Micromemoria porteña: presentación de obra

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Presentación de la obra

Micromemoria porteña Una obra de Sebastián Santana Camargo Montevideo, 2018


Introducción Esta presentación contiene información acerca de la obra Micromemoria porteña y de su autor, Sebastián Santana (que no es otro que quien escribe) con motivo de postular dicha pieza para ser exhibida en el Parque Cultural de Valparaíso (PCdV) en el año 2019. Se incluye un currículum resumido, una selección de otros proyectos artísticos, notas de prensa e información sobre la obra postulada, incluyendo los textos curatoriales que acompañaron a la exhibición de la obra en Montevideo durante mayo y junio de 2018.


I Curriculum vitae 4 II Otras obras 6 III Acerca de Micromemoria porteĂąa 12 IV Prensa 19


I Curriculum vitae


seo Nacional de Artes Visuales (2014, La Máquina Felisberto; 2012, Premio Paul Cézanne 2011); la Intendencia de Montevideo (2013, 40 x 40, 40 años del golpe, 40 miradas), entre otros.

Sebastián Santana Camargo (La Plata, Argentina, 1977) Artista visual, ilustrador, fotógrafo, diseñador gráfico. Desde 1984 reside en Montevideo, Uruguay. Ha expuesto obras de forma individual en la Sala C. F. Sáez del MTOP (2018, Micromemoria porteña; 2016, Divercine 15 carteles; 2013, Montevideo), el espacio Guijarros (2011, Rumiantes), el Centro Cultural del MEC (2011, 10 años de carteles para Divercine; 2005, Sin título) y la Galería Cinemateca (2004, Ragasvna; 2003, Nonatos). En colectivo expuso en el Espacio de Arte Contemporáneo (2018, Premio Paul Cézanne 2018); el Centro Cultural de España (2017, Lugar en ninguna parte); en diversos espacios de América (2015 a la fecha, RefugiArte); la Alianza Francesa de Montevideo (2016, Álbum); el Centro Cultural Malvinas (2015, Memoria de Papel); el MuMicromemoria porteña · Sebastián Santana Camargo

Como ilustrador se destacan sus trabajos para los libros Un cuaderno de trazos familiares (con textos propios, Guazú Media Producciones, 2018) Animalia (textos de Sergio Blanco, Gabriel Calderón y Santiago Sanguinetti, Criatura Editora, 2018), Crece desde el pie (texto de Alfredo Zitarrosa, Criatura Editora, 2017), El diablito colorado (texto de Horacio Quiroga, Ediciones de la Banda Oriental), Mañana viene mi tío (texto propio, Ediciones del Eclipse, Argentina, 2014), Figurichos (texto de Horacio Cavallo, Ediciones de la Banda Oriental, 2014), Soldadito de viento (texto de Humberto Megget, Editorial ¡Más Pimienta!, 2011), Mi pequeño mundo porno (texto de Gabriel Calderón, Criatura Editora, 2011), las columnas de opinión gráfica Estado de situación (2016, revista Lento) y las películas Trazos Familiares (dirigida por José Pedro Charlo, 2018), Ojos de Madera (dirigida por Roberto Suárez, 2017) y AninA (dirigida por Alfredo Soderguit, 2012). En 2018 obtuvo el Premio Paul Cézanne (Embajada de Francia en Uruguay); en 2017 una mención en el IV Premio de ilustración de literatura infantil y juvenil (PILIJ, MEC); en 2015 el Gran premio ALIJA (Asociación de Literatura Infantil de Argentina, ALIJA), el Premio a mejor libro álbum (ALIJA) y una mención en el III PILIJ (MEC); en 2014 el Premio Bartolomé Hidalgo (Cámara Uruguaya del Libro) junto a Horacio Cavallo; en 2013 el Premio a mejor dirección de arte (Asociación de Críticos Cinematográficos de Uruguay); en 2012 el 2º lugar en el Premio anual de literatura - categoría Literatura infantil inédita (MEC) junto a Lía Schenck; en 2011 fue finalista al Premio Paul Cézanne y en 2007 se le otorgó una beca 10x10 Luis Cerminara (Intendencia de Montevideo).

