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Resiliencia de las comunidades vulnerables de Mayagüez ante los efectos del huracán María
Por Edwin J. Asencio Pagán, PhD
Catedrático, Departamento de Ciencias Sociales Universidad de Puero Rico, Recinto de Mayagüez
Desde el 1928 hasta la actualidad han sido varios los eventos atmosféricos que han azotado a Puerto Rico. Los acontecimientos naturales que han ocurrido en la isla en dicho periodo, como es el caso del huracán María en septiembre de 2017, y registrado como el huracán más fuerte y potencialmente destructivo a lo largo de la historia de Puerto Rico, han impactado en gran medida las familias y las comunidades vulnerables de la región oeste del país. Por ser el de mayor fuerza e impacto, el huracán María ha redefinido el modo en que se piensan estos eventos y los acercamientos que se le dan.
La siguiente investigación estuvo enfocada en identificar las características de resiliencia individual y comunitaria que presentaron 341 participantes provenientes de comunidades vulnerables a inundaciones del municipio de Mayagüez, como consecuencia del huracán María. Las comunidades fueron: El Maní, La Boquilla, Jardines del Caribe, Santa Rosa de Lima y La Vía. En términos generales, los criterios de inclusión en los participantes fueron: ser mayor de 21 años y residente de la comunidad por más de cinco años, y haber experimentado al menos un fenómeno atmosférico previo al huracán María en la comunidad. En esta parte se aplicó el diseño de investigación correlacional que explica y cuantifica las relaciones entre las variables al mismo tiempo. Las variables correlacionadas fueron resiliencia, actitud y vulnerabilidad social.
La investigación responde al enfoque cuantitativo, y en la recolección de datos se utilizó un cuestionario. En la
Osciris M. Vargas Vargas
Estudiante subgraduada, Departamento de Ciencias Sociales Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez
primera parte se presenta el perfil sociodemográfico; en la segunda parte la variable actitud; en la tercera parte la variable vulnerabilidad social; en la cuarta parte la variable resiliencia (individual y comunitaria) y en la quinta parte las estrategias individuales realizadas por los participantes antes del embate del huracán María. Las estrategias se adoptaron del plan de contingencia familiar ofrecido por la Agencia Estatal para el Manejo de Emergencia. Además, se realizó un inventario tanto de las residencias que sufrieron daños en la estructura, como de las que no. A su vez, los investigadores identificaron los recursos humanos, materiales, económicos, sociales e institucionales que señalaron los participantes con el fin de determinar su vulnerabilidad social.
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Hallazgos sociodemográficos generales
A continuación se exponen los hallazgos del perfil sociodemográfico de los participantes de las cinco comunidades estudiadas. La investigación arrojó que hubo más participación femenina, con un 54.8 %, mientras que el 39.3 % fue masculino. Las edades de los participantes oscilaron entre los 21 años hasta 99 años, con un promedio de 60 años. Según esto, la muestra promedio de la investigación se define como parte de la generación llamada Baby boomers. Por otra parte, el número de años que las personas llevan residiendo en las comunidades responde entre tres a 99 años, con un promedio de 16 y 45 años. Los participantes, por otro lado, experimentaron entre uno a diez eventos atmosféricos; un 31.4 % experimentó una media de tres. En cuanto al estado civil, un 44.9 % de los participantes refirió estar casado, un 29.9 % soltero, un 12.3 % viudo, un 8.8 % divorciado y un 3.5 % convive con sus pareja.
Por otro lado, en relación al grado de escolaridad, un 40.5 % alcanzó la escuela superior, el 17.9 % la escuela intermedia, el 15 % la escuela elemental, el 10.3 % un grado asociado o técnico, el 11.1 % indicó tener bachillerato, 1.5 % tiene maestría y un 0.3 % doctorado. Solo cuatro participantes de los 341 expresaron no tener escolaridad. En promedio, además, los hogares están compuestos de hasta tres personas, y solo una de estas genera ingresos. Sobre la fuente de ingresos de los participantes, la más reportada fue el seguro social, con un 54.5 %, y la asistencia nutricional,
con un 42 %. Además, el 77.1 % reportó tener un ingreso mensual de $0 a $2,499, por lo que se puede establecer que los participantes de la investigación pertenecen a la clase pobre (según la clasificación de ingresos anuales en Puerto Rico, del Dr. Arias Benson, que se presenta en su columna “Aumenta la clase de los nuevos pobres”).
