Caretta

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Caretta viaja al MĂŠdano

Sara Mesa Laly Salazar


A las viajeras… Compañeras de camino y de lucha buscando nuevos sueños


Caretta viaja al MĂŠdano Sara Mesa Flores Laly Salazar Cruz


Cuando llega el buen tiempo, el cielo azul se cubre de aves con destino al sur, y los peces y demรกs animales marinos cruzan el mar hacia un lugar con mejor clima para pasar sus vacaciones.


Care, la tortuga, vive en Italia y decide que estas vacaciones las va a compartir con su amigo Ubay el caballito de mar que vive en los sebadales de la costa de Granadilla.


- ¿Que dónde está Granadilla? Pues en una de las islas Canarias, en Tenerife. Sí, sí, en medio del Atlántico.



Allá se dirigirá Care, que prepara su maleta, introduce algo de comida rica para el almuerzo y un caparazón marrón y otro verde, que le había regalado su abuela. Y llegó el día tan esperado: la tortuga emprende su viaje aprovechando la primera ola de la mañana, y con su ritmo pausado se adentra en el mar con una salada sonrisa.




Cuando se va acercando a la isla con mayor simpatía, La Graciosa, siente que algo suave se va enredando en sus patas delanteras. - No puedo seguir nadando… ¿Qué me ocurre? ¡Uy! ¡Un animal marino me está atacando! Pero, ¿quién es? No entiendo nada, parece que no quiere comerme, ¿será una medusa? Uhmmm, pues no sé si comérmela yo… pero me tiene atrapada. ¡SOCORRO, SOCOOOORROOOO!


De repente alguien tirĂł de ella. Era un submarinista. - Pobrecita, ya tenemos atrapada a otra tortuga boba en un plĂĄstico arrojado al mar por vete a saber quiĂŠn.


-¡Uy!, ¿eso es a mí? ¿Pos’ no me ha llamado boba? ¿será posible? Si no arrojaran al mar lo que no es del mar, estas cosas no pasarían… ¡Será posible! El submarinista tocó a la tortuga y suavemente deslizó el plástico por sus patas hasta dejarla en libertad.


Care continuó su trayecto un poco trastocada, pensando en las aventuras que le esperaban en el camino. Ya muy cerca, bordeó la punta de Anaga, siguió la costa y se encontró con una anciana... ¡Ajá! ¡es una vieja!


Después de nada por aquí, nada por allá, llega al Médano. Y cuál fue su sorpresa nada más llegar, al observar que, ¡no quedaban apenas sebadales!


Los fondos estaban oscuros, grises, sin vida alguna. Por la nariz y la boca empezó a entrarle un sabor fuerte y amargo. Sin alcanzar a ver la extensión de una gran mancha negra, se le tiñeron todas sus patas y caparazón, y por si fuese poco, recibió un golpe sordo y contundente de un yate en su cabecita. Le engulló una gran ola. Dio vueltas, vueltas y más vueltas, perdiendo el conocimiento.



Empezaron a vagar por su mente recuerdos del Médano.

Erizos, cangrejos, gusanos, ofiuras, gambas, caballitos de mar, ¡ah! y cómo no los pejepipas, la aguja mula, las anguilas jardineras…

Aaahh la vida en las sebas. Meciéndose al compás de la marea.


Sargos, chopos, salemas, samas, viejas, tamboriles, gallinitas, tapaculos , dentudos, bocinegros‌

Aaay y aquellas enormes playas de arena. Recuerdo la Tejita, baĂąarme y tomar el sol sin caparazĂłn ni prejuicios con mi amigo Ubay.


- ¿Qué es eso? - No sé, un pulpo o un pez o algo… - ¿Dónde se ha visto un pez con patas, Ico? - Mejor se lo preguntamos a abuela Manola. Seguro que ellas sabe. ¡Vamos Nayara!


- ¡Uy!, pero si es una tortuga marina. Hacía tiempo que no veía una de estas por aquí. ¡Qué especial! Vamos a limpiarle el piche que tiene por todas partes.

¿Qué andaría haciendo por acá? Seguramente llevaba tiempo sin venir y no le habrán llegado las malas noticas sobre la destrucción del sebadal de Granadilla.


-¿Sabían que antes de que crearan el puerto de Granadilla, este fondo marino era el gigantesco hogar de cientos de especies? Se les consideraba guarderías marinas. Vivían protegidas, formando un hermoso ecosistema. La construcción del puerto lo ha destruido todo.


- No demoremos mĂĄs, vamos a buscar una calita limpia en la que podamos devolver a esta tortuga, y ya pensaremos quĂŠ podemos hacer para cuidar la naturaleza y nuestras costas.


minilibros para so単ar


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