N.º 12 • III Domingo de Cuaresma. Ciclo A
• 23 de Marzo de 2014 •
AGUA VIVA para un mundo sediento
L
limpia... cada cual debemos llegar a nuestras propias conclusiones. El agua alimenta, purifica... ¿nuestro corazón está ya decidido, aceptamos a Jesús? Tragedia sería no hacer caso a la invitación del salmo del hoy: «¡No endurezcan el corazón!».
El agua lleva el Espíritu de Jesús Los textos de la liturgia son como una poesía, cada comunidad, cada persona puede leerlos, meditarlos desde su necesidad. A cada uno le desenterrará recuerdos e insinuaciones distintos. Por eso es conveniente sentir que esas palabras son dichas “para mí”. «Lo que se recibe, se recibe según el modo de ser de quien recibe», reza el dicho antiguo. Aquí, también, el agua
Los samaritanos de hoy El Evangelio nos invita a considerar a otras personas que no piensan, viven ni reaccionan como nosotros. Aquellos que tal vez condenamos antes de acercarnos a ellos. Jesús, para acercarse a la samaritana, rompe todas las barreras sociales, religiosas, hace a un lado todos los prejuicios. Decide acercarse a los diferentes. La tentación primera cuando se llega con personas que viven diferentes a nosotros es “echarles un sermón”. Jesús sigue otro camino. Expresa su necesidad de los demás; le dice a la mujer: «Dame de beber». Y ante la sorpresa de la mujer por aquella petición, es entonces cuando Jesús va a llegar a fondo, y, en el diálogo, le invita a seguir otros caminos: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que dice...». Es entonces cuando va a hacer el ofrecimiento de otra manera de entender, de vivir. Y cuando la mujer le pide de esa agua, Jesús le ayudará a reaccionar para descubrir sus males y cambiar de vida.
a figura principal de este domingo III de Cuaresma es sin duda la samaritana. Es necesario leer con mucha calma el Evangelio, una y otra vez. Primero, es una mujer que vive mal, casi se diría que en la raya de todos los escándalos sociales. Pero lo más importante no es su maldad, sino el deseo de Jesús de acercarse a ella, dialogar, entrar en confianza con tal de que acepte una propuesta para su vida personal. Este es el estilo de Dios, quiere hablar en cortito con cada persona, hombre o mujer de cualquier condición. La clave de todo es que aquella mujer, de mala fama, acepta el mensaje e implora con toda su alma: «Dame de esa agua para ya no volver a tener sed». La preocupación de Dios siempre será ofrecer su amor. No importan los errores pasados, con tal de que aspire a ser mejor, recibir el agua que Dios ofrece.
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