Insurrección nuevo

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insurrección

Ediciones apestosas

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“Las ganas de derrumbar el mundo han aflorado cada vez que los explotados han sabido percibir los hilos que les ligan entre sí, hilos que en cada época han sido rotos y reanudados por diferentes formas de explotación.” “Concebir la destrucción de Estado como lucha armada contra la policía y las fuerzas militares, significa considerar todo con un método policíaco, y confundir el aspecto particular con el general. La guerra social no es una guerra clásica, sino el desmantelamiento de todos los aspectos de la vida.” La insurrección no forma parte de la teoría revolucionaria como un elemento ideológico con soluciones a los diferentes problemas sociales. Es una praxis continuamente construida que tiene como elemento central su discusión y análisis en la misma práctica. En este cuadernillo, se agrupan diferentes visiones y puntos de vista que ayudan en la discusión sobre la insurrección, su rol en la teoría revolucionaria y su riqueza o limitantes dentro de ésta. Lejos de buscarse una única solución, con esta agrupación de textos lxs invitamos a discutir y formarse su propia visión en torno a este tema.

Insurrección

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insurrecci贸n

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Se incentiva la reproducci贸n, fotocopia y/o socializaci贸n de este y cualquier otro cuadernillo o material publicado por nuestra editorial -La propiedad es un roboEn la guerrilla comunicacional, y todas las dem谩s, nadie esta solo Saludos solidarios Ediciones apestosas, 2012

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insurrección

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La organización informal no se construye en base a un programa fijado en un congreso, el proyecto es observado por lxs compañerxs y por ellxs mismxs en el transcurso de la lucha y durante el desarrollo de la misma. No hay ningún instrumento privilegiado o vanguardista en la elaboración teórico-práctica, ni hay los problemas inherentes a la articulación de síntesis. El objetivo básico es el de intervenir en la lucha con un objetivo insurreccional y revolucionario. Sin embargo aún hay grandes limitaciones dentro de la informalidad, pero creemos que es una forma de organizarse aún válida y abierta a exploraciones teórico-prácticas…

Textos contenidos

- Los Indeseables - Gli Indesiderabili

Extraído de “Killing King Abacus”, basándonos en el texto del mismo nombre (en inglés)

- ¡No queremos ser estudiantes, somos maleantes! - La destrucción del Estado - Algunas notas sobre anarquismo insurrecionalista -Killing King Abacu - Del sabotaje como una de las más bellas artes - I.nstituto A.sturiano de V.andalismo C.omparado- Cuestiones de organización. 31 tesis insurreccionalistas. - Más allá de la estructura de síntesis.

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Los Indeseables - Gli Indesiderabili Son cada vez más los indeseables en el mundo. Demasiadas mujeres y hombres para los que esta sociedad no ha previsto ningún rol, mas que el de reventar para hacer funcionar todos los demás. Muertos para el mundo o para si mismos: la sociedad no les desea más que así. Sin trabajo, sirven para empujar a quien lo tiene a cualquier humillación para mantenérselo seguro. Aislados, son útiles para hacer creer a quienes se pretenden ciudadanos, que pueden tener una verdadera vida en común (entre el papeleo y las vallas publicitarias). Inmigrantes, sirven para alimentar la ilusión de tener raíces a quien, proletario sin siquiera más que la prole, está desesperado por sus propios hijos, solo con su nada en la oficina, el metro o delante de la televisión. Clandestinos, sirven para recordar que la sumisión del trabajo asalariado no es lo peor existen también los trabajos forzados y el miedo ante cada rutinario control policial. Expulsados, sirven para chantajear a todos los refugiados económicos del genocidio capitalista, con el miedo del viaje hacia una miseria sin retorno. Presos, sirven para amenazar con la extrema razón del castigo, a quien no encuentra razones para continuar resignándose. Extraditados, en tanto que enemigos del Estado, sirven para hacer entender que en la Internacional del dominio y de la explotación no hay espacio para el mal ejemplo de la revuelta. Pobres, aislados, extranjeros en cualquier lado, presos, ilegales, bandidos: las condiciones de estos indeseables son cada vez más comunes. Común puede entonces hacerse la lucha, sobre la base del rechazo de una vida cada día más precarizada y artificial. Ciudadanos o extranjeros, inocentes o culpables, clandestinos o regularizados: las distinciones de los códigos estatales no nos pertenecen, ¿porque debería la solidaridad aceptar estas fronteras sociales, cuando l@s pobres son empujados continuamente de una a otra? Nosotros no somos solidarios con la miseria, si no con el vigor con que mujeres y hombres no la soportan más. EL SUEÑO DE UN PERGAMINO BAJO EL CAUCE POR EL QUE FLUYE LA HISTORIA, un sueño parece haber resistido al desgaste del tiempo y al implacable proseguir de las generaciones. Mirad el envejecido pergamino de este código renacentista, mirad sobre la página estas xilografías que nos devuelven a la juventud de un milenio apenas espirado. Veréis a los asnos cabalgar y sofocarse alegremente en la comida a los hambrientos de siempre, veréis las coronas pisoteadas, veréis el fin del mundo o mejor todavía, el mundo al revés. Aquí está pues, ese sueño, aquí está al desnudo lo que se cuenta en una incisión de hace quinientos años: matar el mundo para poderlo aferrar, robárselo a Dios para hacerlo nuestro y plasmado finalmente con nuestras propias manos. Las épocas, más tarde, han ido prestándoles un hábito siempre a la moda. Se ha vestido de campesino durante las insurrecciones medievales y de blouson noir en 4

Ediciones apestosas sintetizar las luchas que ocurren dentro del choque entre clases. Los diferentes grupos o individuos intervienen en las luchas, dan su contribución, pero no pierden de vista la orientación teórico-práctica que la organización en su totalidad decidió durante su último congreso. Sin embargo, en nuestra opinión, una organización estructurada de este modo corre el riesgo de estar detrás en lo que se refiere al nivel eficaz de la lucha, pues su objetivo principal es la de llevar la lucha dentro de su proyecto de síntesis y no empujarla hacia su proyección insurreccional. Uno de sus objetivos principales para su proyecto es la búsqueda en estas luchas de personas o grupos para su crecimiento numérico organizativo. Por lo que tiende a dibujar una estrategia reformista y hasta cierto punto moderada para captar grupos o individualidades, a la par que intenta frenar todo aquello que intente desmarcarse de su proyecto. Esto no significa que todxs aquellxs que formen parte de una organización de síntesis actúen de esta manera: los miembros son a menudo bastante autónomxs en su elección de ofertas y objetivos más eficaces en una determinada lucha. Es lo intrínseco del mecanismo interno de funcionamiento de la organización de síntesis lo que conduce a tomar decisiones inadecuadas a la situación, ya que al buscar el crecimiento cuantitativo, a veces a cualquier precio y a toda costa, se tiende a tomar una posición poco clara y poco definida en muchos temas, ya que busca, de alguna manera, tomar una posición que satisfazca los gustos de la mayoría y que descontente a poca gente, para de esa forma hacer su mensaje “digerible” para la Sociedad. Labor que, por otro lado, casi nunca suelen lograr y que suele dejar a la mayoría insatisfecha, todo lo contrario que en la teoría se busca… EL MIEDO A LO DESCONOCIDO ES EL PRINCIPAL FACTOR QUE NOS EMPUJA HACIA EL ESQUEMA ORGANIZACIONAL FORMALISTA (ORG. DE SÍNTESIS) La reacciones que se vierten al hacer críticas tales como esta son dictadas a menudo por el miedo y determinados prejuicios. El miedo a lo desconocido es el principal factor que nos empuja hacia el esquema organizacional formalista entre compañerxs. Este esquema nos protege de la búsqueda de soluciones en el riesgo de encontrarse en situaciones y experiencias desconocidas. Esto es absolutamente obvio entre diferentes compañerxs que ven la necesidad imperiosa de tener una organización formal que obedezca a requisitos tales como la constancia, la estabilidad y el trabajo programado por adelantado. En realidad estos elementos nos sirven más como una necesidad de la certeza que como una necesidad revolucionaria. Por el contrario, pensamos que en la organización informal, sin esquemas de síntesis, se pueden establecer los puntos de partida válidos para salir de esta incertidumbre. La diversidad organizativa informal creemos que es capaz de convertirse –al contrario que las estructuras de síntesis y formales- en verdaderas relaciones concretas y productivas ya que se basan en la afinidad y el conocimiento recíproco. Por otra parte, el momento donde se alcanza el verdadero potencial es cuando se participa en situaciones concretas de lucha, no cuando se elaboran plataformas teóricas o prácticas, estatutos u otras reglas sociales. LA ORGANIZACIÓN INFORMAL NO SE CONSTRUYE EN BASE A UN PROGRAMA FIJADO EN UN CONGRESO. 49


insurrección Epílogo. Lo expuesto en estas tesis no tratan de expresar el deseo de un modelo organizativo. Tratan de indagar desde la crítica las líneas generales que ayuden a superar el estado actual de las cosas. Como se ha dicho esto no es un catecismo. Existen formas dispares de actuar y hacer y diversos caminos que tomar, siendo imposible preestablecerlos sin caer en ficciones ideológicas. Pero si bien es cierto que existen formas dispares de actuar y diversos caminos que experimentar, sólo existe uno para el no hacer y ese ya lo conocemos. Otoño de 1999.

Este texto fue publicado por Ediciones Piratillas (Alicante) en marzo de 2001.

Mas allá de la estructura de síntesis -CONTRA LA ORGANIZACIÓN ANARQUISTA DE SÍNTESIS PROPONEMOS LA ORGANIZACIÓN INFORMAL ANARQUISTA, BASADA EN LA LUCHA Y LOS ANÁLISIS QUE EMERGEN DE ELLA-

Lxs anarquistas de todas las tendencias rechazamos cualquier modelo organizativo jerárquico y autoritario. Rechazamos a los partidos y las estructuras verticales que imponen directorios de antemano de una manera más o menos obvia… Cuando postulamos la Revolución Libertaria como única solución social posible al mundo actual, lxs anarquistas consideramos que los medios usados en causar esta transformación condicionarán los extremos alcanzados. Y esto significa que las organizaciones autoritarias no pueden ser instrumentos que nos conduzcan a la liberación. LOS PELIGROS DE LA ESTRUCTURA DE SÍNTESIS PARA LA LUCHA ANARQUISTA. Lo dicho anteriormente no sólo basta con decirlo con palabras, es también necesario ponerlo en la práctica. En nuestra opinión, la articulación mediante una estructura de síntesis presenta no pocos peligros. Cuando este tipo de organización se convierte en una fuerza potente y hegemónica, como fue la CNT en los años 30, comienza a parecerse peligrosamente a un partido político. La síntesis se transforma en control. Aunque esto sucedió durante un periodo demasiado breve y apenas visible, así que este análisis lo dejaremos para que no se nos acuse de blasfemia o demagogia… La estructura de síntesis se basa en grupos o individuos que están en contacto de forma más o menos constante entre ellxs, y tienen un momento clave en esos contactos durante los denominados CONGRESOS PERIÓDICOS. En estos congresos se discuten los análisis básicos, se elabora un programa y se dividen tareas para cubrir diferentes parámetros de intervención social. Es una organización de síntesis puesto que se instala como punto de referencia capaz de 48

Ediciones apestosas el Mayo francés, de minero asturiano en la revolución del 34 y de tejedores ingleses en los tiempos en que los primeros telares industriales eran destruidos con rabiosos golpes de maza. Las ganas de derrumbar el mundo han aflorado cada vez que los explotados han sabido percibir los hilos que les ligan entre sí, hilos que en cada época han sido rotos y reanudados por diferentes formas de explotación. Son estas formas, de hecho, las que de cualquier manera “organizan” a los explotados: concentrándoles bien en las fábricas o en los barrios, en los guetos metropolitanos o frente a las oficinas del Inem, imponiéndoles condiciones de vida símiles y similares problemas que afrontar cada día. Parémonos un momento a desenterrar el fondo de nuestras memorias y pasemos lista a las historias de nuestros padres. La fábrica en la niebla o el sudor en los campos quemados por el sol, el tormento de una ocupación colonial que te roba los frutos de la tierra o el ritmo cada vez más frenético de una prensa que, en cualquier Estado “comunista”, promete para un mañana que no llega nunca liberarnos de la explotación. En cada una de estas imágenes de nuestro pasado podemos asociar las diferentes maneras de estar junto a los explotados y por tanto, las bases concretas de esas luchas que han querido derrumbar el mundo y suprimir la explotación. Hoy que, incluso hijos de memorias y revueltas tan diferentes, nos encontramos hombro con hombro, ¿cuál es el hilo que nos une?; y mientras tanto, ¿qué nos ha traído hasta aquí desde el Magreb o desde el Este, desde Asia o desde el corazón de África? ¿Por qué incluso quien ha pisado siempre esta misma tierra no la reconoce ahora y la encuentra tan diferente de aquella de la memoria?. Un planeta irreconocible. Si leemos con atención la historia de estos últimos treinta años podemos individuar una línea de desarrollo, una serie de modificaciones que han perturbado el planeta. Esta nueva situación viene llamada comúnmente “globalización de la economía”. No se trata de datos definitivamente adquiridos, sino de cambios que todavía están en curso - con ritmos y peculiaridades diversas para cada pueblo particular - y que nos dejan el espacio para aventurar cualquier previsión. Pero evitemos inmediatamente un lugar común sobre la “globalización”. La tendencia del capital a buscar su escala planetaria mercantil por conquistar y mano de obra a bajo coste, siempre ha estado presente, ciertamente esto no es una novedad. Han cambiado los instrumentos para hacerlo: gracias al desarrollo de la tecnología, el capital puede realizar esta tendencia con ritmos y consecuencias inimaginables hasta hace algunos años. No existe, por tanto, un punto de fractura entre el viejo capitalismo y el actual, ni ha existido jamás un capitalismo “bueno” que se desarrolla predominantemente sobre bases nacionales y al cuál se necesitaría retornar - como dan a entender, por el contrario, tantos adversarios del neoliberalismo -. Desde 1973, fecha que marca convencionalmente el inicio del “ciclo de la informática” hasta hoy, el capital en nada ha cambiado su naturaleza, no se ha vuelto más “malo”. Simplemente tiene más armas y tanto más potentes como para dejar irreconocible el planeta. Por comodidad de análisis, podemos probar a leer este proceso a través de los cambios que han sufrido tres diferentes áreas geográficas: los países excoloniales, aquellos apenas salidos de regímenes supuestamente comunistas y los occidentales. Los hijos no deseados del Capital. Como es sabido, la independencia de las antiguas colonias no ha resuelto en absoluto las relaciones con los propios colonizadores; en la mayor parte de los casos, por el contrario, simplemente las ha modernizado, aunque después de atormentados sobresaltos. Si la antigua explota5


insurrección ción colonial miraba sobretodo al acaparamiento de materias primas a bajo coste que venían después manufacturadas en occidente, a partir de entonces, fases enteras de la producción industrial han sido implantadas en los países más pobres, aprovechando el bajísimo coste de mano de obra; tan bajos como para cubrir los gastos de transporte de las materias primas, maquinarias, productos elaborados y los costes de financiamiento a los regímenes locales, garantes del orden público y de la regularidad de la producción. Durante largos años los capitales occidentales han invadido estos países, modificando profundamente el tejido social. Las antiguas estructuras agrícolas han sido destruidas para dejar espacio a la industrialización, los vínculos comunitarios reducidos, las mujeres proletarizadas. Una inmensa cantidad de mano de obra arrancada de la tierra se ha reencontrado - justo como en la Europa del siglo pasado - vagando en los suburbios a la búsqueda de un trabajo. Esta situación encontraba una cierta aunque tremenda estabilidad, hasta que las industrias manufactureras implantadas por los occidentales han podido absorber una parte consistente de esta mano de obra. Pero en un momento dado, una a una estas industrias han comenzado a cerrar. Allí arriba en el norte algo había cambiado: la fuerza de trabajo occidental era de nuevo concurrencial con aquella del sur del mundo. Muchas industrias han cerrado pero han quedado estos nuevos proletarios, tantos e inútiles. Al Este, la situación no es mejor, los regímenes supuestamente comunistas han dejado tras de sí el desierto, el aparato productivo - enorme y obsoleto - ha quedado en herencia a los viejos burócratas locales y al capital occidental. Así, los hijos y los nietos de aquellos explotados que, aparte de la esclavitud semanal del trabajo asalariado, han tenido que sufrir también la retórica dominical de las «cocineras al poder» y del internacionalismo proletario, se han encontrado parados de nuevo: cada reestructuración industrial, lo sabíamos, requiere despidos. Como ya había sucedido con las ex-colonias, cada país occidental se ha repartido las zonas de influencia económica y política en los países del difunto Pacto de Varsovia y ha transferido allí, aquella parte de la propia producción a más alto consumo de mano de obra. Pero la gran cantidad de explotados convertidos en inútiles para los explotadores, es una gota en el mar que permanece enorme. Tanto en el Este como en el Sur, el chantaje de la deuda externa ejercido por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, ha acelerado de manera decisiva estos procesos. Así es que desde el Sur hasta el Este, comienza la larga marcha de estos hijos no deseados del capital, de estos indeseables. Pero a quien se quede en casa no le espera una suerte mejor. Para aquellos que eligen la vía de la emigración les esperan nuevas y siempre más sangrientas guerras tras la esquina, porque las turbulencias sociales provocadas por tan grandes e imprevistos cambios, a menudo vienen enmarcadas en los discursos étnicos y religiosos; para los que se quedan, la única certeza es la miseria y el desposeimiento. Toda añoranza es vana. Hasta anteayer. Mientras tanto, ¿qué ha sucedido en occidente? Aunque menos brutal, el cambio ha sido paralelo al del resto del mundo. Las grandes plantas industriales que empleaban a una parte considerable de los explotados y que durante muchísimos años han determinado la fisonomía de las ciudades - y por tanto la mentalidad, el modo de vivir y de rebelarse de los mismos explotados han desaparecido. En parte, porque han sido transferidas - como hemos visto - a los países más pobres y en parte, porque ha sido posible despedazar las y redistribuirlas por el territorio. A través del desarrollo de la tecnología, los procesos productivos no sólo han sido progresivamente automatizados, sino que también, se han vuelto más flexibles y adaptados al intrínseco caos del mercado. En otro tiempo, el capital necesitaba obreros depositarios de los conocimientos y las manualidades necesarias para conducir, mas o menos autónomamente, un segmento del proce6

Ediciones apestosas limbo, l@s segund@s tampoco llegan más lejos puesto que las limitaciones que suponen al actuar colectivo les aparta irremediablemente de la intervención social y de los hipotéticos movimientos de masas adoptando poco a poco la conciencia de vanguardia voluntarista, y me refiero intencionadamente a movimientos de masas por el miedo de algun@s a tal término. Si la organización informal no es organización separada debe partir, buscar y concluir en el movimiento de l@s explotad@s y extender su práctica-teoría en y desde la realidad de las luchas y no desde ilusorias barricadas y fantasiosas clandestinidades con afanes tan meritorios como suicidas. La organización informal debería ser el aglutinante de la tendencia insurreccional del movimiento de l@s explotad@s en su propio seno en lugar de otro factor de dispersión.

