que las cosas no salieran bien. Nos informaron que efectivamente

4 Lamentablemente no puedo incorporar el índice más importante, el onomástico y toponímico, dado el límite de hojas a presentar aceptado para estas jornadas.


P. J. González, «El Álbum General de la Provincia de Tucumán en 1916»

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Lámina de Atilio Terragni.

Villarrubia Norri estuvo de regreso en Tucumán al mediodía del día del centenario con la primera tirada de Álbum. Tiempo después la misma empresa editó en una gran lámina (1,00 x 0,70) que a manera de poster publicitario donde, sin corresponder exactamente a un índice, ofrecía un informe del contenido de la obra y datos de algunos artículos importantes. Por él nos enteramos, por ejemplo, del correcto nombre del autor de algunas colaboraciones que solo llevaban la firma autógrafa.

El

contenido

¿Conoce el Álbum General de Tucumán en el Primer Centenario de la Independencia Argentina? Reza el encabezamiento de la lámina publicitaria que promociona la obra. Y anota más abajo «es un alarde de las artes gráficas nacionales y una interesante amena e instructiva recopilación de la Historia Argentina en la gloriosa época de la Independencia y una


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demostración acabada de los adelantos del país en la primera centuria de la vida libre».5 En realidad, las afirmaciones son parcialmente ciertas. Conviene afirmar, de entrada, que Tucumán es el protagonista fundamental del Álbum. Salvo la biografía de los congresales de 1816 (obviamente) y algunas referencias a las autoridades nacionales, casi nada está fuera de Tucumán y su área de influencia. Y, de la misma manera, cuando se refiere a Tucumán del siglo XX, el eje, sobre todo en su progreso material es la ciudad de San Miguel. Alberto Lacabera lo expresa taxativamente en su Introducción: «[...] es una síntesis interesante y completa que presenta a Tucumán desde su génesis colonial a través de un siglo, en todos sus estados sucesivos hasta su complejo desarrollo actual en todas las fases de su progreso actual».6 Toda la primera parte de la obra está dedicada a la historia de la región del antiguo Tucumán. Es un largo trabajo de síntesis firmado por un funcionario entonces del Consejo de Educación, periodista e incansable lector, Darío de Prada Salgado (secretario del Álbum, además). No es mi propósito realizar un análisis científico de los artículos. Solo me limitaré a presentarlos. Pero es importante anotar que para la época de la preparación de la obra Tucumán ya contaba con importantes aportes historiográficos algunos de bastante significación. Solo citar a Alfredo Busquets, Paul Groussac, Arsenio Granillo, Julio P. Ávila y sobre todo a Ricardo Jaime Freyre (el altoperuano que residía en esta ciudad por entonces), bastarían para tomar idea de la importancia de los estudios en esta área. El mérito de Prada Salgado radica en haber realizado la gran síntesis, destinada a algo más que el público medio, de lectura agradable por su prosa elegante. Hasta varios años después bien entrados el siglo XX, no conozco una obra de estas características. 5 6

Lámina publicitaria en la colección particular del autor. Álbum del Centenario, pág. 4.


P. J. González, «El Álbum General de la Provincia de Tucumán en 1916»

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No es una historia leal. Comienza con unas páginas sobre el Tucumán prehispánico apoyado por un mapa publicado por Ricardo Jaimes Freyre7 y abundante material arqueológico recogido y clasificado por Inocencio Liberani.8 El capítulo «La conquista» registra la sucesión de gobernadores y su obra acompañado con buenas ilustraciones de vestigios históricos, material arqueológico reproducción de documentos escritos y fotografías de paisajes naturales. Algo parecido ocurre con «La Nueva Era» que comienza con lo ocurrido en Tucumán en 1810 y sigue, por el camino de acción de gobierno hasta 1916. A partir de la mitad de siglo cada período acompaña el retrato de su gobernante. Culmina con Ernesto Padilla. De Francisco Padilla incluye un artículo breve (la muerte lo sorprendió antes de terminarlo) abordando una temática histórica, geográfica y económica. Se llama Tucumán —«un trozo de Grecia transportada bajo los cielos maravillosos de los trópicos»—9 ha logrado la feliz conjunción de la belleza total, paradisiaca a la vez que un desarrollo económico significativo. La prosa ditirámbica campea en el escrito. La Historia Eclesiástica está presente en el comienzo (más adelante se encuentran otros más) con un trabajo del R.P. Joaquín Tula. Lleva tres subtítulos: 1) La Conquista Evangélica; 2) Pródromos revolucionarios; 3) Los precursores. Está inconcluso. Una sería la enfermedad que lo llevó a la tumba impidió como en el caso anterior, su finalización. Don Antonio M. Correa, agrimensor, cartógrafo, historiador e iniciador de los estudios modernos de geografía en Tucumán, y es el autor de un muy buen trabajo: «1816, Tucumán, 1916». Luego de la descripción de la provincia, su área geográfica, su naturaleza y sobre todo su evolución cartográEl Tucumán Colonial, Ricardo Jaimes Freyre. Inocencio Liberani efectuó en 1877 una Excursión Arqueológica en los Valles de Santa María, Catamarca. Con este nombre la UNT editó en 1950 una edición facsimilar a partir del Álbum que este investigador elevó al Ministerio de Instrucción Pública de la Nación. 9 Álbum del Centenario, Pág. 131. 7 8


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fica. Dedica unas buenas páginas al desarrollo urbanístico de San Miguel de Tucumán y es acompañado por un importante material cartográfico. Dedica unas buenas páginas al desarrollo urbanístico de San Miguel de Tucumán y es acompañado por un importante material cartográfico elaborado por el autor o copiado de cartografía existente en archivos. Casi cincuenta páginas ocupan «El Congreso de Tucumán» cuyo autor —entendemos— es Domingo Villarrubia Norri.10 Tiene la particular de comenzar con un hecho contemporáneo. Ocurre que las informaciones que llegaron a la ciudad acerca de la centralización de los actos celebratorios que se harían en Buenos Aires motivó una profunda conmoción en el ambiente político y cultural de Tucumán. Para exteriorizar la gran protesta se realizó una gran manifestación cívica el 12 de Setiembre de 1915. Las ilustraciones fotográficas nos permiten evaluar su importancia y la oratoria de Servando Viaña enfervorizó a la multitud. Sin solución de continuidad comienza a analizar el congreso narrando sesión por sesión siempre teniendo en cuenta la información periodística de la época y los documentos colaterales conocidos. Aporta un interesante material gráfico de la Casa de la Independencia destacándose la clásica placa de Paganelli de 1869, reproducida en colores y a toda página, y la también clásica del Salón de la Independencia, con la gran estructura vidriada cubriéndola.11 Más de cincuenta páginas ocupan las biografías de los congresales. Gran parte son tomadas de Udaondo o Fernández Holguín.12 Las que no llevan firma, fueron escritas por el cuerpo de redactores del Álbum según lo expresa la lámina pu-

10 Domingo Villarrubia Norri es autor de un libro, El Congreso de Tucumán, editado en 1931. Repite textualmente algunas páginas del artículo comentado y le llama a su libro «reedición». 11 Estas fotos sirvieron de base a los trabajos de Buschiazzo en la restauración de la Casa Histórica. 12 Ampliadas por la Redacción según lámina publicitaria.


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blicitaria.13 Este documento anota «La mayor parte de dichas biografías, que permanecen inéditas o escasamente detalladas, han sido escritas o ampliadas exclusivamente para el Álbum, teniendo en cuenta documentos fidedignos conservados en archivo oficiales o particulares, habiendo procurado no estampar un solo dato que no fuera suficientemente constatado. Intercalado en el texto van 21 retratos de los próceres en artístico medallón tamaño 12 x 16».14 De aquí en más la realidad contemporánea ocupa las preferencias del equipo de redacción. Solo que al presentar algunas instituciones importantes —la mayoría de reciente data— necesariamente hacen una referencia al origen de las mismas. Sin embargo, intercalados en la contemporaneidad aparecen elementos importantes como la biografía de ilustres tucumanos y un buen muestrario de historia de Instituciones. La historia de la Iglesia, por ejemplo, está muy bien representada, por la historia de órdenes religiosas. Fray Jacinto Carrasco OP —hombre muy culto e investigador de nota— realiza una interesante historia de la Orden de Santo Domingo en nuestra provincia; «Los PP Domínicos de Tucumán y la Independencia Argentina Síntesis «De amena lectura y con apoyo documental de primera línea. Numerosas fotografías ilustran la arquitectura e iconografía del convento y basílica hacia el año 1916. A Fray Salvador Villalba OFM —activo partícipe de empresas intelectuales y miembro de la Comisión Oficial— le correspondió historiar la presencia de la Orden seráfica en Tucumán, Villarrubia aporta nuevos elementos de la Biografía de los próceres de Julio en su libro ya citado. 14 El director de la obra en su Congreso de Tucumán afirma en pág. 147: «El retrato que insertamos (refiriéndose al Dr. Pedro Miguel Araoz, diputado de Tucumán) como el del Dr. Thames, fueron reconstruidos por recuerdos de familia y publicados por primera vez en 1916, en el Álbum General de la Provincia de Tucumán, publicación aprobada por la Comisión Oficial del Centenario». 13


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en «Los Franciscanos durante la Colonia e Independencia» realiza un desarrollo de la actividad evangélica y educativa de la orden hasta casi comienzos del siglo XX. También aporta abundante material gráfico reflejándose la actualidad. «La prensa en Tucumán» fue redactado por los escritores del equipo del Álbum que realizaron su recopilación y estudio» según nos informa la lámina publicitaria. Se apoyaron en la hemeroteca de Moreno Albariza que pacientemente había realizado un buen acopio de material periodístico tucumano y nacional y que el Álbum muestra en varias ilustraciones. El desarrollo de la Educación, preocupación dominante en la época, está bastante graficada en la gran cantidad de edificios y lugares de tareas pedagógicas que la obra aporta. Además, podemos mencionar un buen trabajo de José Fierro- historiador, periodista y propulsor de bibliotecas públicas acerca de la educación primaria. Rita P. de Bertelli analiza la acción educativa de Amadeo Jacques (una hija del educador envió un mensaje con su fotografía reproducida en el Álbum) y las notas sobre la Universidad de Tucumán, así como las de Sixto Terán sobre el Colegio Nacional y las de Catalina de Ayala sobre la Escuela Normal se completa el interesante cuadro de la Evolución de las Instituciones educativas. El trabajo sobre la Batalla del 24 de Setiembre realizado por el Teniente coronel Barrionuevo aporta enfoques interesantes sobre la historia militar. El ferrocarril, infaltable en cualquier modelo de desarrollo de la época, está presente con un muy buen trabajo de Carlos Meijide. Muestra un interesante plano ferro- urbanístico de San Miguel de Tucumán y le confiere bastante importancia a los talleres de Tafí Viejo.

La

ciudad de

San Miguel Álbum

de

Tucumán

en el

Este último trabajo y el de los colegios secundarios mencionados nos dan la pauta del protagonismo que tiene la ciudad en el Álbum. De alguna manera está demostrando una


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tendencia bastante evidente en la época del Centenario. En realidad, era bastante coherente con lo que estaba pasando en la Argentina de entonces. El avance paulatino de los porcientos de población urbana, culminó en el 1914 con casi una igualdad frente a la rural, es un fenómeno típico de la Revolución Industrial y era uno de las vías por la que nuestro país entraba en la modernidad. En consecuencia, el progreso material se evidencia objetivamente, en las grandes concentraciones urbanas y edificios, transportes, pavimentación, teléfonos, iluminación eléctrica, estilos ornamentales, preocupación por el confort en suma se constituyen en elementos fundamentales, además graficables por el avance de la fotografía, como indicadores infalibles de los nuevos tiempos. Desde esta perspectiva podemos entender fácilmente la preocupación de la Comisión Oficial por centralizar los Actos en San Miguel y mostrar al país (y al mundo) lo que había avanzado en la última centuria. Y también la de la Dirección del Álbum para exteriorizar la realidad urbana. Hemos notado antes la importancia que, en el marco de los nuevos tiempos, se le confiere el ferrocarril y a la educación en sus tres niveles. Resulta abundante el material ofrecido. Sobre todo, en el nivel universitario y secundario, el fotógrafo se deleita mostrando todos los ambientes de trabajo y los campos experimentales. No podían faltar las instituciones oficiales. La municipalidad en su viejo edificio y la Casa de Gobierno especialmente el reciente trabajo de Vila y Prades decorando techo y friso del Salón Blanco son mostradas con empeño. La economía en expansión está reflejada en las 10 instituciones financieras radicadas en la Ciudad, desde luego la actividad azucarera llena las páginas importantes, como así la actividad comercial. Las principales casas de comercio están expresamente graficadas o aparecen en las fotografías de calles de la ciudad. Ningún aspecto importante de la capital provincial escapa al objetivo inquieto de la cámara: salubridad, beneficencia, atención de huérfanos y niños pobres, asilos de hombres y


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mujeres, clubes sociales y de esparcimiento, teatros, el infaltable tranvía, paseos, parques y jardines, plazas monumentos artísticos, hoteles, Templos, edificación privada, están presentes en el Álbum.

Los

que escribieron el

Álbum

El director del Álbum —dirigió la redacción, propuso el plan y convocó a los intelectuales de su época— fue Domingo Villarrubia Norri, «Obrero activo e infatigable de esta recopilación tan variada, tan múltiple, tan interesante, dentro de la unidad de propósitos que ha inspirado su acertado plan» como anota Lacabera en la Introducción. Había nacido en San Miguel de Tucumán el 4 de agosto de 1877 y era funcionario del Consejo de Educación de la Provincia en la época del centenario. Realizó una carrera administrativa bastante empinada llegando a ser Subsecretario de Hacienda y Director del Primer Censo Provincial del Trabajo que no se concretó por ser intervenida la provincia. Se retiró de la vida pública siendo Secretario de la Junta Electoral. Incursionó por la pintura y escultura y en sus últimos años se dedicó a la cerámica. Falleció en la ciudad donde estuvo radicado toda su vida el 2 de octubre de 1960. También Prada Salgado tuvo una importante trayectoria como funcionario y periodista. Conocemos el nombre de los colaboradores que trabajaron temas específicos por lo informado por la lámina publicitaria. Pero desconozco el del equipo de redacción, aunque he tenido a mí vista una fotografía de una decena de personas trabajando en una gran mesa y al dorso con la letra de Villarrubia indicar que conforman el grupo de redactores del Álbum. Capítulo aparte merecen los colaboradores artísticos, en página 479 están fotografiados como tales, Manuel y Pompilio, hermanos del Director y además Atilio Terragni, pintor, Julio A. Oliva, escultor Honorario Mossi, pintor Manuel López Mantiñari, dibujante y Ángel Paganelli, decano de los fotógrafos de


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Tucumán, y M. Valdez del Pino fotógrafo artístico. En página 689 al pie de una hermosa toma en colores figura «Adolfo Castañeda» fotógrafo del Álbum.

Conclusiones 1) El Álbum del Centenario constituye una fuente rica en caudal informativo y ofrece innumerables sugerencias para estudiar una sociedad que se analiza a sí mismo. 2) Su estudio ofrece dos perspectivas interesantes a su interpretación del pasado a partir de su propia cosmovisión b) la capacidad para interpretar su contemporaneidad. 3) Los signos del tiempo están presentes en el exagerado énfasis en dejar perpetuada una sociedad urbana en plena expansión. 4) En consecuencia la ciudad aparece como protagonista de la obra quizás no en toda su realidad, sino en aquellos aspectos destacados que indiquen la medida de su desarrollo.

Índice General

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

Pág.

Alberto Lacabera, «Introducción» . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 Darío de Prada Salgado, «El Tucumán Pre-colonial» ��� 5 «Reliquias arqueológicas» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 «La Conquista (1542-1810)» . . . . . . . . . . . . . . . . . 14 «La nueva era» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 Coronel José Antonio Álvarez Condarco (biografía) . . . 130 Francisco Padilla «Tucumán» . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131 Figuras ilustres del clero Tucumán. Por Joaquín Tula . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141 «Fortunata García de García» . . . . . . . . . . . . . . . . . . 150 Antonio M Correa «1816 – Tucumán – 1916. Dos épocas. Páginas. Sobre su geografía antigua y moderna. Ligeros apuntes históricos Estadísticos» . . . . 151


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8. Domingo Villarrubia Norri (1) «Historia del Congreso de Tucumán» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9. Pedro I. Caraffa «Licenciado Don Francisco Narciso de Laprida» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10. «Eduardo Pérez Bulnes» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11. Eduardo Fernández Holguín. «Dr. Don Mariano Boedo» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12. Enrique Udaondo «Dr. Pedro Medrano» . . . . . . . . . . 13. Eduardo Fernández Holguín «Dr. Antonio Sáenz» . . 14. Enrique Udaondo «Pbro. Dr. Pedro Francisco de Uriarte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15. «Dr. Pedro Ignacio de Rivera» . . . . . . . . . . . . . . . . . 16. «Don Pedro León Gallo» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17. Enrique Udaondo «Pbro. Dr. Pedro Miguel Aráoz» . . 18. «Dr. José de Darregueira» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19. «Dr. Mariano Sánchez de Loria» . . . . . . . . . . . . . . . . 20. «Dr. José Eusebio Colombres» . . . . . . . . . . . . . . . . . 21. «Fray Justo de Santa María de Oro» . . . . . . . . . . . . 22. «Dr. José Severo Feliciano de Malavia» . . . . . . . . . . 23. «Eduardo Fernández Holguín «Dr. Teodoro Sánchez de Bustamante» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24. «Dr. José Ignacio Thames» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25. Enrique Udaondo «Licenciado Luis Gerónimo Salguero de Cabrera y Cabrera» . . . . . . . . . . . . . . . 26. «Dr. Esteban Agustín Gazcón» . . . . . . . . . . . . . . . . . 27. «Dr. Manuel Antonio Acevedo» . . . . . . . . . . . . . . . . 28. Enrique Udaondo «Dr. Tomás Godoy Cruz» . . . . . . . 29. Pedro I. Caraffa «Dr. Juan Agustín Maza» . . . . . . . . 30. Enrique Udaondo «Dr. Tomás Manuel de Anchorena» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31. «Dr. José Antonio Cabrera» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32. Enrique Udaondo «Dr. José Mariano Serrano» . . . . . 33. Eduardo Fernández Holguín «Gral. José Ignacio de Gorriti» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34. Enrique Udaondo «Pbro. José Andrés Pacheco de Melo» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

229 274 275 276 278 281 284 287 288 289 292 293 294 295 296 297 299 300 301 305 307 310 313 315 316 321 323


P. J. González, «El Álbum General de la Provincia de Tucumán en 1916»

35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. 50. 51. 52. 53. 54.

67

Dr. Jacinto R. Ríos «Pbro. Ignacio de Castro Barros» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 326 El Congreso Argentino en 1916 (fotogr.) . . . . . . . . . 331 Nominas de Senadores y Diputados Nacionales . . . . 333 Galería Fotográfica Congresales Nacionales de 1816 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 335/338 Galería Fotográfica Legisladores Tucumanos 1916 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 339/340 Galería Fotográfica Diputados Provinciales de La Rioja y . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 341 Galería Fotográfica diputados provinciales de Santiago del Estero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 342 Galería Fotográfica diputados provinciales de Jujuy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 343 Galería Fotográfica legisladores de Entre Ríos . . 344/5 Galería Fotográfica diputados provinciales de San Luis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 345 Galería Fotográfica diputados provinciales de Corrientes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 347 Galería Fotográfica diputados provinciales de Buenos Aires . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 348 Galería Fotográfica diputados provinciales de Salta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 349 Galería Fotográfica autoridades de Córdoba . . . . . . 352 Galería Fotográfica autoridades de Santiago del Estero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 353 Adolfo P. Carranza «Visitando la Casa de la Independencia Argentina» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 354 Mensajes de Presidentes de Países Americanos (Ecuador Venezuela, Colombia, Panamá, Cuba y Republica Dominicana . . . . . . . . . . . . . . . . . . 369/74 Mensaje de personalidades argentinas . . . . . . . 375/86 Pcia. De Tucumán corte Suprema de Justicia Organización e integrantes (con fotografías) . . 387/90 Tucumán: autoridades del área de economía (fotog.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 391


68 55. 56. 57. 58. 59. 60. 61. 62. 63. 64. 65. 66. 67. 68. 69. 70. 71. 72. 73. 74. 75. 76. 77. 78. 79. 80. 81. 82. 83.

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Comisión Provincial del Centenario . . . . . . . . . . 392/4 Consejo General de Educación . . . . . . . . . . . . . 395/02 Tucumán Social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 403/34 Teniente Coronel Benjamín Barrionuevo «Independencia Argentina .Batalla de Tucumán 24 de Setiembre de 1812, Síntesis Histórica . . 435/48 Julio E. Padilla «El 9 de Julio de Antaño» . . . . . . . . 449 Teniente General Don Julio A. Roca . . . . . . . . . . . . 451 Dr. José Agustín Molina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 453 «La Prensa en Tucumán» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 455 «Academia de Bellas Artes de la Provincia» . . . . . . . 466 Nuestros Colaboradores Artísticos . . . . . . . . . . . . . . 469 Fray Jacinto Carrasco «Los PP Dominicos de Tucumán y La Independencia Argentina Síntesis . . . 477 Fray Salvador Villalba «Los Franciscanos durante la Colonia e Independencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . 516 Don Carlos Rougés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 543 Avellaneda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 544 Mariano Gómez sargento de Tambo Nuevo . . . . . . . 545 Bernardo de Monteagudo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 546 Dr. Ildefonso de las Muñecas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 548 José R. Fierro La Escuela Primaria en Tucumán. Narración Histórica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 549 Universidad de Tucumán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 565 El Colegio Nacional de Tucumán «Sixto Terán» ������� 569 Catalina J. de Ayala «Escuela Normal de Maestras de Tucumán» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 586 Escuela Pedagógica Sarmiento . . . . . . . . . . . . . . . . . 590 Escuela Nacional de Agricultura . . . . . . . . . . . . . . . 594 La Estación Experimental Agrícola de Tucumán ������� 600 Escuela Superior de Comercio . . . . . . . . . . . . . . . . . 608 Colegio Salesiano General Belgrano . . . . . . . . . . . . . 612 Escuela Profesional Nacional de Mujeres de Tucumán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 614 Escuela Normal Rural Mixta de Rosario de la Frontera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 618 Tucumán Pintoresco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 619


P. J. González, «El Álbum General de la Provincia de Tucumán en 1916»

84. Rita P. de Bertelli «Acción Educativa de Amadeo Jacques en Tucumán» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85. Amalia Prebisch «El Menhir» poema . . . . . . . . . . . . 86. Sociedad de Beneficencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87. Consejo Particular de las Conferencias de San Vicente de Paul . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88. General Gregorio Aráoz de Lamadrid . . . . . . . . . . . 89. La Asociación de Protección a la Infancia A. Jacques» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90. El Círculo Tucumán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91. Club Social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92. Centro Social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93. Círculo Artístico Valenciano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94. Sociedad Protectora de Animales . . . . . . . . . . . . . . . 95. Policía de Tucumán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96. La Banda de Música de la Provincia de Tucumán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97. Cuerpo de Bomberos de la Ciudad de Tucumán . . . 98. Escuadrón de Seguridad de la Ciudad de Tucumán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99. Dr. Marco M. Avellaneda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100. Una excursión al Aconquija M.A. Reolín . . . . . . . . . 101. Biblioteca Juan Bautista Alberdi . . . . . . . . . . . . . . . 102. Obispado de Tucumán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103. Municipalidad de Tucumán. Fotografía . . . . . . . . . . 104. Hospitales de Tucumán. Fotografía . . . . . . . . . . . . . 105. Previsión de agua y Desagües de la ciudad de Tucumán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106. Región Militar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107. Cuarteles de Guarnición de Tucumán . . . . . . . . . . . 108. Carlos Meijide «Resumen del Desarrollo de las Vías de Comunicación de Tucumán» . . . . . . . . . . . . 109. «La gran Industria Azucarera» . . . . . . . . . . . . . . . . . 110. Dr. Juan Bautista Alberdi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111. Leandro Rivas Míguenz «Ornitologías Argentina» ��� 112. La Iglesia Matriz de Jujuy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

69 623 639 641 650 656 660 663 664 666 667 668 669 671 673 674 677 681 691 694 698 688 700 704 719 721 755 763 769 776


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113. Padre Rafael Gobelli «Las Misiones Franciscanas en la República Argentina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114. El Obispo Miguel Moisés Aráoz . . . . . . . . . . . . . . . . 115. Autoridades de distintas Provincias Argentinas (Fotog.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116. Cuerpo Diplomático de Tucumán . . . . . . . . . . . . . . . 117. Dr. Diego Estanislao Zavaleta . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118. Tabacales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120. Talleres Gráficos de M. Rodríguez Giles (Fotog.) . . . 121. Entidades Financieras – Banco Nación Argentina, Español, Del Río de la Plata, Crédito General del Norte Argentino, Municipal de Préstamos, Bolsa de Comercio, Alemán, Transatlántico, Constructor, de Crédito Inmobiliario, de la Provincia Sociedad Financiera Industrial y Comercial Alfredo Guzmán y Cía. (Fotog.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122. Entidades Comerciales (Aserraderos «El Paraíso, Armería Argentina, Talabartería «La Bola de Oro», Gran Fábrica de Cerveza Norte, Casa Manuel Espíndola Rizo, Casa Maculus Hnos., Centenario Park, Concepción) Casa Dellacqua, Rosa de Grignola e hijos, Casa de José Albornoz (Concepción), Casa Reyes, Aserradero Moderno de Leopoldo Alonso, Casa Miguel del Pero (Lules) Casa de José Bashmonde, Ingenio Azucarero Germano- Argentino, Cruz Alta Compañía Azucarera Tucumán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123. Galería de Fotografías de distintas personas, de Tucumán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Índice

de

778 782 784 787 788 789 791

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806 818

Ilustraciones

(Únicamente las relacionadas con la Ciudad de Tucumán) 1.

«San Judas, icono fundador de la antigua ciudad de Tucumán» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22


P. J. González, «El Álbum General de la Provincia de Tucumán en 1916»

2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20.

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«San Miguel Arcángel, patrono de la ciudad de Tucumán» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 «San Simón, ícono fundador de la antigua Tucumán» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 «Acta de traslado de la Ciudad de San Miguel de Tucumán» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 «Traslación de la Ciudad grabado sin mención del autor» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44 «Acta de traslado de San Miguel Tucumán» continuación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45 «Cruz Fundadora de San Miguel de Tucumán» ��������� 46 «Pilares de madera de la casa del Ayuntamiento» . . . 46 «Edificio en que actualmente se guarda la Casa en que se juró la Independencia» Foto . . . . . . . . . . . 66 «Ejidos la ciudad de San Miguel de Tucumán en la época del gobierno de Bernabé Aráoz» . . . . . . . . . 69 «Retrato de Gertrudis Aráoz de Liberani, nieta sobreviviente del Presidente de la República del Tucumán Dr Bernabé Aráoz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70 «Gregorio Aráoz de Lamadrid gobernador de Tucumán» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 «Manuel de Avellaneda, gobernador delegado de Tucumán» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82 «General Celedonio Gutiérrez y demás gobernadores hasta el Dr. Ernesto Padilla», 40 fotografías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87-129 «Fortunata García de García» . . . . . . . . . . . . . . . . . . 150 «Salón del Congreso de 1816» . . . . . . . . . . . . . . . . . 152 «Antigua Fachada de la Casa Histórica, tomada por Paganelli en 1869» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153 «Plano de Tucumán en 1816, Población Urbana», Antonio Correa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159 «Edificio de la primera Escuela gratuita hoy ocupado por la legislatura y Escuela Sarmiento» . . . 162 «Egido de la Ciudad de San Miguel de Tucumán» 15 de Noviembre de 1895. Copiado por A. M. Correa de un original de 1821 . . . . . . . . . . . . . . . . 163


72 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43.

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«El antiguo Cabildo en 9 de Julio» . . . . . . . . . . . . . «Exterior de la Capilla de Jesús, año 1839» . . . . . . «Piso Bajo del Antiguo Cabildo». Plano copiado por A.M. Correa. De un original de 1973 . . . . . . . . «Interior de la Capilla de Jesús» . . . . . . . . . . . . . . . «Estatuto Provincial de 1852» (Fotog.) . . . . . . . . . . «La Plaza Libertad en 1859» . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Plano de la Ciudad de San Miguel de Tucumán; primera nomenclatura de las calles según decreto del Gob. José María del Campo. 9/3/1855 . . . . . . . Columna erigida en 1863 por el Gobernador del Campo» en Conmemoración de la Jura de la Independencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «La Iglesia Matriz construida en 1853». Foto de Don Ángel Paganelli . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «El Colegio Nacional en 1870» foto de Paganelli . . . «Plano de la Ciudad de Tucumán en 1900». A. M. Correa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Plano de la Ciudad de Tucumán, población por manzanas». A.M. Correa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Calles Las Heras de Maipú al Este» . . . . . . . . . . . . «Calles Las Heras de Muñecas al Este . . . . . . . . . . . «Antiguo Tucumán». Plano Facsímil de una carta Geográfica jesuítica Publicada en Roma en 1732 copia de A.M. Correa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Calle 25 de Mayo y Calle Maipú» . . . . . . . . . . . . . «Plaza Independencia, sudeste 1870» . . . . . . . . . . . «Plaza Independencia, noroeste 1880» . . . . . . . . . . . «Plaza Independencia sudeste 1880» . . . . . . . . . . . . «Parábola, Estatua de Pompilio Villarrubia Norri en Plaza Independencia» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Estatua de la Libertad de Lola Mora» «Plaza Independencia» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Plaza Alberdi Estatua del Belgrano» y «Pirámide, Plaza Belgrano» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Plaza San Martín» y «Plaza Urquiza» y «Plaza Humberto» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

165 166 167 169 170 172 173 175 176 178 181 187 196 196 197 199 200 200 200 201 201 203 203


P. J. González, «El Álbum General de la Provincia de Tucumán en 1916»

44. 45. 46. 47. 48. 49. 50. 51. 52. 53. 54. 55. 56. 57. 58. 59. 60. 61. 62. 63. 64. 65. 66. 67. 68. 69. 70. 71. 72. 73.

«Mapa de Tucumán» Martin de Moussy 1869 . . . . . «Archivo General» 2 fotografías y retrato del jefe ��� «Teatro Belgrano» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Teatro Alberdi» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Teatro Odeón» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Palacio Episcopal y Seminario» . . . . . . . . . . . . . . . «Caja Popular Ahorro» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Iglesia de la Merced o Victoria» . . . . . . . . . . . . . . . «Colegio del Huerto» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Escuela de los Pobres» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Capilla del Señor de la paciencia . . . . . . . . . . . . . . «Sociedad Francesa» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Casa de España» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Sociedad Italiana» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Hall de la casa de España» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Estación Tranway, ciudad Tucumán» . . . . . . . . . . . «El Mercado del algarrobo, 1869 hoy Mercado del Norte» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Mercado del Norte, un puesto» . . . . . . . . . . . . . . . «Tucumán y sus alrededores». Plano escala 1:25000, límite del Municipio, 1915. Antonio M. Correa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Cementerio del Oeste», vista parcial . . . . . . . . . . . «Avenida que conduce al Cementerio del Oeste» . . . «Jardín Zoológico, jaula de los leones» . . . . . . . . . . «Secciones del JardínZoológico» . . . . . . . . . . . . . . . «Jardín Zoológico, los elefantes filosofando» . . . . . . «Mapa de la Provincia de Tucumán» – 1910 . . . . . . «Escudos de Tucumán» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Antiguo frente de la Casa Histórica». Paganelli, en color . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «La Casa de la Independencia», friso, dibujo. I. Mantiñan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «La cabeza de la Columna Cívica» del 12/9/1915 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «El Dr. Servando Viaña dirige la palabra a la concurrencia» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

73 205 207 207 207 208 208 208 209 209 209 210 211 211 211 212 212 213 214 215 217 217 218 219 220 221 225 227 229 229 230


74 74. 75. 76. 77. 78. 79. 80. 81. 82. 83. 84. 85. 86. 87. 88. 89. 90. 91. 92. 93.

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«Las Damas en la Inauguración del año del Centenario» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231 «La cabeza de la manifestación en la Plaza de la Independencia» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 232 «Festejando la Instalación del Congreso. Lacabera dirigiendo un discurso, 24 de Marzo de 1916» ������� 233 «Otro de los oradores, Fray Salvador Villalba» ������ 234 «Pabellón que cubre el Salón Histórico del Congreso» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235 «La Reliquia: el Viejo Salón de la Jura . . . . . . . . . . 237 «El frente del Salón histórico de 1816 conservó el mismo aspecto hasta la Construcción de la vitrina que lo cubre,» 1870 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 238 «Uno de los altorrelieves que cubren el atrio de la Casa Histórica obra de la Escultura Lola Mora» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 239 «Otro de los Altorrelieves» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 240 «Interior del Salón Histórico» . . . . . . . . . . . . . . . . . 241 «Mesa escritorio sobre la que se labró el Acta de la Independencia» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 242 «El salón Presidencial de la Jura. Actualmente se guarda en el Salón Histórico» . . . . . . . . . . . . . . . . . 243 «Sillas del Congreso de Tucumán existentes en el Museo Histórico Nacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . 244 «Sillas existentes en el Convento de San Francisco que sirvieron para el Acto de la Jura» . . . . . . . . . . . 245 «Placas Recordatorias colocadas en la Casa Histórica» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 246-273 «Retratos de los Congresales de la Independencia» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 274-330 «El Congreso Argentino en 1916». Foto a toda página . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 331 «El Dr. Ernesto Padilla Gobernador de Tucumán» ��� 361 «El palacio de Gobierno Tucumán» . . . . . . . . . . . . . 363 «Salón de Recepciones del Palacio de Gobierno decorado por Vila y Prades y «Vista Parcial de la Biblioteca» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 365


P. J. González, «El Álbum General de la Provincia de Tucumán en 1916»

94. «Ministros y Secretarios del Gobierno de Tucumán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95. «Frente del Palacio de Justicia» . . . . . . . . . . . . . . . . 96. «Autoridades Judiciales» (22 fotog.) . . . . . . . . . . . . 97. «Comisión Provincial del Centenario» (22 fotog.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98. Autoridades del Consejo de Educación (12 fotog.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99. «Escuela Uladislao Frías» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100. «Pileta del Gymansio. 24 de setiembre» . . . . . . . . . . 101. «Escuela Presidente Roca» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102. «Escuela José Federico Moreno» . . . . . . . . . . . . . . . 103. «Tucumán Social» (150 fotog. de damas) . . . . . . . . 104. «Primavera en Tucumán» cuadro de H. Rossi, 1915 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105. «Estatua del Gral. Belgrano en la Pza. del mismo nombre Ciudadela en la actualidad . . . . . . . . . . . . . 107. «Apoteosis de la Generala del Ejército en un aniversario de la Batalla» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108. «Interior de La Merced con las banderas tomadas por Belgrano el 24 de setiembre de 1812» . . . . . . . 109. «Campo de las Carreras» (plano de la batalla) ������� 110. «Julio A. Roca» (fotog.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111. «El Orden» Galería fotog. de ediciones del periódico, Linotipos, rotativas y personal . . . . . . . . 112. «El Aconquija» y «El Chismoso» Fotog. hojas sueltas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113. «La Gaceta» galería fotog. de ediciones, personal y linotipos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114. «La Juventud» (1869) y «La Mariposa» (1870) hoja suelta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115. «La Libertad» Director y dos redactores . . . . . . . . . . 116. «La Verdad» Director y reprod. una hoja . . . . . . . . . 117. «Academia de Bellas Artes de la Provincia»: clases de Piano, violín, violoncello, arpa, dibujo, pintura, cuerpo Docente, egresados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118. «Nuestros colaboradores Artísticos» . . . . . . . . . . . . .

75 366 387 389 392 395 397 399 401 401 413 411 443 444 445 446 451 457 458 459 460 461 461 466 470


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119. Lola Mora «Estatua de la Libertad» y paneles ������� 120. Pompilio Villarrubia Norry «Parábola» y bustos ������� 121. Valdéz del Pino, fotógrafo artístico . . . . . . . . . . . . . 122. «Vista Lateral del Santo Domingo» . . . . . . . . . . . . . 123. «Cruz del Convento viejo y campana de los jesuitas. Esta lleva la fecha del año 1742» . . . . . . . 124. «Histórica y Milagrosa imagen de N.S. del Rosario, Importada del Perú al pueblo viejo y luego a S. M. de Tucumán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125. «Altar del Rosario» «Altar de Sta. Rosa de Lima» y «Altar del Tránsito» (en la Basílica de Sto. Domingo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126. «Altar del Santísimo» y «Altar de los S.S. Corazones» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127. «Archivo Conventual» y «Mesa de la Sacristía» ������� 128. «Altar de Santo Tomas de Aquino» . . . . . . . . . . . . . 129. «Lignum Crucis. Madera de la Cruz de Cristo. Existe en el Convento desde 1805» . . . . . . . . . . . . . 130. «Altar de San José» y «Actual Comunidad» Sto. Dom. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131. «Altar de la S.S. Trinidad» y «El Púlpito» . . . . . . . . 132. «El Órgano Grande» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133. «Santo Domingo actual. Frente del Templo» . . . . . . 134. «Vista interior del Templo» y «Altar Mayor» . . . . . . 135. «Altar de Santo Domingo» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136. Fotografías de los priores desde 1849 en adelante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137. «Iglesia y Convento de San Francisco» . . . . . . . . . . . 138. «Piedra fundamental del Templo de San Francisco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139. «Casulla de San Francisco Solano, labrada por los indios existente en el templo de San Francisco. Tucumán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140. Retrato de Nicolás Avellaneda . . . . . . . . . . . . . . . . . 141. «Dr. Idelfonso de las Muñecas» . . . . . . . . . . . . . . . . 142. «Ingeniero Felipe Bertres» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143. «Marcelino de la Rosa» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

472 474 475 480 481 481 482 483 484 500 502 503 504 504 510 514 515 511 518 519 522 546 550 551 552


P. J. González, «El Álbum General de la Provincia de Tucumán en 1916»

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144. «Don Alejandro Heredia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 553 144. «Don Amadeo Jacques» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 555 145. «Sr. Paul Groussac» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 559 146. «Juan W. Stearns. Fundador y Primer Director de la Escuela Normal mixta de Tucumán . . . . . . . . . . . 560 147. Los primeros graduados de la Esc. Normal y Profesores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 562 148. «Doña Benigna Saravia» Fundadora del Colegio Sarmiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 564 149. «Plano del Primer Censo Escolar del Municipio de Tuc. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 565 150. «Panorámica de desfiles escolares» . . . . . . . . . . . . . 566 151. Galería con el Rector de la Universidad y vistas de Alumnos, frente, patio y laboratorio . . . . . . . . . . 568 152. «Nuevo edificio del Colegio Nacional, inaugurado 8/7/915 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 570 153. «Portada del Nuevo Edificio», «Cancha de Juegos», «Casa del Rector», «Jardines», «Despacho del Rectorado», «Sala de Profesores», «Salón de Actos», «Biblioteca», «Laboratorio de Química», «Gabinete de Historia Natural», «Gabinete de Física y Química» y «Alumnos» . . . . . . . . . . . . 572/578 154. Retrato de los Rectores del Colegio Nacional (10 fotos) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 580 155. «Colegio Nacional. Bachilleres 1915 (40 foto.) ������� 581 156. 2º grupo de Maestras egresadas en 1915 . . . . . . . . 588 157. «Directora y Profesores de la Escuela Sarmiento» . . . . . 592 158. «Friso con actividades de la Escuela Normal» . . . . . 593 159. «Friso con actividades de la Escuela Normal . . . . . . 594 160. «En el Jardín de la Escuela» . . . . . . . . . . . . . . . . . . 595 161. Escuela Nacional de Agricultura: «Director, Profesores y Ayudantes, «Entrada principal de la Escuela» «Colección de cañas» «Actividades de los alumnos» «El Ingenio Experimental» . . . . . . . 596 a 600 162. Estación Experimental Agrícola: «Vista General» y «Laboratorios, depósitos, etc. «Caña criolla y Caña Java» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 603


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163. «Escuela Superior de Comercio»: «Personal y Cuerpo de Profesores, «Clase de Mecanografía, estenografía y Cont. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164. Colegio Salesiano Gral. Belgrano: «Personal Docente y Maestros de taller», Panel con actividades del Colegio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165. Escuela Profesional Nacional de Mujeres de Tucumán: Friso Actividades de la Escuela . . . . . . . . 166. El Menhir del Parque Centenario: diversas vistas ��� 167. El Asilo de San Roque: el frente, sala de locas, sala de Dementes y sala de idiotas, pabellón de hombres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 168. Hospital de Niños /Sociedad de Beneficencia) Entrada del Hospital y distintas salas. Gota de leche . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169. Conferencias San Vicente de Paul: Niños del Asilo Maternal, Frente del Hospital de Niños, Friso con distintas salas, Friso con distintos consultorios externos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170. «Centenario de Gral. Lamadrid. Llegada de los restos a la Catedral de Tucumán, 28 de noviembre 1895 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171. «Urna que guarda los restos del Gral. Lamadrid, Catedral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172. Asociación Protección de la Infancia Amadeo Jacques: Actividades del Asilo y Escuela . . . . . . . . . 173. «El Círculo» friso con: Salón de Fiestas, salón de invierno, Salón comedor, el frente . . . . . . . . . . . . . 174. «Club Social»: Frente, Salón de Fiestas y socios ����� 175. «Centro Social»: frente, hall y confitería . . . . . . . . . 176. «Cuerpo de Bomberos de la Ciudad de Tucumán»: friso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177. «Escuadrón de Seguridad de la ciudad de Tuc.» Friso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178. «Biblioteca Alberdi»: frente y salas de lectura . . . . . 179. «Biblioteca Sarmiento» Sala de lectura . . . . . . . . . .

612 614 617 639 642 645

650 651 658 660 663 664 666 673 675 692 693


P. J. González, «El Álbum General de la Provincia de Tucumán en 1916»

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180. «Obispado de Tucumán» Catedral de Tucumán y autoridades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 695 181. «Municipalidad de Tucumán»: frente del edificio y autoridades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 698 182. «Hospitales de Tucumán»: frente del Hospital Padilla y Distintas vistas de salas de ese Hospital y del Santillán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 699 183. Provisión de Agua de Tucumán: friso con filtros de depuración» «Tanque colector» «Edificio e Muñecas» «Tomas de Las Víboras, Las Cañas. Caínzo, Río Loro, Sala de Maq . . . . . . . . . . . 701/705 184. «Va. Región Militar»: vistas de actividades militares y de Instalaciones militares del Reg. de Infantería . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 711 185. «Tucumán, Mapa ferroviario de sus alrededores, 1916» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 721 186. Friso fotográfico con estaciones ferroviarias . . . . . . 734 187. Friso fotog. Frente y playas de FFCCN . . . . . . . . . . 737 188. «Talleres del FCCN Tafí Viejo: distintas vistas . . . . . 738 189. «Talleres del FCCN, Tafí Viejo: secciones . . . . . . . . 745 190. «Talleres de Tafí Viejo»: secciones de reparaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 748 191. «Alrededores de Tucumán» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 753 192. Panel con casa del Obispo Colombres y distintos ingenios Azucareros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 759 a 762 193. «Casa donde nació Alberdi, hoy Bar Centenario . . . 763 194. «Estatua de Alberdi en Tucumán» Lola Mora . . . . . . 764 195. «Ornitología Argentina» colección de pájaros embalsamados de Leandro Rivas Miguez . . . . . . . . . 771 196. «Diplomáticos extranjeros en Tucumán» (España, Francia y Alemania) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 787 197. «Banco de la Nación Argentina»: 10 fotos frente, etc. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 793 198. «Banco Español del Río de la Plata» (5 fotos) . . . . . 796 199. «Crédito General del Norte Argentino» (3 fotog.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 797 200. «Banco Municipal» y «Bolsa de Comercio» . . . . . . . . 798


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201. «Banco Alemán Transatlántico», «Banco Constructor» y «Banco de Crédito Inmobiliario» . . . 202. «Banco de la Provincia» (6 fotog.) frente e interiores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203. «Sociedad Financiera Comercial e Industrial» A. Guzmán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 204. Industria y Comercio; Aserradero, carpintería y fábrica de Muebles «El Paraíso» 2 fot) Armería Argentina (3 fot.)» La Bola De Oro» Talabartería 3 fotos, Gran Fábrica de Cerveza del Norte, Casa Manuel Espíndola Risso (1 foto), Casa Maculus Hnos, (2 fotos) Rosa de Grignola e Hijo, Gran Librería, Papelería y Casa de Música (2 fotos), Casa José V. Bahamonde, Crónica (2 fotos) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205. Compañía Azucarera Tucumana: vista de distintos Ingenios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

800 802 805

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F. A. Montilla Zavalía, «Las estancias de La Angostura, Río Blanco y El Mollar»

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Las estancias de La Angostura, Río Blanco y El Mollar en el Valle de Tafí Félix Alberto Montilla Zavalía

I. La Angostura La vieja fotografía.— Revisando una antigua foto que suponía del Valle de Tafí he podido reconstruir la historia de la estancia de La Angostura, perdida de la memoria histórica hace casi 150 años. La placa sepia muestra una alborotada manada en lo que parece ser una yerra en medio de corrales de pirca, al fondo a la derecha un par de construcciones criollas —ranchos— con el telón de un cerro ralo y rocoso. A la izquierda, a lo lejos, otro cerro. La foto, tomada por Matilde Frías Silva,1 data aproximadamente de 1920. Presumiendo que se trataba de Tafí intenté durante algún tiempo contextualizarla, pensando que quizás el lugar de la foto era la localidad de El Mollar o Las Carreras. Matilde Frías Silva (1902-1958) era hija del gobernador de Tucumán José Frías Silva (1863-1933). Veraneante desde su infancia en el Valle de Tafí. Las estancias del Mollar, Las Carreras y La Banda pertenecían a su familia. En su juventud era aficionada a la fotografía y retrató numerosas vistas de Tafí previo a la llegada del camino carretero (1943) que produjo una profunda modificación del Valle. 1


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Corrida en Ojo de Agua. Al fondo, estancia de La Angostura.

Quiso el destino que en una de las caminatas por el Valle me topara con un viejo corral circular de gran tamaño y otros corrales aledaños, en el Ojo de Agua, muy cercano al actual camposanto tafinisto. Husmeando por la zona descubrí un antiguo cauce de acequia, un mortero de factura criolla, y más acá, entre medio del corral y el mortero, los vestigios, casi imperceptibles, de unas viejas construcciones. Poniéndome en contexto logré identificar aquella foto sepia: se trataba del corral del Ojo de Agua, el cerro del fondo era el Pelao y el demás allá las estibaciones del Ñuñorco. Nadie de la zona supo saber que existió allí. Algunos viejos memoriosos no recordaban en ese lugar más que «el corral redondo de Los Cuartos». El descubrimiento y la mensura de Delgare Etcheverry.— Los vestigios evidenciaban que la casa que otrora estaba allí era bastante grande. Constaba, por lo menos, de un núcleo de cinco construcciones, tres mirando hacia el naciente ubicadas frente a un patio interior y otras dos enfrentadas a éstas. Más lejos otra construcción aislada.


F. A. Montilla Zavalía, «Las estancias de La Angostura, Río Blanco y El Mollar»

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Corrales de la estancia La Angostura (actual).

Las dimensiones me hicieron presumir que no se trataba de un simple rancho, y una intuición me hizo suponer que estaba frente a una sala. Una vieja copia de una mensura de los potreros del Valle de Tafí, mandada a hacer por el gobernador José Manuel Silva hacia 1840, evidenciaba la existencia de la estancia de La Angostura, destacándose en el plano la casa de «Delgado» hoy —por la época en que se hizo la mensura— del «Dr. de la Vega». Sin embargo aquella mensura, hecha a ojo por Pedro Dalgare Etcheverry, no aportaba mayores precisiones del sitio exacto en que podría encontrarse la casa de Vega.2 2 El plano original se encontraba en el Museo Jesuítico de la Estancia de la Banda, en Tafí del Valle. Había sido confeccionado a pedido del Silva para practicar la división de la estancia de Tafí (ver Archivo Histórico de Tucumán, en adelante AHT, sección judicial, caja 88, expediente 4, Testamentería de José Manuel Silva). Luego quedó en poder de la familia Chenaut-Silva de quién lo heredó la familia Frías Silva. Finalmente pasó


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Plano de Delgare Etcheverry.

Rastrear la historia de la Estancia de La Angostura resulta complejo. A la expulsión de los Jesuitas la Junta de Temporalidades fraccionó el valle de Tafí en siete potreros: del Rincón, de Carapunco, de Río Blanco, del Infiernillo, de la Ciénega, de La Angostura y de los Cardones. Estos potreros fueron subastados en el año 1774.3 El expediente correspondiente a La Angostura no está en el Archivo Histórico de Tucumán, lo que nos hace pensar que al Estado Provincial luego del dictado de la ley nº 3894 del 28/12/1972 —que expropió la Sala de la Estancia y el molino—. La mensura estuvo en el Museo hasta el año 1997, aproximadamente, luego fue retirado para ser restaurado y nunca más se supo de él. 3 Barbieri de Santamarina, Estela, Notas a la Antropogeografía del Valle de Tafí, Tucumán, 1945, página 26. Páez de la Torre (h), Carlos y Cornet, Pedro León, Una historia de Tafí del Valle, Tucumán, 2011, página 66.


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Gobernador José Manuel Silva. Óleo de Gerardo Ramos Gucemas.

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el adquirente, o sus sucesores, no terminaron de abonar el precio y luego se inició un largo juicio —que tampoco hemos podido ubicar—. Hacia 1840 el dueño era, ya, el gobernador José Manuel Silva. Las casas importantes de Tafí del Valle en el siglo XIX.— El plano del ingeniero Dalgare Etcheverry da testimonio de la existencia de tres casas importantes en la zona mensurada: la mentada casa del Dr. de la Vega, la casa del doctor Laguna y la Casa Grande. La casa del doctor Laguna es, sin dudas, la sala de la Estancia de las Tacanas —denominada entonces Potrero de Carapunco—, cuyo dueño era el doctor Nicolás Laguna (también ex gobernador de Tucumán) y que permanece en pie hasta el presente luego de haber pasado a propiedad de Margarita Zavalía de Esteves (mediados del siglo XIX) y que hoy pertenece a la familia Peña-Esteves.4 La Casa Grande era la sala de la Estancia de la Banda, antigua construcción jesuítica que era la residencia tafinista de Silva, luego heredada por Manuela Silva de Chenaut, y a la muerte de ésta paso al gobernador José Frías Silva y a su hermana Clementina Frías.5 Sin embargo el plano que comentamos no consigna ni la sala de la Estancia Los Cuartos —que obviamente fue construida en la segunda mitad del siglo XIX luego que se dividiera el Potrero de Carapunco entre los herederos de Laguna, Margarita Zavalía y Fernando S. de Zavalía— ni las casas de las Estancias del Rincón/ El Mollar y Las Carreras, seguramente debido a que o no habían sido edificadas o eran un sencillo rancherío. En cuanto a las casas del Potrero de Río Blanco —del gobernador Clemente Zavaleta— y del Infiernillo, no están alcanzadas por la mensura. Páez de la Torre, C. y Cornet, P. L, op. cit., página 99. Zavalía, Marta Inés; Frías Silva, Hernán Eduardo; y Montilla Zavalía, Félix Alberto, El Gobernador José Frías Silva. Su vida. Su obra, Tucumán 2016, página 93. 4 5


F. A. Montilla Zavalía, «Las estancias de La Angostura, Río Blanco y El Mollar»

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El doctor de la Vega y su vinculación con el gobernador Silva. La escritura de 1867.— El doctor de la Vega aludido en el plano es don Agustín Justo, prestigioso abogado riojano establecido en Tucumán desde su juventud, donde sentó sus reales y llegó a gobernarla, además que la representó en el Senado y la Cámara Baja de la Nación. De la Vega era un

Dr. Agustín Justo de la Vega.


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hombre notable y respetado del Tucumán del siglo XIX, Falleció en 1878.6 Casado con Tomasa Silva, hija, a su turno, del gobernador Silva. El Potrero de La Angostura pertenecía, entonces, a Tomasa Silva y al doctor Agustín J. de la Vega. Investigando en el Archivo Histórico de la Provincia, en base a un dato actual sobre la situación dominial de la Estancia Los Cuartos, me remonté a una escritura labrada en 1897 por el escribano Román. En ella se hacía referencia, imprecisa, a una compra realizada por Benjamín Zorrilla al doctor de la Vega. Sin datos certeros comencé a revisar los viejos protocolos de escrituras del notario Agustín Sal, hasta que, finalmente, me topé con una compraventa labrada el 22 de noviembre de 1867.7 El contrato documentaba que el doctor de la Vega era propietario de la Estancia de La Angostura por haberla recibido en dote su mujer, Tomasa Silva, por parte de su padre, José Manuel Silva, y que en el acto procedía a venderla al mentado Zorrilla. En una de sus cláusulas se declara que La Angostura «limita al norte con la punta del cerro Pelado, donde se juntan los ríos del Infiernillo con el de la Ovejería, tirando una línea recta desde dicho punto al camino que baja de la Ciénega; al Sud, el río de El Mollar que nos divide con la Estancia de don Justiniano Frías; al poniente hasta terminar todo su campo, por el cerro Pelado… el que pisa de norte a Sud; lindando por dicho rumbo con estancia de don Eugenio Chenaut, y mi cuñada doña Dolores Silva…» —ésta última es la Estancia de La Casa Grande o La Banda—, la escritura también consigna que «el precio de venta es de $5500… por el casco o territorio de la dicha estancia…, incluyendo en él, edificios, potreros, potrerillos, corrales y demás útiles que encierra…». Montilla Zavalía, Félix Alberto, Historia del Poder Ejecutivo de Tucumán (1565-2011), Tucumán 2012, página 172. 7 AHT, sección notarial. Protocolo 31, serie A, escribano Agustín Sal, escritura de fecha 22/11/1867, folio 272 y sgtes. 6


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Plano de la estancia de la Angostura.

Mortero en sala de la Angostura.

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Zorrilla, en esa época, ya era dueño de la estancia denominada «Tafí» que había pertenecido al doctor Fernando S. de Zavalía por herencia del doctor Laguna, luego denominada Los Cuartos adquirida hacia 1860.8 La compra del potrero de La Angostura dará lugar a la unificación de ambas propiedades en lo que hoy se conoce como Estancia los Cuartos. La vieja fotografía, los corrales, el plano de Delgare Etcheverry y la escritura de 1867.— La escritura vino a cerrar la historia de La Angostura. La vieja fotografía documentando la corrida muestra la casa que otrora fue la sala de la Estancia de La Angostura edificada por Delgado y que luego pasó al doctor de la Vega. Su ubicación, en la localidad de Ojo de Agua, es la que aproximadamente tiene en el plano de Delgare Etcheverry. Asimismo el tamaño y cantidad de construcciones, la robustez de los corrales existentes hoy en día, el mortero y el vestigio de acequia, ponen en evidencia que allí estaba la sala de La Angostura. El tiempo fue borrando de la memoria de tafinistos, estancieros y veraneantes a la vieja Estancia de La Angostura, la sala quedó inutilizada pues los nuevos dueños, luego de unificar las propiedades de Tafí y La Angostura, construyeron o utilizaron la casa que hoy se denomina Los Cuartos.

II. Las Estancias

del

Infiernillo

y

Río Blanco

Vestigios de una construcción.— Hace algún tiempo, caminando por los pajonales de El Churqui, luego de cruzar el Río Blanco, me di con una gran construcción, ya en ruinas. Los vestigios, de magnitud, evidenciaban que la casa no era un rancho común, como los que solían construir puesteros en las zonas alejadas a las salas de estancias. Grandes y sólidas 8

Páez

de la

Torre, C.,

y

Cornet P. L., op. cit., página 114.


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Sala de la Estancia Río Blanco.

paredes de adobe, edificación lineal, con un gran mortero aledaño y circundada de pircas. Un poco más alejado, extensos corrales. Los ancianos memoriosos de Tafí identifican la construcción con la quesería de Río Blanco, uno de los establecimientos —junto con las de San Lucas y San Clemente— en el que la familia Zavaleta, dueña de la estancia de El Churqui, elaboraba el afamado producto lácteo tafinisto. Afirmaban que la fábrica se mantuvo allí hasta principios de la década de 1960, y luego fue abandonada para, poco a poco, quedar derruida. Los potreros de Río Blanco y del Infiernillo.— El Potrero de Río Blanco fue comprado por Francisco Javier Sánchez de la Madrid por $600. Sus límites eran «de la Quesería midiendo de un arroyo que por él corre, hasta otro arroyo que


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Menhir en el corral de Rio Blanco.

baja de la cumbre occidental…», y el Potrero del Infiernillo, comprado por $1000 por Juan Pedro Jiménez «desde el paraje y lindero de Carapunco siguiendo el mismo rumbo hasta llegar a una estrechura de arroyos que bajan de una y otra cordillera…».9 La somera descripción de ambos potreros coincide con el terreno que hoy ocupa la estancia de El Churqui, es decir, las localidades El Churqui, Río Blanco, Carapunco e Infiernillo. La quesería incluida en el potrero de Río Blanco muestra que los jesuitas ya producían queso, y que la edificación —que 9

Barbieri

de

Santamarina, op. cit., página 26.


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Quesería de Zavaleta. Circa 1880.

debe de haber sido de envergadura por habérsela consignado en la escritura— se encontraba dentro de los confines del Río Blanco. El camino para ir hacia los valles Calchaquíes pasaba por El Churqui, Río Blanco, Carapunco e Infiernillo según describe Lafone Quevedo en un relato sobre un viaje de Santa María a Tafí para relevar los Menhires,10 uno de los cuales —hoy llamado del Río Blanco— se encontraba erguido en el acceso al corral de uno de los puestos de Río Blanco.11 Las propiedades de Zavaleta.— En algún momento que no hemos podido determinar, el gobernador Clemente Zavaleta 10 Lafone Quevedo, Samuel A., «Viaje a los Menhires e Intihuatana de Tafí y Santa María, en octubre de 1898», Revista del Museo de la Plata, 1902, página 3. 11 Ambrosetti, Juan Bautista, «Los Monumentos Megalíticos del Valle de Tafí», Boletín del Instituto Geográfico, volumen XVIII, Buenos Aires, 1897, página 12.


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Plano de los potreros o estancias de Tafí.