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II Otras obras (selecciรณn)


Cuaderno de espera

Libro de artista presentado como proyecto a ser realizado, concebido para la aplicación al Premio Paul Cézanne 2018. En esta obra narro las experiencias vividas entre el día de postulación al premio (14/12/2017) y la publicación del fallo (15/3/2018), realizando un relato gráfico sobre papeles de uso doméstico, posteriormente encuadernados. Micromemoria porteña · Sebastián Santana Camargo

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Micropostales abiertas

Serie de ilustraciones en pequeño formato (cada una de 9 x 4 cm aproximadamente) sobre recuerdos de vivencias vinculadas a la Ciudad Abierta, realizadas sobre el dorso de ómnibus de mediana distancia chilenos, realizada para ser parte del proyecto expositivo Lugar en ninguna parte, expuesto en el Centro Cultural de España en Montevideo entre agosto y diciembre de 2017. Micromemoria porteña · Sebastián Santana Camargo

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La fiesta de la libertad

Pieza realizada para la convocatoria de exposición RefugiArte, de ACNUR, montada en varios países de América Latina (Argentina, Perú, Chile, Colombia, Uruguay) desde 2015 a la fecha. Micromemoria porteña · Sebastián Santana Camargo

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Divertimentos y variaciones sobre una introducción y cinco cuentos de Felisberto Hernández

Se trata de una obra desarrollada en un cuaderno de notación musical desarmado, bajo la forma de siete hojas donde transcribí graficamente algunos textos del escritor y pianista. Fue expuesta en el Museo Nacional de Artes Visuales entre agosto y octubre de 2014 en el marco de la exposición colectiva La máquina Felisberto, bajo la curaduría de Roberto Echavarren, Soledad Hernández Montañés y Rosina Piñeyro. Micromemoria porteña · Sebastián Santana Camargo

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Montevideo

Serie compuesta por siete ilustraciones de 80 x 96 cm y un políptico de cuatrocientas piezas compuesto por los catálogos de la exposición con sus portadas dibujadas a mano, cada una como una pieza única, que fue expuesta en la Sala C. F. Sáez durante mayo y junio de 2013. Micromemoria porteña · Sebastián Santana Camargo

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III Acerca de Micromemoria porteĂąa


Acerca de la obra La Micromemoria porteña es el resultado de juntar los boletos de los bondis porteños (las micros, en lenguaje local) y hacer sobre ellos el relato gráfico de lo que viví con mi compañera en la ciudad de Valparaíso, Chile, que fue nuestra casa entre marzo de 2015 y diciembre de 2016. Si no fue en el primer viaje, fue en el segundo recorrido en micro por Valparaíso que me di cuenta que los boletos que tienen allá son parecidos a los que había acá cuando yo era gurí: larguitos, chiquitos y con dos impresiones distintas, una para el diseño de base y otra para la numeración de cada ticket. Luego me enteré que en Chile los diseños de los boletos tienen un montón de variantes, algo que para un ritualista obsesivo con tendencia a adquirir síndrome de Diógenes como quien escribe, es una delicia: un mismo diseño con variaciones en la imagen decorativa; impresión en distintos colores para dar cuenta de distintos alcances del viaje; diseños especiales para estudiantes; el mismo diseño para el mismo uso pero impreso con sutiles diferencias en el color de la tinta; impresión especial al dorso; y así hasta donde la pulsión coleccionista quiera llegar. Encontrarme con ese tipo de material, que me significaba dos puntas de ovillos distintos (el recuerdo de un momento particular de la infancia, y la posibilidad de armar una nueva colección de algo) fue, ahora lo veo, como encontrarme una vez más con aquello de la unión casual de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección: había elementos suficientes para intentar algo, para construir una pieza que resultaría algo más que el mero ensamble de las puntas de esos dos ovillos, y que tendría la fuerza emotiva y obsesiva que despertaron.

