San Miguel de Tucumán en Ibatín. La ciudad, su gente y sus ajuares en los albores del siglo XVII. Marta Beatriz Silva
Vecina de Ibatín
Publicado en Revista Nº 12 Junta de Estudios Históricos de Tucumán (2007) Págs. 382 a 438
Marta Beatriz Silva
San Miguel de Tucumán en Ibatín. La ciudad, su gente y sus ajuares en los albores del siglo XVII. Marta Beatriz Silva
INTRODUCCIÓN. Generalmente consideramos a las obras de mayor envergadura que hace el hombre, producción trascendente que estimamos estrechamente relacionada con los sistemas culturales que la influyen y conforman. Y si esto vale para su hacer arquitectónico artístico, literario, filosófico o religioso, cuanto más puede serlo cuando es su propia persona el objeto de su deseo de belleza, individualidad, ubicación social y afirmación política. Max Von Boehn dice: “podemos considerar el amanecer de la cultura coincidiendo con la aparición del adorno (...) ha sido el punto de partida del arte (...) aumentó al mismo tiempo el encanto y atractivos del género humano”. Estudiando los Documentos Coloniales de las primeras décadas del siglo XVII de San Miguel de Tucumán en Ibatín, grande es la sorpresa cuando nos enfrentamos con el detalle de las vestimentas masculinas y, muy especialmente las femeninas, joyas, adornos, utensilios y mobiliario. El entendimiento cabal de las breves descripciones de las variadas prendas nos llevaron, en primer lugar, al aprendizaje de un vocabulario actualmente en desuso y para ello se manejaron permanentemente diccionarios y enciclopedias, así como libros y colecciones referidas a la evolución de la moda en la historia y en los países, tomando como centro a España cuya “supremacía en todos los aspectos, aún en la moda, en la centuria que va de 1550 a 1650” es indudable, según Von Boehn. Además, como el objetivo final del estudio era llevar a una forma visible comprensible y didáctica lo que los documentos describían, esto se concretó en sendos dibujos que tradujeron las hipótesis personales acerca
Conferencia de incorporación a la Junta de Estudios Históricos de Tucumán.11.09.2006
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de las indumentarias femeninas y masculinas. Para ello fue fundamental la consulta de los retratos realizados por de los pintores de la época: Tiziano, El Greco, Diego Velázquez, Frans Pourbus, Antonio Ricci, Alonso Sánchez Coello, François Clouet, Juan Pantoja de la Cruz, Mateo Pérez de Alesio o Jacopo Pontorno. Ibatín en los primeros decenios del siglo XVII.
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San Miguel de Tucumán en Ibatín (Interpretación Marta B. Silva)
Ibatín en 1615 ya tiene 50 años de existencia. Largos años han transcurrido desde aquel 1543 en que Dn. Diego de Rojas pisara por 3
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primera vez esta tierra y de que poco después Juan Núñez del Prado viniera “a poblar y a quedarse”1. Sus antecesoras Barco y Cañete fueron la preparación para el asentamiento de los primeros vecinos españoles, los cuales de acuerdo al capitán Sotelo de Narváez en 1582 eran 25 y 3000 indios encomendados2, incrementándose el número de vecinos (solo los hombres, cabezas de familias) a 32 con “1 mil y 100 yndios que están en pas y sirven (…)”, según datos del capitán Alonso de Ribera “valeroso (...) español que después de señalados servicios en la península fue encargado por Felipe II de la gobernación de Chile. De allí fue trasladado a la de Tucumán, donde permaneció desde 1606 hasta 1612, año en que volvió a Chile con el cargo de gobernador y presidente de Audiencia”3. La ciudad trazada “a cordel y regla” según la costumbre, cuenta con 49 manzanas en cuadro; de 166 varas de lado cada una, muchas de las cuales aún no están construidas, confundiéndose con las “chácaras” cercanas, poco más allá de las rondas de extramuros que miden “veinte y cuatro varas de ancho a la redonda y circunferencia de ella”, el doble que el resto de las calles4. La plaza principal es una manzana vacía en el centro geométrico del conjunto, plantado en ella el rollo o palo de justicia. A su alrededor se ubican los principales edificios religiosos, civiles y las casas de los fundadores. La distribución de solares y funciones urbanas se hace en forma sencilla y práctica, sin reflejar la mayor complejidad prevista por la 1
Documentos Coloniales. Re1ativos a San Miguel de Tucumán y a la Gobernación de Tucumán. Lizondo Borda, Manuel (Introducción y comentarios). Siglo XVI. Serie I. Vol. I. Buenos Aires: Lopez, 1936. Introducción p. 18. 2 Piossek Prebisch, Teresa: La ciudad en Ibatín, la primera San Miguel de Tucumán 1565-1685. Tucumán: Teresa Piossek Prebisch; Fundación Ordeñana, 1985. p. 36. 3 Jaimes Freyre, Ricardo (Introd. y notas). El Tucumán Colonial (Documentos y mapas del Archivo de Indias). Vol. 1. Buenos Aires: U.N.T.; Coni, 1915. pp. 133 y 131. 4 La vara de Castilla equivalía a 0,8359 metros, por lo tanto las cuadras medían 138,76 metros, las calles 10, 03 metros y las de ronda 20,06 metros El Acuerdo del Cabildo sobre la resolución del trazado de la ciudad en 1685, permite conocer las dimensiones de las cuadras y calles y los edificios de San Miguel de Tucumán en Ibatín. Ver: Documentos Coloniales. Actas Capitulares. Lizondo Borda, Manuel (Prólogo y Comentarios). Serie II. Vol. I. Siglo XVII. Documentos XXV. Acuerdo del Cabildo en que se resuelve sobre el trazado de la nueva ciudad de San Miguel de Tucumán y la distribución de solares para el Cabildo, Iglesias y vecinos. Tucumán: El Progreso, 1944; pp. 108 y 109.
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legislación indiana que reglaba en su libro IV, “no se fabriquen el Templo en la Plaza, sino algo distante de ella (...) esté algo levantado del suelo (...) y entre la Plaza y el Templo se edifiquen las Casas Reales, Cabildo o Consejo, Aduana y Atarazana (…)”. El Doctor Manuel Lizondo Borda aclara que “al empezar el siglo XVI los pobladores de San Miguel de Tucumán (como los del resto de la Gobernación) están asentados. Ya no vive casi ninguno de los viejos conquistadores: les han sucedido sus hijos –ancianos algunos-, sus nietos y otros nuevos colonizadores. Ya no hay más conquista sino colonización. Y ésta comienza a enriquecerse con costumbres y modalidades sociales que aparecen por primera vez (a lo menos en los documentos)”5. Don Juan Bautista Bernio, Teniente de Gobernador y Justicia Mayor de la ciudad en 15926, quien había sido uno de los primeros pobladores con Rojas y Núñez del Prado y llegó a ser “uno de los vecinos más acaudalados y espectables”, dona en 1588 un solar al noroeste de la Plaza donde se levantaría posteriormente la Iglesia y Colegio de la Compañía de Jesús7. En el mismo año, su hija Doña Isabel Bautista dona igualmente un solar lindero a la Compañía y lindero con otros dos de Diego de Villarroel8. Pero habrían de pasar exactamente diez años para que el día 20 del mes de Julio de 1598 se reunieran las autoridades civiles y religiosas de la ciudad para fundar la Casa de la Compañía ante el escribano público y del cabildo de San Miguel, Don Pedro de Vildossola. Asimismo “el capitan Luis de Medina, teniente de gobernador y justicia mayor en ella por su Magestad (...) el capitán Joan de Espinosa, Domingo Corzo, alcaldes ordinarios; Francisco de Ureña, capitan Pedro de Salazar, regidores; y Francisco de Artaza; alguacil mayor; (...) el muy reverendo Padre Joan Romero, rector de la Compañía del nombre de Hiesús en esta gobernación, y hizo demostración de dos licencias, la una del muy ilustrísimo y reverendísimo de este Obispado y la otra del muy ilustre 5
Documentos Coloniales. Serie I. Vol. II. Siglo XVII. Buenos Aires: López, 1937. Prólogo. p. 10. Documentos Coloniales. Serie I. Vol. I. Siglo XVI. Documento XXI, 1592. Buenos Aires: López, 1936, p. 101. 7 Documentos Coloniales. Serie I. Vol. I. Siglo XVI. Documento XIV, 1588, p. 74. 8 Documentos Coloniales. Serie I. Vol. I. Siglo XVI. Documento XIV , 1588, pp. 79 y 80. 6
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señor gobernador don Pedro de Mercado de Peñalosa para nombrar casa del nombre de Hiesús en esta dicha ciudad (...) y ansi dos días antes de la gloriosa Santa María Magdalena (...) se congregaron en el sitio y lugar de una esquina de la plaza, calle en medio de los solares de Alonso Sánchez Garzón de una parte, y de la otra, menores del capitán Joan Miguel Florencio, donde los religiosos de la dicha Compañía tienen su sitio; y tomando posesión de ello se juntaron el muy reverendo Padre, fray Baltasar Navarro, custodio de esta custodia de Tucumán, y el Padre fray Joan Baptista, guardián del convento del Señor San Francisco desta ciudad, y el muy reverendo Padre Diego Ortiz de Velasco, cura y vicario en ella y el sobre dicho rector de la dicha Compañía los padres Francisco de Angulo, comisario del Santo Oficio y Joan de Viana y Euxenio Baltodano, religiosos de la dicha Compañía; y habiéndose hecho las cerimonias (sic) conforme a lo que ordena el Pontifical romano acerca del poner cruz y bendición de la piedra (...) y toda la ciudad en demostración del gusto y consuelo que rescibió ofreció limosnas piadosas (...) habiéndose dedicado la iglesia a la advocación de la bienaventurada Santísima María Magdalena”9. Hacia 1633 el “Colegio está fundado y ha permanecido en bien y utilidad desta República y para conservación y enseñanza de la doctrina cristiana así de indios como de niños y para otros efectos notoriamente provechosos al bien de las almas y conciencias (...) el dicho Colegio (...) tiene por suyo propio un potrero y tierras de la otra banda del río del Texar poco más de un cuarto de legua de esta ciudad donde tenemos las sementeras y las chácaras para sustento del dicho Colegio y porque siendo como es el dicho río muy peligroso en tiempo de sus crecientes que son muchas y ordinarias y para pasarle constan muchos riesgos, los indios que sirven al dicho Colegio y Padres que iban a verlos por esta razón fue forzoso e inexcusable pasar de esta banda del dicho río, los propios de esta ciudad las rancherías de los indios que están fabricadas y el horno de texar, tiendas y pisaderos y otro horno de cal”. Todos materiales que se están usando en la construcción de la Iglesia, además de 9
Documentos Coloniales. Serie I. Vol. I. Siglo XVI. Documento XXIX, 1598, pp. 125 a 127.
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los depósitos necesarios para el trigo y el maíz, por ello el Colegio pide que “se le dé y haga merced en nombre de su magestad de cinco cuadras de tierra a lo largo y dos de ancho”, indicando parte y lugar. El Cabildo hace lugar al pedido, pero atendiendo a que esas tierras corresponden a pastos y ejidos propios de la ciudad, los Padres no impidan los usos comunes de sacar tierra y barro para la ciudad”10. Respecto a la Iglesia Matriz, hacia 1570 aun no tenía campanas ni ornamentos, reflejando la pobreza de la ciudad, por lo cual se pide a la “Caja real de su Magestad qu’está en la Villa Imperial de Potosí (...) nos provean de ornamento para la santa Iglesia Mayor (...) y una campana, por cuanto al presente no la hay (...) ni tiene posible para podello haber; e pedir al dicho señor Obispo nos provea de un sacerdote para que asista en esta dicha ciudad y administre los santos sacramentos en ella”11. Esta iglesia mayor fue nombrada y puesta bajo la advocación de Nuestra Señora de la Encarnación en la misma Acta de Fundación de la ciudad de San Miguel de Tucumán y Nueva Tierra de Promisión por el magnífico señor Capitán Diego de Villarroel12. Hacia mediados del siglo XVII, “al decir de sus vecinos era ‘grande y capaz, y de tan hermosa arquitectura’ que en toda la gobernación no había otra ‘semejante’. Y decían también, que el Colegio de la Compañía de Jesús tenía ‘una iglesia tan curiosa, que sacada la de Córdoba, era la mejor’ de la Compañía en el Tucumán”13. El Convento e Iglesia de San Francisco, estaban terminados promediado el siglo XVII, pues en 1660 el Sargento Mayor Bernardo Ordóñez de Villaquirán, “morador desta ciudad (...) estando enfermo de enfermedad corporal, pero en su juicio, seso y entendimiento natural”, pide que su cuerpo sea “enterrado en el convento de Nuestro Señor San Francisco (...) en la sepultura donde está enterrado [su] padre”14. 10
Documentos Coloniales, Serie l. Vol. III. Siglo XVII. Documento LX, 1633. Buenos Aires: López. 1938, pp. 198 a 200. 11 Documentos Coloniales, Serie I. Vol. I. Siglo XVI. Documento IV, 1570. pp. 42 a 44. 12 Documentos Coloniales. Serie I. Vol. I. Siglo XVI. Antecedentes. 3: Acta de Fundación de la ciudad... p. 28 Y 29. 13 Lizondo Borda, Manuel. Breve Historia de Tucumán. Del Siglo XVI al Siglo XX. Tucumán: Gobierno de Tucumán, Edición Oficial, 1965, p. 57. 14 Documentos Coloniales, Serie I. Vol. IV. Siglo XVII. Documento XVI, 1660. Buenos Aires,
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Además de la Matriz, tres Iglesias y Conventos –La Compañía, San Francisco y La Merced-, las casas de Cabildo y Cárcel; Ibatín contaba con la Ermita de San Simón y San Judas en el extremo norte de su trazado. Del Hospital se conoce que el mayordomo del mismo Diego Sánchez de Figueroa comparece ante el Vicario y Visitador del Obispado en 1608 diciendo que el "hospital tiene en el distrito desta ciudad por merced una estancia la cual la tiene ocupada el tesorero [de la Catedral de Santiago del Estero] don Francisco de Salcedo” pidiendo la desembarace15. En 1608 también, poco antes de la situación anotada, don Juan de Mena celebra una clase de contrato Jurídico: el contrato de censo por el cual el Hospital de San Miguel le entregará 240 pesos en plata, obligándose a pasarle anualmente 17 pesos y 1 real como pensión o renta de las casas de su propiedad en la ciudad que quedan a ello gravadas. Estas casas están "edificadas en dos solares que tiene por linderos solares de Catalina de Morales y solares de Diego Graneros de Alarcón, calle real en medio”16. En varias oportunidades se mencionan las "calles reales” indicando una cierta diferenciación por uso o costumbre de alguna calle aún cuando sus dimensiones no difieran de las otras. Una de ellas es claramente la que corre de Norte a Sur al Oeste de la Plaza17, la que en un documento de 1637 es identificada como la calle "por donde las carretas y caballos y pasaxeros pasaban y pasan hasta hoy día”18. No hay certeza acerca de la ubicación de la segunda calle real, tal pudiera ser la que corre Este-Oeste al Norte de la plaza (documentos de solares de la Compañía indican linderos "calles reales”), o quizá fuera la también Este-Oeste al Sur de la Plaza19. OTROS SERVICIOS O APROVISIONAMIENTO DE LA CIUDAD. ARTESANOS Y OFICIOS.
