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Seguridad en las playas de Puerto Rico

Por Ileana Z. Rivera García

Las playas de Puerto Rico son el destino preferido por residentes y turistas que las visitan a diario, ya que ofrecen muchas oportunidades recreativas y de relajación a un mínimo o ningún costo. Quien haya tenido la oportunidad de asistir a un evento de pesca, a algún evento de surf o a un pasadía familiar conoce los beneficios que esta atracción natural costera ofrece. Sin embargo, no siempre la playa representa beneficios para todas las personas. Actualmente, la incidencia de ahogamientos en Puerto Rico es de una muerte cada doce días o, aproximadamente, 30 personas al año1. Este problema llamó la atención del señor Ruperto Chaparro Serrano, actual director del Programa de Sea Grant de la

1 Esta cifra aparece en los siguientes documentos del PSGUPR: “Una muerte en las playas cada 12 días: la asfixia por sumersión en Puerto Rico, un problema de salud pública” (artículo de la revista Marejada, vol. 8, núm. 1, págs. 15-17), Estudio sobre ahogamientos en las playas de Puerto Rico 1999 – 2013 y Análisis de estadísticas de ahogamientos en las playas puertorriqueñas.

Foto: Oliver Bencosme Palmer

Universidad de Puerto Rico (PSGUPR). En el año 1998, Chaparro se dio a la tarea de investigar dentro y fuera del país la frecuencia en que se dan casos de esta naturaleza, basándose en datos obtenidos por diferentes agencias. Al examinar la información recopilada y al comparar las estadísticas de Puerto Rico con las del estado de la Florida (estado costero con un clima similar pero con salvavidas certificados por la United States Lifesaving Association en sus playas), Chaparro concluyó que las cifras de muertes por ahogamientos en Puerto Rico eran alarmantes. Actualmente, estas cifras siguen siendo alarmantes. La falta de seguridad acuática en nuestro país es un factor crítico que tiene como consecuencia un mayor número de muertes a las esperadas en el período de un año. Por ende, el señor Chaparro y sus colaboradores reconocieron que este era un problema real y se dieron la tarea de buscar alternativas que ayuden a disminuir las muertes por ahogamiento. A raíz de esto, el PSGUPR crea el Proyecto de Seguridad Acuática para Puerto Rico. A este esfuerzo, se unieron personas con experiencia en diferentes campos del saber con el fin de aportar su conocimiento y de darle forma al mismo. El proyecto tiene como meta educar al público en general, enfatizando en el tema de corrientes de resaca y las estadísticas basadas en investigación. De hecho, se han publicado varios escritos con información relevante al proyecto, el cual, a su vez, también tiene el objetivo de capacitar salvavidas con el propósito de reducir las muertes relacionadas a la asfixia por sumersión, término correcto para denominar lo que comúnmente conocemos como muertes por ahogamientos. A este esfuerzo se integró Berliz Morales Muñoz, actual coordinadora del Proyecto de Seguridad Acuática, quien también ha publicado información recopilada sobre los casos de ahogamientos en Puerto Rico. Berliz reveló que, según los datos obtenidos a través del estudio sobre ahogamientos que realizó el PSGUPR, las víctimas son “mayormente puertorriqueños varones entre las edades de 16 a 45 años, principalmente en playas al norte de la Isla”. Además, se descartó la hipótesis de que los niños están entre el mayor número de casos. “Vivimos en una isla donde la mayoría de la gente no sabe nadar y donde no hay un cuerpo de salvavidas preparado para rescates en mar abierto por lo cual es imperativo que los salvavidas sean adiestrados preferiblemente bajo estándares de la United States Life Saving Association (USLA) y que las agencias gubernamentales correspondientes materialicen un proyecto de seguridad en las playas,” expresó Berliz Morales.