En cualquier caso el número chico no vacuna de los males achacables a la organziación pesada (delegacionismo, organizacionismo, burocratización,…). Como prueba basta echar un vistazo a los grupitos de nuestro alrededor involucrados siempre en sus asfixiantes dinámicas. XXVI. Los movimientos sociales autónomos son organismos populares que responden a necesidades sentidas. Se desarrollan al margen de los aparatos de recuperación del Poder, manifestándose en las prácticas de la autogestión y de la acción directa. XXVII. Los movimientos sociales autónomos surgen como negación de aspectos concretos y cotidianos de la explotación capitalista. Su objetivo es destruir tal aspecto, atacar un aparato del Poder. En consecuencia tienen una limitación en el espacio-tiempo. XXVIII. Si el movimiento autónomo incide en el ataque y la práctica insurreccional, tiende a radicalizarse adquiriendo una cosmovisión de la realidad, buscando en tal caso nexos de unión con otros movimientos similares y alcanzando un pensar y actuar global. XXIX. La creación de situaciones insurreccionales difusas por parte de los movimientos autónomos, su conexión, cohesión, amplificación y radicalización transforma los momentos efímeros de revuelta en momentos de revolución y autogestión generalizada. Los movimientos autónomos se transforman por la vía insurreccional en movimiento revolucionario.

XXX. Los movimientos sociales difieren de los movimientos sociales reformistas en que estos últimos basan su acción en la reivindicación parcial, lo cual no niega la dominación capitalista, simplemente demandan de esta una cesión de poder un servicion concreto insatisfecho. En la práctica no es fácil diferenciar entre uno y otro y es su propia evolución, en muchos casos, y las circunstancias que los envuelven las que nos darán las claves para su reconocimiento. XXXI. Hay que distinguir entre movimiento autónomo como práctica autónoma del proletariado y organización autónoma como estructura ideologizada que pretende suplantar al movimiento mitificándolo y vaciándolo de contenido.

La ideología no es autónoma, está sujeta a sus propias limitaciones, es falsificación de la realidad. Sólo la crítica y la acción pueden ser autónomas. 47


insurrección truyan situaciones reales de autogestión libertaria. XIX. La organización informal tiene la necesidad de impulsar redes de comunicación, debate y difusión de ideas. Redes que cubran la necesidad de comunicación directa entre l@s insurgentes y las diferentes luchas en curso, sin caer en la contrainformación (interpretación y transmisión de noticias sin más) y/o transmisión ideológica (venta de un modelo a imitar) que vendría a ser el reverso de la información y/o transmisión ideológica oficial (en escala diminuta) pero en sus mismos parámetros alienantes. XX. La organización informal tiene la necesidad de dotarse de medios materiales para combatir la represión. La solidaridad con l@s represaliad@s ha de ser una constante prioritaria puesto que es la única defensa de la/el revolucionari@. La solidaridad con l@s compañer@s represaliad@s no puede quedarse en una pose o una actividad circunstancial. XXI. Al hilo de lo expuesto, la organización informal evita y combate la reproducción en su seno de relaciones sociales capitalistas y es generadora de relaciones sociales comunistas y realidad latente, en el aquí y el ahora, de la sociedad libertaria. XXII. Las necesidades de la organización informal no son un catecismo preestablecido que ha de ser cumplido obligatoriamente punto por punto. Se trata de necesidades que se dan en el transcurso de la lucha y que pueden adoptar formas diversas y variables, si bien, en esencia, son consustanciales al desarrollo positivo del proceso. Ninguna necesidad verdadera surge de forma provocada y ninguna es superior a otra, sino que estas aparecen como necesarias por la propia dinámica del enfrentamiento. XXIII. La organización informal no es organización separada de las luchas, ni superior o guía de éstas. Es parte consciente de la tendencia insurreccional del movimiento de l@s explotad@s y participe de las luchas sociales. No renunciando en los periodos de reflujo y falsa paz social al enfrentamiento y fusionándose de forma natural en los movimientos autónomos de clase cuando estos se desarrollan en dirección insurreccional. XXIV. Pese a quien afirma lo contrario la organización informal es organización. Desde l@s etapistas organizacionistas, para quienes toda acción ha de pasar primero por acabar la siempre inconclusa organización perfecta, hasta l@s individualist@s, incapaces de articular cualquier actividad en compañía de otr@s y en consecuencia instalad@s en la crítica y en el güetto de sus propias ilusiones, la gama de opositor@s teóric@s y práctic@s al desarrollo de la organización informal como organización y no como mera formalidad va desde sus detractor@s más acérrim@s a sus supuest@s precursor@s más teóric@s. XXV. La mistificación cuantitativa pasa en la actualidad por dos caras de una misma moneda. La de quienes necesitan de la acumulación significativa de parroquian@s para decidirse ha hacer algo que vaya más haya de las rutinas simbólicas y las de los que sólo son capaces de “hacer” desde las capillas grupusculares suponiendo que estas son la garantía para prevenir los males de los que se acusa a las organizaciones pesadas. Si l@s primer@s quedan instalados en el 46

Ediciones apestosas so productivo; y por tanto también de los obreros que permanecían toda la vida en la misma fabrica, haciendo las mismas cosas. Ahora ya no. Los conocimientos requeridos son cada vez más bajos e intercambiables, no hay una acumulación de saber, cualquier trabajo es igual a otro. El viejo mito del “puesto fijo” ha sido suplantado por la ideología de la flexibilidad, es decir, de la precariedad y de la erosión de las viejas garantías: es necesario saberse adaptar a todo, también a los contratos semanales, a la economía clandestina o a la expulsión definitiva del contexto productivo. Estos cambios son comunes a todo Occidente, pero en algunas zonas han sido tan veloces y radicales que el coste global del trabajo se ha vuelto compatible con el del Sur y el Este del mundo. Así es como se han determinado, tanto ese retorno de los capitales que habían desestabilizado las economías de los países más pobres, dando paso a las guerras y a las migraciones en masa, como la degradación de las condiciones materia- les de vida de los explotados occidentales. Las revueltas por venir. Está claro que el cambio en Occidente, aunque violento, es amortiguado en parte por lo que queda del viejo Estado “social” y sobre todo, por el hecho de que gran cantidad de precarizados occidentales son hijos de los viejos proletarios y por tanto gozan indirectamente, a través de las familias, de las viejas garantías. Bastará dejar pasar sin embargo, una generación y la precariedad se transformara en la condición social más difusa. Por ello nosotros, hijos del viejo mundo industrial, seremos económicamente cada vez más inútiles, unidos de hecho a la multitud de indeseables que desembarcan en nuestras costas. Con el transcurso de los años y la estabilización de esta situación, perderán significado todos esos movimientos que intentan dar sostén desde el exterior a una parte circunscrita de marginados - clandestinos, parados, precarios, etc. porque las condiciones de explotación serán símiles para todos, abriendo las puertas de par en par hacia luchas realmente comunes. He aquí finalmente al descubierto el hilo que a todos nos une, explotados de miles de países, herederos de tan diferentes historias: el capital mismo ha reunificado en la miseria a las familias perdidas de la especie humana. La vida que se nos diseña en el horizonte será vivida comúnmente bajo el marco de la precariedad. Estas son las modernas bases sociales para los antiguos sueños de libertad, cuidadosamente preparadas por el progreso de la explotación, he aquí el lugar de las próximas revueltas. ANTES DE UNA NUEVA MURALLA CHINA. Las perturbaciones sociales que han vuelto irreconocible el planeta nos evidencian una constante: el capital sigue un doble movimiento. Por un lado, desmembra todo un tejido social que opone resistencia a su expansión; por otro lado, reconstruye las relaciones entre los individuos según sus exigencias. Toda transformación económica se acompaña siempre de una transformación social, pues la manera en la que mujeres y hombres son explotados modifica su forma de estar juntos y por lo tanto de rebelarse. En este sentido, el provecho y el control social representan dos finalidades de un único proyecto de dominación. Después de haber destruido las comunidades tradicionales y sus formas de solidaridad, el capital ha comenzado a desmantelar la unidad social que él mismo había creado a través de la industrialización de masas. Y esto, no solamente para desviar la resistencia obrera que la infraestructura de la fábrica “organizaba” involuntariamente, sino también porque los capitalistas vivían como una contradicción la necesidad de recurrir al proceso productivo para hacer dinero. La servidumbre de la ciencia respecto del capital y las transformaciones tecnológicas consecuentes, han permitido una nueva expansión económica y social. La valorización -la transformación de la vida en mercancía- abolió para siempre las barre7


insurrección ras del tiempo y del espacio con el fin de liberarse de toda base material fija. En este sentido, la realidad virtual (el llamado ciberespacio, la red cibernética mundial) representa su condición ideal. Una vez más se trata de un doble movimiento: si la valorización anula las relaciones hostiles a la circulación del saber-capital y los hombres-recursos, reconstruye por otra parte y al mismo tiempo, las relaciones sociales bajo el signo de lo virtual (a través de los simulacros de relación humana y de los narcóticos electrónicos). Todo esto presupone un proceso de formación de un “hombre nuevo” capaz de adaptarse a condiciones de vida cada vez más artificiales. En el momento en que la economía se extiende a todas las relaciones sociales, incorporando todo el proceso vital de la especie humana, su última utopía no puede ser sino la pura circulación de valor que se valoriza: dinero que produce dinero. Paralelamente, después de su expansión por todo el espacio social, la última frontera del capital, su último territorio de conquista no puede ser sino su enemigo por excelencia: el cuerpo humano; he aquí la razón del desarrollo de las biotecnologías y de la ingeniería genética. Sin entrar en aspectos particulares de esta guerra contra lo vivo, es importante subrayar el rol fundamental de la tecnología. Por tecnología no entendemos en modo genérico el “discurso racional sobre la técnica”, ni tampoco ninguna prótesis de las capacidades humanas; recorriendo la propia historia del uso de este concepto, nos parece más correcto definirlo como la aplicación de la técnica avanzada a la producción industrial masiva, en el momento en que la investigación científica se fusiona con el aparato militar (los años cuarenta). Se trata de aquel proceso que, partiendo de la industria nuclear y aeronáutica, pasando por los materiales plásticos, la antibiótica y la genética, desembocó en la electrónica, en la informática y en la cibernética. La aplicación industrial de las técnicas más modernas avanza a la par que los conocimientos especializados - en biología molecular, en química, en física, etcétera - y que la ideología del progreso, que es la justificación de todo ello. Este proceso, que comienza durante la segunda guerra mundial, es inseparable del conflicto de poder entre los Estados, los verdaderos organizadores de la sociedad industrial. El desarrollo de un saber y de una técnica siempre más incontrolable levanta un muro cada vez más alto entre el productor y el objeto que éste fabrica, entre la máquina y su capacidad de controlarla. Esta situación le desposee al mismo tiempo, de toda autonomía material y de la consciencia de una posible expropiación (arrancarles de las manos a los amos los instrumentos técnicos y productivos para un uso libre y compartido). En esta doble desposesión y no en la “iniquidad neoliberal” se encuentra la fuente de nuestras vidas precarizadas y artificiales. Si el capital se ha difundido por todo el territorio; si la expropiación de las técnicas especializadas es imposible (puesto que son inutilizables desde el punto de vista revolucionario, o simplemente humano); si ya no existe centro productivo (la Fábrica) al cual oponer una organización central (partidos o sindicatos) con su pretendido sujeto histórico, entonces no queda sino el arma proletaria por excelencia: el sabotaje; queda solamente el ataque anónimo y generalizado contra las estructuras de la producción, del control y de la represión. Sólo así será posible oponerse al doble movimiento del capital, obstaculizando la atomización brutal de los individuos e impidiendo al mismo tiempo, la construcción del “hombre nuevo” de la cibernética, antes de que los muros sociales que deberían hospedarlo estén completamente terminados. UNA HIDRA DE DOS CABEZAS. Entre los demócratas radicales y el “pueblo de la izquierda”, son muchos ahora ya en atribuir al Estado un rol puramente decorativo en las decisiones tomadas sobre nuestra piel. Se define, en suma, una jerarquía mundial cuyo vértice es representado por las grandes potencias financieras y las multinacionales y en su base, cada uno de los Estados nacionales convertidos en ayudante, en meros ejecutores de inapelables decisiones. Esto conduce a una ilusión que está teniendo 8

Ediciones apestosas su programa. La organización informal se da a través de la afinidad entre individu@s y grupos tiene en ésta, y sólo en ella, su nexo de unión y la formación de un tejido orgánico nunca acabado, siempre en movimiento. La organización informal se da en el territorio y puede ser tan extensa como de sí la afinidad, no estando sus miembrxs sujetxs a mayores compromisos que los adquiridos voluntariamente y siendo su cohesión tan fuerte como sea la pasión compartida por destruir el Poder. No poseyendo órganos ni comicios de decisión a ésta se llega desde el encuentro, la comunicación, el debate y la acción. Los hechos nos dan las claves de la afinidad con nuestr@s iguales. No cabe duda que hemos de encontrarnos con todos aquellos grupos e individu@s, con los que, aún sin saberlo, estamos recorriendo el mismo camino. XIV. El militantismo es la antítesis de la responsabilidad individual. El primero es sometimiento a la ideología y a la organización, es martirio, acción separada de la vida, alienación. El segundo es acción vivida y compartida, ruptura de la alienación liberación del deseo. Superamos el militantismo cuando nos hacemos responsables de nuestros actos por muchos esfuerzos que nos supongan. La organización informal anarquista es la organización de individuxs responsables no de militantes. XV. La organización informal tiene una necesidad de autonomía extrema ya que su propia composición es autónoma, de la/el individu@ al grupo, del grupo a la red. XVI. La organización informal tiene una necesidad de comunicación constante como un todo impreciso que piensa y actúa, que decide y lucha a un mismo tiempo. El acuerdo entre sus miembr@s se da de forma natural y es fruto de las necesidades sentidas y la responsabilidad individual. XVII. La organización informal tiene una necesidad de autocrítica implacable. Siendo su propia existencia una crítica práctica al miserabilismo impuesto por la falsa paz social, se hace imprescindible el análisis de sus actos sin buscar la autocomplaciencia, evitando la fosilización y recuperación sistemática, recuperación que es la primera forma represiva del sistema contra las potencialidades revolucionarias. Todo es cuestionable y susceptible de crítica, no hay recetas mágicas. A partir de aquí la práctica ratifica o no la teoría y viceversa, evitándose caer en la reproducción de estereotipos y modelos ideológicos y cuestionando todo apriorismo y mistificación.

XVIII. La organización informal tiene necesidad de espacios autogestionarios en el territorio desde donde operar, experimentar y encontrarse l@s individu@s, grupos e iniciativas insurgentes. Espacios que ya de por sí, supongan ruptura y ataque contra el sistema y desde donde se cons45


insurrección una mayoría explotada, privada de todo poder de decisión sobre sus vidas. 2. El capitalismo sigue desarrollando sus alienaciones. Éstas ya no están sólo sujetas al modelo productivo que tiene su eje en la fábrica y el trabajo centralizado. En el momento en el que el capitalismo ha convertido toda actividad humana en mercancía el trabajo represivo ha traspasado los muros del recinto fabril para abarcar todos los aspectos de la supervivencia social. La alienación es ahora global. 3. La posibilidad de revolución es una posibilidad presente. El problema teórico planteado hace un par de siglos por el socialismo no ha sido resuelto, tan sólo reestructurado, ahondándose en la contradicción inherente al sistema capitalista. X. El objetivo revolucionario, pasa por incidir en tal contradicción que posibilita la generación de movimientos reales capaces de superar el estado actual de las cosas. Ataquemos a través de la practica subversiva, la realidad cotidiana que tod@s l@s sometid@s a la dominación capitalista sentimos, aunque una gran mayoría vea esa realidad distorsionada por la reducción a espectáculo que el sistema hace de ella. Utilicemos como estrategia el enfrentamiento continuado. Donde y cuando l@s individu@s insurrect@s decidan, desde una perspectiva global que no admite dialogo alguno con el Poder.

