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Foto: CortesĂa La Palma de Oro Films
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Puteo Mario León Rodríguez
Cuatro
Amanecer es lo peor de respirar. Vida de gatos. Vivir, amar, culiar... todo de noche. Despertar entre los pedazos de mi cuerpo, el semen de los demás en mi culo. Me regalo un buen desayuno, buen café, al rato una rica cerveza. No fumo, me duele respirar. Qué bueno estar sin ropa por toda la casa, la música, porque la música siempre es importante, en especial cuando apenas sabés escucharte. En realidad te enseñan a malvivir; soy un malviviente, malparido, playo, puto, animal del submundo, bacteria de cloaca. Las personas mayores me enseñaron a odiarme y me odio, puto mestizo maleducado, malamansado, playo de mamarrajas. ¿Cultura? ¿Cuál? La de los poetas embajadores, los premios nacionales, locas furiosas peléandose las mejores pelucas, ¡me resbalan entre las nalgas! Sí, ¿cómo no? Aprendí a a leer y a mamar, a decir y a agacharme, a ver y callarme, a ser un collage de malas razas, playo corrompido. No, yo no estoy en los libros de Schifter y su homosexualidad institucionalizada; yo soy la promiscua vil, la más vil de las viles, la sediciosa flor de alcantarilla, bella de noche, macho fracasado de día. Sólo me falta una esposa para completar el cuadro.
*Fragmento del libro Transanjosé (2010), publicado con autorización de su editor.
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Nomás no me quiten lo poquito que traigo* Eduardo Antonio Parra
Apenas lo dijo y al sargento le cambiaron los ojos: de la cachondez burlona que le desbordaba los párpados mientras le metía mano por el escote pasó a una mirada dura, llena de suspicacia. Estúpida. ¿Cómo fue a escapársele semejante babosada? Si no venían por dinero. Ellos sólo pasaban por su cariñito como cualquier noche, sobre todo en invierno, cuando el frío engarrota los músculos y hay que mover el cuerpo para entrar en calor. El sargento no preguntó nada; únicamente la sonrisa se le fugó del rostro, y como no volvió a hablar, el otro ya no tuvo motivos para festejarle a carcajadas cada una de sus ocurrencias. Pendeja, de lo que se trataba era de coger, dejarlos bien exprimidos y contentos y después largarse muy oronda a esconder el dinero debajo del colchón. Si acaso habría tenido que aguantar un poco de maltrato, algunas cachetadas quizá, las necesarias para darle algo de sabor al encuentro. Nunca causan mucho daño, y además es costumbre en los policías. Como que la violencia los deja listos, los hace sentirse machos: un par de golpes y ahora vas a ver, pinche puta, antes de arrancarle la ropa a jalones rasgándosela ruidosamente, y entonces primero el sargento, empínate cabrona, y el dolor de la entrada porque siempre son unas bestias al empujar, así, como viene, en seco. Mas enseguida se amolda, ábrete bien hija de la chingada, el cuerpo se acostumbra y comienza a disfrutar ese pedazo de carne sólida adentro. Porque para qué mentirse, si ya no aprieta como antes, y la culpa la tiene tanto pelado cachondo que anda por la calle. Sí, arde, pero poco a poco se le va agarrando el gusto. Sólo que ahora, como se le fue la lengua, no adivina qué va a pasar. La patrulla avanza, sin prisa, dejando atrás el centro con sus calles atestadas de noctámbulos. Los faros iluminan algunas parejas y caminantes solitarios en las esquinas. Estrella va con el cuerpo rígido, en medio del sargento y el chofer, embotada por el silencio seco dentro de la patrulla, sin saber cómo reaccionar a los apretones de esa mano torpe que circula por su piel. Háganme lo que quieran, nomás no me quiten lo poquito que traigo. Tenía que decirlo. Tenía que dejarse llevar por su lengua siempre amarrada al miedo, a la maldita avaricia, a los centavos; y nunca al cerebro como le aconsejan las compañeras. ¿Pero qué puede ella, con sus apenas dieciocho, y con sólo tres meses en la calle vestida de minifalda, tacón y blusa ombliguera? Le ganó lo mujer y la traicionó la emoción del dinero. ¿Cuántas veces le han advertido las otras que con la ley chitón, sí señor, lo que usted mande, ya sabe que estoy para darle gusto? Incluso habría salido ganando, porque después de despacharse al sargento, sin darle tiempo a descansar se le habría montado el otro cachuchón, encontrándola ya muy aceitadita, muy suelta, lista para cerrar los ojos y en la oscuridad perderse en esa fantasía donde es poseída por un centauro.
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Nunca disfrutó así con su señor, ni con ninguno de los que la levantan en la calle. Todos los hombres son unos egoístas: buscan su propio placer y no les importa salirse cuando ella apenas empieza. Luego actúan como si los amargara la culpa o la vergüenza. O peor: como si Estrella les provocara asco. Por eso le gustan los policías. No se andan con remilgos ni remordimientos y siempre vienen en paquete: de dos en dos o de tres en tres. Y como acostumbran a coger uno después del otro, sólo basta con apretar dientes y párpados y echar a volar la imaginación para sentir que tiene detrás a un semental de carrera larga. —Señor –su voz sale sofocada, como un murmullo–, ¿adónde me llevan? —No sé por qué preguntas –responde el sargento que ahora le soba el estómago bajo la blusa–. Como si no lo supieras. Al mismo lugar de siempre, se dice Estrella después de reconocer el rumbo. Al parque, junto al río, donde ya otros policías la llevaron antes. Por la noche no hay nadie ahí, y lo difícil es el regreso. Aunque en la última ocasión, como se portó muy complaciente y les cumplió a los uniformados todos sus caprichos, aceptaron devolverla a las inmediaciones del centro. Sin embargo, en estos momentos no está muy segura. La expresión del sargento no es la de un hombre urgido, por más que no deje de manosearle los senos como si nunca antes hubiera tenido al alcance unos tan tersos, tan rotundos, tan duros. Luego baja la mano hasta el ombligo, donde inserta un dedo que se le enreda entre los pelos, y de ahí pasa a tentarle el vientre, jugueteando un poco con la aspereza del pubis. El miedo y el placer se le confunden en una opresión de garganta ante la actitud del uniformado. Lo que a ra-
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tos parecen caricias toscas, por momentos se convierten en una exploración acuciosa y fría. La está registrando: la mano del sargento pretende disfrazar de lujuria el rastreo entre su piel y la ropa. ¿Por qué demonios mencioné lo del dinero?, se pregunta una vez más. Se le desbordó el orgullo de traer hartos billetes y no pudo contenerse. Nunca imaginó que un caballero con un carro como ése fuera a invitarla a subir. Todo un señor, elegante, bien parecido, de buenos modales. Ni pensó que alguna vez entraría a un departamento así de lujoso, en un edificio que parecía la torre de un castillo. Desde ahí, a través de los ventanales, se alcanzaba a ver toda la ciudad con sus casas como de juguete y las personas chiquitas chiquitas. Además el caballero ni la tocó. Se limitó a pedirle que bailara sin música junto al ventanal, mientras se desnudaba lentamente. Ella se puso nerviosa, pero el señor la fue dirigiendo con una voz que en su autoridad dejaba entrever un deseo vivísimo. Cuando llegó el momento de completar el desnudo titubeó, pues no quería mostrar ese miembro flácido que le da tanta vergüenza y que siempre trata de ocultar con bragas de refuerzo doble. Sin embargo, una desesperación vibrante en la voz del hombre la hizo darse cuenta de que eso era precisamente lo que él deseaba ver. Reprimió los escrúpulos y pensó en cualquier cosa para no imaginar cómo se vería con sus senos siliconeados y su verga infantil, hasta que con un sonoro resuello el caballero acabó de masturbarse en un rincón oscuro de la habitación. Luego le ordenó con mucha cortesía que se vistiera de nuevo, y enseguida le pagó con una cantidad en dólares que Estrella jamás había visto junta, añadiendo varios pesos para el taxi.