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Aunque claro, la operación no fue tan simple, ni tan clara al principio: tenía los boletos, tenía el recuerdo infantil, pero no tenía idea de por dónde ir, de qué hacer con todo eso. De todas formas lo que sí tenía también era la necesidad de construir un sitio seguro desde donde pensar en lo que estaba viviendo y desde donde poder trabajar. Entonces, empujado por esa necesidad fui juntando boletos; un día se me ocurrió, como solución práctica al almacenamiento, pegarlos en forma de cinta; y otro día pensé que en ese largo papel que se estaba armando podría empezar a transcribir gráficamente los recuerdos de lo que iba pasando, tal como hice con algunos cuentos de Hernández para la exposición “La máquina Felisberto”: nomás por chivear, por sostener una práctica que me anclara al lugar, que me significara ubicarme en el presente y también habilitara el ejercicio de la memoria inmediata. Y así empezó el rollo, condensando deseos, recuerdos y necesidades que operaron como fuerzas simultáneas y que confluyeron en la forma de esta cinta ilustrada de un algo más de ciento veintinueve metros que empezó como una distracción, se convirtió en un compromiso personal y terminó siendo la confesión de amor por la ciudad donde vivimos con Euge durante casi dos años. Eso y no más es, para quien escribe, la Micromemoria porteña. Ahora, tal como estoy aprendiendo a asumir, otros viajes, otros recorridos y otras significaciones que se puedan dar o hacer, dependerán de quien se acerque a este rollo. Queda abierto. Sebastián Santana

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Texto curatorial para la exposición en Montevideo “(…) Dígnese acompañarme en mi viaje; marcharemos día a día, riendo, a lo largo del camino, de los viajeros que han visto Roma y París; ningún obstáculo podrá detenernos; y, librándonos alegremente a nuestra imaginación, la seguiremos a todas partes a donde le plazca conducirnos” Joseph de Maistre (Viaje alrededor de mi habitación) Este relato autobiográfico de Joseph de Maistre, escritor francés del s. XVIII, narra su permanencia durante cuarenta y dos días en la habitación donde fue confinado y describe imaginariamente sus restringidos itinerarios, sus fantasías en torno a los objetos visibles, sus experiencias y reflexiones derivadas de esa circunscripción espacial como si de un periplo por un país extranjero se tratase. Paráfrasis gráfica, involuntaria y personal, otro periplo artístico ha sido pacientemente estructurado como memoriosa sumatoria de viajes realizados en la ciudad de Valparaíso (Chile), donde sus habitantes se ufanan de ser “porteños”. Ingenioso constructor de un enorme rollo, sumatoria de miles de boletos empalmados en secuencia, Sebastián Santana viaja temporalmente a través de su propia cotidianeidad multiplicada en imágenes reflejo de sí mismo, de sus vivencias, de su humor, de su concepción del mundo. Radicado en Chile durante casi dos años –con el consecuente uso diario de medios de transporte– el artista convierte en práctica deliberada la acumulación de boletos, testimonio de cada desplazamiento que no descartó el aporte de donaciones solidarias.

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En tal sentido, cada boleto se transformó en soporte de la anécdota, la emoción, la experiencia diaria sintetizada en diminutos dibujos lineales en clave de humor. Por estos ínfimos “papeles” desfilan los protagonistas del día a día, comunicando sentimientos, sensaciones y aconteceres que hacen al cotidiano personal. Asimismo las descripciones de paisajes, de situaciones tamizadas por la tónica hilarante, desarrolladas sobre uno o más tickets agregan contextos a esta suerte de autobiografía liliputiense en secuencia temporal. “Las observaciones interesantes que he hecho y el placer continuo que he experimentado a lo largo del camino, me hicieron desear hacerlo público (...)” Joseph de Maistre (Viaje alrededor de mi habitación) Como un guiño a este autor, el itinerario de este recorrido físicamente lineal, pero pletórico de historias, se desarrolla –desenrolla– alrededor de la sala de exhibición a manera de un circuito –símil de la habitación de de Maistre– que gira sobre sí mismo en un alarde de imaginación y de labor narrativa minimizada a su expresión esencial. Un diario de viaje gráfico y comentado. Algunos tramos contienen disquisiciones manuscritas, sondeos afectivos o reflexiones circunstanciales. Siendo el espacio disponible para sus notas, por lógica, reducido, Santana acota el detalle narrativo en favor del lenguaje gráfico, en que los globos o la acotación telegráfica sólo ofician de complemento al discurso esencial de la historieta. En forma paralela, enriqueciendo los contenidos de su personal propuesta “desenrollada”, sus escritos breves integrados al extenso despliegue de la muestra y con antecedentes en su serie Nonatos, evidencian asimismo un personal talento narrativo.