Como parte de los esfuerzos para adiestrar salvavidas, en 2012, el PSGUPR invitó a instructores certificados de la USLA con el propósito de crear unos talleres dirigidos a reforzar e implementar destrezas y enseñar técnicas apropiadas de rescate a salvavidas locales. Los talleres también ofrecieron pruebas escritas para exmainar el conocimiento de los salvavidas. Se trabajó en mar abierto, en el salón y en el Natatorio de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez (UPRM). Cabe señalar que, según estadísticas de la USLA, la probabilidad de ahogamientos en una playa con salvavidas certificados bajo los estándares de la asociación es prácticamente nula. Luego de este taller, se han llevado otras actividades de educación continua para los salvavidas en las cuales los participantes han obtenido mayor información sobre las técnicas de salvamento. “Existe la necesidad de anticipar el peligro y saber cuándo actuar para prevenir accidentes. Los salvavidas no solo tuvieron la oportunidad de adiestrarse sino de también fomentar el compañerismo. Este entrenamiento nos ayudó a reforzar nuestras habilidades, también nuestra confianza pues nos sentimos listos para actuar. Además nos motiva a seguir trabajando en la seguridad de nuestras playas”, aseguró Oliver Bencosme Palmer, artista gráfico del PSGUPR quien también es salvavidas y surfista y que, durante un año, fungió como vicepresidente del Capítulo de USLA en Puerto Rico. El actual director del Natatorio, el doctor Efrank Mendoza, es también colaborador del Proyecto de Seguridad Acuática desde sus inicios. El doctor Mendoza, indicó que la información recopilada sobre los ahogamientos por las agencias era mucho más detallada y específica en cuanto a circunstancias y razones de las muertes. Esta información les ayudaba a descartar algunas muertes que ocurrían en las costas, cuyo factor causante no era muerte por ahogamiento. Como director del Natatorio de la UPRM, el doctor Mendoza continúa en su esfuerzo por promover la seguridad acuática y expuso la necesidad de implementar un programa activo de adiestramiento de salvavidas que garantice la seguridad en las costas. Además, mencionó que este personal debe ser apto para realizar rescates en mar abierto y de ser posible, que pueda aplicar técnicas de primeros auxilios. Si bien para algunos los números de ahogamientos son cifras bajas en comparación con cifras elevadas como las de los asesinatos en Puerto Rico, la realidad es que no es así. No podemos hacernos de la vista larga, pues cada víctima significa la pérdida de una vida la cual tiene un valor incalculable. Muchas veces los ahogamientos ocurren por accidentes, pues la corriente puede arrastrar a la persona y cuando sucede no sabe cómo actuar ante tal situación. Es necesario que además de educar, se haga un acercamiento a la ciudadanía de parte de aquellas agencias con el poder de aportar al proyecto para lograr que hayan más programas educativos, adiestramientos y herramientas con el potencial de evitar más pérdidas lamentables. Se debe reconocer que el problema de ahogamientos tiene vigencia y que seguirá aumentando mientras las opciones de recreación en nuestras costas continúen cobrando auge y no hayan programas de salvavidas en nuestras playas. Los efectos negativos sobre las actividades económicas, turísticas y recreativas que se realizan en la costa seguirán dejándose sentir. Un programa correctamente implementado con el personal debidamente adiestrado y certificado aseguraría que las cifras de casos disminuyan considerablemente.

La ciencia al servicio de la seguridad acuática

El Sistema Integrado de Observación Oceánica y Costera del Caribe (CariCOOS, por sus siglas en inglés), en alianza con el Programa Sea Grant en Puerto Rico, ha desarrollado una herramienta conocida como Nearshore Breaker Model (Modelo de olas rompientes). Este producto provee un estimado de las características de las olas en las playas monitoreadas. “Las herramienta trabaja a base de modelos con los cuales se trata de predecir dónde rompen las olas, su altura y cuáles son las playas más críticas en lo que se refiere a condiciones marítimas,” explicó el doctor Miguel Canals Silander, director técnico de CariCOOS.