Salir a la calle a perturbar el miserable y embrutecedor orden de las cosas haciendo visible la brutalidad sistemática que tod@s percibimos esencialmente. Desatar nuestra rabia es un objetivo posible en el aquí y ahora, unir nuestra rabia a la de nuestr@s iguales será una necesidad ineludible. XI. El ataque es la acción colectiva o individual contra la cotidianidad, sin necesidad de excusas en forma de acontecimientos mediáticos teledirigidos por el Poder. No es necesaria ninguna masacre televisada para atacar. Protestas dirigidas contra tal o cual fenómeno parcial sólo evidencian la manipulación folclórica de éstas, que eluden la globalidad del enfrentamiento, reduciéndose la protesta a un consentido desahogo vacío. El ataque muestra sus pretensiones destructivas de la totalidad porque el objeto atacado es tan sólo una excusa para cuestionar lo existente. Es, en consecuencia, irrecuperable. XII. La violencia es un aspecto secundario en el ataque, no su razón de ser. El ataque es toda forma de destrucción de lo existente de donde parte la posibilidad de generar nuevos nodos de creatividad. La creación-destrucción es un proceso que se retroalimenta en el transcurso de la lucha. XIII. La organización informal es una vía óptima para la organización del ataque anarquista. La organización informal no se basa en estructuras clásicas y pesadas sino que se adapta al momento y la voluntad de acción de l@s insurrect@s, no supeditando sus deseos a la estructura y 44

Ediciones apestosas las peores consecuencias. Son muchos en efecto, los que tratan de imponer a las luchas, que se desarrollan en todo el planeta contra aspectos concretos de la “globalización”, un giro reformista y de algún modo nostálgico: la defensa del “buen” viejo capitalismo nacional y paralelamente, la defensa del viejo modelo de intervención del Estado en la economía. Ninguno observa, sin embargo, que la teoría ultra-liberal tan a la moda en estos tiempos y aquella keynesiana, de moda hasta hace algunos años, proponen simplemente dos formas distintas de organizar la explotación, pero sin ponerla nunca en discusión. Cierto, no se puede negar que en el actual estado de cosas toda nuestra vida venga determinada en función de necesidades económicas “globales”, pero esto no significa que la política haya perdido su nocividad. Pensar en el Estado como en una entidad ahora ya ficticia, o exclusivamente como en un regulador de la explotación y de los conflictos sociales, es cuando menos limitante. El Estado es un capitalista entre los capitalistas y entre estos, cumple las funciones vitales para todos los otros. Su burocracia, sin embargo, ligada pero no subordinada a los cuadros de empresa, tiende sobretodo a reproducir el propio poder. El estado prepara el terreno al capital, desarrollándose a sí mismo simultáneamente. Son las estructuras estatales las que permiten el progresivo abatimiento de las barreras del tiempo y el espacio, - condición esencial de la nueva forma de dominio capitalista - poniendo a su disposición, territorios, fondos de inversión e investigación. La posibilidad de transportar cada vez más rápidamente las mercancías, por ejemplo, viene dada por el desarrollo de las redes de carreteras, de la alta velocidad ferroviaria, del sistema de puertos y de aeropuertos: sin estas estructuras que son organizadas por los Estados, la “globalización”, no sería siquiera pensable. Del mismo modo, las redes informáticas no son otra cosa que un nuevo uso de los viejos cables telefónicos: cada innovación en el sector (comunicaciones vía satélite, fibra óptica, etc.), es protegida por la estructura estatal. Por tanto, así es como se satisface también la otra necesidad básica de la economía mundializada, la posibilidad de hacer viajar datos y capitales en pocos instantes. También desde el punto de vista de la búsqueda, de la continua modernización de las tecnologías, los estados tienen un rol central. Desde la nuclear a la cibernética, desde el estudio de los nuevos materiales a la ingeniería genética, desde la electrónica hasta las telecomunicaciones, el desarrollo de la potencia técnica está ligado a la fusión del aparato industrial y científico con el militar. Como es sabido, el capital tiene necesidad de restructurarse de vez en cuando, o sea de cambiar instalaciones, ritmos, calificaciones y por lo tanto, también las relaciones entre los trabajadores. A menudo estos cambios son tan radicales (despidos en masa, ritmos infernales, drásticas reducciones de garantías…) como para poner en crisis la estabilidad social y requerir, obligatoriamente, intervención de tipo político. A veces las tensiones sociales son tan fuertes, la policía sindical tan impotente y las restructuraciones tan imperiosas, como para no sugerir a los Estados otra posibilidad que la guerra. A través de la guerra, no solo se dirige la rabia hacia enemigos ficticios (“diferentes” por etnia o religión, por ejemplo), sino que además se logra revitalizar la economía: la militarización del trabajo, las partidas de armas y la bajada de los salarios hacen rentar al máximo los restos del viejo sistema industrial, mientras las destrucciones generalizadas hacen sitio a un aparato productivo moderno y a nuevas inversiones extranjeras. Para los indeseables -tantos explotados inquietos- se agudiza la intervención social del Estado: la exterminación. Una de las características de nuestro tiempo, es el ascendente flujo masivo de migración hacia las metrópolis occidentales. Las políticas de inmigración -en cada uno de sus extremos, alternándose legitimaciones y cierres de fronteras- no son determinadas por un presunto buen corazón 9


insurrección de los gobernantes, sino desde la tentativa de gestionar una situación cada vez más indigerible y al mismo tiempo, sacarle provecho. Por un lado, no es posible cerrar herméticamente las fronteras y por otro, un pequeño porcentaje de emigrantes es útil -especialmente clandestinos, luego más expuestos al chantaje - porque representa un buen depósito de mano de obra a bajo coste. Pero la clandestinidad de masas crea turbulencias sociales que son difícilmente controlables. Los gobiernos deben navegar entre estos datos y necesidades, de ello depende el buen funcionamiento de la máquina económica. Así como el mercado mundial unifica las condiciones de explotación sin eliminar la concurrencia entre capitalistas, del mismo modo existe una potencia pluriestatal que todavía no cancela la competitividad entre cada uno de los gobiernos. Los acuerdos económicos y financieros, las leyes sobre flexibilidad laboral, el rol de los sindicatos, la coordinación de ejércitos y policías, la gestión ecológica de la contaminación o la represión de la disidencia, viene definido, todo ello, a nivel internacional (aunque la puesta en práctica de estas decisiones compete aún a cada gobierno). El cuerpo de esta Hidra son las estructuras tecnoburocráticas. Las exigencias del mercado, no sólo se han fusionado con las del control social, sino que utilizan además las mismas redes. Por ejemplo el sistema bancario, el de aseguración, el sanitario y el policial se intercambian continuamente sus propios datos. La omnipresencia de tejidos magnéticos representa un fichero generalizado de los gustos, compras, desplazamientos, hábitos. Todo ello bajo los ojos de las cada vez más difundidas telecámaras y por medio de teléfonos celulares que aseguran la versión virtual y también, el mismo archivo de una comunicación humana que no existe. Más o menos Neoliberal, la intervención del Estado tanto en el territorio como nuestras propias vidas es cada vez más profunda y no puede ser separada de las estructuras de producción, distribución y reproducción del capital. La presunta jerarquía de poder entre las multinacionales y los Estados no existe, porque son a un mismo tiempo parte de aquel único cuerpo inorgánico que está llevando la guerra, a la autonomía de la humanidad y a la vida de la Tierra. FRATERNIDAD EN LA ABYECCIÓN. En 1984 de George Orwell, libro que no hace sino confirmar un siglo de totalitarismo, se encuentra la descripción de dos culturas completamente separadas en el interior de la sociedad: la de los funcionarios del Partido y la de los proletarios (como son definidos los excluidos de la ciudadela burocrático-socialista y de su ideología). Los funcionarios tienen palabras, gestos, valores e incluso una consciencia totalmente diferente de la de los proletarios. Entre unos y otros ninguna comunicación es posible. Los proletarios no se revuelven contra el Partido simplemente porque ignoran su naturaleza así como su localización concreta: no se puede combatir algo que no se comprende y que se ignora. Los funcionarios olvidan sistemáticamente -una amnesia selectiva que Orwell llama “doble pensamiento”- las mentiras sobre las cuales fundan su adhesión a la dominación sobre el tiempo y sobre los hombres. La especialización de la actividad (es decir, su parcialización y su repetición incesante) está enteramente al servicio de los dogmas del Partido, el cuál se presenta como ciencia infalible de la totalidad histórica y social. Es por ello que existe necesidad de un control absoluto del pasado, con el fin de gobernar el futuro. Si se cambian algunos nombres se verá que esta separación de clase, basada sobre una separación culturalmente clara, representa precisamente la tendencia de la sociedad en la que vivimos. Los funcionarios del Partido son hoy los tecnoburócratas de la máquina económicoadministrativa, en la cual se funda el aparato industrial, la investigación científica y tecnológica, el poder político, mediático y militar. Los proletarios orwellianos son los explotados librados -por el capital- de esas funestas ilusiones que fueron todos los programas de clase; precarizados en el 10

Ediciones apestosas anarquista insurreccional encuentra su lógica en el movimiento obrero revolucionario cuando éste se desata de l@s recuperador@s, mientras el/la anarquista etapista ha mostrado en el pasado su facilidad para trazar alianzas con las organizaciones clásicas del movimiento obrero. VII. La etiqueta insurreccionalista otorgada por un@s y autoasumida por algun@s no deja de ser más que eso, una etiqueta, que corre el riesgo de petrificarse en seudoideología si no se profundiza en el ámbito teórico y práctico de la intervención insurreccional. Más allá de la posible moda que pueda suponer esta “novedad”(¿qué novedad?) para aquellos que idealizan sus aspectos más morbosos y ficticios (principalmente el uso de la violencia como estrategia revolucionaria) y que basándose en un inmediatismo voluntarista poco argumentado desprecien el papel de la crítica. Si de los debates surgidos de la prácticas insurreccionales sólo valoramos las formas no tardarán en aparecer quienes suscriban un nuevo -ismo que les ahorra pensar. VIII. Desde lo que (no) hay, en el pobre panorama libertaria actual nos encontramos con un número creciente (creciente por la dinámica escisionista en que se ve envuelto que evidencia su debilidad) de organizaciones pesadas que se reclaman libertarias desde muy distintos ámbitos. Unas se aproximan más que otras al reformismo y otros se revuelcan en el indecorosamente, mientras algunas nadan en el ostracismo absoluto que no lleva a ningún sitio. De las diferentes familias anarcosindicalistas a los “autonomistas organizados” se nos ofrece un arco iris de posibilidades perdidas en los trayectos de la política reivindicativa etapista. Sus diferencias teóricas ante un inexistente auditorio sólo evidencian sus compartidas miserias, la imposibilidad de destruir o contribuir a la destrucción de la miseria realmente existente y su inconsciente contribución a ésta. Sin un movimiento revolucionario a la vista pretenden suplantarlo a partir de un crecimiento cuantitativo que l@s convierta en la organización guía de las masas, dejándolo todo postergado a un futuro inexistente en el que vuelvan a producirse las “condiciones objetivas” de un pasado mitificado. El enfrentamiento con la realidad se hace en consecuencia imposible. Ni el 17, ni el 36, ni el 68, ni el 77 van a volver por más que copiemos las organizaciones que en esos momentos se dieron, hecho que demuestra que en lugar de aprender de los hechos históricos sólo hemos sido capaces de imitar sus carcasas. Sobran mitologías ortopédicas y mentiras complacientes y faltan autocrítica, acción y objetivos concretos para el ahora, desde donde proyectar todas esas ganas frustradas de rebelión que estando presentes se ahogan en los pudrideros de las “viejas y nuevas” estructuras. IX. Tres afirmaciones sobre el tiempo presente:

1. El proletariado no ha sido abolido. Ha modificado su composición en el transcurso de las reestructuraciones capitalistas convirtiéndose en sujeto menos perceptible más irreconocible. Sin embargo, es creciente, a la par que su descomposición como sujeto unitario, la existencia de 43


insurrección res. El enfrentamiento directo con el Poder y el deseo de destrucción inmediata de éste, son consustanciales al pensamiento y la práctica libertaria, que rechaza las “políticas de fase” y las representaciones simbólicas. Si bien la plasmación de esta tendencia en el movimiento libertario no ha tenido las repercusiones “espectaculares” que ha podido tener la tendencia etapista, ella está presente en toda la historia libertaria con una práctica visible generadora de tensiones en el seno del movimiento libertario y del movimiento obrero. Sus reediciones más palpables corren parejas al desarrollo del movimiento obrero insurreccional y encuentran su fusión con éste a través de la catarsis revolucionaria.

El hecho de que el movimiento insurreccional libertario no tenga la magnitud espectacular del movimiento anarquista etapista se debe a sus mismas características. El movimiento insurreccional libertario no mantiene formas de organización pesadas, ni basa su acción en la acomulación cuantitativa, ni se erige en representante de nadie. No posee pues referencias estructurales palpables y sus señas de identidad siguen el curso del enfrentamiento directo y espontáneo del proletariado mientras éste no cae en la manipulación y recuperación de los aparatos burocráticos de las estructuas clásicas. Es, en consecuencia, un movimiento difuso, mayormente tangible en los momentos álgidos de insurrección de masas pero que perdura en los periodos de reflujo revolucionario en las mil y una formas que adquiere la revuelta (sabotajes, expropiaciones, absentismo,…). Esta tendencia no se restringe tan sólo al hecho violento de la acción directa sino que como movimiento anarquista etapista, también se dota de medios formales de propaganda pero a diferencia de los otros tales medios sólo son herramientas para avanzar hacia el enfrentamiento y profundizar en la lucha insurreccional de las masas. VI. Dos fenómenos son reseñables: 1. Que la tendencia etapista en el movimiento libertaria siente como un peligro la existencia del movimiento anarquista insurreccional. Pistoler@s, delincuentes, aventurer@s, provocadores, infiltrad@s, psicópatas, son algunos de los adjetivos que tanto el Poder como el/la “revolucionari@” etapista dedican a l@s insurgentes y aunque el etapista pueda admitir e incluso aplaudir la insurgencia lejana (en el tiempo o en el espacio) no la aceptará en el aquí y ahora. Sus miedos están justificados. La verificación práctica del hecho insurreccional pone en peligro la propia estructura conservadora del/a “revolucionari@” etapista a salvo del enfrentamiento en su feudo ideológico desde donde se puede lucir la pose “radical” sin riesgo de serlo y a la ver mantener pequeños y miserables reductos de poder reproducido en la forma de naturales jerarquías.

2. Ya no existen fronteras exactas entre ambas tendencias, la intensificación y el reflujo de las luchas hacen que la confluencia y la mezcla se den con frecuencia. Así la frontera inexistente se cruza en ambas direcciones, demostrándonos la historia que el/la 42

Ediciones apestosas funcionamiento de la máquina social: el saber tecnológico. Así es como se ven abocados a una nueva nueva miseria, la de quien no desea más que una riqueza que ni siquiera comprende. La separación tecnológica: he aquí la nueva muralla china que los explotadores están construyendo en nombre de la lucha contra el Enemigo -cuando sin embargo, éste es el capataz de la obra-. La ciudadela del Partido es hoy la de las tecnologías informáticas, su Ministerio de la Verdad son los mass-media; sus dogmas tienen todos el dulce sonido de la incertidumbre. De las multinacionales al sistema bancario, de las nucleares a los ejércitos, dos son las bases de la tecnoburocracia: la energía y la información. Quien las controla, controla el tiempo y el espacio. Fuera de la masa de técnicos-obreros sin calificación, los poseedores del saber altamente especializado son cada vez menos numerosos; sin embargo, somos todos portadores de las consecuencias de este saber -en primer lugar, del empobrecimiento de las palabras y de las ideas-. Hacernos sentir responsables del desastre que ellos producen cotidianamente, es justamente la intención de los tecnoburócratas y de sus periodistas: el nosotros que nos dirigen sin cesar es la fraternidad en la abyección. Nos invitan a discutir de todos los falsos problemas, nos conceden el derecho de expresarnos después de habernos sustraído la facultad de hacerlo. Es por lo que toda ideología de la participación democrática (combatir la “exclusión” es el programa de izquierda del capital) no es sino complicidad en el desastre. Justo como en 1984, los proletarios actuales tienen un saber, una memoria y un lenguaje separados de los del partido; y no es sino sobre la base de esta separación, que tienen del derecho y el deber de participar. La diferencia es que para Orwell sólo los no funcionarios tienen acceso a un pasado -lugares, objetos, canciones, etc. - que no está totalmente borrado; y esto porque todavía mantienen lazos sociales, aunque sea a la sombra de las bombas. ¿Pero qué queda de esos vínculos cuando el Partido (es decir, el sistema estatal-capitalista) se apropia completamente de la vida social?. He aquí porqué en estas páginas sobre los indeseables se habla también de tecnología; una crítica del progreso tecnológico que abandona el discurso de clase, nos parece tan parcial como una crítica de la precariedad que no se enfrenta en los nuevos territorios de la desposesión técnico-científica. La división en dos mundos que están construyendo podría quitar todo sentido a la revuelta: ¿cómo desear otra vida cuando toda huella de vida auténtica haya desaparecido? Este texto apareció publicado el verano del 2000 por Muturreko Burutazioak, Sans Patrie y Pantagruel.