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Escritura y dibujos responden a una estética dinámica, acentuada por el uso de la línea despojada y la figura humana reducida al monigote. El lenguaje del comic es en su caso la expresión más espontánea de su personalidad, en que el objetivo del humor recae sobre sí mismo y sobre todo su entorno; una visión jovial del acontecer diario que en ocasiones pierde su sonrisa en aras de una reflexión ponderada. El humor per se es un formato útil para interponer distancia revirtiendo situaciones al ubicarlas fuera de sí mismo, señalándolas con el índice y riendo de lo propio convertido en ajeno: el humor, en especial la ironía, es una expresión de inteligencia. La presentación en formato de series se verifica como una constante en las propuestas de Santana, variaciones secuenciales de nexo conceptual. Tal vez reflejo contemplativo del irreversible fluir del tiempo o tal vez necesidad de volcar su caudal imaginativo en múltiples versiones de un tema obsesivo, sus proyectos se presentan como variaciones de un sólo tema o como secuencias narrativas de carácter temporal. Dice Santana que el dibujo es su manera más espontánea de expresión, a lo que se podría acotar que el formato de diario autobiográfico es su manera de describir a un hombre como forma de describir al hombre, sondeo personal que deviene paradigma esencial. Pero sin duda es una experiencia atractiva, gratificante y divertida el recorrer la ciudad de Valparaíso en la memoria, los zapatos y sobre todo, la estética de este joven artista. María E. Yuguero

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Características de la obra Título: Micromemoria porteña Cinta de 12940 x 3 cm, compuesta por aproximadamente 2600 boletos de micro unidos con cola vinílica, dibujados y escritos al dorso con tinta china entre julio de 2015 y enero de 2017. A la izquierda, una breve selección de fragmentos de la obra. La pieza completa se puede ver en bit.ly/2NVea3h Micromemoria porteña · Sebastián Santana Camargo

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Características del montaje en Montevideo El espacio y recorrido expositivo se dispuso en dos partes: · un tótem central de 15 metros de perímetro, donde la obra fue desplegada en una espiral continua. · una periferia en forma de U, compuesta por una pared de 40 metros, en la que se distribuyeron 17 ampliaciones impresas (a 35.5 x 21.5 cm c/u) de algunos dibujos extraídos de la obra central, junto a breves textos en forma de prosas poéticas escritos sobre esas imágenes (en la página siguientre de este documento se incluyen tres de esos dípticos ampliación-texto). En esta periferia se situaron, además, algunos objetos y elementos anexos vinculados a la realización de la obra. Micromemoria porteña · Sebastián Santana Camargo

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Medieval El Mercado Cardonal un rato antes del amanecer. Un momento antiguo: carros, caballos, fuego, montañas de basura, bolsas de verduras y frutas, pesca fresca, gatos, perros, gente al grito, casi nada de luz artificial. Un ámbito poco apropiado para fotos turísticas, pero mejor así: un recuerdo borroso y móvil puede ser el mejor retrato posible de algo.

