Hoja Parroquial - 7 de Abril de 2013 - Num. 14

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Parroquial Hoja

N.º 14 • Domingo II de Pascua / Ciclo C

• 7 de Abril de 2013 • Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106

Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.

Ojos que no ven, corazón que no siente

E

s importante la experiencia sensorial en la vida de todo ser humano, también en la de los animales; hay gente que dice que, incluso, hasta las plantas sienten a su manera. Pero la experiencia de los sentidos es sólo una herramienta para muchas cosas, aunque el ser humano, con el don de su inteligencia, es mucho más. La fe va más allá y se necesita en el "más acá" de cada día. Es el medio privilegiado para encontrarnos con las verdades trascendentales, las que verdaderamente importan en la vida, muerte y destino del hombre. Hace años se hizo memorable una frase que decía: “...anduve por el cielo y no vi a Dios”, fue el ruso Gagarín al regreso de su viaje espacial. Se parece en mucho al discípulo Tomás del que nos habla hoy el Evangelio. A este Apóstol se le hacía algo tan imposible la Resurrección que le platicaban, de tal manera que puso como condición la satisfacción a sus pobres sentidos: ver y tocar para creer. Jesús, por su parte, le concede a Tomás lo que pide, pero afirma: «Dichosos los que sin ver han creído».

«El número de los creyentes iba creciendo» No sucede así en nuestro tiempo. Parece, según estadísticas probadas, que sí han disminuido los que tenemos anclada nuestra fe en la Resurrección de Jesús. Nunca ha sido fácil creer. Hay también análisis alarmistas de algunos que dicen que la Iglesia sufre una debacle mundial. Benedicto XVI, Papa

emérito, ha dicho que la Barca de la Iglesia en los últimos años ha sentido la turbulencia de las olas; pero que es el momento de confiar en el Señor, no en lo que vemos, sino en lo que creemos. Esta es la riqueza inigualable en este Año de la Fe. Es tiempo de agradecer a Dios ese Don de la fe que nos da sin merecer. Pero, inmediatamente, alimentar la fe; poner a trabajar esta gracia de creer. En el mundo se vive un relativismo desde diversas trincheras, incluso la familiar y la de los valores cristianos. Nuestra época se ha pintado de un secularismo exacerbado. Se pretende negar todo tipo de creencias y solamente admitir lo tangible, lo que se puede probar, lo conveniente "según mis gustos". Este es el espacio de una Nueva Evangelización que nos incluye a todos los creyentes.

«Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos» No dejemos a medio camino a Jesucristo, muerto y en el sepulcro, corrompiéndose como si fuera pura materia. Él es diferente, nos dice el Apocalipsis, y vive para siempre: «Soy el primero y el último, el que vive para siempre». Juan ha recibido esa Revelación, la cree, la conserva en su corazón y la trasmite de viva voz, escribiéndola. Estos pasos hoy son necesarios en la Iglesia, sobre todo en el Año de la Fe: creer, conservar, transmitir. La Iglesia, las familias, el mundo, necesitan testigos que han probado que Cristo ha resucitado, y que así lo viven, así lo comunican.

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