López, 1941, pp. 120 a 122. 15 Documentos Coloniales. Serie l. Vol. II. Siglo XVII. Documento LII, 1608. pp.158 y 159. 16 Documentos Coloniales. Serie I. Vol. II. Siglo XVII. Doc., XXXV, 1608, pp. 111 y 112. 17 Actual calle 25 de Mayo. 18 Documentos Coloniales, Serie I. Vol. III. Siglo XVII. Documento LXI, 1637, p. 231. 19 Actuales calles San Martín y 24 de Septiembre, respectivamente.
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En el documento mencionado sobre terrenos de la Compañía20, por las dificultades del vadeo, las rancherías fueron pasadas a la banda de la ciudad, junto con el horno de quemar tejas, otro de quemar cal y las tiendas y pisaderos. El 18 de Septiembre de 1608 el cirujano Francisco López, cirujano, y Juan Pérez, natural de la Isla de Manila, convienen en que Juan Pérez servirá con su persona a López durante 4 años, “en todo lo que se le quisiera mandar”, obligándose López a darle por año “un vestido de paño de Quito y enseñarle cirugía y dos camisas y curarle en sus enfermedades y a cabo de los dichos cuatro años darle un estuche de cirugía con sus herramientas”21. Hacia 1615 el Padre Francisco Vázquez, rector de la Compañía de Jesús de Córdoba y Lázaro Fernández de Montes Doca residentes en ese momento en Tucumán se asocian para explotar un ingenio de añil en Quimilpa (al sur de Tucumán, hoy Catamarca), "reenseñando [Doca el] oficio a las personas que (...) asistieren (...) para que conforme su capacidad queden enseñadas y puedan adelante beneficiarlo sin maestro"22. Igualmente los oficios están reservados a los indios, negros y mestizos. Andrés de Medina, indio zapatero -independizado quizá por su profesiónvende medio solar a otro indio: Gaspar, yanacona de Francisco de Urueña, en 160923. Al año siguiente, el capitán Juan de Escobar vende a Alonso Montero, indio sastre, tres solares linderos con "Diego de Candia y ranchería de San Francisco, calle real en medio, (...) por (...) ciento y un pesos corrientes”24. También en 1610, Andrés Medina -ya mencionado- indio zapatero, ladino25 en lengua española (quien estaba al servicio de García de Medina, de quien probablemente haya tomado el apellido), vende "un solar (...) linderos solar y casa de Gaspar Pérez, platero, y con solar de Alonso 20
Ref. cita 11. p. 199. Documentos Coloniales, Serie I. Vol. II. Siglo XVII. Documento XLV, 1608, pp. 137 y 138. 22 Documentos Coloniales, Serie I, Vol. III. Siglo XVII. Documento XXXVII, 1615, pp. 94 a 96. 23 Documentos Coloniales, Serie I, Vol. II. Siglo XVII. Documento LXXII, 1609, p. 207. 24 Documentos Coloniales, Serie I, Vol. II. Siglo XVII. Documento LXXXIX, 1610, p. 257. 25 Ladino, na. (Del lat. latīnus, latino) // 2. Que habla con facilidad alguna o algunas lenguas además de la propia (DRA) 21
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Montero, calle real en medio”, en cincuenta pesos corrientes a Gaspar Patí, indio residente26. Como puede apreciarse, estas transacciones se realizan entre indios algunas, y se relacionan entre sí a su vez, dándonos la pista que los artesanos indígenas fueron conformando un barrio en los alrededores de San Francisco. En el mismo año de 1610, Gaspar Pérez, oficial platero, de la ciudad de Nuestra Señora de Talavera de Madrid, otorga poder al carpintero Diego Solís, "de camino para la ciudad de San Miguel de Tucumán”, para vender un solar en la ciudad de Tucumán a Diego de Candia en cuarenta pesos27. Se identifican también otros artesanos como el “indio Juan Quisma ‘ladino en lengua española’, de oficio sillero, natural del pueblo de Tarma, Chinchasuyo, en el Perú”28. En 1609, Diego Abad Chavero y Lorenzo Suárez de Ludueña, carpinteros, se comprometen, contrato de por medio, a explotar una carpintería en 1609, poniendo cada uno diez indios de sus repartimientos y señalando sus obligaciones29. De los sombreros se encargaba “García, sombrerero de Diego Graneros”, cobrando dos pesos cada uno30. Unas décadas después, los pleitos entre el Capitán Juan Jordán de Trejo y el encomendero Alonso de Urueña, por los indios carpinteros encomendados del segundo-, permiten saber no solamente que también hacían sementeras y carretas, sino los modos de vestir y diferenciarse entre los grupos indígenas31. ALGUNAS COSTUMBRES. 26
Documentos Coloniales, Serie I. Vol. II. Siglo XVII. Documento VIII, 1606, p.35 y Documento XCVI, 1610, pp. 274 y 275. 27 Documentos Coloniales, Serie I. Vol. II. Siglo XVII. Documento C, 1610, pp. 285 a 287. 28 Documentos Coloniales, Serie I. Vol. I. Siglo XVI. Índice de Otros Documentos I, Protocolos: 1603-1650; Documento 126, 1608, p. 177. 29 Documentos Coloniales, Serie I. Vol. II. Siglo XVII. Documento LIX, 1609, pp. 176 y 177. 30 Documentos Coloniales, Serie I. Vol. II. Siglo XVII. Documento VIII, 1606, p. 34. 31 Documentos Coloniales, Serie I. Vol. IV. Siglo XVII. Documento V 1653, pp. 33 a 44. (Los indios ladinos llevaban cortadas las coletas del cabello, o coletas cortas, usaban calzones, corpichuelos y capotes. Camisetas largas y crecido el cabello era "el hábito de los diaguitas" o el "uso de los calchaquíes").
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La lectura pormenorizada de los documentos refleja ciertas costumbres y creencias como la devoción religiosa, la voluntad del lugar de entierro o el detalle minucioso de los bienes, deudas y deudores en los testamentos y, por ende, los correspondientes pagos y quitas. Algunos detalles asombran al lector actual, como la inclusión en los bienes de ropas viejas, acostumbrado cada vez más a lo desechable, a la moda cambiante en lapsos cada vez más breves. Asimismo, la devoción religiosa se manifiesta en la encomienda del alma en los testamentos como por ejemplo el de Don Francisco de Artaza, hijo de Juan de Artaza, conquistador y fundador de la ciudad, el cual expresa: "En el nombre de Dios y de su bendita madre a quien se pide y suplican sean servidos de invocar su divino auxilio (...) creyendo como creo firmemente en el misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios verdadero”32. Otro, el capitán Juan de Espinosa, "uno de los primeros pobladores de San Miguel de Tucumán (…) con muchas tierras y pueblos indígenas en él encomendados”, suplicará a toda la corte celestial, poniéndose bajo la protección de “la santa Madre Iglesia de Roma” y la intercesión de “la santísima Virgen nuestra Señora Santa María y Madre de Dios y abogada nuestra y a los bienaventurados Apóstoles San Pedro y San Pablo y a todos los Santos y Santas, Ángeles y Arcángeles de la corte del cielo (...) para que Dios nuestro Señor quiera perdonar mis pecados”33. En cuanto a la voluntad del sitio y modo de entierro, el sargento mayor Bernardo Ordóñez de Villaquirán, pide ser amortajado con el hábito de San Francisco y enterrado en el mismo convento, en la sepultura de su padre34. En estos aspectos el testamento de “Domingo Luís, residente de la ciudad de Tucumán, natural de Villa Nueva de Portiman en el Algarbe, Reino de Portugal", es muy interesante por la “nota de afecto muy íntimo” -según acota Manuel Lizondo Borda- por cuanto manda que su “cuerpo sea sepultado en la iglesia Mayor (...) en la parte y lugar donde se sienta 32
Documentos Coloniales, Serie I. Vol. II. Siglo XVII. Documento XI 1606, p. 44. Documentos Coloniales, Serie I. Vol. III. Siglo XVII. Documento XI 1612, pp. 37 y 38. 34 Documentos Coloniales, Serie I. Vol. IV. Siglo XVII. Documento XVI 1660, p. 122. 33
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su comadre doña María Serrano, mujer de Francisco de Acosta Caballero”35. JUEGOS DE AZAR En Diciembre de 1620, Gabriel Barnuta promete ante el Escribano Juan Bautista Romano, no jugar a la taba ni a los dados por el término de diez años, comprometiéndose a pagar al Tribunal del Santo Oficio quinientos pesos, si violase la promesa36. También Lucas Acevedo Andrade, promete ante el mismo Escribano, no jugar a los dados por cuatro años, obligándose a pagar al Tribunal del Santo Oficio quinientos pesos si violase la promesa37. PRODUCCIÓN LOCAL Y PRODUCCIÓN IMPORTADA. En las descripciones de telas, utensilios, mobiliario, vestimentas, se indica con claridad su procedencia “de Castilla” -englobando todo lo procedente de España- “de México”, “de Florencia”. etc., de lo contrario se anota “traído” indicando sintéticamente su cualidad extranjera. En los productos locales se anota “de la tierra” tales los casos de “grana de la tierra", o de la “oveja de la tierra”, que de este modo identificaban a los camélidos, desconocidos para los españoles. DOTES Y ARRAS. Así como en los testamentos se enumeran detalladamente los bienes del interesado, en el contrato y recibo de dote y arras “para sustentación del matrimonio” se estipulan con claridad los montos y composición de unos y otros. Correspondiendo la dote a lo que la mujer aporta en "axuar, vacas de hierro y preseas” o "vacas, plata labrada y 35
Documentos Coloniales, Serie I. Vol. II. Siglo XVII. Documento XIII 1606, pp. 33 y 34 Documentos Coloniales, Serie I. Vol. I. Siglo XVI. Índice de Otros Documentos I, Protocolos: 16031650; Documento 459, 1620, p. 240. 37 Documentos Coloniales, Serie I. Vol. I. Siglo XVI. (Escrituras Inacabadas o Truncas, Sin Fecha); Documento 540, p. 257. 36
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otras cosas”38. Si se entiende que la dote es el caudal que lleva la mujer al matrimonio; "arras” es “la donación que hace el esposo a la esposa en remuneración de la dote, o por sus cualidades personales y la cual no puede exceder en Castilla, de la décima parte y en Navarra de la octava de los bienes de aquel”. (DRA) La diferencia entre una y otra es notable en los documentos, situación que requiere de una mayor profundización de los porqués, para no caer en un falso presupuesto “feminista” de 400 años después. Tomando algunos ejemplos claves, puede constatarse la riqueza de los ajuares y preseas de los hogares españoles acomodados, como dice Lizondo Borda al comienzo de los mismos. En 1606 se casan Francisco Núñez Roldán con Doña Francisca de Rojas, recibiendo una dote de “siete mil y novecientos ochenta y cuatro pesos en axuar y en quinientas vacas de hierro marcadas y preseas que lo valieron, apreciados y tasados por personas que dello saben (...)” y mandando, a su vez, de su “voluntad y de sus propios bienes en arras dos mil pesos para acrecentamiento de la dicha dote que confiesa caben en la décima parte de sus bienes”39. (Dote: 7.984 pesos - Arras: 2.000 pesos). Dote: u$s 383.000 –Arras u$s 96.00040. Al año siguiente se celebra el matrimonio del coronel Gonzalo Duarte de Meneses con doña Teresa de Cepeda, quien aporta una dote riquísima por su fino ajuar, joyas y objetos de plata, todo lo que llega a sumar “diez mil y diez y ocho pesos en quinientas vacas y plata labrada y preseas”, entregando el coronel de su propia voluntad y de sus propios bienes “en arras para en acrecentamiento de la dicha dote cuatro mil pesos corrientes que confieso caben en la décima parte de mis bienes”41. 38
Documentos Coloniales, Serie I. Vol. II. Siglo XVII. Documento XIV, 1606, p. 51 y Documento LXXVII, 1610, p.220. [Presea: Alhaja, joya o cosa preciosa // 2. ant. Mueble o utensilio que sirve para el uso y comodidad de las casas. (DRA)]. 39 Documentos Coloniales, Serie I. Vol. II. Siglo XVII. Documento XIV. 1606, pp. 51 a 55. 40 Equivalencias tomadas de Piossek Prebisch, Teresa. Poblar un Pueblo. El comienzo del poblamiento de Argentina en 1550. Tucumán: Teresa Piossek Prebisch; Fundación. Vicente Lucci, [2004]. Nota: 51, p. 31. 41 Documentos Coloniales, Serie I. Vol. II. Siglo XVII. Documento XXI, 1607, pp. 71 a 76.