!No queremos ser estudiantes, somos maleantes¡ Esto es un panfleto. No es un libro, ni un libreto, ni un cuaderno, ni un cuadernillo, es un panfleto. No pretende, ni de lejos, ser objetivo, ni crear consenso. Sus pretensiones son mucho más altas, pues no entendemos por qué hemos de ser modestos cuando podemos aspirar a lo máximo. ¿Qué es lo máximo? No queremos tener límites. No sabemos si los tenemos o no, pero precisamente esa no es nuestra cuestión, no DESEAMOS tener límites, queremos desbordarnos. Nos importamos nosotros. Nos preocupamos de los obstáculos y de los enemigos en la medida en que nos impiden hacer lo que deseamos u obtener lo que necesitamos. Si no estorban, no existen. Y si estorban, deben dejar de existir. Ya nos hemos preocupado durante bastante tiempo por reflexionar sobre el enemigo, el Sistema, el Capital, y tal y cual. Creemos que ya 11


insurrección es hora de que nos preocupemos por nosotros. ¿Qué nos gusta? ¿Qué no nos gusta? ¿Qué queremos? ¿Qué no queremos? ¿Cuáles son nuestros deseos reales?. A eso vamos. Eses es nuestro objetivo, y estamos en disposición de ir a por ello, y a por todo lo demás. Se dan las condiciones para que lo que ya exista en esencia, salga a la luz y exista realmente. Como decían algunos estudiantes de la prehistoria del movimiento estudiantil allá por los 60, los estudiantes son una clase en sí misma. No somos asalariados, aunque estemos destinados a serlo la mayoría; ni somos dirigentes como estamos destinados a ser los pocos. No estamos en ningún lado, estamos todavía en transición, en proceso. No queremos decir que estemos a salvo de la mierda del Sistema, pero sí decimos que se dan las condiciones materiales, reales, para revolucionarse, revolverse contra aquello que no queremos y por aquello que queremos. No tenemos posesiones, nada es nuestro. No tenemos casa propia, ni coche, ni familia, ni hijos a nuestro cargo, por lo que no se nos puede engañar con eso de que somos de clase acomodada, pues no tenemos nada que conservar. Nos falta todo todavía por tener. Lo tenemos todo por delante. Es el primer punto del que hay que tomar conciencia: no tenemos nada que perder. Si hacemos una huelga, no nos van a echar del trabajo, ni vamos a dejar de cobrar un sueldo, ni tan siquiera tenemos que perder unas estúpidas “conquistas sociales” con las que lograron engañar a nuestros padres. Si hacemos huelga, no sólo no vamos a perder nada, sino que vamos a ganar muchas cosas, vamos a recuperar un día de aburrimiento para nuestro beneficio, y lo vamos a convertir en un día de vida real, vida intensa en la que vamos a hacer en cada momento lo que nos plazca y no lo que nos corresponda en nuestro papel de estudiante. Disfrutando del placer del momento subversivo. Que no nos tomen el pelo, lo único que se puede perder de verdad es el miedo. Miedo que ya no es tanto a las posibles represalias de las distintas autoridades -profesores, consejo, padres…-, ni tampoco es sobretodo el miedo al castigo social por no actuar según lo que se espera de ti acorde con tu rol. Es miedo a uno mismo, miedo a no saber qué hacer cuando nadie nos dirige y nos dicta. Miedo a no saber hacia donde ir cuando nadie nos marca el camino, miedo a no saber qué paso dar en cada momento. Miedo a vivir sin amos. Miedo a la incertidumbre. Os vamos a contar un secreto al oído: nosotros también tenemos miedo! Es más, creemos que buena parte de nuestra fuerza se basa en ese miedo. No queremos tener las cosas muy claras, no queremos tener un camino marcado ni una luz al final del túnel a la que dirigirnos sonámbulamente. Queremos construir nuestra vida a cada momento, y afrontar el miedo, por lo tanto, de vivir sin amos. Tenemos miedo, es verdad, y nos corroe la incertidumbre, pero esa incertidumbre también hace que nos pique el gusanillo y que nos hierva la sangre. ¿No os atrae la idea de experimentar una vida nueva y abandonar esta existencia mediocre? Pues experimentad, haced lo que sea, hagamos lo que sea, no lo sabremos hasta que no lo intentemos, y aun así, nunca lo sabremos, pues a cada momento estaríamos descubriendo cosas nuevas. No necesitamos más cosas. Queremos movernos. ¿A donde?. No lo sabemos. ALLÍ, por ejemplo, sabemos que no 12

Ediciones apestosas culturales, etc. Este modelo surgido a principios del siglo XX tiene un sentido lógico en el momento de su aparición, de crisis y reestructuración capitalista. En el se conjuga en forma de contradicción tanto la necesidad y deseo de autoorganización proletaria, como el reflejo de los cambios en curso que conducen a un nuevo modelo de acumulación capitalista. En el desarrollo de este modelo se enfrentan y complementan las dos tendencias anunciadas. Por un lado se da la práctica reivindicativa de la tendencia etapista que consolida la estrutura pesada y las nacientes burocracias. Por otro lado se producen explosiones insurreccionales que rompen el etapismo y superan a la organización pesada en un sentido positivo. La conyuntura histórica de crisis capitalista propicia tal contradicción. Esta puede observarse en la revolución española. Mientras las masas proletarias alentadas por la CNT-FAI desencadenan una revolución sin precedentes generando sus propios organismos autogestionarios, éstas serán a su vez, frenadas y estranguladas por la burocracia de la misma CNT-FAI, que no encontrará dificultades en alinearse con las otras burocracias “obreras” en organismos interclasistas, lo cual será justificado como “necesidad histórica”. El epílogo es la derrota del Movimiento Obrero insuficientemente fuerte y autónomo para anular y superar en la práctica insurreccional a sus propias organizaciones representativas.

IV. La tendencia insurreccional del movimiento obrero, no se identifica con formas regladas de organización sino a través de la práctica del ataque directo al Poder sin admitir negociación, diálogo o intermediario alguno con éste. Encuentra su razón de ser y extracción teórica en la acción colectiva o individual del proletariado consciente, que se revuelve contra los aparatos de dominación. Su objetivo presente e inmediato es la destrucción de dichos aparatos. La materialización de esta tendencia en el movimiento de masas, surge en todos los momentos de lucha directa que superan la mera reivindicación y se hacen dueñ@s de su propia vida y construcción histórica. Nacen, en y desde el enfrentamiento y tienen en él su sentido, generando situaciones concretas de destrucción de lo existente y creación de realidades autogestionarias. Las organizaciones gestadas en el movimiento insureccional de masas, sólo tienen su razón de ser en el instante concreto de la revuelta generalizada. Su construcción a priori o su mantenimiento posterior sólo las conduce a la practica reivindicativa y/o a la recuperación sistemática. Desde l@s luditas a la insurrección albanesa encontramos las señas de identidad de esta tendencia donde explorar las posibilidades, siempre presentes, de su materialización actual. V. La tendencia insurreccional del movimiento obrero ha tenido entre l@s libertari@s (incluyendo en este término a todos aquellos movimientos nominados o innominados que han desarrollado una práctica antiautoritaria y revolucionaria) a sus mayores animadores e impulso41


insurrección bas tendencias. Las dos tendencias encuentran sus semejantes en el Movimiento libertario. II. La tendencia etapista se define en la práctica de reivindicación como medio gradual de alcanzar transformaciones globales. Asumiendo la negociación con el Poder y posponiendo el enfrentamiento directo con éste. Fijando sus perspectivas revolucionarias en el futuro, trata de acumular en el presente el mayor número de adept@s a l@s cuales concienciar hasta que se den las condiciones (¿?) esenciales para un ideal asalto a los Palacios de Invierno. El crecimiento cuantitativo es consecuentemente su primer objetivo. Este tendencia se ha organizado históricamente en estructuras clásicas (partidos, sindicatos, etc). La estructura clásica es representativa en tanto se erige en representante material o espiritual no sólo de sus miembr@s sino de todo el colectivo de explotad@s, convirtiéndose en el eje del “verdadero” movimiento proletario. Desde aquí se impulsa y estimula la “conciencia de organización”, la pertenencia un grupo homogéneo por encima del/a individu@ del que se puede ser y con el cual te identificas y te identifican. La estructura clásica, es estructura pesada que produce y reproduce aparatos burocráticos. Tiene sus comicios decisorios, comités representativos y ejecutivos, y un entramado de protocolos, vicios, y normativas. Simbólicamente se concibe como guardián de la sangre de l@s mártires, del pasado glorioso, de los principios inamovibles. Estimulando el culto a la personalidad, bien sea del héroe/heroína muert@ o del/a destacad@ compañer@ viv@. Las organizaciones pesadas son en si mismas conservadoras y tienden a preservarse en el tiempo a pesar que las coyunturas que las hicieran surgir se hayan modificado. Por ello una parte importante de su tiempo se dedica a realizar “análisis” y gestos que muestren la inefable necesidad “actualidad” del modelo organizativo. El resto de su tiempo se divide en las reivindicaciones concretas como forma de proselitismo; en la organización de la Organización llegándose al máximo de complejidad posible; y a la reproducción ideológica, teniendo en los referentes pasados una verificación de su existencia. La tendencia etapista y las formas orgánicas que adopta nos muestran la permeabilidad en el Movimiento Obrero de los valores sistemáticos; la burocratización inherente a la organización pesada, la delegación del/a individu@ en el colectivo, el establecimiento de jerarquías difusas o regladas, la rentabilidad de la acción como valor de cambio, la acción como mercancía, la asunción de límites y programas mínimos, el reconocimiento del Poder como mediador a través de la negociación… III. En el Movimiento Libertario se da, como reflejo del Movimiento Obrero, la tendencia etapista. Esta tendencia cristaliza el modelo organizativo clásico compuesto por la organziación de masas, las organizaciones específicas y las organizaciones pantalla de tipo juvenil, de mujeres, 40

Ediciones queremos apestosas estar aquí. Cualquier cosa menos esto, estamos cansados, este mundo nos aburre, no satisface nuestras necesidades y deseos, no nos place, no nos divierte. Sólo nos divierte joderlo. Pero queremos más, queremos una vida mejor. Que no nos engañen, tampoco, con nuestro porvenir. Ni somos el futuro ni tenemos un gran futuro por delante. No nos da la gana aceptar el futuro, tener un futuro es escribirse una muerte, escribir la novela de tu vida antes de vivirla: sólo haces lo que YA está escrito, y no construyes tu vida a cada momento. Y no aceptamos el futuro además porque YA no aceptamos el presente miserable que hay ni aceptamos el futuro de mierda que nos tienen preparado. ¡Esta vida es una miseria!. Somos conscientes, pese a todo, de nuestra situación en el mundo. Somos conscientes de que estamos aquí para ser futuros trabajadores, sabemos que tenemos un papel que cumplir en este mundo, el de estudiante, el de persona que aprende a tragar la mierda de Realidad, el de persona que se afana en aprender la ideología que insuflan los intelectuales del Sistema a través de la cultura, personas que aprenden a reducir su cuerpo y su mente a unos espacios y unos horarios rígidos para llegar al mundo del trabajo con el cuerpo y la mente ya reducidos. Somos conscientes de que somos Estudiantes. Pero somos conscientes de que queremos dejar de serlo. No queremos acostumbrarnos a unos horarios y espacios, no queremos tragar mierda, no queremos aprender su ideología, ni ninguna ideología. No más intelectuales, no más cultura, no más arte. Nosotros también queremos dejar de ser estudiantes. Pero no queremos dejar de ser estudiantes para ser Trabajadores u otra cosa. No queremos desprendernos de un papel para coger otro. No queremos tener ningún papel, no queremos ser nada, queremos ser lo que nos dé la gana en cada momento. En cada momento. Los estudiantes debemos de empezar a dejar de aferrarnos a ideologías y pensamientos creados, cosas YA hechas a las que nos agarramos por ese miedo a vivir sin amos, a construir cada uno su vida en cada momento. Es la hora de liarse la manta a la cabeza, abandonar todas las creencias e ilusiones que nos garantizan la seguridad de vivir en este mundo. La seguridad en esta sociedad no son más que unas vallas que nos protegen de… ¿de qué? ¿os habéis parado a pensar alguna vez de qué nos protege la Seguridad que nos ofrecen? ¿De qué debemos tener miedo? Las seguridades nos protegen de nosotros mismos, es a nosotros a los que las vallas no dejan salir, y no a los demás a los que no deja entrar. Nos impiden desbordarnos de lo que está permitido. Son nuestra propia policía que nos vigila en nuestro arresto domiciliario. Te pudres en ti mismo, te adormilas y te aburres, con la seguridad de que vas a seguir viviendo, es decir, tu corazón va a seguir latiendo. ¿Y los demás? ¿y los sueños? ¿y los deseos? ¿y las emociones? ¿la pasión?. Todo eso está ahí, al otro lado de la valla. Abandonad las seguridades, lo único que hacen es atar, y lanzaos a la emocionante experiencia de vivir sin normas, sin amos, sin roles. Experimentad. Queremos vivir y experimentar YA, no a medio ni largo plazo. La idea de la revolución como proceso está muy bien, pero no podemos esperar. Necesitamos mejorar nuestro vivir, queremos una forma más intensa de vida, y por eso queremos crear momentos para vivir intensamente. 13


insurrección

Ediciones apestosas

Queremos insurrecciones, sublevaciones, revueltas, la tensión del conflicto abierto. No nos vale tener simplemente el sueño de una revolución, preferimos el sueño y la utopía de un momento en insurrección. La sublevación es una reapropiación, una verdadera ruptura con la monotonía de la vida cotidiana, una verdadera ruptura con las normas sociales, una verdadera ruptura con los roles que a cada momento de la vida debemos adoptar. El momento en sublevación rompe los horarios, el tiempo, que deja de ser una tiranía lineal, para pasar a ser un desorden de momentos vividos intensamente. Sabemos que una insurrección no va a cambiar el mundo, pero sí creemos que puede transformar nuestra vida.

ca diaria. Montároslo con vuestr@s colegas. Contra el viejo mundo en todas sus caras, para salir de la prehistoria, extendamos y multipliquemos los ataques.

Porque se trata de cambiar el mundo, pero también se trata de transformar la vida. No estamos interesados en ninguna revolución que no eleve nuestra calidad de vida. No nos interesa un mundo, por muy libre y justo que sea, si la vida es igual de aburrida, tediosa, monótona, racional y mediocre que la que hay ahora.

Cuestiones de organización.

Abogamos por crear la revolución que nunca triunfe. No queremos triunfar. No queremos perder el sueño y la utopía. No nos interesan las cosas que tienen un fin, ni las cosas cuyo destino anticipado es morir. No queremos tener futuro, ya iremos fabricando nuestra vida. No queremos definirnos ahora, ya nos irán definiendo nuestros actos. No queremos tener todas las cosas claras, ya nos iremos aclarando con la practica.

POR LA ABOLICIÓN DE LA SOCIEDA DE CLASES. CONTRA LA MERCANCÍA Y EL TRABAJO ASALARIADO. POR LA ANARQUÍA. POR EL COMUNISMO. ¡PIEDRAS Y FUEGO!

31 tesis insurreccionalistas. A l@s compañer@s pres@s de la guerra social y muy especialmente a aquell@s que además de sufrir la cárcel han de soportar la verborrea de l@s ideólog@s seudorrevolucionari@s que desearían somerterl@s a sus propias limitaciones.

No tenemos las cosas claras. Pero OJO, eso no quiere decir que vayamos a permitir que vengan listillos a aclararnos a nosotros y a decirnos quienes somos y que queremos y qué no queremos. No admitiremos vanguardias revolucionarias que vengan a encabezar nuestra revuelta con sus ideologías. Y no vamos a permitir, tampoco, a los líderes sindicales ni a los sindicatos en sí mismos. No os vamos a dejar, os lo avisamos, no vamos a permitir ningún intento de manipulación, ni vamos a dejar que recuperéis nuestras luchas para el Sistema, llevándonos por los inofensivos cauces de la democracia. ¡Abajo la democracia! ¡no más diálogo! Hay que dar caña. Os lo advertimos, si intentáis meter vuestra zarpa entre nosotros, vamos a arremeter contra vosotros con toda nuestra ira. Mejor todavía, arremeteremos contra vosotros aunque no intentéis meter la zarpa, sólo por lo que sois y lo que hacéis, por vuestra función de bomberos del fuego de la revuelta. ¡Recuperadores de mierda, estáis en el punto de mira!.

Prólogo

Todo está en el punto de mira. Nada de este mundo es salvable. Los estudiantes nos cagamos en todo. Hemos empezado a desengañarnos de las credulidades de la vida moderna, no creemos en la seguridad del hogar lleno de sentimientos electrodomésticos, ni en las máquinas que dan una felicidad patética, como la sonrisa del burro al morir. Los coches no son más que el modelo del ideal burgués de felicidad. Quemémoslos, rompamos los escaparates de la alienación y de la falsa vida.

Estas “cuestiones de organización” son pretendidamente subjetivas e intencionadamente críticas.

Quemar coches, romper escaparates. No es una consigna lo que os mandamos. Quemar, romper, son nuestros sentimientos lo que os lanzamos. Os lanzamos nuestra rabia, nuestra ira. Nuestros deseos y nuestros sueños. Es lo que pensamos. Nosotros somos eso.