Hallazgos de las variables
De la misma forma en que se expusieron los hallazgos sociodemográficos, los investigadores realizaron un análisis de hallazgos por cada variable de estudio (actitud, resiliencia y vulnerabilidad social). Para comenzar, se analizó cuáles fueron los resultados de la variable “actitud en las comunidades”. Los investigadores encontraron que la mayoría de los participantes de todas las comunidades muestran tener una actitud positiva, tanto en los preparativos previos a la llegada del huracán, como en el proceso de recuperación posterior. Los reactivos determinantes en la escala fueron: haberse mantenido al tanto de los medios de comunicación (79.2 %), haber tomado medidas de precaución (57.2 %), estar optimistas ante el proceso de recuperación (51.3 %), considerar que se estaría mejor preparado para un próximo evento atmosférico (71.3 %) y que las creencias religiosas ayudaron en la recuperación (79.5 %).
En cuanto a la variable “vulnerabilidad”, los investigadores catalogaron a los participantes dentro del nivel “vulnerabilidad baja”. Los reactivos que determinaron esta conclusión (y en los que los participantes contestaron “totalmente en desacuerdo”) fueron los siguientes: tener ahorros de emergencia suficientes para cubrir los gastos de los daños (55.7 %), tener destrezas vocacionales o conocer personas que tuvieran destrezas vocacionales (57.5 % y 61.6 %, respectivamente), y haber presenciado el mantenimientos de los sistemas de drenaje (64.8 %). Así, se concluye también que los residentes de las comunidades son vulnerables, no solo por su ubicación geográfica, sino también por la falta de accesibilidad a los recursos humanos, materiales, económicos e institucionales. Esto último, de hecho, los cataloga como una Comunidad Especial, dentro de las clasificaciones de la Ley para el Desarrollo integral de Comunidades Especiales en Puerto Rico.
Sobre la resiliencia a nivel de individuo, esta se reportó como “positiva”. Los reactivos que determinaron esta conclusión fueron: haber insistido en planes de recuperación (70.1 %), ser capaz de depender de sí mismo (54.8 %), ser capaz de ocuparse de más de una tarea a la vez (59.2 %), haber sido organizado para hacer más de una tarea a la vez (66 %), y ver las cosas desde una perspectiva positiva (68.3 %). A pesar de que estos residentes se encuentran en comunidades sumamente vulnerables a inundaciones, y sufrieron un sinnúmero de daños y pérdidas por el paso del huracán María, es importante recalcar que presentaron un alto nivel de resiliencia. Esto significa que son capaces de superar los estragos que les ocasionó el evento atmosférico al momento en que se realizó el estudio.
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Ahora bien, en cuanto a la resiliencia a nivel de comunidad, esta se reportó como negativa. En promedio, en estos reactivos que se presentan a continuación, los participaron respondieron “en total desacuerdo”: llevar a cabo reuniones para discutir obligaciones del Gobierno (87.7 %), llevar a cabo reuniones para exponer inquietudes (85.3 %), tener grupos de ayuda para envejecientes (78.9 %) y tener un grupo de trabajo para luego de eventos atmosféricos (81.2 %). Por consiguiente, estas comunidades vulnerables a inundación no tienen presente una estructura comunitaria que reaccione ante momentos críticos como lo fue el paso del huracán María. Esto puede ser una desventaja en su proceso de recuperación.
Entre otros hallazgos, se encontró que la mayoría de los participantes reportaron no haber adquirido una póliza de seguro ni haber coordinado para ayudar a envejecientes y encamados. No obstante, la mayoría reportó haber identificado arreglos estructurales en sus hogares y haber guardado documentos personales en bolsas plásticas. En cuanto a notificar a las autoridades sobre problemas tales como drenajes obstruidos, líneas eléctricas y telefónicas expuestas, la mayoría dijo que no cumplió con estas estrategias, a excepción de los residentes de La Vía donde un 50 % reportó que sí cumplieron y un 50 % reportó que no.
Finalmente, los datos adquiridos a través de esta investigación resultan ser una herramienta clave para pensar en modos de tomar acción ante estas situaciones. No obstante, los investigadores no se limitaron a la recopilación de datos, sino que precisaron realizar un análisis que dejará al descubierto el modo en que se correlacionaron las tres variables que estuvieron bajo estudio. Para los investigadores resultó pertinente estudiar si existía diferencia entre las variables de actitud y vulnerabilidad social. Del mismo modo, se enfocaron en auscultar las estrategias individuales
y comunitarias que utilizaron los residentes de las comunidades de estudio. A continuación, se presentará la ruta que los investigadores trazaron para establecer dichas correlaciones y se expondrá la información obtenida.