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(1760-1823) adquirió los potreros de Río Blanco e Infiernillo. Por una cuestión de cercanía a los núcleos habitados de Tafí —sala de la estancia de Carapunco, de propiedad del gobernador Laguna; y sala de la estancia del Rincón o Casa Grande, del gobernador Silva—, Zavaleta hubo de establecer la casa principal de su sala en el Potrero de Río Blanco, donde hoy se encuentra la casa de la Estancia de El Churqui, sitio en el que, seguramente, estaba la quesería aludida en el acta de remate de las temporalidades. Recordemos que por allí pasaba el camino de herradura hacia los valles Calchaquíes. A la muerte del gobernador Zavaleta, se tramitó la sucesión en la que consta que poseía una estancia en Tafí. Al adjudicarse las hijuelas a sus herederos, dos de sus hijos heredaron las posesiones tafinistas.12 A Lucas José le correspondió «el casco del potrero de Tafí que divide el rio Blanco en quinientos pesos cuatro reales, y la casa en doscientos diez pesos». Y a Francisco de Paula Benito, más conocido como Benito, se le adjudicó «el casco del potero de Carapunco que divide el Río Blanco, en quinientos doce pesos cuatro reales, su casita en quince pesos». De lo expuesto se deduce que el originario potrero de Río Blanco comenzó a denominarse Tafí, y el Potrero del Infiernillo se llamó Carapunco, nombre surgido a raíz que uno de sus límites era el Río de ese nombre, pero que fue muy poco usada pues coincidía con la denominación de la propiedad del doctor Miguel Laguna. En todo caso ambos potreros, de Tafí y Rio Blanco, tenían casa, o Sala. La construcción más importante, a juzgar por la valuación, era la correspondiente al potrero de Tafí (ex Río Blanco), que se encontraba más cercana a los núcleos habitados del Valle. Y la más humilde era la casita del Potrero de Rio Blanco. Finalmente las escrituras nada mencionan respecto a las casas del Potrero del Infiernillo. AHT, sección judicial, caja 65, expediente 20. Sucesión testamentaria, Zavaleta Clemente. 12


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Más adelante, como se verá, el extenso potrero de Carapunco/Infiernillo fue divido en dos fracciones: la sur, que comenzó a llamarse Río Blanco, y la norte, denominada Infiernillo. Los herederos de Lucas José y Francisco de Paula Benito. Rio Blanco e Infiernillo.— Lucas José Zavaleta se casó con Mercedes Silva y lo heredó su hijo Clemente Zavaleta Silva. A él le correspondió el potrero de Tafí – El Churqui. Su límite norte era el Río Blanco, el confín sur el Río de la Ovejería. Al este: la propiedad de los herederos del doctor Laguna —estancia de las Tacanas, familia Margarita Zavalía de Esteves— y al oeste las cumbres del cerro Muñoz. Su sala se ubicaba en el sitio en el que actualmente se encuentra la casa de Zavaleta en El Churqui. Mercedes Silva de Zavaleta, a su turno, había comprado el Potrero del Infiernillo, cuyos límites eran al sur el arroyo Carapunco y Propiedad de Margarita Zavalía de Esteves, al poniente con las Cumbres de Cerro Muñoz, al norte con la estancia Los Cardones y al este con las cumbres más altas —Cerro Negrito—. Luego lo vendió, en 1887, a Ángela Zavaleta de Sal.13 Por otro lado, heredaron el potrero de Río Blanco, dos de los hijos de Benito Zavaleta: Ángela Zavaleta Vázquez de Sal y Benjamín Zavaleta Vázquez. Benjamín Zavaleta Vázquez, luego de fallecer, dejó su mitad a su mujer, Dalmira de la Vega de Zavaleta, y su hijo Manuel Benjamín Zavaleta (escrituras de fecha 16/11/1887 y 12/02/1889 ambas del escribano Sánchez). Manuel B. Zavaleta, en consecuencia, quedó como dueño del 100% del Infiernillo y del 75% de Río Blanco. La escritura consigna, respecto de Río Blanco, que vendía «la mitad del terreno, casas, potreros y corrales…» con los linderos sur A.H.T. sección notarial. Protocolo 20 tomo segundo, serie C, escribano Maximio Sánchez, Escritura de fecha 16/11/1887, folio 8754 y sgtes. 13


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Río Blanco y propiedad de Clemente Zavaleta, norte arroyo Carapunco, oeste cumbre del cerro del poniente y este con el Rio Tafí. Manuel B. Zavaleta dedicó gran parte de su vida a la arqueología en el Valle Calchaquí, y muy especialmente en Tafí. Su gran colección de pucos, yuros, tinajas, urnas y demás artefactos fueron vendidos a museos europeos. Algunas piezas se conservan en el Museo Etnológico Ambrosetti y el Museo de Ciencias Naturales de la Plata.14 Venta del Río Blanco por Dalmira de la Vega a Carlos C. Sosa e hipoteca de ambas estancias a favor del Banco Hipotecario Nacional.— El 12 de febrero de 1889 Manuel B. Zavaleta, como apoderado de su madre y condómina Dalmira de la Vega de Zavaleta vendió el 25% del Potrero de Río Blanco a Carlos C. Sosa. A renglón seguido, el mismo día, se labró escritura de hipoteca otorgada por Carlos C. Sosa y Manuel B. Zavaleta a favor del Banco Hipotecario Nacional.15 Compra de Lucas Zavaleta, propietario de las tres estancias: El Churqui, Rio Blanco e Infiernillo (1894).— El 14 de diciembre de 1894 Lucas Miguel Zavaleta, hijo de Clemente Zavaleta Silva y de Josefa Rueda, compró al Banco Hipotecario Nacional las estancias del Infiernillo y Río Blanco, debido a que Sosa y su pariente Manuel B. Zavaleta no habían podido pagar el crédito y las propiedades fueron, en consecuencia, rematadas por el Banco Hipotecario. Expresa la escritura, labrada por el escribano Lauro Román, que las estancias «Infiernillo y Río Blanco» en el Valle 14

Peña de Bascary, Sara, «La colección arqueológica Alberto Paz Posse», en: Historia y Cultura Nº 1. Tucumán, 2014. (http://www.lillo.org. ar/revis/cc/2014-bhc-01/01.pdf) consultado el 10/11/2017. 15 AHT sección notarial. Protocolo 24, tomo primero, serie C, escribano Maximio Sánchez, Escritura de fecha 12/02/1889, folio 539 v. y sgtes.


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de Tafí formaban una superficie de dieciséis mil setecientos treinta y cuatro hectáreas, cuyos linderos son «al norte con propiedad de la testamentería de don Abraham Lera [Estancia de los Cardones], al sur con propiedad del compareciente [Estancia El Churqui, Lucas M. Zavaleta], al naciente con propiedad de la señora Margarita Zavalía de Esteves, y herederos del señor Domingo Martínez Muñecas [Cumbre del Cerro Negrito, Estancia de Chasquivil], al poniente con las cumbres más altas que separan esta Provincia de la de Catamarca [cumbre del cerro Muñoz]».16 Heredó a Lucas M. Zavaleta su hijo, Clemente Zavaleta Zavalía, y, finalmente, a éste último sus hijos Clemente y Carlos Zavaleta Pueyrredón. Desde 1894 las tres estancias, Infiernillo, Río Blanco y Tafí —El Churqui— han permanecido unificadas. La Sala de la Estancia de Río Blanco.— La génesis de esta compleja investigación endogámica ha sido la imponente construcción de piedra y adobe que poco a poco va desapareciendo en medio de la inmensidad de un cerco contiguo al Rio Blanco, en el Valle de Tafí. Luego de examinar y reconstruir la historia, podemos corroborar la hipótesis de que tal edificación no fue tan solo un puesto o rancho. La simpleza de la planta, los detalles constructivos —gruesas y altas paredes y chanfle interno en ellas, para dar mayor espacio a la apertura de las puertas— nos sugieren que se trataba de la Sala del primitivo potrero del Infiernillo, luego denominado Río Blanco. Ello se deduce no solo por la referencia de la hijuela adjudicada en la sucesión del gobernador Zavaleta a su hijo Francisco de Paula Benito (que alude a la casita), sino que además, por la mención, en las sucesivas ventas de la estancia de Río Blanco, a la existencia de casas —además de potreros y corrales—. AHT sección notarial. Protocolo 110, serie A, escribano Lauro Román, Escritura de fecha 14/12/1894, folio 349 y sgtes. 16


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Aquellas casas, indudablemente, se referían a la Sala de la Estancia —que constaba de una gran construcción principal y un par de ranchos aledaños o puestos—. La sala de la Estancia de Río Blanco, suponemos, luego de la unificación de los tres potreros por la compra realizada por Lucas M. Zavaleta en 1895 dejó de cumplir la función para

Sala de Rio Blanco.


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la que había existido, convirtiéndose, a partir de entonces, en una de las queserías que poseía la estancia de El Churqui. Así pasó a la memoria de algunos ancianos que trabajaron para El Churqui, aunque las nuevas generaciones ya ignoran toda referencia, incluso geográfica, relacionada al Rio Blanco.

III. La Sala

de la

Estancia

de

El Mollar

El Mollar. Primer sitio habitado por los españoles.— Los primeros historiadores del Valle de Tafí han sugerido que los españoles se asentaron cercanos a la zona de El Mollar, a los pies del Ñuñorco, o tal vez en lo que hoy se denomina Casas Viejas. Aquella suposición se basa en la cercanía que aquella localidad tenía con el camino de la Quebrada del Portugués, que comunicaba el viejo San Miguel de Tucumán —en Ibatín— con los valles Calchaquíes.17 Lo cierto es que los Jesuitas edificaron la casa principal de su estancia en La Banda, donde se encuentra hasta el presente. Entonces la ciudad de San Miguel había mudado su asiento a La Toma —donde actualmente se encuentra San Miguel de Tucumán— por lo que la cercanía al camino de la Quebrada del Portugués había perdido interés práctico. El Potrero del Rincón de Ruiz Huidobro y Silva.— Al producirse la expulsión de la Compañía de Jesús, como ya lo dijimos, el Valle fue fraccionado en numerosos potreros que dieron lugar al nacimiento de las Estancias. El Rincón fue uno de los potreros más grandes. Fue comprado por Julián Ruiz de Huidobro el 8 de noviembre de 1774 y abarcaba, según el título, «desde la Quebrada del Portugués y paraje nombrado El Rincón hasta unos ranchos y corrales que dicen la Quesería, tres leguas de largo; y de ancho, desde la cumbre del Poniente hasta el cerro Pelado, quedando éste 17

Barbieri

de

Santamarina, op. cit., página 21.


F. A. Montilla Zavalía, «Las estancias de La Angostura, Río Blanco y El Mollar»

Matilde Frías Silva. Atrás, sala de El Mollar.

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Foto actual de El Mollar.

incluido, poco más de dos leguas, en cuya suerte vienen a quedar las casas y oficinas, como también la capilla…».18 La extensa estancia comprendía las actuales localidades de El Mollar, El Rincón, Las Carreras, La Ovejería y La Banda. Sucedió a Ruiz Huidobro en el dominio del Rincón su hijo Diego Martín, y a éste, a su vez, su hijo José Manuel Ruiz Huidobro. Ruiz Huidobro terminó vendiendo el potrero al gobernador José Manuel Silva, quién dividió la Estancia en dos: El Rincón o del Portugués, y Casa Grande o Banda, y pasaron a propiedad de las hijas de éste: Clementina Silva de Frías, y Dolores Silva de Avellaneda y Manuela Silva de Chenaut, respectivamente.19 Luego las hermanas Dolores y Manuela diPáez de la Torre C., y Cornet, P. L., op. cit., página 67. AHT, sección judicial, caja 88, expediente 4, Testamentería de José Manuel Silva. 18 19


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vidieron en dos la Estancia de la Casa Grande, haciendo surgir la Estancia de Las Carreras que pasó a propiedad de la familia Avellaneda-Silva. La Estancia de El Mollar.— Clementina Silva, casada con Justiniano Frías, de quien la heredó el gobernador José Frías Silva y, finalmente, sus hijos. La Estancia del Rincón, también denominada del Portugués, abarcaba desde el Río de los Alisos, cuyo naciente se encuentra en las altas cumbres del cerro Muñoz al poniente, hasta el Río de La Angostura —en el naciente—, y casi la totalidad del cerro Ñuñorco —al sur— y el confín norte era el Río del Rincón. Los límites de la Estancia fueron demarcados en el plano de Delgare Etcheverri que ya hicimos mención. Con el tiempo el nombre mutó a Estancia de El Mollar, debido a que en aquella zona abundaba el molle (Schinus molle), denominación adoptada hacia finales del siglo XIX por la familia Frías Silva, heredera de la propiedad.

Foto de la década de 1920 de la sala de El Mollar. Posan en la pirca: Matilde Frías Silva, Isabel Pueyrredón, Delia Corbalán, Lucas Zavaleta, Emilia Zavalía, Clementina Frías Silva, Pedro Zavalía y Amalia Ignacia Esteves. Al fondo, cerro Ñuñorco.


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Foto actual de El Mollar. Al fondo el cerro Ñuñorco.

La casa principal de la Estancia se encontraba situada a los pies del cerro Ñuñorco, a unos 50 metros del cauce del Río de El Mollar o Rincón. Era una sólida construcción de piedra y adobe, techada con paja. Allí se encontraba la quesería cuya marca «M» —por Mollar— pervive al presente y que junto a los quesos de Zavaleta —Estancias de El Churqui y Río Blanco— tenían fama mundial. Algunas fotos, escasas por cierto, testimonian la simpleza de la edificación de la sala de El Mollar: un conjunto de construcciones en torno a un gran patio cercado por pircas y tapias. La edificación principal tenía una pequeña galería y alrededor, dispersados, la cocina, la quesería un oratorio y habitaciones del casero. Una construcción más moderna edificada hacia 1945 con todas las comodidades, y contigua a la antigua sala, servía como servía como casa del administrador de la estancia. Todas las construcciones estaban circundadas por un gran corral. El agua llegaba por una acequia del río del Rincón, luego se habilitó el agua por cañería.


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El Mollar pasa a la Provincia y la sala desaparece.— La Estancia de El Mollar pasó, en pago de deudas tributarias, al Estado Provincial mediante un acuerdo firmado por el gobernador Oscar Emilio Sarrulle y la familia Frías Silva el 23 de abril de 1973. La Sala, sin mantenimiento alguno, fue deteriorándose paulatinamente hasta desparecer por completo ante la indiferencia de las autoridades que no encontraban valor a la imponente construcción criolla En el presente sólo quedan las pircas que circundaban a la casa y algunos vestigios de los cimientos. El sitio es conocido en El Mollar como «la Sala». Allí se encuentra el Parque Arqueológico que alberga los famosos menhires de Tafí. Los menhires y la Estancia de El Mollar.— Gracias a Juan Bautista Ambrosetti, prestigioso arqueólogo de fines del siglo XIX y principios del XX, es que se conoce la ubicación de las estelas y menhires de Tafí. Hacia noviembre de 1896 viajó a El Mollar y se alojó en la Sala de la familia Frías Silva, y allí relevó una gran can-

Plano de los Menhires.


F. A. Montilla Zavalía, «Las estancias de La Angostura, Río Blanco y El Mollar»

Plano de Rodolfo Schreiter de El Mollar.

Referencias al plano de Rodolfo Schreiter de El Mollar.

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tidad de menhires, casi todos dentro de los confines de El Mollar. El más vistoso e importante, luego bautizado menhir Ambrosetti, se encontraba dentro del perímetro de la estancia, derribado, pues, aseguraba, viajeros franceses habían pensado que bajo él había tesoros y antigüedades escondidas. La ubicación de los menhires, en el radio de la Estancia, fue documentada por el prestigioso pintor alemán Federico Voltmer en un croquis y un par de dibujos de los menhires, y son —junto al plano mandado a ejecutar por Silva— los testimonios gráficos más viejos sobre el Valle de Tafí.20 Otro naturalista y arqueólogo que visitó El Mollar fue Rodolfo Schreiter, que además de describir la localidad, levantó un plano ubicando los menhires, la sala de la Estancia, la escuela y los puestos aledaños.21

Ambrosetti, J. B., op. cit. Schreiter, Rodolfo, Monumentos Megalíticos y Pictográficos en los altivalles de la Provincia de Tucumán, Tucumán, 1928. 20

21


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A. Nicolini, «Casa Miguel Lillo»

Casa Miguel Lillo Alberto Nicolini

En 2010 la Comisión Asesora de la Fundación Miguel Lillo presidida por el Dr., Jorge Rougés decidió poner en valor la casa y dependencias anexas del Sabio Miguel Lillo con el objeto de crear allí un museo que perpetuase su vida y su obra. El arquitecto Alberto Nicolini fue encargado de realizar el relevamiento arquitectónico de la casa, tarea que volcó en informes que se reproducen en este trabajo y que poseen singular interés. Acudió a la documentación que se hallaba en el Archivo de Lillo en el Centro Cultural Alberto Rougés ya que el sabio había conservado todo lo relativo a las modificaciones realizadas en su casa. Este trabajo arroja datos muy útiles para conocer la vida de Lillo y abre ventanas para continuar las investigaciones. Elena Perilli

de

Colombres Garmendia

estamento de Miguel Lillo; el testador describe el legado a la UNT: en pág. «7 casa que sirvió de vivienda al testador es un cuerpo de edificio de 24 mts. 75 cmts de este a oeste (largo) por 10 mts 80 cmts de norte a sur (ancho) y anexo otro cuerpo de 6 mts por 66 mtmts 40 ctms…»


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Figura 0.

Fundación Miguel Lillo Museo Histórico Informe 5. Síntesis de la historia de la casa de Miguel Lillo 22-12-10 De A. Nicolini a J. Rougés Entre el 29 de junio y el 30 de septiembre de este año le he elevado cuatro informes sucesivos que fueron dando cuenta del avance en la investigación de los datos documentales y arquitectónicos, los que nos permiten ahora —finalizando el año— producir una síntesis de la historia de la Casa de Don Miguel Lillo sobre la base de dichos informes, cuyos textos, completos, están incluidos en el Anexo. En primer lugar, conviene precisar que Miguel Lillo desde fines del siglo XIX hasta poco antes de su muerte en 1931, contrató empresas y realizó compras de materiales con destino a dos propiedades suyas, dejando abundante constancia de ello en el excelente archivo documental que se conserva. De la primera de sus propiedades, sita en «San Lorenzo, séptima cuadra» —más tarde aclarada la numeración como 656—, hay documentación desde agosto de 1891 cuando contrató con Simón Gómez la construcción en catorce varas de frente del terreno, de una sala, zaguán y una pieza, «y adentro», un corredor y una pieza. Se documentan trabajos


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A. Nicolini, «Casa Miguel Lillo»

complementarios, reparaciones y pavimentación de la calle hasta 1929. Según el testamento de M.L., dicha propiedad fue legada a Juliana Tejerina de Rodríguez. En la actualidad, la construcción original pareciera haber sobrevivido con escasas modificaciones. La segunda propiedad, identificada como «casa en la primera paralela al Bvd. Mitre», es la que nos ocupa por haber sido la residencia de M.L. y, luego, núcleo inicial de la sede de la Fundación. La fotografía de Schreiter, tomada desde el noroeste a finales de una mañana de verano, seguramente antes de 1937 (Fig. 1) es un documento fundamental para las tareas de puesta en valor, puesto que deja en evidencia cuál era la apariencia del núcleo antiguo —casa de Miguel Lillo— poco después de su fallecimiento: un neto volumen de características neoclásicas, con dos plantas y cinco tramos, una composición semejante a la de muchas casas urbanas del centro de la ciudad. La planta alta se remataba con un juego de dos cornisas mayores y una menor; también una cornisa separa netamente la planta alta y la baja.

Figura 1.


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En la planta baja se marcaba con otra cornisa un zócalo de poco menos de un metro de alto. Lamentablemente, estas cornisas que otorgaban un fuerte carácter al edificio fueron eliminadas posteriormente, aunque persistió un fragmento importante de la superior, visible en el actual ángulo sudoeste de la construcción. No existieron elementos ornamentales verticales, habituales por entonces, como ‘pilastras’; los cinco tramos compositivos horizontales sólo quedan definidos por las cinco ventanas o puertas ventanas, idénticas de tamaño en cada una de las plantas y en exacta correspondencia, las altas con las bajas. Las distancias entre ellas no son exactamente iguales aunque no es fácil advertirlo y éste es un detalle importante que derivó de la diversidad de las intervenciones. Estas características quedan confirmadas en una nueva fotografía de los años ’70 donde aparece la Casa yuxtapuesta al moderno edificio del oeste (Fig. 2).

Figura 2.


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A. Nicolini, «Casa Miguel Lillo»

Figura 3.

Y con mayor precisión en el levantamiento de la fachada del plano de 1937 (Fig. 3). Puede afirmarse sobre la base del archivo de M.L. que, casi simultáneamente con su viaje a Europa en 1890, entre octubre de 1899 y primeros meses de 1901, tuvo lugar la construcción del núcleo inicial de la casa, constituido, en planta baja, por las cinco habitaciones del oeste (Ver detalle de compras de materiales entre esas fechas en Anexo, Informe 4) (Fig. 4 Planta Baja, relevamiento del Arq. Richard Aguilar) y, aunque no queda explícito, de manera indubitable, que en esta etapa la casa ya tuviera las dos plantas, seguramente así debió ocurrir. De ese lapso tiene que haber datado la desaparecida escalera, cuya localización partió de una hipótesis inicial, corroborada por la verificación en el salón de lectura de la planta alta de la existencia de diferencias notables en el piso de madera que indicaban el hueco por el que asomó antiguamente la escalera. Luego, los cateos realizados en la pequeña


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Figura 4.


A. Nicolini, «Casa Miguel Lillo»

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habitación de planta baja, a la que se accede por la puerta central de las cinco de las que consta la fachada, verificaron las huellas de la inserción de la escalera. El relato que hizo el gran historiador de Tucumán, Don Manuel Lizondo Borda, termina por escenificar la relación entre estos dos locales: La biblioteca del sabio. —«Fui a visitar a Lillo, nuestro naturalista. Vive en las afueras, en un solitario caserón de dos pisos —a donde llego, previas las averiguaciones del caso. Subo, por una angosta escalera de madera que cruje turbando la soledad de la casa, al parecer abandonada. Y al fin estoy frente a una puerta abierta que da a un vasto salón-biblioteca, en cuyo centro hay una larga mesa, llena de libros, diarios, revistas y papeles, ante la cual está el sabio sentado, leyendo…Lo que más me sorprende, en ese interior, es el extraordinario silencio; solamente ritmado por un tic-tac de reloj acompasado y grave: un maravilloso silencio» que late)».1 Torres mismo, relatando la vuelta a casa de M.L., el 1 de agosto de 1928, luego del acto en el que el Museo de La Plata le había «discernido» el premio Francisco P. Moreno, describe: «Aborda la escalera que una débil luz alumbra; a su paso el maderamen de cedro reseco y aromático cruje levemente; de vez en cuando apoya su mano izquierda en la baranda, sosteniendo en su mano derecha un rollo de papeles; franquea la puerta de la ancha habitación que le sirve de biblioteca y de despacho de trabajo; tantea su sillón de viena y la mano experta en la sombra, encuentra rápidamente el cordón de bronce que enciende su lámpara de estudio y la luz que brota al toque mágico, inunda la sala con un amortiguado tono a través de la cúpula verde que forma su pantalla».2 Posteriormente, el plano de 1937 que fue descubierto en el archivo de la institución, recién en septiembre pasado, permite definir su diseño básico con precisión e imaginar el reco-

T orres A ntonio , Lillo, vida de un sabio. Universidad Nacional de Tucumán. Tucumán, 1959. P. 13. 2 Torres, op. cit., p 275. 1


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rrido de la visita de Lizondo Borda, su ascenso por la escalera y la contemplación del «sabio leyendo» (Fig. 5). No hay documentación que mencione novedades de obras hasta enero de 1910, cuando la prestigiosa firma de los constructores Manuel Graña e hijo debió realizar «reformas» que consistieron en reforzar la estructura original con el «aumento de fierros doble T para sostén del entrepiso». Estas adiciones indican que, efectivamente, se estaba interviniendo en una construcción anterior de dos plantas. Los fierros doble T, hoy permanecen perfectamente visibles, asomando por debajo de los cielorrasos de las habitaciones y probablemente fueron los que hicieron posible sobrellevar, hasta hoy, el peso de las bibliotecas del piso superior. Además, se colocaron «llaves en todo el perímetro de los altos... dos llaves horizontales que cerquen el edificio paralelas a los muros interiores... y umbrales de hierro en todas las aberturas».

Figura 5.


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En agosto de 1917 M.L. firmó un contrato con Guillermo Palavecino para la ejecución de obras en dos plantas en la «calle primera paralela del Bvard. Mitre» por un presupuesto de $ 3.356. Afirmaba yo en el Informe 4 del 30 de septiembre que los metros cuadrados de «baldoza imitación francesa» y de «pinotea», que son respectivamente 41 y 42 metros, permiten suponer la superficie de las dos plantas previstas en el texto del contrato, pero no lograba identificar el lugar en el que se situaba en el terreno. Decía: «No parece que esta obra forme parte del edificio que nos ocupa; más bien sería una construcción independiente» Y aquí también el plano de 1937 vino a resolver el problema: tanto en planta alta (Fig. 6) como en planta baja (Fig. 5) aparecen, hacia el sur, los dos locales yuxtapuestos al sector antiguo pero sin conexiones directas mediante puertas; es decir se trata de dos locales independientes funcionalmente, aunque conectados desde el exterior por una galería de 1.80 por 6 metros que está documentada cuando la Municipalidad autoriza su construcción en 1917. Dicha galería está confirmada, como sirviendo a la planta alta en el plano de 1937. Aquí, debemos mencionar una in-

Figura 6.


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cógnita que aún subsiste: ¿se trataría de locales de servicio, quizá de cocina en la planta baja? El local de planta alta, donde hoy funciona la Dirección de la Fundación, ¿sería un nuevo lugar para las colecciones y biblioteca, sólo accesible por una galería externa? Lo que parece seguro es que no hubo escalera de comunicación entre los dos locales nuevos, lo que indicaría que estuvieron destinados a actividades diferentes y comunicados con el núcleo antiguo sólo por el exterior. En octubre de 1927, firmó M.L. un contrato con Pablo Negrete para construir lo que sería el completamiento del edificio que nos ocupa: «una casa de cuatro habitaciones en la planta baja y un salón en la planta alta del mismo ancho y altura del edificio existente, o sea mts. 10,30 de largo, mts. 10,68 de ancho parte exterior y alto hasta la terminación del parapeto 10 mts…tanto las puertas como las ventanas serán iguales a las existentes». En mayo de 1930 se habían terminado los trabajos. Y, de la intervención de Dn. Pablo Negrete, como constructor del sector del este entre 1927 y 1930, hay que decir que no solamente se esforzó para lograr unificar su obra con la anterior —«del mismo ancho y altura del edificio existente» y «tanto las puertas como las ventanas serán iguales a las existentes»— sino que la mejoró notablemente creando un eje de simetría casi perfecto en el centro de la puerta de acceso al local que hemos llamado zaguán y que contiene la escalera (Fig. 7). Por lo que se advierte en la fotografía, no parecieran haber existido diferencias de color en parte alguna de la mampostería. Las sombras no permiten hacer hipótesis sobre el color de las carpinterías de las aberturas. Una vereda rodeaba el volumen por el norte y el oeste. En cuanto a la utilización de los locales, como decíamos en el Informe 4, la tradición ha indicado que el «dormitorio» de M. L. pudo ser uno de los dos locales que miran al oeste en la planta baja. Antonio Torres afirmaba que «En sus habitaciones interiores, en un pasillo que daba a su dormitorio y colocado de modo que desde su cama pudiera verlo, estaba colgado un hermoso retrato de Humboldt, y al frente, en el otro muro del pasillo, de modo que él no pudiera verlo fácil-


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mente estaba el otro extremo, su antípoda, el homo stulto».3 Sin embargo, no es sencillo llevar esta descripción al plano real de la casa dado que no existe ningún «pasillo», aunque quizá Torres llamara así —según cual fuera el «dormitorio»— a una de las dos habitaciones menores del norte. Al no registrarse ningún indicio de espacio que hubiese servido de cocina, suponiendo que existiese personal de servicio, debería pensarse en que dicha tarea se realizase fuera de la casa, quizá en la planta baja de la construcción contigua de 1917. Identificado el sitio donde estuvo la escalera, la habitación inmediata al oeste debió ser el «recibo» y la del sudeste el comedor. Para 1926, la biblioteca y las colecciones habían llegado a un volumen notable y antes de emprender la ampliación de 1927, hay que suponer que todo este material —y por lo tanto el lugar de trabajo de M. L.— estuviese localizado en la planta alta. El refuerzo estructural de los entrepisos de 1917 probablemente se realizó ante el previsible peso que iría a tener este material de estudio, siempre creciente. Hasta aquí el estado de la cuestión —que se complementa con los Informes que se adjuntaron en el anexo— a fines de 2010. A.N.

Fundación Miguel Lillo Museo Histórico Informe 1. 29-06-10 De A. Nicolini a J. Rougés La visión de conjunto del edificio de la Fundación, cuando se ingresa desde la calle San Lorenzo, permite distinguir dos volúmenes yuxtapuestos, de los cuales se identifica, con claridad, el situado al este como el núcleo antiguo. En éste,

3

Torres, op. cit, p. 92.


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en su planta baja, la tradición señala a una habitación como aquélla en la que habría fallecido M. Lillo. El núcleo antiguo, datable hipotéticamente en la década de los años ’20, tiene exteriormente características de arquitectura neoclásica tardía de una extrema sencillez. El interior, en su planta baja, muestra una sencillez aún mayor en materiales de carpinterías, cielorrasos y pisos; la carpintería muestra gran uniformidad; en cambio hay variedad de materiales de piso. Si la información posterior que se obtenga no sugiere lo contrario, el único elemento característico de su época que posee cierto valor patrimonial es el conjunto de las carpinterías. Este balance aparentemente negativo, sin embargo favorece la posibilidad de decisiones de diseño diversas para optimizar la puesta museológica. Un croquis existente de 2005, realizado por Juan C. Avalos, permite adelantar que su superficie total sería de unos 260 metros cuadrados y que está dividida en nueve locales de dimensiones variadas, el más pequeño de 13 metros cuadrados y el más grande de 30. Antes de proponer una reparación general y un proyecto de utilización museológica de los locales, es necesario realizar dos tipos de investigaciones simultáneas: una recopilación documental y de informantes calificados y una de relevamiento exacto y cateos en los nueve locales. El objetivo de ambas sería determinar con el grado de exactitud mayor los elementos constructivos utilizados y su estado de conservación y, además, el uso como vivienda que tuvieron estos locales y su vinculación con los de planta alta en vida de M. Lillo, lo que permitiría —quizá— confirmar o rectificar la identificación de la habitación en la que habría fallecido M. Lillo.

Notas La foto tomada por Schreiter (anterior a 1942) muestra la fachada norte de la casa en la que no es difícil imaginar, de las cinco idénticas aberturas, a la puerta del centro como la


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de un zaguán de entrada que llevaría al fondo a la habitación más grande, la «sala» o «comedor». Mediante cateos podrían localizarse: aberturas mayores en la supuesta sala hacia el sur, detalles de uso en la «cocina» y el arranque de la escalera que debía conducir al piso alto. A.N.

Fundación Miguel Lillo Museo Histórico Informe 2. 30-06-10 De A. Nicolini a J. Rougés En la segunda inspección del edificio realizada en la mañana de hoy en compañía del Lic. Ribotta, se confirma la hipótesis de que detrás de la puerta central se dispuso el «zaguán» de acceso a la casa de M Lillo, en el cual habría estado colocada la escalera. Hemos verificado en la planta alta, el sitio de la presunta llegada de dicha escalera donde se evidencia un cambio de material en el piso del salón de lectura respecto de la pinotea original. También se confirmó la valoración relativa de los elementos constructivos que le adelantara ayer: «el único elemento del edificio característico de su época que posee valor patrimonial es el conjunto de las carpinterías». Para avanzar inmediatamente, la primera tarea indispensable es la realización de calas en las paredes y, en algunos casos, en cielorrasos de los distintos locales para precisar la disposición original de las vinculaciones entre ellos y verificar el estado de la estructura metálica del entrepiso y los revestimientos y pinturas originales. Para ello, previamente, deberán retirarse las publicaciones que están depositadas en dos de los locales. Las calas pueden concretarse con personal práctico en trabajos de albañilería pertenecientes a la propia institución con la dirección adecuada.


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Enseguida, será necesario hacer un relevamiento planimétrico de ambas plantas. Con los datos resultantes de las calas, se podrá verificar el estado de los muros (humedades) y del entrepiso, de las instalaciones, y el deterioro de las carpinterías. Sumados los planos obtenidos del relevamiento, se podrá precisar un proyecto de intervención patrimonial que: asegure las condiciones de resistencia del entrepiso, ponga en valor las carpinterías, defina —posiblemente— para los pisos un material calcáreo semejante al que existe en la habitación del este, habitual en los años ’20, y precise el color a aplicar en muros externos e internos, posiblemente diverso del blanco actual. En segundo lugar el proyecto museográfico preliminar determinará otras modificaciones e incorporaciones sustantivas de elementos apropiados a sus fines específicos. El proyecto de intervención patrimonial y el proyecto museográfico preliminar se han de concretar al mismo tiempo. Simultáneamente con la realización de las calas y el relevamiento planimétrico, ha de concretarse la recopilación documental que coadyuve a definir con la mayor seguridad posible el proyecto de intervención patrimonial. A.N.

Fundación Miguel Lillo Museo Histórico Informe 3 16-08-10 De A. Nicolini a J. Rougés De la Crónica de la construcción de la Casa de Miguel Lillo que se inserta al final resulta evidente que hubo tres etapas importantes de construcción, – La primera entre 1900-1901 que no se refiere a domicilio alguno.


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– La segunda, en 1917, que se concretó en «la «casa en la 1ª paralela al Bvard Mitre». – Y la tercera, que se construye en «San Lorenzo y Miguel Lillo» durante 1929 y 1930 y que —sin duda— se refiere a las cuatro habitaciones al este sobre las cuales en 2º piso se encuentra el gran salón. Hasta ahora, no resulta sencillo identificar en el sector oeste las etapas 1900-1901 y 1917, esta última de 41 m2 de superficie en las dos plantas, pero todavía es posible afinar el análisis de los materiales, especialmente la información detallada de 1900-1901 y cotejarla con los resultados de los cateos. Por otro lado, aparecen en 1901 un mirador y una veleta y se menciona una escalera (muy barata) para subir a la azotea, elementos no ubicables hoy.

Crónica de de la C asa

la construcción de

Miguel Lillo

Según el análisis de la documentación del archivo M. L. proporcionada por Elena Perilli de Colombres Garmendia denominada «Gastos Edificio» (1).4 1899. Febrero, FERRARI, caños . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $70 1899. Octubre, STAGNETTO, 17 tirantes palo blanco y quebracho . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $37 1899. Octubre, CAPORAL, cal, 1000 ladrillos, arena . . . . $37

Se desglosó toda la documentación referida a la casa de tres habitaciones, propiedad de M. Lillo, sita en la calle San Lorenzo séptima cuadra, en terreno de 14 varas de frente. La construcción, sencilla, fue contratada con Simón Gómez, quien recibió 3.400 pesos nacionales y debió concretarse durante1891-92. 4


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— 1900-1901 — 1900. Enero, BARCIA, 111 chapas . . . . . . . . . . . . . . . . . $240 1900. Enero, CARRIZO, 13 carradas de arena . . . . . . . . . $47 1900. Diciembre, STAGNETTO, 46 tirantes (42 de 5m. y 4 de 4m) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $113 1900. Diciembre; 1901 Enero, CAPORALE, cinco metros de cal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $78 1901. Enero, CAPORALE, 2 m de cal . . . . . . . . . . . . . . . . $30 1901. Enero, Serapio CARRIZO, 14 carradas de arena y 3m de cal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $50 1901. Enero, STAGNETTO, 69 tirantes de nogal y palo blanco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $194 1901. Enero, Ángel PORTA, 28 metros de canal y 37 m. de caño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $37 1901. Enero, BARCIA, 50 chapas, clavos, tornillos, 158 m2 de pinotea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $436 1901. Febrero, Froilán SERRANO?, construcción de albañilería . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $1395 1901. Febrero, Pastor MOLINA, 13 pares de puertas y 13 fayebas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $479 1901. Febrero, Serapio CARRIZO, 4 carradas de arena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $40 1901. Febrero, BARCIA, fichas, bisagras, tornillos, cerraduras, aldabas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $53 1901. Febrero, José BRITO, 3.300 baldosas5 . . . . . . . . . $132 1901. Abril, Pastor MOLINA, par de puertas p/ el mirador y tirantillo p/ veleta . . . . . . . . . . . . . . . . . . $.¿? 1901. Abril, Pastor MOLINA, «escala que le he trabajado para subir a la azotea» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $20 — 1910-1916 — 1910. Enero, M. GRAÑA, reformas, colocación de llaves en todo el perímetro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $1520 3.300 baldosas cubren entre 200 y 370 m2 según el tamaño de la baldosa. 5


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1910. Enero, M. GRAÑA, Tirantes doble T, perfil 12, Umbrales doble T de aberturas…Aumento 4 hierros doble T para sostén del entrepiso . . . . . . . . . . . . . . $1711 1913. Junio. Cía. Electricidad. Rio de la Plata, extensión de línea desde Bvd. Mitre . . . . . . . . . . . . . $100 1916. Febrero. MACULUS, cerca de 376 m. de alambre y postes de quebracho . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $884 1916. Enero, Gino FIASCHI, toma corrientes, llaves, campanilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $59 — 1917-1926 — 1917. Agosto, Guillermo PALAVECINO, Contrato casa 1ª paralela Bvard. Mitre 1917. Agosto, Guillermo PALAVECINO, Presupuesto Completo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $3.356,75 1º y 2º piso, 41 m2 de piso baldoza imitación francesa; 42 m2 pisos de pinotea; 62 m2 de cielo razo de lienzo; 45 m2 de techos de zinc y tejuela; 3 puertas, 2 ventanas 1917? ¿? Guillermo PALAVECINO, trabajos imprevistos: paré en la galería, puentesito, pintura de cielo raso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $439 1918. ¿? , Juan QUIPILDOR, pintura en el Chalet . . . . . $140 1926, Septiembre. Toma de seguro: Casa . . . . . . . . $10.000 Herbario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $40.000 Aves . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $10.000 4000 Libros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $50.000 — 1929-1930 — 1929. Octubre, Pablo NEGRETE, Contrato: 4 habitaciones en la planta baja y un salón en la planta alta del mismo ancho y altura del edificio existente o sea metros 10,30 de largo, 10,68 de ancho y alto hasta la terminación del parapeto: 10 mts. Entrepiso de bovedilla vigas IPN 14; techos de zinc y tejuela con dos cabriadas de pinotea; los pisos serán de mosaicos de tres colores; los cielorrasos en la planta baja serán de bovedi-


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lla y en el salón de arpillera pintada. Se colocarán 4 puertas de tableros, 4 con vidrios, 4 ventanas y seis puertas de comunicación, utilizando una existente… iguales a las existentes. Por su cuenta los materiales, jornales e impuestos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $13.200 1930. Enero, Pablo NEGRETE Recibió 4ª cuota 1930. Mayo, Pablo Negrete sucesor BALLESTEROS Trabajos extras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $2.118

Fundación Miguel Lillo Museo Histórico Informe 4. Primera síntesis de 30-09-10 De A. Nicolini a J. Rougés

la historia de la casa

En primer lugar, conviene precisar que Miguel Lillo desde fines del siglo XIX hasta poco antes de su muerte en 1931, contrató empresas y realizó compras de materiales con destino a dos propiedades suyas. De la primera de ellas, sita en «San Lorenzo, séptima cuadra» —más tarde aclarada la numeración como 656—, hay documentación desde agosto de 1891 cuando contrata con Simón Gómez la construcción en catorce varas de frente del terreno, de una sala, zaguán y una pieza, «y adentro», un corredor y una pieza. Se documentan trabajos complementarios, reparaciones y pavimentación de la calle hasta 1929. Según el testamento de M.L., fue legada a Juliana Tejerino de Rodríguez. En la actualidad, la construcción original pareciera haber sobrevivido con escasas modificaciones. La segunda, identificada como «casa en la primera paralela al Bvd. Mitre», es la que nos ocupa por haber sido la residencia de M.L. y, luego, núcleo inicial de la sede de la Fundación. En primer lugar, interpretamos que entre octubre de1899 y primeros meses de1901, tuvo lugar la construcción del nú-


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cleo inicial de la casa, constituido, en planta baja, por las cinco habitaciones del oeste. El detalle documentado es: – Entre fines de 1899 y principios de 1900, M.L. compra al Corralón de José Stagnetto de 63 tirantes de palo blanco y quebracho, 111 chapas a la Ferretería de Arturo Barcia y mil ladrillos, cal y 13 carradas de arena al Depósito de Esteban Caporale. – A partir de diciembre de 1900, Stagnetto le provee de 76 tirantes, Caporale 5 m de cal y Octavio Carrizo18 carradas de arena. – En enero y febrero de 1901 la Ferretería Barcia le vende 56 chapas y, además 158 metros de pinotea, clavos, tornillos y tirafondos, bisagras, cerraduras y aldavas (sic). – En febrero 10 José Ma. Brito le provee de 3.300 baldosas. [Si se trataba de las más antiguas baldosas que cubren hoy la habitación del ángulo sudoeste, ellas miden 21,8 cm de lado, por lo que dicha cantidad permite cubrir 156.8 m2 de piso, más que suficiente para la superficie de las cinco habitaciones de planta baja] – En febrero 14 de 1901, M.L. paga la importante suma de $ 1.395 por trabajos de albañilería a Froilan C…6. – Entre febrero y abril de 1901 M. L. paga a Pastor Molina $ 479 por 13 pares de puertas —seis de ellas «puertas vidriera»— con marcos de quebracho colorado y trece fayebas (sic) y luego un par de puertas «para el mirador» y colocar «una veleta sobre el techo». Molina, recibe en abril de 1901 el pago por «la escala que le he trabajado para subir a la azotea». De toda esta información, no queda explícito, de manera indubitable, que en esta etapa la casa tuviera ya las dos plantas. No hay documentación que mencione novedades hasta enero de 1910, cuando la prestigiosa firma de los constructores Manuel Graña e hijo debió realizar «reformas» que conEl apellido del albañil o constructor que realizó las obras de mampostería es ilegible. 6


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sistieron en reforzar la estructura original con el «aumento de fierros doble T para sostén del entrepiso». Estas adiciones sugieren que efectivamente se estaba interviniendo en una construcción de dos plantas. Los fierros doble T, hoy permanecen perfectamente visibles, asomando por debajo de los cielorrasos de las habitaciones y probablemente fueron las que hicieron posible sobrellevar, hasta hoy, el peso de las bibliotecas del piso superior. Además, se colocaron «llaves en todo el perímetro de los altos…dos llaves horizontales que cerquen el edificio paralelas a los muros interiores…y umbrales de hierro en todas las aberturas». El costo de la reforma fue importante: $1.520. En 1913, la Cía. De Electricidad del Rio de la Plata, Limitada extendió una línea de electricidad desde el Bd. Mitre «hasta la casa del interesado». En agosto de 1917 M.L. firma un contrato con Guillermo Palavecino para la ejecución de obras en dos plantas en la «calle primera paralela del Bvard. Mitre» por un presupuesto de $ 3.356. Los metros cuadrados de «baldoza imitación francesa» y de «pinotea», que son respectivamente 41 y 42 metros, permiten suponer la superficie de las dos plantas previstas. Durante agosto y septiembre Palavecino cobra $ 2.800 a cuenta de trabajos ejecutados. Otros datos interesantes son los 62 metros cuadrados de lienzos para cielorrasos y las tres puertas y dos ventanas previstas en el presupuesto. La Municipalidad extiende dos permisos de construcción en agosto 10 y 24 de 1917 para «una pieza de alto mat. de 5.65 x 5.50 int» y luego indica que la «Edificación metros 35,75» y el segundo permiso para «una galería de mts: 1.80 x 6» No parece que esta obra forme parte del edificio que nos ocupa; más bien sería una construcción independiente. Un documento interesante de septiembre 1926, un seguro contra incendio por cinco años que toma M.L. con la Germano-Argentina, Compañía de Seguros, describe someramente la propiedad a la que asegura en $10.000. Describe con detalle a las colecciones de plantas (80.000), de aves (3500), a la biblioteca que contiene 4.000 libros y a moblaje y aparatos


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del museo y biblioteca, a todo lo cual asegura en $ 105.000. Ello demuestra el enorme volumen de objetos, seguramente creciente, que se guardaban en la casa y justifican la nueva etapa de construcción que se produce al año siguiente En octubre de 1927, firma M.L. un contrato con Pablo Negrete para construir lo que sería el completamiento del edificio que nos ocupa: «una casa de cuatro habitaciones en la planta baja y un salón en la planta alta del mismo ancho y altura del edificio existente, o sea mts. 10,30 de largo, mts. 10,68 de ancho parte exterior y alto hasta la terminación del parapeto 10 mts.». En esta oportunidad, el entrepiso se construirá de bovedilla con vigas metálicas N 14, los pisos de «mosaicos de tres colores», «tanto las puertas como las ventanas serán iguales a las existentes». El presupuesto fue de $13.200. En diciembre se estaban comenzando las bovedillas del entrepiso y en mayo de 1930 se habían terminado los trabajos con $5.718 de adicionales. El manejo de la información documental conservada por el propio M. Lillo respecto de las obras de construcción que emprendiera desde fines del siglo XIX hasta 1930, sumado a la fotografía tomada por Schreiter entre 1930 y 1942, la observación del propio edificio, incluyendo los cateos realizados en paredes y cielorrasos y al relevamiento exhaustivo realizado en escala apropiada, 1:50, ha permitido llegar a las conclusiones que se enumeran: 1. La visión global del conjunto edilicio actual de la Fundación, cuando se ingresa desde la calle San Lorenzo, permite distinguir dos volúmenes yuxtapuestos, de los cuales se identifica, con claridad, el situado al este como el núcleo antiguo. 2. La fotografía de Schreiter, tomada desde el noroeste a finales de una mañana de verano, es un documento fundamental para las tareas de puesta en valor, deja en claro cuál era la apariencia del núcleo antiguo —casa de Miguel Lillo— poco después de su fallecimiento: un neto volumen de características neoclásicas, con dos plantas y cinco tramos, una composición semejante a la de muchas casas urbanas del centro de la ciudad. La planta alta se remataba con un juego


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de dos cornisas mayores y una menor; también una cornisa separa netamente la planta alta y la baja. En la planta baja se marca con otra cornisa un zócalo de poco menos de un metro de alto. Lamentablemente, estas cornisas que otorgaban un fuerte carácter al edificio han sido eliminadas posteriormente. No existieron elementos ornamentales verticales como las habituales pilastras; los cinco tramos compositivos sólo quedan definidos por las cinco ventanas o puertas ventanas, idénticas de tamaño en cada una de las plantas y en exacta correspondencia, las altas con las bajas. Las distancias entre ellas no son iguales aunque no es fácil advertirlo. Y, de la intervención de Dn. Pablo Negrete, como constructor del sector del este entre 1927 y 1930, hay que decir que no solamente se esforzó para que se unificara su obra con la anterior —«del mismo ancho y altura del edificio existente» y «tanto las puertas como las ventanas serán iguales a las existentes»— sino que la mejoró notablemente creando un eje de simetría perfecto en el centro de la puerta de acceso al local que hemos llamado zaguán y que contiene la escalera. Todas las aberturas poseen un marco o recuadro de mampostería resaltado respecto del plano de la fachada. Por lo que se advierte en la fotografía, no parecieran haber existido diferencias de color en parte alguna de la mampostería. Las sombras no permiten hacer hipótesis sobre el color de las carpinterías de las aberturas. Una vereda rodeaba el volumen por el norte y el oeste. 3. Del conjunto documental referido a los trabajos de construcción realizados en la casa de Miguel Lillo se puede sintetizar: – Entre 1899 y 1901, se construyó el núcleo inicial abarcando, en planta baja, las cinco habitaciones del oeste. – En 1910 se colocan refuerzos metálicos importantes en distintas partes. Los perfiles doble T que sostendrán los entrepisos indican que en la primera etapa de construcción ya se había levantado la segunda planta. – En 1917 se levanta una construcción —probablemente aparte— de 35 m2 que tuvo dos plantas y una galería de 6 metros de largo.


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– Entre 1927 y 1930, se completa la casa al este con las cuatro habitaciones de planta baja y el «salón» de planta alta, configurándose el aspecto que registra Schreiter en algún momento entre 1931 y 1942. 4. En cuanto a la utilización de los locales, la tradición ha indicado que el «dormitorio» de M. L. pudo ser uno de los dos locales que miran al oeste en la planta baja. Al no registrarse ningún indicio de espacio que hubiese servido de cocina, suponiendo que existiese personal de servicio, debería pensarse en que dicha tarea se realizase fuera de la casa, quizá en la construcción de 1917. Identificado el sitio donde estuvo la escalera, la habitación contigua al oeste pudo ser el «recibo» y la del sudeste el comedor. Para 1926, la biblioteca y las colecciones habían llegado a un volumen notable y antes de emprender la ampliación de 1927, hay que suponer que todo este material —y por lo tanto el lugar de trabajo de M.L.— estuviese localizado en la planta alta. El refuerzo estructural de los entrepisos de 1917 probablemente se realizó ante el previsible peso que iría a tener este material de estudio, siempre creciente. 5. Quedan pendientes de certeza muchos aspectos aún; el archivo denominado «Gastos Edificio» de M.L. es realmente notable por haber registrado hasta gastos de pocos pesos pero aún subsisten dudas que han quedado registradas más arriba, como la mención de la escala para subir a la azotea, de la veleta, de las tejas canal... Confío en que con la colaboración de los restantes miembros del equipo de trabajo todavía se podrán dilucidar más detalles y confirmar o modificar algunas de las afirmaciones que aquí todavía tienen carácter de hipótesis. A.N. [Alberto Nicolini]


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Tucumán 1866-1869: gobierno de Wenceslao Posse, una revolución, y gobierno de Octavio Luna Carlos Páez

de la

Torre (h)

1866. WenCeslao Posse gobernador y J osé M aría del C aMPo MinisTro l 10-II-1986, la Sala de Representantes elegía gobernador de Tucumán a don Wenceslao Posse, para suceder a su primo José Posse. 1 Era don Wenceslao acaso la figura más importante de la poderosa familia de ese apellido. Nacido en 1817, había actuado desde joven en la política. Entre 1833 y 1839, anduvo con su hermano Ramón por la provincia de Buenos Aires, en actividades comerciales para las que tenía singular aptitud. Buen liberal, un juez de paz de Chascomús lo clasificaba, en 1839, como «unitario obstinado». Actuó en la Revolución de los Libres del Sur y su posterior participación en Tucumán, en la Liga del Norte contra Rosas, lo llevó al exilio en Bolivia, entre 1841 y 1845. Regresó ese último año, duLey promulgada 16-II-1866 y nota de aceptación, Tucumán, 19II-1866, de Wenceslao Posse, en: Ramón Cordeiro y Ramón Dalmiro Viale, Compilación ordenada de leyes, decretos y mensajes del período constitucional de la Provincia de Tucumán que empieza en el año 1853. Documentos ordenados y publicados por… Tomo III (Tucumán, 1916), pp. 341-342. 1


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rante la mansa dictadura de Celedonio Gutiérrez, e inmediatamente instaló el que sería uno de los grandes establecimientos azucareros de su provincia: el ingenio Esperanza. Hombre de entereza personal, acostumbrado a mandar y a ser obedecido, en el rostro voluntarioso de Wenceslao Posse se adivinaban rápidamente estas condiciones. Su yerno Pedro Alurralde, en una nota biográfica, destacaría los «rasgos acentuadamente vigorosos» y la «complexión varonil» que componían el retrato de este «viejo unitario». Llegó a ser dueño de una de las más grandes fortunas de Tucumán, con su formidable fábrica y sus estancias en esa provincia y en la de Buenos Aires.2 Como ministro, conservó a su lado a José María del Campo. Así, continuaba la influencia del célebre presbítero en la política tucumana, influencia casi ininterrumpida desde 1853. Hace notar Paul Groussac que su gobierno «llevó desde luego el vicio incurable de ser continuación del anterior. Y a fe que nada indicaría el cambio, si se estudiara la historia tucumana sólo por los documentos oficiales. La costumbre argentina de suscribir los decretos con sólo el apellido, y el hecho de haber conservado, el nuevo gobierno, al ministro de Gobierno de su predecesor, hacía excusable la ilusión. Las aptitudes administrativas de D. José María [del Campo] están fuera de discusión: las había revelado en [la batalla del] Río Colorado; pero ¿no hubiera sido posible hallar otro ministro?» … Añade este autor que, «en fin, cuando la autoridad se ejerce por un miembro de una familia numerosísima, ocupan los empleos muchas personas del mismo apellido, y esto, si no es nepotismo, llega a parecérsele tanto, que el público cree firmemente que lo es»...3 Para este historiador, tales peros que don Wenceslao suscitaba en la oposición serían los que Carlos Páez de la Torre (h), «Un industrial azucarero: Wenceslao Posse», en: Gustavo Ferrari y Ezequiel Gallo (Compiladores), La Argentina del Ochenta al Centenario (Bs. As., 1980), pp. 419-438. 3 Paul Groussac, Ensayo histórico sobre el Tucumán (1882, ed. Tucumán, 1981), p. 252. 2


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definieron la brevedad de su gobierno. Pero las razones de la brusca interrupción del mandato de Posse parecen haber sido más profundas, y vinculadas con la política nacional.

1866-67: Un gobierno ordenado y regular. Las finanzas. Obras públicas Wenceslao Posse planificó un gobierno ordenado y regular. Proyectó y obtuvo una ley de consolidación de la deuda pública contraída desde 1820 a 1853. No sólo lo consideraba de estricta justicia: pensaba que ese crédito «ha de entrar en la circulación como un capital efectivo para estimular y auxiliar las diferentes industrias que se ejecutan en el país, como sucede en todas partes donde la deuda pública ha asumido el carácter de institución fundamental».4 También proyectó un fondo público de 30.000 pesos bolivianos con destino a obras públicas: … «es por primera vez —decía— que el gobierno de la Provincia se presenta a V.H. con un proyecto y operación de crédito… El crédito es el gran motor del comercio, es la palanca de Arquímedes para el desarrollo de los Estados. Tiempo es ya de hacerlo práctico entre nosotros para que el pueblo vea que el gobierno cubre religiosamente sus compromisos»...5 El presupuesto para 1867 era de 97.373 pesos de gastos sobre 88.300 de recursos.6 También logró la autorización para vender el local del Hospital, con cuyo importe, además de los materiales que aportaría el Estado, se construiría otro, sobre la Acequia de la Patria. Se alegaba que el lugar del actual establecimiento era malsano: ...«la experiencia ha demostrado que no solo 4

Mensaje y ley promulgada Wenceslao Posse-Campo, Tucumán, 19XI-1866, en: Cordeiro y Viale, Compilación… III, cit., pp. 382-387. 5 Mensaje y ley promulgada Wenceslao Posse-Campo, Tucumán, 28XII-1866, en ibídem, pp. 393-395. 6 Ibídem, pp. 396-403.


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Wenceslao Posse con su esposa y miembros de su familia.

contraen enfermedades epidémicas de chucho y fiebres intermitentes los pobres que se asilan en el Hospital a curarse de otras enfermedades, sino que los habitantes mismos, naturales y aclimatados allí, se pasan enfermos las tres cuartas partes del año».7 Logró terminar casi totalmente el teatro. En enero de 1867, informaba a la Sala que sólo faltaba «el trabajo de los palcos para que este magnífico edificio, que es la expresión propia del país, donde refleja su carácter emprendedor, entre a funcionar ostentando su hermosura y elegancia. Tucumán tiene derecho para decir que posee un teatro casi igual al Colón de Buenos Aires, donde resalta el orgullo de aquella gran sociedad»…8 7 Mensaje y ley promulgada Wenceslao Posse-Campo, Tucumán, 18XII-1866, en ibídem, pp. 389-392. 8 De Wenceslao Posse a la Sala, Tucumán, 1-I-1867, en ibídem, p. 411.


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En cuanto a las escuelas, en 1866 creó 12 establecimientos. Según el Mensaje de 1867, en el total de 29 escuelas de la provincia, se educaban 1.794 niños. Hacía notar, eso sí, un déficit en la «educación del bello sexo», lo que pensaba remediar construyendo un edificio a ese efecto.9 Su gobierno promulgó la Ley de Imprenta sancionada por la Sala el 18-X-1866, tras no pocos debates. Establecía el trámite para juzgar «los abusos de la libertad de prensa».10 Wenceslao Posse se complacía, al iniciar 1867, del panorama de progreso de la provincia. «Tenéis a la vista… el incremento sorprendente que se nota en las industrias, cuyos productos, dejando satisfecha la demanda de sus antiguos mercados, han ido a buscar colocación en otras plazas, estableciendo competencia ventajosa a la de otros países… Y lo que sucede en las industrias, se observa en todos los demás ramos de la actividad social. Donde quiera que se dirija la vista se nota el adelanto…».

1867. Empiezan

los disturbios en

de la montonera .