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(Dote: 10.018 pesos - Arras: 4.000 pesos). Dote: u$s 480.000 – Arras: u$s 192.000 En 1610 Pedro Costilla de Rojas se desposa con doña Gerónima de Altamirano y Leguizamo, recibiendo “en dote y casamiento para sustentación de las cargas matrimoniales ocho mil y quinientos y veintiocho pesos corrientes, en vacas, plata labrada y otras cosas” (continúa el detalle de este interesante y variado ajuar compuesto de ganado, chácaras, vestimentas, joyas y mobiliario), luego del detalle de los bienes don Pedro declara: “Por lo tanto por haber recibido los dichos ocho mil y quinientos y veinte y ocho en la manera que dicho es de que estoy contento y entregado a mi voluntad y en razón de la paga y entrega (…) y en cumplimiento de la dicha promisión de arras por honra y limpieza y virginidad de la dicha doña Gerónima de Leguizamo Altamirano, mi esposa, (…) de mi voluntad espontánea, sin apremio ni fuerza alguna le mando para acrecentamiento de la dicha su dote dos mil pesos corrientes que confieso y declaro caben en la décima parte de mis bienes que al presente tengo”42. (Dote: 8.528 pesos - Arras: 2.000 pesos). En 1610, el capitán Andrés Suárez de Hinoxosa está “concertado de casarse (...) con doña Catalina de Benavente”, recibiendo “en dote y casamiento para sustentación de las cargas matrimoniales cinco mil pesos en ropa de Castilla, reales y otras cosas (...) todo lo cual recibí -dirá Hinoxosa- de mano del doctor don Alexo de Solís, canónigo de la Catedral de la Plata, tío de la dicha doña Catalina”. Luego de recibidos los bienes detallados, don Andrés hace entrega “en promisión de arras por honra y limpieza y virginidad de la dicha doña Catalina de Benavente (…) para acrecentamiento de la dicha su dote quinientos pesos de la dicha plata”43. (Dote: 5000 pesos - Arras: 500 pesos: cabe señalar que una sola joya de toca, un brinco de diamante, de este ajuar vale 1500 pesos [p. 248]). (u$s 72.000). En 1611, el capitán Nuño Rodríguez Beltrán y su esposa doña Isabel de Saldaña otorgan a don Juan de Mendoza y Cárdenas que ha de casarse con la hija de ambos doña María de Saldaña y Villalobos, una dote de “seis mil y ciento y ochenta y nueve pesos”. No se mencionan montos 42 43
Documentos Coloniales, Serie I. Vol. II. Siglo XVII. Documento LXXVII, 1610, pp. 220 a 224. Documentos Coloniales, Serie I. Vol. II. Siglo XVII. Doc.: LXXXVI, 1610, pp. 247 a 254.
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en concepto de arras, obligándose Mendoza a desposarse y otorgar escritura de dote44. (Dote: 6.189 pesos – Arras: ---). LAS CASAS. La lectura de estos documentos, valiosa, variada, voluminosa, imprevista también, llevan a averiguar a través de los mismos algunos datos que permitan imaginar las casas. El testamento del sargento mayor Bernardo Ordóñez de Villaquirán, da ciertas pautas cuando declara “el solar de las casas en que vivo con sus patios, corrales y tras-corrales, huertas y tras huertas (...) declaro que las dichas casas las mejoré con costeo de mucha plata pues las reformé y fortifiqué y enmaderé por de dentro y por de fuera y teché con madera que compré, esto es en la sala y cuarto en que duermo y el cuarto que está en frente a la dicha sala y el cuarto de la dicha doña Catalina de Medina [su hijastra] le levanté desde el cimiento, le enmaderé y teché”45. En 1610 se celebra el contrato entre Pedro Fernández de Andrada y Diego de Solís, carpintero (antes mencionado), quien se obliga a trabajar en la casa del primero poniendo “las vigas y soleras y tixeras y canes y cintas arriba y hacer las puertas de la dicha casa que son nueve pares y cuatro pares de ventanas con sus puertas y balaustres torneados y un estrado y una tinaxera, todo lo cual trabaxando personalmente hasta tanto se acabe lo susodicho”; Fernández de Andrada le debe dar “cinco indios que no sean oficiales”. Solís “ha de tener en hacer lo susodicho cuatrocientos pesos, ciento en reales, ciento en carretas a cuarenta pesos, ciento en bueyes carreteros a veinte pesos y ciento en lienzo de algodón, a medio peso vara, la mitad cuando esté dicha obra al promedio y la otra después de acabado y en el tiempo que se haya de hacer le ha de dar de comer y ropa limpia”46. [Este contrato nos hace reflexionar acerca de lo que se considera buena paga o retribución por un trabajo técnico realizado: un par de vehículos, 44
Documentos Coloniales, Serie I. Vol. III. Siglo XVII. Doc., VI, 1611, pp. 25 a 27. Documentos Coloniales, Serie I. Vol. IV. Siglo XVII. Documento, XVI, 1660, p. 128. 46 Documentos Coloniales, Serie I. Vol. IV. Siglo XVII. Documento, XCIII, 1610, pp. 266 y 267. 45
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cinco bueyes, cien pesos, 160 metros de lienzo, comida y ropa (¡!)]400 pesos= u$s 19.200 LOS ÁMBITOS Y LA VIDA DE ESAS CASAS47. Podemos imaginarnos estas casas de gruesas paredes de una vara o más- de espesor; de adobes revocados y enjalbegados con estructura de madera en la techumbre y cubiertas de tejas en las más destacadas, o de pajas en las más humildes. Con sus grandes puertas de madera de tableros macizos, movibles gracias a sus goznes de hierro de dos alas curvas que, encajados sus aros en las alcayatas del marco, permitían pasar de un aposento a otro y como las dichas puertas seguramente estarían puestas en el centro de los muros mojinetes, al estar todas abiertas mostrarían una larga perspectiva de cuarto a cuarto. La habitación principal seguramente sería la Sala con su estrado de madera torneada de nogal, en donde la señora de la casa recibiría a sus visitas; sentadas muy tiesas -gracias a los verdugados que les ceñían el torso- en las sillas de cadera, apoyando grácilmente sus codos en los brazos acolchados de éstas. Una alfombra grande cubriría todo el piso y otras sillas con un pie de damasco carmesí de Castilla con borlas de oro y seda y cojines de terciopelo carmesí de Castilla y otros adornos contribuirían a hermosear el ambiente. Quizá doña Francisca de Rojas y doña Teresa de Cepeda, en las horas en que Francisco Núñez Roldán y el coronel Gonzalo Duarte Meneses, cumplirían sus labores masculinas, se encontraran en horas de la tarde a tomar alguna infusión endulzada con miel48. Y conversaran sobre las pequeñas noticias domésticas, los casamientos, la servidumbre o los vecinos, mientras ricas rosquillas llenaban una fuente de plata labrada y el 47
Los datos consignados acerca de las casas, mobiliario, utensilios, ropa doméstica, vestimentas y joyas, fueron tomados de. Documentos Coloniales, Serie I. Vol. II. Siglo XVII; pp. 39 a 42, 51 a 55, 65, 71 a 76, 218, 221 a 223, 247 y 248, 252, 255 y 256, 259 y 260, 266 a 270. 48 Jaimes Freyre, Ricardo. El Tucumán Colonial. Vol. I. Buenos Aires: UNT Editora Coni, 1915. Relación de Pedro Sotelo Narváez, p.88. [Recordemos que esta era “tierra (…) abundante en astos (…) caza y aves”, en la que “hácense paños de corte reposteros y alfombras”, escogiéndose también con abundancia “miel y Cera y Cochinilla, Pastel y Añil (…) y otra resina que llaman incienzo”].
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agua fresca del aljibe esperaba en un jarro de plata. Tal vez Doña Francisca llevara puesto su vestido de tafetán de México, negro, guarnecido de pasamanos y alamares de seda negra con su jubón de telilla. Reservando los más esplendorosos, tales como el de terciopelo "verde del espada" guarnecido de pasamano de oro, basquiña y ropa nueva, y jubón y tela fino, o aquel de terciopelo llano de Castilla, o el de terciopelo morado de Castilla con su “franxón de oro” y la ropa de “raxa de Florencia” para reuniones de mayor importancia y ornato. Y así Doña Teresa para esta plática de amigas hallaríase vestida con una basquiña y ropa de raja aceitunada de Segovia con su jubón de raso amarillo de Valencia, pespunteado. Cuidándose al comer para no ensuciar sus golas y gorgueras con puntas y encajes, algenterías y escamillas de plata. Para poder cruzar la calle de tierra, doña Francisca cubriría sus zapatos con chapines de terciopelo carmesí de la China y sus manos estarían al resguardo con sus guantes de ámbar o de aguja de seda azul labrados y se adornarían con varios anillos con esmeraldas, rubíes, amatistas y jacintos. No faltarían los abanicos que, al ritmo de la conversación, perfumarán ambarinamente el ambiente en su suave aleteo. A lo mejor reunidas con otras señoras leyeran la “Epístola” de Guevara, “Símbolo de la Fe”49, “Flos Sanctorum”50 o “La Historia General del Mundo”. Quizá lo hicieran en las veladas familiares, alumbrándose al atardecer con candeleros de plata. A la oración todos reunidos rezarían el rosario que la dueña de casa guiaría haciendo correr los misterios entre sus dedos, usando su rosario de corales con sus extremos y cruces de oro. Más tarde melodías saltarinas de
“El dominico fray Luis de Granada (1504–1588), nacido en Granada, escribió Guía de Pecadores (Lisboa, 1556-1557) e Introducción al símbolo de la Fe (Salamanca, 1583)”. En Siglo de Oro. Literatura. http://www.2.ups.edu/faculty/velez/Span_402/Siglo402.htm 49
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“Las hagiografías o vidas de santos en castellano proceden, básicamente de la Leyenda Áurea de Santiago de la Vorágine, que se tradujo en la Península como Flos Sanctorum bien entrado el siglo XVI”. En Pérez Rosado, Miguel. De Sancho IV a López de Ayala: la época de Don Juan Manuel. (Lo resaltado es original) http://www.spanisharts.com/book/literature/juanmanuel.htm.
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un clavicordio51 alegrarían el anochecer, mientras las mujeres seguirían el ritmo moviendo sus cabezas ornadas con delicadas, transparentes y enjoyadas tocas. En el comedor estarían las mesas, sillas, platos, platones, jarros y cucharas de plata, además de una frutera de cortadillo con sus labores de pita; se guardarían en cofres barreteados las siete tablas de lienzo de la tierra de manteles de cordoncillo, con cuarenta y dos servilletas y la tabla de otro mantel alemanisco con ocho servilletas. En el dormitorio una cuja de nogal se engalanaría con una cama de guadamecíes, una almohada labrada de seda carmesí traída, o con dos almohadas con sus acericos, labradas de seda azul y amarilla, dos cojines de terciopelo azul de China, una sobrecama de damasco morado de Castilla, con su cenefa de terciopelo azul y flecos de oro y seda. Una colcha de cotonía blanca randada y sábanas de Ruán. Completando el ropaje de la cama, colgaría un pabellón de lienzo blanco de algodón con sus encajes y su delantera. Un cofre guardaría las sábanas de Ruán guarnecidas de bolillos y labor, otras con sus deshilados y puntas, almohadas de seda labrada de colores o de Ruán o de seda morada. En otro cofre se acomodaría la ropa interior, camisas de Holanda randadas, puntas y encajes, camisas de mujer de Ruán, gorgueras, pechos bordados, capillejos, escofietas, tocas y puños. Las esclavas negras cocinarían en las grandes pailas de cobre en una cocina cuya gran campana del fogón día a día se iría tiznando con el humo de la leña. Una fiesta importante que con certeza obligó a poner en condiciones -con los difíciles trabajos de planchado de esa época- las mejores galas, fue aquella que “a mediados de 1610 se celebraron en esta ciudad fiestas extraordinarias por la beatificación de San Ignacio de Loyola”, según el Jesuita Diego de Torres desde el 2 de julio hasta el 13 de Agosto “hubo todas las noches luminarias, carreras de caballos, músicas y otras invenciones de fuego y continuo repique de campanas. 51
En Documentos Coloniales. Serie I, Vol. II, Siglo XVII, Documento LXXXVI, p. 248, dice “clavicorio”, es una suposición que signifique “clavicordio”. Según nota al pie, Lizondo Borda lo considera “poco probable”.
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Hubo en ese tiempo tres veces toros, un día sortija, otro coloquio, otro un Diálogo Pastoril, para dar los premios de muchas y buenas poesía”52. Las señoras lucirían sus galas de ricos terciopelos de Castilla, aprovechando que el tiempo fresco se lo permitía, con guantes, toca o turbantes de flores de escarchado, gargantillas de perlas o ahogadores de granates finos, zapatos y escarpines y medias de Ruán, cubriéndose con un manto con sus puntas de abalorio. Los señores lucirían jubones de raso de Valencia pespunteado. Valones (o bragas o gregüescos) de raso morado de China, unos tríos y pretina bordados o de trencilla, unas medias de seda morada, capa, mangas de raso, sombrero negro de Castilla aforrado, basquiña de terciopelo. Recortado el cabello y retocada cuidadosamente la barba corta y puntiaguda y atusados los bigotes y por fin, una capa de res, o un capote, los protegerían del aire fresco del invierno. Otra ocasión de reunión en la plaza serían las ventas en almoneda pública como la de las tierras de Juan Juárez de Acevedo que el 10 de Diciembre de 1671 en la “voz de Domingo mulato (...) se pregonó (...) diciendo en altas e inteligibles voces: ‘¡cien pesos dan por la estancia y tierras de Juan Juárez de Acevedo (...) que cae entre el Saladillo y las Salinas y el río de los Vipos (...) y los dichos cien pesos corrientes de a ocho reales de dicha postura los dá dicho ponedor en dos plazos de seis a seis meses con fiador para el seguro de la paga! ¡Ea, caballeros, ¿hay quién puje, hay quien dé más?; que se ha de rematar en el mejor ponedor!”53. VALORES ECONÓMICOS – PRECIOS. 1.- Tomados del Recibo54 que otorga Fernán Báez sobre mercaderías con sus precios correspondientes, que para la venta le entrega Juan Serrano de los Reyes. El pago debía hacerse según los precios señalados o en especies, a su vez Báez debía recibir una comisión del diez por ciento. 52
Citado por Manuel Lizondo Borda en el Prólogo de Documentos Coloniales. Serie I, Vol. II, Siglo XVII, pp. 11 y 12.
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Documentos Coloniales. Serie I, Vol. IV, Siglo XVII, Documento XXV, 1672, pp. 208 y 209. Documentos Coloniales. Serie I, Vol. II, Siglo XVII, Doc., LXXXVIII, 1610, pp. 255 y 256.
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(Resumen). Raja de segunda, a doce pesos la vara. Jergueta, a dos pesos vara. Ruán de cofre, a cuatro pesos vara. Ruán floreado, a dos pesos vara Holanda, a cinco pesos vara. Pasamano de seda negro y morado, a tres pesos onza. Seda torcida, a dos pesos onza. Seda floxa, a dos pesos onza. Pita, a peso y medio libra. Bocací de Castilla, a dos pesos vara. Pares de cordones de botines, a dos tercios par. Bocací de Italia, a peso vara. Tafetán de Castilla, a cuatro pesos vara. Tafetán negro de Italia, a dos pesos y medio vara. Tocas, a peso y medio vara. Guantes de ciudad, a dos pesos par. Guantes de puño, a seis tercios par. Tijeras finas, a peso y medio. Terciopelo del espada, en nueve pesos la media vara.
