Travesías de un LIBRO llamado ÁLBUM Sergio López Suárez
“… El mundo, tal cual lo reconocemos desde el momento en que nacemos, es una biblioteca de signos, un archivo de textos misteriosos, una galería de imágenes incitantes, algunas arbitrarias o azarosas, otras creadas deliberadamente, que sentimos que debemos descifrar y leer.” MANGUEL, Alberto, Nuevo elogio de la locura; (2006) emecé, Bs. As.
Hace un tiempo una maestra muy amiga me confió que si bien ella compartía muchísimos libros ilustrados para niños con sus alumnos, a veces le costaba reconocer cuándo estaba en presencia de un libro-álbum. Sin meditar mucho mi respuesta, le respondí “a boca de jarro”: “Es muy fácil, un libro álbum no se puede compartir por radio…” Creo que esa característica que formulé groseramente define una manera práctica para distinguir un libro-álbum; pero es innegable que, como criterio para catalogar a un género sugestivo, hermoso y complejo como éste, resulta muy esquemático. El problema planteado por mi amiga se origina tal vez en la falta de reciprocidad de un enunciado indiscutible; porque si bien es cierto que “todo libro-álbum es un libro ilustrado”, la enunciación recíproca: “todo libro ilustrado es un libro-álbum”, es falsa.
Pero… ¿Qué es un “Libro-álbum”? Un libro-álbum es un objeto en el que se utilizan dos códigos simultáneos para contar una historia. El cuento es narrado mediante imágenes y textos armonizados en un mismo espacio. Algunas obras llegan a narrar la historia solo con ilustraciones. El desgarrante libro De noche en la calle, de la consagrada artista Ángela Lago, y el filosófico libro Zoom, de Istvan Vanyai, narran sin textos, historias trascendentes. Teresa Colomer, Profesora de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Universidad Autónoma de Barcelona, en su artículo El álbum y el texto (I), considera que “la obra resultante puede dirigirse a lectores de distintas edades, pero sin duda, uno de los grandes campos de aplicación de los álbumes ha sido la creación de libros para primeros lectores.” “…Los autores parten de las formas más simples de la narración, pero utilizan recursos que inician la posibilidad de desviarse de ellas, recursos que ayudan a los niños a ir más lejos en su competencia literaria.” En su interesante artículo, Teresa Colomer asegura que “…La creación de los álbumes ha sido un camino potente, tanto para simplificar la lectura como para ofrecer un andamiaje para narraciones más complejas.”
¿A quién se atribuye la invención de este nuevo género? Maurice Sendak (II), autor del inefable libro-álbum “Donde viven los monstruos”, Premio Andersen 1970 a la Ilustración, atribuye a Randolph Caldecott (III) la creación de este género que ha revolucionado al arte y a la industria editorial. Antes de Randolph Caldecott las ilustraciones de libros infantiles, o bien representaban los hechos del relato literalmente, o bien añadían decoraciones bonitas que poco o nada tenían que ver con el texto. Caldecott, con sus creativas ilustraciones, logró interpretar el texto añadiendo elementos nuevos al cuento, según Sendak
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"en Caldecott hay una yuxtaposición de palabras e imágenes, algo que jamás había sucedido. En suma, es la invención del libro-álbum.” Por su parte, Kenneth Marantz, Profesor de arte en la Universidad Estatal de Ohio en Columbus, nos da más pistas en un artículo titulado “Con estas luces” (I). Cuando Marantz investiga qué tienen en común los libros-álbum, observa que “Todos tienen en común las narrativas gemelas en forma de palabras e imágenes que caracterizan al libro-álbum…”“Todos los libros-álbum narran cuentos.“…El ilustrador reemplaza al cuenta-cuentos, y las imágenes se convierten simbólicamente en la voz que comunica algunas de las propiedades especiales del significado que con frecuencia no puede hacer el lenguaje.”
En nuestro país, a partir de la década de 1990, la Colección “Leer para disfrutar y pensar” dirigida por Ana María Bavosi, lanzó una serie novedosa de títulos que marcaron un avance muy positivo en el terreno de la literatura infantil, sobre todo atendiendo a la excelente presentación gráfica de los mismos. “Fiesta de Disfraces”, de Horacio Cassinelli; “La tía Merelde”, “Te lo dije Nino…!!” y “Olegario”, de Susana Olaondo; “Mi ciudad”, de Eduardo Mayans; “Haciendo Monadas” y “En el barrio”, de Sergio López; constituyen algunos ejemplos de libros-álbum que fueron editados hace más de tres lustros, con el objetivo principal de vigorizar este género con aportes de autores uruguayos.
Compartiendo códigos para leer entre líneas Generalmente un libro-álbum, además de contar una historia mediante dibujos y palabras, establece un diálogo interno entre los dos códigos que en él se están utilizando; en los libros-álbum más creativos se advierte con claridad que la ilustración mantiene un coloquio animado y permanente con el texto. Ese diálogo entre los códigos que caracterizan al libro-álbum puede tener diferentes tonalidades: En algunos casos la ilustración puede apoyar al texto mostrando detalles significativos de los personajes y el entorno, tal como ocurre en los libros mencionados más arriba y en los libros editados en Uruguay que a modo de ejemplo enumero a continuación: “Circo”, “Andan lobos por mi cuarto”, “Un cuento de papel”, “Violeta”, ,”Vamos”, “Palabras”, “La huella”, “Un mago”, “La cartera de mi abuela”, “Un resfrío como hay pocos”, “Un real y medio", “Escondites”, “El secreto de la yerba mate” y los
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cuatro títulos que integran la colección “Contámelo otra vez”: “Muchas princesas”, “Una lombriz y un águila”, “Leer, mirar…¡Adivinar!” y “Atrapasueños” editados en formato grande y con tapas duras. Una mención destacada merece el sugestivo libro “21 poemas raritos” y “Mirá vos”, dos libros editados en un mismo tomo, unidos cual hermanos siameses,. Los veintiún poemas del primer título pertenecen a Fernando González, en tanto las notables ilustraciones fueron realizadas por Sebastián Santana. Los poemas de “Mirá vos” fueron escritos por Fabio Guerra e ilustrados por el prolífico artista Alfredo Soderguit. Personalmente considero que este libro-álbum marca uno de los hitos más elevados de este género en nuestro país.