La

Cuyo. Insurrección Pozuelos.

conferencia de

Ángel Arcadio Talavera,

gobernador interino

Sin embargo, no todo era optimismo. El partido vencido en Pavón —las «montoneras federales»— levantaba nuevamente su bandera, desde los últimos meses de 1866. En noviembre, gente de esa tendencia había derrocado al gobernador de Mendoza, pasando a invadir San Juan. Las noticias se hicieron inquietantes en enero de 1867, al ser derrotado el ejército sanjuanino en Pocitos, mientras la montonera se engrosaba con los dos batallones que el caudillo Felipe Varela había traído desde Chile, y que pisaron territorio argentino lanzando una furibunda proclama. Afirmaba este jefe su objetivo de rei9

Ibídem, pp. 410-411. Debate y ley promulgada Wenceslao Posse-Campo, Tucumán, 20X-1866, en ibídem, pp. 378-380. 10


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vindicar «el pabellón de Mayo… que en la desgraciada jornada de Pavón cayó fatalmente en las ineptas y febrinas manos del caudillo Mitre», y que ahora «ha sido cobardemente arrastrado» en la guerra del Paraguay. Es posible, dice un historiador, conjeturar el plan. «Varela debía apoderarse de las provincias del oeste, Saá y Videla correrse por San Luis y Córdoba hasta el litoral, López Jordán levantar Entre Ríos y apoyarse en los federales de Santa Fe y Corrientes» … Tan grave es la situación, que no sólo el Congreso vota la ley marcial, sino que el presidente Mitre debe distraer fuerzas de la Guerra del Paraguay para enfrentar la nueva amenaza. Unos 3.500 hombres van a incorporarse, así, a la tarea de reprimir los focos federales. Con ellos también regresa Mitre, y se instala en Rosario.11 Con la victoria de Pocitos, Varela se entusiasma y parte a situarse en Jáchal, a tiempo que envía a La Rioja una avanzada de sus fuerzas, a las órdenes de Estanislao Medina. Esta amenaza mueve al mandatario riojano, Guillermo San Román, a pedir ayuda militar a Santiago del Estero, Catamarca y Tucumán. 12 Toda la región empieza a electrizarse con los aprestos federales, más cuando saben que en Córdoba los rebeldes cuentan con significativo apoyo. La primera que sale a la palestra es Catamarca: su gobernador, Jesús María Espeche, declara a la ciudad en asamblea y moviliza la Guardia Nacional.13 El comandante general catamarqueño, Melitón Córdoba, logra que Tucumán le aporte algún auxilio de tropa, hasta que se tomen medidas de mayor alcance.14 El gobernador Wenceslao Posse y su colega santiagueño Absalón Ibarra se reúnen en Pozuelos, Santiago, el 23-I, para José María Rosa, Historia argentina, VII (Bs. As., 1974), p. 178. Alfredo Gargaro, La batalla de Pozo de Vargas (Santiago del Estero, 1946), pp. 15, 19. 13 Armando Raúl Bazán, Gaspar H. Guzmán, Gerardo Pérez Fuentes, Ramón Rosa Olmos, Felipe Varela. Su historia (Bs. As., 1975). 14 De Campo a Jesús M. Espeche, Tucumán, 22-I-1867, en: universidad Nacional de La Plata, Archivo del Coronel Doctor Marcos Paz, VI (La Plata, 1965), p. 66. 11 12


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acordar medidas respecto de la emergencia. Seguían así la advertencia que les cursara el vicepresidente Marcos Paz.15 Firman Posse e Ibarra una nota conjunta, dirigida al ministro del Interior. Expresan que «creyendo comprometido el orden interno de la República» ofrecen al Ejecutivo Nacional «todos los elementos militares que tienen estas dos provincias, anunciando desde luego que a la voz del Exmo. Presidente de la República estarán prontos a entrar en campaña 3.000 hombres de buena tropa de infantería y más del doble de aquel número de caballería».16 Se invita a Salta a adherirse; pero su respuesta, según José Posse, fue «una especia de sermón de Cuaresma, mucha protesta de amor a Dios pero poca cosa en materia de sacrificios».17 Estaba acordado en Pozuelos que Antonino Taboada sería el jefe del ejército de Santiago, y Anselmo Rojo del de Tucumán, correspondiendo al primero la jefatura total, en caso de operaciones combinadas.18 Pero el Gobierno Nacional dispuso que el generalato en jefe sería para Rojo, medida que no dejó de contrariar a Taboada. A fines de marzo, Rojo llegaba a Santiago del Estero. El otro ejército nacional que debía sofocar la rebelión, avanzaba desde Río Cuarto al mando del general Wenceslao Paunero, engrosado por la incorporación de Arredondo. En su Mensaje, a principios de año, Posse había expresado: «Sí, Honorables Señores, las provincias de Cuyo y La Rioja están ya envueltas en la funesta guerra civil y el incendio nos amaga en dimensiones considerables. Nacido del partido liberal y sostenido por él, mi gobierno no omitirá sacrificio, y 15

De Marcos Paz a Wenceslao Posse, Bs. As., 5-I-1867, en ibídem, pp. 42-43. 16 Gargaro, La batalla… cit., pp. 16-17. 17 De José Posse a Manuel Taboada, Tucumán, 11-II-1867, en: universidad Nacional de La Plata, Archivo del Coronel… VI, cit., p. 121. 18 De Absalón Ibarra a Marcos Paz, Santiago, 30-I-1867, en: ibídem, pp. 86-87.


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yo nada tendré reservado como ciudadano, para defender los intereses de la provincia y las instituciones del país. El gobierno cuenta con poderosos elementos que pondrán al servicio del orden y en apoyo del de la Nación, para escarmentar una vez más a los rebeldes y traidores que han alzado de nuevo la enseña del partido que vencimos en Pavón: y, lleno de entusiasmo, empapado en la justicia de nuestra causa, afrontará todos los peligros que nos rodean hasta vencerlos, sea cual fuere su magnitud».19 Consecuentemente, el 16-I llamó a ejercicios doctrinales a la Guardia Nacional, prohibiendo que sus miembros se ausentaran del departamento respectivo o de la provincia.20 Un mes más tarde, informaba a la Sala que «en virtud de órdenes recibidas del Exmo. Gobierno Nacional, se han movilizado 2.100 guardias nacionales de la Provincia» y, considerando «un deber de honor» partir con ellos, solicitaba la autorización respectiva. La Sala acordó la licencia,21 resolviendo Posse salir el 19 de ese mes al frente de la División Tucumana.22 Gobernador interino fue nombrado don Ángel Arcadio Talavera, quien juró el cargo el 16-II.23 Talavera era pariente de don Wenceslao: el pintor Ignacio Baz ha hecho su retrato, que lo muestra con un parche en el ojo. Tenía una visión bastante esquemática de la realidad: «… a los liberales adictos a la actualidad de la República los he de balear cuando llegue el caso, y a los pocos majaderos que [Ud.] conoce y que forman sus castillos al aire, soñando con el triunfo de los reaccionarios de Cuyo, los he de ahorcar. Este es el programa de mi interinato, porque los unos y los otros están en el deber de 19 De Wenceslao Posse-Campo a la Sala, 1867, en: Cordeiro y Viale, Compilación… III, cit., p. 408. 20 Decreto Wenceslao Posse-Campo, Tucumán, 16-I-1867, en ibídem, pp. 414-415. 21 Mensaje y ley del 13-II-1867, en ibídem, pp. 419-421. 22 De Wenceslao Posse a la Sala, Tucumán, 16-II-1867, en ibídem, p. 421. 23 Ley promulgada Wenceslao Posse-Campo, Tucumán, 17-II-1867, en ibídem, p. 422.


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sostener la actualidad de la República y la paz de la tierra», escribió al vicepresidente Marcos Paz a poco de asumir.24

1867. La contraofensiva nacional. Campaña de La Rioja. Más disensiones entre Campo y Taboada. La jefatura Los sucesos empezaron a precipitarse, cuando la montonera de Felipe Varela se apoderó de San Luis (27-I). Luego, al comenzar febrero, estalla en La Rioja una revuelta que dejó la capital y parte de la campaña en poder de los montoneros, derrocando al gobernador San Román. El ministro del Interior había ordenado que las fuerzas de Tucumán, Santiago y Catamarca, «concurran desde luego a ocupar el territorio de La Rioja hasta que sus poderes públicos legales puedan funcionar desembarazadamente».25 Rojo, parte por su mala salud y parte sin duda por la evidente malquerencia de Taboada, pensó que resultaba más práctico dejar que el santiagueño manejara las cosas, y lo facultó ampliamente para ello.26 Envió a José María del Campo a La Rioja —acaso para poner distancia entre éste y su rival Taboada, evitando un problema más— mientras las fuerzas de Santiago iniciaban la marcha sobre Catamarca. En Choya, se reunieron con el ejército de Taboada otras fuerzas —además de las de su hermano Antonino— que convergían desde Ojo de Agua. El 3-III, en San Francisco, en una conferencia con Anselmo Rojo, Manuel Taboada estableció el plan de campaña, según el cual él y su hermano debían avanzar hasta La Rioja.27 24

De Arcadio Talavera a Marcos Paz, Tucumán, 25-II-1867, en: uniLa Plata, Archivo del Coronel… VI, cit., p. 151. del Interior, Guillermo Rawson, al gobierno de Santiago, Bs. As., 19-II-1867, en: Gaspar Taboada, Recuerdos históricos. Los Taboada. Luchas de la Organización Nacional, tomo II (Bs.As. 1929), p. 593. 26 De Absalón Ibarra a Marcos Paz, Santiago, 7-II-1867, en: universidad Nacional de La Plata, Archivo del Coronel… VI, cit., p. 108. 27 De A. Ibarra a M. Paz, Santiago, 7-III-1867, en ibíd., p. 164. versidad Nacional de 25 Del ministro


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General Antonino Taboada.

Por esos mismos días, la avanzada «varelista» de Medina llegaba a Chilecito. Sus fuerzas, engrosadas, el 24-II, con las de Severo Chumbita y gente de Belén, derrotarán y ultimarán en Tinogasta al comandante general de Catamarca, Melitón Córdoba. Tras este triunfo, Felipe Varela dispondrá la concentración general en Chilecito: se le unen Medina, Chumbita, Carlos Ángel, Elizondo y un batallón chileno con dos pequeños cañones.28 Pero la contraofensiva nacional había comenzado. El 7-III acampaba en Catamarca la 2ª División tucumana, de 600 in28

Gargaro, La batalla… cit., p. 19.


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fantes y 400 jinetes, conducidos por el gobernador Wenceslao Posse. El 11, Antonino Taboada entraba en Catamarca con su división, mientras Manuel se desplazaba con un columna por La Horqueta, a Chumbicha.29 En cuanto a la 1ª División tucumana, con José María del Campo a su frente, el 14 llegaba a Chumbicha y el 18-III ocupaba La Rioja, ya evacuada por los revolucionarios.30 Campo hizo elegir gobernador a Guillermo San Román, reponiéndolo así en el sitio del cual lo había desplazado la montonera. El 20-III, ingresaban a La Rioja las fuerzas de Manuel y Antonino Taboada. Este desconoció la elección de San Román, considerando que la emigración no había dejado una cantidad suficiente de ciudadanos «que con el nombre de pueblo riojano puedan ejercer su soberanía», aparte de que no se había reconquistado aún toda la provincia.31 Además desconocía, en un subalterno como Campo, atribuciones para adoptar medidas de esa naturaleza.32 Las disensiones entre Campo y Taboada, sin duda no hicieron más que ahondarse. Según este último, el tucumano, en un principio, no quiso subordinarse a su comando.33 Disgustado, Campo optará por volverse a Catamarca. Debe conducir al resto de las fuerzas tucumanas: los batallones «General Mitre», «San Martín» y «Belgrano».34 A todo esto, en la jefatura se produjo una curiosa situación. El Ministerio de Guerra aprobó el convenio de Pozuelos, lo que significaba reconocer como jefe de las fuerzas 29 30

17.

Bazán y otros, Felipe Varela… cit., p. 74. Ibídem, p. 74. Según Gargaro, La batalla… cit., p. 18, fue el día

Andrés Figueroa, El General D. Antonino Taboada. Su campaña sobre La Rioja. La batalla de Pozo de Vargas, transcripta en: TABOADA, Los Taboada… I, cit., pp. 135-36. 32 Bazán y otros, Felipe Varela… cit., p. 75. 33 De Manuel Taboada a Rufino de Elizalde, Santiago, 27-V-1867, en: Taboada, Los Taboada… III, cit., pp. 522-523. 34 Gargaro, La batalla… cit., p. 18. 31


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El gobernador de Santiago, Manuel Taboada.

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combinadas a Antonino Taboada, a pesar de que, sabemos, para ese cargo ya había sido nombrado Rojo.35 Las cosas se facilitarían luego, porque el fatigado Rojo resolvió delegar (21-III) el mando a Taboada, con lo que el irregular proceso vino a convalidarse. Antonino Taboada había logrado, pues, lo que no pudo conseguir en el primer momento. Disimulando su antipatía profunda, el santiagueño designa a José María del Campo 36 como jefe de la división derecha del ejército: en realidad, no puede hacer otra cosa, dada la importancia numérica del contingente de Tucumán (2.100 hombres, según Próspero García)37 que era indispensable para el éxito de la campaña.

1867. Derrota Saliente

de

Varela

en

Pozo

de

Vargas.

papel de los tucumanos

En cuanto a Felipe Varela, inicia su movimiento el 24-III. Con unos 4.000 hombres —de los cuales 2.300 eran de caballería— llega a Los Sauces y de allí pasa a Mazán. No invade Catamarca, sabedor de que los «nacionales» están en La Rioja, y parte al Salado.38 Pero el 1-III, los «nacionales» obtienen un resonante triunfo, al ser derrotadas, en San Ignacio, por Arredondo, las fuerzas montoneras de Juan Saá. No arredra este contraste a Felipe Varela. El 9-IV, intima a Antonino Taboada, comunicándole que al día siguiente entrará en La Rioja: propone que la batalla sea a unas 3 leguas de la ciudad, y que se designe el campo respectivo.39 Por cierto que Taboada no contestará. Ya ha dispuesto el día antes, por la noche, que las fuerzas formen en combate «media legua al 35

De Próspero García a Marcos Paz. Santiago, 6-III-1867, en: UniPlata, Archivo del Coronel… VI, cit., p. 159. y otros, Felipe Varela… cit., p. 75. Carta citada en nota 35, p. 160. Gargaro, La batalla… cit., p. 20. Texto en ibídem, p. 21.

versidad de la 36 Bazán 37 38 39


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Norte de la ciudad, sobre el camino que conduce a Chumbicha, en los terrenos monstruosos conocidos por Pozo de Vargas, denominación correspondiente al dueño de la propiedad, y a la excavación practicada para la fabricación de adobes y ladrillos».40 El encuentro tuvo lugar, pues, en Pozo de Vargas, el 10-VI1867. En un día de sol abrasador, nacionales y montoneros se batieron entre las 3 y las 5 de la tarde. Las fuerzas tucumanas tuvieron parte decisiva en esta acción, según la crónica de uno de los protagonistas, publicada en La Tribuna, de Buenos Aires,41 y que sintetizamos en adelante. La línea de los nacionales ocupaba unas 6 cuadras, de naciente a poniente. Estaba tendida frente a unos cercos, más en disposición de defensa que de ataque. Las fuerzas de Tucumán formaban al centro (el Batallón «Río Colorado», al mando de Lucas Ibiri) y en los flancos; en el derecho, dos compañías del batallón «General La Madrid» y dos del «Laureles», que mandaba Emidio Posse, hermano del gobernador; en el izquierdo, había otras dos del «Laureles», al mando del mayor general del batallón, Hilario Puló. En cuanto a las fuerzas de Varela, en su dispositivo de ataque se habían emplazado al centro los dos cañones, mientras casi toda la infantería, con alguna caballería, enfrentaba la izquierda de los «nacionales». Al otro extremo, la mayor parte de la infantería, más algunos jinetes. La batalla empezó por el centro, iniciándola la artillería de los montoneros. Ibiri con los tucumanos del «Río Colorado», secundado por los santiagueños de los batallones «Constitución» y «Libertad», lograron desorganizarlos tras vivo fuego, y luego cargaron sobre ellos a la bayoneta. Éxito completo coronó la maniobra, que logró despejar totalmente esa posición: los cañones cayeron en manos del «Río Colorado», mientras el batallón derrotado se desbandaba hacia los flancos.

40 41

Ibídem, p. 22. Reproducida en ibídem, pp. 23-31.


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Y en los flancos se concentró, entonces, el combate. Elizondo llevó la ofensiva sobre el derecho, y Chumbita sobre el izquierdo. En el primero, fue arrollada la caballería santiagueña, que se desplazó hacia el centro de la línea: pero allí vino en su ayuda el piquete «Granaderos a caballo», de Irrazábal, que logró hacer retrogradar a la caballería montonera. La infantería de Varela no pudo operar, dado que las compañías tucumanas de «Laureles» lo enfrentaron «a balazo limpio sin perder un palmo de terreno». Viendo impenetrable el paso, Elizondo buscó introducirse por la retaguardia: logró traspasar los cercos sobre los que se recostaba la línea, y creó así una situación difícil a los «nacionales». Pero una vez más Posse cargó sobre él, expulsándolo del campo. En cuanto al flanco izquierdo, los tucumanos de Puló, cubiertos por el batallón «Constitución», tuvieron a raya a Chumbita, que quedó neutralizado al apoderarse aquel, tras vivo fuego, de los guardapatios y cercos de una casa donde se había hecho fuerte. Puló pudo arrebatar una bandera punzó y blanca a los rebeldes. Elogiando a los tucumanos, el testigo cuyo relato sintetizamos expresaba que «los batallones ‘Constitución’ y ‘Libertad’ de Santiago, defendieron sus posiciones con valor y arrollaron al enemigo que los atacaba, pero a fuer de imparciales, y en obsequio a la justicia, debemos decir que no les cupo una parte tan gloriosa en el combate como a los infantes tucumanos, cuya comportación en el peligro es superior a todo elogio».42 Según José Posse, Tucumán estaba en inminente riesgo de ser atacado por los «federales» de Salta, cuando la noticia de Pozo de Vargas detuvo el intento. Solamente amagó una incursión en Trancas el caudillo Isidoro López, pero se retiró cuando partieron a reprimirlo milicias de Tucumán.43 El go42

Ibídem, p. 167. De José Posse a Antonino Taboada, Tucumán, 27-IV-1867, en: Taboada, Los Taboada… III, cit., pp. 517-519. 43


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bierno Posse, después de Pozo de Vargas, aumentaría sustancialmente el armamento con que contaba la Provincia.44

1867. División medidas de

Partido Liberal. Controvertidas Posse. La cuestión presidencial

del

A pesar de la importancia de la victoria de Pozo de Vargas, la lucha regional contra la montonera se prolongaría aún durante varios meses. En su transcurso ocurrieron trastornos institucionales en Tucumán. La administración de Wenceslao Posse chocaba con opositores dentro de su mismo partido, el Liberal. Ya lo había subrayado el gobernador en su mensaje de enero de 1867: «El partido federal nos hace oír otra vez sus bramidos de reacción y el liberal está dividido», decía, aunque tenía esperanzas en «el buen sentido del pueblo», para aguardar que «la división del Partido Liberal desaparezca y que sus hombres se presenten unidos como en la larga noche de sus sufrimientos, como en el solemne día de sus pasadas luchas».45 En una carta al vicepresidente Marcos Paz, opinaba Posse que la división del partido procedía «de causas que son comunes en los pueblos argentinos; ambiciones impacientes, contrariadas, enemistades personales, falta de vida exterior en que distraer las pasiones de los hombres, y en suma esa tendencia al desorden que existe en nuestras provincias, latente o manifiesta en las ciudades, porque las campañas no participan de esa fiebre de la política»…46 En la fracción opositora, salida del núcleo de los liberales decentes, revistaba de modo notorio el ex gobernador Salus44

Mensaje y Ley promulgada Wenceslao Posse-Campo, Tucumán, 1VI-1867, en: Cordeiro y Viale, Compilación… III, cit., pp. 429-430. 45 Mensaje de Wenceslao Posse-José María del Campo a la Sala, Tucumán, 1-I-1867, en: ibídem, pp. 439-430. 46 De W. Posse a Marcos Paz, Tucumán, 14-I-1867, en: Universidad de la Plata, Archivo del Coronel… cit. VI, pp. 38-40.


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tiano Zavalía, quien sin duda no perdonaba a Campo —el hombre fuerte de la administración Posse— su participación en el golpe que lo derrocó en 1861. Curiosamente, como anotaba don Wenceslao, la escisión había tomado el nombre de «Club del Pueblo», el mismo que designaba a la fracción que, seis años atrás, había desalojado a Zavalía del poder.47 Liberales prestigiosos —como Federico Helguera, Eusebio Rodríguez, Ángel C. Padilla o el juez federal de Santiago de Estero, Próspero García— integraban este sector. Levantaba la bandera de la «libertad de sufragio» para los próximos comicios de renovación de la Legislatura y el Colegio Electoral, más una banca de diputado nacional. Una primera estrategia de Posse había sido tratar de pactar con ellos: proponer listas mixtas de gobierno y oposición en las elecciones, y aún la oferta de que el candidato a sucederlo en la gobernación no tuviese vinculación alguna con la familia Posse o con Campo. Pero el Club del Pueblo no aceptó.48 Además, en medio de las tratativas, hubo un incidente: un sector de la Banda de Música se había pasado a la oposición y, en un acto proselitista bastante caldeado por el líder, empezaron a dar mueras al gobierno, conducta que su jefe —sin duda con el beneplácito de Posse— resolvió sancionar con azotes.49 Tales azotes, aplicados «en presencia de toda la concurrencia que había en el paseo de la plaza»,50 interrumpieron, obviamente, las conversaciones. Claro que don Wenceslao se tenía confianza. «Hemos de vencer las dificultades sin mengua de la libertad ni menoscabo de la autoridad. Tan luego que pasen las elecciones, volverá la calma», esperaba.51 Que no admitía «menoscabo de la autoridad», era indudable. En abril de 1866, había cesanteado al fiscal David Zavalía 47

Ibídem. Ibídem. 49 Ibídem. 50 De Federico Helguera a Marcos Paz, Tucumán, 22-I-1867, en: ibídem, pp. 61-62. 51 Cfr. carta citada en nota 46. 48


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—hijo del doctor Salustiano—, considerando que «es contrario a la Administración de que hace parte», y que era «una doctrina del gobierno [la] de que entre sus empleados debe haber solidaridad de ideas políticas». En diciembre del mismo año, exoneraba al Médico Titular, doctor Tiburcio Padilla, por «disidente con el gobierno» y ante «la necesidad de uniformar la acción de la Administración»…52 El vicepresidente Marcos Paz no dejó de inquietarse por las noticias políticas de Tucumán. Sugirió a Posse que reuniera a los ciudadanos notables, les expusiera la grave situación en que se hallaba el país —con la guerra del Paraguay por un lado y por otro la reacción federal— y conjurase de tal manera la agitación.53 El aceleramiento de los sucesos bélicos determinó un pequeño paréntesis. El Club del Pueblo decidió cerrar la imprenta donde publicaba su diario (El Pueblo) para, según Helguera lo relataba a Paz, no hacer oposición al gobierno en esos momentos problemáticos.54 Posse aprovechó la tregua para afianzarse, mientras desde las columnas del diario oficialista, El Liberal, los atacaba violentamente. Tuvieron lugar las elecciones, donde el Club del Pueblo resolvió abstenerse, de manera que todas las bancas fueron para el gobierno. También gubernista fue el diputado nacional votado, Ruperto San Martín, acerca de cuya elección el Club del Pueblo hizo un planteo ante el Congreso.55 Al mismo tiempo, en la recluta de soldados para el ejército que movilizaba la Nación, también apretó las clavijas de los contrarios. Resolvió Posse que cada batallón de la Guardia Nacional debía aportar un número de plazas proporcionado a Decretos W. Posse-Campo, Tucumán, 5-IV y 3-XII-1866, cfr. Redacción, en: El Orden, Tucumán, 1 y 15-V-1865. 53 De Marcos Paz a W. Posse, Bs. As., 15-I-1867, en: Universidad de la Plata, Archivo del Coronel… VI, cit., pp. 42-43. 54 Cfr. carta citada en nota 6. 55 De W. Posse a Marcos Paz, Tucumán, 14-IV-1867, en ibídem, p. 186. 52


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las fuerzas que en él revistaban. Con ese mecanismo —relataba a Marcos Paz— al batallón «Belgrano», que «se compone de la aristocracia», le tocaron 200 hombres. Los elegidos se negaron a salir en campaña: «salir los blancos a campaña, esto no se ha visto; que salgan los mulatos decían… Empero, yo estaba resuelto a cumplir con mi deber, porque para mí lo mismo es el blanco que el mulato en cuanto a defender la patria», expresaba Posse. Dispuso entonces que no se admitían personeros o reemplazantes. El que se quisiera librar, debía pagar 300 pesos, «para dar una gratificación o sobresueldo a los indios y mulatos que salen a morir por defender la patria que otros aprovechan»…56 La medida alborotó a la oposición. Indignado, el doctor Próspero García se quejaba al vicepresidente Paz. Inquiría desde cuándo el Gobierno Provincial podía cobrar sobresueldos a una milicia convocada por el gobierno de la Nación; y desde cuándo tenía autoridad para modificar la ley federal de enrolamiento, dictando un decreto que sólo exceptuaba del servicio a los que pagaran 300 pesos, o tuvieran familia numerosa.57 El interinato de Ángel Arcadio Talavera en la gobernación transcurrió sin mayores inconvenientes, con la atención pública ocupada por la campaña a La Rioja. La ausencia de Wenceslao Posse se prolongó por espacio de unos veinte días. El 9-IV estaba de vuelta en Tucumán y reasumió sus funciones. De inmediato, dispuso que se adquirieran 3.000 fusiles, dado el pésimo armamento que había quedado luego de partir los contingentes. Escribió a Marcos Paz para informarle de esa compra que, si no era pagada por la Nación —decía— la afrontaría Tucumán a costa de cualquier sacrificio.58 56

De W. Posse a Marcos Paz, Tucumán, 18-II-1867, en ibídem, pp. 137-138. 57 De Próspero García a Marcos Paz, Santiago, 14-II-1867, en ibídem, pp. 127-129. 58 De W. Posse a Marcos Paz, Tucumán, 20-IV-1867, en ibídem, pp. 187-188.


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El regreso de Posse a Tucumán reanimó, por cierto, la actividad opositora del Club del Pueblo. Es conjeturable que el Gobierno Nacional se inclinaba más a favor de éste que del gobernador. La correspondencia de Federico Helguera con el vicepresidente Marcos Paz, por ejemplo, deja entrever valores entendidos. Pero Posse se sentía seguro en su cargo. Inclusive, hacia el 26-IV, desestimó los rumores que le llegaron sobre un posible golpe militar en su contra.59 Pero, además, la cuestión presidencial fue otro elemento perturbador. El ministro y hombre fuerte José María del Campo viajó a Buenos Aires y se declaró públicamente opositor a la candidatura mitrista de Rufino de Elizalde.60 Simpatizaba con la de Domingo Faustino Sarmiento, que a mediados de junio levantó El Liberal, por inspiración de José Posse. «El periódico de Tucumán fue el primero en levantar tu nombre bajo mi inspiración», recordaba don Pepe al sanjuanino.61 Según José Posse, el gobernador Wenceslao «había hecho conocer, con mucha anticipación», su propósito de trabajar por la misma candidatura.62 Por cierto que los Taboada estaban a favor de Elizalde. Según José Posse lo denunciaría en 1868 en El Nacional, en los manejos previos anduvo diligentemente el doctor Salustiano Zavalía, quien viajó al norte como comisionado «elizaldista» para «ofrecer ascensos militares, promesas cumplidas y otras gracias cuyos secretos guarda el Tesoro Nacional». Así, «de la venalidad de los unos, de la ambición sin mérito de otros, salió la aclamación [de Elizalde] previo consentimiento de Taboada que era jefe del negocio».63 59

208.

De José Posse a Marcos Paz, Santiago, 18-VII-1867, en ibídem, p.

Cfr. José María Rosa, Historia Argentina, VII…cit, p. 220. De José Posse a Domingo F. Sarmiento, Tucumán, 12-IX-1868, en: Archivo del Museo Histórico Sarmiento, Epistolario entre Sarmiento y Posse. 1845-1888, 2 vols. (Bs. As., 1946-1947), I, p. 178. 62 De José Posse a Sarmiento, Tucumán, 20-VII-1868, en ibídem, p. 172. 63 José Posse, El periódico de Tucumán, artículo aparecido en El Nacional, de Bs. As. Reproducido, sin fecha, en ibídem, p. 208. 60 61


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1867. La

revolución de junio .

Posse. Papel

de los

Caída de Wenceslao Taboada

El 30 de junio de 1867, a las 2 de la tarde, cuando el gobernador Wenceslao Posse se encontraba en el café de Valladares jugando a la pechanga, se oyeron tiros por el lado del Cabildo. Posse, acompañado por Talavera, salió a ver qué ocurría. Dice su relato: «…cuando llegábamos a la calle del paseo vimos correr un grupo de hombres al café de Valladares, tocando los tambores a tropa; continuamos hasta el primer arco del Cabildo, siempre por el paseo. Entonces le dije al gobernador, esta es una revolución y consumada: ahí está [Octavio] Luna en la galería alta, dando vivas a la libertad y al Sr. Taboada y mueras a usted, esto es terminado, volvamos… todo lo hacíamos en medio de tiros y gritería consiguiente; hasta este momento los protagonistas de esta asonada eran D. Nabor Córdoba, Octavio Luna, David Zavalía y Lucas Córdoba, unos santiagueños de la escolta del Sr. Taboada que acompañaba a Luna y unos cuantos hombres más del pueblo»…64 Los alzados capturaron al gobernador Posse, quien no atinó a ocultarse. Lo trajeron «bien escoltado y engrillado sufriendo una buena salva de injurias, según es de rigor en estos casos», apunta el mismo cronista. No hubo heridos; solo «el joven Cainzo recibió un tiro en la garganta, por pura ferocidad, de mano de Luna», relataba José Posse. Los revolucionarios habrían comprado por 500 pesos al coronel Andrade y al oficial Salinas, jefe de la guardia del Cabildo, que el día del golpe licenció a casi todos los soldados.65 Posse se resignó a lo inevitable. Inclusive y desde su arresto, ordenó al día siguiente a su hermano Emidio Posse, comandante de Lules, que disolviese el batallón que había aprestado para sostener al gobierno. Poco después, los revolucionarios capturaban a don Emidio y a otro de los hermanos Posse, José 64

De Ángel Arcadio Talavera a Marcos Paz, Tucumán, 18-VII-1867, en: Universidad de la Plata, Archivo del Coronel… VI, cit., pp. 195-196. 65 De José Posse a Marcos Paz, Santiago, 20-VII-1867, en ibíd., p. 208.


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Ciriaco. Se los desterró de la provincia.66 Según José Posse, al principio se resistió a dar la orden, pero cuando le pusieron una segunda barra de grillos tuvo que ceder.67 El 2, Wenceslao Posse renunció a la gobernación desde la cárcel. El cabecilla del golpe, Octavio Luna, convocó a la Legislatura para que tratara esa dimisión escrita bajo la presión de los captores. En el relato de José Posse, para disimular esa presión, armaron la «farsa abominable» de sacarlo de la casa y llevarlo a la casa «del médico Padilla con escolta… Como si no fuera lo mismo, para no tener libertad de acción y de voluntad, estar preso en un palacio que en un calabozo».68 «El movimiento popular», decía la renuncia, «me ha convencido de que no tengo medios para dominarlo, estando la opinión del país uniformada por la terminación de mi gobierno». Advertía que hubiera podido requerir, para mantenerse, la intervención del gobierno de la Nación; pero ocurría que «una manifestación tan general y espontánea de la voluntad del pueblo nos impone, como buen ciudadano, el deber de acatarla». Esto además de que repugnaban a su espíritu «la efusión de sangre de hermanos y los quebrantos de la fortuna pública».69 Junto con la aceptación de la renuncia, se nombró gobernador interino a Luna, por el término de 2 meses. «Los autores, instigadores y auxiliadores principales de la revolución de Tucumán son los Taboada, por odio a Campo», acusaba, ante el vicepresidente de la República, la enfurecida carta de José Posse.70 Aquí, hay que apuntar que, en otra a Sarmiento, el mismo corresponsal atribuiría, privadamente, la responsabilidad del golpe a los Taboada, al propio Marcos Paz, y a la necesidad de amordazar la candidatura presidencial 66

Cfr. carta citada en nota 64. Cfr. carta citada en nota 65. 68 Ibídem. 69 De Wenceslao Posse a la Sala, Tucumán, 2-VII-1867, en: Cordeiro y Viale, Compilación… III, cit., p. 431. 70 Cfr. carta citada en nota 65. 67


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del sanjuanino. No era extraño al movimiento, según la misma fuente, Nicolás Avellaneda, que al respecto incitó, desde Buenos Aires, a los tucumanos de su familia.71 No dejaba de asistirle razón a Posse, al menos en lo que respecta a la adhesión de Avellaneda al golpe y, por cierto, a la intervención protagónica de los santiagueños. Avellaneda escribiría a Paz: «Es un conflicto menos en la situación de la República y un desahogo para nuestro corazón de tucumanos, al ver que los sucesos se desenvuelven pacíficamente, y entran al mismo tiempo en la vía legal. La revolución y sus medios de ejecución han demostrado que el gobierno de Posse y Campo no tenía un solo partidario en la Provincia».72 En cuanto a los Taboada, en los días cercanos al golpe el general Antonino había sido nombrado comisionado nacional en Catamarca, para reponer a Jesús María Espeche, derrocado por la revolución del 7-V que encumbró al presbítero Victoriano Tolosa en el gobierno de esa provincia. Allí, era conocido el influyente papel que había jugado José María del Campo en el asunto. Taboada no solo repuso a Espeche y arrestó a Tolosa, sino que se desquitó de Campo alentando el movimiento de Tucumán.73 En efecto, de su tropa se había desprendido Luna, teóricamente licenciado por enfermedad, con 5 asistentes que cooperaron en el golpe.74 Por lo demás, la decisiva participación de los Taboada consta en la carta que el doctor David Zavalía (ex secretario de Antonino en la campaña de La Rioja, ex Fiscal cesanteado por Posse en abril de 1866, y ahora ministro del gobierno de Luna) escribía a Manuel Taboada, cuatro días después de la renuncia y sustitución de Posse. 71

De José Posse a Domingo F. Sarmiento, Tucumán, 20-VI [error, debe ser VII] 1868 y 12-IX-1868, en: Archivo Museo Sarmiento, Epistolario… I, cit., pp. 172-174, 178. 72 De Nicolás Avellaneda a Marcos Paz, sin lugar, 24-VII-1867, en: Universidad de la Plata, Archivo del Coronel… VI, cit., p. 200. 73 Bazán y otros, Felipe Varela…cit, p.113. 74 Cfr. carta citada en nota 65, p. 207.


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Recién podía comunicarse con él, decía, «ocupado de buscar el modo de realizar nuestra obra, la que hemos llevado a cabo con toda felicidad. El decantado poder del fraile Campo y los Posse en pocos momentos ha desaparecido sin que cueste una vida, ni sacrificio alguno de consideración al país… Este es un servicio que Tucumán jamás lo olvidará».75 Aunque no costó vidas ni sacrificios de consideración, cabe apuntar que el golpe sí costó dinero. Meses después, el gobierno presentaría a la Sala una cuenta: «Préstamo hecho por varios ciudadanos el mismo día de la revolución, $2.015; Entregado por Tesorería al Jefe de Policía para varios gastos y gratificaciones… $1.000». Las «gratificaciones a la tropa y guardias nacionales» sumaban $8.299,50…76 Así, las sempiternas ansias de dominio sobre Tucumán que alentaban los Taboada, y que en los Posse (léase Campo) encontraban obstáculo, se expresaron en el movimiento del 30-VI. El golpe era crisis de la rivalidad que, desde Río Colorado, era evidente que existía entre los caudillos santiagueños y el movedizo presbítero-guerrero. Esta rivalidad, en los últimos tiempos, resultaba insostenible. Catamarca, por ejemplo, se había transformado en un verdadero «campo de batalla entre Santiago y Tucumán», como dice José María Rosa, y en la campaña contra Varela las desinteligencias entre Campo y don Antonino habían tenido expresiones notorias, desde la ocupación de La Rioja en adelante. El gobernador Posse estuvo preso un tiempo más, en la casa de don Pedro Alurralde (padre). En la crónica de José Posse, los revolucionarios obligaban al depuesto a pagar de su bolsillo el jornal de los 20 hombres que debían custodiarlo. Ya habían aparecido en la escena —según el mismo cronista— los que ocultamente fomentaron el movimiento: Eusebio Rodrí75

De David Zavalía a Manuel Taboada, Tucumán, 6-VII-1867, en: Taboada, Los Taboada…cit, III, pp. 541-542. 76 Mensaje de Octavio Luna-David Zavalía a la Sala, Tucumán, 27VIII-1867, en: Cordeiro y Viale, Compilación… III, cit., pp. 437-439.


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guez, Salustiano Zavalía y su hijo David (el actual ministro de Luna), Tiburcio Padilla, Federico Helguera, Agustín Muñoz, Pedro Alurralde (padre) y Eudoro Avellaneda.77 Los depuestos clamaban a Buenos Aires pidiendo la intervención federal y denunciando toda clase de atropellos. Según José María del Campo, su cañaveral había sido destruido, y sus hermanos Silvestre y el cura José Domingo estaban desterrados.78 El vicepresidente Marcos Paz se aferró al texto de la renuncia de Posse. Esta, «habiendo sido presentada con toda espontaneidad, según parece, y admitida, creó un nuevo orden de cosas que ha dado alguna forma legal a los hechos… En tal situación, la autoridad nacional, a la que se le ha dado conocimiento de todo lo sucedido, nada puede hacer por lo pronto, si no es limitarse a una prudente expectación, aguardando, o a que se consolide el nuevo gobierno que surja legalmente», o a que «otros sucesos que pudieran ocurrir le aconsejen la posición en que deba colocarse».79 La tesitura de Paz era clara y desalentaba a los derrocados sobre la posibilidad de una rectificación. Campo llegó a sugerir que la Nación nombrara directamente un gobernador en la persona del ecuánime doctor Uladislao Frías. Esto, para unificar al Partido Liberal y para «que no quede el funesto precedente de que el Gobierno Nacional aprueba una revolución, sin más título que haber tenido la suerte de apresar al gobierno y obligarle a su renuncia».80

77

Cfr. carta citada en nota 65. De José María del Campo a Marcos Paz, Córdoba, 29-VII-1867, en: Universidad de la Plata, Archivo del Coronel… VI, cit., pp. 211-212. 79 De Marcos Paz a José María del Campo, Bs. As., 6-VIII-1867, en ibídem, pp. 218-219. 80 De José María del Campo a Marcos Paz, Córdoba, 7-VIII-1867, en ibídem, p. 224. 78


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El gobernador Octavio Luna.

1867. Octavio Luna gobernador. El entorno de los Z avalía . L a montonera Los revolucionarios, entretanto, buscaban un hombre para gobernador titular. Ofrecieron el cargo a Marcos Paz, quien lo declinó. En la carta respectiva (además de lamentar, convencionalmente, la vía revolucionaria usada con Wenceslao Posse), decía que tanto Helguera como Pedro Alurralde, Rufino Cossio, Uladislao Frías o Zavaleta podía perfectamente ser elegidos gobernadores. Lo principal era «unión y concordia, sobre todo en los hombres que componen el partido liberal».81 81

De Marcos Paz a Federico Helguera, Bs. As., 25-VII-1867, en ibídem, pp. 201-202.


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Mientras tanto, se cuidó de arreglar cualquier rebarba legal que hubiera quedado a consecuencia del golpe. Diligentemente, la Sala sancionó una ley por la cual cualquier diputado que saliera de la Provincia o faltara a tres sesiones quedaba cesante.82 Atemorizados los legisladores «possistas», renunciaron en masa. Luna entonces llamó «a veinte vecinos de los principales y nos encargó confeccionáramos la lista de los 22 representantes y 22 electores», cronicaba Federico Helguera. «De acuerdo con todos, la formamos, tratando de poner a los más digno del país y más haciendo representar a todas las familias. De esta combinación saldrá a no dudarlo, un buen gobernador»…83 La combinación funcionó perfectamente: el mismo Octavio Luna fue nombrado gobernador en propiedad.84 Nacido en 1831, poco es lo que se conoce de su vida anterior y posterior a estos años. Ha quedado su retrato, dibujado por Lola Mora. Muestra como hombre más bien apuesto, de rostro sereno, frente amplia y poblada barba, a este comandante de milicias llevado por los sucesos al frente de la provincia de Tucumán. No tenían una idea demasiado elevada de Octavio Luna sus contemporáneos. Por cierto, que no podía tenerla don José Posse, pues lo odiaba mortalmente. Ante la elección, escribió a Marcos Paz comentando que la Sala había designado gobernador propietario al hombre «que no tiene una sola de las condiciones requeridas por la ley y el buen sentido para mandar aquella provincia.85 En carta a Sarmiento, describía a Luna como «un compadrito, lo más irreflexivo y brutal que puedas

Cfr. sanción del 13-VII-1867, en: Cordeiro y Viale, Compilación… III, cit., pp. 434-437. 83 De Federico Helguera a Marcos Paz, Tucumán, 19-VII-1867, en: Archivo del General Mitre, VI (Bs. As., s/f), p. 356. 84 Cfr. ley promulgada Octavio Luna-David Zavalía, Tucumán, 1-IX1867, en: Cordeiro y Viale, Compilación… III, cit., pp. 441-442. 85 De José Posse a Marcos Paz, Córdoba, 10-IX-1867, en: Universidad de la Plata, Archivo del Coronel… VI, cit., p. 328. 82


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imaginarte».86 Pero tampoco creían gran cosa a Luna sus mismos partidarios. El doctor Ángel C. Padilla, por ejemplo, decía a Marcos Paz que la elección de Luna lo sorprendió, «tanto más cuanto que, conociendo la composición de la asamblea electoral, no debía esperar otro gobernador que a Rodríguez, Helguera, Zavaleta y otros individuos de esta clase. Aquí, sin embargo —añadía— explican este error como se explican todos los errores, por las circunstancias. Dicen que el motín de Córdoba y la invasión de Varela en la provincia de Salta, hubiesen creado una situación muy difícil, que nadie se atrevía a afrontarla. La explicación no es muy satisfactoria y mucho menos honrosa para ciertos hombres que figuran en primera línea en nuestro partido», decía Padilla. Aunque reconocía algunas virtudes al comandante: «Si no es competente para un puesto semejante, al menos tiene la ventaja de ser dócil a las inspiraciones del patriotismo. Tiene unido y compacto en torno a sí a todo el partido liberal, con la única excepción de algunas personas de apellido Posse que aún permanecen resistentes»…87 «Luna «es muy dócil —escribía a Marcos Paz don Federico Helguera— y hace gala de marchar con el pueblo en todo; de modo que su administración se ha hecho simpática, porque ha puesto en evidencia sus buenas intenciones. Todo, pues, marchará bien y a medida de nuestros deseos».88 Lo que sí parece es que Luna seguía ciegamente las inspiraciones de los Zavalía. El joven doctorcito David estaba en el ministerio general, y a su padre Salustiano, redactor del diario ahora oficialista El Pueblo, se le atribuía «primer rol en el nuevo orden de cosas de esta provincia».89 Es conjeturable que un comandante de pocas letras y ninguna experiencia pú86

De José Posse a Sarmiento, Tucumán 30- VI [debe ser VII] 1867, en: Cordeiro y Viale, Epistolario… I, cit., p. 174. 87 De Ángel C. Padilla a Marcos Paz, Tucumán, 12-IX-1867, en: Universidad de la Plata, Archivo del Coronel… VI, cit., p. 329. 88 De Federico Helguera a Marcos Paz, Tucumán, 19-VI-1867, en: Archivo del General… VI, cit., pp. 356-357. 89 De Benjamín Villafañe a Marcos Paz, Tucumán, 11-X-1867, en: Universidad de la Plata, Archivo del Coronel… VI, cit., pp. 379-381.


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blica descansara en las inspiraciones de un hombre tan ducho en estos trajines como don Salustiano, quien ya llevaba tres décadas de actuación. A todo esto, seguía la lucha contra la montonera en el norte. Durante la época en que se desarrolló la revolución de Tucumán, Felipe Varela había tratado de rearmar sus fuerzas en Jáchal, pero el avance de los «nacionales» lo obligó a refugiarse en la cordillera. Sus guerrillas se anotaron algunos éxitos, claro que sin trascendencia militar. Animó a la montonera, eso sí, el golpe federal (16-VIII) que dio Simón Luengo en Córdoba y que fue conjurado en pocos días. Simultáneamente, Varela ha podido llegar a Antofagasta. Necesita caballos, armas y alimentos, y debe bajar. Se dirige entonces a Salta, donde entra el 10-X y desbarata la resistencia que pretende oponerle el gobernador Sixto Ovejero. Pero no puede quedarse en la ciudad, porque las fuerzas «nacionales» de Octaviano Navarro convergen ya sobre Salta. Pasaría entonces a Jujuy y luego, en noviembre, entró en Bolivia, donde el presidente Melgarejo le franqueó asilo. En estas circunstancias, el gobernador Octavio Luna ha demostrado singular diligencia. Al saber que se iniciaban los movimientos de Varela, marchó de Tucumán al frente de 2.000 hombres, previo declarar la provincia en asamblea y lograr la designación del ministro David Zavalía como gobernador interino.90 Entrando ya las fuerzas tucumanas en El Tala, el gobernador Ovejero indicó a Luna que esperara, cosa que hizo durante «veintitantos días» (Ovejero creía inminente la llegada de las fuerzas de Navarro). Luego, el mandatario salteño, ante la entrada de Varela, lo llamó. Luna y sus hombres llegaron a Salta —según su relato— sin caballadas y agotados: pero a los 6 días ya había logrado remontar parte de la división, con la que salió a perseguir a los montoneros hasta Orán.91 90

Decreto Octavio Luna-David Zavalía, Tucumán, 2-IX-1867 y ley promulgada por Zavalía, 20-IX-1867, en: Cordeiro y Viale, Compilación… III, cit., pp. 443-447. 91 De O. Luna a Marcos Paz, Salta, 3-XI-1867, en: Universidad de la Plata, Archivo del Coronel… VI, cit., pp. 412-413.


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La Sala cuidó de dar al gobernador en campaña el rango salarial debido. Proyectada por el interino Zavalía, se sancionó una ley que acordaba a Luna el sueldo íntegro de su empleo, por el tiempo que durara su servicio, ya que el Gobierno Nacional se había negado a darle otra retribución que la de su rango militar.92

1867-68. Medidas del gobierno Luna. Municipalidades. Rentas. La política y la elección presidencial de S armiento Una medida especialmente importante de los primeros meses de la administración Luna, fue reflotar el proyecto de Ley de Municipalidades que la Sala tenía encarpetado desde 1858, época en que se lo elevó el Poder Ejecutivo. Los representantes se abocaron a su estudio y finalmente fue sancionada la ley. Ella declaraba establecidas municipalidades «en la Capital de la Provincia y en los demás Departamentos que contengan una población de 2.000 habitantes en la extensión de 2 leguas, a lo más».93 Para ponerla en ejecución, el gobierno decretó, el 12-XII, la erección en municipios de los departamentos de la Capital, Monteros y Famaillá, por hallarse en las condiciones establecidas por el nuevo ordenamiento. Consecuentemente, fijó fecha de elección del cuerpo municipal, y también la de la instalación, que se realizaría el 6 de enero del entrante 1868. La Municipalidad de la Capital se instalaría en la Capital, la de Monteros en la villa de ese nombre y la de Famaillá «en la población denominada la Quebrada de Lules». 94 Para el

92

Ley promulgada por David Zavalía, Tucumán, 30-XI-1867, en: Cory Viale, Compilación… III, cit., pp. 464-466. 93 Mensaje y ley promulgada por íd. Tucumán, 27-XI-1867, en ibídem, pp. 448-462. 94 Decreto íd. Tucumán, 12-XII-1867, en ibídem, p. 463. deiro


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presupuesto de la Municipalidad de la Capital, la Provincia se desprendía de un tercio de sus rentas.95 En cuanto a los gastos realizados durante la revolución y el interinato (párrafos atrás vimos el monto de los primeros) ascendieron en total a 16.337,02 pesos, por encima de la partida de «gastos extraordinarios» del presupuesto 1867. Por sugerencia del Ejecutivo, se los imputó a la partida de «obras públicas»: «El pueblo de Tucumán —decía el mensaje respectivo— debe contentarse por este año con la obra pública de su libertad, que bien vale por la más preciosa a que pudo aspirar»…96 Empero, los particulares iniciaron una obra ese año: la construcción de la iglesia de La Merced, en la esquina de las actuales Rivadavia y 24 de Septiembre. El antiguo templo colonial, ubicado unos metros más hacia el norte (solar luego de la Legislatura, desde comienzos del siglo XX hasta 2012) sería demolido en 1869 y vendido su terreno al Gobierno de la Provincia, por 2.800 pesos bolivianos.97 Terminado prácticamente el problema de la montonera, (ya que las instancias posteriores carecieron de importancia militar), quedaba la cuestión presidencial. En Tucumán, según José Posse, la incontestable influencia de los Taboada —con el ejército nacional a su mando— hacía lógico el triunfo de la fórmula mitrista Rufino de Elizalde-Wenceslao Paunero. Un año después, Posse denunciaría, en El Nacional, que en Tucumán se realizó «una Convención de Plenipotenciarios oficiales, reunida… a indicación de Taboada para ligarse al triunfo de la candidatura de Elizalde, sin miramiento alguno a la opinión pública», como manera de «dar forma solemne, bien que descarada, a la dependencia conquistada»…98 95 Mensaje Octavio Luna-David Zavalía a la Sala, Tucumán, 1-I-1869, en ibídem, IV, p. 47. 96 Mensaje íd. y ley del 31-VIII-1867, en ibídem, III, pp. 437-440. 97 José Brunet, «Los mercedarios en Tucumán. 1535-1975», en: Universidad del N orte «S anto T omás de A quino » C atólica de T ucumán , Aportes para la historia de Tucumán, N° 5 (Tucumán, 1979), p. 52. 98 Cfr. artículo citado en nota 19, p. 206.


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Ocurrió también el paradójico caso de que varios de los revolucionarios de junio —«la gente de posición, lo que llamaré distinguido de la población», decía Posse— creyeron ingenuamente que bajo el gobierno Luna podían apoyar la candidatura Sarmiento, y así formaron el «Club Sarmiento». Pero, relataba Posse, «a los 30 días, los miembros del Club Sarmiento, sus directores, estaban en la cárcel o fugitivos».99 El gobernador Luna, como se advierte, había concentrado toda su energía en fortalecer la candidatura oficialista, haciendo un brillante papel frente a Mitre y los Taboada. Cabe apuntar que los Taboada no tuvieron el mismo éxito en La Rioja, donde la intromisión del coronel Arredondo a favor de Sarmiento desbarató los trabajos «elizaldistas», a pesar de que el vicepresidente Paz destituyó a este jefe y ordenó que compareciera a consejo de guerra.100 Sabiamente, Luna se mantuvo al margen de las controversias Taboada-Arredondo, prescindencia que le valió las felicitaciones de Marcos Paz.101 Sería esta una de las últimas cartas del vicepresidente tucumano, quien falleció un mes más tarde… Claro que, a pesar de la prescindencia, Luna no podía eludir el compromiso con Taboada: así, se adhirió con una nota al pedido del gobernador de La Rioja a la Nación, que requería el alejamiento de Arredondo.102 En las elecciones del 12-IV-1868, se evidenció que la directriz taboadista solo había podido influir en Tucumán, Santiago y Catamarca, únicas provincias que votaron la fórmula Elizalde-Paunero (aunque las actas de Tucumán llegaron tarde y no fueron computadas, por tanto, en el escrutinio).103 99

De José Posse a Domingo F. Sarmiento, Tucumán, 20-VI-1868, en: Archivo Museo Sarmiento, Epistolario… I, cit., p. 174. 100 Cfr. Armando Raúl Bazán, Historia de La Rioja (Bs. As., 1979), pp. 473-476. 101 De Marcos Paz a Octavio Luna, Bs. As., 2-XII-1867, en: Universidad de la Plata, Archivo del Coronel… VI, cit. pp. 434-435. 102 Del gobernador interino, David Zavalía, a la Sala, Tucumán, 31XII-1867, en: Cordeiro y Viale, Compilación… III, cit., p. 468. 103 Carlos R. Melo, Los partidos políticos argentinos (Córdoba, 1970), p. 21.


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Domingo Faustino Sarmiento, acompañado por el doctor Adolfo Alsina como vice, fue elegido presidente de la República. Juraron el cargo el 12-X-1868. «Si a pesar de todo llegas a la presidencia, Dios te dé tino y fuerzas para compaginar libro tan desgobernado», le escribió, desde Tucumán, José Posse.104 La amistad con Sarmiento le trajo, por esos días, más problemas: la «tertulia» que dio en su casa para celebrar la nueva presidencia, determinó que el diario oficial de Tucumán lo llenara de injurias…105 Pero la victoria electoral de Sarmiento había dejado descolocados a los Taboada y, por cierto, a sus satélites de ese momento, los gobiernos de Tucumán y Catamarca.

1868. Los Taboada y la nueva presidencia. Opiniones de Sarmiento y Posse. Elecciones próximas. Julio Argentino Roca en el norte José Posse aprovechaba que su íntimo amigo estaba en la presidencia, para llevar violentas cargas epistolares contra los caudillos santiagueños, a quienes jamás perdonaría la revolución de 1867, que derrocó a su primo Wenceslao y a Campo. Su correspondencia del período —con Sarmiento o con los cercanos a éste— contiene acaso las expresiones más duras que, durante su agitada vida, el ácido periodista lanzó sobre los hombres públicos. Para don Pepe, las cosas eran muy claras en el norte y Sarmiento debía tomarles el peso necesario. Los grados militares que la presidencia Mitre había prodigado hasta último minuto para animar la candidatura de Elizalde —y que, decía, «todavía están lloviendo»— habían formado un nutrido personal castrense en el interior. Ese elenco, decía, además de consti-

104

De. José Posse a Sarmiento, Tucumán, 20-VI-1868, en: Archivo Museo Sarmiento, Epistolario… I, cit., p. 175. 105 De id. a id. Tucumán, 8-XI-1868, en ibídem, p. 195.


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Julio A. Roca hacia 1868.

tuir «sarna que tendremos que rascar por muchos años», sería la base sobre la cual se apoyaría la oposición. Le aconsejaba, o revocar los ascensos concedidos, o enviar sus beneficiarios a la frontera, para evitar la nefasta intervención de estos «militares de favor y de guerra civil» en la política.106 106

De José Posse a Pedro Uriburu, Tucumán, 18-X-1868, y a Sarmiento, Tucumán, 8-XI-1868, en ibídem, pp. 183-184, 197.


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El caso más inquietante era, por cierto, el de Antonino Taboada. Su grado militar de jefe de la frontera del Chaco le daba una tropa muy considerable, pagada por la Nación, que él utilizaba para sus fines, personales y del mitrismo-elizaldismo a que servía. En opinión de Posse, había que acabar con el poder de los Taboada, desarmándolo [a Antonino] de una plumada», y designar a José Miguel Arredondo «jefe de la frontera del Chaco y de la Circunscripción militar del Norte». De esa manera, decía, también «se lo quiebra por el lomo» el diario mitrista La Nación Argentina, «quitándole este poder organizado en el norte con la amenaza de echárselo encima» al presidente. Posse postulaba una acción concreta del Estado Nacional contra las arbitrariedades de los mandones de provincia. Quería terminar «con la teoría inventada por la pereza de Mitre, de dejarse estar con los brazos cruzados en presencia de las iniquidades de los gobiernos del interior. No hay derecho, dicen estos holgazanes brillantes —y dejan en pie la iniquidad; pero cuando se trata de su ambición o de sus intereses personales, entonces, contra todo derecho, derriban Gobiernos y arman generales que sofoquen la opinión y pisoteen hombres, instituciones, llevándose todo por delante»…107 Sarmiento, aunque sin duda compartía los conceptos de Posse (nunca olvidaría los votos de las provincias «taboadistas» contrarios a su candidatura) trataba de calmarlo. No hay nada más eficaz para arrimar prudencia a los ánimos fogosos, que la responsabilidad pública. Ya Sarmiento no era el periodista libre de responsabilidades que podía aconsejar medidas radicales: ahora era el presidente, puesto a manejar un difícil y convulsionado país… Por eso escribía a su impaciente amigo tucumano que «para tener derecho es preciso no salir del derecho». Lo que significaba no hacer oposición al gobierno de Luna, «sino buscar toda ocasión de desarmar la mala voluntad

107

p. 191.

De José Posse a Pedro Rueda, Tucumán, 30-X-1868, en ibídem,


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gubernativa, aceptar toda posición, promover todo interés público y preparar el camino por las elecciones para recuperar el poder». Quería terminar con la división del partido liberal: «desembarazarnos de esta estéril pugna diaria para entrar en las grandes reformas que el país requiere».108 Posse, por el contrario, pensaba que la tesitura de tolerancia solo serviría para que Luna y los suyos pudieran, tranquilamente, armar el mecanismo electoral que les diera como resultado su continuación en el poder, por medio de un dócil sucesor. Y mientras tanto, se quejaba: «el pobre Campo anda errante fuera de su casa, proscripto después de meritorios servicios al país», en contraste con «el miserable Luna, un despreciable saltimbanqui», que «recibe ahora el grado de teniente coronel de la Nación», integrando ese grupo de mitristas «todos llenos de galones y charreteras, formando una insolente aristocracia militar».109 El desbocado periodista tucumano 0000asentaba, además, en sus cartas al presidente, una serie de denuncias graves. Por ejemplo, que desde un año atrás Antonino Taboada tenía organizada en Tucumán una compañía de 200 infantes cuyos sueldos hacía pagar por la Nación, pero que sólo tenían el fin de servir al gobernador Luna para cualquier eventualidad. O que las cifras oficiales sobre escuelas de la Provincia y niños matriculados eran una «mentira escandalosa… para seguir recibiendo la subvención [nacional] de escuelas que la malgastaban en otros objetos, muy lejos de todo lo que es legítimo»…110 A todo esto, se aproximaban las elecciones del gobernador que sucedería a Octavio Luna. En concepto de Posse, el oficialismo sostendría a candidatos como Nabor Córdoba (pariente 108

De Domingo F. Sarmiento a José Posse, Bs. As., 21-X-1868, en ibídem, p. 187. 109 De José Posse a Pedro Uriburu, Tucumán, 16-IX-1868, en ibídem, pp. 211-212. 110 De. José Posse a Domingo F. Sarmiento, Tucumán, 15-XI-1868, en ibídem, pp. 200-204.


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político del gobernador) o Eusebio Rodríguez. Los «sarmientistas», liderados por el doctor Marco Avellaneda, pensaban abstenerse, ya que no hallaban garantías en este gobierno al que atolondradamente habían apoyado en el golpe de junio de 1867. Opinaba que el gobierno federal debía publicitar, por la prensa, su decisión de hacer respetar el derecho electoral, para que «vuelva el alma al cuerpo a estos valientes revolucionarios», temerosos ahora «ante el gobierno que ellos mismos crearon».111 Ninguna posibilidad tendrían los partidarios del Presidente, si no se neutralizaba a Taboada. Posse opinaba, además, que la mano de Antonino estaba, inclusive, detrás de Felipe Varela (cuyas amenazas de regreso traían periódica zozobra a los gobiernos del norte). A su criterio, la permanencia de Varela garantía la continuación de Taboada al frente de la fuerza militar, «como elemento necesario para repeler la invasión». Por eso aconsejaba que, de producirse tal invasión, Sarmiento no diera la dirección de la guerra a Taboada o a Navarro, sino a un jefe nacional, concretamente el general Arredondo.112 Por fin, Sarmiento decidió operar en el norte de la República. Además del problema de los Taboada, le preocupaba la situación de Salta, donde el jefe militar de la guarnición, coronel Martín Cornejo, mitrista, intervenía desembozadamente en política, acorralando al gobernador Sixto Ovejero. Resolvió entonces relevar a Cornejo, sustituyéndolo por un joven oficial tucumano, el teniente coronel Julio Argentino Roca. Este ya había demostrado, a las órdenes de Arredondo en La Rioja, su solidaridad con la nueva presidencia. Al pretexto para este movimiento, se lo dio la noticia de que Varela penetraría nuevamente en Salta.

111

De id. a id. Tucumán, 15-XI-1868; de José Posse a José Uriburu, Tucumán, 16-XI-1868 y 27- XI-1868, en ibídem, pp. 200-204, 211-212 y 219. 112 De José Posse a Domingo F. Sarmiento, Tucumán, 20-XI-1868, en ibídem, pp. 213-215.


