Al colibrí le encanta viajar en avión
Había una vez un colibrí llamado Pipí que le gustaba cocinar platos deliciosos para sus amigos del árbol.
Su receta preferida consistía en una justa mezcla de arañitas y otros bichitos pequeñitos como hormigas y mosquitos.
A Pipí, además, le gustaba viajar en avión. Soñaba con ser piloto y poder “manejar un avión y estacionarlo”.
Como era muy difícil estudiar en la Universidad
Aeronáutica de Colibríes, se conformaba con viajar en avión y mirar por la ventanilla el paisaje y las nubes.
En uno de sus viajes, conoció a su nueva amiga el Águila que era experta en vuelos. Hablaron de todos sus viajes por las montañas, por los ríos...
¡A veces volaba tan alto que tocaba las nubes! También le contó que era profesora en la Universidad Aeronáutica, y que no era tan difícil como se creía… que con esfuerzo y dedicación podría hacer lo que quisiera.
Y así fue como el colibrí Pipí con ayuda de la seño Águila empezó a estudiar para cumplir su sueño de ser piloto.
Una mañana de mucho sol, cuando Pipí terminó de desayunar su jugo de néctar y su tostada con dulce de arañitas, se encontró con una gran sorpresa en el patio de su casa: un avión con una forma muy particular y lleno de flores de tumiñico.
¡¡¡Que alegría que tenía el colibrí!!!
¡Estaba más feliz que una lombriz!
Pipí imaginó volar con ese avión por todo el mundo. Ir del celeste del cielo al verde del pasto mucho más rápido que con sus alas, y eso que las alas de los colibríes se mueven muy, pero muy veloces…
El corazón de Pipí saltaba de alegría y quiso compartirla con sus amigos, porque todo es mejor y más divertido si lo hacemos con amigos.
Entonces llamó a Pupi la abejita, Tito el hornero y a Titina la mariposita.
Todos estaban muy felices, no paraban de hablar y decir dónde querían viajar. Tito ya se había puesto la malla y el sombrero, quería ir a la playa a Punta Cana.
Pupi quería conocer la nieve, tenía lista la bufanda, el gorrito y los guantes.
A Pipí le gustaría visitar a su primo en la cordillera, pero más le preocupaba que no podían ponerse de acuerdo para elegir el destino del primer viaje…
Entonces Titina la mariposita dijo: “¡Tengo una gran idea!
Organicemos un campeonato de Piedra, papel, tijera para elegir el primer destino. Como yo quiero viajar no importa dónde, voy a ser la jurada”.
Pipí, Pupi y Tito se miraron con ilusión y alegría, porque elegir el destino sería un juego divertido. Todos se pusieron de acuerdo y dijeron que aceptarían el destino del ganador para viajar todos juntos.
Luego iban a disfrutar del lugar elegido por el que quedaba en segundo puesto y, al final también iban a viajar a todos los destinos propuestos por los participantes.
Así los amigos dieron inicio al juego.
Empezaron a viajar los amigos por todo el mundo, pero al llegar a uno de los lugares seleccionados, Pipí pasó por un arcoiris multicolor, de los cuales sus amigos quedaron asombrados de su hermosura.
Luego de cruzar el arcoiris los amigos se encontraron con una temible tormenta. Los truenos se hacían escuchar como grandes y ruidosos tambores.
La lluvia y el viento mojaban y sacudían fuertemente el avión, asustando muchísimo a sus tripulantes.
En ese momento, nuestro querido colibrí recordó todos los conocimientos que le había enseñado su buena seño Águila, para evitar la tormenta debía elevar más su avioncito hasta atravesarla.
Con gran destreza logró perforar la oscura nube, ver el hermoso cielo celeste y poner a salvo a todos sus amigos.
Pasado el susto, Pipí, con la aguda visión que caracteriza a los colibríes, vió a lo lejos el lugar que tanto deseaba conocer ¡una soleada playa! con verdes palmeras y un bello mar azul, colores que hacían juego con su plumaje.
Pipí con gran audacia aterrizó su avión y todos bajaron a disfrutar un lindo día de playa mojando sus patitas en el agua, haciendo gigantescos castillos de arena y jugando con su colorida pelota.
Al final del día todos agradecieron la destreza y valentía de Pipí para pilotear.
Muy feliz nuestro pequeño amigo emplumado pudo cumplir su sueño de volar su avioncito.
Y colorín, colorado… ¡Este cuento se ha acabado!