I. Siempre han existido dos tendencias visibles en el Movimiento Obrero. Una es tendencia etapista, que conservando las “victorias” parciales pretende fijarlas como peldaños ascendentes a la conquista del cielo. Otra es tendencia insurreccional que hace del presente momento mismo de posibilidad revolucionaria. En la práctica no han existido líneas precisas de demarcación de am-

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El texto que sigue pretende reemprender el debate sobre la organización desde una perspectiva anarquista. Tema viejo, siempre presente, nunca saldado, aunque existan quienes hayan encontrado la certeza en tal o cual modelo. No te engañes, no encontrarás en las páginas que siguen ninguna novedad (maldita palabra de marketing), ya el siglo pasado se debatía en similares términos, ni tampoco recetas mágicas que nos ahorren el pensar y actuar, cuestionar, criticar y experimentar, si algo se intenta, es precisamente, incentivar esto mismo. Nos falta debate y comunicación, acción y experimentación, y nos sobran monotonías, certezas y modelos.

Este texto que ya se define en el título como insurreccionalista por un tomar partido, surge del deseo de destruir lo existente y trata de indagar en los caminos que hagan posible la materialización de ese deseo, buscando desde la palabra el encuentro, en la palabra y la acción, con tod@s aquell@s induvidu@s insurgentes que mantienen viva la pasión demoledora de la libertad.

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insurrección ejemplo. El poder lo tiene difícil para reprimir o eliminar a pequeños grupos que con toda seguridad no se conocen entre sí y lo único que les une es el deseo de destrucción de un sistema que les impide vivir y les condena a la supervivencia y a la incertidumbre. No se buscan acciones exhibicionistas para dar propaganda a ninguna sigla o marca de origen. En el caso de Asturies, por ser el más cercano, el sabotaje ha sido un arma de clase utilizado innumerables veces, sobre todo en los conflictos laborales en las empresas. Duro Felguera, Hunosa, Naval, Ciata… No nos estamos inventando nada, el sabotaje ha sido, es y será un medio para alcanzar cualquier objetivo; cualquier persona harta, independientemente de su ideología la utiliza. Desde el oficinista que roba material de oficina hasta la trabajadora que estropea la máquina a la que está encadenada, pasando por la utilización de goma-2 como los despedidos de Duro-Felguera. Hoy, el ejemplo está en la quema de ETT´s. La práctica del sabotaje queda reducida a conflictos puntuales y muy localizados, sin perspectiva global y simplemente para soluciones parciales, con unas reivindicaciones económicas que quedan dentro de los límites impuestos donde se desenvuelve la lógica capitalista. Idem de lienzo para el caso de las ETT´s, un ataque que se sale de la temporalidad de un conflicto en una empresa pero que no cuestiona la esclavitud salarial sino su forma más extrema, no se quiere acabar con la explotación de una clase sino con las ETT´s; por lo que ce por be estamos en lo mismo. Hoy, el conflicto es global y no se soluciona con luchas parciales, sino una lucha integral y de rechazo en bloque de esta sociedad. Hay que acabar con la reducción de nuestras vidas a mercancía y el trabajo asalariado que nos mata y no sólo con las ETT´s. Tenemos que acabar con la sociedad de clases y no sólo con el fascismo. Desviar la atención hacia problemas parciales sólo beneficia a los de siempre, a los gestores de nuestra miseria y a los que algún día pretenden gestionarla, y ambos son parte de los objetivos a sabotear por l@s revolucionari@s. La práctica del sabotaje difuso (autonomía sin trabas, máxima flexibilidad, auto-organización, mínimo riesgo), entre personas afines, abre la posibilidad de comunicación real destruyendo la espectacular, rompiendo la apatía e impotencia del eterno monólogo revolucionarista. Relaciones y posibilidad de contactos con otras personas en la negación del rol espectacular. Son situaciones efímeras que por su preparación y desarrollo llevan en su esencia la situación revolucionaria que ya no dará un paso atrás y que suprimirá las condiciones de supervivencia. No cae en la irremediable jerarquización alienante que conlleva la especialización de cualquier grupo armado de carácter autoritario y militarista en el que las masas delegan su participación en los ataques. El aumento cuantitativo de esta práctica no nos llega de la mano de los voceros propagandísticos del espectáculo sino de pasear por el escenario del capitalismo y encontrarnos en la deriva con cajeros quemados, ETT´s con los cristales rotos, cerrajeros cambiando la cerradura de un supermercado… visiones que nos hacen esbozar sonrisas cómplices y que nos animan a salir esa misma noche a jugar con fuego para que en otras personas desconocidas, pero cómplices, también surjan sonrisas por el hermanamiento en la destrucción. No importa el número sino la calidad de los gestos; sabotajes, expropiaciones, reducciones… nos devuelven parte de la vida que nos niegan, pero la queremos toda. Compañer@s el juego es vuestro y os animamos a su prácti38

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La destrucción del estado

El estado moderno Derribad todos los edificios que desde cualquier punto de vista representen un símbolo de opresión. Ningún vestigio del pasado deberá ser respetado. Es necesario, de una vez por todas, hacer tabla rasa con todas las instituciones gubernativas, jurídicas, religiosas, administrativas, etc. Que todos los monumentos, que podrían usarse como punto de reunión de alguna autoridad cualquiera, sean abatidos sin piedad ni remordimiento. Compañer@s, endureced vuestros corazones porque hará falta mucho odio para terminar esta limpieza… haced saltar las iglesias.. los cuarteles, las prisiones… los ayuntamient o s … Quemad todos los papelotes administrativos doquiera se encuentren. ¡Al fuego los títulos de propiedad, de renta, de acciones, de obligaciones! ¡Al fuego las hipotecas, las actas notariales, las actas de sociedades! ¡Al fuego el libro de deuda pública, el de los prestamos comunales y departamentales! ¡Al fuego los libros de los bancos y de las cámaras de comercio, los pagarés, los cheques, las letras de cambio! ¡Al fuego los papeles del censo, de reclutamiento, de la intendencia militar, de las contribuciones directas o indirectas! ¡Al fuego todos esos papeluchos malsanos, títulos de esclavitud de la humanidad, defendidos por millones de datos, de esbirros, de jueces de todo tipo. De L´Indicatore anarchico Aunque el Estado no sea la consecuencia inevitable de la complejidad de las condiciones de vida, de todos modos sigue siendo considerado una realidad insuperable y sin comparación. Parece como si el Estado sostuviera el mundo: en vez de ser considerado un producto de la sociedad se presenta como su garante, si no como su fundador. Asegurando la cohesión, p a r e c e d a r l e v i d a . Guardián de nuestra existencia, el Estado está fuera de nosotr@s, está dentro de nosotr@s; el Estado somos tod@s y va ocupando progresivamente la entera existencia de cada cual. No hay territorio en el mundo que no pertenezca a un Estado. La socialización política, económica y técnica del mundo le permite imponer su voluntad y sembrar su esencia venenosa por doquier, difundiendo su propia propaganda a través de una miríada de periódicos, de radios y 15


insurrección televisiones, enviando en brevedad su policía allá donde sea requerida su intervención gracias a la rápida comunicación y a un desarrollo tecnológico cada vez más avanzado. Cualquier Estado de hoy tiene infinitamente más poder que los tiranos de antaño. A pesar de esto estamos habituad@s de tal forma a su presencia que no llegamos ni siquiera a percibirlo como intruso, mucho menos como un enemigo. Aun cuando es denunciado violentamente como parásito, el Estado es considerado indispensable para la supervivencia de la sociedad. Dicen que se trata de un mal necesario, superable tal vez en el lejano porvenir de la fantasía política. Así, incluso en su intención más extremista, la abolición del Estado tiene un sentido más que nada aparente. De transformación social, no se habla. La relación del/a individu@ con la totalidad de la sociedad, en otro tiempo centrada en su fe en Dios como principio y regulador supremo, ha encontrado en el Estado su expresión profana: ya no es a un ser al que se le atribuyen cualidades sobrenaturales, sino a la sociedad en su conjunto, que dispondría de una virtud y de una naturaleza autónomas, distinta de las peculiaridades de las relaciones sociales y de quien determina estas relaciones. El/la individu@, que ya no es dueñ@ de su propia vida al estar ocupado en una actividad que se le designa por una división general sobre la cual no tiene poder, ve como su propia acción se transforma en una fuerza extraña que se le opone y le somete. La potencia social –la fuerza productiva aumentada determinada por la cooperación recíproca de los hombres y mujeres- no le parece suya, sino algo monstruoso y opresivo, capaz de destruirlo en cualquier momento. Nos sorprende que l@s human@s hayan considerado a los dioses como reguladores de su existencia, pero los hombres y mujeres modern@s actúan y piensan como si la sociedad estuviera hecha por el Estado y no por ell@s mism@s. La sociedad se ha vuelto autónoma respecto al/a ciudadan@; esta autonomía se ha fosilizado en el Estado. Por un giro ideológico, el Estado se convierte creador y dispensador de las riquezas tomadas a la sociedad, incapaz de administrarlas por su cuenta. Entonces parece inverosímil poder obrar sobre el discurrir de las cosas. Como si fuese Dios, de designios impenetrables, quien se encargase de la marcha de los asuntos terrenales. Asimismo el problema de los “patronos” –vocablo en desuso en estos tiempos caracterizados por la tolerancia y el pluralismo democrático- siempre ha sido constituir un contrato social, no tanto para construir una economía nueva, que ya existe, como un Estado que favorezca su desarrollo. Existe por tanto una organización social que une a l@s individu@s, atomizad@s por la disolución de los viejos marcos (órdenes, corporaciones, distritos y “solidaridades” locales) y por un gentil modo de producción dominado por al rivalidad y la competencia. La organización política viene así definida por un contrato; l@s individu@s deben renunciar a su propia potencia social en beneficio del Estado. “Las buenas instituciones sociales son aquellas que mejor saben desnaturalizar al hombre, quitándole la existencia absoluta para darle una relativa y transportar el yo a la unidad común; de manera que cada individuo deje de considerarse único, sino una parte de la unidad, y no tenga ya sensibilidad en el todo”. De esto que Rousseau 16

Ediciones apestosas guntas que desenmascararían inmediatamente a estos profesionales de la mentira. La coherencia de la crítica y la crítica de la incoherencia ayudarán en esta labor. 3. “La injusticia no es anónima, tiene nombre y dirección” Bertolt Brecht La teoría situacionista, como crítica integral de la totalidad de las condiciones de supervivencia y del capitalismo espectacular-mercantil que las necesita, ha sido verificada por los hechos de la falsificación. No se puede combatir la alineación bajo formas alienadas. El sabotaje de este mundo, empieza por la ruptura con los roles que nos impone el sistema, por el sabotaje de nuestra muerte en vida y la negación del papel que nos asignan y diseñan. En estos momentos hablar de Revolución es tener un cadáver en la boca, sólo hace falta mirar a nuestro alrededor para ver un decorado que nos recuerda constantemente la derrota. El sabotaje es pues una acción que sirve de revulsivo contra la irrealidad que nos oprime. Una práctica que no ha escapado a las recuperaciones ideológicas transformándola en “terrorismo” (la profesionalización del sabotaje) que no ha hecho más que reforzar el sistema debido a su carácter centralista, jerarquizado y militarista. Hoy, no se plantea el crear una organización armada de este tipo sino el ataque difuso de pequeños grupos de afinidad incontrolables por alguna estructura superior que se unen y desunen como las mareas lunares. Unas mareas que nacen de la conciencia de lo mal que están las cosas y lo peor que se van a poner por el desarrollo de los acontecimientos. En el siglo XIX existía una práctica similar que puso en jaque al capitalismo incipiente. Aparte de los ataques luditas, las llamadas “rondas proletarias” que por su falta de estructura rígida y su máxima flexibilidad en los ataques hizo casi imposible su represión y recuperación, en la que cumplieron un papel principal los, también incipiente, sindicatos. Un grupo de gente se juntaba, golpeaba y se diluía en la masa mientras un nuevo grupo se formaba en su interior. Este sabotaje difuso hace dificilísimo para el enemigo el llegar a detener a nadie, esto convierte este ataque en un universo de placeres para gamberr@s ilustrad@s cuyas sensaciones son imposibles de describir o comunicar con el pobre y banal lenguaje de las palabras. El juego de la subversión cuyas reglas escriben l@s que participan de él, se vuelve un arma eficaz contra el capitalismo en todas sus formas. Hay más que destruir que construir. 4. “Nuestra época no necesita escribir consignas poéticas sino ejecutarlas” Internacional Situacionista.

Está demostrad que pequeños grupos que atacan hacen más daño que grandes organizaciones especialistas de la lucha armada. La Brigada de la Cólera - continuó su actividad cuando fueron detenidas algunas personas y el estado inglés daba por desarticulado el movimiento- es un 37


insurrección Historia nos ha demostrado, y esto es algo que consciente o inconscientemente no se le escapa a nadie, con dos ejemplos claros que las tradicionales formas Partido (Revolución Rusa) y Sindicato (Revolución Española) no han sido más que dos intentos de gestionar el capitalismo y no de superarlo. Al tomar el poder no se ha destruido sino que se ha ejercido; por un lado la clase burocrática sustituye a la burguesía y por el otro los dirigentes anarcosindicalistas participan en el poder burgués llamando a la autogestión de la explotación y de la alineación, mientras las bases intentaban superar en la práctica las relaciones de producción y sociales mediante la gestión directa de todos los aspectos de su vida y no sólo del trabajo. Precisamente, ambas formas tienen en común la exaltación del trabajo (coincidiendo con los nacionalsocialistas y todas las formas políticas del capitalismo). Su visión cuantitativa buscaba un aumento de la producción dejando de lado el aumento cualitativo de la vida. Esta derrota (práctica y teórica) de las organizaciones tradicionales que nos dicen representar no ha sido asumida por la clase trabajadora (y es que parece que sólo sabemos trabajar) seguimos sin mantener ningún control sobre cualquier aspecto esencial de nuestra vida en un mundo que se hace no sólo sin nuestra participación (excluyéndonos) sino contra nosotr@s. Pero compañer@s, la Historia no es cíclica es un proceso acumulativo y ya pesa demasiado sobre nuestros cansados cuerpos. 2. “Jamás tuvieron los que se burlan un lenguaje tan engañador” Shakespeare. “Sueño de una noche de verano”. La contradicción entre las posibilidades de los medios de producción (del uso de algunos para el goce de tod@s, ya que la mayoría inútiles o perjudiciales habría que destruirlos) y las relaciones de producción (esclavitud asalariada, mercantilización y exclusión en una sociedad de clases) ha llegado a un punto de inflexión insalvable. Al espectáculo le supone más falsificar la naturaleza de esta contradicción que aumentar la producción de mercancías con un valor de uso decreciente. Esta inercia inmóvil le obliga a desplegar todos su medios de recuperación de cualquier movimiento real de oposición y dirigir él mismo la crítica espectacular del espectáculo. Una hipócritaautocrítica dirigida por su policía del pensamiento descompuesto (pro-situs, cuadros, ONG´s, recuperadores, artistas, periodistas… todos ellos políticamente correctos y peñita del “buen rollito”). Estas escobillas del water de la modernidad, como buenos curas, esperan que con sus parches, el propio desarrollo del sistema nos dirigirá cogidit@s de la mano hacia un mundo ideal, planificado por su falsa conciencia y la podredumbre de su cerebro cuadriculado; como si alguna vez nos hubiesen regalado algo. Su función social que viene siendo denunciada desde hace décadas les ha costado más de una agresión, apaleamiento o asesinato y estamos segur@s que no van a ser simples anécdotas. Nos engañan y nos manipulan, no debemos permitírselo ni un día más, ellos son los guardianes de la llave de nuestras cadenas infernales. Entretienen nuestro pensamiento con debates sin importancia y nos imponen su opinión evitando cuestiones tan simples que les hacen temblar de terror: ¿Cómo vivir mejor? ¿quién y qué nos lo impide?. Pre36

Ediciones apestosas un siglo más tarde, teme los efectos: “El despotismo me parece particulardeseaba, Tocqueville, mente temible en las épocas democráticas (…) En los siglos de igualdad, cada individuo está naturalmente aislado (…) Se le pone fácilmente aparte, se le pisotea fácilmente”. L@s monárquic@s sostenían que la ausencia de un orden jerárquico provocaría un fuerte aislamiento de las personas, hasta el punto de que sólo un estado implacable puede unificar la sociedad. Est@s verdug@s se equivocaban considerando que el despotismo habría tomado siempre la apariencia de un dictador, en cuanto ha acabado por asumir una fisonomía más bien impersonal. Sin su función social convertida en indispensable, se reduce al Estado a su aspecto político de represión o al de regulador de la economía. ¿Cómo explicar entonces que sea aceptado y juzgado esencial, a pesar de su aspecto opresivo? Es inevitable que en cada estado las relaciones y los actos más sencillos se transformen o en relaciones mercantiles o en actos administrativos. Lo peor no es tanto que el Estado prohíba y obligue como que esté siempre presente. El Estado se erige por encima de l@s hombres/ mujeres; trabaja de buena gana por su “felicidad”, pero quiere ser el único agente y el único arbitro. Prepara su seguridad, prevé y asegura sus necesidades, facilita sus placeres, dirige sus principales negocios, les conduce sus industrias, regula sus sucesiones, divide sus herencias. Si pudiese, les quitaría del todo la molestia de pensar y el esfuerzo de vivir, llegando a ayudar a aquellas categorías sociales que en otro tiempo la sociedad tomaba a su cargo, ya que la aplicación pura y simple de la lógica de mercado y salarial dejaría morir de hambre a un buen número de viej@s, enferm@s, y otr@s “desfavorecid@s”. Su opresión viene dada precisamente por esta sustitución suya de la actividad humana, a través de la cual adquiere su poder, reduciendo toda una serie de actos “naturales” (como podrían ser considerados el calentarse, el dar a luz o ser solidari@) a un servicio público. La división social se ha hecho algo indispensable por la incapacidad de los hombres y mujeres para satisfacer sus propias necesidades vitales.

