El Amiguito - 07 de Agosto de 2011 - Num. 32

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Año LXXVIII Guadalajara, Jal., 7 de agosto de 2011

Núm. 32

SABIA LECCIÓN

U

n anciano chino permanecía sentado en el pórtico de su casa, demasiado viejo para trabajar en la huerta, mientras su hijo y el resto de la familia araban el campo para la siembra. El hijo mira al anciano y piensa para sus adentros: “Ya está muy viejo... ¡Todo lo que hace es comer y producirnos gastos y molestias! ¿Qué nos puede aportar? Lo mejor es salir ya de ese viejo estorboso”. Así pues, el hijo construye un cajón; lo arrastra hasta el pórtico y ordena bruscamente a su padre: “¡Padre, métete ahí dentro!”. Cuando el anciano, con paso vacilante, logra meterse dentro de la caja, el hijo

le coloca la tapa y la clava fuertemente; la monta sobre una carreta tirada por dos bueyes y se encamina montaña arriba hasta un elevado peñasco. Al llegar a la cumbre, el hijo oye unos golpes que lo llaman desde el interior de la caja y pregunta: “¿Qué quieres, papá?”. La voz del padre responde desde el interior: “Hijo, ya comprendo lo que estás haciendo conmigo; me vas a tirar porque ya no te sirvo de nada... pero déjame darte como padre un último consejo: Te sugiero que me tires a mí por el despeñadero; pero conserva el cajón, porque muy probablemente tus hijos llegarán a necesitarlo dentro de unos años...”. Puedes tener muchas excusas para hacerlos a un lado, pero a los ancianos hay que prestarles atención, ayuda y cariño en los años de vejez, y durante sus enfermedades. No podemos hacerlos a un lado, después de haber trabajado y de cuidarnos, sus años de vejez deben ser dignos y sobre todo rodeados de amor.


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