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De esa manera, aún sin quitar a Antonino Taboada la jefatura militar, lo ponía al margen de una guerra que servía al jefe santiagueño para hacer sentir su influencia en toda la región… Así, partió Julio Argentino Roca rumbo a Salta, con 50 hombres de escolta. A los Taboada disgustó, obviamente, que la dirección de acciones probables contra Varela no se encomendara al general Antonino y sí a un ex oficial de su enemigo Arredondo. Advertían los alcances de la medida de Sarmiento: aunque no quitaba a Antonino la jefatura fronteriza, al marginarlo de la lucha con la montonera disminuía también, bruscamente, su posibilidad de presionar en la política regional. Desconfiaron, así de las ulterioridades del viaje de Roca, a quien hostilizaron por la prensa, a su paso por Santiago del Estero, esto además de jugarle una trastada a sus caballerías, que el tucumano rápidamente conjuró.113 Roca llegó a Tucumán el 27-XII. Su pariente José Posse lo recibió con los brazos abiertos: quedó encantado con su trato y su diplomacia, y lo agasajó con un baile.114

1868. Un

año agitado .

Educación. Milicias. Rentas. Municipalidades

En estos trajines terminó el año 1868 en Tucumán. Escasa había sido la actividad del gobierno, en medio de los sobresaltos que le depararon la guerra y la política. Efectivamente, no solo estaba la amenaza de la invasión de Varela, sino su situación tensa de opositor al flamante Presidente, y las turbulencias dentro del partido. Habían menudeado las conspiraciones. «Pensaron que les sería fácil y lícito derribar el orden existente, como fue glorio113

170.

114

Aurora Mónica Sánchez, Julio Argentino Roca (Bs. As., 1969), p.

De José Posse a Sarmiento, Tucumán, 9-I-1869, en: Archivo Museo Sarmiento, Epistolario… I, cit., p. 226.


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so y expeditivo volcar la dinastía usurpadora», diría Luna en su Mensaje de enero de 1869, recapitulando del año vencido. «En el primer semestre de mi período gubernativo, todas las fuerzas del país fueron absorbidas por la tarea de la libertad; en el año siguiente lo han sido por la conservación del orden basado en ella. ¡He ahí, Honorables Representantes del Pueblo, las obras públicas de mi Administración ¡», se justificaba el Ejecutivo en el mismo documento.115 «Tres conspiraciones abortadas en enero, en marzo, en junio», contabilizaba el gobierno durante 1868. En la de marzo, por ejemplo, habían participado ese grupo que —aunque adversario de Wenceslao Posse y adherente de su caída en 1867— quiso optar por la candidatura de Sarmiento y no la de Elizalde en la cuestión presidencial. También, gente de la familia Posse —olvidados los agravios frente al enemigo común— además de Ángel, José, Isaías y Tiburcio Padilla, José Frías, Juan Nougués, Marco Avellaneda, Napoleón Maciel, entre otros.116 Así, entre guerra contra la montonera y conspiraciones internas, el único logro que el gobierno pudo apuntar a su favor ocurrió, lógicamente, en materia militar. Esto salvo haber mantenido en funcionamiento las 19 escuelas provinciales existentes, con 837 discípulos de ambos sexos, y hacer excavar una acequia en Trancas.117 En 1868, en efecto, se crearon 2 batallones de infantería: el «General Paz», de 400 plazas, en Medinas y el «General Paunero» de 600, en Leales. El armamento era significativo: la Provincia tenía ahora 2.600 fusiles «de buena clase», además de «90.000 tiros a bala, 110.000 cebas fulminantes, correaje para 4.300 hombres, 700 tercerolas… y 96 espadas para oficiales». También, «cinco piezas de artillería de mala clase pero en estado de servicio, con su correspondiente dotación 115

Cfr. Mensaje citado en nota 95, p. 46. Algunos documentos del sumario en: Cordeiro y Viale, Compilación… IV, cit., pp. 534-538. 117 Cfr. Mensaje citado en nota 95, p. 48. 116


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de tiros a bala y metralla».118 Un artículo evocativo de José Posse hablaría socarronamente, un año después, del uso que deba Luna a todo este aparato militar. Decía que, en aquellos tiempos «la ciudad era un campamento – guardia en el Cabildo – guardia en la casa particular del divertido gobernador – guardia en la del Ministro – guardia en la policía – escolta para asistir a bailes – escolta de noche – escolta de día – el ruido de armas por todas partes para imponer al vecindario y darse aires de Capitán General» … También «tenía un tambor en cada descanso de las escaleras del Cabildo para anunciar con redobles de caja que S.E. entraba a la oficina»…119 En cuanto al presupuesto de 1868, se lo había establecido en 70.105 pesos de gastos sobre 66.644 de recursos, o sea con un déficit de 3.461.120 Tal déficit se había hecho mayor todavía, por errores en el cálculo de recursos, donde se estimaron por arriba de su monto real las subvenciones nacionales (la general del presupuesto y la especial para educación): de modo que la cifra real era de 7.600 pesos en lugar de 3.461. Deudas que se arrastraban del ejercicio anterior y el aumento de la milicia hacían que se agregara a ese monto, todavía, 4.500 pesos. Y aún faltaba hacerse cargo de lo que el P. E. consideraba «deuda de honor»: los 8.000 pesos que recaudó el ex gobernador Posse, de los que quisieron librarse del servicio militar en la campaña de La Rioja. Ocurría que esa suma fue gastada por la administración Luna en requerimientos «de seguridad pública que demandaba la época de su instalación». Así pues, los sobresueldos que debían satisfacerse con tales fondos estaban impagos, y era preciso pagarlos…121

118

Ibídem. Cfr. Renuncia del gobernador López, en: El Nacionalista, Tucumán, 28-IX-1869. José Posse era redactor de este diario. 120 Ley promulgada Luna-Zavalía, Tucumán, 7-II-1868, en: Cordeiro y Viale, Compilación… IV, cit., pp. 12-18. 121 Cfr. Mensaje citado en nota 95, pp. 46-48. 119


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Con todo, el comercio parecía desarrollarse con buenas perspectivas. Era la opinión de los hermanos Juan Manuel y Juan Crisóstomo Méndez, Federico Helguera y Marco Avellaneda, quienes ese año obtuvieron autorización para establecer «una sociedad anónima, de crédito, que se denominará Banco de Tucumán», con sede en la ciudad y «con capitales propios». La casa, que sería de «emisiones, depósitos y cuentas»,122 nunca llegó a funcionar. Otra fábrica azucarera —La Invernada— se incorporaba por esta época a la actividad industrial. Además, ese año se instalaron, como lo previniera la ley de 1867, las Municipalidades de la Capital, Monteros y Famaillá. La de la Capital se constituyó el 7-I, con la presencia de los municipales propietarios, Juan Manuel Terán, Domingo J. García, Juan Crisóstomo Méndez, Rufino Cossio, Ezequiel Colombres, Javier Frías, Antonio Falconi, Jorge Paverini y Francisco Ledesma. Como presidente fue elegido Terán. Para la secretaría se nombró a José María Rojas y parra la tesorería a Remigio Colombres.123 La vasta gama de atribuciones del organismo abarcaba (además de las obvias de higiene, salubridad, alumbrado, ornato de la ciudad, mercados, patentes de carruajes, pesas y medidas, etcétera), las referidas a la instrucción pública. La ciudad iba creciendo. Ese año 1868 se dio el destino de Mercado Sud a la manzana actualmente ocupada por los Tribunales y la plaza Yrigoyen.124 Los residentes de otras nacionalidades habían fundado, por entonces, la Sociedad Extranjera de Socorros Mutuos y Beneficencia, que se inauguró el 23-II. La presidía Juan B.

122

Proyecto y ley promulgada Octavio Luna, Tucumán, 19-IX-1868, en: ibídem, pp. 28-40-. 123 Acta del 7-I-1868, en: Marco A. Maciel, Digesto Municipal. Compilación de ordenanzas, resoluciones, memorias y decretos de la Municipalidad de Tucumán, a partir del año 1868. Dirigida por… T. 1, años 1868 a 1882 (Tucumán, 1924), p. 21. 124 A lberto N icolini , San Miguel de Tucumán 1800-1810. Desarrollo urbano y arquitectónico (Tucumán, 1973), p. 10.


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Puppo y entre los firmantes del acta inicial figuraban Pablo Saint-Germes, Francisco Guerineau, Gustavo Beaufrère, Evaristo Etchecopar, Pedro Lacavera, Eduardo Leston, Ángel Paganelli.125

1869. Julio Roca

e

Ignacio Rivas:

actividad militar

El día de Reyes de 1869, el nuevo responsable del Piquete Nacional de Salta, teniente coronel Julio Argentino Roca, salía de Tucumán rumbo a su destino. Lo acompañaban la grave desconfianza del gobernador Luna y su círculo de taboadistasmitristas-elizaldistas y la simpatía de los sarmientistas, que por fin veían a un jefe militar nacional que no respondiera al general Taboada. Había solicitado Roca que Tucumán lo apoyase con 200 hombres, aporte que el gobernador Luna organizó rápidamente,126 al mando del teniente coronel Lucas Córdoba. A todo esto, Felipe Varela convergía otra vez sobre Salta. Roca llegó a esa ciudad y mediante un inteligente dispositivo de fuerzas desarticuló —por las dudas— las posibilidades militares de Cornejo, a quien relevaría luego sin ningún inconveniente.127 Además, no tuvo necesidad de combatir con el caudillo Varela: el 12-I, el coronel Pedro Corvalán lo derrotó en la Salina de Pastos Grandes, lanzándolo exiliado a Chile, de donde ya no volvería.128 La milicia tucumana regresó, así, sin combatir. 125

Cfr. «Celebró ayer el 75 aniversario de su fundación la Sociedad Extrajera de Socorros Mutuos y Beneficencia de Tucumán», en: La Gaceta, Tucumán, 24-II-1943. 126 De Julio A. Roca a Octavio Luna, Vipos, 7-I-1869; decreto y mensaje Octavio Luna-David Zavalía y ley de la Sala del 20-I-1869, en: CORDEIRO y VIALE, Compilación… IV, cit., pp. 50-53. 127 Alfredo Terzaga, Historia de Roca. De soldado federal a presidente de la República, I (Bs. As., 1976), p. 249. 128 Bazán y otros, Felipe Varela…, cit., p. 147 y nota 103.


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El general Ignacio Rivas.

Un tiempo más estuvo Roca en Salta. Luego, el Gobierno Nacional lo destinó a Tucumán, donde ya se encontraba trasladado el regimiento 7 de línea, del cual era jefe. A esa altura, ya Sarmiento había profundizado su acuerdo con el consejo de Posse, y restaba aún más posibilidades militares al general Antonino Taboada. En efecto, el 16-I, el Ministro de Guerra y Marina, Martín de Gainza, comunicaba al gobernador Luna que el presidente Sarmiento, ante la invasión de Varela, había nombrado al general Ignacio Rivas «general en jefe de las fuerzas de línea y de las milicias movilizadas o que hubieren de movilizarse para la persecución de aquellas bandas [las de Varela] en esa Provincia y las de Salta y Jujuy, con la juris-


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dicción y atribuciones que la Ordenanza Militar designa a los Comandantes Generales en campaña».129 En junio, además, Rivas sería elevado a la dignidad de Inspector de Armas de la Nación en la 1ª y 2ª Circunscripción Militar, continuando su asiento en Tucumán.130 La presencia de este jefe y la de Roca no significarían, por cierto, tranquilidad alguna para Luna y los Taboada, más en ese año en que debían realizarse las elecciones de gobernador de Tucumán…

el

1869. Las rentas. La educación: Colegio Nacional. Cifras del Censo

A pesar de estas preocupaciones electorales, algo de actividad registró el gobierno de Octaviano Luna. El presupuesto de 1869, fue fijado en 78.213 pesos de gastos, sobre 75.996,25 de recursos.131 Fue reconocida como deuda de la Provincia aquella suma que el gobierno de Wenceslao Posse recaudó de quienes no quisieron enrolarse en la campaña a La Rioja en 1867, y que la administración Luna había gastado en fines distintos al de sobresueldo para los soldados: ascendía a 8.400 pesos bolivianos. Por otro lado, se accedió al pedido de los hacendados de derogar la patente sobre el ganado —sancionada en 1866— patente que era, decían, «un hecho nuevo» en las costumbres tributarias.132

129

Del Ministro Martín de Gainza a Octavio Luna, Bs. As., 16-I-1869, en: Archivo Histórico de Tucumán, Sección Administrativa, CVII, f. 111 y v. 130 Decreto Domingo F. Sarmiento-Martín de Gainza, Bs. As., 26-VI1869, copia en ibídem, CVIII, f. 197. 131 Ley promulgada Octavio Luna, Tucumán, 20-VII-1869, en: Cordeiro y Viale, Compilación… IV, cit., pp. 64-69. 132 Cfr. ley promulgada David Zavalía, Tucumán, 28-I-1869; solicitud, mensaje y ley del 1-X-1869, en ibídem, pp. 58-59, 61-63.


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El gobierno resolvió también la reinstalación de la Oficina Topográfica Provincial, aunque la escasez de fondos recién permitiría hacer efectiva la medida en 1869.133 Se sancionó, por otro lado, una ley donde se reglamentaba el título de agrimensor y las condiciones de la habilitación para ejecutar mensuras judiciales.134 En materia educativa, el aumento de la subvención nacional del ramo —que fue llevada a 7.000 pesos fuertes— hizo que el gobierno resolviera la fundación de nuevas escuelas públicas gratuitas en Vipos, Tres Pozos, Puesto de Don Benito (hoy Villa Benjamín Aráoz) Leales, Manchalá, Caspinchango, Timbó y Tafí. Funcionarían en locales alquilados, para lo cual —así como para el pago de los preceptores— se destinaban los fondos del caso.135 El Colegio Nacional, a todo esto, lanzaba sus primeros egresados: «Julio Muñoz, el estudiante metódico, inteligente, lleno de juicio y de amor al estudio, sin otro brillo que el de su propio mérito; el santiagueño Baltasar Iramain, que en medio de su indolencia santiagueña sabía levantarse cuando quería a las concepciones más elevadas; Benoni Luna, locuaz e insinuante, fácil, perspicaz y bien dotado, Ángel Pereira,… el alma más noble y honrada que he conocido, de acción franca y leal en todas las ocasiones, servida por una inteligencia pronta, de rápida concepción, y Emilio Terán, el modelo del estudiante laborioso, siempre dispuesto a abordar cualquier problema y resolverlo con éxito», según los evocaría el doctor Servando Viaña, que egresó con ellos y con Juan Manuel Terán y Napoleón Gallo.136

Ver tomo VIII de la Compilación… cit. p. 370, nota. Despacho de la comisión y ley promulgada David Zavalía, Tucumán, 20-I-1869, en: Cordeiro y Viale, Compilación… IV, cit., pp. 53-58. 135 Decreto Octavio Luna, Tucumán, 7-IV-1869, en: ibídem, p. 70. 136 S ervando V iaña ,» Las bodas de diamante del Colegio Nacional», en: Ideas, N° 54, 15-III-1940, (Tucumán, 1940); Rodolfo A. Cerviño, Del Colegio San Miguel al Colegio Nacional. Dos etapas de cultura en Tucumán (Tucumán, 1964), p. 142. 133 134


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En cuanto a la ciudad, en 1869 quedaron terminadas las instalaciones del Mercado del Algarrobo (n el solar donde hoy está el Mercado del Norte).137 El P. E. gestionó la división del departamento de Famaillá, en lo político y militar, y la ley llegó a sancionarse, aunque quedó «sin promulgación y después sin efecto», según apunta Lizondo Borda. Solo quedaron divididos dos distritos dentro del mismo departamento. Ese año 1869 se realizó el Primer Censo Nacional. Arrojó, para Tucumán, según comenta Antonio M. Correa, «la cifra de 108.953 habitantes, teniendo una densidad de 4 habitantes por km2, aumentando desde el anterior censo, en once años, 24.909, o sea el 26%; dóblese casi en 24 años, desde 1845, llegando a un aumento de 88,25%».138 En números redondos, el total se distribuía así: Capital, 37.500, Monteros, 14.100; Chicligasta, 12.150; Famaillá, 10.200; Río Chico, 8.700; Graneros, 8.500; Leales, 7.200; Burruyacú, 5.500; Trancas, 3.650 y Encalilla, Tafí y Colalao 1.450. La población de la ciudad de Tucumán era de 14.700 personas y la rural, de su departamento Rectoral, de 20.100.139

1869. Rivas y Roca contra Luna y los Taboada. Candidaturas para Tucumán. Una amenaza de Manuel Taboada El general Ignacio Rivas había sido enviado por Sarmiento para calmar la irritación que la presencia de Julio Argentino Roca causaba a los Taboada. Según Sarmiento lo diría en carta a Manuel Taboada, le pareció el coronel tucumano de-

Nicolini, San Miguel de Tucumán…, cit., p. 10. Antonio M. Correa, Geografía general de la Provincia de Tucumán conteniendo todos los últimos datos oficiales (Bs. As., 1925), p. 91. 139 Manuel Lizondo Borda, Historia de Tucumán. Siglo XIX (Tucumán, 1948), p. 135. 137 138


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masiado joven para esa misión.140 Pero, de cualquier manera, Roca quedó en Tucumán, al mando de 7 de línea. Se esmeró especialmente en su instrucción. Buena prueba de ello es, por ejemplo, el libro que redactó e imprimió en Tucumán ese año 1869, y que es «el único texto sobre materia militar que se le conoce»: Manejo del arma de Infantería de las V y VI ediciones de la Obra de Perea, arreglada para el Batallón 7° de línea por su jefe el Teniente Coronel D. Julio A. Roca.141 El gobernador Luna y los Taboada tampoco pudieron entenderse con Rivas, luego de la protocolar amabilidad inicial. La campaña electoral de Tucumán estaba en su apogeo y Luna no ahorraba las presiones. Los opositores las pasaban duras. A José Posse, sus artículos —publicados en la prensa de Córdoba— le habían atraído persecuciones que lo obligaron a estar oculto varios días, en la segunda quincena de enero.142 La llegada de Rivas abrió una variante nueva al problema, ya que los adversarios de Luna decidieron ofrecer a este general de la Nación la candidatura a gobernador. Posse la apoyó calurosamente: solicitó a Sarmiento su visto bueno, que el presidente otorgó sin vacilar.143 Claro que Roca, desde Salta, criticaría ásperamente tal posibilidad: «Esto creo que es el fuerte de nuestros comprovincianos: buscar generales valientes para gobernadores como si fuese negocio de batallas la administración de una provincia… Ustedes los que andan a la pesca de generales que solo han visto un día, para colocarlos de gobernadores, parece que creen que el gobierno es un palenque donde deben poner un matón para que nadie se

140

De Domingo F. Sarmiento a Manuel Taboada, Bs. As., 15-VII1869, en: Cartas con las vistas y propósitos de don Manuel Taboada (Bs. As., 1869), p. 30. 141 Sánchez, Julio Argentino Roca… cit., reproduce la portada entre pp. 172-173. 142 De José Posse a Domingo F. Sarmiento, Tucumán, 3-II-1869, en: Archivo Museo Sarmiento, Epistolario… I, cit., pp. 235-237. 143 De id. a id. Tucumán, 24-IV-1869 y respuesta de Sarmiento, Bs. As., 8-V-1869, en: ibídem, pp. 241-242, 243-246.


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presente en la arena a decirle estos ojos son míos»…144 Pero Rivas finalmente no aceptó, «por motivos de delicadeza y sobre todo temiendo la grita de los opositores a su gobierno —escribía Posse a Sarmiento— que tomen pretexto para decir que las armas nacionales lo han impuesto a esta provincia».145 A mediados de junio, Luna acentuó la presión sobre los electores. Como para demostrar su autoridad, estando la Sala de Representantes en receso, forzó las puertas y mudó los muebles a toro local: a la Cárcel, nada menos. Alegó que tenía autoridad para disponer el lugar de las sesiones.146 Mientras tanto, ante la negativa de Rivas, los opositores a Luna habían conseguido otro candidato, don Eusebio Rodríguez. Estaba contento Posse, y escribía al presidente ponderando a este «hombre honrado, bien estimado», que aunque antiguo elizaldista sería fiel al gobierno nacional.147 Por cierto que el general había participado en el arreglo: «Rivas se ha manejado con mucha habilidad en estos negocios sin comprometer en nada su carácter y su honorabilidad», relataba Posse a su amigo.148 En este punto debe notarse que, según Manuel Taboada, la candidatura —opositora a Luna— a la que se adhería Rivas, era la del doctor Próspero García, por entonces Juez Federal en Santiago. Pero Posse no la menciona en sus cartas.149

144

De Roca a Miguel Nougués, Salta, 3-X-1869, cfr. Ricardo ZorraBecú», Algunas cartas del General Roca», en: Academia Nacional de la Historia, Boletín de la… XLIX (Bs. As., 1979), p. 245. 145 De José Posse a Domingo D. Sarmiento, Tucumán, 9-VI-1869, en: Archivo Museo Sarmiento, Epistolario… I, cit., p. 247. 146 De id. a id. Tucumán, 22-VI-1869, en ibídem, pp. 252-253; sobre la cárcel, de Sarmiento a Manuel. Taboada, en: Cartas con las vistas… cit., p. 39. 147 Cfr. carta citada de J. Posse en nota 146, p. 252. 148 Ibídem, p. 252. 149 De Manuel Taboada a Domingo F. Sarmiento, Santiago, 14-VI1869, en: Cartas con las vistas… cit., pp. 18-19. quín


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El conflicto con Luna se planteó rápidamente, al resolver Rivas iniciar el enganche de voluntarios para formar un cuerpo nacional de línea, de acuerdo a sus atribuciones de general. El 7-VI se lo comunicó al gobernador, quien le solicitó suspenderlo, ante la proximidad de los comicios. Rivas se negó.150 Entonces, Luna dirigió una áspera nota al ministro de Guerra y Marina, el 8-VI. En ella, acusaba a Rivas de haber «puesto en juego su influencia personal en la cuestión electoral actual, no disimulando sus simpatías por uno de los candidatos; y desde que se han aglomerado en esta ciudad mayor número de fuerzas nacionales, dan públicamente gritos sediciosos los oficiales de línea y aún los soldados». Así, para evitar que estas simpatías «se traduzcan en hechos violentos, y que este gobierno tenga que ocurrir a la fuerza para repeler la fuerza y tenga que promover los juicios criminales respectivos», solicitaba que el Ejecutivo Nacional «se sirva ordenar salgan de la Provincia el general Rivas y demás fuerzas nacionales, al menos hasta después de la elección próxima de mi sucesor».151 El ministro Gainza contestó, el 26-VI, en términos bien duros. Desestimó todas las imputaciones de Luna, y dispuso que se activara el enganche «El tono general de la nota que contesto, el lenguaje tan poco medido al dirigirse al Gobierno Nacional, y lo vago de los cargos hechos, como la incalificable suposición de que puede llegar caso en que V.E. repela la fuerza con la fuerza, revelarían otra causa y otros delincuentes que los designados en la nota», decía uno de los párrafos.152 Para apoyar a Luna, el gobernador Manuel Taboada dirigió, a su vez, por los mismos días, una desacertada misiva al Presidente de la Nación, para exponerle sus «vistas y pro150

De Ignacio Rivas a Octavio Luna, Tucumán, 8-VI-1869, en: Archivo Histórico de Tucumán, Sección Administrativa, CVIII, f. 143. 151 De Octavio Luna-David Zavalía al Ministro de Guerra y Marina, Tucumán, 8-VI-1869, en: Cartas con las vistas… cit., pp. 1-3. 152 Del ministro Martín de Gainza al Gobierno de Tucumán, Bs. As., 26-VI-1869, en ibídem, pp. 3-7.


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pósitos» sobre «los hechos que se desarrollan en el Norte de la República», donde consideraba que las fuerzas militares nacionales habían inaugurado un clima de gran perturbación, con su intervención en la política. Acusaba a Roca de haberse comprometido en las cuestiones electorales de Salta, en la época en que allí estuvo, y luego criticaba la actitud de Rivas en Tucumán. «En Tucumán —decía— se acerca la elección del que debe suceder al Sr. Luna, y con la presencia de los agentes del Gobierno Nacional, nace la alarma porque comienzan a sentirse trabajos análogos a los que se han efectuado en Salta. El general Rivas y sus amigos favorecen abiertamente la candidatura del Dr. Don Próspero García…» Para Taboada, el Gobierno Nacional había usado el pretexto de luchar contra la montonera para mandar fuerzas que se inmiscuían en asuntos locales. Agregaba también, como ejemplo, los casos de Catamarca (donde, decía, se usaba a la Justica Federal para perseguir a los enemigos del gobierno) y de Santiago (donde también el juez federal Próspero García, ahora candidato a gobernador de Tucumán, estaba buscando conflictos al gobierno por nimiedades). En los párrafos finales, Taboada exponía, sin pelos en la lengua, su punto central. Decía que «alguna condenación pesa sobre los que se negaron a dar a Ud. su voto para la Presidencia de la República», condenación que ya era creencia arraigada en el norte, afirmaba, y que solo se disiparía mandando retirar toda la fuerza militar. Y deslizaba una amenaza. De no ocurrir tal retiro, «las Provincias del Norte, unidas ya por sus intereses como por sus glorias y desastres en nuestras pasadas luchas, aunarán sus esfuerzos y no les será difícil mantener la paz, el bienestar y los derechos que se intenta arrebatarles…».153

153

De Manuel Taboada a Domingo F. Sarmiento, Santiago, 14-VI1869, en ibídem, pp. 17-21.


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1869. Violenta respuesta del presidente Belisario López, gobernador

a

Taboada.

Al dirigirse de esa manera al presidente, Taboada había subestimado a Sarmiento y dado un paso en falso que el sanjuanino le haría sentir. En efecto, Sarmiento contestó la audaz misiva con una de sus más violentas cartas políticas. Además, la hizo editar en un folleto de 52 páginas, tirado por la imprenta de El Nacional, con el título Cartas con las vistas y propósitos de Don Manuel Taboada. Contenía, además de las dos cartas principales, una serie de otras de firmantes como Luna, Rivas, Crisanto Gómez y Régulo Martínez, demostrativas de los manejos taboadistas en el norte en julio-julio de 1869. Sarmiento vapuleaba a Taboada en párrafos como éstos: ¿Qué responderle en efecto, a un gobernador que no se para en decir al Presidente de la República, que las Provincias del Norte están unidas entre sí por otros vínculos que la Constitución Federal; y olvida el artículo que prohíbe a dos o más Provincias entrar en pactos o ligas políticas? ¿Quisiera Ud. decirme cuáles son las Provincias Unidas del Norte? ¿Entran también La Rioja y Catamarca, que están al Oeste? ¿Quién es el gerente, prefecto o apoderado de las susodichas provincias? ¿D. Manuel Taboada?... ¿Por qué debía aceptar sus observaciones? ¿Es Ud. mi Ministro? ¿Es Ud. el Congreso Argentino? ¿En qué artículo de la Constitución encuentra Ud. que el Presidente de la República haya de oir y aceptar las observaciones sobre negocios públicos y relativos a otras Provincias, que le haga el Gobernador de la Provincia de Santiago? ...

En el mismo tono desbocado, el presidente pasaba luego a justificar las actitudes de Roca y Rivas en Salta. Acusaba a Taboada de estar en contacto con la montonera de Santos Guayama para presionar, con las amenazas de éste, al Gobierno Nacional. Sobre Tucumán, decía: Sé que al general Rivas le han propuesto que aceptase ser nombrado Gobernador de Tucumán y resistídolo heroicamente, pues se ha negado a toda sugestión al respecto. En cambio el Sr. [David] Zavalía renunció al Ministerio, vino a Santiago, conferenció con Ud.


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ocho días, volvió y fue de nuevo nombrado Ministro, pues no había sido reemplazado. ¿Qué venía a hacer en Santiago un Ministro de Tucumán? Luego, vió la luz la nota dirigida a Rivas indicándole que saliese, porque es tal el amor a la libertad del gobernador Luna, que ni quiere testigos presenciales en estas elecciones, a fin, sin duda, de que contrasten con las de Presidente en que llenó previamente las cárceles de vecinos, y las provincias de desterrados. No es para ejercer presión moral que ha trasladado a la Cárcel Pública el local de las sesiones de la Legislatura que ha de nombrar Gobernador.

Agregaba: Supongo y admito que el General Rivas y Roca tienen predilecciones por tal o cual candidato, y que tienen la desgracia de no acertar a estar por el de Ud. que, no me negará (porque sería ridículo intentarlo) que tiene uno suyo en Tucumán. ¿Dónde encontraré Generales Argentinos que no sean Argentinos, es decir; que no tengan creencias, aficiones políticas? Me basta que no salgan de los límites del deber; y de eso tengo seguridad en el General Rivas. No la tengo de Ud. porque tengo la fortuna de conocerlo perfectamente, y de reírme cuando me habla de Constitución, de libertad, de comercio, de industria y de toda esa jerga usual que hace gracia en el Gobernador perpetuo de Santiago, y si no lo es siempre, es porque de Gobernador desciende a Ministro, para ser Gobernador en seguida…154

Pero cuando Sarmiento escribía tan agresivas líneas, la cuestión electoral de Tucumán se había decidido ya, tras llegar a inquietantes extremos la tirantez entre Luna y Rivas. En efecto, el 1-VII, un día antes de la elección, Luna emitió un decreto donde suspendía el acto, y lo postergaba «para alguno de los días anteriores al 2 de setiembre próximo», fecha de terminación del período. Los considerandos fundaban la medida en que «con motivo de la permanencia de fuerzas nacionales, ha tenido el Gobierno de la Provincia que acuartelar un número de fuerzas provinciales para prevenir todo peligro por la actitud hostil de aquellas»; en la ninguna respuesta del

154

De Sarmiento a Manuel Taboada, Bs. As., 15-VII-1869, en ibídem, pp. 22-40.


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Ejecutivo Nacional a la solicitud de retiro de las tropas; en la solicitud verbal de «muchos Diputados» temerosos de que hubiera incidentes, y en que faltaba todavía considerar las actas electorales de tres departamentos.155 El general Rivas, ese mismo día, se dirigió al Gobierno, tachando de «injusto y altamente agraviante» el primer considerando. Tras encontrar que sería un «monstruoso principio» admitir que las fuerzas nacionales, garantes del orden constitucional, puedan significar peligro alguno para el ejercicio de las instituciones, negaba también la actitud hostil y ponía por testigo al honor del gobernador y del pueblo tucumano. Este, decía, «ha presenciado día a día las injurias que han tenido que tolerar por mi orden los Señores Jefes y Oficiales de mi mando, recibidas de infelices a quienes se extraviaba la razón por medio de aguardiente». Rivas hablaba de agresiones concretas: el ataque a un oficial del 7 de Línea, que fue herido, además de que varios soldados «han sido estropeados varias veces por milicianos de la Provincia y corridos a balazos por las calles de esta ciudad», sin que el gobernador tomara medida alguna. Rivas hallaba absurdo considerar que sus hombres, que eran solo 60 y tenían su cuartel en los suburbios, donde custodiaba a montoneros presos, representaran una fuerza tan temible como para suscitar el acuartelamiento de más de 600 milicianos provinciales, además de los aprestos en la campaña y envío de armamentos que hacía el Gobierno de Tucumán. En todo esto, hallaba el propósito cierto de «crear un conflicto con las fuerzas nacionales». Finalizaba apuntando que el Gobierno Provincial acaso «ha creído más sencillo y fácil arrojar una sospecha desdorosa sobre militares de honor, que declararse vencido por el pueblo tucumano en la lucha electoral que ha estado sosteniendo hasta la fecha».156 155

Decreto Octavio Luna-David Zavalía, Tucumán, 1-VII-1869, en ibídem, pp. 41-42. 156 De Ignacio Rivas a Octavio Luna, Tucumán, 2-VII-1869, en ibídem, pp. 43-45.


C. Páez de la Torre (h), «Tucumán 1866-1869: gobiernos de W. Posse y O. Lima»

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Tumba de Belisario López y su esposa Rita Walker Martínez en el cementerio de Santiago de Chile.

Al día siguiente, 3-VII, un grupo de diputados y electores emitían una declaración de apoyo a Rivas y de repudio al gobierno Luna. Además de afirmar que no habían sufrido presión alguna de las fuerzas nacionales —de cuyo jefe hacían grandes elogios— afirmaban que «la Asamblea Electoral, el día 2 de julio, se hallaba en condiciones de hacer la elección de gobernador, libre y tranquilamente».157 Pero, según José Posse, la actitud violenta del gobierno logró «intimidar y desconcertar a la oposición». Hubo conversaciones. El gobierno propuso un candidato de transacción, que movió a sus adversarios a abandonar la candidatura de Eusebio Rodríguez y aceptar al insinuado por el oficialismo,

157

«Al pueblo», Tucumán, 3-VII-1869, en ibídem, pp. 51-52.


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Belisario López.158 La Asamblea Electoral fue citada nuevamente para ese día, y López quedó designado gobernador.159 El imprevisto mandatario estaba en La Rioja cuando se enteró de la designación. Se resistió al principio a aceptarla: hacía varios años que faltaba de Tucumán (provincia donde había nacido en 1834) y lo convencieron no sin trabajo. Eso sí, «puso condiciones para recibir el gobierno: no estar en el puesto sino tres meses, porque creía lo bastante para que calmara la irritación de los partidos», según lo evocaría la prensa meses después.160

De José Posse a Domingo F. Sarmiento, Tucumán, 3-VII-1869, en: Archivo Museo Sarmiento, Epistolario… I, cit., pp. 254-255. 159 Ley del 3, promulgada Octavio Luna-David Zavalía el 5-VII-1869, en: Cordeiro y Viale, Compilación… IV, cit., pp. 76-77. 160 «Renuncia del gobernador López», en: El Nacionalista, Tucumán, 28-IX-1869. 158


S. Peña de Bascary, «Vida cotidiana en Tucumán (1845-1880)»

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Vida cotidiana en Tucumán (1845-1880). «Recuerdos de familia» de Delfina Gallo Terán Sara Peña

de

Bascary

ace años conservo un escrito, al que llamo «Recuerdos de familia de la Tía Delfina». El mismo es ilustrativo sobre vida cotidiana en Tucumán, en la segunda mitad del siglo XIX. Tema que apasiona a muchos investigadores, entre los que me incluyo. Por otra parte, hay escasos relatos de tucumanos que vivieron esa época, es decir, de testigos presenciales. Las crónicas de viajeros e historiadores brindan datos; pero considero a estos recuerdos valiosos por la vivencia personal. No resulta fácil publicar escritos familiares. Decidí hacerlo porque tienen detalladas descripciones sobre usos y costumbres de aquellos tiempos. Delfina tuvo gran admiración y especial cariño hacia su hermano mayor Delfín, el llamado «célebre tribuno», diputado nacional de brillante trayectoria. Por eso su relato es, en realidad, la biografía de este hermano, inserta en la historia de su familia, sobre el escenario del Tucumán decimonónico. La autora, Defina Gallo-Terán, nació en Tucumán el 6 de marzo de 1863, la menor de los siete hijos del matrimonio de Don Vicente Gallo-Ispizúa y Doña Delfina Terán-Alurralde. Murió, soltera, en la villa veraniega de Raco, Tucumán, en el verano de 1946.


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El texto original es un álbum manuscrito, realizado con notable prolijidad, con algunas fotos y decorado con viñetas de colores. Delfina confeccionó, por lo menos dos ejemplares, para miembros de la familia. Tuve la oportunidad de consultar uno de ellos, el de Ezequiel Ávila Gallo. Hacia 1972, Alberto «Pato» Gallo-Gallo, hijo del Dr. Vicente Carmelo Gallo, me obsequió fotocopias de un original dactilografiado, de 83 páginas. Cabe aclarar que esta «Biografía» está precedida por extensos datos genealógicos, por ella compilados, que extrajo de Carlos Calvo, entre otros especialistas, y con referencias biográficas de sus ancestros. Creo que fue, posiblemente, la primera mujer tucumana que se interesó por la genealogía. Sus apuntes fueron superados posteriormente por expertos, pero su aporte sigue siendo interesante. En esta oportunidad, doy a conocer una selección de temas que ella describe con infinidad de detalles, coloridamente, con profusión de adjetivos (demasiados a mi parecer) llena de admiración por su familia y especialmente por su hermano mayor. Me detengo en lo relacionado a vida cotidiana, usos y costumbres, largas travesías, religiosidad y educación en Tucumán entre, 1845 y 1880. Los fragmentos seleccionados son tomados de la primera parte de la «Biografía», que se desarrolla en esta provincia. En la segunda parte, se refiere a la vida de Delfín radicado en Buenos Aires. Sección esta, también muy interesante, y que acaso daré a conocer en su momento. Los textos que transcribo en bastardilla respetan fielmente el escrito dactilografiado. Algunos aspectos, que considero necesarios, se complementan con notas de mi autoría, a pie de página. Por último, cabe apuntar que, siendo muy niña, conocí a tía Delfina. Mi abuela Sara Molina de Gallo Cainzo me llevó, por lo menos en dos oportunidades, a visitarla. Ella venía todos los años a Tucumán, ya muy anciana, para pasar a Raco, a «Sans Souci», la casa familiar que conservan hasta hoy los Ávila Gallo. La recuerdo bajita, delgada, muy canosa, peinada de rodete, vestida de negro con cuello de puntilla blanca con un prendedor. Impresionaban sus penetrantes ojos azules.


S. Peña de Bascary, «Vida cotidiana en Tucumán (1845-1880)»

Delfín Gallo Terán.

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Delfina Gallo niña.

El joven Delfin Gallo.

Años después, mi tío Alberto Gallo Cainzo, me regaló una reseña biografica del gobernador Santiago Gallo-Terán, realizada por Delfina. Creo que ese escrito, que conservo, despertó en mí la vocación por la investigación histórica.


S. Peña de Bascary, «Vida cotidiana en Tucumán (1845-1880)»

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DELFÍN GALLO (1845-1889). «NACIÓ ENTRE LUCES» (Palabras del Doctor Don Bernardo de Irigoyen)1 por Defina Gallo Terán

En la histórica y floreciente ciudad de San Miguel de Tucumán, llamada el «jardin de la republica», el día 25 de noviembre de 1845, a las 9 de la mañana nació entre luces, Delfin Gallo, en la gran casa colonial de su abuela materna, Doña Mercedes Alurralde de Terán, recientemente viuda de Don José Manuel Terán, situada en la calle, de nombre hoy: 24 de septiembre, a media cuadra de la plaza principal, de nombre: «Independencia» y lindante con los fondos del antiguo Cabildo.

1

Bernardo de Irigoyen; «Delfín Gallo. Apuntes Biográficos. Publicados en «El Diario». Buenos Aires, 1890. Irigoyen finalizaba: «Delfín Gallo, nació entre luces, vivió entre aplausos y se extinguió entre flores»; Carlos Páez de la Torre (H) se ocupa de su personalidad en «Delfín Gallo, un tucumano de la Generación del 80», La Gaceta de Tucumán, 18.09.2005. Delfín Gallo, representó a Tucumán en el Congreso de la Nación. Sus intervenciones en la Cámara fueron inolvidables. Decía Irigoyen; «mostró en ellas la pasión que enciende la elocuencia, pero el calor que aquellas controversias produjeron no alcanzó a perturbar la templanza de su porte. Razonaba con vigor, protestaba en algunos casos con energía, apostrofaba valientemente en otros; pero no salían de sus labios esas intemperancias vulgares que rebajaban el nivel de los debates» Tuvo destacada actuacion parlamentaria en el debate de la Ley de Educación Común (1420) la que apoyó fervientemente. Su último debate fue por «el escándalo de Tucumán» ante la intervención ordenada por Juárez Celman en 1887. Murió, en Buenos Aires, el 8 de diciembre de 1889. Fue sepultado en el Cementerio de la Recoleta y sus amigos mandaron erigir un busto de mármol


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Sus Padres. Gallo Terán Su padre: Don Vicente Gallo, de origen santiagueño, era hijo legítimo de don Pedro Diaz Gallo2 y Doña Manuela Ispizúa. Nació el 5 de abril de 1810. Hombre recto, de acertado consejo, emprendedor en los negocios, de posición acomodada, católico práctico; y por su reconocida generosidad, era respetado y muy querido. Fue buen hijo, cariñoso, hermano y modelo de esposo y de padre. Su físico: era blanco, de ojos azules y cabello castaño claro. Su madre: Doña Delfina Terán, hija legítima de Don José Manuel Terán, catamarqueño, y de Doña Mercedes de Alurralde, tucumana, nacida el 21 se diciembre de 1822. Piadosa y caritativa, por su gracia y bondad, se conquistaba la simpatía de todos los que la trataban. Fue hija, hermana, esposa y madre, ejemplar. Su fisonomía era: muy blanca, rubia, de ojos celestes, y como era bonita, sus amigas la llamaban cariñosamente: «la linda rubia».3 Contrajeron enlace, en la ciudad de Tucumán, el 10 de abril de 1842; teniendo Don Vicente 32 años y Doña Delfina 19 años. Fueron sus padrinos: la hermana mayor de la novia, Doña Dorotea Terán de Paz, meritoria y querida señora, esposa del respetable señor Don Manuel Paz —catamarqueño como su suegro, el Señor Terán— y el cuñado del novio, Don Manuel de Alcorta, (Gobernador de Santiago del Estero, en 1830). Era el esposo de Doña María Jesús Gallo, la hermana mayor del novio. Los casó en la casa, el ilustre y virtuoso sacerdote Pbtero. Doctor Miguel Ignacio de Alurralde —primo de Doña Delfina y consejero de

2

Pedro Vicente Díaz Gallo y López de Velasco, Teniente de Dragones, Guerrero de la Independencia, hermano del Congresal de la Independencia Pbro. Pedro León Gallo. Hijo de Vicente Díaz Gallo de la Peña, Capitán de las Milicias Regladas de Lima, Alférez Real de Sgo. del Estero en 1755 y de Sabina López de Velasco y Paz. 3 Vicente Gallo Ispizúa y Delfina Terán de Gallo fueron retratados por Ignacio Baz. Estos oleos se conservan en el Museo Histórico de Santiago del Estero, donados por la familia Lacroze Gallo.


S. Peña de Bascary, «Vida cotidiana en Tucumán (1845-1880)»

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la familia— y este mismo Ministro del señor, los veló4 un mes después, en la iglesia de Nuestra Señora de la Merced.5 En este histórico Templo —antiguo Convento de los Padres Mercedarios— se rinde culto a la Imagen de la Santísima Virgen de esta devoción —a la que donó el General Belgrano su bastón de mando—, en acción de gracias por su triunfo, en la famosa batalla ganada en el año 1812, al formidable ejército realista a las órdenes del General Tristán. Imagen, declarada después, por el Gobierno Nacional «Generala del Ejercito Argentino» y coronada por la autoridad Eclesiástica, en el Centenario de nuestra Independencia. Este bien constituido matrimonio «Gallo-Terán» tuvieron 12 hijos. Perdieron 5 pequeños y a los 7 que conservaron, se preocuparon en darles una sólida educación intelectual y cristiana. Delfin, fue el tercero y primer varón. Dios envió el mundo este hermoso niño, para enjugar las lágrimas de sus doloridos padres, por la pérdida de sus dos primeras hijitas, fallecidas a la edad de 1 y 3 años, llamadas: Manuela Ubaldina de Jesus y Mercedes Elena6 (nombre de las abuelas) y de la sentida muerte de su abuelo materno, Don José Manuel Terán, acaecida en ese mismo año 1845.

4

Velación: es una ceremonia litúrgica de la Iglesia Católica que se realizaba hasta avanzando el siglo XX, mediante la llamada «misa de velaciones», celebrada posteriormente a la nupcial para propiciar que los hijos de la pareja se educaran cristianamente y más aún que fueran sacerdotes. En esta ceremonia se cubría con un velo o palio los hombros del varón y completamente la cabeza de la mujer. En: «Manual de Liturgia Sagrada» de Gregorio Martínez de Antoñana. Madrid (1957). 5 En el Archivo Parroquial de la Catedral de Tucumán se encuentra registrado este casamiento, en el libro que empieza el 10 de febrero de 1827, f. 24 vta. tal como lo consigna Delfina Gallo en su escrito. 6 Amancio Alcorta, Buenos Aires (1842-1902). Abogado, Rcctor del Colegio Nacional de Buenos Aires. Canciller. Pariente de Gallo, su madre era Coleta Palacio Ispizúa. Dedicó a Delfina Terán unos versos fúnebres a las niñitas fallecidas. Estos homenajes poéticos se acostumbraban en aquella época. Los mismos transcribe Delfina, completos, en la Biografía.


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Bautismo Este niño, a los tres días de nacido, lo bautizó en la casa paterna, su tío el honorable Pbtero. Dr. Miguel Ignacio Alurralde, quien, como se dijo, fue el que casó a sus padres. Se le puso el nombre de «Pedro Vicente Delfin». El primero por su abuelo paterno, el segundo por su padre y el tercero por su madre. Fue llamado y firmó siempre, con el de «Delfin». Su padrino fue su tio, Don Napoleón Gallo; hermano menor de su padre, muy unidos y socios en los negocios. Era hombre de actuación política, inteligente y muy apreciado. (Don Napoleón, en 1857, contrajo enlace con la Señorita Elmina Paz, prima hermana de Delfín, era hija de Don Manuel Paz y de doña Dorotea Terán de Paz) estos esposos, sufrieron la intensa pena, de perder su única hijita de 4 años de edad de nombre María de Jesús. Su madrina fue: su tía materna, doña Dorotea Terán de Paz. Dama muy virtuosa y querida, que fue también madrina de casamiento de los padres de Delfín. El pequeño Delfín, a los 8 meses de nacido, recibió los santos oleos del Pbtero. Dr. Alurralde, en la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced en cuyo templo, fueron velados los padres de este niño, cuando contrajeron enlace; celebrando la Santa Misa, este mismo sacerdote (como ya se dijo).

Doña Elmina Paz

de

Gallo

La Señora Elmina Paz de Gallo, a raíz de enviudar, el 1 de junio de 1886, y mientras ella lloraba cristianamente a su digno esposo, estalló el mortífero cólera en Tucumán, en el mes de diciembre de ese mismo año. Esta dama, admirable ya, como hija, esposa y madre; por su sólida piedad y por sus benéficas obras, tuvo el heroísmo de cobijar en su casa a los apestados huerfanitos; consagrándoles su vida y donando su fortuna, para el Asilo que levantó. Desde entonces fue llamada cariñosamente «La Madre Elmina»,»La Madre del huerfano desvalido».


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Para consolidar y perpetuar su benéfica obra, bajo la inteligente dirección del eminente Rdo. Padre Maestro Fray Angel Maria Boisdron O.P. abrazó el estado religioso en la comunidad de las «Hermanas Terciarias Dominicas del Santisimo Nombre de Jesus» que, en este nombre, ella fundara en Tucumán. Tenía 53 años. El 15 de enero de 1888, la Madre Elimina, junto con 11 señoritas, muchas de ellas de la aristocracia tucumana las que, atraídas por su heroica acción, querían ayudarla en su laudable y caritativa empresa, y renunciando a los halagos de su hogar y comodidades del mundo, vistieron con ella, el santo hábito del Patriarca Santo Domingo de Guzmán, pronunciando los santos Votos Religiosos de «obediencia, pobreza y castidad». A la Señora de Gallo, se le dio el nombre de Sor Maria Dominga del Santisimo Sacramento Paz Gallo. Como fundadora y por su capacidad se la nombró Madre Priora del nuevo Instituto.7 Todos continuaron llamándola con respeto y cariño «Madre Elmina» y en la comunidad: «Nuestra Madre». Esta venerable y amada Religiosa, entregó su pura y bella alma a Nuestro Creador, el 2 de noviembre de 1911, a la edad de 76 años y 23 de religiosa, siendo desoladamente llorada en el claustro y fuera de él. La benemérita Madre Elmina, habiendo edificado con su acrisolada virtud, primeramente, en el mundo y luego en la vida conventual, falleciendo en olor de santidad, la Comunidad de Religiosas, por ella fundada, se ocupa actualmente en recoger datos para presentarlos a la Santa Sede, pidiendo su merecida beatificación.

7

Cabe aclarar que más adelante, en su escrito, Delfina consigna que la Madre Elmina después de levantar el asilo de huérfanos —con su peculio— y para completar su benéfica obra, construyó la Capilla, con donaciones piadosas.


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Sus

hermanos

Iº Manuela Ubaldina de Jesús (falleció en la infancia); IIº Mercedes Elena ( falleció en la infancia). IIIº Pedro Vicente Delfín (firmó siempre Delfín); IVº Ubaldina del Rosario; Vº Vicente del Carmen; VIº Carmen; VIIº Santiago del Carmen; VIIIº Manuela del Carmen; IXº Napoleón de Jesús; Xº Pedro del Monte Carmelo (falleció en la infancia); XIº Pedro del Carmen (falleció en la infancia); XIIº Delfina de los Dolores Sus padres, los primeros años de casados, tuvieron la desgracia de no poder conservar a dos hijos, porque se les morían; pérdida que les ocasionaba un intenso dolor, que ellos ofrecían a Nuestro Señor. Sus hermanos Vicente y Santiago, sus primos: Manuel, Sixto y Brígida Terán, fueron en su infancia y en su niñez y en su juventud sus compañeros más íntimos. Ya hombres los hermanos, fueron socios en los negocios. Sus hermanas Carmen y Manuelita con sus primitas, la mayor parte del día jugaban con sus muñecas al lado de sus madres, de la abuelita y de las tías pero, a las horas que salían a correr por los patios, con su pequeño hermanito Napoleón y primitos menores, era Delfín, como mayor de todos, el que cariñosamente los cuidaba y dirigía sus juegos infantiles, evitando que se cayeran de las hamacas y que se golpearan al jugar a las escondidas y a la mancha o piedra blanca, juego llamado en esa época por los niños «la manilla». Seguían los dos hermanitos de nombre Pedro, que murieron pequeñitos. Por último Delfinita, la más mimada de la familia, por ser la menor, nacida después de la dolorosa perdida de sus dos hermanitos anteriores. En su niñez le decían «La Shulka» o «La Chulca», palabra quichua que quiere decir: la menor, la benjamina de la familia.


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Año 1848. Su

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primer acto público

En el año 1848, el 16 de julio, fiesta de Ntra. Madre Santísima del Carmen, se colocó en Tucumán, la piedra fundamental para levantar la nueva iglesia Matriz, hoy catedral. 8 Todo el pueblo acudió en masa a celebrar este religioso acontecimiento, y a prestar su concurso. El acaudalado con su generoso óbolo; el artesano y el obrero, con su robusta mano de obra. Hasta los niños pequeños, llevados por sus padres, acarreaban piedras para los cimientos; entre ellos estaba el infantil Delfín, de 2 años y 8 meses, conducido de la mano por su piadoso benefactor padre, gozoso con su hijito. Así, el previsor padre y la tierna madre, entre caricias iban formando en la escuela de la fe y de la caridad cristiana, a su encantador hijito, cuyo físico era: blanco como la leche, rubio como las aromas, cabecita redonda, frente ancha y despejada, hermosos ojos celeste claro, boca sonriente y graciosa en su tierna edad, parecía un querubín; y ya presagiaba todo en él, su futura capacidad intelectual y moral; realzadas por su gran corazón.

La

iglesia matriz

La dirección del edificio y su plano, de la nueva iglesia Matriz, de Tucumán, fueron dados por el distinguido Capitán de Ingenieros de la Confederación Argentina, Don Pedro Delgare Echeverri, ciudadano francés, vecino de esta; y el adorno, por el Señor Don Félix Revol, decorador, también francés, hecho venir al efecto, en tiempo del gobierno del General Celedonio Gutiérrez, bisabuelo materno del actual Dr. Vicente C. Gallo; sobrino carnal del Dr. Felfin Hallo.

8

El General Celedonio Gutiérrez, gobernador de Tucumán (18411852), fue quien mandó construir la iglesia Matriz.


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La

casa de la abuela

La casa de Doña Mercedes de Alurralde, viuda ya de Don José Manuel Teran, (abuelos maternos de Delfin), ocupaba un extenso solar de 40 varas de frente, por 80 de fondo, situada en la calle hoy 24 de septiembre a media cuadra de la plaza principal de nombre Independencia; en la misma manzana del antiguo Cabildo, y lindando los fondos con él. Doña Mercedes el sitio lo tenía de herencia de sus padres el Sargento Mayor Don Miguel Antonio de Alurralde y Doña Maria Isabel de Avila, su esposa, y fue edificada, por su marido. Esta casa, de estilo colonial, era baja, con sus grandes patios, los dos primeros con sus plantas de rosas y jazmines; en el tercero, que era el de servicio había un gran parral, que en el verano con su sombra refrescaba la atmósfera y producía rica uva. En el fondo, estaba la inmensa huerta, que era el lugar de recreo, primero de los hijos y más tarde, de los nietos del matrimonio Teran-Alurralde. La casa tenía muchas habitaciones, en las que vivieron cómodamente, el matrimonio Terán-Alurralde con sus hijos. Casados los dos mayores Dorotea y Juan manuel, se instalaron en casa propia, y muerto el jefe de familia don Jose Manuel, continuaron viviendo con Doña Mercedes, sus tres hijas solteras: Micaela, Javiera y Juana y sus dos hijos casados; Sixto y Delfina, con sus esposos y sus numerosos hijos; los que nacían y se criaban como hermanos. La meritoria abuelita, querida y respetada, cifraba su felicidad, en el bienestar de sus descendientes, que se multiplicaban como las estrellas del firmamento. Tuvo la dicha de haberle tocado excelentes yernos y nueras. Don Vicente, padre de Delfin, con su holgada situación financiera, tuvo la satisfacción de proporcionar la abundancia, a este ejemplar hogar; porqué, con el fallecimiento del jefe de la familia, y de la crisis que había en el país, los recursos eran bastante reducidos. Las cariñosas tías solteras, ayudaban a las jóvenes mamás, en la atención de sus hijos. Para Micaela, estos niños, eran sus sobrinos más queridos, y con su inteligencia y buen corazón


S. Peña de Bascary, «Vida cotidiana en Tucumán (1845-1880)»

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supo educarlos y hacerse querer. Uno de sus predilectos, era el rubio Delfin.

La

huerta de la abuela

La inmensa huerta de la abuela, ya viuda, era el lugar de recreo, primero de los hijos del matrimonio Teran-Alurralde; y después, de los nietos de Doña Mercedes, cuando enviudó. En ella los niños se divertían y no necesitaban vagar por las calles. Tenía amplios corredores, que los protegía de la lluvia y del sol; donde había columpios, pelotas, trompos, etc., en el piso, los chicos dibujaban sus rayuelas. Había gallinas, palomas, variados pájaros, entre ellos, un loro parlanchín; y a las aves, las cuidaban y daban de comer. Había dos grandes higueras, a las que trepaban los chicos, a comer la bien sazonada fruta, y las gallinas, al atardecer, subían a dormir. En la huerta, estaba el lavadero para el servicio, la pila de leña para la cocina y para la estufa de la salita de diario. Estaba también, el horno de barro, para los ricos pasteles con relleno de pollo y con merengue encima y para las sabrosas empanadas, dos platos tucumanos que deleitaban a los grandes y a los niños y favoritos de Delfin, aún ya hombre. El día de la hornada, esperaban ansiosos los chicos, a la puerta del horno, y el más listo, se acaparaba la primera empanada caliente que salía y muy ufano, se la comía haciendo mil piruetas, por su triunfo. En un martillo a favor que tenía la huerta, se guardaban los dos caballos de Don Vicente y de Don Sixto, en los que salían estos señores, todas las mañanas, a sus negocios, costumbre de esa época. El coche de doña Delfina —llamado entonces «volanta»— se guardaba en la barraca de negocio de su esposo el señor Gallo, situada en calle Mendoza 225.

Los

juegos infantiles

En la época de la infancia de Delfín, no había en Tucumán jugueterías, así que eran muy escasos los juguetes; y aunque el


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señor Gallo, en sus dos viajes anuales a Buenos Aires, por sus negocios, regresaba con un cajón de juguetes para sus hijos y sus sobrinos, pero como estos se destruían, entonces se desarrollaba el ingenio de los niños, para reemplazarlos: en vez de bolitas, servían de los anchos, (es un grano más grande que el poroto, un poco chato, de variados y pintorescos colores; que se sembraban y vendían al comenzar el invierno, para los diversos juegos, que los utilizaban los chicos). Cuando se rompían los soldaditos de plomo, entonces, el rubio Delfín, siempre ingenioso, se ganaba la voluntad de la cocinera y le pedía los huesitos de las patas de los corderos; los limpiaba prolijamente y eran sus soldaditos, más apreciados, que si fueran de marfil. Delfín, desde su niñez, se distinguió, por su carácter suave y bondadoso; con nadie peleaba; pero dominaba, con su gracia y su inteligencia.

En

la quinta paterna

Los Domingos y días festivos, por la tarde, Don Vicente llevaba la caravana de chicos, hijos y sobrinos, a su quinta, situada a 10 cuadras de su casa, en los alrededores de la Ciudadela, lugar del glorioso triunfo del inmortal General Belgrano, al ejército español, en el año de 1812. En el trayecto, el Señor Gallo, les relataba ese memorable episodio nacional; que ellos con avidez escuchaban, pues eran las primeras lecciones de historia patria, que ellos aprendían. Bajo estas impresiones patrióticas, llegaban a la quinta. Esta propiedad de recreo, cercada de erguidos álamos, había en ella, variados árboles frutales, siendo los naranjos y los parrales, los más abundantes; en los jardines variedad de flores; especialmente rosas y jazmines de distintas clases. Los niños la recorrían entera, trepaban a los árboles en busca de nidos de pájaros y a comer la sazonada fruta de cada estación; y después de deleitarse con ella, organizaban sus patrióticos juegos; con ramas de los árboles, improvisaban fusiles, (como ya dijimos, los juguetes eran escasos y aquí también se ingeniaban los niños para reemplazarlos,) simulaban la batalla del año 1812: en la que casi siempre le tocaba al rubio, representar al General Belgrano.


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Y al son de la marcha triunfal, cantada por los niños y cargados de ricas frutas y de fragantes flores, (sus trofeos,) acompañados siempre del complaciente papa y tío el señor Gallo, que iba festejando a estos diminutos precursores, pro-hombres del porvenir en la Argentina, regresaban a su hogar; contentos del alegre día que habían pasado, en recompensa por su buena conducta.

Religión,

patria y hogar

De regreso de los niños al hogar, las frutas entregaban a la abuelita, a las mamás y a las tías; las flores, unas colocaban al Niño Jesús, que se rendía culto en la salita de diario, punto de reunión de la familia, y otras, al cuadro de Ntra. Señora de la Merced, que estaba en el dormitorio de los padres de Delfín; simulando en esta piadosa ofrenda la entrega de Belgrano de su bastón de mando a la Sma. Virgen de la Merced, declarándola: Protectora del Ejército Argentino. Luego el rubio, con su armoniosa voz infantil, recitaba la proclama del inmortal General; memorables palabras que, con entusiasmo patriótico, eran recordadas en esta provincia. «Tucumán, consideró a Belgrano, al General Belgrano, como algo suyo; y le conserva el cariño y gratitud a que le hicieron acreedor sus virtudes y sus servicios a la Nación». Para las fiestas cívicas, del 25 de mayo y del 9 de Julio, Delfín con sus hermanos y primos, con entusiasmo patriótico, colocaban la bandera y adornaban el frente de la casa, con farolitos de colores (única iluminación de esa época, en la que no había más que el Kerosene y las velas). Para el 24 de septiembre, fiesta de la Santísima Virgen de la Merced, día en el que la tradicional procesión Cívica-religiosa pasaba por la casa, se repetía esta decoración; la que duraba hasta el 29, fiesta del Arcángel San Miguel, patrono de esta ciudad. Estos fueron los recreos infantiles del rubio Delfín; que nacido con buena estrella, supieron sus honorables padres, inculcar desde la cuna, en el corazón de sus tiernos hijos, los tres grandes ideales de todo hombre de bien: «Religión, Patria y Hogar».