La venus impropia* Eduardo Adams Mosquera Pero ¿quién es el rey y quién es el bufón? Octavio Paz ... un hombre que levanta la cara hacia lo abierto en la noche pelirroja... Julio Cortázar
Una esponja embadurnada de blanca verdad y tu rostro cierto emerge paulatino desde el primer contacto. Tus facciones se vuelven visibles con cada trazo de la esponja sobre los rasgos ajenos que se habían ido a posar en ti. Esos lánguidos labios, rectilíneos y con una mueca absurdamente femenina, grotesca, no pueden ser tuyos, no te corresponden; así que conjuras abundancia, sinuosas comisuras, júbilo granate, con la pintura debida para poder sentirte su justo propietario. Tus pómulos, tus párpados vuelven a su sitio. Una peluca colorada cubre ahora tus cabellos, rapados a la fuerza. Desde pequeño te obligaban a raparte, siempre supiste que eras así, el impropio. Siempre supiste que habías sido hecho del modo equivocado y ahora te sientes un poco como esos años viejos tirados en las calles. Esos muñecos hechos de cartón, hechos con tablas o aserrín y ropa vieja. El año se termina y hay que darle identidad, hay que vestirlo y ponerle una careta. Las calles se llenan de monigotes y la gente los patea y les echa gasolina, y les lanza petardos encendidos que revientan y destrozan. Y la noche se incendia en la ciudad. Ahí estás finalmente, ahí eres al fin, bajo ese cielo enrojecido por estruendos y bengalas. Ceremonia cumplida, transformación que te ha devuelto a ti mismo. Pero detrás de tu rostro, bajo tu nariz de plástico y tus guiños recuperados, una sombra busca imponerse, trepar a la superficie y borrarlo todo con un trapo sucio: la verdad, la que miente. Esa verdad es una sombra. Miras sobre tu hombro, han llamado a la puerta, ya vienen a buscarte. Y te tranquilizas al pensar que tu rictus de horror se traduce en coqueteo y morisqueta gracias a la pintura que te ha restituido la cara al rostro. Escuchas el último estallido de esta noche, de todas tus noches. El año sanseacabó. Por más que Reina intente disimularla, aun con todo el estrógeno que ha venido administrándose esperanzada en las alquimias hormonales, su voz no logra despojarse de esa tesitura de barítono adquirida en la pubertad. Pero Reina sabe moverse grácil y contoneante, y conoce los pucheros y la colocación exacta de los labios para sonreír como su madre nunca lo hubiera podido hacer. ¿Dónde andará esa greñuda? ¿Tanto ha pasado?
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Sí, incluso este año en pocos días más se acaba, todo se acaba y Reina muy bien lo sabe. Que los zarandeos, que te me cortas ahora mismo ese pelo pintado, que deja de caminar como columpio que no hay temblor, que tus uñas, que tus manos, que no te depiles... Ya no más, en cuanto a su madre, por lo menos, porque la semana pasada los metropolitanos la zamarrearon y la putearon y la raparon, por eso ha estado usando la peluca que le hizo la Wanda, del mismo color que la tenías, corazón, para que veas que soy toda una artista. Y con la operación que te hiciste en la nariz hasta pareces actriz venezolana. Eres chola, “rinoplastia” se dice; si vas a hablar, habla bien. Ay, eres una malagradecida, eres tan soez, nada que ver con tu nombre, me disculpas, india colorada. Ahora la Wanda le recrimina sus prácticas, le dice que una cosa es no ser ingrata y otra, muy diferente, gozar devolviendo todo lo que se recibe; que no es una mujer “de verdad” porque le encanta tener a los machos con el culo parado esperando el vuelto, y qué vuelto, colorada, eres casi anormal, tremendamente soez. Y terminan cacareando de risa como es costumbre. Risa, eso precisamente ha tenido que aguantar de los otros y no consigue acostumbrarse. En el mejor de los casos le propinan una ojeada ceñifruncida y cítrica. Es en las busetas donde encuentra la fauna gestual más numerosa. Como ahora, justamente. Ha cogido la primera buseta que pasó. Va a comprarse unas sandalias donde un viejo morboso que es el único que
importa calzado femenino de esa envergadura. Mírenla ahí, aun con los centímetros de los tacos agregados a su ya descomunal porte, que siempre la obliga a inclinar la cabeza en los transportes públicos como éste, ella domina el método seductor de zigzaguear sus nalgas sintéticas. No le gusta irse hasta el fondo porque allá suelen sentarse los más batracios. Tampoco acostumbra ubicarse en los primeros asientos. Ella prefiere los del medio, para exhibir sus auténticos atributos lo suficiente: sus femeninos muslos y pantorrillas de zaguero futbolista, sus tetas colosales de genuina silicona, su cutis de fina porcelana marcadamente más albo que su cuello. Pero Reina es bella, como muchas no llegarán a serlo jamás. Es una flor de marihuana cautiva en una venus atrapamoscas. El viaje es relativamente corto. Pudo haber cogido taxi, pero está ahorrando hasta el último centavo para la próxima cirugía: un leve retoque en el mentón solamente, porque el junco de la entrepierna no se lo quita nadie. Le fascina sentirse la mejor dotada de todo el Ecuador, la portadora de la mayor vara de la justicia. El señor de adelante ha volteado para mirarla y luego ha negado quién sabe qué cosa con la cabeza. Allá atrás se escuchan besos y mamacitas y la señora del asiento de al lado parece ofendida, pero unas cuantas cuadras más y todo se acaba, todo se acaba y Reina muy bien lo sabe, cada cual vuelve a lo suyo, o se mantiene en lo mismo pero sólo pensándolo: alguno de los batracios imaginándola desnuda y deseándola clandestinamente;
Reina es bella, como muchas no llegarán a serlo jamás. Es una flor de marihuana cautiva en una venus atrapamoscas.