La vida enfrente La cruda épica de la vida cotidiana. En una misma casa conviven un asilo para ancianos y una residencia de estudiantes. Vuelve una gurisa luego de pasar la noche afuera, sale un viejo con los pies para adelante. Ver todo esto mientras lavamos los platos. La cruda épica de la vida cotidiana.

Valparaísa Sonríe Valparaísa y mira. Se muestra desnuda, entera. Desde cualquier rincón desde donde se la mire, se la ve completa. Y claro, uno también queda expuesto, entero, completo, desnudo, desde todos los rincones.

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IV Prensa


Un quiltro liliputiense Thiago Rocca

“Una suerte de autobiografía liliputiense en secuencia temporal”, define esta exposición su curadora, María Yuguero. Liliputiense, obsesiva e increíblemente larga, ya que esta memoria se constituye con boletos de ómnibus dibujados y escritos, adheridos unos a otros para conformar una cinta de 129 metros de largo. La exposición se titula Micromemoria porteña y su autor, el dibujante Sebastián Santana (La Plata, 1977), también conocido como “Pantana” en sus libros y radicado en Montevideo desde 1984, resume la muestra como “el resultado de juntar los boletos de los bondis porteños (las micros, en lenguaje local) y hacer sobre ellos el relato gráfico de lo que viví con mi compañera en la ciudad de Valparaíso, Chile, que fue nuestra casa entre marzo de 2015 y diciembre de 2016”. Se trata, como se entenderá, de muchos viajes dentro de muchos viajes. Porque no sólo interviene los boletos de varios recorridos personales y prestados (realizó una convocatoria solidaria para juntar más boletos), sino que a la vez va recordando otros recorridos y otros viajes por Valparaíso, de modo que el dibujo traduce y engarza, por decirlo de alguna manera, el laberíntico viaje de la imaginación. La muestra consta de una serie de boletos no intervenidos y enmarcados al principio de la exposición (donde descubrimos lo variados que son en Valparaíso), dibujos ampliados y textos impresos en la pared (a modo de recuerdos de un posible flâneur chileno) y al centro de la sala un gran panel en donde se desenvuelve la espiral casi inhumana de los boletos intervenidos con dibujos microscópicos. En verdad, no es inhumana, porque si por algo destaca la poética de Santana es por su empatía con las personas y los seres de todo pelo que va conociendo en sus trayectos porteños (gentilicio de Valparaíso, al igual que de Buenos Aires). Una atención especial merecen

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sus dibujos de perros vagabundos, que en Chile llaman quiltros: “Voz mapuche para designar un tipo específico de perro (esos peludos, bajitos y con el colmillo medio torcido, eternamente asomado sobre el labio superior, según la precisa aclaración de un amigo”. Y Santana prosigue aclarando: “Pero no son perros salvajes, más bien parecen mascotas abandonadas que por alguna razón perdieron su hogar y no encuentran la forma de volver a él. Entonces andan por ahí, sueltos, buscando alguna forma de cariño. Y la reciben…”. El relato micrográfico posee también algo de quiltro en busca de cariño, pues abunda en esas búsquedas emotivas personales o en las instancias en que se anuncian los encuentros. El dibujo obligadamente esquemático y sin aristas filosas, de bordes redondeados, recuerda por momentos algunas soluciones del gran Charles M Schulz y su sentido para la (in)acción en Snoopy, y acaso, también, su humor comedido. Los textos apenas legibles mezclan jocosidad e incertidumbre, y recurren a la enumeración caótica que, más que un recurso literario, se vuelve un método de observación. Santana no quiere discriminar (operación inevitable del lenguaje), no quiere separar en estamentos rígidos y por ello todo pasa a ser digno de mención: las gaviotas, las escaleras, los pingüinos, los edificios, los terremotos, los árboles, la librería Milán y la pensión donde conviven (o conmueren) los ancianos del asilo y los estudiantes en residencia. El amor, el humor y el vértigo caracterizan la operativa de Santana, que se lanza a la conquista desmesurada de un territorio ignoto armado con plumas y papelitos. Sala Carlos Federico Sáez (Rincón 575), durante los meses de mayo y junio. Semanario Brecha (11/5/2018) brecha.com.uy/un-quiltro-liliputiense/ 20