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Instrucción Delfín, en su niñez, aprendió a leer en la antigua y cristiana cartilla, en la que empezaba el alfabeto con el signo de la Santa Cruz; para enseñar a los niños, ante todo, a pronunciar el Santísimo Nombre de Cristo. Su primera maestra, fue la Señora Juana de Castro; la que tenía una escuela particular, para niñas mujeres de la primera sociedad; y enseñaba también a varones pequeños. Delfín, ha crecido y ha adelantado en los estudios primarios continuando luego, brillantemente, los estudios secundarios, en el Colegio San Miguel de Tucumán, bajo la dirección del notable pedagogo, Monsieur Amadeé Jacques,9 de origen francés: emigrado de su país en tiempo de Napoleón III, vino a la Argentina; y en 1858, al fundar el Gobierno de Tucumán, este establecimiento de enseñanza, le nombró su primer rector. Fue muy querido y respetado en nuestro país, por sus dotes personales y su reconocida ilustración. Su memoria, perdura aún entre los argentinos. Los primeros discípulos de este acreditado Colegio, fueron: Delfín Gallo, Sixto Terán y Exequiel Molina. Fueron estos tres, los primeros que, en diciembre de 1862, recibieron el diploma de estudios, que correspondían al Bachillerato de los Colegios Nacionales y fueron válidas a Delfín, para ingresar en la Universidad de Buenos Aires. Delfín tenía 17 años.

Doctor Don Marcos Paz El doctor Don Marcos Paz, que fue Gobernador de Tucumán, en el periodo de 1856-1860, recién recibido de su alto puesto, fundó el Colegio San Miguel de enseñanza secundaria, para varones. El Dr. Paz, estableció en Tucumán, un gobierno, que tendría dignos imitadores. Supo reunir dos cosas, que los pasados tiempos, nos mostraron casi siempre desunidas: La Justicia y la 9

Doctor en Ciencias Naturales, vino a Argentina recomendado por Humboldt.


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fuerza, la energía en la moderación; la generosidad con todos y el desinterés para sí solo. Al Gdor. Paz, debe también Tucumán, la fundación de la Sociedad de Beneficencia (23 de junio de 1858), compuesta de 21 distinguidas matronas. Una de ellas, fue la madre de Delfín Doña Delfina Terán de Gallo; siendo nombrada primera Presidenta su hermana mayor, Doña Dorotea Terán de Paz.

Creencias

religiosas

Delfín, ha nacido y crecido, en un ambiente de sólida piedad cristiana. Desde su tierna infancia, en el regazo materno, aprendió a conocer y amar a Dios, a hacer la señal de la Santa Cruz y a pronunciar los nombres de Jesús y María. En los hogares de sus abuelos, Gallo Ispizúa y Terán Gallo, se frecuentaba los Santos Sacramentos. Los niños, preparados por sus mamás e instruidos en religión por el consejero espiritual de la familia (por el fallecimiento del pariente Pbtero Dr. Alurralde), el Rdo. Padre Agustín Romero, Sacerdote O.M. a la edad conveniente, hacían la primera comunión, así lo hizo Delfín. Los Domingos y fiestas de precepto, los papás asistían a la Santa Misa, teniendo a su lado a los hijos varones y las mamas, a sus hijas mujeres. Todas las noches, la familia reunida con su servidumbre, rezaban el santo rosario, y durante el año, se rezaban también en común, algunas novenas; siendo la devoción predilecta de los chicos, la del Niño Jesús. La víspera de la fiesta de Navidad, eran los niños que, con regocijo y esmero, preparaban el Pesebre para recibir al Divino Niño, que se veneraba en el hogar. Ahí andaba el rubio en primera línea, trepándose a la escalera para figurar montañas con el fresco musgo que traían de las sierras tucumanas, mientras, sus hermanitas y sus primas, se ocupaban en vestir al Niño Dios, a su Madre Santísima y al Patriarca San José. Los miembros de la familia Gallo-Ispizúa, eran Terceros Dominicos y la de Terán Alurralde, eran terceros franciscanos, muy unidas ambas familias, como lo fueron los santos fundadores de estas dos Santas Órdenes Religiosas.


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Don Vicente, diariamente iba a la primera Misa, a las 9 de la mañana, a la Iglesia de Santo Domingo; y muchos años costeaba la solemne función de Nuestra Señora del Rosario. Doña Delfina también muy devota, pero sus deberes de madre con tantos hijos pequeños, le impedían ir diariamente, pero se daba su tiempo (sin desatender su hogar) para asistir los jueves a la Misa cantada del Santísimo Sacramento, en la Iglesia Matriz, y los sábados, a la de la Santísima Virgen, en la Iglesia de San Francisco. Delfín, en el fondo de su alma, conservó estas santas creencias. Ya hombre, aunque descuidó el cumplimiento de los actos religiosos, (lo que desgraciadamente es bastante general en los hombres,) pero, conservó intacta, su fe en Cristo; y en sus santas enseñanzas, aprendidas de sus mayores: «siempre creyó, esperó y amó a Dios, sobre todas las cosas». Casado cristianamente, hacia bautizar prontamente a sus hijitos; y en cuanto empezaban a hablar, les enseñaba a hacer la señal de la Santa Cruz, y a rezar el Bendito, el Padre Nuestro, el Ave María y el Santo ángel de la Guarda, conforme sus cristianos padres le enseñaron a él en su infancia.

Año 1860. Sentida

muerte

El 30 de octubre de 1860, tuvo lugar el sentido fallecimiento de la querida y respetada abuelita materna, la noble matrona Doña Mercedes Alurralde de Terán, llamada cariñosamente por sus nietos: «la mamama». La que llena de méritos, se durmió en el Señor, a la edad de 70 años; dejando un gran vacío en el hogar…

Liquidación

testamentaria

Por liquidación testamentaria, la vieja casa colonial, les tocó en herencia a los hermanos Sixto y Delfina; quienes, ya casados, continuaron viviendo con ella, con sus tres hermanas solteras, acompañando a su señora madre. Ellos, de común acuerdo, conservando la misma unión fraternal, resolvieron dividirla en


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La casa de altos de Don Vicente Gallo y Delfina Terán. Foto de Angel Paganelli.

dos lotes; y cada uno edificar casas nuevas; para dar mayor comodidad a sus numerosos hijos, que iban creciendo y seguían naciendo. Don Sixto, al comenzar la suya, le sobrevino la muerte; quedando la casa, aunque a medio construir, espaciosa y cómoda, para que pudieran continuar habitándola, su dolorida y joven viuda, con sus 8 hijos, privados tempranamente, del apoyo del meritorio esposo y padre. Don Vicente y Doña Delfina —padres de Delfín— más favorecidos por la suerte, levantaron una espléndida casa, para


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esa época, con piezas altas sobre la calle, para dormitorios y estudios de sus hijos varones.10 El mobiliario, el Señor Gallo trajo de Buenos Aires y la amobló lujosamente: los salones, con muebles de jacarandá tallados, tapizados de brocato de seda granate, las paredes empapelado con un rico papel blanco y dorado, decorados de yeso, pendían tres arañas de cristal y bronce y extendida en el piso una espléndida alfombra de tripe cortado. Además, un rico piano «Player», la mejor marca de esa época, para estudio de la música y distracción de sus hijas mujeres. La salita de diario, llamada el «Costurero», por ser donde se reunían de día las damas para hacer sus labores. Y de noche los amigos íntimos de Don Vicente, con sus muebles cómodos de caoba; estaba la máquina de coser y colgado de la pared, un reloj de campana, dos objetos útiles y de los primeros que hubo en los hogares tucumanos; traídos también de Buenos Aires por Don Vicente, para sus hijas mujeres; allí estaba la urna con el Niño Dios y sus Santísimos Padres; a quienes se daba riguroso culto en este hogar. Para completar el confort, en esta pieza, había una estufa de mármol, la que se encendía las noches de invierno. En los dormitorios, los muebles eran también de caoba, con camas de bronce, de pabellón con cortinados de muselina blanca moteada, (las cujas como se las llamaba entonces). Los del gran comedor, eran de nogal; y en las dos alacenas que había —llamadas hoy placard— se guardaba la rica vajilla de plata, de cristal y de porcelana. Los patios, conservaron sus rosales y sus jazmines; en el segundo, estaba el aljibe con brocal de mármol con el balde y cadena de bronce; en el tercero, los parrales y el pozo. La huerta, también conservó, las higueras el horno, los columpios, etc. 10

La casa se conserva tal como la fotografió Paganelli hacia 1870. Es la parte antigua, de altos, del Colegio Santa Rosa en calle 24 se septiembre al 500. En 1983, el Pte. Julio A. Roca vino a Tucuman y se alojó en la casa. Cfr. Carlos Paez de la Torre (h) «Roca de visita en Tucuman», La Gaceta, Tucuman 18.07.2017


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Para que no faltara ningún detalle en esta mansión, una de las más importantes de esa época, don Vicente hizo colocar en lo alto de la azotea, una veleta metálica, muy novedosa, en forma de gallito giratorio; que servía para hacer conocer a la vecindad, la dirección del viento y los cambios del tiempo, y a los forasteros el confortable hogar de la familia: «Gallo-Terán».11 De las tres hermanas solteras, Micaela y Javiera, quedaron con su predilecta hermana Delfina, y continuaron ayudándola cariñosamente, en la atención de su hogar; siendo muy apreciadas por su afectuoso cuñado Don Vicente, el que se complacía de tenerlas al lado de ellos; y eran respetadas y muy queridas por sus sobrinas. Juana fue a vivir con su hermana mayor Dorotea; secundándola, en sus tareas maternales. Todos los hermanos, se conservaron unidos, después del fallecimiento de su señora madre.

En

la casa paterna

En esa época, la gente por lo general, era madrugadora; así que se almorzaba a las 11 horas y se comía a las 5 de la tarde; y después salían a dar una vuelta por la plaza o a visitar a sus relaciones; regresando las mamas a su hogar a las 8 de la noche que era la hora de dormir de los niños. Entrada la noche, uno de los puntos de reunión de la sociedad más distinguida de Tucumán, era: primeramente, la casa de los abuelos maternos de Delfín, Terán-Alurralde; y cuando estos fallecieron, continuaron estas tertulias intimas, en la casa nueva de sus padres, Gallo-Terán; las que tenían lugar en la salita de diario, llamada: «el Costurero», por ser donde cosían las damas; y allí se rezaba diariamente el santo rosario. Los señores, conversaban sobre las novedades del dia: de política, de ciencia, de religión, de artes, de comercio, etc.

11

El Doctor Eduardo Frías Silva me relató que Don Vicente hizo colocar los rostros de los niños, confeccionados en yeso, en el cielorraso de la sala, en lugar de los clásicos florones que se estilaban.


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Entre los concurrentes, podemos citar: al jefe de familia y dueño de casa, Don Vicente Gallo, su hermano Napoleón Gallo, sus cuñados Juan Manuel y Sixto Terán, sus parientes Dr. Ezequiel Colombres, Pbtero. Dr. Miguel Ignacio Alurralde, Manuel Paz, Mariano Alurralde, Javier López, Rufino Cossio, Florencio Sal, Pedro Ruiz Huidobro, Ambrosio Romero; sus amigos Agustín Justo de la Vega, Justiniano y Facundo Frías, y otros más. Las tenían de oyentes a sus esposas, sus hermanas y sus hijas mayores; las que, mientras hacían sus labores y mecían las cunas de los bebés, se instruían con estas ilustradas conversaciones, pues, en estos tiempos, era muy rudimental la instrucción que en las escuelas recibía la mujer. El rubito, en las primeras horas de la noche, dejaba sus juegos infantiles y venía a sentarse en las rodillas del cariñoso papá, y permanecía allí, hasta que daban las 8, hora en que la tierna mamá, le llevaba a dormir. Era tan encantador que todos le acariciaban. En la adolescencia, aprendidas sus lecciones y hechas sus tareas escolares, venían a escuchar las conversaciones científicas de sus mayores, nutriendo con ellas su bien equilibrado cerebro. Ya Delfín, en su primera juventud, participaba de estos debates íntimos que preparaban al futuro y notable abogado y Diputado Nacional; cuya fama, perdura, aun, después de 50 años de su prematura y sentida muerte.

Despertar

de la juventud

Al despertar la juventud, Delfín, con sus hermanos y con sus primos, cambiaron sus programas; muchas horas del día, lo pasaban en el Colegio o estudiando en la casa; pero, en las horas de recreo, se divertían recitando poesías e improvisando comedias; en unión de sus hermanitas. Las representaban en los salones del hogar; y tenían por auditorio, a sus mayores, quienes festejaban sus finas ocurrencias juveniles, en las que se destacaba el rubio. Por las tardes de invierno y por la noche en verano, concurrían a la retreta en la plaza principal, de nombre Independencia (paseo de moda en Tucumán). En los días festivos del


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primaveral invierno tucumano, formaban cabalgatas de mozos y de niñas, acompañadas de sus mayores, para visitar a las familias de los industriales de la caña de azúcar, que en tiempo de la cosecha residían en sus ingenios. Allí, a la sombra de los frondosos y perfumados naranjos, se deleitaban tomando el jugo de la caña y comiendo chancacas, tabletas y alfeñiques —productos de este jugo—. Tocaban la guitarra y cantaban tonadillas populares. Las niñas, se lucían bailando la graciosa cueca; y los mozos, en el zapateo del gato; (bailes estos puramente campestres.) A Delfín, que todo le gustaba, era entusiasta por el canto; y ya se iniciaba en el que empezaba a asomarle el fino bigote rubio, al joven distinguido y galante, que fue en su plena juventud. En estas sanas diversiones, Delfín con sus hermanos y con sus primos lo pasaban alegres y felices; sin ocurrírseles frecuentar las confiterías, que es muchas veces, la perdición de la juventud.

Año 1862. Bachiller El 25 de noviembre de 1862 Delfín Gallo cumplió 17 años; y en esos días en medio de aplausos, se recibió de Bachiller, en el colegio San Miguel de Tucumán regenteado por Monsieur Amadeé Jacques, estudios que fueron válidos para ingresar a la Universidad de Buenos Aires. Terminadas las vacaciones y al comenzar el año siguiente, el de 1863, su padre, presumiendo con su aventajado hijo, emprendió viaje con él a Buenos Aires, para inscribirlo en la Facultad de Derecho, por ser la carrera elegida por Delfín. Su cariñosa madre, al darle el abrazo de despedida, con tierna emoción le bendijo. El Señor Gallo, se hospedó con su hijo, en casa de su cuñado, Don Manuel Alcorta, esposo de su hermana mayor Doña María de Jesús Gallo; quienes vivían con sus hijos y su hermana soltera Rosario Gallo, en una espléndida casa propia, situada en la calle Florida, entre Cangallo y Cuyo. Don Vicente, muy unido con sus hermanas y cuñado siempre se hospedada al lado de ellos; para quienes era un halago, su visita anual. Así, Delfín,


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fue recibido con regocijo. Ya fallecido su tío, siguió viviendo al lado de sus dos tías, hasta el año 1875, que contrajo enlace. Al Señor Gallo, le costó separarse de su hijo; y se hizo retratar con él para llevarle este recuerdo a su buena esposa; pero regresó tranquilo, al dejarlo en tan buenas condiciones; recomendado además de la familia a algunos importantes amigos que tenía en Buenos Aires; entre otros: los doctores Bernardo de Irigoyen, José Benjamín Gorostiaga, Estanislao Frías, etc. Fue grande el vacío que este privilegiado hijo dejó en su hogar: muy lejos se encontraba de sus cariñosos padres y hermanos y no podrían verlo hasta diciembre. Entonces los viajes a las provincias eran largos y penosos se hacían en mensajerías o diligencias a Tucumán desde Buenos Aires, se ponían 15 o 20 días, y quizás más. Aún no había telégrafo y la correspondencia solo se recibía una vez por semana. Pero, es la misión de los abnegados padres: separarse de sus hijos mirando el porvenir de ellos; teniendo recompensa, el poder gloriarse con sus triunfos. Efectivamente, anualmente en diciembre, al venir el rubio al amado terruño, a presentar a los autores de sus días, sus sobresalientes clasificaciones, era recibido con júbilo en su dichoso hogar; en el que reinaba el bienestar

Vida

de estudiante

Mientras Delfín estudiaba Derecho, sus hermanos Vicente y Santiago, al recibirse sucesivamente de Bachiller en Tucumán, los trajo también el Señor Gallo a Buenos Aires, para que siguieran estudios comerciales, carrera elegida por ellos; para secundar a su padre, en sus múltiples ocupaciones, así el rubio acompañado de estos hermanos y atendidos cariñosamente por sus dos tías, lo pasaba agradablemente en esta Capital. Cada año Delfín, después de rendir exámenes, iba a pasar las vacaciones en el hogar paterno, llevando sus brillantes clasificaciones. Era recibido con regocijo, no solo por su familia, sino también, por toda la sociedad tucumana. Con la venida de los jóvenes universitarios en las vacaciones, es la época animada en las provincias. Se organizan fiestas y la juventud lo pasaba


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alegremente. En su época, andaba en primera línea el rubio, galanteando a sus bellas comprovincianas, cuya hermosura, tenía fama en esos tiempos. En casa se reunían todas las tardes, las primas y amigas íntimas de su jovencita hermana Carmen, entre ellas: Sofía, Restituta y Julia Terán, Mercedes Paz, Carmen y Dolores Colombres, (que casó con su hermano Vicente y padres del actual Dr. Vicente C. Gallo,) Arminda Sierra, Martina Ruiz Huidobro, Ugolina y Tomasa de la Vega, Gabriela Posse, Lastenia Molina, Agustina Roca y muchas otras. Detrás de estas bellas niñas, iban los jóvenes siguientes: Delfín, Vicente y Santiago Gallo, Manuel, Sixto y Brígido Terán, Bernardo, Alfredo y Celedonio Colombres, Juan y Martín Posse, Juan, Miguel y Ambrosio Nougués, Julio A. Roca, Ezequiel Molina, Eudoro Avellaneda, etc. Se hacía música, se bailaba y se recitaban poesías. Delfín era muy aficionado a la música y de naturaleza poética, con mucha gracia y con su timbre de voz armonioso, recitaba versos; algunos compuestos por él, dedicados a sus lindas comprovincianas. Ya se notaba en el joven universitario, al orador notable, que fue años después. Con sus ideas profundas y con su dulce voz, mantenía embelesado al auditorio, y a quien le oía una vez, le quedaba grabado en el oído, el eco de su armoniosa voz, como música arrobadora.

Año 1867. Doctor

en

Leyes

El 5 de junio de 1867, Delflin Gallo, de edad de 22 años, se recibió brillantemente de Doctor en Leyes, en la Facultad de Derecho de Buenos Aires, en unión con los jóvenes siguientes: Aurelio Prado y Rojas, Augusto Marcó del Pont, Octavio Bunge, Manuel Escobar, Pedro José Peña, Leopoldo Basavilbaso, Manuel E. Pinedo, Luis Beláustegui, Vicente Chas y esteban Duarte. El tema de su Tesis para doctorarse fue; «Estudio sobre la Complicidad». El afortunado padre, presenció la colación de grados, participando del triunfo de su primogénito; quien le entregó su diploma; correspondiendo como buen hijo, a sus desvelos paternales. El Señor Gallo, regresó en seguida al terruño, con su laureado


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hijo, para que llevara su diploma a su abnegada madre, que ansiosa le esperaba; recibiéndolo en sus brazos maternales, radiante de felicidad.

Episodio El Señor Gallo y su esposa, en buena situación financiera, eran apreciados y queridos, por su bondadoso corazón y por su generosidad. De Don Vicente, parco en sus palabras, pero pródigo en sus actos, se cuenta el episodio siguiente: «Un amigo suyo, General de la Nación, encontrándose una vez, en una situación precaria, se dirigió al Señor Gallo, solicitándole un valioso préstamo de dinero; y le enviaba como garantía, sus ricas charreteras militares. Don Vicente, le contestó amistosamente, mandándole la cantidad pedida y devolviéndole generosamente, las bien ganadas insignias militares, de su querido amigo; dispensándole de su deuda». Estos casos de generosidad del Señor Gallo, se repetían con frecuencia. Doña Delfina, de naturaleza expansiva, agraciada y muy caritativa también, se ganaba el cariño de todos. Con su consejo y con su óbolo oportuno, era el consuelo del doliente. Vestía correctamente, como lo exigía su posición social, pero con sencillez. Las valiosas joyas y los elegantes trajes, que su esposo le traía de Buenos Aires, los obsequiaba a sus sobrinas, que se iban casando. Don Vicente, que amaba tiernamente a «su rubia», le daba de libertad para disponer de su bolsa y de sus ricos obsequios. Delfin, en el físico y en el carácter, se parecía mucho a su madre, teniendo de su padre, la nobleza y rectitud de sus actos. Y de los dos, una alma grande y generosa.

Amistades El joven Delfín Gallo, ya Doctor en Leyes y Sub-Secretario de un Ministerio Nacional, 12 se vinculó con los hombres más 12

Fue subsecretario del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, que desempeñaba Nicolás Avellaneda (1868-1874).


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importantes de este tiempo. Además del distinguido grupo de ex condiscípulos universitarios, eligió por amigos, a los jóvenes siguientes; doctores también como el: Luis y Juan Carlos Lagos García, Carlos Pellegrini (quienes fueron después sus cuñados), Roque Sáenz Peña, Carlos Marenco, Miguel Cané, Pedro Goyena, Bernardo y Guillermo Solveyra, Eduardo Wilde (médico), Julio A. Roca (militar), Dr. Tristán Achával Rodríguez, Aristóbulo del Valle y otros más.

Año 1871. Acontecimientos

de familia

El 26 de enero, de ese año, encontrándose Delfin en Tucumán, se realizó el enlace de su hermana Carmen, con el ingeniero Julio Lacroze; intelectual porteño, miembro de una honorable familia. Apenas instalados en su hogar, los esposos Lacroze-Gallo, se declaró en Buenos Aires la Fiebre Amarilla, que tantos estragos hizo en esta ciudad. Delfin, que andaba con sus amigos visitando enfermos, contrajo la peste y contagió a su cuñado Julio, en cuya casa se enfermó. Carmen, joven de 21 años, de niña, mimada por sus padres, y de casada por su esposo, se encontró sola para atender con fortaleza a los dos tan queridos enfermos, atacados de un mal que con razón, a todos aterraba. Gracias a Dios, la peste los dió con carácter benigno, cedió el mal y prontamente sanaron.

Casamiento

de

Vicente

A los cuatro meses de casada Carmen, el 10 de abril, celebrando el 29 aniversario del casamiento de sus padres, contrajo enlace su hermano Vicente, con su prima Dolores Colombres, interesante niña, adornada de bellas prendas físicas y morales; (hija del Dr. Ezequiel Colombres, primo hermano de Doña Delfina y amigo íntimo de Don Vicente, notable facultativo, hombre de talento y de destacada actuación política: formó parte del Congreso Ad-Hoc, reunido en Paraná, en el año 1853, fue Senador Nacional por su provincia natal y ocupando este puesto,


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falleció repentinamente en Buenos Aires, el 16 de junio de 1882. Su madre, Doña Zoila Gutiérrez, virtuosa dama muy amiga de Doña Delfina, era hija del General Celedonio Gutiérrez, que fue Gobernador de Tucumán.) Por la estrecha amistad y parentesco que había en las familias de los contrayentes, esta boda se efectuó con gran regocijo. Fue la última nota feliz en la familia paterna de Delfín; porque, desgraciadamente, poco después, su madre, empezó a sentir los primeros síntomas de la terrible enfermedad, (un temor maligno), que unos meses después, la llevó al sepulcro.

Avisos

afligentes

En este mismo año de 1871, el señor Gallo, que rodeaba de comodidades y confort a su familia, acaba de construir una espaciosa casa solariega de recreo, en la quinta, en la que Delfín con sus hermanos y primos, realizaban sus alegres paseos infantiles. Viendo Don Vicente, que su inmejorable esposa se destruía, debido a la persistente dolencia que sufría, resolvió ese invierno, ir a habitarla con su familia, esperando que el aire puro y tranquilidad del paraje, la restableciera. A principio del mes de septiembre, estando los padres de Delfín en esta quinta, con sus hijas Manuelita y Delfinita y acompañados por su hijo Vicente con su joven esposa Dolores; y en Buenos Aires, Delfín con sus hermanos Napoleón (estudiante de derecho) y Santiago (enviado por su padre, por negocios, en reemplazo suyo, por no poder ir a causa de la grave enfermedad de su esposa). Fue cuando Delfín, recibió de Tucumán, una carta de su tío el doctor Ezequiel Colombres (quien como dijimos era primo de su madre, amigo íntimo de su padre y ahora suegro de su hermano Vicente). En esta carta él decía lo siguiente: «En contestación a tu carta, preguntándome por el estado de la enfermedad de tu madre, con sentimiento debo decirte, que desgraciadamente el mal avanza rápidamente; así que es conveniente, apresures tu venida. No me atrevo a comunicar a tu pobre padre este diagnóstico fatal, temiendo la impresión terrible


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que le produciría. Aunque él no lo pregunta, pero sospecho que se da cuenta del estado de gravedad de su rubia, porque lo noto preocupado y cabizbajo». Con esta noticia y llamado tan afligente, Delfín se ocupaba en arreglar sus asuntos de abogado y secretario, para ponerse en viaje con sus dos hermanos varones, lo más pronto posible. Y ya, dispuestos a partir, a fines de septiembre, reciben de su hermano Vicente, un inesperado aviso, más o menos en estos términos: «Nuestro padre, gravemente enfermo de neumonía, vengan inmediatamente». Emprendieron viaje precipitadamente, para ver de alcanzar con vida a sus beneméritos padres y recibir su última bendición. Aún no había telégrafo a Tucumán y la carta, tenía ya 15 días de escrita.

Itinerario

de viaje

Se salía de Buenos Aires, a las 8.p.m. en ferrocarril, por vía Norte hasta Campana; donde se embarcaban en un pequeño vapor que llegaba a Rosario por la mañana; se pasaba el día y la noche, en esta ciudad; (entonces los trenes no andaban de noche) al día siguiente, a las 7.a.m. se tomaba el tren para llegar a Córdoba a las 7 p.m. Se dormía allí, y se esperaba la mensajería, hasta el día de salida, que era una vez por semana. Duraba el viaje en mensajería, hasta Tucumán, de 12 a 15 días aguantando la lluvia, la tierra, el frío y el calor. Se dormía en las postas, que eran ranchos miserables de paja; llenos de bichos, los más temibles las vinchucas; por lo general, no había catres y los pasajeros, extendían en el suelo de tierras, sus colchones y sus mantas que llevaban en el equipaje, en el techo de la galera o mensajería; muchas veces no encontraban ni que comer.

Angustioso

viaje

Cuando llegaron Delfín y sus dos hermanos a Córdoba, no era día de mensajería, ha había partido. ¿Cómo esperar una semana?... La salida de ellos era urgente… Entonces contrata-


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ron un baqueano y alquilaron caballos; y montados en ellos, viajando de dia y de noche a galope tendido, hasta alcanzar la Galera.

Desgarradora

llegada

Por el 10 de octubre, Delfín y sus dos hermanos, recién pudieron llegar a su hogar. Se paró la mensajería, en la casa paterna, en cuya puerta entornada, con el largo crespón negro en el llamador de bronce (a usanza de la época) los esperaban: su hermano Vicente y los tres jefes principales de la familia, que eran sus tíos: don Napoleón Gallo, Don Juan Manuel Terán y Doctor Ezequiel Colombres. Sus trajes de riguroso luto y sus semblantes contristados, les reveló la terrible realidad: su padre, ya no existía…13 su madre, estaba próxima a seguirlo… Sin valor para articular palabras se estrecharon en un expresivo y doloroso abrazo. Sofocando su intenso dolor, entraron Delfín y sus hermanos a su desolado hogar. Qué distinto a sus llegadas anteriores, donde todo era goce y alegría... Qué cambio tan espantoso se ha efectuado en el hogar paterno de Delfín, en el que antes irradiaba felicidad... Abrazados de sus hermanitas Manuela y Delfina, y de su cariñosa cuñada dolores, las tres bañadas en lágrimas, se encaminaron a la alcoba de la madre querida; la que, postrada en su lecho, haciendo esfuerzo supremo, se enderezó y estrechó sollozando sobre su corazón materno a sus tres hijos recién llegados. «Qué emocionante cuadro…»

13

«En esta ciudad de San Miguel de Tucumán, el 17 de septiembre de 1871, en su casa recibió el Sacramento de la Penitencia, el Viatico y la Extremaunción, por mi mano y murió de Costado en la Comunión de nuestra Santa Madre Iglesia D. Vicente Gallo de edad de sesenta y seis años, casado con doña Delfina Terán, su cadáver fue sepultado en el cementerio de esta Iglesia Matriz con Oficio Cantado y para que conste lo firmo, Estratón Colombres. Cura Rr. Into.» En: Archivo Parroquial de la Catedral de Tucumán.


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Permanentemente acompañaban a la querida enferma, además de sus hijos y de su nuera, sus hermanas, las dos mayores: Dorotea, viuda de Don Manuel Paz, y Micaela, que vivía consagrada a su predilecta hermana mayor Delfina y su piadosa sobrina doña Elmina Paz de Gallo de la que ya hablamos anteriormente.

Doña Lucía Aráoz

de

López

También la velaba y no se apartaba de su lecho de sufrimientos, su cariñosa prima hermana, Doña Lucía Araoz de López. Virtuosa dama, muy probada por los sangrientos sucesos políticos que rodearon su vida, era hija única del ex gobernador de Tucumán (1822-1825), el Coronel Don Diego Araoz y de doña Micaela de Alurralde, hermana mayor de Doña Mercedes de Alurralde de Terán la abuela materna de Delfín. Doña Lucía, notable en su juventud, por su belleza física y moral; y sobre todo por su gran patriotismo, todos la llamaban cariñosamente «la rubia de la patria». Pues fue ella, niña en los albores de su juventud, la que llevó al Congresal del Año 1816, por La Rioja, Fray Justo Santa María de Oro O.P. el mensaje del Pueblo: «Que, al ser Proclamada la libertad, de los pueblos de las Provincias Unidas del rio de la Plata, las masas querían ser gobernadas por una República y no, por una nueva Monarquía». Esta bella niña casó con el Ex Gobernador de Tucumán (18211822 y 1828-1830), el General Javier López; quien fue fusilado por enemistades políticas, por orden del Gobernador de Tucumán, el Coronel Alejandro Heredia, el 25 de enero de 1835.14

14

Javier López, el 24 de enero de 1836, escribe a su esposa: «Los caprichos de la suerte o mi destino llegado me conducen al patíbulo a las 10 de este día, después de unas cuantas horas de estar en capilla. Adiós dulce compañera. Cría pues, como Dios te ayude a esos ocho desgraciados frutos de nuestro enlace conyugal, viviendo al lado de tus queridos y ancianos padres que te ayudaran el tiempo que viviesen. Muero libre de todo remordimiento y a la vida eterna no llevo otro pesar que dejar a mis hijos y a la compañera más fina que se conozca. Javier López». Colección


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Doña Lucía, quedó viuda joven, pobre y con 8 hijos pequeños. Su fortaleza en sus sufrimientos fue la Religión, para educar cristianamente a sus hijos. Vivía con sus hijos y sus nietos, en una espaciosa casa colonial, heredada de su madre, contigua a la de las familias Gallo y Terán. Doña Lucia, era más de 20 años mayor que su prima Doña Delfina.

Doloroso

relato

Pasada esta fuerte y consoladora emoción, Doña Delfina, con sus fuerzas extenuadas, se adormeció, mientras ella dormitaba, Delfín, con sus hermanos y abrazados con sus hermanitas Manuela y Delfina, acudieron a la huerta, testigo de sus alegres juegos infantiles y hoy, de su dolor filial, a desahogar su comprimido llanto; y que no llegaran a oídos de su dolorida madre. Allí, Delfín y sus hermanos recién llegados, piden detalles de lo ocurrido en ese lúgubre mes de septiembre, de la inesperada muerte de su padre. Vicente, único hijo varón que le tocó encontrarse en ese doloroso suceso, les hace el relato siguiente: Don Vicente, que andaba muy preocupado y entristecido con la suma gravedad de su esposa contrajo un fuerte resfriado en los primeros días de septiembre; y el día 10, se le declaró una mortal neumonía. En los pocos días que duró su rápida y mortal enfermedad, a Doña Delfina con su enfermedad tan avanzada, imposibilitada de caminar, la levantaban de la cama, la sentaban en un sillón y la llevaban al lado del lecho de su esposo, moribundo. A los 7 días, el Domingo 17, a las 5 a. m. el Rdo. Padre Agustín Romero, O.M., amigo y director espiritual de la familia, celebró la Santa Misa, en el Oratorio, que los esposos Gallo, tenían en su casa quinta, con el privilegio obtenido de la Autoridad Eclesiástica, para que Doña Delfina, ya imposibilitada de salir, de su casa, pudiera cumplir con este precepto, los Domingos y días de fiestas, con todo el personal de su casa. Don particular. Transcripto por Carlos Páez la Torre (h) en «Historia de Tucumán», pág. 435. Plus Ultra, Buenos Aires 1987.


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Vicente, ya desahuciado por los médicos, desde su lecho, contiguo al Oratorio y teniendo a su lado a su angustiada esposa, la oyeron fervorosamente, fortaleciéndose ambos, para la próxima y breve separación terrenal; pues muy pronto, se reunirían, en el seno del Señor. Al Señor Gallo, se le administraron los últimos Sacramentos. Parece que solo esperaba la recepción de los auxilios divinos, para remontar su vuelo a la Eternidad, porque en seguida perdió el habla y comenzó su penosa agonía que duró 5 horas entregando su piadosa alma a Nuestro Creador, a las 9 h. a. m., mientras los reverendos Padres Dominicos le daban las absoluciones de la Tercera Orden Dominica y la del Santísimo Rosario. Tenía 61 años de edad. Rodeaban su lecho, este mismo grupo íntimo de familia, que ahora siguen cuidando y atendiendo a su desolada viuda, en sus últimos días que le quedan. Al día siguiente, sepultado el señor Gallo, la familia dejó la quinta y se instalaron nuevamente, en su casa de la ciudad; donde había más recursos para la gravedad de Doña Delfina. Allí los encontró Delfín y sus hermanos, en su triste llegada.

Desenlace

fatal

Doña Delfina, con la llegada de sus tres hijos, sintió un alivio en su intenso dolor de viuda; pero, le faltaba su hija Carmen. Sus hijos le avisaron que, porque acababa de ser madre, no había podido venir a su lado, para consolarla presentándole su primera nietita, nacida en días tan aciagos para esta familia. Ella en medio de sus sufrimientos, exclamaba: «Me parece que, si viera a mi hija y acariciara a mi nietita, había de sanar». Se distraía haciendo preparar el ajuar para la recién nacida, privada de las tiernas caricias, de sus abuelitos maternos. Pero estaba decretado por Dios llevarla prontamente a su mansión de las almas Justas, para reunirla a su digno marido. Así fue, confortada por los Santos Sacramentos y bendiciendo a sus hijos, entregó su bella alma a Nuestro Creador, el 17 de octubre a la 1 p. m. Justo al mes de la muerte de su digno esposo. Tenía 48 años.


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Sentido

duelo

Toda la sociedad tucumana, se conmovió de la sentida muerte de los esposos Gallo Terán; y participó del intenso dolor de su familia. Los ricos perdieron a estos sinceros amigos, y los pobres, quedaron privados de la protección de estos protectores. Hasta el jardín del hogar, tomó parte de este duelo general; pues, cuando sacaron el cadáver de Doña Delfina, los amplios patios de la casa, estaban cubiertos de flores, dando la despedida eterna a su dueña. Al día siguiente, las fragantes rosas, amanecieron marchitas; y terminaron por secarse estas plantas, por carecer de riego, pues, faltaban la orden y mano jardinera de los jefes de este desolado hogar. De los jardines de Doña Delfina, solo quedaron para recuerdo de sus hijos: los jazmines y dos esplendidas magnolias, en los patios; y en la huerta, los parrales y la famosa y añeja higuera que fue plantada por la abuela materna Doña Mercedes Alurralde Aún estaban calientes los restos de sus queridísimos padres; y latente la honda pena que han sentido Delfín y sus hermanos, con la pérdida de los autores de sus días, cuando en Tucumán, surgió, la candidatura de Delfín Gallo, para Diputado Nacional. El día que en medio de aplausos y de atronadores; «Vivas al Doctor Delfin Gallo» fue proclamado para ocupar esa banca, en el Congreso, en representación de su provincia natal.15 Terminados los discursos de felicitaciones, el recién proclamado, contestó, con vibrantes palabras de agradecimiento, la entusiasta ovación que recibía de sus comprovincianos; iniciándose, en este palpitante discurso político, el brillante orador parlamentario, que fue en adelante, el Doctor Gallo. Concluidos los discursos. Gallo fue acompañado triunfalmente, continuando los atronadores: «Vivas» hasta la puerta de la casa, la que, por el reciente duelo, permanecía entornada, con el negro crespón en el llamador. Los manifestantes, respetando el duelo de la familia, se retiraron silenciosamente.

15

CFR. Carlos Páez

de la

Torre (h)…» Delfín Gallo…» Op. Cit.


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En la calle, acompañaron a Delfín, sus tres hermanos varones, Vicente, Santiago y Napoleón; y sus numerosos tíos y primos. Gloriándose todos ellos, con el triunfo del hermano y pariente; quien, con sus brillantes dotes, era de tantas esperanzas para nuestro país. En el interior de hogar del Delfín, a sus hermanitas Manuelas y Delfina, acompañadas de su cuñada Dolores y de sus cariñosas tías y primas, les llegaron el eco de la imponente manifestación de simpatía que recibió este aventajado hermano mayor; y a través de sus lágrimas, con grata emoción la escucharon. ¡Oh! Si hubieran vivido los padres de Delfín, cuanto hubieran gozado con este triunfo de su hijo primogénito; ¡y que suntuosa recepción hubieran dado en su hogar, celebrando este fausto acontecimiento! Pero, desde la eternidad, de las almas justas, velaban por la felicidad de sus amados hijos; por esto, esta ovación política, vino a suavizar la pena de Delfín que: «nacio entre luces y vivio entre aplausos». Delfín, acababa de cumplir 25 años de edad.

Casamiento

de

Santiago

Santiago, que estaba próximo a contraer enlace en Tucumán, con la interesante Señorita Mercedes Molina; no existiendo sus padres y radicados en Buenos Aires sus hermanos —menos él y Vicente, que quedaron en Tucumán, atendiendo los intereses de familia—, vino a Buenos Aires en el mes de marzo de 1874, a invitarlos, fueran a acompañarlos en este solemne acto de su vida. Su hermano mayor Delfín, con gran sentimiento de su parte, como Diputado Nacional, no podía en invierno, época de las sesiones del Congreso, alejarse de la Capital. Carmen tampoco podía ir, por sus deberes de esposa y de madre; sus múltiples ocupaciones, no le permitían realizar este largo viaje con toda su familia. Aun no existía el ferrocarril a Tucumán; así es que, continuaban los largos y penosos viajes; y lo menos que se necesitaba para ir y volver, era un mes; sin contar la estadía allí. Así es


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que Santiago regresó acompañado de sus hermanos; Napoleón, Manuela y Delfina; que son los que pudieron ir. Realizándose el casamiento el 23 de abril. La joven desposada, era hija de Don Exequiel Molina y de Doña Elvira Cossio; distinguida familia, muy vinculada por la amistad con la familia Gallo-Terán. Esta niña, era íntima amiga de Manuelita; y su hermano mayor Exequiel, fue compañero de Colegio de Delfín y juntos se recibieron de Bachiller en Tucumán. Su tío abuelo, el Exmo. Obispo, Mñor. José Agustín Molina, antes de su consagración, fue prosecretario en el Congreso Nacional el 9 de julio de 1816, reunido en Tucumán, era ahijado de la bisabuela materna de Delfín, doña Isabel Ávila de Alurralde. Santiago Gallo, fue Gobernador de Tucumán, en los años de 1884 a 1886 querido y respetado por sus comprovincianos, hizo un buen gobierno.16

En Tucumán Al comenzar el invierno de 1880, época en que tuvieron lugar las elecciones para nombrar el Presidente que debía reemplazar al Doctor Nicolás Avellaneda, el que el 12 de octubre terminaba su período presidencial, debido a los graves disturbios políticos que hubieron en el país, el Doctor Gallo, como Diputado Nacional, entonces lo era por Buenos Aires, disuelto el Congreso, se vio obligado a alejarse de Buenos Aires; yendo a refugiarse a Tucumán, su provincia natal, con su esposa, sus tres hijitos y su suegra.17

16

Delfina Gallo escribió una reseña biografíca de su hermano Santiago, la que conservo. 17 Delfin Gallo de 29 años, casó con Aniceta Lagos García, porteña de 19 años, en Buenos Aires el 25 de junio de 1875. Fueron padrinos Napoleón Gallo y Josefa García de Lagos. Aniceta era hermana de Carolina Lagos, esposa del Dr. Carlos Pellegrini, amigo de Delfin. Tuvieron 6 hijos. Delfin murió de «erisipela interna del cerebro» (sic) en 1889 y su esposa le sobrevivió 33 años muriendo en 1992 a los 67 años. Estos datos, síntesis, proporciona Delfina en su escrito.


S. Peña de Bascary, «Vida cotidiana en Tucumán (1845-1880)»

El gobernador Santiago Gallo, su señora Mercedes Molina y sus hijos mayores.

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Delfín con su familia, se hospedó en la casa que tenía en la ciudad su hermano Santiago, situada en la calle Muñecas Nº 30, a la vuelta de la casa paterna; quien, cariñosamente, se la puso a su disposición; pues, él con su esposa y sus tres hijitos, varones, los meses de la cosecha de azúcar, lo pasaba atendiendo el Ingenio Gallo Hnos. de nombre «Lujan» situado en el departamento de Cruz Alta, a tres leguas de distancia, hacia el Este, de la ciudad de Tucumán. Su hermano Vicente, que era el que atendía en la ciudad el Escritorio Gallo Hnos. Fue el que quedó con su familia, ocupando la casa paterna. Ese año, ya tenía este matrimonio, tres hijitas mujeres y un varón que era el segundo de cerca de 7 años de edad, el actual Dr. Vicente C. Gallo, de tanta actuación política como su tío Delfin. Ese invierno, estaban también en la casa paterna, sus hermanos Napoleón y Delfinita, Y estaban en Europa, sus hermanas Carmen, Manuelita con su cuñado Lacroze y sus tres hijitos. Delfín y su familia, fueron recibidos con regocijo en Tucumán, siendo atendidos afectuosamente, por su numerosa familia y relaciones. Estas manifestaciones de sincera simpatía, que recibió Delfin de sus comprovincianos, mitigaron en su corazón sensible, el hondo vacío que, en su terruño, habían dejado sus honorables padres. Encontrándose Delfín con su familia, en su tierra natal, en el mes, en el que comienzan los fragantes azahares, el 9 de agosto, nació su hija Celia, la «tucumanita», rubia, de ojos celeste claro, como su padre y su abuela paterna. Esta niña, fue recibida con doble entusiasmo por ser la primera hija mujer, después de tres varones.18 En primavera, ya calmados los ánimos políticos, regresó Gallo con su familia a Buenos Aires, para encontrarse el 12 de octubre en la toma de posición del mando, del nuevo presidente y amigo, el General Julio A. Roca.19 18

Celia Gallo Lagos casó con su primo Vicente Carmelo Gallo. Esta fue la penúltima estadia de Defín Gallo en Tucuman. Posteriormente (1886) hizo una ultima visita. Estuvo en la Sociedad Sarmiento, 19


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Vicente Gallo Terán. Oleo de Naum Peck.

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Conclusión Esta fue una síntesis del escrito de Delfina Gallo, en el que describe usos y costumbres en Tucumán entre 1845 a 1880. Son sus recuerdos, sus vivencias personales de la vida cotidiana en ese tiempo, vinculados a su familia. Personalmente, lo que más me interesó son las descripciones de la casa de la abuela, la de sus padres, la huerta, los juegos de los niños, las reuniones con amistades, las largas travesías a Buenos Aires, a donde se viajaba continuamente por negocios o estudios, los casamientos, la religiosidad, los duelos, alegrías y dolores. En fin, la vida y sus contrastes. En un período difícil, en que terminan las guerras civiles y comenzaba la Organización Nacional. La autora relata con lujo de detalles y mucho sentimiento —por momentos conmovedor— algunos acontecimientos familiares, con un estilo peculiar y muy de la época. Creo que el texto brinda numerosos datos para estudiosos de usos, costumbres y vida cotidiana. Eso es lo que consideré más destacable para darlo a conocer.

donde estampó su firma en el álbum. Confesó que lo maravillaban no sólo el progreso material, sino también el intelectual de su provincia. Treinta años atrás, sólo había un par de escuelas y unos 200 alumnos. Ahora, encontraba que 10.000 niños asistían a 110 escuelas. Se congratulaba de esa «luz que avanza sin cesar» y que disipaba las sombras: «sólo la pasión o la ceguedad del hombre pueden detenerla»; cfr. Carlos Paez de la Torre (h), Delfin Gallo... op. cit.


E. Perilli de Colombres Garmendia, «Joseph Redhead, entre Tucumán y Salta»

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Joseph Redhead: entre Tucumán y Salta Elena Perilli

de

Colombres Garmendia

n los primeros años del siglo XIX ingresaron al territorio americano profesionales formados en centros educativos altamente especializados. Emigraban ante la inestabilidad política derivada de los avances napoleónicos, o también con fines de estudiar las posibilidades que brindaban nuestro suelo y nuestra gente. Al llegar al Rio de La Plata algunos se unieron a la causa patriota, a la que contribuyeron con sus conocimientos específicos. Insertos luego en la vida civil, continuaron desarrollando diversas actividades. Propósito de este artículo es dar noticias sobre la vida de Joseph Redhead, como médico y naturalista en el siglo XIX. Joseph James Thomas Redhead nació en Escocia en 1767. Médico, actuó en la Salta colonial, destacándose con otros facultativos como Roberto Martín Miln y Antonio Castellanos Saravia. No obstante, poco se conoce sobre él. Bernardo Frías le llamó «médico afamado y popular de Salta». Por su parte Bartolomé Mitre, que fue el primero en ocuparse de Redhead, dijo que era escocés de nacimiento, Frías lo califica como inglés y Mario Belgrano erróneamente lo llama americano. Por lo tanto, su lugar de nacimiento es muy discutido.1

Algunos autores sostienen que nació en Antigua (por lo tanto británico), según informa Andrew Graham Yool, en La Colonia Olvidada, Emecé, 1


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Se conjetura que al llegar a Buenos Aires, para no denunciar su origen inglés, se declaró originario de Connecticut, ya que en esos años Inglaterra se hallaba en guerra con España. Por sus acreditados títulos, se le autorizó a «ejercer su profesión en todo el Virreinato del Río de la Plata». Señala el historiador jesuita Guillermo Furlong que «Don José Redhead dijo que era de Norteamérica, natural de Connecticut, que profesaba la Religión Católica y, soltero, no tenía más bienes que los cortos muebles de su arte».2 Agrega Mitre noticias sobre su vida en Europa. Cuando era niño, se trasladó a Escocia, donde cursó sus estudios en el Real Colegio de Edimburgo. Continuó los superiores en la Universidad de dicha ciudad, la mejor de su época, en la que en 1789 se graduó como médico. Soltero, católico, estudió en efecto Ciencias Físicas y Naturales en Edimburgo, bajo la dirección del afamado doctor William Cullen, escritor de Medicina muy reconocido. Pasó después a la Universidad de Gottingen, para ampliar sus conocimientos. Allí fue compañero de Guillermo IV y del Barón Alexander Von Humboldt. Habría sido este último quien dio a Redhead un itinerario para explorar las provincias del norte argentino. También habría tenido contacto además con Aimé Bonpland, en Francia durante su visita a la Universidad de París. Interesa tanto su labor médica como la científica, pionera, en una etapa tan temprana. Viajó por Italia, Rusia y Francia coincidiendo su estadía con el peor momento de la revolución. Allí se contactó con Jean N. Corvisart, médico de Napoleón Bonaparte. También

p. 415, 2000, cit por Ricardo N. Alonso y Antonio D. Sorich, Joseph Redhead y la Ciencia Colonial, Salta 2008, pág. 24. También lo afirma Miguel de Asúa en Una gloria silenciosa. Dos siglos de la ciencia en el Plata (Bs. As., 2010). 2 Guillermo Furlong Cardiff. SJ. Médicos Argentinos durante la colonia hispánica, Cultura Colonial Argentina VI, (Bs As, 1947), p 150.


E. Perilli de Colombres Garmendia, «Joseph Redhead, entre Tucumán y Salta»

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Alexander Von Humboldt.

en Francia habría conocido a Bonpland, como ya dijimos, en la Universidad parisina.3 3 Aimé Bonpland (1773-1858) llegó al Plata en 1817 y se estableció un año después en Corrientes y Misiones. Fue compañero de viaje de Humboldt e hizo importantes trabajos como botánico Cfr. Ricardo N. Alonso y Antonio D. Sorich, Joseph Redhead y la ciencia colonial. (Salta 2008).


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A poco de llegar, en el fragor de la revolución, fue encarcelado con muchos de sus conciudadanos. Encerrado en la Bastilla, permaneció allí durante catorce meses, con sus compañeros de encierro que en su mayoría eran de rango y fortuna. Luego, el gobierno dictó un decreto autorizando a los extranjeros a ejercer su profesión, lo que permitió a Redhead obtener su libertad, aunque durante un tiempo vivió en la mayor miseria y aflicción en todos los aspectos. La guillotina trabajaba constantemente y la vida de cada persona estaba continuamente amenazada. De vuelta a su país, se dedicó a estudiar y ahondar en el conocimiento de las Ciencias Físicas y Naturales. En 1803 fue comisionado por el gobierno de Escocia «para hacer estudios sobre los secretos naturales de América». Con la finalidad de conocer y estudiar esos secretos de la flora y fauna, llegó a Buenos Aires en 1803. (Carlos Romero Sosa señala que Mitre se equivoca al fechar su llegada en 1805). Esto se desprende de un documento publicado en 1803, por el profesor Beltrán en su Historia del Protomedicato, institución creada para combatir el curanderismo y encargada de pasar a los profesores de farmacia la lista de médicos y cirujanos habilitados para ejercer. En ese documento de 1803, figura Redhead conjuntamente con los doctores Miguel Gorman y Cosme Argerich, con la debida autorización. También Mitre afirmó que a poco de su llegada a Buenos Aires, Redhead pasó hacia el Alto Perú en compañía del doctor Moro quien desempeñaba entonces la presidencia de la Audiencia de Charcas. Pero el propio Redhead dice que pasó de viaje con Muñoz y San Clemente, desde Buenos Aires hasta Potosí. En 1806 viajó a esa ciudad para hacer experiencias antivariólicas, acompañando a don Francisco Muñoz y San Clemente, a la provincia del Cuzco. Narraba: «Me determiné a este viaje principalmente porque debiendo atravesar parte de la cordillera y subir a elevaciones grandes, se me ofrecía una ocasión favorable de hacer algunas observaciones sobre una materia que había excitado mi curiosidad: la dilatación progresiva del aire atmosférico»; sobre este escribió y publicó


E. Perilli de Colombres Garmendia, «Joseph Redhead, entre Tucumán y Salta»

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Cerro de Potosí en antiguo grabado.

un interesante folleto, años más tarde. No pensaba entonces que llegaría el caso de comunicar al público los resultados de sus investigaciones. En ese trabajo, Redhead cuenta haber realizado algunas observaciones en las montañas de Jujuy y haber medido la elevación del cerro de Potosí. Esto último condujo a que se le considerase como un precursor del célebre geógrafo Martín de Moussy y como un antecedente singular en la historia de la ciencia. En Rosario de Lerma, realizó estudios sobre fiebre tifoidea y paludismo. Por su parte, el naturalista-médico Scrivener puntualizó que Redhead llegó en 1809 en el séquito del Virrey Cisneros, al que acompañó por varias provincias de la jurisdicción, desde Buenos Aires hasta el Desaguadero del Alto Perú. En


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Antigua fotografía de la ciudad de Salta.

ese recorrido pasaron por Salta, donde disfrutó mucho de su belleza, suavidad del clima y carácter de los habitantes. Ya en el Alto Perú, estudió la geología y midió los altos de Potosí, Illimani, y otras montañas que forman la cadena de la Cordillera. Estuvo varios meses que aprovechó para anotar numerosas observaciones con fines científicos, y luego regresó a Salta. Se afirma que desde 1809 estuvo radicado Redhead en Salta, pero no en la ciudad, sino en las afueras, y según parece ejercía la profesión solo por amistad. No tenía fortuna ni más bienes que unos pocos muebles; su preocupación máxima fue el estudio de la Botánica y la Teratología, disciplina esta última que, dentro de la Zoología estudia las criaturas anormales. «Las plantas medicinales de la región despertaron su curiosidad; hizo herbarios de ellas; estudió sus propiedades y


E. Perilli de Colombres Garmendia, «Joseph Redhead, entre Tucumán y Salta»

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clasificó algunas especies», asevera Romero Sosa. Coleccionó muchas ya que era partidario de la terapéutica familiar, y se cuenta que decía: «Todas las drogas deben prepararse en las casas de familia. Las farmacias hacen lo mismo y duplican o triplican su costo».4 Redhead, personalmente, enseñaba cómo preparar los medicamentos, recetas que fueron guardadas celosamente y siguieron vigentes muchos años después. Enseñaba él mismo a elaborar las medicinas: con la «Pichana amarga» trataba las fiebres, y al «oleum serpentorum» lo empleaba para otros padecimientos, etc. En un mundo con especies poco conocidas, resultaba inevitable la aparición de naturalistas y exploradores nativos y extranjeros que anticiparan, con sus estudios, la formación de los centros e instituciones que surgirían posteriormente. Muchos de los remedios empleados eran ya clásicos en la farmacopea indígena y luego serían ampliamente aceptados por los españoles y criollos. Algunos de ellos fueron: tártaro emético, alcanfor, quina, ungüento de altea, piedra de Lipiz, emplasto de ranas, ungüento de mercurio, ungüento amarillo, flor de violeta, piedra infernal, confortativo de Vigo, extracto de Saturno, aceite de almendras, mercurio dulce, nitro purificado y puro, alusema, ungüento blanco, sal amoniaco, bálsamo católico, ungüento de soldado, opio, bejuquillo, alumbre de roca, láudano, etc.5 Su apellido recibió grafías diversas; «Redead», «Redeal» o «Redear» y las clases cultas lo consideraron un sabio, según Bernardo Frías y Joaquín Castellanos. Hasta entonces, el único médico conocido en Salta era el doctor Roberto Martín Miln al que llamaban «Miller», quien se había instalado junto a José María Todd, farmacéutico de profesión, ambos llegados a Salta Carlos Gregorio Romero Sosa, Tres médicos coloniales en Salta, Miln, Redhead y Castellanos, (Buenos Aires 1944). En cuanto a la preparación de remedios caseros, su actitud cambiará más adelante. En 1833, le parecía «reprensible la preparación de remedios caseros». 5 Ramón Leoni Pinto, «Sociedad y sanidad en Tucumán (1810-1825)». Inédito. 4


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en 1805. Miln falleció en 1830, estando Redhead ya integrado a la sociedad salteña y gozando de gran prestigio. Sobresalía como clínico y obstetra: era conocedor de la medicina de los indios chiriguanos, y cuenta la tradición que, en casos de parto hacía hervir agua y después de entibiada indicaba entrar en ella a la parturienta. Esta daba a luz dentro de la bañadera, como medio de prevenir a esta y al niño de una infección microbiana aérea, Sostenía que los gérmenes eran menos virulentos en el agua que en el aire. (Relato trasmitido por José María Leguizamón).

Decidido

patriota

Al finalizar el siglo XVIII no existía en Tucumán ningún facultativo debidamente acreditado, como tampoco un servicio regular hospitalario. Al estallar la Revolución de Mayo y con la movilización de tropas, las cosas cambiaron para esta ciudad en lo que a servicios sanitarios se refiere, pues los ejércitos se movían con médicos cirujanos y parque sanitario. Con ese ir y venir se instalaron en Tucumán hospitales para soldados enfermos y hospitales de sangre para atención de los heridos. El sistema no era del todo completo, pero sí más organizado y competente. Redhead no quiso participar en forma activa en la guerra, por su condición de extranjero, pero sus simpatías lo acercaban a los patriotas y le ganarían la persecución realista. Tuvo que emigrar de Salta y pasar a Tucumán, pese a contar con influyentes amistades salteñas, como Nicolás Severo de Isasmendi y el Deán doctor Vicente Anastasio de Isasmendi. Cuando avanzaban las tropas de Tristán, buscó amparo en el campamento de Belgrano y se convirtió en fiel colaborador y amigo del general.6

6

Antonio Torres, Historia Médica del Tucumán, (Tucumán, 1969).