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Lesbianas ancianas Daniel Herrera
Si algo me da verdadero asco son las vaginas. Me parecen repugnantes, en serio, es como una herida gigante. Pobres viejas que tienen que vivir con esa apertura de ahí. Lo peor de todo es que se llena algo o sangre coagulada, como vísceras rda roja así. Cada mes sacando toda esa mie ? Digo, vivir por la vagina. ¿Cómo le hacen para bres tenemos la tan bonita que es la verga. Los hom odie a mis pocas mejor anatomía del universo. No es que s de esta vida seguro amigas, pero si un castigo existe despué r, como vagina. Sería terries reencarnar como mujer. O algo peo s labios gordos afuera y esa ble convertirse en una vagina. Tener eso pero minúsculo. Y no me interesa si chingaderita que se parece a un pito, e que un pito, puede ser todo lo senme dicen que el clítoris es más sensibl lo e que se ponga a llorar cada vez que sible que quiera, puede ser tan sensibl que des gran los pitos, de las vergas gordas y acarician. Al final es una copia mala de hada. son competencia contra una verga hinc me encantan. 8000 fibras nerviosas no madre mi a o inas me causaron asco. Recuerd Desde que tengo memoria las vag la regatan liberal ella, metiéndose desnuda a bañándome cuando era pequeño. Era ía, ía desde entonces. Por lo menos lo intu dera con su hijo jotito, porque yo lo sab lo eso s de mi madre me daba asco, por sobre todo porque esa maraña de pelo sabía. pito que no era el mío. Y se equivoTambién lo supe el día que agarré un z uito. Para nada, durante toda mi niñe can si creen que me violaron de chiq futr juga ho los niños. Me gustaba muc sólo experimenté cierta simpatía por s nos abrazábamos. Es normal bol, porque cuando metíamos gol todo ar de todo no era tan malo abrazarse en el fut, ¿o no? Y a pes a madrazo que nadie jugando. Si era necesario metía cad Ahora sí soy creería en eso de que somos delicados. litado más tierno, tuve que hacerlo, me ha faci la muchas cosas en la vida. Como que delicadeza maricona, bien utili zada, puede abrir ciertas puertas sociales.
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Aun así, no utilizo el femenino para todo. Algunas veces sí lo hago, me revienta pero tengo que mantener cierto estereotipo homosexual, digo “perra”, “zorra” y “estúpida” cuando tengo que socializar. Eso es lo que se espera de un jotito, en especial si tienes 16 años y todos ya lo saben. El único insulto maricón que sí me gusta utilizar es “lesbianas ancianas”, reúne mis dos horrores: la vejez y dos vaginas chocando. Dos asquerosas heridas restregándose una y otra vez. Por ejemplo, mi papá es una lesbiana anciana, sobre todo cuando se pone insoportable diciéndome que le presente a mis novios. El imbécil no sabe que yo no ando de noviecito, ¿qué chingaos le pasa?, yo nomás cojo. ¿Para qué quiero novio si puedo tener un montón de amigos y cogérmelos a todos? Su incomprensión es típica de una buga católica y moralista. Además, me caga que quiera pasar por padre moderno, como si no supiera que en realidad se le revienta el hígado por no tener un machito. También lo odio por otra razón, lo odio porque me pasó sus genes de lesbiana anciana. Los peores que puedes tener en este país si eres puto: soy moreno y panzón. Estoy jodido. Por eso odio a mi padre, por sus genes gandallas que no dejaron a mi madre intervenir lo suficiente como para darme un cuerpo delgado y atlético. Excepto en los ojos, los hermosos y verdes ojos de mi madre sí llegaron a mí. Por eso es que salí del closet pronto, no como esos maricones que salen hasta después de los 18 años, como Emiliano, que está en el otro salón y a todos les dice que es un heterosexual emocionado por la moda. Eso no existe, ya se lo dije, pero no entiende. Pinche lesbiana anciana. Ya lo veo, estudiando diseño de modas en Guadalajara, bien puto, pero regresando a Torreón como si fuera todo un machito sólo
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para que su papá no le ponga la madriza de su vida. Para demostrar a todos que eres gay hay que tener huevos, muchos. No sólo a tus amigos, eso es fácil, también a tu familia y a todo mundo. Siempre existen los que se ponen nerviosos frente a un puto. Se enfurecen cuando se enteran que un joto está cerca de ellos. Me gusta provocarlos, hacer comentarios sexuales frente a ellos. Enrojecen y tartamudean. Seguro sienten que les pica el ano. Si supieran lo sabroso que es todo eso. Un día de estos me van a madrear, pero qué importa. También utilizo mi insulto preferido con ella, con mi madre. Sobre todo cuando me recuerda que fue por mi culpa que se divorció. Podría hacer algo para remediar eso, es sencillo: desaparecerme, regresar el tiempo y volverme a meter en su panza y abortarme. Aunque, para eso tendría que introducirme por su vagina, mejor no, mejor que me mate y a la mierda. Porque ni mi hermana pequeña, quien es tan ingenua, piensa que el divorcio de nuestros padres es por mi culpa. Si mi jotería causó que se pelearan, entonces el matrimonio es una de las mentiras más repetidas y peor construidas del planeta. Por eso no tengo novios, papá, para no convertirme en una lesbiana anciana como mamá. A pesar de todo esto, no odio a mis padres, sólo siento un poco de pena por ellos. En realidad también los quiero, en especial porque tienen muchas emociones contradictorias y como no saben bien qué hacer conmigo, pues me dejan en paz. Y la verdad es que en eso estamos de acuerdo. Así puedo salir al Play a bailar como enajenado y de una vez, ligarme alguna nalguita. Alguien que se sienta atraído por un puto gordo y prieto. Sí los hay, aunque mi amiga Lorena no lo cree. Y sé que no lo entien-
Travesti radical
un playlist para acompañar la vestimenta
Juan Carlos Hidalgo
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y noche media por e s d a s ienz pué s m e o d C . e call ento suerte está la el mom e probar o r a e r p li Afuera a , d s iernas as de ilusión y las p el y la las gan s a el m r ja a e im p c r las nto o el r e a m m il o li p c a e d e y me ro vien gar, ha nal te consu e lu d a n d ú r onar alg ve za te c ra, en mbre c ie e a p u h f m a n e U a. que nas ones y el alm proceso ape du, du”. Y p l , cuerpo e u , du, d ientras du, du “ pero m : n u or. s con elinead d forma l e e o sobr la man
ed Lou Re
