Hoja Parroquial - 1 noviembre 2009 - num 44

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Hoja parroquial Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.

Nº 44 • 32º Domingo Ordinario • 1 de Noviembre de 2009

Fundado el 4 de junio de 1930. Registro postal IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes INDA-04-2007-103013575500-106

Las Bienaventuranzas: La Ley de los hijos de Dios

E

ste Evangelio de las bienaventuranzas es muy hermoso. La Buena Noticia de Jesús, el camino de la felicidad que Él nos propone, está como condensado en el camino de las bienaventuranzas. Pues bienaventurado es aquel que verdaderamente es feliz.

Las bienaventuranzas de San Mateo subrayan la actitud de espíritu necesaria para practicar el estilo de vida que nos lleva a le felicidad según el Evangelio: estilo pobre, de compromiso por la justicia, sufrido, fraternal y solidario… Mateo reúne ocho bienaventuranzas, pero es su lenguaje oriental son la presentación de una misma actitud de espíritu, que se expresa de maneras diferentes, según las vocaciones, el camino y la espiritualidad de cada cristiano. La actitud esencial del bienaventurado es la pobreza del espíritu que está en el umbral de las bienaventuranzas. A partir de ella, como en un espiral, el cristiano se va enriqueciendo con la misericordia, la causa de la justicia, y las otras consecuencias de la pobreza de espíritu contenidas en este mensaje.

¿Qué es la pobreza evangélica según este evangelio?

Es el resumen de las disposiciones del corazón, necesarias para establecer el reino de Dios, como anticipo de la felicidad bienaventurada. Se dirige a los discípulos, a los cristianos que trabajan en establecer este reino, donde los pobres, los necesitados y los sufrientes tienen un lugar especial. Jesús dice: “para servir a esos pobres, para entrar como ellos en el reino, es necesario tener un mismo corazón de pobre. De otro modo nuestro compromiso con el pobre los abrumará y no los liberará. Este corazón de pobre, que nos lleva a una solidaridad cada vez más real con ellos es tomar conciencia que lo hemos recibido todo de la

misericordia de Dios, y que necesitamos continuamente recibir de un Dios que nos enriquece a través de los pobres. Ser pobre de espíritu es recibir de Dios a través del pobre. Ser evangelizado por los pobres es la mayor solidaridad. Con esta actitud entendemos lo que Jesús quiere decir en las bienaventuranzas; en la pobreza de espíritu se van integrando la mansedumbre, el sufrimiento, el deseo de justicia, la misericordia, la pureza, la paz y la persecución a causa de Jesús.


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