Hoja parroquial Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 41 • Domingo XXVIII Ordinario, Ciclo A • 9 de Octubre de 2011
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106
El Banquete del Reino
L
a llamada universal de Dios es el tema central de las lecturas de hoy. Dios quiere que la humanidad entera comparta su gozo. Quiere, en primer lugar, que todo el mundo pueda escuchar la Buena Nueva del Evangelio, porque esta Buena Nueva llena de felicidad y de vida (nosotros somos mensajeros de ella con la gente que tenemos a nuestro alrededor, y nos ha de preocupar también el anuncio a países lejanos). Además, Dios quiere que todo el mundo llegue a compartir su plenitud por siempre en la sala del banquete llena de invitados, donde enjugará las lágrimas de todos los hombres y derrotará para siempre a la muerte (y esta llamada definitiva tiene los caminos visibles del Evangelio y de la Iglesia, pero tiene también caminos que sólo Él mismo, Dios, conoce). Ser cristiano es, sobre todo, vivir el gozo de haber escuchado esta llamada salvadora. La vida eterna El banquete al que todo el mundo es llamado, y la liberación definitiva
del dolor y de la muerte, son afirmaciones de la vida definitiva: la vida eterna con Él. La llamada universal de Dios se realiza cada día, y la felicidad del Evangelio también se ofrece diario, pero su plenitud será más allá de este mundo. No sabemos nada, ni podemos decir nada de esta vida eterna. Pero creemos en ella, la esperamos. Y debemos repetírnoslo de vez en cuando, para reafirmar nuestra fe. Dios quiere cumplir todos los nobles anhelos. Las promesas de vida y de salvación que hace Dios están llenas de referencias a los nobles anhelos que los hombres y mujeres tenemos en todo momento. Participar en la boda de un hijo del rey, ser invitado a un buen banquete en el
que no falta nada... Y, más aún, conseguir estar en una situación en la que desaparezca el dolor, las lágrimas sean enjugadas, y se elimine incluso la muerte... Todo esto es un noble anhelo humano, así como buenas esperanzas que están latentes en la vida de todos. Y Dios no promete una felicidad abstracta, al margen de estos nobles anhelos: Él quiere estos anhelos; quiere que cada día podamos ser felices, y nos promete llevarlos a su plenitud. La responsabilidad personal: la respuesta a la llamada Este tema no es el central de las lecturas, pero sí un contrapunto que el evangelista no quiere que olvidemos: los llamados al banquete pueden negarse a asistir, y quedarían al margen de la salvación; pero entre los que sí asisten, también hay quienes pueden quedarse al margen por no llevar el vestido adecuado, por no responder al estilo de vida que Dios quiere entre los suyos: el estilo de Jesús, que es el estilo del Evangelio. Llamarse cristiano, pertenecer a la Iglesia, no es garantía de nada si uno no vive según Jesús. 1