en la a vivir e s e p ta. do a mon ilustra c r o e p m e o sf pleo d de los n tran r un em ibilidad ienEres u e s n o e p t la n cia y ana y les po provin e sem minab d r e íneas n t L fi in . l e stas riana T ie Llega F e . d s e dalajas alto y Marif a. Gua d a la g e n tacone o. v la r r la los Be de ánim o anima d a a r t a do Car s p e inables r real, es un e ir. interm a g dejart lu y n u is s r e g ra no l saco olgar e c s e d Pue
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a si e mod ia d s a t c is as rev eno? La gra r tant r e r e t le t s e v tu co u ué sir hasta buena la a r e n a ¿De q v u v e y cla : edes ll las baratas pieza la t e no pu irte s te o sent ja, del clo te en n is o s s d e n n d o e u c lga de ag mo pu allí co o. ¿Có on tu tacón r . El rera. Y e ” u o c egr “C n oy d ? s r a le a ñ b p leo esea e de u sa y d esmalt , s o hermo d a s pint los ojo es eterno. ur glamo
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a. Tu e cas d e t r a habis alej epetir ega suele r e o t n ir vest hace able ll nte vas a cambio te agrad o s d e n dela d a l o Cu nt re ntas e o u p m ión? g o e n r m ió p in ilus s o obses e hotel. El ulando las d d m queda lógica? tación se van acu asía se ha sión e los o nt onclu c u ras qu cuand jo: “¿Mi fa s e p a s o E . ue te pe gad rna q tasía” e n del es asía ha lle t a f in z nt o sin sa vo ¿Mi fa y quedand llen e a c e o j t quilla Me es el ma y s lo bril ta. moles
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u erá t r) d n e t ex ove c n é a i l u e d ¿Q (Can Sergi ? a m e l x ca pi y A
dos de da es a d a r vec a ti es un solas. Hay a uesd i l a s se m ar a n s ó e i Cada r s g ara pa no re mía p de la o t s a e para n r s o hay a ento de i os di m que l nerosos y o s es m y día ge egar a. Ha ia l tran i l g l a A tir. a la m n violenc repar diós a co za. o d todo licade sta eacien r i e s a d e d t d a a in sbar es e riva l icales de de en que p e hac na otra t Laid e rad y r i d l a a n o s u ,u os tip y rat es de da ilusión irada antra sí que todo t A m n e James . a d n a so s to la m bast arme cer. U ue siemPor e que e o voltear y eso ovoca pla acord q a n a orme t a t o n n s s u u n u r emo un en ar ra ay reg eg ep n a o H r p é m m c p a . g r e s e o a t e s a N qu os ranz r alis ncon na fra los roles d desea Las c do aquello espe er y e o. Es mejo aou c n n o bles. e o o o n s n c t r U a nad a pe mpo nte. sy epito al am no lle pañía. vez r . Ya sea un Perdí el tie lo importa ta mis ojo o i c a m “ p : to pin es ste en co secre acompaña jer… s í no e u a ll n a m a z e e de sáb pre m nque tal v cima ropa u n a e ro”… “Me puse r: gusta nita”. bo asar dime p a d riunfo la vi . De t ta de s o a r i d a e M ortun llega repl ra ria uy af o m quisie n Fango i U s s e . h e o c c m n o a n anco errog y rom ionando s hay t e s n i u o p g s s no tra n y lo n pre ido y Y bue algarabía, orazó ne el bajó amiga Olv esti c l e y trav total y con Luego vie ngo a mi plan . ones e n za. i r t e c a o e g Y r triste em a: “ e su lu emp d i i d s e v a d r o la g e uest salirs o ten le de vivir ón?” uier m ra es q b l a a a P l ntaci u e . e c p t a a tes o n i alda idad anera la esp ¿Felic y su m ? o n d ó i al le epc radic o dec a í l o c n ¿Mela
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Dani
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un six de modelo y sin pagar hotel Hugo César Moreno Hernández
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La neta, mi temperamento sexual es más bien tranquilo. Vaya, no tengo en la cabeza una constante necesidad de apareamiento. La neta no. Tampoco caigo en esa mamada de asexual, nel. Ni madres, me late echar patadas, sólo digo que no es mi motivación central, no ando como perro tras los huesos de cualquier nalga. Me caga la actitud chacal de muchos tipos, sólo es ver tetas y andan buscando cómo darle patrás. No, no hago eso, me caga. Pero hay momentos… momentos de necesidad, harta necesidad, cuando se antoja todo, cualquier morona parece bizcocho. Sobre todo esos días de cruda sabrosa, de esas cruditas cachondas. Así andaba ese día, bien filosofo nomás viendo cómo se les notaba la pucha a chavitas, ñoras, gordas, flacas, ricas y culeras, todas dejaban salir algo, ese algo sólo discernible en un día de cruda. En otros momentos cualquier gorda me hubiera provocado asco, pero en circunstancias tales, cualquier chingadera se me antojaba. El camino era largo y la sed y la calentura me ponían incómodo. No tenía mucha idea de dónde estaba, nomás vi el primer camión con la promesa de llegar a una estación del metro escrita en un letrero ojete de colores cursis y me subí. Extendí un billete al ruletero, nomás pa no preguntar cuánto. Me dio el cambio, ni lo conté. Me senté hasta el fondo, en medio, para checar qué subía. Puta, qué día es, me pregunté y apenas pude descifrar la fecha del celular. Martes. No mames, martes, una de la tarde con diecisiete minutos, qué pedo. Se me antojó un agua mineral. Se me antojó la entrepierna de una chava, veintitantos, leggins o, como era en mis tiempos, mayoncito negro bien atriangulado ahí donde debía. Hice memoria ¿cuánto hace que no me como un coño? La neta me gusta comer coños. Harto. Sentir cómo la saliva se mezcla con los jugos, olerlos. Una buena panocha no apesta, ni madres. Tiene buen olor. No es asqueroso. Pero, eso sí, se te debe antojar mucho para que te lo comas. Alguna vez, nomás por quedar bien, me bajé y, puta madre, gravísimo error. La pucha esa no se me antojaba nadita y… bueno, ese de ahí, de ese momento se veía perfecto. A güevo llevaba tanga la morra y me calenté más imaginando si lo tenía rasurado. Nada como sentir en la lengua los pelitos recién rasurados. Carajo, me ponía más pinche duro y esa madre avanzaba con la güeva insertada en la jeta del chafirete, con esa jeta de vale verga todavía no son ni las dos, me falta más de la mitad del puto día. Culerísima chamba la de ese compa y yo con la pinga parada y de repente reconocí los alrededores. Verga, ya casi llegamos y yo con esta madre así. Piensa en algo culero, piensa en algo culero. Nel, Nelson, niet, ni madres, negros son tus ojos, esa chingadera al pedo, bien firme, hasta me cayó gorda. Llegamos a la estación. Esperé quedarme solo y salté. Todavía alcancé a ver el pollo de los mayones alejándose. Mierda, qué buen culo se cargaba y, puta madre, otra vez parriba ¿cuánto tiene que no me como un buen coño? Volví a preguntarme.
