Hoja parroquial Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 34 • Domingo XXI Ordinario, Ciclo A • 21 de Agosto de 2011
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106
La sabiduría de Dios por caminos insospechados
D
ios no es sabio para encandilarnos, ni para hablarnos en conceptos difíciles o muy sofisticados. No es sabio porque nos vaya a dar razón de todas las cosas del mundo; esa tarea nos las deja a nosotros, pues nuestro destino es que poco a poco vayamos descubriéndolo con nuestro ingenio y estudio. Hoy aprendemos de una manera rotunda que la mejor sabiduría de Dios se da en el amor; Él nos elige para amar, y cuando nos da nuestras tareas, nuestra vocación o, como comúnmente le llamamos, "el destino de nuestra vida", nos damos cuenta que es su amor el que nos ha diseñado, y que solamente porque nos ama nos destina a hacer "ésto" o "aquello" en el espacio de los años de nuestra vida. Dios, en cada época de la historia, va escogiendo a personas que hagan su propio quehacer: amar, elegir, salvar, perdonar... como a los profetas y como a los apóstoles; como a mucha gente en el presente. Jesús interroga al alma La narración del Evangelio de Mateo nos sorprende de manera grata. En aquel entonces, Jesús quería saber qué había entendido la gente de su predicación, si podía fiarse de nuestra capacidad de comprender, o si tal vez necesitábamos algo más que una ayudadita. La pregunta va directa a Pedro: ¿Quién dice la gente que soy yo? Hoy nos damos cuenta que sigue siendo una pregunta vital y sustancial para todo
ser humano, para los creyentes o los que están en camino de creer. No hay pregunta más importante para nuestro interior: es la razón de vida para descubrir quién es Dios para cada uno, y qué significa para nuestro mundo actual; preguntarnos si vale la pena dedicarle un poco de tiempo a este asunto. Errores antiguos y nuevos Vemos los equívocos del ayer, y nos parecen muy actuales y parecidos a los errores de los días presentes. Hay una cercanía y necesidad de lo sagrado, pero nos cuesta aceptarlo con todas sus consecuencias. Nos cuesta aceptar los términos de la religión, porque pensamos que son cosas muy exclusivas, sólo para los iniciados o conocedores de tales
materias. Creemos que esos asuntos no tienen nada que ver con las responsabilidades de nuestra vida diaria. Creemos que la religión es únicamente para los tiempos de crisis, o incluso llegamos a pensar que son cosas para la gente desocupada. Estos son los errores actuales. En la época de Jesús, muchos se confundían sobre su persona y su significado. Sólo imaginaban que tenía algo que ver con la tradición religiosa de la historia del pueblo. Hoy, nosotros creemos que esas cosas "del templo" -como las llamamos- son de la exclusividad de algunos cuantos. Dios en nuestro tiempo sigue revelándose, se muestra y se hace el encontradizo para mostrarnos su amor. Nuestra tarea es estar atentos a su voz y disponibles para seguirlo. 1