Abril2010
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TIEMPO DE PASCUA
TIEMPO PASCUAL
LA CINCUENTENA PASCUAL Parece una exageración. Pero las siete semanas de Pascua son el corazón del Año Litúrgico y, como motor de todo él, un solo y largo día de fiesta y de gracia. Es el objeto central de nuestra fe: no sólo que hace más de dos mil años Cristo resucitó, sino que sigue viviendo y nos está presente en todo momento. Por eso la Cincuentena pascual, desde la Vigilia pascual hasta Pentecostés, es el “tiempo fuerte” por excelencia de todo el año cristiano. La primera de las siete semanas, en la que tradicionalmente recibían su formación mistagógica los neófitos bautizados en la Vigilia, es la semana de la octava de Pascua. Dentro de la Cincuentena se celebra también la Ascensión del Señor, ahora no necesariamente a los cuarenta días de la Pascua, sino en el domingo séptimo, porque la preocupación no es tanto cronológica, sino teológica, y la Ascensión pertenece sencillamente al misterio de la Pascua del Señor. La fiesta de Pentecostés no es una fiesta aparte, independiente. Es la maduración de la Pascua. Ya desde el primer día, el Señor Resucitado promete y da su Espíritu. Aunque será en las últimas semanas, sobre todo en la séptima, después de la Ascensión, cuando las lecturas y las oraciones nos hablarán más del Espíritu. Pero la Cincuentena forma una gran unidad con sus dos polos: Cristo Resucitado y su Espíritu. Una unidad que ahora queda también visiblemente más marcada por la presencia del Cirio pascual encendido, no sólo hasta la fiesta de la Ascensión, como antes, sino hasta el final del domingo de Pentecostés. Y sobre todo, porque los ocho domingos de este tiempo se llaman ahora “domingos de Pascua” y no, como antes, “domingos después de Pascua”.
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