También la escuela se halla entre los elementos constitutivos de este sistema; sólo el Estado moderno la desarrolla hasta el nivel sorprendente hoy alcanzado. Aprender se ha transformado en un problema gigantesco que presupone un enorme aparato y una poderosa burocracia. En los países “subdesarrollados”, enseñando a desaprender el trabajo agrícola, el sistema escolar pone las bases de una sociedad capitalista: destrucción de la cultura alimentaria, creación de proletari@s obligad@s a convertirse en asalariad@s. El capital desarraiga al hombre/mujer y hace de él/ella un/a inválid@ sin el apoyo del Estado. La originalidad de Occidente está en el haber creado un Estado que vive en paralelo a su economía, al mismo tiempo causa y efecto de una acumulación de medios de producción desconocida en Oriente, lo cual le permite sobrevivir a las conquistas y las crisis políticas. En Asia, se podía destruir un Estado arrasando alguna ciudad; el Estado actual vive de otra fuerza, como se puede 17


insurrección

Ediciones apestosas

ver por las ruinas de las guerras modernas y de la facilidad con la que se reconstruye en cada ocasión.

Del sabotaje como una de las más bellas artes.

Dictadura y democracia Contrariamente a la difundida mitología de izquierda, las formas políticas democráticas y dictatoriales se suceden y se generan recíprocamente, sin intervención proletaria directa. Las dictaduras no llegan al poder después de haber vencido a l@s explotad@s insurrect@s en el curso de las luchas de la calle: son las democracias y todo el movimiento reformista (político y social) quienes vencen a l@s revolucionari@s, con las armas y el timo electoral. Quien hace de la reacción militar el coco, como si se tratara de la única forma de contrarrevolución, debe reflexionar sobre el hecho de que no se derrota al proletariado sólo con la acción militar. Es cuando el proletariado está ya vencido socialmente que la contrarrevolución se torna militar y por lo tanto violenta. El fascismo italiano se enfrentó a l@s trabajador@s agrícolas e industriales, mas triunfó sólo después de que l@s trabajador@s hubiesen sido dividid@s por las votaciones, por los intentos de conciliación de l@s socialistas y por la intervención material del Estado democrático. Las dictaduras no caen bajo los disparos de las masas por fin amotinadas contra la tiranía. Ceden por sí solas el puesto a la democracia. En Italia fue el propio régimen quien retiró los poderes al “dictador” Mussolini, quien decidió un retorno progresivo a la democracia, tomando contacto a tal fin con los partidos de la oposición hasta entonces proscritos y abriendo negociaciones con los Aliados para dejar listo el cambio. En el 45, en Alemania, fue la derrota militar la que hizo caer el régimen, que los Aliados sustituyeron por sus propios dirigentes, tanto en el Este como en el Oeste, antes de que los dirigentes “nacionales” retomasen las riendas del poder. En 1975, en Grecia, la caída de Chipre y la presión americana obligaron a los coroneles a dejar el puesto a los demócratas (por lo demás éstos más bien de derechas) que esperaban su turno en el exilio y que fueron, naturalmente, a ocupar su nuevo puesto. Algo similar ocurre en Portugal y España. En tiempos más recientes, algunas facciones de poder en países como Chile, Filipinas o Sudáfrica han comprendido que la vieja fórmula política no se sostenía ya y han tomado la iniciativa de un cambio de régimen para volverlo más “suave”, proceso todavía en curso. A pesar de, y gracias a algunas oposiciones aún presentes, la puesta en marcha de una democratización progresiva, controlada y más racional se puede considerar ya imparable en diversos países. Ha una lógica igual de rigurosa tanto en “los suicidios de la democracia” como en los consiguientes “retornos” de la democracia. No se trata más que de un reparto de tareas y de una concentración en el tiempo de la violencia necesaria para liquidar la oposición que obstaculiza la buena marcha del sistema. La política, entendida en el sentido clásico del “arte de gobernar”, ha considerado siempre la dictadura como un medio excepcional adoptado por el Estado en caso de extrema urgencia, como una guerra civil o una grave crisis económica y social. En tales cir18

I.nstituto A.sturiano de V.andalismo C.omparado) (Una contribución a la actualización de la teoría de la práctica del sabotaje). 1.

“¿Quién reavivará los violentos torbellinos de fuego sino nosotros y aquellos que creemos hermanos? ¡Venid! Novelescos amigos: Esto va a gustarnos. ¡Jamás trabajaremos, oh oleajes de fuego!” “Que este mundo reviente. Es la verdadera senda. ¡Adelante, en marcha!” A. Rimbaud (1854-1891) La extensión del sabotaje, el incremento de su práctica, a mayor o menor escala a lo largo y ancho del señorío de la mercancía es un hecho consumado. La quema de cajeros automáticos, la inutilización de cerraduras en los centros de producción y distribución, la rotura de lunas, el incendio de ETT´s, Inem´s, el sabotaje a las infraestructuras del capitalismo (TAV, pantanos, autopistas o constructoras)… son prácticas ofensivas frente a la colonización de nuestra vida por el capitalismo en su forma más avanzada - el espectáculo integrado. Las llevan a cabo personas hartas de sobrevivir como mercancías (su vida reducida a los imperativos económicos) y desencantadas de la falsa oposición (más falsa y menos oposición a cada segundo) - partidos y sindicatos que quieren gestionar nuestra miseria e integrarnos en un modo de producción que nos niega cualquier participación en las decisiones que nos afectan directamente y ayudan a esclavizarnos mutilando cualquier gesto de negación del existente. El espectáculo escribe el guión y reparte los papeles: obrero, profesor, estudiante, ama de casa, padre, madre, hijo, hija, parad@, policía, militar, artista, humanitario, intelectualoide… la mayoría de las personas con diversos roles a lo largo de 24 horas por lo que su existencia es, si cabe, más terrible todavía. Cada un@ con su cuadro neurótico-esquizoide y que responderá a los estímulos lanzados desde el poder de la manera esperada. Toda la actividad social es planificada para reforzar el espectáculo ralentizando su proceso imparable de descomposición. Como no queremos oír los rechinares de l@s sufrid@s militantistas de cualquier organización, que conste que no estamos en contra de la organización en sí, sino de la organización como un fin en si mismo, como cristalización de cualquier ideología y como órgano separado, representante de la clase. Estamos por la auto-organización autónoma de l@s explotad@s. La 35


insurrección para presenciar la lucha desde el principio hasta el final, sino que debería identificar los aspectos individuales de la lucha y tenerlos en cuenta en sus conclusiones de ataque. También, debemos alejarnos de la imagen estereotipada de las grandes luchas de masas y del concepto del crecimiento infinito de un movimiento que está para dominar y controlarlo todo. - La relación con la multitud de explotad@s y excluid@s, no puede ser estructurada como algo que debe resistir el paso del tiempo, es decir basarse en el crecimiento sin fin y en la resistencia contra el ataque de los explotadores. Debe tener una dimensión específica más reducida, una que sea decididamente una relación de ataque y no de retaguardia. - Podemos comenzar a construir nuestra lucha de tal manera que las condiciones de la revuelta puedan emerger y el conflicto latente pueda desarrollarse y sacarse hacia el exterior. De esta manera se establece un contacto entre la minoría anarquista y la situación específica donde puede desarrollarse la lucha. 7. LO INDIVIDUAL Y LO SOCIAL: individualismo y comunismo, un falso problema. - Tomamos lo mejor del individualismo y lo mejor del comunismo. - La insurrección comienza con el deseo de l@s individuos de romper con las circunstancias forzadas y reguladas, el deseo de reapropiar la capacidad de crear nuestra propia vida como creamos adecuado. Esto requiere que venzan la separación existente entre ellos y sus condiciones de existencia. En el lugar donde un@s poc@s, l@s privilegiad@s controlen las condiciones de existencia, no será posible para la mayoría de l@s individu@s decidir realmente su existencia en base a sus decisiones. La individualidad sólo puede proliferar donde la paridad de acceso a a las condiciones de existencia son una realidad social. Esta igualdad de acceso es el comunismo; lo que l@s individuos hacen con ese acceso está limitado por ell@s mism@s y por aquell@s que le rodean. De tal manera que no hay igualdad o identidad de l@s individu@s implícita en el comunismo verdadero. Lo que nos fuerza a buscar una identidad o la igualdad son los roles sociales impuestos por el sistema actual. No hay contradicciones entre individualidad y comunismo. 8. NOSOTR@S SOMOS L@S EXPLOTAD@S, somos la contradicción: no es tiempo de esperar. - Ciertamente el capitalismo contiene profundas contradicciones que lo empujan hacia metodologías de adaptación y evolución, dirigidas hacia la evasión de las crisis periódicas que le afligen; pero no podemos permanecer pasiv@s en espera de esas crisis. Cuando ocurran serán bienvenidas si favorecen el proceso insureccional. Como explotad@s, sin embargo, somos la principal contradicción del capitalismo. Por ello cualquier momento es siempre el adecuado para la insurrección, precisamente por ello podemos percibir que la humanidad podría haber acabado con la existencia del estado en cualquier momento de su historia. Una ruptura en la reproducción continua de este sistema de explotación y opresión ha sido siempre posible. Killing King Abacus #2 34

Ediciones apestosas cunstancias el pluralismo democrático, el parlamentarismo, los partidos de masas y los sindicatos, que en otros momentos son incluso eficaces para contener el empuje revolucionario, pueden crear una situación de confusión, no ciertamente revolucionaria, pero que impediría una reinstauración rápida y adecuada del orden. Entonces la dictadura se vuelve fundamental para disciplinar a la sociedad, desarrollar la economía, aplacar los antagonismos generados, imponer la paz social. Carácter esencial de la dictadura la concentración de todos los poderes-político, militar, económico, administrativo- en manos de un único individuo o un pequeño grupo a cuyo arbitrio se deja por completo la dirección y gestión de la nación. Sin control ni vínculos de tipo legal, la dictadura no tienes por qué temer situaciones embarazosas durante su actividad de gobierno y puede utilizar mano dura para salir de la crisis. El fascismo fue un ejemplo de esta concentración forzada en países –como Italia y Alemania- en los cuales la unidad política era frágil, con la cuestión nacional mal resuelta, y en los cuales el movimiento obrero reformista había asumido demasiada importancia tras los momentos revolucionarios que había frenado (la ocupación de fábricas en Italia y el movimiento de los consejos en Alemania). El antifascismo quiere empujar al poder (según los casos) a volverse o a permanecer democrático, para impedirle que se haga la dictadura. Pero las formas políticas del Estado dependen de las necesidades del momento: los partidos reformistas, l@s trabajador@s, las masas no pueden hacer nada, suponiendo que quisieran hacer algo. No existe un “elección” hacia la cual l@s trabajador@s podrían dirigirse o ser dirigid@s a la fuerza. En ciertas fases, la organización estatal no puede seguir siendo pluralista, debe centralizar por la fuerza los componentes de la sociedad, hacerlos converger bajo una única dirección. Pero este exceso de poder de los gobiernos dictatoriales determina un carácter de provisionalidad. Un poder excesivo y sin control, estando particularmente influenciado por las cualidades de los individuos que lo encarnan, está mucho más sujeto a caer en errores que lo condenen a muerte. Además, con el paso del tiempo, la dictadura se crea muchos enemigos incluso entre las clases más acomodadas, las cuales pasado el peligro que hizo necesaria la instauración de la dictadura- sienten la necesidad de liberarse del absolutismo, a fin de disfrutar del privilegio y del poder. Es entonces cuando la democracia retoma las riendas del Estado. He aquí por qué en este juego de alternancias la dictadura aparece simplemente como una especie de “cura” para una democracia enferma, un terrible desfogue de sudor para sanar la fiebre. El secreto del paso de la democracia al fascismo, y viceversa, se puede resumir fácilmente en la fórmula: “cambiar el régimen para salvar el Estado”. De hecho eso es exactamente lo que hacen en alternancia el advenimiento de las dictaduras y el retorno de las democracias a la cabeza del Estado, que aún así se presentan a cada ocasión como una “victoria de la clase trabajadora”. Esta impostura se ha vuelto posible por el hecho de que ambas, dictadura y democracia, se presentan como superación de una situación social ya insoportable. Como diciendo “mejor la dictadura al desorden social y mejor la democracia a la tiranía”. Estas dos formas de gobierno no sólo son similares por corresponder ambas a una necesidad 19


insurrección contingente del Estado, sino que tienen más cosas en común. Por ejemplo todos los regímenes de cualquier continente organizan, más o menos a largo plazo, un simulacro de vida parlamentaria. Desdeñoso del “parlamentarismo podrido”, Hitler mantiene hasta el momento de la guerra una ficción de Reichstag soberano. En 1939 le hace votar la declaración de guerra, por otra parte no sin recurrir a un subterfugio ridículo: faltando demasiados diputados, hizo ocupar los puestos vacantes por funcionarios del partido. Stalin -y luego las democracias populares- han tenido que reproducir las formas electorales, vaciadas de todo significado. El partido único no era el único en liza, había candidatos “sin partido” y, en las democracias populares, partidos satélites distintos al PC, todo para obtener un resultado positivo casi unánime. La fuerza-necesidad del régimen no está sólo en encontrar los jefes o una mayoría, sino también una oposición, en dotarse de un lugar donde poner en escena sus incertidumbres. La vida política en su conjunto es modelada según esa necesidad. En los países democráticos está vigente la alternancia de partidos cuyas acciones son poco menos que idénticas, pero que tienen el valor no desdeñable de representar soluciones diversas. El tan cacareado pluralismo no impide de todos modos la presencia de personalismos que no por casualidad son considerados “pequeñas dictaduras”. El caso de políticos como Andreoti [1] o Craxi [2] en Italia es ejemplar, y debe notarse como la crítica a su actuación es dirigida precisamente en nombre de la democracia. Que se puedan aprovechar estas “evoluciones” para manifestarse sobre un terreno subversivo o simplemente para poner en aprietos las racionalizaciones del poder político y económico no ha de excluirse, pero eso no asegura una perspectiva revolucionaria en la medida en que no se plantea más allá de la contraposición democracia/dictadura. El dominio no es nunca tan fuerte como cuando consigue movilizar a las masas en su provecho, convenciéndolas incluso de combatir por ellas mismas. La tensión social presente hoy en Italia puede ser considerada un claro ejemplo. La fuerte “crisis” económica, aún en curso, que ha provocado despidos masivos, huelgas, enfrentamientos más o menos violentos -por lo menos en apariencia- si por un lado parece turbar los dulces sueños del Ministro del Interior, por otro muestra su inofensividad desde el momento en que es reivindicado el derecho al trabajo, exactamente aquello sobre lo que se basan el Capital, el Estado, la explotación. Medio de ganarse la supervivencia en una relativa indiferencia al qué hacer para ello, el estado de asalariado necesita de una organización externa al trabajo, una organización que sea un encuadramiento contra la fuga adelante que dejaría atrás el trabajo. Un órgano externo es necesario para recomponer la unidad de la producción y asegurarle su ejecución, y este órgano es el Estado. Pedir trabajo significa pedir la presencia del Estado.

La Izquierda y el Estado Los debates en los partidos de izquierda se reinician discutiendo sobre las polémicas de principios de siglo. 20

Ediciones apestosas proyectos, no obstante no divinizamos la ilegalidad ni la transformamos en algún tipo de religión con sus mártires; es simplemente un método y a menudo un método adecuado. 6. ORGANIZACIÓN INFORMAL; sin revolucionari@s o activistas profesionales, sin organizaciones permanentes. De los partidos/sindicatos a la autoorganización: - Dentro del movimiento revolucionario existen diferencias muy profundas: la tendencia anarquista hacia la calidad de la lucha y su autoorganización y la tendencia autoritaria hacia la cantidad y la centralización.

- La organización se emplea para tareas concretas: por ello estamos en contra de los partidos, sindicatos y de las organizaciones permanentes, todos ellos actúan para sintetizar la lucha y convertirla en elementos de integración para el capital y el Estado. Su fin pasa a ser su propia existencia, en el peor de los casos primero construyen la organización y después encuentran o crean la lucha. Nuestra tarea es actuar; la organización es sólo un método. Por ello nos oponemos a la delegación de la acción o de la práctica a una organización: necesitamos generalizar la acción que nos dirija hacia la insurrección, no controlar las luchas. La organización no debe servir para la defensa de ciertos intereses, sino para atacar ciertos intereses. - La organización informal se basa en un número de compañer@s unid@s por la afinidad; su elemento propulsor es siempre la acción. Cuanto mayor sea el número de problemas, est@s compañer@s los enfrentarán como una unidad, aumentando así su afinidad. Sabemos que la organización real, la capacidad efectiva de actuar junt@s, sabiendo donde encontrar al otr@, analizando y estudiando los problemas junt@s, pasando a la acción, todo tiene lugar en función de la afinidad alcanzada y no tiene nada que ver con programas, plataformas, banderas o partidos más o menos camuflados. La organización anarquista informal es por lo tanto una organización singular que se aglutina entorno a una afinidad común.