Actualmente, el Modelo de olas rompientes incluye casi 90 playas localizadas en Puerto Rico y en las Islas Vírgenes Estadounidenses. El mismo presenta tres niveles para describir la altura de las olas en una playa: bajo a moderado (entre 2 a 4 pies), moderado a alto (entre 4 a 6 pies) y alto a muy alto (más de 6 pies). Estos niveles aparecen identificados en un mapa por tres colores de banderas: amarillo, rojo y negro, respectivamente. Aunque aún se encuentra en una etapa experimental, el modelo puede ser de utilidad para los bañistas que interesan visitar las playas. A mayor altura de la ola, mayores también son las posibilidades de que se presenten corrientes de resaca. Este tipo de corrientes es uno de los principales causantes de muertes por asfixia por sumersión (ahogamientos). Tomar decisiones informadas debe ser prioridad de toda aquella persona que desee visitar y disfrutar de las playas. Se exhorta a los bañistas a que consulten siempre los informes del Servicio Nacional de Meteorología, estén atentos a las condiciones del tiempo y no asuman conductas de riesgo en las costas. El modelo desarrollado por CariCOOS, con el apoyo del Programa Sea Grant, ayuda a que salvavidas y usuarios de las playas en general, se mantengan informados sobre las condiciones marítimas.

Visite http://www.caricoos.org/Nearshore_ Breaker_Model/ para que conozca los detalles del funcionamiento de esta herramienta y de los productos de CariCOOS.

— IZRG y CDOM

La página CariCOOS.org provee información actualizada de las condiciones marítimas a tiempo real para toda la costa de Puerto Rico. Esta información puede ser muy útil para los recreacionistas que usan el recurso marino.

Bencosme, O. (comunicación personal, 27 de octubre de 2014). Brewster, B. Chris, Hamilton, McCrady J., McManus, J., & Serrano, G. J. (2008). Aquatic Safety Assessment and Recommendations, Commonwealth of Puerto Rico. (UPRSG-T-202). Programa Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico. Canals, M. (comunicación personal, 27 de octubre de 2014). Chaparro, R. (comunicación personal, 17 de octubre de 2014). Chaparro, R. (2002). Desinversión y desinterés: La situación en el manejo de las playas de Puerto Rico (UPRSG-G-74). Programa Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico. Ley de Navegación y Seguridad Acuática de Puerto Rico, Ley Núm. 430 (2000). Mendoza, E. (comunicación personal, 14 de noviembre de 2014). Morales, B. (comunicación personal, 8 de octubre de 2014). Morales, B. (2011, invierno). Una muerte en las playas cada 12 días: La asfixia por sumersión en Puerto Rico, un problema de salud pública. Marejada. 8(1) , págs. 15-17. Morales, B. & Chaparro, R. (2013). Estudio sobre ahogamientos en las playas de Puerto Rico 1999 – 2013. Programa Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico. Borrador. Morales, B. & Hernández. C. (2012) Análisis de estadísticas de ahogamientos en las playas puertorriqueñas. 2012. Programa Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico. Borrador.

El problema de las embarcaciones abandonadas en las costas

Por Enrique J. Vargas Figueroa

La cantidad creciente de embarcaciones abandonadas en las aguas de Puerto Rico en los últimos años se está convirtiendo en un problema serio de seguridad y de contaminación para las costas. El impacto negativo que tiene una embarcación abandonada en la ecología y en el atractivo de la costa, sumado a los problemas de seguridad que presenta a las personas que disfrutan o viven cerca del mar, hace que este problema amerite más atención de la que se le está dando hoy día. Con muy pocas excepciones, la falta de una definición legal clara y de un protocolo de acción para que las autoridades puedan identificar y disponer efectivamente de las embarcaciones abandonadas ha causado que estas permanezcan en las aguas costeras por un tiempo indefinido.