2.- Tomando la ya mencionada dote de Francisca de Rojas55, casada con Francisco Núñez Roldán. Como indica en su nota inicial en el Documento, Lizondo Borda: “interesante por la lista de objetos y sobre todo de ropas que contiene, dándonos una idea de la riqueza de prendas o del ajuar de un hogar español acomodado de entonces en estas regiones”. La dote, que sumaba “siete mil y novecientos y ochenta y cuatro pesos en axuar y en quinientas vacas de hierro” estaba compuesta de los bienes siguientes: Quinientas cabezas de hierro, vacas, machos y hembras, en mil y quinientos pesos, a tres pesos cada cabeza. Dos mil pesos en carretas, a cuarenta pesos cada carreta. Una fuente llana de plata quintada (…) y un jarro labrado de pico quintado, en doscientos pesos. Dos candeleros de plata y unas tijeras de plata por quintal (…), en ciento y cincuenta pesos. Seis platillos de plata quintada y un platón (…), montó ciento y sesenta pesos. Un salero de tres pesos por quintal (…), montó diez y seis pesos. 55
Documentos Coloniales. Serie I, Vol. II, Siglo XVII, Documento XIV, 1606, pp. 51 a 55.
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Seis cucharas de plata a dos pesos cuchara, doce pesos. Un vestido de terciopelo verde del espada, guarnecido de pasamanos de oro, basquiña y ropa, nuevo, y un jubón de tela, fino, en quinientos pesos. Otro vestido de terciopelo negro llano de Castilla, nuevo, y un jubón de tela fina negra, el vestido guarnecido de pasamano y alamares negros de seda, en cuatrocientos pesos. Otro vestido, saya y ropa, la saya de terciopelo morado de Castilla con su franxón de oro, una ropa de raxa de Florencia guarnecida de alamares y pasamanos de oro y un jubón de tela fina blanca, en cuatrocientos pesos. Otro vestido de tafetán de México, negro, guarnecido de pasamanos y alamares de seda negra con su jubón de telilla, en doscientos pesos. Otro vestido de raso blanco de la China, guarnecido, la basquiña con un franxón de oro con una pestaña de tafetán blanco con su jubón de lo dicho con su molenillo de oro, en ochenta pesos. Un manto de Juan de Valladolid con sus puntas de avalorio, en cincuenta pesos. Otro manto de gasa con sus puntas de lo dicho, en treinta pesos. Un falderín de damasco leonado de China con su pasamano de oro, en cincuenta pesos. Un verdugado entero de raso azul de China, en treinta pesos. Un turbante de flores de escarchado, en cincuenta pesos. Unos guantes de ámbar, en veinte pesos. Otro tocado de escarchado de oro y escamilla, en cincuenta pesos. Dos gorgueras de Holanda, digo la una y la otra de red con sus argenterías y escamillas de plata con su gola y bobo, en setenta pesos. Unos guantes de aguja de seda azul, labrados en oro y plata, en diez pesos. Unos zarcillos de barruecos, otro guarnecido de oro con sus arreleos, en cuarenta pesos. Un ahogador con dos onzas de perlas, en cincuenta pesos. Otro ahogador de granetas fino (…) y una hechura de Nuestra Señora de oro, en noventa pesos. Dos gargantillas de perlas y mermelletas y granates finos el uno y el otro de perlas y avalorio y una hechura de una imagen de Nuestra Señora de oro, en treinta pesos. Unos chapines de terciopelo carmesí de la China con su pasamano de oro, en doce pesos. Un espexo grande en doce pesos. Una gorra de terciopelo negro de Castilla con una medalla de oro, en setenta pesos. Dos tocas amarillas guarnecidas de oro y plata y clavillos de cristal, en treinta pesos. Dos tocas raxadas, una blanca y otra morada de plata con su argentería de plata, montan veinte pesos. Dos tocas de olas de mar, digo raxadas, en diez pesos. Cuatro tocas de olas de mar, en cuarenta pesos. Dos tocas de lino labradas con seda negra con puntas de oro y clavillos de cristal de vidrio, en cuarenta pesos. Un caprillo de toca raxada de oro, cuaxada de argenterías, en veinticuatro pesos. Otro caprillo de volante labrado con seda leonada y blanca, en quince pesos.
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Marta Beatriz Silva Otra toca morada con sus puntas de oro y plata abroquelada, en treinta pesos. Otra toca labrada, en ocho pesos. Otra toca labrada de seda de colores con sus lagrimillas de plata, en diez y seis pesos. (…) Un almaizar de toca raxada, en seis pesos. Una esclavina morada con sus puntas de plata y sus primos y escopeta, en veinte pesos. Otra esclavina como la dicha, en otros veinte. Un abanillo de marfil, en diez pesos. Diez pañuelos de narices, a ocho pesos, montan ochenta pesos. Seis camisas de ruan de fardo para hombre con sus hurracos y randas son noventa pesos. Dos pares de calzones y seis pares de escarpines y dos pares de medias de ruan, en siete pesos. Seis cuellos de Holanda, los tres de simiana y tres de Holanda, a veinte pesos cada uno, montan ciento y veinte. Seis camisas de mujer de ruan de cofre y Holanda con sus pechos y mangas labradas, a veinte pesos, montan ciento y veinte. Dos almohadas con sus acericos, labradas en seda carmesí, en ochenta pesos. Otras dos almohadas labradas de seda azul, en ochenta pesos. Otras dos almohadas con sus acericos, labradas de seda azul y amarilla, en sesenta pesos. Cuatro almohadas de ruan con sus acericos, labradas de hilo blanco, a seis pesos cada una, veinte y cuatro pesos. Dos sábanas de ruan de cofre con sus puntas de hilo de Castilla, en cincuenta pesos Otras sábanas de ruan de fardo con sus puntas y encaxes, en cincuenta pesos. (…) Dos colchones nuevos, en veinte pesos. Una cubrecama de damasco amarillo de la China aforrado en tafetán azul, en cincuenta pesos. Un pabellón de lienzo blanco de algodón con sus encaxes y su delantera, en sesenta pesos. Una toalla de matices, en cincuenta pesos Otra toalla de seda azul labrada, en cuarenta pesos. Otra toalla de red labrada de seda carmesí, en treinta pesos. Cuatro toallas de ruan de Castilla labradas de punto real, cuarenta pesos. Una tabla de manteles de alemanescos con seis servilletas, veinte pesos. Dos tablas de manteles de la tierra y diez y seis servilletas, en veinte pesos. Un cobertor grande de mesa de punto real, cuarenta pesos. Dos coxines de terciopelo carmesí, ochenta pesos. Un estrado grande, treinta pesos. Diez sillas encoradas y ensebadas, a siete pesos cada una, setenta pesos. Una cuxa, en diez pesos. Un bufete, en diez pesos.
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Una caxa grande de cedro con sus cerraduras, en diez pesos. Otra caxa de cedro con sus cerraduras, en doce pesos.
3.- Otro importante listado de vestimentas, objetos de plata y joyas, es el detalle de la dote de doña Teresa de Cepeda56, casada con el coronel Gonzalo Duarte de Meneses. El altísimo valor de la dote –diez mil y diez y ocho pesos- se traduce en bienes muy variados: Quinientas vacas de vientre a tres pesos cada una, 1.500 pesos. Mil cabezas de ganado ovejuno, hembras de vientre, a medio peso cada una, 500 pesos. Una fuente grande de plata labrada (…) de relieve, quintado, 400 pesos. Dos tazas y una caldereta con su salvilla labradas de relieve, todo quintado (…), 208 pesos. Un jarro de lo dicho (…) que monta 62 pesos. Un salero de lo dicho (…) montó cien pesos, quintado. Diez platillos de plata y un platón de lo dicho (…), que montaron doscientos y dos pesos y medio. Dos candeleros de plata por quintal (…) que montó noventa y dos pesos. Nueve onzas y media de perlas de rostrillo, en quinientos pesos. Dos onzas de perlas menudas, a treinta pesos onza, que montó sesenta pesos. Cuatro onzas de corales finos, a seis pesos onza, que montó veinticuatro pesos. Cuatro gargantillas de perlas y corales y granates y la hechura de un Cristo de oro en cien pesos. Cuatro cojines de terciopelo carmesí de Castilla, nuevos con un pie de damasco carmesí de Castilla y sus borlas de oro a cincuenta pesos cada uno Un tapete nuevo de alcaraz en sesenta pesos Una alfombra grande en cien pesos. Una sobrecama de damasco morado de Castilla con su cenefa de terciopelo azul y flecos de oro y seda en doscientos pesos Un baquero de terciopelo del espada, morado, con su guarnición de pasamano y alamáredes de oro y plata nuevo, en quinientos pesos. Una basquiña de terciopelo morado del espada con su guarnición de oro nueva en doscientos y cincuenta pesos. Un jubón de tela fina de oro en noventa pesos con su molenillo de oro. Basquiña y ropa de terciopelo negro guarnecido de pasamanos de seda negro, nuevo todo, en trescientos pesos. Un jubón de raso de Valencia pespunteado negro nuevo en cuarenta pesos. Basquiña entera de tafetán de borlilla negro con su entretela de tafetán amarillo de México, guarnecido de alamares negros y un jubón de raso negro de China nuevo en
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Documentos Coloniales. Serie I, Vol. II, Siglo XVII, Documento XXI, 1607, pp. 71 a 76.
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Marta Beatriz Silva doscientos y cincuenta pesos. Una basquiña y ropa de raja aceitunada de Segovia con guarnición de pasamano de seda mezcla con su jubón de raso amarillo de Valencia, pespunteado, con su molenillo de plata, en doscientos y cincuenta pesos. Un faldellín de damasco carmesí de Castilla con guarnición de pasamano de oro fino, ancho, con su guarnición de terciopelo de Castilla y molenillo de oro aforrado en tafetán azul de China, en ciento y treinta pesos. Un manto del requemado con sus puntas de abalorio en setenta pesos. Otro manto del soplillo en cuarenta pesos. Una cama labrada de grana de la tierra con siete paños blancos con sus franjas en quinientos pesos. Otra cama de guadamecíes con cuatro guadamecíes y dos antepuestas, en trescientos pesos Un frutero de cortadillo con sus labores de punto real de seda blanca en doscientos pesos. Otro frutero de cortadillo con sus labores de pita, todo en cien pesos. Una toalla de red y seda morada, labrada en oro y plata, en cien pesos. Otra toalla de Ruan de cofre, matizada de seda de colores, en cincuenta pesos. Otra toalla de lo dicho labrada, de seda de colores en cincuenta pesos. Otra toalla de lo dicho de red azul labrada en cincuenta pesos. Otras dos toallas labradas, blancas, a treinta pesos cada una, sesenta pesos. Dos pares de almohadas de Ruan de cofre labradas, con seda carmesí con sus acericos, en sesenta pesos. Otros dos pares de lo dicho, labradas de seda azul, en ochenta pesos, con sus acericos. (…) Dos sábanas de Holanda de dos piernas y media cada una, con sus deshilados y puntas, en cien pesos. Otras dos sábanas de Ruan de cofre con sus puntas y encajes, en cien pesos. Otras dos sábanas de Ruan de fardo con sus randas, en cincuenta pesos (…) Seis camisas de Holanda, randadas, con sus abadejos de cortados y puntas y encaje, a cincuenta pesos cada una, son trescientos pesos. Ocho camisas de mujer, de Holanda, los cuerpos y faldas de Ruan de fardo con sus pechos labrados de seda y puños, a cincuenta pesos cada una, cuatrocientos pesos. Ocho pañuelos de narices, de Holanda, labrados y con sus puntas y cortados, en cien pesos. Una gorguera y puños de seda, abroquelado de plata y seda y lagrimillas, en ochenta pesos. Tres gorgueras, las dos de oro y plata y la otra de seda, con sus puños de lo dicho, en doscientos pesos con tres capillejos de seda y oro y dos escofietas labradas de seda en lo dicho, doscientos pesos. Dos pechos bordados y escarchado de oro y seda con sus puños de lo dicho, en cien pesos.
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Un tocado de escarchado con sus flores y argentería de plata con su gola, en cien pesos. Diez y siete flores de escarchado con sus perlas y granates finos, en cuarenta pesos. Un capillo rajado de plata, labrado de oro, en cuarenta pesos. Una toca de reina labrada de seda de colores y escamillas de plata en cuarenta pesos. Un capillo de toca rajada, labrado en oro fino y puntas de aguxa y argentería de plata fina, en cincuenta pesos. Una toca rajada, labrada de seda morada y plata y puntas de plata y seda en treinta pesos. (…) Otra toca azul rajada, labrada en seda azul, con sus puntas y escamilla de plata, en treinta pesos. (…) Seis tocas de olas de la mar en cuarenta pesos. Seis cuellos, los cuatro guarnecidos de puntas y los dos llanos, en ciento veinte pesos. Dos delanteras de grana de la tierra labradas en cuarenta pesos.
4.- En la dote de Catalina de Benavente57, casada con el capitán Suárez de Hinoxoja, aparece, dentro del valioso listado de bienes, la joya de mayor valor. Como acota Lizondo Borda, al inicio del documento “La familia de doña Catalina de Benavente debió ser principal a juzgar por la riqueza de las joyas que por su dote entrega su tío el doctor don Alejo de Solís, canónigo de la Catedral de La Plata”, tal como se indicara anteriormente. Dos tablas de manteles de Castilla, a doce pesos cada una veinte y cuatro servilletas, a dos pesos cada una, veinte y cuatro y cuarenta y ocho pesos [setenta y dos pesos]. Seis camisas de Ruán con sus valonas, en cuarenta y ocho pesos. Dos camisas guarnecidas bordadas, a veinte y cinco pesos cada una, cincuenta pesos. Dos pares de sábanas de Ruán de Castilla, en cincuenta pesos. Un vestido de rajeta con manteo y manto, son cien pesos. Un vestido ropa de terciopelo negro guarnecido y basquiña de paño pardo, en doscientos pesos. Una hechura de Cristo, ocho pesos. Dos piezas de cinta de resplandor, en cincuenta pesos. Dos mil clavos dorados en ciento sesenta pesos. Una pieza de randas para valonas, en veinte pesos. Una alfombra o tapete, veinte y cinco pesos. Un clavicorio58 en sesenta pesos. (…) Unas sábanas de bramante, en treinta pesos. Dos pares de zarcillos y arracadas de oro, en cuarenta pesos.