Para comenzar, las estrategias individuales que más predominaron entre los participantes fueron: guardar sus documentos personales en bolsas plásticas e identificar arreglos estructurales en sus hogares. De acuerdo con los resultados, La Vía y Jardines del Caribe fueron las comunidades que más estrategias individuales cumplieron. Por otro lado, las estrategias comunitarias que más mostraron los participantes fueron: asegurarse de que los alrededores estuvieran libres de objetos que pudieran convertirse en proyectiles, tener un plan de desalojo y trabajar voluntariamente para reestablecer la comunidad después del paso del huracán. De igual manera, se estudiaron las características de resiliencia comunitaria que presentaron estos residentes. Entre ellas se encontró que solo un 22.08 % de los participantes reportó que su líder comunitario reaccinó ante el momento de crisis y un 37.05 % de los participantes reportó haberse organizado como comunidad luego del paso del huracán. Además, resultó que un 8.5 % de los participantes llevó a cabo reuniones para discutir las obligaciones del Gobierno y que un 10.02 % señaló que se llevaron a cabo reuniones para clarificar inquietudes relacionadas a eventos atmosféricos. Por lo tanto, aunque un 44.4 % de los participantes reportó que la comunidad cuenta con un plan de desalojo, se puede afirmar que no había un interés comunitario general luego del paso del huracán.
Asimismo, se valida que no existe una base comunitaria, ya que solo un 13.5 % de los participantes reportó que existió un grupo de trabajo en la comunidad que se encargó de organizarse luego del evento atmosférico. Además, con el paso del huracán María, solo el 19.1 % de los participantes reportó que no se llegó a modificar el plan de desalojo. Por esta razón, los investigadores infieren que, debido a la descomposición comunitaria, los residentes no se han reunido para organizar un plan más efectivo para la comunidad. Sin embargo, se evidenció el logro de establecer ayuda comunitaria, pues un 47.3 % de los participantes reportó que los residentes de la comunidad han trabajado voluntariamente para restablecerse después del huracán. De la misma forma, se evaluó qué grupos respondieron de manera eficiente a las necesidades de las comunidades ante los efectos del huracán María. Con relación a las ayudas, un 72.8 % de los participantes reportó que las ayudas que recibieron por parte de grupos comunitarios y religiosos fue más rápida que la del mismo Gobierno. No obstante, un 42.4 % de los residentes planteó que las ayudas que recibieron por parte del Gobierno central y municipal fueron de beneficio luego del paso del huracán. Del mismo modo, el 60.8 % de los participantes reportó que las ayudas que recibieron por parte de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) y la Guardia Nacional también fueron de beneficio luego del paso del evento atmosférico. Los participantes reportaron, por ejemplo, que recibieron hasta 20,000 dólares en ayudas de parte de FEMA, con un promedio de 2,817.28 dólares.
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Por otro lado, los investigadores también evaluaron la actitud que muestran los residentes de diversas generaciones. Como se había mencionado, la mayoría de la muestra tenía entre 54 a 72 años. La actitud que se obtuvo de esta generación fue positiva, al igual que las demás edades con una variabilidad entre 21 hasta 99 años. Asimismo, no hubo diferencia estadísticamente significativa entre la actitud que presentaron los residentes de las diferentes comunidades.
Por el contrario, sí se encontró que existen diferencias estadísticas significativas entre la actitud y la vulnerabilidad que presentaron los residentes de las comunidades. Es decir, las escalas de actitud y vulnerabilidad tienen un coeficiente de correlación de 0.152 con un nivel de significancia de 1 %. Esto establece una relación positiva-débil entre las variables, que sugiere que mientras más actitud positiva, más vulnerabilidad tienen. Por otro lado, los investigadores midieron si existe relación estadística significativa entre la posesión de recursos humanos, materiales, tecnológicos, económicos y sociales, y el incremento en la capacidad de resiliencia. Comenzando por la resiliencia individual, se estableció una relación positiva entre las variables que sugiere que a mayor vulnerabilidad, mayor resiliencia individual. Luego, la resiliencia comunitaria logró establecer una relación positiva entre las variables, y resultó que a mayor vulnerabilidad mayor la resiliencia comunitaria. Ahora bien, los investigadores pretendieron investigar si existen diferencias estadísticamente significativas entre la actitud presentada ante la vulnerabilidad social y la capacidad de resiliencia. En cuanto a la primera correlación, se estableció una relación positiva-débil entre las variables, sugiriendo que a mayor actitud positiva, mayor la capacidad de resiliencia individual.