Embarcación abandonada: Un asunto pobremente definido

El “Reglamento para la Inscripción, la Navegación y la Seguridad Acuática en Puerto Rico” es el documento oficial que establece las medidas dirigidas a proteger los recursos naturales de la costa. Sin embargo, el documento solo indica que el dueño de una embarcación tiene quince días para notificar al Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) sobre el abandono de su embarcación y que entonces el DRNA invalidará su certificado de inscripción. Ante la falta de una clarificación adicional, solo se puede presumir que el tipo de abandono al que se refiere el reglamento es aquel donde el dueño solo tiene la opción de dar su embarcación por perdida, como puede ser el caso de ciertos encallamientos o hundimientos donde es imposible recuperarla. El tipo de abandono donde una persona simplemente dejó su embarcación en el mar y no regresó más no está debidamente contemplado en las leyes náuticas estatales, como explica el doctor Craig Lilyestrom, director de la División de Recursos Marinos del DRNA. El doctor Lilyestrom participó directamente en el primer

La imagen de fondo muestra una embarcación encallada sobre un arrecife coralino y hierbas marinas en la área de Fajardo. Esta debe ser removida para evitar que sea fragmentada por el oleaje y se convierta en escombros que seguirán impactando el hábitat.

y único “Inventario de Barcazas Abandonadas” de la región del Caribe y que fue publicado en 2002 por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés). Una de las primeras dificultades al momento de compilar la lista fue precisamente la falta de una definición por las leyes locales. Para lograr el inventario, se formuló una definición de manera que fuera muy obvio que la embarcación estaba abandonada como, por ejemplo, que estuviera en un estado avanzado de deterioro. Bajo esa definición, se identificaron casi 70 embarcaciones abandonadas en las costas de Puerto Rico, pero sin duda, en aquella ocasión había más y es evidente que ese número ha crecido significativamente hasta el día de hoy.

El impacto de las embarcaciones abandonas

El documento titulado Programa de Manejo de la Zona Costanera para Puerto Rico, publicado en conjunto por la Junta de Planificación de Puerto Rico y la NOAA en el año 2009, denuncia que las embarcaciones abandonadas constituyen una amenaza significativa para los recursos costeros. Hay dos áreas de interés sobre los problemas que pueden ocasionar. La primera es el impacto ambiental, ya que estas embarcaciones pueden arruinar ecosistemas como las hierbas marinas, manglares y corales, a la vez que amenazan a especies en peligro de extinción. Las preocupaciones más graves surgen cuando la embarcación contiene aceite, combustible o materiales que puedan contaminar el agua. La segunda es el impacto social, pues es común que estos botes se conviertan en basureros donde la gente echa desperdicios, aparte de que la embarcación de por sí estropea el paisaje. En ocasiones, las personas las usan como lugar de recreación, para lanzarse al mar y para pescar. Si el bote está muy deteriorado, estos usos presentan un riesgo para la salud y el bienestar de esas personas. Ambos tipos de impacto empeoran en tiempos de huracán, donde estas embarcaciones pueden convertirse en proyectiles que amenazan la vida y la propiedad de las personas, además de la posible destrucción del ecosistema costero.

Quiilla de bote de vela sumergida sobre fondo marino coralino. Estos fragmentos, al no retirarse, se posan sobre el fondo marino e impactan nocivamente el hábitat natural.

Velero encallado en Arrecife Mosquito al norte de Vieques, donde causó impactos significativos a los corales y aplanó parte de la estructura tridimensional del hábitat.

El complejo problema de remover una embarcación abandonada

Aún con todo el conocimiento sobre el impacto negativo, la falta de una definición legal se traduce en la ausencia de un protocolo general de acción para remover a las embarcaciones abandonadas del mar y las costas. Los casos donde las autoridades intervienen expeditamente para remover una embarcación, sea abandonada o no, son muy particulares y usualmente involucra lo siguiente: que la embarcación afecte una ruta marítima federal, que el daño al ambiente sea inminente como en el caso de un derrame de combustible, o que la embarcación tenga un seguro compensatorio. De lo contrario, el paso habitual consiste en localizar al dueño para que sea quien se encargue de la remoción. Esto ha demostrado ser inefectivo pues, en la mayoría de las casos, no se consigue al dueño y ante esa situación no hay una idea clara de cómo se debe proceder. Aunque desde el año 2002 no se ha vuelto a actualizar el inventario de la NOAA, el doctor Lilyestrom ha colaborado con la Guardia Costanera para mantener un registro interno de embarcaciones que han identificado como abandonadas. Con el paso de los años, la cantidad de embarcaciones que permanecen abandonadas en las costas de Puerto Rico continúa aumentando.