La minoría anarquista y l@s explotad@s y excluid@s: Nosotro@s somos l@s explotad@s y excluid@s, y por eso nuestra labor es actuar. Aunque algun@s critiquen que toda acción que no es parte de un movimiento social visible y amplio sea “actuar en nombre del proletariado”. Por ello, aconsejan analizar y esperar, en lugar de actuar. Supuestamente, nosotr@s no somos explotad@s al lado de explotad@s; nuestros deseos, nuestra rabia y nuestra impotencia no son parte de la lucha de clases. Esto no es más que otra separación ideológica entre los explotad@s y l@s subversiv@s. - La minoría anarquista activa no es esclava de los números sino que continúa actuando contra el poder incluso cuando el conflicto de clases se encuentra a un bajo nivel dentro de l@s explotad@s de la sociedad. La acción anarquista no debe en consecuencia aspirar a organizar y proteger al conjunto de la clase explotada, en una amplia organización 33


insurrección sociedad actual. Las luchas auto-organizadas son por naturaleza incontrolables cuando se esparcen a través del contorno social. 3. DESCONTROLABILIDAD versus revuelta controlada: la propagación del ataque. - Nunca es posible conocer el resultado de una lucha concreta por adelantado. Incluso una lucha parcial puede llegar a tener las consecuencias más inesperadas. El camino desde varias insurrecciones que puedan tener lugar -parciales y específicas- hasta la revolución, no puede estar garantizado de antemano por ninguna estrategia a seguir. - Lo que el sistema teme no son estos actos de sabotaje en sí mismos, si no que se extiendan socialmente. Cada individu@ proletarizad@ que dispone incluso de los métodos más modestos puede alcanzar sus objetivos, sol@ o junto a otr@s. Es materialmente imposible para el Estado y el capital vigilar el aparato de control que opera sobre todo el territorio social. Cualquiera que quiera realmente combatir las redes del control, puede llevar a cabo su propia contribución teórica y práctica. La aparición de los primeros eslabones rotos coincide con la propagación de los actos de sabotaje. La práctica anónima de la auto liberación social puede expandirse hacia todos los campos, rompiendo así los códigos de prevención introducidos en su lugar por el poder. - Las pequeñas acciones, por consiguiente, fácilmente reproducibles, requieren de métodos no sofisticados al alcance de cualquiera, son por su simplicidad y espontaneidad incontrolables. Por ello se mofan incluso de los desarrollos tecnológicos más avanzados de la contra-insurgencia. 4. CONFLICTIVIDAD PERMANENTE versus mediación con las fuerzas institucionales. - La conflictividad debe verse como un elemento permanente en la lucha contra aquell@s que tienen el poder. Una lucha que pierda este elemento termina empujándonos hacia la mediación con las instituciones, creciendo acostumbrad@s al hábito de delegar y creyendo en una emancipación ilusoria consumada por decreto parlamentario, hasta el punto de llegar a participar activamente en nuestra propia explotación. - Deberían quizá ser razones individuales las que nos hicieran dudar sobre el intento de alcanzar nuestros propios objetivos con métodos violentos. Pero cuando la no violencia viene a ser elevada al nivel de principio de no violencia y la realidad está dividida entre “buenos” y “malos”, los argumentos dejan de tener valor, y todo se ve en términos de sumisión y obediencia. Los dirigentes del movimiento anti-globalización, a través del distanciamiento y denunciando a otr@s, han dejado claro una cuestión: que entienden sus principios como una demanda de poder sobre el movimiento como un todo. 5. ILEGALIDAD; la insurrección no es solamente robar bancos. - El anarquismo insureccionalista no es una ética de la supervivencia: tod@s sobrevivimos de varias formas, a menudo en compromiso con el capital, dependiendo de nuestra clase social, nuestro talento o nuestros gustos. Naturalmente no nos oponemos al uso de métodos ilegales para liberarnos de las cadenas del trabajo asalariado para así vivir y poder realizar nuestros 32

Ediciones apestosas La socialdemocracia alemana se constituyó en parte como reacción hacia quien había canjeado el apoyo de los trabajadores a Bismarck por una mejora de sus condiciones. Rápidamente legalizado, el partido socialista adopta la misma postura. Bernstein confía en una evolución progresiva del Estado, que se podría abrir a una discusión democrática y estimular derechos y reformas cada vez más numerosos. En contraste, Kautski sostiene que el Estado es una estructura de clase y no puede ser reformado desde dentro, a pesar de lo cual no le dirige una crítica efectiva, terminando por proponer otro Estado que ocupe el puesto del existente, pero animado por el movimiento obrero y sus propios intereses -obviamente tras haber superado el estadio del conocimiento científico. Además se detiene, entre otras cosas, en la renovación del parlamentarismo. Lenin disocia la revolución en “comunistización” (que deja aparte reduciéndola a la electrificación) y la creación de un nuevo órgano dirigente administrativo. Las posiciones de Bernstein, Kautski y Lenin contradiciendo el tan cacareado hundimiento de las ideologías sirven de modelo a todas las variantes que se han visto y que se ven todavía hoy en los partidos estalinistas, socialistas y en los grupos de izquierda, así como en sus debates. Estas posiciones se fusionan hoy hasta tal punto de que es imposible desgajarlas. Desde la mitad del siglo XIX, el movimiento obrero oficial ha querido al mismo tiempo hacerse reconocer por el Estado e integrarse en él. Desprovista de una base económica -a diferencia de la burguesía- la burocracia obrera no tiene otro medio para promoverse y acceder al control de los medios de producción que entrar en el Estado y aumentar la intervención de éste. Incluso en países donde el movimiento obrero es una potencia financiera, como en Alemania -donde los sindicatos poseen uno de los principales bancos del país- siempre se ha esforzado en penetrar en el Estado para disponer de un control más directo sobre el capital. Por otra parte es requetesabido que para la izquierda la gestión pública es preferible a la privatización, pero porque considera que es más fácil influenciar y engrasar los engranajes estatales que los de la economía privada. Así, se las arreglará para denunciar las “maniobras de la patronal” sobre este o aquel sector, exigiendo que el Estado sea su único responsable. Fiel sierva de las instituciones, la izquierda se limita a reprochar al Estado que la excluya. Si en un tiempo l@s estalinistas, que siempre han reconocido el poder del Estado, se batían para transformarlo en un “Estado obrero”, hoy, para estar acordes con los tiempos, concluyen que es necesario democratizarlo. Habiendo el Estado invadido toda la sociedad, hasta el punto de que las luchas sociales se desarrollan en su interior, deducen de ello que el Estado ya no debe ser conquistado, sino ocupado. No es ya ni siquiera el “Estado instrumento de clase”, sino un espacio social donde intervenir a cualquier precio. La más pequeña oposición, todo matiz antagonista por mínimo o ilusorio que sea, va poco a poco desapareciendo con la decadencia de las vetustas ortodoxias ideológicas, que son sustituidas por el crudo realismo político. Un estalinista moderno y flexible como Occhetto [3] muy bien puede ser considerado como hombre 21


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del futuro, mientras que un estalinista anticuado y rígido como Cossuta [4] es ya un hombre del p a s a d o . Todas las tendencias de la izquierda se unen para promover su intervención dentro del Estado, y si es posible a su cabeza. No es por eso extraño que los partidos de izquierda no hayan hecho nunca una crítica del Estado. La costumbre, también progresivamente adquirida, a la tutela integral, sirve a fin de cuentas para destruir cualquier iniciativa individual; si se espera todo del Estado, después, al primer movimiento de fuerzas, se exige todo de El, atribuyéndole todas las responsabilidades. Lo que la izquierda protesta del estado es en cierta forma que no sea como debiera. Lo quiere paterno y conciliador; imparcial, por tanto independiente de la división en clases de la sociedad; justo, esto es fuera de la realidad de la historia de la lucha de clases; neutral, por tanto patrimonio común de todos; desea que sea el educador del pueblo.

se necesita es un amotinamiento expansivo y la propagación de la subversión entre l@s explotad@s y excluid@s.

La izquierda que espera todo del estado y de sus fieles servidores (Di Pietro [5] como ejemplo) se queda como el mejor defensor del Estado -providencia y por tanto lo acepte o no- del Estado fuerte. Paradójicamente, a parte del anarquismo, que se ha quedado sin embargo marginal, ha entregado la crítica aparentemente más radical de las instituciones a las fracciones más extremistas de la derecha.

- El estado del capital no va a “esfumarse”, como parece ser que much@s anarquistas creen al no sólo atrincherarse en posiciones abstractas de “espera”, sino incluso posicionándose claramente en contra de los actos de aquell@s para quienes la creación de un nuevo mundo depende de la destrucción del viejo. El ataque es el rechazo a la mediación, al apaciguamiento, al sacrificio, a la acomodación y a la transigencia.

Equiparando la dictadura a un proceso de “fascistización” cada vez más amenazador y el “comunismo” a una liberación democrática, la izquierda glorifica la democracia, pasa cerca [6] de la crítica al Estado y aplaza la cuestión social. La cuestión de las relaciones sociales, de la naturaleza de la actividad productiva, del contenido de la vida, se diluye en la reivindicación de derechos cada vez más numerosos: es necesario poder hacer esto y aquello. Pero quien habla de derechos habla de una fuerza que los otorga, los limita y sanciona su norespeto. La idea de derecho implica la de deber: por tanto es precisamente una multiplicación de deberes lo que la izquierda reivindica. Para consentirnos ser “libres” el Estado debe intervenir cada vez más en todos los aspectos de la vida. Totalitarismo declarado y movimiento democrático se hacen así, tanto uno como otro, paladines del Estado: el primero para que sea fuerte, el segundo para que nos tome bajo su ala protectora, lo que es lo mismo.

- Es a través de la acción y de aprender a actuar, y no de la propaganda, como abriremos camino hacia la insurrección, a pesar de que la propaganda tenga un papel importante en la clarificación de cómo actuamos. Esperar sólo enseña a esperar; actuando un@ aprende a actuar.

La sociedad civil Es el conjunto de l@s individu@s que se quieren arrastrar por la democracia totalitaria de una sociedad uniforme, en la que cada cual, adecuadamente representado , está convencido de que sus propios intereses particulares coinciden con el interés general. Entre el individuo atomizado y la sociedad representada por el Estado, existe una increíble cantidad de reagrupamientos intermedios -familia, empresa, sindicato, partido, colectividades locales, asociaciones de vecinos, agrupaciones de consumidores, etc. La dictadura los reorganiza con la fuerza y los controla directamente. La democracia les hace jugar su propio juego, a favor de la sociedad entera. 22

En este texto aclaramos algunas ideas que nosotr@s y otr@s anarquistas insurreccionalistas hemos trazado a partir de este problema general: si el Estado no va a desaparecer por sí mismo, ¿cómo podemos entonces acabar con su existencia? Es por consiguiente, en primer lugar una práctica enfocada a la organización del ataque. Estas notas no son un producto cerrado o finalizado; esperamos que sean parte de una discusión continua por lo que serán bienvenidas las respuestas. La mayoría de estos apuntes proceden de números antiguos de la revista Insurrection y de panfletos de Elephant Editions.

1. EL ESTADO NO VA A DESAPARECER; DEBEMOS ATACAR.

- La fuerza de una insurrección es social, no militar. La medida para evaluar la importancia de una revuelta generalizada no es la clase armada, sino por el contrario la dimensión de la parálisis de la economía, de la normalidad. 2. AUTO-ACTIVIDAD versus revuelta dirigida: de la insurrección a la revuelta. - Como anarquistas, la revolución es nuestro punto constante de referencia. Precisamente porque es un evento concreto, debe ser construido diariamente a través de un gran número de modestos intentos que no tienen todas las características liberadoras de una revolución social en un sentido estricto. Estos intentos modestos son insurrecciones. En ellos, el alzamiento de la mayor parte de l@s explotad@s y excluid@s de la sociedad y las minorías sensibilizadas políticamente abre el camino hacia que una posible implicación de estratos cada vez más amplios de explotad@s genere un flujo de rebelión que pueda conducir a la revolución. - Las luchas deben desarrollarse, tanto a largo plazo como intermedio. Es necesario el planteamiento de estrategias claras para permitir así la utilización de métodos diferentes de una manera coordinada y productiva. - Acción autónoma: la autogestión de la lucha significa que aquell@s que luchan son autónom@s en la toma de decisiones y en sus actos; justamente lo opuesto a una organización de síntesis que siempre intenta tomar el control de la lucha. Las luchas sintetizadas dentro de una única organización que las controle son fácilmente integradas dentro de las estructuras de poder de la 31


insurrección Yo opino que la revolución es necesario hacerla y no esperarla. He aquí por qué cualquier acto contra el Estado y contra los demás pilares del actual régimen es necesario y por tanto plausible… El sentido de la vida en toda su plenitud, en el ambiente en el que vivimos, forma esta corriente de acción que hace temblar a los esbirros del orden constituido. ”

(Josefina A Scarfó, alias de Severino Di Giovanni) Notas 1) Andreoti: uno de los jefes de la Democracia Cristiana desde los años 40, un gran hombre de Estado (NdT). 2) Craxi: jefe del Partido Socialista, fue durante los años 80 presidente del Consejo de Ministros, hoy refugiado en Túnez por el escándalo de Manos Limpias, que de hecho ha supuesto una cierta regeneración de poderes políticos a través de la acción judicial. (NdT). 3) Occheto: Secretario General del Partido Democrático de la Izquierda, ex PCI. 4) Cossuta: Secretario General de Refundación Comunista, Ex PCI. 5) Di Pietro: cabeza visible de Manos Limpias, fiscal. Luego metido a política. 6) Pasa cerca: sin ni siquiera rozarla. (NdT). 7) SISDE: CESID italiano. 8) Nuevas organizaciones sindicales italianas surgidas en los 90. (NdT). Este texto fue publicado en Madrid, en febrero de 1999.

Algunas notas sobre anarquismo insurreccionalista -Killing King AbacusUna ruptura en la reproducción continua de este sistema de explotación y opresión ha sido siempre posible. El anarquismo insurreccionalista no es una solución ideológica a todos los problemas sociales, no es un artículo del mercado capitalista de las ideologías y opiniones, sino una praxis continua que tiene como objetivo acabar con la dominación del Estado y la continuidad del capitalismo, y que requiere para avanzar del análisis y la discusión. No buscamos una sociedad ideal u ofrecer una imagen de utopía para consumo público. A lo largo de la historia, la mayoría de l@s anarquistas, excepto aquell@s que creen que la sociedad puede evolucionar hasta el punto de dejar al estado al margen, han sido anarquistas insurreccionalistas. De una forma más simple, esto quiere decir que creemos que el estado no va simplemente a desaparecer, por lo que l@s anarquistas deben atacarle para que sea derrotado; lo que 30

Ediciones apestosas El principio de la democracia es permitir la “libre” iniciativa de l@s individu@s y grupos, sabiendo bien que están bajo un marco de explotación y opresión en el que la lógica del valor y del salario, por un lado, y la del consenso y la costumbre de delegación, por otro, acaban por imponérseles sin obligación externa ellos actúan para el mantenimiento del Estado, al cual no consiguen renunciar. El programa de la izquierda prevé compensar la fuerza del Estado con la de las organizaciones de masas en las cuales los individuos se encuentran sobre la base de su trabajo, su domicilio, de sus intereses como consumidor@s y de usuari@s. Que cada un@ participe en la vida de la ciudad y de la nación, reivindique, milite para aumentar las competencias de su propia organización: he aquí en qué consiste cambiar la vida! La militancia ha perdido su carácter estrictamente ideológico y la “sociedad civil” ha reemplazado al “partido” como referente de la actividad política de l@s individu@s. Sólo la alienación sigue siendo la misma. He aquí donde la izquierda es totalitaria, a través de esta participación generalizada, más que en los Gulags de triste recuerdo. La dictadura no se expresa a través de la CIA o el SISDE [7] o los varios servicios secretos, sino más bien en el intento de ofrecer a cada individu@ un poder ilusorio, de hacerle participar en decisiones que de todas formas están tomadas de antemano, ya inscritas en la lógica del dominio, hasta tal punto omnipresente en las estructuras materiales y en las relaciones humanas como para penetrar incluso los comportamientos y las conciencias. Así por ejemplo se concede el “derecho a la palabra” para evitar una efectiva y más eficaz contestación, de manera que una especie de liberación del lenguaje sustituye a una emancipación real. El poder bien sabe transformar la revuelta en discurso y se nutre de todas las aspiraciones a una subversión de la sociedad: la explosión del Mayo del 68 fue realista en la búsqueda, de los medios que han permitido reintroducir el juego y restituir nueva savia al funcionamiento de las grandes organizaciones. Todos, incluso el PC, el ejército y la Iglesia católica, sufrieron este contragolpe del mayo que, si bien turbó su sueño habitual, les abrió de todos modos las vías a una feliz transformación. El dominio se ceba de todo aquello que tiende a destruirlo: la revolución impotente nutre la contrarrevolución. He aquí por qué, aun cuando las provoca él mismo, el Estado teme las formas dictatoriales, puesto que le privan de la intervención activa de los hombres en su funcionamiento. La dictadura tiende a volver a los explotados pasivos, mientras que la democracia reposa, en principio, sobre su capacidad de reorganizar dinámicamente al menos una parte de su actividad Pero el capital, al mismo tiempo que pone en movimiento a aquellos que le sirven, los vuelve igualmente pasivos. Vive de nuestra participación y la frena al mismo tiempo. Exige una iniciativa de los trabajadores en calidad de implicados, pero la reprime apenas se realiza. Ofrece actividades, volviéndolas de todas formas inviables. Lo que más cuenta para el Estado y el capital es ofrecer una participación que resulte útil sólo a su existencia. La burocracia estatal organiza lo que es realizado por cuerpos extraños al Estado (individuos, 23


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empresas, etc.). Para organizar debe conocer. Para aplicar de la mejor manera sus propias reglas, debe vigilar. Pero para dirigir la sociedad, consagra una parte considerable de sus esfuerzos a dirigirse a sí mismo. El resultado es relegar a l@s individu@s a una condición de sujetos pasivos, dejándoles difícil la más mínima iniciativa.

invencibilidad del Estado, las “crueldades” de una revolución, el calorcito del hogar, han convencido a much@s a declarar difunto el proyecto revolucionario, apoyando todas las esperanzas para la construcción de la anarquía en la actuación de una desarrollada y universal democratización.

