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No toda la verdad

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Periódicos viejos

Periódicos viejos

ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com

Por un lado, aspira a recuperar la hechura y la calidad absolutas de lo que fue —sobre todo de los hechos; los pensamientos y las sensaciones se evaporan con facilidad—.

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Por otro lado, al tiempo que activa ese gesto de recuperación, no puede evitar poner orden en esa nebulosa de materia informe y sin coherencia, que no apunta a nada ni se asocia con nada, que resulta ser la vida. Como impulsada por una pretensión artística, la memoria —en ocasiones, las más felices— procura la armonía.

Pensemos, por ejemplo, en las memorias de Giacomo Casanova, escritas cuando el vigoroso entusiasmo había dado paso a la decadencia. Parecen una novela de lances eróticos, juegos de cartas y duelos a la luz de la luna, y, sobre todo, una apología de la aventura. En uno de sus pasajes memorables, Casanova vuelve a 1755 —había cumplido 30 años— y al Palacio Ducal de Venecia, la prisión adonde fue a dar por capricho del inquisidor. Tras nueve meses de planear su fuga luego de casi terminar un agujero en el suelo, fue trasladado a una celda aún más inhóspita. De modo que ahora buscaría salir por el techo ¡de plomo! El relato que transcurre durante la noche del 31 de octubre de 1756 abunda en acrobacias, temple de acero e invocaciones a la buena fortuna. La cornisa del palacio y la ventana que lleva a Casanova a la cancillería, la puerta que conduce hacia la escalera y, más tarde, al Arco Foscari, se presentan ante nosotros con el aura de creaturas mitológicas. El lector no duda nunca del talento narrativo de Casanova y por eso no tarda en rendirse ante el influjo hipnótico del relato a pesar de que algunos detalles se antojan el acto estelar de un portentoso fabulador. Y, sin embargo, una cosa es cierta: Casanova se fugó del Palacio Ducal, y su techo plomizo, de Venecia.

Así que al recordar no hacemos otra cosa que narrar, y narrar es fabular, modelar nuestra experiencia con el auxilio del té y la magdalena, que solo cobran plena existencia en la ficción literaria. La memoria: esa mentirosa que dice unas cuantas verdades. _

Roberto Pliego. Ensayista, crítico literario y editor. Es autor de 101 preguntas para ser culto.

Historia de mi vida

Atalanta

No estamos solo frente a un valioso retrato de la sociedad europea de la segunda mitad del siglo XVIII sino a un clásico de la literatura. Mientras el seductor, chantajista y viajero da cuenta de sus hazañas sexuales, y también de sus descalabros, va haciendo desfilar a una fascinante galería de personajes, lo mismo consentidos de las cortes que clérigos, gente del pueblo, funcionarios y artistas de todo cuño.

Memorias de África

Isak Dinesen

Debolsillo México, 2023 400 páginas

Bajo la apariencia de una novela, la escritora danesa evoca sus años en África Oriental, aún bajo el dominio inglés. Estamos en las colinas de Ngong, en una plantación de café. Lo que inicia con safaris lujosos y un negocio próspero no tarda en convertirse en un infierno, sobre todo porque el matrimonio de Dinesen se iba a pique. Las descripciones de las costumbres nativas son un cálido tributo.

NARRATIVA, ENSAYO

Memorias de ultratumba

Historia de San Michele

El mundo de ayer

Chateaubriand

Acantilado

España, 2006 2816 páginas

Un monumento a la melancolía y a la ironía punzante. Escritas entre 1809 y 1841, nacen de la experiencia del diplomático y novelista como exiliado en Estados Unidos, consejero de Napoleón y, más tarde, ministro del reinado de Luis XVIII. Estas memorias son una revancha contra los estragos que causa el tiempo. Precursoras del romanticismo, expresan el encanto por la democracia estadunidense.

La estatua de sal

Nacido del insomnio y de las heridas psicológicas que dejó la Primera Guerra Mundial, este libro es más que la autobiografía de un médico obsesionado con la muerte; se trata de una apasionada semblanza del Mediterráneo, sus lugares emblemáticos y sus pobladores. Munthe no escribe sobre sí mismo sino sobre un mundo que vacilaba entre lo real y lo inverosímil, simbolizado por la villa San Michele.

Mi último suspiro

Aunque ocupa el centro de estas memorias, Zweig tiene el propósito de hacer el retrato de una generación, la misma que vivió con espanto la Primera Guerra Mundial y más tarde presenció el ascenso del nazismo. Escribe desde su exilio en Brasil y en ningún momento puede evitar la zozobra que le causa mirar cómo la Europa de la razón y la clarividencia artística ha sido poseída por la barbarie.

Salvador Novo

FCE México, 2008

204 páginas

De entre los libros de memorias de los escritores mexicanos éste es el más sorprendente por los ambientes que recrea: los de la homosexualidad. Antes de su publicación oficial, estas revelaciones clandestinas circularon parcialmente en grupos de defensa de derechos de los homosexuales. Como Wilde en su momento, Novo fue un provocador en el suyo y nunca ocultó su condición.

Publicadas en 1983, estas memorias cobraron forma una vez que Buñuel y JeanClaude Carrière estructuraron las conversaciones que sostuvieron tras 18 años de amistad. La infancia, la guerra, García Lorca, Dalí, los sueños, los primeros proyectos, el catolicismo y la política no escapan a la mirada del cineasta de Calanda, siempre reforzada por una visión surrealista del mundo.

Como otros escritores centroamericanos, Luis Cardoza y Aragón desarrolló su carrera como escritor en México, pero, viajero incansable, antes de asentarse en nuestro país vivió en París, el otro sitio axial en su vida, pues allí decidió tomar por completo el camino de las letras. La parte dedicada al ambiente cultural mexicano resulta esencial, pero su estancia parisina no le va a la saga.

El placer de leer

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