Hoja parroquial Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
Nº 03 • Las Bodas de Caná • 17 de Enero de 2010
Fundado el 4 de junio de 1930. Registro postal IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes INDA-04-2007-103013575500-106
Las Bodas de Caná E
n el milagro de las bodas de Caná, con el cual Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él, la Virgen María tuvo un papel protagónico, al mediar ante Jesús y convencerlo para que “adelantara su hora” y sacara de apuros a los novios que se habían quedado sin vino.
María, humilde
Este Evangelio nos ayuda a comprender el lugar de María junto a Cristo y junto a los hombres. El lugar concreto, histórico, en la vida de cada día. Porque María era una mujer del pueblo, humilde, pobre, llena de fe y de amor en el Señor Dios de Israel. Sabemos que Dios la eligió como su Madre y su colaboradora en la liberación de los hombres; que esta colaboración la realizó acompañando con total fidelidad a Jesús en su vida y en su muerte; y que hoy día la prolonga ayudándonos a seguir al Señor con la inspiración de su ejemplo y la compañía de su gracia maternal.
María, mediadora
En Caná, María es una mediación discreta y eficaz para que Jesús intervenga, aún al precio de “adelantar su hora”, de hacer algo fuera de sus “planes”, aparentemente tan banal como mantener el suministro de vino en una boda… María en la Iglesia es una fuente de confianza más para nosotros; su mediación femenina junto a Cristo es una discreta y eficaz “fuerza de presión” para hacer presente al Señor en lo “trivial y cotidiano”. En aquellas cuestiones que tendemos a pensar que “no interesan” a Dios, que parecen lejanas de las grandes líneas de su misión liberadora en la historia.
María transmite confianza
María transmite esta confianza a la atribulada familia de Caná: “Hagan lo que Él les diga”. En su fe humilde y fuerte, con el profundo conocimiento que tenía de Jesús, María no necesitaba de signos y milagros para saber que a su hijo le bastaría, para intervenir, el asegurar la alegría de una fiesta de amigos. Pbro. Juan Javier Padilla Cervantes