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La providencia se me apareció en el amarillo y rojo de los OXXOs. Me compré mi agüita mineral con limón integrado para darle sabor a los eructos. Rebusqué en la cartera un boleto del metro, agüevo, ahí estaba. Soñaba con llegar al cantón, poner una porno y sacarme todo el veneno de la crudelia. Me detuve en la entrada a la estación repasando nombres de porno stars: Ella Milano, Megan Salinas, Rachel Starr. Con cada nombre recordaba a la vieja y el pito empezaba a removerse. Chale, que pinche cruda. Me tentó la idea de volver al OXXO por una biela, pero recordé que ahí pura mierda de cerveza venden y no me atreví. Giré mi despojo de cuerpo buscando otra opción. Imaginé la frialdad de una modelo resbalando hasta el estómago y revivificarme, casi sentí como subía mi KI a niveles humanamente aceptables. Alcancé a ver un logo de la Corona. Chingue a su madre, me aleccioné, ámos por un acá. Trastabillando llegué a la tienducha. ¿Tiene modelo en lata? Sí, joven. Deme una, porfa. Oiga ¿Habrá purrum si me la chingo aquí? Ah, no, no se preocupe joven, no pasa nada. Chido, dije, destapé esa madre. Le di un sorbo largo y redentor. Eructé. Luego le di otro al agua mineral y sí, mis niveles de energía iniciaron recarga. Ya más alivianado me dio por repasar los eventos de la noche. Carajo, el pedo de no hacerle ascos al pedo aunque sea lunes. Y sólo fue eso, pura peda, nada interesante. Lo chingón fue el sueño que me aventé. Sí, chingón: el pinche Luis se ponía a mano, después de tantas putas borracheras devengadas por nuestros bolsillos. El cabrón nos disparaba putas a todos, a toda la banda. Llegaba y flanqueado por diez morras súper buenas decía, cámara putos, escojan. A mí me tocaba una igualita a Megan Fox. No mames, chingón el sueño hasta que el puto del Luis nos despertó. Hijo de su puta madre. Estaba a punto de
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emputarme cabrón cuando llegó una chava súper sabrosa a la tienda. Neta, nunca he sido del tipo carroñero, pero la cruda me traía finto y el último trago a la modelito me despejó la chompeta. Puta, estaba al tiro y sí, con mayoncito (gracias a todos los seres metafísicos por los mayoncitos), no pude dejar de mirarla con esos ojos violadores capaces de resbalarse pesado arrastrando con su paso la ropa. Ella sintió la dureza de mis ojos y, seguro, noto que abajo se me ponía igualmente duro. Me sonrió, luego se dirigió a la tendera, me da un six de modelo, plis. La voz rasposita me puso más caliente. A mí me da otra modelo, por fa, secundé. Tendió el sexteto de latas sudando chingón y luego me pasó la mía. La destapé con ansias. Ella me miró y sonrió nuevamente. Oye, no te la tomes aquí, te va a llevar la policía. ¿Sí, tú crees? Sí, son remañosos. Pero es que tengo un chingo de sed ¿Crudito? Je, sí, algo. Mira, yo vivo aquí arriba. Señaló por encima de la tienda, levanté la cabeza y sí, había un piso más. Después la miré a ella: morena, cabello negro repintado de rubio en naquísimo estilo, pero los ojos negros eran preciosos y los labios carnosos, las tetas grandes y duras y el puto triangulo entre sus piernas dibujaba una panocha perfecta, sin distorsiones, casi de aparador. Me sentí como cuando abro un correo electrónico donde una vieja dice que ha visto tus fotos y le lates. Ah chinga, cuáles fotos, no mames. O sea, ni que tuviera tanta suerte. Luego ponen un link con fotos y puras pulgas que no se atreverían a saltar en mi petate a menos que llegue al precio, y eso quién sabe, a lo mejor de reservan el derecho de admisión, chale. Y si no soy chacal pa las viejas debido a mi temperamento sexual tranquilo, eso también explica por qué no me puedo meter con putas. Nunca he podido cogerme una puta.
Ilustración: Jonás “Eveready“ Domínguez
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Mayami Nazul Aramayo
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—Esta noche vas a terminar tu matrimonio. —¿Y tú cuando vas a dejar a tu esposa? —Esta noche también. —Ay, Nazul, es que yo soy el palo de tus sueños. —Cállate, pinche perro. Pedro y yo esperamos en el Oxxo la hora legal en que venden alcohol. Me toma de la mano después de meterse Cheetos a la boca. —Ya deberías bajarle a la tragazón. —¿Le estás diciendo gordo a bebé? Mira, Nazul, ese hombre busca jalón. Pedro señala a un tipo afuera bajo el anuncio de la promoción de Tecates. Camisa desfajada, pantalón de mezclilla, tennis deportivos, sin barba y con el cabello peinado para atrás. —¿Cómo lo sabes? ¿Se te antoja o qué? El vato, de pie en la esquina bajo el sol primaveral de treintaicinco grados a las diez de la mañana, trae un libro en el sope, come chocorroles y bebe chocobell. —¡Es putísimo! ¿Viste eso, Nazul? ¡Putísimo!, te digo. —No te hagas, wey, Pedro, te toca pagar. Cuando me paguen el cuento, te pago la pinche peda mamalona, mi rey. Salimos del Oxxo con un cargamento de hielos, cervezas, vodka, agua mineral y botanas diversas para darnos la bienvenida. Pedro se quita los lentes oscuros y escanea al joto de la esquina. —¡Me cagan las jotas que se sienten intelectuales con sus libros bajo el brazo! —Como a ti te no te bajan de conserje de la escuelita. —Perra arrabalera, a mucha honra. El joto bebe su chocobell sin escuchar que nos bufamos. Pedro hace una mueca de vaca pastando y se pone los lentes. Nos subimos al carro. Esta noche daremos una megaparty por nuestros respectivos divorcios. Travestis, mayatones, chichifos, modelos, pagalonas y adefesios, entrada únicamente con chile. No se permiten panochas. Abro dos latas de cerveza. ¡Salud! Hace dos años Pedro se casó con Luis Óscar. En materia de jotos es un decir porque lo que pasó fue que Pedro llegó a casa de sus papás después de una semana de permanecer entrepiernado con Luis Óscar.
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Constanza Rojas
Cuando necesites alguien a quien pegarle háblale a la Cande. Rafael fue el primer novio de Virgo cuando decidió salir del closet. Virgo llevó a las reuniones familiares a casa de su abuelita a muchas novias. Una vez fue con una novia guapísima, se parecía a Paulina Rubio. Anunció en esa ocasión que en la primavera del año siguiente se iban a casar en Vallarta; ella enseñó su anillo de compromiso, contaron cada uno de los detalles de la ceremonia y de la luna de miel. Años después sus primas se enteraron que en realidad ella era un transexual muy famoso en el Orquídeas que imitaba Paulina. La delgadez y la altura de Cande eran extremos, parecía un monito de palo, moreno y de lentes, una especie de nerd gay. −¿Por que le dicen Cande? −Por Canderel®, le encanta lo dulce y a todo le pone Canderel®., pero tiene diabetes y no tiene lucha. −¿Tan mal está? −Le encanta andar en los raves y meterse tachas, ya le dije, un día va terminar como cucaracha con las patas arriba, pero es masoquista, entre más lo insultas y lo desprecias, más feliz es. Cuando quiero un perro, le llamo a la Cande. Le puedes hacer lo quieras, golpearlo, meterle lo quieras, le encanta. −Ya no me cuentes, ¿Por qué tienes que ser tan explicito?
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−¿Qué tiene de malo? −No me quiero imaginar a la Cande en esas cosas, me cae bien. −Tan bonito es pegarle a la Cande y que ella llore. −Qué no entiendes cuando digo yaaaaaaaaaaaaaa. −Qué fresa eres Patricia. −Yaaaaaaaaaaaaa −Si te contara todo lo que hacemos allá por Santa Tere en los baños de vapor, la Cande y yo. De las lindas fiestas con Chacalitos, nos ha tocado de dos para cada una. −¿Que es un chacalito? −Un pelado que parece albañil que le pagas para calmar tus deseos mas ardientes, entre más moreno, peludo y naco, mejor. −Qué horror. −¿A poco tu nunca lo has hecho? −No, ni ganas. −Eres una romántica, ya te dije ,dejaras de ver tantas caricaturas japonesas, la vida no es como Candy Candy. ¡Antony Antony...! −Creo en el amor. −Jajajaja es lo mismo que creer en Dios. −Tú no crees en nada. −Ya te dije, Dios no existe. −Mejor me voy al centro comprar unos esmaltes para uñas. −Sí, mejor vete, y me traes dos litros de Peroxido de cuarenta volúmenes, que tengo unos tintes en la tarde. *Fragmento de la novela inédita Mala leche.
