Año LXXVIII Guadalajara, Jal., 4 de abril de 2010
No. 14
El que a buen árbol
se arrima… C
uenta una leyenda que un caminante halló un pedazo de greda muy fragante. Despedía un olor tan intenso y grato que sus efluvios impregnaban todo el cuarto. Dime, ¿qué eres? -inquirió el viajero. ¿Una perla rara de un país extranjero? ¿Un nardo exótico que de arcilla se atavía? ¿O alguna otra costosa mercadería? -No. Soy un burdo trozo de barro. -¿Y cómo es que emanas ese aroma extraordinario? El secreto de mi fragancia misteriosa, amigo es que he vivido a la sombra de la rosa. De los cristianos se espera que seamos espejos de Jesús, que vivamos como viviría Él, que nos conduzcamos como Él, que hablemos como Él y que incluso pensemos como lo haría Él.
Por muchas cualidades que tengamos, por muy dinámicos que seamos, por mucho don de gentes que poseamos y por muchas buenas iniciativas que emprendamos, si no dedicamos tiempo a Jesús, no podremos ser un buen reflejo de Él ni traslucir Su amor.