“21 poemas raritos”, Ilustración de Sebastián Santana
Páginas centrales de los dos libros. Ilustración de A. Soderguit y S. Santana.
“Mirá vos”, Ilustración de Alfredo Soderguit.
En otras oportunidades la ilustración del libro-álbum puede contradecir al texto presentando imágenes que lo impugnan, lo desmienten, o cuestionan, tal como sucede, por ejemplo, en el libro “Duelo nocturno”, en “¿Qué es esto?”, en “Así reinaba el rey reinante”, o en los cuatro títulos de la Colección “Desolvidados”: “Nubes”, “Tan mareado está el barco”, “Casi pájaro” y “Soldadito de viento”, pertenecientes la Editorial uruguaya “Más Pimienta”. También encontramos estas notables características en los libros pertenecientes a la Colección A volar: Los libros de La Mochila publicados por Ediciones de la Banda Oriental (EBO): “Cuando el temible tigre”, texto de Virginia Brown ilustrado por Matías Acosta; “Un avión aterriza donde puede” texto de Lía Schenck, ilustrado por Pantana -Sebastián Santana-, y “La octava cerradura”, libroálbum con texto de Germán Machado ilustrado por Fernando de la Iglesia.
También, en reiteradas ocasiones, la ilustración contribuye fehacientemente a darle un nuevo sentido al texto, tal como ocurre en los espectaculares librosálbum “Cambios”, “El túnel” y “Willy el soñador” del genial Anthony Browne. También el libro “Caperucita Roja (tal como se la contaron a Jorge”, de Luis María Pescetti, ilustrado por le impagable O´Kif, es un ejemplo claro de ese enriquecimiento de sentidos. En este libro-álbum, mientras un papá relata el clásico cuento “Caperucita Roja” a su hijo Jorge,
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padre e hijo van imaginándose situaciones muy diferentes de acuerdo al relato escrito sucintamente. Aquello que van imaginado padre e hijo se muestra ilustrado dentro de los típicos “globos” o “bocadillos” utilizados en el cómic para presentar diálogos y pensamientos. Esta sustitución de la palabra escrita por ilustraciones adentro del “globo”, unido a las diferencias sustanciales entre lo que imagina el niño y su padre, generan un contrapunto de códigos que al ser intercambiados divertidamente, resultan magníficos para esbozar un tema tan complejo como profundo.
Libro-álbum, un objeto de infinitas lecturas Son incontables los elementos que actúan simultáneamente en un libro-álbum; por eso cada vez que tengamos unos de estos magníficos objetos en nuestras manos, podríamos realizarnos varias preguntas mientras lo leemos: ¿Cómo está utilizada la tipografía, y qué relación existe entre el texto y la imagen? ¿Fue realista o estilizada la caracterización de los personajes? ¿Qué personajes u objetos seleccionó el artista para dejarlos plasmados en el libro-álbum y en qué parte de la página ubicó esos elementos? ¿Cuál fue el punto de vista en el que se colocó el artista para resaltar aquellas emociones que intenta comunicar? ¿Hay elementos que constituyan un testimonio del espacio y la época representada en esa imagen, y elementos del espacio y del tiempo al que pertenece el artista? ¿La imagen se nutre de objetos familiares puestos en situaciones y contextos cambiantes, de manera que los mismos se carguen de nuevos significados? Analizando la tonicidad, el ritmo y la presión con que fueron estampadas las marcas gráficas con las que el artista conformó la ilustración ¿se percibe claramente la habilidad motriz del ilustrador, o algunos referentes gráficos del mundo artístico que lo habita?... En fin, infinitas preguntas para un género que reclama infinitas lecturas. Me parece oportuno terminar este artículo citando palabras de Kenneth Marantz con las cuales coincido plenamente: “… los libros-álbum deberían ser percibidos y valorados como una forma de arte visual y no como un arte literario. El hecho de insistir en valorarlos como literatura hace que apreciemos las ilustraciones básicamente en su relación con el texto, más como simples asistentes que como símbolos que poseen personalidades propias. Al permanecer sujetos al texto, dejamos de sacar suficiente provecho a las propiedades visuales de los libros que Comenius identificó como los libros que nos causan deleite.” (I)Editado en “El libro-álbum: invención y evolución de un género para niños”, Banco del Libro, 1999; Venezuela. (II)Maurice Sendak, nació en Nueva York en 1928. En 1950 comenzó a ilustrar libros para niños. (III)Randolph Caldecott, nació en Chester, 1846; falleció en Saint Agustín, Florida, en 1886.
Cuatro títulos para quienes estén interesados en obtener más información sobre este tema: “El libro-álbum: invención y evolución de un género para niños”, Banco del Libro, 1999; Venezuela. “La otra lectura. La ilustración en los libros para niños”, de Istvan Schritter, 2005; Bs. As. “El rol de las ilustraciones en los libros para niños”, de Sergio López, 2005, Montevideo; Santillana, AULA XXI. “Leer y mirar el libro álbum: ¿un género en construcción?, 2007, de Fanuel Hanán Díaz, Colombia, Grupo Editorial norma.
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