ESA Pablo Reyes
−Yo namás voy por una gabacha de esas perrononas, de doble casetera, y me regreso, así decía parna, y que me quedo 10 años, parna –dice el Payaso mientras doblamos servilletas, porque no hay nuevo- Y allá me hubiera quedado, namás que me deportaron por pedo, ni correr pude… −Eres un pendejo pinche Payaso… −Soy verga parna, yo-soy-verga, parna, pero un poco briago… −¿Y acá? − ¿Acá qué? − ¿Cuánto te vas a quedar? −Ya llevó tres años, no sé… Tú también ya te quedaste parna… −… −Ya aguantaste riata. ¿Cuántos crees que regresan después de lo que nos pasó con Esa…? − ¡Payaso!, ya deja de hacerte pendejo! José, vas a ir a meter estos Melate’s y me traes una Bomba. Córrele! ¿No te andarás chingando a un puto, José? Porque no llueve. Mira cómo están esas nubes cargadas de negras, parece que se vienen pa’ cá, pero cortan vuelta y se desaguan por Tultitlán o Tlane, pero aquí naranjas agrias. Ya déjate de joterías, me perjudicas. Deja de decir incoherencias, ¡no mames! Y ya vende esa parcela, ya entra a la modernidad. Ni maís. (¿Me estará espiando el Remigio?) − ¿Esa? −Creo que Ana, o Juana, algo así… Cómo le digo al Jelipe sin que se sienta, que agarre la onda, que me recomiende, pues uno siempre busca crecer, no quedarse estancado, además la necesidad y la urgencia, no es que no me gusté su jale, pero en Zona Rosa está el puro agasaje, mejores culos, mejores lugares, mejores clientes, mejores propinas, mejores bisnes, lo que es, es, la panza de la Lola no estaba planeada, sí planeaba casi al amanecer cuando regresaba a casita, a su cama tibia, como un avioncito, con un pajarito sobre su pajarita, la Lola parece pajarita, sí, no sé por qué pero cuando está sentada con los codos recargados sobre sus rodillas juntas y en la mano la grabadorcita escuchando a las doñas, a los dones, a las ruquitas, clic-clic la pajarita, extiende el
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Lágrimas de mujer Omar Nieto
Aquel día en que Dianne, que en verdad se llamaba David, mató a Salazar sin meditarlo, nunca se imaginó lo que la vida le tenía preparado. Dianne, quien en verdad se llamaba David, salió tranquila(o) del antro cuyo dueño era El Regidor. Lo hizo exactamente como solía hacerlo cuando la(o) visitaba Salazar, quien aprovechó la lenta llegada del taxi para fumarse un cigarro. Salazar expulsaba el humo como un personaje de película y eso le gustaba a Dianne/David, que mientras llegaba el carro de alquiler se quitaba una de las zapatillas pues sentía que uno de los tacones estaba por zafarse. “Pinches zapatillas, necesito otras”, dijo para sí misma(o). La noche le acariciaba el cabello que siempre fue largo y suyo, el bilé estaba en su lugar a pesar de los besos de Salazar y la base del maquillaje seguía intacto cubriéndole los poros que, sin remedio, se le revelaban de hombre: cavernosos, profundos, rotos. Ahora bien. La riña comenzó cuando Odalys atravesó la calle para besar en la boca a Salazar. Dianne/David la(o) vio llegar. Le pareció que los estaba esperando. Y en efecto, cuando Salazar sacó apenas un nuevo cigarro, sintió el beso profundo de Odalys. Casi compartieron el humo. Odalys, volviéndose hacia Dianne/David dijo: “No sabía que te gustaba andar con sidosos como éste”. “Será ésta”, respondió Dianne/David. “Y sidosa tu pinche madre, por eso saliste toda jodida de las nalgas”, agregó, defendiéndose. No hubo una tregua, ni palabras amables. Tampoco hubo entre ellas/ ellos un comisionado de paz. Menos un juez conciliador. Del primer bolsazo siguieron los golpes a mano limpia, alternando uñas y taconazos en la cabeza, que siempre resultan los más letales. Quien haya visto pelear a dos transexuales sabrá de lo que se está hablando. Lo peor de todo es que Salazar sólo se divertía, guardaba el humo del cigarro en lo más bajo de sus pulmones esperando a que ascendieran poco a poco para salir por la nariz. Incluso, escupió volutas, justo como lo hace un volcán que algún día estará muerto. Nadie de los presentes supo o recordó después si el taxista que llegó al lugar fue el que llamó a los azules o el gorila que fungía como guardían del antro, pero la patrulla tardó apenas siete u ocho minutos en derrapar sus lisas llantas. Odalys ya estaba en el piso y Dianne/David le ponía la rodilla en el estómago: “A ver, pendeja, quién es la sidosa. Pídeme perdón. Di que Salazar es mío”.
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Fue entonces cuando la cosa empeoró porque Salazar tiró el cigarro y viendo llegar a uno de los oficiales, le dijo de una manera en la que todos los que se apelotaban en la escena pudieran escucharlo claramente: “Este pinche degenerado que está montado sobre esta otra(o) me robó mi cartera”. Se refería a Dianne/David quien azotaba la cabeza de Odalys en el piso, aunque tenía la boca rota en un bilé indistinto de rojo y sangre. Quién sabe qué pasó por la mente de Dianne/David pero lo que reflejó su rostro fue rabia, un sentimiento de traición que le mojó los ojos y anestesió los golpes que le respondía Odalys. Dianne/David alcanzó su bolsa y sacó una navaja que siempre tenía lista para defenderse de los clientes agresivos. El estómago de Salazar comenzó a mancharse por las pequeñas aberturas que se notaban en su camisa brillante. El policía y el oficial que lo acompañaba corrieron a taclear a Dianne/David. La navaja se deslizó por la banqueta en la que retumbaba la música de la noche, sensual y estridente. Triple delito: asesinato, robo y prostitución. Todo ello sobre Dianne/David en unos cuantos segundos. Los pitufos la(o) tundieron a golpes como si aún no hubiera soltado el arma pulzocortante. Se defendió como pudo. La(o) pararon de la mata de cabello, largo, siempre suya. Ni siquiera tenía que ser Odalys la parte acusadora. El asesinato y el robo se persiguen de oficio y más, si suceden frente a policías comunes, de calle, que no tienen capacidad legal ni intelectual para investigar un crimen, pero sí para declarar con doble poder: como testigos y como ostentadores de la fe pública. Una trampa de la que casi nadie puede zafarse. Y menos Dianne/David.