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Documentos Coloniales. Serie I, Vol. II, Siglo XVII, Doc., LXXXVI, 1610, pp. 247 y 248. En nota al pie Lizondo Borda explica: “Clavicorio dice el original; y no sabemos a qué se refiere: salvo que quiera decir ‘clavicordio’, lo que es poco probable”. 58
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Marta Beatriz Silva Una colcha de colonia blanca randada, en cuarenta pesos. Mil y ochocientos pesos en reales. Un abrinco59 de diamantes, con ocho dellos por banda y por ambas bandas la hechura de San Juan Bautista, en mil y quinientos pesos. Un Agnus de oro, en ciento cincuenta pesos. Siete sortijas de oro con esmeraldas, rubíes, amatistas, jacintos, en trescientos y sesenta pesos. Un rosario de bermelletas, en sesenta pesos. Un rosario de ágatas, en cien pesos. Otra sortija de oro, en diez y siete pesos.
Una comparación muy simple acerca de las prendas completas de una dama, con otros valores, como los dados a los animales, pone en evidencia el altísimo precio de estos ajuares. Tres vestidos de doña Francisca de Rojas, el de terciopelo verde del espada (500 pesos), el de terciopelo negro llano de Castilla (400 pesos) y el de tafetán negro de México (200 pesos), suman, un mil y cien pesos, lo cual equivale a dos mil y doscientas ovejas y trescientas y sesenta y siete vacas. (3 vestidos: 1.100 pesos = 2.200 ovejas = 367 vacas). u$s 53.000 La joya más importante de Catalina de Benavente, un abrinco (o brinco) de diamantes (1.500 pesos) y siete sortijas de oro (360 pesos), suman, un mil y ochocientos y sesenta pesos; lo que equivale a tres mil y setecientas ovejas y seiscientas y veinte vacas. (1 brinco y 7 sortijas: 1.860 pesos = 3.700 ovejas= 620 vacas). u$s 90.000 5.-El Documento mediante el cual se nombra tutores, curadores y tenedores al capitán Juan de Espinosa y Leonor Pérez, su mujer, a los tres hijos menores de Diego Ceballos Morales, ya fallecido y según su testamento, es de especial valor por las vestimentas que se señalan, especialmente de hombres, detalle que no aparecen en los otros documentos, así como la mención de libros, los que tampoco figuran en otros documentos, indicando “lo que por entonces leían los españoles más o menos ilustrados”60. 59
Nuevamente Lizondo Borda acota: “Sin duda ‘brinco’, joyel antiguo femenino. El que aquí se describe debió ser extraordinario, a juzgar por su valor”. 60
Documentos Coloniales. Serie I, Vol. II, Siglo XVII, Documento X, 1606, pp. 39 a 43.
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Los bienes de los tres menores (nietos y ahijados de sus tutores), reúnen una cantidad importante de bienes inmuebles y muebles: Unas casas cubiertas de teja, en la plaza desta ciudad. Otras casa cubiertas de teja que caen en las espaldas de las casa de Diego Granero Alarcón. Un mil y doscientas cabezas de ganado vacuno. Una negra llamada Graciana. Diez y seis sillas de caderas. Tres mesas, pequeña la una. Dos cajas grandes y otras tres chicas. Un vestido de jergueta frailesco, capa y ropilla. Unos valones de raso morado de la China, unos tríos y pretina bordados o de trencilla. Un capote ropilla. Balón azúcar y canela. Un jubón de motilla traido. Unas medias de seda morada, capa y ropilla de lanilla con jubón y valones de raso negro, unas mangas de raso pardo de la China. Cuatro varas de jergueta negra. Un sombrero negro de Castilla Aforrado. Cinco cuellos con sus puños. Un corte de puntas para un manto. Un envoltorio de botones. Dos estoques. Una escopeta. Dos sillas. Una brida y otra jineta sin estribos. Vestidos de mujer. Un jubón de tafetán negro de Méjico, traído. Una saya y ropa de jergueta. Una basquiña de raso negro de la China. Ropa y basquiña de tafetán negro de borlilla de Méjico. Un faldellín de saya entrapada con su franjón de oro y plata. Saya y ropa de terciopelo labrado. Una ropa de raso negro prensado y basquiña de terciopelo negro con bordadura. Una ropa de terciopelo pardo prensado con argentería. Un manto fino de soplillo fino traído. Un cabezal con dos acericos de seda verde. Una almohada labrada de seda carmesí traída. Siete abanillos. Una almohadilla verde con su llave. Dos cojines de terciopelo azul de China viejos.
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Marta Beatriz Silva Una frasquera de nueve frascos. Una romana, una almofrez, un salero, dos picheles y dos escudillas de estaño. Un libro “Epístola” de Guevara. Otro libro “Símbolo de la Fe”. Otro libro “Flos sanctorum”, la “Historia General del Mundo”. Otros dos estoques. Una espada con sus tiros. Dos pabellones de algodón traídos. Una capa y una chamarra de luto. Cuatrocientas cabezas de ovejas chicas y grandes. Setenta cabras chicas y grandes. Veintisiete bueyes. Catorce yeguas y un garañón. Deis machos chúcaros. Tres mulas mansas. Cinco caballos y una yegua mansos. Dos sobrecamas. Un balandrín con su montura vieja. Siete platos de plata. Dos platones de plata. Seis cucharas de plata. Un cubilete y medio salero. Un jarrito viejo. Trescientas fanegas de trigo en espiga. Ciento y cuarenta fanegas de maíz. Dos tablones de cedro. Seis arrobas de algodón. Un pailón. Una alfombra. Una hacha vieja. Un martillo y tenazas. Una juntera, una azuela, una lanza, una partesana. Diez y ocho herraduras de mula, dos frenos mulares, uno de caballo. Un estrado, un banquillo. Unas esposas, unas espuelas jinetas.
6.- En el recibo de dotes y arras que otorga Pedro Costilla de Rojas al desposarse con doña Jerónima de Altamirano y Leguizamo en 161061, aparecen bienes especiales: Cien cabras de vientre a peso una, cien pesos (las vacas y ovejas tienen el mismo precio que en los otros documentos, tres y medio peso respectivamente). Un vestido de terciopelo azul prensado, ropa y basquiña guarnecida de oro con su corpiño de raso morado con trencilla de plata, en doscientos y cincuenta pesos. Un vestido de tafetán negro de Méjico acuchillado con su jubón de tafetán labrado, en
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Documentos Coloniales. Serie I, Vol. II, Siglo XVII, Doc., LXXVII, 1610, pp. 220 a 224.
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ciento cincuenta pesos. Una basquiña de tela de plata fina, fondo rosado, con su corte primavera, y otro corte de telilla de oro, en doscientos y cincuenta pesos.. Un faldellín de tamenete de Milán con su guarnición de pasamanos de oro, en ochenta pesos. Una alfombra de estrado grande en doscientos pesos. Unos guantes de color, en cuarenta pesos. Una sobrecama de damasco verde y su cenefa de terciopelo borlón morado y flecos de seda, en cien pesos. Una cuja de nogal torneada, en quince pesos. Doce sillas de caderas con sus cueros, a siete pesos, ochenta y cuatro pesos. Un bufete, en doce pesos. Un estrado torneado de nogal, en cincuenta pesos. Una paila grande, en cuarenta pesos. Una tabla de manteles alemaniscos, con ocho servilletas, en cuarenta pesos. Siete tablas de lienzo de la tierra de manteles de cordoncillo, con cuarenta y dos servilletas, en ochenta pesos. Una serena de oro, en ciento y cincuenta pesos Dos rosarios de corales con sus extremos de oro y cruces de oro, en cien pesos. Un escritorio pequeño aforrado en terciopelo azul, en treinta pesos. Doce cucharas de plata y una grande, en treinta pesos. Una salvilla de plata con su bernegal, labrada de relieve (…), en cuarenta pesos.
También es interesante señalar que en todos los recibos de dote y arras, además de lo indicado anteriormente sobre la limpieza, linaje y virtudes de la desposada, el esposo se compromete a “no disiparlos ni enajenar ni obligar a sus propias deudas obligándose a devolver y restituir a la esposa o a sus herederos o sucesores, “cuando y en cualquier tiempo (…) el matrimonio (…) fuere disuelto y departido o por muerte o por divorcio o por otro cualquier caso que el derecho permite porque se aparten y separan y disuelven los matrimonios y de deben entregar las tales dotes”62. LOS ESCLAVOS.
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Con similares palabras, tal compromiso aparece en las dotes y arras de doña Francisca de Rojas reconocidas por su esposo, don Francisco Núñez Roldán; como en las de Catalina de Benavente y el capitán Andrés Suárez de Hinoxosa, o de doña Teresa de Cepeda y el coronel Gonzalo Duarte de Meneses, entre otros.
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Hacia 1606 una negra esclava valía cerca de 300 pesos. Orlando de Faya vende a Francisco de Acosta Caballero cuatro negras esclavas “bozales, traídas de Angola”, las tres grandes: María de veinte años; Lucía (preñada) y Magdalena de diez y siete años poco más o menos y una pequeña de tres años. El precio estipulado es de un mil y cien pesos corrientes de a ocho reales cada una63. En 1608 se vende “un esclavo, oficial aprensador de sedas, de color mulato, por nombre Juan, de edad de treinta y seis años (…) fugitivo (…) con una prisión de hierro que tiene a los pies por ello, y por borracho, ladrón y enfermo del mal de orina y de ijada, delincuente, e con todas e cualesquier tachas, defectos y enfermedades”. Se lo vende en quinientos pesos. “No debía ser, pues, tan malo”, acota Lizondo Borda64. El testamento de 1630 del capitán Diego Graneros de Alarcón es valioso, por cuanto describe la fortuna del más acaudalado vecino de San Miguel de Tucumán -natural de Villa Esvissa de Haro, reino de Toledo, obispado de Cuenca, pues dejaría al morir “más de doscientos mil pesos efectivos. Pero en sus 120 esclavos no más ya dejó una fortuna”, según el Obispo Maldonado, citado al comienzo del documento”65. (200.000 pesos = u$s 9.500.000 / 120 esclavos = 500 pesos c/u = 60.000 pesos =u$s 2.900.000 ) Para ello baste señalar que en 1667, en el detalle de dote y arras del casamiento de la hija de Juan Martínez de Yriarte, Teniente de Gobernador y Justicia mayor y capitán a guerra de la ciudad de Esteco, residente en San Salvador de Jujuy con Felipe García de Valdez, vecino morador de San Miguel de Tucumán; la relación entre dote y arras sigue manteniéndose (8.000 pesos contra 1.000 pesos) pero tienen un gran valor dentro de esta dote la inclusión de “dos esclavos el uno llamado Bartolo, criollo, negro casado con india de edad de veinte y cinco años, y Dominga, negra, soltera y criolla de catorce años; tasamos estas dos piezas en un mil y cuatrocientos pesos”, monto que supera el de las “joyas de oro y perlas en que entran un terno de esmeraldas y otras preseas que 63
Documentos Coloniales. Serie I, Vol. II, Siglo XVII, Documento XVI, 1606, p. 59.
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Documentos Coloniales. Serie I, Vol. II, Siglo XVII, Documento L, 1608, p. 152. Documentos Coloniales. Serie I, Vol. III, Siglo XVII, Documento LIII, 1630, pp. 175 a 182.
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tasamos en un mil y cuarenta pesos”66. CÓMO LLEGAR AL DISEÑO DE LA ROPA Los estudios precedentes y la búsqueda permanente a través de diccionarios y enciclopedias para comprender las formas y el léxico, no bastaban para hacerse una imagen cabal del aspecto de nuestros antecesores ibatineños. Superada la sorpresa de la variedad de ajuares, utensilios y preseas, sus precios y valores, faltaba concretar en imágenes todos esos datos que en sí delineaban una idea global pero no precisa. Los cuadros de la época, reproducidos en los libros y colecciones consultadas, fueron perfilando, poco a poco, a nuestros personajes. La premisa básica fue no copiar un dibujo o un retrato, sino tratar de componer unas hipótesis de las ropas más destacadas según las distintas prendas constitutivas: ropas exteriores e interiores, adornos y accesorios en boga en los comienzos del siglo XVII, y evidentemente presentes en tan lejano paraje perdido entre la bravía vegetación tucumana: la pequeña ciudad de San Miguel. En primer lugar, fue muy claro comprender la aseveración del Marqués de Lozoya en el estudio preliminar de Accesorios de la Moda, de Max von Bohen, aceptando y reafirmando la tesis del autor respecto a “la supremacía hispánica en todos los aspectos aún el de la moda en la centuria que va de 1550 a 1650”. LAS PARTES DE LAS VESTIMENTAS - LOS ENCAJES Es notable que algo tan novedoso como el encaje apareciera repetidamente en los ajuares. Pues, aunque las “mujeres españolas fueron habilísimas, desde tiempos muy remotos, en todo género de vainicas, mallas, calados, deshilados, flecos y labores sobre lienzo, acaso por
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Documentos Coloniales. Serie I, Vol. IV, Siglo XVII, Documento XXIII, 1667, pp. 197 a 201.
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tradición oriental”67; el encaje de bolillos verdadero, aparece en el siglo XVI en España, casi contemporáneamente con Flandes e Italia. Desde la Edad Media se usaba recortar en puntas los bordes de las mangas, cuellos y ruedos, adornando con festones y randas estos cortes, como así también con flecos, anudando en forma más o menos compleja los hilos del borde del tejido. Desde aquellos tiempos “se emplea en castellano la palabra randa (del alemán rand: en torno); más adelante se habla de puntas y sólo al finalizar el siglo XVI, aparece la voz encaje”68. El encaje de bolillo español usó al comienzo la policromía, imponiéndose poco a poco un solo color, empleándose en golas, gorgueras, pañuelos, puños, camisas, ropa interior, enaguas, calzones o verdugados. Los de hilo de oro y plata se hacían en Génova o Milán y se preferían en los vestidos. La Reina Isabel de Inglaterra usó en profusión todo tipo de encajes, y sus golas eran las más grandes y armadas de toda Europa. Según los cincuenta y nueve pares de puños de encaje que poseía Luís XVI, puede constatarse que cada uno se hacía con una vara y un cuarto de tela, es decir, alrededor de un metro de género plegado, fruncido o plisado. El abanico y los guantes Otros elementos graciosos que se incluyen entre los accesorios son los abanicos, llamados también abanillos. Desde la Edad Media aparecen referencias en España, quizá su clima lo justifique, al igual que en nuestras latitudes. Desde muy antiguo los chinos y japoneses usaron abanicos rígidos de tela tensada dentro de un bastidor con mango, que se usó también en Europa. Se supone que el abanico plegable en Japón, de donde pasó a China y de allí fue llevado por los jesuitas a Europa. Este abanico tuvo su apogeo durante los siglos XVI y XVII en España, Portugal e Italia, y posteriormente en Inglaterra. (ver Glosario). 67
Marqués de Lozoya, “Estudio Preliminar”. En von Bohen, Max. Accesorios de la Moda, Abanicos, Guantes, Bastones, Paraguas, Joyas. Barcelona-Buenos Aires: Salvat, 1944; p. XI. 68 Idem, ibídem, p. XII.
