Año LXXV Guadalajara, Jal., 1 de noviembre de 2009
No. 44
La caja de preocupaciones
A
muchas personas las preocupaciones les quitan el sueño. Yacen despiertas en la cama, preguntándose si hicieron una buena decisión el día antes, si se equivocaron, y qué deben hacer mañana. He aquí una manera en que una mujer enfrentó las preocupaciones. Con tantas cosas para preocuparse, decidió apartar un día a la semana para hacerlo. Si ocurría algo que le causaba preocupación, lo escribía en un papel y lo ponía en su caja de preocupaciones. Entonces, el miércoles de preocupación, leía todas las preocupaciones. Para su sorpresa, la mayoría de las cosas que la perturbaban ya estaban resueltas de algún modo. Así que aprendió que pocas veces había una razón justificable para preocuparse. Como escribiera el salmista
en el Salmo 127:2 En vano madrugan ustedes, y se acuestan muy tarde, para comer un pan de fatigas, porque Dios concede el sueño a sus amados.