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*** Lo primero que Dianne/David pensó cuando le tomaron la declaración fue que nadie la(o) iba a poder sacar de semejante embrollo y que lo último que quería era que sus padres se enteraran. Apenas tenía 23 años de edad y dos de vivir sola(o) en un departamento, así que si quisiera ocultar el problema, sólo podría hacerlo por unas cuantas horas antes de que sus papás comenzaran a buscarla(o). Podría resultar extremadamente ilógico que quisiera cargar sola(o) con semejante problema, pero no, siempre hay razones para querer lo absurdo. Su primer argumento fue considerar que el Regidor, aquel dueño del tugurio donde había matado a Salazar, podría ayudarla(o). No era la primera vez que el Regidor sacaba a alguien de problemas con la policía, aunque nunca por homicidio. Estaba confiada(o) en que aquel político le quería como a una hija(o) y que justo por eso, podría dejar a sus padres fuera de todo aquello. Además, y en segundo lugar, ¿acaso no la misma Dianne/David sabía todos sus secretos y a pesar de que sus propios padres conocían a la esposa del Regidor desde que Dianne/ David era casi un(a) niña(o), nunca abriría la boca para decir quién realmente era por las noches aquel político de poca monta? Y por último, ¿no se callaba porque tanto lo que el Regidor hacía como lo que Dianne/ David hacía, era muy parecido en el fondo? Esas eran para Dianne/David las razones que le llevaban a confiar que el Regidor podía parar las cosas en el ministerio público. Tomaría el riesgo. Siempre puede vencerse a la Ley con una buena cantidad de dinero, así que ofreció su coche a cambio de ayuda. Sin embargo, el agente del ministerio público se hizo el insobornable. “Tratar de comprar a la autoridad
La Colchero Guillermo Rubio
Hoy será mi gran noche de reventón. He cobrado mi primera quincena de cuarenta mil pesos que, para ser ejecutivo junior, no está mal. Concuerda con mi cumpleaños veintisiete. Además, hablé con mis padres y me dieron el mejor regalo de los últimos tiempos: aceptaron y avalaron mi preferencia sexual. Todo pinta color de rosa: un trabajo envidiable con franceses, un novio encantador que quiere que vivamos juntos, un departamento de lujo en la Condesa. Pronto cursaré mi doctorado en Suiza. Gracias a mis padres siempre he tenido los lujos normales de mi clase social. Mi padre es industrial que fabrica acero y derivados metálicos y mi madre es la mujer más bella del mundo, obvio, se dedica a la filantropía. Soy idéntico a ella, tengo tres hermanas mayores y ninguna es tan parecida a ella como yo. Es casi seguro que la cercanía con mis hermanas los primeros años de mi vida me hayan inclinado a ser femenino. Mis hermanas me vestían de mujer y eso me marcó. Hoy saldré por la noche, ¿qué pasará? Quiero algo salvaje, atrevido, peligroso y mucho sexo. Quiero algo que me haga sentir aventura. Confieso que me asusta adquirir el valor para llevar a cabo los planes. El tráfico es denso, cruzar Reforma y Periférico parece la muerte. Cinco de la tarde y llamó por teléfono. Mi novio, Eduardo Garza, estaba en Bélgica en un curso de mantenimiento de una maquinaria que instalaría en Monterrey. Es el chico perfecto para mí: educado, divertido, sin problemas económicos, guapo y con una verga de 16 centímetros que me enloquece. Un año de relación y como trescientas acostadas. ¿Me tomaré una pasta?... Mejor espero tal y como lo tenía planeado, me siento acalorado; esta sensación de aventura me tiene excitado. Esto es nuevo para mí. ¿No estaré mal de la cabeza?, ¿tendré que ir con un analista? A lo mejor sí requiero ayuda... eso será otro día: ¡hoy es mi gran noche! *
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Tomó la maleta con ropa de más para un fin de semana, dejó las identificaciones y tarjetas bancarias, llaves del auto y en la salida entregó las llaves del departamento. Tomó el Metro y se enfiló a Garibaldi. Después de media hora arribó al hotel San Martín en Eje Central, cerca a la Plaza. Se registró, pidió dos cervezas. Era la segunda vez que experimentaba esta loquera. Aquella noche en Harvard, cuando se graduó, se vistió de mujer y fue al barrio latino, ligó a un hondureño que hasta el momento recuerda. Esa sensación de traer ropa vaporosa, delgada. Lo que piensa hacer no es otra cosa que una aventura. Braulio quiere visitar los bajos fondos de la ciudad de México, quiere ser maltratado, vejado y penetrado por hombres rudos. Braulio se ajustó la peluca negra a la príncipe valiente, se miró y aprobó. Los parpados llevaron tres colores resaltando el violeta, de por si las pestañas eran espesas, con el rímel los ojos claros fulguraban. Se pintó la boca de negro. El espejo no mentía, Braulio era una linda y guapa mujer joven. De complexión delgada con músculos de acero en reposo. Es maniático de escalada libre, deporte que practica cuando menos una vez cada quince días, como buen admirador del francés que escalaba rascacielos. Sabía que con la práctica podría estar a ese nivel. Ya listo representaba a una veinteañera con ganas de agradar y bastante guapa. La falda corta, pegada, resaltaba las nalgas pequeñas. Tomó cinco mil pesos y salió. Esta noche se llama Violeta. El caminar cadencioso produjo el primer fruto, un padrotillo mugroso acomoda carros, le dijo te lo mamo, Violeta se detuvo riéndose estruendosamente.
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Le llamó coqueta con un dedo. -Oye, ¿Dónde se juntan los soldados y jotos? −En el 43 de Pensador, ¿te llevo? −¿Es lejos? -Una cuadra y media, está al lado del Blanquita. Estás bien bonita, ¿cómo te llamas? −Violeta, ¿De veras me lo mamas? −¿Si me das el culito, si? Me cae de madre que sí te lo hago vomitar. −Nel, al rato le llegas al 43 y te invito una chela. −¡De una vez mi reina! El ambiente es bravo y te ves muy finita, te van a dar baje. −¿Tú crees? −Neta mi amor. −Vamos pues. Violeta, nada tonta -era dominadora de la mente- se adaptaba a la par de la capacidad mental de la mayoría de las personas con quien convivía. Al sentir el olor de hombre se excitó, tanto que la verga se le paró, mala noticia. La erección era notable necesitó concentración para bajar el ímpetu. Llegaron en unos cuantos minutos, Violeta y El Man bromeaban pesado, la pasta que se había metido le estaba haciendo efecto. El lugar era deplorable, mesas metálicas de la Corona, paredes de adobe con plastas de cemento, en vez de Ponchis ponchis, el Tri animaba el ambiente. Claro que había travestis, todos, al parecer, jóvenes y después de una rápida escaneada, corroboró que ella era la más bonita. Los mayates de inmediato rodearon a la pareja recién llegada. El Man conocía a dos de ellos. A Violeta le atrajo uno que se veía como toro, la miraba lascivo, dándole entender que se estaba tardando. Violeta invitó tres caguamas. Rápido se convirtió en el centro de atención. A la media hora estaba bailando merengue y
