Año LXXVIII Guadalajara, Jal., 15 de mayo de 2011
Núm. 20
RECIBIENDO AYUDA SIN NECESIDAD
H
ace algunos años, se suscitó un problema en Monterey, California. Esta ciudad se había convertido en un paraíso para los pelícanos. Una vez que los pescadores limpiaban los peces, les arrojaban las vísceras a los pelícanos. De esa manera, las aves se volvieron gordas y haraganas. Luego, se descubrió un aprovechamiento comercial para las entrañas, y los pelícanos se perdieron la comida gratis. Sin embargo, estas aves no hicieron ningún esfuerzo por conseguir el alimento por su cuenta. Se limitaron a esperar y a esperar a que les arrojaran la dádiva que nunca más llegó. Muchos se murieron de hambre. Parecía que habían olvidado cómo pescar... Una actitud diferente asumió una señora mayor, que esperaba un ómnibus. Estaba casi paralizada por el reumatismo, y cargaba muchos paquetes. Al abrirse la puerta del ómnibus, un caballero le ofreció una mano para ayudarla. La señora sonrió y rechazó la ayuda, mientras decía: “Mejor me las arreglo sola. Si acepto su
ayuda, mañana voy a esperarla”. George Bernard Shaw afirmó un día: “La gente siempre maldice sus circunstancias. Yo no creo en las circunstancias. Sólo triunfa en el mundo quien se levanta y busca las circunstancias, y las crea si no las encuentra”... Nadie mejorará tu suerte si tú no lo haces.