En la esfera política, lugar de la división de poderes, la actividad que le concierne ocupa las fuerzas sociales hasta el punto de desperdiciar sus energías. De vez en cuando alguien se propone como garante de los límites de un juego que no hay que superar: esto contribuye a salvaguardar un cierto equilibrio.

Otr@s están recorriendo el camino opuesto. Dándose cuenta de que “el sol del porvenir” no brilla como antaño, han decidido que la anarquía o la revolución han sido superadas por la realidad de las cosas y es por la democracia, por supuesto directa y todo lo abigarrada que se pueda, que vale la pena combatir. También hay quien, percatándose de que el Estado ha penetrado hasta el inconsciente de l@s individu@s, deducen brillantemente que no vale ya la pena combatirlo, “porque después de todo no serviría de nada”.

En este contexto, los proyectos de reforma para hacer el Estado cada vez más social, colocándolo al nivel de los ciudadanos, no pueden regular nada. La revitalización del Ayuntamiento, el municipalismo, no podrá dar algún vigor a un proyecto social ya muerto: regulará a lo sumo algún asunto menor ante la población y el concejo municipal ofrecerá como mucho un espectáculo público de sesiones donde el humo de la cháchara sofocará los problemas reales de los ciudadanos. Similares reformas descentralizarían las estructuras del Estado dejando intacto su poder: sus medios de acción se habrían multiplicado, los de l@s individu@s dispersado. El mundo militante y político no pide nada mejor: toda esta gentuza quiere el poder. Si se crea una comisión de barrio, he aquí un puesto más donde hacer acto de presencia e intervenir. La dictadura del Estado tiende a reforzar los procedimientos democráticos y su formalismo; la circulación mercantil por toda la sociedad permite al capital ejercitar su presión por doquier sin recurrir permanentemente a la coacción. Totalitarismo burocrático y “autogestión” popular coexisten a menudo en el programa de las izquierdas. El uno y la otra son pretensiones asistenciales nacidas de la incapacidad del Estado tentacular para resolver los problemas sociales. Los alicientes estatales y autogestionarios se nutren mutuamente: en el nombre del orden y de la justicia, el Estado quiere reunir los elementos de la sociedad cuya descomposición provocaría por doquier confusión y desorden; en el nombre de la libertad, la “autogestión” quiere aligerar o suprimir las cargas excesivas del Estado a través del contra-poder.

Una blanda oposición Tampoco los contrastes generados por la actual crisis del Capital y que han llevado, por ejemplo, a la desconfianza en el sindicato y al nacimiento de los Cobas, de los “autoconvocados”, del “movimiento de los Consejos” [8], rompen las reglas del juego democrático, que saca su fuerza en la posibilidad ofrecida a todos de participar. 24

Pero fuera de la conflictividad permanente, de la enemistad constante hacia las instituciones y sus sostenedores, fuera de la subversión de lo existente, está solo el embarazo de elegir cómo aceptarlo, cómo soportarlo. Es la realización de nuestros deseos y de nuestros sueños -no desde luego la fidelidad a una ideología- lo que continúa exigiendo la destrucción violenta del Estado. Esta revolución no será por sí sola la solución a la miseria que nos aflige, pero dará seguro una posibilidad para salir de ella. La posibilidad de un cambio auténtico está en el movimiento de destrucción capaz de generar nuevas relaciones, está en la superación de los movimientos sociales actuales. La transformación es ante todo actividad y juego de ruptura. El desmantelamiento de la sociedad deberá advenir a todos los niveles, a partir de los deseos más golosos de los individuos que ninguna fuerza política podría nunca prometer satisfacer, porque ello no se corresponde a su orden de ideas ni posibilidades. El estado no tienes ya sitio para individu@s que han elegido la glotonería como modo de vida, que tienen urgencia en satisfacer los propios deseos clavando los dientes en la pulpa de la existencia humana. “En una palabra, el enamorado de la vida quiere gozarla plenamente …no podría definir lo que es la felicidad, pero incluso el refractario que no se adapta al ambiente busca satisfacciones… pero me diréis que esta lucha [por un mejor mañana] está llena de obstáculos, que los cardos del camino son muchos. No obstante, si os gustan ardientemente las rosas fragantes, rojas como la sangre que os corre generosa por las venas, y para cogerlas, a fin de ofrecerlas al ser más amado, debierais atravesar un barrizal o un espinoso boscaje estoy segura de que superaríais estos obstáculos y, llegando a la meta, enfangados, ensangrentados y extenuados, asomará una sonrisa triunfal, de inmensa satisfacción, sobre vuestros labios. No concibo que seáis individuos que vivan la vida de modo burocrático. Se estancan, vegetan y m u e r e n … 29


insurrección La revolución social no es el enfrentamiento entre dos ejércitos, como ocurre en un conflicto bélico, donde uno defiende el viejo mundo y otro anuncia la llegada del nuevo. Razonar de este modo es reducirla a un problema militar: a lo sumo a una guerra popular. Concebir la destrucción de Estado como lucha armada contra la policía y las fuerzas militares, significa considerar todo con un método policíaco, y confundir el aspecto particular con el general. La guerra social no es una guerra clásica, sino el desmantelamiento de todos los aspectos de la vida. Combatir al Estado violentamente con las armas es por tanto un particular aspecto de un mucho más vasto proceso revolucionario. Ya que el uso de la violencia nos ayudará a desembarazarnos de nuestras cadenas, uno de los problemas esenciales de la revolución es el armamento. La violencia revolucionaria, contrariamente a la violencia política, nace para satisfacer necesidades y deseos del/a individu@ y es en sí misma una relación social, modificando los seres y sus realizaciones. Su difusión es, más que una aspiración, una condición esencial. Otra existencia humana se anuncia ya en la violencia revolucionaria, ello porque ésta última no concierne a los profesionales y no es una especialización. Los últimos pistoleros, contando sólo con sus propias fuerzas, no pueden más que realzarse en una conciencia guevaristaleninista: la violencia no basta para separar a l@s revolucionari@s de l@s sostenedor@s de los partidos del orden, como ha demostrado la experiencia lucharmadista. Los “frentes” y todo el jaleo logístico del que tantos fieles de la pistola han ido charlando, constituyen ante todo el traslado de hombres/mujeres y mercancías a un espacio político cuyo premio en juego es el control del territorio o la toma del poder. El objetivo de la revolución no es fundar una estructura social, un sistema de autoridad democrática preferible a la dictatorial, un organismo “justo” en lugar de un Estado “equivocado”, sino liquidar definitivamente toda forma estatal, bajo cualquier apariencia o denominación que se presente. El Estado, que vive de la incapacidad de los hombres/mujeres y de los grupos para organizar una actividad en la cual se transformen ellos mismos, comienza a fallar tiros apenas se ataca su función de mediador. Pero su desaparición no es automática. No ocurrirá poco a poco, gracias a una progresiva evolución. Uno de los objetivos de l@s revolucionari@s será exponer claramente la cuestión del Estado, presentando desde el principio la medidas que tiendan a destruir su fuerza y a crear una situación de no retorno. En efecto, está excluido luchar contra el Estado queriendo antes de nada destruir su poder y sólo a continuación transformar la sociedad, o viceversa. El estado no cederá nunca. Este fabuloso órgano de represión desencadenará de todas las maneras posibles sus propios medios, directos e indirectos, contra una revolución. Esto demuestra de nuevo que no se da por un lado el problema de “vivir diferentemente” y por otro “la cuestión del Estado”. Esto demuestra también toda la imbecilidad de las chácharas pseudo filosóficas sobre presuntas “superaciones” o “deslegitimaciones” del Estado. La dificultad que comporta una perspectiva propia que hay que pensar y practicar, la aparente 28

Ediciones apestosas Precisamente la necesidad de producir, y organizar tal producción, se considera, paradójicamente, como el punto de partida de las actuales luchas obreras. Si puede ocurrir que l@s trabajador@s hart@s tiren tornillos contra l@s sindicalistas, debe decirse de todos modos que esos tornillos se tiran siempre contra aquell@s sindicalistas considerad@s “deshonest@s”. La crítica a l@s sindicalistas no es todavía crítica al sindicalismo en si, en el más puro estilo democrático, no ataca la economía y la política como tales. Difícilmente la oposición obrera va más allá de imaginar una total descentralización de la sociedad a favor de los consejos, mostrando además haber interiorizado el valor de tod@ productor/a y de toda empresa; su visión del cambio queda anclada a viejas nociones. Pannekoek, teórico del consejismo, se quedaba satisfecho con la noción de Consejo entendido como “reagrupamiento natural de l@s trabajador@s en el proceso de producción”. Esta perspectiva ha tenido históricamente su valor, pero hoy no se puede fundar sobre esta más que una ilusoria autogestión generalizada. El consejismo también se adhiere a la visión de una gran organización democrática, en la cual participa en primera persona una minoría, aunque numerosa (l@s obrer@s), después, en el “comunismo ya conseguido”, toda la sociedad. Ahora bien, si la reivindicación de la total responsabilidad de cada cual y de todos sobre la propia existencia es una aspiración capaz de suscitar los actos más subversivos, aquí esta reivindicación se fosiliza, quedándose en el terreno de la mera administración.

El culto de la democracia surge otra vez cuando se presenta el debate, la asamblea, con función de momento privilegiado y preliminar. Para l@s trabajador@s más rabios@s, el sistema de Consejos es concebido como una generalización del parlamentarismo: el Consejo es el Parlamento de la clase trabajadora. La línea de demarcación entre reforma y revolución se establece entonces así: l@s reformistas quieren transformar los órganos decisionales existentes democratizándolos poco a poco, inyectando en su interior dosis cada vez más sólidas de participación de masas; l@s “revolucionari@s” quieren crear otros órganos, instaurar inmediatamente una auténtica democracia, una verdadera estructura de discusión y decisión. Los unos desean actuar dentro, los otros fuera, pero la sustancia es la misma: todos privilegian el momento de la decisión. Es característico de l@s demócratas iluminad@s querer trasladar el proceso decisional desde los órganos estatales a las fábricas y barrios. En este sentido consejismo y municipalismo caminan de la mano. Puesto que no se salen de la ilusión política, pueden criticar incluso ferozmente al Estado, sin hacer de su crítica más que una fórmula nunca desarrollada. Fuera del discurso gradualista pero fuera también de todo discurso revolucionario, el proyecto de una vida distinta que no hay que aplazar a un futuro lejano sino experimentar en el presente logra, con toda su radicalidad e inmediatez, plantearse como alternativa al Estado. Fenómeno marginal pero siempre presente, la comunidad, reconociendo todas las miserias de la vida institucionalizada y buscando ponerles remedio, logra eludir la cuestión del Estado dejándola de lado. Ello queda mucho más en evidencia cuando se considera que las contribuciones más significativas al proyecto comunitario provienen del clero o del movimiento ambientalista. La fuerza y dificultad de toda perspectiva basada en la inmediata materialización de una utopía, desde los 25


insurrección milenaristas, ha sido querer crear artificialmente una comunidad, apelando a un factor externo para realizar una unidad inexistente: Dios, un ligamen moral o un proyecto imperativo. Ahora bien, es posible que una comunidad humana esté basada sobre lo que es común a l@s individu@s que la componen: sus necesidades y sus pasiones, su modo de satisfacerlas. Es precisamente por ello que el Estado puede desaparecer y una revolución puede ser capaz de encarnar las condiciones para no reconstruir otro nuevo. Pero pensar en concretar los propios sueños -sin una revolución- a través de la vida en comunidad, por muy libertaria que esta pueda ser, revela sólo la mediocridad de esos sueños. El/la eremita está unido al/a consumidor/a de mercancía por el lazo de sangre de la alienación.

Ausencia de salario no es de por sí sinónimo de ausencia de trabajo; la superación de la atomización social a través de la sociabilidad comunitaria adviene en el interior de un espacio cerrado, resolviéndose así en una mistificación. Que la alternativa a la locura metropolitana sea el desierto de las comunidades demuestra sólo la imprescindible necesidad de la destrucción de un mundo en el cual nadie puede ser del todo él mismo.

Una destrucción necesaria En Rusia, en 1917, el viejo Estado no fue ni siquiera destruido. Se anuló prácticamente por sí solo, incapaz de satisfacer las reivindicaciones más elementales de la población: la paz, tierra para tod@s. Puesto que diversas razones -derrota de la revolución en Europa, proyecto absolutista de l@s bolcheviques, debilidad del proletariado, ingenuidad y represión contra l@s insurrect@s (los fusilamientos de anarquistas y la masacre de Kronstadt por ejemplo) -impidieron el abatimiento del Estado, la nueva organización soviética comenzó a administrar Rusia en nombre del “socialismo”, mientras la explotación cambiaba simplemente de color, tiñéndose de rojo. En España, la insurrección puso en jaque a l@s franquistas. Pero, aunque eran dueños de la situación, no tod@s l@s insurrect@s atacaron al Estado republicano. Al contrario, se colocaron bajo su dirección para combatir a Franco: la revolución se dispersó en la guerra civil. Un hilo directo conecta la sumisión al Estado republicano con la capitulación de los elementos más avanzados. L@s proletari@s no podían sino ser derrotados en una guerra cuya función principal para los más era la constitución de un Estado legítimo que tuviese mejor capacidad para integrarl@s. ¿Las colectivizaciones? Al fin dirigieron, no sin un cierto entusiasmo revolucionario, lo que quedaba del capitalismo. L@s trabajador@s tomaron para bien y para mal el puesto de los patronos: sus tendencias comunitarias encallaron en el campo de la veleidad. Bajo estas condiciones -y con la ayuda de los esbirrada roja -el Estado republicano los pudo eliminar sin muchas dificultades.

Tanto en Rusia como en España, la represión contra l@s oprimid@s fue conducida por el viejo y el nuevo poder. Los movimientos ruso y español han demostrado como no se puede hacer la revolución sin destrucción del Estado, tanto del viejo como del nuevo que quiere sustituirlo. 26

Ediciones apestosas Para el hombre/mujer moderno un mundo sin Estado es inconcebible. Much@s revolucionari@s, incluso ell@s criaturas de este mundo, aceptan esta inexorable verdad con resignación, considerando el Estado como una especie de enfermedad de la que somos tod@s víctimas, un mal genético que nos ha sido transmitido y del cual no es posible librarse. Como por una macabra broma del destino, el Estado se ha transformado en parte integrante de nosotr@s, corre por nuestra sangre, nos oprime, nos hace sufrir, nos angustia, nos impide vivir una vida serena llena de placeres. Y todo esto sin que nos sintamos capaces de hacer nada. Podemos maldecirlo, insultarlo, odiarlo, pero no combatirlo, porque acabaremos por hacernos daño a nosotr@s mism@s. Como el/la paralític@ que, a base de tiempo, termina por convivir con la propia enfermedad, hasta el punto de no pensar ya en ella, l@s revolucionari@s han aprendido a convivir con el Estado hasta no pensar ya en él. Es por esto que se ha vuelto posible conducir las batallas sociales evitando con sumo cuidado atacar al Estado. Como el/la paralític@ que, ya resignado a su propia inmovilidad, se preocupa p o r u n r e s f r i a d o . A pesar de su presunta intangibilidad, todas las estructuras sociales, económicas, políticas del Estado así como sus técnicas modernas son saboteables por parte de un movimiento antiestatal decidido a serlo. Es decir decidido a no enmascarar su resignación tras la excusa de la enfermedad La cuestión de la destrucción del Estado es central para la revolución y por tanto también para su teoría presente. Esta cuestión ha sido y continúa siendo reveladora de las distintas posiciones respecto a la revolución. Es a propósito del Estado que se trazó y se continuará trazando una línea de demarcación. Hoy como ayer. El anarquismo tiene el mérito de haber sostenido la exigencia de la destrucción del Estado, pero a menudo la incapacidad de afrontar con su propia crítica y sus propios medios el recorrido a llevar a cabo, le ha llevado a resultar estéril. Casi totalmente desaparecido de la vida social del país, el movimiento anarquista ha hecho de su supervivencia su razón de ser. Sepultada cualquier aspiración revolucionaria, hoy much@s anarquistas se contentan con la especulación, con la descripción más o menos detallada de la propia concepción de una sociedad liberada que ha de venir, con construir ahora relaciones no jerárquicas. Es el propagarse y el triunfo de la cultura, el nuevo fetiche a adorar, nuevo instrumento con el cual “incidir en lo social”. A la subversión de lo existente se prefiere la subversión de la cultura. Así, aduciendo una genérica y tranquilizadora evolución intelectual -más o menos radical necesaria antes de llevar acabo cualquier tentativa de revuelta (cuando no ella misma la única forma de revuelta), est@s anarquistas, est@s libertari@s, se liberan si no del Estado sí al menos del engorro de afrontar el problema de los intentos insurreccionales. Triste necesidad, la de la revolución, que no puede ser hecha en los libros, al ser sin duda un asunto “autoritario”, un acto con el cual una parte de la población impone su voluntad a la otra, con la violencia. 27


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