bachata, sintiendo lo que se iba a comer. El primer prospecto de la noche era un soldado de Guerrero de, cuando mucho, veinticinco años, moreno, afecto a las pesas, rostro indefinido, no feo, tosco, de poco hablar y más accionar; a la segunda pieza ya le había agarrado hasta los huevos. Se dieron los primeros besos, cada quien agarró lo que quería y Raúl invitó a la parte de atrás. Para entrar pagaron cincuenta pesos con la advertencia que si salían volvían a pagar. Violeta, cuando entró, entrecerró los ojos lasciva, había quince parejas o más. Tríos, olor a sudor y caca. La imaginación era suficiente para las posturas que adoptaban los travestis, pero dominaba el estilo de perrito apoyados por sillas y mesas. El espectáculo enervó más a Violeta, la verga estaba insoportable. Raúl se colocó atrás de ella, mordiéndole el cuello y una oreja con moderación, mientras las manos hacían a un lado las pantaletas. Violeta al sentir que iba a ser penetrada giró con un condón en la mano. −¡Póntelo! −No me gusta, así pelón el chile. −Nel, no, niet. −Bueno, pues pónmelo. ¡Mi madre!, esto anda en las doce pulgadas y grueso. Ahora a probar el sabor a kiwi, ¡Qué venas, Dios mío! Apenas me cabe en la boca. Qué manera de empezar el fin de semana y son las diez de la noche. Violeta se prendió como becerrito, hasta que el soldado paracaidista la apartó y sin ningún miramiento le colocó la cara en una mesa. Apartó la pantaleta, con algo de trabajo y a salivazos la penetró a media asta y dejó que Violeta decidera cuanta carne se servía. ¡Quiero gritar!, pero nadie lo hace, pujan, esa morena se está comiendo chile tipo TKT, yo quiero uno de esos. No puedo moverme, a ver, tantito para adelante, tantito para atrás… ¡ay, me duele! Ya sé, aflojar
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el culo y bajarme el pito. Violeta empezó a masturbarse. Pocas veces en su vida había alcanzado esta esclerosis y recargarse rítmicamente, después de minutos, casi simultáneamente explotaron. Violeta volteó a ver a Raúl, para agradecer se percató que había dos, tres mayates, al parecer querían culito nuevo. Entre ellos estaba el pito tamaño TKT. El soldado, conociéndolos, cedió su lugar y dejó a su suerte a Violeta. Era el rey del lugar, reclamaba tributo. Ella entre asustada y dominadora impuso un par de condones al TKT que era el líder y a otro que era parecido a Dany Trejo. Al invitar las caguamas la bautizaron como La Colchero. Por lo bonita que era. Dos de la mañana. La sesión de sexo podríamos calificarla como normal. A Violeta le pasaron el TKT, el Trejo, que le decían el Vampiro y El Javier Solís. Era amiga de Camelia la Texana, la Trevi, la Rarotonga y una enemiga: la Vitola, que la miraba desafiante a los lejos. Violeta estaba ahora con un dolor terrible de ano, le confió a la Trevi, ésta la llevó a la barra y pidió unos hielos. −¡Ay hija!, te lo dejaron bien abierto, esto lo va a cerrar. −Me arde, me arde… Mmmm, se está quitando. Gracias amiga. Después de helioterapia anal de quince minutos, el culito de Violeta estaba como para tirarse un pedito tronador, le habían invitado una pasta y Violeta preguntó: −¿Hay lugares más cabrones que éste? −¿De drogas? −No… Sexo duro. La Trevi organizó una excursión a la Merced, se apuntaron el Solís, Rarotonga, la Minelli y el Agustín Lara. Tomaron un taxi y se bajaron en Fray Servando, caminaron por la calle de Rosario, en una
Colaboradores Constanza Rojas @constanzarojasc Narradora y amante apasionada, guerrera de gran corazón. Es autora del libro de relatos Jamaica 69 (1999) y ha participado en varias antologías. librosampleados incluyó su relato “Perra” en Revival. 4 narradores sin reservas (2013). Vive de sus rentas. Mario León Rodríguez (Alajuela, Costa Rica, 1969). En sus ideas y venidas de trabajos mal pagados, estudios inconclusos, juntas indeseables y otras heces, ha logrado publicar dos poemarios, el libro de relatos No es una canción de amor (2002) y las novelas De ellas la piel (2008) y Transajosé (2010). Eduardo Antonio Parra (León, Gto., 1965). Ha sido ganador de varios premios nacionales e internacionales de cuento (“Efrén Hernández”, “Juan Rulfo”, “Antonin Artaud”). Es autor de cuatro libros de relatos, reunidos en el volumen Sombras detrás de la ventana (2009) y de las novelas Nostalgia de la sombra (Joaquín Mortiz, 2002) y Juárez, el rostro de piedra (2008). Su publicación más reciente es el libro de relatos Desterrados (2013). Pablo Reyes (Córdoba Veracruz, 1973). Poeta, escritor, gestor cultural. Colaborador permanente de Revista el Chiquihuite. Trabaja en el Centro Cultural La Pirámide. Daniel Herrera @puratolvanera Escritor, profesor y periodista. Nació y sobrevive en Torreón, Coahuila. Ha publicado en revistas como Letras Libres, Milenio Semanal, Replicante, Moho, Armas y letras, Punto de partida, La Tempestad. Tiene tres libros: Con las piernas ligeramente separadas (2005), Polvo rojo (2009) y Melamina (2012). Eduardo Adams Mosquera @eduardo_adams Narrador ecuatoriano. Es autor del volumen de cuentos La mirada del cíclope (2007)
Juan Carlos Hidalgo @eternautafugado Nómada musical nativo de Tuzolandia. Como antologador, en breve publicará Amor y paranoia en los noventa (compilación de relatos sobre canciones de Blur) y librosampleados lo ha invitado a compilar No estás lista para el pop. Su primera novela es Rutas para entrar y salir del Nirvana (2012). Pronto saldrá su libro de cuentos Satán rechazó mi alma. Omar Nieto @Omar__Nieto Fue becario de la Escuela Mexicana de Escritores y alumno de Pablo Soler Frost, Eduardo Antonio Parra, Luis Humberto Crosthwaite y Daniel Sada. Su novela Las mujeres matan mejor resultó finalista del I Premio de Novela Planeta-Sanborns y fue considerada por el periódico Reforma como Mejor Primera Novela de 2013. Es fundador y bajista del grupo de rock The Loudgrey. Nazul Aramayo @erosdiler Torreonense. Piedrólogo y aficionado a la belleza trans. Se saca la ceja y escribe cuentos y crónicas. Autor de la novela Eros díler (2012). Escribió la columna “Ahogaperros” en SuplementodeLibros.com Hugo César Moreno Hernández (México, D.F., 1978). Autor de Cuentos porno para apornar la semana (2007), Enseres de supervivencia (2011), Masturdating o apornarse las manos (2012), entre otros libros de cuentos, y las novelas Wences (2013) y Ella (2014). Es miembro del consejo editorial de SuplementodeLibros.com Guillermo Rubio (México, D.F., 1949). Estudió la primaria en Sonora. Trabajó de obrero, operador de maquinaria pesada, chófer de camiones y policía. Es autor de dos novelas del género negro: Pasito tun tun (2006) y El Sinaloa (2012). Colabora en un diario de papel.
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[SdL] Suplemento de Lecturas
Año 1, número 2 / febrero - mayo 2014 [SdL] es una revista cuatrimestral editada por librosampleados. Editor responsable: Nahum Torres Rivera. Certificado de Licitud de Título y Contenido en trámite. No. de Reserva de Derechos en trámite. Queda prohida la reproducción total o parcial de los textos sin la autorización previa por escrito de los autores.
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