Año LXXVIII Guadalajara, Jal., 5 de junio de 2011
Núm. 23
ALIVIANDO LA CARGA DE OTRO T
eodoro era un minero. Todos los días dedicaba largas horas al duro trabajo en la mina, con su vida en constante peligro, a cambio de un magro salario. Cierto día, el capataz de la mina le dijo: -Teodoro, se ha producido una vacante en un trabajo más liviano en la superficie. Trabajarías menos y pagarían más. ¿Te interesa? -Sí, por supuesto -respondió Teodoro-. ¡Claro que me interesa, señor! Sin embargo, ¿podría ofrecerle el trabajo a mi amigo Heriberto? Él no es tan fuerte como yo, y temo que el trabajo en la mina acorte sus días. No quiero perder a un amigo. ¿Podría ocupar él ese puesto del que me habla? Al capataz lo conmovió la generosidad de Teodoro y le dio el trabajo a Heriberto.
Teodoro siguió trabajando duro, y no bien se produjo otra vacante en la superficie, el capataz enseguida se lo comunicó a Teodoro, que esta vez sí aceptó el ofrecimiento. Teodoro y Heriberto trabajaron juntos durante veinte años. Cuando uno se brinda con generosidad por otra persona, obtiene una buena reputación. Y seguramente luego sobrevendrá un ascenso. No es inútil en el mundo aquel que alivia la carga de otro.