Recomendaciones para lidiar con el problema de las embarcaciones abandonadas

El doctor Lilyestrom sugiere que se consideren las leyes que existen en los estados costeros de los Estados Unidos para adaptarlas a Puerto Rico. Por otra parte, se debe evaluar la manera en que se hacen cumplir las leyes relacionadas a los permisos de navegación, opinó el biólogo Benito Pinto, ex Comisionado de Navegación de Puerto Rico y editor del periódico náutico La Regata. Según el señor Pinto, se debe motivar a los dueños de embarcaciones para que mantengan sus permisos vigentes y así contener el abandono debido al olvido, la indiferencia o la negligencia. Finalmente, la doctora Michelle Schärer Umpierre, científica marina graduada del Departamento de Ciencias Marinas de la UPR-Mayagüez, resaltó la importancia de continuar la investigación científica que se realiza en Puerto Rico y que demuestra el impacto que tienen las embarcaciones abandonadas en las costas. Todo el conocimiento científico adquirido debe ser divulgado para crear conciencia en la ciudadanía y debe ser usado para la creación de leyes y política pública que afecta el manejo y mantenimiento de las costas de Puerto Rico.

Abandoned Vessels Inventory (Inventario de embarcaciones abandonadas) http://archive.orr.noaa.gov/av_catalog.php

Para más información sobre la Ley Núm. 430 Ley de Navegación y Seguridad Acuática de Puerto Rico y sobre el Reglamento para la Inscripción, la Navegación y la Seguridad Acuática en Puerto Rico, debe visitar la página electrónica del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales: http://www.drna.gobierno.pr/.

Referencias

Chaparro, R. (comunicación personal, 21 de octubre de 2014). Departamento de Recursos Naturales y Ambientales de Puerto Rico. (2009). Programa de Manejo de la Zona Costanera: Revisión y actualización. Resumen ejecutivo. Recuperado de http://www.drna.gobierno.pr/oficinas/arn/ recursosvivientes/costasreservasrefugios/ pmzc/pmzc/pmzc2009/PMZCPR%20 espanol%202009-final.pdf Irizarry, D. (comunicación personal, 14 de noviembre de 2014). Ley de Navegación y Seguridad Acuática de Puerto Rico, Ley Núm. 430 (2000). Lilyestrom, C. (comunicación personal, 10 de noviembre de 2014). Navarro, A. (comunicación personal, 22 de octubre de 2014). Ojeda, E. (comunicación personal, 22 de octubre de 2014). Pinto, B. (comunicación personal, 10 de noviembre de 2014). Reglamento para la Inscripción, la Navegación y la Seguridad Acuática en Puerto Rico, Departamento de Recursos Naturales y Ambientales, Reglamento 6979 (2005). Schärer, M. (comunicación personal, 13 de noviembre de 2014).

Agradecimientos

Muchas gracias al doctor Craig Lilyestrom del DRNA, al señor Benito Pinto del Periódico Náutico La Regata, al personal del Sea Grant incluyendo a Cristina Olán Martínez y Alessandra Otero Ramos, a los doctores Edgardo Ojeda Serrano y Ana Navarro Rodríguez - ambos asesores marinos - y a su director Ruperto Chaparro Serrano, a la doctora Michelle Scharer Umpierre, a Bárbara Báez del Centro de Redacción en Español y al presidente del grupo de Pescadores Pro Rescate de Puerto Real en Cabo Rojo, el señor Daniel “Papo” Irizarry.

Esta embarcación fue removida por una compañía de salvamento profesional dado a que el dueño tenía seguro para cubrir los costos. De no ser así, se hubiese convertido en escombros que pudieran haber afectado los recursos marinos.

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