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El rey con muletas
Jorge Bucay
Sucedió una vez, en un lejano país, que el rey de aquellas tierras cayó de su caballo y se lastimó severamente. Tan grave fue la lesión que perdió para siempre el uso de las piernas y se vio obligado a andar con muletas.
Era un rey joven y arrogante y se sentía disminuido frente a sus súbditos. No podía tolerarlo:
—Si no puedo ser como ellos –se dijo–, haré que ellos sean como yo.
Acto seguido ordenó, bajo pena de muerte, que nadie debía volver a caminar sin muletas jamás.
Un día, el rencoroso rey murió.
No demasiado lejos, en la cima de una montaña, vivía un anciano solitario cuyas piernas se habían mantenido fuertes, pues en sus furtivos paseos por el bosque había continuado caminando sin sostén.
En cuanto oyó la noticia, arrojó las muletas al fuego y bajó la ladera hasta el pueblo; sin embargo, descubrió que nadie recordaba ya el antiguo arte del caminar. Instó a otros a que lo imitaran, mostrándoles que era posible.
Los niños y los jóvenes lo miraron maravillados al comienzo, pero luego se propusieron intentarlo. Hubo caídas, fuertes golpes, heridas y hasta alguna fractura.
Aunque los adultos mostraron repudio por el anciano, ocho jóvenes golpearon su puerta y le pidieron que los enseñara a caminar sin muletas.
El anciano aceptó a los jóvenes bajo su tutela y comenzó a enseñarles a caminar sin otro apoyo que sus propias piernas.
Pronto, en las montañas, nació un nuevo poblado. Una comunidad en la que los niños corrían y saltaban. Una ciudad en la que los jóvenes andaban tomados de las manos y todos se reunían a menudo con la sola intención de compartir una caminata.
El anciano había hecho recordar a los habitantes del poblado la importancia de superar las imposiciones externas y los miedos para conectar con su auténtica libertad.
Fuente: Jorge Bucay (1949) es un médico, psicodramaturgo, terapeuta y escritor argentino. https://bit.ly/3F2BFUy