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En Ibatín aparecen abanicos de marfil y los perfumados, los cuales tenían igual tratamiento que los llamados “guantes españoles” –muy preciados como artículos de lujo-, ya que estos eran muy hábiles para curtir cueros sobándolos con ámbar, lo cual les imprimía un perfume persistente y almizcleño, que no dejaba de tener su valor útil en aquella época tan poco afecta al baño personal y al uso del jabón. Baste recordar el ácido comentario de la Princesa de Montpensier respecto a Ana de Austria. “A pesar que siempre tiene entre sus manos un abanico de piel de España, se percibe el olor de sus llagas”69. Los documentos describen “guantes de ámbar”, apareciendo también los “de punto”, o sea tejidos, derivados del calcetín y eliminando las costuras. Tanto unos como otros, contaban con una manopla bordada, con plumas o escamada. Reflejo de la importancia que llegó a tener esta prenda, son los trescientos pares que tenía Ana de Austria al morir en 1666, la mayoría de España, su patria. JOYAS. Los griegos relacionaron las piedras preciosas con los planetas y los meses del año, considerándolas piedras “zodiacales”, como julio=ónix u octubre= berilo. En la época cristiana la significación cambiaría, y la relación se haría con los Apóstoles: Pedro=jaspe o Tomás=berilo. Hasta fines de la Edad Media se creyó en que ciertas piedras tenían virtudes especiales como el rubí para la paz del alma, o que la esmeralda prevenía las enfermedades de los ojos. En España, la presencia musulmana va a tener una influencia muy notable, ya que reservaban el uso de las joyas para las mujeres en el recato del serrallo, lo cual vendrá a cambiar la cultura visigoda, en la cual el varón llevaba adornos en el cuerpo. El uso excesivo de joyas se extiende en toda Europa especialmente en los XV y XVI, piedras y perlas, aun cuando éstas empezaron a valer menos por su abundancia en América, pero se pusieron en mayor cantidad. Tanto mujeres como varones llevaban collares, aros, colgantes, 69
Von Bohen, Max. Accesorios de la Moda, Op. Cit.; p. 59.
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medallones, relojes, joyas en los sombreros y aún en los zapatos. Anillos en todos los dedos -y en todas las falanges-, incluido el pulgar. El “pendentif” fue una de las piezas que con mayor creatividad y esmero diseñaron los joyeros. El rosario se llevaba en la mano o colgando del cinturón o del cuello o enrollado en el brazo, “cabe distinguir (...) el llamado 'de hombre’ que solo constaba de diez cuentas a diferencia del Paternóster, que debía contar quince veces diez cuentas (tantas como los saludos de David), amén de otras quince cuentas diferentes intercaladas para marcar la separación de cada diez. También existieron pequeños rosarios de sesenta y tres cuentas [representando los años de la Virgen], con otras siete intercaladas; otros constaban de treinta y tres [años de Cristo], con cinco cuentas más entre ellas [llagas de Cristo]. A cada diez cuentas [Avemarías] además de una de las grandes [Padre Nuestro] se le dió el nombre de misterio”70. Los espejos pequeños forman parte de la joyería personal, decayendo su uso cuando comienzan a fabricarse en grandes dimensiones y ganan su lugar en las paredes (segunda mitad del siglo XVII). LAS TELAS Y GÉNEROS: ACUCHILLADOS Y COLORES. LAS GORGUERAS. Los géneros no sólo se enriquecieron con encajes, pasamanerías y franjones de oro y plata, sino que, además del aditamento de las joyas, el uso de los acuchillados (tajos o rajas horizontales o verticales) que dejan ver el rico forro, hizo aparecer los alamares y los botones de oro. Los acuchillados suele decirse que provienen de los soldados suizos que, en su lucha con los borgoñones (s. XV), se vistieron con restos de ropas, rasgándolas para poder calzarlas. Los alemanes adoptaron la moda en forma por demás caprichosa enfatizada por el gusto por las gayaduras y los colores brillantes alternados y contrastantes. Los hombres usaban jubón y perpunte ajustado con mangas acuchilladas y faldellín cortado en partes. Los valones (calza-calzones o bragas) son también acuchillados dejando ver el forro de buena tela y 70
von Bohen, Max. Op. Cit.; p. 258.
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bordado cada corte. Se rellenan con tela, afrecho y hasta crines para darles volumen. Las medias largas o calzas llegan hasta los valones y las cortas hasta las rodillas, poco más abajo o arriba. “En Francia, según asevera Brantôme, los nobles consideraban como una refinada galantería el que las damas consintieran en llevar ocho o diez días las mismas medias que luego ellos se calzaban y usaban; cuánto tiempo, días, semanas o meses, las llevarían ellos luego, es lo que no detalla Brantôme”71. Los zapatos son estrechos y puntiagudos, con tacón bajo. El español no usa el zapato trapezoidal y acuchillado de los alemanes. La cantidad de género usado en las calzas-calzones se reglamentó en Alemania pudiendo usarse hasta 12 metros de seda, ya que podía llegarse a cantidades tan extremas como doscientos metros en una sola de esas prendas. Con Enrique III se suprimió la bragueta o vaina, pieza masculina muy destacada por sus bordados en las bragas. (Por ejemplo, el retrato de Enrique II realizado por François Clouet). La moda española impone en este período el uso de colores sobrios con preferencia de un solo color y con gran predominio del negro, verde, morado y carmesí. Tanto el hombre como la mujer usan la gorguera o lechuguilla con ricas puntas, pedrerías y encajes, cada vez más grandes, aunque no llegaron a la exageración inglesa de los llamados “platos de San Juan” – en alusión a la muerte de San Juan Bautista-, en que la gorguera llegaba a tener de veinte a veinticinco centímetros de radio. Por lógica, con tal adminículo, los hombres llevaban el pelo corto y la barba recortada, y las mujeres el pelo recogido en graciosas y enjoyadas tocas, cuya variante inglesa caracteriza a la moda Tudor con la toca caída en el centro de la frente. Los hombres españoles adoptaron la capa corta o esclavina y el sombrero es de copa algo alta y ala pequeña o mediana. Tanto sombreros como zapatos se adornan con medallas. La silueta femenina se estiliza (verdugado mediante) con el jubón ajustado, la cintura marcada y en punta en la delantera y el vestido y saya de forma cónica, adornado por delante y en el ruedo con cintas de 71
von Bohen, Max. La Moda.Historia del traje en Europa desde los orígenes del Cristianismo hasta nuestros días. Estudio Preliminar del Marqués de Lozoya. Tomo II. Barcelona: Salvat; Hispano-Americana, s/f; pp. 170 y 171.
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resplandor. Las mangas pueden ser sueltas e intercambiables, y por debajo aparecer las mangas acuchilladas de la basquiña. En el siglo XVI se fabrican ya las telas con los acuchillados simulados.
LAS FIGURAS RESULTANTES SOBRE LAS VESTIMENTAS EXISTENTES EN IBATÍN El retomar, después de varios años este estudio, permitió reelaborarlo contando con mayor información, especialmente desde un nuevo canal, impensable en el inicio del trabajo: Internet. A través de distintas consultas se pudo acceder a la obra de los principales pintores del período considerado, revisando retratos de personajes reales, en su mayoría, ahora en color. También la posibilidad de contar con nueva bibliografía ayudó a imaginar y describir con mayor riqueza los ámbitos de las casas y la ciudad. En la figura femenina predomina la dote de Doña Francisca de Rojas, con las joyas de Catalina de Benavente, sin dejar de tomar en cuenta todas las dotes analizadas. En el caso de la figura masculina, fue más difícil encontrar menciones o descripciones de vestimentas de hombre; comprensible pues en el listado de las dotes se detallan el ganado, dinero, bienes y preseas que aporta la mujer, y sólo esporádicamente se encontraron unas “camisas de ruan de fardo para hombre con sus hurracos y randas”, que usaría Francisco Núñez Roldán, esposo de Francisca de Rojas. Afortunadamente, el documento en el cual figuran los bienes de Diego Ceballos Morales, que heredan sus tres hijos menores, curaduría mediante de sus abuelos y padrinos, es fundamental porque por primera vez se especifican ropas masculinas, y también por única vez se mencionan libros, algunos largamente difundidos en Europa, como “Flos Sanctorum”, que fuera lectura de la Reina Isabel, y de San Ignacio de Loyola. Respecto al equipamiento doméstico, en todas las dotes se señalan muebles y utensilios, especialmente, en las de Catalina de Benavente y Teresa de Cepeda y en la Curaduría de los menores hijos de Ceballos 36
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Morales. La revisión del estudio y la comparación con mayor información gráfica y bibliográfica, respecto de las hipótesis dibujadas –acuarelas sobre cartulina- sobre los ajuares de los vecinos destacados de Ibatín, las ratificaron, sin lugar a dudas.
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Anexo I - Láminas-
Fig. 1 – Vecina de Ibatín, 1606 – 1607.
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Fig. 4
Fig. 6
Fig. 5
Fig. 2: Las gorgueras y las tocas femeninas con sus joyas. Fig. 3: Conjunto de las joyas, basquiña, cintura, hombros (brahones) y mangas de la vestimenta femenina. Fig. 4: Los abanicos plegables y las mangas. Detalles de los “franxones” de oro y plata y los alamares. Las sortijas. Fig. 5: Los guantes con manoplas, puño y sortijas, masculinos. Fig. 6: Los encajes. Detalle de puño y pañuelo. Las sortijas, femeninas.
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Fig. 7: Vecino de Ibatín, 1606 – 1607.
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Fig. 10
Fig. 11
Fig. 8: Las gorgueras y los sombreros aforrados y con medallas. La esclavina. Fig. 9: La gorguera, las joyas masculinas y las mangas acuchilladas. Fig. 10: Los valones, o gregüescos, con sus géneros acuchillados. Fig. 11: Las medias largas –o calzas-calzones- y las medias cortas. Los zapatos con medallones.
Anexo II - Glosario
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Abalorio. (Del ár. al-ballūrī, el cristalino.) Conjunto de cuentecillas de vidrio agujereadas, con las cuales, ensartándolas se hacen adornos y labores. // 2. Cada una de estas cuentecillas. (DRA) Abalorio. 1400 (havalloro). Del ár. billáuri 'cristalino’, derivado de bullâr o billáur 'cristal, 'berilo', que a su vez se tomó del gr. beryllos. (Corominas) Abanico. Instrumento o ventilador portátil que, moviéndolo a vaivén, agita el aire. El encantador aúnque sencillo abanico de nuestros días ha sido utilizado en las cortes (…) de otros tiempos como accesorio indispensable y lujoso de las damas y también por los caballeros durante el reinado de Luis XV. Desde épocas remotas, los chinos y japoneses usaron abanicos rígidos fabricados con tela bien estirada dentro de un bastidor de junco con mango de madera. Griegos y romanos también los usaron hechos con colas de pavos reales (...) Se supone que el abanico plegable tuvo su origen en Japón, de donde pasó a China: de allí fue llevado por los jesuitas a Europa (...) se los distinguió, de acuerdo al uso y a la ocasión, con diferentes nombres: de boda, de luto, de invierno o de verano. Son notables los sugestivos abanicos perfumados hechos con maderas previamente impregnadas de exóticas esencias perdurables y sometidas luego a un proceso de prensado. El abanico plegable tuvo su verdadero apogeo durante los siglos XVI y XVII en España, Portugal e Italia y en el XVII y XVIII, en Inglaterra. Algunos se fabricaban con las más ricas sedas y encajes y los pintaban famosos artistas de la época (...) (EIC. Tomo 1) Abanillo. (d. de abano) Adorno de lienzo afollado de que se formaban ciertos cuellos alechugados, // 2. abanico, para hacer aire. (DRA) Abanino. (d. de abano) Adorno de gasa u otra tela blanca con que ciertas damas de la corte guarnecían el escote del jubón. (DRA) Abollados. Adorno de bollos en el vestido (DRA) Abrinco. Ver brinco. Abroquelado. // 2. De forma de broquel. (DRA) Acericos. Almohada pequeña que se pone sobre las otras grandes de la cama para mayor comodidad. (DRA) Almohadilla. Almohada pequeña que se pone sobre las otras grandes de la cama para mayor comodidad // 2 almohadilla que sirve para clavar en ella alfileres o agujas. (DRA) Acuchillados. // 3. Aplícase al vestido o parte de él con aberturas semejantes a cuchillas, bajo las cuales se ve otra tela distinta de la de aquél. (DRA) Acuchillar. // 4. Labrar o hacer aberturas semejantes a cuchillas en los vestidos, y particularmente en las mangas, según uso antiguo. (DRA) Afollado. // 2. Fuelle. (DRA) Afollar. Plegar en forma de fuelles. (DRA) Agnusdéi. Objeto de devoción muy venerado, que consiste en una lámina gruesa de cera con la imagen del Cordero o de algún santo impresa. // 2. Relicario que especialmente las mujeres llevaban al cuello. (DRA)
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Ahogador. // 2. Especie de collar que antiguamente usaban las mujeres. (DRA) Ahogar. 2° mitad s. X (focare), 1241 (afogar). Del lat. OFFŌCARE 'sofocar, ahogar' deriv. de FAUCES 'garganta’. (Corominas)
Ajorcas. Especie de argollas de oro plata u otro metal que para adorno traían los brazos, las mujeres en las muñecas, en la garganta de los pies. (DRA)
