Por siglos y por siglos la historia del arte y
la literatura fue una historia de hombres.
Había escritores, arquitectos, escultores,
pintores, músicos, etc., pero no su equivalente
femenino. Las excepciones son
menos que mínimas y más apreciables
por ello. Pensamos en Sor Juana Inés de
la Cruz, pionera del feminismo, poeta,
dramaturga, escritora subversiva, monja
mexicana que no vacila en dedicar poemas
de amor a una Virreina y cuya voz es
finalmente acallada por la Santa Inquisición.
Pero no podemos multiplicar esos
ejemplos. Habría que esperar el siglo XIX
para que una tímida brecha vaya abriéndose
y el XX para que magníficas artistas
irrumpan exitosamente en todos los ámbitos
del arte.