E. Perilli de Colombres Garmendia, «Joseph Redhead, entre Tucumán y Salta»

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En el año 1812 se encontraron en la ciudad, inesperadamente, varios profesionales, entre los que se contaba a Joseph Redhead. Afirma la historiadora Sara Peña de Bascary que «San Miguel de Tucumán en 1812 era una comunidad sujeta a los cambios que se producían por el impacto revolucionario y la guerra», una aldea colmada de soldados que duplicaban su población. Su aspecto era precario. Las calles no estaban empedradas y la circulación era insalubre durante la sequía, por el polvo y durante las lluvias por el barro. Para su población de más de 5000 personas, el ámbito de socialización por excelencia era la plaza, ocupada por todos los sectores sociales. Su actividad como mercado la hacía el lugar más animado y dinámico de la ciudad. Las calles eran diariamente, el ámbito lúdico, donde toda clase de gente jugaba a la pelota, y también campo de carreras para alocados jinetes. En carnaval, la población transgredía las normas establecidas. Otra costumbre que se desarrollaba en las calles eran las serenatas nocturnas. La ciudad estaba iluminada con faroles de papel, que se colgaban al anochecer en los frentes de las casas y se retiraban diariamente; se utilizaban candiles con aceite y mecha, los que eran corrientes en las noches sin viento. Las familias principales acapararon cargos políticos donde colocaban a sus parientes, lo mismo que en la Iglesia y en la milicia. Se destacaron durante las invasiones inglesas y fueron protagonistas en la batalla del 24 de septiembre, en especial el clan de los Aráoz. Tras la lucha el mismo general Belgrano asentó las calificaciones y notas correspondientes a cada uno de los hombres que estuvieron en las acciones de Tucumán y Salta.7 La guerra hizo surgir nuevas fuentes de trabajo, ya que la tropa requería diversos servicios como habitación, pulperías,

Sara Peña de Bascary, «Tucumán, 1812. Vida cotidiana en tiempos difíciles», en Actas de las IX Jornadas la Generación del Centenario y su proyección en el Noa, Centro Rougés FML (Tucumán, 2013), p. 456. 7


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La Batalla de Tucumán. Oleo de Francisco Fortuny.

casas de abastos, etcétera. Con sus requerimientos se modificó la configuración social y laboral del medio. Los herreros forjaban rejas, faroles y utensilios, y en 1810 se instaló la fábrica de fusiles. Las mujeres del sector popular se ocupaban de labores artesanales y elaboraban velas y jabones; las costureras cosían uniformes y vestimentas para la tropa. La ciudad carecía de mínimas condiciones de salubridad. No había hospitales, pese a los intentos realizados desde 1801, en que hubo una gran peste de viruela. En 1812, esa obra estaba inconclusa. La escasez de médicos hacía que la medicina fuera ejercida por curanderos, y los partos, atendidos por comadronas. No tenemos datos precisos sobre la existencia de boticas, pero algunas tiendas, como la de Salvador Alberdi, expendían productos farmacológicos. Ya en pleno período bélico, Hermenegildo Rodríguez era el boticario que proveía


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las medicinas para el hospital del ejército. La guerra obligó a improvisar hospitales en conventos y casas de familia para atender a los heridos, y ya se contaba con la presencia de algunos facultativos: Pablo Millán, el tucumano Baltasar Tejerina, más adelante designado médico de la ciudad; y en las milicias figuraba Diego Paroissen, como «físico mayor del ejército». Redhead pidió protección a los patriotas y en Tucumán conoció e intimó con Belgrano, a quien ayudó en la traducción de Despedida de Washington. Este documento fue escrito por el presidente de Estados Unidos el 17-IX-1796 en vísperas de su retorno a la vida privada y es un monumento a las ideas de buen gobierno y libertad. Sostiene Miguel Ángel de Marco que el general había concluido dicho trabajo en marzo de 1811, según el opúsculo que obsequió el residente David Curtis de Forest en 1805; pero tuvo que destruirlo antes de la acción de Tacuarí, cuando pensó acertadamente que iba a ser derrotado. Pudo reanudar la tarea en la primavera de 1812 y la terminó antes de la Batalla de Salta. Belgrano dejó constancia de la ayuda de Redhead señalando que «por este medio he podido conseguir mi fin, no con aquella propiedad elegancia y claridad que quisiera y de que son dignos tan sabios consejos; al menos los he puesto inteligibles para que mejores plumas les den todo aquel valor que mis talentos ni mis atenciones no me permiten».8 Resalta ante nuestros ojos la actitud de Belgrano, de preocuparse por esta tarea intelectual al tiempo que se dedicaba con gran esfuerzo a alistar sus tropas. Belgrano, Rivadavia y años después Sarmiento, propiciaron la investigación científica básica y aplicada. Los problemas médico asistenciales tienen en este período como origen la guerra, que incidió en el erario tucumano sustancialmente en 1812, para incrementarse nuevamente hacia 1814, agravándose en 1816, hasta 1820. Los soldados heridos 8 Ibídem. M iguel A. dense».

de

Marco ubica a Redhead como «estadouni-


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contaban con una ayuda médica muy precaria y los fondos públicos no alcanzaban para financiar la larga contienda. Redhead acompañó al general después del triunfo de septiembre hasta Salta, y asistió a la histórica batalla que tuvo lugar en las afueras de esa ciudad, el 20 de febrero de 1813. Continuó con Belgrano asimismo en sus campañas posteriores y fue el consuelo del abatido soldado en los momentos de desastre. Compartió sus conocimientos con los doctores Antonio Castellanos Saravia, y Navarro, en la atención de los heridos en la acción del Campo de Castañares. No hizo cuestión alguna de bandos y atendió tanto a patriotas como a realistas. Finalizada la batalla de Salta, siguió junto a Belgrano, sirviéndole como su médico personal tras comprender su delicado estado de salud. Regresó con él a Tucumán, tras los desastres de Vilcapugio y Ayohuma. Cuando Belgrano se hallaba afectado por el paludismo y Redhead lo trató con extracto de quina, con buen resultado. Luego de que San Martín lo reemplazó en el comando, continuó a su lado, hasta que viajó comisionado por el gobierno a Europa. En 1819, Belgrano se sentía tan enfermo que dejó el mando en su segundo, el coronel Francisco Fernández de la Cruz. Aspiraba a curarse en Tucumán. Decía: «Pero mis males siguen, aunque hace tres días que he podido suspender los vómitos con el cuidado y auxilio de los medicamentos suministrados por el doctor Manuel Berdia». Belgrano pidió a Güemes que le enviase a José Redhead para que lo atendiera, solicitud que fue complacida de inmediato. Por decreto de 5 de octubre, el salteño dispuso que se entregaran 350$ como viático, abonándose además la posta y peones hasta el Río Pasaje.9 Además de médico de cabecera, Redhead fue un amigo, una gran compañía y le prestó toda clase de apoyo, reconfortándolo en más de una ocasión cuando sus amigos, excepto unos pocos fieles ayudantes, lo habían abandonado. 9 Carlos Páez de la Torre (h) «Güemes ayudó a Belgrano», en La Gaceta, Tucumán, 20-II-2015.


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En el golpe que dio Abraham González en Tucumán el 11 de noviembre de 1819, tras destituir al gobernador Mota Botello quiso engrillar a Belgrano. Pero Redhead se lo impidió. Haciéndole ver el estado del general y los edemas en sus piernas, consiguió evitar esta afrenta. Exclamó: «¡No! ¡No se puede impunemente cometer ese atropello, con un enfermo y sacrificado por la Patria!».10 Su valiente actitud salvó a Belgrano de la humillación y bien habría podido terminar con su fusilamiento. El doctor Eliseo Cantón consignó estos hechos en su obra Historia de la Medicina en el Río de la Plata. (Bs As, 1919). Redhead también influyó en el ánimo de Belgrano para que regresase a Buenos Aires, y lo acompañó en su penosa marcha a la capital donde llegó en marzo.

La Memoria. Otros

escritos

Joseph Redhead publicó un trabajo escasamente conocido, que dedicó al general Belgrano y que se conservó en la biblioteca de Juan María Gutiérrez Se titula Memoria sobre la dilatación progresiva del aire atmosférico. Lo dedicó a Belgrano en una carta impresa, datada en Salta en 1819.11 A la dedicatoria sigue una especie de introducción titulada «Aviso» en la que declara: «Los materiales de esta obriAntonio Torres Historia médica..., cit pág. 22. Torres afirma sobre esta actitud de Redhead «Corazón grande más que un puño como dicen los libros, sino como dos puños, como cuadra a su alta inteligencia y a sus generosos sentimientos» 11 La dedicatoria decía: «Los descubrimientos modernos en las ciencias me indicaron un método sencillo y fácil de resolver un problema que en tiempos pasados había ocupado a los físicos de Europa y que se abandonó, tal vez por las dificultades que ofrecía. Ignoro si he llenado el objeto de un modo satisfactorio. Sea lo que fuese ofrezco a VE mi trabajo como un testimonio de los sentimientos que me ha inspirado la constante amistad con que me ha honrado desde muchos años. Soy de VE. Joseph Redhead» 10


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‘Memoria sobre la dilatación progresiva del aire atmosférico’, por Joseph ‘Redhead’.

ta existen desde más de once años a esta parte. Quedaban sin arreglarse cuando fui privado de ellos por un caprichoso embargo que sufrí en 1812 por orden del General Tristán, después de su derrota en Tucumán. Sin embargo, de que mis votos más fervorosos no podían dejar de acompañar a los americanos del sud para su emancipación, no me correspondía tomar parte activa en la lucha entre la España y sus colonias, mi profesión misma debía prohibírmelo, tal es mi opinión y a ella se dirigían mis acciones. Pero en el tumulto de pasiones que acompaña siempre el principio de las grandes explosiones políticas la razón pierde por algún tiempo su imperio, los hombres ni ven ni oyen como acostumbran y los más cautos se dejan sorprender. Esto sucedió al general Tristán».12 12

Romero Sosa op cit, p. 228.


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La Memoria de Redhead se refería al estudio de la tasa de contracción del volumen del aire a medida que se descendía desde una altura dada hasta el nivel del mar. En Potosí midió el cerro y las marcas del barómetro en la cumbre y en el llano. Así pudo calcular la altura de una columna imaginaria, cuyos extremos estaban ubicados a alturas que correspondían respectivamente a lecturas barométricas entre 16 y 17 pulgadas. La idea era ver cómo esta columna del aire iba disminuyendo de altura proporcionalmente, a medida que se descendía desde Potosí a San Miguel de Tucumán. Un informe pormenorizado de cómo llevó a cabo este experimento, lo dio el historiador Miguel de Asúa, a quien seguiremos.13 Para su experimento, preparó tubos de vidrio cerrados a los que agregó un poco de mercurio y luego selló el otro extremo. Al invertirlos, el mercurio levantaba por arriba un volumen dado de aire que dependía de la presión del lugar. Redhead midió el volumen de ese aire mediante una cuba numérica. En el punto de partida y de llegada de cada tramo del trayecto, además de medir el volumen del aire atrapado en sus tubos de vidrio, Redhead anotaba la lectura del barómetro. Así pudo calcular la tasa de disminución del volumen del aire en función del aumento de la presión y encontró que «el aire de los tubos perdía muy exactamente 1/20 de su volumen por el aumento de una pulgada de mercurio en el barómetro». Redhead usó esta tasa, obtenida experimentalmente, para calcular una tabla de la disminución de una columna de aire en función del aumento de la presión a medida que descendemos. También, partiendo, del dato inicial, obtenido en Potosí, que indicaba que la columna de aire imaginaria cuyos extremos estarían ubicados a alturas correspondientes a las lecturas barométricas de 16 y 17 pulgadas medía 169,70 toesas (una toesa es poco menos de 2 m). Debe subrayarse que los datos de esta tabla fueron producto del cálculo, no de la observación. Lo que Redhead obtuvo a partir de la observación, fue la tasa de contracción del volumen de aire. 13

Miguel

de

Asúa, Una gloria … cit pp. 43, 44 y 45.


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La Memoria es especialmente interesante, señala de Asúa, porque fue quizás el único caso de un experimento propiamente científico llevado a cabo y publicado durante el período de la Revolución de Mayo. Estaba bien concebido, observado y ejecutado con recursos sencillos y una pregunta interesante y oportuna; pero para llevarlo a cabo, se requería la formación científica que tenía Redhead.14 Se retiró habiendo abandonado su casa e intereses y buscó el abrigo de un partido sin haber pertenecido a ninguno. Una casualidad le devolvió, al cabo de algunos años, un libro manuscrito que contenía sus apuntes sobre el asunto de esta memoria, y los puso en orden de inmediato. Se justificaba ante el lector por las dificultades de la lectura, pues no hablaba en su idioma, y la redacción se llevó a cabo mientras Redhead estaba enfermo. Fechaba su escrito en Salta el 19 de junio de 1819. Es interesante mencionar que, más que su valor intrínseco, vale por el tema elegido, que lo diferencia diametralmente de los libros publicados en esa época, y por los datos concretos que el autor proporciona acerca de su realización experimental. También se sabe de unos apuntes en inglés, que se encontraban en la biblioteca de Luis Güemes titulado: «Algunas observaciones generales acerca de la influencia del sol y de la atmósfera sobre los animales y los vegetales».

Hasta

el fin , al lado de

Belgrano

En Buenos Aires, Redhead atendió a Belgrano hasta sus últimos días. En prueba de reconocimiento el general agonizante, y encontrándose muy pobre pidió a su hermana Juana, que lo asistía, que le alcanzase su reloj de oro colgado en la cabecera de la cama. Era un regalo del rey Jorge II de Inglaterra, obsequiado a Belgrano cuando estuvo en misión

14

Miguel

de

Asúa, Ibídem, pág. 45.


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Belgrano en su lecho de muerte, asistido por Joseph Redhead.

El reloj que el General obsequió a su médico.

diplomática. El gesto es solo uno de los rasgos que definen el perfil moral del general: «Es todo cuanto tengo para este hombre bueno y generoso, dijo dirigiéndose a Redhead quien lo recibió enternecido».15

15

Bartolomé Mitre; Historia de Belgrano, cit. por Romero Sosa, op cit.


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Hemos tenido oportunidad de observar el espléndido reloj de oro con cadena, que se conservaba en el Museo Histórico Nacional y fue sustraído hace unos años. Belgrano falleció el 20 de junio de 1820. Por sus escasos, recursos y la indiferencia oficial se le hicieron pobres y casi ocultos funerales. La autopsia y el embalsamado de su cadáver fueron hechas por Redhead, con ayuda de Juan Sullivan, patólogo. El informe de la autopsia termina: «Mal de Brigt. Corazón grande, más que un puño como dicen los libros, sino como dos puños, como cuadra a su alta inteligencia y a sus generosos sentimientos».16 En Buenos Aires actuó Redhead un tiempo en el Hospital de la Residencia de San Telmo, continuando la trayectoria de O’ Gorman y Argerich. Tiempo después volvió al norte, donde estaban sus amigos e intereses, y a Salta. Viajó en el coche que le regaló Belgrano, y que habían usado ambos para trasladarse a Buenos Aires. Redhead apoyaba la causa patriota y estuvo cerca de hombres que lucharon por ella, como el general San Martín y su ayudante, el general Guillermo Miller. Escribió biografías de Güemes y Arenales y, a pedido de este último, redactó «Estudio de la salud en Salta» que fue enviado a Rivadavia.

De

regreso a

Salta

Redhead regresó a Salta en 1821. El científico Scrivener describió con maestría la ciudad: «Era una población de 12000 habitantes y presentaba un aspecto alegre y limpio. Las calles y las casas bien construidas, techadas de tejas, en su mayoría de dos pisos, con balcones de buen gusto, son conservadas notablemente limpias. En la plaza principal hay varios edificios públicos: la Catedral, la Municipalidad, los Tribunales y la Cárcel. Varias iglesias de hermosos altares, adornadas

16

Antonio Torres, Historia médica del Tucumán, cit, pág. 22.


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General Martín Miguel de Güemes.

de antiguos cuadros de santos y guirnaldas de flores, que se destacan en diferentes partes de la ciudad, fueron construidas por la famosa compañía de los Jesuitas. Su clima es benigno la mayor parte del año, pero durante los meses de otoño los habitantes sufren aguas o fiebres intermitentes y termitentes producidas por la malaria incubada en los fangales y pan-


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tanos de la vecindad».17 El valle estaba salpicado de casas quintas rodeadas de huertas y jardines; se acostumbraba a madrugar, cabalgar y visitar amigos en las casas de campo; sus mujeres eran muy aficionadas al baile, las mayorías vivaces y animadas; el más agraciado de todos los bailes era el minué español. Redhead pasó en Salta sus últimos años. Fijó su residencia en la vieja y tradicional casa que fue propiedad del general Arias Rengel y que llamaban la «Quinta Grande». Según Abel Cornejo, era una vieja casona construida en los arrabales de la ciudad de aquel entonces (en lo que actualmente es la esquina de las calles Tucumán y Florida).18 Por su prestigio ocupó una banca en la Sala de Representantes y asistió a la elección de Güemes como gobernador de la provincia, en 1815. Fue médico y amigo particular del caudillo y de su familia en especial de su hermana Macacha y atendió al general cuando fue mortalmente herido Güemes, presagiando su fin ya que conocía su enfermedad. (Todo hace conjeturar que padecía hemofilia y que, además, la herida profunda trajo gangrena).

Los

viajeros naturalistas

Un aspecto muy interesante de Redhead fue su vocación científica. En 1825, recibió la visita del capitán Joseph Andrews y lo hizo cordialmente, prestándole señalados servicios, Andrews le agradeció los datos sobre minerales, entre los que

Juan H. Scrivener, Memorias del Dr... Traducción y prólogo de Lola Diéguez, ( Bs As, 1937), p. 137. 18 Abel Cornejo, La mirada de Güemes. Una historia política 2ª edición, (Salta 2017) p. 160. Señala el autor que, en 1813, «al atardecer Dorrego aprovechó para retirarse hacia el sur, intentaba regresarse a Guachipas. Primero buscó llegar hasta el Río Ancho, límite actual entre los departamentos salteños de Capital y Cerrillos, sin embargo, decidió acampar en la Quinta Grande, propiedad del médico personal de Belgrano y Güemes». 17

Tosi

de


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resultan curiosos los que menciona sobre petróleo, según lo consignó el inglés en su libro Viaje de Buenos Aires a Potosí y Arica. Al parecer, este dato se lo debíamos a una de las traducciones del libro de Andrews. Estudios recientes han verificado como falsa esta información: proviene de la traducción equivocada que realizó Carlos A. Aldao para la editorial «La Cultura Argentina,» y que en la página 144 tradujo «vitriol» por petróleo. La edición original revisada descubrió que «vitriolo» era la palabra correcta y se usaba para sulfatos metálicos, especialmente de hierro (melanterita) y cobre (calcantita) que se obtenían de cristalizaciones en las paredes y techo de los socavones mineros, y se utilizaban con fines medicinales.19 Destaca Andrews que habiendo habitado en Salta por espacio de 15 años, Redhead tuvo una reposada y enérgica conducta. Lo consideraba un caballero de indudable honor e integridad, que mostró su índole filantrópica beneficiando con sus conocimientos a todos los que le rodeaban. Así mismo, señalaba su papel en la defensa de Salta contra los realistas. En 1826, un grupo de técnicos y empresarios ingleses se encaminaron desde Buenos Aires a las minas de Potosí. Entre ellos estaban Edmund Temple, el general Diego Paroissien, el doctor John H. Scrivener (1806-1884) y otros sirvientes. Todos pertenecían a la comisión exploradora que envió una compañía minera inglesa que buscaba posicionarse en la explotación de las afamadas minas de plata del cerro Rico de Potosí. Temple y Scrivener publicaron sus memorias, en las que dan cuenta de importantes aspectos de sus exploraciones. Salta era lugar de paso obligado para todos los que iban de ida o vuelta hacia Bolivia. El camino hacia el norte resultaba intransitable para los vehículos que llegaban hasta allí: por eso se deshacían de los mismos, encontrando fácilmente compradores y luego adquirían nuevos animales y carruajes. 19 Ricardo N. Alonso, Historia del petróleo del Norte Argentino, Mundo Editorial (Salta 2016), pp. 20/21. Agradezco al doctor Alonso su revelador aporte en ocasión de esta conferencia, con motivo de mi incorporación a la Academia Guemesiana.


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Con la llegada de los científicos extranjeros, Redhead realizó numerosas diligencias, y los acompañó mayormente para establecer negocios mineros. Temple dejó constancia de su apoyo en su libro de viajes, algunos de cuyos capítulos se tradujeron y editaron con el título Córdoba, Tucumán, Salta y Jujuy en 1826, en 1920. Quien más frecuentó a Redhead, fue el médico y mineralogista Juan H. Scrivener, quien lo conoció y trató en Salta. Redhead lo curó de fiebre palúdica, frecuente en una ciudad que se levantaba entre pantanos y ciénegas, favoreciendo el desarrollo de estas dolencias en los meses del verano. Todos las padecieron, excepto sir Edmund Temple. «Por fortuna había un médico inglés en la ciudad, el doctor Redhead, que nos asistió y nos hizo recuperar pronto la salud», dice Scrivener.20 Como no había hoteles, todo viajero se veía obligado a solicitar a alguna persona del lugar que le consiguiese alojamiento. Si llevaban una carta de recomendación dirigida a un residente, este invariablemente la recibía con la mayor hospitalidad, poniendo a disposición del viajero su casa y un asiento en la mesa. Scrivener aseguró que Redhead era hombre muy habilidoso y que se distinguía tanto en medicina como en matemáticas. Era también un buen botánico y miembro correspondiente de varias sociedades científicas en Europa. Dieron testimonio de su energía, dedicación y gran talento, los tratados sobre temas de medicina, sobre propiedades de plantas originarias, sumados al mencionado nuevo sistema de calcular las tablas barométricas, que fue aprobado por el Barón de Humboldt.21 Esto además de un informe de la altura de los picos principales de los Andes, y de una biografía del general Belgrano. Su amistad fue muy valiosa, por ser la de un conciudadano y colega. Scrivener, Memorias... pág. 88. Guillermo Furlong S. J., Médicos Argentinos durante la dominación hispánica, Cultura Colonial Argentina VI Huarpes (Bs As, 1957), pp. 135136. 20 21


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Woodbine Parish.

Andrews dio muestras fuertes de su anticlericalismo, y escribió muy duramente sobre el Señor y la Virgen del Milagro. Scrivener cuenta que, estando en Potosí, se enteró de que


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Temple era francmasón y que pertenecía a una de las logias de Inglaterra. Temple le introdujo en la Logia y narra toda la impresionante ceremonia. Temple le habló de la conveniencia de obedecer sin titubeos las órdenes que pudiera recibir de la logia. Así, Scrivener se hizo masón. Fue recibiendo distintos grados, y asistía a las reuniones que se celebraban. De regreso de Potosí, pasó un tiempo en Salta y frecuentó a Redhead, de quien hizo un buen perfil biográfico: lo vinculo con los masones como nativo de Escocia, cuna de las logias masónicas. Desde allí fue corresponsal de dos reconocidos masones, como Humboldt y Parish.22 Woodbine Parish, en su voluminoso trabajo Buenos Aires y las provincias del Río de la Plata, publicado en Londres en 1852 citaba a su «inteligente corresponsal» Redhead, a quien agradecía los valiosos informes con datos geológicos y barométricos que supo aportarle. Entre ellos, información sobre el meteorito del Chaco. Se sabe que la expedición de Rubin de Celis en búsqueda de hierro nativo del Chaco (que algunos pensaban era la saliente de una veta de plata pura) contó con la presencia del salteño Francisco Gavino Arias. Las autoridades salteñas lo proveyeron de las herramientas necesarias.23 De acuerdo con Parish, Redhead le remitió un informe con sus ideas acerca del debatido origen de ese hierro: se discutía si era volcánico, cósmico o criado en la propia tierra. El científiMarcelo O’ Connor, una de las recordadas plumas de El Tribuno, escribió en 2009 un ensayo en un libro del Grupo Salta (Ed Felipe H Medina 312 p., Salta) con una hipótesis bomba. Señaló en el capítulo «Masones en Salta», la conjetura de que Güemes era masón y se apoyó en pistas como una carta que intercambiaron dos notables masones como San Martín y Pueyrredón. Agrega que Güemes nunca fue un caudillo de tendencias separatistas y que cumplió con las directivas de los gobiernos nacionales de la época. Para reforzar su tesis citaba a Redhead como hombre de gran influencia en el entorno de Belgrano, que provenía de Escocia, cuna de las logias masónicas. 23 Ricardo N. Alonso y Antonio D. Sorich, Joseph Redhead y la ciencia colonial (Salta 2008). 22


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co anglo salteño se inclinaba equivocadamente por la tercera posibilidad cuando decía: «Ni tampoco alcanzo porqué razón negaremos a la naturaleza el poder de sus combinaciones por medio del esfuerzo de los hombres reducir en su laboratorio un metal que tan fácilmente se separa de sus combinaciones por medio del esfuerzo del hombre».24 Parish era masón al igual que Humboldt. Esta teoría era apoyada por Humboldt, en favor de Redhead. Se dice que el médico tenía un bastón cuyo puño estaba hecho de hierro meteoritíco y que, como tal en largos años no se había alterado. También menciona Parish la idea que tenía Redhead sobre una antigua costa marina en Santiago del Estero. En los años contemporáneos Miguel de Asúa realizó una evaluación del informe de Redhead y la calidad de sus observaciones sobre el meteorito del Chaco. Parish usó los cálculos barométricos de Redhead para calcular las alturas de ciudades y montañas del norte argentino y del sur de Bolivia. Entre ellos, calculó la de la ciudad de Salta, a 3973 pies (1144 mts) además de varios puntos de la Quebrada de Humahuaca, La Quiaca, Tupiza, Potosí y la montaña de Chorolque, esta ultima de 16.539 pies. Sería pues el primer andinista científico. También Juan Bautista Alberdi lo menciona en su Memoria, al referirse a los temperamentos más comunes. Afirma «yo he tenido el gusto de ver confirmadas mis conclusiones especulativas por el testimonio del doctor Redeac (sic) cuya autoridad no desdeñó respetar el célebre Humboldt».25

Ricardo N. Alonso, «Joseph Redhead: un sabio de la vieja Salta», en: El Tribuno, Salta 21/2/2012. 25 Juan Bautista Alberdi. Obras Completas, Tomo I, Reimpresión facsimilar (Bs As, 2008), p. 71. 24


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Contra

la venta de remedios

En 1833 y en coherencia con sus ideas, Redhead, junto al médico Faustino Salvato, corroboraba una presentación del boticario Hermenegildo Rodríguez al gobierno. Denunciaba la venta ilegal de remedios en la ciudad y el hecho de que algunos médicos también la practicaban. Apoyando a Rodríguez Redhead redactó un informe minucioso, que expresaba: «Debo decir que cuanto expone el farmacéutico Hermenegildo Rodríguez es arreglado, justo y razonable pues nadie puede vender medicamentos ni pública ni privadamente sin aquellos conocimientos que se requieren para ejercer debidamente la delicadísima facultad de farmacia» Añadía que «mi larga práctica médica me ha hecho ver las innumerables personas que han sido víctimas de tan horrible abuso por aquellos medicamentos que parecen más sencillos causan a la vez, males incalculables por defecto de su esencia, de su conservación y preparación». Opinaba que si «en un pueblo corto como este se concurre a la botica por los medicamentos de poco uso que debe tener el boticario y por los usuales se manda a las pulperías y tiendas, el boticario no puede existir y el pueblo perderá un recurso al que quizás solo conoce la importancia en los casos de apuro». Había médicos que despachaban sus propias recetas y encontraba esta conducta «reprensible» y digna de pronto remedio. Si fuera permitido que el médico fuese también boticario sería dar alas a la codicia humana, porque el médico, que se avanza a ejercer ambas profesiones, es el azote generalmente del pueblo que lo necesita». Era un punto sobre el que estaban de acuerdo las leyes de los pueblos de mediana cultura.26

Archivo Histórico de Tucumán, Sec. Administrativa Vol. 41, f 295298. Informe de Redhead y Faustino Salvato sobre una presentación de Hermenegildo Rodríguez, 19-VI-1833. Y cit por Carlos Páez de la Torre (h), «El médico de Belgrano» en: La Gaceta, Tucumán, 21-II.2015. 26


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A

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modo de conclusión

Fue en Salta el médico de José Ignacio de Gorriti y de Facundo de Zuviría, entre otros grandes hombres. El doctor Redhead falleció en Salta, octogenario, el 3 de junio de 1846, en la mayor pobreza, y según Scrivener, fue sepultado en el jardin de su propia casa. Gozaba del respeto del pueblo por sus desinteresados servicios. Estuvo asistido por el doctor Vicente Arias y el capellán Toribio Tedín. Decía Scrivener «Así Salta, la Salta en la que dejó gran parte de su vida, fue a un mismo tiempo, altar para su recordación y sarcófago para sus cenizas».27 Al igual que muchos extranjeros llegados a estas tierras a comienzos del siglo XIX, Redhead fue hombre de vastas acciones. En casi cincuenta años, recorrió diversos climas y paisajes, desde Buenos Aires hacia el Norte, al Alto Perú para radicarse definitivamente en Salta. A todos se adaptó dejando su impronta, sin que su condición de extranjero fuera un obstáculo. Sirvió a la sociedad salteña en forma eficiente y desinteresada. Fue Redhead quien coleccionó los primeros papeles para la historia de Güemes, por encargo de Manuel Puch. Dice Alonso: «La vida y obra de Redhead constituye la primera página científica concreta para la historia de Salta y en especial del primer naturalista y andinista científico».28 Su biblioteca fue heredada por Luciano Tejada, esposo de «Macacha» Güemes. Fue un hombre «poseedor de un saber o mejor varios saberes», que desarrolló en múltiples facetas. Su personalidad merece ser recordada por sus valiosos aportes.

27 28

Cit, por Romero Sosa. Ricardo N. Alonso, op cit


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T. Piossek Prebisch, «La gran revolución de la Conquista»

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La gran revolución de la Conquista Teresa Piossek Prebisch

itulo así esta investigación1 porque el proceso que llamamos «Descubrimiento y Conquista de América» produjo en el mundo cambios sin precedentes en la historia y con una intensidad que, hasta el presente, no ha vuelto a darse. La revolución comenzó en 1492 cuando Cristóbal Colón, auspiciado por los Reyes Católicos y creyendo dirigirse al Asia, descubrió un extenso continente cuya existencia se ignoraba hasta entonces. El primer punto a donde llegó fueron las Antillas y, antes de regresar a España para informar sobre su expedición, en una de las islas levantó el fuerte de Navidad. Esta inédita revolución continuó en 1493 cuando Colón, en su segundo viaje, al encontrar destruido el fuerte, fundó la primera ciudad hispana en América que llamó Isabela, en la Isla Española hoy Haití y República Dominicana, y alcanzó su máxima intensidad a lo largo del siglo XVI en el que se plasmó Hispanoamérica. Por este motivo es que al período 1492-1600 bien puede llamársele el Período Formativo de la historia hispanoamericana. Lo que siguió después se desarrolló sobre las bases construidas durante él.

1 Conferencia de incorporación a la Academia Güemesiana de Salta, pronunciada el 19/10/2017.


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Surgimiento

y dispersión de la especie humana

¿Y cuál había sido la historia del territorio descubierto que los españoles llamaron Indias, islas y tierra firme del Mar Océano o Indias Occidentales o sencillamente Indias? La ciencia nos enseña que hace, quizá, 20.000.000 de años la vida humana se inició en algún lugar de África; que desde allí se dispersó por la totalidad de ese continente y luego por Europa y Asia en un espacio que se dio en llamar Viejo Mundo. También nos enseña que esta peregrinación del hombre no fue sólo de carácter físico, sino también espiritual pues estuvo acompañada de la creación y difusión de ese producto netamente humano que llamamos Cultura. Efectivamente, el hombre, único ser creador dentro del conjunto de la Creación, pobló ese gran espacio y, paralelamente, desarrolló civilizaciones que, al entrar en contacto entre sí —ya pacífica, ya belicosamente— se enriquecieron mutuamente produciendo un fenómeno cultural de vigor extraordinario. Mientras esto sucedía en el Viejo Mundo, nuestro continente —América, al que en contraposición se le llamó Nuevo Mundo— aún permanecía deshabitado, aislado, encerrado entre dos océanos. Según algunos estudios, ese estado de cosas comenzó a revertirse hace 40.000 años con la iniciación de un movimiento migratorio proveniente del Viejo Mundo que, desde el Oeste, empezó a llegar al Nuevo. Se trató de una hazaña colosal realizada lenta y discontinuamente a lo largo de siglos, signada por la confrontación y victoria del hombre sobre los más extremos desafíos de la naturaleza, que dio como resultado el comienzo del poblamiento de nuestro continente. Así, finalmente, la vida humana surgida en África llegó a esta tierra nuestra después de ya mucho andar durante siglos por la del Viejo Mundo y lo hizo, fundamentalmente, en tres oleadas sucesivas: – La primera la constituyeron migraciones de tribus asiáticas, de cultura neolítica, que penetraron por el Estrecho de


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Bering transformado, hacia finales de la época glacial, en un istmo que unía Asia con América del Norte. – La segunda se produjo mucho después, hace unos 8.000 años, con migraciones de grupos étnicos, principalmente australianos que, como los anteriores, poseían un muy primitivo desarrollo cultural. Aprovechando corrientes oceánicas y condiciones climáticas más favorables que las actuales en la región antártica, hicieron un camino en parte marino, en parte terrestre hasta alcanzar el extremo austral de Sudamérica. – La tercera oleada se habría iniciado 6.000 años atrás con pueblos de la Melanesia que, no obstante sus elementales medios de navegación, inauguraron una corriente migratoria desde Oceanía y Asia que trajo, en sucesivos arribos a la costa occidental sudamericana, nuevos contingentes humanos portadores de culturas más desarrolladas que las de los inmigrantes anteriores. Estos diversos grupos llegados en distintas épocas, desde diferentes procedencias, se dispersaron, se mestizaron en mayor o menor grado y formaron comunidades. Algunas quedaron estacionadas en su primitivismo, pero otras llegaron a producir altas civilizaciones orgullo de la estirpe americana. Es muy importante señalar que estos pueblos, una vez llegados a nuestro continente, cortaron para siempre el vínculo con su lugar de origen, de modo que América —aunque poblada— se mantuvo aislada del resto del mundo, desarrollando su variada herencia cultural y racial dentro de su soledad geográfica.

La

comunicación a través de los océanos

Asia, Australia y Oceanía fueron, entonces, los veneros de donde, desde el Oeste y a partir de tiempos prehistóricos, la vida humana llegó a América, haciendo del Océano Pacífico el elemento comunicador por excelencia una vez desaparecida la vía de acceso terrestre de Bering, a causa de cambios climáticos.


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Por el contrario, desde el Este, por el Océano Atlántico, los intentos de poblar el territorio americano ocurrieron muy tardíamente, ya en tiempos históricos y en plena era cristiana. Comenzaron con las incursiones escandinavas de fines del siglo X y comienzos del XI que, en contraste con las migraciones provenientes del Oeste, no dejaron huellas raciales o culturales entre quienes entonces ya lo poblaban, al extremo de que, de su presencia, sólo se han encontrado restos de un pequeño asentamiento abandonado al norte de Newfoundland, en América del Norte. Evidentemente las circunstancias los vencieron y un día se retiraron tan inesperadamente como habían llegado, pero es interesante señalar que su corta incursión fue un antecedente de lo que consumaría España casi cinco siglos después. Como ella, los escandinavos trajeron al Nuevo Mundo valores culturales europeos, más animales y vegetales útiles al hombre, inexistentes en América; sin embargo, nada de eso quedó. Cuando se fueron, lo hicieron llevándose todo, con lo que nuestro continente y sus habitantes perdieron una oportunidad de salir del aislamiento y continuaron encerrados entre dos océanos. La Historia quiso que ese aislamiento durara hasta fines del siglo XV, precisamente hasta el 12 de octubre de 1492, día en que comenzó el proceso de integración efectiva e irreversible de nuestro continente al resto del mundo por obra del «Descubrimiento y conquista de América» llevados a cabo por España. Varios factores convergieron para que esto sucediera.

España,

primer

Estado de Europa Edad Moderna

a comienzos de la

España, el primer Estado de Europa a comienzos de la Edad Moderna, gobernado por dos grandes estadistas como fueron los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, asumió la empresa descubridora.


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La Iglesia y la iniciativa privada —dos fuerzas sociales poderosas— participaron de ella bajo el control estatal ejercido por la Corona. El avance de la tecnología naval posibilitó la construcción de naos y carabelas, las mejores embarcaciones hasta entonces concebidas, sin las cuales el viaje de Colón no hubiese sido posible, a lo que debe agregarse la contribución de invenciones técnicas tales como brújula, cuadrante, vela latina y timón de codaste, entre otras. Finalmente señalemos que el factor humano motor de esa empresa fue el español de fines del siglo XV y del XVI, hombre de acción por antonomasia, impulsado por la vitalidad de los pueblos en expansión pues pareciera que una de las leyes que rigen la Historia es aquella según la cual, periódicamente, de entre los grupos humanos surge uno dotado de mayor energía, que desborda sus límites geográficos y se impone sobre los demás. Por lo general, ese pueblo es más fuerte no sólo físicamente, sino también culturalmente. En este caso, al imponerse sobre el más débil, no obstante lo que destruya de su acervo original, deja finalmente el saldo positivo de la transmisión de bienes culturales superiores. Es decir, que si bien puede destruir, simultáneamente construye. Cumple una misión que trasciende razas y nacionalidades para imprimir renovado impulso a la comunidad humana. A este tipo de pueblos perteneció la España de aquel momento, como también —para dar un ejemplo americano— pertenecieron los incas. España, al conquistar América o las Indias, quiso desde el comienzo incorporar a su cultura al pueblo conquistado; quiso que la historia de éste y la suya fueran una sola. Lo hizo unas veces por las buenas, otras por las malas, pero lo hizo. Esta actitud se refleja en la forma en que concibió la conquista como una acción de trasplante total por el cual, en sólo años, América recibió el fruto concentrado de centurias de desarrollo cultural. Si lo hubiese hecho de otra forma, la integración de América al mundo hubiera demorado mucho tiempo más.


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¿Cuántos ¿De

vinieron desde

España?

dónde provenían ?

Una de las primeras manifestaciones de esta revolución de la conquista fue la llegada de españoles, pertenecientes a una raza desconocida por los aborígenes quienes se sorprendieron por el color de su piel y las vellidas barbas de los varones que contrastaban con sus rostros lampiños. Se calcula que desde 1493, año de fundación de Isabela, hasta el final del siglo XVI vinieron entre 250.000 y 280.000 individuos de los cuales el 25% fueron mujeres. La mayoría era oriunda de Andalucía seguida por los originarios de Castilla y Extremadura y, en menor escala, del país vasco y Galicia. Sus edades oscilaban entre los 14 y 30 años, y la mayoría provenía de los sectores medios, bajos y capas inferiores o pobres de la nobleza peninsular.2 En otras palabras, provenían de un grupo social habituado a ocupar un sitio de deferencia en la comunidad y, sobre todo, a prevalecer. Este factor es importante porque marcó un tipo de conducta que contribuyó a que se impusiera.

Expansión

por el territorio

Una vez en Indias, ¿cómo se distribuyeron esos inmigrantes? En la primera etapa de la conquista, la antillana, fueron a Isla Española —hoy, como dijimos, jurisdicción de República Dominicana y Haití—, a Cuba, a Jamaica y a las Antillas menores. Al ampliarse el área conquistada comenzaron a dirigirse a Tierra Firme (Venezuela) a Nueva Granada (Colombia) y a Castilla del Oro (Istmo de Panamá). Aquí, en 1513 se produjo un hecho de efectos trascendentales por ampliar el ámbito de expansión territorial cuando Vasco Núñez de Balboa atravesó

Ver Francisco Morales Padrón, Historia de España. América Hispana, capítulo IV. Editorial Gredos S.A., Madrid 1986. 2


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ese istmo y descubrió nada menos que otro océano —el Pacífico— que entonces llamaron Mar del Sur. A partir de 1519 y 1532 surgieron nuevos, poderosos polos de atracción para los inmigrantes: Nueva España (México), Centroamérica y el Reino del Perú, es decir el ex Tahuantinsuyu de los incas que abarcaba el área andina sudamericana de Ecuador, Perú, Bolivia, Chile (hasta el río Maule) y el Centro oeste y Noroeste argentinos hasta el río Diamante en Mendoza y las altas cumbres de las sierras tucumanas. Poco antes, la corriente conquistadora rioplatense había incursionado por el área del Río de la Plata. Asombra la rapidez con que se produjo esa expansión inmigratoria por el territorio, máxime teniendo en cuenta que las cabalgaduras aún eran un bien escaso por lo cual muchos se movilizaban a pie. Pauta de esa rapidez la da el hecho de que, al fin del siglo XVI, los conquistadores habían logrado extenderse a lo largo de 2.500.000km2, desde aproximadamente el paralelo 40° de latitud norte al 35° de latitud sur. Con acierto el historiador Georges Baudot dice de ellos que fueron los mayores devoradores de espacio desde los balbuceos iniciales de la humanidad; los inauguradores de una red de comunicaciones que, por primera vez en la historia humana, había alcanzado la escala del mundo; 3 los constructores del primer imperio de la Edad Moderna.

Recrear

el hábitat natal

Los que llegaban aspiraban a recrear en el Nuevo Mundo su hábitat natal que traían concentrado en su bagaje cultural tan novedoso como rico y variado. En él trajeron el cristianismo y nuevos conceptos de vida; el idioma castellano que hizo posible la comunicación entre las comunidades aborígeVer Georges Baudot, La vida cotidiana en la América Española en tiempos de Felipe II. Siglo XVI. Fondo de Cultura Económica, México, 1983. 3


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nes desconectadas entre sí por una sorprendente cantidad de lenguas que oscilaba entre 400 y 2.000 según las distintas clasificaciones científicas, fenómeno que no se había dado en el Viejo Mundo. Trajeron invenciones colosales como los números árabes, la escritura, el alfabeto romano y, en 1538, en Santo Domingo instalaron la primera imprenta y fundaron la primera universidad del continente americano al dar categoría universitaria al colegio conventual dominico de Santo Tomás de Aquino con una orientación similar a la de Alcalá de Henares.4 Simultáneamente, los testimonios recogidos por los cronistas más las investigaciones ordenadas por los funcionarios reales resultaban en una colosal recopilación de información sobre pueblos y civilizaciones aborígenes que ha permitido conocer su historia que de otro modo hubiese permanecido ignorada pues, aún los más evolucionados, carecían de escritura tal como hoy la conocemos, esto es, como un instrumento de conservación y transmisión de conocimiento al alcance de todos. También trajeron el molino de agua, la rueda más el arte de la construcción de vehículos como la carreta que provocó un cambio en el transporte sólo comparable al producido por el ferrocarril en el siglo XIX. Trajeron el hierro, un metal desconocido en América y los instrumentos fabricados con él —las herramientas— más eficaces que las de piedra, bronce y cobre usadas por los aborígenes. Trajeron vegetales originarios del Viejo Mundo, inexistentes en Indias, como trigo, vid, olivo, caña de azúcar, frutales, y difundieron los originarios del Nuevo tales como el maíz, las papas, el tomate, el ají, el chocolate, y, además, el tabaco que captó a la población mundial. También trajeron animales pastoreables, de carga y tiro lo que constituyó uno de los aspectos más revolucionarios de la gran revolución de la conquista, veamos por qué: En América existían animales pastoreables solamente en el área andina sudamericana; eran la llama y la alpaca de 4

Ver Francisco Morales Padrón, Ibidem.


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las que se aprovechaba carne, cuero y pelambre; la llama solía usarse, también, para transporte de cargas livianas, no mayores de 25 kilogramos. En el resto del continente no los había, pero los conquistadores remediaron su falta trayendo, en sus pequeñas naves, ganado equino, vacuno, porcino, ovino y aviar de alto rendimiento alimenticio y utilitario, y todos se reprodujeron admirablemente en suelo americano, en algunos casos causando el efecto negativo de ocupar tierras dedicadas originalmente a la agricultura por los aborígenes. La llegada de los animales de carga y tiro produjo un cambio fenomenal; para medirlo consideremos que, hasta entonces, en América se hacía absolutamente todo con energía humana, desde construcción de edificios y caminos hasta transporte de cargas de todo tipo, incluso de personas, pero un día llegaron el caballo, el burro, la mula y el buey y, de pronto, el hombre americano se encontró con que podía trasladarse él y transportar cargamento usando la energía de ellos y no la propia; además en el caso de los equinos, a una velocidad hasta entonces desconocida. Para los asombrados aborígenes el bagaje cultural traído por el español fue la revelación de un mundo hasta entonces desconocido que se derramó sobre ellos con la fuerza incontenible de un alud, sacudiendo la estructura cultural propia. Este hecho, no obstante su esencia positiva, estuvo acompañado de errores, de abusos y destrucción, lo que demuestra que, en este aspecto, España no fue excepción entre los pueblos conquistadores que han surgido a lo largo de la Historia.

El

mestizaje

La primera revolución provocada por la conquista se produjo en el área genética pues el efecto inmediato de la llegada española al Nuevo Mundo fue la mestización, uno de los rasgos característicos de la colonización de América por España. Varios factores influyeron para que se produjera:


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1°: El español, quizá porque la península ibérica había sido escenario de tantas invasiones y migraciones a lo largo de siglos —Celtas, Íberos, Griegos, Romanos, Árabes, Judíos, Cristianos—, carecía de prejuicio racial y, desde el primer momento, se unió con la mujer aborigen de modo que el fuerte de Navidad y la ciudad de Isabela fueron laboratorios sociales de los que surgió una raza nueva, mezcla de la blanca del Viejo Mundo con la aborigen del Nuevo. 2°: Las mujeres blancas eran escasas y un ejemplo es el hecho de que Colón, para fundar Isabela, había traído de España 1.300 varones pero solamente 30 mujeres; además, en los años siguientes —como antes ya se dijo— sólo el 25% de los inmigrantes que llegaron fueron mujeres. 3°: Entre los aborígenes era habitual la poligamia como estructura familiar o la posesión de varias mujeres por parte de un solo varón; además, acostumbraban obsequiar mujeres en reconocimiento al mérito o como presente diplomático. El español a menudo convivió con su concubina india y aunque habitualmente no legitimó la relación mediante el matrimonio, por lo general sí reconoció y legitimó a sus hijos mestizos y se preocupó por darles un respetable lugar social. 4°: Finalmente señalemos que la india, acostumbrada a la sumisión al varón, se sintió muy atraída por el hombre blanco, barbado, acometedor, rodeado del hálito romántico de provenir de otro mundo.

Importancia

del mestizo

Este novedoso ejemplar humano que fue el mestizo resultó un poderoso nexo cohesionador mediante la transculturación entre las razas: el indio se españolizó y el español se aindió pues la convivencia provocó la influencia mutua, y quien era producto de ella se sabía y se sentía puente de unión entre conquistadores y conquistados. Sin la existencia del mestizo seguidor de su padre español, la conquista sencillamente hubiese fracasado debido


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al corto número de españoles peninsulares que había en los comienzos. Únicamente contando con el mestizo fue posible consolidar el dominio mediante la conquista y la fundación de ciudades. Como ejemplo analicemos el caso de las fundaciones hechas en El Tucumán por ese gran gobernante de gran visión que fue Juan Pérez de Zurita: Fundó Londres, en Catamarca, en 1558; Córdoba de Calchaquí, en el valle homónimo, en 1559; Cañete, en el sur tucumano —quizá donde hoy es El Cercado, sitio próximo a Monteros— en 1560. Es decir, en tres años una ciudad tras otra para lo cual necesitó, por lo menos, 75 vecinos fundadores a razón de un mínimo de 25 para cada fundación como estipulaban las normas. ¿Había en El Tucumán de entonces tantos españoles peninsulares en disponibilidad? No lo creo por lo que muchos de esos vecinos fueron, necesariamente, mestizos cuya sangre a veces había que rastrear hasta las islas caribeñas o hasta el Perú.

Disminución

de la población aborigen

e ingreso de una nueva raza

Aquí cabe señalar que así como por un lado la presencia española generaba la nueva raza mestiza, paralelamente provocaba el fenómeno de la disminución de la población aborigen pura, hecho que el historiador Georges Baudot describe como catástrofe demográfica.5 Dos fueron sus causas principales: 1°: El reparto de pueblos aborígenes según el sistema de encomienda que a menudo significaba el desarraigo de su lugar de origen. Luego, el régimen de trabajo intensivo que el encomendero español impuso al indígena encomendado, habitualmente acostumbrado a trabajar lo justo para satisfacer las necesidades básicas. 2°: Las enfermedades infecciosas originarias del Viejo Mundo, inexistentes en el Nuevo, contra las cuales el indíge5

Georges Baudot, Ibidem.


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na carecía de anticuerpos. La más tremenda fue la viruela a la que se le adjudica el 70% de la mortandad. Y recordemos que la viruela ha sido vencida o controlada recién a mediados del siglo XX gracias a una intensa campaña mundial de vacunación antivariólica posible por el progreso científico. Este fenómeno de la disminución de población aborigen pura redundó en la falta de mano de obra que se remedió con la introducción de negros africanos. Con su presencia la sociedad hispanoamericana que ya era un laboratorio social manejado por la Madre Naturaleza, ganó en complejidad pues, a partir de la convivencia de 3 razas humanas básicas —blanca, negra y amarilla—, se produjeron las siguientes combinaciones: Blanco e indio = Blanco y negro = Indio y negro =

mestizo, mezcla racial nueva. mulato, mezcla ya conocida en el Viejo Mundo. zambo, otra mezcla racial nueva.

No obstante esta revolución genético-racial, es interesante señalar que, según estudios de Ángel Rosenblat,6 los aborígenes siempre se mantuvieron como mayoría absoluta. Así, a fines del siglo XVI, transcurridos 107 años de la llegada de los españoles en 1492, de 100 habitantes del territorio ocupado por ellos, el porcentaje de las diferentes razas o mezclas raciales era así: 96 % indios. 03 % negros, mulatos y mestizos. 01 % blancos.

Ángel Rosenblat, La población indígena y el mestizaje en América. Editorial Nova. Buenos Aires, 1954. 6


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La

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fundación de ciudades

Para los conquistadores españoles no había verdadera toma de posesión de un territorio sin la fundación de una ciudad, motivo por el cual, a lo largo del siglo XVI, levantaron en el territorio conquistado 227 núcleos urbanos, según el historiador Francisco de Solano citado por Francisco Morales Padrón.7 La ciudad representaba para el español y para los indios comarcanos la esencia misma de la conquista. Fue un producto netamente hispano, comenzando por su planta urbana. Ella concentraba los poderes real y eclesiástico, mucho de la industria, la cultura y la institución familiar hispana. Era el sitio de referencia de los habitantes de cada región y en ella convivían blancos, indios, negros, mestizos, zambos y mulatos. La fundación se llevaba a cabo en el sitio que previamente se había evaluado como el más adecuado. Se consideraban no sólo sus ventajas naturales, sino también sus valores estratégicos y geopolíticos que garantizaran la dominación territorial y permitieran constituir un sistema de fundaciones conectadas entre sí; en este sentido, las realizadas en El Tucumán son un interesante ejemplo. La planta urbana elegida que se repitió a lo largo de América hispana, era la de damero con la plaza mayor en su centro, con calles rectas que delimitaban manzanas destinadas a vivienda y con solares reservados para el Cabildo, la Iglesia Mayor y las Órdenes religiosas. Era un diseño urbano de avanzada para el siglo XVI que, por su funcionalidad, venía a corregir el crecimiento desordenado que había caracterizado a las ciudades europeas. En cada región había siempre una ciudad madre, fundacional, de la cual partían quienes serían los vecinos pobladores de las nuevas llevando semillas, retoños de plantas, animales, herramientas y enseres con el propósito de ponerlas rápida7 Francisco blos de indios.

de

Solano en su obra Ciudades Hispanoamericanas y pue-


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mente en funcionamiento. De ellas partían las huestes exploradoras y conquistadoras de las cuales eran punto de referencia y apoyo. Desde ellas se irradiaba la cultura del conquistador y se ejercía la dominación del territorio jurisdiccional. La Corona puso especial empeño en impulsar su fundación que no resultó labor fácil pues a menudo terminó en fracaso. Por ejemplo, de 21 ciudades fundadas en El Tucumán durante el siglo XVI,8 sólo sobrevivieron 7: Santiago del Estero, San Miguel de Tucumán, Ntra. Sra. de Talavera de Esteco, Córdoba de la Nueva Andalucía, San Felipe de Lerma en el Valle de Salta, Todos los Santos de la Nueva Rioja y San Salvador de Jujuy.

8 Las fundaciones en El Tucumán fueron las siguientes. En versalita son las que sobrevivieron: Medellín, en 1544, en la provincia de Santiago del Estero por Francisco de Mendoza, integrante de la expedición de Diego de Rojas. Barco, en 1550, en la Quebrada del Portugués, provincia de Tucumán, por Juan Núñez de Prado. Santiago del Estero (2° traslado de Barco), en la provincia homónima, por Francisco de Aguirre. Londres, en 1556, en la provincia de Catamarca, por Juan Pérez de Zurita. Córdoba de Calchaquí, en 1559, en el Valle homónimo, por Juan Pérez de Zurita. Cañete, en 1560, al sur de la provincia de Tucumán, por Juan Pérez de Zurita. Ciudad de Nieva, en 1561, en el Valle de Jujuy, proyecto de Pérez de Zurita concretado por Gregorio de Castañeda. San Miguel de Tucumán, en 1565, en Ibatín, provincia de Tucumán, por Diego de Villarroel por disposición de Francisco de Aguirre. Cáceres de Esteco, en 1565, al sur de la provincia de Salta, por Gerónimo de Holguín. Refundada en 1567 por Diego Pacheco. Córdoba de la Nueva Andalucía, en 1573, en la provincia de Córdoba, por Jerónimo Luis de Cabrera. San Francisco de Alava, en 1574, en el Valle de Jujuy, por Pedro de Zárate. San Clemente de la Nueva Sevilla, en 1577, en los Valles Calchaquíes, por Gonzalo de Abreu. Poco después trasladada al Valle de Salta.


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La

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mujer española

Dijimos que la ciudad hispanoamericana concentraba en sí todas las manifestaciones del poder, —real, eclesiástico, económico— pero es muy importante agregar que, además, era el hábitat creado para que en él prosperara una institución novedosa en América: la familia concebida según los ideales cristianos. El núcleo del concepto español de comunidad era la familia y si bien su cabeza era el varón, su centro era la mujer, esposa y madre, figura que no puede separarse de la del matrimonio monogámico. Era norma fundamental que la ciudad hispanoamericana estuviera habitada por vecinos con casa poblada, es decir, por varones con familia constituida: esposo, esposa más el grupo familiar integrado por hijos y allegados. Sin embargo, en la realidad ocurría que, muy a menudo, el varón estaba ausente, empeñado en exploraciones, guerras o actividades comerciales. La consecuencia fue que el elemento estable, en edad activa y de formación española tan necesario para consolidar la ciudad y hacerla arraigar en el suelo conquistado, fue la mujer. En la embrionaria comunidad hispanoamericana la esposa española transmitió, desde el hogar, su bagaje cultural abarcando desde complejos asuntos de carácter social y moral, hasta los inherentes a la vida cotidiana. De este modo contribuyó a imprimir sobre los aspectos fundamentales de esa comunidad el sello de la cultura de la que era portadora: la europea y católica en su expresión española. Pero no debe dejar de señalarse algo muy importante: que, simultáneamente, hizo de su hogar un centro de transculturación en el que se intercamSan Felipe de Lerma, en 1582, en el Valle de Salta, por Hernando de Lerma. Todos los Santos de la Nueva Rioja, en 1591, por Juan Ramírez de Velasco. San Salvador de Jujuy, en 1593, en el Valle de Jujuy, por Juan Ramírez de Velasco.


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biaron elementos del bagaje cultural suyo con el de la gente de servicio mayormente indígena con la cual convivía. Así la mujer, no obstante constituir sólo el 25% de la inmigración peninsular, realizó su acción con gran poder de penetración porque la ejerció desde la cotidiana intimidad del hogar. Este hecho nos permite afirmar que si bien descubrimiento y conquista pudieron realizarse sin la mujer como factor imprescindible, la colonización jamás hubiese sido posible sin ella y, sin la colonización, las dos etapas previas hubiesen quedado reducidas a meras exploraciones y a sólo formales tomas de posesión. Por lo tanto, la mujer española que llegó a América resultó pieza fundamental, insoslayable para la consumación de la gran revolución de la conquista cuyo fruto fue Hispanoamérica.

Mestizos

ilustres que se destacaron

en el ámbito cultural

Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616). Hijo de un capitán español conquistador del Perú del mismo nombre y de la ñusta Chimpu Ocllo, sobrina de Huayna Cápac el último gran emperador Inca. Criado en Cuzco, pero luego residente en España, fue uno de los más grandes escritores del período colonial hispanoamericano, autor de obras clásicas como Comentarios reales de los Incas e Historia General del Perú. R ui D íaz de G uzmán (Se ignora su fecha de nacimiento; murió en 1629). Nació en Asunción del Paraguay y su madre fue una hija mestiza de Domingo Martínez de Irala. Fue un distinguido militar, presente en campañas realizadas en el Río de la Plata, El Tucumán y Paraguay. Escribió Historia argentina del descubrimiento, población y conquista de las provincias del Río de la Plata obra por la cual es considerado el fundador de la historiografía argentina juntamente con Martín del Barco Centenera.


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Luis José de Tejeda (1604-1680). Militar, funcionario y escritor, primer poeta lírico nacido en territorio argentino. Fue nieto de Hernán Mejía Miraval conquistador de El Tucumán y de María del Mancho, india santiagueña hija del cacique del lugar.


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Al pie de los Nevados del Aconquija. Los pueblos indios de Solcos, Gastona y Aconquija (siglos XVI, XVII y XVIII) Nélida Beatriz Robledo

studiamos un sector de la Provincia de Tucumán, en la vertiente oriental del Aconquija,1 comprendido entre los ríos Seco al norte, y Gastona al sur, el piedemonte al este y los Nevados2 al oeste. Su altura máxima, en los Nevados, llega a los 4300 msnm y desciende en un profundo declive hasta los 450 msnm en el piedemonte. 1 La primera versión de este trabajo fue publicada en Actas del XIII Congreso Nacional de Arqueología Argentina. 4 al 8 de octubre de 1999, Tomo 2, págs. 209 a 228. Córdoba, 2002 (trabajo con referato). 2 Nevados del Aconquija: formado individualmente por el Aconquija, el Cerro de las Animas, el Cerro Muñoz incluyendo el macizo de Ñuñorco Grande […] las laderas orientales de las Cumbres de Tafí y de San Javier. Hacia el sur incluye también la región montañosa que se extiende entre el río Cochuna y la frontera de la provincia […] las Cumbres de Santa Ana, la Silleta de Escaba, las Cumbres de Narváez, el Cerro Chico y las Cumbres de los Llanos. La frontera inferior de este ambiente, que constituye al mismo tiempo la frontera superior de la llanura tucumana, puede establecerse en 450-550 m. HUECK, Kurt (1953); Ambiente original, ambiente expoliado y ambiente cultivado en la Provincia de Tucumán, en el NW Argentino. Las Montañas tucumanas del S. W. (pág. 10) (traducción Inédita).


