Hoja parroquial Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
Nº 48 • I Domingo de Adviento • 29 de Noviembre de 2009
Fundado el 4 de junio de 1930. Registro postal IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes INDA-04-2007-103013575500-106
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El Rey de Justicia que sí llegará
odos los años, en los días finales del año, es una necesidad apremiante, a la hora de hacer el recuento de cómo han estado las cosas, levantar los ojos al cielo y volver a hacer realidad la súplica más emocionada y repetida a través de los siglos por los corazones sedientos de Dios, por todos aquellos que han intentado buscar solución a sus problemas, y de tanto pedir llegamos hasta el primero y último recurso, Dios mismo. “Ven, Señor, no tardes ya”. Es la súplica del Adviento, de la espera, de la fatiga en el aguardar, del convencimiento de que sin Dios no podremos salir adelante. Pero, sin duda alguna, en este año, en particular, con tantos vaivenes del mundo en la economía, en la búsqueda de la paz, en el ensoberbecimiento de la violencia, en el aferramiento en nuestras necedades, en la autonomía mal entendida que nos aleja de Dios, este año, como decimos familiarmente, que nos fue “como en feria”, la súplica se hace inmensamente necesaria. Nos unimos a las voz de los profetas que clamaban: “Que las nubes lluevan al justo, que la tierra brote al Salvador”. De lo alto y de nuestra propia tierra queremos que Dios llegue, y llegue notoriamente a nuestro mundo que ya no aguanta más. Este primer domingo del Adviento se inaugura con el tema del final de los tiempos, que hemos recordado desde la fiesta de los fieles difuntos, cuando se acabe todo, cuando llegue nuestro
las frustraciones a la orden del día. Por tantos problemas de los que nos gobiernan al aventón; todo esto sólo podrá ser removido por el paso del amor de Dios y su justicia, en el corazón de cada uno.
Estar alertas, libres de vicios
final; y nos quiere introducir en el tiempo de la espera y de la esperanza, es el tiempo de la seguridad de que Dios llegará.
La esperanza cura nuestros miedos En nosotros siempre van a existir la angustia, el miedo, y no causados ciertamente por “las señales en el sol, la luna y las estrellas”. Nuestras inseguridades están causadas más bien por las crisis económicas, por los conflictos de muchos niveles, por el abuso de los poderosos, por la falta de trabajo y pan, y por
Por ser discípulo de Jesús no se nos ahorran los problemas ni las causas de angustia que tenemos; pero ser cristiano verdadero reside en una actitud y en una reacción diferente. Lo propio de la esperanza cristiana es que nos mantiene la fe en las promesas del Dios salvador, y que nos permite descubrir el paso de ese Dios en el drama tremendo de la historia. La actitud de vigilancia a que nos lleva el Adviento es estar alerta a descubrir el “Cristo que viene” en las situaciones actuales, de cada día, y a afrontarlas como algo necesario; tenemos que pasar por la cruz para alcanzar el gozo de Dios. Por eso, el Evangelio de hoy nos llama a “estar alerta”, a tener el corazón libre de los vicios y de los ídolos de la vida; éste es el verdadero sentido de nuestra conversión. Nos llama a “estar despiertos y orando”, sólo así llegará este Rey de justicia para hacernos valedores. 1