Alamar. (Del ár. ‘alam, borde, ribete, orla de una tela.) Presilla y botón, u ojal sobrepuesto, que se cose, por lo común, a la orilla del vestido o capa, y sirve para abotonarse o meramente para gala y adorno, o para ambos fines. // 2. Cairel, guarnición a modo de fleco. (DRA) Alechugado/da. // 2. cuello alechugado. (DRA) Alechugar. Doblar o disponer alguna cosa en figura de hoja de lechuga, como se usa en las guarniciones y adorno de los vestidos, principalmente de las mujeres. (DRA) Aljófares. Perla de figura irregular y comúnmente pequeña. // 2. conjunto de perlas de esta clase. // 3. Cosa parecida al aljófar, como las gotas de rocío. (DRA) Almaizar. Almaizal. Toca de gasa usada por los árabes. (DRA) Almofrej. (Del ár al-mufriš, la funda.) Funda en que se llevaba la cama de camino, y la cual era por fuera de jerga o vaqueta y por dentro. (DRA) Almofrez: Amér. Almofrej. (DRA) Almohadilla: Cojincillo sobre el cual cosen las mujeres, y que suele estar unido a la tapa de una cajita en que se guardan los avíos de coser. (DRA) Ámbar Gris. Sustancia con la consistencia de la cera, de color gris, que es la concreción biliar que se encuentra en los intestinos de la ballena. En con tacto con el aire se endurece y adquiere un olor agradable y característico, se obtiene directamente de los intestinos de las ballenas, y también se encuentra flotando en los mares tropicales, en masas que llegan a pesar más de 60 kilos. Esta sustancia se utiliza principalmente en la fabricación de perfumes, como fijador, o sea como agente que retarda la evaporación de los componentes volátiles. (EIC. Tomo I) Ámbar. // De ámbar. Decíase de los guantes, coletos, bolsas y otras prendas de piel adobada con ámbar gris. (DRA) Anascote. Tela delgada de lana, asargada por ambos lados, de que usan para sus hábitos varias órdenes religiosas. // 2. Tela de seda parecida a la sarga. (DRA) Anjeo. (Del antiguo ducado de Anjou en Francia de donde procede) Especie de lienzo basto. (DRA). Ante Puerta. Repostero o cortina que se pone delante de una puerta para abrigo u ornato. (DRA) Arca. Caja, comúnmente de madera sin forrar y con tapa llana que aseguran varios goznes o bisagras por uno de los lados y uno o más candados o cerraduras por el opuesto. (DRA) Argentería. (De argentero.) Bordadura brillante de plata u oro. // 2. Platería. // 3. Ornato, gala y hermosura de las obras de ingenio. (DRA)
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Arpillera. Harpillera (DRA) Arquetas. d. de arca. (DRA) Arracadas. (Del ár. al-qarrāt, el pendiente.) Arete con adorno colgante. (DRA) Arrancadas. Ver arracadas (palabra mal escrita en los documentos), Arras. Lo que se da como prenda o señal en algún contrato o concierto. // 2. Las 13 monedas que, al celebrarse el matrimonio, sirven para la formalidad de aquel acto, pasando de las manos del desposado a las de la desposada. // 3. Donación que el esposo hace a la esposa en remuneración de la dote o por sus cualidades personales, y la cual no puede exceder, en Castilla, de la décima parte, y en Navarra, de la octava de los bienes de aquél. (DRA) Azófar. Latón. (DRA) Baquero. Sayo baquero. Vestido exterior que cubre todo el cuerpo y se ataca por una abertura que tiene atrás en lo que sirve de jubón. Se usó mucho para los niños. (DRA) Barragán. (Del ár. barrakān, chamelote basto, y manto hecho de esta tela.) Tela de lana, impenetrable al agua. //.2. Abrigo de esta tela, para uso de los hombres. (DRA) Basquiña. (De Vasco) f. Saya, negra por lo común, que usan las mujeres sobre la ropa interior para salir a la calle. (DRA) Bayeta: Tela de lana, floja y poco tupida. (DRA) Bayetón: // 2. Tela de lana con mucho pelo que se usa para abrigo. (idem anterior). Beatilla. Especie de lienzo delgado y ralo. (DRA) Berilo. 'variedad de esmeralda' med. s. XVII. (Corominas) Bernegal. Taza para beber, ancha de boca y de figura ondeada. (DRA) (ver salvilla). Berrueco o barrueco. 'peñasco granítico' 1490. (berrocal, 1006) (...) 'perla irregular' h. 1570, probablemente prerromano (...) relacionado con roca (…) Deriv. Berrocal 1006, Piedra berroqueña 1440. (Corominas) Blonda. Encaje de seda de que se hacen o guarnecen vestidos de mujeres y otras ropas. (DRA) Bobo. // 7. Adorno que usaban antiguamente las mujeres, y se echaba por debajo de la barba para abultar la cara. (DRA) Bocací. Tela de hilo, de color, más gorda y basta que la holandilla. (DRA) Bofeta. Cierta tela de algodón delgada y tiesa. (DRA) Bollos o papos. Bollo. (Del lat. bulla, bola) // 2. Cierto plegado de forma esférica usado en las guarniciones de trajes de señoras y en los adornos de tapicería. (DRA) Bozal. Dícese del negro recién sacado de su país. (DRA)
Bragadura. Entrepiernas del hombre o del animal. // 2. Parte de las bragas, calzones o pantalones que da ensanche al juego de los muslos. (DRA)
Bragas. calzón, prenda de vestir masculina. // 4. Especie de calzones anchos. (DRA) Bragueta. Abertura de los calzones o pantalones por delante. (DRA) Brahón. (Del ant. fr. braon, y éste del nórdico brado, músculo.) Rosca o doblez que
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ceñía la parte superior del brazo en algunos vestidos antiguos. (DRA)
Briales. Vestido de seda o tela rica de que usaban las mujeres y el cual se ataba a la cintura y bajaba en redondo hasta los pies. //.2. Faldón de seda u otra tela que traían los hombres de armas desde la cintura hasta encima de las rodillas. (DRA) Brinco. // 2. Joyel pequeño de que usaron las mujeres, y el cual, por colgar de las tocas e ir en el aire, parecía que saltaba o brincaba. (DRA) Broquel. Escudo pequeño. (DRA) Broquelillo. (d. de broquel): botoncillo, con colgante o sin él, que, pendiente de las orejas, usan las mujeres como adorno. (DRA) Bufete. (Del fr. buffet, aparador.) Mesa de escribir con cajones. (DRA) Bullones. (Del lat. bulla, bola.) // 2. bollo. Plegado de las telas. (DRA) Cabos. (Del lat. caput, cabeza.) Cualquiera de los extremos de las cosas. // 19. Piezas sueltas que se usan con el vestido y que son aditamentos o adornos, pero no partes principales de él. (DRA) Cabujón. (Del fr. cabochon, de caboche, cabeza grande, y éste del lat. caput, cabeza.) Piedra preciosa pulimentada y no tallada, de forma convexa. (DRA) Calza. (Del lat. calcĕus, calzado.) Prenda de vestir que, según los tiempos, cubría, ciñéndolos, el muslo y la pierna, o bien, en forma holgada, sólo el muslo o la mayor parte de él. // 4. braga: especie de calzones anchos. // 5. media. // calzas atacadas.
Calzado antiguo que cubría pierna y muslos y se unía a la cintura con agujetas. // bermejas. Calzas rojas de que usaban los nobles // medias calzas: calzas que sólo subían hasta la rodilla. (DRA)
Calzón. Prenda de vestir del hombre con dos perneras y que cubre desde la cintura hasta las rodillas. (DRA)
Camelotado. Dícese del tejido o tela hecho por el estilo del camelote. (DRA) Camelote. (de camello) Tejido fuerte e impermeable, que antes se hacía con pelo de camello y después con el de cabra mezclados con lana, y más recientemente con lana sola. // de aguas. El prensado y lustroso. // de pelo. El muy fino (DRA) Capa de Res. Capa. Ropa larga y suelta, sin mangas, que usan los hombres sobre el vestido: es angosta por el cuello, ancha y redonda por abajo y abierta por delante. // de res. Especie de lienzo que se usaba antiguamente. (DRA) Capillejos. m. d. de capillo, capucha que usaban las mujeres. // 2. Especie de cofia que se usaba antiguamente. // 3. Madeja de seda, doblada y torcida en disposición de usarla para coser. (DRA) Capillo. // 2. Capucha y mantilla que usaban los labradores de tierra de Campos y también las mujeres principales, con la diferencia de traerla de seda y bordada. (DRA) Cinta de Resplandor. Resplandor. // 3. fig. brillo de algunas cosas. (DRA) Cofre. Mueble parecido al arca, de tapa convexa, cubierto por lo común de piel, tela u otra materia que sirve generalmente para guardar ropas. (DRA) Colete. Coletilla: corpiño sin mangas, que usan las serranas de Castilla. (DRA)
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Cordellate. Tejido basto de lana, cuya trama forma cordoncillo. (DRA) Cordobán. (De Córdoba, ciudad de fama en la preparación de estas pieles.) Piel curtida de macho cabrío o de cabra. (DRA)
Cordón. Cuerda, por lo común redonda, de seda, lino, lana u otra materia filiforme (DRA)
Cordoncillo. (d. de cordón), Cada una de las listas o rayas angostas y algo abultadas que forma el tejido en algunas telas; como el rizo, la tercianela, etc. (DRA)
Cotonía. (Del ár. qutuniyya, tela de algodón.) Tela blanca de algodón labrada comúnmente de cordoncillo. (DRA)
Cortadillo. // 2. Vaso pequeño para beber, tan ancho de arriba como de abajo. // 3. Medida casera para líquidos, que equivale a una copa poco más o menos. (DRA)
Cota. (Del germ. kotta; en ant. al. chozza, cubierta, manto.) // 2. Vestidura que llevaban los reyes de armas en las funciones públicas, sobre la cual están bordados los escudos reales. // 3. ant. Jubón. (DRA) Cuja. // 3. Armadura de la cama. (DRA) Encaje: // 6. Labor de embutido o taracea, en madera o en metal. // 7. Tejido formado por un fondo reticulado que se rellena en algunas partes formando dibujos. Tira estrecha de este tejido, que se emplea para adornar vestidos y, particularmente, prendas intimas de mujer (V.: "babilla, chorrera, embutido, entredós, hiladillo, puntas, puntilla, randa, vuelillo, vuelo. Bolillo, bolo, dibujo (...) picado (...) / Blonda (...) / Tul / Bordado. Ganchillo. Pasamanería. Punto. Encaje de Alenzon. Encaje francés que se hace a mano con una aguja; se fabrica en trozos sueltos que luego se unen. Encaje de bolillos. El que se hace sobre un dibujo, entrelazando los hilos arrollados en unos bolillos y fijando cada entrecruzamiento con un alfiler sobre el dibujo Encaje de Blonda. El de fondo de tul sobre el que se borda a mano con seda, rellenando con punto de zurcido. Encaje de Guipur. Encaje de bolillos en que las bridas que forman los reticulados están formados por varios hilos alrededor de los cuales se forma con otro una especie de punto ojal. Encaje Inglés. El formado con una cinta que va siguiendo el dibujo, la cual se fija en esa posición con bridas o tirantes hechos con hilo. Encaje de Valenciennes. El hecho a máquina, con dibujos semejantes a los del encaje de bolillos, pero mucho más fino. (Encajes: Moliner) Encorar. Cubrir con cuero una cosa. (DRA) Escamada: Bordado cuya labor está hecha en figuras de escamas de hilos de plata o de oro. (DRA) Escarcela. (Del ital. scarsella, de scarso, avaro) Especie de bolsa que se llevaba pendiente de la cintura. // 3. Adorno mujeril, especie de cofia. // 4. Parte de la armadura, que caía desde la cintura y cubría el muslo. (DRA) .Escarcela ‘especie de
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bolsa’ 1475. Del it. scarsella (…) ‘bolsa de dinero’, ‘bolsa del peregrino o de mendigo’, diminutivo de scarso, del mismo origen y significado que el cast. escaso, que allí significó antiguamente ‘avaro’: por los ahorros que contenía la scarsella. (Corominas) Escarchado. // 3. Cierta labor de oro y plata, sobrepuesta en la tela. (DRA) Escarpín. Zapato de una suela y de una costura. // 2. Calzado interior de estambre u otra materia, para abrigo del pie, y que se coloca encima de la media o del calcetín. (DRA) Escofieta. Tocado de que usaron las mujeres, formado ordinariamente de gasas y otros géneros semejantes. // 2. Cofia o redecilla. // 3. Cuba. Gorro de niño pequeño. (DRA) Estofa. Tela o tejido de labores, por lo común de seda. (DRA) Estofado/da. // 2. Aliñado, engalanado, bien dispuesto.// 4. Adorno que resulta de estofar un dorado. (DRA) Estofar. Labrar a manera de bordado, rellenando de algodón o estopa el hueco o medio entre dos telas, formando encima algunas labores y pespunteándolas y perfilándolas para que sobresalgan y hagan relieve. // 2. Entre doradores, raer con la punta del garfio el color dado sobre el dorado de la madera, formando diferentes rayas o líneas para que se descubra el oro y haga visos entre los colores con que se pintó. //3. Pintar sobre el oro bruñido algunos relieves al temple, y también colorir sobre el dorado algunas hojas de talla. (DRA) Estrado. Conjunto de muebles que servían para adornar el lugar o pieza en que las señoras recibían las visitas, y se componía de alfombra o tapete, almohadas y taburetes o sillas. // 2. Lugar o sala de ceremonia donde se sentaban las mujeres y recibían las visitas. // 3. Tarima cubierta con alfombra sobre la cual se pone el trono real o la mesa presidencial en actos solemnes y en el salón de actos el sitio de honor, algo elevado. (DRA) Faldellín. (de faldilla) Falda corta // 2. refajo 1ª acep. (DRA) Faralá. (de farfalá). Volante, adorno compuesto de una tira de tafetán o de otra tela que rodea las basquiñas y briales o vestidos y enaguas de las mujeres; está pegado y cosido por la parte superior, y suelto o al aire por la inferior. También se llama así los adornos de las cortinas y tapetes puestos en la misma disposición. (DRA) Fardo. Lío grande de ropa u otra cosa, muy apretado, para poder llevarlo de una parte a otra; lo que se hace regularmente con las mercaderías que se han de transportar, y se cubren con harpillera o lienzo embreado o encerado, para que no se maltraten. (DRA) Fíbula. Hebilla, a manera de imperdible, de que usaron mucho griegos y romanos. (DRA) Franja. Guarnición tejida de hilo de oro, plata, seda, lino o lana, que sirve para adornar y guarnecer los vestidos y otras cosas. // 2. Faja, lista o tira en general. (DRA) Franjón. Aum. de Franja. Gayadura. (De gayar) Guarnición y adorno del vestido u otra cosa, hecho de listas de otro color. (DRA)
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Gola. (Del lat. gula, garganta) // 4. Gorguera, 1ª acep. // 5. Adorno de tul, encaje, etc., plegado o fruncido, que por moda se ha usado alrededor del cuello. (DRA)