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La zona tiene su espacio en el imaginario popular. Para algunos de los pueblos del este catamarqueño, los Nevados del Aconquija fueron los padres de las aguas (Bravo, 1993). La leyenda, que volvió a resurgir hace pocas décadas, hablaba, según la versión, de la existencia de una ciudad rodeada por una cadena de plata o de oro que se conservaría en el fondo de una laguna, protegida por una virgen o por un toro de cuernos dorados (Rosenberg, 1936; Bravo, 1993). La percepción de los que en este siglo ascendieron la ladera oriental del Aconquija, está lejos de concebirla como un lugar ideal para los asentamientos y o desplazamientos humanos: temperaturas extremas en las altas cumbres, –10º en los equinoccios de marzo y –15º en los solsticios de invierno entre los 1400 y 3600 m y en el verano en la cima, hasta los 4000 m, mientras paralelamente a menores alturas se registran fuertes tormentas eléctricas, con intensas precipitaciones (O. Bravo 1993: 6,7). Sin embargo, la arqueología ha registrado la existencia de dos sitios Formativos: Antigal de Tesoro o Tesoro II y Las Yaretas (Stuc Ch2), a los 3200 y 3000 m y otros sitios sin datación: Los Nacimientos y Las Cascadas, entre los 2750 m y los 1600 m y Las Mesadas a los 1000 m (Scattolin y Korstanje 1994). Además el Tambo inca de Nevados del Aconquija,3 a los 4300 y pircas próximas a la cima del cerro Tipillas, de 5420 m, localizadas por andinistas. El estudio del entorno aportó una rica información que nos permitió explicar la dinámica en la que estaba inserto este sector y arriesgar algunas hipótesis. Los primeros asentamientos humanos registrados en el entorno, corresponden a los grupos agroalfareros que conformaron la llamada tradición Tafí (Fase I: siglo I a III y Fase II: siglos VII a X) que se desarrolló en el Valle homónimo y 3 El sitio Nevados del Aconquija se encuentra a los 27º10’ de latitud sur y 66º01’ de longitud oeste, a los 4.300 msnm, al sur de las nacientes del Río Las Pavas en un contrafuerte que baja abruptamente hasta el fondo de la Quebrada del río Jaya, mientras que en el costado norte lo hace más suavemente hasta la Quebrada del Río de Las Pavas. (Bravo, cit: 5,6).


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se expandió por la Quebrada del Portugués, distante aproximadamente a 8 leguas del eje de los ríos Seco y Gastona. Se habría irradiado hacia el norte por el Valle de la Ciénega, por las proximidades de San Pedro de Colalao y por el Valle de Medinas. Sociedades agropastoriles ocuparon el Valle de Santa María probablemente antes del siglo X d.C. Treinta y cinco sitios y unidades con ocupaciones Formativas atestiguan esta presencia (Ver Tarragó y Scattolin, 1999). La expansión ideológica de los grandes núcleos religiosos: Alamito, La Rinconada, y el santuario incaico de Las Cuevas, al este de los Nevados del Aconquija (en el Morro de las Ruinas o de Las Cuevas, a 4900 msnm) habría utilizado como vía el eje del río Gastona y sus tributarios, ríos Solco y El Conventillo y los afluentes de este, ríos Jaya y Las Pavas. Durante el Formativo y el Período de Desarrollos Regionales, el área estaba integrada en el espacio socio-político y económico de Alamito, «expresión cúltica de Condorhuasi», que se extendió hasta Hualfín y Ambato y por el piedemonte tucumano hasta la llanura chaco-santiagueña, donde originó la Cultura Mercedes, «puente entre las entidades culturales de Ambato y la llanura.» La distribución de bienes, la complementariedad económica y las estrategias litúrgicas se expandieron a través del tráfico caravanero o por comunicación directa a través de la red fluvial que desemboca en el río Dulce (Tartussi y Núñez Regueiro 1993: 12, 30,38). La presencia de sitios Aguada en las proximidades: Escaba, Yánimas, la Calera, y Huasa Pampa y El Rincón, con estructuras similares a Alamito (Núñez Regueiro, com. pers., 1999) y en las cercanías de Alberdi Condorhuasi, con «tallas de piedras del estilo conocido como suplicante, que marcan indudable conexión con los Sitios de Alamito.» (Tartussi y Núñez Regueiro 1993: 38) y los asentamientos santamarianos, completan el contexto. Entre los 4200 y 4300 msnm se encuentra el sitio arqueológico incaico «conocido como «Pueblo Viejo del Aconquija», «La Ciudad Legendaria», «Ruina de los Nevados» «Pucará de Las Pavas», «Nevados del Aconquija» o su denominación más


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extendida, «La Ciudacita»,4 considerado por Raffino y colaboradores (1978 y 1991), como « uno de los pocos sitios incaicos en el NOA que presenta la mayor cantidad de rasgos arquitectónicos de primer orden» y destacan que son «Inka puros y poseen manifiesta calidad arquitectónica».5 El mismo forma parte del sistema de asentamientos del Kollasuyu, la provincia más grande del Imperio Inka6. Martel et al. (2002) plantean la posibilidad de una ocupación previa, al localizar un sector con arquitectura y artefactos locales. Hacia el oriente se encontraba la provincia de Tucma, que «pudo incluir también el Campo de Pucará y el Valle de Catamarca» (Lorandi et al. 1997: 213). La provincia incaica del Tucumán corresponde al sector serrano que los españoles denominaron los Andes o Antis del Tucumán, en especial su vertiente oriental y el piedemonte, incluyendo talvez el sector occidental de la llanura santiagueña (Lorandi 1992: 142-143) Esta había celebrado una alianza perpetua de paz con Viracocha, renovada bajo el gobierno de Túpac Yupanqui, por la que se comprometía «a no más guardar aquella frontera para que no entrase ninguna gente por allí a dar guerra a su señor» (Cieza de León, T II, cap. XCI). La Provincia de Tucma hacía también de nexo entre el Imperio y las tierras sud orientales, por las que éste pretendía expandirse. Mitmaqunas tucumanos Víctor Hugo Ataliva, Álvaro Martel, Carolina Somonte, Sara M. L. López Campeny: «Notas marginales desde el sitio incaico Nevados del Aconquija» (Tucumán, Argentina). Andes 21. Año 2010, págs. 161-186. Universidad Nacional de Salta. Argentina págs. 161-163. 5 Ataliva, et al. cit., págs. 168-169. 6 «Su conquista se inició alrededor de 1430 y llegó a abarcar desde el lago Titicaca […] hasta Mendoza y la mitad de Chile […] los establecimientos se conectan a través del Qhapaq Ñan, Camino Principal Andino [que] refleja la efectiva y globalizadora organización del estado imperial». Korstanje, Alejandra (Compiladora): La Ciudacita o el Pueblo Viejo del Aconquija en la memoria del IAM, en: Patricia Arenas, Carlos A. Aschero, C ontanza T aboada : Rastros en el camino. Trayectos e identidades de una institución. Homenaje a los 80 años del IAM. UNT. Edunt Editorial, pág. 239 y 241. 4


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y santiagueños prestaban servicio en establecimientos incaicos de Tarija, en el Shincal, en Potrero Chaquiago y en los Valles Calchaquíes (Lorandi, 1997). Después de 1493, Huayna Cápac envió «hacia la parte del levante orejones avisados en hábito de mercaderes, para que mirasen las tierras que hubiese y que gentes mandaban» (Cieza de León, 1943). Pero la ambición imperial de expansión hacia el sudeste no pudo concretarse por la debilidad interna del Imperio. Investigaciones arqueológicas iniciadas a fines de la década de 1940 aportaron diferentes miradas acerca del sitio arqueológico incaico de los Nevados del Aconquija:7 para Franz Mansfeld (1948), primer investigador que da a conocer el sitio, se trataría de un pueblo dedicado a la minería [en lo que coincidirían Scattolin y Korstanje, 1949], donde explotaban cuarzo aurífero, que luego trasladaban a Campo del Arenal, adonde lo elaboraban. Paulotti lo interpretaba como santuario de altura. Würchmidt (1952) le atribuía «funciones militares y religiosas, tal vez lugar de peregrinación y asiento de funcionarios importantes.» Alberto Rex González (1980) lo clasificaba como Tambo Principal o Mixto, relacionado también con la religión y el culto. Orlando Bravo (1949-91), desde la Física, abrió el campo de la Arqueoastronomía y luego de sucesivas investigaciones, consideró que se trataba de observatorios astronómicos solares. Además, localizó una piedra equinoccial. Para Hyslop y Schobinger el sitio habría estado destinado a actividades militares y juntamente con el Pucará de Andalgalá, habría tenido como fin la protección de la frontera oriental. Pero probablemente su función principal haya sido la de santuario. Para Scattolin y Korstanje (1994) sería un «establecimiento fronterizo [destinado a] evitar que poblaciones del oriente accedieran a la otra vertiente. Formaría parte del sistema de asentamiento regional que respondería a una estrategia de dominación estatal sobre el Collasuyu, y junto a Ingenio del Arenal y Punta Seguimos a Ataliva, V. H. et al., cit. págs. 164 a 169 y a Korstanje, A., págs. 241-242. 7


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de Balasto constituiría un complejo vial minero.» Posición que reforzaría la hipótesis de Rodolfo Raffino et al. (1978), Luis González (2002) y González y Tarragó (2004) sostenían «que el interés del Tawantinsuyu sobre esta porción de los Andes Meridionales estuvo centrado en la explotación de los recursos mineros locales». Punta de Balasto era un «nudo caminero […] en el que confluían distintos ramales que conectaban hacia el occidente Ingamana o Punta de Balasto con Hualfín [y] otro ramal, en dirección sudeste con Nevados del Aconquija». Raffino y colaboradores (2001) lo consideraron un «espacio de control de tránsito de personas y del tráfico de bienes» que determinaron « la ocupación Inka en el sur del Valle de Santa María» González (1999), lo que nos permite comprender, como sostienen Ataliva et al. (2010, p. 168), la importancia de Punta de Balasto, «para entender la dinámica de la expansión y dominación incaica en este sector del NOA [..], en el Valle Calchaquí […], lugar de asiento de contingentes de mitmaqkuna originarios de la llanura tucumana santiagueña» como lo demuestran numerosos trabajos etnohistóricos de A.M. Lorandi y colaboradores (1984 a 1997). Verónica Williams (2002) sostenía que se trataba de un enclave administrativo de control de personas y tributos en las diferentes regiones [...] consideradas estratégicas para la comunicación y el transporte, la recolección del tributo y el control militar en el imperio.» Y al estudiar «El uso del espacio a nivel estatal en el sur del Tawantinsuyo» (2010: 77, 78), entiende «la espacialidad [..] como una dimensión clave en la estructuración de relaciones sociales durante el período comprendido entre el 1000 de C y 1536 (Período de Desarrollos Regionales e Inca). [y no solo] las transformaciones en el uso del espacio [..] sino también [..] el papel simbólico y coercitivo de la arquitectura en los establecimientos estatales como formas de control y dominio». Ataliva et al. (p. 167) destacan que «El sitio Nevados del Aconquija es visualizado no ya de manera aislada, sino formando parte del sistema de asentamiento regional, lo que nos lleva a indagar sobre las diferentes estrategias de dominación implementadas por el Estado en el Collasuyu.» Y posiblemente con «[..] el


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desmoronamiento del Estado, aquellas poblaciones sometidas recuperaron su autonomía de manera rápida, no exenta de tensiones y conflictos principalmente con grupos «foráneos», [..y esa] acelerada desestructuración del Estado se haya traducido en un repentino abandono del asentamiento.8

Los

pueblos indígenas y su entorno

Previo a la llegada de los españoles, el área en estudio compartía dos territorios étnicos: hacia el occidente formaba parte del Imperio Inca y hacia el este, de la Provincia de Tucma, con diferentes grupos aliados al Imperio. La percepción española de la ladera oriental del Aconquija como «tierra de arboledas e cerros, e sierras muy ásperas», con muchos ríos, y por las cuales se abrían paso «con azadones e hachas» 9 constituye una de las primeras descripciones de esta zona de yungas de elevada biodiversidad, donde la nubosidad cumple un rol importante en el régimen hidrológico, y donde los cambios de temperatura y la cantidad de lluvia, unidas a la altura, determinan una zonación actitudinal (Brown 1997). Abundante pesca, miel, fibras, cañas macizas, constituían recursos comunes en la zona. El pecarí de collar (Dicotyles tajacu), la taruca (Hippocamelus antisensis), el guanaco (Lama guanicoe), el lobito de río (Lontralon gicaudis), el zorro colorado (Duciycion culpaeus), el ocelote (Leopardo pardalis), el puma (Puma concolor), pájaros, loros, halcones y el cóndor andino (Vultur gryphus)10 entre otros, brindaban su carne, su piel y sus plumas. Ataliva et al. Cit., págs. 181-182. Eduardo Berberian, (1987): Crónicas del Tucumán Siglo XVI; Capítulos de una información de los servicios prestados por Pedro González de Prado. Lima, 13 de noviembre de 1556, Argentina. Comechingonia, Revista de Antropología e Historia; pág. 27. 10 Plan Operativo 1998 del Parque Nacional Campo de los Alisos. 8 9


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En la segunda mitad del siglo XVI, pueblos Diaguitas: Cascagastas y Anconquijas (que tenían otro asiento en la vertiente occidental de la sierra) vivían en una angosta franja entre árboles de mediano porte, helechos, bromelias y musgos, con una franja intermedia en el límite del bosque, hacia los 1700 a 2000 m, donde las neblinas eran constantes, hasta ascender a los bosques de alisos. Parte de este ambiente era compartido por los Solcos, a los cuales en 1584, en Santiago del Estero, el capitán Mexía de Miraval que se había enfrentado con ellos en varias oportunidades, diferenciaba claramente: «indios de nación diaguita e solcos de nación juríes». Cruz (1997) los clasifica como tonocotés, clasificación más precisa, utilizada con posterioridad (Lorandi, cit.). En el piedemonte, en medio de una selva de árboles de más de 30m de altura, sometida a lluvias estivales y a un período seco de seis meses, el pueblo de Eldete. Más abajo, un doble asiento del pueblo de Gastona, los Gastonilla y Nicupile, Tonocotés. Y en el centro de la llanura, poblada de ceibos, nogales, tipa blanca, cedros, lapachos y bosques de cebil, donde las lluvias del sudeste alcanzan entre 800 y 2000 mm anuales, los pueblos de Sucuma-Belicha y Silípicas. Estos pueblos pedemontanos, demográficamente debilitados en forma temprana, estaban relacionados por lazos de parentesco, tales, por ejemplo, las relaciones entre Gastonillas y Belichas o entre Aconquijas y Tafíes, Amaichas e Indias de Londres, como lo demuestra el padrón de 1670-71. Estratégicamente nos interesa el eje del Aconquija, como «columna vertebral para sostener las relaciones políticas» (Lorandi et al. 1997: 211). Un sistema reticular, compuesto de caminos no incaicos, comunicaba los pueblos indígenas locales con los de su entorno: en el norte los Tafíes, ubicado en las mismas vertientes orientales del Aconquija, y con otro asiento en «la falda de la sierra,» que para este período ubicamos en la ladera oriental del Taficillo (Robledo 1997). Los Anfamas, que ocupaban el valle homónimo, separado del Valle de Tafí por las Cumbres Calchaquíes y las de Mala Mala (Cruz 1997: 273-74).


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En las vertientes occidentales del Aconquija habitaban varios grupos, entre los que se encontraban los Ingamanas, en Punta de Balasto. El borde del Campo del Arenal estaba ocupado por tucumanos-santiagueños y otros grupos, posiblemente Yocaviles, demográficamente numerosos: los Casminchangos, Ulpingaschas y Uchumil Masao, que hacia 1657 tenían sus propios caciques (Lorandi 1997, I). Relaciones de parentesco unían a algunos pueblos del sur del Valle Calchaquí con los de Andalgalá, en cuyos algarrobales se proveían los Ingamanas. Lorandi señala la existencia de redes de parentesco que reforzaron las alianzas de las poblaciones que ocupaban un arco transversal en el centro-norte de Catamarca, durante las rebeliones calchaquíes, y Ana Schaposhnick. la presencia de pequeños grupos en el Valle de Catamarca, que carecían de unidad política, pertenecían a un solo linaje y contaban con un cacique propio. Estos pueblos tenían a veces un doble asiento sobre una u otra vertiente del Ambato, atravesadas por caminos no incaicos (G. Guzmán, 1988) en los que aún se conservan topónimos que los recuerdan. Hacia el sur del Gastona, se comunicaban con los Marapas, Escabas y Yapachín, de la falda de la sierra y el piedemonte. Y hacia el este, con la sierra de Guayamba, a la que comúnmente llamaban Cordillera de Santiago, poblada por Collagastas, Cingasta, Simogasta, Albigasta,11 Aliquili, Sicha, Allega y Tavigastas. Todos estos pueblos fueron repartidos en forma muy temprana. Juan Núñez de Prado afirmaba que en 1550 ya había hecho treinta y seis repartimientos en el centro

Para Eusebia Martín (1964 y 1970) la terminación «gasta» sería propia del cacán meridional (diaguita). Ricardo Nardi, si bien no rechaza «la hipótesis de Eusebia Martín sobre la existencia de dos dialectos del cacán… no acepta el uso de las terminaciones «ao» y «gasta» como elementos determinantes para realizar tal subdivisión lingüística, y presenta casos de topónimos que contradicen esta tesis» (Margarita Arana y Estela Noli: Nuevos Aportes Documentales para el Estudio de la Lengua Cacana. Avance de Investigación. Tucumán, 1996, mimeo). 11


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de la Provincia de Tucma. Además, fueron los más espoliados, por cuanto sufrieron las consecuencias de las desavenencias entre los gobernadores: «el dar y quitar indios y repartimientos encomendados».12

La Puerta y las

Entrada al Tucumán Primeras Ciudades

de

En 1929 Roberto Levillier señalaba: «Una de nuestras certidumbres es que Rojas y sus hombres cruzaron los Andes y entraron al Tucumán, pero quedamos en conjeturas acerca de la ruta que siguieron y del punto por donde pasaron [..] para llegar ahí. Nada nos dicen los cronistas ni concretan los conquistadores».13 La ubicación de la «boca de entrada de los Andes del Tucumán» habría determinado la ubicación de las primeras efímeras ciudades: Barco I y Cañete. Levillier sostenía la hipótesis que desde la Punta de Balasto, los hombres de Rojas «franquearían la sierra de Aconquija y alcanzarían Tucumán a la altura de Concepción» y luego

12 [De] 3000 tributarios [varones entre 18 y 50 años] que servían a San Miguel en […] 1580, se desciende a 2000 en 1596 [...]. Durante los primeros años de contactos entre indígenas y españoles, las epidemias se extendieron […] en 1562 una de viruela, en 1587 otra que Ramírez de Velasco la consideró como «un ramo de peste», y en 1590-91hubo una epidemia a la que siguió una carestía de alimentos. En 1606 [..] el Gobernador Ribera calculó 1100 tributarios [..] 67% menor [..] a las cifras de Sotelo de Narváez. [1583: «tres mil indios de servicio de los diaguitas tonocotés y lules»] «La saca» [utilización de indígenas en trajines hacia Potosí y Chile, [...] que no retornaban], fue otra de las causas de despoblación de la jurisdicción.» Estela Noli: La fundación de Ibatín: una ciudad de frontera. En: Estela Noli (compiladora): Revisitando Ibatín. Investigaciones históricas y arqueológicas. 1ªedición.Universidad Nacional de Tucumán. Facultad de Ciencias Naturales, 2016, págs. 15 y 19. 13 Nueva Crónica de la Conquista del Tucumán, vol. I (1542-1563). Pág. 118.


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habrían continuado por los ríos Gastona y Dulce, hasta la provincia de Concho».14 Basado en Cieza de León, Manuel Lizondo Borda señalaba como ruta probable seguida por Núñez de Prado con los compañeros de Rojas: Chicoana, Cafayate, Tolombón Tambos de la Ciénega a la altura del Bañado actual, al norte de los Quilmes y Tafí del Valle, siguiendo el itinerario de Matienzo, para salir a los llanos tucumanos por la quebrada del Portugués. La fundación de la Ciudad del Barco I se habría realizado al pie de esta quebrada, en el mismo sitio en que luego se fundara Ibatín. Roberto Zavalía Matienzo, basado en los mismos testimonios que Lizondo, en Lozano y en especial en el Itinerario de Matienzo, al que interpretaba en forma diferente, sostenía que Rojas cruzó los Andes del Tucumán, por la quebrada por donde corre el río Pajanguillo, donde se inicia el camino incaico secundario que cruza las cumbres algo al norte de los Nevados del Aconquija, y el Portezuelo del Campo Colorado para terminar en las faldas orientales en las ruinas incaicas, entre los ríos Jaya y Las Pavas. Y fijaba el sitio de fundación del Barco I y de Cañete en Yucuco, al norte del Río Medina, aledaño a la zona estudiada. Teresa Piossek Prebisch señalaba que Rojas tomó el ramal secundario del camino real y entró por la quebrada del río Amaicha y luego por la quebrada del río Infiernillo. «En el Abra del Infiernillo el camino empieza a descender hacia el sur siguiendo el curso del río de Tafí» hasta el Cerro Pelado. De allí habría tomado hacia la derecha, con los cerros de Ñuñorco Grande y Ñuñorco Chico al este, y la Sierra de Muñoz al oeste,» para llegar a la Quebrada del Portugués o del río Pueblo Viejo, de fácil tránsito, a pesar de la vegetación. Según la autora, este fue el camino tradicional entre los Valles Calchaquíes y la llanura tucumana «desde tiempos prehispánicos y durante la conquista y los comienzos de la época colonial

14

Idem, pág.120.


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en que se lo identificaba como el camino de la Quebrada de los Andes del Tucumán». En cuanto a Cañete, fundada por Juan Pérez de Zurita en el sitio de Gualán, se plantea el problema de la ubicación del sitio o Valle de Gualán. Lizondo Borda, basándose en la lingüística, a la que apela también Piossek, sostiene que la palabra Gualán, de origen tonocoté, significa grande, y que se debe este nombre al río Grande o Salí, con lo que el sitio de Cañete se desviaría hacia el este. Basada en Pedro Lozano, Piossek afirma que el sitio Gualán «estaba a cuatro leguas al Sur de Ibatín (18 a 20 km)», en un «valle o lugar bajo», de acuerdo a un auto del cabildo de la época previa al traslado de San Miguel a La Toma y sostiene que Cañete fue fundada en El Cercado (com. pers., 2017). En base a documentos publicados por Lizondo Borda, Zavalía Matienzo localiza al «Valle de Gualán» sobre el río Medinas. Si tenemos en cuenta las advertencias de Lorandi et al. (1997: 214) respecto a la utilización del término valle, en el sentido étnico-político que señala Susan Ramírez Horton, se trataría del sector ocupado por los Solcos y liderado por Gualán, con lo cual su dimensión es demográfica antes que geográfica (Ramírez Horton, 1981, cit por Schaposchnik 1997: 298). Pero en este caso, ambas dimensiones coinciden, ya que en forma temprana, el río Gastona (no el de Medinas, como señalaba Zavalía) era dominado río de los Solcos. Pero hay otros elementos a tener en cuenta. En documentos de 1610 y 164615 figura el río Gualán. Pero mientras el primero trata de una estancia sobre el actual río Balderrama, tributario del Salí, al norte de Ibatín, el segundo, de tierras en el Río Hondo, al sudeste, donde el Salí recibe los últimos afluentes. Si nos limitáramos a seguir un criterio geográfico o territorial, unido al aporte lingüístico, el Valle de Gualán sería muy extenso. 15 Archivo Histórico de Tucumán (en adelante AHT). 1610. Protocolo 1, fs. 486-88. Venta de Estancia. 1646. Protocolo 3, fs. 16-17. Merced de Tierras.


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A partir de los primeros núcleos fundacionales, indios y tierras se repartieron entre los conquistadores. Fundada la Ciudad del Barco I, en 1550, se inició el poblamiento del faldeo oriental de las sierras de Guayamba hasta la cumbre, tierras entregadas en merced, y sus indios encomendados. La fundación de San Pedro Mártir de Conando en Andalgalá, en 1556, y de Londres en el Valle de Quinmivil, dos años después, con la que se inició la conquista del oeste catamarqueño, y donde Pérez de Zurita repartió más de doce mil indios, fueron seguidas por las efímeras fundaciones de Córdoba de Calchaquí y de Cañete (1560), enclaves destinados a la defensa de las rutas que unían Tucumán y Santiago del Estero con Chile y el Alto Perú. Es posible que los ríos Seco y Gastona y sus tributarios hayan formado parte de esta red de comunicaciones en medio de la resistencia indígena que acabó con estas ciudades y que provocó el traslado de Londres al Valle de Conando. En 1565 Diego de Villarroel fundó en Ibatín la ciudad de San Miguel de Tucumán, a la que Estela Noli califica de «ciudad de frontera»,16 «fundada por la necesidad de los españoles de lograr el control de la entrada al área montañosa que comunicaba el Tucumán con Chile y Perú y, especialmente, para contener posibles incursiones de los pueblos diaguitocalchaquíes y defender Santiago del Estero, única ciudad establecida en el Tucumán». La autora sostiene que esta fundación respondía también a «un plan mayor, que requería de otras fundaciones para impedir ataques chiriguanos sobre Potosí y posibilitar la salida de la producción minera por el Atlántico.» Y, entre estos múltiples factores, como forma de facilitar la «descarga de la tierra».17 Estela Noli: La Fundación de Ibatín: Una Ciudad de Frontera. En: Estela Noli (Compiladora): «Revisitando Ibatín. Investigaciones históricas y arqueológicas». Proyecto PIUNT 2014-2018. Instituto de Arqueología y Museo. Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo. Universidad Nacional de Tucumán. Pág. 17. 17 «[..] envío a otras regiones de los miembros de la hueste española que no encontraban satisfacción económica en el Perú.» Noli cit., pág. 17. 16


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Con la fundación de Ibatín, se inició la «colonización tucumana del valle de Catamarca» (G. Guzmán), que tendió entre los españoles redes de parentesco de larga duración a ambos lados de la sierra.

Estrategias Indígenas de Supervivencia. Las Tierras Comunales El reducido espacio geográfico en que nos movemos, nos conduce a explicar en una amplia escala temporal las situaciones extremas vividas por los pueblos indígenas, sus esfuerzos para evitar su fragmentación, y el entretejido que construyeron con los españoles en sus intentos de reconstrucción étnica. Mientras los Solcos resistieron tenazmente a los españoles desde la «cuesta agria» en la que vivían y luego se rebelaron contra ellos, al igual que lo hicieron más tarde los Aconquija, otros pueblos, como los Singuil, por conflictos con sus vecinos buscaron el apoyo de los españoles. Liderados por el cacique Canamico, los Solcos habían resistido en Capaya18 el avance de Diego de Rojas. Y, a poco de fundarse Ibatín, en 1585, los Solcos participaron de la primera rebelión indígena que enfrentó la ciudad. La conjura partió de los Yanaconas. Confederados pueblos serranos y Yanaconas del llano, «eligieron […] por caudillo [a] un yanacona llamado Gualán» (Lozano 1874: IV, 336-337) y tomaron e incendiaron Ibatín. Es posible que la muerte de Gualán y la derrota de los sublevados hayan determinado el desmembramiento y reparto de los Solcos entre varios encomenderos, como los encontramos a fines del siglo XVI y en la primera mitad del XVII. Probablemente una parcialidad de los Solcos haya formado parte de la encomienda originaria de Lules y Tafíes, otorgada La ubicación de Capaya dio lugar a diferentes opiniones. Mientras Levillier la ubicaba en el Capayán actual, en la provincia de Catamarca, Lizondo Borda (El Tucumán Indígena: (83-84) afirmaba que se trataba del pueblo indígena de Acapayanta o Acapyanta, al sur del río Medinas. 18


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al capitán Núñez de Guevara, uno de los fundadores de la ciudad del Barco. En 1579 se encontraban reducidos por su yerno y sucesor en la encomienda, el capitán Melián de Leguisamo, y trabajaban en la chacra de algodón que tenía sembrada en tierras «suyas y [..] de los indios Solcos de su encomienda», tierras que Alfonso Carrizo ubica junto a los Guaycombo, y que consideramos son las que luego donara al convento de La Merced, y comenzarán a llamarse El Conventillo. Al igual que Los Lules, con quienes trabajaban después en la carpintería de Los Manantiales, los Solcos eran «buenos carpinteros, y muchos de ellos maestros de carretas», de las que fabricaban una por semana (Robledo 1997). La reducción de los Solcos y demás pueblos de la encomienda, implicaba feroces castigos. El capitán Melián de Leguisamo y su hijo el alférez, los trataban con rigor. A mediados del siglo XVII se decía de ellos que «eran domésticos y serviles», «ladinos y resabidos». Hacia 1684, siguiendo el destino de la encomienda multiétnica a la cual pertenecían, estaban reducidos por Don Pedro de Avila y Zárate en Los Choromoros, lejos de sus tierras originales. Sostenemos la hipótesis que los pueblos ubicados en el curso medio del río Gastona o estaban emparentados con los Solcos, o estaban controlados por ellos. En forma muy temprana el Gastona recibía el nombre de «río de los Solcos.» Y el espacio que habría estado bajo su influencia, coincidiría con el Valle de Gualán, al que nos referimos anteriormente. En las actuaciones por el amparo de sus tierras iniciado por los Conaista (1604), que habían sido encomendados en Francisco de Olloscos, junto con los Gastona, fueron calificados por un testigo Lule del pueblo de Camanxita, que convivía con los Solcos en Los Manantiales, como «pueblo de Solco Pen», pero es la única vez que encontramos esa denominación. Y a pesar que otros testimonios del mismo expediente dan lugar a confusiones respecto a la identidad del pueblo,19 queda penPor ejemplo, se refieren a el como «Pueblo o Matele» o Pueblo de Matele (1605), nombre del cacique principal de 1573. 19


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diente la pregunta si los Conaista eran una parcialidad de los Solcos, de los cuales eran vecinos, sobre el río Gastona, o si se encontraban bajo su control. En 1597, en ocasión de la venta de tierras de Tavigasta la Vieja (en la falda de la Sierra d Guayamba) hecha por sus caciques Don Diego Ocheta y Don Pedro Suni Han, un estanciero vecino, el capitán Luis de Gallegos de Guzmán, manifestaba: «este testigo ha visto que los dichos indios Solcos, pueblo de Tavigasta...». O los colocaba en la misma bolsa, o bien establecía un orden jerárquico de denominación (Schaposhnick, cit), ya que no lo contradijeron ni el defensor de naturales ni los propios caciques. El hecho de la lejanía de Tavigasta la Vieja no es un argumento para dudar de su relación con los Solcos, por cuanto en esos pueblos un denominador común erala posesión de tierras en diferentes pisos ecológicos. Por otra parte, el nombre de los indios de Tavigasta de los que hace dejación en esta oportunidad Da. Isabel de Alcántara (sucesora del capitán Diego Rubira): Andrés Velicha, Francisco Velicán, nos remiten a los Belicha, pueblo ubicado sobre el Gastona, posiblemente emparentado con los Solcos. La presencia de los Solcos que se mantuvo hasta comienzos del siglo XVIII, perdura aún en topónimos de la zona, entre ellos el de río de Solco, para un tributario del Gastona que atravesaba el antiguo asentamiento, el que, a su vez, hasta bien entrado el siglo XIX, se denominaba aún Potrero de los Solcos. Hacia 1745 del pueblo de los Solcos, como de la mayoría de los pueblos indígenas, ya se decía: «el pueblo que era de los Solcos.» Sin embargo, descendientes de Solcos originarios habitan y defienden hoy las tierras de sus ancestros. Por conflictos interétnicos algunos pueblos buscaron el amparo de los españoles. El pueblo de Singuil sufría constantes ataques de los Aconquija, que depredaban sus ganados y sus sementeras, por lo que recurrió al apoyo español. Los Aconquija, que aliados con los Yocaviles y pueblos de Andalgalá, Londres y La Rioja, fueron vencidos en Singuil en 1632. Sufrieron muchas bajas, entre ellas la de su cacique, Don Pedro Chumay, cuya cabeza, junto a la de otros principales, fue


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exhibida en la plaza pública, como escarmiento (A. Montes, pág. 115). Diferentes motivaciones originaron la movilidad de los pueblos. Algunos fueron reducidos por sus encomenderos, como los Belicha, con su cacique Don Juan, a quienes Nuño Rodríguez Beltrán condujo al actual Pomancillo, donde juntamente con los Pomangasta cultivaban viñas y algodonales. Otros indígenas optaron por ampararse en pueblos de indios, como un indio y dos indias de Gastona que se refugiaron en el pueblo de los Solcos.20 Otros fueron desnaturalizados como los Aconquija, que después de Singuil fueron obligados a trasladarse a las cercanías de San Miguel, donde arrendaron unas tierras en las que disponían de agua y leña. Los mismos Aconquija fueron objeto de transacción por Juan de Mena, el primer encomendero que registramos. Para casar a su hija Da. Isabel de Mena con Alonso Sánchez Garzón, vecino de Santiago del Estero, se obligó «de mancomún in solidum con mi hijo Juan de Mena, sucesor del dicho repartimiento y encomienda» 21 a hacer dejación de Don Francisco Chambi con veintiocho indios casados, con sus mujeres e hijos, naturales del pueblo de Aconquija de mi encomienda.» Los que equivalían a diez mil pesos corrientes de a ocho reales, monto de la dote. Después de su muerte su hijo demandó la devolución de los indios, denunciando que los había cedido bajo presión. Entre los pueblos indígenas, era habitual la rotación de la tierra. En 1604, «porque se daba mal el maíz», los Gastona se trasladaron desde la Pampa del Chañar y Laguna de Caturus hasta el sitio que hoy lleva su nombre. A los treinta años de su desnaturalización, por agotamiento de las tierras y por los daños provocados por los vecinos en sus ganados y sementeras, los Aconquija lograron retornar a sus tierras originales de Jalla y Aconquija, en la vertiente oriental de la sierra homónima. En todos estos casos adoptaron la forma occidental de 20 21

1592. AHT. Sección Judicial Civil S.A. Protocolo 3, fs. 45-46. 1610. AHT. Prot. 1, S. A.: f. 492v.-493v.


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legalización de la propiedad, y la rotación fue acompañada de pedidos de amparo ante la justicia, para obtener el reconocimiento de sus títulos sobre sus tierras originales. Los Gastona y Conaista habían logrado una Provisión Real en 1597 y luego un Auto de Amparo en 1605, sobre sus tierras de la Pampa del Chañar y la Laguna Caturus, entre el río Grande y el de Olimpmampa. Su cacique, Don Antonio Yacobe, basó su petición en el «título hereditario de mis antepasados para mi y para los indios del dicho pueblo.22 También los Belicha declaraban haber obtenido Provisión Real sobre sus tierras, «por las haber dexado su encomendero Nuño Rodríguez Beltrán por donación que de ellas hizo por deberles de su trabajo personal».23 Este testimonio dado por el indio Tomás, el más anciano del grupo, en ocasión el amojonamiento y reconocimiento de la estancia de San Pedro Mártir, practicado por los Jesuitas, fue reafirmado por el curaca Don Mateo, que «lo ha oido de los antiguos.» Hacia 1660, las condiciones climáticas, que alternaban largos períodos de sequías y de inundaciones, ya se habían estabilizado; la larga resistencia Calchaquí había terminado. Los españoles participantes en la guerra pedían su parte del botín. Pero primero había que responder a quienes habían colaborado con dinero y efectivos. Los vencidos fueron divididos y extrañados a Buenos Aires, a Santiago del Estero, a otras regiones de Catamarca. Se acentuó la ruralización y, por tanto, la mano de obra se hacía cada vez más necesaria. Los Aconquija advirtieron el peligro. En las proximidades de San Miguel eran vulnerables. Las tierras que habitaban se habían agotado, no eran suyas y eran apetecidas por los vecinos. Crecían las disputas entre los feudatarios por los pocos indios que quedaban por repartir. Los más poderosos concentraban encomiendas multiétnicas, sorteando las trabas legales que no admitían más de treinta indios por encomendero. La vulnerabilidad de estos pueblos encontró otro flanco, la peste generalizada, que hizo 22

AHT. Sección Judicial Civil. S. A., caja 2, expte. 21.


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estragos entre los Aconquija: mató a ocho indios y más de veinte muchachos y muchachas. En 1607, eran 200 los tributarios encomendados en Juan de Mena; en 1641, 48 los encomendados en Juan Bautista Romano, y en 1670, la encomienda de Don Pedro Bazán Ramírez de Velasco contaba con solo 22 tributarios.24 Los Aconquija percibían «al desparramo» como la causa de todos sus males. Parte del pueblo con sus caciques fueron persuadidos por su encomendero y se fueron a vivir a la estancia, «para que se nos cuide y cure», mientras el resto continuaba en Jalla. Refiriéndose a los indios dispersos, que habían concertado su trabajo, el cacique, Don Antonio Guayunsa, hablaba por boca del encomendero: «que se recojan todos los indios que andan sueltos o concertados.» Pero las manipulaciones del encomendero no pararon allí. Es posible que durante su actuación en las campañas contra los Calchaquíes, haya transitado por el eje que estudiamos, camino secundario, de mayor seguridad, y esto le haya permitido un profundo conocimiento de estas tierras, porque no es casual que las eligiera, como tampoco es casual que solicitara a los Aconquija como encomienda para su hijo. De allí que primero convenciera a su cacique, Don Antonio Guayunsa, para que tramitara el amparo sobre sus tierras originales, para luego lograr, en 1678, el trueque de tierras propias en el río Guaycombo, por las de Jalla más «las de su pueblo y natural. [..] en el Valle de Aconquija y sus ejidos [..] donde asistieron sus antecesores y ellos antes que se fueron a [..] San Miguel».25 AHT.1706. Sección Judicial Civil. S. A., caja 5, expte. 26. A.H.T. Sec. Judicial Civil S. A., c.96, exped. 20. Noli 1999, pág. 11 y González Rodríguez, p.248. 25 Estas serían las tierras originales: Ubicadas a 10 leguas de San Miguel, «por la parte del oriente y camino que atraviesa al Valle de Andar Gala, de una aguada que hace un totoral que llaman Guas caanea, por la parte del sur y corriendo por esa parte del oriente como obra de media legua otro ojo de agua que nace allí y del arroyo llamado Ampitaco con otro que nace cercano de dicho arroyo y valle dentro, desembocan enfrente deste dicho pueblo viejo con otros que nacen de la parte del norte por 23 24


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Ubicadas a 3 leguas de San Miguel, y a 1 cuadra del camino real, las nuevas tierras lindaban con las de los Solcos. Don Antonio Guayunsa justificó el trueque, que dejaba en manos de su encomendero el «Valle de los Algarrobales», donde se abastecían no sólo su gente, sino también los Ingamana, en la necesidad de establecer un pueblo en las cercanías de la ciudad, para acudir sin inconvenientes a las mitas. Los Gastonilla, parcialidad de los Gastona, tuvieron una larga lucha por la defensa de sus tierras comunales. Dos veces habría viajado a Chuquisaca uno de sus caciques, Don Phelipe, hasta obtener la Real Provisión. A fines del siglo XVII el pueblo había quedado prácticamente reducido a la familia del cacique, por lo cual algunos vecinos intentaban avanzar sobre sus tierras: «Vino [..] el ministro [..] Antonio de Ávila [hermano del capitán Pedro de Ávila su encomendero], con dos carretas diciendo que venía a poblarse arriba de las casas de los indios, y ante la resistencia de Don Gaspar [..] al poco tiempo salió de las tierras [..] y nunca más volvió».26 En este caso la defensa de las tierras y de los individuos tuvo como protagonista a una mujer de avanzada edad, Da. Petronila Toque, quien pidió amparo de las tierras del Pueblo de Gastonilla cuyos derechos le correspondían como «hija legítima de D. Gaspar Toque uno de los caciques del Pueblo de Gastonilla y de Da, Francisca Ttasso Maldonado, hija legítima de los caciques principales del Pueblo de Velicha», y que contaba con la Provisión Real, frente a las pretensiones del capitán Diego Díaz de Alderete, encomendero de Santa Ana y alcalde ordinario, que pretendía derecho sobre ella y sus hijos Gaspar, Francisco, Miguel y Lorenzo de Moreira. En su defensa, es notable la manipulación que hace de su identidad, primero se apoya en su condición de hija de cacique y única heredera de las tierras, luego, como viuda de español, pide «ampararnos dicha cordillera del oriente y todo por la parte del poniente vienen tres arroyos que nacen del cerro nevado y los demás arroyos que bajan de esas lomas, nace el arroyo de Pissauil y la quebrada que tiene su boca para la parte de Andalgalá» (AHT. Secc. Judic. Civil. S. A. caja 3, exp. 3).


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en los fueros y privilegios de los españoles», y más tarde se refiere a si misma como «pobre india». Los testigos dejaron constancia de cómo había conspirado contra este grupo de Gastonilla el desconocimiento de los códigos de la lecto-escritura. Pedro Moreira, marido de Da. Petrona. «que había ido a la escuela con los hijos de Da. María Truxillo», había muerto. Don Juan Toque, primo de Da. Petrona, antes de morir llevó los papeles a los padres de la Compañía de Jesús, de la Hacienda de San Ignacio, donde trabajaba, para que interpretaran los títulos. pero «allí, entre los frailes, se perdió el rastro de los documentos». Las estrategias de adaptación, ejemplificadas de modo muy especial por los Gastonilla, tendieron a buscar un acercamiento con la sociedad española. Don Gaspar Toque contaba con una profesión, era maestro zapatero y se había casado con la hija de un cacique principal del Pueblo de Velicha. Era «estimado de todos los gobernadores» y «de los vecinos de esta ciudad»,27 como D. Nicolás Marcial de Olea y el capitán Diego Graneros de Alarcón. Su construcción de espacios imaginarios de poder, se reflejan en el hecho de haber casado a su hija con un español pobre y en la adopción de modales: españolizado en el trato, muy cortés, como afirmaba Garnica. Los Gastona se insertaron en la mentalidad occidental: «siempre tan ladinos que no quieren hablar la lengua general sino la española, ni andar descalzos, ni con monteras, sino con medias y zapatos, sombreros y capas como los españoles».28 Sin embargo, cualquiera fuera la estrategia, no lograron proteger la existencia étnica de sus pueblos ni de los individuos. Entre1596 y 1606, la población indígena había dismi-

AHT, 1713. Secc. Judic. Civil. S. A, c. 7, exped. 21. AHT, 1713, Secc, Jud. Civ., cit. Testimonio de D. Nicolás Marcial de Olea. 28 E ugenio V erdugo G arnica . 1692. «Descripción de 18 Curatos del Tucumán». En: A. Larrouy (1927), Documentos del Archivo de Indias para la Historia del Tucumán. Toulouse, Francia, pág. 361. 26

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nuido en un 67%,29 y hasta finales del siglo, entre el 50% y la extinción total.30 A comienzos del siglo XVIII Los Lules Isistinés, Toquistinés y Tonocotés, fueron arrancados del umbral sudoccidental del Chaco por los Jesuitas, en el intento de «sacarlos del «estado salvaje» para integrarlos en una «vida racional» en la Reducción de Miraflores. Los condujeron por diversos sitios hasta establecerlos en Jalla, y luego en Aconquija (Catamarca), para recalar por un tiempo en El Conventillo. A lo largo del establecimiento en la zona, muchos buscaron una salida individual y escaparon para retornar a su ámbito natural. A fines del siglo XVIII, «el ser indios era una realidad evanescente» (Lorandi, 1988). Al decaer su capacidad de reproducción, en el proceso de adaptación al orden establecido, algunos «descendientes de los indios» de las últimas encomiendas, se ampararon en las tierras de sus antiguos amos y devinieron «criados de sus vástagos». En 1832 Don Manuel Medina, que había heredado de sus padres la estancia de Amberes y el Potrero de Solcos, dejó en su testamento para «once individuos que he criado en mi casa como descendientes de los indios /aligilán/ de mi encomienda, [..] a cada uno de ellos [..] 10 yeguas con su padrillo y 4 potros» 31 La pérdida de su identidad se refleja también en sus nombres y apellidos: Mansilla, Almonaci, Medina.32

A. González Rodrigues, 1984. «La Encomienda en Tucumán». Sevilla. Publicaciones de la Excelentísima Diputación Provincial, pág. 13. 30 Estela Noli, 1998. «Continuidad Cultural y Occidentalización: Los Indios Carpinteros de San Miguel de Tucumán (Siglo XVII)». Ponencia presentada al V Congreso Internacional de Etnohistoria. San Salvador de Jujuy, pág. 1. 31 AHT. Secc. Judicial Civil S.A., caja 96, exp. 20. 32 Tendencia que ya se advierte en la primera mitad del siglo XVII. 29


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El Avance

del

Frente Pastoril

y

Maderero

Con la fundación de Ibatín se inició la distribución de tierras en este sector. La primera merced de la que tenemos conocimiento fue otorgada a Melián de Leguisamo en 1579 en el río Guaycombo (curso superior del Gastona). Leguisamo las donó al Convento de La Merced, el que posteriormente las vendió a Don Pedro Bazán Ramírez de Velasco. En el momento de la venta ya se llamaban «El Conventillo». A ellas unió las tierras ubicadas entre los potreros de Solcos y de Aconquija, adquiridas en 1626. A lo largo de los ríos Seco y Gastona fueron alineándose las chacras y estancias españolas, que fueron poblándose de vacas, caballos, bueyes, ovejas, cabras y cerdos. Junto a la ganadería, «la economía extractiva de la madera significó la instalación de numerosas carpinterías y la especialización laboral de importantes pueblos indígenas reconvertidos en «indios carpinteros», productores de objetos propios de la cultura occidental (E. Noli 1998: 4). Hacia 1580, en el centro de la llanura, D. Francisco de Salcedo inició la organización de la estancia de San Pedro Mártir,33 con 600 cabezas de ganado. Treinta años después, contaba con 5.500 vacas, 3,500 ovejas y una curtiembre en la que trabajaban 10 esclavos de Guinea, que vivían allí con sus mujeres e hijos. Salcedo no admitió ni agregados ni inquilinos en sus tierras y se quejaba constantemente del robo de ganado.34

33 La Estancia de San Pedro Mártir reunió dos mercedes otorgadas por Don Gaspar de Medina a Luis de Medina y Juan Bautista Muñoz, las que fueron adquiridas por Salcedo en 1580, por $100 cada una. En 1589 sumó la Estancia Nepoquenil (Nicupilé) que le donara Don Gonzalo Duarte de Meneses. En 1612, la merced de tierras ubicadas en el centro de San Pedro Mártir, completó la superficie de la estancia. 34 A pesar del pedido de dos indios peruanos, Alonso Quispe Inga y Alonso Sichacañar, que vivían allí desde hacía tiempo y solicitaron quedar como inquilinos, los conminó a dejar libres las tierras en dos meses. Y a


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A fines del siglo XVI, desde la vertiente oriental el frente pastoril y forestal había avanzado hasta aproximadamente los 500 msnm. Uno de los fundadores de San Miguel, D. Alonso Martín del Arroyo, había organizado una estancia ganadera sobre el río Seco, que hacia 1609 contaba con «700 vacas entre chicas y grandes y 200 ovejas.» A comienzos del siglo XVII, la chacra de Nuño Rodríguez Beltrán, próxima al Pueblo de Belicha, de su encomienda, contaba con 1500 vacas, 800 ovejas, 100 cabras, y entre 30 y 40 yeguas. Hacia 1630, el capitán Diego Graneros de Alarcón tenía una carpintería de carretas sobre el Río Seco, en La Ramada, en la que trabajaban los indios Silípicas de su encomienda. La explotación forestal se extendió, las carpinterías se multiplicaron, y no sólo proveían al mercado local de carretas, muebles, bateas, materiales para la construcción, sino también al mercado regional, Córdoba, Jujuy. A lo largo de un año, el total de las carpinterías del sur del distrito de San Miguel, talaba 450 árboles, aproximadamente 16 hectáreas (Noli, 1998: 5). Las maderas más usadas eran el cedro y el nogal, que se utilizaban como tabla; se hacían masas de lapacho y camas de algarrobo para las carretas. En la parte inferior del piedemonte se explotaba el viraró. Las redes fluviales se explotaban para el transporte de la madera en rollo, para lo cual se esperaba la época de mayor volumen hídrico. La documentación nos permitió comprobar la falta de continuidad en la explotación de estas estancias, por sucesión testamentaria, por la que suponemos mayor rentabilidad de otras posesiones alejadas de estos núcleos, por la participación de sus propietarios —generalmente capitanes— en las campañas contra los indígenas del Valle, o por simple descuido. Los cambios de propietarios de tierras y encomiendas provocaban inflexiones que debemos tener en cuenta, por la dispersión que se producía en la mano de obra y su incidencia en la productividad de las estancias. Lamentablemente no contamos con documentación que nos una india que vivía con sus hijas las echó y quemó sus casas, acusándolas de vivir escandalosamente.


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pueda permitir evaluar al menos por un lapso de tiempo, el movimiento económico generado. En 1692, al describir el estado del curato de Marapa a su cargo, (en el cual estaban comprendidos los pueblos que estudiamos), Eugenio Verdugo Garnica señalaba la existencia de «diez y seis estancias de españoles, los más muy pobres.» La Estancia del Conventillo, organizada a fines del siglo XVII. Representa la afirmación del frente pastoril y de la explotación maderera en la zona. En 1695, Don Diego Bazán Ramírez de Velasco reunía las estancias de Aconquija y El Conventillo. En Aconquija concentraba la cría e invernada de yeguas, mientras que en El Conventillo las tareas se dividían entre la curtiembre y la carpintería, que extendía su actividad a la ciudad, y se especializaba en la fábrica de carretas y bateas. La producción de boyada, asociada a la fábrica de carretas, constituía el principal rubro ganadero, junto con la cría de yeguas y la producción e invernada de mulas. Los Aconquija35 y el «corto feudo de Gastona», que reunía 13 indios tributarios, constituían la fuerza de trabajo de la estancia, entre la que se encontraba mano de obra especializada: un maestrillo, un sastre, un carpintero, un boiero y un yeguarizo. La dote de Da, Petronila Esteves, que casó con Don Juan Antonio Bazán, en 1743, introdujo mano de obra esclava; 6 varones y 5 mujeres de 1 a 40 años, avaluados en $1150 y $1800 respectivamente. Hacia 1796, el patrimonio de Don Juan Antonio Bazán se extendía sobre los antiguos asentamientos indígenas. Sumaba las tierras de Gastona, Gastonillas36 El Conventillo, Mopo y

Esta encomienda le había sido concedida a Don Pedro Bazán Ramírez de Velasco en la Nueva Reducción de San Cristóbal de los Pulares, por sus méritos y servicios en las Guerras Calchaquíes. Se anuló la encomienda de Amaicha que había solicitado, para concedérsele esta, por vacancia de Don Sebastián Oscaris de Veamont, quien la tenía en primera vida. 36 Estas tierras, ubicadas a 3 leguas de la ciudad, fueron de los indios Nacche mandón, encomendados primero a Juan Galván, y luego al capitán Gregorio Martínez Campusano, que las recibió en merced. Su viuda las 35


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Jalla. De sur a norte, desde Los Molinos, más de 3 ½ leguas largas,37 y de oriente a poniente, más de 5 leguas, amén de las tierras de Solcos, y 1 ½ leguas de tierras en el Río Seco, aportados por la dote, la que había acrecentado el ganado en 150 cabezas, entre ellas, 50 ovejas. La estancia de El Conventillo contaba con casa y capilla (hacia 1692, caída por un lado)38 ubicadas a seis cuadras del Pueblo de Aconquija; el aserradero, la ramada donde se estacionaba la madera, curtiduría, depósito de sebo, y corrales. En «las pampas de altura» preparaban las sementeras de trigo y de maíz destinadas a la subsistencia, tarea que debe haber estado a cargo de mujeres y ancianos, dado que el trabajo que significaba la carpintería y el lugar en que estaba ubicada, en pleno monte, hacía imposible la convivencia de ambas actividades. La producción de este extenso complejo productivo estaba destinada al comercio local y regional. No contamos con datos que nos permitan evaluar el volumen de la producción ni el nivel de comercialización. En 1742, antes de morir, sin sucesión legítima, Don Pedro Bazán de Figueroa legó la Estancia de Jalla, de 4 leguas cuadradas, «para los alimentos de los Padres de Los Lules [..] con todo su ganado».39 Allí se estableció la Reducción de Invendió a Don Pedro Bazán Ramírez de Velasco, en 1656 (2 leguas cuadradas por $90 ctes.). 37 Una legua larga equivalía a 6,368 m (sensu Lizondo Borda, cit. Pág. 75). 38 E. Verdugo Garnica: Testimonio de los Curatos de Indios del Tucumán. En Larrouy, cit. Pág. 360. 39 Archivo General de la Nación, 1-11-1743. Ms 62. Libro de Consultas de la Compañía de Jesús, 1731-1747, folios 121 y 122. Bazán había dejado del resto de sus bienes al Colegio, como heredero universal, pero como después de su muerte su madre pidió la anulación del testamento, se convino, dentro de la Compañía, «tomen el dicho Potrero con todo su ganado y este todo se parta por igual. De suerte que la mitad sea del Colegio, la otra se aplique a la manutención de los padres y [..] lo use la misión [..] con la obligación que recaiga en el Colegio cuando vuelva a Miraflores [..]».


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dios Lules, Isistinés, Toquistinés y Tonocotés. El Padre Artigas organizó la reducción con «capilla, casa para los misioneros e indios, corrales [..] y copiosas sementeras de maíz y trigo para el abasto [..] «e intensificó la explotación de maderas». El terreno se volvió cenagoso y comenzó a ceder, como consecuencia de las intensas lluvias, por lo que Artigas trasladó la reducción a 2 leguas, a orillas del río El Conventillo. Dos años después, ante una epidemia de paperas, compró a Da. Teresa Arias Velasques, viuda de Don Pedro Bazán, la Estancia del Conventillo, desde la laguna hasta la cumbre del cerro nevado, por 350 pesos. La reducción se instaló en el casco de la estancia, y en seis meses se construyó un pueblo con 107 casas «[..] que formaban una plaza de quinientos en cuadro...» con una iglesia de ladrillo y tejas. Se reorganizó la carpintería, la curtiduría, y montó un obraje con telares, para fabricar lienzos de algodón. El cultivo de trigo y de maíz constituían actividades complementarias, destinadas al consumo. La Reducción y la Hacienda de Guazán de la Compañía, establecida en Catamarca, al otro lado de la sierra, complementaban sus actividades. Sin embargo, ante las constantes deserciones indígenas, en 1754 la reducción abandonó El Conventillo, para retornar a las márgenes del Salado.

Agradecimiento Al Arqueólogo Sergio Fabián Cano, por la lectura de la primera parte de este trabajo.

Bibliografía BRAVO, Orlando, 1993. El Enigma de La Ciudacita. Arqueoastronomía de los Nevados del Aconquija, Provincia de Tucumán. CET. Universidad Nacional de Tucumán. BROWN, A. D. 1997. Las selvas de montaña como fuente de recursos e integración del noroeste de Argentina. En: Carlos REBORATTI (Comp.): De Hombres y Tierras una historia ambiental del Noroeste Argentino.


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Memorial histórico-genealógico de Tucumán Justino Terán Molina

omo corresponde y en mérito al gran honor que me confirieron al proponerme y designarme como Miembro de Número de esta prestigiosa entidad, integrada por estudiosos sobresalientes de nuestra historia tucumana; tengo un sano orgullo de agradecer formal y solemnemente este nombramiento.1 Ante esta distinción, debo confesarles que para mí es una gran responsabilidad que no sólo produce que uno profundice más sus estudios, sino que abarque y consolide otros y que sus archivos se encuentren en buen estado de conservación y actualizados. Partiendo de esta formulación, nos ha llevado a preguntarnos cuál era el tema a preparar y exponer en este acreditado auditorio. Ante esto, debo confesarles que de un tiempo a esta parte, ya en forma personal o telefónicamente, tuve varios pedidos de consultas de distinta índole, como la fecha de construcción del entonces Teatro Odeón y ampliaciones, los colores de la bandera de Belgrano, sobre la descendencia de Dolores Helguero, un casamiento en Tafí Viejo en 1890, el porqué del nombre de tal calle, etc.

1 Conferencia de incorporación como Miembro de Número a la Junta de Estudios Históricos (30-06-12). El autor es abogado, genealogista, escritor, historiador y conferencista.


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Creo que en todos pude superar el trance, salvo éste último, el del nombre de la calle, que era tan extraño que seguramente era el nombre de la madrina de algún concejal. Como verán de todo tipo y les habrá pasado a Uds., imposible de eludir, por cuanto suponen que uno es la memoria viviente y omnisciente y que es un servicio social, y estamos compelidos a responder en forma acertada y contundente. Ante esto, y como toda actividad que se precie de tal, no podemos alejarnos de la lógica que indica que hay que especializarse y considerando mi participación en la genealogía en Tucumán y mi afinidad por su historia —es más, ésta me llevo a profundizarla—; es por ello que vengo aquí a exponer bajo el título Memorial histórico-genealógico de Tucumán. Con algunos subtítulos como: I) Introducción II) Fuentes III) Génesis, desarrollo y actualidad, IV) Particularidades de algunos archivos. En sí, la historia de las investigaciones sociales en Tucumán a través de sus fuentes, sus entidades, sus trabajos genealógicos, sus estudiosos, sus aportes y revelar algunas particularidades de algunos archivos o repositorios, que son afines tantos a historiadores, genealogistas, sociólogos, etc., es decir investigadores en general.