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Revista Caras & Caretas (11/5/2018) Micromemoria porteña · Sebastián Santana Camargo

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Pasajes trasandinos El diario de Sebastián Santana en boletos de ómnibus. Sebastián Santana, nacido en Argentina en 1977 y residente de nuestro país desde 1984, se mueve entre las artes visuales: ilustrador, fotógrafo, historietista, diseñador, realizador audiovisual... Desde portadas de discos a libros infantiles, ha sido parte de diversas muestras colectivas y también hizo varias individuales, como Montevideo (2013) o Nonatos (2003). Ayer comenzó a exponer Micromemoria porteña, una especie de diario caprichoso en el que registró su estadía de casi dos años en la ciudad chilena de Valparaíso. Con él dialogamos un poco antes de la inauguración. Lo de “porteño” es un poco juguetón, porque acá esa palabra hace pensar en Buenos Aires, y no en otros puertos, como Valparaíso. Eso es verdad, el gentilicio “porteño” acá en Montevideo nos lleva casi que inevitablemente a la gente de Buenos Aires. Pero tras dos años de vivir en Valparaíso, esa palabra me pasó a significar otra cosa: primero a

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entender que de nuestra parte hacia alguna gente de Argentina (muchas veces de forma facilonga, genérica, como cuando identificamos a todo español como “gallego”) el término “porteño” es dicho casi que despectivamente; luego, que nosotros (en Montevideo) haríamos bien en tomar esa palabra como gentilicio, ya que nos correspondería, y tercero (y más importante) que la palabra “porteño” pasó a ser en mi lenguaje una palabra feliz, ya que la gente de Valparaíso se llama a sí misma “porteña” con ganas, con orgullo, con una cosa de identificación fuerte en relación al resto de Chile. Ellos son los porteños, son los habitantes de una ciudad que, para quienes la conocieron, será por siempre inolvidable. Y me resultó precioso sentir ese cariño por el lugar de donde uno es. Así que yo también soy porteño. ¿Los cuadros/boletos están acompañados de otros textos o hay que interpretar tus garabatos? En realidad la obra completa es una cinta de 123,47 metros de largo, armada con boletos pegados entre sí y dibujado y escrito en forma de un relato gráfico continuo, donde fui narrando la memoria de la vida que tuvimos con mi compañera en Valparaíso. Almaceno la obra en forma de rollo por un tema de

practicidad, pero su cuerpo concreto es esa tira larga que te digo, con el relato hecho a tinta china y plumín (por cierto, se puede ver completa en bit.ly/2NVea3h, aunque considero que la mejor forma es verla en persona, caminando el perímetro donde está colgada). Ahora bien, en relación a los textos y los garabatos, sé que la escritura es bastante difícil de leer, por la forma en la que fui escribiendo, así que ahí hay una exigencia para el público, o en todo caso una invitación a interpretar (y algo para mejorar por mi parte en futuras obras). Para esta exposición en particular, María Yuguero, la curadora, me propuso escribir unos textos a partir de algunos fragmentos en particular. Hice una primera selección de 48 imágenes, de esas quedaron 17, y ese conjunto se presenta como un relato paralelo, ampliado (en todos los términos) en relación a la obra original. Aunque también se trata de un re-relato muy parcial, una forma de volver a contar algunos acontecimientos, en un lenguaje breve. Es decir, está la cinta completa, que es la obra madre, y están también estos pequeños relatos, que son a la vez ampliaciones y reducciones de la cinta total. ¿Cuál es el nexo entre esta muestra y tu intervención en Máquina Felisberto, la colectiva de 2014?