Gorguera. Adorno de cuello, hecho de lienzo plegado y alechugado. // 2. Gorjal. (DRA) Grana. Cochinilla. // 2. Quermes, insecto. // 3. Excrecencia a agalilla que el quermes forma en la coscoja, y que exprimida produce color rojo. // 4. Color rojo obtenido. Cochinilla 1555 ‘insecto americano del cual se extrae la grana colorante’ (Corominas) [coscoja, árbol semejante a la encina] Gregüescos. Calzones muy anchos que se usaron en los siglos XVI y XVII. (DRA) Guadamecí. (Del ár. gadāmasī, perteneciente a Gadames, ciudad y oasis en el Sahara, a unos quinientos kilómetros de Trípoli) Cuero adobado y adornado con dibujos de pintura o relieve. (DRA) Guadamecil. Guadamecí Guarnecer. Poner guarnición a alguna cosa; como traje, joya, espada, caballería o plaza fuerte. // 2. colgar, vestir, adornar. (DRA) Guarnición. Adorno que se pone en los vestidos, ropas, colgaduras y otras cosas semejantes, para hermosearlas y enriquecerlas. // 2. Engaste de oro, plata u otro metal, en que se sientan y aseguran las piedras preciosas. // de castañeta la que se forma de una tela dócil, plegándola y sentándola en ondas alternadas, de suerte que en cada una de ellas un hueco que imita algo la forma de las castañetas / castañuelas / castañas. (DRA) Harpillera. Tejido, por lo común de estopa muy basta con que se cubren varias cosas para defenderlas del polvo y del agua. (DRA) Hurracos. Adorno que llevaban las mujeres en la cabeza. (DRA) Jubón. Vestidura que cubre desde el hombro hasta la cintura, ceñida y ajustada al cuerpo // de nudillos. Especie de cota. (DRA) Justillo. Vestido interior sin mangas, que ciñe el cuerpo y no baja de la cintura. (DRA) Manteo. Capa larga con cuello, que traen los eclesiásticos sobre la sotana, y que en otro tiempo usaron los estudiantes. // 2. Ropa de bayeta o paño que traían las mujeres de la cintura abajo, ajustada y solapada por delante. (DRA) Mantilla. Paño de seda, lana u otro tejido, con guarnición de tul o encaje, o sin ella, de que usan las mujeres para cubrirse la cabeza. Hay mantilla enteramente de tul, blonda o encaje. (DRA) Manto. Ropa suelta. A modo de capa, que llevaban las mujeres sobre el vestido, y con lo cual se cubrían de pies a cabeza, aún en algunas provincias. // 2. Prenda que les cubría la cabeza y cuerpo hasta la cintura, en la cual se ataba. // 3. Especie de mantilla grande sin guarnición, que usan las mujeres. // de humo. El de seda negra y transparente que llevaban antiguamente las mujeres en señal de luto. // de soplillo. Género de manto que hacían antiguamente de tafetán muy feble que se clareaba mucho, y traían las mujeres por gala. (DRA) [clarear: transparentar]
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Mantón. Cada una de las dos tiras de tela con que solían guarnecerse los jubones de las mujeres. // 2. Pañuelo grande y, generalmente, de abrigo. // 4. ant. Capa o manteo. // Manta 10ª acep. // de Manila. Fam. El de seda bordado, que procede, de ordinario, de la China. (DRA) Mojinete. // 2. Línea horizontal más alta del tejado, caballete. (DRA) Molenillo. Molinillo. // 3. Guarnición de que se usaban antiguamente en los vestidos. (DRA) Pasamanería. Obra y fábrica de pasamanos. Pasamano. (De pasar y mano) Género de galón o trencilla, cordones, borlas, flecos y demás adornos de oro, plata, seda, algodón o lana, que se hace y sirve para guarnecer y adornar los vestidos y otras cosas. (DRA) Pelote. // 2. Pelliza, 1ª acep. Pelliza. Prenda de abrigo hecho o forrado en pieles finas. Perpunte. (Del lat. perpunctus, punzado profundamente) Jubón fuerte, colchado con algodón y pespunteado, para preservar y guardar de las armas blancas el cuerpo como los jubones ojeteados. Ojete. // 2. Abertura pequeña y redonda ordinariamente reforzada en los contornos con cordoncillos o con anillos de metal, para meter por ella un cordón o cualquier otra cosa que afianza. Ojetera. Parte del corsé o jubón en la cual son colocados los ojetes. (DRA) Pichel. Vaso alto y redondo, ordinariamente de estaño, algo más ancho del suelo que de la boca y con su tapa engoznada en el remate del asa. (DRA) Picote. Tela áspera y basta de pelo de cabra. // 2. Cierta tela de seda lustrosa de que se hacían los vestidos. /7. Saco, 3ª acep. (DRA) Picotillo. Picote de inferior calidad. Pierna. // 5. fig. Tratando de ciertas cosas, la que junta con otras forma o compone un todo. PIERNA de sábana. (DRA) Pita. Bolita de cristal; cantilo o pitón. Pitón. // 2. Tubo recto o curvo, pero siempre cónico, que arranca de la parte inferior del cuello de los botijos, pisteros y porrones, y sirve para moderar la salida del líquido que en ellos se contiene. // 3. fig. Bulto pequeño que sobresale en punta en la superficie de una cosa. (DRA) Pretina. Correa o cinta con hebilla o broche para sujetar en la cintura ciertas prendas de ropa. // 3. Parte de los calzones, briales, basquiñas y otras ropas, que se ciñe y ajusta a la cintura. (DRA) Polisón. Armazón que, atada a la cintura, se ponían las mujeres para abultar los vestidos por detrás. (DRA) Punta. // 2. Extremo de una cosa. // 23. pl. Encaje que forma ondas o puntas en una de sus orillas. (DRA) Raso. // 9. Tela de seda lustrosa de más cuerpo que el tafetán y menos que el terciopelo. (DRA)
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Rasoliso. Cierta clase de raso. Raja. Especie de paño grueso y de baja estofa, que se usó antiguamente. // De Florencia. Especie de raja muy fina y cara que venía de Italia. (DRA) Rajeta. Paño semejante a la raja, pero con menos cuerpo y con mezcla de varios colores. (DRA)
Randado. Adornado con randas. Randa. (Del al. Rand, borde) Adorno que se suele poner en vestidos y ropas, y es una especie de encaje labrado con aguja, o tejido, el cual es más grueso y de nudos más apretados que los que se hacen con palillos. (DRA, 1947) Refajo. Falda corta y vueluda, por lo general de bayeta o paño, que usaban las mujeres encima de las enaguas. En las ciudades es falda interior que usa la mujer para abrigo. // 2. Zagalejo interior de bayeta u otra tela tupida, que usan las mujeres para abrigo. Requemado. // 3. Género de tejido delgado, muy negro, con cordoncillos y sin lustre, de que se hacían mantos. Rizo. // 2. Aplícase al terciopelo no cortado en el telar, áspero al tacto, y que forma una especie de cordoncillo, lo hay liso y labrado. Ropa. Todo género de tela que, con variedad de cortes y hechuras, sirve para el uso o adorno de las personas o cosas. // 2. Cualquiera prenda de tela que sirve para vestir. // 3. Blanca. Conjunto de prendas de tela de hilo o de algodón sin teñir, que se emplean en el uso doméstico y también las que usan las personas debajo del vestido exterior. //de buena ropa. Dícese de la persona de calidad o digna de particular atención o cuidado. Ropaje. Vestido u ornamento del cuerpo. // 2. Vestidura larga, vistosa y de autoridad. // 3. Conjunto de ropas… Ropilla. // 2. Vestidura corta con mangas y brahones, de los cuales pendían regularmente otras mangas sueltas o perdidas, y se vestía ajustada al medio cuerpo sobre el jubón.
Ropón. Aum. de ropa // Ropa larga que regularmente se pone suelta sobre los demás vestidos.
Rostrillo. // 2. Adorno que se ponían las mujeres alrededor de la cara (…) // 3. aljófar de 600 perlas en onza. (DRA)
Ruán. Tela de algodón estampada en colores que se abrica en Ruán, ciudad de Francia. Salvilla. Bandeja con una o varias encajaduras donde se aseguran las copas, tazas o jícaras que se sirven en ella. (DRA) (ver bernegal) Seda. // 2. Hilo formado por varias de estas hebras producidas por el gusano de la seda y a propósito para coser o tejer diferentes telas, todas finas, suaves y lustrosas. // 7. …ahogada. La que se hila después de ahogado el gusano. // azache. La de inferior calidad, que se hila de las primeras capas del capullo después de quitada la borra . // cocida, La que cocida en una agua alcalina, ha perdido la goma o barniz que
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naturalmente tiene. // conchal. La de clase superior, que se hila de los capullos escogidos. // curda. La que conserva la goma que naturalmente tiene. // de candongo. Seda más delgada que la conchal. // de capullo. La basta y gruesa. // floja. Seda lasa sin torcer. // joyante. La que es muy fina y de mucho lustre. (DRA) Serena. Sirena (¿?) Saten. (Del fr. satin, y éste del lat. seta, seda) Tejido arrasado. Saya. (Del lat. saga). Falda que usan las mujeres. En la ciudad es, por lo general, ropa interior, en los pueblos ropa exterior. Sayal (De sayo) Tela muy basta labrada de lana burda. Sayo. Casaca hueca, larga y sin botones // 2. fam. Cualquier vestido // baquero. Vestido exterior que cubre el cuerpo y se ataca por una abertura que tiene atrás en lo que sirve de jubón... // bobo. Vestido estrecho, entero, abotonado, de que usaban comúnmente los graciosos en los entremeses. Sayuela. D. de sayo. // 2, León. Manga rajada que llevaban en su vestimenta las maragatas. Silla de cadera. //de caderas. Ant. Silla con respaldo y brazos para recostarse. Sirgo. (Del lat. sericum, seda, obra de seda) Seda torcida. // 2. Tela hecha o labrada de seda. Tabla. (…) // de manteles. Desus. Mantel de la mesa de comer. Tafetán. (Del persa tāftè, literalmente torcido, variedad de tejido de seda) Tela delgada de seda, muy tupida, de que hay varias especies; como doble, doblete, sencillo, Etc. // 3. fig. Galas de mujer. Tafilete. Cuero bruñido y lustroso, mucho más delgado que el cordobán , Tela. Obra hecha de muchos hilos, que entrecruzados alternativamente y regularmente en toda su longitud, forman como una hoja o lámina. Dícese especialmente de la obra tejida en el telar.. // 2. Tejido de lana más delgado que el camelote. (ver: camelote) Tembladera [de plata]. Vaso ancho, de plata, oro o vidrio, de figura redonda, con dos asas a los lados y un pequeño asiento. Las hay de muchos tamaños, y se hacen regularmente de una hoja muy delgada que parece que tiembla. Terciopelo. (de tercio, tercero, y pelo) Tela velluda y tupida de seda, formada por dos urdimbres y una trama. // 2. Tela velluda y semejante al verdadero terciopelo, pero tejida con hilos que no son de seda. Terciopelo. Tela muy suave al tacto, con corta y densa pelusilla, fabricada con seda (…) Su fabricación es más compleja que la de otras telas: utilízase una trama, en la cual se enlazan dos urdimbres: una de ellas, unida a la trama, forma el fondo del terciopelo, y la otra, compuesta de pelillos más bien largos, s entremezclan con las mallas del hilado, produciendo una superficie velluda y muelle. El terciopelo propiamente dicho se fabrica con seda (…) la pana y el veludillo son calidades de terciopelo de tejido de algodón. En Europa se conoció a principios del siglo XIV (…)
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Marta Beatriz Silva Italia se distinguió por la belleza y variedad de sus terciopelos siendo muy apreciados los procedentes de Siena, Florencia y Génova. (EIC: Tomo 13) Toca. (Del cumbro toc, gorra) Prenda de tela generalmente delgada, de diferentes hechuras, según los tiempos y los países, con que se cubría la cabeza por abrigo, comodidad o adorno. // 2. Prenda de lienzo blanco que ceñida al rostro llevan las monjas (…) y la llevaban antes las viudas y algunas veces las mujeres casadas. // 3. Tela delgada y rala, de lino o seda, especie de beatilla, de que ordinariamente se hacen las tocas. // 4. Sombrero con ala pequeña o casquete, que usan las señoras. Torzal. Cordoncillo delgado de seda, hecho de varias hebras torcidas, que se emplea para coser o bordar. // 2. Unión de varias cosas que hacen como hebra, torcidas o dobladas unas con otras. Troquelado. Troquel: Molde empleado en la acuñación de monedas, medallas, etc; es un tocho de acero dulce, en una de cuyas caras se imprime en hueco, mediante la presión de un volante, el relieve de figuras e inscripciones que se han grabado en un punzón o matriz. Turbante. Tocado de los pueblos orientales, nacido de la necesidad de protegerse de los rayos solares. Aunque ese fue su origen, con el tiempo llegó a considerarse distintivo de castas y religiones. Consiste en una angosta faja de tela de varios metros de largo, que se dispone arrollada alrededor de la cabeza de distintas formas. El turbante de seda fue privilegio de príncipes, que lo usaron ornado de ricas piedras preciosas. El color tiene también su significación, así, el verde, es sólo llevado por los emires. Con el advenimiento de la república, los turcos abolieron el uso del turbante y el del fez. Los hindúes y árabes continúan usándolo. (EIC, Tomo 13) Valladolid. Ciudad española capital de la provincia homónima (…) acreedora ala denominación de Granero de España. Las fundiciones (…) paños, papel, seda, curtidos, harina, loza fina, etc. hacen de esta ciudad castellana un núcleo de valor (…) (EIC. Tomo 14) Valón/na. (Del B. lat. wallus, y éste del lat. gallus, galo) Natural del territorio comprendido entre el Escaldo y el Lys. // 5. Zaragüelles o gregüescos al uso de los valones, que introdujeron en España. Valona. Cuello grande y vuelto sobre la espalda, hombros y pecho, que se usó en otro tiempo, Valones. ‘Especie de calzón corto’. 1611. Propte ‘valones, procedentes de Valonia’: por haber sido introducidos en España por los cortesanos de esta procedencia, que acompañaron a Carlos V. La Valona, 1611, fue también prenda introducida por ellos. (Corominas) Verdugado. Vestidura que las mujeres usaban debajo de la basquiña. Vestido. // 3. Conjunto de las principales piezas que sirven para este uso. A distinción de los cabos. // 4. Conjunto de dichas piezas y cabos. Zagalejo. Refajo que usan las lugareñas.
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Zaragüelles. Especie de calzones anchos y follados en pliegues, que se usaban antiguamente. Zarcillo. (Del lat. circellus, circulito) Pendiente 3ª acep. (DRA) Pendiente en forma de arillo. (Vastus)
Anexo III - Bibliografía Real Academia Española. Diccionario de la lengua Española. Madrid: Espasa-Calpe, 1947 (17ª ed.) y 1970 (19ª ed.)
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