I. Introducción Pero, desde un principio aclarar que desde mi particular visión, en cuanto a la génesis y desarrollo de la genealogía en sí, en el orden nacional. Rápidamente, antes solo se pensaba en investigar exclusivamente sobre genealogía familiar —conquistadores, pacificadores, primeros pobladores, etc.— de las llamadas las primeras familias o fundacionales. Luego se extendieron estos estudios a familias expectantes o de cierta posición. Pero aclarando que esto no es que era privativo de alguna clase social, sino que los interesados surgían de una cierta élite, por cuanto lógicamente se tenía más datos, documentación


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o información, por cuanto sus antepasados habían ocupado cargos de prestigio, dentro de la esfera social, cultural, militar, gubernamental y económica. Pero en el paso de los años, comenzamos a ver una genealogía de tipo institucional, con la creación de entidades y organizarse en forma más reglamentada. Luego la genealogía tiene manifestaciones que exceden lo meramente familiar e institucional, constituyéndose en un referente cultural. Luego se pone al servicio de lo interdisciplinario, siempre con


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fuertes bases en la Historia, (medicina, psicología, sociología, economía, etc.) y así llegamos a la genealogía académica (Congresos, Jornadas, etc.) para desembocar en la Genealogía universitaria. Esto iniciado aquí en Tucumán, con la Diplomatura Universitaria en Genealogía y Heráldica, cuya idea, proyecto y Coordinación Académica estuvo a mi cargo, y que creamos conjuntamente con la Universidad de San Pablo-T. De allí, que comenzamos creando bases para las Investigaciones en Historia Social. En sí, Estudio de las redes sociales y su incidencia cultural, política, económica y sociológica en la historia regional y nacional, dominando las técnicas de investigación y métodos expositivos. Su interdisciplinariedad. Desde otro punto de vista, la Genealogía para los Mormones es una cuestión religiosa, para la Realeza una cuestión sucesoria, para algunos los genealogistas son los «husmeadores» de lo ajeno, para otros «buscadores» de grandezas, o que están envueltos en frivolidades; y bueno lo que antes era un pasatiempo, luego un metier, posteriormente una pasión, hoy como hemos visto tiene el sello académico universitario, logrando su reconocimiento como ciencia y como toda ciencia que se precie de tal, puede ser bien o mal utilizada. Dando comienzo, el estudio realizado ha sido en las fuentes que excedieron el ámbito local, pero por supuesto circunscripto a Tucumán y de algún modo reflejar la Historia Social tucumana. Con ello también poder indagar y conocer los distintos movimientos migratorios, su procedencia e inserción, en consecuencia: las redes sociales entretejidas a través de los siglos. En definitiva este trabajo sería una Historia Genealógica de Tucumán, ya sea en el itinerario de sus familias o realidad social, o también como toda actividad genealógica, desde el punto de vista cultural, institucional y académico. Desde Ibatín (de paso recordar que en 2015 se cumplirán 450 años, lo que deberíamos comenzar a prepararnos para su festejo), donde ya vemos no solo españoles —de tan diversas regiones como su idiosincrasia: talaveranos, asturianos, vascos, etc.—, y por supuesto aborígenes y algunos americanos


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(de otras ciudades de la región), y también apellidos de origen portugués, italiano, irlandés, flamenco, etc. Y así transcurriendo los años, a estos se fueron sumando de distinta procedencia, también de Europa y algunos ya nombrados, como ser italianos, españoles, portugueses, irlandeses, a los que incorporan alemanes, franceses, ingleses y ucranianos; y de Asia y África, como árabes, judíos, indios y rusos y lógicamente —aunque de manera forzosa—, los esclavos negros (tomando esta acepción en sentido lato), como ser de Angola, Congo, Mozambique, etc. Todos ellos, no solo traen sus costumbres, lenguaje y tradiciones, sino su religión (católicos, protestantes, judíos e islámicos). Todo un vasto panorama para investigar en profundidad, para lo que es necesario tener un una buena base y estudio. En definitiva, es acercarnos a las Fuentes GenealógicasHistóricas. Tucumán, donde encontraremos todo lo referido a sus fuentes documentales, bibliográficas y referencias fundamentales para desarrollar, conocer e investigar una familia tucumana, por lo que conoceremos estos y otros puntos afines a la materia, no sin antes advertir que de alguna manera, tendrá una expansión y conexión genealógica hacia el noroeste, dando como colofón y una mejor visión y realce. Nuestras investigaciones determinaron publicaciones de más de 450 familias o apellidos, siendo las más predominantes unas 140 familias. Estos tipos de investigaciones conlleven más de 50.000 personas mencionadas e incluye una recopilación bibliográfica cercana a mas de 800, incluyendo sobre migraciones, inmigrantes, sobre historia de Tucumán y diccionarios, entre los que encontramos de tipo biográficos, históricos, toponímicos, etimológicos, etc., que son útiles en el momento de cualquier tipo de investigación, no solo genealógica. Todo en base a 344 autores. En definitiva, ahí vemos que estos estudios, hoy académicos, deviene obligatoriamente en bases científicas y de gran utilidad que veremos en adelante.


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II. Fuentes Genealógicas-históricas en relación a T ucumán 1.— Bibliografía (en sentido amplio y cantidad) en sus aspectos genealógicos-históricos: a) Apellidos o en su caso familias tucumanas estudiadas (450). b) Migraciones en general (10). c) Migraciones en particular: Árabes (2), Armenios (1), Alemanes (1), Británicos (1), Criollos (23), Croatas (1), Españoles (19), Franceses (4), Holandeses (1), Indígenas (10), Ingleses (7), Irlandeses (3), Italianos (3), Judíos (2), Negros (5), Norteamericanos (2), Suizos (2) y Vascos (7). d) Para la historia de Tucumán (y aportes en general) (71). e) Diccionarios o enciclopedias (biográficas, históricas, geográficos, bibliográficos, toponímicos, etc.) (47). f) Guías y álbumes (20). g) Guías sociales y biográficas (36). h) Manuales, Descripciones, Memorias y Crónicas (10). 2.— Fuentes Documentales. Archivos: a) Histórico de Tucumán; b) General de Tucumán; c) Eclesiásticos: Parroquias (50, siendo las más antiguas 30), Catedralicios (2), Obispado (2), Conventuales o Monásticos, Cofradías, Órdenes Religiosas; d) Cementerios públicos y privados; e) Particulares; f) Mormones; g) Padrones; h) Judicial; i) Legislativo; j) Registro Nacional Civil de las Personas y Delegaciones; k) Municipales y Comunales; l) Juzgados Federales. Secretaría Electoral; m) Archivos Escolares. 3.— Bibliotecas públicas (30 entre las más voluminosas) y privadas (10). 4.— Hemerotecas (10). 5.— Otras entidades (universidades, centros, institutos, etc.) (85).


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III) Génesis. Desarrollo. Actualidad Así comenzamos y acorde ya lo dijera Alfredo Díaz de Molina, Vicepresidente del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas —pionero de las entidades genealógicas del país— en su Revista Genealogía N° 14 de 1965, evocando el 25 aniversario del Instituto, sobre los aportes de distintos estudiosos del país, escasos en esos años de 1940, como los «precursores argentinos de una ciencia histórica», mencionando para Tucumán a José Ignacio Garmendia. En apretada síntesis, y según lo registrado y tal lo confirmamos con la bibliografía, tenemos como primeros interesados o que escribieron sobre genealogías tucumanas, al Gral. José Ignacio Garmendia con su «Un Libro de Familia» y «Documentos confirmatorios de hidalguía y blasón. Familias de Ortiz y Zárate-Vera de Aragón-Garmendia-Alurralde-Suárez y Lastra», de 1892 y 1896, respectivamente; llegando a 1920 con el libro «La Ciudad Arribeña» de Julio P. Ávila, en donde vemos interesantes apuntes genealógicos. Como verán podríamos decir que el primer genealogista sobre familias de Tucumán es Garmendia, aunque hijo de tucumanos, era porteño. En cambio, siguiendo a Ventura Murga, a Julio P. Ávila, lo consideraríamos el primer genealogista tucumano. Pero hete aquí, que si bien no publicó nada al respecto o al menos no se conoce, anteriormente a las fechas arriba indicadas, podemos decir que Juan Bautista Alberdi era un interesado por su genealogía familiar, tal lo consigna su amplia correspondencia, en especial con el doctor Miguel Moisés Aráoz, Obispo de Berissa (y de paso comentarles sobre la genial pintura que se encuentra en el Museo de Arte Sacro y donado recientemente por la Sra. Carmen Aráoz Sal de Ezcurra Santillán), y tomando como base «algunos papeles privados» y por supuesto referente a su linaje materno, los Aráoz. Veamos, en el sucesorio de Salvador Alberdi (1822), se detallaba una importante biblioteca, de donde surge el «Atlas GeográficoHistórico-Cronológico y Genealógico de todo el mundo», de A. LE SAGE. los que nos lleva a deducir la más que segura lectura


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de sus páginas por parte de nuestro comprovinciano y de allí ingresar a ese mundo de la genealogía, ya desde su niñez. ¿Qué era este Atlas? Gracias a la valiosa herramienta de Internet, la encontramos clasificada en una Biblioteca de Colombia y otra en la Universidad de Harvard, y de donde extrajimos que hubo diversas publicaciones: la de 1813 editada en Firenze (Florencia), y otras como ser la edición francesa y la alemana entre 1824 y 1828. El autor, conde de Las Cases y marqués de la Caussade, biógrafo de Napoleón I, a quien acompañó en su destierro en Santa Elena, seguramente era una persona de mucha ilustración, vastos conocimientos y cultura, por la profusión de la temática. Fue una obra muy ponderada en su época. Ahora, dentro de la biblioteca del mismo Juan B. Alberdi, también encontramos el «Diccionario Razonado de Legislación y Jurisprudencia de España» de Joaquín Escriche, el que contiene no solo temas jurídicos, sino que se suma instituciones de carácter histórico, sobre nobleza, derecho indiano, órdenes de caballería, Constitución monárquica de España, etc.


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Agregamos este dato, por considerar que esta obra tiene tal riqueza, que se extiende a temas afines o vinculantes a las investigaciones históricas-genealógicas. Y como colofón esto, el 17 de julio de 1878, Alberdi, entonces residente en Normandía, recibía una correspondencia del caballero Giovanni Batista de Crollalanza por la cual se le informaba que había sido elegido miembro de la Academie Heráldique et Genealógique Italienne. (Este dato proporcionado por el Dr. Félix Montilla Zavalía, a quién agradecemos). La Academia era una importante corporación cultural italiana que había sido fundada en enero de 1873 como una asociación dedicada al estudio científico de la heráldica y la genealogía, como disciplinas auxiliares de la historia. Así que ahora sumamos a Alberdi, en este cuadro del «Primer genealogista tucumano». Y prácticamente en el bicentenario de la primera obra genealógica en Tucumán. Ahora bien, en cuanto al disparador y pasión por las investigaciones genealógicas lo constituye sin lugar a duda alguna, los 6 tomos del «Nobiliario del antiguo Virreynato del Río de la Plata» de Carlos Calvo, en los años 1924, 1936/1943, en donde encontramos numerosos linajes tucumanos. Según memoriosos, desde esta provincia recibió ayuda de Isaac Matienzo y Nicanor Rodríguez del Busto, por lo que bien podemos asegurar que eran conocedores o estudiosos de las familias tucumanas. Si bien de Catamarca, tenemos a «Familias Vallistas» de Manuel Soria en 1906, pero con genealogías como Molina, Maubecín (o Mauvezín), Correa, Terán, Avellaneda, Castro, Cisneros, González, Espeche, Herrera, de la Vega, entre otros e interesan a Tucumán por su posterior raigambre en nuestra provincia. Así llegamos a 1936, cuando se publica «Dr. Benjamín Paz. Centenario de su natalicio 1836-1936», donde incluye la genealogía de ese apellido y descendencia del matrimonio formado por D. Manuel Paz y Da. Dorotea Terán Alurralde. Aunque sin mayores datos, es un muy buen vestigio sobre el interés por la genealogía o el apego por la historia familiar.


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Luego vemos a Miguel Martínez Gálvez, en la Revista El Hogar y entre 1942 y 1948 y luego de 1960 a 1963, bajo el título de «Orígenes y linajes argentinos», con genealogías Alurralde, Colombres, Usandivaras, Toledo Pimentel, etc. Este movimiento de estudiar e interesarse por la genealogía, tiene su mayor impulso allá por 1940, con la fundación del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas en Buenos Aires, y concentrar o motivar una pléyade de futuros genealogistas y con una gran producción, además de Carlos Calvo, encontramos a Miguel Martínez Gálvez, Fermín Arenas Luque, Raúl Molina, Enrique de Gandía, Jorge Serrano Redonnet, entre otros. En forma individual, y también entre otros: en Córdoba a Carlos de Lazcano Colodrero, Carlos Luque Colombres y Luis Martínez Villada; en Catamarca a Manuel Soria, Cornelio Sánchez Oviedo, Luis Molinari; en Santiago del Estero a Andrés Figueroa; en Salta a Atenor Peñalva Torino, Atilio Cornejo, Agustín de Escalada Iriondo; en Jujuy a Teodoro Sánchez de Bustamante, Jorge Zenarruza, Estas menciones son a sólo efecto de lanzar una rápida mirada sobre este mundo que se acrecentaba y además buena parte del contenido de sus publicaciones abarcaban familias tucumanas, como ya lo dijimos. El comienzo de una nueva etapa institucional, se da en 1972, cuando se funda en Córdoba otro importante Centro, con Ignacio Tejerina Carreras, Antonio Buscá-Sust Figueroa, Alejandro Moyano Aliaga y Prudencio Bustos Argañaráz; a los que se les suma importantes grupo de investigadores, provocando un notorio movimiento, desde el centro de país y que extendió regionalmente el interés por los estudios genealógicos. También esta mención es válida dado que muchas de sus genealogías se entrelazan con las de Tucumán. Volviendo al tema local, nuestro acervo comienza a enriquecerse con publicaciones de Roberto Zavalía Matienzo, Ventura Murga, Carlos Reyes Gajardo, Carlos Páez de la Torre (h), Miguel Alfredo Nougués, sin olvidarnos de Zaira Vera con su importante «Hombres y Siglos» en 1977, que de alguna manera inició a varios miembros del Centro de Genealogía en este camino de la investigación.


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También hay investigadores como Eduardo Frías Silva y Rafael de la Fuente, los ya nombrados Isaac Matienzo y Nicanor Rodríguez del Busto, a los que se les suma Rafael Padilla y Borbón, que si bien no publican, se les conoce interesantes trabajos y recopilaciones. Estos dos últimos eran Miembros Correspondientes del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, en esa época. Si bien no constituían un grupo organizado, pero suponemos que se conocían y se hacían consultas al respecto. Y así llegamos a la década siguiente, en los 80, donde Ventura Murga, Carlos Páez de la Torre (h), Jorge Corominas, Justino Terán, Máximo Méndez y José Posse, fundamos el Centro de Estudios Genealógicos de Tucumán, el 18 de Julio de 1987. Recientemente cumplieron su 25 aniversario, con un gran almuerzo en el Jockey Club de Tucumán, donde con gran concurrencia estuvieron Miembros, familiares, amigos, entidades culturales, históricas, hispánicas, institucionales, museológicas, académicas, periodísticas, tradicionalistas y también genealógicas de otras provincias.

Centro

de

Estudios Genealógicos Tucumán

de

En mérito a la brevedad, organizamos: – La «I Muestra Heráldica de la Provincia», referidas a blasones de familias tucumanas a cargo del heraldista Luis Mc Garrell. – Jornadas Genealógicas y Heráldicas en el XV aniversario del Centro de Estudios Genealógicos en 2002. II Muestra Heráldica. – Ha publicado 5 Boletines y tres publicaciones especiales, con reconocimiento local y nacional. – En el 2003, el programa radial «La Genealogía en Tucumán», primero y único en su género en el país. – I y II Congresos Nacionales de Genealogía y Heráldica, en el 2004 y 2005, con la III y IV Muestras Heráldicas, I y II


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Feria de Libro y Reunión Anual de la Federación Argentina de Genealogía. – Ventura Murga, principal referente de la genealogía en Tucumán, ha sido reelegido como Presidente desde la fundación del Centro, participando de todo quehacer genealógico desde hace más de 50 años. – El Centro ha sido elegido dos veces para presidir la Federación Argentina de Genealogía y Heráldica, Ventura Murga para los períodos 2000-2002 y Justino Terán, 2006-2008. – Los que fueron sus primeros Miembros: Dr. Eduardo Frías Silva, la Sra. Zaira Vera, el Sr. Rafael de la Fuente y el Dr. Agustín de Escalada Iriondo y sus Miembros Correspondientes por Bs. As. como el Dr. Miguel Alfredo Nougués y el Dr. Jorge C. Zenarruza, que por sus investigaciones y lazos familiares, se encontraban vinculados a nuestra Provincia. Luego, se sumaron caracterizados Miembros, como Cecil Cisneros, José Mundet, Jorge Iramain (h), Héctor Kaufman, Celia Avellaneda de Ibarreche, Leandro Plaza, Luis Raúl Castro, Inés Rougés de Mirande, Elena Albaca de Fares, Mercedes Colombres, Josefina Matienzo, Juana Vergés Roca de Conde, Fray Alberto Saguier Fonrouge O.P, Gerardo Flores Ivaldi, R. P. José María Fontán Gamarra y Agustín Peña. Todo ello sin olvidarnos de Guillermo Beckmann, Soledad Terán de Matheus, Marcela Llimós de Tomás, Juan de Irala Hernández, César Colombres, Elba Miotti de Garber, Carmen Aráoz Sal de Ezcurra, Teresa Pacheco y Luz María Padilla de Viaña, los que participaron y participan con gentil entusiasmo en las reuniones y acontecimientos del Centro. Años más tarde se designaron Miembros a Raúl Cossio, Ricardo Amicone, Inés Peña de Sherriff, Teresa Piossek Prebisch, Marcelo Zelarayán, Carolina Mena Saravia, Martín Augier, Jean Guy LeBlanc, Manuel García Fernández, Enrique Sancho Miñano, o interesados como María Elena Salas de Resoagli, Daniel Erimbaue o colaboradores como Félix Montilla Zavalía, etc., además de los Miembros Correspondientes que tienen en el país y del extranjero.


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– Resumiendo: El Centro fue manantial y señero para la creación de otros centros genealógicos de la región, de investigaciones genealógicas, de formación de genealogistas y de la difusión de la genealogía en su verdadera acepción.

Otras

actividades genealógicas en

Tucumán

– En forma permanente el Centro de Historia Familiar de los Mormones. – En el año 2000, se crea en Tucumán el Archivo Genealógico y Heráldico, fundado por los investigadores Jorge Corominas, Celia Avellaneda de Ibarreche y Justino Terán. – El 18 de abril de 2003, he fundado el Ateneo del Barco y Nuevo Maestrazgo de Santiago, grupo Yahoo, prácticamente entre los primeros del país en su género. – Publicación «Familias Tucumanas» en una revista de cable, desde n oviembre de 1995, con casi 200 familias, de Carlos Páez de la Torre (h) en base a investigaciones propias, las que proporcionan principalmente investigadores y genealogistas como ser: Ventura Murga, Jorge Corominas, también trabajos de Justino Terán, Diego Herrera Vegas, Jorge Iramain (h), Máximo Méndez, Inés Rougés de Mirande, Eduardo Lemme, Leandro Plaza Navamuel, entre otros, y las que extrae de publicaciones genealógicas. – El 18 de Julio de 2006 en la ciudad de San Miguel de Tucumán, he fundado la Escuela Argentina de Genealogía «Dr. Carlos Luque Colombres», conjuntamente con el I° CursoTaller «Ier. Programa Teórico-Práctico de las Investigaciones Genealógicas». – En los ciclos académicos 2009-2010, dado mi idea, proyecto y docencia, se ha creado la Diplomatura Universitaria en Genealogía y Heráldica, en la Universidad de San Pablo-T, con mi Coordinación Académica, con un cuerpo de prestigiosos Docentes integrados por Miembros de la Academia Nacional de la Historia, de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán,


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Historiadores, Hispanistas, Heraldistas, Archiveros, etc., además de reconocidos genealogistas, locales, nacionales, y un Canadiense y otro Español. – El 4 de diciembre de 2010, se fundó en Tucumán la Asociación de Diplomados Universitarios en Genealogía y Heráldica de la República Argentina con la primera camada de egresados, pronto a publicar su primera Revista. – En forma particular, y sin pertenecer a instituciones o al mundo de la genealogía en sí, varios autores publicaron sobre familias tucumanas, con más que interesantes genealogías, ya sea en libros o páginas de internet. (familias Méndez, Viaña, Critto, Correa, García, etc.). También en publicaciones de otras provincias pero sobre familias tucumanas. Todo esto es en forma generalizada. De allí he comenzado también a trabajar en un Diccionario Biblio-Biográfico de Historiadores y Genealogistas de Tucumán. Por ello, y como portal de entrada en la segunda fase de esta conferencia, quería trasmitir lo que a través de la genealogía receptamos —y lo tomamos como nuestra misión—, esperando que sea útil, como siempre lo pretendimos, y poder lograr que a muchos les llegue un cierto apego por lo nuestro, envueltos en ese silencioso cántico fascinante de sagas de personas que alguna vez vivieron y nos legaron —con sus virtudes y falencias—, lo que hoy conllevamos como identidad histórica en nuestra querida provincia. De alguna manera ellos «reviven» por nosotros y nosotros vivimos gracias a ellos. Y ahora bien, tomaremos unos archivos, repositorios o fuentes, que tal vez no fueron todavía trabajados o estudiados, y si lo fueron, entendemos que no tuvieron la debida investigación que se merecen. Nuestra tarea ahora es tratar de impulsar, incentivar o promocionar los mismos, y en definitiva entusiasmar su estudio o relevamiento, pero también que sea utilizado como referencia para trabajos de todo investigador.


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IV. Particularidades

de fuentes útiles

para investigaciones

a) Fuentes Escolares b) Fuentes Eclesiásticas c) Archivos y/o bibliotecas Particulares. a) Fuentes escolares: 1) Archivo Documental: Libros de Actas, de Actos, Registro y legajos de alumnos, de docentes, de personal Directivo, administrativo y de ordenanza, Calificaciones, Matrículas, egresados, etc. y también por que no Libros de Centros de alumnos, de Ex-alumnos (caso Alumnos del Monserrat, de Concepción del Uruguay, etc.) de Cooperadoras, Certificados de estudios, etc. Cambios de denominación del Colegio (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia). Y porque no, a los amigos arquitectos, sobre temas edilicios y máximes que muchos establecimientos son centenarios, para ver tipos de construcción, modificaciones, etc. Estos establecimientos ya merecen un libro sobre alumnos egresados de los mismos. Varios colegios y escuelas de Tucumán superaron los cien años y podemos encontrar en sus repositorios valioso material histórico para biografías, genealogías, trayectoria de sus otrora alumnos y de la localidad misma. 2) Archivo Gráfico y Audiovisual: imágenes, fotos, videos, planos, artículos en revistas y diarios, grabaciones, retratos, pinturas y mapotecas. 3) Bibliotecas: Existen en Tucumán, dentro de Colegios, Escuelas e Institutos, bibliotecas que no han sido debidamente investigadas y muchas con gran repertorio que ayudan y proporcionan datos importantes para nuestras investigaciones. A propósito de todo lo dicho, vemos que el Decreto N° 119/14 del 28 de enero de 1982, dicta el Reglamento de las Escuelas Primarias de Tucumán, determinando en su Art. 38: Cada escuela llevará los siguientes registros y estados: 1. De la Dirección.


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1.1. Archivo de leyes, reglamentos, boletines y circulares de la superioridad. 1.2, Registro de notas remitidas y recibidas. 1.3. Registro de visitas de supervisión. 1.4. Libro de inventario, movimiento y rendimiento de la biblioteca. 1.5. Registro de Inventario, altas y bajas de bienes patrimoniales. 1.6. Libro de pagos del personal y resúmenes de cuentas de bancos. 1 .7. Archivo (de legajos de personal) 1.8. Registro de asistencia, licencias e inasistencias del personal. 1.9. Registro de notificaciones de interinatos, suplencias y titularidades. 1.10. Registro de circulares internas al personal (Notificaciones y comunicaciones). 1.11. Libro de actas de reuniones de personal y de actos escolares. 1.12, Registro de observaciones de clases. 1.13, Registro de asesoramiento pedagógico del director a los docentes. 1.14, Registro de planillas de Estadística de la Nación y partes mensuales. 1.15. Registro de matrículas, pases y retiro de alumnos. 1.16. Registro de planillas de Promoción y repitentes. 1.17. 1ibro de actas de reuniones peri escolares. 1.18: Libro de caja de las asociaciones peri escolares. 1.19, Libro de inventario de cooperadora. 1.20. Archivo de planillas de seguro escolar. 1.21. Registro de certificados de salario familiar. 1.22. Registro de rendición de cuentas de comedor escolar y copa de leche. 1.23. Libro histórico de la escuela. 1.24. Actas de reuniones de padres. 1.25. Planeamiento a nivel escuela.


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Libro

histórico de la escuela

Desde ya decimos que es una reliquia que las escuelas conservan, por lo menos aquéllas de pequeñas localidades, que no llegan a ser pueblos, siendo el principal y tal vez el único repositorio o base de datos e información. Herramienta valiosa para todo investigador, y de lo que conozco no tengo referencia de su buen y debido uso. Este Libro se debe a una iniciativa del Dr. Juan B. Terán en 1931, durante su presidencia del Consejo Nacional de Educación (noviembre 1930 – febrero de 1932), en base a una idea de un señor Antonio Barberis, inspector de las Escuelas. Según la Resolución era a los fines de asentar las noticias que el personal pueda recoger, acerca de «hombres y acontecimientos notables de la localidad, de su pasado, que sean dignos de recordación y de enseñanza, en cualquier orden de la vida civil o militar», debiendo contener «citas de las fuentes de información que se reputen serias —documentos, copias de actas, declaraciones de contemporáneos, etcétera—». Se destacaba que la redacción y asentamiento de datos, a cargo de los directores —por ello en algunas localidades o comunas se lo conoce como Libro del Director— tuvieran «meditación, seriedad y prudencia», para asegurar su probidad. Algunos casos: – Escuela N° 215 Nuestra. Sra. de la Merced» Alto de Anfama en la sierras del Aconquija, viaje del entonces treintañero Leopoldo Lugones, suponemos cuando era Inspector General Nacional dependiente del Consejo Nacional de Educación, en dicho libro se encuentra no solo su estadía, sino que describe las peripecias para llegar, lo hermoso del lugar, lo que asentaba como algo asombroso y aventurero. – Escuela N° 100 ubicada en zona rural en Los Laureles, Famaillá, guarda dos hojas de los entonces gigantes árboles, de allí su nombre y cuyo bosque hoy no está. – Escuela N° 104 de Neuquén acta labrada en el año 1960, cuando tuvo lugar, luego del Terremoto de Valdivia, la erupción del Cordón Caulle a lo largo de su flanco sur. El do-


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mingo 22 de mayo a las 16 hs. Un prolongado sismo sacudió a toda la región, el mismo que destruyó en la vecina República de Chile, las poblaciones situadas en esta latitud. Y describe los destrozos y la clausura del establecimiento. Lo importante era la descripción directa y expresa de los movimientos sísmicos, la erupción de los volcanes próximos, la lluvia de ceniza, lava y piedras. Luego unos pocos alumnos y el personal docente concurrieron a la plaza se izó la Bandera y hubo algunos discursos de las autoridades, bajo una fría llovizna de ceniza. En sí, demostrativo de que no sólo eran cuestiones escolares, sino hechos que pasaban en la localidad, además más que ilustrativos de una situación que tal vez para esa fecha, eran los únicos registros, para esa zona, de tal fenómeno. b) Fuentes eclesiásticas: Destacamos que el Concilio de Trento en 1562 dispuso el registro de la administración de los bautismos, matrimonios, confirmaciones, defunciones (llamados también libros sacramentales, los que tienen mayores datos, y muy conocidos por los genealogistas), pero también vemos que coexisten en muchos casos los de Fábrica, Comunión (cumplimiento Pascual), Ex-comunión y Cofradías. Como verán repositorio inagotable de información. 1) Libros de Fábrica: desarrollo de la vida parroquial y fuente de gran riqueza en datos. Porqué lo de Fábrica, por cuanto significaba construcción y luego en tiempo del Papa Gregorio I se lo tomó como la masa de bienes afectada al sostenimiento de la iglesia. Ese término siguió para denominar al Libro de Fábrica, pero a) también tiene sus fines espirituales como los de registro de Misas (emolumentos de las mismas y quiénes las encargaban y para quienes), Capellanías, Censos, etc., b) de administración -movimiento económico diario, adquisición de cálices, retratos, imágenes, construcción de retablos, edificaciones, etc. en definitiva el patrimonio de la iglesia. 2) Libro de Confirmaciones, en el caso de Tucumán desde 1864 y sin índices. En ellos encontramos nombres, apellido,


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filiación, edad, origen, padrinos, padres, etc. Como dato vemos, que el Obispo o Arzobispo, en ese tiempo, era el único que podía administrar dicho sacramento, por lo tanto allí vemos que eran cientos de confirmados, de edades que iban de pequeñitos a adolescentes y jóvenes, y que duraba varios días esta ceremonia, por el gran número de confirmados. 3) Libro de Comunión y ex-comunión. El primero para registrar la administración de dicho sacramento, aunque sea una vez por año, preferentemente en Pascua. Si bien en Tucumán todavía no se encontró este tipo de libro, hay en otros lugares del planeta y sirve para aquéllos que ya investigan en forma ascendente allende los mares. El de ex-comunión, tampoco tenemos noticias, pero es un buen dato para cuando nos encontremos con alguno. 4) Archivos Conventuales y/o de Órdenes (Monasterios y Abadías): Legajos de los sacerdotes, necrologías, algunos retratos, oficios, libros de estudios, actas de los Capítulos (provinciales, conventuales, etc), libros de Fábrica, de administración, etc. 5) Archivos de Cofradías: Son escasos los trabajos sobre las Cofradías, ya sea en su plano de fundación y organización, como los datos o información histórica y genealógica que se puede extraer de ellos. (de paso un recuerdo para el Prof. Angel Núñez Molina, especialista y miembro de muchas de ellas en Tucumán). Podríamos mencionar las cofradías de la Merced, de San Francisco, del Sagrado Corazón de Jesús, etc. 6) Libros de Benefactores o de Donantes y de donaciones, o de limosnas. c) Archivos y/o bibliotecas particulares: 1) Trabajos de investigación, en donde hubo un estudio y expuesto los resultados. 2) Fondos documentales o trabajos de nuestra autoría y los de terceros 3) Documentos originales y a que su vez se subdividen en propios y ajenos.


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– Propios, cuando son originados por el interesado o realizados bajo su gestión. – Ajenos, pertenecientes a Archivos Oficiales o expedientes relacionados. 4) Partidas extendidas de los originales, en lo referido a las Parroquiales. – Copias certificadas de los originales, ya sea judiciales, notariales, etc. 5) Copias manuscritas de los originales 6) Fotocopias certificadas y las que no lo fueron. 7) En su caso, libros de familia o biblias familiares, apuntes, cartas, álbumes, etc. 8) Bibliografía (también su sentido amplio) propia y ajena, donde se incluye libros, folletos, boletines, revistas, etc. Incluso, he llegado a encontrar apuntes u hojas, aclaratorias o ampliatorias del texto del libro, en obras ajenas. 9) Retratos, fotos, copias, etc., Postales, estampillas, tarjetas, etc. 10) Mapas, medallas, ex-libris, tarjetas personales, etc. 11) Respaldo digital, Disquettes, CD, los mismos archivos de la computadora, etc. Con ciertos ejemplos, veremos la importancia del resguardo de estos repositorios históricos-genealógicos de tipo privado, en donde hay sorpresas sobre su destino: 1) Caso Baúl Rafael de la Fuente, guardaba en un baúl importante documentación (libros, transcripciones de archivo parroquiales, árboles genealógicos, etc.), gracias a su familiar Josefina Matienzo, fueron recuperados. 2) Las Heras primera cuadra, otrora domicilio de un importante hombre público de Tucumán, familiares depositaron literalmente en la vereda cientos de libros y amigos revolvían no solo para ellos, sino para donarlos a bibliotecas o universidades. 3) Los destinos de los archivos de Roberto Zavalía Matienzo, Manuel Lizondo Borda y de Eduardo Frías Silva. O tal vez del historiador y genealogista Jorge Zenarruza que el Archivo


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de Jujuy no quiso recibir su importante fondo documental y bibliográfico. 4) Los documentos que encontré y salve literalmente del fuego sobre el Mayorazgo de Huasán (además de árboles genealógicos de Molina y Wilde). 5) Pero el más demostrativo de lo que estamos hablando es sobre los libros de Julio Storni, que allá por los 80, se los vendía en grupos de diez, con distintos temas. Contrariamente, otros como en el caso de: 1) Ernesto Padilla, sus libros fueron al Lillo, su archivo documental al Museo Histórico y sus muebles a dos museos. 2) Y de otros lugares, vemos la genealogista catamarqueña, Elsa Andrada de Bosch, sus archivos fueron resguardados y algunos publicados post Morten. El genealogista porteño, Carlos Jáuregui Rueda ya ha previsto un fondo Documental administrado por sus hijas. Todo esto para demostrar la importancia de los archivos de cada uno de nosotros, proceder a su organización, publicar rápidamente nuestras investigaciones (aunque falte el dato de la confirmación de la abuela María de las Llagas o el bisabuelo Emerciano) y dejar claramente quién será el encargado de cumplir nuestra voluntad. Aunque no parezca, nuestras propias bibliotecas o archivos tienen la impronta nuestra y son tan importantes como los públicos. Hay bastantes historiadores y genealogistas con fondos para resguardar, para que mañana, como dice el Padre José María Fontán Gamarra, no sirvan estos papeles para envolver pescados o terminen diseminados. Y ya finalizando podríamos decir que los que hacen de periodistas de su propia familia, los que hacen «nacer» nuevamente y dan «vida» a sus antecesores o los de una comunidad y los que escriben contrariamente al dicho «Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia», por cuanto todos existieron, y creyendo en que son verdaderos investigadores de la historia, y no simples mensajeros de meros datos o buscadores de frivolidades o transmisores de arcanos familiares; aunque pocos en el país, a ellos mi modesto homenaje, por cuanto de


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alguna manera son revitalizadores de nuestras tradiciones y solidifican las raíces mismas de la argentinidad. De una argentinidad, que exige mayor dedicación e impulso para no caer en abismos insondables y rescatar esta nacionalidad, a través de nuestra historia. Y todo ello enriqueciendo a nuestra Patria Chica, de una Tucumanidad, que debe ser reconocida, como en este caso a través de su historia genealógica, las distintas migraciones, sus personalidades y su acervo cultural.

«La genealogía es el saber de la procedencia y el de la emergencia» Ignacio Tejerina Carreras


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Actividades destacadas de la Junta de Estudios Históricos 2015-2017

Año 2015 Mes de abril.— Día 7: El Arzobispado invitó a participar en la Comisión de Enlace para organizar la celebración del Bicentenario de la Independencia. Fue designada representante de la Junta la Prof. Elena Perilli de Colombres Garmendia. Mes de abril: Carta de lectores en La Gaceta, fijando posición respecto las opiniones de Ricardo Foster sobre la fecha de la Declaración Independencia Nacional, firmada por Lic. Teresa Piossek Prebisch y Prof. Elena Perilli de Colombres Garmendia. Mes de mayo.— Día 21: Presentación de la Revista 14 de la Junta a cargo de la Prof. Elena Perilli de Colombres Garmendia y de la Sra. Sara Peña de Bascary en Centro Cultural Alberto Rougés de la Fundación Miguel Lillo. Día 27: La Municipalidad capitalina Declaró de Interés Cultural Municipal a la Junta de Estudios Históricos de Tucumán Mes de julio.— Día 21: Ante desafortunados cambios museográficos en la Casa Histórica, la Junta difundió un crítico Comunicado. Tuvo repercusión y apoyo. Por medios y redes sociales expresó su opinión.


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Novedades, actividades / 2015-2017

Mes de agosto.— Día 15: El Dr. Carlos Páez de la Torre (h) publicó una nota en La Gaceta titulada Demasiados carteles y muy pocos objetos antiguos en la Casa Histórica, sobre el tema museografía Casa Histórica. Mes de septiembre.— Día 15: Se incorporó a la Junta, como Miembro de Número, la Dra. Gabriela Tío Vallejo con la conferencia Tucumán entre las reformas borbónicas y el orden constitucional. Acto en el Centro Cultural Alberto Rougés de la Fundación Miguel Lillo. Mes de noviembre.— Día 13: Se incorpora a la Junta como Miembro Correspondiente en Catamarca, el Mgr. Marcelo Gershani Oviedo con la conferencia El linaje troncal Aguirre – Villarroel en la elite dirigente catamarqueña siglos XVII a XIX. Acto en el Centro Cultural Alberto Rougés de la F.M.L Mes de diciembre.— Día 14: la Sra. Pte. Lic. Teresa Piossek Prebisch, en nombre de la Junta, se dirigió al Intendente German Alfaro reiterando el proyecto, elevado en 2014, para la Creación de un Parque Botánico del bicentenario en Campo Norte.

Año 2016 Mes de enero.— La Junta se dirigió a autoridades nacionales poniendo a consideración un proyecto de homenaje a la celebración del Bicentenario de la Independencia con la construcción de un anexo (imprescindible) para el Museo Casa Histórica de la Independencia. Mes de mayo.— Día 19: Se realizó el Congreso por el Bicentenario de la Academia Nacional de la Historia en Tucumán. La Junta participó, con mesa panel Tucumán en época de la Independencia integrada por Dra. Irene García de Saltor, Dra. Gabriela Tío Vallejo, Arq. Alberto Nicolini, Prof., Ele-


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na Perilli de Colombres Garmendia y moderador el Dr. Pedro León Cornet. La Junta realizó un agasajo a los académicos en el Centro Cultural Alberto Rougés. Día 20: participó en otra mesa panel, de ese Congreso, el Dr. Carlos Páez de la Torre (h). Mes de junio.— Día 4: Carta de Lectores en La Gaceta felicitando a la Legislatura por Res. Sobre Campo Norte. Día 11: 50 años de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán. Reunión de camaradería. Publicación especial en Facebook con fotografías. Mes de julio: Bicentenario de la Independencia.— Los miembros de Número de la Junta participaron en los festejos conmemorativos, con conferencias, mesas paneles, escritos, asistencias a Congresos, entrevistas televisivas, etc. Mes de agosto.— Carta de Lectores en La Gaceta agradeciendo apoyo, en Editorial, a la propuesta de la Junta de crear un Parque Botánico en Parque Norte. Día 24: Conferencia del Dr. Carlos Páez de la Torre (h) Rostros de San Martin en Centro Cultural Alberto Rougés de la FML Mes de septiembre.— Día 18: conferencia del Dr. Carlos Páez de la Torre (h) Rostros de Sarmiento en el Centro Cultural «Alberto Rougés» de la Fundación Miguel Lillo. Día 14: Se presentó al Intendente proyecto del Dr. Pedro León Cornet para una Junta de Nomenclatura para denominación de las calles. Mes de octubre.— Día 6: La Junta felicita a la Junta de Catamarca por el Congreso por el Bicentenario de la Independencia. Representó a la Junta, en el mismo, la Prof. Elena Perilli de Colombres Garmendia.


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Año 2017 Mes de enero.— Día 11: Carta de Lectores por el Crucifijo de la Casa Histórica que fue desplazado del salón de la Jura, firmada por Teresa Piossek Prebisch, Elena Perilli de Colombres Garmendia y Sara Peña de Bascary. Por los medios se insistió y se el crucifijo fue restituido. Mes de marzo.— Día 3: Nota del Dr. Christofer Müller de La Biblioteca del Instituto Ibero-americano de Berlín. Ofreció publicar digitalizados los 14 números de la Revista de la Junta. Mes de abril.— Acciones de los arquitectos Alberto Nicolini y Marta Beatriz Silva para evitar la demolición de Casa Succar y bregando para que la Municipalidad la expropie, lo que finalmente ocurrió. Mes de mayo.— Día 18: Carta de Lectores en La Gaceta de la Sra. Presidente Lic. Teresa Piossek Prebisch elogiando a la Fundación Miguel Lillo por la creación del Museo Histórico Dr. Miguel Lillo y su tiempo implementado por Sara Peña de Bascary. Día 29: Se entregaron libros donados al ISES, 600 títulos y al Centro Cultural Alberto Rougés tomos de Biblioteca de Mayo. Día 30: Conferencia del Dr. Carlos Páez de la Torre (h) Nicolás Avellaneda: sus rostros, su gente, su tiempo en el Centro Cultural Alberto Rougés de la Fundación Miguel Lillo. Desde el mes de mayo en se intensificó la actividad en Facebook de la Junta. Mes de septiembre.— Día 30: En Asamblea General se renueva Comisión Directiva: Presidente Teresa Piossek Prebisch, Vice Presidente Elena Perilli de Colombres Garmendia, Secretario Félix Montilla Zavalía, Prosecretario Justino Terán Molina, Tesorera Marta Beatriz Silva, Protesorero Ventura Murga, Vocales: Sara Peña de Bascary, Alberto Nicolini, Nélida Beatriz Robledo, Revisora de Cuentas: Lucia Piossek Prebisch y Carlos


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Páez de la Torre (h). Fueron designados Miembros de Número a la Dra. Sara Graciela Amenta y el Dr. Florencio Gilberto Aceñolaza. Mes de noviembre.— Día 30: Se incorpora a la Junta el Dr. Florencio G. Aceñolaza con la conferencia: Abel Peirano y el desarrollo de la minería en el noroeste. En el Centro Cultural Alberto Rougés. Mes de diciembre.— Entra en prensa la Revista Nº 15 de la Junta de Estudios Históricos con 11 trabajos de investigación histórica.


Novedades, actividades / 2015-2017

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Actividades de algunos Miembros de Número de la Junta de Estudios Históricos 2015-2017

Félix Alberto Montilla Zavalía Cargos: – Nombrado profesor titular de la asignatura: «Derecho Canónico y Derecho Público Eclesiástico» en la Facultad de Derecho de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino de Tucumán. – En la Asamblea General Ordinaria del 30 de septiembre de 2017 de la Junta de Estudios Históricos fue elegido Secretario de la Comisión Directiva por el período 2017-2021. – Magister en Derecho Judicial por la Universidad Austral (2017). Publicaciones: – Autor del libro Nociones Fundamentales de Derecho Público Eclesiástico (ISBN 978-987-16625-8-6). – Autor del libro Nociones Fundamentales de Derecho Canónico (ISBN 978-987-16627-8-4). – Autor, junto a Marta Inés Zavalía y Hernán Eduardo Frías Silva, del libro José Frías Silva. Su vida. Su obra (18631933) (ISBN 978-987-42240-7-1).


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Publicó diversos trabajos jurídicos e históricos; entre otros: – «Ley 27.134. La Bandera Nacional de la libertad civil» (El Derecho. Derecho Constitucional, Volumen: 2015). – «La magistratura Judicial ante las intervenciones federales» (La Ley, volumen 2015-B). – «La suspensión de los magistrados judiciales sujetos a jurado de enjuiciamiento». (El Derecho. Derecho Constitucional, volumen 2017). – «La reelección de los legisladores en la letra de la Constitución de Tucumán y en la interpretación jurisprudencial» (La Ley, volumen 2016-C). – «La subjetividad de la iglesia Católica en el derecho argentino conforme al Código Civil y Comercial» (El Derecho, volumen 259). – «El cómputo del inicio y la finalización del período constitucional del mandato del presidente y del vicepresidente de la Nación Argentina» (El Derecho. Derecho Constitucional, Volumen 2016). – «Prescripción de la acción por reparación civil por daños causados por delitos de lesa humanidad (1976/1983)» (La Ley, volumen 2017-A). – Artículos y notas diversos sobre historia, entre ellos sobre la Compañía de Jesús en Tucumán. En: Revista Yerba Buena. – Colaboración con notas e imágenes de temas históricos en la cuenta de Facebook de la Junta de Estudios Históricos.

Sara Peña

de

Bascary

— 2015 — Enero-febrero. Organización y diagramación de la Revista Nº 14 de la Junta de Estudios Históricos. Co-edición con Elena Perilli de Colombres Garmendia. Mayo. «Federico Schickendantz. Un científico investigador y vehemente». Publicado en Revista Nº 14 de la Junta de


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Estudios Históricos. Mayo 21: Presentación de la Revista Nº 14 con la Prof. Perilli de Colombres Garmendia en el Centro Cultural Alberto Rougés. Julio 18. Entrevista en La Gaceta: «Casa Histórica. Su restauración despertó polémica» [Por desaciertos museográficos]. Julio 24. Carta de lectores en La Gaceta por cambios museográficos en la Casa Histórica, con Teresa Piossek Prebisch y Elena Perilli de Colombres Garmendia. Agosto 21. Designada Asesora ad honorem de la Fundación Miguel Lillo en todo lo atinente a la puesta en marcha del Museo Histórico de la Institución, Res. 118/15 de la Comisión Asesora Vitalicia. Septiembre 8. Artículo en La Gaceta: «Curiosa Historia de una copia original del Acta de la Independencia de 1816». Agosto-diciembre: investigación histórica, relevamiento objetos, y registro patrimonio del Museo Histórico. Dr. Miguel Lillo y su tiempo. Proyecto diseño museográfico. — 2016 — Enero 14. Nota a autoridades nacionales con Teresa Piossek Prebisch y Elena Perilli, solicitando se construya un anexo a la Casa Histórica de la Independencia como homenaje al Bicentenario. Febrero a octubre. Implementación del Museo Histórico Dr. Miguel Lillo con más de 460 objetos que se localizaron y /o donaron en ocho salas. Abril 8. «Rescatan un mapa realizado por un Lillo adolescente». Nota en La Gaceta. Mayo a junio 6. Investigación, relevamiento, video y diseño museográfico exposición Ignacio Baz, «Más allá de los Retratos la Historia». Para el Centro Cultural Alberto Rougés de la Fundación Miguel Lillo. Julio. [Actividades por el Bicentenario] Administradora de la cuenta de Facebook de la Junta; publicó numerosas notas con imágenes sobre el Bicentenario. Septiembre 30. Se suspende hasta el 2016 el armado del Museo Lillo.


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Octubre-noviembre. Diagramación del Boletín digital Historia y Cultura Nº 2 del Centro Cultural Alberto Rougés de la Fundación Miguel Lillo. Octubre. «El cura Miguel Martin Laguna y una reliquia de San Francisco Solano», publicado en el citado Boletín. Diciembre. Carta de Lectores en La Gaceta. Crítica sobre el «Crucifijo retirado del Salón de la Jura» con Teresa Piossek Prebisch y Elena Perilli de Colombres Garmendia. Publicaciones en Facebook sobre este tema. — 2017 — Enero. Se continúa reclamo por tema patrimonio Casa Histórica. El crucifijo fue restituido al Salón de la Jura. Febrero-abril. Se reanuda armado del Museo Histórico Dr. Miguel Lillo y su tiempo. Detalles finales. Videos para el mismo: «Los naturalistas», «La casa de Lillo» y «Los Libros del sabio». Texto para folleto. Mayo 4. Inauguración del Museo Histórico Dr. Miguel Lillo y su tiempo. Entrevistas en: La Gaceta, televisión y en Tuc. 200 años de historia. Mayo 5. Designación: Asesora Consulta ad honorem en Historia y Museología Histórica en el Museo Histórico Dr. Miguel Lillo y su tiempo. Res. 030/2017 Comisión Asesora Vitalicia de la Fundación Miguel Lillo. Julio. Colaboración al historiador Julio Folkenand: digitalizó Manuscrito 62. Libro de Consultas de la Compañía de Jesús. Inicia transcripción del mismo, en colaboración con este historiador, para su edición Agosto. «Notas de Schickendantz, Lillo y Correa, para una inédita Memoria Descriptiva de Tucumán, en 1888». Para Boletín Digital Historia y Cultura Nº 3 del Centro Cultural Alberto Rougés. Septiembre-octubre. «Vida cotidiana en Tucumán (18451880). Recuerdos de familia de Delfina Gallo Terán». Para Revista Nº 15 de la Junta de Estudios Históricos. Noviembre-diciembre. Armado, organización y producción editorial de la Revista Nº 15 de la Junta con 11 trabajos de


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investigación histórica. Co-edición con Elena Perilli de Colombres Garmendia.

Elena Perilli

de

Colombres Garmendia

— 2015 — Organizó y coordinó las X Jornadas sobre La Generación del Centenario y su proyección en el NOA, participó con el trabajo «Lillo, Venturi y otros colectores. Una amistad poco conocida». Presentó la Revista Nº 15 de Junta de Estudios Históricos Tucumán. En mesa panel por proximidad del Bicentenario Independencia participó con el trabajo «Bicentenario 1816. Revisitando la Independencia». Miembro activo en «Jornadas 1816. Tucumán en la Independencia Argentina Dos siglos después»; UNSTA y Red de Estudios Históricos]. Conferencias: «El clero en la Independencia Argentina»; Arzobispado de Tucumán y «El 9 de Julio a través de la Historia»; Academia de Ciencias Jurídicas, Sociales y Políticas de Tucumán. — 2016 — Por el Bicentenario del Congreso de Tucumán realizó numerosas acciones. Coordinó y dirigió la edición de la Colección del Bicentenario (11 tomos), reediciones de libros agotados y compilaciones textos. Ed. Fundación Miguel Lillo, presentada en Tucumán, Buenos Aires y Catamarca. Trabajos publicados: «La celebración del Primer Centenario en 1916», e-book Red de Estudios Históricos Tucumán. «Una visita ilustre: Clemenceau en Tucumán», Anuario Extraordinario Academia Ciencias Jurídicas, Sociales y Políticas. «Revisitando la Independencia 1810-1816», Revista Digital Historia para todos. «Los festejos del Centenario en Tucumán 1916», Revista Todo es Historia. «Hombres del Norte en el Congreso de Tucumán», Congreso Academia Nacional de la Historia. «Tucumán en el siglo XIX», Libro homenaje Federación Económica Tucumán.


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Difusión historia en medios: programa televisión «Tucumán doscientos años de Historia»; «Los juegos de la Cultura», Radio Universidad y en programa de Emilse Nieva. Guión histórico, cuatro capítulos, para la serie «Manuel Belgrano», Canal Encuentro. Panelista: en Santiago del Estero con «Protagonismo del Norte en la guerra de la Independencia»; Municipalidad de Santiago del Estero y Facultad de Humanidades. Integró mesa panel «Tucumán en la época de la Independencia», Academia Nacional de la Historia – Ente Bicentenario. «Notas sobre la correspondencia de Juan Dalma», Boletín Historia y Cultura Nº 2 del Centro Rougés de la Fundación Miguel Lillo. Colaboró en la exposición «Más allá del retrato, la Historia», de Ignacio Baz, retratos Siglo XIX, Centro Cultural Rougés. Conferencias: «Mujeres protagonistas en la Historia de Tucumán» Federación Económica Tucumán. «Una familia singular en la Declaración de la Independencia: Los Laguna de Tucumán»; en Las Tacanas, Tafí del Valle, «Notas sobre el epistolario de Juan Dalma» en Centro de Estudios Juan Dalma. — 2017 — Miembro activo en Coloquio Internacional: «Modernidad, colonialidad y escritura en América Latina», Instituto Estudios Latinoamericanos Facultad Filosofía y Letras con: «La Casa de la Soberanía; y Tucumán en la historia del cura Miguel Martin Laguna», en XLVII Congreso de Cultura Hispánica. Disertante en Congreso Nacional Literatura Argentina. Publicó: «Lillo Venturi y otros colectores», en X Actas sobre la Generación del Centenario. Presentó libros: Historia de la ganadería en la Argentina, de Bernabé Alzabé, y X Actas sobre la Generación del Centenario y su proyección en el NOA. Panelista en «Naturaleza y Humanismo», Centro de Estudios Dalma con: «Misión y visión del Centro de Estudios Juan Dalma». Distinciones: designada miembro correspondiente de la Academia Güemesiana, de Salta.


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Teresa Piossek Prebisch — 2015 — – Participación en las Jornadas 1816. Tucumán en la Independencia. Dos siglos después realizadas los días 11,12 y 13 de agosto de 2015 en el Auditorium de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino, organizadas por el Museo Casa Histórica de la Independencia e Instituto de Investigaciones Históricas Prof. Manuel García Soriano, de la UNSTA. – Abril 21. Carta de lectores en La Gaceta, fijando posición respecto las opiniones de Ricardo Foster sobre fecha de la Declaración Independencia Nacional, firmada con Prof. Elena Perilli de Colombres Garmendia – Mes de julio. Día 21. Ante desafortunados cambios museográficos en Casa Histórica, la Junta difundió un crítico Comunicado por mail firmado con Elena Perilli de Colombres Garmendia y Sara Peña de Bascary. – Día 24 de julio. Carta de lectores en La Gaceta por los desacertados cambios museográficos en Casa Histórica. Firmada con Elena Perilli de Colombres Garmendia y Sara Peña de Bascary – Mes de diciembre. El día 14, como Presidente de la Junta, se dirigió al Intendente German Alfaro reiterando el proyecto, elevado en 2014, para la Creación de un Parque Botánico del bicentenario en Campo Norte. — 2016 — – Enero 10. Nota a autoridades nacionales con Elena Perilli de Colombres Garmendia y Sara Peña de Bascary solicitando se construya un anexo a Casa Histórica de la Independencia como homenaje al Bicentenario. – Discurso con motivo del Día Internacional de la Mujer en el año del Bicentenario, celebrado por la Municipalidad de San Miguel de Tucumán el 12 de marzo de 2016. – 9 de julio de 1816, título de la conferencia pronunciada en el Museo Casa Histórica de la Independencia a pedido del Arzobispado, el día del aniversario de la fecha patria.


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– Con motivo de Bicentenario: entrevistas en medios de prensa, radio y televisión, entre ellos el Programa Tuc 200 años de Historia. – Designada Mujer Destacada por la Municipalidad de Tucumán en 2016. — 2017 — – Mes de diciembre: Carta de Lectores en La Gaceta. Crítica sobre el «Crucifijo retirado del Salón de la Jura» firmada con Elena Perilli de Colombres Garmendia y Sara Peña de Bascary. La imagen fue restituida. – Asesora y Disertante en el XLVII Congreso de Institutos de Cultura Hispánica de Argentina y Países Hermanos, Hispanoamérica en su cultura, historia y genealogía. La Argentina Fundacional desde la ciudad de Barco al Bicentenario, realizado entre el 29 de junio y 1 de julio de 2017. – Reelegida como presidente de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán en la Asamblea General Ordinaria realizada el 30 de septiembre. – El 21 de agosto de 2017. Incorporación como miembro correspondiente por Tucumán de la Academia Güemesiana de Salta, el 19 de octubre de 2017, con la disertación titulada La gran revolución de la conquista. – Durante el año 2017 colaboró con notas especiales en la página de Facebook de La Junta de Estudios Históricos.

Justino Terán Molina Designaciones: – Miembro de Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta. 2017. – Miembro Correspondiente del Instituto Güemesiano de Salta. 2015. – Miembro de la Comisión Nacional de Conmemoración del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús. Capítulo Tucumán. 2014/15.


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– Presidente Honorario del Instituto Tucumano de Cultura Hispánica. 2015. – Miembro Fundador y Redactor de los Estatutos de la Confederación Argentina de Institutos de Cultura Hispánica. 2015. Publicaciones propias: – Libro Los congresales de Tucumán. Su Genealogía y descendencia, Coautor, Inst. Argentino de Cs. Genealógicas y Jockey Club. Bs. As. 2016. – «Los Prebisch». Genealogías Argentinas, Revista N° 6. Bs As. 2015. Congresos, conferencias o disertaciones: – Presidente Ejecutivo en «XLVII Congreso de Institutos de Cultura Hispánica de Argentina y Países Hermanos.». Tucumán. 29-06 al 2-7 de 2017. Disertación: «Hispanoamérica en su cultura, historia y genealogía. La Argentina Fundacional desde la Ciudad de Barco al Bicentenario». – Conferencias: «La Historia Social y Genealógica de Hispanoamérica. La generación del Bicentenario». III Jornadas de Historia de la Familia y Genealogía de Catamarca. Junio de 2017. – «Misceláneas sobre fecha de nacimiento y monumentos de San Martín». Círculo de Oficiales Retirados de las Fuerzas Armadas. Liceo «Gral. Gregorio Aráoz de Lamadrid». Tucumán. 2016. – Organizador «Jornadas V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús». Disertación «Santa Teresa de Jesús». Centro Rougés. Tuc. 2015. – «XLV Congreso Nacional de Institutos de Cultura Hispánica de la República Argentina». Disertante. Salta. Agosto de 2015. – Presidente, organizador y disertante de las «I Jornadas Regionales Ciudades Fundacionales. Tucumán». 29 al 31 de mayo de 2015. Tucumán. – Prólogo del libro Santa Teresa de Jesús en Familia, de R. P. Fernando María Cornet (Sasari- Italia). 2015. Publicación


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donada a Bibliotecas del Vaticano, Casa del Rey de España y Casa de Borbón y Dos Sicilias. Presentación de Libros de otros autores: – Santa Teresa de Jesús en familia, del R. P. Fernando Cornet. En el Cabildo de Salta. Salta. Agosto de 2015. – Emilio Terán Frías. Hombre del Centenario, de Enrique Fermín González. En el Archivo Histórico de Tucumán. Octubre de 2016. – Los Congresales de Tucumán. Su genealogía y descendencia. XLVII Congreso de Institutos de Cultura Hispánica de Argentina y Países Hermanos. Tucumán. 30 de junio 2017. Reportajes: – «La Genealogía en Tucumán. La investigación y su aporte cultural». Reportaje radial FM. Academia Belgrano. 2017. – «La Argentinidad como reflejo de Hispanoamérica. Aportes culturales de España y confluencia étnica y cultural», diario La Gaceta. Junio de 2017.

Carlos Páez

de la

Torre (H)

— 2015 — Cargos: – Renuncia como miembro de la Comisión Asesora Vitalicia de la Fundación Miguel Lillo, a la cual pertenecía desde 2013. Publicaciones: – Todo el año, de lunes a sábado, la columna «Apenas ayer», y los domingos, la página «De Memoria», en el diario La Gaceta.


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— 2016 —

Cargos: – Asesor consulto de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos. – Vocal del Ente Bicentenario Tucumán. Publicaciones: – Todo el año, de lunes a sábado, la columna «Apenas ayer», y los domingos, la página «De Memoria», en el diario La Gaceta. – Como vocal del Ente Bicentenario, autor de la propuesta de la publicación (concretada en 2017) de los 32 tomos de las colecciones «Historias temáticas de Tucumán. Siglos XIX y XX» e «Historias de los Municipios de Tucumán. Siglos XIX y XX». Total: 32 tomos, todos los cuales llevan un «Prólogo» con su firma. – Prólogos y estudios preliminares (que son de su autoría, aunque llevan —con su consentimiento— la firma «Comisión Asesora Fundación Lillo»), en todos los libros que, con el nombre «Colección del Bicentenario», editó, distribuidos en 11 tomos, la Fundación Miguel Lillo, Tucumán, 2016, a saber: Ensayo histórico sobre el Tucumán, por Paul Groussac; La ciudad arribeña, por Julio P. Ávila; Geografía general de la provincia de Tucumán, por Antonio M. Correa; Breve historia de Tucumán. Del siglo XVI al siglo XX, por Manuel Lizondo Borda; Provincia de Tucumán, por Arsenio Granillo; Historia del descubrimiento del Tucumán, El Tucumán del siglo XVI, El Tucumán colonial, Historia de la República de Tucumán y Tucumán en 1810, todos por Ricardo Jaimes Freyre; Fruto vedado, por Paul Groussac; Chavela, por Jorge Söhle; Fruto sin flor, por Juan B. Terán; Tucumán antiguo, por Julio López Mañán; la recopilación Las sesiones del Congreso y la antología Miradas sobre Tucumán. De esta última realizó, además, la investigación y selección de textos. – No firmado, el Suplemento especial de ocho páginas «Crónica histórica del periodismo tucumano», en: La Gaceta, Tucumán, 19 de septiembre de 2016.


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– El Congreso de la Independencia. Antes, durante y después (en colaboración con Sebastián Rosso) (Ed. La Gaceta de Tucumán, 2016). – Noticia biográfica sobre Zenón J. Santillán (Ed. Ciudad Histórica. Municipalidad de San Miguel de Tucumán, 2016). – «Situación y aporte de Tucumán en el proceso revolucionario 1810-1816», en: Anuario del Bicentenario (Academia de Ciencias Morales, Políticas y Jurídicas de Tucumán, Tucumán, 2016). – «1916-2016. Cien años de política vernácula», en: Tucumán Bicentenario (Federación Económica de Tucumán, Tucumán, 2016). - «Pedro Miguel Aráoz», «José Ignacio Thames» y «José Mariano Serrano» (este último en conjunto con Juan Isidro Quesada) en Los congresales de Tucumán. Su genealogía y descendencia (Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas y Jockey Club de Buenos Aires, Bs. As. 2016). – «Miguel Campero, un gobernante de ley», en: Todo es Historia, N° 588, julio 2016 (Bs. As, 2016). — 2017 — Publicaciones: – Todo el año, de lunes a sábado, la columna «Apenas ayer», y los domingos, la página «De Memoria», en el diario La Gaceta.


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