Esto sustenta los datos de las variables, ya que la actitud y la resiliencia individual se sitúan positivamente. De igual manera, se planteó una relación positiva-débil entre las variables, debido a que mientras más actitud positiva, más vulnerabilidad existe. Por último, en cuanto a la correlación de resiliencia y vulnerabilidad, se estableció una relación positiva entre las variables; así que a mayor vulnerabilidad, mayor la resiliencia comunitaria.
Por otro lado, se estudió si el componente generacional influye en la actitud de iniciativa y en la capacidad de resiliencia para enfrentar los efectos del fenómeno atmosférico, en este caso, el huracán María. Esto establece una relación negativa entre las variables, lo que significa que a mayor edad, menor es la capacidad de resiliencia individual, y a menor edad, mayor la capacidad de resiliencia individual. En cuanto a la relación entre la actitud y la edad, se estableció una relación negativa entre las variables, sugiriendo que mientras una aumenta la otra disminuye. En este caso, mientras más edad tenga el participante, menor será su puntuación en la escala de actitud, y mientras menor sea la edad, mayor será la puntuación.
Conclusión
A pocos días de la catastrófica devastación de estas comunidades a causa del huracán María, se pudo observar la cruda realidad que se ocultaba bajo la máscara que había creado la urbanización: la pobreza, el desempleo y un alto número de personas envejecientes. En otras palabras, se dejó al descubierto todo aquello que obstaculizaba el movimiento y la trasferencia de los recursos económicos, tecnológicos, sociales y humanos. Este conjunto de elementos conforma la vulnerabilidad social que influyó en las actitudes y capacidades de resiliencia de los residentes de las comunidades devastadas.
Sin duda alguna, es un secreto a voces que con el pasar de los años los huracanes que impactarán tierra firme serán más potentes que los anteriores. Por lo tanto, es esencial que las comunidades más susceptibles al impacto de estos fenómenos se preparen de manera efectiva. La educación es la columna vertebral de la recuperación y el progreso de un país. Esta es la herramienta que permite el desarrollo y fortalecimiento de los conocimientos que contribuyen al ser humano a sobreponerse de situaciones adversas y negativas como lo son los fenómenos atmosféricos. Trabajar con las comunidades antes de la llegada de un huracán es igual de importante que trabajar con ellas después del impacto del mismo. La meta debe ser crear nuevos sistemas que permitan el desarrollo de prácticas efectivas en donde colabore el Estado, el municipio, la comunidad y cada uno de sus habitantes.
Finalmente, luego de analizarse, revisarse y modificarse las conclusiones generales de los hallazgos y las correlaciones presentadas en la investigación, se recomienda imperativamente al Gobierno municipal, estatal, a entidades sin fines de lucro, grupos universitarios y comunitarios, entre otros, la creación de estrategias e iniciativas enfocadas en la educación (en materia de prevención) de los residentes de estas comunidades, para que los mismos se empoderen como individuos y como comunidad, y evitar así desastres de mayor escala ante la llegada de futuros huracanes. En la investigación se destaca que el 42.4 % de los residentes se sentían preparados ante la llegada del huracán María, mientras que el 38.4 % indicó que se sentían optimistas y que pensaban que el huracán no les iba afectar. A pesar de poseer actitudes positivas antes del impacto del huracán, los residentes reconocen en su mayoría que estaban equivocados y que el exceso de confianza jugó en su contra. Por consiguiente, que no se lleve a cabo una educación con enfoque preventivo en las comunidades vulnerables por medio de talleres, conferencias y charlas, significaría nuevamente la inminente pérdida de vidas humanas y daños estructurales más graves. Puerto Rico necesita puertorriqueños comprometidos y encaminados a la reconstrucción social de su isla. Esta investigación es prueba de ello.
Referencias:
Labrunée, M., Gallo, M. (2003). Vulnerabilidad Social:
El camino hacia la exclusión.
Palm, R., & Hodgson, M. (1993). Natural Hazards in
Puerto Rico. Geographical Review, 83(3), 280-289. doi:10.2307/215730
Pasch, R. J., Berg, P., & Berg, R. (2017). National
Hurricane Center Tropical Cyclone Report:
Hurricane Maria (pp. 1-10, Rep.). National
Hurricane Center.