Hoja Parroquial - 12 de Mayo de 2013 - Num. 19

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Parroquial Hoja

N.º 19 • L a A scensión

del

S eñor / C iclo C

• 12 de Mayo de 2013 • Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106

Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.

Jesús subió a los Cielos

J

esús ascendió al Cielo: ¿Qué quiere decir? Porque es muy posible que estas palabras nos sugieran inmediatamente la clásica estampa del Señor que sube, rodeado de ángeles, hasta que las nubes lo ocultan a los ojos de sus discípulos, que, arrodillados, contemplan boquiabiertos el maravilloso espectáculo. Pero sabemos que hay muchas maneras de hablar, porque no todo puede decirse de la misma manera, y que el lenguaje religioso utiliza profusamente el símbolo y la imagen. La Cara oculta de la Cruz La Ascensión de Jesús a los Cielos es una imagen, como lo es la Resurrección y su Entronización a la diestra del Padre. Por tanto, no se trata aquí de la narración de una historia en tres actos sucesivos: primero, Jesús resucitaría de entre los muertos, a los “cuarenta días” subiría a los Cielos y, por último, se sentaría como Señor del universo a la diestra del Padre. La Resurrección, la Ascensión y la Entronización de Jesús como Señor revelan la imagen positiva de la cruz, manifiestan a los creyentes su Cara oculta, despejan la incógnita de la muerte como paso hacia la verdadera vida. Venció a la Muerte Significa que Jesús ha vencido a la Muerte, que es el último enemigo y la fuerza de los que pueden matar el cuerpo, y que, por eso mismo, el que padeció y murió bajo el poder de Poncio

Pilato, es hoy el que vive «por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación». Significa que Jesús ha superado ya el reino de la necesidad para entrar en el reino de la libertad. Significa que ha resucitado “hacia delante”; esto es, no para volver a morir o regresar a un mundo dominado por la muerte, sino para ir “más allá”. No en sentido espacial o para ir a otro lugar que esté más allá de las nubes, sino para vivir en plenitud de vida, para vivir en Dios, que es la casa del hombre y donde hay muchas moradas. Significa que Jesús ha llegado a su destino, que ha cubierto el camino de nuestra esperanza, como adelantado y cabeza de todos los que se salvan, como primicias de la nueva humanidad. Significa, por tanto, que Jesús ha confirmado en la fe a los que le siguen y ha tensado el arco de la esperanza. Porque el hombre –así lo creemos– supera infinitamente al hombre, y, si Jesús ha ascendido, también nosotros ascenderemos hasta llegar a la altura de los ojos de Dios, a cuya semejanza hemos sido creados para reconocer que Dios es nuestro Padre y nosotros sus hijos. Porque también nosotros le veremos tal cual es, cara a cara. Creer en la Ascensión de Jesús no es quedarse con la boca abierta y los brazos cruzados. Es entrar en acción, es hacerse cargo de la misión recibida, es poner a trabajar la esperanza hasta que el Señor vuelva y se manifieste la gloria de los hijos de Dios. Si la vida de Jesús –de obediencia al Padre hasta la muerte y de entrega a los hombres sin ninguna reserva– se revela como Ascensión a los Cielos, los que nos llamamos cristianos y le seguimos sólo podemos hacer la misma experiencia si vivimos como Él. Si le seguimos con la cruz a cuestas: por la cruz a la luz.

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