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Hay tanto un nexo formal como un vínculo conceptual. La obra que realicé para esa exposición fue una especie de transcripción gráfica, imitando algo de la notación musical tradicional de algunos cuentos de Felisberto. Leía una parte, dejaba de lado, me ponía a dibujar de memoria la sucesión de acontecimientos que recordaba. No ilustraba, transcribía, en tinta china y plumín sobre papel de notación musical, con los tamices de la memoria y mis propias limitaciones, la narración de Hernández. Ese mecanismo de trabajo me sedujo mucho, generaba un estado de elaboración cercano a algo performático, netamente vivencial; no había necesidad de bocetar, lo que contaban era la honestidad y la concentración del momento. Y además obligaba a una forma de dibujo sintético, rápido pero también que tuviera un atractivo visual, que tenía que resultar como escribir en letra manuscrita pero dibujando, usando todo lo aprendido y elegido en mi carrera como ilustrador y llevado a un mínimo-máximo. Mínimo de gesto y escala, máximo de expresividad y sentidos. Además, esa línea de dibujo fue un aprendizaje que tiene que ver con el libro Palabra y lo que cuento ahí en términos de narrativa global: por qué uno termina dibujando como dibuja, por dónde pasó, qué buscaba. La adaptación del último cuento está en la misma línea que esto;

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necesito dibujar de esta forma, es el lenguaje que empezó, finalmente, a cuajar en mí. Y en relación a la motivación de hacer la cinta de boletos ilustrados sobre la vida en Valparaíso, lo que también pasó fue que necesitaba generar, en un espacio neutro, ajeno y lejano, una forma de obra y un taller que me sirviera de refugio. Entonces fui juntando los boletos de los viajes en bondi (porque además son lindos, se parecen a los que había acá cuando era gurí, y encima hay muchísimos diseños distintos), pegándolos en un rollo simplemente para poder almacenarlos de alguna forma, y una buena mañana me cayó la ficha de que, para una vida de valijas y mudanzas, no había nada mejor que ir haciendo una obra portátil. El tema, la vida allá, vino solito, por lo rica e intensa que fue la vida en Chile, y por lo bella que es la ciudad.

do, tanto el propio en su recorrido como el relatado en la cinta. Micromemoria porteña. Se puede visitar de lunes a viernes de 9.30 a 17.00 en la Sala Carlos Federico Sáez (Rincón 575) hasta el 6 de junio. Periódico La diaria (28/4/2018) findesemana.ladiaria.com.uy/articulo/2018/4/pasajes-trasandinos

Si alguien llegara apurado a la muestra y sólo tuviera tiempo para meterse en tres cuadritos, ¿cuáles le recomendarías vos? ¿O no se pueden separar? Le recomendaría dar una vuelta completa al perímetro, tratando de mirar de una sola vez las ocho líneas que resultaron del montaje (perímetro de 15 metros, cinta de 123,4 en total, ocho vueltas), y hacerse de eso una impresión del tiempo transcurri-

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Inauguraron exposición que utiliza 2.000 boletos para contar una historia La exposición “Micromemoria porteña” está en la sala Sáez del Ministerio de Transporte. Sebastián Santana es de La Plata, Argentina, pero llegó en su niñez a Montevideo, donde se radicó. Se define como ilustrador profesional, fotógrafo ocasional, diseñador gráfico y artista plástico. El recuerdo de los viejos boletos de ómnibus de Montevideo que conserva, lo motivó a coleccionar boletos mientras vivía en Valparaíso, Chile, fascinado por su diseño. Su obra final es un rollo de 123 metros que resume su vida en la ciudad-puerto chilena. En total, son unos 2700 boletos pegados entre sí. Segmento cultural del informativo central del Canal 12 (8/5/2108) www.teledoce.com/telemundo/cultura-y-espectaculos/inauguraron-exposicion-que-utiliza-2-000-boletos-para-contar-una-historia/

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Programa Esto Pasa Acá, Televisión Nacional del Uruguay (24/5/2018) www.youtube.com/watch?v=Hh62LPRJJ6s (minuto 40)

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Sebastiรกn Santana Camargo +598 99 395 218 santana.sebastian@gmail.com www.sebastiansantana.com www. sebastiansantanacamargo.blogspot.com


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