Año LXXVIII Guadalajara, Jal., 13 de marzo de 2011
Núm. 11
EL MÁS FUERTE DE TODOS
U
n día, la piedra dijo: “Soy la más fuerte”. Oyendo eso, el hierro dijo: “Soy más fuerte que tú”. Entonces, los dos lucharon hasta que la piedra se convirtió en polvo. El hierro dijo a su vez: “Yo soy fuerte”. Oyendo eso, el fuego dijo: “Yo soy más fuerte que tú”. Entonces los dos lucharon hasta que el hierro se derritió. El fuego dijo a su vez: “Yo soy fuerte”. Oyendo eso, el agua dijo: “Yo soy más fuerte que tú”. Entonces, los dos lucharon hasta que el fuego se apagó. El agua dijo a su vez: “Yo soy fuerte”. Oyendo eso, la nube dijo: “Yo soy más fuerte que tú”. Entonces los dos lucharon hasta que la nube vio evaporar al agua. La nube dijo: “Yo soy fuerte”. Oyendo eso, el viento dijo: “Yo soy más fuerte que tú”. Entonces los dos lucharon hasta que el viento sopló la nube y ella se esfumó. El viento dijo a su vez: “Yo soy fuerte”. Oyendo eso, los montes dijeron: “Somos más fuertes que tú”. Entonces, los dos lucharon hasta que el viento quedó preso entre el círculo de montes. Los montes, a su vez, dijeron:
“Somos fuertes”. Oyendo eso, el hombre dijo: “Yo soy más fuerte que ustedes”. Entonces, el hombre, dotado de gran inteligencia, perforó los montes, impidiendo que atajasen al viento. Acabando con el poder de los montes, el hombre dijo: “Yo soy la criatura más fuerte que existe”, hasta que vino la muerte, y el hombre con apenas un golpe, se terminó. La muerte todavía festejaba, cuando, sin que esperase, vino un hombre y, en apenas tres días de muerto, resucitó, venciendo a la muerte, y todo poder le fue dado en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra. Venciendo la muerte, ÉL nos dio el derecho a la Vida Eterna, a través de su sangre, que libera del pecado, cura las enfermedades y salva al alma del tormento eterno. Ese hombre es JESÚS, el Hijo de Dios.